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EL HIGO Y LA REPRODUCCIÓN

14/09/2015 LAIA BARRES GONZALEZ 7 COMENTARIS

¿Alguien ha visto una flor de higuera? Seguramente por mucho que busquéis no la
encontrareis; de hecho, ni el propio Linneo, el gran botánico sueco, pudo descubrir
el enigma de las flores de la higuera y cuando describió la especie y le puso nombre
(Ficus carica L.), señaló que era una especie sin flores! ¿Pero entonces como se
reproduce y forma su delicioso fruto de verano; el higo?
UN CASO DE MUTUALISMOOBLIGADO
Las flores de la higuera, de hecho, no se pueden ver ya que crecen escondidas dentro del
receptáculo que las soporta, el higo. Han desarrollado una relación de mutualismo tan
estrecha con sus polinizadores que no necesitan florecer externamente ofreciendo
recompensas azucaradas. De hecho, cada una de las especies del género Ficus (contiene
unas 750, de la familia Moraceae) es polinizada por una especie única de avispa
(familia Agaonidae; Blastophaga psenes para la higuera mediterránea) de la cual
depende para su reproducción. Es un caso extremadamente complejo de coevolución
entre una planta y su insecto polinizador en el que ninguna de las dos especies podría
sobrevivir sin la otra.
El mecanismo de polinización funciona como un engranaje perfecto. Las avispas
femeninas son las primeras en visitar el higo, donde llegan atraídas por un olor que
desprenden cuando las flores femeninas están maduras. Las avispas femeninas poseen
unas adaptaciones especiales para poder penetrar en el higo y conseguir su objetivo
final: poner los huevos en su interior. Tienen unos dientes invertidos en las mandíbulas
y ganchos en las patas para poder avanzar dentro del fruto. Sin embargo, sólo tienen una
oportunidad para depositar los huevos ya que la mayoría de avispas pierden las alas y
antenas una vez entran en el higo y por lo tanto ya no pueden buscar otra. Una vez
eclosionan los huevos, las larvas de avispa se alimentan del contenido del higo. Las
larvas de avispas masculinas son las primeras en completar su desarrollo, y una vez
alcanzada la madurez sexual buscan las avispas femeninas, las fertilizan y mueren. Las
avispas femeninas no salen del higo hasta al cabo de unos días, coincidiendo con la
maduración de las flores masculinas y favoreciendo así que salgan del higo cargadas de
polen. Estas avispas fecundadas y llenas de polen son las que volverán a buscar otro
higo donde dejar el polen y poner los huevos. Así el ciclo vuelve a empezar de nuevo.

Higo abierto con su avispa polinizadora (FotRoyal Society Publishing


¿EL HIGO ES REALMENTE UNA FRUTA?
Realmente el higo es una infrutescencia llamado sicono (conjunto de frutos que actúan
como una sola estructura para favorecer su dispersión) con una morfología muy
especial. El sicono es un tipo de receptáculo en forma de pera, engrosado y carnoso con
una pequeña abertura, el ostíolo, que permite la entrada de los insectos polinizadores.
Tanto las flores femeninas como las flores masculinas (la higuera es una especie
monoica) se encuentran juntas dentro del sicono, envueltas por hipsofilas (los
filamentos blancos que encontramos dentro del higo) pero cada una madura en un
momento diferente para evitar la autopolinización. Una vez fecundadas las flores, los
frutos también se originan dentro de la misma estructura, por eso en este caso flor y
fruto se confunden.

Higo con su ostíolo, agujero por


dónde entran las avispas (Foto: barresfotonatura)

¿DE DÓNDE SON LAS HIGUERAS?


¿Quién lo diría que un árbol tan común en nuestro país puede llegar a tener un
mecanismo tan complejo para fructificar? De hecho la higuera es un árbol originario de
Asia pero ya fue naturalizado en el Mediterráneo en la prehistoria, ya que hay
evidencias de su consumo y cultivo desde el Neolítico. La higuera se considera como
una de las primeras plantas que fue cultivada por la humanidad. En primavera producen
higos no fecundados (brevas), aumentando su producción con dos cosechas por año.

Higuera ibicenca (Ficus carica;


Foto: barresfotonatura)
La gran mayoría de especies de Ficus son de clima tropical, aquí han llegado algunas
especies sobre todo por su interés en jardinería. El porte espectacular de estos árboles,
que pueden llegar a los 30 metros de altura, junto con su capacidad de desarrollar raíces
aéreas que acaban llegando al suelo y actúan como contrafuerte para sujetar el peso de
la copa de estos gigantes hacen que se hayan plantado en muchas ciudades y se hayan
convertido en elementos singulares de nuestro paisaje urbano (como el del Parque
Genovés, en Cádiz) o el magnífico ejemplar de Ficus rubiginosa que se encuentra en el
Jardín Botánico de Barcelona.

Higuera ornamental del Parque

Genovés de Cádiz (Foto: barresfotonatura) Ficus


socotrana con sus raíces aéreas en Etiopia (Foto: barresfotonatura)

REFERENCIAS
 Byng W (2014). The Flowering Plants Handbook: A practical guide to families and
genera of the world. Plant Gateway Ltd., Hertford, UK.
 Cruaud A, Cook J, Da-Rong Y, Genson G, Jabbour-Zahab R, Kjellberg F et al.
(2011). Fig-fig wasp mutualism, the fall of the strict cospeciation paradigm? In:
Patiny, S., ed., Evolution of plant-pollinator relationships. Cambridge: Cambridge
University Press, pp. 68–102.
 Font Quer P (1953). Diccionario de Botánica. Ed. Labor
 Machado CA, Robbins N, Gilbert MTP & Herre EA (2005). Critical review of host
specificity and its coevolutionary implications in the fig/fig-wasp mutualism.
Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA 102: 6558–6565.

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