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EL PROPÓSITO DE LA VIDA HUMANA

VOLUMEN 1

¿Por qué nacemos?


Universidad del alma

El propósito de la vida humana


¿Por qué nacemos?

Muy a menudo oímos las preguntas comunes “¿Cuál es el significado de la vida?”,


“¿Cuál es el propósito de vida?”, “¿Por qué nacemos?”. En la mayoría de los casos
tenemos nuestros propios motivos sobre nuestro propósito de vida, sin embargo,
desde una perspectiva espiritual hay dos razones genéricas por las que nacemos.
Estas razones definen el propósito de nuestras vidas en el nivel más básico. Son las
siguientes:
Completar las cuentas Karmicas que tenemos con otras personas.
Progresar espiritualmente con el objetivo final de fusionarse con Dios y, por lo
tanto, salir del ciclo de nacimiento y muerte.
Durante muchas vidas acumulamos un gran número de cuentas de karma que son
el resultado directo de nuestras acciones. Las cuentas pueden ser positivas o
negativas, dependiendo de la naturaleza positiva o negativa de nuestras acciones.
Por lo general, en la era actual, aproximadamente el 65% de nuestra vida está
predestinada (no está bajo nuestro control) y el 35% está regido por nuestra libre
voluntad. Todos los hechos importantes de nuestras vidas están, en su mayor parte,
predestinados. Estos hechos incluyen nuestro nacimiento, la familia en la que
nacemos, la(s) persona(s) con la(s) que nos casamos, los hijos que tenemos, las
enfermedades serias y el momento de nuestra muerte. La felicidad y el dolor que
damos y recibimos de nuestros seres queridos y conocidos suelen ser simplemente
casos de cuentas de karma anteriores que dirigen el modo en que las relaciones se
desenvuelven y desarrollan.

Sin embargo, incluso nuestro destino en la vida presente es sólo una fracción de la
cuenta acumulada total de karmas que amasamos durante muchas vidas.

En nuestra vida, a pesar de que completamos nuestras cuentas del destino


designado para esta vida, también acabamos creando nuevas cuentas mediante
nuestras acciones de libre voluntad. A su vez, esto se añade finalmente a nuestra
cuenta total conocida como la cuenta acumulada. Como resultado debemos nacer
de nuevo para saldar las nuevas cuentas y quedamos encerrados en el ciclo de
nacimiento y muerte una y otra vez.

Los fenómenos del mundo están unidos en la cadena de la causa del efecto. Todo
tiene una causa definida detrás. La ley de causa y efecto es la más universal de
todas las leyes. Es la única ley que gobierna todos los fenómenos. Todo evento es
el efecto de alguna fuerza invisible. Un evento puede ser tanto una causa como un
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

efecto. Toda acción está condicionada por la ley de la causalidad. ley del Karma:
la palabra Karma incluye tanto la causa como el efecto. Bajo el dominio de la ley
del Karma, no queda espacio para la casualidad o el accidente. La casualidad o el
accidente es el producto de algunas causas desconocidas pero definidas. Todo se
rige por la ley de la causación. ¿Qué entendemos por los términos bien, mal y
mixto? Es imposible encontrar una acción absolutamente buena o mala. A las obras
les siguen sus defectos y deméritos.

La ley de causalidad incluye la ley de que lo similar produce lo mismo. Todas las
actividades mentales determinan el carácter del ego individual. Cada personaje o
personalidad es el resultado total de la acción mental anterior. Cada efecto está
latente en la causa y viceversa. - Es nuestro propio Karma el que produce alegría
o tristeza, placer o dolor. Nuestro carácter actual está determinado por el pasado.
Ni Dios ni Satanás son responsables de nuestro placer o dolor. La recompensa y el
castigo dados por Dios no son más que las reacciones de nuestras propias acciones
físicas y mentales. La doctrina del Karma niega al Gobernante arbitrario: Dios
nunca recompensa a los virtuosos ni castiga a los malvados.

La sola doctrina del Karma puede explicar el misterioso problema del bien y el mal
y reconciliar al hombre con la terrible y aparente injusticia de la vida. Cualquier
acción que no se realice a través del apego al resultado de la acción, es para la
purificación del alma, y tan pronto como el alma se purifica, el conocimiento llega
y la ley del Karma deja de existir. Es decir, la ley del karma se trasciende. Así, uno
va más allá de esa ley. El Karma Yoga enseña que, al realizar todas las obras sin
buscar ningún retorno para nosotros, es decir, a través del desapego, obtenemos
la purificación del corazón, y cuando la purificación del corazón se produce,
refleja la sabiduría divina. y esa sabiduría divina enciende el fuego del
conocimiento, que quema todo el Karma, bueno o malo, y el alma individual se
vuelve absolutamente libre. Ese es el objetivo del Karma Yoga.

Un estudio cuidadoso de la naturaleza nos revela que los fenómenos del mundo
están unidos entre sí en la cadena universal de causa y efecto. Ningún evento
puede ocurrir sin una causa definida detrás de él. Lo que vemos, oímos o
percibimos con nuestros sentidos no es más que el efecto de alguna causa, ya sea
conocida o desconocida. Rastrear las causas de los eventos y familiarizarse con las
condiciones bajo las cuales se produce un efecto siempre ha sido el objetivo de las
diversas ramas de la ciencia y la filosofía. Toda la ciencia y todas las filosofías del
mundo declaran por unanimidad que la ley de La causa y el efecto es la más
universal de todas las leyes. Es la única ley que gobierna todos los fenómenos, por
muy graves que sean. Todas las fuerzas de la naturaleza ya sean físicas o mentales,
obedecen esta ley y nunca pueden trascenderla. Desde las vibraciones de los
electrones hasta el movimiento de la tierra alrededor del sol, desde la caída de
una manzana en el suelo hasta la elevación de un brazo por la fuerza de voluntad,
cada evento es el efecto de una fuerza invisible que trabaja en armonía con la Ley
de causalidad. De manera similar, cada acción de nuestro cuerpo o mente es el
resultado de alguna fuerza o poder que es su causa; pero al mismo tiempo, lo que
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es el efecto de alguna causa se convierte, a su vez, en la causa de un resultado


más burdo, y que nuevamente produce algún otro efecto aún más grosero, y que
de nuevo es más fino, y así sucesivamente la cadena de la causa y el efecto
continúa propagándose sin detenerse en ninguna parte, sin llegar a un final
absoluto. Por ejemplo, un asesino dispara a un hombre hiriéndole de gravedad.
Aquí, disparar es una acción que es el efecto de las actividades mentales y físicas
del asesino. Pero la misma acción es de nuevo la causa de conducir la bala en el
cuerpo la victima; Esta es la causa de la herida, que trae graves daños y otros
trastornos orgánicos, lo que resulta en su muerte. La muerte del hombre hace que
su esposa se vuelva viuda, lo que produce cambios en su vida y en toda su familia.
El efecto de este solo acto de asesinato no se detuvo aquí. Sus hijos, padres,
hermanos y amigos sufren por esto, la estabilidad emocional y financiera de su
familia se viene abajo, y consecuentemente la vida de toda la familia cambia.

Así, podemos ver, cómo un evento puede ser tanto una causa como un efecto al
mismo tiempo, y cómo puede afectar al mundo entero, produciendo diversos tipos
de efectos en el plano de los vivos, así como en el de los muertos. De esta cadena
interminable de causa y efecto no podemos separar un solo enlace ni llamarlo inútil
o innecesario. De la misma manera, se puede demostrar que cada acción, por
minúscula o trivial que sea, estando condicionada por la ley universal de la
causación, produce diferentes efectos visibles e invisibles y afecta a todo el mundo
de los fenómenos directa o indirectamente. Ninguna acción puede escapar a esta
ley, que cada causa debe ir seguida de un efecto, que toda acción está obligada a
reaccionar sobre el actor con una fuerza y un efecto similares.

Esta ley universal de causa y efecto se llama en sánscrito karma. La palabra Karma
viene de la raíz Kri para actuar y significa acción. Cualquier acción, física o mental,
se llama Karma, y como cada acción está destinada a producir su reacción o
resultado, también es Karma. Además, secundariamente como una acción es tanto
una causa como un efecto al mismo tiempo, la palabra Karma incluye tanto la
causa como el efecto. En este sentido universal, movimiento, atracción,
gravitación, repulsión, movimiento, caminar, hablar, ver, escuchar, pensar,
querer y desear, todas las acciones del cuerpo, la mente y los sentidos son todos
Karma. Producen resultados que se rigen por la irresistible ley de la causalidad.

Bajo la vía de esta ley del Karma que todo lo impregna, no queda espacio para una
casualidad o un accidente. Lo que llamamos suceder por casualidad o por
accidente es en realidad el producto de algunas causas definidas que tal vez no
conozcamos o no podamos rastrear debido a nuestro conocimiento limitado. Las
causas pueden estar en los planos moral o espiritual, pero solo buscamos en el
plano físico. En tiempos antiguos, cuando el rango de las causas conocidas era
extremadamente limitado, las personas no cultas solían explicar el evento o
eventos accidentales producidos por causas desconocidas, atribuyéndolos a
algunos poderes o agencias sobrenaturales. Incluso hoy en día hay muchos que
creen en los accidentes. Gradualmente, cuando todos los poderes sobrenaturales
se unificaron en un solo Dios personal, los efectos de causas desconocidas se
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

llamaron Providenciales. Pero en realidad todos los accidentes tienen causas


naturales, ya sea que los conozcamos o no. Lo que parece ser sobrenatural o raro
para una mente no científica, es natural para un científico o un filósofo cuya
concepción de la naturaleza es más amplia y más universal. Por lo tanto, todos los
eventos fortuitos o sucesos llamados accidentales están regidos por la ley de
causalidad o Karma.

Los resultados de las diversas causas de la naturaleza se pueden clasificar como


buenos, malos y mixtos. Aquello que satisface nuestro interés y es beneficioso para
nosotros en ciertas condiciones se llama bueno; y lo que nos hiere de cualquier
manera, se llama malo. Los resultados mixtos son aquellos que son en parte
beneficiosos o útiles y en parte perjudiciales. Estos tres tipos de resultados
determinan la naturaleza de las acciones o causas. Si el resultado es bueno o, en
otras palabras, si vemos cualquier acción que produzca un efecto que sea
beneficioso para uno mismo o para los vecinos física, moral o espiritualmente sin
dañar a ninguna criatura viva mental o físicamente o de cualquier otra manera, es
llamado bueno mientras que esa acción mala, destruye el interés de uno mismo o
de los vecinos y trae sufrimiento, tristeza, miseria al trabajador individual o a
otros miembros de la sociedad. Los resultados mixtos son aquellos que sirven al
Interés de algunos, trayendo la felicidad a uno o muchos, pero al mismo tiempo
producen el mal en otros lugares. En resumen, las acciones que producen bienes a
expensas del interés o los derechos de los demás, se denominan causas de
resultados mixtos.

En este mundo de la relatividad dentro de las limitaciones del tiempo y el espacio,


es imposible encontrar cualquier acción que sea absolutamente buena o que
produzca un resultado que no cree discordia o desarmonía en ninguna forma
cualquier parte del mundo. los trabajos son seguidos por sus defectos y deméritos
al igual que el fuego está envuelto en humo. Es imposible encontrar cualquier
trabajo que produzca un efecto de mal absoluto, sin causar algún tipo de bien en
alguna parte. Normalmente, al juzgar un resultado cuando vemos la
preponderancia del bien sobre el mal, lo llamamos bueno y donde predomina el
mal, decimos que La acción es mala, errónea o pecaminosa. Dondequiera que haya
perfecta armonía, paz, tranquilidad o felicidad, hay el resultado de buenos actos,
y dondequiera que haya discordia, enfermedad, sufrimiento, dolor, desdicha,
daño, infelicidad, se encuentra la violación de las leyes de la salud, de La vida, así
como de las leyes morales, en consecuencia, hay maldad.

Es importante comprender que Dios nunca recompensa a los virtuosos ni castiga a


los malvados.

La ley de la causación o del karma incluye la ley de que lo similar produce algo
similar, o que cada acción debe ser seguida por una reacción de naturaleza similar.
Si doy un golpe en la mesa, la mesa reaccionará sobre mí con una fuerza similar.
Si golpeo más fuerte, recibiré un golpe más fuerte a cambio. Como en el plano
físico, en el plano mental más fino, todas las acciones mentales producen
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reacciones similares. Motivos, deseos, pensamientos y otras funciones mentales


que están sujetos a la misma ley, producen resultados buenos, malos o mixtos de
acuerdo con la naturaleza de esas actividades mentales. Como todas las
actividades mentales determinan el carácter del ego individual o del trabajador,
podemos clasificar fácilmente a los trabajadores como buenos, malos o mixtos.

El carácter de un individuo es nuevamente sujeto a la ley del Karma porque, es el


conjunto de una gran cantidad de actividades minuciosas de la sustancia mental a
las que damos diferentes nombres, tales como deseos, tendencias, pensamientos,
ideas e impresiones; Cada uno de los cuales se rige por la ley de acción y reacción.
Cada personaje o personalidad es el gran resultado total de las acciones mentales
anteriores, y también es la causa de cambios futuros en el personaje. En la cadena
de causa y efecto, se puede mostrar que cada efecto está latente en la causa y
cada causa está latente en el efecto, aplicando la misma ley podemos entender
que cada forma de carácter es en sí misma una causa, así como un efecto. La ley
del Karma inculca esta gran verdad de la naturaleza, que la causa se encuentra en
el efecto y el efecto también está latente en la causa. Por ejemplo, una semilla
contiene potencialmente todo el árbol y produce el árbol, y el árbol produce la
semilla nuevamente. Con la ayuda de esta gran verdad, podemos explicar
fácilmente por qué un personaje es bueno o malo, o por qué un individuo se
comporta de esta manera o la otra, o por qué uno sufre y es miserable, mientras
que otro disfruta de su vida y es feliz. No tenemos que culpar a nuestros padres
por nuestra miseria y sufrimientos. Es nuestro propio Karma que produce sus
resultados en forma de alegría o tristeza, placer o dolor, felicidad o infelicidad.
Es una compensación. Todo lo que poseemos en esta vida es el efecto de nuestro
Karma o acción anterior, tanto mental como físico. Nuestro carácter presente es
el resultado de nuestro pasado y nuestro futuro estará determinado por nuestros
actos presentes. Ni Dios ni Satanás son responsables de nuestro placer y dolor,
felicidad y desdicha. Por lo tanto, todas las desigualdades y diversidades de los
personajes pueden explicarse científicamente por esta ley del karma, según la cual
somos los únicos responsables y arquitectos de nuestro destino.

La visión de las religiones, principalmente las derivadas del cristianismo, enseña


que Dios, el Creador de todo, establece el destino del hombre antes de su
nacimiento. Prepara antes del nacimiento de cada hombre y mujer lo que será en
el futuro. El capricho del Creador nos hace pecaminosos o virtuosos, antes del
momento del nacimiento. Pero esta hipótesis destruye nuestra responsabilidad
moral y libertad personal. Si todos estamos predestinados por Dios para ser
pecadores o virtuosos, para ser felices o infelices, no podemos deshacer nuestro
destino ni actuar contra el decreto divino. Nos convierte en autómatas absolutos
atados de pies y manos por la cadena de la esclavitud. Además, hace a Dios parcial
e injusto. ¿Por qué debería hacer una criatura inocente destinada a sufrir y otra
para disfrutar? ¿Por qué es que uno obtiene Su gracia antes del nacimiento y otro
no? Si un pecador está destinado a pecar incluso antes de su nacimiento, ¿por qué
debería ser responsable de sus obras, y por qué debería sufrir por el capricho del
Creador omnisciente y todopoderoso? Si Dios es misericordioso con todas sus
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

criaturas, ¿por qué no debería hacerlas igualmente buenas y virtuosas, morales y


espirituales? Estas preguntas permanecen sin respuesta por la teoría expuesta por
las religiones. Si podemos entender que cada alma individual obtiene los resultados
de sus actos y acciones anteriores, entonces obtendremos una gran libertad
mental, emocional y espiritual. Cada efecto se mide por su causa. Un creyente en
la ley del Karma es un agente libre y es responsable de todos los resultados buenos
y malos de sus propias acciones que atienden a su vida. Él sabe que crea su propio
destino y moldea su carácter con sus pensamientos y acciones. Nunca culpa al otro
por el sufrimiento y la miseria que le sobrevienen. Aprende por experiencia las
verdaderas causas de los eventos y eliminando lo malo, realiza acciones que
producen el bien para todos, así como para él mismo, se encuentra en un terreno
más racional que el que teme el castigo de Dios. Se niega a hacer algo incorrecto,
no porque esté escrito en un libro o en una escritura, sino porque sabe que
cualquier acción incorrecta, tarde o temprano, reaccionará sobre sí mismo y lo
hará infeliz y miserable. Realiza buenas acciones por la razón de que traerán buena
reacción en forma de felicidad, paz, tranquilidad y mayor iluminación. Lo que
llamamos recompensas o castigos de Dios no son más que las reacciones de nuestras
propias acciones mentales y físicas. La doctrina del Karma niega al Gobernante
arbitrario y enseña que Dios nunca recompensa a los buenos ni castiga a los
malvados.

La doctrina del Karma incluye la ley de compensación y la ley de retribución. Estas


son las verdades fundamentales de la naturaleza. Como cada efecto debe tener
una causa, cada consecuencia debe tener un antecedente, así también debe haber
un equilibrio igual entre una causa y su efecto, entre un antecedente y una
consecuencia. Una causa siempre debe producir un efecto de naturaleza similar
tanto en calidad como en cantidad, y una reacción debe ser similar a la acción.
Las fuerzas de la naturaleza no operan con fines de lucro ni con pérdidas, sino con
un equilibrio perfecto o armonía. Si hay una oleada de una ola alta en el océano,
debe haber un hueco profundo a sus lados. Si hay un flujo de aguas aquí, debe
haber un reflujo en alguna parte, si hay un tremendo calor en un lugar, frío
extremo se encontrará en otro lugar. Cuando es de día aquí es de noche en otro
lugar. A una larga paz le sigue una larga guerra, y viceversa. De esta manera,
podemos mostrar que la polaridad existe en todos los departamentos de la
naturaleza y trae al final un equilibrio perfecto, equilibrio, armonía y justicia; En
definitiva, produce lo que entendemos por la palabra compensación. La ley de
compensación es tan irresistible como la ley de causalidad y tan implacable como
la ley de acción y reacción. De hecho, estos tres, así como la ley de retribución,
trabajan juntos. Representan simplemente las diferentes fases del propósito de la
naturaleza para producir diversos fenómenos, cada uno opuesto al otro. Tomemos
como ejemplo el H2o que produce agua. H2o es la causa, el antecedente, y el agua
es el efecto, la consecuencia. También es la reacción y la compensación perfecta.
No hay aumento ni disminución en ningún lado. Una molécula de agua contiene
dos átomos de Hidrógeno y un átomo de oxígeno, nada más ni menos. De manera
similar, el calor no es solo el efecto y la reacción, sino también la compensación
del combustible que lo produce, ni más ni menos.
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Al igual que en la naturaleza física, cada fuerza trabaja para obtener una
compensación, así en los planos mental, intelectual, moral y espiritual, la misma
ley de compensación se manifiesta con la misma regularidad. No puede haber
negociación en el ámbito de la naturaleza. Lo que deseas obtener, debes tener
que pagarlo primero, en pensamiento, palabra y acción. Algo no se puede obtener
por nada. En nuestra vida diaria, cuando buscamos una ganga, ya sea para comprar
o vender, olvidamos esta ley y cometemos muchos errores y al final sufrimos o nos
arrepentimos. Un hombre va a comprar un collar, pero llega a casa con un
refrigerador, Piensa que tiene una ganga. Pero no sabe que ha pagado lo que vale,
ni más ni menos.

La Ley de compensación existe no solo para la materia y las fuerzas insensibles,


sino que también gobierna a los seres sensibles y las almas inteligentes. Todo lo
que sufrimos física o mentalmente puede parecer injusto, puede hacernos sentir
que no lo merecemos, pero cuando rastreamos su causa y lo comparamos con él
efecto, encontramos que es perfectamente correcto y una justa compensación.
Cuando desconectamos un dolor de cabeza de la disipación o la indulgencia de una
noche anterior, parece que está mal, pero en relación con su antecedente es
correcto y lo merecemos. No podemos juzgar una cosa correctamente si no
conectamos los efectos con sus antecedentes. Las causas determinan la naturaleza
del efecto, los antecedentes sus consecuencias. Si la causa es mala, los efectos
traerán el mal retorno. Ningún hombre puede desafiar esta ley de compensación.

Pero los procesos de esta ley en relación con los asuntos de nuestras vidas son
extremadamente complejos y generalmente implican un ciclo de inicio,
crecimiento y madurez. Este ciclo puede tomar un corto o largo período de tiempo
para completarse. Un hombre puede cosechar el resultado de la compensación por
sus obras, ya sea en esta vida o después de la muerte o en otra encarnación, tal
como ahora estamos cosechando los resultados de las obras de nuestras vidas
anteriores. Si negamos la preexistencia y la reencarnación del alma y admitimos
que el nacimiento físico es el comienzo de nuestra vida y que la muerte termina
con todo, entonces la cadena de causa y secuencia se romperá abruptamente y el
proceso de compensación será inesperadamente interrumpido por la muerte.
Entonces, no habrá compensación para los malvados que cometen crímenes y
aparentemente disfrutan de todas las bendiciones de la vida; ni para los virtuosos
que realizan buenas obras desinteresadas y no obtienen ningún rendimiento
durante su vida.

Mientras veamos nuestras vidas individuales como eventos aislados que comienzan
con el nacimiento del cuerpo y terminan con su muerte, no encontraremos la
explicación correcta de nada, sino que veremos la injusticia y el error en cada
paso. Pero cuando conectamos nuestras vidas presentes con nuestro pasado y
nuestro futuro, y sobre la plataforma amplia de la vida eterna que es, la vida
pasada y futura, si observamos nuestro presente veremos justicia y compensación
a cada paso. Nuestro presente es el resultado de nuestro pasado, y nuestro futuro
será el resultado de nuestros pensamientos y hechos presentes. Supongamos que
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

nuestra vida comienza cada mañana y dura veinticuatro horas. Si desconectamos


la vida de hoy del pasado de ayer y del futuro de mañana, y juzgamos cada día por
sus resultados, encontraremos una compensación muy pobre para nuestro trabajo
diario. Además, parecerá terriblemente injusto que nuestra vida caiga en un día
húmedo y sombrío con muchos accidentes y experiencias desagradables, y otra al
día siguiente que es brillante, brillante con muchas experiencias agradables y
felices. ¿Podremos explicar cada uno de estos fragmentos de la vida completos en
sí mismos? No. Como nuestra vida terrenal consiste en una serie de vidas
cotidianas, nuestra vida eterna del alma consta de muchos períodos de vidas
terrenales. La vida terrenal en comparación con la vida eterna del alma parecerá
ser un mero fragmento tan pequeño como una vida que termina en veinticuatro
horas. La compensación por el sufrimiento físico y la miseria de un hombre o una
mujer buenos y virtuosos durante su carrera terrenal se encuentra en la vida del
alma. Los golpes en el cuerpo por la ley de compensación elevarán el alma de una
persona verdaderamente espiritual por encima del nivel de los mortales ordinarios,
y tal alma eventualmente ordenará respeto y honor de todas las naciones en los
tiempos por venir. Por el contrario, los malvados y deshonestos que aparentemente
disfrutan de la prosperidad lo hacen a expensas de su vida espiritual y la
compensación en su vida del alma. La ley de compensación cubre toda la cadena
de nuestras vidas individuales. Cuanto más amplia sea la base de cálculo, más
perfecta será la compensación. Por lo tanto, si deseamos ver un equilibrio perfecto
de causas y efectos, de acciones y reacciones, debemos tener una visión más
amplia de la vida del alma y, desde ese punto de vista, encontraremos una solución
satisfactoria de todos los problemas desconcertantes y los asuntos más
complicados de vida humana.

Un hombre sabio se mueve entre los objetos de los sentidos libre de amor y odio,
manteniendo su mente tranquil y absolutamente controlada por su verdadero Ser.

Como cada buen acto trae su propia recompensa por la ley de compensación, así
cada crimen o acto incorrecto trae su propio castigo por la ley de retribución, ya
sea que se encuentre en esta vida o en la próxima. Cuando un ladrón roba a otro,
primero se roba a sí mismo. El que engaña a otro, en realidad se engaña a sí mismo.
Nadie puede hacer el mal sin sufrir el efecto del mal al final. El acto perverso y su
resultado o reacción que llamamos castigo crecen en el mismo tallo. El primero es
como la flor y el segundo es el fruto. La ley de retribución es la necesidad
inexorable en la naturaleza. Cada acción reacciona y trae su propia recompensa o
castigo primero en la naturaleza interna o alma, y luego en las circunstancias
externas en La forma de ganancia o pérdida, prosperidad o adversidad, salud o
enfermedad. El alma percibe la retribución causal, pero la gente llama el cambio
de las circunstancias externas como retribución que viene después de algún
tiempo. Esta ley se manifiesta en el alma mucho antes de que aparezcan los
cambios externos. Tenemos que pagar la multa por hacer el mal, pero no por las
buenas acciones. La virtud, la sabiduría, la verdad y el amor son realmente buenos;
proceden de Dios y, por lo tanto, nadie paga la pena por practicarlos. Son
cualidades espirituales; Cuanto más los practicamos, más aumentan. El que busca
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el bien material debe pagar impuestos, pero no hay impuesto sobre el bien
espiritual. La ley del Karma enseña que los virtuosos se recompensan a sí mismos
y los pecadores se castigan a sí mismos con sus propios pensamientos y acciones.
Emerson dice: “Cada acto se premia primero en nuestra propia alma y luego en las
circunstancias. La gente llama a la circunstancia retribución".

San Bernardo dijo: "Nada me puede hacer daño, excepto yo; el daño que sufro, lo
llevo conmigo y nunca sufro de verdad, sino por mi propia culpa". Es por esta razón
que muchos hindúes, aunque no creen En la doctrina del fuego del infierno y no
temen el castigo de Dios, todavía dudan en cometer actos malvados y luchan por
vivir vidas virtuosas simplemente temiendo la ley eterna del Karma. Los budistas
que no creen en un Dios personal y que niegan La existencia de la entidad
permanente del alma ha fundado su ética y religión en esta ley universal del
Karma, o de causa y consecuencia. La doctrina del Karma es el principio
fundamental de la filosofía y la religión del sendero espiritual.

Como esta cadena de Karma no tiene principio ni fin, la entidad del alma que es
la fuente de todos los pensamientos y acciones es, por lo tanto, sin principio ni
fin. Existía antes del nacimiento actual. Cada alma individual está cosechando
ahora y al mismo tiempo sembrando las semillas de resultados futuros mediante la
realización de buenas y malas acciones. El Karma que se almacena se llama
Sanchita o Sinchitt, Prarabdha o Pralabdha Karma es el que ha sido la causa del
nacimiento, cuerpo y carácter actuales. Kriyaman o Agami Karma es lo que
estamos sembrando ahora; son las acciones para reacciones futuras. La misma idea
fue transmitida por San Pablo cuando escribió en el Capítulo 6 de su epístola: "Todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará". Y no nos cansemos en lo más
mínimo de la obra; porque en el momento oportuno cosecharemos, si no nos
desmayamos.

Cristo también se refirió a la ley del Karma cuando respondió a la pregunta de sus
discípulos del porque un hombre había nacido ciego: "¿Quién pecó, este hombre o
sus padres?" Jesús Respondió: "Ni este hombre pecó ni sus padres". Por supuesto,
un hombre que nació ciego no podía pecar en esa encarnación y cuando no era el
resultado del pecado de sus padres, ¿dónde estaba la causa de su ceguera? La
herencia no puede explicarlo. Los teólogos dicen que fue la voluntad de Dios
porque creen en la arbitrariedad de Dios que, como ya he dicho, hace a Dios parcial
e injusto. La explicación racional que se puede encontrar es a través de la doctrina
del Karma, es decir, las acciones previas del mismo hombre fueron la causa de su
ceguera. Aplicando la ley del Karma, estaba cosechando el resultado de la acción
malvada que hizo en su encarnación anterior. No puede haber ninguna otra
explicación científica y satisfactoria de tales casos. Así, si la ley del Karma es
universal y gobierna todos los fenómenos del mundo, así como nuestros
pensamientos y acciones, es tan increíble que hace que cada alma individual
coseche los resultados de las acciones en esta vida o en la próxima.
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

Cuán necesario es que cada uno de nosotros sea extremadamente cauteloso en el


desempeño de los deberes de la vida cotidiana, de modo que no sembremos las
semillas que den frutos desagradables y dolorosos y que nos hagan infelices y
miserables, ya sea en esta vida o en el futuro.

Solo la comprensión del Karma puede explicar el misterioso problema del bien y el
mal y reconciliar al hombre con la terrible y aparente injusticia de la vida. Los que
realizan esta ley universal nunca son perturbados en sus mentes a la vista de las
desigualdades de nacimiento y fortuna o de intelecto y capacidades a su alrededor.
El conocimiento de esta verdad universal les impide maldecir a la vida o a los seres
humanos o culpar a sus supuestos creadores cuando ven que se honra a los tontos
y malvados en la sociedad, cuando descubren que sus hijos no poseen bondad ni
ninguna noble virtud espiritual, que los crueles son prósperos y disfrutan de todas
las comodidades y placeres de la vida a causa de sus nacimientos en familias ricas.

La ley del Karma nos dice la razón por la cual las personas sufren, aunque no hayan
hecho nada malo en esta vida, aunque aparentemente no parecen merecer ningún
tipo de sufrimiento. Es la ley de la compensación. La ley del Karma, eterna como
es, no predestina a nada ni a nadie; pero, por el contrario, le da a cada uno cierta
libertad en la acción, muestra el camino para salir del mundo de la miseria, a
través de buenos pensamientos y buenas acciones. El karma no crea nada, ni
planea ni diseña nada. Creamos por nuestro actuar las causas del bien y el mal y
recibimos recompensa o castigo dependiendo de la naturaleza de nuestros
pensamientos y acciones. Las clases pobres y sufrientes no encontrarán consuelo
en ninguna parte, excepto en la comprensión del Karma. Es por esta razón que hay
mucha satisfacción entre las personas de India que sufren la pobreza y que apenas
pueden ganar lo suficiente para mantener su cuerpo y alma juntos. Si esta noble
ley se predicara entre las innumerables personas descontentas y desdichadas de la
cristiandad, encontrarían un rayo de esperanza para su futuro, tratarían de vivir
mejores vidas, serían más morales, más virtuosos y más espirituales que ellos.
Podrían soportar la carga de la miseria sobre sus hombros con más calma, con más
paciencia, satisfacción y paz.

Aquellos que entienden la filosofía del Karma y actúan en consecuencia, son de


corazón puro y entran en la senda de la Bendición y la gracia. En sánscrito esta
filosofía de trabajo se llama Karma Yoga. Es uno de los métodos por los cuales se
puede realizar el objetivo final de la Verdad. Hay otros tres: el del amor, el de la
sabiduría y el de la concentración y la meditación; pero todos estos caminos son
ríos que finalmente fluyen hacia el océano de Dios, y cada uno se adapta a nuestras
condiciones físicas y mentales.

El fin último del desarrollo espiritual en cualquier camino espiritual es fusionarse


con Dios. “Fusionarse con Dios” significa experimentar a Dios en nuestro interior y
en todo a nuestro alrededor y no identificarnos con nuestros cinco sentidos, mente
e intelecto. Esto ocurre en el nivel espiritual únicamente. La mayoría de la gente
en el mundo actual posee un nivel espiritual prácticamente inexistente y no está
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dispuesta a realizar cualquier práctica para el desarrollo espiritual. Asimismo, se


identifican mucho con sus cinco sentidos, mente e intelecto. Esto se refleja en
nuestras vidas cuando nos preocupamos principalmente de nuestras apariencias o
cuando somos arrogantes en lo referente a nuestra inteligencia, nuestro éxito o la
posesión de cosas materiales.

Cuando crecemos verdaderamente a nivel espiritual nos liberamos del ciclo de


nacimiento y muerte. Una vez traspasado este nivel podemos saldar cualquier
cuenta Karmica que tengamos desde los reinos sutiles más elevados y superiores.
A veces, sin embargo, algunas personas de muy elevado nivel espiritual pueden
elegir volver a la Tierra para guiar y ayudar a la humanidad.

El desarrollo espiritual sólo es posible mediante la práctica intensa acorde a los


principios básicos señalados por el Maestro.

La mayoría de nosotros tenemos nuestros propios objetivos en la vida, como por


ejemplo llegar a ser médico, ser rico y famoso o representar a nuestro país en un
campo determinado. Sea cual sea el objetivo, para la gran mayoría suele tratarse
predominantemente de un objetivo material. Todo nuestro sistema educativo se
establece con el fin de ayudarnos a conseguir este tipo de objetivos. Como padres
también inculcamos los mismos propósitos materiales a nuestros hijos,
animándolos a estudiar y a dedicarse a profesiones que les aporten más beneficios
económicos que la nuestra.

Podríamos preguntarnos, “¿Cómo se reconcilia el hecho de tener estos objetivos


mundanales con el propósito espiritual de la vida y con la razón de nuestro
nacimiento en la Tierra?”

La respuesta es bastante sencilla. Nos esforzamos por conseguir estos objetivos


para alcanzar satisfacción y felicidad. Lo que mueve intrínsecamente todas
nuestras acciones es la persecución de la evasiva “felicidad superlativa y
perdurable”. Sin embargo, incluso cuando conseguimos nuestros objetivos
mundanales, la felicidad y la satisfacción resultantes duran poco y entonces
buscamos un nuevo sueño que perseguir.

La “felicidad superlativa y perdurable” sólo puede conseguirse mediante la


práctica espiritual. La forma más elevada de felicidad, la Beatitud, es un aspecto
de Dios. Cuando nos fusionamos o unimos con Él también nosotros experimentamos
la Beatitud perpetua.

Esto no significa que tengamos que abandonar lo que estamos haciendo y


dedicarnos exclusivamente a la práctica espiritual. Lo que significa es que sólo
incorporando la práctica espiritual a la vida cotidiana podremos experimentar la
felicidad superlativa y perdurable. En resumen, cuanto más en línea estén nuestros
objetivos con la intención del desarrollo espiritual, más ricas serán nuestras vidas
y experimentaremos menos dolor. El siguiente es un ejemplo de cómo cambia
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

nuestra perspectiva en la vida a medida que nos desarrollamos y maduramos


espiritualmente.

Ahora bien, A veces la gente piensa ¿Qué hay de malo en nacer una y otra vez?

A medida que nos adentramos en Kaliyuga (la Era de hierro, ignorancia y


oscuridad), la era actual del Universo, la vida estará plagada en su mayor parte de
problemas y dolor. La investigación espiritual ha demostrado que, a nivel mundial,
el ser humano promedio sólo es feliz un 20% del tiempo, mientras que el 50% del
tiempo es infeliz. El 30% restante se encuentra en un estado neutro, en el que no
experimenta felicidad ni infelicidad, por ejemplo, cuando uno camina por la calle
o realiza alguna tarea material, etc. y no tiene pensamientos felices ni infelices.

La razón principal de ello es que la mayoría de la gente posee un nivel espiritual


muy bajo. Por lo tanto, nuestras decisiones y acciones suelen producir dolor a otros
bastante a menudo o acabar incrementando el caos o los conflictos del entorno.
Por consiguiente, acabamos acumulando karma negativo. Así pues, para la mayoría
de la humanidad, nuestros nacimientos posteriores serán más dolorosos que el
actual.

Mientras el mundo ha realizado pasos gigantes en el progreso económico, científico


y técnico, somos más pobres que las generaciones anteriores en términos de
felicidad, que es nuestro principal objetivo en la vida.

Dado que todos nosotros queremos felicidad, el renacimiento y las vidas futuras
no nos darán la felicidad superlativa y perdurable que deseamos. Sólo el desarrollo
espiritual y la fusión con Dios nos aportarán una felicidad sostenible y perdurable.

¿Cómo podemos asegurar un progreso espiritual rápido hacia la consecución de la


Beatitud o Aananda?

¿Qué es el destino y la libre voluntad?

Para explicar este concepto tenemos que entender qué es el destino: La visión
popular occidental es que controlamos nuestras vidas y todo lo que nos sucede es
resultado de nuestra propia elección.

Por otra parte, la visión espiritual es que todo lo que nos sucede no está bajo
nuestro control y no somos más que marionetas en un plan ya preparado.

No obstante, ninguna de estas visiones es completamente acertada. La respuesta


según la ciencia Espiritual es que en la actualidad el 70% de nuestras vidas están
regidas por el destino y el 30% por la libre voluntad.

Pero podemos superar la parte del 70% predestinada usando el 30% de nuestra libre
voluntad llevando a cabo la práctica espiritual adecuada.
Universidad del alma

El destino es cuando no tenemos control sobre las situaciones de la vida.

La libre voluntad es la porción de la vida sobre la que tenemos control.

Un ejemplo de libre voluntad: Supongamos que hay una persona que está borracha
y tiene un coche en pésimas condiciones. Decide conducir su coche en estado de
embriaguez por la carretera que baja de una montaña y lo hace a alta velocidad.
Si en algún punto se saliese de la carretera y cayese por el precipicio, ¿de quién
sería culpa? ¿Sería un accidente causado por el destino o un accidente causado por
la libre voluntad?

Bien, es libre voluntad, pues podría haber escogido no beber y conducir. Podría
haberse asegurado de que su coche estuviese en mejor estado y podría haber
conducido despacio.

Un ejemplo de suceso destinado: Tomemos por ejemplo el caso de otro conductor


que está sobrio. Conduce cuidadosamente y mantiene su coche en perfectas
condiciones. También conduce por la misma pendiente de la montaña tomando
toda precaución. De repente una porción de la carretera se hunde debido a un
desprendimiento y acaba teniendo un accidente. En este caso la persona no tenía
control sobre el desprendimiento y por lo tanto esto es un suceso destinado.

El destino es de naturaleza espiritual y sólo puede ser superado mediante un


remedio espiritual que es la práctica espiritual. Dependiendo de la severidad del
destino, deberá realizarse el nivel adecuado de práctica espiritual para superarlo.

Por favor ten en cuenta:

Práctica espiritual intensa en términos de cantidad significarían unas 12-14 horas


de práctica al día. En términos de calidad, significaría que la persona realiza todas
sus actividades diarias como servicio a Dios, con mucho deseo y con el propósito
principal de realizar a Dios.

La práctica espiritual moderada en términos de cantidad sería unas 4-5 horas de


práctica al día. En términos de calidad, significaría que la persona hace la mayoría
de sus actividades diarias como servicio a Dios.

El destino es un factor espiritual poderoso que gobierna todas nuestras vidas y es


la causa origen de la mayor parte de nuestra felicidad o infelicidad. El destino es
esa parte de nuestra vida predeterminada por los méritos y deméritos de nuestras
vidas pasadas. El destino leve se puede superar por medio de la práctica espiritual
moderada; el destino moderado por medio de la práctica espiritual intensa y el
destino severo se puede superar sólo mediante la gracia de un Gurú.

Muchos eventos en nuestras vidas están destinados, comenzando con nuestro


nacimiento y la familia en la que nacemos. Se nace en una familia en la que las
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

condiciones son favorables para saldar nuestro destino y en la que nuestra cuenta
es significativa con cada miembro de la familia.

Según la ley del Karma, cada acto positivo genera un “mérito” mientras que cada
acto negativo genera un “demérito” o pecado. Subsecuentemente, uno debe
cosechar los resultados de sus propias acciones. Cada vez que hacemos una buena
acción hacia otros, estamos destinados a recibir a cambio algo positivo (en forma
de algún tipo de felicidad) ¡aparte de un simple gracias de la persona! Cada vez
que hacemos daño, estamos destinados a recibir a cambio algo negativo, en forma
de algún tipo de sufrimiento. No se puede evitar esto con un simple “¡Perdón!”

La ley del Karma es infalible. Es algo como la tercera ley del movimiento de
Newton, que afirma, “A cada acción corresponde una reacción igual y contraria”.
A lo largo de nuestras vidas estamos o bien saldando una cuenta pasada o creando
una nueva. Si la cuenta no se puede saldar en este nacimiento, se traslada al
siguiente. Nosotros no tenemos conscientemente ningún conocimiento sobre las
cuentas generadas en nacimientos anteriores.

Además, la situación de relación y el sexo de la persona con quien tenemos una


cuenta podrían cambiar en nacimientos siguientes. Así, el padre de una persona
en un nacimiento puede nacer como su hija en el siguiente nacimiento.

Según la ciencia de la espiritualidad, la mayoría de los miembros de nuestra familia


son personas con quienes tenemos cuentas positivas o negativas de nacimientos
previos. La razón es que tenemos que estar cerca de las personas con quienes
tenemos karma para poder experimentar ya sea placer o dolor.

Así, vemos cómo la espiritualidad puede ser útil incluso para aquellos de nosotros
que no tenemos aspiraciones espirituales en lo absoluto y sólo deseamos vivir
mundanalmente. Incluso para que esas relaciones mundanales sean fructíferas
necesitan ser aisladas del destino.

Como se mencionó antes, el destino constituye el 70% de nuestras vidas; esta es la


parte de nuestras vidas que no está bajo nuestro control. Debido a la cuenta que
creamos con la gente a nuestro alrededor, también incrementamos las cuentas que
tenemos que saldar, ya sea en esta u otras vidas.

Las impresiones enraizadas en nuestra mente subconsciente, desconocidas para


nuestra mente consciente, generan nuestros actos y pensamientos. Las cuentas de
destino se reflejan en la forma en que vivimos nuestras vidas, e influencian
significativamente en las elecciones que hacemos. Entonces, ¿cuál es el mecanismo
de acción del karma? Generalmente tenemos las mayores cuentas con la gente a
la que somos más cercanos y con los miembros de la familia. ¿Si tuviéramos que
considerar todas las cuentas que tenemos en nuestra vida con las personas que
conocemos, entonces quiénes serían las personas con las que tenemos una mayor
cuenta?
Universidad del alma

Por ejemplo, tenemos grandes deudas karmicas con nuestro cónyuge. Hemos
conocido a nuestro cónyuge en una vida pasada, y la razón por la que nos unimos
es principalmente porque tenemos que saldar una cuenta pendiente de una vida
pasada o de una serie de vidas pasadas. A diferencia de lo que la gente piensa, no
nos casamos con la persona de nuestra elección. El matrimonio está 100% destinado
y así lo están el resto de las relaciones importantes como aquellas con el padre, la
madre y los hermanos. Así pues, cuando decimos que la belleza está en los ojos
del que mira, no nos alejamos mucho de la verdad. Mientras que exteriormente
podría parecer que una pareja está enamorada y que la razón por la que se
reunieron es esa, espiritualmente es porque deben saldar una cuenta.

El karma se divide en tres partes o secciones las cuales son: El Sinchitt o Sanchita,
El Prarabdha o Pralabdha y el Agamin o Kriyaman.

El Sinchitt o Sanchita es de donde surge el destino presente que nace y muere con
el cuerpo. Este es el karma acumulado durante todas las vidas pasadas. El
Prarabdha o Pralabdha es el karma que actualmente se esta manifestando y es
inmodificable, salvo por la gracia y poder el Gurú y la intensa practica espiritual.
El Agamin o Kriyaman es pues, el resultado que producirán nuestras acciones
presentes. Es lo que recogeremos en el futuro sobre lo que sembramos en el
presente.

Por tanto, la única salida que tenemos es el Dharma, la acción recta, para actuar
correctamente e ir "quemando karma" y no producir más karma a futuro. ¿Qué es
actuar correctamente o realizar el Dharma? no es otra cosa que estar aquí y ahora,
en presente, trabajando intensamente con fe y entrega en el propio desarrollo
espiritual.

La idea no es pues "sembrar cosas buenas" para recoger buenos frutos, sino no
sembrar, para no tener que reencarnar. Las enseñanzas no hablan de que la salida
al sufrimiento sea través de la ética o la moral, no hablamos de cosas buenas o
malas, no hay acciones correctas o incorrectas sino actitudes correctas o
incorrectas. La actitud correcta es pues vivir la espiritualidad en la vida cotidiana.

Karma Yoga:

Reconociendo que la actividad es una condición inevitable de la vida, que ningún


ser humano puede vivir sin realizar algún tipo de trabajo, ya sea mental o físico,
busca, a través de su enseñanza, mostrar cómo se puede utilizar esta salida
constante de energía para adquirir La mayor iluminación espiritual y para alcanzar
la perfección y la libertad absoluta. Esto se puede lograr como se nos dice en el
cuarto capítulo del Bhagavad Gita, al ver en medio de la actividad lo que está más
allá de toda acción. "El que ve la inacción en la actividad, así como lo que está por
encima de todas las actividades de la mente, el cuerpo y los sentidos, es sabio
entre la humanidad, es un verdadero karma yogui y un hacedor perfecto de todas
las acciones".
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

Por lo general, nos identificamos con el trabajo que estamos haciendo y, al ser
impulsados por la implacable necesidad de actuar, nos hacemos como máquinas,
trabajando sin cesar, hasta que al final nos cansamos, desanimamos e infelices.
Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que hay dentro de nosotros algo que
trasciende toda actividad, que es inmutable, inamovible y eternamente en reposo,
entonces realizamos nuestras tareas diarias sin desaliento ni pérdida de fuerza,
porque hemos aprendido la filosofía del trabajo.

Hay cinco condiciones necesarias para la realización de todo trabajo mental o


físico. Primero, debemos tener un cuerpo físico, Porque es el almacén de energía.
Si estamos sin un cuerpo, no podemos hacer nada en el plano físico. Este cuerpo,
además, debe estar en buenas condiciones. Si existe alguna clase de daño, no es
apto para el trabajo correcto. Segundo, debe haber presente el sentido del Ego
como el hacedor o actor. Debemos ser conscientes del que siente el impulso de
trabajar y que procede a seguir ese impulso. Tercero, debemos tener los
instrumentos con los cuales trabajar; estos son muchos: están los órganos
sensoriales: los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y el sentido del tacto; Los cinco
instrumentos del trabajo físico: las manos, los pies, etc..; y el instrumento interno,
el cerebro o el dominio de la mente, con todas sus facultades: el poder de la
voluntad, la reflexión, la determinación, la memoria. Cuarto, debemos tener el
deseo o motivo para trabajar; y quinto, debe haber algún tipo de ambiente. Sin
esto último, los sentidos, los instrumentos externos y el cerebro nos servirían de
poco. Para escuchar un sonido con nuestros oídos debemos tener el aire; el cual
debe ser ligero para que sea un medio para transmitir sus ondas; Mientras que el
cuerpo no puede moverse sin espacio. Estas cinco condiciones son esenciales para
todo tipo de trabajo, ya sea bueno o malo; y en la práctica del Karma Yoga
debemos estar siempre atentos a ellos, nunca confinar uno con el otro, sino tener
siempre ante nosotros el cuerpo, sus instrumentos y el conocedor o actor
autoconsciente como distintos entre sí.

Los resultados de las acciones realizadas en estas cinco condiciones son de tres
tipos: aquellas que son deseables porque nos ayudan a cumplir nuestros objetivos
en la vida y nos brindan consuelo y placer; segundo, las que no son deseables; y
tercero, aquellos que son en parte deseables y en parte indeseables. No es posible
escapar de alguno de estos resultados en cada momento de nuestra existencia; ya
que, como ya se ha dicho, la actividad de nuestro organismo nunca cesa. Hablando
en términos prácticos, no puede haber reposo absoluto de cuerpo o mente. Incluso
cuando el cuerpo parece en reposo, la sustancia mental continúa en un estado de
vibración; y cuando aquí, de nuevo, toda actividad consciente aparentemente se
detiene, como en el caso de un sueño profundo, la actividad subconsciente
continúa en las acciones orgánicas del sistema, como la inconsciencia cerebral, la
digestión, la respiración, la circulación; porque estamos aprendiendo a través de
las investigaciones de la ciencia que la mente inconsciente se extiende sobre un
área mucho más grande que la mente consciente; también que toda actividad
consciente primero se eleva allí. Cada una de estas actividades de la mente, está
destinada a producir algún tipo de resultado. Por lo tanto, si la actividad es
Universidad del alma

inevitable y cada acción debe producir su resultado, ¿qué podemos hacer para que
todos esos resultados se armonicen con el ideal más elevado de la vida? Buscando
lo que, en medio de nuestras variadas actividades de la mente y el cuerpo,
permanece siempre inactivo. Cuando lo encontramos y lo reconocemos,
comprendemos el propósito de la filosofía del trabajo y podemos hacer que todos
nuestros esfuerzos nos conduzcan al objetivo final de toda religión, a la
comprensión de la verdad, y al logro de la bienaventuranza. Si no podemos hacer
esto, nos veremos obligados a continuar cosechando el fruto de nuestras acciones
y continuar con el sufrimiento y la miseria que ahora sufrimos. Al practicar las
enseñanzas de la filosofía del trabajo, por otra parte, no solo traeremos libertad
al alma, sino que nos elevaremos por encima de toda ley y viviremos en un plano
por encima del movimiento. Desde el átomo más diminuto hasta la forma material
más burda, hay un movimiento constante.

Ese algo que está más allá de toda actividad se llama en sánscrito Atman. Es el
Conocedor en nosotros. Si utilizamos una mayor discriminación y tratamos de
comprender la naturaleza del Conocedor, observando nuestros procesos internos
mientras hacemos algo, descubriremos que el Conocedor es constante. El lector
sabe que está sentado y también que está leyendo. En otras palabras, distingue
dos objetos distintos de conocimiento; pero la conciencia con la que los percibe
sigue siendo la misma. De la misma manera, el Conocedor de todas estas diferentes
actividades de la mente y el cuerpo es siempre idéntico. Cuando escuchamos un
sonido, sabemos que oímos; cuando vemos una luz sabemos que vemos; ¿Pero es
el conocedor de la vista diferente del conocedor del sonido? No. Lo que conoce el
objeto de la vista o el objeto del sonido es siempre el mismo; no cambia, fue lo
mismo hace diez años y lo será mañana. El Conocedor de todas las experiencias de
nuestra niñez es exactamente el mismo que el que sabe lo que estamos haciendo
ahora. Si estudiamos y nos damos cuenta de esto, encontraremos que el Conocedor
es inmutable y no está sujeto a las condiciones que gobiernan lo cambiante.

Lo que está sujeto al tiempo, el espacio y la causalidad es cambiable; mientras


que lo que está más allá de estos es inmutable. El tiempo, por ejemplo, significa
sucesión, que es una condición del pensamiento; y espacio significa convivencia.
Las actividades de la mente, ya sea en sucesión o simultáneamente, producen las
ideas de tiempo y espacio; son condiciones, o, como Emanuel Kant las llama,
"formas de pensamiento". Un pensamiento que sigue a otro nos da una concepción
de los intervalos que llamamos tiempo; mientras que, cuando dos ideas surgen
simultáneamente, lo que las separa es lo que llamamos espacio. Por lo tanto, lo
que existe entre la idea "yo" y la idea "sol" se clasifica como espacio; sin embargo,
es un concepto puramente mental, que no tiene existencia fuera de la mente. Por
lo tanto, dado que estas ideas de tiempo y espacio son meramente condiciones de
pensamiento, deben estar sujetas a cambios, porque nuestro pensamiento está
cambiando continuamente. Cualquier cosa que toma forma en la mente y está
condicionada por el tiempo y el espacio debe cambiar; pero el Conocedor, no
estando sujeto a las condiciones de la mente o limitado por el tiempo y el espacio,
no cambia. Un cierto pensamiento surge en nuestras mentes y pasa, luego otra
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

toma su lugar, para ser seguido de nuevo por otro más; sin embargo, el testigo o
Conocedor de todos estos pensamientos, ya sea de objetos burdos o de ideas
abstractas, sigue siendo el mismo. El Conocedor, cuando se identifica con los
cambios de la mente, se vuelve conocedor y pensador. Pensar es una actividad de
la sustancia mental; es una condición vibratoria de esta sustancia; y cuando el
Conocedor toma esa condición, se vuelve conocedor y pensador. Cuando se
identifica con los poderes sensoriales y las percepciones sensoriales, se vuelve
conocedor y perceptor; y eso se convierte en el motor consciente o el hombre
físico cuando es uno con las condiciones y actividades del cuerpo. De esta manera,
si analizamos nuestras actividades mentales y estudiamos la naturaleza del
Conocedor, encontramos que es la fuente permanente de inteligencia, por encima
de la mente y más allá del pensamiento, que en realidad no es ni pensador ni actor.
El Atman o el Conocedor no pueden tener deseos ni pasiones, porque son
condiciones puramente mentales. Cuando el Conocedor se identifica con cualquier
actividad mental, sentimos, es cierto, que tenemos deseos y pasiones, pero en
realidad solo somos el Conocedor del deseo. Cuando estamos enojados, la mente
se pone en un cierto estado de vibración que es desagradable. Al principio
percibimos que la ira está aumentando en nosotros; luego, gradualmente, a
medida que gana fuerza, cubre todo el plano mental y se refleja en el Conocedor.
Al carecer del poder para separarnos de la condición mental, nos identificamos
con la ola de ira y decimos: "Estoy enojado". Al principio, vimos al enojo como un
estado mental, pero poco a poco se vuelve inseparable del Conocedor en nosotros
hasta que al final nos imaginamos que somos uno con él. De esta manera, cuando
el Conocedor se identifica con las condiciones de la mente, de los órganos del
trabajo y del cuerpo, parecemos ser hacedores y buscamos los resultados de
nuestro trabajo. Cuando nos identificamos con el cuerpo, sentimos sensaciones
agradables y desagradables en el cuerpo. Los cambios ambientales producen
ciertos efectos en nuestro sistema y creemos que somos uno con estos efectos y
que nos causan dolor y sufrimiento; pero en realidad estos cambios no afectan al
Conocedor de la sensación. Si, por ejemplo, el clima cambia, habrá un cambio
correspondiente en el organismo físico; sin embargo, si podemos separarnos del
cuerpo, puede experimentar tal cambio sin que lo sintamos. Si podemos aprender
esta lección de disociar al Conocedor de todos los cambios del cuerpo y la mente,
y nunca confinando nuestras condiciones mentales y físicas con el Ser inmutable
dentro de nosotros, habremos dado un gran paso hacia la realización del ideal de
la filosofía del trabajo. Para realizar cualquier trabajo debe haber conocimiento
presente, el objeto de conocimiento y el Conocedor. Por ejemplo, antes de que
podamos ir de un lugar a otro, debemos ser conscientes del acto de ir; tal
conocimiento es indispensable, y el objeto del conocimiento, es decir, hacia dónde
vamos, es igualmente necesario, mientras que ninguno puede existir sin el
Conocedor. El conocimiento, de nuevo, es de tres clases. Primero, el conocimiento
de la cosa o del objeto sensorial, no como es en realidad sino como nos parece.
Tenemos los cinco objetos de conocimiento: sonido, color, olor, sabor y tacto.
Estos podemos percibir con nuestros cinco sentidos y a través de estos canales
adquirimos esta primera etapa de conocimiento. Aprendemos que las cosas existen
a nuestro alrededor, pero tal conocimiento es limitado, no llegamos a una
Universidad del alma

comprensión de estas cosas como realmente son. Por lo general, decimos, por
ejemplo, que escuchamos un sonido o vemos un color, ubicando el sonido y el color
fuera de nosotros. Sin embargo, si analizamos la naturaleza del sonido o del color,
encontramos que el sonido no es más que la vibración del aire que llevan los nervios
auditivos al cerebro donde percibimos la sensación, que cuando se proyecta hacia
afuera, se convierte en sonido externo. De manera similar, se puede demostrar
que el color que vemos no está en el objeto ni en los rayos luminosos que emanan
del objeto, sino que está causado por ondas de éter en un cierto grado de
vibración. Ese éter vibrante que entra en contacto con la retina y el nervio óptico
produce una especie de estimulación nerviosa que produce la sensación de color
en el cerebro. Al proyectar estas sensaciones fuera de nuestros cuerpos, las
ubicamos en objetos distantes y luego decimos que vemos este o ese color.
Nuevamente, si vamos a algún lugar, podemos pensar que estamos caminando
hacia el norte a una velocidad de dos kilómetros por hora; pero nuestro
conocimiento de este hecho solo es relativamente correcto, ya que, para estimar
nuestra velocidad con precisión, debemos conocer todas las condiciones que
afectan nuestra forma de caminar. ¿Cómo podemos decir que nos estamos
moviendo hacia el norte a una velocidad de dos kilómetros por hora, cuando
sabemos que la Tierra está girando en su eje de oeste a este a una velocidad de
veinticinco mil millas en veinticuatro horas o más? mil millas por hora?
Nuevamente, está girando alrededor del sol a una velocidad de dieciocho millas
por segundo, o sesenta y cuatro mil ochocientas millas por hora; mientras que el
sol y todo el sistema planetario están viajando con una velocidad tremenda en un
gran movimiento espiral alrededor de algún otro centro. Siendo tales los hechos,
cuán imperfecto es el conocimiento que nos hace pensar que nos estamos
moviendo hacia el norte. En realidad, no hay norte ni sur. Desde nuestro punto de
vista, parece que estamos caminando a una velocidad de dos kilómetros por hora,
pero nuestra velocidad aumentará mil veces en otra dirección cuando tomemos en
consideración el movimiento diurno de la tierra y su revolución anual alrededor
del sol. Además, se puede demostrar que, desde el punto de vista del universo, no
nos estamos moviendo en absoluto. Dado que todo el universo es en realidad una
unidad, ¿a dónde se moverá? No puede moverse a ninguna parte. Por lo tanto,
como parte de esto, no nos estamos moviendo y no podemos ir a ninguna parte.
De este modo, mediante un análisis adecuado, hemos pasado de la primera a la
segunda clase de conocimiento, desde el conocimiento limitado de las condiciones
en que el cuerpo parece moverse, al conocimiento más elevado de las condiciones
tal como son en realidad, y no como simplemente parecen ser. De esto podemos
pasar al tercer o más alto tipo de conocimiento, que nos revela la unidad de la
existencia. Con la ayuda de este conocimiento, aprendemos a mirar las cosas desde
el punto de vista de una Realidad absoluta que es el Conocedor eterno del universo.

En el momento en que pensamos que nuestro cuerpo es una parte del cuerpo
universal, que nuestra mente no está separada de la mente cósmica, y que nuestras
almas, al ser partes de un Alma universal, están más íntimamente conectadas
entre sí, toda actividad asume un nuevo significado para nosotros, y nos resulta
imposible actuar por motivos egoístas o hacer el mal. Es cuando, debido a nuestro
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

conocimiento imperfecto, identificamos nuestro verdadero Ser, el Conocedor, con


las limitaciones de la mente y el cuerpo, que nos volvemos egoístas y estamos
listos para hacer las cosas que nos traen sufrimiento y desdicha. Sin embargo, si
permanecemos conscientes de la unidad del universo, de las leyes que gobiernan
la mente y el cuerpo, de la relación que un alma guarda con la otra y de los diversos
planos que existen en el universo, no podemos cometer ningún error. La luz del
conocimiento verdadero disipa la oscuridad de la ignorancia que es la causa del
egoísmo, y revela la verdadera naturaleza del Conocedor que está por encima de
toda actividad.

Ese conocimiento es lo más elevado que nos lleva a una armonía consciente con el
universo, lo que nos hace darnos cuenta de que el Conocedor está separado del
objeto conocido, y que nada en el universo puede existir sin depender de la
existencia de un Conocedor universal, que se manifiesta a través de cada forma
individual. Este conocimiento más elevado de la unidad mata la idea de la
separación y resuelve la multiplicidad de objetos fenomenales en esa Realidad
subyacente que es una. Los objetos fenomenales del universo, como el sol, la luna
y las estrellas, son en verdad como tantos remolinos en el vasto océano de materia
en movimiento. Aparentemente, están separados unos de otros, pero están
estrechamente relacionados entre sí por la corriente subyacente de esa energía
primordial, que se manifiesta como las diversas fuerzas de la naturaleza. La suma
total de esta energía en el universo no aumenta ni disminuye, sino que es
eternamente una. También es inseparable del infinito El ser, que es la fuente de
la existencia y la conciencia. Al ser engañados por las apariencias, obtenemos la
idea de separación y vemos un cuerpo como distinto de otro; pero cuando vamos
por debajo de la superficie y buscamos aquello que produce variedad, rastreando
hasta su causa final, la energía eterna, inevitablemente llegamos al conocimiento
de la unidad. Este es el problema que cada individuo tendrá que resolver. Ya ha
sido resuelto miles de veces por los mejores pensadores y filósofos del mundo,
pero su solución no puede dar satisfacción a los demás. Si una persona se ha dado
cuenta de la unidad de la existencia, poseerá verdadera sabiduría, libertad de todo
engaño y paz mental sin límites; otro, sin embargo, no puede obtener el mismo
resultado hasta que se haya elevado a un nivel similar. Con el logro de este
conocimiento más elevado de la unidad, todas las preguntas serán contestadas,
todas las dudas cesarán; pero es imposible hacer que la mente despierta capte lo
que esto significa, para para entender, uno debe haberlo experimentado por sí
mismo.

El primer tipo de conocimiento, como ya se ha dicho, es el más limitado. Es el


conocimiento de la apariencia fugaz de los objetos sensoriales como realidad. Los
animales conocen su comida, escuchan sonidos, huelen, prueban y sienten los
cambios del clima; pero eso es todo. No entienden las causas de sus sensaciones;
su mente no funciona en un plano más alto que el de los sentidos, por lo que no
saben nada de las cosas imperceptibles para los sentidos. Los que viven en este
plano de percepciones sensoriales son como animales. No creen en la existencia
de cosas que no pueden ser reveladas por los sentidos; no pueden diferenciar la
Universidad del alma

materia del espíritu, el alma del cuerpo o el conocedor del objeto conocido; en
consecuencia, siempre se identifican con sus actividades mentales y físicas. La
mayoría de las personas en todos los países aún no han avanzado más allá de esta
primera etapa de conocimiento; y es por esta razón que son tan estrechas en sus
ideas, tan egoístas, tan decididas a buscar las comodidades del cuerpo y los
placeres de los sentidos sin pensar en los demás. Muchos aún están por debajo de
los animales superiores en lo que respecta a la fidelidad, la devoción y el cuidado
de sus crías. Tal conocimiento, sin embargo, es en realidad ignorancia; y la filosofía
del trabajo se esfuerza por sacarnos de este estado de oscuridad al de la
iluminación más elevada, mediante la cual podemos reconocer la verdadera
relación del individuo con el universo, y finalmente alcanzar la meta de la unidad.

Al no darse cuenta de la unidad de la vida y al no tener experiencia de su verdadera


naturaleza espiritual, creen que lo han aprendido todo, porque han aprendido a
cuidar el cuerpo; pero el hombre sabio se ríe de concepciones tan primitivas de la
vida. En cada paso nos encontramos con este conocimiento ordinario, que se basa
en alguna idea en particular, limitada en su alcance, sin ningún elemento de mayor
conocimiento en ella; y es esta ignorancia la que es la causa de todos nuestros
errores. Para evitarlos, debemos hacer continuamente la pregunta: ¿Quién está
haciendo el trabajo? ¿Espíritu, mente, sentidos o cuerpo? ¿Quién es el trabajador?
Si deseamos poner en práctica la filosofía del trabajo, debemos tener siempre
presente este pensamiento. Luego debemos preguntar: ¿Qué trabajo especial
debemos hacer para alcanzar la realización del Conocedor? En primer lugar,
debemos entrenar nuestras mentes. Debemos abrir los ojos a las condiciones en
las que trabajamos; y cuando hayamos aprendido a distinguir entre el conocedor y
el actor, nos resultará fácil aplicar este conocimiento a nuestra vida cotidiana.

Debemos recordar que las cinco condiciones ya descritas son absolutamente


necesarias para cualquier tipo de trabajo; pero de ninguna manera pueden influir
o afectar al Conocedor. El intelecto, la mente, el cuerpo y los sentidos existen en
relación con él y no pueden activarse si se les separa; pero están cambiando
perpetuamente, mientras que es inmutable. El que se da cuenta de esto: que todas
las cosas en el plano mental o físico existen solo mientras estén en relación con el
Atman, la fuente absoluta de la vida y el conocimiento ve aquello que está inactivo
en medio de toda actividad y se convierte en un trabajador adecuado. Una persona
tal alcanza la perfección a través del servicio.

Dejemos que el cuerpo trabaje mientras recordamos que son la mente y los órganos
de los sentidos los que funcionan, y que en realidad somos el Conocedor, el Atman.
Cualquier otra cosa no está conectada permanentemente con nosotros. Hemos
tomado este cuerpo por el momento y lo estamos utilizando para el cumplimiento
del propósito más elevado de la vida; pero por ignorar el hecho de que nuestro
verdadero Ser está por encima de todas las condiciones físicas, nos hemos
identificado con nuestro instrumento material. Al no darnos cuenta de que
trascendemos toda actividad, nos hemos imaginado uno con nuestras
modificaciones mentales y nuestras funciones orgánicas; y habiéndonos
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

encadenado con deseos, luchamos por satisfacerlos. Sin embargo, cuando


reconocemos que estos deseos no están permanentemente relacionados con el
verdadero Ser, que existen solo en mente, y que podemos usarlos como un medio
para alcanzar la libertad perfecta, entonces dejarán de atarnos y Encontraremos
descanso y paz en medio de nuestros problemas. Si la ira, el odio o el deseo surgen
dentro de nosotros, solo tenemos que separarnos de ese cambio mental y
desaparecerá. Si surge la pasión, sólo tenemos que recordar que somos el testigo
de la pasión, y eso va a desaparecer. Cuando olvidamos que somos los Conocedores
y nos identificamos con la ira, la pasión o el odio, caemos bajo su dominio. Al
estudiar las condiciones bajo las cuales realizamos todo el trabajo, podemos
separar nuestro verdadero Ser de esas condiciones y ser felices. Entonces
trabajamos sin considerar resultados; pero en el momento en que pensamos en
obtener un fin específico, nos engañamos y trabajamos con ignorancia, porque el
conocimiento que poseemos en ese momento es parcial e imperfecto. El
conocimiento perfecto revela al Conocedor que está por encima de todas las
actividades y la realidad que subyace a todos los objetos fenoménicos;
entendiendo esto, vivimos en el mundo y trabajamos, sin ser esclavizados, como
los trabajadores comunes, por el deseo de trabajo o por sus resultados. Para el
forastero podemos parecer como otros trabajadores, pero nuestra actitud mental
es diferente; y aunque podamos parecernos a ellos exteriormente, no somos, como
ellos afectados por las tareas que realizamos con nuestro cuerpo, mente y
sentidos; Tampoco nos motivan los motivos egoístas.

Los hombres sabios trabajan incesantemente, siendo conscientes al mismo tiempo


que no están trabajando, permitiendo que el cuerpo y la mente actúen, pero sin
buscar nada a cambio. De acuerdo con la enseñanza del karma yoga, todos
aquellos, que no afirman el yo, que están libres de apego, cuentan con energía y
perseverancia, no se ven afectados por el éxito y el fracaso, y constantemente
hacen su trabajo sin ser movidos por el deseo o la voluntad. La aversión a los frutos
de sus acciones, hacen a estos sabios, verdaderos trabajadores espirituales.
Aquellos, por otro lado, que son apasionados, ambiciosos, fácilmente afectados
por la alegría o el dolor, la ganancia o la pérdida, son trabajadores ordinarios del
mundo. Nunca son felices, siempre están perturbados, ansiosos e inquietos. Debajo
de estos hay todavía una tercera clase de trabajadores, el más bajo de todos.
Incluye a aquellos que son despreocupados, insensatos, arrogantes, deshonestos,
indolentes y de estado mental deprimido; que actúan sin tener en cuenta la
pérdida o daño que pueden infligir a otros; y quienes están siempre dispuestos a
privar a sus semejantes de sus derechos o impedirles que se ganen la vida. Tales
trabajadores son vistos como criminalmente egoístas, así como malvados; sin
embargo, toda su iniquidad, egoísmo, apego y pasión provienen únicamente de la
ignorancia de su verdadero Ser, que es el Conocedor desapegado, un testigo de
todas las cosas, y que permanece inmutable en medio de los cambios de la mente
y el cuerpo. Tal es el principio fundamental del karma yoga, y aquellos que lo
comprenden, entienden lo que todos los grandes trabajadores espirituales del
mundo declararan: 'Soy uno con la Verdad eterna / o como lo expresan los
Maestros: 'Yo soy Brahman, yo soy Él, yo soy Él'. Quienes mantienen esta idea
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constantemente ante el ojo espiritual, obtendrán una felicidad sin límites en esta
vida; y cuando llegue el cambio El cuerpo, no lo percibirán, tan intenso será su
realización del hecho de que están por encima de todo cambio. Tales personas han
aprendido el secreto del karma. Son pacíficos, bendecidos, los verdaderos
servidores de esta tierra.

La cualidad de nuestras decisiones define la cualidad de nuestras acciones. En este


sentido, la acción devocional exenta de egoísmo aunada a la práctica espiritual
son la clave para el desarrollo espiritual máximo que posibilita saldar todas las
cuentas karmicas. Karma Yoga es la devoción desinteresada de todas las
actividades tanto internas como externas, como ofrenda al Gurú o al Señor. No es
lo que tú haces lo que cuenta, es la actitud durante la acción que determina si una
tarea está libre de ego o no. Debemos dar las manos al trabajo, y mantener la
mente fijada en los pies de loto del Señor. No es lo que tú haces que cuenta sino
tú real motivo detrás de ello. Tu motivo debe ser puro. El Hombre generalmente
planea conseguir frutos de su trabajo antes de comenzar cualquier clase de
trabajo. La mente está tan estructurada que no puede pensar en ninguna clase de
trabajo sin remuneración o recompensa. Un hombre soberbio no puede hacer
ningún servicio. El sopesará el trabajo y el dinero en una balanza. El Servicio
Desinteresado es desconocido para él. Lo que sea que tienes que hacer, hazlo lo
mejor que puedas. Si conoces una mejor manera de servir, debes aplicarla. No te
detengas por temor al esfuerzo o la crítica. No trabajes de manera descuidada solo
porque nadie te está observando o porque tu sientes que la tarea no sea como para
ti. Da lo mejor de ti. Trata de cumplir acciones que puedan traer el máximo de
bondad y el mínimo de maldad. Renuncia a los Resultados. Dios es el hacedor. Tú
no eres el hacedor, tú eres solo el instrumento. Tú no conoces las intenciones de
Dios o los planes de Dios. Dios es el actor. El Ser nunca actúa. El camino para
realizar esta verdad es trabajar constantemente para el propio bien del trabajo y
apartarse de los resultados, buenos o malos. Es el deseo de acción lo que obliga al
individuo. Es el desapego de la acción que diluirá las semillas kármicas. Desapego
de los resultados también significa desapego de la clase de trabajo en sí mismo.
No hay tarea que sea inferior o superior a otra tarea diferente. No te apegues a tu
trabajo. Mantente listo para renunciar a tu trabajo si es necesario y para
desprenderte de tus posesiones, dinero, estatus etc.

Sirve a Dios o al Ser en Todo. Haz a otros lo que te gustaría que te hicieran a ti.
Ama a tu prójimo como a ti mismo. Adáptate, ajústate, acomódate. Soporta el
insulto, soporta la ofensa. Debes ver la unidad en la Diversidad. Practica la
humildad actuando. Cuídate del poder, la fama, el nombre, el orgullo, la critica y
los juicios y Sigue la disciplina de la tarea porque cada trabajo es un maestro de
algún tipo. Tú puedes aprender diferentes destrezas ejecutando diferentes
trabajos. Cada trabajo tiene diferentes requerimientos en términos de tiempo,
grado de concentración, habilidades, experiencia, entrega emocional, energía
física o voluntad. Trata de cumplir cualquier tarea que estés haciendo,
ofreciéndosela a Dios y al Maestro.
El propósito de la vida humana - ¿Por qué nacemos?

En el contexto de la ciencia Espiritual, toda acción o hecho que nosotros realizamos


nos dará un fruto. El fruto vendrá en forma de un mérito o un demérito
dependiendo de si la acción es buena o mala respectivamente y de la cuenta
karmica involucrada con una o más personas. Los méritos nos dan felicidad y los
deméritos nos dan infelicidad, todo proporcional a la intensidad de la acción buena
o mala que hayamos realizado.

Los méritos nos dan felicidad y los deméritos dos dan infelicidad de manera
proporcional a la intensidad del acto bueno o malo que hicimos.

Nadie se puede escapar de los frutos de sus acciones. Si los frutos de nuestras
acciones no son disfrutados o sufridos en este nacimiento (lo cual ocurre en la
mayoría de los casos) entonces tendremos que volver a nacer para saldar dichos
frutos. En esos casos tendremos que esperar hasta que las circunstancias sean las
adecuadas en la región de la Tierra, para que podamos vivirlas. Esto también será
hasta que el momento en la que las demás personas con las cuales tenemos que
completar cuentas también se encuentren en la región de la Tierra y que las
circunstancias que se estén desenvolviendo en la Tierra sean las adecuadas para
el tipo de vida que debemos llevar. Por ejemplo, si nosotros debemos sufrir muchas
dificultades como resultado de los deméritos que hemos recolectado en vidas
anteriores, entonces tendremos que esperar a que las circunstancias en la Tierra
estén en un periodo de dificultad para que nosotros podamos nacer.

Es muy comprensible que uno no quiera vivir los resultados de los deméritos. Sin
embargo, ¿por qué no querría uno obtener resultados de los méritos o deméritos?

Una de las razones por las cuales no quisiéramos obtener méritos es debido a que,
en el curso de disfrutar los frutos de estos méritos, bien sea en esta o en vidas
subsiguientes, realizaríamos más acciones que nos llevan a incurrir en más méritos
o deméritos. Esto nos atraparía en un eterno ciclo de nacimiento y muerte como
resultado de las cuentas pendientes con las personas. En los tiempos actuales sobre
la Tierra, en donde la Rectitud (Dharma) se ve reducida, el nivel de deméritos con
el cual nacemos y la posibilidad de ganar más deméritos en el transcurso de
nuestras vidas son muy altas. Por ello, la vida espiritual de la persona común
cuenta con mayor infelicidad que felicidad. Como consecuencia, somos absorbidos
hacia un vórtice de infelicidad perpetua con menos periodos de felicidad.

El Akarma (No-Acción), es la cúspide del crecimiento espiritual o el máximo nivel


posible alcanzable en el camino de la Acción o Karma yoga. Esto es sólo posible en
el caso de una persona espiritualmente evolucionada, el proceso de acciones que
se convierten en akarma-karma empieza en un nivel espiritual alto y se convierte
en absoluto sólo en el nivel espiritual pleno.

Cuando una persona se encuentra en comunión con Dios completamente pierde la


conciencia del cuerpo y así los frutos de las acciones no le pertenecen. También,
debido a que estas personas altamente evolucionadas están tan fusionadas con
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Dios, toda acción que suceda a través de ellas ocurre como fruto de la voluntad de
Dios. De esta forma, todas sus acciones son básicamente no-acciones. La
importancia de alcanzar este estado o nivel es que de ahí en adelante la persona
es libre de la trampa de los frutos de las acciones.

Debido a que estas personas, a ese nivel espiritual tan avanzado, dejan de
identificarse con sus 5 sentidos, mente e intelecto, no sólo dejan de generar
méritos o deméritos, sino que además son liberados de su destino entero y el
sinchitt karma. Por lo tanto, son liberados del ciclo de nacimiento y muerte.

En la practica del karma yoga se renuncia a los frutos de la acción y cada


pensamiento, palabra, emoción o acción se viven como una oración, se piensa y
actúa sin egoísmo entregando todo a Dios sin jamás reclamar nada para sí mismo.

Esta es la razón por la que nacemos, para saldar todas nuestras deudas e
iluminarnos. Esta es parte de la ciencia del karma.

Hari Om

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