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MITO Y REALIDAD

Mircea Eliade

(…)
En todos estos casos, el regressus ad uterum se opera con el fin de hacer
nacer al recipiendario a un nuevo modo de ser o de regenerarle. Desde el
punto de vista de la estructura, el retorno a la matriz corresponde a la regresión
del Universo al estado «caótico» o embrionario. Las tinieblas prenatales
corresponden a la Noche anterior a la Creación y a las tinieblas de la choza
iniciática.

(…)
Los mitos y los ritos iniciáticos del regressus ad uterum evidencian el hecho
siguiente: el «retorno al origen» prepara un nuevo nacimiento, pero éste no
repite el primero, el nacimiento físico. Hay propiamente renacimiento místico,
de orden espiritual; dicho de otro modo: acceso a un modo nuevo de existencia
(que comporta madurez sexual, participación en lo sagrado y en la cultura; en
resumen, «abertura» al Espíritu). La idea fundamental es que, para acceder a
un modo superior de existencia, hay que repetir la gestación y el nacimiento,
pero se repiten ritualmente, simbólicamente; en otros términos: se trata de
acciones orientadas hacia valores del Espíritu y no a comportamientos
referentes a la actividad psicofisiológica.

(…)
Se encuentra asimismo en China el prestigio terapéutico del «retorno al
origen». El taoísmo concede una importancia considerable a la «respiración
embrionaria», t'ai-si. Consiste en una respiración de circuito cerrado, a la
manera de un feto; el adepto trata de imitar la circulación de la sangre y del
hálito de la madre al niño y del niño a la madre. El prefacio Taixi koujue
(«Fórmulas orales de la respiración embrionaria») lo dice expresamente:
«Volviendo a la base, retornando al origen, se aleja la vejez, se vuelve al
estado de feto»10 . Un texto del taoísmo moderno sincretista se expresa en
estos términos: «Por eso él (Buddha), Rulai (i. e., Tathâgata), en su gran
misericordia, ha revelado el método de trabajo (alquímico) del fuego y ha
enseñado a los hombres a penetrar de nuevo en la matriz para rehacer su
naturaleza (verdadera) y (la plenitud de) su porción de vida»11.
Estamos, pues, en presencia de dos técnicas místicas diferentes, pero
solidarias, que persiguen la obtención del «retorno al origen»: la «respiración
embrionaria» y el trabajo alquímico.
Se sabe que estas dos técnicas figuran entre los numerosos métodos utilizados
por los taoístas para conquistar la juventud y la extrema longevidad (la
«inmortalidad»). La experimentación alquímica debe acompañarse de una
meditación mística apropiada. Durante la fusión de los metales, el alquimista
taoísta se esfuerza en operar en su propio cuerpo la unión de los dos principios
cosmológicos, Cielo y Tierra, para reintegrar la situación caótica primordial, la
que existía antes de la Creación. Esta situación primordial, llamada por lo
demás expresamente estado «caótico» (huen), corresponde tanto a la del
huevo o embrión como al estado paradisíaco e inconsciente del mundo
increado12. El taoísta se esfuerza en obtener este estado primordial ya
mediante la meditación que acompaña a la experimentación alquímica, ya por
la «respiración embrionaria». Pero la «respiración embrionaria» se reduce en
última instancia a lo que los textos llaman «unificación de los hálitos», técnica
bastante compleja que no podemos examinar aquí. Baste decir que la
«unificación de los hálitos» tiene un modelo cosmológico. En efecto, según las
tradiciones taoístas, los «hálitos» en su origen se confundían y formaban un
huevo, el Gran Uno, del que se separaron el Cielo y la Tierra13.
El ideal de los taoístas, es decir, la obtención de la beatitud, de la juventud y de
la longevidad (la «inmortalidad»), tenía, pues, un modelo cosmológico: era el
estado de la unidad primordial. No tenemos una reactualización del mito
cosmogónico como en los rituales de curaciones que hemos recordado
anteriormente. Tampoco se trata de reiterar la creación cósmica, sino de
reencontrar el estado que precedía a la cosmogonía, el «caos». Pero el
movimiento del pensamiento es el mismo: la salud y la juventud se obtienen por
un «retorno al origen», ya «retorno a la matriz», ya retorno al Gran Uno
cósmico. Es, por tanto, importante hacer notar que también en China se cree
que la enfermedad y la vejez se curan con el «retorno al origen», el único
medio que el pensamiento arcaico tenía por eficaz para anular la obra del
Tiempo. Pues se trata siempre, en definitiva, de abolir el tiempo transcurrido, de
«volver para atrás» y de recomenzar la existencia con la suma intacta de sus
virtualidades.

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