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NOCIÓN DE NATURALEZA COMO COSMOS – Algunas características

El Cosmos Mocoví está formado por tres planos:

- la tierra o 'LAUA: plano central que habitan los mocovíes.


- el inframundo: región habitada, similar al anterior, que el sol ilumina cuando en la tierra es de noche.
- el cielo o PIGUIM: plano celeste.

Los tres planos del mundo están interconectados a través de un gigantesco árbol –el Árbol del Mundo-, en cuyo interior fluye un
río. En este río obtenían originalmente los humanos su alimento, sin esfuerzo. Esta situación paradisíaca, así como otros hitos
fundacionales de la cultura humana, acontecían en un tiempo mítico en el que la existencia humana y animal eran intercambiables.
Una falta a la reciprocidad, terminó con esa era. Algunos creen que este árbol habría sido derribado por una mujer transformada
en carpincho (en otras versiones en un insecto que taladra la madera). Los mocovíes creen que el mundo fue destruido en varias
oportunidades, los cataclismos que mencionan son: un devastador incendio debido a la caída del sol; una gran inundación debida a
la destrucción del Árbol del Cielo o del Mundo; y otra inundación debida a un diluvio.

Mujeres celestiales

• Mujer estrella: Existen muchos relatos relacionados con mujeres estrellas. La mujer estrella es una habitante del mundo celeste,
muchas veces asociada a Venus, hija de la Sol, que eventualmente puede bajar a la tierra y relacionarse con un hombre sólo (bello
o muy feo, según las distintas versiones) con quien se casa y luego van al helado cielo. Su presencia puede ser fuente de
abundancia de alimentos y bienes. Pero establecer una relación con ella es peligroso.

• Nuestra madre, la dueña del verano: Otra mujer celeste, posiblemente la estrella central de las “Tres Marías” o Nasalaganí,
llamada iyatäé o “nuestra madre”. El nombre se debería a en la época en que esta estrella aparece “viene el buen tiempo y
comienza a criarse el pasto”. Por eso es la “dueña del verano”.

• Larrimina: La Sol como madre, es otra “poderosa” a la que llaman “nuestra madre” Hasta los primeros años del siglo XX, al
levantar a los niños de la familia por la mañana, se hacía una “oración” a la Sol. El término con el que en esa oración se
mencionaba a la Sol no era R’aasa, sino Larrimina.

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TERRITORIO

Neuaqa’: territorio de la vida

El espacio del que tratamos nos interesa como espacio vivido, las ideas mocovíes sobre el habitar el territorio en el contexto de la
construcción de la identidad étnica y de las luchas políticas. Ellos definen su territorio a través de la palabra neuaqa’ o “espacio
adecuado para la vida”, que hace posible la vida buena, y con ella la paz, nehuaxa.

Es fundamental también señalar la importancia que tiene para el hombre la sacralización del espacio, su transformación en un
cosmos. Ello nos sugiere la relevancia de las relaciones con lo sagrado en la construcción social del espacio.

El término territorio tiene una larga historia en América Latina, que con el tiempo fue asimilándose al concepto de jurisdicción.
El concepto de territorio ha sido clave en los debates acerca de los derechos indígenas. De todas las acepciones que en este
contexto se le ha dado al término territorio (como jurisdicción, como área a demarcar-restituir, como hábitat, como biodiversidad
y conocimiento indígena sobre el ambiente), es especialmente relevante para el tema que nos ocupa la idea de territorio como
etnoterritorio: “espacialidad socialmente construida, vinculada primordialmente a la identidad colectiva”
Las leyendas en los pueblos originarios

¿Qué es una leyenda? Una leyenda es una narración de hechos sobrenaturales, naturales o una mezcla de ambos que se transmite
de generación en generación en forma oral o escrita. Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso
verídico, lo que le confiere cierta singularidad.
Se ubica en un tiempo y lugar familiar de los miembros de una comunidad, lo que aporta cierta verosimilitud al relato. En las
leyendas que presentan elementos sobrenaturales como milagros, presencia de criaturas de ultratumba, etc. y estos sucesos se
presentan como reales, forman parte de la visión del mundo propia de la comunidad en la que se origina la leyenda.

LEYENDA DEL ZORRO Y LA CHUÑA

Los mocovíes son muy respetuosos del zorro. Consideran a este animal sumamente astuto, pero esa misma astucia impide conocer
la intención del animal que podría ser buena o mala. Esta es la característica que se subraya cuando se dice a alguien “zorro”. La
historia proviene de una leyenda surgida de un largo periodo de sequía y altas temperaturas. Tal era la falta de agua que allí donde
había aunque más no fuera un charco, el dueño del lugar lo protegía. En este caso se trataba de una aguada cuya dueña era una
chuña.
La aguada atrajo a un zorro que quería calmar su sed, pero sabiendo que la chuña lo vigilaba y temiendo su carácter, no se
animaba a acercarse. Cuando no pudo más de sed superó el temor que lo paralizaba y se arrimó a la chuña mostrándose simpático
para rogar que le permitiera beber. La chuña, desconfiada, le negó el permiso y en cambio lo desafió a una carrera, el que ganara
se quedaría con el dominio de la aguada. El zorro, suponiendo que no tendría dificultades para vencer, aceptó.
Llegado el momento de la partida, el zorro se adelantó y se lanzó a la carrera antes de que sonara la voz de largada, intentando
sacar ventaja pues se sentía cansado. Pero las zancadas de la chuña los dejaron atrás, lo que provocó un gran disgusto en el zorro
que de todas maneras, y aunque no era lo que había pactado, quiso beber igual. Empujó a la chuña y se generó entre ellos un
enfrentamiento. La chuña en un momento le aplicó una patada al zorro que dio una vuelta por el aire y cayó sentado arriba del
tronco de un árbol, aprisionado en su parte trasera y gritando de dolor. Esto no reblandeció a la chuña ni a los otros animales del
bosque que conociendo las argucias del zorro, pensaron que se trataba de una más.
Pasados más de cuatro días, el zorro ya exhausto vio acercarse un remolino, espíritu que gira y gira empujado por el viento, y le
pidió ayuda con lo último que quedaba de sus fuerzas. El remolino recordó que alguna vez el zorro lo había ayudado y lo retribuyó
liberándolo. El zorro al verse libre buscó alimento para saciar su hambre, que de tanto días sin comer ya era voraz. Comió chañar
y misto en abundancia, pero notó con angustia que todo que no podía retener lo que ingería, entonces volvió a pedir ayuda a los
gritos.
Una vez más todos los animales del bosque oyeron sus súplicas, pero ninguno se acercó a ayudarlo. Finalmente aparecieron las
rubiecitas, avispas doradas descendientes de un pueblo que no conoció el mal, taparon la parte trasera del zorro con cera fabricada
por ellas y lograron así que el alimento no se escapara de su cuerpo. Viendo esto el zorro les agradeció a las rubiecitas, pero de
pronto se encontró con un problema: después de digerir los alimentos, el mínimo esfuerzo hecho para expulsar los restos provocó
la caída del tapón de cera, volviendo entonces a la situación anterior.
Nuevamente pidió ayuda, y esta vez acudieron en su auxilio las boquillas de barro, avispas negras del árbol, también
descendientes del pueblo que no conoció el mal, quienes taparon con barro la zona abierta. En este caso la solución pareció ser
efectiva, ya que el zorro comió frutas del bosque y notó que ante sus esfuerzos, el trasero resistía. Pero cuando se hartó de comer y
sintió la necesidad de evacuar, notó que las boquillas de barro se habían olvidado de hacer un orificio.
Con el correr de los días la situación del zorro se volvió dramática, su pansa se hinchaba y aumentaba el dolor que lo hacía
revolcarse y gritar. Esta vez los animales no dudaron de la veracidad de su sufrimiento y quisieron ayudarlo, pero no sabían cómo.
Entonces apareció un pájaro carpintero quien con su poderoso pico creyó poder solucionar el problema haciendo una abertura en
la zona tapada. Cuando el rumor de lo que sucedía corrió por el bosque, todos los pájaros, por entonces grises pues ninguno tenía
color, asistieron al lugar a ver como su par carpintero realizaba la tarea. Este, al advertir la presencia de los espectadores les
advirtió que se alejaran, pero no le hicieron caso. El carpintero se desentendió y continuó con su labor. Cuando estaba por termina
y después de insistir inútilmente con los otros pájaros para que se alejaran, se produjo una gran explosión que expulsó lo que el
zorro retenía desde hacía días, empapando con sangre y excremento al propio carpintero y a los curiosos. En el carpintero el
copete quedó de color rojo, y así en la medida de su cercanía cada uno de los pájaros recibió distintas tonalidades que se iban
degradando hasta llegar a las tímidas palomas, quienes al estar alejadas conservaron su color gris en tanto sus patas apenas
salpicadas se tornaron rosadas.
Este fue el hecho que originó el color de los pájaros, por eso los mocovíes miden su curiosidad según la intensidad de los colores
de sus plumajes.

LEYENDA DE LA FLOR DEL CEIBO

Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las
tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra
de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las
tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en
que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo,
hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.

El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la
pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron
como castigo la muerte en la hoguera.

La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar
palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue
convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro. Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron
ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su
esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

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