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EL MEJOR AÑO

DE TU VIDA
Filipenses 2:12-18

CALEB FERNÁNDEZ PÉREZ


FILIPENSES 2:12-18

12Por tanto, amados míos, como siempre


habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi
ausencia, ocupaos en vuestra salvación con
temor y temblor, 13porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad. 14Haced todo
sin murmuraciones y contiendas, 15para
que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de
la cual resplandecéis como luminares en el
mundo; 16asidos de la palabra de vida,
para que en el día de Cristo yo pueda
gloriarme de que no he corrido en vano, ni
en vano he trabajado. 17Y aunque sea
derramado en libación sobre el sacrificio y
servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo
con todos vosotros. 18Y asimismo gozaos y
regocijaos también vosotros conmigo.
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PARA COMENZAR...

Este puede ser el mejor año de nuestra vida y no


me refiero a los buenos y prósperos aconteci-
mientos que podrían pasar, puede ser un año ex-
traordinario, y no por las circunstancias, sino
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por cosas que podrían pasar en nosotros, dentro
de nosotros.
Es tener la posibilidad de experimentar una
dimensión más profunda de lo que la Biblia lla-
ma de “PAZ que excede todo entendimiento” (Fi-
lipenses 4:7); experimentar “la ALEGRÍA del Se-
ñor que es nuestra fuerza” (Nehemías 8:10); lle-
gar a esta madurez existencial y espiritual en la
que podemos tener serenidad, seguridad, estabili-
dad, una condición en la cual experimentamos
tanto de Dios que las malas noticias no pueden
causar daño, que las tribulaciones no debilitan
nuestra fe, que las situaciones de cada día no nos
causan heridas interiores emocionales, aquella
condición en la que nos damos cuenta que so-
mos maduros en Cristo. Sin embargo, para que
esto sea una posibilidad real, tenemos que tomar
decisiones, y en esto, la espiritualidad tiene mu-
cha importancia, de hecho, es central en el resul-
tado que tendremos al final del año.

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El apóstol Pablo está en una cárcel domicilia-
ria, ya tiene una avanzada edad y se da cuenta
que el cristianismo no pasa sólo por la defensa
de la fe, sino por la evidencia de una vida trans-
formada por Cristo. Por eso, insiste tanto en la
alegría, en la disposición, en la humildad, en el
contentamiento, él sabe que la mejor carta de
presentación de un cristiano es su carácter.
Por eso, tomando este texto de las Sagradas
Escrituras, podemos reflexionar acerca de tener
un año soñado, un año que haga la diferencias
con otros años, un año que pueda tornarse el me-
jor año de nuestras vidas.

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C A P Í T U LO 2

SI TE OCUPAS DE TU
SALVACIÓN (V.12-13)
12Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente,
sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos
en vuestra salvación con temor y temblor.
13porque Dios es el que en vosotros produce así
el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Cuando Pablo dice “ocúpense de su salvación”


(v. 12) nos quiere decir que debemos estar ocupa-
dos de nuestra vida cristiana hasta que Dios com-
plete la obra.
El término original se refiere a la directriz de
“dejar lista una tarea hasta que esté completa-
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mente terminada”. La idea es que no lo dejemos
por la mitad. Y en este sentido, la Biblia nos ense-
ña que Jesús ya nos salvó, pero nuestra salva-
ción es el punto de partida de una carrera que te-
nemos que terminar, por eso, si nos falta pacien-
cia, alegría, tolerancia, obediencia, responsabili-
dad, templanza, etc. Dios nos pide que tomemos
decisiones en relación a aquellas cosas que aún
deben ser “salvadas” por Cristo.
Este año puede ser el mejor año de tu vida si
te ocupas de las cosas que aún deben ser transfor-
madas por Dios, nos dice el apóstol Pablo, una
transformación que Jesús ya ganó para ti en la
cruz. Es por eso que no debemos postergar más
una decisión en relación a los problemas de nues-
tro carácter. ¿Cuánto tiempo más esperaremos
para tomar esta decisión? Somos tan expertos en
postergar, en procrastinar, en no cumplir etapas,
no terminar cosas, a dejar pendientes. El Señor
sabe de nuestra inclinación a “dejarnos estar”
con aquellas cosas odiosas, feas, insoportables
de nuestra realidad con las cuales convivimos ca-

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da día y afectamos nuestra vida y nuestro entor-
no.
La buena noticia es que el Espíritu Santo ya
está haciendo esa obra en nosotros. Dios está
constantemente produciendo en nosotros esa in-
comodidad constante, ese deseo de ser mejor,
ese anhelo por glorificarlo, esas ganas de que es-
te año sea diferente y lo maravilloso es que si nos
acercamos a Jesús, Él nos dará la capacidad de
llegar a ser como Él, por eso, el apóstol nos dice
que “Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad”
(v.13).
Dejemos el complejo de Peter Pan y no eterni-
cemos más nuestra etapa infantil en la vida cris-
tiana. Pablo hace una evaluación de los Filipen-
ses al decirles: “siempre habéis obedecido, pero
en mi presencia solamente”, ha llegado la hora
de hacerlo también “en mi ausencia”, porque la
obediencia madura obedece sin la necesidad que
alguien le ordene: ocupémonos de nuestra salva-
ción “con temor y temblor”.

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C A P Í T U LO 3

SI ILUMINAS CON LA
PALABRA DE VIDA
(V.14-16)
14Haced todo sin murmuraciones y
contiendas, 15para que seáis irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio
de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como
luminares en el mundo; 16asidos de la
palabra de vida, para que en el día de Cristo
yo pueda gloriarme de que no he corrido en
vano, ni en vano he trabajado.

En la cultura evangélica tenemos una fe de resul-


tados prácticos. Nos hemos viciado en colocar el
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foco del cristianismo en milagros, y de alguna
manera probamos que los “otros dioses” son dé-
biles y nuestro Dios es más poderoso con un con-
junto de milagros. Y esto nos ha llevado triste-
mente a tener un tipo de fe en el que probamos
que nuestro Dios funciona.
Sin embargo, en el proyecto original de Dios,
lo que prueba que nuestra fe es verdadera y más
poderosa es la aparición en el mundo de perso-
nas irreprensibles, sencillas, hijos de Dios, lumi-
nares en el mundo. No Milagros. Los milagros
forman parte de la manifestación extraordinaria
de un Dios extraordinario, pero los milagros no
son la propaganda de Dios, sino señales de que
el reino de Dios está presente en nuestra reali-
dad.
La mejor propaganda del cristianismo es la
gente que ilumina este mundo. Por eso, Dios es-
pera que nuestra fe, por medio de la Palabra de
vida, nos convierta en personas bonitas, agrada-

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bles, dulces, correctas, generosas, bondadosas. Y
por eso, los que creen en Jesús pueden brillar en
medio de gente perversa, ácida, desagradable, tó-
xica y maligna.
Entonces, ¿qué estamos haciendo mal? Al pa-
recer, estamos más preocupados por la Palabra
de VERDAD que por la Palabra de VIDA, y en es-
to, nuestra tradición protestante ha influido,
pues una de las razones de la Reforma Protestan-
te fue reafirmar nuestro compromiso con la Pala-
bra de verdad. Pero, de nada sirve que estemos
preocupados en defender la verdad, si esa ver-
dad no produce vida. Si la verdad no está al servi-
cio de la vida, entonces, no sirve que sea verdad.
El apóstol Pablo nos lleva a la idea de “aferrar-
nos” a la palabra de Vida para ver como ella nos
va “encendiendo” para iluminar en medio de la
oscuridad. Una lógica muy distinta a la de la reli-
giosidad, en la que frente a las diversas situacio-
nes y áreas de mi vida, le pedimos a Dios que

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venga a dar “sus" soluciones a nuestros proble-
mas.
En la lógica de Dios, Él nos invita a “asirnos”
de la Palabra de Vida, a “abrazarla” para que ella
nos ilumine. Y es justamente esta Palabra la que
va transformando nuestra vida y nos va “cristifi-
cando” para que la luz de Cristo brille en noso-
tros y seamos luz en este mundo.
De nada sirve que demostremos cualquier
punto teológico (“Haced todo sin murmuracio-
nes y contiendas”), si no estamos “iluminando”
en la vida. Este año puede ser el mejor año de
nuestra vida, si por la palabra de Vida nos con-
vertimos en personas educadas, dignas, bellas,
dulces, amables, de buen nombre, pacientes,
agradables, en resumen, personas en las cuales
la luz de Cristo brilla para Su gloria.

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C A P Í T U LO 4

SI TE ALEGRAS EN TU
TRANSFORMACIÓN
(2:17-18)
17Y aunque sea derramado en libación
sobre el sacrificio y servicio de vuestra
fe, me gozo y regocijo con todos vosotros.
18Y asimismo gozaos y regocijaos
también vosotros conmigo.

La mayoría de la gente asociaría la tristeza con el


sufrimiento, pero Pablo ve al sufrimiento como
una puerta abierta hacia una alegría más profun-
da en Cristo. En 2 Corintios 11:23-28, vemos co-
mo Pablo sabía muy bien de qué estaba hablan-

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do cuando dice que ha sido “derramado en liba-
ción sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe”:
«23 ¿Son uds. servidores? Yo más; en traba-
jos más abundante; en azotes sin número; en
cárceles más; en peligros de muerte muchas ve-
ces. 24 De los judíos cinco veces he recibido cua-
renta azotes menos uno. 25 Tres veces he sido
azotado con varas; una vez apedreado; tres ve-
ces he padecido naufragio; una noche y un día
he estado como náufrago en alta mar; 26 en ca-
minos muchas veces; en peligros de ríos, peli-
gros de ladrones, peligros de los de mi nación,
peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, pe-
ligros en el desierto, peligros en el mar, peligros
entre falsos hermanos; 27 en trabajo y fatiga,
en muchos desvelos, en hambre y sed, en mu-
chos ayunos, en frío y en desnudez; 28 y ade-
más de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa ca-
da día, la preocupación por todas las iglesias.»

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La carta a los Filipenses es llamada la “Epísto-
la de la alegría”, pero no de “aquella” que intenta
reemplazar el verdadero gozo y satisfacción en
Dios. Aquí tenemos una carta que habla de su
transformación, de su obsesión por Cristo, de la
“cristificación” de su vida. Pablo dice que en su
vida pasó dolor, prisión, soledad, miedo, cansan-
cio, hambre, sufrimiento y desea que sus herma-
nos se “alegren con él” . El Espíritu Santo se preo-
cupa en mostrar que el apóstol, a pesar de haber
pasado todas esas circunstancias, tiene su mun-
do en orden, posee serenidad, seguridad, estabili-
dad y contentamiento.
Lo interesante es que Pablo nos desafía a ale-
grarnos con él en su sufrimiento. Lo más lógico
es que nos invite a “solidarizar con su tristeza”,
pero, aquí nos presenta una aparente contradic-
ción.
El punto es que la solidaridad con el éxito y la
alegría de un amigo es más difícil que solidarizar

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con su sufrimiento. Nos es difícil alegrarnos fren-
te a la noticia del amigo cuando nos dice que se
compró un auto nuevo, una casa en la playa, que
fue ascendido en el trabajo, que adelgazó, etc.
Nos es más fácil llorar con quien sufre, que ale-
grarnos con quien se alegra. Pero, aquí no tene-
mos ni lo uno ni lo otro: el pedido paradójico de
Pablo es “alégrense conmigo aún en medio de
mis sufrimientos”. ¿Cómo uno puede alegrarse
de esa manera? La única manera es cuando ve-
mos lo que Dios está haciendo en nosotros.
Esta es la manera de Dios, cuando entramos
en la misma dinámica espiritual que entendió el
apóstol Pablo, en la “cristificación” de nuestra vi-
da. No son las situaciones lo que nos traerán ale-
gría, sino el poder de Cristo en nuestra vida que
nos hará brillar en medio de la oscuridad, la ale-
gría de Cristo que será nuestra fuerza en nues-
tras debilidades, la paz de Cristo que sobrepasa-

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rá nuestro entendimiento, el amor de Cristo que
permanecerá fiel hasta el fin.

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HACIA NUESTRA
ESPIRITUALIDAD...
Este puede ser el mejor año de nuestra vida si
nos disponemos a experimentar una dimensión
más profunda de nuestra relación con Dios.

17
Debemos avanzar hacia la madurez, percibir
nuestras fallas de carácter como factores que difi-
cultan nuestro crecimiento cristiano. Debemos
ocuparnos de nuestra salvación, no dejando las
cosas por la mitad, sino colocando aquellos as-
pectos de nuestra espiritualidad a los pies de
Cristo para ser salvados por Él.
Avancemos hacia una forma de cristianismo
en que la verdad esté al servicio de la vida. Con-
centrémonos en aferrarnos a la Palabra de Vida
para que ella nos ilumine, para que nos vaya
“cristificando” y la luz de Cristo brille en noso-
tros para ser luz en un mundo cada vez más alie-
nado y perverso.
Y aunque este año pasemos por tiempos difíci-
les, alegrémonos en los propósitos de un Dios
que ha desplegado los recursos de su providen-
cia en nuestro beneficio. Sólo Cristo en nosotros
puede traernos paz y fortaleza en medio de las

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tormentas de la vida. ¡Que el Señor nos ayude a
buscar que sea el mejor año de nuestras vidas!

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EL MEJOR AÑO DE TU VIDA

© El primer año de tu vida / Caleb Fernandez Pérez


Enero 2019

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