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Quaderni di

THULE
Rivista italiana di studi americanistici

Centro Studi Americanistici


“Circolo Amerindiano”

XXVII Convegno Internazionale di Americanistica


XXVII Congreso Internacional de Americanística
XXVII Congresso Internacional de Americanística
XXVII International Congress of Americanists
XXVII Congrès International des Américanistes

Perugia (Italia), 5, 6, 7 e 8 maggio 2005


Sala del Consiglio Comunale, Palazzo dei Priori, Corso Vannucci 19
Cronología cultural en cuevas y abrigos del área de
Ocozocoautla, Chiapas

Guillermo Acosta Ochoa


Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM
Introducción
Las cavidades naturales han sido un tema central en el estudio para los investigadores interesados en el
periodo conocido como “Prehistoria”, al representar lugares óptimos a las sociedades de cazadores y
recolectores como amparo de las condiciones climáticas externas. No obstante, las cuevas y abrigos rocosos
han sido empleados durante diversas épocas y para múltiples fines por sociedades clasistas y de cazadores
recolectores y presentan un tipo de sitios que deben ser abordados de forma particular, no solo por la riqueza
arqueológica que conservan en su interior, sino también por que representan una enorme variabilidad de
actividades en la cotidianidad de las sociedades prehispánicas y permiten evaluar la dinámica cultural de las
sociedades en procesos de larga duración.
Tal es el caso de las cuevas y abrigos de la región de Ocozocoautla, en la Depresión Central de Chiapas, cuyas
ocupaciones durante los últimos 9,000 años son el tema del presente ensayo.
Las ocupaciones precerámicas
Las ocupaciones más tempranas para la región de Ocozocoautla han sido reportadas por los trabajos del
extinto Departamento de prehistoria del INAH. Estas corresponden a los Abrigos de Santa Marta y Los
Grifos (SANTAMARÍA D.-GARCÍA-BÁRCENA J. 1989), al oeste de la meseta de Ocuilapa.
En Santa Marta, la ocupación más temprana corresponde a la Capa XVI, consistente en restos de hogares
entre 1 y 1.5 metros de diámetro. Las fechas de radiocarbono de los pisos de ocupación son muy cercanas
(entre 9280+-290 y 9330+-290), lo cual sugirió a sus investigadores ocupaciones repetitivas en un periodo
corto de tiempo por grupos relativamente pequeños, las cuales al parecer ocurrieron durante la época de
lluvias, de acuerdo con la abundancia de caracoles del género Pachychylus. La fauna utilizada por como
alimento incluye especies recolectadas como caracoles, almeja de agua dulce y cangrejos de río. Mientras que
las especies cazadas son, en orden de importancia, venado (Odocoileus), armadillo (Dasypus), conejo (Sylvilagus),
tortuga (Kinosternon), pecarí (Dicotyles), brazo fuerte (Tamandua), tepezcuinte (Cuniculus), así como reptiles y
serpientes (Telis, Nasua y Mephitis). También se obtuvieron restos que indicaron recolección de huevos de ave
(GARCÍA-BÁRCENA J. 1977, GARCÍA-BÁRCENA J. et. al. 1976, GARCÍA-BÁRCENA J.-SANTAMARÍA D. 1982).
Otras actividades de subsistencia indican que posiblemente existió recolección de semillas, pues desde esta
época ya se empleaban instrumentos de molienda (metates y manos) muy toscos, hechos en lajas y cantos
rodados con huellas de uso, algunos de ellos en rocas alóctonas las cuales pueden ser obtenidas a unos treinta
kilómetros al NW del sitio (GARCÍA-BÁRCENA J. 1977:8-10).
En el Abrigo Los Grifos, la ocupación más temprana es prácticamente contemporánea con la ocupación
inicial de Santa Marta, y corresponde a la Unidad 18, la cual presentó una fecha de hidratación de obsidiana de
9300 a.p. (SANTAMARÍA D.-GARCÍA-BÁRCENA J. 1989). En una superficie de ocupación ligeramente posterior
fechada entre 8930+-150 y 9300 (1), se localizaron una punta “Clovis de lados cóncavos” junto a dos
fragmentos de puntas clasificadas como “cola de pescado”, una de ellas con presencia de acanaladura en su
base fragmentada (GARCÍA-BÁRCENA J. 1980:5, SANTAMARÍA D.-GARCÍA-BÁRCENA J. 1989:85-88) (Figura
1).
Figura 1. Puntas acanaladas de Los Grifos.

El material lítico de Los Grifos ha sido ampliamente descrito y publicado (GARCÍA-BÁRCENA J 1980;
SANTAMARÍA D.-GARCÍA-BÁRCENA J. 1984A, 1984B, 1989), desgraciadamente, no es el mismo caso para el
material botánico y faunístico asociado a la Unidad 15, por lo que las características de la subsistencia para
éste sitio aún son poco conocidas, no obstante los materiales “Clovis” pueden estar asociados a la caza de
fauna extinta, pues Joaquín García-Bárcena menciona que “...también se encontró un fragmento de diáfisis de
hueso largo, la que tuvo unos 10 cm de diámetro; por desgracia, no es posible la determinación taxonómica
del animal al que perteneció, pero ninguna especie de las actualmente existentes en el área es lo bastante
grande; se trata, entonces de algún animal extinto que fue aprovechado por quienes hacían la puntas
acanaladas, pues está asociado el hueso con el material lítico de esas características” (GARCÍA-BÁRCENA J.
1977:3-4).
Otras ocupaciones precerámicas en la región están registradas principalmente por el Abrigo de Santa Marta, el
cual tiene la secuencia más amplia. Durante el periodo denominado por García-Bárcena (1977) como
“Precerámico Tardío” (6300-6500 a.p.) se han definido dos ocupaciones, separadas entre sí por la capa V (2).
La presencia constante en ambas ocupaciones de caracoles del género Pachychylus indica que éstas fueron en
época de lluvias. Estas dos ocupaciones parecen, pues, deberse a la presencia en el sitio de grupos
relativamente grandes de cazadores- recolectores en periodos estacionales durante la época de lluvias.
Durante la temporada 2004 del Proyecto cazadores del Trópico Americano (ACOSTA G. 2005) han sido
localizados diversos sitios precerámicos que incluyen abrigos y cuevas con amplia sedimentación, así como
campamentos y talleres que atestiguan una profunda ocupación del área por grupos de cazadores recolectores.
Las primeras ocupaciones cerámicas
Durante la época de la aparición de la cerámica para la región, posiblemente hacia el 1600 a.C., algunos grupos
humanos aún continuaban habitando los abrigos al este de la meseta de Ocuilapa, como lo atestigua la
aparición constante de cerámica de la fase cotorra de Chiapa de Corzo reportada para la cueva de Santa Marta.
Ya Frederick Peterson de la NWAF, observó que en las cuevas podían localizarse algunos de los asentamientos
cerámicos más tempranos (MACNEISH R.S.-PETERSON F. 1962:3-6).
Es obvio que durante el periodo conocido como “Preclásico Temprano”, se lleva a cabo el proceso de
nucleación (fuese forzada o voluntaria) de las comunidades aldeanas de la zona. Es para ésta época que
aparecen los grandes centros regionales, en sitios sobre la planicie aluvial al sur del río La Venta como
Mirador, el cual debió conformar el centro rector para el área durante gran parte del “Formativo”, junto a
centros vinculados como Plumajillo y Miramar (AGRINIER P. 1970, 1978, 1990).
Es posible que para los inicios del Preclásico Temprano (1500-1350 a.C.), abrigos como Santa Marta aún
fueran opciónes para la ocupación de grupos familiares en zonas marginales. Es posible también, que para
esta época se pudiera considerar una etnicidad vinculada con grupos zoqueanos para los habitantes de la
región, grupos que continuaran poblando el área hasta la llegada de los Españoles.
El Preclásico Tardío y el inicio de las ofrendas masivas
Durante el periodo conocido como “Preclásico Medio” (fases Dombi y Dzewa de la Depresión Central, 900-
600 a.C.) no hay muchos indicios de que las cuevas y los abrigos rocosos hayan sido ocupados por los
habitantes de la región, a pesar de que la zona experimenta un continuo crecimiento demográfico y político,
con grandes centros políticos como Mirador (AGRINIER P. 1990) y San Isidro (LEE T. 1997a, 1997b, LOWE
G. 1998).
Si bien, no se habían reportado materiales del Preclásico Tardío entre las ofrendas masivas en trabajos
anteriores (LEE T. 2000, DOMENICI D. 2002a, 2002b), en al menos dos cuevas de la región de Ocozocoautla
(cuevas El Retazo y La Escondida) hemos localizado materiales del periodo Mirador IV-VI de Peterson
(1963) correspondientes a las fases Francesa-Guanacaste de Chiapa de Corzo. Estos materiales
correspondientes a platos o cajetes de borde extendido y otros con engobe metálico similar al Chiapilla
Metálico que Sanders (1961:26-27) coloca en el Preclásico Tardío y Peterson (1963:16-18) cita como Vitreous
Slipped de la misma temporalidad. Esta etapa inicial de ofrendamiento, no obstante parece restringirse a la
región aledaña de Ocozocoautla, pues no es identificada en otras cuevas de la región del río La Venta.
La época de las prácticas ceremoniales subterráneas: El periodo Clásico
A inicios de nuestra era (“Protoclásico” o fase Mirador-Horcones de Mirador, ca. 0-250 d.C.) que se muestran
evidencias de construcciones de carácter posiblemente ceremonial y ofrendas asociadas. Tal es el caso de la
Cueva Media Luna, en el cañón del río La Venta, donde se construyó una plataforma de mampostería y
cuerpos escalonados cubierta con estuco y pintura roja (LEE T. 2000). En este sitio también fueron reportadas
26 ofrendas, algunas del tipo llamado por Arden King (1955) como “Atados de chamán”, consistentes en
atados de fibra vegetal que contenían cabello humano, semillas de calabaza, frijol, cordeles de algodón, bolitas
de copal y frutos (LEE T. 1985).
Es sin embargo, para el periodo “Clásico” que las ofrendas masivas son una práctica constante de las
comunidades del valle de Ocozocoautla (ACOSTA G. 2005) y el área de la selva El Ocote (DOMENICI D.
2002b), las cuales parecen representar una parte de la organización del culto y la conformación de espacios de
protección cultural a las cuevas húmedas, las cuales resguardan un recurso preciado como es el agua potable
en una zona kárstica caracterizada por la práctica ausencia de cursos superficiales.
Durante la primera mitad de este periodo (“Clásico Temprano”, fases Juspanó y Kundapí del Grijalva medio,
250-650 d.C.) se caracteriza la presencia de ofrendas masivas de cajetes negros con decoración incisa y
cocción diferencial (tipo Paniagua Inciso), pequeños braseros y restos de osamentas humanas, generalmente
dispuestos sobre el fondo de las cuevas o en formaciones estalagmíticas (Figura 2). Es en este periodo en el
que se reporta la mayor actividad hipogea para la región al sur y este de Ocozocoautla, en cuevas de el río
Francés y la región de El Guayabo (ACOSTA G. 2005), teniendo a sitios como “cerro ombligo” de
Ocozocoautla, aledaño al poblado del mismo nombre como principal centro local. Aunque en la región de la
Selva del Ocote también se observan cuevas con ofrendas masivas, Domenici (2002b:45) ha notado que para
el Clásico Temprano, ésta región no presenta una ocupación importante y sólo se mantiene como “paisaje
ceremonial”
Hacia la llamada fase Mechung (650-900 d.C.) se continúan las prácticas de ofrendas masivas en cuevas
húmedas, caracterizadas principalmente por cerámica del grupo Zuleapa, pasta fina y decoración pintada. Si
bien se ha mencionado que para ésta época se alcance el mayor índice poblacional en el Grijalva Medio, lo
cual ocasionaría la colonización de áreas menos propicias para la agricultura y anteriormente sólo consideradas
espacios para actividades ceremoniales como la selva El Ocote (DOMENICI D. 2002a, 200b), en la región
aledaña a Ocozocoautla se observa en realidad una posible época de inestabilidad demográfica y política al
incendiarse los edificios de El Mirador (AGRINIER P. 1990) y con la práctica ausencia de cerámica Zuleapa en
las ofrendas en cuevas húmedas, además de escaso material de este tipo en sitios como Piedra Parada. Es
posible que esta misma inestabilidad polica haya ocasionado el retiro de los núcleos de posblación Zoque
hacia la selva El Ocote. Allí emergen los sitios monumentales del Clásico Tardío entre los que destacan López
Mateos, El Tigre, El Cafetal y El Higo (DOMENICI D. 2002b:46).
Figura 1 . Ofrenda cerámica, cueva El Retazo.
El periodo de ocupación de las simas y cuevas elevadas
A fines del Clásico Tardío e Inicios del Posclásico (800-1100) se inicia la ocupación de cuevas en zonas de
difícil acceso, representadas principalmente por aquellas estudiadas en el cañón del río La Venta como son El
Tapesco del Diablo, El Castillo, El Camino Infinito o La Cueva del Lazo entre otras (SILVA C.-LINARES E.
1993, OREFICI G. 1999, LEE T. 1997a, 1997b). Aquí destacan las ofrendas en extraordinario estado de
conservación así como fardos funerarios de infantes (Cueva del Lazo), algunos de ellos con evidencia de
sacrificio (DRUSSINI A. 1999:156). La patología de los infantes (cribra orbitalia) indica la posibilidad de un
periodo de crisis alimentaria.
Hacia el 1100 d.C., los principales sitios monumentales de la selva El Ocote son abandonados y la región de
Ocozocoautla parece experimentar una crisis política y demográfica generalizada. Es posible que durante el
periodo conocido como Posclásico (1100-1521) sea el periodo de mayor inestabilidad política regional para
los grupos Zoques de la Depresión Central, así lo atestigua la llegada de los grupos del centro de México
como chiapanecas a la Depresión Central, y mexicas al norte. Es posible que, desde esta época, muchas de las
cuevas en zonas poco accesibles en las paredes del cañón se hayan convertido en áreas de refugio en una
época de crisis política y social.
Las pinturas rupestres en cuevas y sótanos kársticos
Un aspecto aún poco clarificado es la ubicación cronológica de las pinturas rupestres de la región, las cuales
aparecen constantemente asociadas a pequeñas cuevas aisladas o en paredes de difícil acceso en simas o
dolinas. En un ensayo previo por este autor, se había advertido que, si bien muchos de los motivos presentes
parecían vincularse con tradiciones asociadas a grupos de cazadores recolectores, parecía más plausible que
estos motivos se asignaran a la que Domenici (2002a:148) llama “segunda fase de tradición ritual hipogea”
(sic), pues la mayor parte de las pinturas se hallan en cuevas o zonas accesibles sólo mediante técnicas de
escalada y en balcones que conforman pequeños abrigos o cuevas prácticamente aislados del exterior, como se
advierte en sitios como la Sima de Las Cotorras, Sima del Mujú, Sima del Tigre o Cueva La Cotorra, entre
otras (ACOSTA G.-MÉNDEZ E. 2004). Aunque los estudios de fechamiento directo de las pinturas se
encuentran aún en procesamiento, los restos cerámicos localizados en sitios como la Sima del Tigre y la Sima
del Mujú, corresponden a materiales tardíos, ubicados principalmente en el periodo Posclásico, con
decoración trícroma o polícroma y cerámica domestica de pasta burda (Nuricumbo Doméstico)(ACOSTA G.
2005).
Algunos comentarios finales.
Como se ha podido advertir, la arqueología de cuevas y abrigos, si bien se ha considerado como una práctica
marginal en una zona cuya riqueza monumental la ha visto opacada, no es menos interesante y rica desde el
punto de vista arqueológico. El uso de las cavidades naturales de la región de Ocozocuautla como lugares de
refugio se observa, aunque con particularidades, desde las sociedades de cazadores recolectores quienes las
convirtieron en refugio ante los eventos climáticos exteriores y un albergue seguro para pernoctar y llevar a
cabo las actividades cotidianas. Durante el Clásico las cuevas húmedas fueron un espacio para la realización de
actividades ceremoniales que convirtieron el sistema hidráulico subterráneo en un santuario para la protección
de un recurso hidráulico escaso en el paisaje kárstico regional.
Pero, con mucho, el concepto de área de refugio se plasma durante los periodo de inestabilidad política
iniciado desde el Posclásico con la llegada de nuevos grupos hegemónicos y que culminará con la colonia,
convirtiendo a los grupos zoques de la región de Ocozocuautla en sociedades marginales en resistencia, como
se advierte en las prácticas religiosas consignadas por diversos autores (ARAMONI D. 1992, WONDERLY W.
1946, DOMENICI D. 2002b), quienes consignan la importancia que las cavidades naturales región de
Ocozocoautla y la sierra Veinte Casas han tenido en la concepción mágica de los grupos Zoques de la Colonia
y hasta la primera mitad del Siglo XX.
Así entonces, se puede advertir la importancia del estudio de aquellos grupos sociales y sitios arqueológicos
que han sido considerados como marginales por nuestra comunidad, advirtiendo que pueden constituir una
amplia fuente de información de larga duración siempre que estemos en disponibilidad para conocer su
riqueza histórica.

Notas
(1) Dado que, el contacto entre las unidades 14 y 15 fue fechada en 8930+-150, y la unidad 18 en 9300 a.p.
(2) Con fechas de 6330+-160 (I8618) y 6325+-125 (I8953) para la ocupación más reciente y 6910+-310 (I8954) para la
más antigua.

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