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MARIANO IRIART
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UP, p. 14.
2
UP, p. 10.
Procuremos concebir la tarea que compete al historiador de los sistemas de
pensamiento al nivel de lo que deja constancia que ocurrió, de lo efectivamente vivido.
Foucault enseña que consiste en “definir las condiciones en las que el ser humano
“problematiza” lo que es, lo que hace y el mundo en el que vive” 3. Las comillas tienen
también su importancia. Aunque no sepamos todavía qué es una problematización, qué
hacemos cuando “problematizamos”, notamos enseguida su aporte en esta definición de
la tarea de hacer una historia del pensamiento. En esta definición, “problematiza” ocupa el
lugar de privilegio del objeto. Y en este concepto general, en esta construcción, este
instrumento sobre el que queremos avanzar, hará radicar Foucault el “beneficio teórico”
que le reportaron las modificaciones temáticas y cronológicas efectuadas al plan inicial de
la historia de la sexualidad, orientadas a la elaboración de una genealogía del “hombre de
deseo”, que lo ha remontado, a través del cristianismo, a la antigüedad.
Disponer de un concepto general que permita definir el objeto de una historia de los
pensamientos no es, como es fácil de imaginar, una cuestión apenas importante para
Foucault. Más bien, al contrario. Es una preocupación recurrente, desde los primeros
escritos y hasta los últimos, distinguir sus investigaciones como historiador del
pensamiento de otras disciplinas a las que algún desprevenido podría atribuirles relación
de parentesco o afinidad. Era y siguió siendo una preocupación recurrente la de
diferenciar su trabajo de esas disciplinas denominadas historia de las ideas, de la filosofía,
o de las ciencias. En la Arqueología del saber la parte cuarta que se llama “La descripción
arqueológica” parece hecha a contrapunto de estas disciplinas. Podríamos preguntarnos
¿por qué esta obsesión de no querer ser confundido con el historiador de las ideas? Es
que la historia de las ideas se parece bastante, dice, a lo que él ha estado haciendo, pero
sólo superficialmente y a una primera vista. Visto de cerca y más detenidamente, son
tantos y tan grandes los desacuerdos que tomar una posición en los términos de la
alternativa propuesta por la forma de los pensamientos, implica el rechazo sistemático
de los postulados y de la metodología que el historiador de las ideas utiliza para sus
descripciones. Así, las “precauciones metodológicas” para eludir sus problemas y las
“tareas negativas” para poner fuera de juego nociones vinculadas a sus postulados, son
permanentes en las conversaciones, conferencias y escritos de Foucault.
Una diferencia puede percibirse entre aquellos primeros escritos y los últimos. Allí la
historia del pensamiento era incluida en esa lista indiferenciada de disciplinas que debían
abandonarse. Ahora es el nombre con el que caracteriza sus análisis. Para superar esta
3
UP, p. 13. Las comillas son del autor.
dificultad, tomemos en cuenta que el carácter específico de “esas disciplinas”, entre las
que incluía también a la historia de la literatura, no era tenido en cuenta 4. Pero su
amontonamiento no era desidia; tenía un propósito crítico: mostrar que sus objetos son
inciertos, sus fronteras están mal trazadas, los métodos que utilizan son recogidos de
aquí y de allá, avanzan sin rectitud ni fijeza 5. En esta etapa de la evolución del
pensamiento de Foucault, que aún no disponía de un lenguaje propio para decir cosas
propias, no era insuficiente caracterizar sus investigaciones, para distinguirlas, como
“arqueológicas” ya que no se habían independizado del nivel genealógico, pese a hallarse
articulado con él desde el principio. Pero una vez trazadas ambas dimensiones a los fines
de la claridad del método empleado, denominar arqueológicas a las investigaciones
llevadas a cabo significaría una reducción inadmisible. Que en la vertical de nosotros
mismos la “historia del pensamiento” haya resultado ser el mejor candidato se
comprenderá más adelante. Por el momento, basta con señalar que el pensamiento es el
lugar donde la actividad filosófica se concibe.
Es importante determinar qué está en juego en esta reivindicación que Foucault hace
de la “arqueología” por sobre la historia de las ideas y las que se le parecen. Y lo que aquí
se juega es las exigencias y las posibilidades de un método para los estudios históricos.
Pese a su título, nos dice Foucault, la historia de las ideas es una disciplina bastante
alejada de la historia, del trabajo del historiador y de sus métodos. “Disciplina de las
interferencias” la llama6, al acecho del momento en el que los discursos, a partir de lo que
todavía no eran, se han convertido en lo que son. “La historia de las ideas concierne al
análisis de una noción desde su nacimiento, durante su desarrollo y en el establecimiento
de otras ideas que constituyen su contexto” 7. Origen, continuidad, totalización: estos son
los grandes temas de la historia de las ideas, mediante los cuales aparece ligada a cierta
forma de análisis histórico.
En completa oposición a esto, se trataría de recorrer ese “continente nuevo” que las
investigaciones de Nietzsche abrieron para los pretendientes del conocimiento y que
presentó de manera sistemática en la Genealogía de la moral: la “crítica del valor” es el
nombre programático de esta exigencia. Apuntaladas con un correcto método histórico,
sirven como modelo para un análisis, no de los comportamientos ni de las ideas, no de las
sociedades ni de las ideologías, sino de las problematizaciones a cuyo través el ser se da
4
Cfr.: AS, Introducción, p. 5.
5
Cfr.: Ibíd., p. 229
6
Ibíd., p. 232
7
Foucault, M. Coraje y Verdad, p. 317.
como poderse y deberse ser pensado y de las prácticas a partir de las cuales se forman
aquellas8.
13
Cfr.: Foucault Coraje y Verdad, p. 390.
14
Ibíd. p. 389
El hecho de que una respuesta no es una representación ni un efecto de una
situación, no significa que no responda nada, que sea puro sueño, o una anti-creación.
Una problematización es siempre una clase de creación, pero una creación en el sentido
de que, dada una cierta situación, no se puede inferir que se seguirá esta clase de
problematización. Dada una cierta problematización ustedes pueden solamente entender
por qué esta clase de respuesta aparece como una réplica a algún aspecto concreto y
específico del mundo.
“Hay una relación, afirma Foucault, entre la cosa que está problematizada y el proceso
de problematización”15. Esta es la relación que se da entre el pensamiento y la realidad,
como una “respuesta” dada a una situación concreta, aleatoria y contingente, y a la que
intenta captarse en su poder de afirmación: la original, específica y singular respuesta del
pensamiento.
15
Ibíd.