You are on page 1of 6

“Problematizaciones” y prácticas.

MARIANO IRIART

“(Ésta) es la ironía de los esfuerzos que hacemos para cambiar nuestro


modo de ver, para modificar el horizonte de lo que conocemos y para intentar
lograr verlo en perspectiva. ¿Condujeron efectivamente a pensar de otro modo?
Quizá, cuando mucho, permitieron pensar de otro modo lo que ya pensábamos
y percibir lo que hicimos desde un ángulo distinto y bajo una luz más clara.
Creíamos alejarnos y nos encontramos en la vertical de nosotros mismos. El
viaje rejuveneció las cosas y envejeció la relación con uno mismo”.
MICHEL FOUCAULT El uso de los placeres1.

La historia del pensamiento, de los sistemas de pensamiento, la red de análisis que le


conviene, condujo a Michel Foucault ha hablar de las problematizaciones como el objeto
complejo de las investigaciones desarrolladas por él en los últimos años.
El análisis de las problematizaciones le permitió, además, desplazar las actividades
teóricas realizadas a lo largo de su vida, integrándolas en un horizonte más amplio,
haciendo posibles otras direcciones para el análisis, otros modos de pensar.
Podríamos decir de manera general que el objeto del que habla intensamente Foucault
no son las regulaciones de enunciados, ni es el poder (las relaciones de poder), ni
tampoco las tecnologías del poder, ni siquiera el sujeto, sino: las “problematizaciones”. O
más bien: que las problematizaciones permiten el análisis de las correlaciones entre los
tres ejes constitutivos de la experiencia que Foucault ha desarrollado en sus obras, a
saber: campos de saber, formas de normatividad y tipos de subjetividad, susceptibles de
analizarse cada uno también en su especificidad.
Formularemos algunas consideraciones en torno a esta posición teórica, haciendo
referencia sobre todo a un escrito y a un seminario. El texto es la introducción al Uso de
los placeres, segundo tomo de Historia de la sexualidad. Señala allí su necesidad de
abandonar el plan de investigación concebido y arriesgarse en el desarrollo de este tema
que, parecía, “me acercaba mucho más a la pregunta que desde tanto tiempo es mi
intención plantear”2. Las clases fueron dictadas en Berckeley en 1983, publicadas en
español con el título Coraje y Verdad en El último Foucault (2003) y su objeto es la
problematización del decir la verdad en la Antigüedad. Ambos nos permitirán mostrar la
razón de estos estudios y el significado de los mismos, y extraer algunos elementos para
reflexionar la relación que se establece entre la actividad de pensar y las prácticas, que es
como preguntar: qué es, o mejor qué puede ser, hacer filosofía hoy.

1
UP, p. 14.
2
UP, p. 10.
Procuremos concebir la tarea que compete al historiador de los sistemas de
pensamiento al nivel de lo que deja constancia que ocurrió, de lo efectivamente vivido.
Foucault enseña que consiste en “definir las condiciones en las que el ser humano
“problematiza” lo que es, lo que hace y el mundo en el que vive” 3. Las comillas tienen
también su importancia. Aunque no sepamos todavía qué es una problematización, qué
hacemos cuando “problematizamos”, notamos enseguida su aporte en esta definición de
la tarea de hacer una historia del pensamiento. En esta definición, “problematiza” ocupa el
lugar de privilegio del objeto. Y en este concepto general, en esta construcción, este
instrumento sobre el que queremos avanzar, hará radicar Foucault el “beneficio teórico”
que le reportaron las modificaciones temáticas y cronológicas efectuadas al plan inicial de
la historia de la sexualidad, orientadas a la elaboración de una genealogía del “hombre de
deseo”, que lo ha remontado, a través del cristianismo, a la antigüedad.
Disponer de un concepto general que permita definir el objeto de una historia de los
pensamientos no es, como es fácil de imaginar, una cuestión apenas importante para
Foucault. Más bien, al contrario. Es una preocupación recurrente, desde los primeros
escritos y hasta los últimos, distinguir sus investigaciones como historiador del
pensamiento de otras disciplinas a las que algún desprevenido podría atribuirles relación
de parentesco o afinidad. Era y siguió siendo una preocupación recurrente la de
diferenciar su trabajo de esas disciplinas denominadas historia de las ideas, de la filosofía,
o de las ciencias. En la Arqueología del saber la parte cuarta que se llama “La descripción
arqueológica” parece hecha a contrapunto de estas disciplinas. Podríamos preguntarnos
¿por qué esta obsesión de no querer ser confundido con el historiador de las ideas? Es
que la historia de las ideas se parece bastante, dice, a lo que él ha estado haciendo, pero
sólo superficialmente y a una primera vista. Visto de cerca y más detenidamente, son
tantos y tan grandes los desacuerdos que tomar una posición en los términos de la
alternativa propuesta por la forma de los pensamientos, implica el rechazo sistemático
de los postulados y de la metodología que el historiador de las ideas utiliza para sus
descripciones. Así, las “precauciones metodológicas” para eludir sus problemas y las
“tareas negativas” para poner fuera de juego nociones vinculadas a sus postulados, son
permanentes en las conversaciones, conferencias y escritos de Foucault.
Una diferencia puede percibirse entre aquellos primeros escritos y los últimos. Allí la
historia del pensamiento era incluida en esa lista indiferenciada de disciplinas que debían
abandonarse. Ahora es el nombre con el que caracteriza sus análisis. Para superar esta

3
UP, p. 13. Las comillas son del autor.
dificultad, tomemos en cuenta que el carácter específico de “esas disciplinas”, entre las
que incluía también a la historia de la literatura, no era tenido en cuenta 4. Pero su
amontonamiento no era desidia; tenía un propósito crítico: mostrar que sus objetos son
inciertos, sus fronteras están mal trazadas, los métodos que utilizan son recogidos de
aquí y de allá, avanzan sin rectitud ni fijeza 5. En esta etapa de la evolución del
pensamiento de Foucault, que aún no disponía de un lenguaje propio para decir cosas
propias, no era insuficiente caracterizar sus investigaciones, para distinguirlas, como
“arqueológicas” ya que no se habían independizado del nivel genealógico, pese a hallarse
articulado con él desde el principio. Pero una vez trazadas ambas dimensiones a los fines
de la claridad del método empleado, denominar arqueológicas a las investigaciones
llevadas a cabo significaría una reducción inadmisible. Que en la vertical de nosotros
mismos la “historia del pensamiento” haya resultado ser el mejor candidato se
comprenderá más adelante. Por el momento, basta con señalar que el pensamiento es el
lugar donde la actividad filosófica se concibe.
Es importante determinar qué está en juego en esta reivindicación que Foucault hace
de la “arqueología” por sobre la historia de las ideas y las que se le parecen. Y lo que aquí
se juega es las exigencias y las posibilidades de un método para los estudios históricos.
Pese a su título, nos dice Foucault, la historia de las ideas es una disciplina bastante
alejada de la historia, del trabajo del historiador y de sus métodos. “Disciplina de las
interferencias” la llama6, al acecho del momento en el que los discursos, a partir de lo que
todavía no eran, se han convertido en lo que son. “La historia de las ideas concierne al
análisis de una noción desde su nacimiento, durante su desarrollo y en el establecimiento
de otras ideas que constituyen su contexto” 7. Origen, continuidad, totalización: estos son
los grandes temas de la historia de las ideas, mediante los cuales aparece ligada a cierta
forma de análisis histórico.
En completa oposición a esto, se trataría de recorrer ese “continente nuevo” que las
investigaciones de Nietzsche abrieron para los pretendientes del conocimiento y que
presentó de manera sistemática en la Genealogía de la moral: la “crítica del valor” es el
nombre programático de esta exigencia. Apuntaladas con un correcto método histórico,
sirven como modelo para un análisis, no de los comportamientos ni de las ideas, no de las
sociedades ni de las ideologías, sino de las problematizaciones a cuyo través el ser se da

4
Cfr.: AS, Introducción, p. 5.
5
Cfr.: Ibíd., p. 229
6
Ibíd., p. 232
7
Foucault, M. Coraje y Verdad, p. 317.
como poderse y deberse ser pensado y de las prácticas a partir de las cuales se forman
aquellas8.

Bajo la palabra problematización se integran todos los estudios practicados por


Foucault a lo largo de su vida. La dimensión arqueológica del análisis posibilita la
investigación de los procesos de problematización. La dimensión genealógica posibilita
analizar su formación, a partir de las prácticas y sus modificaciones 9.

Los procesos de problematización:


Parafraseando a Gilles Deleuze podemos afirmar que para el historiador del
pensamiento no hay problemas sino procesos de problematización, maneras en que
ciertas experiencias, fenómenos o conductas que habían sido aceptadas sin discusión,
familiares para un determinado grupo, comienzan a generar cuestionamientos, “plantean
discursos y debates, incitan nuevas reacciones e inducen una crisis en los previamente
silenciosos comportamientos, hábitos, prácticas e instituciones” 10. Atiende a la cuestión de
cómo y por qué ciertas cosas se vuelven problemáticas, cómo y por qué llegan a
convertirse en un problema11.
Estos estudios, que pertenecen a la historia, no son sin embargo trabajo de historiador.
Consisten en un ejercicio, por excelencia, filosófico: ¿por qué esta inquietud del
pensamiento? ¿Qué formas asume? ¿cuál es su intensidad en determinado momento
histórico? ¿qué nuevas relaciones establece? No es sino el trabajo del pensamiento sobre
sí mismo “para liberar al pensamiento de lo que piensa en silencio y permitirle pensar de
otro modo”12.
Creo que en este punto podríamos encontrar algún elemento a favor de la decisión de
Foucault de caracterizar su trabajo como el de un historiador del pensamiento. Creo que
la enseñanza que podemos extraer de lo que Foucault nos dice es que algo de
pensamiento anima, también los comportamientos más cotidianos. Que el pensamiento
existe, que algo hay de pensamiento incluso en las instituciones sordas, en los hábitos
mudos, en las prácticas más silenciosas. Y que la tarea verdaderamente crítica consiste
en hacer salir de su refugio a este pensamiento y tratar de cambiarlo, pensar distinto y ver
hasta dónde puede llegar a inscribir esas transformaciones que son tan urgentes en los
modos de acción.
8
Foucault, M. UP Introducción, p. 14.
9
Ibíd..
10
Foucault Coraje y Verdad, p. 317.
11
Ibíd., p. 389.
12
Foucault UP, p. 12.
La formación y transformaciones de los problemas:
Una problematización no es el efecto de una situación determinada sino que es una
respuesta definida dada por determinados individuos, homogéneos, generales o incluso
anónimos13. De suerte que frente a una situación concreta no es posible deducir a partir
de ella que cierta forma de problematización naturalmente la seguirá. El análisis de estas
respuestas se lleva enteramente a cabo en términos de estrategias abiertas.
Se trata de describir la formación de una problematización determinada en el nivel de
su emergencia, es decir, en el de las relaciones de poder que se enfrentan, luchan,
confluyen, tejen compromisos y definen ciertas reglas de juego. Para aproximarnos a esta
tarea debemos adoptar la perspectiva no ya del filósofo, sino del político.
El estudio de las relaciones de poder se realiza en el análisis de las configuraciones de
las prácticas reales, allí donde se implantan y producen efectos reales. Busca determinar
las relaciones de poder allí donde se hacen consistentes en un cierto número de
instituciones locales; apoyándose en cierto tipo de técnicas, dándose los instrumentos
para intervenir materialmente en la multiplicidad de cuerpos, de energías, de fuerzas, de
pensamientos.

Las formas de problematización:


En las consideraciones conclusivas de Coraje y verdad señala Foucault como una
cuestión de método que le da gusto subrayar la de ofrecer una explicación del significado
de la palabra problematización. Analizar el proceso de problematización significa analizar
“cómo y por qué ciertas cosas (el comportamiento, los fenómenos, los procesos) se
vuelven un problema”. “La cuestión que planteo – dice – es ésta: ¿Cómo y por qué se
ligaron, caracterizaron, analizaron y trataron conjuntamente cosas muy diferentes en el
mundo como, por ejemplo, la “enfermedad mental”?” 14 o el “racismo de Estado” o la
“sexualidad”.
La problematización es una “respuesta” concreta a una situación concreta que es real.
Pero tenemos que entender claramente que una problematización dada no es un
efecto o consecuencia de un contexto histórico o situación, sino que es una respuesta
dada por individuos definidos (aunque se pueda encontrar la misma repuesta dada en una
serie de textos y en cierto punto la respuesta puede volverse tan general que se vuelve
incluso anónima).

13
Cfr.: Foucault Coraje y Verdad, p. 390.
14
Ibíd. p. 389
El hecho de que una respuesta no es una representación ni un efecto de una
situación, no significa que no responda nada, que sea puro sueño, o una anti-creación.
Una problematización es siempre una clase de creación, pero una creación en el sentido
de que, dada una cierta situación, no se puede inferir que se seguirá esta clase de
problematización. Dada una cierta problematización ustedes pueden solamente entender
por qué esta clase de respuesta aparece como una réplica a algún aspecto concreto y
específico del mundo.
“Hay una relación, afirma Foucault, entre la cosa que está problematizada y el proceso
de problematización”15. Esta es la relación que se da entre el pensamiento y la realidad,
como una “respuesta” dada a una situación concreta, aleatoria y contingente, y a la que
intenta captarse en su poder de afirmación: la original, específica y singular respuesta del
pensamiento.

15
Ibíd.

You might also like