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creamos ficciones para vivir en ellas o mejor dicho para no vivir por completo fuera de ahí.
Es ese fin, ese término posible lo que ha permitido justamente que la especie humana no se
haya acabado, o si es que se acabó, podamos vivir en uno de los vericuetos de una
imaginación colectiva, y por tal, entenderíamos nuestra angustia contemporánea por “lo
ficción. Señala:
muerte es el fin no tan sólo de la vida sino de esa posibilidad de imaginar. En esta misma
pueda ser otro, tal como señaló Rimbaud, pero, y para, a la vez calar en lo más hondo, en
el límite que nos es posible llamar realidad o, de otro modo, la suma de los sentidos.
sobre los procesos de subjetivación desde los cuales es posible expandir ese “sujeto” a la
idea de un autor y esa “verdad” (de sí) a una conciencia literaria para de algún modo
repensar esa tensión entre la ficción y sus límites. Desde antes y mucho después de estos
autores dicho ‘diálogo inconcluso’ sigue siendo una paradoja abierta e incluso un callejón
pregunta en cómo una subjetividad en constante proceso, sin más origen que los
enunciados heredados y sin más destino que el final de ellos, puede suspenderse y devenir
Javier Guerrero en esta relación entre cuerpo/ corpus y archivo ha señalado que:
“el archivo no sólo conserva las huellas del cuerpo, sino que también reproduce una lógica
2Foucault, Michel. Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós, 1990.
3Deleuze, Gilles. “La inminencia: una vida…” en Ensayos sobre biopolítica: excesos de vida. Buenos Aires: Paidós,
2007.
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materialidad del archivo, o el archivo como cuerpo y/o corpus, en donde entra en acción la
Para ir clarificando estas nociones, una primera hipótesis tiene que ver con
sentido para luego volver a salir: ráfagas de estilo. Eso sería el doble carácter tanto
conservador como exhibista que señala Guerrero a partir de la idea de Derrida en cuanto el
archivo es nomológico (nomos=ley) y topológico (topos=lugar), es decir, “el cruce del lugar
y la ley, del soporte y la autoridad, una escena de domiciliación se hace a la vez visible e
invisible”5.
cuanto accede al mito como por ejemplo Cien años de soledad (1967) o al archivo como en
Los pasos perdidos (1953). En esta dialéctica confronta de cierta manera el espacio de la
4 Guerrero, Javier. Tecnologías del cuerpo: exhibicionismo y visualidad en América Latina. Madrid: Iberoamericana
Vervuert, 2014. Pág. 45.
5 Derrida, Jacques. Mal de archivo: una impresión freudiana. Madrid: Trotta, 1997. Pág. 11.
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ficción y la obra litearia con el documento y las operaciones novelescas a partir de ella.
García Márquez es la arquetípica. Por este motivo, el Archivo como mito constituye su
núcleo”6.
Mi interés propiamente investigativo tiene que ver, en efecto, con la anomia tanto
crítica como teórica con respecto a éstos. A lo que me refiero es que los estudios literarios
han estado centrados en la ficción como obra (con aura incluida). De un modo casi
dichas obras, con la fatiga de sus materiales, con la desaparición de su fulgor y son,
justamente, los remanentes de ellas las que configuran nuevas cajas de herramientas.
Pienso en los procesos que exceden al arte mismo como genealogía y que han sido
manera indirecta a esas escrituras documentales que, como decíamos, han sido atendidos
con cierta incomodidad crítica y con el uso forzoso de aparatos teóricos que no terminan de
La relevancia aquí pasa por la ampliación de los corpus tradicionales a estos textos
documentales escritos por autores de ficción, pero a la vez por el enfoque teórico que no
sólo describe ciertos procesos y flujos de la dinámica literaria, sino que además se sirve del
6 González Echevarría, Roberto. Mito y archivo: una teoría de la narrativa latinoamericana. DF: FCE, 1998. Pág. 27.
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punctum ensayístico y sobre todo de las innovaciones que se vienen gestando en la novela
con respecto a sus exterioridades, ya que las experiencias más límites creativamente pasan
por estos tráficos y fugas entre la ficción como espacio clausurado en sí mismo y las
escrituras que las bordean, las desterritorializan y les dan nuevas densidades.
Es por esto que, a diferencia de otros autores, no considero como literatura las
representación, se deslizan por otro eje y sus posibilidades de sentido son una mediación y
no un fin en sí mismo como pretende la obra. Por otra parte, es curioso que las
definición. Desde ciertas prácticas más bien editoriales o que nacen desde los medios como
el periodismo se les ha llamado a estas escrituras “no ficción”, nombre que si bien es cierto
anulación total de lo ficticio en sus representaciones. Otro intento, desde los saberes
referenciales”, no obstante creo que la referencialidad a la que se hace alusión es sólo una
7 “Géneros discursivos “referenciales" llamo aquí a aquellos donde, al revés de lo que ocurre en los ficcionales como la
novela, autor y sujeto de la enunciación (o "narrador") coinciden: son el mismo. Hablo de géneros como la carta, el
diario íntimo, la autobiografía, las memorias, la crónica, el ensayo, o géneros periodísticos como la entrevista y el
reportaje. En todos ellos el discurso opera, invariablemente, con un referente extratextual de diversa identidad:
cultural, social, político, literario, artístico, biográfico, etc.” En La escritura de al lado: géneros referenciales. Santiago:
Cuarto Propio, 2001. Pág 11.
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parte de estas escrituras y no al sistema completo. Para este trabajo he querido referirme a
ellas como “escrituras documentales” como ya se ha visto por tres razones principales.
documento logra ponerse en evidencia que no estamos ante una obra, ante una obra literaria
me refiero. La distancia entre ambas es persuasiva y deja en claro que cuando hablamos de
no pensamos en ellas como obras literarias sino como documentos que pueden estar
preferido el término ‘documental’, pues apela a otras prácticas afines como el documental
audiovisual y el teatro documental, en los cuales los diálogos son testimonios, los
personajes son personas y el documento social como tal remite a su propia obsolescencia,
es decir, a su verdad que invierte las reglas de representación y ficción en aras de un nuevo
límite que, por ende, convierte al espectador en testigo, y por cierto, cómplice. Finalmente,
me he inclinado por dicho nombre ya que de algún punto apela a la idea de archivo, noción
posiblemente el heredero de lo que Benjamin llamó aura. Tan así pareciera ser que el
archivo ha relevado dicha fulgencia de autoridad y valor a la obra como tal que en las
magnetismo y capital que irradia en cuanto a su unicidad como lo pueden ser las cartas
Para este trabajo he separado las escrituras documentales en cuatro áreas bien
delimitadas, y a éstas en dos según géneros de intimidad o de alteridad. Si bien sus nombres
son bastante elocuentes se hace necesario especificar un par de puntos. Hemos preferido
del “otro” para la realización de estas escrituras, otro como contraparte o beneficiario.
transformación que ciertamente serán los ejes en cuanto a las ideas de cuerpos, discursos y
funciones distintas.
viaje, enfermedad, etc, los apuntes y bitácoras o llamados ‘relatos de viaje’ donde la
prioridad acá se halla en lo escrito, es casi una performance de escritura de parte del
escribiente, a quien hemos llamado así para diferenciarlo del autor y el hablante. Aquí
tenemos como ejemplos quizá la mayor cantidad de textos que se han escrito en cuanto
documental: Veneno de escorpión azul: Diario de vida y de muerte (2007) de Gonzalo Millán,
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Rápido, antes de llorar (2007) y ¿A quién matamos ahora? (2011) que son los cuadernos de
autobiografías y biografías, en los cuales dicha intimidad enfrenta una tensión entre la
sentido más bien expansivo y la lectura del documento pasa más bien por la relación de la
operación de escritura entre el autor y el texto mismo. En Chile contamos con variados
ejemplos como los ya clásicos Confieso que he vivido (1974), que por cierto sea quizá el
autobiografía El amigo piedra (1990) de Pablo de Rokha, Bendita mi lengua sea (2002) de
Gabriela Mistral o El Loco de Dios, biografía oral de Juan Luis Martínez realizándose por
quien escribe.
para su realización, en diferencia del “íntimo”, en el cual el sujeto se enfrenta con el propio
texto es que los Discursos documentales referenciales tienen que ver con los epistolarios, las
entrevistas y conversaciones. Aquí le atención está centrada en cómo ese otro permite la
expresión del enunciador, en las reglas y juegos fáticos y conativos para que la puesta en
correspondencia. Ejemplos de estas obras hay cada vez más. Entre otros epistolarios, Niña
errante (2010) de Gabriela Mistral, el proyecto de Hernán Ortega Parada, Arquitectura del
escritor, que entrevista a autores tales como Enrique Gómez Correa, Ludwig Zeller, Jorge
Teillier y Raúl Zurita, Give me a break: Conversaciones con Diego Maquieira (2008) de
Leonidas Morales, Conversaciones con Enrique Lihn (2014) de Pedro Lastra, etc.
autores en dicho campo. La prioridad acá tiene que ver con la transformación de quien lee
proceso comunicativo sino es a quien se dirige la función de dichas escrituras. Obras como
escrituras documentales.
pudieran aunar en una lectura teórica o reflexiva textualidades tan disímiles en apariencia
reconocer en este diagrama (ver anexo) la cercanía que hay en sus materialidades, la
simetría de sus estructuras y las pulsiones de estilo que convergen en elementos comunes
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para un análisis sistémico, pero no por eso homogéneo ni menos perder de vista cada
un par de risas jocosas provocó, por lo que creo pertinente especificar que al referirme así a
ellas no tiene que ver con lo que sobra, sino justamente con lo que falta. Una operación n-
1, en la que su ausencia conforma la unidad que la reclama del mismo modo que un
Desde esta cuestión más bien teórica es que he visualizado un fenómeno muy
curioso que sucede en la poesía chilena, la cual por su potencia, continuidad y riqueza sea
tal vez la tradición más consolidada y relevante del siglo XX. El hecho de que tanto sus
cuatro referentes principales hasta lo que se escribe hoy confirman y proyectan el contexto
necesario para el interés por estas escrituras documentales, en oposición al género literario,
pues como vale recordar no estamos frente a obras sino a documentos y objetos culturales.
literaria, cursos sobre literatura. Estos otros discursos no son sólo complementos a sus
libros de creación, sino que por el contrario, se presentan como parte sustancial de sus
obras, tanto así que las dotan de nuevos sentidos, entradas y registros.
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Esta parte del ensayo, algo así como un estado de la cuestión, pretende cartografiar
los antecedentes en un horizonte de lecturas que intente trazar los límites de estos textos,
su función con respecto al desajuste literario y cimentar un nicho crítico que ponga en
flujos de interacción estos textos. Una reflexión en torno a la intimidad como superación
Hernán Díaz Arrieta, Alone, es una de las figuras más paradójicas en el campo
cultural chileno del siglo pasado. Por un lado su trabajo crítico ha sido el más relevante
tanto en continuidad como en las repercusiones en cuanto a la idea de autor/ autoridad que
los críticos siempre han arrogado para sí, ya que de algún modo eso es un crítico, un lugar
de enunciación. Tanto la prensa como la academia no son más que cajas de resonancia de
sólo produce sino que reproduce los procesos de su creación en las obras y documentos que
agencia en un medio determinado. Sin parecer efectista, es él, Alone, quien concita una
que el carácter autodidacta de su formación literaria tenga que ver con sortear el deseo de
(1930) y el libro de divulgación Panorama de la literatura chilena (1931), entre otros, pero
no será con Historia personal de la literatura chilena (1954) que su corta, pero notable nota
El adjetivo “personal” que en este libro sigue al sustantivo “historia” lleva dos
propósitos: 1°- Advierte que, a diferencia a otras, ésta no se basa en
clasificaciones ideológicas, literarias, filosóficas, etc. sino en las personas o los
personajes, en los actores del drama, reduciéndolos y aislándolos hasta lo
posible para que se destaquen. 2°- Confesar que esto no se debe a teoría de
ninguna clase, sino a simple y subjetiva inclinación, a una razón, también
personal. Otros en la historia ven las masas, las corrientes, los imponderables
sociológicos; nosotros vemos, ante todo, seres humanos, concretos, que nacen,
viven y mueren. También “historia personal” 8.
Historia de la biografía (1959), Memorialistas chilenos (1960), Leer y escribir (1962), Los
cuatro grandes de la literatura chilena (1963) y sus notables memorias Pretérito imperfecto
(1976), sin contar su póstumo Diario íntimo. Lorena Amaro hace una notable lectura de
Alone, por lo cual se remite a su texto “Autobiografía y crítica literaria en Chile: las
formas del complot”9. Sin embargo, no quiero dejar pasar la acertada noción que extrae de
8Díaz Arrieta, Hernán (Alone). Historia personal de la literatura chilena: Zig zag, 1954.
9 Amaro, Lorena. “Autobiografía y crítica literaria en Chile: las formas del complot” en Cuadernos
Hispanoamericanos, n° 760, 2013.
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No hay espacio ahora para complementarla, pero sin duda es una de los discursos
Cultura, en Santiago, se llevó a cabo un seminario interdisciplinario cuyo tema central fue
la memoria y las escrituras llamadas “referenciales” hoy en día por Leonidas Morales con
documental” fue su nombre y sin lugar a dudas se convierte en un hito donde no sólo se
historizan estas textualidades sino además es cuando comienzan a ser pensadas dentro de
un sistema teórico, crítico y metareflexivo. Lo que quedó de ese encuentro fueron las actas
publicadas al año siguiente bajo el título de La invención de la memoria 10. Una veintena de
intelectuales se dio cita en aquel evento que sorteó la censura militar sin no enfrentarse al
riesgo que ello implicaba. Autores como Soledad Bianchi, Martín Cerda, Rolf Foerster,
Justo Pastor Mellado, Sonia Montecino, Francisco Javier Pinedo 11, Federico Schopf, entre
otros, participaron con sus ponencias ante la invitación del organizador y luego editor del
libro, Jorge Narváez, quien por lo demás había ya publicado en 1983 el artículo “El
testimonio 1972-1982. Transformaciones en el sistema literario” (1983) que sería una de las
Sin embargo, el año 1971 parece olvidarse que en la Universidad de Chile se dio cita
a un seminario con características parecidas y que allí se discutieron los temas pertinentes
a las escrituras documentales en un relato que podemos llamar inaugural en efecto, pues
no tenemos antecedentes previos a él. De este seminario nació el libro Gracias a la vida:
Violeta Parra, Testimonio (1982), del cual se hizo una reedición “revisada, corregida y
aumentada” publicada el año 2011 bajo el nombre Violeta Parra: el canto de todos 12.
12 Štambuk , Patricia, et al. Violeta Parra : el canto de todos . Santiago: Pehuén Editores, 2011.
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Capote, texto que el propio escritor norteamericano definió como “non fiction
novel”. Eran productos híbridos que de algún manera habían resuelto con
rigor literario la distancia que existe entre el recuerdo o testimonio factual de
una experiencia o de un personaje (registrados casi siempre con la ayuda de
una grabadora) y la elaboración con sentido estético de la misma. Ese era el
punto central y el eje de la reflexión, y también del trabajo. Tratándose de un
seminario, se pretendía no sólo estudiar los mecanismos y problemas del
género testimonio sino de ponerlos en práctica. A los alumnos que se
inscribieron, casi todos de periodismo, les sugerimos o eligieron un tema,
trabajo que fueron desarrollando en sucesivos semestres y cuyos avances se
discutían y analizaban en el seminario.
debía llegar, decir y/o construir una verdad ante la falsedad del sistema, la propaganda
derechista o los medios. Pinedo en el texto citado a nota de pie unas páginas antes
rememora, al igual que Subercaseaux, Biografía de un cimarrón (1966) del cubano Miguel
independencia de 1890. La búsqueda y necesidad de “lo real” o del realismo que los
discursos marxistas reclamaban también dio pie a que otros autores experimentaran con la
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“verdad” en la literatura como Rodolfo Walsh con Operación Masacre (1957) o el ya citado
Ricardo Pozas.
Por su parte, los estudios teóricos estaban también en este dilema de cómo a través
Roland Barthes es uno de los primeros en acercarse a dichas cuestiones con Crítica y verdad
(1966); no obstante tendrá que pasar casi una década para que naciera el primer clásico
sobre el tema, El pacto autobiográfico (1975) de Philippe Lejeune, que hasta el día de hoy
tanto nacionales como con las lecturas críticas de la academia internacional siendo su
discusiones que serán protagónicas hasta el día de hoy como la pregunta por el feminismo
una nueva escritura teórica como es el caso del texto de Justo Pastor Mellado a medias
han ido en exponencial aumento. Leonidas Morales ha sido uno de los más exhaustivos
intelectuales en profundizar en diarios íntimos, cartas y autobiografías. Por ser uno de los
pioneros en la academia varios especialistas hoy han trabajado con él, como es el caso de
Olga Grau quien publicó el notable Tiempo y escritura: El diario y los escritos
autobiográficos de Luis Oyarzún (2009). Del mismo año otro libro completamente
Díaz Cid. Asimismo, cada vez hay más tesis y estudios académicos al respecto, al igual que
Pareciera ser hoy una época en que los archivos se revelaran tal como sucedió en
tanto como obra o como documento en su deriva entre objeto y operación, no deja de
reclamarle vida a la vida misma, pero a la vez extraer de ella pequeñas y microfísicas
vida, sin más genealogía que su propio devenir. De algún modo esta es la conciencia al
sentido.
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BIBLIOGRAFÍA
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MELENDI, Miguel. La narración artística como documento: atribución de confianza en mundos de
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ANEXO