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ÁLBUM DE SEÑORITAS DE JUANA MANSO

PERIODISMO Y FRUSTRACIÓN PARA UN PROYECTO ‘ DOMÉSTICO’

DE FUNDAR UNA NACIÓN


LELIA AREA es Doctora en Letras (UBA) y Profesora y Licenciada en
Letras (UNR). Sus áreas de interés académico y de investigación son las
miradas de género y la escenografía de lo familiar en la Literatura
Argentina Siglos XIX y XX. Es Profesora Adjunta por concurso de la Cátedra
de Análisis del Texto, Escuela de Letras, Facultad de Humanidades y Artes
así como Profesora Titular de Gramática Teatral y Literatura Dramática de
la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario y Coordinadora de
Intercambio Académico de la Fundación del Gran Rosario.
Asimismo, es Coordinadora Académica de la Carrera de Postítulo de
Actualización en las Artes Escénicas, Dirección Provincial de Enseñanza
Artística, Ministerio de Educación Provincia de Santa Fe y Coordinadora
de Intercambio de Académico, Subsede UNR Cátedra UNESCO para el
Mejoramiento de la calidad y Equidad de la Educación en América Latina
con base en la lectura y escritura.
Por otra parte, se desempeña como Profesora Titular Permanente, en
la Maestría de Análisis del Discurso, Facultad de Filosofía y Letras, UBA y
es Profesora Titular Permanente, Carrera de Especialización en Literatura
Hispanoamericana, Universidad Nacional del Comahue. Ha sido profeso-
ra invitada como conferencista y dictante de seminarios de su especialidad
en las universidades de Copenhague, Aalborg, Odense, Aarhus (Dinamar-
ca), Pittsburgh y The Ohio State University (USA), Ottawa y Montreal
(Canadá) y Lille3, (Francia).
Es autora de numerosos artículos y ediciones nacionales y extranje-
ras en torno a la relación ficción / política en la literatura y cultura argentina
y latinoamericana del siglo XIX.
LELIA AREA

Álbum de Señoritas de Juana Manso


Periodismo y frustración para
un proyecto ‘doméstico’
de fundar una nación
Colección ARCHIVOS

Area, Lelia
Albúm de señoritas de Juan Manso : periodismo y frustración para
un proyecto doméstico de fundar una nación. – 1° ed. – Buenos
Aires : Feminaria, 2005. 88 p. ; 20x14 cm

ISBN 987-21999-0-6

1. Estudio Literario. I. Título


CDD 801.95

Diagramación de tapa:

© 2005
feminaria@fibertel.com.ar
© 2005 Lelia Area
larea@citynet.net.ar
Buenos Aires, República Argentina
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
Introducción

Uno puede juzgar el grado de civilización de una


nación a través de la posición social de sus mujeres.
D. F. Sarmiento

La Manso, a quien apenas conocí fue el único hombre


en tres o cuatro millones de habitantes en Chile y la
Argentina que comprendiese mi obra de educación
y que inspirándose en mi pensamiento, pusiese el
hombro al edificio que veía desplomarse.
¿Era una mujer? (s/m) Domingo F. Sarmiento

Las dos citas de Sarmiento que encabezan este trabajo han


sido privilegiadas con la aviesa intención de dibujar los bordes del
paradigma de contradicciones que caracterizó el mapa cultural en
el que Juana Paula Manso de Noronha (1818-1875) instala su
proyecto de publicar el periódico Álbum de Señoritas. Periódico de
Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros en los inicios del año 1854.
En este sentido, entiendo por mapa a esa ‘seria’ ficción que
representa un paisaje intelectual particular desde un, no menos,
particular punto de vista. Situada Manso en el Buenos Aires pos-
Caseros y dando con ello fin a la proscripción que protagonizara
junto a su familia durante el rosismo, con escasos recursos,
separada de su marido y teniendo a cargo a sus dos hijas
pequeñas,1 su tarea consistirá en llevar a cabo la edición del Álbum.
Esta propuesta tenía como antecedente el O Jornal das Senhoras.
Modas, Litteratura, Bellas Artes, Theatros e Critica (1852-1854),2
publicación que la contó como redactora durante los primeros seis

5
meses de esa revista cultural en la ciudad de Río de Janeiro donde
vivió la última etapa de su exilio, casada aún con el violinista
portugués F. S. Noronha.3 Una vez en nuestro país destinará a sus
compatriotas mujeres, el semanario Álbum de Señoritas el que
aparece, no obstante, durante tan sólo las ocho primeras semanas
del año 1854, período suficiente para demostrar a esa incansable
mujer que su empresa había fracasado al perder todos sus suscriptores
como reacción a los tonos y temas que pusiese en escena. Su
proyecto de reforma en el Buenos Aires de 1854 perseguía el
objetivo de actualizar el campo de conocimiento de las mujeres
rioplatenses al mismo tiempo que pretendía lograr un modo de
susbsitencia a través de la venta del periódico.
Como uno de los tantos emblemas político-literarios que
Sarmiento supiera acuñar, es mi intención hacer jugar, en clave
oximorónica4 –si se me permite utilizar un neologismo un tanto
salvaje–, los acápites mencionados con el objeto de exponer la
controvertida escena pública que tanto periodista como periódico
revelan. En este sentido no deja de ser altamente llamativo que,
cuando el escritor sanjuanino –décadas más tarde– elogia el
compromiso intelectual de la Manso siente que deba modalizar a
éste con un cambio genérico, con el solo fin de poder dar con el tono
que ella supo desatar en su época. De este modo, La Manso fue el
único hombre que... encarnó las contradicciones irreconciliables
de esta doble pertenencia genérica pagando, en una difícil
trayectoria de obstáculos, los costos que una subversión de tal tipo
implica.5
En mi trabajo parto del presupuesto siguiente: escribir sobre
el pasado no es simplemente decirlo sino que es igualmente
producirlo dado que todo texto histórico participa de la experiencia
de lo visto-percibido-comunicable sobre los dos planos simultáneos
y enclavados de un presente que se hace pasado y de un pasado
que es rehecho. En este marco, los procesos de representación
simbólica que integran la cultura son complejos y contradictorios y
el diseño que visualizamos hoy es, en realidad, el producto de una
larga trama narrativa producida como relato de la historia.6 La
perspectiva del estudio del discurso histórico como operación a la

6
vez arqueológica y taxonómica, es una violencia sobre la empiria
histórica, un ejercicio del poder interpretativo, un proceso de
selección donde la subjetividad se apoya en las coartadas narra-
tivas ya codificadas que teatralizan los sucesos con arreglos a
modelos que definen y legitiman la hegemonía discursiva. Es
también un sistema de preferencias, de otorgamiento y silenciamiento
de voces que eleva o desplaza actores y proyectos sociales,
delimita los espacios de lo privado y lo público, y opera como un
proceso de producción de significados donde el criterio de pertinen-
cia o relevancia histórica releva al oscuro nivel de la cotidianeidad
o del olvido los ‘pequeños’ relatos o seres –la intrahistoria– que
constituyen el basamento anónimo de la epicidad.7
Sabemos entonces que, cuando una narración se enuncia
como historia, nos encontramos con una operación que cuenta una
cosa para decir otra, que no tiene un lugar propio porque el saber
histórico es lo legendario. Mezcla de ciencia y de ficción, podría
pensarse como esa zona discursiva donde se dibuja el espacio,
mientras se introduce el tiempo.8 El interés en conocer esta historia
surge del hecho de que ella pueda ayudarnos a interpretar mejor
las claves de la cultura en la que estamos inmersos y en la que
participamos. En una década en la que los movimientos de mujeres
han avanzado de modo significativo en nuestro país y en nuestro
continente, el tema del género, entendido como construcción
cultural en torno a una diferencia biológico-sexual, se convierte
cada vez más en una perspectiva a incorporar en la investigación
y en la vida cotidiana. Es esta una reflexión que pone sobre el tapete
el tema de la reivindicación del derecho de las mujeres a la voz y
a la representación que, en última instancia, es su derecho a ser
activas participantes en la producción de la cultura.

7
I

Prefigurar una patria es soñar un espacio y sus límites; ello no


siempre (o no sólo) consiste en un espacio físico concreto, sino que
es mucho más que eso: es imaginar una geografía cuyos accidentes
asignan lugares, separan y jerarquizan posiciones mientras exclu-
yen del mapa territorios no deseados. No debemos olvidar que este
mapa es el mapa de una ideología y que en toda cultura nacional
coexisten y pugnan, a nivel del discurso social, mapas diferentes.
Según Marc Angenot, en el discurso social, existe una cierta
hegemonía transdiscursiva que tiende a homogeneizar las prácti-
cas, a imponer las temáticas comunes, a arbitrar entre los géneros
y los sectores. Dicho de otra forma, la contemporaneidad de los
discursos sociales debería ser percibida como una realidad com-
pleja y parcialmente heterogénea, donde se inscribe la historia
misma de los discursos particulares, su relativa autonomía, sus
tradiciones propias y su ritmo de evolución. En otros términos, el
discurso social es visto como una yuxtaposición de campos
discursivos, de lenguajes marcados y de finalidades establecidas
y reconocidas, donde un tráfico más o menos oculto hace circular
los paradigmas mayores de una hegemonía dada.9
Dado que los espacios arriba mencionados no son ‘necesa-
riamente’ físicos, un determinado paisaje, una determinada topo-
grafía, pueden constituirse en metáfora de una cierta identidad
colectiva en un momento preciso; de este modo, ellos coexisten en
nuestro imaginario a la manera de distintos escenarios y protago-
nistas. Así, entre nostalgias y utopías cada época va construyendo
diferentes mapas de la patria ya que toda composición de
‘cartografías’ es,10 por supuesto, una cuestión política.
Si nos ubicamos, explícitamente, en el siglo XIX vemos que

8
será el Estado nacional quien le de al país, a las múltiples ‘naciones’
que coyuntural y bélicamente convivían en esos territorios, un
dibujo de sus fronteras. El Estado crea el mapa y el mapa crea la
nación. Cuando las fronteras son delimitadas, los sentidos y, por
tanto las identidades, serán finalmente normalizadas. Es precisa-
mente en este contexto que Benedict Anderson considera a la
nación como una comunidad imaginada políticamente; es imagina-
da –afirma Anderson– porque los miembros hasta de las naciones
más pequeñas nunca conocerán a sus pares, ni los verán o hasta
oirán sobre ellos y sin embargo en su pensamiento vive la imagen
de su comunión.11 Por otra parte y del mismo modo que podemos
imaginar a la nación, como representada por una geografía, sea
esta rural, urbana, o con aspectos más específicos de estos
paisajes, también podemos representarla desde una perspectiva de
género, entendida como afirmáramos anteriormente, como la
construcción social que realiza cada cultura sobre la base de una
diferencia biológico-sexual.
En este sentido, también existe un mapa de los géneros12 y este
mapa tiene su historia porque cada cultura ha variado sus versiones
sobre qué es lo masculino y qué es lo femenino y cuáles son sus
relaciones o superposiciones, sus jerarquizaciones o dependen-
cias; en definitiva: cuáles son sus espacios y qué lugar ocupan en
las instancias fundacionales de la nación.13 Es por todo ello que
distintas retóricas contestarán esta pregunta a lo largo de la historia;
ellas son retóricas que debaten entre sí, disputándose el derecho a
representar la nación, o mejor dicho, a construirla. Precisamente es
en este punto que desearía insistir sobre una marca que iré
retomando a lo largo de este análisis: en el caso de Juana Manso,
veremos que su retórica tuvo el poder de fascinar por la brusquedad
y la fuerza de la palabra publicística; sin embargo, esa palabra
dura, fuerte, sin ornatos, estuvo –en boca de esa mujer– condenada
al fracaso.

9
II

Que después de una ausencia de veinte años, al volver


a mi país natal encuentre lo que iria á conocer por vez
primera.
El lar Patrio! ese bienestar que solo conozco por las
descripciones de Lamartine, por los cantos del Child
Harold de Byron .... si así no fuese ..... si en vez de
simpatias me volviesen indiferencia, si en vez de herma-
nos hallase enemigos, ¿qué haria?
Alzar el bordon del peregrino e ir á buscar una Patria en
alguna parte del mundo, donde la inteligencia de la
muger no sea un delito». (“Ultimo dia del año y año
nuevo”, Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/1854, p. 2)

Como hemos expuesto más arriba, el diseño y configuración


de cartografías imaginarias ponen en escena espacios culturales
donde modalidades discursivas abren (y se abren a) una multipli-
cidad de recorridos genéricos al mismo tiempo que permiten
atravesar los modos de decir de una época. En este sentido, la
noción de espacios cartográficos siempre implica una específica
topografía epistémica: un paisaje, una forma de conocer o de
decir.14 En función de lo que viniéramos proponiendo hasta el
momento, me interesa hacer jugar el periódico Álbum de Señoritas
de Juana Manso como un mapa de los modos de decir –los que
indiscutiblemente ponen en funcionamiento tanto los modos de
narrar cuanto los modos de leer– de una de las más controvertidas
mujeres argentinas del siglo XIX
Es necesario recordar aquí que, en el siglo XIX, la contribución

10
femenina a la cultura impresa se vio significativamente potenciada
por las revistas literarias y los periódicos, una forma sugestiva para
las mujeres de entrar en la res publica y brindar una voz propia a
la nación. A través de la via de los periódicos culturales, las mujeres
no sólo se comprometieron en la discusión nacional sino que
produjeron un lenguaje propio para poder ingresar en ese deba-
te. 15 Estas publicaciones tenían por objeto considerar no sólo las
responsabilidades domésticas sino que también revisaban concep-
tos sobre la belleza femenina y patriotismo. En busca de un nuevo
discurso sobre las mujeres que pudiese compensar la atención
puesta en la moda, estas revistas femeninas dirigían especialmente
su atención a la educación formal. La verdadera conquista de las
diferencias físicas, que separaban a las mujeres de los hombres,
afirmaban, debía lograrse a través de la instrucción y el desarrollo
moral.
En este contexto, la propuesta16 de Juana Manso de Noronha
fue particularmente abarcadora ya que pretendió realizar un
cambio revolucionario tanto en la esfera pública como en la
privada; sus blancos fueron el autoritarismo de la religión y la
familia y la injusticia social de la esclavitud y el racismo. Es
interesante recordar que cuando Juana Manso, apenas levantado
el sitio de la ciudad llegó al Buenos Aires pos-Caseros, no fue
recibida por la sociedad porteña con entusiasmo sino que por el
contrario tuvo que enfrentarse a un ambiente que le fue abiertamen-
te desfavorable. Sin embargo, como ya hemos afirmado, su
objetivo era claro: introducirse en el mundo de la prensa, ejercer el
periodismo como modo de vida en el marco de las necesidades de
su casa –las propias y las de sus dos hijas– y sostener el espacio
familiar, dado que había sido abandonada por su marido durante
la última etapa del exilio en Brasil. En un primer momento, buscó
empleo en periódicos de tendencia liberal sin éxito a pesar de
haber tenido como antecedente y experiencia la exitosa revista
semanal O Jornal das Senhoras de Río de Janeiro. No obstante los
contratiempos y el escaso dinero que aún poseía, llevó a cabo la
riesgosa empresa de fundar el Álbum de Señoritas, Periódico de
Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros cuya primera entrega
apareció en Buenos Aires el 1º de enero de 1854.

11
El proyecto de Manso explicitado desde ese primer número
aparece jugando un juego doble a través del cual podemos
observar cómo la palabra panfletaria se esfuerza por ‘aparecer’
como domésticamente periodística.

...quiero, y he de probar que la inteligencia de la muger, lejos


de ser un absurdo, ó un defecto, un crímen, ó un desatino, es
su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la
felicidad doméstica porque Dios no es contradictorio en sus
obras, y cuando formó el alma humana, no le dió sexo --La hizo
igual en su escencia, y la adornó de facultades idénticas— Si
la aplicacion de unas y de otras facultades difiere, eso no
abona para que la muger sea condenada, al embrutecimien-
to, en cuanto que el hombre es dueño de ilustrar y engrandecer
su inteligencia; desproporcion fatal que solo contribuye á la
infelicidad de ambos y á alejar mas y mas nuestro porvenir.
Y no se crea que la familia no es de un gran peso en la balanza
de los pueblos, ni que la desmoralizacion y el atraso parcial
de los individuos no influye en bien ó en mal de la sociedad
colectiva. (La Redaccion, Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/
1854, p. 1)

No olvidemos que todo texto es, en realidad, un escenario


armado por el autor o la autora para establecer su propuesta en el
campo de un diálogo imaginario con el público lector, al que ubica
como un cómplice, una autoridad, un objetador o un adversario. Es
que ese autor juega a instalarse –siempre– como un lector social del
rumor de discursos fechados, mientras se vuelve –al mismo tiempo-
–en un escritor o escritora de silencios pautados por la época. En
este sentido, el Álbum de Señoritas puede ser pensado como un
verdadero mapa desplegado a través del cual es posible leer los
temas y problemas que interesaban a la proscripta recientemente
vuelta a su patria. A través de sus páginas la Manso comentará las
leyes en Estados Unidos, discutirá la importancia de los nuevos
aporte tecnológicos, atacará la base de la iglesia católica,17
insistiendo en la necesidad de la libertad de palabra:18 escenas

12
discursivas que apuntan –desde todos sus flancos– a la soledad que
protagonizaría su proyecto dado que, salvo la colaboración de
Anarda en la sección “Correspondencia-Modas” de la primera y
segunda entregas, el resto de los artículos, como veremos a
continuación, llevan su firma:

ÁLBUM DE SEÑORITAS.
Periódico de Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros.

Primer número (enero 1º de 1854):


*La Redacción. Juana Paula Manso de Noronha
*Ultimo día del Año y Año Nuevo
*Emancipación moral de la muger por Juana Paula Manso
*Viages del Conde de Castelnau por El Interior de América Entrada
al Perú, Puno, Lago de Chucuito, Arequipa, Islay
*Correspondencia - Modas (firma Anarda)
*La familia del comendador. Novela Original por Juana Paula
Manso de Noronha (La quinta de Bota Fogo)
*Crónica Semanal (Poema: Una flor sobre la tumba de mi compa-
triota la Sra. Da. María Alvarez de la Peña por Juana Paula
Manso de Noronha. Río de Janeiro, Abril de 1850)
*Anécdotas

Segundo número (enero 8 de 1854):


*Organización de las Escuelas (continuará).
*Ilustración de la Muger - Filosofía. Estudios - Primera Parte
(continuará)

13
*Mesas Giratorias
*Correspondencia - Modas (firma Anarda).
*La familia del comendador. Novela Original por Juana Paula
Manso de Noronha (Cap. II: El novio)
*Anécdota. Nombres Históricos

Tercer número (enero 15 de 1854):


*Educación popular. De la Educación de los Niños
*Ilustración de la Muger - Primera Parte - Filosofía (cont.)
*Viages del Conde de Castelnau por El Interior de América Entrada
al Perú, Puno, Lago de Chucuito, Arequipa, Islay (cont.)
*La familia del comendador. Novela Original por Juana Paula
Manso de Noronha (Todavía capítulo antecedente)
*Crónica de la quincena
*Variedades
*Navegación a vapor
*Cristóbal Colón

Cuarto número (Enero 22 de 1854):


*Ilustración de la Muger. (Filosofía)
*Educación Popular. (continuará)
*Los Baños de Cap-May
*Clasificación Artista
*La familia del comendador. Novela Original por Juana P. Manso
de Noronha (Cuadro de Interior)

Quinto número (enero 29 de 1854):


*Ilustración de la Muger. Filosofía. Psicología - Estudio del Alma
Humana
*La Homeopathia. Medicina Casera
*Viages del Conde de Castelnau por El Interior de América.
Entrada al Perú, Puno, lago de Chucuito, Arequipa, Islay
*Al Cruzar la Equinoccial
*La familia del comendador. Novela Original por Juana P. Manso
de Noronha (Nuera y Suegra)
*Las Misiones
*Coincidencia Singular

14
*Al Señor G. de la «Tribuna»
*A Nuestras Subscriptoras. Juana P. Manso de Noronha
*Modas - Máximas Morales

Sexto número (febrero 5 de 1854):


*Educación Popular. Libros de enseñanza primaria
*Ilustración de la Muger. Filosofia
*La Homeopathia (Continuación)
*Casa de refugio del estado de Pensilvania
*La familia del comendador. Novela Original por Juana Paula
Manso de Noronha (Revelaciones)
*Luisa Miller

Séptimo número (febrero 12 de 1854):


*Educacion Popular
*Viages del Conde de Castelnaux por El Interior de América. Lago
de Chucuito ó Titicaca
*La familia del comendador. Novela Original por Juana P. Manso
de Noronha (Ernesto de Souza)
*La Trenza de sus Cabellos
*Desembarco en Buenos Aires
*Libertad de Conciencia
*Hechos de la vida humana
*Promesas de Muger
*Los comedores de arsenico

Octavo número (febrero 17 de 1854):


*Ilustración de la Muger. Filosofía. (Estraido de un curso de filosofia
de Geruzez)
*Educacion de la Muger
*Drama desconocido
*La familia del comendador. Novela Original por Juana P. Manso
de Noronha (Situaciones). (La Fugitiva)
*Cierre del periódico LA REDACTORA)

PIE DE IMPRENTA: (Imprenta Americana,


calle Santa Clara núm. 66)

15
Al recorrer los títulos que conforman las sucesivas entregas nos
es posible observar las marcas explícitas de un modo de leer que
pone en escena una versión-otra de la época donde una voz de
mujer polemiza con la imagen de la ‘madre republicana’ instalada
por la historia ‘oficial’, una imagen que destinaba a la mujer sólo
el lugar de ocuparse de las tareas domésticas y la instrucción
hogareña de los futuros ciudadanos de la nación. Esta voz tendrá,
entonces, por objeto sacar a la luz escenarios tradicionalmente
ensombrecidos por las costumbres patriarcales,19 hecho éste que
apunta a la intencionalidad de Manso de elevar los tonos de la
polémica hasta convertirlos en ejemplares. Sin lugar a dudas esta
ejemplariedad se propone, como fin explícito desde la primera
entrega; en “Emancipación moral de la mujer” Juana Manso planta
(y se planta en) el pólemos ejemplar al descorrer con extrema y
militante claridad discursiva el velo que la sociedad patriarcal del
Buenos Aires de 1854 pretendía mantener frente a sus ojos cuando
del lugar de participación que la mujer tenía en la sociedad se
trataba.20
Apelando en forma sostenida a cerrar las brechas aparente-
mente insalvables sostenidas por las dicotomías de la esfera pública
y privada con el objeto de organizar un diálogo acerca de la
nación, Manso proponía reconsiderar el debate sobre civilización
y barbarie, desde la casa. Al ubicar la escena de dicho debate en
el ámbito del hogar, es decir, al hacer que la instancia privada se
convirtiese en una verdadera caja de resonancia de la pública,
invierte los polos emblemáticos; hecho éste que tenía por objeto
revisar los temas y problemas políticos fundantes del imaginario del
siglo XIX americano: Europa/América, Civilización/Barbarie, Cul-
tura/Naturaleza.

El elemento americano dominará exclusivamente los artículos


literarios. Dejaremos la Europa y sus tradiciones seculares, y
cuando viagemos, será para admirar la robusta naturaleza,
los gérmenes imponderables de la riqueza de nuestro conti-
nente: y no perderemos nada. Allá el pensamiento del hombre
y el polvo de mil generaciones! aquí el pensamiento de Dios,
puro, grandioso y primitivo, que no es posible contemplar sin

16
sentirse conmovido. (La Redaccion, Álbum de Señoritas Nº 1,
1/1/1854, p. 1).

Sin embargo, no podemos dejar de observar que su gesto


abre una brecha aún mayor ya que el mismo politiza espacios en
apariencia neutralizados por códigos fuertemente arraigados en
las costumbres de la época. Recordemos que la representación de
la unidad familiar había servido a la estabilidad de la nación
emergente. Ella no sólo se había convertido en un modelo para la
reproducción de los valores nacionales y para el avance de la
ideología del estado sino que había contribuido a brindar una
equilibrada versión de la vida doméstica de la sociedad al desafiar
toda evidencia de anarquía nacional o caos. Así, la familia nuclear
era utilizada para representar una Argentina normalizada donde
el orden doméstico parecía exponer tanto las pruebas como las
bases de la prosperidad nacional.
Es precisamente este orden el que amenaza ser desordenado
por los señalamientos del Álbum al tensionar hasta el límite las posibilida-
des discursivas que pone en funcionamiento la escritura generada en el
hogar; una escritura que se propone como un modo de extender el
diálogo sobre la ausencia de una educación21 adecuada que
capacitara al futuro ciudadano del Estado.22 Asimismo, en esa época,
la estabilidad y el orden domésticos cumplían con una función política
a través de la cual los padres, al imponer la paz familiar, se mostraban
capaces de ‘tranquilizar’ el clima de la nación. Es necesario,
entonces, tener en cuenta que, cuando el paradigma de la civilización
versus la barbarie definía el siglo XIX en tensiones políticas, la familia
era pensada a partir de la imagen de un orden para la nueva sociedad
cuyos extremos eran el caos y las reglas autoritarias.23
Es fácil observar así que, a través de la propuesta de Manso
y su Álbum, esa ‘paz’ del hogar corría el peligro de verse
conmovida ‘desde dentro’ por el cuestionamiento de los lugares
sancionados y establecidos: el espacio de lo femenino/el espacio
de lo masculino. De este modo, la casa, las tareas domésticas y un
amplio mundo de sensibilidad y sentimientos se convertirían en el
mapa ideal para juzgar los abusos del matrimonio, el acceso
limitado a la educación o los viajes.

17
Si soy tan feliz que consigo la proteccion de mis compatriotas,
desenvolveré un plan de estudios que creo apropósito para mi
objeto. Conocimientos fáciles de adquirir que estuvieron hasta
hoy en el recinto del misterio y en el dominio exclusivo de los
hombres y que publicados en este periódico harán mas por el
desenvolvimiento de la inteligencia que millares de reflexiones
y de palabras.
Todos mis esfuerzos serán consagrados á la ilustracion de mis
compatriotas, y tenderán á un único propósito—Emanciparlas
de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta
hoy hacer uso de su inteligencia, enagenando su libertad y
hasta su conciencia, á autoridades arbitrarias, en oposicion
á la naturaleza misma de las cosas... (La Redaccion, Álbum de
Señoritas, Nº 1, 1/1/1854).

Las modalidades discursivas articuladas por la cronista del


Álbum son inequívocas: con un lenguaje duro, frontal y en ciertas
ocasiones hasta amenazante llamaba a sus pares a hacerse cargo
de una tarea que las ubicaría en una centralidad ‘inteligente’.
Acostumbradas a circular por la marginalidad de los bordes de una
identidad (aparentemente) masculina, las funciones femeninas
habían sido hasta ese entonces las de soportar el silencioso peso de
la dependencia. Ese peso histórico y cultural hace que Juana Manso
asuma el tono militante con el objeto de mostrar la pesada carga
que las mujeres sostienen en el momento de ejercer su lugar de
representación en la sociedad. Sociedad que las ubicaba en una
trastienda24 vivida y sentida por Manso como escenario subalterno
y degradado. No obstante, su propuesta no pretende ubicarse en
la mera denuncia plañidera de quien resiste débil pero tozudamente
con tretas oblicuas. Su apuesta es, por el contrario, desafiante:

...quiero, y he de probar que la inteligencia de la muger, lejos


de ser un absurdo, ó un defecto, un crímen, ó un desatino, es
su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la
felicidad doméstica porque Dios no es contradictorio en sus
obras, y cuando formó el alma humana, no le dió sexo- -La hizo
igual en su escencia, y la adornó de facultades idénticas— Si

18
la aplicacion de unas y de otras facultades difiere, eso no
abona para que la muger sea condenada, al embrutecimien-
to, en cuanto que el hombre es dueño de ilustrar y engrandecer
su inteligencia; desproporcion fatal que solo contribuye á la
infelicidad de ambos y á alejar mas y mas nuestro porvenir.
Y no se crea que la familia no es de un gran peso en la balanza
de los pueblos, ni que la desmoralizacion y el atraso parcial
de los individuos no influye en bien ó en mal de la sociedad
colectiva (La Redaccion, Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/
1854).

En esta insistencia de la Manso por hacer emerger una


identidad que fuese compatible con la dignidad nos vemos enfren-
tados a la configuración de una dicotomía militante cuyos polos
parten y reparten los bienes reales y simbólicos que se dirimen en
una nación en formación. Sin embargo no sólo de bienes trata este
alegato sino también y mucho más importante de espacios de
decisión donde era necesario, cada vez y con más fuerza, insertar
una imagen de mujer cuya dignidad operase sin escamoteos ni
subterfugios. En este sentido vemos como la publicista destaca con
sólidos argumentos una visión distinta sobre la capacidad y
presencia femeninas en la lucha por la vida.
No es de extrañar que dichos argumentos hayan sido percibidos
como una abierta amenaza al ‘civilizado’ nuevo orden nacional
que se intentaba poner en marcha. Cómo habrán resonado en la
sociedad posrosista estos planteos –apartados en demasía de las
‘decorosas’ modalidades que el buen gusto imponía– que los tonos
discordantes orquestados por Juana Manso llevaron al semanario
a ver su fin, por falta de suscriptores, tan sólo ocho semanas después
de haber aparecido por primera vez. En la entrega número 8 del
día 17 de febrero de 1854, en la última página casi nos asombra
–por lo escueto y descarnado de su tono– la aparición de una nota,
carente de título, que ‘anuncia’ –esta vez sin preámbulo alguno– el
cierre del Álbum. No obstante, no puede escapar a nuestra
observación las modalidades maternales con las que Juana Manso
da por tierra con su proyecto y asume la frustración del fracaso.

19
Concluyen con este número mis tareas, y con el derecho del
amor maternal, labro aquí el epitafio de este mi querido
hijo,25 cuya muerte prematura es para su madre una decepcion
de mas en la vida, una gota mas de acíbar en el cáliz, una
espina de mas en el alma!(s/m)
Vivió y murió desconocido como su madre lo fué siempre en
la region del Plata; no bastaron ni cuidados ni sacrificios á
robustecerle una vida minada por la consuncion desde que
nació en el desamparo y en el páramo de la indiferencia: ahí
quedas hijo mio, página de mi alma, que encierras mas de un
misterio de dolor: en tu fosa solitaria quién depondrá una flor?
Nadie! (Nota final s/t en Álbum de Señoritas, Nº 8, 17/2/
1854, p. 64, s/ del texto.)

Tampoco se nos escapa el sordo sarcasmo con el que increpa


a sus lectoras en la despedida: cuestiones de pureza de lenguaje,
utilidad y estilo, impuestas desde la normativa del ‘deber ser’ de la
lengua, han tenido siempre la función de disciplinar el desborde
cacofónico de voces subalternas.26 En este sentido, Manso acusa el
desafío, toma el guante y amargamente lo devuelve:

Adios pues, lectoras, perdonad si acostumbrada á escribir en


otro idioma, no usé un lenguage puro y castizo; si mi corta
inteligencia nada creó que os fuere útil, y si mi estilo no tiene
la fluidez y la frescura de otros. (Nota final s/t en Álbum de
Señoritas Nº 8, 17/2/1854, p. 64, s/m.)

Acaso, le faltó tacto y le sobró coraje o tal vez cometió el error


de creer que las mujeres de ese Buenos Aires –que pretendía a toda
costa ‘tranquilizarse’ políticamente tras la caída de Rosas– podrían
llegar a tener parecidas necesidades intelectuales a las suyas o
similar empuje para ganar sus derechos naturales y asumir sus
responsabilidades. No casualmente, al asumir el fracaso, sentencia
con patetismo lo que podría ser caracterizado como el lema de su
trayectoria pública: “No fué la voluntad la que me faltó, pero cada
uno es lo que es y no lo que debería ser”.

20
Anarda, esa única colaboradora

Nuestra única colaboradora, la señorita Anarda, nos ha


enviado su primer artículo sobre la moda, hemos obte-
nido su cooperacion, bajo promesa solemne de conser-
varle el incógnito mas impenetrable. Cumpliremos nues-
tra promesa, pero recomendamos a nuestras compatrio-
tas que la imiten enviando sus correspondencias al
escritorio de la redaccion calle de Santa Clara núm. 11
(Álbum de Señoritas, Nº 1, nota s/t, 1/1/1854, p. 5)
(s/m).

El impacto que produjo el periodismo en el diseño del mapa


cultural en la Argentina del siglo XIX ha sido fundacional e
innegable. A mediados de este siglo, además, era posible observar
dos tipos de periódicos ‘de mujeres’27 : revistas editadas por
hombres28 y dedicadas insistentemente a cambiar ‘gustos’ femeni-
nos en lo que a estilos y modas se refería y –como venimos
planteando más arriba– periódicos liberales republicanos, edita-
dos por mujeres, dedicados principalmente a demandar por la
emancipación femenina y por una voz en el debate nacional. Esta
última clase de publicaciones, a menudo, se encontró con fuertes
reacciones en contra, hecho éste que las enfrentó a la constante
amenaza de una existencia efímera.
Asimismo, con el levantamiento de la censura –tras la caída
de Rosas en Caseros– las mujeres comenzaron a participar activa-
mente en los debates contemporáneos sobre la reconstrucción del
estado. Los diarios del período pos-rosista indicaban el creciente
número de mujeres letradas y también señalaban la presencia
femenina en una proporción significativa de lectoras. En este

21
contexto, las mujeres utilizaron la esfera doméstica para desarrollar
nuevos códigos de aprendizaje y expandir la conversación29 pública
a través de redes intradomésticas que les eran propias. Esto se observa
particularmente en la riqueza de diálogos sostenidos por los periódi-
cos feministas del siglo XIX, que abarcan desde el comentario de
modas y cosméticos hasta la especulación filosófica y científica.
En este sentido, las columnas de “Modas” pertenecientes a
estos periódicos urgían a las mujeres a no imitar el estilo europeo
sino a defender la autonomía americana en cuestiones de moda y
de ideas. La vestimenta se convertía, así, en una cobertura del
cuerpo político, una forma de comprometerse en discusiones sobre
ambientes, orden social, y ley. El tema de la moda, además,
funcionaba como una verdadera estrategia discursiva a partir de la
cual no sólo se trataban cuestiones que tenían que ver con el modo,
el lugar y el tiempo que las mujeres, en una nación del continente
americano recientemente conformada, ponían en funcionamiento
al vestirse sino que también operaba como un baremo del grado de
recepción –y por ende de lectura– que el periódico en cuestión
lograba en la sociedad.
No sólo la columna “Modas” será el espacio privilegiado
para tratar sobre estos temas. En diversos momentos del Álbum
Manso planteó con insistencia que la organización de la vida
cotidiana afectaba todas las cuestiones del vestido. Según sus
planteos la distribución social del espacio público y los conflictos en
la ciudad emergente determinaban tanto los códigos del vestido
como la conveniencia de la moda. Finalmente, ella se precavía en
contra del excesivo énfasis en el estilo; la forma de remediar el
sistema social era atender no lo que ella llamaba ‘lo visible y lo
falso’ sino los encum-brados valores del espíritu, la ética y el
intelecto. Es precisamente en este contexto que el Álbum de
Señoritas se vuelve emblemático dado que a través de algunas de
sus entregas podemos dibujar el mapa discursivo del proyecto
periodístico de Juana Manso y su fracaso.
Mi deseo es hacer jugar aquí la historia de la señorita Anarda,
‘nuestra única colaboradora’ como dirá la redactora del periódico,
debido a que la misma se presenta a modo de una narración
particularmente interesante de enhebrar tanto explícita cuanto

22
implícitamente a través de la lectura de los números uno, dos, cinco
y siete de la revista. El relato comienza, entonces, en género
epistolar30 desde la primera entrega del Álbum donde la ‘elegante’
porteña –de impenetrable incógnito,31 no lo olvidemos– declara
haber cedido a la invitación de participar en el proyecto publicístico
de Manso. Es por ello, agrega, que:

os envio mi primer artículo para nuestro periódico que yo


espero será muy breve nuestro, quiero decir el del Bello Sexo
Argentino que no podrá sin alto crímen de indiferentismo sus
propios intereses negaros la simpatia y proteccion que mereceis.
(“Modas”, Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/1854, p. 5) (El
énfasis pertenece al texto original)

Desearía detenerme sólo por un momento en la modalidad


nuestro que con verdadera insistencia aparece tanto en la convoca-
toria del Álbum –que abre a modo de acápite esta sección– cuanto
en el encabezamiento que hace Anarda en su artículo. A riesgo de
hacer una lectura demasiado literal, creemos que ese nuestro
incluye en su espacio enunciativo solamente a la Redactora y a la
colaboradora lo que daría señales de un expreso rechazo por parte
del ‘Bello Sexo Argentino’ hacia la propuesta periodística inaugu-
rada por Manso. Asimismo se podría connotar en dicha modalidad
un tono afectivo y, por ello, concluir que hasta ese momento tan solo
el dúo protagónico se consideraba comprometido positivamente
con el proyecto.
Si bien en la primera entrega la modalidad de escritura de
Anarda corre el riesgo de ser fácilmente homologada a la de Manso
por lo crítico de su acento (no sólo crítico, también –y mucho más–
irónico,32 si se quiere) y pretender que la Redactora hubiese podido
‘ficcionalizar’ la puesta en escena de una colaboradora para su
periódico, a medida que se van dando las sucesivas ‘entradas’ de
Anarda en la escena discursiva (y digo ‘entradas’ y no ‘entregas’
ya que el Álbum la contará en sus páginas sólo una vez más) su
distancia con Manso parece confirmarse.
En este sentido asistimos –a través de la lectura de la segunda
colaboración de Anarda aparecida en el número dos del Álbum (8/

23
1/1854)– a una puesta en escena cuyos tonos han desplazado
tanto la modalidad afectiva nuestro cuanto al par crítico-irónico
enunciados antes para privilegiar otro par de características
verdaderamente diferentes: el reproche y el lamento. En esta
segunda entrega observamos cómo la imagen periodística de
Anarda se desmorona y los tonos discursivos con los que había,
osadamente, ‘asaltado’ el espacio de la sección “Correspondencia
- Modas´ del número anterior desaparecen completamente para dar
paso a los nuevos ‘acentos’ con los que la compungida colabora-
dora intenta no tanto hacerse oír sino -tal vez- hacerse ‘perdonar’
por su osadía a través de una verdadera demarcación de límites y
responsabilidades. Dirá, entonces:

Mi querida Redactora.
Mucha es la amistad que debo profesarle á vd. cuando
consiento en continuar la dificil tarea de ayudar á vd. en la
empresa de la publicacion de su periódico.
Pregunté á vd. como encontraba mi artículo antecedente, me
contestó vd. «Perfectamente». Ay amiga mia, vd. me ha
engañado por moderacion, ó porque su cariño mismo ha sido
el culpado!.... Es verdad señora Noronha qué cosa tan buena
y tan mala es el incognito.
Tan buena, porque oimos la verdad, desnuda de toda
consideracion, porque esa Anarda a quien nadie conoce, que
le es indiferente á todos, de cuya capacidad nadie se cura,
porque no hay un nombre que respetar, ni un respeto humano
delante del cual inclinarse....á esa Anarda se le dice en su
cara: «Lo que vd. escribe no vale la pena. Cómo se atreve vd.
á poner en letra de imprenta sus necedades?...
Y si esta Anarda, esta incógnita fuese la señorita D.a Fulana,
rodeada del prestigio, del nombre, del lujo, de la fortuna,
cosas todas que consienten la impunidad, tal vez seria
espirituosa, chistosa &. &.
Es bueno el incógnito mi querida redactora!.. Pero ay quite vd.
allá, que ruin y villana cosa es oir el fallo cruel de la
opinion.(Álbum de Señoritas, Nº 2, 8/1/1854, p. 12) (El
énfasis pertenece al texto original)

24
El ‘fallo cruel de la opinion’ se hace oir coralmente;33 su
contundencia en la desautorización es de tal magnitud que Anarda
no tiene otra alternativa que darle un espacio preferencial en su
nota. Aunque tensionando la lectura un poco más allá podemos
arriesgarnos a figurar que las voces de la opinión invaden la
columna del periódico, la contaminan con su juicio descalificante34
hasta sumir a la firmante en el más absoluto silencio. Tan es así que
Anarda se trastocará de seudónimo protector en epíteto que
disuelve la (pseudo) identidad de una firma apócrifa.
Restan tan sólo exponer las marcas de las dos últimas
‘entradas’ (o tal vez cabría mejor denominarlas ‘salidas’) de este
personaje en el escenario del Álbum; ambas de la mano de la
Redactora, ambas, también, presentes para señalar su ausencia y
silencio. Una aparece en la quinta entrega bajo el título “Modas” donde
Juana Manso lacónicamente anuncia: “Nuestra colaboradora de Barra-
cas, está enferma hacen tres semanas, razon esta por la cual no nos envia
su apreciado contingente”. (Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p.
40); la otra, teñida con el peso del cansancio y la soledad en que
la tarea de llevar adelante el periódico la había embarcado hace
que el recuerdo de la deserción de la colaboradora le arranque
(casi) una malhumorada imprecación. En “Desembarco en Buenos
Aires”, nota perteneciente al séptimo número, Manso ya no puede
enmascarar el grado de insatisfacción y falta de respuesta que el Álbum
de Señoritas protagoniza:

hacia media hora que revolviamos en la mente, mil proyectos


confusos de artículos; ya queriamos una cosa, ya la otra,
vaya, y qué le agradará al público, y qué le dirémos de bueno;
esto es sério, aquello es chuzco por lo demas; ciencias? ay!
es tiempo perdido; artes? sí, pero sino las hay... modas? mal
haya la colaboradora de Barracas que tan mal á propósito se
enfermó! (Álbum de Señoritas, Nº 7, 12/2/1854, p. 54. El
énfasis es mío).

Enfermedad y silencio serán, así, los componentes del último


par de ‘acentos’, encarnados por Anarda; acentos tan ‘femeninos’
en la historia patriarcal de las ideas que no dejan lugar a dudas

25
sobre el agujero negro que señalan en el espacio discursivo que
habían intentado abrir. Enfermedad y silencio marcas explícitas del
lenguaje dependiente en que la mujer queda sumida cuando se la
inserta en un modelo –sexual y psíquico– que no es el suyo propio
y que constituye tradicionalmente la única legitimación que se le ha
permitido como voz social. Dice a este respecto Angélica Gorodischer
que:35

[C]uando se trata de la voz escrita, todos los lugares para


nosotras siguen siendo hostiles lugares de silencio, ya que si
se define el conocimiento como el conjunto de significaciones
de que se dispone, y si se tiene en cuenta que todo ese
conocimiento es una construcción de la sociedad patriarcal y
que con él esa sociedad intenta dar sentido explícito a una
existencia que usa la voz precisamente por carecer en
apariencia de todo sentido, es entonces evidente que el quizá
vasto, quizá inimaginable repertorio de las significaciones
pertenecientes a las mujeres, que podrían explicar y ordenar
su visión del mundo y ampliar la de la sociedad, ese repertorio
no existe, está borrado del lenguaje y como dijo Dale
Spender, no hay lugares semánticos para la mujer en ciertas
áreas de experiencia codificadas como historia o arte o
ciencias políticas. Adrienne Rich lo expuso de otra manera: en
un mundo en el que el lenguaje y la adjudicación de nombres
pertenecen al poder, el silencio es opresión y violencia.

Anarda-nuestra colaboradora de Barracas-la colaboradora


de Barracas finalmente calla porque está enferma o tal vez –a
fuerza de ser suspicaces y maliciosas– podríamos decir que se
enferma para poder (a)callar el rumor que su palabra había
desatado. Tal vez, desde entonces, sus intercambios discursivos
habrán adscripto al registro permitido y permisivo de la charla
inofensiva y protectora. Claro que el término ‘charla’ ya indica que
estamos nuevamente ante una tipificación despreciativa dado que
‘charla’ no es ‘conversación’ sino que es el menosprecio de la
conversación. Es la conversación que se les permite a ellas, es decir,
el ‘intercambio de palabras’ que se les consiente. Como dice el

26
DRAE, charlar es “hablar mucho, sin sustancia o fuera de propósi-
to”; esto llevaría a concluir que dado que las mujeres no son mudas,
permítaseles siquiera charlar, por supuesto, entre ellas y en la
seguridad de que no van a arreglar el mundo.
Sin embargo Juana Manso nunca charlará en cualquiera de
los espacios en que tuvo que instalar su palabra sino que en ellos
hablará, conversará, reflexionará y hasta arengará, cuando llegue
el tiempo de su militancia educativa. El Álbum de Señoritas es un
emblema de los tonos discordantes que ella supo poner en escena
en el mapa cultural de mediados de siglo XIX en la Argentina. Pero
al mismo tiempo, es el paradigma de las reacciones con las que tuvo
que enfrentarse a lo largo de su incansable tarea. No casualmente,
algún tiempo después, Sarmiento seguirá aconsejándole: “Baje U.,
pues la voz en sus discursos y en sus escritos a fin de que no llegue
hasta aquí el sordo rumor de la displicente turba (Nueva York,
1867)”. 36

27
29 de enero de 1854. Quinta entrega.

Nations themselves are narrations.


Edward Said37

Si bien en la actualidad resulta difícil recrear en la imagina-


ción un estado de vida en que una nación sea considerara como
algo totalmente nuevo, ello no fue lo que sucediera en Occidente en
general y en las Américas en particular a lo largo de todo el siglo
XIX. En este sentido nos encontramos con una idea altamente
sugerente a través de la propuesta de Benedict Anderson cuando
plantea que fueron tanto el periódico cuanto la novela como formas
narrativas las que brindaron los términos técnicos de ‘re-presenta-
ción’ del modo de comunidad imaginada que es la nación. 38
Para tomar en consideración la relación imaginaria que
existió entre lengua-impresa, conciencia nacional y estado-nación,
es necesario –propone Anderson– echar una mirada sobre el gran
agrupamiento de nuevas entidades políticas que se dieron lugar en
el hemisferio occidental en el período comprendido entre los años
1776 y 1838, las que conscientemente se definieron como nacio-
nes y –que con excepción de Brasil– decidieron darse la forma de
repúblicas (no-dinásticas). Ellas no sólo fueron históricamente los
primeros estados que emergieron en el escenario mundial, y por lo
tanto inevitablemente proveyeron los primeros modelos reales de
los que tales estados ‘deberían ser’ sino que su número y nacimiento
contemporáneos ofrecen un rico campo para el trabajo comparativo.
La verdadera posibilidad de imaginar la nación sólo surge
históricamente cuando, y dónde, tres fundamentales concepciones
culturales -en verdad antiguas- pierden su encuadre axiomático en

28
la mente de los hombres. La primera de estas fue la idea de que un
particular lenguaje escrito ofrecía acceso privilegiado a la verdad
ontológica, precisamente porque era una parte inseparable de esa
verdad. En realidad, fue esta idea la que permitió la existencia
transcontinental del cristianismo, el islamismo y el resto de las
religiones. En segundo lugar nos encontramos con la creencia de
que la sociedad estaba organizada naturalmente alrededor y bajo
grandes centros-monarcas, los que al aparecer como personas
distintas de los restantes seres humanos gobernaban a través de
alguna forma de dispensa cosmológica (divina). En este sentido,
las lealtades humanas se presentaban como necesariamente jerár-
quicas y centrípetas a causa del gobernante, así como las sagradas
escrituras, se convertían en un nudo de acceso al ser y a la
herencia. Y para terminar, existía –en tercer término– una concep-
ción de la temporalidad en la cual la cosmología y la historia eran
indistinguibles ya que los orígenes del mundo y de los hombres se
concebían como esencialmente idénticos. Combinado con ello,
estas ideas marcaron firmemente las vidas humanas en la natura-
leza de las cosas, dando cierto significado a las fatalidades
cotidianas de la existencia (sobre todo la muerte, las pérdidas y la
servidumbre) y ofrecieron, en varias formas, redención de ellas.
El lento declinar de estas certezas interconectadas, primero
en Europa occidental, más tarde en todas partes, bajo el impacto
del cambio económico, los ‘descubrimientos’ (sociales y científicos)
y el desarrollo de las comunicaciones cada día más rápidas, abrió
una ancha brecha entre cosmología e historia. No sorprende
entonces, que la búsqueda fuera la de un nuevo modo de
relacionar fraternidad, poder y tiempo significativamente juntos.
Tal vez nada precipitó más esta búsqueda, ni la hizo más fructífera,
que el capitalismo-impreso, el que hiciera posible que un creciente
número de pueblos, pensaran en sí mismos y se relataran unos a
otros, en modos profundamente nuevos. En este sentido, la idea de
un organismo sociológico trasladándose por el calendario a través
de un tiempo vacío y homogéneo es análoga precisamente a la
idea de nación, la que también es concebida como una sólida
comunidad moviéndose sostenidamente hacia un lado (u otro) de
la historia.

29
Me interesaría ubicar en este momento una pregunta que
pueda abrirse como interrogante en el estudio del periódico Álbum
de Señoritas, en la medida en que considero que éste se presenta
como el emblema del proyecto ‘doméstico’ a través del que Juana
Manso imagina una nación. Me refiero, en este contexto, a
preguntarnos cuál sería la convención literaria esencial del perió-
dico como modalidad genérica y discursiva.39 La respuesta podría
ser ubicada en la idea de que todo periódico –como también
propone Anderson– genera la ficción de imaginar conexiones entre
hechos que se darían en un ‘aquí y ahora’ figurados narrativamente.
Estos lazos imaginados derivarían de dos fuentes relacionadas
oblicuamente: la primera es simplemente la coincidencia de calen-
dario; la fecha en el encabezado del periódico proveería de la
esencial conexión entre los ‘hechos’ —el estable reloj interno de un
tiempo vacío, homogéneo. Dentro del tiempo, es ‘el mundo’ el que
avanza tenaz y narrativamente, por lo que el formato novelístico del
periódico aseguraría la reaparición de los personajes. Por otra
parte, la segunda fuente de un lazo imaginado residiría en la
relación que existe entre el periódico, como una forma de libro, y
el mercado.40
En este contexto, los periódicos hispanoamericanos que
surgieron hacia fines del siglo XVIII se escribieron con plena
conciencia de sus provincianos editores y escritores acerca de la
existencia de mundos semejantes al suyo. Los lectores de periódico
de la ciudad de México, Buenos Aires o Bogotá, aunque no leyeran
los periódicos de las otras ciudades, estaban muy conscientes de su
existencia. Así se explica la conocida duplicidad del temprano
nacionalismo hispanoamericano, su alternancia de gran alcance y
su localismo particularista.
Por otra parte, en el siglo XIX, el surgimiento y evolución de la
prensa significó un sensible desarrollo para la literatura. El lenguaje
interrumpido, discontinuo, de la conversación encontró en la
simultaneidad y el fragmentarismo periodístico una forma privile-
giada para luego desplazarse –también como ‘forma’– a la
literatura. Aunque sin duda la entrega semanal o mensual del
material escrito debe haber causado dificultades a los escritores, en
especial debido a la tensión y a la urgencia en la elaboración del

30
material creativo, también hay que reconocer que esta modalidad
de escritura tenía sus ventajas: la publicación periodística permitió
una difusión de la obra hasta entonces pensada como imposible;
como consecuencia de la urgencia por entregar el material escrito,
los escritores tuvieron que acostumbrarse a hacer más ágil la labor,
a combinar las acciones de tal manera que la atención de los
lectores pudiera mantenerse en suspenso hasta la siguiente entrega.
Es decir que los escritores debieron alcanzar un gran dominio
técnico.
El género folletín41 nace, entonces, a fines del siglo pasado
cuando el periodismo, con el fin de mantener y aumentar suscriptores,
se aparta de la pura función noticioso-crítica que le era propia e
incluye la ficción narrativa en sus páginas. Este tipo de literatura
muestra el funcionamiento de «máquinas» montadas para retener
la fidelidad consumidora del lector, funcionamiento que por impo-
sición de los mecanismos de la prensa abarcaba centenares de
páginas y decenas de tomos. La ‘modalidad folletinesca’ tiene por
característica poner en escena frecuentes cortes en la narración los
que provocan y prolongan el suspenso, el proceso de desplaza-
miento de un personaje principal y el paralelo ascenso de un
protagonista secundario, las incongruencias y los paralogismos, las
resurrecciones impuestas por las presiones del público, los juegos
con las apariencias de las cosas, los puentes tendidos hacia el lector
y las complicidades del narrador omnisciente.
Hay elementos que desde el comienzo aseguraron al folletín
el éxito de público que siempre obtuvo, entre ellos se pueden
destacar: la fragmentación y el suspenso. Las novelas de folletín
utilizaron el suspenso como el procedimiento privilegiado para
mantener en vilo la atención de los lectores entre un número y otro
(que podía aparecer cada semana o cada quince días). El dejar
abierta la narración, con diferentes posibilidades de continuación,
reforzaba el contacto con el lector y posibilitaba una especie de
juego de ajedrez entre autor y lectores, que tenía por objeto lograr
un grado extremo de tensión.
En este contexto discursivo, es decir, el del género periodístico
como puesta en escena de una comunidad imaginada y el del
folletín como modo narrativo explícito e implícito de un relato

31
fragmentario, analizaré la quinta entrega del Álbum de Señoritas
fechada el 29 de enero de 1854. Dicho análisis me permitirá, a
modo de síntesis emblemática -y desde un ángulo-otro de lectura,
que intenta posicionarse en un punto de vista oblicuo a los hasta
aquí apelados- atravesar el proyecto periodístico de Juana Manso
tanto temática como problemáticamente al mismo tiempo que hará
posible evaluar la imagen de nación que el periódico sostuviera.
De esta forma, no resulta en modo alguno ocioso reiterar aquí
el hecho de que –desde el punto de vista publicístico– “Álbum de
Señoritas amplía considerablemente la gama de temas de las
revistas anteriores ya que habla del progreso argentino, la ciencia
y el oficio de escritor/a, vistos exclusivamente desde la perspectiva
de la mujer».42 Asimismo, es fácil notar que cuando Juana Manso
se dirige a las mujeres de su época –a quienes con insistencia
denomina ‘compatriotas’– instala su propuesta a través de la
potenciación de dos polos también temáticos y problemáticos;
polos a los que les otorgara carácter de etapas para la consecución
de su proyecto. Ellos son:
1.– la emancipación moral e intelectual de las mujeres43
2.– la integración de esas mujeres así emancipadas en el
proyecto de renovar el país una vez que se hubiese logrado corregir
las modalidades imperantes en la familia y en el Estado.
En este sentido, la elección de la quinta entrega como objeto
de análisis tiene, a mi entender, varias razones ‘operativas’ que
desearía poner de manifiesto:
a) considero que este número de la revista juega como una
verdadera bisagra en el proyecto periodístico de la Manso en
función de que ‘objetivamente’ podemos ubicarlo en la mitad de
esta empresa y ‘leer’ –tanto en sentido literal cuanto en el metafó-
rico– la evaluación que realiza de la misma44
b) al mismo tiempo, dicha entrega ‘cierra’ el primer mes de la
publicación y (nos) muestra los temas y tonos que la cronista había
privilegiado hasta entonces en su periódico
c) por otra parte, en su número cinco, el Álbum despliega una
escena discursiva donde los tonos de la esperanza y el desencanto
juegan un rol protagónico nunca repetido a lo largo de las entregas
precedentes y posteriores.

32
Para finalizar, retomemos aquí el diseño –explicitado más
arriba– del número cinco de Álbum de Señoritas para así, a
continuación, poner en funcionamiento los modos de leer que
configuran los modos de narrar una imagen de nación en conflicto:

Quinto número (enero 29 de 1854):


*Ilustración de la Muger. Filosofía. Psicología - Estudio del Alma
Humana
*La Homeopathia. Medicina Casera
*Viages del Conde de Castelnau por El Interior de América.
Entrada al Perú, Puno, lago de Chucuito, Arequipa, Islay
*Al Cruzar la Equinoccial
*La familia del comendador. Novela Original por Juana P. Manso
de Noronha (Nuera y Suegra)
*Las Misiones
*Coincidencia Singular
*Al Señor G. de la Tribuna
*A Nuestras Subscriptoras. Juana P. Manso de Noronha
*Modas - Máximas Morales

Si nos viéramos en la necesidad de apelar a una calificación


generalizadora para evaluar la actitud asumida por Juana Manso
–en lo que a publicar el Álbum de Señoritas se refiere–, ésta nos
llevaría a retomar la de ‘ejemplariedad’ propuesta más arriba.45 En
este contexto, el plan general del periódico, reiterado a lo largo de
sus ocho números, permite dibujar algunas zonas donde ese modo
‘ejemplar’ – polémicamente ejemplar como lo caracterizáramos–
de la periodista trama su recorrido de intereses; zonas éstas que
pueden ser clasificadas de la siguiente manera: educación para la
mujer, información sobre temas no-convencionales (mesas girato-
rias, homeopatía), viajes, relatos autobiográficos, «La familia del
comendador»46 (novela en folletín), modas,47 crítica teatral (con
especial acento en el género operístico) miscelánea (poemas,
anécdotas, máximas). A través de ellas, podemos recorrer los temas
que la cronista consideraba de interés para las lectoras argentinas
de mediados de siglo XIX; sin embargo no podemos dejar de notar
que la mencionada ‘ejemplariedad’ debe haber resultado, en más

33
de una ocasión, demasiado aleccionadora para aquéllas. En este
sentido, es fácil percibir una escena discursiva en la que Manso
aparece ‘confundiendo’ (o tal vez podríamos decir mejor: co-
fundiendo) tanto los temas cuanto los tonos de su época al pretender
hacer con y del Álbum un gran espacio escolar en el cual podemos
verla plantarse como única enseñante. Es precisamente en este
contexto que desearíamos arriesgar una conclusión (parcial) a lo
expuesto hasta el momento: desde su Álbum de Señoritas, ella (nos)
propone un diseño de nación entendido como gran escena áulica
donde la comunidad es imaginada en el grado cero –tabula rasa–
de la historia de un estado que aspira a ser moderno. De esta forma,
el gesto de fundación se piensa a partir de una ejemplar ‘construc-
ción del conocimiento’ a través de la cual las mujeres debían tomar
un rol protagónico tras haber aprendido a asumir su lugar en la
nueva escena política que surgiera después de la caída de Rosas.
En función de lo planteado anteriormente podemos, entonces,
observar cómo la quinta entrega se abre con la nota “Psicología-
Estudios del Alma Humana” en el marco de la sección “Ilustracion
de la Muger” donde la cronista48 intenta con innegable dificultad
‘imponer’ un conocimiento a sus lectoras: los fenómenos del alma
como objeto de estudio de la psicología. Desde una ‘laicidad’
altamente significativa para la época –la que, por ello mismo, debe
haber resultado no menos ‘amenazante’ en la pluma de una mujer–
Juana Manso propone considerar la existencia personal como base
y legítimo punto de partida de la ciencia. Dirá entonces que:

Yo pienso, luego existo: el yo, piensa, siente y obra, y quien


le dá la certeza de que piensa, siente y obra, es la conciencia.
El testimonio de la conciencia es irrecusable. El juicio puede
extraviarse, la conciencia jamás, porque sentimos como
sentimos y queremos como queremos, y no hay argumentos
que valgan á persuadirnos de lo contrario, porque contra esos
hechos íntimos y arcanos que pasan en el fondo de nosotros
mismos, nada se puede decir. (“Ilustración de la Muger.
Filosofía. Psicología - Estudio del Alma Humana”, Álbum de
Señoritas, Nº 5, p. 33. El énfasis pertenece al texto original).

34
A continuación podremos leer un artículo sobre “Medicina
casera” en el marco de un tema para-científico: La Homeopathia
donde nos enfrentamos a la apuesta discursiva que realiza la
periodista para llegar a descorrer los velos que el ‘saber común’
cristalizara con respecto al tema. Así, declarará sin embages que
el “error que generalmente condena la homeopathia sin conocerla,
nos induce á dar á nuestras lectoras una idea verdadera de lo que
viene á ser la homepathia”. Apelando a una cita de autoridad –“oíd
lo que dice Jahrr, la mejor autoridad á este respecto”– interesa a sus
lectoras a informarse sobre la Naturaleza y forma de los remedios
homeopáthicos con vistas a desautorizar los numerosos prejuicios
que invalidaran este saber.
“Viajes del Conde de Castelnau por el interior de America.
Entrada al Perú, Puno, lago de Chucuito, Arequipa, Islay” es el título
que encabeza la siguiente nota, la que debe ser leída en el marco
de la serie de notas similares iniciadas en el primer número. Inserta
en la trama genérica narración de viajes49 este artículo escenifica
una ‘mirada’ hacia el interior de América de la mano de un ignoto
Conde de Castelnau50 quien ofrece, en este número, información
sobre la ciudad y el departamento de Puno. Aquí también podemos
percibir que el tono puesto en escena evoca mucho más los acentos
de un manual escolar que el de las narraciones de viajes tradicio-
nales dado que la nota se articula en el marco de una sucesión de
datos sobre cantidad de habitantes,51 tipo de población y produc-
ción (tipo de animales, producción agrícola) sin marcas explícitas
de la subjetividad del viajero.52 Probablemente, en la elección de
esta narración, Manso haya pretendido alejarse de la exaltación de
ese tipo de ‘subjetividad’, el que había dado como resultado los, a
menudo, caóticos relatos de navegantes y aventureros y por ello
haya apelado a uno cuyas marcas ponían el acento en el –
aleccionador– lenguaje proveniente de las ciencias naturales. No
quedan dudas de que detrás de la ‘mirada’ científica del viajero
está el ojo atento de la periodista-docente pendiente de su
superobjetivo:53 educar a las mujeres de su patria, decidiendo
sobre qué, cómo y hasta dónde deben de informarse. En este
sentido Manso es explícita por lo que finalizada la nota del Conde
de Castelnau podemos leer lo siguiente:

35
Sigue un mapa de las minas hoy en trabajo, su extraccion de
mineral, azogue, sus gastos &c. &c. Esta noticia estadística,
como es probable que no agrade á mis lectoras, la suprimire-
mos, tomando el hilo de la historia, mas adelante, en el
próximo número. (“Viajes...”, Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/
1/1854, p. 34. El énfasis me pertenece).

No obstante, frente a la cuarta nota nuestra operación de


lectura (aparentemente) debe dar un giro de ciento ochenta grados
para así poder percibir el cambio de tono que, «Al cruzar la
equinoccial», actualiza. Con este objeto, evocamos aquí una de las
figuras54 discursivas que acuñara alguna vez David Viñas55 en su
trabajo sobre Lucio V. Mansilla cuando propusiera pensar la
metáfora del círculo protagonizado por los gentlemen escritores
con un adentro –encarnado por aquellos que sostenían los valores
de la genteel tradition– y un afuera —asumido por los que
quedaban fuera de los márgenes delimitados por el círculo mencio-
nado. A partir de dicha delimitación, Viñas ‘jugaba’ con diversas
combinaciones las que, a su vez, con-figuraban espacialmente
grados de cercanía o lejanía respecto de la centralidad; ellas eran:
el afuera del adentro y el adentro del afuera. Precisamente es la
gestualidad de estos dos entrecruzamientos figuráticos la que
desearía articular en la lectura de “Al cruzar la equinoccial” ya que
si la impronta docente puesta en escena por Juana Manso en las dos
primeras notas parecía referencializar una figura de centralidad
ejemplar –con límites interiores y exteriores claramente demarca-
dos por el saber y el no-saber–, la modalidad ‘montada’ en esta
nota atraviesa esos bordes, confundiendo –y co-fundiendo, como lo
planteáramos más arriba– lo privado en lo público. Al apartarse del
(público) tono docente para adoptar el (privado) de la confidencia,
la periodista atraviesa transversalmente, con movimiento
zigzagueante, los bordes de las mencionadas fronteras mientras
confía algunos acontecimientos de su vida privada a las lectoras del
Álbum.
Desde un ángulo-otro al de la ejemplariedad, la figura de la
confidencia56 evoca –a veces– el secreto, –siempre– lo privado
dado que podría ser pensada como esa escena de lenguaje que,

36
al poner en juego la intimidad, permite a la palabra transitar a
media voz. Es precisamente esa tonalidad la que Manso articula en
esta nota: la de una media voz a partir de la cual procederá a
relatar(nos) las sensaciones que tuviera “una noche de Diciembre
de 1848” cuando –junto a su marido e hijas– regresaba al Brasil,
por barco, y “la disminucion progresiva de la latitud, [les] anuncia-
ba que de un momento al otro [debían] cortar la línea misteriosa que
divide en dos los hemisferios del globo terráqueo”.
El tópico narrado será una buena excusa para vehiculizar el
tono elegido en función de que una anécdota menor nos permite
descubrir, también, a una Manso-otra, protagonista de una esceno-
grafía de sentimientos privados:

A bordo era un silencio profundo, ni mas que el ruido de la


quilla cortando las aguas, ni mas que la brisa pasando por
entre las cuerdas y amarras, que producia como el sonido de
una arpa rolia, y la risa inocente de mis chiquitas, agenas
todavia á las diferentes escenas del drama de la vida....
despues, hasta esa inocente charla cesó, ellas durmieron, y el
silencio reinó mas profundo. El capitan se habia ido á la proa,
alli con el anteojo de noche recorria siempre el horizonte. El
otro capitan africano pasagero estaba á un lado de la borda,
en el tope del mastelero de descubierta un bravo marinero.
Nosotros al pié de la puerta de la cámara, conversando en voz
baja, palabras de un idioma que no es de este mundo, porque
la augusta magestad del espactáculo que teniamos á la vista;
aquel Oceano sin límites, aquella luna tan luminosa, aquellos
millares de astros que fulguraban, sobre nuestras cabezas, ese
reposo y placides de una naturaleza que en solo un minuto
podia trocar su faz y sumergirnos para siempre, ese espectá-
culo pues, dá una gravedad religiosa a los pensamientos, y un
colorido singular á las conversaciones, cuando esa proviene
de dos corazones poetas, que saben sentir esas bellezas de
la naturaleza, que no son para delinearse con los débiles,
incorrectos trazos de la pluma. («Al cruzar la equinoccial» en
Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p. 35. El énfasis me
pertenece.)

37
Así, una lógica (femenina) del afecto aparece configurando
una escena de rasgos románticos, guiños, complicidades, es decir,
sutilezas. En este marco, memoria y recuerdo se posicionan en un
espacio privilegiado, teatralizado, donde naturaleza y cultura se
confunden en un murmullo, en un susurro. Vemos, entonces, que la
privacidad de esta media voz pareciera como si operara «entre
paredes», mientras lo íntimo se muestra potenciando la confianza57
que toda confidencia estatuye en el otro, que en este caso es una
confianza que Juana Manso deposita en sus eventuales lectoras.
Tras este hiato confidente a través del cual pareciera que la
cronista hubiese querido dejar por unos instantes la sonora palabra
militante para perder su mirada en el recuerdo y construirla, desde
la memoria, en una media voz, la quinta entrega del Álbum de
Señoritas enhebra el capítulo (también quinto) “Nuera y Suegra”
perteneciente a la novela original (en folletín) La familia del
comendador58 escrita por Juana P. Manso de Noronha. En su
estudio de esta novela ya publicada en forma de libro, Lea Fletcher
afirma que el tema principal es la injusticia del racismo y la
esclavitud, tema que ella instala con el siguiente interrogante:

¿Por qué creía –e insistía– Manso en que las argentinas,


primero en las páginas del Álbum de Señoritas y después en
forma de libro, deberían leer La familia?
La cultura dominante de la Argentina –agrega Fletcher–
siempre se vanaglorió de ser un país blanco y la historia nos
enseña que se hizo todo lo posible para que así fuera.59

Consideramos que dicho cuestionamiento puede ser fácilmen-


te extendido a todo el periódico en la medida en que se muestra
como el proyecto de una comunidad imaginada en discordancia
mientras señala una imagen de nación en conflicto. Si bien la
lectura de un capítulo en particular nunca puede dar idea de la
temática narrada en un texto, nuestra pretensión, aquí, no reside en
llevar adelante el análisis de la historia60 sino, por el contrario,
‘detectar’ el eje problemático de la narración a partir de un golpe
de sincronía61 que hemos operado en la lectura de la quinta entrega
del Álbum de Señoritas. Al atravesarla no podemos sino ratificar el

38
fuerte sentimiento anti-esclavista puesto juego en el relato, lo que
nos permite percibir que Juana Manso y su novela estaban
indiscutiblemente a la vanguardia de los nuevos aires y los nuevos
líderes que tenían en sus manos la reconstrucción nacional. Deten-
gámonos tan sólo en un fragmento de este quinto capítulo para
“escuchar’ una mirada” –valga el oxímoron– a todas luces acerba-
mente crítica que señala sin concesiones –y a través de la metáfora
narrativa que escenifica toda novela– las crueldades de un sistema
de relaciones perverso basado en el sometimiento del otro.

Doña Maria das Neves nunca dormia en su cama; vivia el día


y la noche reclinada en un inmenso sillon de ruedas, y cuatro
esclavas en derredor suyo, no tenian otra ocupacion que la de
velar de continuo á las necesidades y comodidad de su
señora.
Ya moviéndola del sillon, ya rodando este con esfuerzo á
donde aquella ordenaba, ya lavándola, peinándola, hacién-
dole aire, ó dándola de beber.
En premio de tan ímprobo trabajo, cuando doña Maria estaba
en sus dias de mal humor, las arañaba, las maltrataba y les
decia mil improperios.
La comida fué suntuosa, y servida con aquel requinte de
delicadeza y buen gusto de una mesa brasilera de buen tono,
en que los manjares son siempre escogidos, y en que una
multitud de esclavos atentos y vigilantes procuran adivinar el
pensamiento de los blancos!....
Míseros! menos felices que los perros, ni aun asi suelen recibir
un elogio ó una mirada benévola! («La familia del comenda-
dor: Nuera y Suegra. Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854
p. 36. El énfasis me pertenece).

El fragmento privilegiado más arriba dibuja emblemáticamente


el diseño de una nación autoritaria y por ende, injusta en la cual los
sometidos quedaban reducidos a un estado de naturaleza, pre-
social. ¡Gesto aleccionador el de Manso! Aleccionador, además,
porque no se detiene tan sólo en este señalamiento -el que podría
haber sido considerado hasta previsible para el imaginario de la

39
época- sino que se atreve y –osadamente– da un paso más adelante
cuando, algunos párrafos después, decide ‘homologar’ implícita-
mente el estado de esclavitud a la situación de precaria subsidiariedad
que debían soportar las mujeres en una sociedad patriarcal:

–Creo, continuó doña Maria, que vosotros haríais bien en


casar á Gabriela con Juan. Es el modo mas simple de reunir
bajo un mismo nombre toda nuestra fortuna. Gabriel puede
ser el tutor de su yerno, la muchacha, tal vez repugne, pero eso
no viene al caso; en mi tiempo no se consultaban caprichos de
muñecas, yo me casé sin querer á mi marido, lo conocí el dia
que fuimos á la Iglesia; despues demas de dos años es que me
resolví á levantar los ojos para mirarlo, pues no lo hallé ni feo
ni bonito, antes le tenia rabia que no amor. Ni creo que el
amor sea necesario para casarse, ¡qué amor ni qué sonsera!
(“La familia del comendador: Nuera y Suegra”, Álbum de
Señoritas, Nº 5, 29/1/1854 p. 37. El énfasis me pertenece).

Como lo planteáramos más arriba, toda sociedad organizada


bajo presupuestos patriarcales se consolida a partir de una figura
paterna, la que al mantener y conservar el poder absoluto sobre los
miembros de la casa, actualiza una modalidad que puede ser
fácilmente homologada a algunos sistemas de esclavitud. Esto es
precisamente lo que dice Juana Manso en su periódico: lo dice a
través de las modulaciones de un relato de ficción y en tono
novelado como modo de narrar. En este contexto, una forma
cultural como la novela es considerada de suma importancia en la
formación de los imaginarios simbólicos de los modos sociales a
través de los cuales -y finalmente- se inscriben (y se escriben) las
naciones. No digo que sólo la novela sea importante sino que la
considero como el objeto estético cuya conexión con esas socieda-
des (naciones) en formación es particularmente interesante de
estudiar desde su emergencia como práctica simbólica. Esta
afirmación parte, obviamente, de considerar a la (forma)novela en
sentido extendido, es decir, como esa forma cultural que funda
actitudes, referencias y experiencias en el imaginario de una época
al mismo tiempo que realiza el gesto de decirlo. Desde su(s) trama(s)

40
narrativa(s) organiza el espacio de la historia modalizándola como
ficción, bloqueando otras narraciones emergentes o en formación.
Gran parte de la crítica reciente se ha concentrado en la
ficción narrativa, no obstante muy poca atención se le ha otorgado
a la posición que esta ficción narrativa tiene en la constitución de
la historia y en el mundo de la nación. Lo narrativo es crucial dado
que los relatos están en el centro (digamos mejor, en el corazón) de
lo que viajeros y novelistas dicen (es decir, miran) acerca de los
espacios que narrativizan. Como un crítico ha sugerido, las
naciones en sí misma son narraciones y como decíamos hace un
momento, el poder de narrar, o de bloquear otras narrativas en
formación o en emergencia, es muy importante para la relación
entre cultura/nación dado que constituye una de las principales
conexiones entre ambas. En este sentido cultura es una suerte de
teatro donde varias causas políticas e ideológicas se comprometen
entre sí. Lejos de ser un plácido dominio de una amable conviven-
cia, la cultura puede ser hasta un campo de batalla donde las
causas se exponen a sí mismas a la luz del día mientras compiten
unas con otras.
Sabedora de estar encabezando un espacio combativo en ese
campo de batalla, Juana Manso de Noronha señala con el dedo los
lugares que han sido invadidos por el silencio y los descubre sin
compasión. Al homologar la esclavitud con la situación real de la
mujer en una sociedad patriarcal debe haberse enfrentado con el
desagrado explícito de sus lectoras. No contenta, sin embargo, con
la homologación ficcionalizada decide ‘rematar’ –tanto en sentido
literal cuanto en el metafórico– su planteo, por lo que ‘suspende’ el
relato –hasta la próxima entrega– con el siguiente planteo:

Despues, la abuela se dirigió á Gabriela, haciéndole mil


elogios, enumerando un largo catálogo de lo que le tocaba en
suerte, sobre alhajas, esclavos &a. &a. y el párrafo final fué
el anuncio de su casamiento con su tio D. Juan el loco!
A ese anuncio fatal Gabriela se puso en pié, abrió los ojos
espantada, se puso pálida como la muerte, y despues de un
momento de silencio en que su cuerpo temblaba, como el vástago
de una tierna planta sacudido por el huracan, dijo con voz firme:

41
-Antes seré monja que casarme con mi tio.
Muchas reflecciones se le hicieron, y muy brillantes fueron las
promesas.
Gabriela oyó todo en silencio. Como todos los caracteres
resueltos, usaba pocas palabras. Creia que habia contestado
y reunía sus fuerzas para la lucha. (“La familia del comenda-
dor: Nuera y Suegra”, Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/
1854, p. 38. El énfasis me pertenece).

Nuevamente, el silencio, aparece con toda su sonoridad. Si en


el caso de Anarda, la única colaboradora del Álbum, nos enfren-
tábamos a la dupla enfermedad y silencio como única alternativa
a la ‘respuesta’ que generara su palabra escrita, en este capítulo de
La familia... aparece otra posibilidad sonora para el silencio: la del
claustro, es decir, la del encierro como única ‘salida para un
caracter resuelto que utiliza pocas palabras y reúne sus fuerzas
para la lucha’. En este contexto, la denuncia ficcional de la
narradora nos conduce a confirmar que el silencio a menudo, se
sostiene como única respuesta cuando ese otro se ve sumida en un
modelo de legitimaciones que no le pertenecen.62
Sin embargo, se puede elegir no hacer silencio, es decir, no
(a)callar resignadamente la propia voz, sabiendo –eso sí– que
dicha elección implica salirse de madre o tal vez, para ser más
justos, deberíamos decir salirse de los bordes fronterizos que el
paternalismo –que ejerce el control simbólico en una sociedad–
traza como márgenes insalvables para todo aquel(la) que quiera
ser ‘reconocido/a’ dentro del grupo63 protector. Con Juana Manso
es fácil observar cómo ella decide atravesar esos bordes ruidosa-
mente; ruido que va in crescendo a medida que saltamos de un
artículo a otro, es decir, de un tema a otro; ruido que hasta, en
alguno casos, se vuelve ensordecedor y nos renueva el recuerdo de
aquel (casi) ruego que le dirigiera Sarmiento: “ Baje U., pues la voz
en sus discursos y en sus escritos...”. Pretensión inútil en lo que a esa
mujer se refiere...
En “Las Misiones”, nota que sigue a continuación, somos
espectadores de un salto a un metafórico vacío en la pluma de
alguien que pretende decir lo que no se debe —y tanto peor si ese

42
alguien, además, viste polleras y escribe. El tópico tratado en este
artículo asume el tono de la denuncia a través de la cual se puede
inferir que el proyecto político que, en ese año 1854, impulsaba la
construcción de una nueva nación adolecía de parecidas injusticias
de las que tan acerbamente se le habían criticado a Rosas.
Recordemos, por ejemplo, una de las tantas acusaciones dirigidas
al Restaurador de las Leyes, esta vez en la pluma de Esteban
Echeverría, cuando en la polémica que sostuviera con Pedro de
Angelis –a propósito de los ataques de éste al Dogma Socialista,
credo y programa de la Generación del 37– el escritor replicaba:

Estais oprimiendo, profanando, barbarizando vuestra tierra,


la estais convirtiendo en una toldería donde no se reconoce
más ley que la fuerza, más razón que el instinto o el capricho
bruto, más pena que la confiscación o el degüello.64

En un tono similar, pero esta vez ya no dirigido al gobierno de


Rosas sino a los representantes del proyecto ‘civilizador’, Juana
Manso muestra su preocupación frente a una inminente campaña
contra los indios: “va á correr la sangre de nuevo” –nos dice,
mientras articula un cuestionamiento político– “Será que no haya
otros medios de persuasión para esos desventurados, sino el sable
y el plomo”? El interrogante abre mucho más que el espacio de una
pregunta retórica ya que el estado de beligerancia permanente en
que se había visto inmersa la región del Río de la Plata en los
pasados treinta años había sido lo suficientemente doloroso como
para ser olvidado. Sin embargo, Manso realiza una nueva torsión
en su apelación hasta llevarla al corazón de la denuncia y, es
entonces cuando ya no quedan dudas sobre el hecho de que la
periodista ha cruzado ciertos márgenes con respecto a lo que
estaba permitido/no permitido decir a una mujer en su época. Al
trasponer con enorme valentía esos umbrales, hace que su palabra
se muestre investida de una voz que lleva sobre sí todas las marcas
de la marginación que sufrirá en poco tiempo. Asaltando el espacio
público, la cronista toca con su pluma zonas discursivas que han
permanecido insistentemente ‘átonas’ a lo largo de la historia patria
y dice:

43
Sí, creemos [...] que esta expedicion armada debe ser la
última que parte contra los indios.
El fanatismo ha muerto, no es posible resucitarlo; el espíritu
verdadero del cristianismo resplandece sobre todas las quime-
ras, ambiciones y combinaciones humanas, el impulso está
dado y no es posible retroceder.
Padres de la Iglesia que llevais el nombre de cristianos,
cumplid el precepto del Evangelio
“Id y predicad diciendo que se acercó el reino de los cielos».
.........................................................................................................................
No poseais oro ni plata, ni dinero en vuestras fajas.
“No alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni
baston; porque digno es el trabajador de su alimento.»
Evangelio segun San Mateo
Sí, reunios que no os faltará proteccion y partid para la
pampa. En vuestro tránsito encontrareis cristianos que solo
llevan este nombre, cuya alma está seca y descreida, de cuyos
ojos no acostumbra correr ni una sola lágrima de piedad, á
esos tambien es necesario acudir.
Con todo, ved que no os pido que váyais á fanatizarlos, no á
lanzar anatemas, y á pavorizarlos con el infierno.
Habladles de caridad, de fé de esperanza, de la misericordia
divina; ceñid vuestras palabras al espíritu puro y luminoso de
la doctrina del divino maestro.
De todos los materialismo, el de la religion es el mas funesto...
(“Las Misiones”, Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p.
38. El énfasis pertenece al texto original)

Llegados a este punto no podemos dejar de reconocer que, en


su osada empresa, el Álbum de Señoritas era una apuesta intelec-
tual demasiado lúcida 65 para un 1854 conflictivo y en construc-
ción. Asimismo, es fácil percibir el profundo ‘desagrado’ que
planteos como los anteriormente expuestos deben haber provoca-
do en los integrantes de la gran aldea porteña pos-Caseros dado
que todos conocían el hecho de que cosas como esas no podían
decirse, menos escribirse y menos aún aparecer ante los ojos de un
público lector femenino quien no debía ser turbado ni por la duda

44
ni por el cuestionamiento sobre las decisiones político-institucionales
que los líderes de la construcción nacional (padres, esposos, hijos,
hermanos) estaban llevando a cabo. Más aún, en el espacio del
hogar se imponía la calma para esos hombres a la hora de tomar
las decisiones y esa calma sólo se proveería si los lugares públicos
y privados -por ellos sancionados- sostenían las valoraciones que se
les asignaban (bueno/malo; permitido/prohibido). ¿Qué hacer,
entonces, frente a la posibilidad de que madres, esposas, hijas o
hermanas pudiesen llegar a ser con-movidas por reflexiones del tipo
de la que a continuación transcribimos?

La experiencia nos ha demostrado que el indio tiene inteligen-


cia, y cuando civilizado, hemos visto desenvolverse en ellos
mil sentimientos nobles y generosos, mil tendencias que
muestras que su corazon solo está pervertido por la ignoran-
cia: tendamos, pues, la mano á esos desgraciados para
sacarlos de la densa noche que los envuelve.
Esta patria es de ellos como nuestra. La conquista los esclavi-
zó, los arrojó de sus lares los despedazó, y nosotros despues
de la independencia no hemos hecho mas que continuar la
obra que comenzó la conquista. Para atraerlos á nuestra
amistad no hemos tenido otros arbitrios que, ó subyugarlos
con el hierro mortífero, ó halagarles su vanidad con zarandajas,
orígen de discordia entre ellos, ó licores perniciosos con que
hemos acabado de viciarlos.
Buenos Aires empieza una era nueva; es necesario que todo
elemento de progreso entre en el cuadro de su nueva marcha».
(“Las Misiones”, Álbum de Señoritas. Nº 5, 29/1/1854, p.
39. El énfasis me pertenece).

¿Qué hacer frente a la insolencia de esa mujer que se atrevía


a señalar, criticar y hasta invalidar espacios públicos tradicional-
mente sacralizados tales como el proyecto político para un Estado
en construcción, la Iglesia católica, el lugar subsidiario –y servil–
de la mujer en la sociedad? ¿Qué hacer, además, con una mujer
que era fea, pobre, abandonada por su marido y protestante?
La historia como relato nos ha mostrado que la respuesta a

45
parecidos interrogantes ha sido siempre coherentemente
homogénea: la reacción que provoca el diferente, en una sociedad,
asume las modalidades del descrédito, la indiferencia cuando no
actitudes mucho más violentas que tienen como objetivo y finalidad
el (a)callar toda voz que pretenda desacomodar un
orden66 establecido.
En el caso Juana Manso, la respuesta de la sociedad porteña
no sólo fue el descrédito67 (el que si bien apela a la devaluación de
la palabra ajena por lo menos permite ciertas instancias de defensa
(parcial) por parte del desacreditado) también –y con mucha más
fuerza– fue el rencoroso y displicente mutismo que vacía al otro de
toda posibilidad sonora mientras lo ubica en el doloroso registro de
la inutilidad de su palabra. Y digo mutismo y no silencio, precisa-
mente, porque considero que existen diferencias entre ambas
categorías; el mutismo tendría mucho más que ver con una decisión
personal mientras que el silencio implica que la presión la ejerce el
otro,68 siempre desde un lugar de poder institucional.
Silenciar a Juana Manso fue una tarea imposible a lo largo de
su altisonante y luchadora existencia, sin embargo sí fue posible
responderle con extrema violencia y que cada una de esas
respuestas significaran ejercer sobre ella diversas modalidades de
silenciamiento,69 todas ellas verdaderamente feroces. La falta de
suscriptoras, en lo referente al Álbum de Señoritas, sería el modo
adoptado en esta ocasión; falta que no sólo implicaba (de)mostrarle
a la Redactora la inutilidad de su palabra inteligente sino que, al
mismo tiempo, ubicaba a la mujer en la precariedad y desamparo
económicos al condenarla a un trabajo sin retribución.
La quinta entrega del periódico continúa, tras “Las Misiones”,
con el relato de una pequeña anécdota70 para seguir con otra nota
que es una dura respuesta “Al Señor G. de la Tribuna” donde la
periodista defiende su mirada crítica con respecto a lo que debía
considerarse un artista; se defiende y se desborda como si la
presión ejercida sobre ella por las palabras del “Señor G.”
hubiesen abierto una compuerta verborrágica difícil de contener.
Manso se enoja, polemiza, grita, alza la voz, tal vez, porque sabe
que escasamente será escuchada mientras se atreve a enrostrale al
crítico de la Tribuna que:

46
He defendido el nombre de artista contra el ridículo que se
quería lanzar sobre él, porque era un deber mío no solo como
muger de un artista, sino porque es odioso dejar profanar
aquello que merece respeto.
Si yo fuese estúpida creeria que mi marido es el único artista
que existe. Felizmente no lo soy y tengo nociones mas claras
que el Sr. G. de lo que es arte para cometer error tan craso.
He llamado á Robbio de charlatan, porque lo es, y como él,
hay centenares de tocadores, á quienes no es permitido
equivocarlos con un Sivori, con un Viemtemps &a. &a., ni con
otros que se respeten á sí mismos, lo bastante para no prostituir
el arte al oficio de pallazos.
Sino fuí modesta en callarme, y curvar mi frente ante los fallos
augustos de la clasificacion artística del Sr. G. lo siento mucho,
y doy los parabienes al Sr. G. si él sabe ser tan inteligente
como modesto. Sus obras lo dicen mejor que podría hacerlo
yo. (“Al Señor G. de la Tribuna ”, Álbum de Señoritas, Nº 5,
29/1/1854, pp. 39-40. El énfasis pertenece al texto original)

Tal vez –y precisamente– por todo lo anteriormente expuesto


es que “A Nuestras Subscriptoras” se vuelva la marca privilegiada
para evaluar el proyecto periodístico del Álbum de Señoritas y su
frustración. Con una mirada responsable y profesional que habla,
también, del lugar de soledad que toda decisión implica, J. P. M.
de Noronha –como firma la nota–, hace el balance parcial de su
empresa (podríamos decir, tanto en sentido literal cuanto en el
metafórico):

Hemos llegado al 5º y último número del Album en este primer


mes de su existencia.
Ningun sacrificio he ahorrado para darle vida y consistencia.
Toda mi ambicion era fundar un periodico dedicado entera-
mente á las señoras, y cuya unica mision fuese ilustrar; lo
habia conseguido asi en el Rio Janeiro donde El Jornal das
Senhoras está en el tercer año de su publicación. Las simpatias
que merecí en aquella corte, los testimonios todos de deferen-
cia y de apoyo, con que me favorecieron, me indugeron á

47
esperar otro tanto en mi pais... Infelizmente mis esperanzas
fueron flores pasageras, que el viento del desengaño deshojó
al querer abrir... (“A Nuestras Subscriptoras”, Álbum de
Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p. 40).

Este balance hubiera ocupado varias columnas de un libro


‘doméstico’ de gastos diarios cuyos debe y haber descubrían los
costos reales y simbólicos de una empresa que se resistía a
adocenadarse pero que, al mismo tiempo, se resentía en su falta de
apoyo. Juana Manso apela al corazón de ‘sus queridas subscrip-
toras’ instalando la palabra de una mujer que habla a otras: “antes
que escritora yo soy madre de familia, es este un cargo que trae
inmensa responsabilidad, y que me impone deberes muy sérios!
[...] Mi ambición no es la plata, [dirá] No tengo fortuna pero
tampoco abrigo deseos dispendiosos. Tengo fé en la Providencia
y cuando me inquieto no es personalmente por mí, y sí por aquellos
á quienes soy necesaria”.
El debe y el haber –como propusiéramos más arriba– arman
dos escenarios para la evaluación de un mismo proyecto. Por una
parte, la trayectoria de Manso en Brasil, el éxito de su O Jornal das
Senhoras, el claro objetivo intelectual (y también político) del Álbum
son los antecedentes públicos de una mujer comprometida no sólo
con su época sino con el espacio geo-político en que le había
tocado nacer y al cual había elegido retornar. Pero, al mismo
tiempo, la Manso es una mujer que lleva sobre sus hombros el
‘mandato’ cultural de la responsabilidad materna, tarea privada e
inalienable. Lo insoportable en ella será, entonces, el hecho de que
intente ocupar ambos espacios sin tener ninguno de los respaldos
tradicionales a sus espaldas: dinero, familia, nombre o marido. Era
insoportable tanto para los hombres como para las mujeres del
Buenos Aires posrosista porque sus pretensiones la mostraban
carente y solvente, a la vez. Carente, solvente e insolente dado que
no tenía reparos en exponer tanto sus créditos como sus réditos sin
maquillaje alguno:

Con todo, si puedo conformarme con no ganar, y si nunca he


considerado la fundacion de este periódico como un medio de

48
especulacion, tampoco ha podido nunca entrar en mis cálcu-
los de presupuesto mensual y de economía doméstica, gastar
una fuerte suma por mes en imprimir papel cuyo destino mas
próximo será ir para alguna taberna á envolver azúcar y
arroz.
Conté siempre con obtener la proteccion de la clase ilustrada
y del círculo abastado de Buenos Aires.... Nada he consegui-
do!
Con todo, haré el sacrifico un mes mas, y si en este tiempo no
se reuniese una subscripcion suficiente á cubrir los gastos de
la publicacion, no tendré otro remedio que despedirme de mis
lectoras, agradeciéndoles su proteccion y deseando que otra
mas feliz que yo sea mejor sucedida.
J. P. M. de Noronha
(“A Nuestras Subscriptoras”, Álbum de Señoritas, Nº 5, p. 40.
El énfasis me pertenece)

Dos breves notas cierran esta quinta entrega; la referida al


tema de «Modas» que informa sobre la enfermedad de la «colabo-
radora de Barracas» 71 y otra denominada “Máximas Morales” que
despliega una serie de enunciados ejemplares, todos ellos senten-
ciando acerca de la adversidad y la desposesión. 72 Sin embargo
este número del periódico no termina aquí sino que tras las notas
arriba mencionadas aparecen dos avisos altamente significativos
en la medida en que ambos completan y cierran el balance
realizado por la Redactora-mujer. Este cierre, tomado como dato ‘al
margen’ –que apunta directamente a la centralidad del problema–
tiene la claridad de informarnos acerca de la ubicación (tanto
pública cuanto privada) que la fallida empresa de publicación del
periódico le había destinado a Juana Manso a fines de ese enero
de 1854. Dos avisos, entonces, que se sostienen en los diversos
presupuestos y sobreentendidos que hemos intentado explicitar a lo
largo de nuestro análisis. Así, ellos ‘anuncian’ que:

Graves ocupaciones, nos impiden publicar la crónica de la


quincena. Desde el próximo número, publicaremos una cróni-
ca semanal»

49
Para el próximo mes de Febrero, la redactora del Album,
ofrece dar lecciones de los idiomas, inglés, francés é italiano,
en casas particulares. (Álbum de Señoritas Nº 5, 29/1/1854,
p. 40)

Es tan cierto que Juana Manso carecía de esa ‘capacidad’ de


disimulo que, ya sea en sentido amplio como en el restringido,
brinda el maquillaje73 que no tiene reparos en descubrir -ante los
ojos de sus lectoras- su digna precariedad; dignidad que sostenía
en una apuesta coherente con el trabajo. Manso no ruega, tampoco
suplica sino que al finalizar el primer mes de edición expone el
estado de situación de su proyecto. Sabe que sin apoyo, el mismo
se frustrará; propone , entonces, “el sacrificio de un mes mas” pero
mientras tanto, ofrece –se ofrece– sus servicios apostando a lo que
sabe hacer: instruir, ilustrar, es decir, educar. En toda ocasión su
apuesta había sido ejemplar: volver a la tierra natal para consagrar
todos sus esfuerzos a la ilustración de sus compatriotas, su tono
también lo era y no menos habrá de ser su frustración; cada uno de
esos estadios prefiguran los modos de leer que Juana Manso
pondrá en escena para narrar el diseño y fundación de una nación
en conflicto desde sus márgenes y a lo largo de su vida de intelectual
comprometida. Márgenes que, en su caso y en forma emblemática,
la destinaran a la permanente lucha contra el mandato y la
resignación de bajar la voz.

50
Notas

1
Más adelante retomaré esta sección; no obstante y a modo de
auto-biografía (dado que casi no se encuentran referencias biográ-
ficas completas de Juana Manso salvo, como dice Lea Fletcher el
extenso aunque obscuro estudio de María Velasco y Arias sobre su
vida y obra de 1937) deseo traer aquí un fragmento de su nota «A
nuestras subscriptoras» perteneciente a la quinta entrega de fecha
29/1/1854 a modo de confirmación de lo planteado más arriba:
“Como os lo digo, queridas subscriptoras, no he ahorrado
sacrificios ni buena voluntad; pero antes que escritora yo soy madre
de familia, es este un cargo que trae inmensa responsabilidad, y que
me impone deberes muy sérios!... Escribir para no ganar, bien, eso
me era indiferente, si pudiese tener pretensiones, diria como Camoens:

Aquella cuja lyra sonorosa


Será mais afamada que ditosa.

Y sacrificaria el dinero á la gloria como lo he hecho tantas veces


en mi vida!
Mi ambicion no es de plata. No tengo fortuna, pero tampoco
abrigo deseos dispendiosos. Tengo fé en la Providencia y cuando me
inquieto no es personalmente por mí, y sí por aquellos á quienes soy
necesaria”.
(Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p. 40. Las citas y grafía
son a partir del Álbum de Señoritas. Periódico de Literatura, Modas,
Bellas Artes y Teatros. Material fotocopiado. Salvo indicación expre-
sa, los énfasis en el texto serán míos)

51
La autobiografía sería tanto el proceso y el producto de asignar
significado a una serie de experiencias, después de que ellas hubie-
ran tenido lugar sino también un proceso de énfasis, yuxtaposición,
comentario u omisión. La ‘veracidad’ en la autobiografía ‘es una
condición de la que no se puede escapar, no es una opción retórica’.
La ‘naturaleza de la verdad’ de la autobiografía es una lucha con una
persona histórica más que con una ficcional. Cualquier ‘verdad’ que
emerja reside no tanto en la correspondencia entre palabra y pasado
sino en la imbricación de varias intenciones autobiográficas en la
forma de memoria, apología, confesión. (Cf. Lelia Area, Manuel Puig
y sus voces en folletín, ISA, Romansk Institut - Aarhus Universitet Nº 52,
1992).
2
Me interesa incluir en este momento, la primera nota editorial
del O Jornal das Senhoras. Modas, Litteratura, Bellas Artes, Theatros
e Critica (1852), firmada por Juana Manso de Noronha, con el objeto
enhebrar ciertos hitos de su compromiso intelectual y mostrar la
coherencia de su proyecto publicístico:
“As nossas Assignantes.
Redigir um jornal é para muitos litteratos o apogeo da suprema
felicidad, jà sou Redactor , esta frazezinha dita com seus botões faz
crescer dous palmos a qualquer individuo.
No circulo illustrado o Redactor é sempre recibido com certo
prestigio do homem que em letra de imprensa póde dizer muità coisa,
propicia ou fatal a alguem.
N’outra roda de gente que considera o progresso do genero
humano, como uma heresia, e os litteratos como uma casta de vadios,
porque entenedem que se possa cavar com uma enxada, porem o
trabalho intellectual é para essa gente uma alocução em grego: e por
tanto o Redactor é... é um vadio mesmo, um ente inutil.
Ora pois, uma Senhora a testa da redacção de um jornal! que
bicho de sete cabeças será?
Comtudo em França, em Inglaterra, nha Hespanha, nos Esta-
dos-Unidos, em Portugal mesmo, os exemplos abundão de Senhoras
dedicadas á litteratura collaborando differentes jornaes.

52
Por ventura a America do Sul, ella só, ficará estacionaria nas
suas idéas, quando o mundo inteiro marcha ao progresso e tende ao
aperfeiçonamento moral e material da Sociedade?
Ora! não póde ser. A sociedade do Rio de Janeiro principal-
mente, Còrte e Capital do imperio, Metropoli do sul d’America,
acolherá de certo com satisfacção e sympathia O JORNAL DAS
SENHORAS redigido por uma Senhora mesma: por uma americana
que, senào possue talentos, pelo menos tem a vontade e o dezejo de
propagar a illustração, e cooperar com todas as suas forças para o
melhoramento social e para a emancipação moral da mulher.
Eis-nos pois em campanha; o estandarte da illustração ondula
gracioso á briza perfumada dos Tropicos: acolhei-vos a elle, todas as
que possuis uma faisca da intelligencia, vinde. Confidente discreto
das vossas producções litterarias; ellas serão publicadas debaixo do
anonimo: porem não temaes confiar-mo-las, nem temaes dar expanção
ao vosso pensamento; se o possuis é porque é dom da Divindade, e
aquillo que Deus dá, os homen não o podem roubar.
Por carta fechada a redacção do Jornal podem dirigir-se todas
as Senhoras que desejarem honrar as nossas paginas.
Feliz mil vezes se a minha dedicação alcançar a vossa
cooperação.
Temos a satisfação de vos declarar que desde já somos
coadjuvadas por uma nossa amiga, jovem intelligente e espirituosa,
a qual faz-nos o obsequio de encarregar-se especialmente do artigo
de Modas, guardando para isso o mais riguroso incognito. Leia-mos
pois o seu primeiro artigo.
Joanna Paula Manso de Noronha”.
(O Jornal das Senhoras, Modas, Litteratura, Bellas-Artes, Theatros
e Critica, Tomo I - Quinta Feira, 1 de Janeiro de 1852, pp.1-2.
Material microfilmado, Biblioteca Nacional de la Ciudad de Rio de
Janeiro, Brasil). (Considero que sería particularmente interesante
realizar un eventual estudio comparativo entre las políticas editoriales
de ambos periódicos con el objeto de establecer las marcas de lectura
que hicieran de uno un éxito y del otro un fracaso. Mi real agradeci-

53
miento a mi colega Raúl Antelo de la Universidad de Santa Catarina,
Brasil, quien generosamente me hiciese llegar el microfilm de esta
publicación).
3
La relación de Juana Manso con su marido –y su posterior
separación por abandono de éste para casarse con una de las damas
de la corte del emperador de Brasil– podría ser calificada como de
‘dolorosamente devota’. Apenas casados viajan a Estados Unidos de
Norteamérica con el objeto de que el violinista portugués pudiese
brindar conciertos y hacerse conocer internacionalmente. El cuader-
no de viajes que Juana escribe a su hija Eulalia, relevado en parte por
María Velasco y Arias narra escenarios de dolor y descubrimiento
donde un mundo-otro aparece frente a los ojos de la ‘recién casada’
desde su descarnada centralidad mientras la ubica en una marginalidad
tanto privada como pública. Desde el primer concierto, Noronha
fracasa por inexperiencia, malos consejos y desconocimiento de los
‘códigos’ del país del norte; Juana relata:
“Pasadas las ocho, el público empezó a llamar para empezar
el concierto...nadie parecía! Algunos segundos más y N... pareció,
más pálido que lo de costumbre acompañado del individuo que nos
sirvió de agente: el Dr. Stalheneit, que así era su nombre: dijo a los
espectadores que ‘vista la escase.. de fondos que daba la entrada del
concierto, los músicos y demás artistas ajustados rehusaban acompa-
ñar al señor N... sin ser pagos antes de principiar el concierto, y que
no pudiendo el artista N... expender una cantidad tan fuerte, pedía
disculpa al público y se ofrecía a ejecutar algunas piezas solo!’
El público aprobó con un aplauso y N... presentándome la
mano, me dijo: ‘Ven, acompáñame’.
Sin comprender lo que él me decía, le dí la mano y guiada sólo
por el instinto del cariño que le profeso, subí al tablado donde estaba
el piano, en medio de ruidosos aplausos! Pasábase en mi interior algo
de tan extraño, de tan profundamente amargo, que no puedo
descifrarlo! Sin preparación alguna, en medio de aquella crisis tan
horrorosa para nosotros, en medio a un mundo extranjero y sin
suficientes conocimientos músicos, yo no sé lo que hacía ni lo que

54
tocaba!... y para colmo de conflicto, N... a pesar de su delicadeza
natural, irritado como estaba, me decía mil palabras fuertes que
hicieron bañar de lágrimas mis ojos porque él no consideraba el
sacrificio que yo hacía y mi turbación natural en aquel caso y mucho
más con la conciencia de mi poco saber musical!... Pero yo lo perdono
porque estaba exasperado con la vileza de los músicos... y después
de eso así como yo era el único ser que le quedaba al lado, siempre
fiel en medio de la borrasca, así también era el único con quien él
podía desahogar su disgusto y yo sé que la vida de la mujer es toda
abnegación y sacrificio!”
(Citado por María Velasco y Arias en “Apéndice Nº 2. Manus-
critos de la madre. 3 de abril de 1854”, Juana Paula Manso. Vida
y Acción, Buenos Aires, Talleres Gráficos Porter Hnos, 1937, p. 354.
4
Oxímoron: figura retórica que expone sintácticamente la
relación significante de dos antónimos
5
Lea Fletcher en su lúcido artículo “Patriarchy, Medicine, and
Women Writers in Nineteenth-Century Argentina”, The Body and the
Text. Comparative Essays in Literature and Medicine, Bruce Clarke
and Wendell Aycock (Eds.), Lubbock, Tx; Texas Tech Univ. Press,
1990, pp. 91-103 también dibuja el paradigma de la controversia
que encarnara Manso cuando afirma que: «The women writers are
there: some, like Gorriti and Mansilla, are just below the surface of
patriarchal waters. Others, like the ‘combatted and combative’ Man-
so, are in deeper waters and hostile to the search. Argentine literary
history has been hostile to Manso because she did not observe the
codes for women’s behavior and discourse, because she spoke
outright against injustices. Although she directed the greater part of
her energies to women readers, they, along with the men, consistently
repudiated her. Aggressively ahead of the oppresive times she lived
in, Manso was the most lucid, determined, and selfless of all in her
attempts to alter discourse and action” (p.103) (Las escritoras están
ahí: algunas, como Gorriti y Mansilla, están justo debajo de la
superficie de las aguas patriarcales. Otras, como la ‘combatida y
combativa» Manso, están en aguas más profundas y son hostiles a la

55
investigación. La historia literaria argentina ha sido hostil a Manso
debido a que ella no respetó los códigos de comportamiento de las
mujeres y del discurso, dado que habló abiertamente contra las
injusticias. A pesar que destinara la mayor parte de sus energías a las
lectoras, ellas, junto con los hombres, la repudiaron sin cejar. Agresiva-
mente a la cabeza de la opresiva época en la que vivió, Manso fue la
más lúcida, determinada y menos egoísta de todas en sus intentos por
alterar el discurso y la acción. [La traducción al español es mía]).
6
Según Michel de Certeau ‘hacer historia’ en Occidente, desde
hace cuatro siglos, nos ha conducido siempre a la escritura dado que
poco a poco todos los mitos de antaño han sido reemplazados por una
práctica significativa. En cuanto práctica (y no como discurso, que es
su resultado), es el símbolo de una sociedad capaz de controlar el
espacio que ella misma se ha dado, de sustituir la oscuridad del
cuerpo vivido con el enunciado de un ‘querer saber’ o de un ‘querer
dominar’ al cuerpo, de transformar la tradición recibida en un texto
producido; en resumen, de convertirse en página en blanco, que ella
misma pueda llenar. Práctica ambiciosa, activa, incluso utópica,
ligada al establecimiento continuo de campos ‘propios’, donde se
inscribe una voluntad en términos de razón. Esta práctica tiene el valor
de un modelo científico, no le interesa una ‘verdad’ oculta que sea
preciso encontrar, se constituye en un símbolo por la relación que
existe entre un nuevo espacio entresacado del tiempo y un modus
operandi que fabrica ‘guiones’ capaces de organizar prácticamente
un discurso que sea hoy comprensible —a todo esto se le llama
propiamente ‘hacer historia’. (Cf.Michel de Certeau, “Escrituras e
historias”, La escritura de la historia, Mexico, Universidad Iberoame-
ricana, 1993).
7
Cfr. Mabel Moraña: “Fructuoso Rivera: Cartas a Bernardina.
Escritura y nación en la cuna de Hércules”, Revista Estudios, Revista
de Investigaciones Literarias, Año 3, Nº 5, Caracas, ene-jun. 1995,
pp. 91-124.
8
Cf. Michel de Certeau, “Historia, ciencia y ficción”, la revista
Nexos, Nº 33, México, 1981.

56
9
Cf. Marc Angenot, 1889. Un état du discours social, Éditions
du Préambule, Montréal, 1989.
10
Derek Gregory en su investigación sobre cartografías imagi-
narias plantea que es cierto que los historiadores generalmente han
presentado a la cartografía como la Medida de la Razón, un viaje
narrativo y progresivo desde la oscuridad hasta la luz, en el curso del
cual los mapas se han ido volviendo cada vez más ‘ajustados’ y
‘objetivos’. Pero también es cierto –agrega– que actualmente existe
una historiografía crítica que ha establecido la implicancia de los
mapas en la constitución de los sistemas del poder del conocimiento.
Esto nos compromete a llevar a cabo el intento de desarticular esas
tecnologías de poder y ubicar a todo mapa en la perspectiva de
cualquier tipo de práctica de representación. En este contexto y
ubicados en el siglo XIX vemos que será el Estado nacional quien le
de al país, a las múltiples ‘naciones’ que coyuntural y bélicamente
convivían en esos territorios, un dibujo de sus fronteras. El Estado crea
el mapa y el mapa crea la nación. Cuando las fronteras son
delimitadas, los sentidos y, por tanto las identidades, serán finalmente
normalizadas. (Cf. Derek Gregory, Geographical Imaginations,
Blackwell MA & Oxford UK, 1994)
11
Cf. Benedict Anderson, Comunidades imaginadas, Reflexio-
nes sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, FCE, 1993.
12
El tema del género es tan antiguo como el de la cultura escrita
en Occidente. Desde Aristóteles en adelante la necesidad de norma-
lizar –y normativizar–, a través de taxonomías, el desorden de
lenguajes en pugna se ha visto traducida en tratados de retórica, de
poética y de lingüística de todo tipo. No obstante considero impor-
tante para este trabajo adherir a una definición de género en sentido
no canónico y ella es una de las que propone Josefina Ludmer en El
género gauchesco. Un tratado sobre la patria. Dice Ludmer:
“El género es la alianza entre una voz oída y una palabra
escrita. Sus enunciados no son frases ni proposiciones sino la relación
entre tonos y sentidos. La alianza es una relación de fuerzas poéticas
y políticas entre voces y sentidos producida por los enunciados del

57
género; no existe antes ni afuera de ellos. La lógica de la alianza,
entonces, supone una modalidad ficcional: es deseada y postulada,
un deber ser escrito como ser. Cada vez que los enunciados del
género construyen una forma específica de alianza es porque no tiene
correspondiente exacto en la realidad. La postulación, que identifica
debe ser, decir, y ser, la hace realidad solamente en el género. Esta
modalidad es la del contrato, del pacto, la de la posición del derecho
y también la modalidad del espacio interno del género: no hay un
antes ni un afuera como tales, y su postulación es su producción”.
Cf. Josefina Ludmer, El género gauchesco. Un tratado sobre la
patria, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1988, p. 133.
13
Cf. María Inés de Torres, ¿La Nación tiene cara de Mujer? ,
Montevideo, Arca, 1995.
14
Cf. Derek Gregory, Op. cit.
15
“Nuestro lenguaje refleja una cultura sexista, una cultura
patriarcal en la que el hombre desempeña el papel principal y la mujer
el subordinado. Esto justifica la asociación del ‘sexo débil’ al mundo
infantil, a la esfera doméstica, a la fragilidad, al sentimentalismo y a
tantas otras cosas”. (Para mayor tratamiento del tema, cf. Ángel López
García y Ricardo Morant, Gramática femenina, Madrid, Cátedra,
1991).
16
La segunda entrega del Álbum, del 8 de enero de 1854, es
encabezada por la nota “Organización de las escuelas”. En ella
Juana Manso sienta las bases de su propuesta apelando a consolidar
las instituciones a través de la educación del pueblo. Por pueblo
entiende hombres y mujeres, por educación, la reflexión que tienda
al perfeccionamiento moral e intelectual. Se declara contraria a la
práctica del estudio de memoria con libros “que contienen absurdos
espantosos, nociones erradas, y revelaciones inmorales, innecesarias
y perjudiciales”. Proponía llamar a concurso a las inteligencias del
país para que se revisaran críticamente los contenidos de la instruc-
ción impartida. Y concluye de este modo:
“Inutil es decir á los hombres: sois libres sino se les enseña, á
serlo.

58
Es desde los tempranos dias de la niñez, que se debe inspirar el
amor á la justicia, el respeto de si mismo, la suceptibilidad de la
conciencia que no permite transigir con los deberes. El conocimiento
exacto y práctico de esos mismos deberes, para que llegue un dia en
que no sea necesario simbolizar la ley con la bayoneta, en que los
soldados tengan por única mision guarnecer nuestras fronteras de los
indígenas, en que el ciudadano sea el mejor defensor del órden,
respetando las instituciones por su sola fuerza moral; á ese resultado
solo se llega educando al pueblo.
Y para educarlo es necesario:
1.º Fijar las bases de la educacion en general.
2.º Ser esas bases conformes con las teorias de la civilizacion y
del progreso constante de la inteligencia.
3.º Tener en vista que el hombre hecho no se morigera despues
que ha crecido en la ignorancia y en el error.
4.º Poseer libros de enseñanza elemental, cuyo espíritu religioso
no esté reducido á decirnos: Los sentidos corporales son cinco. Los
mandamientos de la Santa Madre Iglesia son cinco, &a., &a.
5.º Escribir reglamentos interiores, que sean la carta constitucio-
nal de las escuelas —cuyo espíritu es no solo substraer los estableci-
mientos á la arbitrariedad de los profesores, sino iniciar en los
educandos la idea de la fuerza moral, de las instituciones sociales, y
el respeto á la ley.
6.º Hacer resaltar en esos reglamentos el beneficio del bien y la
verguenza y oprobio del mal, por medio de los prémios diarios y
extraordinarios y de los castigos puramente morales.
Volveremos mas sobre este punto y dedicaremos otro capítulo al
examen de las bases que hoy damos en compendio, así como
escribiremos sobre los libros de enseñanza primaria, métodos y
demas que concierne a la educacion.
Tenemos el convencimiento de que todas las reformas parciales,
que no sean la educacion, como que solo entienden con la epidermis
del cuerpo social, son como esos paliativos que dejan en pié el mal,
esos mejoramientos materiales son el velo de oropel estendido sobre

59
el cáncer roedor. La civilizacion como el mundo tiene dos horizontes,
el uno visible y falso, el otro invisible pero verdadero é inmenso.
No trabajamos para el presente sino para el porvenir”.
(Álbum de Señoritas , Nº 2, 8/1/1854 pp. 10-11. El énfasis
pertenece al texto original)
17
Son tantos y tan variados los temas a través de los cuales el
Álbum, revulsivamente, desarticula el statu quo que resulta difícil
atravesarlos dado que los mismos estallan (y hacen estallar) –en
sentido literal y metafórico– los lugares imaginarios y simbólicos del
saber común. En “Libertad de Conciencia” nota aparecida en la
séptima entrega de fecha 12/02/1854, la cronista del semanario se
atreve a ‘tocar’ uno de los temas más ríspidos en la historia no sólo
de la emergente nación, sino en la mucho más abarcadora de la
tradición occidental. Dice Manso:
“Hace días que una polémica religiosa entre católicos que gimen
y protestantes que dogmatizan (segun dicen), ha aparecido en los
periódicos de Buenos Ayres, haciendo sobre los espíritus ilustrados en
la materia, el mismo efecto que haria un muerto que saliese de su
sepultura y pasease su desnudo esqueleto por entre los vivos.
Qué! despues de veinte años de una dictadura de hierro;
despues de veinte años de una inquisicion política, estariamos
condenados á ver la Iglesia Católica desarrollar su estandarte negro
sembrando de huesos y de cráneos?
[…] Cómo! señores católicos, pretendeis resuscitar el fantasma
pavoroso de la heregia! Creeis que todos los tiempos son unos?...
Ignorais que hay en Buenos Ayres plumas bastante valerosas y
almas asaz firmes, que están prontas á pulverizar vuestros sofismas?
[…] Los protestantes dogmatizan? Y que mal hay en eso?
No es la palabra de Cristo la que predican? Entonces por qué
los llamais de hereges?....
Cuando este desgraciado pais tiene tanta necesidad de la palabra
de paz, venis vosotros á lanzar el grito de guerra y el anatema!
Venis gritando quien vive, dando alarma al Gobierno, á la
autoridad eclesiástica y á las familias!........

60
Es nuestra conviccion íntima, que todo aquel que no sea
consecuente con sus principios, hará siempre las cosas á medias.
La libertad una vez proclamada, no tiene otros límites que los
mismo que tan sabiamente le ha opuesto la propia naturaleza de las
cosas!
Nunca ha sido el esceso de la libertad el que ha causado los
males de los pueblos, por eso, un Gobierno que proclame entre otras
libertades la libertad de conciencia, nunca debe declamar una
religion del Estado para no cometer el absurdo y no estár en
contradiccion consigo mismo!
Aquí no hay término medio. Es necesario optar entre una cosa
ó la otra!”
(Álbum de Señoritas, Nº 7, 12/2/1854 p. 55. El énfasis
pertenece al texto original)
La ‘provocación’ de la cronista obtendrá a lo largo de su vida
duras y violentas respuestas. No puede asombrarnos entonces que
como recuerda Liliana Zuccotti, tras su muerte el 24 de abril de
1875, el cadáver de Juana Manso haya permanecido insepulto por
dos días a causa de que se le negara un lugar en los cementerios
de la Chacarita y de Recoleta. “Como último gesto –dice Zuccotti–
la Manso, Doña Juanita, Juana la loca se ha negado a recibir los
últimos sacramentos de manos de un sacerdote católico. Convertida
hacía ya varios años al anglicanismo, rechaza la advertencia que
le hace horas antes de morir una comitiva enviada para ‘convertir-
la’. Recién en 1915, cuando la escuela pública se imponga como
el instrumento adecuado para nacionalizar a las masas inmigrantes,
los restos de Juana Manso son trasladados al panteón de maestras
de la Chacarita”. (Cf. Liliana Zuccotti, “Gorriti, Manso: de las
Veladas literarias a «Las conferencias de maestra”, Lea Fletcher
(comp.), Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX, Buenos
Aires, Feminaria Editora, 1994, p.96)
18
Francine Masiello (comp.), ”Introducción”, Op. cit., p.14.
19
"To clarify the concept of paternalistic patriarchy, I refer to
Gerda Lerner’s The Creation of Patriarchy: If patriarchy describes
the institutionalized system of male dominance, paternalism descri-
bes a particular mode, a subset of patriarchal relations.... In its

61
historical origins, the concept comes from family relations as they
developed under patriarchy, in which the father held absolute
power over all the members of his household. The same relationship
occurs in some systems of slavery”. (Para clarificar el concepto del
patriarcado paternalista, refiero a The Creation of Patriarchy de
Gerda Lerner: Si el patriarcado describe el sistema institucionalizado
del dominio masculino, el paternalismo describe un modo particu-
lar, un subconjunto de las relaciones patriarcales... En sus orígenes
históricos, el concepto proviene de las relaciones familiares como
se desarrollaran bajo el patriarcado, en el que el padre mantenía
el poder absoluto sobre todos los miembros de su casa. La misma
relación se da en algunos sistemas de esclavitud). Citado por Lea
Fletcher, “Patriarchy, Medicine, and Women Writers in Nineteenth-
Century Argentina”, p. 99. La traducción al español me pertenece.
20
La voz de Manso apunta y denuncia que:
“Sin una emancipacion perfecta de la aberracion, y de la
preocupacion, jamás podrá la muger elevarse á la altura de su
mision y de los deberes que ella le impone. A pesar de su
perspicacia natural, caerá en el absurdo. Tomará unas cosas por
las otras y nunca podrá, malgrado sus mejores deseos, imprimir el
impulso preciso á los educacion de sus hijos, porque ella no se
conoce á sí misma, y no conociéndose á sí misma, tampoco puede
conocer el corazon ageno, si triunfando del barbarismo, su hermo-
so instito de madre la guia, no sabe aplicar con acierto la fuerza de
que dispone, porque sin el mas ligero conocimiento de la verdadera
enseñanza moral, cae en el absurdo ó en generalidades, banales,
plantas parásitas, que crecen en el corazon del niño, que mas tarde
desarraiga la ilustracion, ó que se hacen estacionarias en él y mas
de una vez están en oposicion directa con el espíritu moral de la
justicia y de la razon.
Las clases altas y abastadas, con mas facilidad sacuden el
dominio del error, su ilustracion es fácil: mas, esa clase pobre,
sumida en el barbarismo ó la prostitucion, esa no se arrancará de
ese estado sinó con mas trabajo y perseverancia.
En éste momento tan solemne para nuestra patria, en que la
reaccion del progreso y de al libertad es eminente, llamamos la
atencion de los encargados de la educacion de la clase pobre.

62
Mejoras no existen, edificar sobre los escombros del pasado es
ocioso, no llena las necesidades de lo presente y mucho menos las
del porvenir.
Volveremos sobre este asunto, no ya con reflecsiones y
raciocinios solamente, sinó que mas tarde, popularizaremos cien-
cias y conocimientos que yacían en el dominio del misterio y cuyo
solo conocimiento realizará la emancipacion moral de la muger en
mi pais, y que mas tarde nada tendrá que envidiar á las americanas
del norte.
En cuanto á las clases pobres, indicaremos los medios que no
solo juzgamos, pero de cuyo resultado respondemos, por ser la
simple apliacion de lo que hemos visto en otra parte”.
(Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/1854 p. 3. El énfasis
pertenece al texto original)
21
Ángel López García y Ricardo Morant afirman que “es
sabido que la educación ha sido –y sigue siendo– sexista en
occidente: a las mujeres se las educa para desempeñar oficios
menores, no se les exige lo mismo que a los hombres –porque no
importa, o no importa tanto, por lo que parece–, y, en definitiva, se
ha cultivado –y se cultiva– un modelo de sociedad basado en la
desigualdad entre los sexo”. (Cf.: Ángel López García y Ricardo
Morant, Op. cit.)
22
Dice Francine Masiello en Between Civilization and
Barbarism. Women, Nation and Literary Culture in Modern Argen-
tina (Lincoln & London, University of Nebraska Press, 1992) que
durante el período de Rosas, la educación pública en general era
vista como una fuerza antinacionalista que amenazaba los valores
morales y cívicos. En esos años, la educación para las mujeres
estaba restringida a aquellas pertenecientes a los sectores privile-
giados que podían afrontar los servicios de una gobernanta o la
formación de una escuela privada. Aún bajo estas circunstancias,
la currícula de las estudiantes era extremadamente limitada, como
es indicado por un anuncio de 1851 de la Gaceta Mercantil: “En
la calle Corrientes Nº 50, se ha instalado una escuela para niñas
–con el permiso supremo– donde enseñamos a leer, escribir, cocer,
bordar, doctrina cristiana, gramática española e inglesa junto con
otros temas que necesitarían una larga descripción. Todo esto bajo

63
el mejor sistema y de acuerdo al método español”. Esta suerte de
programa, común en los años de Rosas, obtuvo la crítica de serias
educadoras tales como Rosa Guerra y Juana Manso, quienes
querían reducir la influencia religiosa en las escuelas y ampliar las
ofertas curriculares. Ellas estaban preocupadas por enseñar los
principios de la abstracción, y hacerlo a través de currículas
estandar y material bibliográfico que incluyese ciencia, filosofía,
historia y acontecimientos contemporáneos.
23
La coherencia familiar era significativa en las meditaciones
de los intelectuales argentinos ya que se la consideraba como un
objetivo programático que estaba unido a los ideales del gobierno
liberal. Vicente Fidel López, por ejemplo, describía de este modo el
espacio ideacional de la nación en el prólogo de 1854 a su novela
La novia del hereje: “Iniciar a nuestros países en las tradiciones
valiosas, renovar el espíritu de la familia, mirar hacia atrás en el
pasado a partir del desorganizado fervor de los tiempos revolucio-
narios con el fin de conceptualizar una línea de sucesión que lidere
los recientes acontecimientos y nos guíe hacia los objetivos de
nuestra lucha: estos fueron los objetivos que templaron las francas
ambiciones de mi juventud”. (Cf. Francine Masiello, Between ...
Op. cit.)
24
Como un verdadero escenario político-social esta trastienda
es dibujada discursivamente en la nota “Educacion de la Muger”
con un tono de incuestionable dureza:
“Todo le quitais á la muger! todo lo que puede caber en la
mision grandiosa de la inteligencia, donde toman parte la sensibi-
lidad y la voluntad libre. Pero le halagais su vanidad, la escitais el
amor al lujo, á los diges, á los tocados; ciegos idólatras de su
belleza sois el incentivo funesto de la corrupcion, porque si no sabe
lo que es su alma, qué le importa á la muger venderla por un puñado
de alfileres de oro?....La conciencia, el honor, la dignidad, qué son
para la muger? quién le habla de esto? Conciencia? Vos se lo
traducis por salvar las apariencias. Teme al mundo. Pero en temerse
á sí misma, á avergonzarse de sí misma, quién le enseña? Honor?
y para qué quiere honor la muger? Ella no tiene palabra de honor,
quién se fia en palabras de muger? Su honor? de soltera es el honor
del padre ó del hermano el que guarda, de casada, es el del

64
marido!.... Insensatos! Cómo quereis que haya quien defienda y
conserve mejor el bien ageno que el propio? Libertad? sí, la de
vestirse, la de engalanarse; aquella que le dió Dios escrita en la
propia organizacion de su alma, no. La muger es esclava de su
espejo, de su corsé, de sus zapatos, de su familia, de su marido, de
los errores, de las preocupaciones; sus movimientos se cuentas, sus
pasos se miden, un ápice fuera de la linea prescripta, ya no es
muger, es el qué?....un ser mixto sin nombre, un monstruo, un
fenómeno!
[…] Edúquese la muger conforme las necesidades morales é
intelectuales del alma humana; edúquese el uso y el ejercicio de las
facultades morales é intelectuales que Dios le ha concedido y ella
será siempre el símbolo del bien para el hombre, y no el objeto de
divagaciones apasionadas ó furiosas”.
(Álbum de Señoritas, Nº 8, 17/2/1854 p. 59. El énfasis
pertenece al texto original)
25
Sólo a título de anécdota y para señalar cómo los ‘modos
de leer’ literales y metafóricos operan en la fundación de ficciones
de lectura: Myron I. Lichtblau es un especialista norteamericano
quien en el año 1959 escribe The Argentine Novel in the Nineteenth
Century, texto que dedica a Juana Manso un espacio de reconoci-
miento y exégesis verdaderamente valioso dado que releva su
práctica de escritura en forma exhaustiva. No obstante, cuando
debe hacer referencia a los motivos del cierre del Álbum, lee las
modalidades maternales enunciadas más arriba desde su pura
literalidad haciendo de la historia personal de Manso, una historia-
otra. En la nota a pie de página nº 30 dice: “Juana Paula Manso
de Noronha, La familia del comendador, B. A., Imprenta de J. A.
Bernheim, 1854. Prior to the complete publication in book form, the
first nine chapters (less than half of the work) appeared in weekly
succession from January 1 to February 17, 1854, in Album de
Señoritas, a literary magazine of Buenos Aires directed by the
author herself. On february 17, 1854, she informed the public of the
discontinuance of the magazine owing to her son’s death”. Cf.
Myron L. Lichtblau, The Argentine Novel in the XIX Century, New
York, Hispanic Institute in the United States, 1959, p. 34. (Juana
Paula Manso de Noronha, La familia del comendador, B. A.,

65
Imprenta de J. A. Bernheim, 1854. Antes de la publicación
completa en forma de libro, los primeros nueve capítulos (menos de
la mitad de la obra) aparecieron en entregas semanales desde el
1 de enero al 17 de febrero, 1854, en el Álbum de Señoritas, una
revista literaria de Buenos Aires dirigida por la autora misma. El 17
de febrero, 1854, ella informaba al público la interrupción de la
revista debido a la muerte de su hijo). La traducción al español me
pertenece así como el énfasis.
26
No obstante, es altamente significativo que la Manso
protagonice y sufra la marginación por cuestiones de estilo medio
siglo antes de que dichas cuestiones se convirtiesen en la ‘excusa’
privilegiada para que, a principios de éste, se llevase a cabo el
proyecto de ‘argentinizar’ el espacio simbólico de la cultura
nacional. Dice Ricardo Piglia en Respiración artificia l: “A Sarmiento
o a Hernández jamás se les hubiera ocurrido decir que escribían
bien. La autonomía de la literatura, la correlativa noción de estilo,
como valor al que el escritor se debe someter, nace en la Argentina
como reacción frente al impacto de la inmigración. En este caso se
trata del impacto de la inmigración sobre el lenguaje. Para las
clases dominantes, la inmigración viene a destruir muchas cosas...
destruye nuestra identidad nacional, nuestros valores tradicionales,
etc., etc. En la zona ligada a la literatura lo que se dice es que la
inmigración destruye y corrompe la lengua nacional”. Cf. Ricardo
Piglia, Respiración artificial, Buenos Aires, Pomaire, 1980, p. 168.
27
Cf. ”Toward a History of Women’s Periodicals in Latin
America: Introduction” en Seminar on Feminism and Culture in Latin
America, Women, Culture and Politics in Latin America, Berkeley,
University of California Press, 1990, pp. 173-181
28
Recordemos que la generación de 1837 había abierto –a
través de metáforas e imágenes que daban un orden a su escritura
literaria– la posibilidad de circulación del discurso femenino como
un modo de estructurar el espacio de la imaginación. Esto no quiere
decir que tales hombres defendiesen principios protofeministas.
Más bien, ellos se sentían atraidos por la imagen de lo femenino en
la medida que esta señalaba la resistencia a Rosas. Esto se puede
observar con bastante claridad en todos los números de los
documentos culturales, comenzando con La Moda (1837-38), el
66
periódico argentino de los intelectuales liberales opuestos al régi-
men rosista.
La Moda brindó pública atención a los explosivos aconteci-
mientos políticos del día jugando con el lenguaje de la moda.
Escrito –casi en su totalidad– por Alberdi (quien utilizaba el nombre
de pluma de Figarillo), los comentarios editoriales de esta revista
exploraban cuestiones de estilo y apariencia como indicadores de
los tipos de ideas prestadas que circulaban en Argentina, una
cultura que todavía era carente de tradiciones o costumbres
propias. Una curiosa ironía discursiva se introducía en las discusio-
nes sobre la moda de La Moda. Por una parte, la elegancia de estilo
simbolizaba la civilización europea y representaba un corte dramá-
tico con la desabrida pesadez del régimen de Rosas, que sugería
que si la moda podía ser importada aceptablemente de Inglaterra
y de Francia, las ideas, entonces, sobre reforma liberal podrían
también cruzar el Atlántico. Por otra parte, las discusiones
posicionaron su atención en la apariencia y en la frivolidad, en el
defectuoso diseño de la vestimenta elegida para cubrir el cuerpo
nacional. En un país carente de ideas o costumbres dominantes, la
moda venía a señalar la debilidad de la imaginación cultural.
29
Con respecto a la configuración del espacio discursivo que
abre la conversación como género, Ángel López García y Ricardo
Morant en op. cit. plantean la existencia –en el mapa de la
discursividad social– de un lenguaje dominante que se caracteriza-
ría por prescindir del interlocutor al mismo tiempo que escenificaría
la pretensión de imponer significados como si tal operación fuese
la garantía para su ‘naturalización’. A este lenguaje le llaman
discurso masculino. Como contrapartida, nos enfrentaríamos a la
escenificación de otros dos lenguajes, los que quedarían como
característicos del espacio femenino y que implicarían dos sistemas
de organización semiótica diversos: por un lado, el lenguaje
dependiente, heredado, el lenguaje del mundo oyente y pasivo,
que sería simplemente el silencio, y por el otro, el lenguaje propio
de su condición de sistema autónomo, el lenguaje empático
caracterizado por tender puentes con el entorno, por la búsqueda
de un sentido en el interlocutor que no es necesariamente el sentido
impuesto por el hablante: el lenguaje de la conversación . Si bien

67
toda configuración dicotómica no deja de correr el riesgo de
convertirse en un sistema maniqueo no podemos dejar de reconocer
que este planteo merece seguir siendo pensado y analizado ya que
las lógicas discursivas que propone son altamente sugerentes para
sostener hipótesis de investigación.
30
Sería interesante tensionar el estudio del género epistolar y
hacerlo jugar como un modo de la autobiografía folletinesca sobre
todo en la escritura del siglo XIX donde tanto la carta personal como
la pública –cuando de colaboración en la sección ‘corresponden-
cia’ de los periódicos se trataba– no hacía sino diseñar el espacio
autobiográfico de las lectoras (y también de la escritoras). Recorde-
mos que las mujeres generalmente no han escrito autobiografías
dado que a lo largo de la historia han sido silenciadas culturalmente.
Sí han podido escribir autobiográficamente, eligiendo otros len-
guajes de la auto-escritura: cartas, diarios, periódicos, biografías,
es decir que sus historias han permanecido siempre en la esfera de
lo privado. No obstante ha habido mujeres –y Juana Manso es un
caso paradigmático de ello– que cruzaron la línea entre el enuncia-
do público y el privado, desenmascarando su deseo por
autointerpretarse.
31
Anarda, por supuesto, será un seudónimo que posteriormen-
te adquirirá la modalidad de epíteto cuando Manso comience a
designarla como nuestra colaboradora de Barracas (Álbum Nº 5,
29/1/1854, p. 40) hasta llamarla –tan sólo (?)– la colaboradora
de Barracas. (Álbum Nº 7, 12/2/1854, p. 54)
32
El tono irónico contamina el tema (la moda) con problema
(identidad americana) haciendo con ellos un condensado altamen-
te polémico si se tienen en cuenta tanto el público lector a quién iba
dirigido como la época en donde la crítica se instalaba:
“Creo que todavia no ha ocurrido a nuestras elegantes que la
oposicion de estaciones de los hemisferios es un obstáculo insupe-
rable á las modas europeas, y que siempre nos vestiremos aquí en
Diciembre por los figurines de Agosto; en fin con tal de andar á la
francesa, aunque sea un remiendo, allá vá!
Es una aberracion, lo conozco, pero me gusta mas la mantilla
á la española; y mas que todo la libertad, la invencion; esto de
imitar un figurin, parece una cosa, así como la de hacer una muñeca

68
á imitacion de la gente, aquí es al reves, es la gente que se torna
muñeca.
En nuestra América meridional, tan lejos de Europa, tan
opuestas las costumbres, los usos, y hasta las estaciones, no
deberiamos sujetarnos al rigorismo de la moda francesa que nos
invade hoy. Con todo, ya que vine á dar cuenta de la moda, á pesar
de las digresiones que he hecho, os diré que los figurines que
vinieron por el paquete traen las modas de invierno, desde el
sombrero de terciopelo hasta el manguito de pieles, y todo el atavio
de la elegante que quiere desafiar en un dia de Diciembre ó Enero,
esa lluvia misteriosa de la nieve que sin dar parte de su venida,
cubre de un espeso y blanco velo, los techos y las veredas, que se
levanta en remolinos impelida por el viento, produciendo una
sensacion dolorosa en el rostro, sino se le resguarda con un velo
protector.
Ahora ya sabeis, lectoras, que para andar á la rigorosa moda
de Paris, hagamos de cuenta que no hay calor y vistamos nuestros
vestidos de merino, nuestras manteletas de terciopelo y hagamos
mas ese sacrificio á la imitacion. Si algun importuno se nos viene
con aquello de
—Jesus señorita con tanto calor!
Nosotros responderemos:
—No lo crea vd. caballero, es la última moda en Paris.
Y estamos al otro lado.
(Álbum de Señoritas, Nº 1, 1/1/1854 p. 5. El énfasis
pertenece al texto original)
33
"Figúrese vd. que yo apenas recibí mi ejemplar, tomé el
sombrero y la manteleta y me fuí á una quinta vecina. Ya se sabe,
hubo lectura en alta voz interrumpida por mil comentarios, favora-
bles los unos, dudosos los otros &. Cuando llegamos al artículo de
las modas, haga vd. idea de los calofrios, las palpitaciones de mi
corazon, mi turbacion, mi agonia cruel.
En fin leyeron.
–Vaya dijo un Sr. de anteojos que estaba allí. Qué sandeces
dice la tal señora de Barracas!
–No está tan malo, repuso una excelente señora de estas
antiguas damas, de las que raras nos van quedando; es preciso ser

69
mas indulgente, no hay que arrebatarse en sus juicios.
–De cierto, me aventuré á decir, casi con las lágrimas en los
ojos.
–Mire vd. que presumida, exclamó la hija de la casa; para qué
se meteria á escribir ó echarla de literata». (Álbum de Señoritas, Nº
2, 8/1/1854, p. 12. El subrayado es mío)
34
"–Seria mejor que se dejase de escribir, la fatua! Esta cristiana
observacion fué hecha por mi contemporanea, la muchacha.
–Y qué dice vd. á esto señorita, me preguntó el estudiante; vd.
que es tan instruida tan discreta y que si quisiese darse el trabajo
de escribir, estoy seguro que honraria el Álbum de Señoritas en vez
de deslucirlo como esa tal Anarda, que no tiene nada de espirituosa
ni de elegante en su lenguage.
A esta provocacion, cómo quedaria yo, mi querida redacto-
ra? Balbucié algunos monosílabos, que me valieron el elogio
general de timorata, de indulgente, de excelente corazon &. &. Yo
esta confundida, pero no sé como habrian quedado mis amigos si
yo hubiese tenido el valor y el espíritu necesarios para decirles:
‘Anarda soy yo!’ No lo dige; la lectura se hizo hasta la última
página, despues de la cual me retiré con los pies frios y la cabeza
caliente....tuve fiebre, me dieron baños de pies....la refleccion me
aquietó poco a poco. Recordé lo que era este mundo, el ejemplo de
lo que vd. ha sufrido y sufre tan indiferente y serena me animó....
(Ibid.)
35
Angélica Gorodischer, “Cómo enfermarse de la garganta”,
Lelia Area, Liliana Pérez y Patricia Rogieri (comps.), Fin de un siglo,
las fronteras de la cultura, Rosario, Homo Sapiens Ediciones, 1996.
36
Citado por Liliana Zuccotti, Op. cit. p. 107.
37
Edward Said, Culture and Imperialism, Alfred A Knopf,
Nueva York, 1993. (Las naciones en sí mismas son narraciones)
38
Benedict Anderson, Op. cit.
39
Dice Anderson al respecto: “Si echamos una mirada a la
primera página de un ejemplar como es The New York Times,
podríamos encontrar allí historias sobre los disidentes soviéticos, las
hambrunas en Mali, un tremendo asesinato, un golpe en Irak, el
descubrimiento de un raro fósil en Zimbabwe, y un discurso de
Mitterand. ¿Por qué están todos estos acontecimientos yuxtapues-

70
tos? ¿Qué los conecta a todos entre sí? No un simple capricho. No
obstante obviamente la mayoría de ellos sucedieron independien-
temente, sin que los actores estuviesen al tanto uno de otros cuando
las cosas sucedían. La arbitrariedad de su inclusión y yuxtaposición
(una edición de último momento podría substituir un triunfo de
baseball por Miterrand) muestra que las relaciones entre ellos son
imaginadas” (Benedict Anderson, Op. cit.).
40
El periódico aparecería ante los ojos de sus lectores como
una ‘forma extrema’ del libro, un libro vendido en una escala
colosal, pero de efímera popularidad. La obsolescencia del perió-
dico en la mañana misma de su edición crea la ceremonia de
consumir (imaginariamente) el periódico-como-ficción. La significa-
ción de esta ceremonia masiva es paradójica ya que la misma se
lleva a cabo en silenciosa privacidad al mismo tiempo que cada
lector es altamente consciente de que esa ceremonia que él
actualiza es repetida simultáneamente por miles de otros lectores de
cuyas existencia él confía, aunque de cuya identidad no posee la
más mínima noción. Es más, esta ceremonia es repetida diariamen-
te o a intervalos a través del calendario.
41
Jorge Rivera sostiene que la novela de folletín ocupó con
fuerza avasalladora la imaginación de los lectores del siglo XIX. Su
universo, construido a base de falsas identidades, reconocimientos
imprevisibles, sustituciones misteriosas y asedios a la inocencia
reivindicada, hizo resurgir en plena revolución industrial, curiosa-
mente amalgamados con elementos de la novela burguesa realista,
las fantasías más antiguas de la imaginación popular. (Cf. Jorge
Rivera, Antología de la novela popular, Biblioteca Básica Univer-
sal, Buenos Aires, CEDAL, 1971).
42
Cf. Francine Masiello.(compiladora): La mujer... Op. cit.
43
Manso escribía sobre la necesidad de educación popular,
libertad del dogma católico, instrucción filosófica, psicología,
homeopatía, arte)
44
Cf. “A Nuestras Subscriptoras”, Álbum de Señoritas, Nº 5,
29/1/1854, p. 40.
45
Cf. lo planteado en p. 16 del presente estudio.
46
Texto escurridizo, si los hay, La familia del comendador
tiene el privilegio de aparecer como la presencia de una ausencia

71
en cuanto biblioteca y archivo uno intenta consultar. Dice, al
respecto, Lea Fletcher que “aunque la designación de una u otra
obra como la primera novela argentina es, en última instancia, una
cuestión de criterio, La familia del Comendador se puede conside-
rar la primera novela escrita por una mujer –y aquí me falla el
idioma porque quiero decir que es la primera novela escrita por un
varón también– que se publicó en el país. Sin embargo, ser la
primera no es el tema, sino ser el objeto de amnesia generalizada,
como lo fue esta novela y su autora”. (Cf. Lea Fletcher: “Juana
Manso: una voz en el desierto”, Lea Fletcher (comp.), Mujeres...,
Op. cit. p. 109}.
47
En la sección anterior hemos trabajado el tema en forma
especial.
48
Desde el primer número del Álbum, podemos notar cómo
Juana Manso muestra ‘estar consciente’ de los riesgos que implica-
ba su tarea de cronista en lo referente a la relación que siempre ha
existido entre una acertada elección de los temas (y de tonos,
podríamos agregar) y la captación de un público lector consecuen-
te. En la nota “Crónica semanal” de fecha 1/1/1854 dice:
“De todos mis compromisos, es este el que considero mas
sério. El oficio de cronista tiene mil peligros, el mas eminente, hacer
bostezar los lectores. Vaya una idea consoladora y lisonjera!....
Despues si dice una lo que piensa, malo, y si no lo dice peor...
(Cf. “Crónica semanal”, Álbum de Señoritas, 1/1/1854, p. 7).
49
En “Viajeros intertextuales”, Isabel Stratta señala que la
“narración de viajes es un género conocido desde la antigüedad,
pero tuvo su apogeo entre fines del siglo XVIII y principios del siglo
XIX, cuando la oferta de relatos sobre las expediciones confluye con
la existencia de un amplio circuito de divulgación pública, sobre
todo en Inglaterra –donde los diarios y actas del Royal Geographic
Society contaban con la entusiasta recepción de todo tipo de
lectores–, y también en Francia. Es la época, dice Stratta, en que se
divulgan las narraciones de las ‘vueltas al mundo’ -Bougainville,
Cook, Byron el almirante- y se publican una cantidad de recopila-
ciones, compendios, historias generales del viaje y otros volúmenes
antológicos que hablan de la necesidad de ordenar y discriminar
un corpus ya vasto en las bibliotecas de occidente”. (Cf. Isabel

72
Stratta, “Viajeros intertextuales”, Lelia Area y Mabel Moraña
(comps.), La imaginación histórica en el siglo XIX, Rosario, UNR
Editora, 1994, p. 106)
50
No podríamos asegurar si la firma del viajero es ‘auténtica’
o apócrifa, sí tan sólo señalar que el Castelnau de las primeras seis
entregas se volverá el Castelnaux de la séptima y última participa-
ción en el Álbum. Probablemente Juana Manso haya accedido a
esta narración de viajes durante la época en que viviera en Brasil
dado que tema y autor no son una referencia conocida en la
bibliografía que trabaja este tipo de narraciones.
51
Sólo a título de ejemplo de lo planteado al respecto,
considero interesante transcribir aquí un fragmento de la nota
mencionada:
“La ciudad de Puno debe su fundacion á la vecindad de
numerosas minas cuya explotacion era en un tiempo muy florecien-
te. Hoy la mayor parte de esas minas están abandonadas, y sus
trabajos han sido reemplazados por los de la agricultura, de un
resultado mucho mas seguro; es verdad que la ciudad ha perdido
de su antigua prosperidad; con todo, Puno es una linda poblacion
de seis mil habitantes; sus calles principales son bien delineadas y
empedradas con gusto; posee un colegio y un hospital bien
dotados”.
(Cf. “Viajes del Conde de Castelnau por el Interior de
America. Entrada al Perú, Puno, lago de Chucuito, Arequipa, Islay”,
Álbum de Señoritas, Nº 5, 29/1/1854, p. 34)
52
Salvo un lacónico: “Alli vimos por primera vez la carne de
las Llamas...” (Ibid.).
53
Me interesa, en este momento, pedir en préstamo a la
dramaturgia la categoría de superobjetivo ya que la considero
particularmente ‘operativa’ para mi planteo. Así:
Superobjetivo: es una traducción literal del ruso. También ha
sido adaptado como columna vertebral (E. Kazan, USA) o acción
fundamental (H. Clurman, USA). Punto de confluencia (tópica) al
que conduce un sistema de acciones lógicas montadas en la
conducta de un personaje o varios, en términos no tanto actorales
como dramatúrgicos. Desde esta concepción constituyó una pre-
ocupación técnica de Stanislavski por adecuar el comportamiento

73
ficcional de sus actores al propósito del dramaturgo, a un significa-
do particular entendido como ‘rector’.
“Objetivo complejo que resume, desde el punto de vista de la
acción, todos los fragmentos y objetivos subalternos de una
obra...”/ “...éste no se encontrará sino después de in largo
tiempo”./ “Tema principal...”/ “...en una obra, la corriente total de
objetivos individuales menores, todas las ideas imaginativas, sen-
timientos y acciones del actor convergerán para lograr el super-
objetivo del argumento. La unión común debe ser tan fuerte que
hasta el pormenor más insignificante, si no está relacionado con el
super-objetivo, se destacará como superfluo o equivocado”./
“Propósito básico de la obra... leit motiv”.
(Cf. Constantin Stanislavski, Preparación del actor, (Traduc-
ción del francés de Ricardo Debenedetti), Buenos Aires, Leviatán,
1960, p. 263. Asimismo, “Una polémica sobre dirección”, Sergio
Jiménez y Edgar Ceballos (comps.), Técnicas y teorías de la
dirección escénica, México, Col. Escenología-Grupo Gaceta, 1988.
54
Si bien la pretensión de definir la categoría de figura nos
llevaría a atravesar toda la historia de la retórica occidental, nos
interesa convocar aquí el modo de percibirla que tiene Roland
Barthes cuando plantea que una “figura se funda si al menos
alguien puede decir: ‘¡Qué cierto es! Reconozco esta escena de
lenguaje’”. (Cf. Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoro-
so, Madrid, Siglo XXI, 5a ed., 1986.)
55
Texto paradigmático, Literatura argentina y realidad políti-
ca, funda –sin lugar a dudas– algunos de los gestos de la mirada
crítica de los ’60 en lo que a la lectura de la literatura argentina se
refiere, al desacomodar, sin ningún tipo de condescendencia, las
tranquilas aguas de los ‘canónicos panoramas’ de la historia de la
literatura manejados hasta el momento. El presupuesto de lectura de
Viñas es que la literatura íntegra es una gran clave y su necesaria
síntesis, la selección de elementos sobre el fondo de su contexto. En
este sentido, sus imprescindibles elipsis ponen de manifiesto lo que
no se dice articulado con el amplio cociente de alusiones que se
implican. Es decir, la cabal comprensión de una literatura si se apoya
en lo explícito permanentemente reenvía al contexto, un contexto que
aparece como tácito por definición. (Cf. David Viñas, Literatura

74
argentina y realidad política, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1964).
56
Esta figura la he trabajado en “Martín García Mérou:
Confidencias de un Discípulo”, inédito, para mi artículo de colabo-
ración en el volumen Homenaje al Dr. David Lagmanovich, Buenos
Aires, CEDAL.
57
Sólo en otro momento del Álbum Juana Manso reedita esta
‘confianza’. Se trata en una nota miscelánea denominada “Varie-
dades” (N º 3, 15/1/1854); en ellas sus lectoras deben haberse
sentido involucradas al verse enfrentadas a un escenario inusualmente
confidencial cuando la periodista les participa que:
“Alejandro Magariños y Cervantes, vino un dia á visitarme á
San Domingos, parte de la poblacion de Playa Grande, ambos
estábamos expatriados. El seguia para España; yo debia casarme
en esos dias.
Quién puede descifrar el corazon?.... En uno de esos dias
inesplicables, en que no se sabe ni siquiera explicar lo que sentimos
(...) Era uno de esos dias que yo gusto pasar callada, oyendo no sé
el que, y mirando los dombos del cielo....ocupacion poco industrial
si se quiere, pero cada cual es como es y no como deberia, ser. (...)
Ese dia yo trazaba, asi sin querer, algunas líneas, estaba triste, hé
ahí lo que yo escribia (en ese tiempo aun tenia la pretension de
hacer versos) (...) Despues de estos versos, dejé correr mis lágrimas
en libertad.... Todavia no nos habiamos hablado una palabra.
Conversamos entonces largamente— Como hacen yá 9 años de
esta escena, tragi-cómica filósofa-poética, mis lectoras no llevarán
á mal que pase en silencio el diálogo en prosa y finalize aquí”.
(Cf. “Variedades”, Álbum de Señoritas Nº 3, 15/1/1854,
pp. 22-23. El énfasis me pertenece.)
58
Cf. la nota nº 48 de esta sección.
59
Lea Fletcher “Juana Manso, una voz en el desierto”, Op. cit.,
p. 111.
60
Entendida desde la perspectiva teórica de Mieke Bal en
Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología), Cáte-
dra, Madrid, 1985.
61
A riesgo de estar realizando una reducción un tanto brutal,
considero interesante evocar aquí la categoría de ‘golpe de sincronía’
formulada por Marc Angenot quien propone que “la notion de

75
synchronie dont je me réclame est en tout opposée à celle de la
linguistique structurale. La synchronie saussurienne est une construction
idéale formant un système homéostatique d’unités fonctionnelles. La
synchronie dont nous parlons forme une contemporanéité en temps
réel. Si nous admettons, dès lors, qu’il existe notamment d’une division
réglée des champs et des genres discursives, cette synchronie-là doit
faire aussi apparaîttre les points d’accrochage et de conflit, les
formations idéologiques émergentes et d’autres récessives, archaïques.
Dans les discours social, il y a certes une hégémonie transdiscursive
qui tend à homogénéiser les pratiques, à imposer des thématiques
communes, à arbitres entre les genres et les secteurs. Il y a aussi du
‘bougé’, des déstavilisations, des affrontements, plus ou moins
superficiels ou bien radicaux. Autrement dit, la contemporanéité des
discours sociaux doit être perçue comme una realité complexe et
partiellement héterogène, oú s’inscrit l’historie même des discours
particulaires, leur relative autonomie, leurs traditions propres et leur
rythme d’evolution. En d’autres termes, si la recherche vise à faire
ressortir une complémentarité disccursive, une coïnteligibilité des
thématiques, des affrontements eux-mêmes ritualisés et, en quelque
sorte, fonctionelles, elle doit également et dialectiquement prendre en
considération les failles du système, les glissements, les ruptures, les
incompatibilités apparues entre formes instituées et formes émergentes”.
(Cf. Marc Angenot, op. cit.) En castellano: “la noción de sincronía que
propongo se opone totalmente a la de la lingüística estructural. La
sincronía saussureana es una construcción ideal formadora de un
sistema homeostático de unidades funcionales. La sincronía de la que
nosotros hablamos, por su parte, forma una contemporaneidad en
tiempo real . Si admitimos, por ello, que existe sin lugar a dudas una
división reglada de los campos y de los géneros discursivos, esta
sincronía debe hacer, también aparecer los puntos de anclaje y de
conflicto, las formaciones ideológicas emergentes y las recesivas,
arcaicas. En el discurso social, existe una hegemonía discursiva que
tiende a homogeneizar las prácticas, a imponer las temáticas comu-
nes, a arbitrar entre los géneros y los sectores. Están también los

76
entrecruzamientos, las desestabilizaciones, los enfrentamientos más o
menos superficiales o totalmente radicales. Dicho de otra forma, la
contemporaneidad de los discursos sociales debe ser percibida como
una realidad compleja y parcialmente heterogénea, donde se inscriben
la historia misma de los discursos particulares, su relativa autonomía, sus
tradiciones propias y su ritmo de evolución. En otras palabras, si la
investigación busca hacer surgir una complementariedad discursiva,
una co-inteligibilidad de las temáticas, de los enfrentamientos ritualizados
y, de cualquier modo, funcionales, ella deberá igual y dialécticamente
tomar en consideración las fallas del sistema, los deslizamientos, las
rupturas, las incompatibilidades surgidas entre formas instituidas y
formas emergentes” (la traducción es mía).
62
Desde una militancia de vida narrativa Angélica Gorodischer
(en Op. cit.) ‘aclara’ esta afirmación cuando dice: “Lo voy a repetir
no sea que nos lo olvidemos: la marca del género mujer es la
exclusión. Exclusión del poder, exclusión de la palabra. El lenguaje
es parte del poder político y de la ideología de los que mandan que,
innecesario me parece decirlo, no somos nosotras a pesar del
treinta por ciento y de alguna primera ministra, regenta, emperatriz
o presidenta. Quitarnos la voz es reducirnos a cuerpos silenciosos,
que son tan cómodos”.
63
“Conté siempre con obtener la protección de la clase
ilustrada y del círculo abastado de Buenos Aires.... Nada he
conseguido!” se lamentará mientras acusa Juana Manso en la nota
“A Nuestras Subscriptoras” de esta misma entrega.
64
Esteban Echeverría, “Defensa del Dogma”, El Dogma
Socialista, Buenos Aires, Ediciones del Plata, 1940, p. 251.
65
Quince años más tarde, una evaluación de asombrosa
similitud será la de Lucio V. Mansilla –otro lúcido marginal cuya
escritura curiosamente adoptara modalidades femeninas– en su
Una excursión a los indios ranqueles donde se manifiesta en
oposición al exterminio (“...todos los americanos tenemos sangre
de indio en la venas, ¿por qué ese grito constante de exterminio
contra los bárbaros?” [ EIR: 392]), mientras se pronuncia por una
política de integración pacífica (“¿Cuál es el remedio que costando
menos sangre puede conciliar el hecho con el derecho?... mientras

77
para todo...presentéis el filo de una espada, la clemencia humana
estará en su derecho de exclamar: ¡Fratricidas!” [EIR: 251]) y
plantea la obligación –como cristianos y argentinos– de crear las
condiciones para la convivencia (“¿Qué más podían hacer aque-
llos bárbaros sino lo que hacían? ¿Les hemos enseñado algo
nosotros que revela la disposición generosa, humanitaria, cristiana
de los gobiernos que rigen los destinos sociales? Nos roban, nos
cautivan, nos incendian las poblaciones, es cierto. ¿Pero qué han
de hacer si no tienen el hábito del trabajo? […] ¿A quién la culpa,
sino a nosotros mismos?” [EIR: 137]; ”Tanto que declamamos sobre
nuestra sabiduría, tanto que leemos y estudiamos, ¿y por qué/Para
despreciar al pobre indio, llamándole bárbaro, salvaje; para pedir
su exterminio, porque su sangre, su raza, sus instintos, sus aptitudes,
no son susceptibles de asimilarse a nuestra civilización empírica,
que se dice humanitaria, recta y justiciera, aunque hace morir a
hierro al que a hierro mata, y se ensangrienta por cuestiones de
amor propio, de avaricia, de engrandecimiento, de orgullo....”
[EIR: 373]). (La siguiente selección de citas junto al planteo sobre
Lucio V. Mansilla me fue sugerida por el trabajo de Cristina Parodi,
“Lucio V. Mansilla: temas nacionales en tono menor”, Lelia Area,
Lene Fogsgaard, Cristina Parodi, Sarmiento Mansilla, Hernández,
Güiraldes: modos de escribir la Argentina, ISA Nº 54, Romansk
Instituta - Aarhus Universitet, Septiembre 1993, p. 42).
66
Y recordemos que –como lo señalara alguna vez Roland
Barthes– orden no sólo significa organización, también implica
conminación.
67
El Álbum patentiza ese descrédito en la pluma y voz de
Anarda. Cf. nota nº 35 de la sección anterior.
68
Pensemos en todo el paradigma asociativo que la palabra
silencio convoca y observaremos que la acción de silenciar es
direccional y jerárquica pudiéndose dibujar coordenadas discursivas
que van de arriba hacia abajo y de afuera hacia adentro. Por
ejemplo: silenciar, silenciador, silenciamiento
69
Sólo a título de confirmación emblemática de lo que vengo
exponiendo, considero interesante citar aquí mi coincidencia con
Liliana Zuccotti en su trabajo sobre “Las conferencias de maestras”
cuando afirma que las “reacciones que generara son de una

78
violencia y una irritación inéditas. En su tercer conferencia en
Chivilcoy, organizada con el objeto de juntar fondos para construir
una biblioteca, cuando comenzaba a leer su drama “Rosas”,
apedrean la escuela a cascotazos, y al salir, le lanzan asafétida en
la ropa. Antes de comenzar una conferencia sobre ‘La reforma
religiosa en Europa’, en la escuela de Catedral al Norte, recibe una
carta en la que se le suplica silencio sobre materias religiosas,
amenazándola con la aparición de un sacerdote para coartarle la
palabra y delatarla al Obispo por hereje. Un ‘populacho
grosero»’(cuenta en los Anales de la educación común, 1867) se
apiñaba en las ventanas del salón en que estaba hablando para
gritar obscenidades a las damas que acudían a las conferencias”
(Cf. Liliana Zuccotti, Op. cit, p. 103. El énfasis me pertenece.)
70
Tierna y descontextualizada “Coincidencia singular” relata
la presencia de una paloma blanca en dos momentos de la
‘augusta’ existencia de la princesa Da. Maria da Gloria, despues
reina de Portugal. El día que fuera bautizada y el día de su muerte.
Pareciera como si Juana Manso sólo podía ‘tocar’ temas entraña-
bles cuando su recuerdo ‘volaba’ a lugares-otros. (Cf. nota nº 49 de
esta misma sección)
71
El tema ha sido tratado in extenso en la sección anterior.
72
"La prosperidad grangea amigos. La adversidad los prueba.
Errar es humano. Perdonar es divino.
Aquel que se contente con lo que posee, será siempre el mas rico.
Nunca granjeará un amigo verdadero, aquel que cambia de
amistades con frecuencia.
No hay victoria mas gloriosa sobre los otros, que volver el bien
por el mal. El corazon de los locos está en su boca, pero la lengua
de los sábios, está en su corazon”.
(“Maximas Morales”, Álbum de Señoritas Nº 5, 29/1/1854,
p. 40)
73
Dijo alguna vez el sagaz Sarmiento algo con respecto a la
Manso que no puedo menos que evocar aquí en función de que su
lúcida evaluación confirma lo por mí planteado: “Existe en Buenos
Aires una institución para honrar a las mujeres. ¿Por qué no está la
Manso en su seno? Porque es ocre”. (Cf. Domingo F. Sarmiento,
OC., Tomo 29, p. 109. Citado por Liliana Zuccotti, Op. cit. p. 107)

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Indice

Introducción / 5

I/8

II / 10

Anarda, esa única colaboradora / 21

29 de enero de 1854. Quinta entrega / 28

Notas / 51

Bibliografía / 80

88

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