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CONSTRUYENDO REALIDAD(ES):

LOS IMAGINARIOS SOCIALES

Juan-Luis Pintos
Departamento de Sociología
Universidad de Santiago de Compostela (España)

Es frecuente en los últimos años escuchar lamentaciones acerca


de multitud de fenómenos sociales por los que nos sentimos agredidos
y que nos producen una fuerte desorientación práctica con respecto a
lo que deberíamos hacer en muy diferentes campos, desde la
economía y la política hasta la cultura y la religión pasando por la
tradicional apelación al sistema educativo y sus deficiencias. Algunos
interpretan esta situación en clave de “pérdida de valores” y abogan
por un nuevo consenso social acerca de aquellas cosas que
consideremos valiosas restableciendo una jerarquía valorativa que nos
permita “saber a qué atenernos”. Se piensa que la situación presente
es una época de “crisis” y, como tal, pasajera.

Sin embargo, las experiencias individuales y colectivas de


carencia de puntos de referencia interpretativos y valorativos nos
llevan a reflexionar acerca de lo que considerábamos efímero
asumiéndolo como algo más duradero, de mayor alcance temporal y
de niveles más profundos que la mera experiencia cotidiana. Nos
vemos enfrentados a sociedades sin vértices ni centros (N. Luhmann) y
cuya evolución no nos permite tener expectativas acerca de volver a
recuperar la linealidad del pensamiento y de la acción. La bifurcación
temporal, el fragmento y la diferenciación son fenómenos caóticos
sociales difícilmente asimilables por posiciones estables, estructuradas,
racionales.

Ello nos lleva a la necesidad de replantear todo nuestro utillaje


intelectual, nuestros hábitos mentales y nuestros mecanismos
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cognitivos. No va a ser ese el objetivo de estas páginas ya que esas


cuestiones las abordaremos en otras publicaciones que preparamos 1.
Nos limitaremos aquí a tratar uno de los primeros problemas que
constituye el principal “obstáculo epistemológico” (Bachelard) para
intentar una clarificación de nuestro presente: el monoteísmo
ontológico. La vieja distinción que afirmaba que sólo había el ser
(único, estable, desconocido, verdadero) y que lo múltiple era la
“realidad” aparente de los entes sometidos a la temporalidad, la
fugacidad y la muerte. Por tanto sólo había una realidad, una verdad,
un bien, una belleza, una justicia y sus correlatos empíricos y
simbólicos “un monarca, un imperio y una espada”2.

1.- Poder e Imaginarios sociales

Han cambiado radicalmente en la actualidad la concepción y las


prácticas del poder. "La probabilidad de encontrar obediencia dentro
de un grupo determinado para mandatos específicos"3, según entiende
Max Weber la dominación, parecía necesitar de algún tipo de creencia
en una legitimidad, bien fuera "tradicional, carismática o racional". La
obediencia al que ejerce el poder encontraría así su fundamento
sociológico, más allá de la simple violencia o de la estructuración
económica. Las diferentes ideologías políticas (liberalismo, socialismo,
nacionalismo, conservadurismo, populismo, etc.) elaboraban el
discurso de justificación del orden social establecido, sin preocuparse
de las ontologías que definían la realidad como referencia exterior a las
ideologías. El poder, para presentarse como tal en las diferentes
sociedades necesitaba de algún tipo de legitimación que le sería
proporcionado por alguna forma de reconocimiento social. Y esa forma
es la obediencia a los mandatos, produciéndose entonces la paradoja
de que sólo alguna instancia tiene poder si otra, que se supone por
1
.- Una obra sobre “Orden e Imaginarios Sociales” donde expongo ampliamente una Teoría
de los Imaginarios sociales y una monografía sobre “La teoría sistemica constructivista de Niklas Luhmann”.
2
.- Hernando de Acuña, poeta de corte, escribió antes de 1556, el “Soneto al Rey Nuestro
Señor” [Carlos I]: “Ya se acerca, señor, o ya es llegada / La edad gloriosa en que promete el cielo / Una
grey y un pastor solo en el suelo / Por suerte a nuestros tiempos reservada. // Ya tan alto principio en tal
jornada / Os muestra el fin de vuestro santo celo, / Y anuncia al mundo para más consuelo, / Un monarca,
un imperio y una espada. // Ya el orbe de la tierra siente en parte / Y espera en todo vuestra Monarquía /
Conquistada por vos en justa guerra, // Que a quien ha dado Cristo su estandarte / Dará el segundo más
dichoso día / En que, vencido el mar, venza la tierra.”
3
.- Cfr. WEBER, Max, Economía y Sociedad , México, FCE, 1969, vol. I, p. 170.

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principio desprovista de poder, la reconoce como poderosa a través de


la sumisión. De aquí que Michel Foucault tratara de reducir la cuestión
del poder al “ejercicio del poder”, sólo se tiene poder si se ejercita, si
ego consigue que alter realice lo que ego manda. Aunque esto le
plantea nuevos interrogantes en los que ahora no vamos a entrar4

Las formas democráticas de legitimación del poder se han


debilitado porque el referente supuesto, la realidad única que
construye el espacio del poder como isomórfico, ha entrado en
cuestión. Ya no hay una entidad, teológica o filosófica, que defina
como única la realidad. Ya no hay un respaldo inteligible o existencial
que defina una realidad global en la que se produzca el sentido que
necesitan las diferentes realidades producidas por la “realidad radical”
de la vida, mi vida (Ortega). El complejo entramado del poder, en las
sociedades policontexturales, se constituye por la pugna entre distintas
instancias: el Estado, el mercado y las empresas de fabricación de
realidad, a las que habría que añadir las antiguas instancias
eclesiásticas (de cualquier religión o confesión) y las académicas (de
cualquier tipo de saber). Todas ellas tendrían poder sólo en tanto en
cuanto lograran definir como reales determinados aspectos de su
ámbito de competencia y obtener de los correspondientes públicos una
confianza reductora de la complejidad.

Los mecanismos (o dispositivos) de construcción de esa relación


de confianza y por tanto de aceptación de algo como real son lo que
denomino Imaginarios Sociales. Una definición, aún sometida a
revisión, de Imaginarios sociales sería la siguiente: son aquellos
esquemas, construidos socialmente, que nos permiten percibir
algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo
que en cada sistema social se considere como realidad 5

4
.- “La gran incógnita actualmente es: ¿quién ejerce el poder? y ¿dónde lo ejerce? [...] Hasta
dónde se ejerce el poder, por qué conexiones y hasta qué instancias, ínfimas con frecuencia, de jerarquía,
de control, de vigilancia, de prohibiciones, de sujeciones. Por todas partes en donde existe poder, el poder
se ejerce” (FOUCAULT, M., Microfísica del poder , Madrid, La Piqueta, 1978, p. 83). Para una presentación
sintética de sus posiciones últimas sobre el tema puede verse: FOUCAULT, M., El poder y la norma , en
MÁIZ, R., (Comp..), Discurso, poder sujeto. Lecturas sobre Michel Foucault , Santiago, Universidad de
Santiago, 1986, pp. 211-216
5
.- En el último lustro se está dando un uso bastante frecuente de la expresión “imaginarios sociales”,
sobre todo en el discurso mediático, pero también dentro del ámbito académico. Estos usos no suelen estar
respaldados por alguna elaboración conceptual sino que se suelen mover en el espacio de las nociones
vagas y difusas del tipo: “lo que la gente se imagina”, “los deseos ocultos”, los tópicos del sentido común,
etc. En breve saldrá a la luz el resultado de las investigaciones que vengo realizando para establecer las
líneas básicas de una Teoría de los Imaginarios Sociales, que aquí esbozo brevemente

3
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Si hay alguna analogía que nos pueda ayudar a entender el


concepto expresado sería la de los lentes o anteojos. Los imaginarios
tendrían una función semejante, ya que nos permiten percibir a
condición de que ellos -como los lentes- no sean percibidos en la
realización del acto de visión. Generan por tanto, a diferencia de otros
conceptos una distinción entre relevancia y opacidad que va a ser la
que nos conduzca a través de los procesos que hacen funcional este
mecanismo.

2.- Monoteísmo ontológico

La teoría ilustrada del conocimiento, bajo el supuesto del


“monoteísmo ontológico” (realidad única), establecía una
continuidad entre el sujeto y el objeto, entre la causa y el efecto, entre
el conocimiento y la ignorancia. El principio orientativo de la
producción del conocimiento la constituía la comparación asociativa (lo
desconocido a través de lo ya conocido), o analógica que buscaba una
reducción a la unidad de la identidad. Esta identidad se establecía de
una vez por todas, aislada del tiempo, a través de una serie de
características substanciales claramente definidas. Existía un modelo
racional construido conceptualmente al cual se tenía que adecuar todo
aquello que pretendiera ser real. La primera ruptura de esta línea de
pensamiento se produce ya antes de la mitad del siglo con la obra en
común de Max Horkheimer y Theodor W. Adorno La dialéctica de la
Ilustración6. Su misma forma fragmentaria de colección de ensayos en
la que nos ha llegado y que contradice las intenciones primeras de sus
autores es la mejor expresión de su contenido crítico. No es necesario
construir un sistema alternativo para hacer la crítica de la identidad
como principio.

Si bien el desarrollo posterior de esta posición se mantiene en


las obras de Adorno y Horkheimer, la generación siguiente, y en
particular Jürgen Habermas7, se desmarcan de la globalidad de la
6
.- Editada primero como manuscrito interno para el Institut für Sozialforschung de Frankfurt en
1944, se publicó por primera vez en la editorial Querido de Amsterdam en 1947. Una segunda edición algo
ampliada aparece en 1969 y es considerada como la definitiva por los editores de las Obras Completas de
Max HORKHEIMER (en Fischer, 1987) y de Theodor W. ADORNO (en Suhrkamp, 1981). Hay una antigua
traducción castellana en la Editorial Sur de Buenos Aires ( Dialéctica del Iluminismo , 1971) y otra reciente en
la Editorial Trotta ( Dialéctica de la Ilustración , 1994) que ya está en la tercera edición.
7
.- La crítica que ejerce aparece en las últimas páginas de la Teoría de la acción comunicativa
(1981), cabalga rampante en un capítulo central en su premiosa apología de la Ilustración que constituye El

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crítica al pensamiento ilustrado, y en particular de las acusaciones


contra las “industrias culturales”.

En discusión con la perspectiva frankfurtiana aparece una nueva


posición crítica de la Ilustración (a la que se va a denominar “la vieja
tradición centroeuropea”) que se inscribe inicialmente en la tendencia
teórica del funcionalismo: la de Niklas Luhmann8. Lo decisivo de esta
teoría para nuestra reflexión sobre imaginarios sociales es que
sustituye el principio de la identidad por el de la diferencia. Esto nos
sitúa en una perspectiva constructivista que invalida la distinción
materialismo / idealismo, que asume la operatividad de la teoría social
como mecanismo de comunicación en los sistemas sociales, que
integra el tiempo como la variable fundamental de las descripciones de
las sociedades y que realiza una sustitución epistemológica compleja
del principio de identidad y unicidad por el de diferencia, la pluralidad,
la recursividad y la reintroducción de la unidad de la diferencia en un
lado de la distinción.

3.- Observación y distinción

Desde esta perspectiva, la construcción de realidad por los


mecanismos de los imaginarios sociales parte de la distinción señalada
entre relevancias y opacidades. ¿De dónde surge esta distinción?
Proviene precisamente del programa teórico constructivista. Se trata
de convertir lo que se nos presenta como evidencia en algo
observable. La observación no es una simple función de
contemplación, sino que como afirma Luhmann,

Observar es, como repetimos siempre, generar una


diferencia con la ayuda de una distinción, que deja fuera de
ella lo no distinguible. En el medio verdad el sistema
comunicativo sociedad constituye el mundo como una

discurso filosófico de la modernidad (1985) y concluye con algunas páginas dispersas por el Pensamiento
posmetafísico (1988)
8
.-Como mejor introducción a este autor puedo recomendar, por su solidez teórica y su
perspectiva plural la selección de textos realizada por GARCÍA BLANCO, José María y BERIAIN, Josetxo,
publicada recientemente: N. LUHMANN, Complejidad y Modernidad. De la unidad a la diferencia , Madrid,
Trotta, 1998, 257 p. También son interesantes la obra LUHMANN, N., Introducción a la teoría de sistemas .
Lecciones publicadas por Javier Torres Nafarrate, México/Barcelona, U.Iberoa./Anthropos, 1996, 303 p., y
el monográfico con contribuciones de autores españoles y latinoamericanos Niklas Luhmann. Hacia una
teoría científica de la sociedad, ANTHROPOS, nº 173/174, (julio-octubre 1997), 153 p.

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totalidad, que incluye todo lo que es observable y hasta el


observador mismo. Con ese objetivo se establece en el
mundo un sistema observador que se observa a sí mismo,
que tiene disponibilidad sobre el valor reflexivo de la no-
verdad [“Unwahrheit”] (y que dispone de él de una manera
observable, empírica, de hecho) y de ese modo puede
marcar algo cuyo correlato no puede ser atribuido al
mundo. [...] Pues el observar no es otra cosa que un
señalar diferenciante9.

La observación de los imaginarios sociales, que según nuestra


definición permanecen latentes, más allá de las evidencias y los análisis
de lo inmediato o lo particular, se hace posible a través de una
distinción cuyo largo proceso reconstructivo arranca de la
fenomenología husserliana10, pasa de una manera significativa por las
reflexiones de Alfred Schütz11, y se especifica en las consideraciones
luhmannianas sobre el marco constructivista del conocimiento 12. Me
refiero a la distinción ya señalada de relevancia / opacidad. La realidad
construida desde diferentes perspectivas esta siendo producida por
esta distinción que genera un plano (o dimensión) de conocimiento
que siempre supone otro que permanece oculto. Pero lo oculto no es
una “x” incógnita, sino que supone el lado no marcado de la distinción
al que es posible pasar desde el lado de la relevancia si hay tiempo y
se aplican las técnicas adecuadas. Pero la opacidad o intransparencia
no es un estado “superable” de la distinción que construye la realidad.
No es posible pasar a otro nivel de síntesis en el que se nos represente
el “conjunto de la realidad tal como es”. El marco epistemológico en el
9
.- LUHMANN, N., Die Wissenschaft der Gesellschaft , Frankfurt, Suhrkamp, 1990, p.268 [Trad.
castellana: p. 192]
10
.- Cfr. Especialmente, HUSSERL, Edmund, 1913, Gesammelte Schriften 5: Ideen zu einer reinen
Phänomenologie und phänomenologischen Philosophie. 1.Buch & Nachwort(1930), Hamburg : Felix Meiner,
1992, 359 + 25 p. [hay traducción castellana]
11
.- Cfr. SCHÜTZ, Alfred, Das Problem der Relevanz , Frankfurt, Suhrkamp, 1971; "The well-
informed citizen" (1946), en Collected Papers, II: Studies in Social Theory, The Hague, Martinus Nijhoff,
1964, pp.120-134 [hay traducción castellana en B.Aires, Amorrortu]
12
.- Cfr. los siguientes escritos de LUHMANN, N., Erkenntnis als Konstruktion ,Bern, Benteli, 1988,
74 p.; Soziologische Aufklärung, Bd. 5. Konstruktivistische Perspektiven , Opladen, Westdeutscher, 1990,
234 p. y dentro de este volumen en particular, „Das Erkenntnisprogramm des Konstruktivismus und die
unbekannt bleibende Realität“,en Soziologische Aufklärung, Bd. 5 , pp. 31-58; Gesellschaftsstruktur und
Semantik. Studien zur Wissenssoziologie der modernen Gesellschaft, Bd.4, Frankfurt, Suhrkamp, 1995, 185
p. y dentro de este volumen en particular, „Die Soziologie des Wissens: Probleme ihrer theoretischen
Konstruktion“, pp.151-180. Hay edición castellana de éstos y otros escritos temáticamente vinculados en
LUHMANN, N., Teoría de los Sistemas Sociales II, México / Osorno, U. Iberoamericana /U. De Los Lagos,
1999, pp. 67-145 (está editado en Chile y lleva una introducción de J.Torres Nafarrate)

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que nos movemos es capaz de establecer una garantía para el


conocimiento dentro de los límites del espacio marcado y no marcado
y a través de sucesivas recurrencias temporalmente distintas. Pero
esta cuestión desborda los límites que hemos marcado para esta
contribución y será abordada, por tanto en nuestra obra de próxima
publicación13.

Nos interesa ahora para completar la primera parte de este


escrito explicitar los modos de análisis de las relevancias y cuáles son
los campos en los que se producen. Hay una permanente deriva
histórica que va desde los objetos, símbolos y rituales propios de
cualquier culto, pasando por las que tienen la consideración de obras
de arte, hasta la producción cotidiana de los inciertamente
denominados “medios de comunicación” (más exactamente definidos
como empresas del nuevo sector de fabricación de realidad) 14, que nos
proporcionan los materiales en los que descubrir las relevancias que
van a fijar las operaciones de los imaginarios en su función de
construcción de las múltiples realidades.

Las evidencias básicas, de las que vivimos y en las que creemos


o estamos (como afirma Ortega), no se generan mediante
“representaciones” colectivas que los individuos copiamos en nuestro
comportamiento cotidiano, ni tampoco mediante “conciencias
colectivas” o “arquetipos” procedentes de estadios anteriores de la
humanidad. Nuestras evidencias provienen de las plurales referencias
emitidas recursivamente por las instituciones que pugnan entre sí por
definir realidades creíbles. No es cierto que nos hayamos quedado sin
referencias, sin valores, sin ideales. Lo que sucede es que han
desaparecido los absolutos que les daban a unas u otros la categoría
de únicos. Vivimos en unas sociedades en las que las formas de
entrelazarse las experiencias y las ideas, los tiempos y los espacios, las
historias y los proyectos no sólo presentan diferentes tramas y figuras,
sino que el primer derecho que reclama el individuo es el derecho a la
diferencia. No porque ya se haya conseguido la igualdad (y la libertad,
y la fraternidad), sino porque no nos sirven los caminos o modelos que
construyeron las anteriores generaciones sobre la exclusión de la

13
.- PINTOS, Juan-Luis, Orden e imaginarios sociales .
14
.- Cfr. PINTOS, Juan-Luis, “Prólogo”, en Casais, Eric y otros, Televisión e sociedade, Santiago,
Lea, 1999, pp.7-18

7
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mayoría de los tipos de racionalidad que constituyen nuestra vida15.


Estas sociedades en las que vivimos son por ello policontexturales.

Los materiales sobre los que trabajamos son, pues, los


productos que aparecen en el tejido comunicativo múltiple. Abarcan lo
que publican los periódicos y las revistas, lo que emiten las radios y los
canales televisivos, las películas, las músicas; las diferentes formas del
espacio que se expresan en la escultura y la arquitectura y la forma de
construirlo socialmente en el urbanismo; las poesías y las novelas, los
cómics, los sitios de Internet y la omnipresente publicidad.
Especialmente la publicidad en todos sus tipos y soportes, ese nuevo
discurso moral que pretende monopolizar el sentido de nuestras vidas.
Ahí se generan las relevancias que construyen nuestras referencias y
que evitan contarnos sus opacidades.

4.- Construcción de realidad excluyente / incluyente

La presente situación de construcción de realidad desde


diferentes instancias representa una ruptura con el monoteísmo
ontológico y un paso al politeísmo, ya anunciado para los valores por
Max Weber a principios de este siglo16. No entraremos aquí en la
discusión ontológica y menos aún en la metafísica, limitándonos a la
cuestión, puramente sociológica o política, de cómo se define
diferencialmente la realidad en diferentes tipos de sociedades.

Para ello estableceremos una rejilla de lectura que nos permitirá


establecer las diferencias entre los programas teóricos de tipo
exclusivo, aquellos que definen la realidad como única, y
programas teóricos inclusivos, aquellos que permiten la definición de
más de una realidad. Los conceptos que emplearemos para realizar
la comparación entre ambos programas serán los siguientes: código,
programas, medio y forma. Como se puede comprender, esta analítica
está vinculada a la teoría constructivista sistémica.

15
.- Ver el capítulo 4º de mi libro Las fronteras de los saberes , Madrid, Akal, 1990, pp. 87-108,
titulado “Conflicto de racionalidades”.
16
.- Cfr. WEBER, Max, “El sentido de la libertad de valoración en las ciencias sociológicas y
económicas” (1917) y “La ciencia como vocación” (1919) publicadas originariamente en el volumen que
recoge sus escritos sobre la ciencia: Gesammelte Aufsätze zur Wissenschaftslehre (1922). Hay varias
ediciones castellanas de ambos escritos.

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Cuadro I:
Panorama de los accesos a/construcción de la(s) Realidad(es)

Códigos Programas Medio Forma

Programas exclusivos (una realidad)


Pecado original
1. Teológicos Inmanencia / Encarnación Fe –Creencia Revelación
Trascendencia Salvación
Sujetos autónomos
2. Filosóficos Real / Racional Totalidad/ necesidad/ libertad Teoría Razón
Ilustrados Ciencia positiva

Programas inclusivos (más de una realidad)


Crítica de la ideología
1. Sociológico crítico Ideología / Ciencia Modernización Praxis Diálogo -
Opinión pública Argumentación
Diferenciación funcional
2. Constructivismo Relevancias / Equivalentes funcionales Comunicación Imaginarios
sistémico Opacidades Policontexturalidad Sociales
Elaboración propia: Juan-Luis Pintos

La columna de los Códigos alude al modo de operar de la


teoría como conocimiento. Define los dos lados de la distinción con la
que marca la limitación de la posición cognitiva. Y permite el desarrollo
de Programas que describen las operaciones fundamentales
constructivas por las que se define la realidad como una o múltiple. Esas
operaciones sólo son posibles en un Medio determinado que es el
ámbito en el que se produce la comunicación; fuera de ese medio, los
programas no tienen sentido. Finalmente, empleamos el concepto de
Forma para señalar la unidad de la distinción establecida por los códigos.

Las primeras construcciones de realidad son las elaboradas por


los diferentes programas teológicos. Estos programas no son
exclusivos del ámbito propio del sistema religioso, sino que se pueden
encontrar en otros ámbitos del sistema social tales como el político, el
científico, el artístico, etc. Tampoco se pueden atribuir a etapas fijadas en
el pasado temporal de nuestras culturas, sino que pueden aparecer, y de
hecho aparecen en diferentes formulaciones teóricas actuales.

En abierta competencia con estos programas aparecieron los de


la Ilustración. Principalmente los discursos convergentes de los
filósofos ilustrados europeos cuyo objetivo común fue inaugurar un
proceso de deslegitimación del orden social basado en los supuestos
teológicos. Esto implica una lucha, política e ideológica contra “lo
absoluto” como principio de fundamentación de lo real. Como el

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programa antagonista teológico hacía explícita la referencia al absoluto,


el ilustrado debía excluir de su discurso tal referencia (como también la
de la metafísica). Ello no implica que no necesitara del absoluto como
supuesto y por tanto reiterara la referencia a la realidad como única.

Estos dos programas se diferencian en primer lugar por los


códigos que rigen las operaciones de construcción de la realidad. El
código propio de los programas teológicos se expresa por la distinción
entre inmanencia y trascendencia. La realidad cotidiana, la
experiencia individual, las referencias constatables pertenecen al campo
de la inmanencia, es decir, a las apariencias de realidad. Porque ese lado
de la distinción sólo adquiere realidad por la referencia al otro lado, al de
la realidad fuerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la
experiencia y el control de los individuos, el campo de la trascendencia.
Lo real es lo otro, o quizás, “lo absolutamente Otro”, denomínese “Dios”,
“Historia”, “Espíritu Absoluto”. Pero aquí estaría la principal diferencia con
el programa ilustrado: el código es más directo y juega ya con los
conceptos filosóficos de real y racional. Recordemos a Hegel: “Was
vernünftig ist, das ist wirklich; und was wirklich ist, das ist vernünftig”17.
Este principio de identidad entre lo real y lo racional es lo que va a definir
en este programa lo que deba considerarse realidad. Pero el eje de la
definición no consiste precisamente en la marcación de lo racional como
el lado fuerte de la distinción, sino en el mecanismo de la identificación
como el determinante en la definición de la realidad. Se conoce por
asociación, por el contraposición y por síntesis que suprime (y “eleva”:
“Aufhebung”) las posiciones asociadas, es decir, la diferencia. De ahí que,
de nuevo la realidad sólo pueda ser una.

Las posiciones teológica e ilustrada se diferencian también por


los programas que desarrollan a partir de los respectivos códigos 18. Estos
programas constituyen los metarrelatos que subyacen a la construcción
de evidencias de validez no discutida y que producen sentido en la
percepción, comprensión y explicación de las experiencias individuales y
colectivas en las sociedades pre-modernas y modernas. Por ello son
suficientemente conocidos todavía ya que han formado parte, y en
17
.- G.W.F.HEGEL, Grundlinien der Philosophie des Rechts , Vorrede (1820). “Lo que es
racional es real, y lo que es real es racional” (Principios de la filosofía del derecho , Barcelona, EDHASA,
1988, p. 51)
18
.- Sobre la función de los códigos en el constructivismo sistémico puede verse PINTOS, J.L.,
(1994), Sociocibemética: marco sistémico y esquema conceptual, en GUTIERREZ, J. & DELGADO, J.M.
(Ed.), Métodos y técnicas cualitativas de investigación social , Madrid, Síntesis, 1994, pp. 571-572

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algunos casos aún forman parte, de la historia personal de millones de


ciudadanos. No necesitan por ello una prolija explicación. Todo tipo de
programas teológicos tienen que justificar por qué unos individuos (o
todos) necesitan salvarse y por qué otros (escogidos) se la pueden
proporcionar. Ordinariamente siempre se han dado las explicaciones
desde la parte que salva, nunca desde los salvados. Si hay necesidad de
salvación es porque algo anda mal. ¿Cómo se introduce ese “mal” en la
historia de los hombres? Aquí comienzan los relatos acerca de “la
situación original”, una situación de máxima perfección de la que se ha
decaído por algún tipo de causas. Causas que se pueden remediar en la
actualidad si se siguen determinadas reglas. La primera de las cuales
consiste precisamente en creer en la fuerza explicativa presente de
dichos relatos. Las operaciones de “salvación” han sido múltiples en la
historia y han asumido diferentes representaciones literarias y artísticas,
y diferentes grupos portadores de la salvación para todos los hombres.
Prácticamente todas coinciden en que no han preguntado a “los
necesitados de salvación” si querían ser salvados y de qué. Los salvaron
“a pesar de ellos”. Probablemente porque estos relatos (“Creación”,
“Paraíso”, “Pecado original”, “Redención”, “Alienación”, “Revolución”,
“Ignorancia”, “Progreso”, etc.) definían la realidad como única, y fuera
de esa única realidad no había salvación.

Todo ello se produce en un determinado medio y a través de


una forma que establece la unidad de la diferencia señalada por los
códigos. Se entenderá entonces que el medio en el que se produce la
comunicación de los programas teológicos es el medio de fe o la
creencia. Porque sin ese presupuesto los grandes relatos no tendrían
que ver con la definición de realidad sino con la construcción de bellas
ficciones cuya fuerza narrativa o descriptiva nos conmueve, nos
emociona, incluso nos hace pensar (el tópico tan utilizado de “ Hombre,
algo tiene que haber...”, que suele acompañar un tipo de confesiones
tales como, “Yo no creo en los curas, pero... ”). En ese medio se
despliega y reproduce la forma revelación. La revelación es la unidad
de la diferencia entre inmanencia y trascendencia, entre tiempo histórico
cronológico y futuro intemporal, entre situación de negatividad y
promesa futura de restitución de la positiva originaria.

Los discursos ilustrados introducen una variante que reduce la


“salvación” a la “instrucción”. La solución a todos los males del presente

11
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nos vendrá dada por la educación. Pero la educación en cuanto se


produce en el medio “teoría” porque los beneficios de este programa se
inscribe en la realidad única de lo temporal, de la historia, no en un más
allá. La salvación se produce en el medio del conocimiento y de la ciencia
que nos salvará de la ignorancia, estado de postración insoportable para
un programa de progreso basado únicamente en la forma de la razón
19
. Porque la razón no es una mera facultad de los individuos, sino la que
opera como unidad de la diferencia real / racional, reduciendo la realidad
a la única perspectiva de la razón. Se construye, entonces otra diferencia
que supone el punto ciego de la perspectiva ilustrada, la distinción sobre
la que basa sus observaciones y a través de la cual construye, para un
observador de segundo orden, la realidad como única. Me refiero a la
distinción racional / irracional, en la que el campo no marcado es el de
“lo irracional” a donde van a parar todas las experiencias de los
individuos que no son las que produce, elabora y explica la razón20.

5. Los programas de acceso a múltiples realidades

Desde comienzos del siglo XX se produce un movimiento crítico


en diferentes campos del conocimiento que pone en cuestión las
evidencias más establecidas. No se plantean ya “giros copernicanos” ni
“dudas metódicas” ni “conciencias revolucionarias”. La crítica científica,
filosófica y de las ciencias sociales no sólo problematiza los instrumentos
del conocimiento, las capacidades del sujeto, las epistemologías
positivistas, la percepción de los objetos sino que es la misma forma del
conocimiento la que deja de generar evidencias. La realidad -en
cualquier terreno- pierde sustantividad, peso, posición, totalidad para
comenzar a fragmentarse.

En filosofía va a ser Husserl el que revise su programa de


establecer una filosofía como ciencia rigurosa y dé origen a la
19
.- Sobre este punto puede verse PINTOS, Juan-Luis, La crítica de la Ilustración de Adorno
a Habermas , en AGRA, M.X. y otros (Coord.), EL PENSAMIENTO FILOSOFICO Y POLITICO EN LA
ILUSTRACION FRANCESA , 1992, Universidad de Santiago de Compostela, pp. 381-392.
20
.- Es lo que Gyorg LUKACS denominaba “La destrucción de la razón” (1959), traducido por
W. Roces como El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler,
Barcelona, Grijalbo, 1976.

12
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fenomenología como método que, empleando la “epojé” frente a las


evidencias construidas desde la “actitud natural”, va a permitir ver no la
única realidad sino la constitución de las realidades que nos permitan
superar la “Crisis de las ciencias europeas” (1936). Su planteamiento va a
generar a lo largo de todo el siglo reflexiones decisivas en la
configuración de la actual teoría sociológica. Desde Alfred Schütz (1899-
1959) que trabajará sobre los sistemas de relevancias, la vida cotidiana y
las realidades múltiples21 hasta Niklas Luhmann (1927-1998) una de
cuyas principales fuentes teóricas es la fenomenología husserliana22.

Los programas a los que me voy a limitar, que no tienen


pretensión de excluir la pluralidad de realidades sino incluirlas en la
reflexión sociológica, son los señalados en el Cuadro I como
“Sociológico crítico” y como “Constructivismo sistémico”. En el
primero se incluyen aquel tipo de desarrollos del marxismo que dejaron
atrás las propuestas unilaterales de construcción de realidad y las
interpretaciones positivistas del discurso marxiano, en particular la
“Teoría Crítica de la Sociedad” (conocida posteriormente como “Escuela
de Frankfurt”), diferentes corrientes europeas de lo que se denominó el
“marxismo cálido”, y algunos autores actuales que se ocupan de los
fenómenos culturales desde esa perspectiva.

La distinción que utilizan estas diversas corrientes es la de


ideología / ciencia para determinar lo que pueda considerarse realidad
en los análisis de las sociedades concretas. Las múltiples concepciones de
lo que sea la ideología desde la más general, como “Concepción del
mundo” (Weltanschaung), hasta la más particular como “falsa
conciencia”23, tienen un componente de determinación de la perspectiva
desde la cual se perciben como reales (para los sujetos) diferentes
objetividades. La contrastación con un conocimiento riguroso y
controlado por criterios exteriores a los sujetos como es el de la ciencia
permite una crítica de las ideologías (conocimientos que tienen su punto
ciego en la opacidad en que se mantienen sus dependencias sociales),
reconociendo, al mismo tiempo, que desde las diferentes ideologías se

21
.- Cfr. SCHÜTZ, Alfred, Collected Papers, I-III (1962-1966), The Hague ,Martinus Nijhoff
(hay trad. Castellana en B.Aires, Amorrortu); SCHÜTZ, Alfred, Das Problem der Relevanz, Frankfurt
,Suhrkamp, 1971, 234 p.
22
.- Sobre el tema nos hemos ocupado en la ponencia “Husserl, Luhmann y los diferentes
caminos de respuesta a “la Crisis”, leida en el Congreso “Fenomenología y Ciencias Humanas” celebrado en
Santiago de Compostela en setiembre de 1996
23
.- Cfr. ROSSI-LANDI, Ferruccio, 1978, Ideología , Barcelona, Labor, 1980.

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construyen evidencias y realidades que hay que tener en cuenta en las


luchas por la hegemonía24 en las sociedades históricas. Los programas
en los que ese código opera constructivamente son los que se han
puesto en marcha desde los ámbitos teóricos y políticos de la izquierda
en los últimos cincuenta años. Tienen que ver con los planteamientos
denominados “socialdemócratas” y se concretan en los diferentes
programas de “Modernización”25 con diferentes matices teóricos de
una constante “Críticas de las ideologías” y unos programas
movilizadores de la participación de la “Opinión pública”.

Es justamente la Praxis (también denominada “Práctica” –


teórica y política- en el ámbito cultural francés), o acción social con
sentido producida por la reflexión de determinados sujetos que
construyen la historia, el medio en que se produce la comunicación
efectiva de estas propuestas programática. Por ello, su principal
problema es la desmovilización, la pasividad, la apatía de la gente
(percibida desde luego desde la perspectiva de los “militantes” o los
“dirigentes”).

La realidad se construye, pues, en el medio de la praxis, pero la


forma que unifica los dos lados de la distinción (ideología y ciencia) y que
permite una construcción comunicativa de la realidad es la del diálogo o
argumentación. No se trata aquí de suprimir la otra parte de la
distinción. No se trata de volver a una realidad única sino de establecer
una jerarquización de realidades sobre la base del “mejor argumento” en
una comunidad ideal de diálogo. Se trata de mantener aquellos criterios
que se consideran todavía válidos como constructores de realidades
perceptibles en la facticidad cotidiana26. Y esto se puede hacer a través
del derecho, de la política, de la soberanía y de la legitimidad y su
reconocimiento en las sociedades concretas, reconocimiento que aspira a
la universalidad pero que se sabe carente de ella.
24
.- El uso de este concepto se basa en los escritos de Antonio GRAMSCI. Pueden consultarse
los desarrollos de POULANTZAS, Nicos, 1978, Estado, poder y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1979, 326 p.;
THOMPSON, John B., 1990, Ideology and Modern Culture. Critical Social Theory in the Era of Mass
Communication , Cambridge, Polity, 1992, 362 p.; WILLIAMS, Raymond, 1981, Cultura. Sociología de la
comunicaci¢n y del arte , Buenos Aires, Paidós, 1982, 231 p., así como las contribuciones más recientes de
Ernesto LACLAU y Chantal MOUFFE.
25
.- Resulta interesante señalar que estos programas coinciden con las orientaciones del
mercado capitalista en su penetración en zonas geográficas y políticas previamente denominadas
“subdesarrollados”. Todavía hoy se escuchan en los foros internacionales ecos de ese discurso desarrollista
de “ayuda a los más atrasados”.
26
.- Cfr. HABERMAS, Jürgen, 1992, Faktizität und Geltung. Beiträge zur Diskustheorie des
Rechts und des demokratischen Rechtsstaats, Frankfurt, Suhrkamp, 667 p. (hay trad.cast. en Madrid,
Trotta).

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La imposibilidad de una vuelta a la Ilustración, o al menos a la


consideración de que la legitimación de un orden social dado sólo es
posible si se mantienen sus criterios básicos de validez, ha sido asumida
desde otra perspectiva crítica que define más claramente la pluralidad de
realidades: el Constructivismo Sistémico. Es necesario hacer la
precisión de que se pueden encontrar diferentes tipos de Constructivismo
que se diferencian fundamentalmente por su grado de elaboración
teórica y sus campos de aplicación empírica (Terapias, Educación,
Arquitectura, Lenguaje, Cibernética, etc.). Por ello definimos aquí el tipo
de programa constructivista como “Sistémico” para referirnos a la
producción teórica y la aplicación empírica producida por Niklas Luhmann
y su entorno27. Las líneas básicas del programa responden a ese marco
teórico, pero el tratamiento específico de los mecanismos de
construcción de realidad desde esa perspectiva están planteados desde
mi propia investigación y sólo algunas breves referencias se encontrarán
en el hábeas luhmanniano.

Este programa de construcción de realidad parte de la


necesidad de los sistemas funcionalmente diferenciados de
autodescribirse y de referirse a los ámbitos propios de la comunicación
sistémica como “realidades”. El código que se utiliza para semejante
operación es el de la distinción de relevancias y opacidades. Sobre
este código y su funcionamiento ya hemos dado suficientes referencias
en la primera parte de este trabajo. Por ello creemos que puede aclarar
algo más el referirnos a los programas que desarrollan ese código. Lo
prioritario es definir la diferencia como base de construcción de la
realidad, de ahí que los sistemas se autodescriban con unas funciones
que responden a necesidades específicas de los individuos que se sitúan
en el entorno del sistema. El sistema sólo puede referirse a sí mismo y
por lo tanto operar mediante la comunicación si incluye la referencia al
entorno, a los individuos, a través de la forma “persona” 28. La realidad de
27
.- Pueden verse unas referencias bibliográficas completas en nuestra página personal:
http://web.usc.es/~jlpintos/index.htm. Luhman prefiere hablar de su marco teórico como “constructivismo
operativo”, para diferenciarse del denominado “radical” (Ver el Prólogo que escribió N. LUHMANN, 1990,
Soziologische Aufklärung 5, Opladen, Westdeutscher, 1990, pp. 9-10)
28
.- No voy a entrar aquí en la polémica acerca del llamado “antihumanismo” luhmanniano.
Un accidente editorial (el título del libro de I. Izuzquiza, La sociedad sin hombres. Niklas Luhmann o la
teoría como escándalo , libro valioso por su contenido) y una nueva falsa polémica sobre el término
“humanismo” han desorientados a incipientes lectores y producido en rechazo. Para un planteamiento
complejo y claro de la cuestión, ver la obra citada en la nota 8, LUHMANN, N., Complejidad y modernidad.
De la unidad a la diferencia , Madrid, Trotta, 1998, pp.215-256. En esa misma obra está una introducción de
J. BERIAIN y J.M. GARCIA BLANCO (pp. 9-21) que es uno de los textos más breve, de mayor claridad y

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la sociedad sólo es posible concebirla a través de esa diferenciación de


sistema y entorno y de las variaciones funcionales de la misma. Pero hay
también un programa, o subprograma del anterior que trata de entender
la realidad como algo que fluye en el tiempo a través de la construcción
de equivalencias. La anterior sustantividad y permanencia en el tiempo
(que siempre esta “fuera del tiempo”) son sustituidas por la recursividad
que nos permite desde la perspectiva de la diferencia relevancia /
opacidad construir las realidades en el tiempo. Otro de los programas
pertinentes es el del mantenimiento o promoción de la
policontexturalidad29. Ello vendría a significar que las diferentes
realidades se construyen mediante la exclusión de la posibilidad de
atribución a alguna de ellas de un carácter absoluto. Aquí se torna
realmente radical el planteamiento del significado del pensamiento crítico
en la herencia de la Ilustración.

Sólo nos queda para empezar a concluir con nuestra reflexión el


señalar que este programa opera en el medio de la comunicación. No
hay realidades fuera de ese ámbito. Este proceso está hoy muy acelerado
y se presta a confusiones. Una teoría de la comunicación no es una teoría
tecnológica de la señal30, sino una teoría de los sistemas sociales y sus
operaciones. Lo que aquí nos interesa es que el medio de la
comunicación procede selectivamente. Se producen selecciones de
información, se selecciones diferentes versiones y se establece la
selección de comprensiones. Sólo aquella comprensión que se convierte
de nuevo en información (pregunta) mantiene abierto el proceso y
mantiene operando al sistema. Y no hay realidades sin sistemas que las
construyan.

conceptualmente rico que conozco en castellano sobre la teoría luhmanniana. En el ámbito latinoamericano,
además de las excelentes Introducciones a la mayoría de las traducciones españolas de Javier Torres
Nafarrate, tenemos que celebrar la reedición (3ª) de la obra de Darío Rodriguez y Marcelo Arnold, Sociedad
y teoría de sistemas. Elementos para la comprensión de la teoría de Niklas Luhmann , Santiago de Chile, Ed.
Universitaria, 1999, 200 p.
29
.- Venimos utilizando este término sin haber definido el sentido de su uso. Luhmann lo
toma de G. GÜNTHER (“Life as Poly-Contexturality”, en Beiträge zur Grundlegung einer operationsfähiger
Dialektik II, Hamburg, 1979). En una sociedad policontextural la diferenciación no contempla un horizonte
dentro del cual alguna actividad parcial pueda pensar como esencial, pues todas lo son.
30
.- Parece realmente increible que se haya tomado la teoría matemática de SHANON &
WEAVER como modelo para las teorías de la comunicación mediática, que subordinan así la reflexión y el
pensamiento a la instrumentalidad de la aplicación tecnológica. Para un planteamiento desde la perspectiva
constructivista puede verse N. LUHMANN, 1996, Die Realität der Massenmedien , Opladen, Westdeutscher,
219 p. (hay una muy reciente trad. Cast.: Barcelona, Anthropos, 2000)

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Finalizando ya con la última celda de nuestro Cuadro I tenemos


que abordar el concepto de Imaginarios Sociales31. En las primeras
páginas de este escrito decíamos:

Una definición, aún sometida a revisión, de Imaginarios sociales


sería la siguiente: son aquellos esquemas, construidos
socialmente, que nos permiten percibir algo como real,
explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada
sistema social se considere como realidad

Después de las últimas reflexiones se podrá entender que


consideremos los Imaginarios Sociales como la forma que construye la
realidad a través de la unidad de la diferencia entre relevancias y
opacidades. De un modo semejante al código “inclusión / exclusión” que
opera como meta-código en la constitución de la diferencialidad funcional
de los sistemas, sin constituir él mismo un sistema específico, el código
“relevancia / opacidad” sería, si se aceptaran mis conclusiones, un meta-
código que utilizan los sistemas diferenciales para autodescribirse en el
medio de la comunicación. Lo que es lo mismo que decir que los
imaginarios sociales construyen las realidades sociales a través de las
percepciones diferenciales que los individuos asumen en el entorno de la
sociedad como reales.

Santiago de Compostela, noviembre de 2000


Juan-Luis Pintos

Sugerencias de lecturas sobre el tratamiento constructivista de la realidad

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social, En Gonzalez de la Fe,T.(Coord.), Sociología: unidad y diversidad, Madrid, CSIC,
1991, pp. 75-92
ANDERSON, Walter Truett, 1990, La realidad emergente. Ya nada es como era, Madrid, Mirach, 1992, 319
p.

31
.- Puede consultarse una amplia bibliografía en mi página personal en Internet, antes
citada. La obra más reciente, en castellano, que se ocupa ampliamente de la construcción de la realidad a
través de los imaginarios sociales es la del profesor de la Universidad de Concepción (Chile) y amigo
personal Manuel Antonio Baeza, Los caminos invisibles de la realidad social. Ensayo de sociología profunda
sobre los imaginarios sociales , Santiago de Chile, RiL, 2000, 160 p.

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GCEIS – Papeles de Trabajo, 1 - J.L.PINTOS: Construyendo realidad(es) - 18

BAEZA, Manuel Antonio, 2000, Los caminos invisibles de la realidad social. Ensayo de sociología profunda
sobre los imaginarios sociales , Santiago de Chile, RiL, 2000, 160 p.
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