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Han pasado 100 años desde la revolución rusa y su influencia sigue vigente.

Un 7 de noviembre de 1917 los bolcheviques triunfaron en Rusia y reorientaron la historia de la


humanidad. Hasta ese momento era un sueño imposible que los obreros, los campesinos y los
soldados se unieran para dirigir los destinos de cualquier nación. Algunos meses atrás, en marzo,
el pueblo ruso derrocó al zarismo, nada más ni nada menos que el tercer imperio más grande de la
historia de la humanidad. A estos hechos se les llamó la Revolución de octubre y Revolución de
febrero ya que en la tradición rusa se usaba el calendario juliano que está atrasado algunos días
con respecto al que actualmente usamos.

Muchos factores favorecieron estos hechos: ya eran varias décadas que el pueblo se rebelaba
contra la tiranía de los zares, los nacientes imperios capitalistas engendraron la primera guerra
mundial; además, una constante agitación social por derechos laborales, la jornada de ocho horas,
luchas femeninas por igualdad laboral y el derecho al voto, tomas de tierras de los campesinos...
las condiciones materiales estaban dadas para transformar Rusia desde sus cimientos. Pero, tener
una sociedad convulsionada con profundas diferencias sociales no significa que vaya a estallar una
revolución de manera automática; se necesita una dirección, una vanguardia con capacidad
creadora y liderazgo, y que esté conformada por individuos geniales.

Cuando hablamos del papel de un individuo en la historia tomamos en cuenta que un hombre y su
obra son producto de su sociedad; pero existen pocos personajes que analizan, sienten la
necesidad y asumen la responsabilidad con su época de tal manera que pueden “rediseñar la
historia”; y los rusos tenían a los bolcheviques y a Lenin. El valor de Lenin radica en su capacidad
de fusionar genialmente la filosofía y la política, ya planteaba Marx: “Los filósofos no han hecho
más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Lenin no era un líder
lleno de reglas y dogmas, era un político que encontraba soluciones coherentes con cada
problema.

Lenin fue un gran académico, sus libros sobre teoría del estado, política, economía y filosofía
siguen siendo referencia para la intelectualidad actual. Lenin sentenció: “Sin teoría revolucionaria
no hay práctica revolucionaria, y viceversa”. Existe la anécdota de un bibliotecario suizo que se vio
sorprendido al reconocer una foto del gran líder y agitador de la revolución; sin embargo el
bibliotecario se recordaba de un hombre de perfil bajo, callado, que por muchos años asistía
disciplinadamente y era el último en retirarse de la biblioteca pública de Suiza. Así aprovechó
Lenin el destierro, fue en 1905 que es expulsado de Rusia después de que el pueblo se levantara
para exigir al Zar una constitución y un parlamento. Lenin pasó doce años fuera de su tierra,
estudiando la realidad europea e impulsando la revolución a la distancia.

Lenin era un hábil político y si tenía que hacer tratos los cumplía, incluso con los personajes menos
pensados. Así Lenin llegó a un acuerdo con el Káiser Guillermo II (Emperador de Alemania) para
que le permita abordar un tren militar y así regresar a Rusia. Tampoco nos debe sorprender que
una vez que tomaron el poder se volvió a sentar con los alemanes para llegar a un acuerdo de paz
con la nueva Rusia. También hizo tratos con algunos hacendados para industrializar el campo.
Lenin era un hombre de profundos principios; pero para triunfar tenía que pacificar a Rusia,
incluso firmando la paz con el “archienemigo”; y si quería industrializar el campo tenía que llegar a
acuerdos con los explotadores históricos de los campesinos rusos.

Lenin fue un gran líder, es decir que promovió nuevos liderazgos, supo mantener los debates
alturados, pudo motivar lo mejor y hacer trabajar juntos a personalidades tan diferentes como
Trotsky, Stalin, Krupskaya, Zinóviev, Kámenev, Kollontay, Armand, Bujarin, entre otros; esto
debido a que Lenin era un gran demócrata (en el sentido original de la palabra “poder del
pueblo”). Al respecto recordemos que cuando llegó a Rusia exclamó: “todo el poder a los
soviets...” que eran las organizaciones naturales de obreros, campesinos y soldados; declaró esto
cuando los bolcheviques eran minoría en casi todos los soviets y estos eran controlados por
mencheviques y socialistas revolucionarios, sus rivales históricos. Los bolcheviques siempre
confiaron en la conciencia de las masas y las masas les dieron la razón.

Lenin quedó marcado muy joven cuando el Zar Alejandro III ajustició a su hermano por explotar
una bomba destinada a su carruaje real. Lenin sacó varias lecciones sobre el terrorismo y escribió:
“... el terrorismo actual, tal como lo aplican y lo predican los socialistas revolucionarios, no tiene la
menor relación con el trabajo entre las masas, ni está en contacto con ellas; que para llevar a cabo
actos terroristas una organización de partido distrae a nuestras fuerzas organizativas, ya de por sí
muy escasas, de su difícil tarea de organizar un partido obrero revolucionario...” (la cursiva es de
Lenin). Para él una revolución es una acción colectiva, y los métodos terroristas no eran válidos
porque alejan a las masas y justifican la represión del estado; tan simple como eso, pero muchos
supuestos revolucionarios no lo leyeron o lo malinterpretaron. Por eso es muy importante
regresar a Lenin, si algún lector quiere profundizar sobre este tema revise el libro: La enfermedad
infantil del "izquierdismo" en el comunismo, (Lenin 1920).

Otro gran mérito de los bolcheviques fue su carácter femenino, no sólo porque había un gran
número de compañeras afiliadas al partido, sino por su calidad. No es justo, pero en esta nota sólo
mencionaré a tres bolcheviques: Nadezhda Krupskaya, Aleksandra Kollontay e Inessa Armand que
dirigieron el periódico feminista “Rabotnitsa” (la Trabajadora), el papel agitador de este periódico
fue vital para la revolución; por mencionar un ejemplo, fue que un 23 de febrero de 1917
convocaron a una huelga general por el día internacional de la mujer proletaria (En nuestro
calendario es 8 de marzo instituido por el congreso internacional de mujeres socialistas e
impulsado por las alemanas Clara Zetkin y Rosa Luxemburg), esta huelga por mejores condiciones
laborales y el cese a la guerra tuvo tal impacto en la población que propició la caída del Zar en la ya
mencionada Revolución de Febrero. No “contentas” con esto las mujeres continuaron
promoviendo la revolución y le arrancaron el voto femenino al gobierno provisional, antes que
cualquier país; su lucha contra la guerra fue decisivo para propagandizar el programa bolchevique
entre las masas.

Después de la revolución de febrero los que tenían una mayoría en la Duma (el congreso ruso) fue
el Partido Social Revolucionario, quienes posicionaron a Kerensky como presidente del gobierno
provisional; tuvo un gran apoyo popular al inicio, pero al estar endeudado con los países
imperialistas no pudo salir de la Primera Guerra Mundial, condenando a la miseria al pueblo ruso.
Kerensky se declaraba socialista pero sus reformas solo profundizaron el capitalismo. Fue así que
en el abril ruso, llegaron de Alemania 40 bolcheviques en un tren militar; Lenin tuvo una gran
acogida y en un enorme mitin expuso su programa de “paz, tierra y pan” tres puntos
fundamentales que impulsarían a los bolcheviques entre las masas y estas no la abandonarían en
octubre cuando los soldados dejaron sus puestos de combate en la guerra pro capitalista y se
unieran a los bolcheviques en su lucha contra Kerensky y contra el capitalismo.

La revolución convirtió a la Rusia feudal en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS),


una de las principales potencias del siglo XX; algunos de sus logros fueron: 1. Ser el primer país del
mundo en eliminar el hambre y la desnutrición al colectivizar el campo, 2. Sin duda fue el país que
derrotó al nacismo alemán, quienes con apoyo de los italianos, japoneses, búlgaros, rumanos,
conformaron un gran ejército contra la URSS, 24 millones de rusos murieron en esta guerra, pero
derrotaron al 70% del ejército alemán, fueron los que liberaron a la mayoría campos de
concentración; mientras que Estados Unidos sólo se atrevió a entrar a la guerra cuando la URSS ya
había diezmado a las tropas de Hitler, 3. Lograron grandes derechos para los trabajadores, su
jornada laboral era de 7 horas y se jubilaban con una pensión igual al sueldo de trabajador. Se
logró los permisos por enfermedad, maternidad y vacaciones, 4. Fue el primer país en lograr el
seguro universal de salud, 5. El primer sistema educativo totalmente público y gratuito, se daba
alimentación a los estudiantes y fue el primer país en alfabetizar a toda su población; también fue
el país que más libros producía y donde los obreros podían ir a la ópera, teatro, cine y otros
eventos culturales, 6. Fue el primer país en enviar un satélite al espacio, el primer animal en el
espacio (Laika), el primer hombre en el espacio (Yuri Gagarin) y la primera mujer en el espacio
(Valentina Tereshkova). 7. Fue el primer país en que las mujeres tenían los mismos derechos que
los varones, mismo sueldo y misma oportunidad de alcanzar un espacio público. Aleksandra
Kollontay fue la primera mujer en ser ministra del mundo (ministerio de bienestar social).

La URSS inspiró a millones de trabajadores de todo el mundo; muchos de los derechos laborales
que todavía tenemos se lograron por influencia de la URSS y tras su disolución comenzó una ola
mundial de pérdida de los derechos conquistados.

Si queremos encontrar otro acontecimiento igual de importante, la revolución rusa sólo es


comparable con la revolución francesa, la que nos invitó a soñar en un mundo de libertad,
igualdad y fraternidad, y que provocó la caída de las monarquías y la independencia americana. Al
igual que la revolución francesa la revolución rusa también tuvo sus errores, sus caídas, incluso se
restableció el orden anterior; pero nadie puede decir que fracasó, como tampoco se puede decir
que fracasa un niño que cae cuando aprende a caminar.

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