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1) Movimientos migratorios-invasiones de pueblos bárbaros y formación

del espacio europeo germano-romano. Especial atención a los francos.

Mapa extraído de: Kinder, Hermann. Hilgemann, Werner (2006) “Atlas Histórico Mundial I. De los orígenes a la
revolución francesa”. Madrid, España: Ediciones AKAL, S.A - Ediciones ISTMO, S.A.

Escogimos este mapa debido a que permite distinguir con facilidad los diversos
puntos que caracterizan los movimientos migratorios invasivos, sus causas, más
concretamente el movimiento de los hunos, así como sus puntos de origen y sus
respectivos destinos, como así también, la división de los godos en ostrogodos y
visigodos, además de cómo se fueron empujando mutuamente, pudiendo ubicar
todo esto en su escenario correspondiente.

Punteo:

1. Introducción: Causas de las migraciones.


2. Desarrollo de los pueblos invasores:
3. Los Godos -
4. Los Suevos -
5. Los Burgundios -
6. Los Vándalos -
7. Los Francos -
8. Los Lombardos -
9. Invasiones marítimas (Anglos, Sajones, Jutos) -
10. Consecuencias: Formación del espacio europeo germano-romano.
Introducción:

“Desde el siglo III, el Imperio romano se vio envuelto en una crisis profunda. Sus
rasgos son bien conocidos. Entre ellos, cinco parecen los más destacados. La
pérdida de funciones por parte de las ciudades, en especial, su capacidad de
articulación de los espacios. La ruralización de la vida. La debilitación de las
relaciones de tipo público en beneficio de las de tipo privado. El creciente peso de la
fiscalidad imperial, necesitada de recursos para comprar la fidelidad de las tropas,
asegurar el aprovisionamiento de las grandes ciudades, en especial, Roma, o hacer
frente a las revueltas sociales y las amenazas de los bárbaros. Y la difusión de
religiones menos cívicas y colectivas y más salvíficas y personales, particularmente,
el cristianismo.
La penetración de los bárbaros en el Imperio romano adoptó dos modalidades:
entradas toleradas e invasiones propiamente dichas. Los invasores pertenecían a
muy variadas etnias, aunque solemos utilizar el colectivo «germanos» para
agruparlas. Sus desplazamientos tuvieron más el carácter de
migraciones de pueblos que de invasiones relámpago. Su aspiración era hallar
lugares en que instalarse y desarrollar una agricultura sedentaria combinada
con la ganadería vacuna. Durante los siglos II a IV, lo intentaron en grupos
familiares o pequeñas fracciones de tribus, que el Imperio acogió sin dificultades.
Pero, a finales del siglo IV y durante el siguiente, los intentos los protagonizaron
pueblos enteros dotados de fuerte cohesión étnica, reforzada por tradiciones y
creencias religiosas propias”. (García de Cortázar: 2008, p. 26)

Estos movimientos se deberían al crecimiento demográfico y también a un cambio


climático que eliminó la fertilidad de las tierras originarias de estas poblaciones, lo
que les estimuló a buscar nuevas tierras donde asentarse y empujados unos por
otros, acabaron llegando a territorio romano, donde los habitantes del imperio no les
permitieron entrar pacíficamente como éstos demandaban, sino que fueron
rechazados a través de los limes en un principio.
Esta etapa de la vida de la civilización romana se ve marcada por un profundo
aislacionismo reflejado en la instauración de los limes como fortificación construida
tras la expansión del Imperio para establecer líneas defensivas ante las poblaciones
bárbaras, desarrollándose en su interior como una entidad política sumamente
estancada en varios aspectos, entre ellos, las innovaciones técnicas que no habían
sufrido cambio alguno desde la época de la Grecia helenística y los conflictos
bélicos efectuados buscando el enriquecimiento económico a través del pillaje, la
mano de obra extraída de las invasiones victoriosas y los metales preciosos
obtenidos del mismo modo. Sin embargo, se notaba una excelencia en la forma que
la civilización romana le dio al derecho, como herramienta de conservación de la
realidad establecida previamente, a la guerra, como medio defensivo, pese a las
apariencias creadas a partir de las conquistas romanas de esta época, la gestión
estatal, como la forma de mantener y arraigar en una sociedad a las diversas
instituciones y mantenerlas en el tiempo, además de una arquitectura soberbia.
El comercio también se vio limitado por este aislacionismo, haciendo que la moneda
escaseara, y que varios productos como el vidrio renano, aceite mediterráneo y
alfarería gala redujeran su alcance y el volumen de su mercado, además de que
abundaran las superficies desérticas y los campos se terminaban abandonando.
La nueva realidad perteneciente al imperio Romano y su población se hace explícita
en el siglo III, ya que allí varias poblaciones de provincias conquistadas se
emancipan y se vuelven las conquistadoras, inundando así el senado romano,
adquiriendo puestos cada vez más importantes por parte de españoles, galos y
orientales, llegando a incluso ocupar el cargo de emperador en muchas ocasiones.
Esta época coincide con el edicto de Caracalla donde en el 212 se concibe como
ciudadanos a todos los habitantes del imperio, lo que demuestra la debilidad
creciente de la población originalmente romana frente a la cada vez más poderosa
población bárbara de las provincias sometidas, además de que deja ver con claridad
cómo el imperio tuvo la necesidad de integrar a estas poblaciones como
ciudadanos.
La situación de gran inestabilidad surgida de las invasiones bárbaras suscita una
integración entre romanos y bárbaros debido a que estos primeros prefieren
exiliarse entre los bárbaros a permanecer leales al imperio, ya que, entre sí los
sectores más desposeídos de la población romana sufrían cada vez más una
creciente opresión de los terratenientes y de los ciudadanos con mayores privilegios
bajo los que buscaban protección ante la destrucción de las ciudades, la
devastación de la tierra y la regresión territorial, por lo que buscaron refugio entre
los bárbaros, ya que su situación en el imperio se había vuelto altamente
encarecida, en palabras de Salviano, un monje de la isla de Lérins, la situación era
así: "Para no sucumbir a la persecución pública, van a buscar entre los bárbaros la
humanidad de los romanos, porque ya no pueden soportar entre los romanos la
inhumanidad de los bárbaros".
Esta integración se vio favorecida de antemano debido a distintas causas, la
admiración que los bárbaros sentían por los romanos, los cambios de la cultura
bárbara que había variado mucho desde su partida de Asia central hasta llegar a
tierras romanas, pues no eran como sus detractores los caracterizan; salvajes y
jóvenes, recién salidos de sus bosques o estepas, sino que, al haber transitado
largas distancias, habían retenido, aprendido y aprehendido mucho de las culturas
observadas; la irania e incluso la grecorromana, y dominaban con habilidad el arte
de la orfebrería, el cuero, y el damasquinado, estas técnicas avanzadas eran solo
uno de los motivos que los acercaba a los romanos; la religión fue otro factor
aglutinador, aunque en un principio, muchos de los bárbaros convertidos al
arrianismo, declarado herético por el concilio de Nicea, luego se convirtieron al
cristianismo.

● Migraciones: Los Godos

El pueblo Godo provino de la zona de la actual Suecia, aunque su origen concreto


es desconocido para la historiografía. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo II
d.C. se dividen en la zona de la actual Ucrania entre los Ostrogodos (los Godos del
Este) y los Visigodos (los Godos del Oeste).

Tras la destrucción de su reino, situado junto al Mar Negro a mano de los hunos, los
Ostrogodos recuperaron su independencia tras la muerte de Atila y luego pasaron a
formar parte del Imperio Romano de Oriente.
En 488 Bizancio optó por rehacer su alianza con los ostrogodos. Teodorico fue
nombrado como patricio romano y enviado a Italia a destituir a Odoacro, que como
rey de los hérulos había fijado su capital en Rávena. Luego de lograda la conquista
fundaron el reino ostrogodo de Italia, conservaron Rávena como capital y se
preocuparon por mantener la organización y la cultura romana.
Los problemas sucesorios y la creciente tensión entre ostrogodos arrianos y
romanos católicos supusieron duros golpes para el reino ostrogodo.

Por su parte, lo Visigodos acaudillados por Alarico invadieron toda la península


balcánica. Posteriormente, en el 410 saquearon Roma.
Una vez muerto Alarico, su heredero Ataúlfo condujo a los ejércitos a través de Italia
rumbo a las Galias e Hispania. Los primeros reyes visigodos aceptaron ser vasallos
del Imperio romano de Occidente. A cambio, Roma les cedió las tierras del sur de
las Galias. En 414 penetraron en la península ibérica. Ataúlfo impulsó la
romanización, mientras que su sucesor Sigerico fomentó la germanización.
Posteriormente en 476, al finalizar el Imperio romano de Occidente, Eurico declaró
la independencia del reino visigodo. Expulsados los visigodos de las Galias por los
Francos, Alarico II trasladó la capital del reino a Toledo.
Ya en el siglo VI, Recaredo rey Visigodo, convocó al tercer Concilio de Toledo y
proclamó el catolicismo religión oficial del reino, lo que extinguió el arrianismo.

● Los Suevos

En 406, ante la presión ejercida por el avance de los godos, los suevos se
desplazaron hacia las provincias del imperio romano atravesando la Galias e
instalándose en Hispania.
Los suevos constituían una alianza de marcomanos, alamanes, senones, cuados,
nemedos y vanjones. Atravesaron el río Rin, recorrieron las Galias y penetraron en
la península ibérica. A comienzos del siglo V, los suevos se establecieron en
Galicia. Consiguieron establecer un reino propio.
La marcha de los vándalos al norte de África había dejado a los suevos, instalados
al principio en Gallaecia y Lusitania, como dueños de la península Ibérica. Veinte
años después, los suevos fueron el primer pueblo bárbaro que se convirtió al
catolicismo. En 456, los visigodos los derrotaron, pusieron freno a sus correrías, los
arrinconaron en la Gallaecia, esto es, entre el Atlántico y Astorga, el Cantábrico y el
Duero, y los obligaron a convertirse al arrianismo. Durante un siglo, la historia de los
suevos es prácticamente desconocida, hasta que, entre 560 y 580, Martín de Braga
o Dumio, originario de Panonia, volvió a convertirlos al catolicismo, lo que llevó otra
vez a los suevos a enfrentarse con los visigodos, arrianos, que dominaban el resto
de la Península. En 585, con la excusa de que los suevos habían colaborado en la
sublevación de su hijo Hermenegildo, el monarca visigodo Leovigildo anexionó el
reino suevo, que desapareció.

● Los Burgundios

A principios del siglo V los burgundios emigraron hacia el área situada entre el Rin y
el Main y fundaron su reino, con capital en Worms. Este reino fue destruido en 436
por tropas auxiliares de los hunos, llamadas por el general romano Aecio. Tras una
nueva migración, en 443 se instalaron a orillas del lago Ginebra y se extendieron por
el curso del Saona y del Ródano, para proteger los pasos alpinos.
Tras el enfrentamiento armado en el año 500 con los francos en Dijon, los
burgundios se aliaron con éstos contra los visigodos. Finalmente, luego de varios
intentos, los francos consiguieron consiguieron conquistar el reino de los burgundios
en el 534.

● Los Vándalos

El nombre de este pueblo deriva de la asociación que se hizo con respecto a su


avance, en cuanto a la violencia y al desorden que imperaron en el mismo se
refiere, además de que su ocupación de la península ibérica fue más bien efímera
debido a que la llegada de los visigodos los forzó a abandonarla rumbo al norte de
África, movimiento que pudieron emprender gracias a su flota al tener que cruzar el
estrecho de Gibraltar para acceder entonces al territorio de Cartago, donde
abandonaron en parte sus tradiciones guerreras para dedicarse a una vida
sedentaria y de comercio, ejerciendo cierta talasocracia en el mediterráneo
occidental, en lo que fue una transición hacia una mayor adopción de caracteres
conductuales propios de la cultura romana clásica, pero también caracterizados por
un conflicto religioso entre arrianos, católicos y donatistas, llegando a sumergir esta
realidad social y política en un auténtico caos, que acabó por terminar con su reino
en un momento de duración considerablemente corta al ser invadido por los
bizantinos que ante las improvisadas defensas vándalas supieron arrasar con la
endeble resistencia de forma relativamente rápida poniendo fin de este modo a esta
entidad política de historia accidentada y efímera, que atravesó la Europa balcánica
para terminar en el norte de África en lo que fue una migración masiva agotadora y
traumática de unos 2500 km aproximadamente, presagiando la considerable pérdida
de la estratégica posición que fue adquirida por el imperio bizantino en esta
campaña (534), y que luego sería tomada por los bereberes.

● Los Francos

National Geographic, Historia, Edición especial, “La Europa Medieval: El


mundo del año mil”, 2016, España.

En el año 507, la confederación de pueblos germanos conocidos como francos, es


decir, hombres libres, había conseguido, tras haberse hecho con una porción
importante de la Galia romana, una importante victoria ante el ejército visigodo
comandado por Alarico II en Vouillé, cerca de Poitiers.El señor de los francos y su
comandante en la batalla, Clodoveo I fue entonces felicitado por sus agentes en lo
que fue un episodio bélico que determinó con la victoria franca la apertura hacia el
resto del territorio de la Galia, expulsando de allí a los visigodos y concluyendo bajo
el mando de Clodoveo I la unificación de la Galia, prácticamente en su totalidad.
Clodoveo (nombre que corresponde a Luis actualmente) se decía descendiente de
un tal Meroveo, que daba nombre a la dinastía de los merovingios a la cual
Clodoveo pertenecía. Se creía que esta figura mítica de Meroveo era descendiente
de un ser marino, que fue sucedida por Childerico I, quien estableció su corte al
norte de Cambrai y gobernó durante los años 457 y 481 al pueblo franco, que, bajo
su mando cosechó importantes éxitos militares que suministraron un importante
botín y de cierto modo, allanaron el camino de las campañas bélicas en las que
Clodoveo salió victorioso. Este último fue reconocido durante mucho tiempo como el
rey que había sido el artífice del pasaje de la Galia romana a la Francia medieval y,
asumiendo el mando tras ser coronado en el año 481, gobernando hasta su muerte
en el 511, dejó un legado importante en el reino de los francos tras haberse
convertido al cristianismo directamente.
Esta tendencia comenzó al contraer matrimonio con Clotilde en el año 493,
doblegando así la voluntad de los obispos católicos, tratándose de la devoción
católica de la princesa Clotilde, quien le aportó a Clodoveo una dote fundamental y
decisiva; Clotilde era hija del rey burgundio Chilperico, que había sido asesinado por
su hermano Gundebaldo y siendo consciente de esto, le exigió a Clodoveo el deber
de emprender acciones militares contra el reino burgundio a modo de venganza por
parte de Clotilde, esto le dio a Clodoveo un pretexto para invadir el reino burgundio,
poseedor de fértiles y ricas tierras. Esta invasión culminó con la ocupación franca, y
así, el éxito franco en la conquista del territorio burgundio garantizó cierta presión
sobre Clodoveo por parte de Clotilde a la hora de conseguir su conversión al
cristianismo, que, según se cree, se efectuó de manera decisiva cuando en un
ataque de los alamanes en el 496, Clodoveo se inclinó por la alternativa de orar al
Dios cristiano en lo que Gregorio de Tours anotó en su crónica donde se sostiene
que Clodoveo mencionó el hecho de que afianzaría su fe en Él en el caso de que
saliera victorioso de la contienda, justificando esta plegaria en el hecho de que sus
antiguos dioses lo habían abandonado en este momento de desesperación. La
victoria posterior, en base a esta idea le habría dotado de la razón necesaria para
convertirse al cristianismo y así obtener el apoyo de la Iglesia, los obispos y la
población católica.
Este apoyo resultó decisivo a la hora de vencer a los visigodos ante el comando de
Alarico II, que encontró la muerte ante el combate entablado con las fuerzas de
Clodoveo que contaba con el apoyo de fuerzas católicas, lo que fue una ventaja
importante a la hora de desplazar a los visigodos de la zona del sur de la Galia.
Clodoveo entonces trasladó la capital a París, convirtiéndola en el centro de su reino
además de ser una región de amplia fertilidad y prosperidad bañada por el río Sena,
y recibió el cargo de “cónsul honorario”del emperador Anastasio.

La gestión de Clodoveo se vio caracterizada por convertir a un complejo espacio


heterogéneo, dividido entre la administración de varios príncipes independientes que
habían surgido tras la pérdida de control del Imperio Romano de Occidente sobre la
región, en una entidad dirigida en base a un liderazgo indiscutible de la figura del
monarca y a un aparato administrativo de significativo poder, siendo el más sólido
de Occidente desde la desaparición de los cuadros administrativos romanos,
además de que las tierras obtenidas fruto de su victoria proporcionaron grandes
espacios para el asentamiento de colonos francos en el territorio, sin tener la
necesidad de confiscar tierras y haciéndose con lo que quedaba del ejército de
Siagro; el gobernador romano del norte de la Galia que había sido derrotado
previamente por Clodoveo, consolidando así el regnum francorum, al menos hasta
su muerte en el año 511, donde fue dividido entre sus cuatro hijos, que, tras
numerosas intrigas palaciegas terminaron asesinándose mutuamente con la
ambición de obtener los territorios ajenos. Estos conflictos familiares y disputas
entre hermanos acabaron cuando Clotario I quedó como único rey de los francos, y
siguiendo la política de su padre Clodoveo, se dedicó a emprender campañas
militares contra Turingia, tomando prisionera a la princesa Radegunda, hija del
difunto rey Berthar, que luego se convertiría en la esposa de Clotario, y que junto a
él, llevaría a cabo la gestión del reino franco con la característica división entre dos
áreas escindidas por el Loira, una al norte y otra al sur, según Venancio Fortunato.
Al sur del Loira, era notoria la presencia de la cultura romana, conservando las
viejas familias de terratenientes sus fincas, su idioma y sus valores, además de que
en esa zona se produjo un cambio del centro mercantil de Arlés por Marsella en el
Mediterráneo. Sin embargo, al norte la situación fue más bien distinta, la
administración urbana desapareció, y la sociedad se dividió en tres grupos; los
individuos libres, los libertos permanentes y los esclavos, bajo este criterio de
libertad, donde bajo la administración romana no tenía lugar el segundo. Es digno
de mención también que la aristocracia romana fue siendo paulatinamente sustituida
por una élite social basada en la guerra de conquista, tejiéndose de este modo el
pasaje al reino franco de la dinastía merovingia en su plenitud, aunque al tratarse de
una monarquía patrimonial, el reino franco se vio dividido entre los cuatro hijos de
Clotario en el 561.

La tensión entre los nietos de Clodoveo resultó en una serie de intrigas y conflictos
políticos en los que las reinas de este período tuvieron también su rol; se trataba del
tipo de mujeres que recreó la ópera decimonónica. Las acciones emprendidas tanto
por los reyes como por sus esposas se vieron abarcadas en un marco de
complejidad y de rencorosas conspiraciones con el objetivo de expandir
ambiciosamente su dominio, esfera de influencia y poder, además de terminar
rompiendo, con este propósito diversas alianzas, llegando estas reinas a gobernar
en representación de su descendencia, y en algunos casos acaparando gran poder
dentro del territorio que de iure era el reino franco, con el objetivo de volver a
unificarlo bajo su mando y vengarse de ofensas varias ejercidas contra ellas o sus
familiares.
Las tragedias llegaron a su fin con el reinado de Clotario II en el 584, a quien
acudieron los nobles de Austrasia, Pipino y Arnulfo de Metz en pos de terminar con
la amenaza que suponía Brunequilda, que buscaba hacerse con el control de todo el
reino merovingio. Su gestión resultó efectiva a este propósito, y se caracterizó por
ceder cierta cuota de poder a los nobles, reduciendo su autoridad, además de que
publicó una constitución seguida de una praeceptio, en la que se establecía la
libertad de elecciones episcopales, se extendía la jurisdicción de los tribunales
eclesiásticos, se prometía el respeto de los testamentos a favor de la Iglesia, que se
convirtió en el principal terrateniente junto con el establecimiento del diezmo, y se
acordaba nombrar para el cargo de conde a los naturales del condado, lo que
restringía el asumir este cargo a un selecto grupo social local y nobiliario, dándoles
el poder a éstos en esta instancia.
Esto supuso desde el punto de vista judicial una combinación de elementos del
derecho germánico basado en la ley sálica y aspectos del derecho latino basado en
la ley romana, con algunas gotas de las costumbres del viejo reino burgundio.
Las reformas también implicaron el establecimiento de toda una serie de fieles que
rodeaban al rey; los leudes, que constituyeron un grupo estable en la corte llamada
trustis, por lo que estos funcionarios pasaron a llamarse antrustiones, y ejercieron
dentro de esta reforma institucional política, grandes presiones, estando divididos
en; el senescal de la domus, o casa mayor, que era el criado mayor, el mariscal, o
caballerizo, el camarero, y sobre todo, el mayordomo de palacio, el maestro del
domus. Todos estos eran cargos de confianza y sus aspirantes eran seleccionados
entre la nobleza más fiel y cercana al rey, sobre todo entre aquellos que lo habían
acompañado a sus expediciones, y, aunque todos compartían singular importancia,
el mayordomo de palacio era por lejos, el más influyente, siendo seleccionado entre
los mayores propietarios de tierras del reino, y su poder crecía conforme lo hacía el
palacio y por tanto, la corte real, haciendo que el gobierno de ésta se confundiese
con el gobierno general del reino, lo que reflejaba el poder de estos encargados del
cortejo real, que fueron desplazando gradualmente al rey del centro de gravedad en
el que recaía el poder, llegando a gobernar por su cuenta, estando el rey presente,
aunque carecían de sangre real, y por tanto, de legitimidad. Los monarcas que
estuvieron presentes durante el ejercicio del poder de estos funcionarios reales
conocidos como mayordomos de palacio, son recordados por el mote de “reyes
holgazanes” que la historia les atribuyó debido a que su presencia de forma paralela
al gobierno de estos funcionarios se caracterizó más bien por ser un auténtico culto
a la negligencia gubernamental y a la ineptitud e incapacidad política.

● Los Lombardos

Los lombardos se habían instalado en Panonia hacia el año 520, cuando sus
antiguos ocupantes habían avanzado hacia el oeste. Pero, a su vez, en 567, la
irrupción de los ávaros los obligó a salir de aquellas tierras y a dirigirse hacia
la arruinada Italia. Bizancio dominó todo el territorio de Italia desde la victoria contra
los ostrogodos en 553 hasta la invasión lombarda iniciada en 568.
Como retaguardia del mundo germano, los lombardos carecían de influencia
romana alguna. Ni siquiera su organización política había experimentado el proceso
de consolidación de la monarquía propio de los otros germanos, sino que seguía
basada en la existencia de bandas dirigidas por más de treinta jefes. Los lombardos,
que nunca consiguieron conquistar toda la península, se instalaron en la llanura del
Po (a partir de entonces llamada Lombardía) y ocuparon Milán. Luego, un grupo se
dirigió a la Galia en donde fueron detenidos por los francos.
En estas condiciones, arruinada la estructura administrativa de los ostrogodos, con
los bizantinos resistiendo en los puertos del mar Adriático, con el poder papal
emergiendo en Roma, y con múltiples jefes o duques lombardos, la realidad
mostraba una aguda fragmentación política del espacio italiano. Todavía a
mediados del siglo VII no se había producido la conversión de los lombardos al
catolicismo y en el año 643, fecha del Edicto de Rotario, se seguía reconociendo
una dualidad de regímenes legales entre los lombardos y los restantes habitantes
de Italia.

● Invasiones marítimas (Anglos, Sajones, Jutos)

La retirada de las tropas imperiales de Britannia coincidió con la llegada de grupos


de anglos, sajones y jutos en el 450 en donde arrasaron la isla, arrinconando a sus
habitantes, los bretones, en las zonas norte y oeste. Los invasores anglos y sajones
se comportaron en la isla de Bretaña como bárbaros en el sentido peyorativo del
vocablo. Distribuidos en bandas bajo el caudillaje de unos jefes guerreros, vivían en
pugna permanente por alcanzar una hegemonía siempre discutida y frágil.
Los pueblos anglosajones quedaron dueños de toda la llanura del Támesis y
constituyeron siete pequeños estados que integraron una confederación conocida
como la Heptarquía Sajona.
En el siglo VI, el papa Gregorio Magno logró que todos estos reinos adoptasen el
cristianismo como religión oficial. Esta unidad religiosa dio pie más tarde a la unidad
política, que se consumó en 827 con Egberto, rey del Estado de Wessex.

● Consecuencias: Formación de espacio europeo romano-germano

Durante el tiempo establecido entre la muerte de Teodosio en el 395 y la coronación


de Carlomagno en el 800, había nacido una nueva realidad en Europa, Este nuevo
escenario que se presentaba en aquel entonces se denominaría Edad Media, y era
producto de la integración entre las instituciones tradicionales romanas y la cultura
bárbara efectuada lentamente.
De cierto modo, los bárbaros acentuaron una triple barbarie; la suya, la del decrépito
imperio romano y sus vicios y la que había quedado cubierta por el imperio romano,
los bárbaros, incapaces de crear, reutilizaron, y fue así como tomaron los aspectos
romanos de la cultura y la administración a su favor, aspectos que desde un tiempo
habían sido expuestos con claridad por los romanos como puntos clave de una
entidad política en los que eran superiores a los bárbaros, pero estos no solo los
tomaron, sino que destruyeron hasta la más profunda ruina, los monumentos, que
convirtieron en canteras de extracción de piedra y materiales de construcción, las
carreteras y los sistemas de riego acabaron destruidos, además de los cultivos,
pertrechos económicos, obras de arte y de propiciar un descenso demográfico a
través de ejecuciones.

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