You are on page 1of 2

59. WARMAN, Arturo (1976) “El reparto”. En … y venimos a contradecir .

Los campesinos de Morelos y


el estado nacional. Centro de investigaciones superiores del INAH. Cap. IV. México. Pp. 148 – 212.

La revolución mexicana deja muchas dudas una vez realizada la constitución de 1917 y ante los primeros
repartos de tierras. El ejército constitucionalista es tan brutal como lo era el ejército federal de la época del
porfirismo. Las leyes agrarias sirvieron más para aislar y contener los movimientos agraristas que para resolver
el problema agrario, de hecho mucho del reparto de tierras se les dio a sus antiguos dueños, se sostiene que
Carranza más que repartir la tierra se dedica a devolverla (Warman, 1976; Pp. 148 – 212).

La revolución mexicana causó que la población del país experimentara una fuerte disminución: en 1910 la
población nacional era de 15.2 millones, y para 1921 baja a 14.3 millones.

Los caudillos militares sacaron mucho provecho de la revolución mexicana pues de origen clase mediero y de
provincia, mantuvieron estrecha relación con los hacendados y el reparto muchas veces les dotó de tierras
como canonjía de sus méritos por su desempeño militar durante la revolución. Conformaron a su vez la nueva
clase política del país.

Surgieron movimientos reaccionarios al carecer el ejército constitucionalista de identidad ideológica, los


hacendados volvieron a adquirir el poder, y el gobierno post revolucionario retomaba ideales liberales que
emprendieron iniciativas de Gobierno a favor de la consolidación de un capitalismo liberal. No es hasta el
periodo de Lázaro Cárdenas, durante la década de los 30 que el gobierno se sesga a una ideología social
demócrata y rescata los ideales de la auténtica revolución mexicana, dejando atrás la pasión por el liberalismo
reaccionario de las clases medias y urbanas del país.

Morelos fue una de las entidades donde se atendió de inmediato el reparto aunque de forma provisional
(1923), puesto que el reparto realizado con Emiliano Zapata no deja un registro de su acción agraria. Uno de
los principales problemas que se tuvieron a la hora de repartir las tierras era la provisión del agua, de tal forma
que la dimensión de los ejidos debía contemplar y compensar las carencias de este vital líquido, lo cual no era
cuestión de fácil manejo.

El gobierno de Álvaro Obregón trata de conciliar las fuerzas revolucionarias agrarias con el nuevo proyecto de
nación, por lo que el Estado adquiere un carácter de abierto populismo, con un papel mediador y conciliador de
las contiendas políticas y post revolucionarias.

Los problemas agrarios en su momento son vitales tanto para la pacificación del país como para echar a andar
el capitalismo moderno. Existen por otro lado la necesidad de vitalizar la economía mexicana mediante la
promoción de exportaciones que doten de solvencia a la moneda nacional, así como la fuerte presión que
imprime la deuda externa.

Existieron algunos leves levantamientos armados post revolucionarios por la existencia, todavía, de caciques,
como en 1924 con el levantamiento de Adolfo de la Huerta por su inconformidad contra Obregón al concederle
el poder a Plutarco Elías Calles como su sucesor. La paz social no era un juego sencillo, en 1926 se tuvo
también el levantamiento en el occidente y centro del país de los cristeros. Movimiento promovido por la Iglesia
católica a favor de rescatar sus canonjías perdidas desde tiempos de Benito Juárez, como promover sus
intereses dentro de la nueva conformación de un Estado post revolucionario que era más jacobino que los
bolcheviques.

En 1929 se funda el Partido Nacional Revolucionario, necesario para poder encausar las fuerzas políticas que
desata el asesinato de Álvaro Obregón y en la búsqueda de una sucesión presidencial ordenada.

El reparto agrario pretendía, más que regresar la tierra a los indígenas y campesinos, fundar las bases de la
pequeña propiedad, tan necesaria como fundamento del capitalismo, por lo que la Ley reglamentaria sobre
repartición de tierras ejidales y constitución del patrimonio familiar de 1925, orienta las iniciativas a solventar
las bases de la propiedad privada de corte capitalista y liberal.

El liberalismo post revolucionario lo enarbolan los caudillos de la revolución mexicana, quienes desean acabar
con toda forma de orden feudal, heredado desde tiempos coloniales, a cambio de un nuevo orden económico
capitalista. Se deseaba una hacienda con una producción ya no de autoconsumo, sino excedentaria, con una
producción ampliada, moderna y con fines de exportación. Se procura la liberación de la fuerza de trabajo de la
servidumbre, a cambio de un trabajo libre, propietario de un modesto pero lucrativo patrimonio.

Estos liberales post revolucionarios ven a la Iglesia Católica como una fórmula de oscurantismo y causa del
atraso y la ignorancia del pueblo. Institución que promueve las sociedades estamentarias, la Iglesia católica es
la principal instancia a derrumbar en favo de la democracia. Instauradora de un mundo de mansedumbre,
servidumbre, de la superchería y la sinrazón, educadora de la resignación. Por ello, las iniciativas de conformar
un nuevo Estado post revolucionario moderno iban de nueva cuenta contra la existencia de la Iglesia católica.

El agrarismo desordenado, corrupto y obediente a intereses de los políticos y burócratas, en los años 20 no
logra resolver las demandas surgidas con la revolución mexicana, y en los años 30 el agrarismo adquiere su
sesgo de radicalización socialista y de izquierda (desde el discurso desde luego, nuevo fórmulas de
demagogia de Estado). Destaca la Liga Nacional Agrarista que funda Úrsulo Galván, líder veracruzano, de
1926, que promueve un programa de socialización de la tierra.

La crisis mundial de 1929 deja su huella en la economía mexicana que desde 1926 compensaba la caída en la
producción del petróleo con la promoción de otras exportaciones mexicanas, mismas que no lograron sostener
la situación financiera de una moneda nacional sólida y solvente. Las exportaciones mexicanas se ven
paulatinamente disminuidas hasta llegar a ser un tercio de las de 1925 en 1932. Con esto la década de los
años 30 es un periodo de estancamiento. En 1940 se re incentiva la economía nacional gracias a la demanda
externa creciente de exportaciones mexicanas sustentadas en el marco de la Segunda Contienda Mundial. En
dicho año México recupera su volumen de exportaciones similar al que presentaba en 1925. Y de 1940 en
adelante el crecimiento es estable y sostenido hasta el primer lustro de los años 70.

You might also like