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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

FACULTAD DE TEOLOGÍA
HISTORIA DE LA IGLESIA IIb
La Iglesia en la Edad Media

Año 2017 Pbro. Dr. Fernando M. Gil


2º cuatrimestre - 2 hs. semanales

Raimundo Llull, Arte de Contemplación


El “Arte de la contemplación” fue redactada hacia 1285. Su finalidad aparece clara en el
prólogo: provocar la contrición de corazón —la metanoia— para que el hombre se eleve a un
mejor conocimiento de Dios. La contemplación se dificulta precisamente por la distancia del
hombre con Dios. Lull quiere enseñar el “arte” para que el alma del devoto camine hacia las
cumbres del conocimiento de la Gloria de Dios. El texto que presentamos en: Arte de
Contemplación, de R. Llull, Obras literarias, BAC (Madrid 1948) T. 31, 524-529.

1. Tan alto y excelente es el Soberano Bien y tan ínfimo el hombre por sus culpas y pecados, que
por esto acontece muchas veces a los ermitaños y santos varones experimentar gran dificultad y
trabajo en elevar su alma a la contemplación de Dios; y como el arte y el método sea muy
conducente para ello, por eso consideré Blanquerna cómo compusiese un Arte de Contemplación,
para que con él se ayudase a tener en el corazón verdadera contrición y en sus ojos abundancia de
lágrimas y lloros, y que su entendimiento y voluntad ascendiesen más altamente a contemplar a
Dios en sus honores y dignidades y cuanto tiene en sí.

2. Habiendo Blanquerna bien meditado esta consideración, compuso este Libro de contemplación
por arte, y lo dividió en doce partes, a saber: virtudes divinas, esencia, unidad, Trinidad,
Encarnación, "Páter noster", "Ave María", mandamientos, "Miserere mei Deus", sacramentos,
virtudes y vicios.

3. El arte de este libro consiste en que las virtudes divinas sean primeramente contempladas las
unas con las otras, y después sean contempladas con las demás partes de este libro, proponiéndose
el alma del devoto contemplador por su objeto a las virtudes divinas en su memoria, entendimiento
y voluntad, y sepa concordar en su alma las virtudes y divinas dignidades con las demás partes del
libro, en tal manera que todo se en camine a mayor honra y gloria de las divinas virtudes, que son
éstas: bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, amor, virtud, verdad, gloria, perfección,
justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío y paciencia.

4. Todas estas virtudes pueden ser contempladas de diferentes modos, porque el un modo es
contemplar una virtud con otra solamente, o una virtud con dos, o tres, o más virtudes. Otro modo
es cuando el hombre contempla las virtudes de la esencia, o en la unidad, o en la Trinidad, o
Encarnación, y así de las demás partes del libro. Otro modo es cuando en las virtudes contempla la
esencia, o la unidad, o la Trinidad, o la Encarnación. Y otro modo es el contemplar en las palabras
del "Páter Noster" o del "Ave María", etc. También puede el hombre contemplar en Dios y en sus
obras con todas las dieciséis virtudes expresadas, o con algunas de ellas, según quisiere el hombre
abreviar o prolongar su contemplación y conforme que el modo de la contemplación se conviene y
conforma mejor con unas virtudes que con otras.

5. Las condiciones de este arte son éstas, a saber: que el hombre esté en buena disposición para
contemplar, y en lugar a propósito y conveniente; pues que por sobrada reflexión o por demasiada
afición o por si en el puesto en que se halla hay mucha prisa y ruido de gente, o mucho calor, o frío
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puede ser impedida la contemplación. Pero la más fuerte condición de este arte es que el hombre
se halle libre de los cuidados y embarazos de las cosas temporales, en su memoria, entendimiento
y voluntad, cuando entra en la contemplación.

6. Y por cuanto yo me hallo muy ocupado en escribir otros libros, por esto trataré brevemente del
modo con que Blanquerna contemplaba por este arte. Y, primeramente empecemos por la primera
parte de este libro.

Capítulo 1

Del modo con que Blanquerna contempla las


virtudes de Dios

1. Lenvantóse Blanquerna a la media noche, y púsose a mirar el cielo y las estrellas, echando de su
pensamiento todas las cosas del mundo. Y poniéndose todo en la meditación de las virtudes de Dios,
primeramente quiso contemplar la bondad de Dios; en todas las dieciséis virtudes, y todas éstas en la
bondad de Dios, y por esto, puesto de rodillas, levantó las manos al cielo y su pensamiento a Dios, y
dijo estas palabras con su boca, y las meditó en su alma con todos los poderes de su memoria, de su
entendimiento y de su voluntad.

2. "¡Oh Soberano Bien, que eres infinitamente grande en eternidad, poder, sabiduría, amor, virtud,
verdad, gloria, perfección, justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío y paciencia! Adórote,
recordando, entendiendo, amando y hablando en ti y en todas las virtudes antedichas, las cuales son
contigo y tú con ellas una esencia y una misma cosa sin diferencia alguna."

3. "¡Soberano bien, que eres grande, soberano grande que eres bien! Si no fueres tú eterno, no serías
tan grande bien que pudiese mi alma llenar, en ti, a su memoria de memorar, y en ti, a su
entendimiento de entender, y en ti, a su voluntad de amar; pero, siendo tú bien infinito y eterno, puede
llenar toda mi alma y todas las almas racionales de gracia infusa y bendición, memorando,
entendiendo y amando en ti, Soberano Bien, infinito y eterno."

4. Por aquel poder que Blanquerna recordaba en soberana bondad, tenía poder y virtud de elevar su
consideración sobre el firmamento, y consideraba una grandeza tan grande que tuviese movimiento
infinito, como un relámpago formado en seis rectitudes generales, que son éstas: alto, bajo, a la
derecha, a la izquierda, delante y detrás, y que no podía encontrar término ni principio ni fin.
Admirado se quedó Blanquerna de tal consideración, y mayormente cuando la dobló considerando
aquella bondad tan grande en eternidad que no tiene principio ni fin. Mientras Blanquerna estaba todo
absorto en este pensamiento y consideración, acordóse cuán grande bien es el poder divino, que puede
ser tan grande y tan durable y que puede saber y querer infinitamente y eternalmente, y puede tener
virtud, verdad, gloria, perfección, justicia, largueza, misericordia, humildad, señorío y paciencia
infinita y eternal.

5. Perseverando Blanquerna en esta contemplación, empezó su corazón a calentarse y sus ojos a


derramar lágrimas por el placer que sentía por el recordar, entender y amar tan nobles virtudes en la
suprema bondad. Pero antes que Blanquerna pudiese perfectamente llorar, bajó su entendimiento a
la potencia imaginativa, y con ella empezó a pensar y dudar cómo podía ser que antes que fuese el
mundo tuviese Dios justicia, largueza, misericordia, humildad y señorío. Y por la participación del
entendimiento con la imaginativa, aquella duda enfrió el calor de ~u corazón y disminuyéronsele las
lágrimas en sus ojos, y entonces Blanquerna desnudó

su entendimiento de la potencia imaginativa, subiéndole sobre ella, acordándose que el Soberano Bien
es infinito en toda perfección y, como tal, por su propia virtud y por su propia gloria puede y sabe
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tener tan perfectamente justicia, misericordia, largueza, humildad y señorío, como todas las demás
virtudes antedichas, así antes que fuese el mundo como después que es creado; por esto faltaba, o no
había, quien pudiese de aquel Soberano Bien recibir los efectos de su gran misericordia ni la
influencia de las demás virtudes referidas.

6. Agradó mucho a la voluntad de Blanquerna la acción que hizo el entendimiento cuando dejó acá
abajo la potencia imaginativa que le impedía y subió arriba a entender, sin ella, el poder infinito de
Dios, el cual conviene que sea en justicia, largueza, etc., antes que fuese el mundo, porque, si no lo
fuese, se seguiría que en la Suprema bondad habría defecto de poder, grande-za, eternidad, virtud y
verdad; pero siendo imposible que en Dios haya defecto alguno, por eso la voluntad inflamó tanto el
corazón de Blanquerna, que sus ojos se llenaron de lágrimas muy copiosas.

7. Mientras Blanquerna contemplaba y lloraba de este modo, allá en el interior de su alma se hablaban
mentalmente su memoria, entendimiento y voluntad, y se complacían con grande alegría en las
virtudes de Dios, según significaban las siguientes palabras: -Memoria-dijo el entendimiento-, ¿qué
recordáis de la bondad y de la sabiduría y amor de Dios? Y vos, voluntad, ¿qué amáis de ellas?
-Respondió primero la memoria diciendo: -Cuando yo en mi recuerdo he visto y pienso cuán grande
bien es saberse a sí mismo mayor y más
noble en esencia y voluntad que todas las cosas, no me siento tan grande ni tan elevada como cuando
recuerdo el Soberano Bien ser infinito en saber y querer; y cuando a este mi recuerdo junto yo, según
mi consideración, la eternidad, poder, virtud, verdad, gloria, perfección, etcétera, que son en él una
cosa misma, entonces me siento engrandecer y exaltar, memorando estas cosas, y me parece que voy
creciendo sobre todas cosas. Con estas y otras muchas palabras respondió la memoria al
entendimiento y después la voluntad la respondió de semejante modo, diciendo que ella no se sentía
tan alta y tan grande cuando amaba al Soberano Bien por ser más sabio y más amante que ninguna otra
cosa, ,como entonces cuando le amaba por tener sabiduría eterna e infinita. El entendimiento después
dijo de sí mismo a la memoria y a la voluntad que él se hallaba en el mismo estado y semejante al de
las dos potencias en la contemplación del Soberano Bien.

8. Acordaron entre sí la memoria, entendimiento y voluntad de contemplar a la divina bondad en la


virtud, verdad y gloria; y recordó la memoria virtud de bien infinido, existiendo la virtud infinita en
verdad y gloria; y el entendimiento entendió todo aquello que la memoria recordó; y la voluntad amó
todo aquello que la memoria recordaba y el entendimiento entendía. Otra vez volvió la memoria a su
recuerdo, y recordó verdad infinita del supremo bien, existiendo en la verdad, virtud y gloria infinita;
y el entendimiento entendió gloria infinita existiendo en la gloria virtud y verdad, que son supremo
bien y glorioso; y la voluntad lo amó todo junto en una actualidad y en una misma perfección.

9. Preguntó Blanquerna a su entendimiento, diciéndole: -Si el Soberano Bien me da la salvación, ¿qué


entenderás tú? -Y respondió el entendimiento: -Yo entenderé la misericordia y la humildad y la
largueza de Dios. Y tú, ¡oh memoria!, si el Soberano Bien me condena., ¿qué memorarás?
-Respondió: -Amaré aquello que la memoria recordará, si estuviere en lugar que lo pueda amar, puesto
que las virtudes del Soberano Bien por sí mismas son amables.

10. Después de todo esto, Blanquerna se acordó en sus pecados, y entendió cuán grande bien es haber
en Dios paciencia, porque si no la hubiera, cuan presto el hombre comete el pecado, sería castigado
y privado de este mundo. Y por esto preguntó a la voluntad qué gracias daría a la paciencia de Dios,
que le sufría y había siempre sufrido. Respondió la voluntad, y dijo que ella amaría en el Soberano
Bien la justicia, aunque fuese posible que el entendimiento pudiese saber que le había de condenar
por sus pecados. Agradó mucho a Blanquerna la respuesta que dio la voluntad, y la boca de
Blanquerna, con todas las tres potencias de su alma, loaron y bendijeron mucho la paciencia del
Soberano Bien por todas las virtudes divinas.
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Según este modo contemplaba Blanquerna las virtudes divinas desde la media noche hasta la hora de
maitines, haciendo gracias a Dios que se había humillado a él en haberle guiado y enderezado en su
contemplación. Y cuando quiso finir la contemplación y tocar a maitines, empezó a acordarse de que
no había contemplado la paciencia de Dios tan altamente como las otras virtudes, por cuanto la había
contemplado solamente en respecto a sí mismo, según que arriba va expresado, y por esto le fue
conveniente volver otra vez en la contemplación, y dijo que él adoraba y contemplaba a la paciencia
de Dios en el ser una misma cosa con la suprema bondad y con las demás otras virtudes, sin diferencia
ninguna. Por lo cual el entendimiento se admiró en gran manera cómo podía ser la paciencia una cosa
misma en esencia con las otras virtudes. Pero la memoria recordó que las virtudes en Dios no tienen
diferencia alguna las unas de las otras; pero por cuanto las obras que tiene en las criaturas, por las
cuales ella son representada como por su efecto, son diversas [por esto parecen diversas], así como
parece diversa la vista cuando mira en dos espejos y el uno es recto y el otro oblicuo, y la vista en sí
es una sola en cada uno de los espejos, sin diferencia alguna.

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