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Literatura guatemalteca 1950-2000

En el siglo XX, la literatura de Guatemala alcanza


un nivel comparable al de las demás literaturas de
Hispanoamérica, gracias a la aparición de varias
generaciones de escritores, y en especial a cuatro
escritores fundamentales: el novelista Miguel Ángel
Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967),
autor de novelas como El Señor Presidente u
Hombres de Maíz; el poeta Luis Cardoza y Aragón;
el cuentista y novelista Augusto Monterroso
(Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2000) y el dramaturgo Carlos Solórzano. En
general, la literatura guatemalteca del siglo XX tiene una fuerte influencia de la vida
política, como prueba el hecho de que sus principales autores debieran exiliarse durante las
sucesivas dictaduras y guerras civiles que sufrió Guatemala.
Suele dividirse la literatura guatemalteca del siglo XX por generaciones o décadas. Las más
importantes son:

 La generación de 1910 o “del Cometa”


 La generación de 1920
 La generación de 1930 o “Grupo Tepeus“
 La generación de 1940 o “Grupo Acento“
 El Grupo Saker-ti (1944-1954)
La “Generación comprometida” (después de 1954)
Aunque algunos piensan que surge con el advenimiento a fines del siglo XIX del
modernismo de José Martí, Rubén Darío, José Asunción Silva, apartándose de un canon
literario específicamente europeo, encuentra ya sus señas de identidad en el periodo
colonial y en el Romanticismo cuando a principios del siglo XIX se liberaron las distintas
repúblicas hispanoamericanas, proceso que termina finalmente en 1898 con la pérdida por
parte de España de sus colonias insulares de Cuba y Puerto Rico en América, y Filipinas en
Asia. Es habitual considerar que el momento de mayor auge de la literatura
hispanoamericana surge con el denominado Boom a partir de 1940 y que se corresponde
con la denominada literatura del realismo mágico o real-maravillosa. Al respecto José
Donoso ofrece una clara explicación del fenómeno en su obra autobiográfica Historia
personal del Boom. Existen dos criterios y consecuentemente dos nombres, para aludir a
este grupo de escritores nacidos entre 1920 y 1934. El primero y el más difundido,
Generación del 50, fue propuesto por Enrique Lafourcade en 1954. El segundo, Generación
de 1957, fue propuesto por Cedomil Goic, quien aplicó el Criterio Generacional Histórico
de Ortega y Gasset y el Método de seriación a la literatura hispanoamericana.
La Generación literaria de 1950, hizo su entrada al escenario de las letras nacionales, con
un escepticismo radical frente a la vida y a la literatura chilena anterior (buscando ante todo
la superación del criollismo). Por esta razón fueron estigmatizados como escritores
despreocupados frente los problemas sociales. Una de las razones de este escepticismo fue
el momento de cambios profundos en la sociedad, tanto a nivel nacional, como
internacional, teniendo en cuenta, el escenario mundial de la época. Todo esto provocó que
en los escritores de esta generación surgiera la idea de la realidad concebida como una
máscara, y que se subjetivizara absolutamente la noción de conciencia humana.
La tradición oral centroamericana

Es el conjunto de patrones culturales de una o varias generaciones


heredados de las anteriores y, usualmente por estimarlos valiosos,
trasmitido a las siguientes. Se llama también tradición a cualquiera
de estos patrones. El cambio social altera el conjunto de elementos
que forman parte de la tradición.
Se considera tradicionales a los valores, creencias, costumbres y
formas de expresión artística característicos de una comunidad, en
especial a aquellos que se transmiten por vía oral. Lo tradicional
coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o sabiduría
popular.
La visión conservadora de la tradición ve en ella algo que mantener y acatar acríticamente.
Sin embargo, la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse,
pudiendo cambiar de forma para adaptarse a nuevas circunstancias, sin perder por ello su
sentido. La oralidad es una instancia de transmisión oral del conocimiento que una
generación le prodiga a la siguiente mediante elementos técnicos como la relación del mito,
la leyenda, el cuento y las historias locales, los que en su contenido se refieren a hechos
acaecidos en pasados remotos perdidos en el tiempo y que han adquirido calidad de
anonimato. Estos se han venido transmitiendo por la vía oral y han conformado tradiciones
que a su vez se constituyen como pivotes de identidad cultural en comunidades y pueblos.
Por la anterior razón, estos hechos culturales orales se han mantenido en la memoria de los
pueblos y actualmente corren el riesgo de desaparecer debido a las avanzadas técnicas de la
comunicación mediática y a la penetración de valores que corresponden a otras culturas
fuera de las propias.
Un estudio y su análisis de estos elementos culturales se hace necesario con el objeto de
conocer las características y contenidos de la oralidad que se transmite cotidianamente
todavía al interior de los pueblos y comunidades guatemaltecos para propiciar su
conservación y difusión.
Con esto se logra conocer identidades propias, formas de ser, de decir y de comportarse al
interior de las comunidades, lo cual implica conocer finalmente las formas de ser del
guatemalteco. Por lo que su investigación, fomento y difusión por los medios tecnológicos
al alcance, resultan un procedimiento invaluable para la contribución del conocimiento de
la cultura oral como patrimonio intangible de los guatemaltecos.
Una de las innovaciones más importantes de las políticas públicas es la dotación de la
dimensión cultural al desarrollo humano sostenible. La cultura se ha reconocido como un
motor de desarrollo humano y como una herramienta de lucha contra la pobreza y la
exclusión social. Es un vehículo de intercambio y reconocimiento mutuo entre sociedades,
partiendo de relaciones de igualdad. El factor cultural es un medio para alcanzar la paz, la
democratización de las sociedades y el desarrollo de los pueblos.
El relato de la tradición oral de Guatemala que mejor se
conserva

La tradición oral es un relato que viene de generación en


generación, y en esta se transmiten sentimientos, cosmovisiones,
creencias y vivencias de distintos grupos.
En El Occidente de Guatemala, la tradición oral es muy
importante ya que cuenta la historia de los pueblos mayas, y es
por eso que sobresale en esta parte Sur-Occidente, los libros que
cuentan estas historias como lo son:
• El Popol Vuj ó Pop Wuj: En este libro se describe como
fue la creación del mundo y del hombre según los mayas k’iche´s, también cuentan lo que
son las aventuras de Junajpú e Ixbalanque, y la esencia del pueblo k’iche’.
• Sololá: Aquí se cuenta la leyenda del Xocomil, en el Lago de Atitlan, aquí cuentan
que Citlatzin y Tzilmiztliv, eran dos enamorados, y que habían 3 rios, que se juntaban en
los 3 volcanes, pero Citlatzin era la hija de un cacique, y Tzilmiztliv era un carpintero, por
lo que era un amor prohibido, pero se miraban a escondidas, por lo que los ríos, miraban tal
aventura, se preguntaron por que Citlatzin ya no era la misma
Según el académico Mario Roberto Morales, en su trabajo “Oralidad, literatura y
‘oralitura’”, no hay literatura sin oralidad, al menos si nos atenemos, enfatiza, en los
orígenes de esa actividad artística. En esa dirección, cobra sentido el texto que nos ofrece el
antropólogo, Carlos René García Escobar, en la medida que contribuye a comprender el
valor y el interés en nuestro contexto particular guatemalteco esa rica tradición oral.
Escobar, al tiempo que nos advierte del riesgo de la desaparición de esas expresiones por
las nuevas técnicas de comunicación y la penetración de valores que corresponden a otras
culturas, invita a los lectores al estudio y análisis de esos elementos culturales. Y va más
allá todavía, al trazar una especie de hoja de ruta para lograr conocer las identidades propias
y las formas de ser, decir y comportarse de las comunidades.
El Suplemento presenta, asimismo, la reseña cinematográfica de la película argentina, La
reconstrucción, firmada por la escritora y docente universitaria, Karla Olascoaga. En ella, la
escritora rescata el valor de la propuesta artística y subraya la diferencia con respecto al
cine de otras latitudes, por ejemplo, el estadounidense.
“Mal acostumbrados (o entrenados por default), dice Olascoaga, a la acción descarnada,
violenta y acelerada de la cinematografía norteamericana con la que aún nos bombardean,
un filme como La reconstrucción se percibe como un reto, en muchos sentidos”.
Finalizamos nuestra entrega con dos textos que serán de su interés. El primero corresponde
a la respuesta que el sabio francés, Pedro Abelardo, envía a su amada Eloísa (ver nuestra
edición anterior). El segundo, el examen que nuestro colaborador, Miguel Flores, realiza al
proyecto Arte en las calles.
Literatura guatemalteca 1950-2000

En el siglo XX, la literatura de Guatemala alcanza


un nivel comparable al de las demás literaturas de
Hispanoamérica, gracias a la aparición de varias
generaciones de escritores, y en especial a cuatro
escritores fundamentales: el novelista Miguel Ángel
Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967),
autor de novelas como El Señor Presidente u
Hombres de Maíz; el poeta Luis Cardoza y Aragón;
el cuentista y novelista Augusto Monterroso
(Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2000) y el dramaturgo Carlos Solórzano. En
general, la literatura guatemalteca del siglo XX tiene una fuerte influencia de la vida
política, como prueba el hecho de que sus principales autores debieran exiliarse durante las
sucesivas dictaduras y guerras civiles que sufrió Guatemala.
Suele dividirse la literatura guatemalteca del siglo XX por generaciones o décadas. Las más
importantes son:

 La generación de 1910 o “del Cometa”


 La generación de 1920
 La generación de 1930 o “Grupo Tepeus“
 La generación de 1940 o “Grupo Acento“
 El Grupo Saker-ti (1944-1954)
La “Generación comprometida” (después de 1954)
Aunque algunos piensan que surge con el advenimiento a fines del siglo XIX del
modernismo de José Martí, Rubén Darío, José Asunción Silva, apartándose de un canon
literario específicamente europeo, encuentra ya sus señas de identidad en el periodo
colonial y en el Romanticismo cuando a principios del siglo XIX se liberaron las distintas
repúblicas hispanoamericanas, proceso que termina finalmente en 1898 con la pérdida por
parte de España de sus colonias insulares de Cuba y Puerto Rico en América, y Filipinas en
Asia. Es habitual considerar que el momento de mayor auge de la literatura
hispanoamericana surge con el denominado Boom a partir de 1940 y que se corresponde
con la denominada literatura del realismo mágico o real-maravillosa. Al respecto José
Donoso ofrece una clara explicación del fenómeno en su obra autobiográfica Historia
personal del Boom. Existen dos criterios y consecuentemente dos nombres, para aludir a
este grupo de escritores nacidos entre 1920 y 1934. El primero y el más difundido,
Generación del 50, fue propuesto por Enrique Lafourcade en 1954. El segundo, Generación
de 1957, fue propuesto por Cedomil Goic, quien aplicó el Criterio Generacional Histórico
de Ortega y Gasset y el Método de seriación a la literatura hispanoamericana.
La Generación literaria de 1950, hizo su entrada al escenario de las letras nacionales, con
un escepticismo radical frente a la vida y a la literatura chilena anterior (buscando ante todo
la superación del criollismo). Por esta razón fueron estigmatizados como escritores
despreocupados frente los problemas sociales. Una de las razones de este escepticismo fue
el momento de cambios profundos en la sociedad, tanto a nivel nacional, como
internacional, teniendo en cuenta, el escenario mundial de la época. Todo esto provocó que
en los escritores de esta generación surgiera la idea de la realidad concebida como una
máscara, y que se subjetivizara absolutamente la noción de conciencia humana.
La tradición oral centroamericana

Es el conjunto de patrones culturales de una o varias generaciones


heredados de las anteriores y, usualmente por estimarlos valiosos,
trasmitido a las siguientes. Se llama también tradición a cualquiera
de estos patrones. El cambio social altera el conjunto de elementos
que forman parte de la tradición.
Se considera tradicionales a los valores, creencias, costumbres y
formas de expresión artística característicos de una comunidad, en
especial a aquellos que se transmiten por vía oral. Lo tradicional
coincide así, en gran medida, con la cultura y el folclore o sabiduría
popular.
La visión conservadora de la tradición ve en ella algo que mantener y acatar acríticamente.
Sin embargo, la vitalidad de una tradición depende de su capacidad para renovarse,
pudiendo cambiar de forma para adaptarse a nuevas circunstancias, sin perder por ello su
sentido. La oralidad es una instancia de transmisión oral del conocimiento que una
generación le prodiga a la siguiente mediante elementos técnicos como la relación del mito,
la leyenda, el cuento y las historias locales, los que en su contenido se refieren a hechos
acaecidos en pasados remotos perdidos en el tiempo y que han adquirido calidad de
anonimato. Estos se han venido transmitiendo por la vía oral y han conformado tradiciones
que a su vez se constituyen como pivotes de identidad cultural en comunidades y pueblos.
Por la anterior razón, estos hechos culturales orales se han mantenido en la memoria de los
pueblos y actualmente corren el riesgo de desaparecer debido a las avanzadas técnicas de la
comunicación mediática y a la penetración de valores que corresponden a otras culturas
fuera de las propias.
Un estudio y su análisis de estos elementos culturales se hace necesario con el objeto de
conocer las características y contenidos de la oralidad que se transmite cotidianamente
todavía al interior de los pueblos y comunidades guatemaltecos para propiciar su
conservación y difusión.
Con esto se logra conocer identidades propias, formas de ser, de decir y de comportarse al
interior de las comunidades, lo cual implica conocer finalmente las formas de ser del
guatemalteco. Por lo que su investigación, fomento y difusión por los medios tecnológicos
al alcance, resultan un procedimiento invaluable para la contribución del conocimiento de
la cultura oral como patrimonio intangible de los guatemaltecos.
Una de las innovaciones más importantes de las políticas públicas es la dotación de la
dimensión cultural al desarrollo humano sostenible. La cultura se ha reconocido como un
motor de desarrollo humano y como una herramienta de lucha contra la pobreza y la
exclusión social. Es un vehículo de intercambio y reconocimiento mutuo entre sociedades,
partiendo de relaciones de igualdad. El factor cultural es un medio para alcanzar la paz, la
democratización de las sociedades y el desarrollo de los pueblos.
El relato de la tradición oral de Guatemala que mejor se
conserva

La tradición oral es un relato que viene de generación en


generación, y en esta se transmiten sentimientos, cosmovisiones,
creencias y vivencias de distintos grupos.
En El Occidente de Guatemala, la tradición oral es muy
importante ya que cuenta la historia de los pueblos mayas, y es
por eso que sobresale en esta parte Sur-Occidente, los libros que
cuentan estas historias como lo son:
• El Popol Vuj ó Pop Wuj: En este libro se describe como
fue la creación del mundo y del hombre según los mayas k’iche´s, también cuentan lo que
son las aventuras de Junajpú e Ixbalanque, y la esencia del pueblo k’iche’.
• Sololá: Aquí se cuenta la leyenda del Xocomil, en el Lago de Atitlan, aquí cuentan
que Citlatzin y Tzilmiztliv, eran dos enamorados, y que habían 3 rios, que se juntaban en
los 3 volcanes, pero Citlatzin era la hija de un cacique, y Tzilmiztliv era un carpintero, por
lo que era un amor prohibido, pero se miraban a escondidas, por lo que los ríos, miraban tal
aventura, se preguntaron por que Citlatzin ya no era la misma
Según el académico Mario Roberto Morales, en su trabajo “Oralidad, literatura y
‘oralitura’”, no hay literatura sin oralidad, al menos si nos atenemos, enfatiza, en los
orígenes de esa actividad artística. En esa dirección, cobra sentido el texto que nos ofrece el
antropólogo, Carlos René García Escobar, en la medida que contribuye a comprender el
valor y el interés en nuestro contexto particular guatemalteco esa rica tradición oral.
Escobar, al tiempo que nos advierte del riesgo de la desaparición de esas expresiones por
las nuevas técnicas de comunicación y la penetración de valores que corresponden a otras
culturas, invita a los lectores al estudio y análisis de esos elementos culturales. Y va más
allá todavía, al trazar una especie de hoja de ruta para lograr conocer las identidades propias
y las formas de ser, decir y comportarse de las comunidades.
El Suplemento presenta, asimismo, la reseña cinematográfica de la película argentina, La
reconstrucción, firmada por la escritora y docente universitaria, Karla Olascoaga. En ella, la
escritora rescata el valor de la propuesta artística y subraya la diferencia con respecto al
cine de otras latitudes, por ejemplo, el estadounidense.
“Mal acostumbrados (o entrenados por default), dice Olascoaga, a la acción descarnada,
violenta y acelerada de la cinematografía norteamericana con la que aún nos bombardean,
un filme como La reconstrucción se percibe como un reto, en muchos sentidos”.
Finalizamos nuestra entrega con dos textos que serán de su interés. El primero corresponde
a la respuesta que el sabio francés, Pedro Abelardo, envía a su amada Eloísa (ver nuestra
edición anterior). El segundo, el examen que nuestro colaborador, Miguel Flores, realiza al
proyecto Arte en las calles.
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN EL LABORATORIO
Productos y materiales con los primeros auxilios que debería contar el botiquín

 1 paquete de suero fisiológico al 0,9%: para limpiar la herida;


 1 solución antiséptica para heridas, como alcohol yodado o clorhexidina: para
desinfectar las heridas;
 Gasas esterilizadas de varios tamaños: para cubrir las heridas;
 3 vendas y 1 rollo de cinta adhesiva quirúrgica: ayudan a inmovilizar miembros o
para aguantar las compresas en el lugar donde se encuentra la herida;
 Guantes desechables, lo ideal es que sean sin látex: para protegerse del contacto
directo con sangre u otros fluidos corporales;
 1 paquete de algodón: facilita la aplicación de productos en los bordes de la herida;
 1 tijera sin punta: para cortar la cinta adhesiva quirúrgica, gasas o vendaje, por
ejemplo;
 1 cajita de curitas: para cubrir cortes y heridas pequeñas;
 1 termómetro: para medir la temperatura corporal;
 1 frasco de colirio lubricante: permite lavar los ojos en caso de contacto con
sustancias irritantes;

Pomada para quemaduras como Recoverón -N o Beducen/Bepanthen: hidratan la piel


mientras alivian el ardor causado por la quemadura;

Paracetamol, ibuprofeno o cetirizina: son medicamentos genéricos que pueden servir para
varios tipos de síntomas y problemas comunes.

El kit con estos materiales puede ser utilizado en casi todas las casas, escuelas y lugares de
trabajo, ya que contiene los materiales necesarios para tratar las situaciones de emergencia
más comunes en estos tipos de ambiente.

Sin embargo, el kit puede adaptarse de acuerdo con las necesidades de cada situación. Por
ejemplo, en el caso de los deportes como el fútbol o correr, se puede añadir un spray
antiinflamatorio o de frío para reducir la inflamación provocada por lesiones musculares o
articulares.
Que sustancias pueden utilizarse para el control
biológico de plagas

Un insecticida es una sustancia que actúa sobre un


insecto alterándole sus funciones e incluso matándolo.
Hoy hablaremos sobre el Control biológico de plagas:
Insecticidas biológicos estos métodos son aquellos
cuya composición proviene de sustancias obtenidas de
las plantas.

Los plaguicidas tradicionales de origen sintético son


venenos que han afectado la salud del hombre, contaminado el ambiente y dejando residuos
tóxicos en los alimentos. Es por eso que el uso de insecticidas basados en sustancias más
inocuas, ha constituido una de las alternativas para producir alimentos más sanos.
Piretrinas, azadiractina y aceites esenciales están siendo usados con este fin.

Las piretrinas provienen de las flores del crisantemo y se usan en el control de insectos
voladores y cuya aplicación causa derribo, convulsiones e hiperactividad. El modo de
acción de las piretrinas es similar al de los insecticidas organoclorados que actúan a nivel
de axones neuronales.

La azadiractina proviene de la planta del neem; esta sustancia perturba la muda en los
insectos provocando que quede incompleta debido a que afecta las hormonas responsables
de este proceso y adicionalmente provoca esterilidad en hembras maduras y es anti
alimentaria para varias especies de insectos.

Tambien se usan los aceites esenciales de algunas plantas como el romero, eucalipto,
menta, tomillo entre otros, los cuales tienen sustancias como terpenos y fenoles que
también actúan como neurotóxicos y afectan la respiración celular y la permeabilidad de las
membranas.

Los anteriores son apenas unos pocos ejemplos de insecticidas biológicos que tienen las
ventajas de que se degradan fácilmente así que no contaminan el ambiente, asimismo
presenta toxicidad media a baja e incluso ninguna toxicidad a mamíferos , entre ellos al
hombre.

Esta característica de baja toxicidad hace que sea de fácil manejo y aplicación en campo y
que asegure que no va a afectar a organismos diferentes a los que se están controlando.

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