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La empresa mercantil en Colombia tiene una significación de carácter

complementario

Dentro de la comprensión de las normas internacionales, se considera que el

término de empresa define como tal la actividad mercantil debidamente y legalmente

formalizada; no obstante, resulta un tanto disímil para el contexto interpretativo dentro

del derecho comercial de la nación colombiana donde “el concepto empresa no es

unívoco”, es decir, que asume su significación tanto en lo jurídico como en la económico,

desde la perspectiva del tipo o el ejercicio de una actividad, para ello es importante

referenciar a Cañas (2001) que expone

“…en consecuencia, nos encontramos con una gran variedad de empresas en función de

su tamaño, actividad, objetivos y cultura, por lo que cualquier generalización lleva

implícito el riesgo de no ser válida. Cuando hablamos de "empresas" tenemos la

tendencia a pensar en las "grandes", olvidando que, en términos de empleo, la mayor

parte de los trabajadores se integran en la pequeña y mediana empresa” (p.16).

A fin de encontrar una interpretación, el aspecto de que describen Madriñan y Prada

(2013), cuando dicen “Determinar la mercantilidad de los actos o empresas no siempre

es fácil” (p.88); es evidente que al condicionar lo que se hace como actividad o empresa

generadora de ingresos, porque dependerá de la sujeción a la norma más que el hecho

de producción, aun cuando sea en lo colectivo o de manera individual; por tanto es


consecuente con el aspecto más de formalidad y constitución legal que de productividad

en sí mismo.

¿Por qué no todo acto mercantil se puede conceptuar como empresa? Es desde

esta perspectiva que se comienza a construir un concepto más claro, por cuanto es más

que vender o comprar, o bien manejar dineros; en términos generales es la función de

legalidad y acatamiento del régimen normativo desde el derecho comercial. En este

orden de ideas, el hecho de la constitución misma de la empresa debe partir del lleno de

los requisitos legales, que en su momento serán parte de los blindajes que soportan las

acciones que interna o externamente afectan la sostenibilidad de la empresa y como tal

su factibilidad en cuanto a su objeto social.

En la medida que se genera lucro, no se puede concebir dentro del grado de

empresa mercantil, porque de esa manera se tendría que vincular a este aspecto,

cualquier tipo de transacciones que involucre el intercambio de dinero o en su defecto

que se traduzca en efectos de orden financiero entre las personas naturales; ahora bien,

en este criterio, a las personas naturales si se encuentran debidamente organizadas

como comerciante toda vez que estás una vez registradas ante los organismos

gubernamentales poseen su matrícula mercantil “…es la inscripción que se hace en el

registro mercantil de las personas naturales o jurídicas que realizan actividades

comerciales o mercantiles, así como de sus establecimientos de comercio” (CCB, 2018),

si se tiene en cuenta que los actos mercantiles están enumerados en el artículo 20 del

Código de Comercio.
“Usualmente se había creído que uno delos criterios que caracterizaban los "actos de

comercio" y la actividad mercantil era la presencia del lucro y que, en consecuencia, lo que

realizaban las entidades sin ánimo de lucro era ajeno al ámbito comercial, entre otras

razones porque no podían ser empresas, por carecer de dicho elemento” (Madriñan y

Prada, 2013, pp.89).

Es propio entonces del derecho comercial en Colombia hacer la separación o

unificación de conceptos en cuanto a la captación, uso y manejo de recursos financieros

se modera y en este sentido toma en forma diferenciada a las entidades sin ánimo de

lucro fuera del concepto de empresas mercantiles, pese a que se encuentran registradas

y cuentan con su personería jurídica. Pero se comportan dentro del marco normativo

organizacional a fin de entrar a manejar dineros del Estado.

Está claro entonces, que no se trata de un problema aislado o de una singularidad

propia de la nación colombiana, porque de la forma en que se abre el espacio de

participación, así mismo se da lugar a la oportunidad de participación, que, sin embargo,

pese a que el marco legal está disponible para el control de los contratistas que de forma

malintencionada buscan sacar provecho de los proyectos de interés público; el Estado

es susceptible de permitir la vinculación de empresas sin ánimo de lucro que son

incapaces de cumplir con los objetos contractuales, aun cuando hayan presentado el

cumplimiento de los requisitos exigidos en los estudios previo y que se allanen al pliego

de condiciones dispuestas para una contratación específica.


Con respecto a la funcionalidad de las directrices, se encuentran dados los medios

de incumplimiento de la norma, que al amparo de los lineamiento interpretativos, no

llamándolos ambiguos, pero si en cierta medida laxos y permisivos, son tributarios de

una injustificada operatividad, desde la cual los resultados en materia de alcances del

derecho comercial, si bien, las empresas sin ánimo de lucro con el cambio de su razón

social pueden continuar contratando y colocando representantes legales que

representes sus intereses particulares sin ningún beneficio social a diferencia de las

empresas mercantiles.

Se puede concluir que según norma contemplada dentro del Derecho Comercial de

Colombia, que indica que se debe hacer jurídicamente en cuanto a lo que se define como

empresa mercantil o acto mercantil en caso infringirse u omitirse su obligado

cumplimiento, sin embargo, las normas siempre deben estar facultadas siempre que

determinen una conducta, otorgándole a un individuo el orden jurídico para producirlas,

determinando el efecto y las sanciones posibles para el individuo que cumple u omite su

deber, siendo visto en el primer concepto como una condición positiva y en el segundo

caso de omisión como un acto negativo, sin embargo todos esos aspectos de las

normatividades surgen muchas veces por costumbres que se instituyen y que son

formalizadas por los órganos autorizados para ello, es decir, las autoridades judiciales y

administrativas quienes evalúan la posibilidad de aplicar o no coacción y esto les confiere

poder.
Referencias

Madriñan de la Torre, R. E. y Prada Márquez, Y. (2013). Principios de derecho comercial

Editorial: U. Javeriana. pp. (86-95)

Cañas García, M. E. (2001). La empresa mercantil. El empresario ante los procesos de

cambio. Alcalá de Henares, Octubre 2001 Tomado de:

https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/4033/5904628461.pdf?seq

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