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Manifestantes se preparan para intentar el paso de los camiones con la ayuda humanitaria sobre el
puente Simón Bolívar. En vídeo, la ayuda humanitaria no llega a Venezuela.
en Venezuela disparó este sábado la tensión entre la oposición a Nicolás Maduro y el chavismo. La
jornada estuvo marcada por violentos disturbios y más de 60 deserciones de militares en la frontera
con Colombia. Al menos cuatro personas murieron en la frontera con Brasil y hubo decenas de
heridos. El intento de Guaidó, impulsado por Estados Unidos y Colombia, pretendía acorralar al
régimen. Pero se topó con el blindaje de las fronteras, lo que impidió la entrada de los
camiones cargados con medicinas y alimentos.
Los venezolanos vivieron otro punto de inflexión en el choque institucional entre el Parlamento y el
Gobierno. El envío de ayudas buscaba abrir un nuevo escenario al margen del resultado de la
convocatoria. Los cargamentos quedaron finalmente atascados debido al control policial y si pasaron
algunos envíos, como anunció la oposición, fue de forma simbólica.
Al menos dos personas murieron en medio de enfrentamientos en Santa Elena de Uairén, junto al
Estado brasileño de Roraima. Y en San Antonio, que linda con la ciudad colombiana de Cúcuta, se
produjeron choques entre las fuerzas de seguridad, la población y los seguidores de Guaidó, quien
lideró el operativo desde Colombia tras cruzar la frontera pese a tenerlo prohibido por la justicia
venezolana. Los agentes intentaron dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos y balazos.
Decenas de personas resultaron heridas en medio de episodios de violencia. A la batalla campal
atribuida por los opositores a los colectivos de paramilitares chavistas se añadió la represión de los
uniformados, aunque el chavismo culpó de todo a los seguidores de Guaidó.
El operativo diseñado por la Asamblea Nacional, que había movilizado a miles de simpatizantes en
las fronteras, no logró en cualquier caso lo que se proponía. La dinámica de la entrega, pese a ser
complicada, nunca estuvo clara y se quedó en un instrumento de carácter político para debilitar al
chavismo. Guaidó se parapetó en el apoyo de los presidente conservadores Iván Duque (Colombia),
Sebastián Piñera (Chile) y Mario Abdo (Paraguay) que, junto al secretario general de la OEA, Luis
Almagro, estuvieron presentes en Cúcuta. En medio de la confusión se produjeron excesos y algunas
brigadas de voluntarios aprovecharon el respaldo de decenas de organismos y Gobiernos extranjeros
para apropiarse de símbolos que no les corresponden. Por ejemplo, los emblemas del Comité
Internacional de Cruz Roja, como denunció la propia organización.
El respaldo de las Fuerzas Armadas es clave para alcanzar el poder en Venezuela, donde el aparato
estatal está profundamente militarizado, y Guaidó lleva semanas apelando a la conciencia de su
cúpula y sus bases para convencerles de que ha llegado el momento de dar la espalda a Maduro. El
sábado se reunió en Cúcuta con algunos de esos desertores. “Los soldados con quienes he hablado
han respondido a su deseo de vida y futuro para sus hijos que el usurpador no les garantiza. Soldado
venezolano, el mensaje es claro. Haz lo que te manda la Constitución. Habrá amnistía y garantías para
quienes se pongan del lado del pueblo”, les recordó. También lanzó un mensaje a las bases chavistas
aún fieles al expresidente fallecido en 2013 y cada vez más insatisfechas con la insostenible situación
económica que les obliga a vivir bajo el yugo de la hiperinflación.
La intención es incorporar al chavismo en un proceso de transición y por eso insistió en que su pulso
“es de todos los venezolanos”. “Llamamos a todo el pueblo chavista. Hoy Venezuela los necesita,
nos necesita a todos reunidos. Amigos del pueblo chavista, y los que estuvieron cerca, el momento es
ahora”, dijo animándolos a alejarse del Gobierno, que logra mantener el lazo y el apoyo electoral a
través de un sistema de subsidios y entrega de bolsas de comidas de los Comités Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP).
Movilización chavista
Muchos de esos chavistas también salieron a la calle para apoyar a Maduro, que sigue en el poder y
controla la maquinaria del Estado. El oficialismo buscó una instantánea de exhibición de fuerza, como
viene siendo habitual para contraprogramar los actos de la oposición. El mandatario compareció junto
al palacio presidencial de Miraflores. Se esforzó en demostrar que 30 días después, en referencia a la
proclamación de Guaidó, “el golpe de Estado ha fracasado”. Al mismo tiempo, le lanzó una
advertencia. “Habrá justicia en Venezuela. Para que haya paz habrá justicia”, dijo. Aludía Maduro al
incumplimiento de la orden expresa, emitida por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), de no
abandonar Venezuela.