You are on page 1of 13

1

UN FANTASMA RECORRE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Por JAIME RESTREPO CARDONA

En un muro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de

Antioquia, se encuentra una placa fundida en metal que a la letra dice:

Jesús María Valle Jaramillo


In memoriam 1943 – 1998
“La presente placa se fija en memoria del Doctor Jesús María Valle Jaramillo, abogado
penalista, defensor de los principios universales del debido proceso y el derecho a la
justicia, consecuente y valeroso defensor de los derechos humanos. El Estado colombiano
lamenta profundamente los hechos acaecidos el día 27 de febrero de 1998 en los que fue
asesinado el Doctor Jesús María Valle Jaramillo, pide perdón a su familia y a la sociedad,
por la violación a los derechos humanos de los cuales fue declarado responsable
internacionalmente por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en sentencia
proferida el 27 de noviembre de 2008, aunque admite que nada podrá reparar el dolor
que su familia ha sentido, anhela que esta placa contribuya en el camino hacia la justicia,
a reconocer, promover y proteger la labor de los defensores de derechos humanos, con la
esperanza de que hechos de esta naturaleza, nunca más vuelvan a suceder.

Sea este un lugar para recordarlo y para renovar el compromiso con la defensa de los
Derechos Humanos con su proclama: “Acá estamos y estaremos siempre, en el fragor de
la lucha o en la quietud de la muerte”.

Fijada en el año 2015 en cumplimiento de la Sentencia de la Corte Interamericana de


Derechos Humanos, por hechos ocurridos en 1998”.

Juan Manuel Santos Grupo Interdisciplinario GIDH


Presidente de la República Representantes de las víctimas
2

Esta placa metálica de 80 x 100 cm, con aspecto fúnebre que contrasta con la

jovialidad que caracterizó a Jesús María Valle, está allí para no permitir que la memoria

del abogado y defensor de derechos humanos desaparezca para siempre, como parece

ser la voluntad de aquellos que, no solo lo mataron físicamente, sino que, además,

quieren impedir que se hable de sus ideas y acciones en defensa de los más

vulnerables. A Jesús María lo mató la oligarquía por denunciar valientemente la

connivencia entre los grupos paramilitares y miembros del Ejército colombiano. La

respuesta del entonces gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez, fue acusar

públicamente al jurista de ser enemigo de las Fuerzas Armadas; por su parte, el

comandante de la Cuarta Brigada, general Carlos Alberto Ospina, envió a un soldado a

la Fiscalía para que lo denunciara por calumnia.

Una placa, la aceptación por parte del Estado colombiano de su responsabilidad

en la violación de los derechos a la libertad personal, a la integridad personal y a la vida

del profesor, y la reciente declaración del delito de Jesús María Valle como crimen de

lesa humanidad por parte de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, son los

hechos más destacados logrados por quienes luchan para que se haga justicia y por

mantener vivo el legado del defensor de derechos humanos asesinado.

Jesús María Valle nació en una humilde familia campesina el 29 de febrero de

1943 en el corregimiento La Granja, Ituango. Jesús, su padre, después de vender su

pequeña parcela en ese municipio del norte antioqueño, se trasladó con su esposa

Blanca y sus once hijos a Medellín a finales de los años 50, para buscar mejores

oportunidades para todos. Jesús María, desde pequeño, trabajó en el campo, al cual

tuvo que retornar después de terminar su bachillerato en el Liceo Antioqueño de la U.


3

de A., donde se destacó como líder estudiantil. El trabajo duro en el campo y su paso

por ésta institución educativa, una de las mejores de la ciudad, le imprimieron un

carácter rebelde y un gran amor por el servicio a los hombres, en particular, a los más

pobres.

A mediados de los años 60, retornó a Medellín y, con el apoyo de sus hermanos,

cursó su carrera de abogado en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la

Universidad de Antioquia, donde consiguió graduarse el 20 de agosto de 1970. A partir

de ese momento se convirtió en el faro para toda su numerosa familia, apoyó

económicamente a sus hermanas y sobrinos, y se dedicó a cuidar a sus padres. Cuenta

Mauricio Alberto Herrera Valle, su sobrino, que, en 1997 ─un año antes de su

asesinato─, una vez enterró a su padre después de padecer un cáncer dijo “ya puedo

estar tranquilo, ya enterré a mis padres”.

Alternó su ejercicio profesional con el de la política y la defensa de los derechos

humanos. Llegó a la Asamblea Departamental de Antioquia (1970 – 1972), como

diputado por el partido Conservador y presidió el Concejo Municipal de Ituango por dos

periodos consecutivos (1993 – 1997). Miembro fundador del Comité Permanente para

la Defensa de los Derechos Humanos desde 1979, el cual presidió después del

asesinato del también humanista, médico y profesor Héctor Abad Gómez, ocurrido el 25

de agosto de 1987. Fue profesor de Derecho Procesal Penal, Derecho Probatorio, de

Ética Profesional y de Oratoria en las universidades de Antioquia, de Medellín, Pontificia

Bolivariana y Autónoma Latinoamericana. En 1986 presidió la Liga de Usuarios de

EPM; fundó y dirigió el movimiento político Acción Popular Independiente; fue


4

presidente del Colegio de Abogados Penalistas de Antioquia y del Colegio Antioqueño

de Abogados; y conjuez de la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín.

Durante su ejercicio profesoral en la Universidad de Antioquia, entabló una

relación muy cercana con el estudiante de Filosofía y dirigente estudiantil Gustavo

Alonso Marulanda García, quien denunció insistentemente la complicidad de algunos

miembros de la comunidad universitaria con la presencia de un bloque de las

Autodefensas Unidas de Colombia en el campus universitario. Fue él, quien, en

conmemoración del aniversario del asesinato del profesor, organizó las primeras

Jornadas por la Vida y la Libertad Jesús María Valle Jaramillo, tarea que retomaron los

estudiantes de la Oficina de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Derecho y Ciencias

Políticas años más tarde, como un compromiso por mantener vivo el espíritu íntegro y

consecuente de Jesús María. Gustavo encabezó la lista de 15 estudiantes amenazados

de muerte por los paramilitares, pero no consideró dar un paso al costado, animado por

el ejemplo que le había dado su amigo y compañero de lucha por la defensa de los

derechos humanos, Jesús María Valle. Relata el profesor de la Universidad de

Antioquia Leyder Perdomo (abogado egresado de la U. de A.), que “hay quienes dicen

que cuando matan a Jesús María, el legado que recoge Gustavo es: si el profe no dio

un paso al costado, yo tampoco. De hecho, él solía decir en las asambleas estudiantiles

en el contexto de las amenazas de los paramilitares el que tenga miedo que se compre

un perro”. El sábado 7 de agosto de 1999, Gustavo Marulanda cayó asesinado por

sicarios al servicio de Carlos Castaño.

Para el año 1996, el accionar de los grupos paramilitares ya dejaba más de 150

campesinos muertos en su tierra natal. Jesús María nunca dejó de denunciar la


5

participación del Ejército y la Policía Nacional en estos hechos, y la desidia que mostró

el gobernador Álvaro Uribe ante los incesantes llamados del defensor para que

protegieran a sus coterráneos. El 11 de junio de 1996 los paramilitares masacraron 4

campesinos en el corregimiento La Granja, y entre los días 22 y 28 de octubre de 1997,

asesinaron a 15 campesinos, saquearon y destruyeron el corregimiento El Aro, ambos

pertenecientes al municipio de Ituango. Éstas dos masacres desconcertaron a Jesús

María, pues sobre el terreno, él mismo recogió testimonios de los campesinos que

daban cuenta de la participación de miembros de las Fuerzas Armadas en los

crímenes, hechos que puso en conocimiento de las autoridades y que siempre negaron

el gobernador y el comandante de la IV Brigada.

El 25 de agosto de 1997, en un acto de conmemoración por los diez años del

asesinato de Héctor Abad Gómez, llevado a cabo en el Paraninfo de la Universidad de

Antioquia, estas fueron las palabras de Jesús María, cuando se le pidió que presentara

un balance de la situación de derechos humanos en Antioquia: “[…] Los paramilitares y

las Convivir se confunden en los uniformes, en las sedes, en los vehículos que utilizan.

Es decir, ya la Fiscalía tiene que pedir permiso a esos personajes que aparecen

extrañamente en los municipios para poder hacer los levantamientos de cadáveres. Y

los inspectores que hacen esos levantamientos de cadáveres son asesinados para

destruir las pruebas, para impedir los sistemas de investigación judicial. Esa es la

situación hoy. Lo han visto mis ojos, lo he presenciado con gente de mi pueblo, de mis

veredas, de mis corregimientos. A esas personas que yo vi nacer, con esas personas

con quienes escuché silbidos de miseria en las montañas, han sido asesinadas. Y yo he

ido a la gobernación, he ido a la Secretaría de Gobierno, he ido a donde el señor


6

comandante de la Brigada, he ido a la Procuraduría, he ido a la Defensoría del Pueblo,

invocando el derecho de petición para la población campesina y no he recibido una

respuesta positiva”. Meses después, el 28 de febrero de 1998, en su oficina ubicada en

pleno centro de Medellín, Jesús María Valle Jaramillo también caía liquidado por los

mismos asesinos que denunció valerosamente.

“Era una persona muy noble ─dice Mauricio Herrera, su sobrino, también

abogado especialista en altas cortes─, entonces, claro, había que acabar una persona

con esa contundencia, porque lo noble lo hacía fuerte. Entonces, claro, había que

matarlo. En Colombia, las personas que dicen la verdad, que quieren ayudar al

campesinado, que quieren apoyar a la clase no burgués de Colombia, esas personas

estorban para el sistema, no caben en el sistema”.

El Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos GIDH, encabezado por la

abogada María Victoria Fallon ─compañera de causa y amiga de Jesús─, en el año

2000 llevó el caso del asesinato del defensor ante la Corte Interamericana de Derechos

Humanos y, luego de ocho años de lucha en medio de amenazas y calumnias, logró

que éste organismo internacional declarara responsable por omisión al Estado

colombiano por el crimen de Jesús María, y dictó otras medidas tendientes a la

reparación de las víctimas de este crimen. En el acto de entrega por parte del gobierno

de la placa conmemorativa en homenaje a Jesús María Valle, el 27 de febrero de 2014,

a 16 años del crimen, una de las medidas tomadas por la CIDH, María Victoria señaló:

“Hoy, el mundo entero sabe con grado de certeza, que lo que denunció Jesús María

Valle en 1997 era cierto y que los señalamientos que le pusieron una diana en el

corazón, eran cobardes y mentirosos, igual que sus autores. A pesar de ello, su crimen
7

se mantiene en la impunidad. Los esfuerzos que hicieron un grupo de valerosos fiscales

para encontrar la verdad, fueron frenados con amenazas que costaron el exilio a varios

de ellos. Los autores intelectuales del asesinato de Jesús María Valle siguen en libertad

y su familia, sus amigos, los defensores de derechos humanos y la sociedad toda,

seguimos esperando justicia”.

Siete años después de la orden de la CIDH, el 27 de febrero de 2015, y a 17

años del crimen, en el teatro Camilo Torres Restrepo de la U. de A., el Estado

reconoció su responsabilidad internacional en el asesinato de Jesús María, y pidió

perdón a su familia, a sus compañeros y a la sociedad, perdón que los familiares no se

mostraron dispuestos a conceder hasta tanto no se haga justicia plena y se castigue a

los verdaderos responsables de su desaparición. En ese mismo sentido, se manifestó

Sebastián Quintero Marín, hoy egresado de la misma facultad que acogió a Jesús

María, y quien dijo aquel día que “aún no se conocen los autores intelectuales y

materiales, no se sabe cuáles fueron los poderes reales y fácticos que jugaron en el

asesinato vil de este defensor de los derechos humanos”.

Hoy, a 20 años del crimen, la memoria de Jesús María Valle persiste en

diferentes ámbitos, gracias a muchas personas. Dos de sus sobrinos, Luis Fernando

Montoya Valle y Mauricio Alberto Herrera Valle, ambos abogados, a través de la

Corporación Jesús María Valle Jaramillo, tratan de continuar el legado de su tío. En

cuanto a la labor que realizan a través de la corporación, esto opina Mauricio: “Nosotros

hemos tratado. No es fácil llevar el nombre de Jesús, porque Jesús primero que todo

era un hombre muy digno. Ser digno en esta sociedad es muy difícil, por la injusticia

social que se comete, por todas las necesidades y las injusticias que se cometen. De lo
8

que uno se da cuenta en este ejercicio es que las instituciones no son moralmente

legítimas y las políticas públicas no están enfocadas en la protección del ser humano.

Entonces, es muy complicado estar en pro de una causa cuando la institucionalidad no

te apoya; o cuando, no solamente la institucionalidad sino la sociedad hace parte de

esa complicidad por una actitud pasiva, omisiva, de no solidarizarse con los problemas

sociales de Colombia. Es muy complicado, estamos en una crisis de valores

impresionante”.

Por su parte, el profesor Leyder Perdomo, egresado de la Facultad de Derecho y

Ciencias Políticas y hoy profesor de la misma, cree que la memoria de Jesús María

pervive en la Facultad gracias a los estudiantes: “[…] aquí hubo un intento que tuvimos

nosotros en la oficina [de asuntos estudiantiles de la Facultad] por fundar una cátedra

de derechos humanos que se llamaría Jesús María Valle Jaramillo, aquí hubo un

intento porque éste edificio se llamara Jesús María Valle Jaramillo, hubo intentos. Yo no

conozco el detalle por qué no prosperaron, no sé si hubo alguna resistencia de la

Facultad, yo la verdad no creo […]. Pero en la Facultad, la memoria de Jesús María

Valle Jaramillo ─insisto en que puedo ser injusto─ yo creo que se debe en muy buena

medida en la Facultad de Derecho al trabajo que se hizo desde la oficina estudiantil

[…]”.

Otro punto de vista del legado del jurista es el que expresa Sebastián Quintero

Marín, también egresado de la Facultad de Derecho y quien dice que: “Jesús María no

solo era un activista por los derechos humanos […]; Jesús María Valle Jaramillo hace el

discurso después de que matan a Héctor Abad Gómez. Después de que ve matar al

presidente del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos en Antioquia, va y


9

asume la presidencia, mientras que el afamado maestro Carlos Gaviria se exilia en

Argentina. Ahí estamos hablando del calibre de la persona que era Jesús María Valle

Jaramillo. Mientras uno se exilia, el hombre asume […], lo que ya está hablando de la

coherencia y la consecuencia. Pero, no solo era un activista, sino que además era un

gran académico […]. Tenía posiciones académicas muy bien fundamentadas […]. Para

nosotros, Jesús María recogía esas dos cosas: un activista tremendo por los derechos

humanos con denuncias fundamentadas y claras, pero también era muy buen

académico. Entonces, si uno recoge ese legado, es una persona que, una oficina de

estudiantes como ésta, de su facultad, que además nosotros por mucho tiempo

trabajamos el tema de los derechos humanos, no vistos como los derechos humanos

de la legitimación liberal del capital, sino como los derechos humanos construidos en el

movimiento social para arrancar reivindicaciones, para proteger comunidades. Porque

los derechos humanos son una herramienta también en disputa. Hay quienes los usan

para legitimar ciertas acciones, nosotros entendimos en esta oficina que era, entendido

como movimiento social y desde el legado de Jesús María como resistencia y como

protección a comunidades. La denuncia que él hace del Aro y La Granja, la hace

mediante el enfoque de derechos humanos, pero reivindicando la protección de las

comunidades por parte del Estado […]. Esta oficina se construyó también como la

posibilidad de hacer un ejercicio de derechos humanos como movimiento social y

fungirlo con los campesinos y los estudiantes”.

Otro egresado de la Facultad y que también se vinculó a las actividades de la

Oficina de Asuntos Estudiantiles durante su paso por la Universidad, Santiago Subiría,

opina respecto al rescate del legado de Jesús María lo siguiente: “[…] hace diez años
10

exactamente pedimos el busto y todavía no hay un busto del profesor Jesús María Valle

en la Facultad; también me parecería muy triste nombrar un salón con el nombre del

profe o la Facultad misma. Esos escenarios simbólicos terminan representado un lugar

importante en lo que es la memoria, pero la memoria tiene que ser un ejercicio

principalmente estimulado y activo. Y si aquí van a apropiarse del discurso del nombre

o a lucrarse del nombre del profesor Jesús María, pues yo también estoy con

Sebastián, yo si prefiero que siga siendo una memoria rebelde, una memoria que en la

medida que se mantenga desde el trabajo silencioso, desde las aspiraciones de

pequeños colectivos por mantenerla viva, me parece que también tiene un valor muy

significativo que lo sea así”.

Pues bien, Mauricio, Leyder, Sebastián y Santiago, piensan que aun hoy el tema

del asesinato de Jesús María provoca miedo. Detrás del crimen hay personas muy

poderosas que todavía permanecen activas en la política colombiana y que infunden

miedo, porque han logrado de múltiples maneras burlar la justicia por todos estos años.

Parece que pocos quieren involucrarse en una causa que creen ajena, la de luchar por

sacar el nombre de Jesús María de la ignominia y el olvido. Suena paradójico, porque si

algo tuvo Jesús María fue valor para enfrentar a todos los enemigos de su pueblo; tuvo

rectitud para levantar su voz de protesta sin mancha alguna en su vida; y tuvo

desprendimiento para abrazar como propias las consignas que levantaban los más

desamparados. Jesús María, no dudo en entregarse por completo al servicio de la

causa por la verdad, la justicia y la dignidad, aun a costa de su propia vida.


11

“A Jesús María lo mataron amarrado,

Porque amaba profundamente la libertad;

Con dos proyectiles en la cabeza,

porque era inteligente y frentero;

en su oficina, porque era su trinchera;

al lado de los desplazados,

porque ellos eran sus cómplices;

en el suelo, porque no se arrodillaba;

reducido, porque era valiente;

boca abajo, porque no se callaba;

con silenciador, porque sus enemigos le tenían miedo;

y descalzo, porque no soportaban su compromiso con los humildes”

No aparece el nombre del autor.

Recuperado de: http://jesusmariavallejaramillo.blogspot.com/2008/02/ el día 11 de

junio de 2018.
12

Placa en memoria de Jesús María Valle Jaramillo fijada en el bloque 14, Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.
13

Profesor Jesús María Valle Jaramillo


Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=ROdU5w8FbTU el 12 de junio de
2018

You might also like