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TEMA-1º CSF-2016/117

Tema 1.

1.1. El Estado como concepto previo al Derecho Constitucional.


1.2. Elementos del Estado en la teoría clásica.
1.3. Concepto y formas de Estado. El Estado unitario. El Estado
complejo.
1.4. Introducción al Estado autonómico español.

1.1. El Estado como concepto previo al Derecho Constitucional.

Con frecuencia empleamos el concepto “Estado” para designar a cualquier


forma de organización de una comunidad cuando ésta alcanza un nivel
superior al meramente familiar o de parentesco.
Todas las sociedades conocidas han tenido una organización política, un
sistema político. En cambio, el Estado es un producto histórico, es una
especie del género organización política.
El Estado es una creación europea. Surgió en Europa occidental, en los
inicios de la Edad Moderna y más tarde se extendió a otras zonas del
planeta.
El término “Estado” para designar unidades políticas independientes se
consagra en la obra de Maquiavelo “El Príncipe” (1513), y se va a
generalizar a partir del Tratado de Westfalia (1648).
La concepción de la comunidad política como una comunidad definida
territorialmente y sometida, en exclusiva, al poder político establecido en
su territorio se convirtió definitivamente, a partir de 1648, en el eje de la
nueva organización política de Europa y posteriormente de todo el mundo.

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El Derecho Constitucional nace a finales del s. XVIII con la idea de
reformar el Estado. Se trataba de construir un Estado Constitucional sin
suprimir la esencia del Estado nacido en la Edad Moderna.
El Estado Constitucional surge de las ruinas del Estado Absolutista, que
dominó la Europa del siglo XVI al XVIII, caracterizado fundamentalmente
por el ejercicio de un poder estatal absoluto o concentrado.
Un proceso revolucionario de finales del siglo XVIII dará nacimiento a una
nueva forma nueva de Estado: el Estado Liberal de Derecho.
El Estado Liberal de Derecho se caracteriza por los siguientes rasgos:

 Establece una dualidad entre el Estado y la sociedad como sistemas


autónomos y diferenciados.
 El poder es ejercido en forma jurídica.
 El poder no esta residenciado en su titular sino en un ente llamado
Estado.

Los principios del Estado de Derecho son:

 La soberanía popular. La soberanía reside en el pueblo del que


emanan todos los poderes del Estado y las normas del Derecho.
 El principio de división de poderes. Los poderes del Estado deben
controlarse entre sí.
 Los derechos fundamentales. Nacen frente a la eventual
arbitrariedad del poder.
 El imperio de la ley. Surge por dos motivos:

1. Del rechazo a un sistema de gobierno basado en las


decisiones subjetivas y arbitrarias y su sustitución por un
régimen de dominación objetiva, igualitaria y previsible.

2. De otro lado del principio democrático que sitúa la sede de


la soberanía en el pueblo.

Entre las muchas teorías que tratan de dar una justificación y legitimación
del Estado destacan las tres siguientes:

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 La teoría del contrato social como acuerdo individual de todos los
miembros de la comunidad. Se debe fundamentalmente a Hobbes y a
Rousseau.
 La teoría del contrato político. Defendida por Locke, sostiene que el
contrato político es concluido sólo entre ciertas personalidades o
instituciones que preexisten al Estado y son representativas de la
Nación.
 La teoría de la fundación de Hauriou. Lo explica como un acuerdo
de voluntades que se unen para una empresa común.

Una definición del concepto jurídico de Estado ha de ser forzosamente muy


genérica, por cuanto se refiere a ordenamientos muy diversos. No obstante,
es posible señalar algunos elementos comúnmente aceptados del concepto
definiendo al Estado como la organización territorial de una
comunidad, dotada de un poder soberano y de un ordenamiento
jurídico propio. Cada uno de estos elementos requiere su estudio por
separado.

1.2. Elementos del Estado en la teoría clásica.

El Estado ha sido definido como una organización política soberana de una


sociedad humana establecida en un territorio determinado bajo un régimen
jurídico, con independencia y determinación, con órganos de gobierno y
administración que persiguen determinados fines.
De la anterior definición podemos extraer lo que se han venido
denominando elementos o condiciones de existencia del Estado:

1. El territorio.
2. El pueblo.
3. El poder y el gobierno.

1. El territorio.

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El territorio es el ámbito espacial de validez del orden jurídico estatal o el
ámbito espacial al que se extiende el poder del Estado.
El Estado ejerce sus poderes sobre su territorio con carácter exclusivo y
excluyente.
El carácter fundamental del territorio se manifiesta de tres formas:

1. El poder estatal se ejerce automáticamente sobre todo el que se sitúa


dentro de un determinado ámbito territorial.
2. Establece los límites dentro de los cuales se impone en exclusiva el
poder del Estado y se aplica su ordenamiento.
3. El Estado ejercería respecto del territorio no sólo el imperium sobre
las personas en él localizadas, sino también un dominium, en forma
de un derecho de uso y disposición.

El territorio incluye:

 la tierra firme.
 el mar territorial.
 el subsuelo.
 el espacio aéreo.

Se puede afirmar que, aunque históricamente haya sido objeto de discusión,


no hay Estado sin territorio.
La relevancia del ámbito territorial del Estado explica el que los textos
constitucionales se ocupen de él específicamente en numerosos casos.
Varias tesis se han propuesto para fundamentar el estatuto jurídico del
territorio:

1. Para la primera el territorio sería el objeto de un derecho de


propiedad del Estado (territorio-objeto).
2. Una segunda concepción sostiene que el territorio es un elemento de
la personalidad del Estado (territorio-sujeto).
3. Una tercera sostiene que el territorio constituye el cuadro material de
la soberanía en cuanto ámbito en el que se pueden imponer en su
plenitud órdenes con el apoyo de la fuerza pública.

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Para que haya Estado es necesario un territorio delimitado y definido por
fronteras precisas. El territorio puede ser exiguo, pero tiene que existir de
forma indiscutible.
Las fronteras de un Estado delimitan su territorio y configuran el límite
espacial al ejercicio del poder en dos aspectos:

 En su aspecto positivo, en cuanto el poder de un Estado se ejerce


sobre el territorio y sobre los individuos que estén en él.
 En su aspecto negativo, el territorio señala la zona de exclusión de
intervención de cualquier autoridad extraña y de ejercicio exclusivo
de dicha autoridad estatal.

2. El pueblo.

Habría que comenzar dejando constancia que, en general, el concepto de


pueblo es altamente indeterminado.
La nación es una idea que no ha existido en todos los momentos históricos,
sino que, por el contrario, es relativamente reciente y ya está en crisis. En
un sentido amplio comienza a vislumbrarse la idea de nación con el
Renacimiento.
El nacionalismo ha producido siempre efectos políticos disgregadores,
salvo los casos de Italia y Alemania, y más recientemente los Emiratos
Árabes Unidos. Por esta razón y habida cuenta de que en el mundo
predomina actualmente la idea integradora, la idea de nación ha entrado en
franca crisis.
Cabe concebir la nación como un grupo de hombres cuyo aglutinante está
basado en diversos factores como son el territorio común, el idioma, la
raza, la religión y en definitiva la cultura y la tradición.
En una primera aproximación jurídica el pueblo es el ámbito personal de
validez del orden jurídico estatal.
En un sentido más estricto se puede entender por pueblo como los
nacionales de un Estado. La nacionalidad es el lazo de derecho público que
existe entre personas físicas y un Estado. En este sentido cada Estado

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determina sus nacionales y a la vez todo individuo debe tener una
nacionalidad y el derecho a cambiar de nacionalidad.
Lo relevante es que una comunidad humana se autodefine como comunidad
política, ello es compatible con su carácter mono o pluricultural,
plurilingüístico, religioso, etc.
En los Estados constitucionales el pueblo es gobernante y gobernado.
Como pueblo gobernado es objeto del poder estatal. Como pueblo
gobernante contribuye a crear normas, instituciones y órganos estatales.

3. El poder y el gobierno.

Lo característico del Estado moderno es ejercer un poder territorial y


soberano.
La soberanía deviene en un poder supremo e irresistible, que se posiciona
por encima de todas las demás instancia y organizaciones.
Podemos definir el Gobierno como el conjunto de personas y órganos
revestidos y legitimados para el ejercicio del poder y expresar la voluntad
del Estado y hacer que ésta se cumpla.
En los albores del Estado el poder soberano y el gobierno lo ejercía el
monarca de forma suprema y plena. De hecho la definición por la que la
soberanía es un poder absoluto y perpetuo de una República viene a
sostener la idea de un poder supremo. De otro lado, esa fórmula clásica
constituía el sostén, en el ámbito externo, a la independencia estatal ya que
la soberanía comportaba el no sometimiento a poder alguno dentro y fuera
del territorio.
En buena teoría, la soberanía es una competencia jurídica y política que no
está subordinada a ninguna otra y que ninguna otra puede limitar ni
controlar.
El Estado Constitucional proclamará la soberanía de la Nación identificada
en el constitucionalismo liberal-democrático con la idea de pueblo. Se gesta
entonces la legitimación popular del poder que es inseparable de la idea
misma de Constitución.
El constitucionalismo debe procurar que el poder soberano del Estado no se
convierta en un poder despótico. Aparecen así en el constitucionalismo los
derechos inalienables de la persona como límites a la soberanía estatal.

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La soberanía significa también independencia frente a cualquier otro poder
externo. Por ello el Derecho internacional se basa en el presupuesto de
independencia e igualdad soberana de todos los Estados miembros de la
comunidad internacional.
Por último, afirmar que el gobierno debe ser efectivo. Es decir, debe
ejercer efectiva y realmente su autoridad y tradicionalmente el Derecho
Internacional exige que se aseguren ciertas funciones fundamentales. Debe,
cuando menos, mantener el orden, administrar justicia y legislar. Se trata de
funciones mínimas para que podamos afirmar que existe gobierno.

El Estado como ordenamiento jurídico.

Toda organización supone un ordenamiento o conjunto de normas


coordinadas, que hacen posible su existencia y funcionamiento.
El ordenamiento estatal, como organización soberana, tiene unas
características propias:

 Es un ordenamiento originario, pues, no necesita ni depende, para su


existencia o desarrollo, de ningún otro ordenamiento ajeno a él.
 Es un ordenamiento que forma una unidad y se considera como un
todo. La unidad está relacionada con el contenido y la forma del
ordenamiento.

Por su contenido, el ordenamiento contiene las decisiones básicas que


configuran ese Estado concreto.
Por la forma, la unidad se traduce en el establecimiento de su propio
sistema de producción de normas jurídicas.

1.3. Concepto y formas de Estado. El Estado unitario y el Estado


complejo.

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La forma de Estado refiere la forma en que está relacionado el Estado con
la sociedad. El término forma de gobierno indica el modo en que se
encuentra estructurado el Estado como complejo orgánico.
La forma de Estado nos indica cómo están relacionados estos elementos
constitutivos del Estado. Puede ser entendida en una doble dimensión:

 Desde la óptica de las relaciones entre el poder y los ciudadanos, el


Estado puede adoptar dos formas básicas: democracia y autocracia.
 Desde la óptica de las relaciones entre el poder y el territorio el
Estado puede adoptar la forma de Estado unitario o de Estado
compuesto.

En el Estado unitario sólo hay una comunidad territorial y, por tanto, un


único ordenamiento jurídico.
En el Estado compuesto convive la comunidad política nacional con otras
comunidades políticas de menor ámbito. El poder del Estado está
territorialmente dividido y consecuentemente integrado por una pluralidad
de ordenamientos territoriales.
En el Estado compuesto existe autonomía y descentralización propiamente
política cuando las entidades territoriales además de ejecutar pueden
elaborar sus propias leyes conviviendo, consecuentemente, varios niveles
de poder.

El Estado unitario.

Es la forma más tradicional y sencilla de organización del poder político.


Su construcción deriva generalmente de la concentración del poder que
realizó la monarquía absoluta entre los siglos XVI y XVIII, según cada
país, y que fue modificada en su contenido, pero no en su estructura, por las
revoluciones liberales de finales del siglo XVIII. Su modelo por excelencia
nace con la Revolución francesa, se extiende con las reformas de Napoleón
y se consolida en la mayoría de las Constituciones liberales europeas del
siglo XIX. Se trata de establecer un solo orden legal para todos los
ciudadanos, suprimiendo los privilegios y corporativismos anteriores. Una
Constitución, como ley suprema, ordenará las instituciones y reconocerá

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los derechos de los ciudadanos, y un Parlamento y un gobierno aprobarán,
respectivamente, las leyes y las demás normas que regulan la sociedad. La
igualdad de los ciudadanos es su principal legitimidad: en todo el territorio
del Estado se aplican las mismas normas y los ciudadanos tienen los
mismos derechos y obligaciones.

Este estado unitario se define por las siguientes notas:

Existe un solo ordenamiento jurídico en todo el Estado.


Existe un solo conjunto de instituciones, cuya competencia se
extiende a todo el territorio del Estado.
El poder ejecutivo organiza jerárquicamente sus instancias
territoriales.

En este tipo de organización territorial los órganos del Estado poseen todas
las atribuciones estatales. No comparte competencias y por tanto las
competencias estatales no quedan divididas.
Un Estado unitario puede ser centralizado o descentralizado
administrativamente pero detenta siempre la totalidad de las competencias
estatales.
En el Estado unitario centralizado los órganos del Estado ejercen todas las
competencias de Derecho Público. No las comparten con ningún otro
órgano público porque ningún otro órgano público existe fuera del Estado.
En un Estado centralizado hay casi siempre una organización
administrativa regional y local pero no se trata de administraciones
autónomas. Estas administraciones están constituidas por agentes del
Estado nombrados discrecionalmente por el propio Estado. Se trata de
desconcentración administrativa.
La descentralización administrativa es un sistema estatal que reconoce una
libertad más o menos extensa de decisión de administración y de
autogobierno. Estos poderes son ejercidos de forma autónoma bajo un
control del Estado denominado tradicionalmente como control de tutela o
tutela administrativa.

Técnicas de eficacia en el Estado unitario:

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Desconcentración.
Descentralización administrativa y política.

La desconcentración supone:

-delegación de funciones,
-en escalones inferiores de la jerarquía administrativa,
-siempre bajo la dirección de los escalones superiores,
-sometidos a revisión por éstos,
-no hay dejación de la titularidad de la función.

La descentralización administrativa supone:

-junto a la Administración estatal la existencia de unos poderes


administrativos más reducidos,
-un ámbito de competencias propio,
-no recibe instrucciones,
-sus actuaciones sólo son revisables por los tribunales,
-elección popular de sus miembros.

Los Estados compuestos: federalismo y las uniones de Estados.

Existe descentralización política cuando las entidades territoriales


integradas en el Estado pueden ellas mismas elaborar sus propias leyes.
Esta doble estructura jurídica se hace posible mediante la definición
constitucional de las respectivas esferas de acción de los poderes estatales y
los poderes autonómicos.
Las formas de organización y definición de los Estados políticamente
descentralizados son muy variadas. Usualmente se emplean dos términos:
Estado federal y Estado regional.
La diferencia entre el modelo federal y el regional es puramente nominal,
debido a circunstancias históricas que empujan a los constituyentes del
momento a no utilizar explícitamente el término federal.

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El Estado federal y la confederación constituyen las grandes fórmulas del
federalismo. Se puede afirmar desde un primer momento que la
Confederación es una fórmula de federalismo embrionaria y muy poco
eficaz.

La confederación.

El ligamen jurídico que une los Estados confederados es normalmente un


Tratado internacional como pacto confederal negociado por vía diplomática
entre los Estados miembros y adoptado por unanimidad. La negociación se
suele efectuar en el ámbito de una conferencia internacional y se trata
propiamente de una unión de Derecho Internacional.
Los órganos de la confederación suelen estar muy poco desarrollados.
Normalmente solo hay un órgano confederal encargado de actuar en
nombre de la Confederación.

Las decisiones de la Confederación se caracterizan por las siguientes notas:

-Se toman por unanimidad.


-Los Estados tienen derecho de veto.
-No siempre son obligatorias para todos.
-A veces deben ser aprobadas por órganos de cada Estado miembro.
-La ejecución de las decisiones compete a cada uno de los Estados
miembros.

El Estado Federal o Federación.

La fórmula federal es la más extendida para estructural la descentralización


política del Estado.
La federación es una construcción moderna, “inventada”, literalmente, por
la Constitución de los Estados Unidos de América. Inicialmente, las 13 ex
colonias americanas independizadas de Inglaterra formaron una
confederación, pero la misma reveló inmediatamente sus debilidades y las
ex colonias, en un esfuerzo por formar “una unión más perfecta”, crearon

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el primer sistema federal, una unidad política común, que se supraordenaba
a la que existía en los 13 Estados. Cada uno de éstos tenía su Constitución,
su Parlamento, su gobierno y sus tribunales, y los conservaron, pero
además les superpusieron una Constitución federal, un Parlamento, un
gobierno y un Tribunal Supremo federales, comunes a todos los Estados.
La federación decidirá sobre los problemas comunes (defensa, relaciones
internacionales, moneda, comercio exterior, etc.) y cada Estado seguirá
gobernando sus problemas particulares (comercio interior, educación,
familia, etc.)

Todas las formas federales tienen ciertos elementos comunes derivados de


la influencia ejercida por la Constitución norteamericana de 1787.
Es importante recalcar que en la Federación se utilizan propiamente
técnicas democráticas: la unión federal emana del pueblo o de los
parlamentos de cada uno de los Estados.
Se pueden reducir a tres los fundamentos sobre los que se construye el
Estado Federal:

1. Superposición de dos niveles estatales.


2. Autonomía política de los Estados miembros.
3. Participación de los Estados miembros en las decisiones federales

En las Federaciones se superponen dos niveles: el nivel de los Estados


miembros preexistentes a la Federación y el nivel del Estado Federal
creado precisamente por la voluntad libre de los Estados. Esta
superposición hace del Estado Federal una construcción jurídica muy
compleja.

a) Modos de formación del sistema federal:

1. Por asociación. El federalismo puede nacer por asociación de


Estados unitarios que constituyen en un primer estadio una
Confederación de Estados y pasan en un segundo estadio al sistema
federal. El caso de los Estados Unidos o de Suiza.

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2. Por disociación. Es el modo propio de los Estados que cuentan
dentro de su territorio con nacionalidades diversas y pretenden dotar
a esos territorios de una profunda autonomía.

Principios del Estado Federal:

1. Integración y equilibrio. Para que la integración y equilibrio sean


posibles es necesario un reparto de competencias entre el Estado
Federal y los Estados Federados y la participación de estos últimos
en el ejercicio del poder federal.
2. Reparto de competencias. En principio la Constitución federal suele
enumerar de forma expresa las materias competenciales propiamente
federales y los demás ámbitos competenciales, en caso de silencio,
se entiende que pertenecen a los Estados federados (cláusula residual
del modelo americano).
3. Participación de los Estados federados en el poder federal. Está
dominada por la necesidad de mantener una cierta paridad entre las
colectividades federadas.

En los Estados federales creados en los siglos XIX y XX, se han


incorporado profundas innovaciones respecto del modelo original
americano:

1. La sustitución del federalismo dual por el federalismo de cooperación.


2. La distribución de competencias se hace a través de diversas listas.
3. La quiebra del principio de paridad en la representación de los Estados.

El problema clásico federalismo-soberanía ha perdido buena parte de su


relevancia debido a dos factores:

1. La soberanía aparece como un conjunto complejo de facultades


separables atribuibles tanto al Estado, como a entidades externas a él o a
entidades territoriales internas.
2. Ni en la Federación ni en los Estados soberanos, la soberanía reside en el
poder constituyente, que de acuerdo con el principio democrático
corresponde al pueblo.

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1.4. Introducción al Estado autonómico español.

Las Cortes Constituyentes, que fueron las encargadas de redactar y aprobar


la actual Constitución de 1978, que luego fue votada en referéndum por el
pueblo español, tuvieron que afrontar un tema importante y conflictivo
como fue el de organizar territorialmente el poder en España. Por un lado
había que tener presente la existencia de zonas con particularidades
históricas, culturales y lingüísticas y la reivindicación de autogobierno de
determinadas regiones que ya lo habían disfrutado en el pasado, así como la
creencia de un sector de la sociedad española de que una mayor
descentralización favorecería una mejor gestión de asuntos públicos y un
acercamiento al ciudadano de centros de tomas de decisiones. Sin embargo,
y por el otro lado, se situaba otra parte de la sociedad española que temía
que estas pretensiones autonomistas derivaran en una posible
desmembración del Estado.
La solución ante ambas posiciones contrapuestas la ofreció la
Constitución en su artículo2, que dice que “La Constitución se
fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria
común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran
y la solidaridad entre todas ellas”. Este artículo establece los dos pilares
básicos de la organización territorial: unidad y autonomía, que no deben ser
considerados incompatibles, pues el propio Tribunal Constitucional, en su
STC 4/1981, dijo que la unidad y la autonomía están indisolublemente
conectadas, y que la autonomía es un poder limitado que no puede
oponerse al de unidad. Una de las peculiaridades de la Constitución
española es que no se decanta por un modelo tradicional de organización
territorial, es decir, no se define como Estado regional o como Estado
federal, por poner un ejemplo, sino que dejó abierto el proceso por el que
se llegaría a la concreción de la organización territorial de España.
El proceso de descentralización, que quedaba abierto por la
Constitución española, se llevó a cabo mediante la aprobación de los
Estatutos de Autonomía, aunque sin perder de vista que el proceso no se
encuentra necesariamente cerrado, pues las Comunidades Autónomas

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siguen asumiendo competencias a través de la reforma de sus Estatutos, y
que continúa habiendo una indefinición del modelo español de distribución
territorial del poder.
El término autonomía es bastante ambiguo, aunque aplicado a los
entes territoriales da una idea de distribución de la titularidad de los
poderes públicos. Un Estado organizado sobre el principio autonómico es
un Estado en el que se da una efectiva distribución del poder político entre
las instancias centrales y las territoriales.
La autonomía es un derecho que podía ejercitarse o no. El artículo 137.1 de
la Constitución señala que “España se organiza territorialmente en
municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se
constituyan...”. Obsérvese que la forma verbal empleada es subjuntivo, es
decir, indica una posibilidad que no tiene por qué hacerse efectiva. Sin
embargo, el derecho a la autonomía se generalizó, pues todos los titulares
del mismo lo ejercieron. No hay en España provincias que no estén
integradas en Comunidades Autónomas, salvo la particularidad de las
Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla.
En cuanto a quiénes son los titulares del derecho a la autonomía,
quedan reflejados en el artículo 143.1 de la Constitución española:
1. Las provincias limítrofes con características históricas, culturales y
económicas comunes.
2. Los territorios insulares.
3. Las provincias con entidad regional histórica (son las actuales
comunidades autónomas uniprovinciales, como La Rioja, Región de
Murcia, Comunidad de Madrid, Principado de Asturias, Cantabria y
Comunidad Foral de Navarra).
Lo que no precisó la Constitución española fue el alcance de los términos
nacionalidades y regiones.
Se reconoce que hay dos categorías, pero no se entra en el debate de cuáles
son regiones y cuáles son nacionalidades. Tampoco se dibujó el mapa
autonómico, lo que es lógico, puesto que a priori no se sabía qué provincias
iban a ejercer su derecho a convertirse en Comunidades Autónomas ni con
qué otras provincias iban a integrarse.

El contenido de la autonomía es fundamentalmente político.

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La Constitución española añade en su artículo 137.1 que los municipios,
provincias y Comunidades Autónomas que se constituyan “...gozan de
autonomía para la gestión de sus respectivos intereses”, pero ello no debe
llevar a considerar que la autonomía local, es decir, la de los municipios y
provincias, es igual a la de las Comunidades Autónomas puesto que a éstas
se les reconoce capacidad de autogobierno, lo que supone que también
tienen capacidad legislativa propia, es decir, potestad para elaborar sus
respectivas leyes, que tendrán el mismo rango que las leyes aprobadas por
las Cortes Generales.

La autonomía es un poder limitado.

La autonomía se incardina en la unidad de España y tiene dos límites


fundamentales:
 Hay competencias que son exclusivas del Estado (art. 149.1 CE).
 La unidad del Estado se articula sobre los principios de solidaridad
entre las Comunidades Autónomas (arts. 2 y 138.1 CE), la igualdad
entre Comunidades Autónomas (art.138.2 CE), la igualdad de
derechos y obligaciones de los ciudadanos (art. 139.1 CE) y la
unidad económica de España (art. 139.2 CE).

El contenido de la autonomía no es necesariamente homogéneo.

El contenido de la autonomía no es necesariamente homogéneo. Por un


lado, la Constitución española diferenció dos tipos de Comunidades
Autónomas según el grado de autonomía que podían asumir en un primer
momento. Por otro, hay que tener en cuenta que en virtud del principio
dispositivo, cada Comunidad Autónoma decidió qué competencias asumir
dentro de las ofrecidas en el artículo 148.1 CE. Además, los llamados
“hechos diferenciales” también afectan a las competencias de las
Comunidades Autónomas.

Bibliografía complementaria:

Remedios Sánchez Ferriz: “Introducción al Estado Constitucional”. Ed.


Ariel Derecho.

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Antonio Torres del Moral: “Introducción al Derecho Constitucional”.
Universidad Complutense de Madrid.
F. Balaguer Callejón y otros: “Manual de Derecho Constitucional”. Tomos
I y II. Editoriales Tecnos. 2013.

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