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Arte y Religión

La transformación ‘moderna’1

Por: Dr. Neldo Candelero

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Palabras liminares
i. Nuevamente nos acercamos a Heidegger para pensar lo que nos ocupa.
Vamos hacia Heidegger por varios motivos, que por cierto nos caben. Porque se
ocupó y le puso a pensar aquella misma ‘cosa’ que aún hoy nos acucia; porque
su atención fue respetuosamente demorada, y su decir, lúcido; finalmente,
porque, ya a esta distancia temporal de su pensar, también nosotros hoy somos
antropológicamente heideggerianos… Pensaremos con-tra sus huellas --‘con’ y
‘a través de’ sus escritos.
Trabajando ‘entre’ sus palabras, por cierto que haremos hermenéutica.
Sin embargo será norma que, en última instancia, todo control semántico se
ejecute por la vía y desde la autoridad del fenómeno --en ese sentido haremos
fenomenología. Ahora bien, nos atendremos a todo fenómeno en cuanto concreta
realidad que se mueve y (nos) pro-mueve. Y siendo así… No pensamos que siempre
a todo fenómeno le preceda en tiempo y le conceda en modo una conciencia
intencional; más aún…, ni siquiera pensamos que toda vez la conciencia esté a
cargo de la alteridad fenoménica: pues, por el contrario, es propiedad de
algunos fenómenos ejercer propio tiempo y propio modo. (En ese ejercicio del
tiempo --se dan antes-- y del modo --actúan distinto--, radica su poder y
decisividad. Hay fenómenos hacedores de la ‘hominidad’ del hombre.) Por lo
dicho, acaso nos vaya mejor la expresión “fenoménica”, antes que
“fenomenología”. Hacemos fenoménica. Insistimos… Hay, no siempre, pero

1 Candelero, Neldo. “Arte y religión. La transformación ‘moderna’”, en AA.VV. Religión,


Ciencias sociales y Humanidades, UNR Editora, Rosario, 2016.-
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hay…, de aquello que destituye a los saberes previos, e inutiliza a la
conciencia… De tales cosas heterogéneas, estamos hechos. Y a ellas les debemos
una dedicada atención…
ii. En línea con lo expreso en el párrafo anterior, alienta a este escrito
entonces un objetivo más vital, que contemplativo; más filosófico-médico y
diagnóstico, que filosófico-académico y conjetural. Por ello es que otros autores
se incluirán, mas sólo cuando los necesitemos, y por su sólo valor instrumental;
no para componer el texto, sí para despejar la ‘cosa’. Justificamos seguida y
brevemente nuestra intención ‘terapéutica’…
Claro que la Historia del pensar ha tenido roles decisivos en la –más
amplia-- historia ‘humana’ de Occidente, pero en modo alguno pensamos que
esta historia se constituya total y puramente desde los itinerarios del saber
(Historia del pensar); y algo más…, tampoco consideramos que esta última --la
Historia del pensar-- consista en un trayecto hecho sólo de ‘buenos’ y ‘correctos’
procedimientos cognitivos –‘pertinentes’ interpretaciones, ‘precisos’ análisis,
‘rigurosas’ deducciones.... Aforísticamente: Todo pensar vigente también está
hecho de malas traducciones e incorrectos pensamientos, y lo que es aún más
decisivo: esos ‘malos procederes’, sin demoras y plenamente, son constituyentes
y dominantes de los agentes –por ejemplo, nosotros. Puesto en caso, y para
visualizar…
Hay dos Descartes… --y no siempre coinciden. El Descartes de los
especialistas –todos ellos procuran capturar al ‘verdadero’ Descartes--; y el
Descartes de aquella chica que se mete en el oído el i-pod (la música del i-pod)
para que su cuerpo actúe sin pensar –sea puro y solo--, mientras que se in-gesta
cafeína para que su cuerpo no proteste mientras intenta que su conciencia –pura
y sola-- estudie la Crítica de la razón pura. (Este último Descartes no siempre
coincide con el ‘verdadero’ --de los libros--, más aun, en ocasiones es incluso
una muy mala interpretación de aquel…, pero al fin de cuentas es el que

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impera, el que manda y rige –a los hombres, en los hombres, concretos —y
según propio modo.)
Lo nuestro es simplemente una elección… --y en modo alguno hay
subvaluación de la actividad ‘especialista’ –que además, no sabemos hacer. Más
nos interesa (es un intento) ‘liberar’ lo cartesiano del organismo de aquella chica,
que intentar saber lo que Descartes ‘en verdad’ procuró decir y pensar en su
tiempo. Aquel Descartes, ya nada nos hace; pero en cambio hay ‘cosas
cartesianas’ –de dudoso ‘cartesianismo’, claro-- que gravitan en nosotros.
Entonces, en concordancia con lo dicho, y tal como adelantábamos,
intentaremos pensar con y a través de Heidegger… Pero no nos ocuparemos de
su pensamiento. Con Heidegger, pensaremos al Arte y le Religión modernos
que nos han llegado, contactan y viven en nosotros. (Seguimos a Heidegger,
pero seguir, al menos en la ‘vida campeana’, no es perseguir. Vamos con él, a
nuestras ocupaciones –que también fueron las suyas…)
iii. Abordaremos Arte y Religión (occidentales) en sus procesos de
‘transformación’ ocurridos en los originales ‘tiempos modernos’ –siglos XV,
XVI, XVII--, y prioritariamente desde dos planos o aspectos: el de la obra en sí
misma –en tanto cosa-- (plano físico), y el de la relación hombre-obra –los procesos
de ‘producción’ y ‘recepción’ (plano estético-antropológico). En razón del
carácter íntimamente constituyente que lo moderno tiene en nosotros (los
hombres de hoy), con cierta ‘regularidad’ efectuaremos en nuestras
apreciaciones trasposiciones temporales hacia el Arte y la Religión de la
actualidad.

A. Arte y Religión. La obra.


A. 1. Arte y obra.
i. Iniciamos nuestro ‘recorrido’ desde los planteos heideggerianos de la
“Época de la imagen del mundo” (1998)…

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Sostiene Heidegger que hay cinco “fenómenos esenciales” que
caracterizan a la era moderna. En cuanto fenómenos se trata de eventos sensibles;
en cuanto esenciales: cumplen mismos rasgos metafísicos, gnoseológicos,
antropológicos –aquellos que hacen-definen a una época, rasgos omnipresentes
y dominantes de un tiempo. Desde otro respecto, los fenómenos esenciales son
aquellos que permiten monitorear, recurriendo a una expresión de G. Bateson
(1982), la ‘pauta que conecta’ --en este caso: a una época.

Aparte. La ‘pauta esencial’ no resulta del tiempo ‘entre-


fechas’: sino que más bien, lo hace. E incluso todo ‘tiempo’
o ‘cosa’ que cumple la pauta, pertenece a la ‘época
original’; por caso, todavía ‘moderna’ es la ciencia actual
en cuanto y cuando respeta la consigna del Principio de
razón suficiente, que manda a que todo tenga una razón…,
para que sea ‘real’.

Uno de los fenómenos esenciales de la Edad Moderna según Heidegger es


“su ciencia”: la ciencia ‘moderna’ --a la que califica de “ciencia matemática de la
naturaleza”. Otro –el segundo- de los fenómenos “de idéntica importancia y
rango” que la ciencia moderna, es “la técnica mecanizada” –de la que se
encarga de destacar: que en modo alguno debe pensársela como “mera
aplicación” de la ciencia, sino más bien como una original “transformación” de
la praxis, y que es incluso la que “exige” la creación y uso de la ciencia
moderna. (Recordemos que Newton ‘crea’ una matemática para formular sus
percepciones ‘físicas’.) Un tercer fenómeno (Heidegger lo ubica en cuarto lugar)
es: que toda obra y obrar humano “se interpreta y realiza como cultura”. (Late
en esta idea de ‘cultura’, la noción de ‘cuidado’…, y en ella la idea de ‘lo
humano’ como singular esencia del hombre --a ser ‘cultivada’. Es el tiempo del
Humanismo. La Humanidad: principio, identidad y destino del hombre.) Y
finalmente hace mención a otros dos ‘procesos’ –que son los que nos ocupan
aquí--: uno vinculado al Arte, y el otro vinculado a la Religión…

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Del Arte…

(Otro, para nosotros el cuarto,) fenómeno de igual rango (que


los mencionados) en la época moderna es el proceso que
introduce al arte en el horizonte de la estética. Esto significa que
la obra de arte se convierte en objeto de la vivencia y, en
consecuencia, el arte pasa por ser expresión de la vida del
hombre. (Heidegger, 1998: 63)

De la Religión…

Un quinto fenómeno de la era moderna es la desdivinización o


pérdida de dioses. Esa expresión no se refiere sólo a un mero
dejar de lado los dioses, es decir, el ateísmo más burdo. Por
pérdida de dioses se entiende el doble proceso en virtud del
cual, por un lado (…), se pone el fundamento del mundo en lo
infinito, lo incondicionado, lo absoluto, la imagen del mundo se
cristianiza, y, por otro lado, el cristianismo transforma su
cristiandad en una visión del mundo (la concepción cristiana
del mundo), adaptándose de esta suerte a los tiempos
modernos. (Heidegger, 1998: 64)

ii. Hemos acreditado con Heidegger, según él y de manera abreviada, los


cinco fenómenos que hacen perceptible la ‘esencia’ de la Modernidad… Pero
nos iniciamos desde el Arte… Atendamos al “proceso que introduce al arte en
el horizonte de la estética”.
“Estética” es dicha aquí en el sentido simple y amplio de primera re-
flexión racional-conceptual sobre el arte. No estamos aún en el s. XVIII, en que
la estética perfectamente pudo y hasta debió escribirse y reconocerse con
mayúscula en razón de su autonomía de ser (Estética / Baumgarten); pero si
bien este pensar estético inicial al que nos referimos (Renacimiento), aún carece
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del status que le da un canon…, posee sin embargo la vigencia que le otorga un
ejercicio pleno.

Aparte. Hay claramente una diferencia de


realidad/efectividad entre una ‘acción-representada’ y
una ‘acción-sólo-actuada’ –y a favor de la primera. Pues
toda vez que algo se re-presenta deviene cosa
autosuficiente, autónoma, autárquica, y en cuanto tal,
cuerpo que ‘gravita’, que ‘curva el espacio’ de los hombres,
y así: los reúne en torno, los domina y hace a semejanza.
Mientras no hay representación-cosa…, aún campean las
diferencias. Por caso… La noción antropológica de
‘sujeto’, su formulación filosófica –representación-- data
recién del s. XVIII; sin embargo su ejercicio, operatividad
y vigencia son muy anteriores, y ya existen al interno del
Renacimiento --en el s. XV.

Ahora bien, la introducción del arte en el horizonte de la estética


presupone (implica) y conlleva (promueve), a la vez, dos transformaciones…

a. Arte por el arte. Arte sólo arte. Se trata del inicio de la concepción de
Arte hoy vigente; del Arte tal como hoy lo entendemos y escolásticamente se lo
enseña: proceder diverso a las artesanías, a los oficios, las tecnologías… Por
cierto que tal concepción no nos sorprende ni nos extraña, aunque es dable
recordar que ni en Grecia ni en la Cristiandad el Arte se concebía como diverso
a las mencionadas actividades…
El término ‘téchne’, en Grecia, no remite exclusivamente a la actividad
artística; dice más ampliamente: un saber reglado, que permite su enseñanza-
aprendizaje. La téchne consistía en “un saber que sabía lo que hacía” –dice A.
Ruiz Díaz (1974). Apunta en su “Estudio preliminar” al Ión de Platón:

En gran medida, un saber hacer, una recta producción. Por ello


el técnico sabía (…) a qué atenerse respecto de las cosas que
manipulaba y de los objetos que buscaba producir… El saber

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técnico reúne en general lo teórico con lo operativo: es un saber
hacer. (Platón, 1974: 12)

En la Cristiandad… (Siempre teniendo en cuenta las debidas reservas


que deben tenerse cuando se piensa y dice sobre aquellos doce siglos
heterogéneos de pensadores demorados y cóncavos…) En la Cristiandad suele
diferenciarse ars (téchne), de scientia (episteme). Lo hace Casiodoro (480-575) en
los primeros tiempos de la Edad Media –pero a él lo siguen otros pensadores
(Hales, Hugo de San Víctor…). Recurrimos a De Bruyne (1994) para citarlo.

“Artem esse habitudinem operatricem contingentium quae se et


aliter habere possunt; disciplinam vero (id est, scientiam
speculativam) de his agere, quae aliter evenire non possunt.” El
arte es disposición práctica de cosas contingentes, las cuales
también pueden presentarse de otro modo; pero la ciencia (es
decir, el conocimiento especulativo) se ocupa de esas cosas que
no pueden suceder de otra manera. (De Bruyne, 1994: 169)

Pero aun así, quedan al interno de las artes todas las actividades práctico-
productivas –desde la arquitectura, hasta la medicina.
Arte por el arte… No hay dependencia en el tiempo de producción artística
–se inicia el artista a ser ‘libre creador’. Dice Oliveras (2007):

Aun cuando Leonardo acepta la mímesis pictórica y la


necesidad de mantener fidelidad con el modelo, no deja de
destacar que la obra es el resultado de la acción de un ser libre
que añade imaginación a la naturaleza. La fidelidad al modelo
no es entonces sinónimo de pasividad o sumisión…” (Oliveras,
2007: 102)

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Arte sólo arte… No hay dependencia tampoco en el espacio de la actividad
del arte –la obra es ahora ‘libre acción’. Frente al arte de la Cristiandad,
íntimamente tutelado por una intencionalidad educativa y religiosa
(evangelizadora), el arte del s. XV aparece y se proclama ‘independiente’. La
obra: ‘creación’ en sentido fuerte –realización: materialización completa…

(Leonardo) alejado de la especulación escolástica, considera que


no hay tanta separación entre lo divino y el arte: el artista es un
creador… (Y el arte, es) superior a cualquier producto de la
naturaleza porque mientras éstos desaparecen, la obra de arte
perdura a lo largo del tiempo. (Oliveras, 2007: 103)

La obra: creación que se-da-a-sí-misma –cosa que carece de finalidad


externa. La obra, es lo-que-es; y lo-que-es, es lo lo-que-tiene. Así, la belleza –que
en ocasiones la obra logra tener--, ya no es fuerza fenomenal independiente de los
substratos (cosas) y libre de los hombres (esto es, de aparecer y afectar a unos y
otros ‘azarosamente’), como en Grecia… La belleza es ahora un ‘efecto’, un
‘reflejo’, una ‘prestación’ --no causa, no origen--, que en la obra de arte mora y
se demora --aun más que en la Naturaleza--, y que con el tiempo –el nuestro--,
hasta llegará a ‘medirse’ y ‘consistir’ en el sólo poder de afección al hombre
receptor. (Hoy la belleza es sólo y apenas una ‘afección subjetiva’ –un sensorial e
individual ‘punto de vista’.)

b. Arte desde la Estética. Arte según la Estética. La introducción del arte


en el horizonte de la estética, en modo alguno es proceso neutro. Se inserta el
arte en la Estética, y en ello: se ‘estetiza’ --arte según y en el modo de la Estética.
Esto implica que la obra de arte deviene estructural e íntimamente ‘estética’. Se
trata de la internación de la Estética en la obra. La Estética deviene, de la obra, su
interior constituyente. “La pittura è cosa mentale.” –dice Leonardo. Así, apunta

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Oliveras: “no es ella diferente de la filosofía; por el contrario, ‘es filosofía’…”
(Oliveras, 2007: 102)
Ahora bien, obsérvese que en lo profundo, si nos atenemos a la intimidad
de la obra de arte, no hay un arte puro –un ‘arte por el arte’. Pues no hay arte-
arte, sino arte-estético –esto es: fundamentado y estructurado por otro/s
saber/es. Y es éste el modo-moderno-de-ser: la esencia dominante/replicante de la
Modernidad. Es decir, no hay arte puro, pero tampoco hay ciencia, ni
tecnología, ni filosofía puras. En este ‘tiempo moderno’ todos y cada uno de los
saberes/actividades deberán también tener del otro –de los otros saberes. El artista:
científico y filósofo; el científico: filósofo y artista; el filósofo, científico y artista.
Y ello, insistimos, porque a partir de la Modernidad –y formalmente a partir de
la institución del Principio de razón…--, al Ser lo decide el Pensar –el Ser
reclama fundamento en el Pensar--, y al Pensar/Saber se lo concibe como
construcción calculante, y fundamentadora.

Aparte. El pensar, en la Modernidad, es ‘creación’ en


sentido fuerte (construcción); no simple paso del no-ser al
ser (desarrollo); no es transductivo, no pro-viene de la
cosa: se lo diseña in mente. “Mente concipio…”, dice
Galileo en sus Discursos sobre dos nuevas ciencias;
“Estúdiese primero la ciencia, y luego la práctica que se
deduce de ella”, dispone Leonardo en su Tratado de la
pintura; “Cerraré ahora los ojos, taparé mis oídos, no
emplearé mis sentidos…”, procura Descartes en su
‘Tercera meditación’ (Meditaciones metafísicas).
Y el pensar es cálculo: esto es, un ajuste de algo --sí
mismo-- a algo --sí mismo—: 8 – 5 = x. Aunque a la vez,
no mera sintaxis: cálculo fundamentador… Es decir,
cálculo que reclama a la cosa concreta para sí: la mide, la
evalúa, la significa, la describe…, y en ello la hace ser, le
da Realidad. A partir de la Modernidad algo será Real si y
sólo sí cabe total y completamente en un inventada razón
fundamentadora. (Tal razón ha tomado muchos nombres:
‘proyecto’ en el territorio de la Ciencia; ‘boceto’ en el Arte;
‘planificación’ en Educación; ‘mapa’; ‘diseño’;
‘esquema’…) Continuamos…

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En procura de una mejor comprensión de la ‘transformación’ del Arte en
la Modernidad, proponemos unos contrastes –con Grecia y la Cristiandad.
En Grecia el arte posee una inescindible faz religiosa: lo divino se expresa
y establece ‘artísticamente’. Pero la obra no comporta sostén ni estructura
científica –al modo moderno. De hecho, Platón se esfuerza por pensar al Arte
desde los ‘conceptos’, y en no pocas ocasiones su logos conceptual fracasa en las
capturas –véase por caso el Ión, en donde lo que sea la poiesis artística es cosa
que huye del pensar filosófico, al punto de obligar al diálogo a un final en
estado de ‘abierto’. (Parece ser el arte…, aparece el arte a Platón: como cosa
diversa al pensar conceptual.) Por su parte Aristóteles ‘colecta’ en su Poética y en
conceptos las estrategias y actuaciones actuadas por los dramaturgos, pero no los
anticipa con propuestas prescriptivas y fundamentadotas; su estética no es
normativa, sino descriptiva. La filosofía estética de Aristóteles abreva en el arte:
y es que es el arte saber anterior, autónomo, y por lo tanto libre de ‘filosofía’. En
síntesis, la heterogeneidad y precedencia del arte respecto la Filosofía y la Ciencia –
en Grecia--, no hace más que acreditar la libertad e independencia de tal
saber/actividad respecto los saberes conceptuales. El arte fue, pudo ser y supo
ser, con enorme efectividad, libre del logos conceptual…

Aparte. Aun hoy –aunque no es lo que abunda en estos


sitios y tiempos-- la actividad artística –el Arte— conserva
por derecho propio y esencial la posibilidad/potestad de
independencia de origen y libertad de proceder respecto
los saberes fundamentadores. Los artistas aún hoy tienen
–afortunadamente—permiso de ser ingenuos y apartados
científica y filosóficamente, y en ese respecto entonces,
sana, aunque a la vez, riesgosamente inimputables. (El
‘riesgo’ del que hablamos es simplemente artístico –riesgo
de no tener garantida la efectividad sensitiva de la obra…)

En la Cristiandad el arte tenía finalidad educativo-religiosa. (Pictura est


laicorum litteratura.) Pero es idea pobre y miope pensar que sólo tal función es su
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total y única propiedad. Pues hay en la obra de arte medieval también una
intención celebratoria, y algo más…: una propia, contundente y seductora
efectividad sensible. Desde hace largo tiempo –mediados del s. XX-- que los
hombres de Occidente habitamos confortables universos espacio-temporales –
útiles. Y acaso tal benignidad del espacio/tiempo sea la que nos obtura la
comprensión de ‘aquel’ encuentro estético que tuvieran el hombre medieval y la
obra de arte de entonces. Visualicemos una catedral gótica… Y ahora pensemos
en un campesino de la Europa del s. XII…
Hombre al sol --a su imperio y a su ritmo. Entre humedales de otros
vivientes –cabras, patos, gallinas y cerdos… Hombre sin letras, apenas de voces
y vocablos…; sobre suelos que le encallan los pies, tanto como le embarran los
dedos; en espacios que a menudo le queman el cuerpo, y otras veces –con pareja
indiferencia-- se lo hielan. Hombre frente a hedores…, pero que le abordan –no
menos al cuerpo, que al hogar suyo, de su esposa y sus hijos. Pero de repente…
La anunciación-de-un-templo: un templo que se anuncia --una obra que se ve de
lejos. Pero que también recibe… --permeable, se deja habitar. Esta vez, el
universo es de piso suave, limpio de barro y plano ‘como nada’…; hay aromas a
incienso y mirra; cortinadas luces que abruman el aire; vitrales que se proponen
a sí mismos; mas reservados, algunos retablos…
El templo seguramente llegó a cumplir una finalidad…, pero al fin no se
habría llegado de no haber sido: porque la obra por-sí y a-sí misma, y primero, se
dio. Las catedrales fueron para los campesinos de entonces, siempre antes que
una propuesta ‘ideológica’, un benigno-y-atractivo-mundo-para-habitar. Desde otro
respecto… La alegoría –un uno que remite a un otro--, sólo funciona si la obra
primeramente se entrega como símbolo (un uno en un otro). O si se quiere, como
gesto –acontecer en que coinciden esencia y fenómeno –ser y aparecer. (El gesto de
ira no representa a la Ira, “es la ira misma” --apunta Merleau-Ponty en su
Fenomenología de la percepción (Merleau-Ponty, 1985: 201).) Consecuentemente, la
obra de arte, aun la medieval, primero, no remite; primero se entrega a sí misma, y

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en ello: afecta y significa. Lo que queremos indicar es –proponemos un ejemplo-
- que a la ‘Paz divina’ –como idea— debe no sólo precederle sino iniciarle, el
‘silencio monacal’; y lo que es más…, es por la vía y en el modo de este silencio
terrenal que los seglares ‘entienden’ la idea… La alegoría no puede ser pura
promesa sin anticipo sensible, y si lo es…, no funciona, no evangeliza. Ahora
bien, jamás la idea precede a la imagen; pero tampoco la imagen precede al
contacto. Es decir, en el origen de la ‘significación’ de la idea de Paz, hay
seguramente, aun antes de cualquier ‘imagen’, un sensible y táctil modo de ser del
mundo que se habita… Así fue y por ello, que las Catedrales evangelizaron:
pues fenoménicamente se anticiparon y propusieron –así condujeron a los
hombres ‘del siglo’ hacia la fidelidad.

Aparte. La fe no es confianza en la nada o lo absurdo, la fe


reclama la preeminencia y prevalencia de lo que siempre-
ya-te-ha-tocado, esto es: lo que se anticipa y transforma –
gratia. A la fe no le pertenece el concepto. No se tiene fe de
un concepto ni por un concepto. La fe es más primaria y
más corpórea. Nadie tiene fe, si no ha sido encontrado –sea
por búsqueda, o por recepción. No decimos que el arte
medieval no remita a conceptos…, sólo apuntamos que el
arte, primero, sensitivamente los ha pro-movido --el arte
primero, no refiere. Cosa…, el arte, primero,
sensitivamente se ofrece.

Pues bien, recordemos que en la Modernidad, el arte se ata en génesis,


ser y actividad al ‘nuevo’ saber científico-filosófico-tecnológico.
Contrariamente, no es el arte cristiano un saber segundo que reclama anclaje,
soporte, fundamentación…, es más bien un singular ‘lugar’ original: para obtener
saber… No es en primera instancia y fundamentalmente un instrumento
ideológico, sino más bien, el modo original, singular y legítimo por el que se
estableció en signos y significaciones la Cristiandad --como ‘mundo’ de los
europeos de los siglos II al XIV. Tal potestad del Arte, aun se conserva. Es lo
que pensamos… En los ‘cambios’ o ‘mutaciones’ del Arte, hay evoluciones y

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transformaciones en la ‘hominidad’ del hombre. El cine, por caso, nos ha hecho
‘soñar’, ‘narrar’, ‘percibir’ cinematográficamente. Análogamente, las Catedrales
en particular, el arte de la Cristiandad, en general, ‘hizo’ al hombre medieval a
su semejanza, y sin esperar ni depender de las conceptuosas traducciones
teológicas y filosóficas. (Hablamos de ‘hominidad’ y no de ‘humanidad’ porque
pensamos que el arte no muta sólo ‘lo ideológico’, sino incluso ‘lo corpóreo’ del
hombre. El arte no cambia sólo ideas, subrepticiamente modifica la materia.)

En Grecia y en la Cristiandad el arte tiene efectividad religiosa –


distintamente, pero la tiene--, sin embargo a pesar de que su ‘efecto’ es
religioso, su origen (poiesis) y ser (aistheton) es libre de todo fundamento –de
cualquier otro saber, que no sea sí mismo. La Modernidad invierte este rasgo. El
arte incumple rol y finalidad ‘religiosas’, pero se hace ‘moderno’ –esto es,
adquiere fundamento tecnológico, científico, o filosófico. El arte deviene “cosa
mental” --Da Vinci. (De Leonardo, a la actualidad no parece el arte haber sido
otra cosa que: un hacer/obra fundamentado/a –o en ciertos casos el fundamento
mismo -Arte conceptual-.)
Evolución y desarrollo de esta propuesta modernizadora, solemos
encontrarnos hoy con obras de ‘contundente debilidad’. Obras cuya arquitectura
fenoménica resulta sensitivamente tan poco efectiva que no tracciona, no
conmueve, no importuna: obras ‘insensibles’, ‘juegos mentales’ sin materialidad
ingerente, y sin saber aplicable. Se trata de obras que no transportan, no
conducen, ni movilizan… Hasta nos animamos a decir –en un ‘juego ficcional’--,
que de haber dependido la evangelización cristiana de tales obras actuales…,
hoy Occidente aún sería religiosamente griego o romano. Se trata de obras
débiles, a las que debe obligatoriamente precederle la ‘curiosidad’ o la
‘necesidad’ del receptor, o el amor por el arte (diletante/aficionado), o el vivir
del arte (crítico/artista); son obras que estéticamente no llaman la atención;
obras que no claman. Atendamos ahora al contraste –respecto lo señalado— que

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nos ofrece la apreciación de los Victorinos –concretamente Hugo de San Víctor--
acerca de la belleza sensible.
Tomamos como fuente a E. De Bruyne (1958). Hugo de San Víctor
(Celeste Jerarquía) despliega cuatro rasgos (cuatro ‘definiciones’) de la belleza –
aquella ‘fenoménica’ que algunas obras suelen ejercer--; la que sigue es la
última…

Finalmente, encontramos una cuarta definición, que se basa en


la terminología: καλός, bello, deriva –se dice— de καλέω, llamar.
Lo bello se define, pues, por los efectos fundamentales. Hugo
conoce por el Pseudo-Dionisio la teoría de la “llamada de lo
bello”, a la que responde “el amor de la belleza”. Pues bien,
cuando la belleza del objeto y el amor del sujeto se encuentran y
fusionan, hay asimilación vital: como la luz ilumina, así la
belleza embellece a quien la ama. El sujeto pasa al objeto
porque el objeto se le ha hecho armónico consigo: sólo en el
amor estático se disuelve la emoción estética. (De Bruyne, 1958:
228)

A. 2. Religión y obra
Hemos estado pensando –abriendo en consideración-- la “estetización
del arte”; nos iniciamos ahora a recorrer el quinto fenómeno esencial de la
Modernidad: la desdivinización o pérdida de los dioses…

Un quinto fenómeno de la era moderna es la desdivinización o


pérdida de dioses. Esa expresión no se refiere sólo a un mero
dejar de lado los dioses, es decir, el ateísmo más burdo. Por
pérdida de dioses se entiende el doble proceso en virtud del
cual, por un lado (…), se pone el fundamento del mundo en lo
infinito, lo incondicionado, lo absoluto, la imagen del mundo se
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cristianiza, y, por otro lado, el cristianismo transforma su
cristiandad en una visión del mundo (la concepción cristiana
del mundo), adaptándose de esta suerte a los tiempos
modernos. (Heidegger, 1998: 64)

i. La Modernidad se cristianiza.
La cristianización de la Modernidad por lo pronto, y como suceso
histórico, es un proceso anterior e íntimo a los tiempos modernos. La
Modernidad surge desde la Cristiandad. Ahora bien, los procesos poiéticos –sean
de orden biológico, social, o incluso químico— son verdaderos ‘saltos’ respecto
los ‘tiempos’ precedentes, y de salida. En ese respecto, cuando hablamos de
‘surgencia’ –de la Modernidad, desde la Cristiandad--, en modo alguno estamos
pensando en un proceso de ‘parto’, o expulsión completa del tiempo moderno,
a partir de la Cristiandad. La Modernidad configura todo un ‘tiempo’ que tiene
autonomía en sus reglas, pautas y criterios, y novedad en sus sentidos,
propiedades y realidades… Ahora bien, del mismo modo que el agua (H2 O),
que es líquida, pro-viene de dos gases (H y O), la Modernidad aun siendo un
‘mundo’ distinto al de la Cristiandad, comporta ‘transformados’ y
‘resignificados’ muchos de sus componentes.
Veamos… El Dios en que se ocupa y del que piensa y habla la
Modernidad es el Dios cristiano --ninguna duda cabe… No es Zeus, ni
Dionisos, no es Apolo… Sin embargo es una divinidad ‘transformada’ –y por lo
tanto que comporta ‘otros’ caracteres, ‘otro’ lugar entre las realidades, y ‘otro’
vínculo con el hombre –que los tenidos por la Cristiandad primera. (Nos
referimos a aquella comprendida entre los siglos II y XIV.) En otros términos, y
más precisamente, la cristianización de la Modernidad se efectuó bajo el modo de
una modernización de la Cristiandad. Esto es: lo cristiano, pasó a ser bajo sentido
moderno.
Caso 1… La divinidad cristiana --en la Modernidad--, ya no fue entidad
viva y libre…, sino más bien fundamento, causa, razón, principio…, y según sus
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modos ‘modernos’ –de ser y entenderse. Más particularmente, toda vez que la
ciencia moderna pensó al Dios cristiano no hay duda de que siempre ya ejecutó
un ‘paso’ previo… Ese paso es transformatorio: mutó Dios de ser-vivo, a idea-
mental. ¿La razón…?
La Ciencia consiste en sus teorías, y éstas en plexos conceptuales en que
cada componente se define por el todo, y al interno del todo sistemático. Así, no
hay modo de que la ciencia piense a Dios, sin transformarlo en un preciso
concepto científico. (Tal proceso transformatorio no es privativo de la ciencia
moderna, pues ya Aristóteles hubo de señalar que siempre toda ciencia
comporta al menos dos presupuestos, uno de existencia, y el otro de esencia. El
biólogo supone que ‘hay’ vida; pero además: que la vida es ‘tal cosa’, ‘de tal
manera’ –una definición o concepto de Vida.) La Ciencia moderna entonces
debió partir de ‘sus’ supuestos ‘teórico-conceptuales’ –pues jamás habría podido
pensar o acceder a lo extraño y heterogéneo. Así bautizó a lo divino: le dio modo
de ser objeto científico.

Caso 2... La religión, en la Modernidad, deja de consistir y arraigarse en


una experiencia del hombre con lo supra-humano –sensible acontecer, otro,
heterogéneo y dominante--, y entonces: ya no implica un diálogo abierto,
imprevisible y temporal del hombre y la divinidad. Ya religio no consiste en:
“un saber originario del hombre, por el que conoce que tanto él mismo en
cuanto individuo y en cuanto especie, al igual que el mundo que aparece en
torno a él, no son lo absoluto, lo autosuficiente” (Balthasar: 2008: 58). La
Religión, ahora, en los tiempos modernos, y más que nunca con mayúscula
(Religión), devino ‘sistema de creencias’ –ideas--: un credo, un dogma, un mito –
al que primero deberá interpretarse, para luego decidirle humana
concordancia…, o no. (Surge la Filosofía de la Religión. ¿Por qué no…? Si hay
Filosofía del Arte, Filosofía de la Historia…)

16
Así como el Arte se ‘estetiza’, la religión se ‘cientiza’. Tales procesos son
de modernización –en cuanto en ambos casos se exige fundamentación para que el
saber o actividad en juego sea… –‘real’.

B. Arte y Religión. La relación con el hombre.


B.1. Arte y Hombre.
Recordemos la cita inicial…

(Un otro fenómeno esencial de) la época moderna es el proceso


que introduce al arte en el horizonte de la estética. Esto significa
que la obra de arte se convierte en objeto de la vivencia y, en
consecuencia, el arte pasa a ser expresión de la vida del hombre.
(Heidegger, 1998: 63)

i. Proceso de producción.

Esto significa que (…) el arte pasa a ser expresión de la vida del
hombre.

Debe tomarse al genitivo en sentido posesivo y absoluto: “la vida del


hombre” dice: la vida le pertenece al hombre y sólo es del hombre. Porque el
hombre moderno es solo –pues de nada necesita para ser: es sujeto. Y como
sujeto es autosuficiente, autónomo y autárquico… Por lo tanto desde el plano
poiético, el hombre es FUENTE: única y perfecta. Única: No hay otras causas que
co-laboran en el paso del no-ser al ser –como ocurre en Aristóteles. Perfecta, esto
es: completa… Todos los aspectos intervinientes en la producción son tenencia y
pro-venientes del hombre. La materia (hylé) y la forma (morphé) en Aristóteles
precedían al artista; era el artista quien sostenía, reunía y ejecutaba la obra
(causa agente), pero en modo alguno la causa-fuente (causa eficiente) –origen de
las restantes ‘causas-componentes’. En la Modernidad el artista es ‘creador’ de

17
la obra –como cosa material--, pero aun antes y más esencialmente, creador de
la forma (morphé) --que en los nuevos tiempos tomará otros nombres…, ‘plano’,
‘boceto’, ‘esquema’--, y creador/elector de la materia (hylé) --todo ente sensible,
en tanto conjunto de propiedades, ‘para cada caso’.

Aparte. Por cierto que la poiesis como creación, y la


creación en sentido ‘fuerte’ –como realización de una cosa
ex nihilo--, es tesis de origen cristiano –no ocurrencia
‘original’ moderna. Es éste uno de los aspectos en que se
visibiliza la cristianización de la Modernidad. Además, tal
‘modo de producción’ se da parejamente en otros planos –
que el artístico--, por caso en el territorio de la ciencia. La
ratio científica moderna es inventio –concepción in mente.
La experimentación en la Modernidad es, en cuanto
instancia de descubrimiento, ‘mental’ –no empírica.

Esa causa eficiente –el artista según la Modernidad-- es tan única y


completa como el mismo Dios cristiano-moderno --aquel propuesto por los
hombres, a los hombres. (El Dios cristiano ‘modernizado’ ya no es Dios que
habla…: como cualquier producto ‘cultural’ –artístico, científico…-- es
propuesta humana, a otros humanos.) El artista deviene semejante a Dios
(Leonardo) y causa-que-expresa obras completas –nada precede ni antecede al
hombre en tanto se reconoce y estima ‘sujeto’. (La causa eficiente es en el orden
de la producción, lo que la noción de sujeto es en el plano cognitivo.) Sea que la
obra se construya (Poe) o se exteriorice (Jung), en ambos casos se trata de
variantes de un mismo proceso de expresión subjetiva. (Muy lejos se está aquí de
la ‘inspiración’ tal como se entendía en Grecia, o en la Cristiandad… Los Dioses,
las Musas, inspiran a Homero, y el Dios Padre, a los profetas…: pero tal cosa
reclama e implica un HOMBRE-ABIERTO, y en vínculo real con lo REAL divino... --
no un hombre puro en su soledad (sujeto/causa eficiente), como el hombre
moderno interpreta al hombre moderno.

18
Aparte. A tal punto el hombre de estos tiempos se percibe
‘substrato’ de todo lo que hay, que lo divino mismo,
insistimos, acabará por devenir un producto más del
hombre solitario. La naturalizada idea de que “Dios es un
constructo que nos damos para procurarnos satisfacción o
evitar insatisfacción…”, es tesis que va en ese sentido.

ii. Proceso de recepción.

Esto significa que la obra de arte se convierte en objeto de la


vivencia… (Heidegger, 1998: 63)

(“Objeto.”) La obra de arte fundamentada e íntimamente estructurada


por un sistema conceptual (teoría), se objetiva, deviene objeto, esto es: cosa total
y completamente sostenida por el nuevo modo de pensar –constructivo,
calculante y fundamentador. Ahora bien, la teoría fundamenta, pero no desde el
exterior…; lo hace íntimamente, estructura, y en ese respecto sostiene y decide –
domina. Es el tiempo de las ‘marionetas’ y los ‘títeres’ –en que las manos y los
hilos, traseros, invisibles e internos, sostienen lo-que-aparece. La obra tiene un
trasfondo –pero el fondo, lo oculto no es simple tenencia: es soporte y
estructura... En las ‘bambalinas’ se apoya lo escénico; lo invisible decide lo-que-se-
ve. El Renacimiento ejecuta prácticamente, al pensar teórico platónico. Es el
inicio del tiempo al que pertenecen tanto la ciencia moderna, y la filosofía
moderna…, como la cinematografía –en tanto obra en que la ciencia y la técnica
sostienen y articulan la artística fenoménica.
(“Vivencia.”) La obra pertenece y se destina al hombre. En la
Modernidad el hombre es patria y destino. Así como la ratio en ciencia (la
teoría) se da del hombre, al hombre… --la ratio, es propuesta por el hombre –Yo-, a
los otros hombres –Yoes- (Heidegger, 1976: 75)--, igualmente la obra de arte es
hacia el hombre y para él. Sujeto el hacedor, Sujeto el receptor: ambos están a

19
cargo… --en ello consiste el ser-sujeto moderno. Nada debe salirse del soporte y
entonces del control o la posibilidad ‘Humana’.
En adelante, y por largo tiempo –al menos hasta el s. XX--, la obra ya no
será mayor que el hombre… Por lo que el artista –de máxima— será ‘genio’, y el
receptor –de mínima-- requerirá, ‘estar capacitado’, ‘tener condiciones‘, ‘ser
especialista’… (Las afirmaciones contemporáneas: “No tengo ‘capacidad’ para
el arte…”, o “Carezco de ‘sensibilidad’ para la belleza”, además de eximir a los
artistas de efectividad estética e incluso del muy sano ‘sentimiento de culpa’,
encuentran en lo antedicho su ocasión de ser y sostenerse. El arte que se dice
Arte –contemporáneo— parece no lograr abrir hombres y pro-mover
receptores… Es –según definición-- tal Cosa, y a ello deben atenerse los artistas
y los espectadores –tanto los ‘capaces’, como los ‘incapaces’. Quienes quieren
Arte deben ir a buscarlo… La obra, poco y nada HACE.) Insistimos… La noción
de ‘genio’ y el requisito receptivo de ‘capacidad’ se sostienen sobre la idea de
que el hombre es sujeto, esto es: metafísicamente, una realidad en sí;
gnoseológicamente, una conciencia a cargo; antropológicamente, una
interioridad pura y autosuficiente; estéticamente, una fuente perfecta y única –
causa eficiente.
La vivencia, en tanto afección sensitivo-cognitiva interior, será en adelante
la manera a que se destinará y en que se recibirá la obra de arte… La obra será
al hombre y para el hombre. La obra lentamente irá consumiendo y agotando
su ser, en el ser-recibida. La evolución de la Modernidad (el tiempo en que
estamos y somos) acabó elaborando obras ‘a medida’ de los receptores y a estos,
los receptores, ‘constructores/controladores’ de las mismas obras (Rating
‘minuto a minuto’). Aunque claro está…, a costa de que no sea el hombre-
receptor otra cosa que siempre sí-mismo; esto es, siempre consumidor-que-
consume-su-expresión --¿o su excrecencia?

B.2. Religión y Hombre.

20
Iremos en busca del proceso que afectó al arte…, ahora en la Religión.

i. De la producción.
Recordemos aquella expresión heideggeriana respecto el arte moderno…

Esto significa que (…) el arte pasa a ser expresión de la vida del
hombre. (Heidegger, 1998: 63)

El correlato de tal afirmación en el orden de lo religioso es: la concepción


de la Religión como construcción humana. No enumeraremos ni a todos y ni
siquiera a algunos de tantos pensadores que sostienen tal afirmación o alguna
variante de la misma tesis. (No nos hemos propuesto hacer historiografía…) Sí
acreditaremos algunas actuales y ‘modernas’ posiciones ‘clericalistas’ –
posiciones notoriamente concordantes con la idea de Religión como
‘construcción del hombre’ –que hemos expuesto.
Nos apoyaremos en un trayecto del diálogo que en torno a la Religión
sostienen G. Vattimo y R. Rorty (El futuro de la religión)…

Vattimo:
Lo que me gustaría subrayar es que el problema del futuro de la
religión podría también traducirse en el problema, más
restringido, pero sumamente importante, del futuro de la
Iglesia. El futuro del arte, por ejemplo, también está relacionado
con el futuro de los museos. ¿Qué esperamos de los museos?
¿Esperamos que todas las pinturas del pasado sean destruidas
por la nueva creatividad? (…) (Vattimo – Rorty, 2006: 106-7)

Resulta interesante advertir cómo ‘traduce’ Vattimo el ‘problema’ de la


Religión al ‘problema’ de la Iglesia; cómo lo religioso se remite --
¿completamente…?-- a la realidad de lo humano.

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Contesta Rorty. (Y pareciera que para no dejarnos dudas…)

Rorty:
Una solución sería que todo el mundo se fuera de la vieja
Iglesia y fundara una nueva. Hay un buen libro de Harold
Bloom, titulado La religión en los Estados Unidos, donde habla de
los mormones, los cientistas cristianos, los baptistas del sur…
Llega a la conclusión de que hay una gran tradición
estadounidense: “Si no te gustan las Iglesias, funda la tuya
propia”. El lema del libro es que ningún verdadero
estadounidense se cree más joven que Dios. (Vattimo – Rorty,

2006: 107)

Ya no caben dudas. La religión es ‘cosa de hombres’ --obra humana. Por


cierto que ya no del Hombre = Sujeto = Razón –propuesta de los siglos XV,
XVI, XVII--; pero obsérvese que ya no interviene realidad extra-humana alguna
en la decisión de la Religión del hombre. No ‘resuelve’ el Sujeto a partir de la
Razón –como en los tiempos modernos iniciales-, ni la Iglesia a partir del
Dogma –como en los tiempos medievales--, pero sí los hombres --a partir de la
propia y exclusiva conversación… (Explícitamente dice entender Vattimo (2006:
101) al Ser, como Lógos; al Lógos como Diálogo; y al Diálogo, como conversación –
“suma de los discursos intersubjetivos”. Lo que se ha perdido esta vez no es la
libertad del hombre individual, sino la ‘alteridad real’ de lo divino. (Y pareciera
que bajo doble ocultamiento, pues parafraseando a Heidegger diríamos que el
hombre actual ya no sólo ignora lo que lo divino es, sino el hecho de que lo
divino sea…) El clericalismo, incluso con su seductora posición ‘democrática’ y
‘tolerante’ (conversacional), hunde sus raíces en la muy moderna ‘pérdida de lo
divino’ (Heidegger). Lo divino ya no habla… Dice Heidegger:

22
La pérdida de dioses es el estado de indecisión (del hombre)
respecto a dios y los dioses…

Pero no es que el hombre está indeciso porque duda; contrariamente,


duda por indeciso; y su indecisión radica en que lo divino ya no inter-viene en
‘lo humano’. Recordemos aquel luminoso escrito de T. Todorov: La conquista de
América. La cuestión del otro. En el capítulo sobre “las razones de la victoria” –de
Cortés-- aporta, apoyándose en “los relatos indios”, la siguiente idea:

La palabra de los dioses se ha vuelto ininteligible, o bien esos


dioses se han callado. (Todorov, 1987: 69)

Y apenas más adelante…

(Los Aztecas) describen el comienzo de su propio fin como un


silencio que cae: los dioses ya no les hablan. “(Sacrificaban a los
dioses) pidiéndoles favor y victoria contra los españoles y
contra los demás enemigos. Pero ya era demás, porque aun
respuesta de sus dioses en sus oráculos no tenían, teniéndoles
ya por mudos y muertos” (Duran, III, 77). (Todorov, 1987: 69-
70)

Las afirmaciones de Todorov claramente cargan un sentido semiótico


(para este autor la fundamental razón de la victoria de Cortés radica en que
“mayas y aztecas perdieron el dominio de la comunicación”), pero
permítasenos hacer uso de ellas desde un respecto fenomenológico.

Aparte. Lo divino, a nuestro entender, aparece en signo,


pero el signo no es mera copia, simulacro, ni facsímil sino
más bien ‘reflejo’ de la divinidad –y en cuanto tal, vestigio
de lo divino, realidad que ejerce actividad y efecto… --no
mera huella, réplica.
23
Apuntamos… En la Modernidad lo divino pasa a estar del otro lado (‘más
allá’) --ajeno, lejano y heterogéneo. Por lo que se abren a los hombres dos
alternativas… O se atienen a un Dios que no los reconoce –porque el mismo
Dios no les habla-; o, por ello mismo, se deciden, solos, a construirlo o
interpretarlo… Ahora bien, en ambos casos todo, siempre y sólo es ‘pura’
resolución subjetiva-intersubjetiva. Lo divino en este caso ya no interviene: no
interfiere ni colabora. Desde los tiempos modernos ya no somos los hombres
en-diálogo-con-inmortales. Dios no es un Otro-en-el-encuentro, sino un signo-
para-mí al que construyo (pragmatismo), o interpreto (hermenéutica) –pero
objeto, esto es: realidad inactiva. Construcción, o interpretación. Se trata de
procesos cognitivamente distintos, pero ambos son procedimientos
ontológicamente ‘humanos’; en el doble sentido de que: son búsquedas que se
originan ‘en’ el hombre, pero además son búsquedas ‘según’ el Hombre. Muy
lejos estamos de aquel rasgo que ‘singulariza’ al Cristianismo como Religión
según H. von Balthasar (2008)…

En la Biblia no es el hombre quien se pone en marcha para


buscar a Dios, sino que es Dios quien inesperada y
espontáneamente sale a la búsqueda del hombre. Tal es lo que
muestran el llamado a Abraham, las “grandes acciones de
Dios”, que “sacó a Israel de la casa de esclavitud de Egipto” y
con ello fue Él, quien primero lo hizo un pueblo y le concedió
una entidad; así como por último (le concedió) la encarnación
de la Palabra... (Balthasar, 2008: 64)

Cuando mencionamos los cinco fenómenos expusimos en cuarto lugar


aquel que refería a la cultura. (“Toda obra y obrar humano ‘se interpreta y
realiza como cultura’.”) Pues bien, la Religión y su epicentro –la divinidad—
son, desde la Modernidad en adelante, ‘productos culturales’ –y el agente--

24
sujeto de la cultura, el sólo y puro hombre… Nuevamente recuperamos a
Todorov en aquel ya referido escrito –para generar contraste. Cuando refiere a
Colón, señala que hay para él tres “esferas de realidad”, según las que
percibe/interpreta –y a partir de las que decide sus viajes y su vida--: la esfera
‘humana’, la ‘estética’, y la ‘religiosa’ (en formato de Palabra sagrada: la Biblia).
Colón, curiosamente, quien abre la Modernidad –la inicia y establece para
todos--, no es hombre-moderno –sino de “mentalidad medieval”. De haberlo
sido, de haber sido ‘moderno’, al menos la esfera religiosa no habría tenido
regencia alguna, o lo que es apenas una variante: habría sido pasible de libre
interpretación --no habría sido ‘realidad’ directriz y mandante en relación a sus
intereses y decisiones.
Transcribimos el texto…

Tres argumentos vienen a apuntalar la convicción de Colón (de


que la tierra que tiene ante sus ojos es un continente): la
abundancia de agua dulce; la autoridad de los libros santos; la
opinión de los hombres que ha encontrado. Ahora bien, estos
tres argumentos (…) revelan la existencia de tres esferas que
comparten el mundo de Colón: una es la natural, la otra divina,
y la tercera, humana. Así pues, quizás no sea casual el que
hayamos encontrado tres móviles para la conquista: el primero
humano, el segundo divino, y el tercero relacionado con el
disfrute de la naturaleza. (…)
En efecto, (hoy) no podemos considerar estas tres esferas en el
mismo plano (…); para nosotros sólo hay dos intercambios
reales, el que se produce con la naturaleza y el que se produce
con los hombres; la relación con Dios no está en el campo de la
comunicación –aunque (de hecho) pueda influir, o incluso
predeterminar toda forma de comunicación. Éste es
precisamente el caso de Colón: hay una relación segura entre la

25
forma de su fe en Dios y la estrategia de sus interpretaciones.
(Todorov, 1987: 23-4)

ii. De la recepción.
El correlato en el plano religioso, del ‘arte como objeto de la vivencia’, es
la religión como sola experiencia subjetiva –vivencia--, esto es: sin transformación
antropológica. Sea una experiencia de ‘sensación’ –placentera o displacentera--, o
una experiencia de mero ‘cumplimiento’ –sin ‘estímulo’ alguno--, en ambos
casos hay siempre una última y definitiva remisión al hombre –como destino y
pauta (sujeto) de lo-que-se-recibe (lo divino).
Pero sin embargo las Religiones originarias no acreditan tal ‘comienzo’…
Primero. Los hombres ‘religiosos’ no se perciben a sí mismos como
sujetos –esto es: en tanto realidades idénticas a sí mismas, y autosuficientes
respecto todo y cualquier alteridad. Todo hombre y ‘lo humano’ que el hombre
pudiera hacer –por caso la Historia del hombre— siempre ya resultan abiertos a
lo divino. Siendo así, no hay lo uno y lo otro –hombre frente a divinidad--, sino
más bien uno-y-otro –en donde los vínculos ‘existenciales’ se resuelven
distintamente: uno ante otro; uno en otro; otro en uno; uno hacia otro… No hay
hombre religioso puro y solo; el hombre, su ‘hominidad’ y su ‘humanidad’ se
deciden en y desde el vínculo con la divinidad. (Diríamos que tal característica
no vale solamente para el hombre cristiano o el hindú…, pues también para el
griego la existencia humana se resuelve desde una “apertura teándrica” --W.
Otto-.)
Segundo. Tal vínculo hombre/divinidad… a. Es óntico e histórico –es un
encuentro ‘concreto’ y no sujeto a estado de cosas ni lógica procedimental
alguna. Es un ‘evento existencial’, no una ‘estructura existenciaria’. (La
singularidad de tal vínculo es todo un problema para la ciencia, que no logra
pensar mas que aquello que entra en ‘clases’ y supone reiteración o continuidad.)
b. No es potestad/capacidad humana. Contrariamente, es vínculo ‘a favor de lo

26
divino…’. El hombre ante lo divino se sabe ‘menor’. (Saber que no es idea ni
sospecha, sino más bien reconocimiento perceptivo, de una superioridad divina
que se muestra –al hombre y en él-- por la vía de un dominio singular y
concreto.) Entonces… Siendo el hombre en-vínculo con lo divino, y lo divino
dominante: el encuentro es EMPÍRICO –una experiencia--, y el efecto,
TRANSFORMATORIO –una metamorfosis--.
De tal ‘zona original’ emerge la Religión como saber original –esto es, no
reconducido a otro saber que le instituye. En estos casos, la Religión ya no es
propuesta ‘ideológica’ del hombre a los hombres, ni obra que se apaga en la
utilidad o beneficio humano; en estos casos la Religión es saber emergente, de un
encuentro existencial –hombre/divinidad-, que le precede, le promueve, y le
fecunda.

Aparte. El plano intelectual carga con tanta preeminencia


en la actualidad –y desde la Modernidad--, que a ese
aspecto metamorfótico apenas se lo reconoce desde el
plano ideológico, bajo el concepto de ‘conversión’. La
transfomación que genera el encuentro con lo divino y en
tanto supra-humano, excede la subversión ideológica, e
incluye al cuerpo y la psiquis… Ello en razón de que la
experiencia religiosa no es originalmente un
aprovisionamiento de ‘ideas’, sino antes: una participación
en o ingreso a otra ‘realidad’. No se trata de una
experiencia intelectual, más que como consecuencia –si lo
es, lo es por añadidura. (En la Iglesia ortodoxa, ‘Teólogo’
no es quien sabe discursivamente sobre las ‘cosas’ divinas,
sino: quien ha accedido a tales ‘cosas’. Así, para la
ortodoxia cristiana el primero de los teólogos es ‘el buen
ladrón’.)

Consideraciones finales
Acerca del arte…
(Ampliamos y precisamos una idea ya iniciada…) Escolásticamente los
hombres de hoy hemos recibido la ‘idea’ de que el arte moderno fue aquel que
27
se liberó de sus ataduras religiosas. Es lo que hemos aprehendido, y es lo que
repetimos --como pericos. Pensamos…: que es una verdad grosera y fuerte –
gruesa y poderosa, pero en ello: excluyente y desatenta.
No hay duda alguna de que el arte moderno tomó libertad, tomó vuelo
de tierras religiosas, por cierto; y tampoco de que no cesó en su trayectoria
hasta autoproclamarse: “arte por el arte”. Sin embargo, consideramos que al
menos esta última afirmación es excesiva –que abarca demasiado. Pues el arte
moderno –a pesar de pretensión de libertad--, quedó íntima y esencialmente
estructurado como saber bajo fundamento –modo cognitivo que instituyera el
dominante Principio de razón suficiente. No fue un saber per se; no fue
completamente libre –reclamó desde entonces y para ser: un soporte en un otro
saber. (Acaso el punto de desarrollo más ‘perfecto’ de tal movimiento, lo
ofrezca el arte conceptual –que en su ser, tiende a la desaparición, si se le quita el
‘fundamento’.) El arte moderno se libera de la Religión, así es: pero ‘lo
moderno’ se la hace íntimo y constituyente. En adelante el arte será
fundamentado: no arte por el arte, sino más bien arte por la Ratio –el arte moderno
será ‘arte por el Arte’.
Contrariamente, y es probable que tal cosa parezca sorprendente, el arte
cristiano sí se ejerce puro y libre (arte por el arte: obra por la obra) –saber sin
mezcla y volado de cualquier ‘otro’ saber fundamentador. Lo es, en cuanto no
reclama autorización ajena para realizarse y ser –lo es en cuanto se trata de un
saber por sí mismo y desde sí mismo. El arte de la Cristiandad –como también el
arte griego— es saber original –no remite a ningún otro-- y singular –carece de
equivalentes, análogos y substitutos--; es saber emergente desde una práctica –
mas no saber práctico que remite a teoría--; siempre azaroso saber, e incierto,
aunque en ocasiones ‘eficaz’ y ‘fecundo’ –propiedades sobre las que se sostiene,
vive y pervive.
El arte de la Cristiandad es saber todavía diverso a la Ciencia, la
Filosofía, las Teologías –natural, sobrenatural. (No el arte moderno, que reclama

28
a la ‘mente’, a la ‘imaginación’, a la ‘técnica’, la ‘filosofía’.) Así planteado puede
aceptárselo entonces como una traducción original y singular del Cristianismo: el
arte de la Edad Media hizo Cristiandad –tan legítima y efectivamente como el pensar
Patrístico. (Desde la Modernidad, por el contrario, que la Religión ha perdido al
arte como interpretante original. Hoy ya no hay arte religioso, sino arte sobre la
Religión –el arte tematiza a lo religioso, pero no lo gestúa… Es decir, aun el arte
religioso contemporáneo es procedimentalmente ‘moderno’.)

Aparte. El reclamo y necesidad de fundamento para toda


cosa, como rasgo propio de la Modernidad, tiene algunas
consecuencias:
- Cierra al pensar sobre sí: arma una ‘sala de espejos’. (En
tal sala siempre cualquier hecho, deviene imagen.) Pero lo
que es más…
- Toda alteridad queda siempre ‘positivamente’ oculta –
tras ‘la otra cara…’. Así, y por ello ya no habrá lugar para
la inspiración –como presencia de un otro que afecta y
altera—ni para una cosa-sensible-que-hace –substancia--,
pues todo ente concreto será mero soporte material para
algún pro-yecto de Arte.

Acerca de la Religión…
La palabra cristiana (Cristianismo) nace en lenguas semitas --‘hebreo’,
‘arameo’. Esto implica que los sentidos y realidades ‘cristianos’ –en Occidente--
fueron trans-puestos en principio a dos lenguas: el griego y el latín. Surge la
Cristiandad, como primera traducción-interpretación de la palabra de Cristo a lo
propio (Cristiandad primaria), y tal mensaje es el que retoma y al que refiere el
hombre moderno. Ahora bien. Hay una segunda transposición en la historia del
ser-occidente –y es ésta íntima y constitutiva del hombre de Hoy--: aquella que
comete la Modernidad, ‘modernizando’ a la ciencia y la filosofía, aunque a la
vez, al arte y la religión.

29
La religión se ‘moderniza’ (Religión), mas lo que acaba siendo decisivo –
para lo que somos--, es que lo hace hacia todos –para todos--, y con irrestricta
efectividad –lo logra. Es decir... La religión deviene en la Modernidad ‘sistema
de creencias’: y ello va a ser para los científicos, pero, lo que es aún más
instituyente, así va a serlo también ‘para los religiosos’. La religión moderna, los
‘nuevos’ religiosos (nuevos y modernos cristianos, si se quiere…), adoptan la
identidad que le confiere el adversario… También puede pensarse que la
Religión, en su mutación, obtuvo un adversario. (Incluso nos parece una idea
más adecuada a los hechos.) Lo cierto es que se hizo y propuso a sí misma como
un igual a los saberes fundamentados modernos (ciencia, filosofía, técnica) --al
fin y al cabo un ‘sistema de creencias’ no es sino un ‘sistema de conceptos’, esto
es: Teoría--, y por ello compitió con la Ciencia --se le opuso, la confrontó...
Desprecio, devaluación, fueron posiciones mutuas, por cierto; pero el
enfrentamiento y la polarización de base se dieron: porque ambos saberes se
percibieron como lo mismo. (La ‘paridad’, aún hoy se entiende bajo el ‘sino’ de la
‘identidad’ o la ‘igualdad’ –no como el ‘estar a un lado’, no como el ‘estar a la
par’.)
Esta religión modernizada fue aquella a la que combatieron filósofos y
científicos; esta Cristiandad moderna (ya no es la Cristiandad primaria) es a la que
remitimos reflexivamente hoy; y aún más, la que se vive y hasta propone desde
los ámbitos religiosos. Sólo unos casos… El Catecismo católico hoy no es sino
un ‘aprovisionamiento de ideas’. La Religión cristiana…: cosa que se discute y
dirime públicamente entre hombres y mujeres, agrupados, en Asambleas. (¿Por
qué no…? Si al fin y al cabo se trata de ideas, la que delibera y resuelve debe ser
la Comunidad.)
En la Modernidad –cosa que aún nos pasa--, lo religioso de la Religión se
resuelve desde la ‘idealidad’ –de la manera que quiera entendérsela…, pero
siempre tomada como aquella ‘zona’ que excluye al cuerpo propio en su ‘dicción’
–a la psiquis--, y al otro en tanto cosa-que–se-sale-de-sí y ad-viene. Siendo así…

30
Una vez que la Religión ya no es pasible de ‘propiedades’ ni ‘alteraciones’,
porque sólo ‘reconoce’ y ‘tolera’ aquellas cosas ‘razonables’ y ‘conversacionales’
–formulados y públicos ‘temas’, ‘cuestiones’, ‘problemáticas’, ‘misterios’…--,
deviene entonces perfectamente posible…: hacer Oraciones como reclamos,
pero sin ejercicios; Cristianismo sin cristo; Religión sin religados; Catecismo con
laicos y en aulas, pero sin teólogos; Dogmas, desde Asambleas, pero sin santos…
Pues bien, para el fin del final, dos ‘cosas’ queremos agregar… Una.
(Antes que nos señalen que lo dicho ‘no vale para TODO el arte y la religión de
la Edad Media’ y la ‘Modernidad’…) Que lo pensado y dicho no tuvo nunca
intención alguna de ser una ‘universalización’ de los sucesos y hechos artísticos
y religiosos del Occidente medieval y moderno. Que no ha sido nuestro interés
señalar lo que siempre fue…, sino apenas: que hay cosas que también hubieron –y
aún hay. Dos. Una idea de H. Michaux (1985):

Si los cristianos querían convertir a los hindúes, debieron haber


enviado a un santo, en lugar de mil misioneros mediocres.
Un solo santo habría convertido por millones a los hindúes.
No hay raza más sensible a la santidad. (Michaux, 1985: 45)

Fin

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