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C apítulo 2
El servicio mediador
de la Doctrina Social de la Iglesia
a) I m p o r ta n c ia d e la d im e n sió n s o c ia l d e la f e en E G
y s u s m o tiv o s o f u n d a m e n to s
11. En cita de Benedicto XVI, y referida -una de las pocas veces- al «ser
vicio de la caridad» sin mentar la lucha por la justicia.
12. Sols L ucia, J. (ed.), Pensamiento social cristiano abierto al siglo XXI.
A partir de la encíclica «Caritas in veritate», Sal Terrae, Santander
2014.
2 . EL SER VIC IO M E D IA D O R DE LA DO C TRIN A SO C IA L DE LA IGLE SIA 65
b) A lg u n o s d e s a fío s d e l m u n d o a c tu a l (nn. 5 2 -7 5 ),
en lín e a d e u n d is c e r n im ie n to e v a n g é lic o (nn. 5 1 -5 2 )
turas sociales, ahora desde las actitudes morales, ahora lo leo en clave
religiosa, y ahora en clave social, o cultural, o política, o antropológi
ca, etc. Esto es muy común en las encíclicas y demás literatura ecle-
sial. Pero siempre es lo mismo: el sistema social y su inequidad de raíz,
desde varias y nuevas claves de lectura.
15. Véase Rahner, K., «El hombre como ser radicalmente amenazado por
la culpa», en Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto
de cristianismo, Herder, Barcelona 1978, 117-146.
16. SRS 37.
2. EL SERVICIO MEDIADOR DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 67
17. George, S., El informe Lugano II. Esta vez vamos a liquidar la demo
cracia, Ed. Deusto, Bilbao 2013.
18. En el tema, Bauman, Z., ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a to
dos?, Espasa Libros, Barcelona 2014.
68 MISERICORDIA, CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL
Sin duda que esta perspectiva cobrará vida propia en los estudios pas
torales de la EG (nn. 268-274).
2 . EL SERVICIO MEDIADOR DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 71
22. Sobre cómo interpreto esta cuestión puede haber debate. Creo que en
EG hay un populismo político de base que no confía en el liberalismo
económico, ni en su forma neoliberal, por supuesto, ni en su forma
«suave» de liberalismo «social». Pero afirmo que, decirlo, no lo dice.
Al contrario, escribe que no es un «populista irresponsable» (n. 204).
Su forma de cuestionar la libertad de mercado y la propiedad privada
siempre es con el añadido de que no sean «absolutas». Valora el creci
miento económico y al buen empresario, (nn. 203-204), pero hay libe-
ralizaciones del trabajo que son puro veneno (n. 204). Precisamente he
leído reflexiones liberales en las que se dice que £G no está en la rea
lidad, porque no existe ese mercado y propiedad de libertad absoluta.
El árbol no les deja ver el bosque. Sobre las distinciones de Juan Pa
blo II, acerca de qué puede entenderse por capitalismo, y aceptarlo
moralmente o no, recordamos CA, 42.
23. Puede verse un texto tan reciente como interesante: G iraud, G., La ilu
sión financiera, Sal Terrae, Santander 2013.Con fuerte sentido alterna
tivo, Biggeri, U., El valor del dinero. Banca, finanzas y ética, más allá
del mito del crecimiento, Sal Terrae, Santander 2014. Y con un sentido
más escolar, para moverse con sentido crítico en el tema, V v.Aa ., Éti
ca de las finanzas, UP Comillas - DDB, Madrid - Bilbao 2014.
"72 MISERICORDIA, CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL
c) D o s g r a n d e s c u e s tio n e s s o c ia le s q u e E G e lig e
p o r q u e d e te r m in a r á n e l f u tu r o d e la h u m a n id a d (n. 1 8 5 )
26. Por ejemplo, ÉG, 206. A mi juicio, ninguno de los Papas ha vivido la
problemática de la diversidad identitaria absoluta (cultural y nacional)
en el seno de su país de origen, y esto hace que den úna solución rápi
da al principio de los derechos de los pueblos. Trabajan con el su
puesto de que cada uno de estos pueblos ha de coincidir con un sola
nación y un solo Estado; a lo sumo, los pueblos pueden padecer una
diversidad regional conflictiva, pero sin discusión nacional y estatal a
cara de perro; escriben, entonces, pensando en un posible pluralismo
de equilibrio precario, pero en un Estado que corresponde a ese pueblo
y nación. También lo hace EG. Sin embargo, esta es la discusión entre
nosotros. Del mismo modo, el aprecio de lo nacional propio, el pa
triotismo del Papa de tumo, le hace estar en un vaivén algo ingenuo en
tre la comunidad internacional de los iguales en derechos y deberes -y
de los bienes que nos debemos todos con todos- y la idea de los dere
chos fundamentales de la nación-Estado y su soberanía muy rígida.
2 . EL SERVICIO MEDIADOR DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 75
(nn. 206-215). Este es un tema social que hay que trabajar más de
cididamente en moral cristiana. No lo considero un asunto mera
mente político ni resuelto sin más con el reconocimiento del dere
cho de autodeterminación de los pueblos o, como se dice ahora,
«derecho a decidir». Está bien planteado en la lógica de «llegar a
ser por sí mismos artífices de su destino» y donde cada ser huma
no pueda desarrollarse en plenitud; pero el encaje político de estas
dos perspectivas, unido a la responsabilidad con los otros pueblos
del propio Estado y con los pueblos proscritos del desarrollo hu
mano, lo considero lejos de lograrse en la moral sociabcristiána y
en la DSI. No es fácil, lo reconozco. Creo que el concepto y los
derechos de la nación-Estado -realizada o reclamada- pesan de
masiado en la DSI frente a los deberes de la comunidad interna
cional por la inclusión de los pobres del mundo.
Cierra la EG, finalmente, una tercera manera de referirse a los
pobres. La evangelización con alma -con Espíritu- requiere estar
entre la gente con pasión por el pueblo, sintiendo con su corazón,
«hombres y mujeres del pueblo» (n. 271), entregados a la gente,
siendo pueblo27, «de tal modo que nuestra identidad no se entien
de sin esta pertenencia» (n. 268). Al entregamos a la gente con
creta -prosigue-, al misionar en el corazón del pueblo (n. 273),
«vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de
pertenecer a un pueblo» (n. 270); y, por el contrario, la perdemos
30. Tengo entendido que Bergoglio ya los había desarrollado siendo arzobis
po de Buenos Aires, y siempre con la idea de explicar el paso en una na
ción de un agregado de ciudadanos-masa, dominada, a un pueblo de ciu
dadanos responsables a partir de una cultura del encuentro que facilite la
pluriforme armonía y el bien común. Véase antes Lumen fidei, 55 y 57.
31. Estos cuatro principios comienzan por ser aplicados a la construcción
de la convivencia social de un pueblo y de la comunidad de los pue
blos en un proyecto común, y derivan en claves que la evangelización
asume con facilidad como carne de su propia carne (nn. 225, 229-230,
233 y 236).
78 MISERICORDIA, CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL
L tal es el segundo
a u n id a d p r e v a l e c e s o b r e e l c o n f l ic t o 32:
principio que Francisco propone, y se verifica como la convicción
de que el conflicto por la solidaridad y la paz de un pueblo siem
pre puede ser trasladado a un plano social nuevo, donde la con
frontación de contrarios adopta la forma de una síntesis acomoda
da a lo mejor de todos ellos (n. 228). Por tanto, el conflicto es una
realidad social, porque el antipueblo está ahí contra la gente del
pueblo, pero se puede soportar y transformar en un estadio social
nuevo para el pueblo que integre a todos, sin eliminar a nadie; al
contrario, recuperando e integrando a todos. Requiere personas
muy generosas al sufrir el conflicto, hasta transformarlo en el es
labón de una nueva realidad social (n. 227), la paz de la comunión
de un pueblo en la diferencia (n. 228), realidad lograda y a la vez
en constante crecimiento. Para un cristiano no ha de ser difícil
pensar estas realidades en la clave de que todo ha sido reconcilia
do en Cristo (n. 229) y.sabedores -dice- de que el Espíritu armo
niza todas las:diversidades (n. 230) y opera en todos los espacios,
posibilitando «una diversidad reconciliada» (n. 230).
La r e a l i d a d e s m á s i m p o r t a n t e q u e l a i d e a 33 es la expresión
del tercer principio y puede traducirse así: nunca permitamos que la
idea distorsione, manipule o encubra la realidad, hasta hacerla de
saparecer como historia y vida de las personas; que la idea nazca
con sencillez y muy pegada a la vida, porque su destino es encar
narse-, la mejor teoría crece siempre preñada de realidad y para me
jorar la realidad social en justicia (nn. 231-232); y si olvida esto, de
riva en lo peor: su ideologización. Para el cristiano esto ha de ser
fácil de entender, pues la Palabra nace de la encarnación, y encar
narse es su destino (n. 233), y, en su defecto, su vida queda estéril.
El cuarto y último principio que EG propone en este momen
to dice que e l t o d o e s s u p e r i o r a l a p a r t e 34 -una formulación de
35. Bermejo, D., Pensar la pluralidad, en (Aguirre Oraá, J. Ma. [Ed.]), Re
tos y perspectivas de la füosofía para el siglo XXI, Anthropos, Barce
lona 2024, 103-147.
36. EG, 238-258.
37. Un clásico, Küng, H., Proyecto de una ética mundial, Trotta, Madrid
1990, 93ss. Tamayo-Acosta, J. J., Conflicto y paz en las religiones, en
http- www.diegodemedellin.cl-phocadownload-dakarsenegal-conflicto
ypazenlasreligionestamayo.pd
- 80 MISERICORDIA, CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL
d) E l q u e h a c e r s o c ia l c o n c r e to d e la f e en E G
39. M etz, J. B., Por una mística de ojos abiertos. Cuando irrumpe la es
piritualidad, Herder, Barcelona 2013.
40. Sobre el fondo social de la cuestión eclesial, véase Pagóla, J. A., Je
sús y el dinero. Una lectura profética de la crisis, PPC, Madrid 2013.
PÉREZ ANDREO, B., N o podéis servir a dos amos. Crisis del mundo, cri
sis de la Iglesia, Herder, Barcelona 2013.
41. Generalizando un tanto, pienso lo que he dicho de la DSI de Juan Pa
blo II -en su contenido de análisis social-, como también creo que de
clina el sentido crítico del análisis en la DSI de Benedicto XVI -aun
considerando el cambio en el ciclo económico o, si se quiere, de épo-
82 MISERICORDIA, CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL
46. Una idea que Francisco recupera en el Discurso ante la asamblea ple-
naria de la ONU, el 24 de setiembre de 2015: «Por eso, la defensa del
ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el reconocimiento de
una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana, que comprende
la distinción natural entre hombre y mujer (LS, 155), y el absoluto res
peto de la vida en todas sus etapas y dimensiones (LS, 123; 136)».
47. No he hecho un estudio exhaustivo de este itinerario de la cuestión so
cial como cuestión ecológica en la historia de la moral social cristiana
y la DSI. Pronto lo habrá.
2 . EL SER VIC IO M E D IA D O R DE LA D O C TRINA S O CIA L DE LA IG LE S IA 87
a) Ver la c r is is e c o ló g ic a :
u n c o n s e n so f u n d a m e n ta l s o b r e lo s h e c h o s
Hay que comenzar por el ver, y hacerlo con mucha humildad in
telectual, pero con firmeza. La DSI no define los procesos socia
les en sus ingredientes técnicos, sino que los asume en la forma en
que se ven más y más reconocidos en el diálogo de la sociedad. La
DSI se acerca a ese diálogo social reconociendo la diversidad de
sujetos y aportaciones -más científicas unas, más experienciales
otras-, buscando conocer aquello que consigue más consenso en
su evidencia y con mayor cuidado de la vida de los pobres y de la
comunidad de vida de todo lo creado. Es lo que dice Francisco y
he citado en su conjunto: «en primer lugar, haré un breve recorri
do por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de
asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmen
te disponible, dejamos interpelar por ella en profundidad y dar una
base concreta al itinerario ético y espiritual, como se indica a con
tinuación» (n. 15). Es lo que hace tiempo hemos llamado «ver» los
hechos y experiencias que mejor pueden definir la realidad, para
leerla en cristiano a la luz de los signos de los tiempos -de los sig
nos que mejor muestran el crecimiento que el Reino de Dios está
teniendo en nuestros días-, y así obedecer al Dios que recrea el
mundo con su gracia, por nosotros.
Selección de hechos. ¿Qué está pasando en esta nuestra casa
común que es la Tierra? ¿Qué hay de nuevo y concreto? Hay pri
mero una aceleración de los cambios en las más diversas dimen
siones de la vida, sin que el bien común y la calidad de vida los di
rija (n. 18); pero surge, al fin, una conciencia de los cambios que
afectan al planeta en cuanto tal y del dolor con que los hemos de
vivir, porque lo malogran (n. 19). Así vemos y pensamos de la
contaminación medioambiental (n. 20), que convierte la Tierra en
2 . EL SER VICIO M E D IA D O R DE LA DOCTRINA SO C IA L DE LA IGLESIA 89
b) R a z o n e s d e la tra d ic ió n ju d e o c ristia n a p a r a a v a la r
e l co m p ro m iso cristia n o co n u n a so lid a r id a d e c o ló g ic a in te g ra l
tenta en la relación «con Dios, con el prójimo y con la tierra» (n. 66).
El pecado -querer ocupar el lugar de Dios- ha roto estas relacio
nes vitales dentro y fuera del ser humano y ha desnaturalizado «el
mandato de “dominar” la Tierra (Gn 1,28) y de “labrarla y cui
darla” (Gn 2,15)» (n. 66), para instaurar en la Tierra el conflicto
total. Pero, en su origen, «la Tierra nos precede y nos ha sido
dada»; y «si es verdad que algunas veces los cristianos hemos in
terpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar
con fuerza que del hecho de ser creados a imagen de Dios y del
mandato de dominar la Tierra se deduzca un dominio absoluto so
bre las demás criaturas» (n. 67). La Biblia no da pie a un antropo-
centrismo despótico én la relación del ser humano con las demás
criaturas, ni la Iglesia participa de una visión ajena al valor de las
demás criaturas en sí mismas, cada una a su manera y con su bon
dad propia, con su valor y significado particular (n. 76), y que el
ser humano tiene que respetar para evitar un uso desordenado de
las cosas48. El propio Caín peca contra su hermano Abel, y en esa
ruptura se quiebran todas las relaciones, también con la tierra de
donde tiene que huir (n. 70); y es que, simbólicamente, los relatos
bíblicos nos muestran que «todo está relacionado con todo... y
todo es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los
demás» (n. 70). Las instituciones del sábado, el año sabático y el Ju
bileo profundizan en la misma idea (n. 71), los Salmos y los Profe
tas lo corroboran... Dios es el Padre y Creador del universo (n. 77),
y los seres humanos su criaturas. La creación entera y en cuanto
tal es obra del amor de Dios y no de un poder arbitrario y ostento
so; no, «cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da
un lugar en el mundo» (n. 77), y cada criatura es una realidad de
la naturaleza que el ser humano tiene la responsabilidad de cuidar
en su frágil equilibrio, porque en ello está en juego también res
petar y salvar la condición humana. Al cabo, esta modesta criatu
ra disfruta de unas capacidades intelectivas, emotivas y simbóli
c) ¿ Y c u á le s s o n la s c a u s a s m á s p r o f u n d a s
d e la a c tu a l situ a c ió n e c o -s o c ia l?
y su sentido- destaca una visión del sujeto que conoce el objeto (las
cosas y toda la realidad) poseyéndolo y vaciándolo de su valor pro
pio, de su identidad distinta del sujeto. El objeto queda así subsu
mido en el sujeto, que, al conocerlo, se lo apropia. El sujeto no se
siente obligado a nada por la naturaleza y valía del objeto; al con
trario, lo considera a disposición de su total antojo, porque no ve su
diferencia particular. La relación de respeto hacia todo lo creado y
su,uso .sobrio y justificado no pueden ser entendidos en esa cultura
global tecnocrática y en esta relación sujeto-objeto.
¿Cómo ha venido a suceder esto? El conocimiento científico y
técnico, basado en su metodología experimental y con sus objeti
vos propios, es una fuente de verdadero progreso humano; pero
cuando lo hemos convertido en referencia única de nuestra cultu
ra, ha nacido el paradigma tecnocrático dominante, con su carac
terística razón instrumental y economicista; esa razón, entonces,
lo ocupa todo y se impone como el único modo de saber y de ac
tuar que importa, el único digno del ser humano. Este encierro o
conversión de la tecnociencia en el paradigma tecnocrático y en su
razón pragmática es el modo en que se ha desarrollado y extendi
do nuestro conocimiento único; su resultado, un conocimiento ma
nipulador de la realidad que, previamente, ha quedado sin valía
propia y a nuestra disposición. La intervención humana en la na
turaleza no reconoce, así, nada previo o dado en ella, que la condi
cione; al contrario, se conduce por la soberanía absoluta para ex
primirla y, de resultas de ello, por la confrontación. De esta
disponibilidad absoluta de la naturaleza deriva la búsqueda de un
crecimiento ilimitado, bajo el falso supuesto de que los recursos de
■ . ■' !. ■
2 . EL SER VICIO M E D IA D O R DE LA D O C TR IN A S O CIA L DE LA IG LESIA 99
d) U n a e c o lo g ía in te g r a l
f) E n te n d e r y e x p lic a r c o n lle v a u n c o m p ro m is o p a r a a c tu a r
61. Esto es muy hermoso, lo creo, pero muy idealista como argumento
para convencer a las mayorías sociales desarrolladas.
2 . EL SER VICIO ME D IA D O R DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLE SIA 109
63. CV, 67
2 . EL SER VICIO M E D IA D O R DE LA DO C TRIN A SO C IA L DE LA IG LESIA 111
I ............... ..
desviado, o con la violencia y la guerra, es hora de reconocerlo y
corregirlo (n. 201); pero es precisamente el regreso a sus fuentes
y i
ecologistas -entre los cuales no faltan luchas ideológicas-, porque
i _ m
«la gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el
. 1 i.
bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere pa
ciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que «la reali
. L l.
dad es superior a la idea» (n. 201)66.
. j
i
g ) C o n c ie n c ia c ió n , e d u c a c ió n y e s p ir itu a lid a d e c o ló g ic a
p a r a u n a c o n v e rsió n e c o -s o c ia l c ie rta y d u ra d e ra
71. CV, 2.
120 M I S E R I C O R D I A , C A R ID A D Y J U S T I C I A S O C I A L
a) A c titu d e s p a r a u n a p a s to r a l m isio n e ra en E G
72. Quisiera que el lector fuese benigno al darse cuenta de que lo social
también es pastoral y que, por tanto, mi apunte no debería olvidarlo.
No lo hace. Le propongo que entienda el título de este pasaje como
consideración presocial de la exhortación «Evangelii gaudium». Uso
este concepto en sentido análogo a otro que ha tenido mucho éxito en
la reflexión ética; me refiero a lo prepolítico (el mínimo moral insos
layable) respecto de la política concreta como realidad de estrategias y
estratagemas. Segovia, J. L., Teología pastoral social, Madrid, No
viembre de 2013 (proyecto para su acceso a la Cátedra de la UPS A en
esta materia teológica).
124 M I S E R I C O R D I A , C A R ID A D Y J U S T I C I A S O C I A L
82. Véase op. cit. en nota 73, donde Juan Carlos Scannone explica esta
conexión.
2 . EL SER VICIO M E D IA D O R DE LA DOC TRINA S O CIA L DE LA IG LE S IA 129
83. Idea muy querida, donde las haya, de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
130 M I S E R I C O R D I A , C A R ID A D Y J U S T I C I A S O C I A L
c) S e r g e n te , s e r p u e b lo ... p a r a q u e lo s p o b r e s n o s e v a n g e lic e n