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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERU

FACULTAD DE EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE EDUCACIÓN
U.N.C.P.
ESCUELA PROFESIONAL DE EDUCACIÓN PRIMARIA

Desarrollo de la dimensión corporal en niños y niñas – Estrategias para desarrollar la corporeidad


en los niños
(Hoja de lectura)

Entendida, como la que se ocupa del cuerpo del niño y el adolescente en la interacción consigo mismo, con los otros
y en la acción constructiva del mundo. Es la base de las demás dimensiones, teniendo al cerebro como el órgano
central a partir del cual se configura el desarrollo. Se refiere a crecer, a madurar, es decir, a lo físico madurativo. La
dimensión corporal se refiere al desarrollo en la niñez desde el cuerpo y con el cuerpo, a fin de reconocer al otro y ser
presencia para este a partir de su corporalidad,
incluyendo también la posibilidad de participar en procesos de formación y desarrollo físico y motor.
El desarrollo de la dimensión corporal en la niñez y adolescencia se dirige a:

 Cuidar del propio cuerpo y del cuerpo de los demás.


 Respetar el propio cuerpo sin prácticas de autoagresión.
 Practicar hábitos de vida saludable.
 Desarrollar armónicamente la corporalidad

El nexo entre la mente y el cuerpo es innegable pero, en ocasiones, nosotros mismos nos encargamos de separar
estos dos elementos. Esta dicotomía suele ser tan radical que, a veces, casi podemos sentir a nuestra mente flotando
sobre nuestro cuerpo, completamente ausente. Lo más común es que esto ocurra cuando prestamos más atención a
nuestra mente, pues ésta es contenedora de nuestras emociones (y no menos importante, nuestras decisiones) y es
difícil no sucumbir a todas las tormentas que se desatan en ella. Sin embargo, mientras estamos vivos, la mente no
deja de estar ineludiblemente vinculada al cuerpo: los peores trastornos y enfermedades ligadas al cuerpo provienen
precisamente de olvidar esto, y de permitir que la separación entre ambos se vuelva cada vez mayor. Lo mejor es,
entonces, que reiniciemos el diálogo entre la mente y aquel recipiente que la contiene. Para ello existen cientos de
caminos, pero aquí queremos mostrarte maneras de lograrlo a partir de un conocimiento sincrético: es decir, de
prácticas que no excluyan al espíritu, pero que se sustenten bajo conocimientos ligados a las investigaciones
neurocientíficas y que contribuyan a atacar el problema. De esa forma podrás guíarte en los caminos de esta
reconexión y sabrás lo que tienes que modificar.

Un grupo de neurólogos estadounidenses encontró, en un estudio del 2016, las bases de la conexión neuronal mente-
cuerpo. Se trata de la red neuronal que conecta a la corteza cerebral con la médula suprarrenal (encargada de que el
cuerpo responda con rapidez en momentos de estrés), un vínculo que demuestra cómo la depresión, el estrés y otros
estados mentales alteran directamente la función corporal. Estudios como este han llevado a los neurólogos a
profundizar en estos nexos y en cómo, a partir de su comprensión, podemos encontrar nuevas formas de vivir. Según
muchos científicos, es posible tener mayor control cognitivo. Un ejemplo está en la mala postura, la cual podemos
corregir con ejercicios, pero es esencial que seamos conscientes antes de que existe una falta de comprensión entre
el cerebelo y los músculos (ambos encargados del balance de nuestro cuerpo), que está provocando el
desequilibrio, como explica el posturólogo Mat Boulé. Si no sabemos que la mala postura no sólo se debe a la
gravedad sino a una mala comunicación entre mente y cuerpo, no podremos arreglarla. Es por eso que el yoga, los
pilates, y otras prácticas son tan útiles para conectar a la mente con el cuerpo. Al requerir de trabajo físico y
concentración, nos ayudan a recolectar los fragmentos del vínculo roto entre ambos.
Lo anterior sienta las bases de otra relevante cuestión. En efecto, las emociones parecen desarrollarse mediante la
compleja relación entre varios elementos que se vinculan en el cerebro, como las hormonas, los neurotransmisores y
las propias neuronas. A su vez, estos elementos afectan al cuerpo directamente; por ejemplo, mediante la regulación
de procesos como el metabolismo o los desarrollados por la médula suprarrenal.

Por eso, el estrés (como muestra esta preciosa animación) es parte de estados mentales que pueden provocar
diversos trastornos físicos. Pero no todos son negativos: recientemente se han estudiado las bondades del estrés.
Así, el cuerpo y su equilibrio con la mente es más complejo de lo que podríamos pensar. Diversos neurólogos, como
Alex Korb, han planteado también la importancia de conocer para qué el cerebro genera ciertas emociones. Korb
encontró que el sentimiento de vergüenza se genera en la amígdala, pero que ésta es estimulada también cuando
logramos algo. Se demuestra de esta forma que regular nuestras emociones no es sencillo, pues para empezar éstas
no son malas o buenas a priori. Si a esto sumamos que las emociones transforman nuestra realidad (pues la manera
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en la que nos sintamos por dentro es algo que puede moldear el exterior), es indudable que existe una conexión entre
la mente y el cuerpo, que implica planos internos y externos, que debemos conocer a mayor profundidad. Pero una
vez que hemos echado un vistazo a estas implicaciones psiquicas y físicas, habrá que tomar medidas para hacer
para saber qué lenguaje usar para entablar el diálogo mente-cuerpo otra vez.

En verdad, no podrás cambiar nada si antes no consigues hacer que la energía vuelva a fluir de otras maneras. La
tensión en tu cuerpo es en gran parte provocada porque tu mente manda el estrés a diversas partes del cuerpo; y si
hay tensión hay resistencia, algo que no permitirá al diálogo fluir. La solución a esto probablemente ya la has
escuchado, pero no nos cansaremos de decirla: aprende a respirar. Hazlo en distintos momentos del día: inhalando,
manteniendo el aire y exhalando, según puedas aguantar: quizás 5 segundos cada paso. Repite durante varios
minutos, e irás notando el cambio. Como dijimos al principio, vivimos la mayor parte del tiempo en la mente. Por eso,
tan sólo poner atención a tu cuerpo unos minutos puede ayudarte a saber lo que quiere decirte. Puedes intentar
ponerle atención una vez cada día, e ir notando cuánta atención le puedes poner y a qué cambios te conduce este
sencillo paso. Seguramente notarás mayor conexión de tu cuerpo con tu mente. Una vez que hayas hecho los dos
primeros pasos, irás ubicando dónde está el estrés. Cuando seas consciente de los nudos de tensión en el cuerpo,
puedes investigar su origen: ser el detective en busca de tu sabiduría interna, para deshacer esos nudos de una vez
por todas. Piensa: ¿qué emociones los provocan, y por qué? Recuerda que son tus emociones corporizadas, y que
todo lo que sientas puedes regularlo a partir de trabajar contigo mismo.

Desde otra mirada

En el transcurso de los años preescolares, como consecuencia de su desarrollo físico, en el cual se encuentran las
estructuras óseo-musculares, los niños no dejan de aumentar regularmente su talla y peso, a una velocidad de
crecimiento más lenta de lo que ha sido durante sus primeros años de vida; el cerebro continúa también su desarrollo,
el cual ahora está en un proceso de arborización de las dendritas y conexión de unas neuronas con otras. Este
proceso, iniciado en la gestación, se intensifica al máximo hasta los cinco años.

En el comienzo del preescolar, a los tres años de edad, ya ha concluido la fase fundamental de mielinización de las
neuronas, con lo cual se está en condiciones de realizar actividades sensoriales y de coordinación de manera mucho
más rápida y precisa. Es de resaltar la maduración notable del lóbulo frontal sobre los cinco años, que permite
importantes funciones de regulación, planeamiento de la conducta y actividades que eran inicialmente involuntarias,
como es el caso de la atención, la cual, por ejemplo, se va haciendo más sostenida, menos lábil y más consciente.
De igual forma la capacidad perceptiva es fundamental para el desarrollo de las otras capacidades que se sintetizan
o unifican en el proceso de pensar.

En la educación preescolar se habla de psicomotricidad, concepto que surge como respuesta a una concepción que
consideraba el movimiento desde el punto de vista mecánico y al cuerpo físico con agilidad, fuerza, destreza y no
“como un medio para hacer evolucionar al niño hacia la disponibilidad y la autonomía. La expresividad del movimiento
se traduce en la manera integral como el niño actúa y se manifiesta ante el mundo con su cuerpo “en la acción del
niño se articulan toda su afectividad, todos sus deseos, todas sus representaciones, pero también todas sus
posibilidades de comunicación y conceptualización”. Por tanto, cada niño posee una expresividad corporal que lo
identifica y debe ser respetada en donde sus acciones tienen una razón de ser.

Referencia

Ecoosfera. (2018). Tres maneras de realmente conectar tu mente con tu cuerpo[mensaje en blog]. Recuperado de
https://ecoosfera.com/2018/03/conectar-mente-cuerpo-conexion-regular-emociones/

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