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Breve balance crítico de las jornadas de

noviembre de 1922 en Ecuador1

1. El presente balance sólo es el “esqueleto” de un futuro balance más amplio y profundo de nuestra
parte. De ahí su brevedad. Queda pendiente, entonces, dicha profundización de los hechos e ideas-
fuerza que aquí se plantean, lo cual tomará su tiempo porque da hasta para un libro. Sin embargo,
es crítico porque –como bien dijo Lukács– “el proletariado no puede ahorrarse ninguna autocrítica,
pues sólo la verdad puede aportarle la victoria”, ya que de esa manera extrae y fija las lecciones
de sus derrotas contra el Capital, en pos de la revolución social mundial. En este sentido, todo
balance proletario y revolucionario, por más breve e inacabado que sea, es (auto)crítico o no es.

2. Hacer esto resulta necesario por varias razones. Porque, en vista de su contexto internacional y su
relevancia histórica, consideramos que las jornadas de noviembre de 1922 en Ecuador deben ser
recuperadas del olvido e incluso de la ignorancia para, en cambio, ser reivindicadas como un
momento de la memoria del proletariado local e internacional. Porque en este país, hasta la fecha,
no se ha realizado ningún balance de dichas jornadas desde una perspectiva proletaria, comunista-
anárquica e internacionalista; éste sería el primero y el único de tal naturaleza. Porque, hoy en día,
la explotación/dominación capitalista y la lucha proletaria en su contra continúan existiendo; la
vivimos en carne propia. Porque, como proletarios, nuestro enemigo mortal sigue siendo el mismo:
la Sociedad del Capital y su Estado. Porque la lucha por la reivindicación y la imposición de las
necesidades humanas reales sobre tal enemigo, esto es la necesidad de revolución social, también
sigue siendo la misma. En fin, porque la contrarrevolución y la revolución son invariantes, aquí y
en todo el mundo… y seguimos en guerra de clases.

3. El contexto internacional de esta lucha histórica fue de: crisis capitalista, guerra imperialista y
revolución proletaria. Dos grandes acontecimientos marcaron la época: la primera guerra mundial
(1914-1919) y la revolución rusa (1917). En el Ecuador, toda aquella oleada de grandes procesos y
acontecimientos decantó de manera particular en: crisis del cacao (principal producto de
exportación nacional en ese entonces), encarecimiento del costo de la vida de la clase trabajadora
y auge del movimiento obrero (con mayor fuerza en Guayaquil, “el puerto principal”). De modo
que, al igual que las jornadas de marzo de 1921 en Alemania analizadas por Herman Gorter
(comunista de consejos), las jornadas de noviembre de 1922 en Ecuador en realidad formaron
parte del “primer asalto histórico del proletariado internacional contra la sociedad de clases” de
1917 a 1923 (como dicen los compañeros de Anarquía & Comunismo) y, por lo tanto, sólo se las
puede comprender dentro de tal contexto histórico-mundial.

4. Hablamos de las jornadas de noviembre de 1922 y no sólo de la masacre obrera del 15 de


noviembre de 1922, porque ésta última en realidad sólo fue un momento y un punto de quiebre
de un ciclo de luchas más grande a nivel local, que se venía acumulando desde los anteriores años,
meses, semanas y, particularmente, días antes del mismo 15: de hecho, la huelga o “paro general”

1Esta es la versión corregida y aumentada del borrador escrito, y compartido con algunos compañeros vía e-mail, el 15 de
noviembre de 2017.

1
fue del 13 al 16 de noviembre, precedida a su vez por varias huelgas y conquistas sectoriales
(ferrocarriles, transporte urbano, electricidad, cacao, astilleros, oficios varios…) desde fines de
octubre e inicios de noviembre.2 Por aquello que decía Marx de que en la historia existen veinte
días en los cuales se condensa y pasa todo lo que no ha pasado en veinte años. Días excepcionales,
estremecedores y decisivos.

5. Tanto por contexto como por perspectiva, así como porque se ha hablado poco y/o de manera
limitada de ellos, para nosotros los hechos más relevantes y reivindicables de estas jornadas y, por
lo tanto, los dos ejes centrales de nuestro balance son: 1) el Soviet o Consejo Obrero de Guayaquil
y 2) las minorías activas de anarquistas revolucionarios –como Alejo Capelo y el periódico “El
Proletario”– en su seno.

6. El Soviet o Consejo Obrero de Guayaquil (Comité de Huelga instaurado el 13 de noviembre de 1922


y dirigido por la GAT, dirigida a su vez por la FTRE –predominantemente anarcosindicalista–3)
constituye en sí una importante conquista histórica de nuestra clase en estas tierras, en tanto que
forma organizativa concreta de su lucha autónoma y su poder social alcanzado durante años. De
hecho, nunca antes y nunca después existió algo así en este país. Hasta un viejo historiador burgués
y liberal como Óscar Efrén Reyes habla sobre la existencia de “el Soviet en Guayaquil, ejercido por
los obreros” y de que “parecía que todo Guayaquil no se compusiera más que de masas
proletarias”4, en vista de que ese día efectivamente asume el control de la ciudad, a tal punto que
las mismas autoridades burguesas deben solicitar autorización al comité de los huelguistas para
transitar con sus lujosos vehículos. Por su parte, el tipógrafo, escritor y agitador anarcosindicalista
Alejo Capelo, protagonista de estas jornadas, recuerda: “Para el día 13, el proletariado
guayaquileño habría de volver el sueño realidad. El pueblo, enardecido por la represión y el cinismo
de los tiranos, toma la ciudad y Guayaquil mágicamente se adelanta catorce años antes a lo que
pasó en Barcelona un 19 de Julio de 1936. Los obreros controlaban la ciudad.”5 Ahora, si bien fue
un órgano proletario de “doble poder” (precario y fugaz) que desafió el poder de la burguesía al
tomar el control sobre “el puerto principal”, en rigor y lamentablemente no fue revolucionario,
principalmente por su falta de claridad e intransigencia programática de clase (programa de clase)
y por su democratismo o asambleísmo interno (una limitación propia del anarcosindicalismo, así
como también del consejismo o sovietismo). En este caso concreto, en la asamblea general de la
GAT del 14 de noviembre se permitió la presencia de sectores reformistas e incluso elementos
reaccionarios (principalmente de la COG: Confederación Obrera del Guayas, apéndice de la clase
patronal) que lograron imponer su programa antiproletario, burgués en su interior (exigir al
gobierno “la defensa del sucre”, el tipo de cambio de la moneda y no luchar por las reivindicaciones
de aumento del salario y reducción de la jornada de trabajo); esto es, aparte de ignorancia e
ingenuidad políticas de los obreros y artesanos en huelga, una garrafal falta de ruptura con el

2 Más información o datos al respecto, ver Huelga general de noviembre de


1922: https://es.wikipedia.org/wiki/Huelga_general_de_noviembre_de_1922
3 FTRE: Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana. GAT: Gran Asamblea de Trabajadores.

4 Óscar Efrén Reyes (1949). Breve Historia General del Ecuador, cit. en Patricio Ycaza (1984). Historia del Movimiento Obrero

Ecuatoriano. Primera Parte (de su génesis al Frente Popular). Quito: Centro de Documentación e Información de los
Movimientos Sociales del Ecuador-CEDIME, p. 147.
5 Alejo Capelo cit. en Carlos Pazmiño (2008). Alejo Capelo y el 15 de Noviembre de 1922. Disponible

en: https://www.anarkismo.net/article/10956

2
programa o la ideología capitalista por parte de esta organización, que la desvió de la lucha
proletaria contra el Capital y el Estado. De modo que, si bien su sola existencia ya es positiva y
destacable durante este periodo histórico-mundial de la lucha de clases6, la posición y actuación
concreta del Soviet Anarco-Sindicalista de Guayaquil en las jornadas de noviembre de 1922
demuestra, a manera de contraejemplo, la razón y vigencia de una de las principales lecciones
legadas por la llamada “izquierda comunista” italiana (Bordiga –y que hoy en día recuperan y
mantienen compañeros como el Grupo Comunista Internacionalista y Guillamón–): que la lucha
por la revolución social no es un asunto de formas organizativas (como los consejos obreros o
soviets) sino de contenido social real, de necesidades reales de clase y relaciones de fuerza reales,
expresadas en forma de programa vivo y, por tanto, de medidas o acciones concretas. Porque el
comunismo es el movimiento real y la dictadura social de las necesidades humanas sobre la
dictadura social del valor valorizándose (la dictadura del capital llamada democracia) o no es. Pero
en este caso, ocurrió precisamente lo contrario: que en los momentos más tensos y decisivos de
la “jornada noviembrina”, se logró imponer un programa ni siquiera obrero-socialdemócrata, sino
un programa burgués al interior de esta organización proletaria sovietista local que llegó a
controlar durante casi tres días la ciudad más grande de este país.

7. Otra debilidad de este movimiento fue el economicismo y el apoliticismo de su dirigencia


anarcosindicalista, lo que se tradujo en no superar las demandas salariales y luego –peor aún– las
demandas cambiarias y tributarias; en dejarse infiltrar y manipular políticamente por sectores
reformistas y contrarrevolucionarios; en perder toda perspectiva y voluntad de poder proletario
(ya “teniéndolo” en parte en las calles), de dictadura revolucionaria del proletariado; y en creer
que la asamblea obrera y la huelga general pacífica (en esto los anarcosindicalistas ecuatorianos
obviamente no eran sorelianos) constituía por sí sola el paso previo para derrocar al capitalismo y
sustituirlo por el “control obrero” de la economía y la administración pública mediante los
sindicatos (evidente gestionismo anarcosindicalista). Sí: faltó programa y dirección
revolucionarios, faltó partido revolucionario, pero entendido no como una organización formal
con una plataforma principista y estatutaria, sino como un cúmulo de fuerzas y directrices
prácticas y orgánicas del movimiento proletario real, el cual puede ser encarnado por tales y cuales
organizaciones y dirigentes proletarios en determinado contexto. También faltó unidad con el
proletariado urbano y rural de las demás provincias del territorio nacional (que no significa lo
mismo que “alianza con el campesinado” ni “unidad nacional”), internacionalismo práctico, pasar
a la ofensiva insurreccional… y armamento.

8. En suma, el Soviet de Guayaquil de noviembre de 1922 fue derrotado porque no supo usar hasta
las últimas consecuencias su poder social real, debido principalmente a su desarme programático
como clase y a su falta de voluntad de poder (de toma del poder); lo que fue su primera y quizá
principal derrota, ya que en asamblea obrera del 14 de noviembre primero triunfó un programa

6 Nos resulta muy interesante y loable anotar que el soviet de Guayaquil consta en el Mapa interactivo de consejos obreros
(1917-1927), publicado en marzo de este año por la página inglesa libcom (“libertarian communism”):
https://libcom.org/history/interactive-map-workers-councils-1917-1927, cuya traducción al español se encuentra disponible
en: https://autogestioa.wordpress.com/tag/consejos-obreros/. Así como también, en el mapa mundial de “La oleada
revolucionaria de 1917/1923” en Anarquía & Comunismo nro. 10: Especial a 100 años de la revolución rusa, Santiago de Chile,
octubre de 2017, p. 4: https://anarquiaycomunismo.noblogs.org/post/2017/11/10/anarquia-comunismo-n10-especial-a-
100-anos-de-la-revolucion-rusa/

3
burgués (derrota política –jaque–), y al día siguiente fue derrotado nueva y finalmente en las calles
mediante la brutal represión estatal (derrota militar –jaque mate–). De hecho, el día 14 el comité
de huelga le exige al gobierno el cumplimiento de un pliego de demandas ya ajenas a las
reivindicaciones proletarias, en el plazo de 24 horas… y en 24 horas, es decir el día 15, el Estado
burgués-oligárquico le responde con “plomo, metralla y cárcel”, a pesar de la huelga, los mítines,
los saqueos a almacenes y a que sólo unos cuantos proletarios –“incontrolados” y “suicidas”–
expropiaron y empuñaron armas de fuego para su autodefensa (lo que debieron hacer
masivamente antes, durante y después del 15 de noviembre).

9. La burguesía local de ese entonces (encabezada por los banqueros, los agroexportadores y los
importadores, y secundados por sus abogados-políticos como el mismo presidente de la república
de entonces, José Luis Tamayo), demostrando su conciencia de clase y haciendo uso de todo su
poder, el 15 de noviembre de 1922 masacró, pues, a este movimiento proletario con el aparato
represivo de su Estado, porque realmente temía “la insurrección”, “la revolución”, “la dictadura
del proletariado”, “la instauración de la república de los soviets”, "el comunismo", “la anarquía”
(en las propias palabras de sus principales órganos de prensa de la época –“El Comercio”, “El
Telégrafo” y “El Día”–, invocando además el asqueroso patriotismo o nacionalismo en contra de
"los conspiradores bolcheviques internacionales” y “los peruanos”). El punto es que aquí, a pesar
de sus debilidades, el proletariado estaba luchando por todo aquello, pero no sabía que lo estaba
haciendo. La burguesía, en cambio, sí lo supo y por eso lo aplastó. Trágica ironía de la historia.

10. La causa en última instancia de esta derrota local fue en realidad de naturaleza histórica e
internacional, a saber: la debilidad del movimiento obrero revolucionario internacional (o, si se
prefiere, del “partido histórico” y comunista mundial) en cuanto tal frente al Capital-Estado
mundial, es decir la misma causa de la derrota de la revolución rusa, alemana, en el cono sur… en
todo el planeta. Además, dentro del periodo 1917-1923, el de Guayaquil fue uno de los últimos
consejos obreros a nivel mundial: un sobresaliente pero aislado punto dentro de la línea curva
descendente de aquella histórica oleada de grandes luchas y revoluciones proletarias. Fue tardío
o “atrasado”, además, porque el desarrollo del capitalismo industrial y del proletariado urbano en
el Ecuador también fue “atrasado” e incipiente con respecto al resto de la región y del mundo, ya
que todavía se hallaba en una fase de subsunción o “dominación formal” del Capital (según
Camatte); lo cual se encarnaba en el alto porcentaje de artesanos proletarizados (carpinteros,
panaderos, peluqueros, tipógrafos, etc.) que componía el movimiento obrero local de la época. Su
inmadurez histórico-material explica, pues, su inmadurez programática y política.

11. El sector más avanzado de este movimiento sin duda fueron los grupos anarquistas, en especial
los “comunistas libertarios” o anarquistas-comunistas (también habían espartaquistas). Fueron de
hecho las minorías más claras y radicales de ese entonces, puesto que, junto con reivindicaciones
por mejoras concretas en las condiciones de trabajo y de vida de sus hermanos de clase, ya
planteaban explícita y abiertamente la abolición de la propiedad privada y la supresión del capital,
la comunidad de los medios de producción y de bienes, la sociedad sin clases ni Estado, el
internacionalismo proletario, así como también la acción directa como método de lucha. La
cantidad y el contenido de su prensa (“El Proletario”, “El Hambriento”, “El Cacahuero”, “Luz y
Acción”, “Alba Roja”, “La Revuelta”, “La Protesta”, “La Bandera Roja”, “Tribuna Obrera”…) así lo
testimonian, en clara sintonía con el movimiento revolucionario internacional de aquel periodo

4
histórico. En la práctica, los núcleos anarquistas contribuyeron durante más de una década con su
agitación y propaganda, tanto en reuniones y asambleas como en mítines y huelgas, a la formación
y elevación de la conciencia, la organización y la independencia de clase del emergente
proletariado urbano en estas tierras; es más, contribuyeron a la constitución misma del
proletariado “ecuatoriano” en clase, en sujeto, en fuerza real y autónoma, a tal punto de llegar a
estructurar la “primera central obrera de orientación revolucionaria” –la FTRE– y luego el Soviet o
Consejo Obrero de Guayaquil –bajo el nombre de “Gran Asamblea de Trabajadores” (GAT)–,
durante los meses de octubre y noviembre de 1922, respectivamente. Sin embargo, y por
desgracia, durante esas mismas jornadas de lucha no tuvieron la suficiente fuerza para imponerse
como dirección revolucionaria real dentro de tal movimiento obrero real y conducirlo hasta las
últimas consecuencias de la guerra de clases real. Porque, como bien sostiene el GCI, las minorías
revolucionarias deben luchar por imponer el contenido o programa histórico revolucionario de
manera antidemocrática al interior de las formas organizativas proletarias aparentemente
revolucionarias, así como también imponerlo a la socialdemocracia y a la burguesía. En este caso,
no lo hicieron… o no lo hicieron con la voluntad y la fuerza necesarias. Fueron derrotados y hasta
eliminados, es cierto; pero en cambio, existieron y lucharon por la revolución social proletaria, por
el comunismo y la anarquía, incluso unos pocos sobrevivieron a la masacre estatal del 15 de
noviembre para contarlo y se mantuvieron activos hasta la década de 1930. Para nosotros, este
hecho es inseparable e igual de importante y reivindicable que el Soviet de Guayaquil, porque
desde entonces hasta la fecha no han existido minorías realmente revolucionarias o radicales en
este país, a excepción de Proletarios Revolucionarios (en Quito) del 2009 al 2016.

12. Las investigaciones y publicaciones realizadas hasta hoy día sobre esta histórica lucha proletaria
en el Ecuador (Pedro Saad, Oswaldo Albornoz, Manuel Agustín Aguirre, Patricio Ycaza, Alexei Páez,
Carlos Pazmiño), son necesarias y respetables, contienen algunos elementos valiosos y rescatables,
pero también son insuficientes, además de sesgadas y limitadas. La mejor de éstas, a nuestro
criterio, es hasta ahora la de Patricio Ycaza 7 (quien a su vez recoge y profundiza elementos
importantes del balance hecho por el “socialista revolucionario” Aguirre8). Le sigue después la de
Pazmiño9 (quien era anarquista ideológico y ahora es “ycaziano”). El mérito de ambos es que
hicieron investigación de archivo de los documentos de la época, aportando información de interés
sobre los hechos históricos. Sus limitaciones son más bien sus interpretaciones ideológicas de tales
hechos: el primero por ser mirista (marxistaleninista-trotskoguevarista, aunque luego se pasó al
PSE), y el segundo por ser “anarco-comunista plataformista” (pero que ahora es dizque “marxista-
bolivariano” académico y en algunos artículos manifestó su “apoyo crítico” y ambiguo al gobierno
de Correa… sin comentarios). Así pues, con respecto al Soviet de Guayaquil y, en especial, a su
vanguardia anarcosindicalista, ambos la mencionan: el primero critica sus “incuestionables
limitaciones”, mientras que el segundo hace su apología con “honor y gloria”. Tanto lo uno como
lo otro es comprensible, pero es criticable, insuficiente y hasta prescindible, sobre todo lo segundo.

7 En su ya citada Historia del movimiento obrero ecuatoriano (1984, sobre todo el Capítulo 2: “Los Primeros Congresos
Obreros. Crisis cacaotera, anarcosindicalismo, la jornada noviembrina y sus consecuencias”) y en otros folletos y artículos de
su autoría intelectual como, por ejemplo, La lucha de clases en el Ecuador: las jornadas de noviembre de 1922 (198?). Quito:
Cuadernos del Obrero Revolucionario nro. 6.
8 Ver Manuel Agustín Aguirre (1979). La Masacre del 15 de Noviembre y sus Enseñanzas. Quito: Editorial Universitaria.

9 Carlos Pazmiño (2009). El 15 de Noviembre de 1922 y el papel de los anarquistas en el seno de la clase obrera

ecuatoriana. Disponible en: https://www.anarkismo.net/article/14992

5
Porque, dejando aparte el reformismo y oportunismo históricos de las tradicionales izquierdas del
Capital (PSE y PCE), no se trata de hacer un balance ideológico (cuasi religioso), identitario y
nostálgico de esta histórica lucha proletaria, donde se sobrevalore el papel de tales o cuales
actores y sus ideologías, convirtiéndolos incluso en “héroes y mártires”; sino que se trata –como
ya lo dijimos al inicio– de hacer un balance histórico materialista y crítico desde una perspectiva
revolucionaria e internacionalista de clase, del cual se extraigan las lecciones prácticas y teóricas
para las luchas proletarias del presente y el futuro, para saber qué hacer, qué no hacer y por qué,
a fin de derrotar a la dictadura democrática del Capital e instaurar el comunismo anárquico: la
sociedad sin clases ni Estado ni mercado ni naciones.

13. En ese sentido, el mejor balance sigue siendo el que hicieron los propios anarquistas
revolucionarios que protagonizaron y sobrevivieron la masacre, como el compañero histórico Alejo
Capelo: “el 15 de noviembre de 1922 fue el bautizo de sangre del proletariado ecuatoriano, apartó
a las clases entre sí, le enseñó al proletariado cuáles son sus enemigos mortales para siempre y,
por tanto, el odio a la burguesía, la lucha contra el capitalismo y por la revolución social, la
necesidad de la violencia proletaria…”10 Sin embargo, hubiese sido un aporte significativo y
trascendente que también hagan un balance autocrítico tal como el que hicieron Los Amigos de
Durruti durante la llamada revolución española (1936-1937): anarcosindicalistas que en carne
propia llegaron a comprender y plantear con toda la razón que “la revolución es totalitaria o es
derrotada” y que por ello lo que se necesita es “programa, fusiles y junta revolucionaria”. Pero,
lamentablemente, los anarcosindicalistas de aquí no lo hicieron. Décadas después, los
historiadores izquierdistas del movimiento obrero ecuatoriano, tampoco lo hicieron; mejor dicho,
aportaron datos y análisis interesantes (sobre todo Albornoz, Aguirre e Ycaza), pero no hicieron un
balance verdaderamente revolucionario. En los últimos años, allá por el 2009, los supuestos
nuevos “comunistas libertarios” o “anarco-comunistas” de este país (“Hijos del Pueblo”, el grupo
de Pazmiño), tampoco lo hicieron: investigaron y reprodujeron interesantísimos fragmentos de la
prensa ácrata de la época, pero no hablaron sobre el Soviet de Guayaquil como tal (seguramente
porque para ellos eso hubiese sido un pecado ideológico “consejista”), sino sólo sobre “el papel
de los héroes y mártires anarquistas” y nada más. Desde otro lado, Carlos Lasso Cueva en un
artículo suyo del 2013 al respecto11, si bien menciona la existencia de un “doble poder”, no hace
referencia ni al soviet ni a los proletarios anarquistas guayaquileños, sino que se enfoca sólo en la
matanza del 15 y se estanca en una interpretación izquierdista que recoge elementos válidos del
balance de Aguirre pero los mezcla con otros elementos de interpretación trotskista,
luxemburguista y de la Corriente “Comunista” Internacional (CCI): una bazofia ecléctica
pseudohistoriográfica y pseudoanticapitalista. Por su parte y finalmente, Proletarios
Revolucionarios tampoco hicieron un balance de esta lucha al estilo de la “izquierda comunista”
histórica, a excepción de un escueto pero certero balance en una volante de hace tres años alusiva
a la fecha12; y de que al menos la mencionaban en volantes anteriores y posteriores, porque

10 Alejo Capelo (1973). Una jornada sangrienta (15 de noviembre de 1922). Guayaquil: Departamento de Publicaciones de la
Universidad de Guayaquil.
11 Carlos Lasso Cueva (2013, enero 7). Masacre del 15 XI de 1922. Disponible
en: https://clavedelpoeta.wordpress.com/2013/01/07/masacre-del-15-xi-de-1922/
12 Ver Proletarios Revolucionarios (2014). 15 de Noviembre: ¡Guerra de Clases, Guerra de Memorias! Disponible

en: http://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2014/11/ecuador-15-de-noviembre-guerra-de_14.htmlVolante que,


semanas más tarde, fue traducida al inglés por parte del grupo Tridni Valka (Rep. Checa): “November 15: Class War, Memory

6
siempre supieron y expresaron que es y debe ser una parte de la memoria histórica del
proletariado local y mundial. Luego a lo interno lo plantearon como proyecto de investigación y
publicación militante, pero se quedó sólo en idea debido a su autodisolución en el 2016. Que el
presente y breve balance sirva, entonces, como un pequeño aporte para llenar ese vacío y también
como un “esqueleto” para un futuro balance más completo, riguroso y profundo de nuestra parte.
¡Salud, Comunismo y Anarquía!

Unos proletarios
Quito, diciembre 2017

War!”: https://www.autistici.org/tridnivalka/ecuador-november-15-class-war-memory-war/, y que también la


publicó libcom: https://libcom.org/news/ecuador-november-15-class-war-memory-war-%C3%A9quateur-15-novembre-
guerre-de-classe-guerre-de-m%C3%A9

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