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Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CRIMINAL Y CORRECCIONAL FEDERAL 10


CFP 4943/2016

///nos Aires, 17 de abril de 2019.


AUTOS Y VISTOS:
Para resolver en la presente causa nro. 4943/2016,
caratulada: “López, Cristóbal Manuel y otros s/ defraudación
contra la administración pública” del registro de la Secretaría nro.
19 de este Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal
nro. 10, a mi cargo, respecto de la situación procesal de: 1) ÁNGEL
RUBÉN TONINELLI, titular del DNI nro. M5.621.596, argentino,
nacido el día 5/2/1938, en la ciudad de Lanús, provincia de Buenos
Aires, casado, contador público y doctor en ciencias económicas, hijo
de Alfredo (f) y María del Amparo Queipo Feidel (f), con domicilio en
la calle Nicolás Villanueva nro. 975, 4° piso, departamento “A”, de
esta ciudad; 2) FABIÁN OSVALDO DI RISIO, titular del DNI nro.
21.486.553, argentino, nacido el día 21/3/1970 en esta ciudad, casado,
contador público, hijo de Osvaldo Octavio y Nélida Julia Naya, con
domicilio en la calle Maure nro. 1529, 6° piso, de esta ciudad; 3)
KARINA ELISABET VENIER, titular del DNI nro. 22.334.668,
argentina, nacida el día 25/1/1972 en la ciudad de Bolivar, provincia
de Buenos Aires, divorciada, contadora pública, hija de Luis Alberto
(f) y Dora Fernández, con domicilio en la calle Arribeños nro. 3230,
5° piso, departamento “1”, de esta ciudad; 4) EDUARDO JULIO
NAPPA, titular del DNI nro. 17.901.986, argentino, nacido el día
15/1/1967 en esta ciudad, casado, contador público, hijo de Julio José
(f) y de María Luisa Wahnish, con domicilio en la calle Santa Rosa
nro. 2801, unidad funcional nro. 22, ciudad de San Fernando,
provincia de Buenos Aires; 5) GUSTAVO ADRIÁN ESPERÓN,
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titular del DNI nro. 22.173.783, argentino, nacido el día 27/5/1971 en


la ciudad de Quilmes, provincia de Buenos Aires, casado, contador
público, hijo de Manuel y de Estela Cáceres, con domicilio en la calle
Pasaje Garay nro. 137, del partido mencionado; 6) JOSÉ ANTONIO
BIANCHI, titular del DNI nro. 21.716.044, argentino, nacido el día
26/8/1971 en la ciudad de Las Flores, provincia de Buenos Aires,
divorciado, contador público, hijo de Claudino Antonio (f) y de Elena
Antonia D’Agostino, con domicilio en la calle Zavala nro. 1739, 5°
piso, departamento “A”, de esta ciudad; 7) WALTER DAVID
D´ANGELA, titular del DNI nro. 20.408.951, argentino, nacido el día
15/11/1968 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, casado,
contador público, hijo de Walter Luciano (f) y de Gloria del Valle
Villarreal, con domicilio en la calle Saturnino Segurola nro. 925,
ciudad de San Isidro, provincia de Buenos Aires; 8) GUILLERMO
MICHEL, titular del DNI nro. 25.661.121, argentino, nacido el día
5/3/1977 en la ciudad de Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, en
concubinato, contador público y abogado, hijo de Arturo Alejandro y
de María Raquel González, con domicilio en la calle Perito Moreno
nro. 1136, de aquel partido y habitual en la calle Pringles nro. 778, de
esta ciudad; 9) PEDRO GUSTAVO ROVEDA, titular del DNI nro.
17.565.311, argentino, nacido el día 26/11/1965, en esta ciudad,
casado, abogado, hijo de Héctor Pedro (f) y de Concepción Alonso
(f), con domicilio en la Av. del Trabajo nro. 624, ciudad de Don
Torcuato, provincia de Buenos Aires; 10) CELESTE
BALLESTEROS, titular del DNI nro. 17.343.242, argentina, nacida
el día 26/6/1964 en esta ciudad, casada, abogada, hija de Jorge Ramón
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(f) y de Beatriz Agustina Sancho Ruiz, con domicilio en la calle


Arturo Jauretche nro. 162, 1° piso, departamento “A”, de esta ciudad;
11) CLAUDIO DANIEL BURTIN, titular del DNI nro. 21.443.995,
argentino, nacido el día 27/1/1970 en la ciudad de Chivilcoy,
provincia de Buenos Aires, soltero, abogado, hijo de Claudio Juan (f)
y de Ana María Carifra (f), con domicilio real en la calle Azcuénaga
1360, 5° piso, de esta ciudad; 12) MARCELO JULIO EGLIS,
titular del DNI nro. 20.891.599, argentino, nacido el día 24/4/1969 en
esta ciudad, casado, abogado, hijo de Julio Ricardo (f) y de Susana
Lydia Canessa, con domicilio en la calle Hortiguera 110, 1° piso,
departamento “B”, de esta ciudad; 13) JUAN JORGE VALLEE,
titular del DNI nro. 22.471.255, argentino, nacido el día 7/11/1971 en
esta ciudad, casado, abogado, hijo de Enrique Luis (f) y de María
Luisa Abadal, con domicilio en la calle Senillosa nro. 166, 1° piso, de
esta ciudad; 14) PABLO JORGE AGUILERA, titular del DNI nro.
17.741.274, argentino, nacido el día 14/12/1965 en la ciudad de Mar
del Plata, provincia de Buenos Aires, abogado, hijo de Jorge Oscar y
de Rosa María Larrosa (f), con domicilio en la calle Arroyo nro. 873,
de esta ciudad; 15) SIMÓN PEDRO ANTONIO ZÁRATE, titular
del DNI nro. 10.851.618, argentino, nacido el día 28/10/1953 en la
ciudad de Coronda, provincia de Santa Fe, casado, abogado, hijo de
Mario Oscar y de Yolanda Herminda Fabris (f), con domicilio en
Colectora Acceso Oeste y Ruta Provincial nro. 24, Lote nro. 381,
ciudad de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires; 16)
DANIEL GUSTAVO COLLAZO, titular del DNI nro. 12.917.087,
argentino, nacido el día 22/3/1959 en esta ciudad, casado, contador
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público, hijo de Francisco Mario (f) y de Nelly Rosario Gallo, con


domicilio en la calle México nro. 356, ciudad de Avellaneda,
provincia de Buenos Aires; 17) VÍCTOR HUGO CINGOLANI,
titular del DNI nro. 25.638.347, argentino, nacido el día 5/11/1976 en
la ciudad de Morón, provincia de Buenos Aires, casado, contador
público, hijo de Humberto Hugo y de María Rosa Laurenzano, con
domicilio en la calle Yerbal nro. 358, ciudad de La Matanza,
provincia de Buenos Aires; 18) WALTER DANIEL TETES, titular
del DNI nro. 13.359.940, argentino, nacido el día 9/12/1959 en la
ciudad de Lanús, provincia de Buenos Aires, casado, contador
público, hijo de Leopoldo (f) y de Irma Morales, con domicilio en la
calle San Martín nro. 2042, ciudad de Banfield, provincia de Buenos
Aires; y 19) MABEL GLORIA FADDA, titular del DNI nro.
14.569.784, argentina, nacida el día 3/4/1962 en la ciudad de Santa
Fe, provincia homónima, casada, contadora pública, hija de Natalio
Chahade (f) y de Flora Yeyati, con domicilio en la Av. Corrientes nro.
4553, 6° piso, departamento “A” de esta ciudad;
Y CONSIDERANDO QUE:
A) Estas actuaciones se iniciaron como consecuencia de
la denuncia efectuada el día 16/3/16 por la Dra. Elisa María Avelina
Carrió -diputada nacional- en la sede de la fiscalía nro. 11 del fuero en
el marco de la causa nro. 15734/2008, caratulada: “Kirchner, Néstor y
otros s/ asociación ilícita” del registro de esta secretaría.
En aquella oportunidad, y en base a una publicación del
periodista Hugo Alconada Mon en el diario La Nación, la nombrada
señaló que Cristóbal Manuel López, a través de Oil Combustibles SA,
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se benefició a partir del incumplimiento en el pago de alrededor de $


8.000.000.000 correspondientes al Impuesto sobre los Combustibles
Líquidos y Gas Natural (en adelante ICL) el que, a pesar de haber sido
percibido de los distintos operadores de la cadena de valor, nunca se
ingresó a la Administración Federal de Ingresos Públicos (en adelante
AFIP).
Expuso también que el nombrado usó ese dinero retenido
para fondear empresas de su propio grupo, entre ellas, Inversora M&S
SA y Oil M&S SA; circunstancia que consideró esencial para explicar
los vínculos entre aquel empresario y los ex presidentes de la Nación,
Néstor Carlos Kirchner y Cristina Elisabet Fernández.
En aquel sentido, remarcó lo explicado por el periodista
referido en cuanto a que paralelamente a que Oil Combustibles SA se
financiaba a costas de la falta de pago de dicho tributo, el precio del
combustible comenzó a subir, y que López alquiló a los ex presidentes
durante años, por lo menos, dos departamentos, una oficina y cinco
cocheras por sumas millonarias.
Adicionalmente, indicó que aquel empresario giró fondos
desde su hotel El Retorno -sito en la ciudad de Bariloche- al principal
hotel de la familia Kirchner, Alto Calafate.
Además, la Dra. Carrió tildó de indulgente a la actuación
de los funcionarios públicos de la AFIP, pues sostuvo que, en primer
lugar, permitieron que la petrolera acumulara aquella deuda y,
posteriormente, que se la incluyera en diversos planes de facilidades
de pagos (ver fs. 4/7).
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En consecuencia, con fecha 18/3/16, el representante del


Ministerio Público Fiscal consideró que los hechos denunciados en la
exposición detallada previamente guardaban vinculación con el objeto
procesal de la causa nro. 15734/08 y, a los efectos de colaborar con la
tarea de investigación, formó actuaciones complementarias conforme
al art. 7 de la ley nro. 27.148.
En este punto, cabe recordar que en el citado expediente
el señor fiscal delimitó los sucesos a investigar y, en lo que a esta
pesquisa respecta, indicó que las concesiones de las áreas petroleras se
reducían a un pequeño grupo de empresas y que en la provincia de
Santa Cruz todas ellas eran adjudicadas a López.
Asimismo, agregó que Oil M&S SA -respecto de la cual
López era su presidente y su socio Carlos Fabián De Sousa uno de sus
directores-, tuvo su mayor volumen de negocios a partir de la llegada
de Kirchner a la primera magistratura.
A su vez, manifestó el Dr. Pollicita que en la denuncia se
intentó poner en evidencia que los funcionarios públicos involucrados
beneficiaban a empresas amigas, con desapego de las buenas prácticas
de la administración pública, el manejo eficiente del erario público y
el respeto a las normas que regulaban las compras y contrataciones del
Estado nacional.
A raíz de ello, se formaron diversos expedientes en razón
de sus diferentes plataformas fácticas y se acumularon otros legajos
procedentes de los juzgados del fuero, los que en parte se encuentran
en pleno trámite ante este tribunal y otros delegados ante la fiscalía a
su cargo, de conformidad con lo normado en el art. 196 del CPPN.
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En el marco antes reseñado, el representante de la vindica


pública amplió el requerimiento de instrucción formulado en los autos
nro. 15734/08, solicitó que se formara causa por separado y que se le
recibiera declaración indagatoria a los nombrados López y De Sousa,
Ricardo Daniel Echegaray, y a los empleados y los funcionarios de la
AFIP.
En virtud de ello, luego de analizar las argumentaciones
vertidas con respecto a las imputaciones formuladas y los elementos
de respaldo en que se aquellas apoyaban, entendí que existía mérito
suficiente para avanzar con la sujeción al proceso (ver fs. 1652/1655).
Celebradas las audiencias de rigor, y toda vez que la Sala
I de la Cámara Federal de Casación Penal (luego de ser recurrida la
decisión que confirmó la declaración de incompetencia dispuesta por
este juzgado) resolvió adjudicar a este tribunal la competencia de la
presente investigación (ver fs. 136/151 del legajo nro. 13/1), dicté el
procesamiento sin prisión preventiva del aludido Echegaray, por
considerarlo autor del delito de administración fraudulenta agravada
por haberse cometido en perjuicio de una administración pública (arts.
45, y 173 inc. 7, en función del art. 174, inc. 5 del CP, y arts. 306 y
310 del CPPN); y con prisión preventiva respecto de los antes
nombrados López y De Sousa, por estimárselos partícipes necesarios
de aquel ilícito (arts. 45, y 173 inc. 7, en función del art. 174, inc. 5
del CP, y arts. 306 y 312 del CPPN) (ver fs. 4366/4425).
Dicho resolutorio se encuentra firme a partir de la
intervención aquel tribunal casatorio el día 27/4/18 (ver fs. 406/481
del incidente nro. 19).
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Así las cosas, evacuadas las vistas en los términos del art.
346 del CPPN, notificadas sus conclusiones a las defensas de aquellos
imputados y, por último, ejercidas las facultades previstas por el art.
349 del mismo ordenamiento legal; resolví clausurar la instrucción de
manera parcial y elevar a juicio el legajo con relación a los nombrados
Echegaray, López y De Sousa; lo cual quedó radicado en el Tribunal
Oral en lo Criminal Federal nro. 3 (ver fs. 5281, 5345/5355, 5409,
5413/5468, 5483, 5548/5573, 5574/5579 y 5617/5636).
En esta ocasión, entonces, corresponde resolver la
situación procesal de las personas señaladas al comienzo de esta
resolución.
B) Se encuentra acreditado en autos, en los términos del
art. 306 del CPPN, que Ángel Rubén Toninelli, Fabián Osvaldo Di
Risio, Karina Elisabet Venier, Eduardo Julio Nappa, Gustavo Adrián
Esperón, José Antonio Bianchi y Walter David D´Angela, junto con el
procesado Echegaray, habrían intervenido mancomunadamente de
manera consistente, sistemática y deliberada, mediante la
inobservancia de los deberes inherentes a los cargos que cada uno
ostentaba en la AFIP, en el otorgamiento irregular de planes de
facilidades de pago particulares y generales -según cada caso- a Oil
Combustibles SA (de la cual los oportunamente cautelados Cristóbal
Manuel López y Carlos Fabián De Sousa eran sus responsables) por el
ICL, entre los meses de mayo de 2013 y agosto de 2015.
Esto permitió que la empresa -que se hallaba inscripta en
la agencia nro. 11 de la Dirección Regional Palermo dependiente de la
Subdirección de Operaciones Impositivas Metropolitanas de la
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Dirección General Impositiva (en adelante DGI)- no pagara en tiempo


y forma el impuesto, y utilizara indebidamente y en su propio
beneficio aquel dinero para capitalizar a otras sociedades del grupo
Indalo a través de diversos mutuos.
Ello, en perjuicio de las arcas del Estado nacional, que
dejó de percibir la suma de $ 5.144.538.391,07 en concepto de capital.
Concretamente, el día 9/12/13, y luego de la intervención
las distintas áreas operativas y centrales del organismo recaudador a
cargo de los nombrados, quienes propiciaron su concesión, se otorgó
el primer plan de pagos previsto por el art. 32 de la ley 11.683, por 30
cuotas con un interés mensual del 1.35 %. Su acogimiento se efectuó
el 27/12/13 por el monto de $ 980.668.085,44, por los períodos
fiscales de mayo, junio, septiembre, octubre y noviembre de 2013.
Con posterioridad, tras adeudar Oil Combustibles SA tres
nuevos ejercicios del tributo en cuestión -diciembre de 2013, enero y
febrero de 2014-, se efectuó una nueva presentación en los mismos
términos a los antes reseñados respecto de alguna de las empresas del
grupo Indalo. Esta facilidad, tras la intervención de las mismas áreas,
se otorgó el día 16/5/14, por 60 cuotas con un interés mensual del 1,90
%. Su acogimiento se formalizó con fecha 1/7/14 por la suma total de
$ 1.235.403.297,39 y, principalmente, por obligaciones del ICL por
los períodos de diciembre de 2013 a mayo de 2014.
Entre las irregularidades que se revelaron en la concesión
de los regímenes especiales, se encuentran las omisiones acerca: de la
referencia a otros planes de facilidades de pago a los cuales la firma se
había previamente acogido y se encontraban caducos y rechazados; de
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documentación anexada por parte de la compañía que acreditara la


situación económica-financiera alegada en ambas solicitudes y luego,
de la comprobación de dichos contextos invocados -el único requisito
establecido por ley para su concesión-; de observaciones sobre todos
aquellos incumplimientos y la necesidad de llevar adelante medidas
complementarias con el objetivo de comprobar fehacientemente las
dificultades exteriorizadas; y del control tendiente a monitorear el
efectivo cumplimiento de las condiciones establecidas al otorgarse
ambos planes.
Además, en lo que respecta al segundo de los regímenes
en cuestión, no se individualizó el monto a devengarse por cada firma,
ni por qué tributos.
En síntesis, las irregularidades allí advertidas se vinculan
con la laxitud en los controles dirigidos a la sociedad.
Por su parte, luego de haber abonado Oil Combustibles
SA los períodos fiscales de junio, julio y agosto de 2014, el 30/6/15,
se acogió a un régimen de facilidades de pago previsto por la
Resolución General (en adelante RG) de la AFIP nro. 3756, por la
suma de $ 1.495.736.276,17, en 120 cuotas.
En esta oportunidad, regularizó obligaciones del ICL por
los meses de septiembre de 2014 a enero de 2015.
Además, mientras esa financiación se encontraba vigente,
la compañía petrolera canceló únicamente la cuota relativa al mes de
noviembre de 2015 (condición necesaria para reformular ese plan) y
el día 25/11/15 reestructuró su deuda en otro régimen similar, en este
caso, previsto por la RG de la AFIP nro. 3806.
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En esta ocasión regularizó obligaciones por los ejercicios


fiscales de febrero a agosto de 2015 con más los intereses resarcitorios
por anticipos no ingresados de los períodos citados, por la suma de $
3.910.530.689,37.
Todas estas deudas producidas entre septiembre de 2014
y agosto de 2015 pudieron incorporarse a los regímenes de los planes
de facilidades de pago generales antes mencionados debido al erróneo
empadronamiento de Oil Combustibles SA en la agencia ya señalada.
Ello habría sido favorecido, además, por la acción y/u
omisión de los máximos responsables de aquella agencia y otras áreas
operativas superiores de la DGI, quienes se valieron de las falencias
de los sistemas informáticos de la AFIP para beneficiar a los aludidos
López y De Sousa.
Concretamente, respecto de dichas deudas no se iniciaría
el proceso de cobro compulsivo con la pertinente emisión de la boleta
de deuda, ni -eventualmente- el procedimiento de ejecución fiscal;
todo lo cual se habría visto facilitado por el proceso de
desconfirmación de aquellas obligaciones, por las que la sociedad ya
habría sido intimada.
Efectuada la descripción fáctica de forma general, he de
particularizar de seguido el rol desempeñado por cada uno de los
nombrados al comienzo de este apartado en la maniobra desarrollada -
cuya materialidad será analizada en el acápite E)-.
1. Ángel Rubén Toninelli, en su carácter de director
general de la DGI;
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2. Fabián Osvaldo Di Risio, en su carácter de


subdirector general de la Subdirección General Operaciones
Impositivas Metropolitanas de la DGI de la AFIP;
3. Karina Elisabet Venier, en su carácter de
subdirectora general de la Subdirección General Operaciones
Impositivas Metropolitanas de la DGI de la AFIP;
4. Eduardo Julio Nappa, en su carácter de director
regional de la Dirección Regional Palermo de la Subdirección General
Operaciones Impositivas Metropolitanas de la DGI de la AFIP;
5. Gustavo Adrián Esperón, en su carácter de jefe de la
Agencia nro. 11 de la Dirección Regional Palermo de la Subdirección
General Operaciones Impositivas Metropolitanas de la DGI de la
AFIP;
6. José Antonio Bianchi, en su carácter de subdirector
general de la Subdirección General de Recaudación de la AFIP; y
7. Walter David D´Angela, en su carácter de director de
la Dirección de Programas y Normas de Recaudación de la
Subdirección General de Recaudación de la AFIP.
C) La materialidad de los hechos precedentemente
descriptos y la intervención penalmente reprochable que les cupo a los
acriminados se tienen “prima facie” acreditados con las constancias de
cargo compiladas en el legajo que a continuación procederé a
enumerar:
1. Denuncia que dio origen a la presente investigación
(fs. 1/7);
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2. Impresiones de portales digitales www.lanación.com,


www.clarín.com, La política online y TN (fs. 8/12 y 1163/1171);
3. Declaraciones testimoniales de las siguientes personas:
Hugo Alconada Mon (fs. 22/51), Juan Carlos Santos (fs. 358/360) -
junto con la documentación agregada en aquella oportunidad a fs.
52/357-, Hernán Darío Cruells (fs. 910/911); Fabián Carlos Barroso
(fs. 916/917); Néstor Sosa (fs. 1376/1439 y 1850/1854); Mario Daniel
Maure (fs. 5686/5697); y Pablo Daniel Ocamica (fs. 5699/5707);
4. Informes y documentación aportada por la
Administración Federal de Ingresos Públicos, a saber: información en
copia vinculada a los estados contables de la empresa Oil
Combustibles SA, al 30 de junio de 2012, 30 de junio de 2013, 30 de
junio de 2014 y 30 de junio de 2015 (fs. 425/626); informe de
situación fiscal -alcance nro. 15951-3-2016/2- de fecha 31 de marzo
de 2016 (fs. 627/640); cuadro de evolución patrimonial comparativo
con deuda ICL de la empresa Oil Combustibles SA (fs. 641); detalle
de los préstamos a sociedades vinculadas y los intereses devengados
sobre los mismos (fs. 642); copia del expediente relacionado al plan
de facilidades del art. 32 Ley nro. 11.683 -actuación nro. 10873-910-
2013- (fs. 644/733); copia de cuerpo de investigación -Dirección
Regional Palermo División Investigación- de la contribuyente Oil
Combustibles SA (fs. 734/749); informe de la División Recaudación
del Departamento de Gestión de Cobros, de fecha 1 de abril de 2016
(fs. 750/757); planilla de planes de pago “Mis facilidades” (fs.
758/763); de planes caducos y reformulados de Oil Combustibles SA
(fs. 764/802); de planes vigentes de Oil Combustibles SA (fs.
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803/814); y de evolución de los saldos de declaración jurada de


impuesto a la transferencia de combustibles regularizada en planes de
facilidades de pago de Oil Combustibles SA (fs. 815/818); informe
suscripto por Juan Carlos Santos, subdirector de la Subdirección
General de Grandes Contribuyentes Nacionales (fs. 819/vta. y
918/924); copia de actuación nro. 13288-379-2014 (fs. 823/906);
informe del contador público de la DGI Juan Carlos Santos (fs.
1098/vta.); documentación correspondiente a la actuación nro. 10893-
2295-2012 (fs. 932/1097); copia de informe suscripto por el titular de
la División Penal Tributario, Cintia Érica Vázquez, y por el jefe de la
Sección Penal, Jonathan Nobello (fs. 1350/61), informes de la
Subdirección General de Auditoría Interna, rubricados por Néstor A.
Sosa (fs. 1707/1711 y 1712/1714); informes (fs. 1707/1714, 1825/26,
1827/38, 1839 y 5074/5075); información vinculada a nómina de
empleados de la agencia nro. 11 de la AFIP que cumplieron funciones
entre los años 2013 y 2015 (fs. 5085/5089); y actuaciones efectuadas
por la Subdirección General de Auditoría Interna y la Dirección de
Secretaría General y la Dirección de Planificación Penal de la
Subdirección General de Asuntos Jurídicos de la AFIP (fs. 5152/5169,
y 5802/5832 y 5851/5867);
5. Copias de la resolución de fecha 5/5/14 dictada por el
Dr. Sebastián R. Ramos -titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y
Correccional Federal nro. 2- en el marco de la causa nro. 8665/16,
caratulada: “López, Cristóbal Manuel y otro s/ averiguación de
delito”, la que fuera aportada por Ricardo Daniel Echegaray y
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actuaciones vinculadas a aquel decisorio (fs. 414/424, 1102 y


1175/1197);
6. Documentación reservada en secretaría aportada por la
AFIP que a continuación se describe, a saber: actuaciones
identificadas como punto XV inciso b en 3 fs., junto con copias
certificadas del sumario administrativo nro. 2718/16 en un IV cuerpos
de 696, más antecedentes de aquel expediente en 1 (42 fs.), 2 (63 fs.),
3 (11 fs.), 4 (17 fs.), 5 (43 fs.), 6 (4 fs.) y 7 cuerpos (10 fs.), y anexos
en 1 (41 fs.), 2 (63 fs.), 3 (62 fs.) y 4 (107 fs.) cuerpos; actuaciones
identificadas como punto XV inciso d y e vinculados a la actuación
SIGEA nro. 10072-274-2017 en 10 fs., tres informes de “Cuenta
Corriente - Detección, Generación y Administración de Ejecuciones
Fiscales - Versión 0.2.4” en 50 fs., “Cuenta Corriente - Detección,
Generación y Administración de Ejecuciones Fiscales - Versión
0.2.3” en 50 fs. y “Cuenta Corriente - Detección, Generación y
Administración de Ejecuciones Fiscales - Versión 0.3.0” en 50 fs.;
documentación identificada como punto XV inciso I, la que se
subdivide en diferentes actuaciones en 47 fs., 4 fs., 3 fs. y 3 fs.,
sumado a los anexos de actuación nro. 10450-3-2017 en 1 (78 fs.), 2
(9 fs.), 3 (48 fs.), 4 (23 fs.), 5 (71 fs.) y 6 (39 fs.) cuerpos; actuaciones
identificadas como punto XV inciso j en 2 fs.; y legajo personal de
AFIP de Ángel Rubén Toninelli, Fabián Osvaldo Di Risio, Karina
Elisabet Venier, Eduardo Julio Nappa, Gustavo Adrián Esperón,
Guillermo Michel, José Antonio Bianchi, Walter David D´Angela,
Pedro Gustavo Roveda, Celeste Ballesteros, Claudio Daniel Burtin,
Marcelo Julio Eglis, Juan Jorge Vallee, Pablo Jorge Aguilera, Simón
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Pedro Antonio Zarate, Daniel Gustavo Collazo, Víctor Hugo


Cingolani, Walter Daniel Tetes y Mabel Gloria Fadda;
7. Documentación reservada en Secretaría aportada por
José Antonio Bianchi, identificada como “Paquete O”, en 854 fs.; y
8. Documentación escaneada cuyos originales fueron
remitidos al Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 3, a saber:
informes de AFIP identificados como actuación nro. 13318-1-2016 en
2 fs.; actuación nro. 10072-177-2016 en 6 fs.; actuación nro. 13319-
65-2016 en 46 fs.; actuación nro. 11019-25-2016 en 9 fs.; actuación
nro. 13288-1098-2014 en 41 fs.; informe de plan de facilidades de
pago (Ley 11.638- art. 32) identificado como Anexo I en 3 fs.;
informe de fecha 4/7/16 (nota nro. 9052016) en 1 fs.; dos informes de
plan mis facilidades de Oil Combustibles SA de fecha 30/6/16 en 5 y
3 fs.; listado planes presentados por Oil Combustibles SA, detalle de
fs. 758 a 763 en un total de 21 fs.; informe de listado de
fiscalizaciones en un total de fs. 11; informe de marcas de no
intimaciones en 1 fs. respecto del CUIT nro. 20313804608;
formularios nro. 931 en un total de 25 fs.; listado de tributos incluidos
en plan art. 32 Ley 11.683 del grupo Indalo año 2014 en un total de
19 fs.; informe actuación SIGEA nro. 10873-910-2013 en 7 fs.;
informe preliminar de auditoría interna cargo OIP 14/2016 en 30 fs.;
actuación nro. 10426-56-2016 en un total en 179 fs.; copias del
sumario administrativo nro. 2718/16 en. 18 fs.; actuaciones
identificadas como “Anexo Decreto 618/97 - parte pertinente” en un
total de 155 fs.; listado de detalle de pagos por débito automático de
planes de facilidades de pago (2013-2015) en 6 fs.; actuación nro.
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10873-910-2013 en 61 fs.; actuaciones SIGEA nro. 13316-109-


2016/3 de la Dirección Regional Palermo en 3 fs; y actuaciones
remitidas por la AFIP identificadas como punto XV inciso a) en un
total de 43 fs. e inciso h) en 125 fs.
D) En oportunidad de recibirle declaración indagatoria a
los imputados, varios de ellos han contestado las preguntas de este
tribunal y de la fiscalía interviniente, efectuaron manifestaciones
verbales y/o presentaron descargos por escrito, todo lo cual se halla
agregado en las fojas que se señalan a continuación: Ángel Rubén
Toninelli (fs. 3308/3384, 3576/3577, 3752/3799, 4153/4179,
4337/4340, 4913/4923, 5171/5173, 5178/5184 y 5868/5878), Fabián
Osvaldo Di Risio (fs. 2988/3004), Karina Elisabet Venier (fs.
3269/3286), Eduardo Julio Nappa (fs. 2937/2985, 3683/3691 y
4183/4186), Gustavo Adrián Esperón (fs. 2689/2780, 3422/3541,
4183/4228 y 5882/5887), José Antonio Bianchi (fs. 3079/3123 y
4303/4325), Walter David D´Angela (fs. 3179/3197), Guillermo
Michel (fs. 3199/3266, 5744/5775 y 5833), Pedro Gustavo Roveda
(fs. 3008/3030), Celeste Ballesteros (fs. 2917/2936 y 5783/5801),
Daniel Burtin (fs. 2781/2825), Claudio Marcelo Julio Eglis (fs.
2863/2909), Juan Jorge Vallee (fs. 3031/3076), Pablo Jorge Aguilera
(fs. 3289/3307), Simón Pedro Antonio Zárate (fs. 1296/1311,
2851/2861 y 4238/4242), Daniel Gustavo Collazo (fs. 2827/2850 y
4266/4271), Víctor Hugo Cingolani (fs. 3160/3178), Walter Daniel
Tetes (fs. 2002/2011) y Mabel Gloria Fadda (fs. 1991/2001).
Debe decirse en este punto que las argumentaciones base
de sus defensas, serán desarrolladas en el acápite siguiente.
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E) Ahora bien, en virtud de los elementos probatorios a


los que ya hice mención en el apartado C), y por las consideraciones
que a continuación expondré, debe tenerse por acreditada con los
alcances exigidos para este momento, la intervención de las personas
indicadas en el acápite B) en el hecho disvalioso descripto al
comienzo de estos considerandos.
En primer término, debo valorar que los acontecimientos
denunciados oportunamente por la Dra. Carrió guardan correlato con
los resultados obtenidos del devenir de la investigación.
En efecto, se corroboró que Oil Combustibles SA era la
responsable directa del ICL, que el hecho imponible se perfeccionaba
con el retiro del combustible para el consumo y que su valor ascendía
al 26 % del precio del litro.
Asimismo, y tal como depuso el subdirector general de
Operaciones Impositivas de Grandes Contribuyentes Nacionales de la
AFIP, Juan Carlos Santos, aquel tributo debía pagarse dos o tres veces
por mes y para ello se presentaba una declaración jurada mensual que
vencía los días 22 de cada mes (ver fs. 358/360).
Además, conforme fue expuesto en declaración
testimonial por Hernán Darío Cruells, se determinó que el ICL era un
impuesto indirecto de tipo monofásico y que, como tal, gravaba una
sola de las etapas de circulación del combustible (la obtención de
productos gravados), se iba trasladando durante las fases de
comercialización de los bienes y lo soportaba el consumidor final.
Este testigo también ratificó que el sujeto obligado a ingresar el monto
recibido a la AFIP -su responsable directo- era la petrolera y que el
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hecho imponible se perfeccionaba con la entrega del bien, por lo que a


partir de allí emergía la obligación tributaria para con el organismo
recaudador (ver fs. 910/911).
En virtud de todo ello, es posible afirmar entonces que
Oil Combustibles SA recibía con cada transacción en forma directa de
sus clientes el monto a ingresar en la AFIP por ese concepto.
Ahora bien, sin perjuicio de que la firma contaba con el
dinero para poder hacer frente al pago de sus obligaciones en tiempo y
forma, tomó la decisión de destinar aquellas sumas a otros rubros y de
acogerse sistemáticamente a diversos planes de facilidades de pago -
que fueron otorgados irregularmente por la AFIP-. Ello, inclusive, aún
desde el desde el comienzo de su actividad comercial (etapa que, tal
como aclaré en otros temperamentos, no forma parte de la imputación
que se les dirigió a los encartados).
Es decir que Oil Combustibles SA contó con la venia, no
solamente del administrador federal, sino también de los funcionarios
señalados -cuyos cargos se desprenden de sus legajos personales (ver
paquete “C” reservado)- para abonar apenas 7 de los 55 ejercicios
pesquisados a sabiendas de que se le concederían deliberadamente los
beneficios de pago en cuestión para evitar el cobro compulsivo de esas
obligaciones.
Prueba de lo que hasta aquí vengo relatando son aquellos
expedientes administrativos incorporados en autos a través de los que
Echegaray -luego de la intervención de los imputados- otorgó
irregularmente a la empresa petrolera dos planes de pago individuales
en los términos del art. 32 de la ley 11.683, y las planillas que dan
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cuenta del acogimiento por parte de dicha firma a los de carácter


general, previstos por las RG de la AFIP nro. 3756 y 3806, extraídas
del sistema “Mis Facilidades” (herramienta mediante la cual los
distintos contribuyentes pueden, entre otras cosas, adherirse a planes
de facilidades de pago) (ver fs. 644/733 y 824/863, y 758/765,
respectivamente).
En cuanto a los regímenes excepcionales, debo recordar
que la normativa que los regula establece: “Facúltase a la [AFIP] para
conceder facilidades para el pago de los tributos, intereses y multas,
incluso en casos particulares a favor de aquellos contribuyentes y
responsables que acrediten encontrarse en condiciones económico
financieras que les impidan el cumplimiento oportuno de dichas
obligaciones…”.
Así, entonces, es posible observar que el único requisito
legalmente establecido era que el solicitante acreditara encontrarse en
una situación económico-financiera que le imposibilitara cumplir con
las obligaciones adeudadas. Esto, como se verá a continuación, nunca
le fue exigido a la sociedad en ninguno de los trámites.
En efecto, con fecha 24/7/13, Diego Goncalvez de Sousa,
apoderado de Oil Combustibles SA, solicitó el primero de los planes
de pago especiales en los términos del art. 32 de la ley 11.683 en la
agencia nro. 11 dependiente de la Dirección Regional Palermo de la
DGI por la deuda de aquella empresa relativa al ICL por los meses de
mayo y junio de 2013; lo que dio origen a la actuación nro. 10873-
910-2013.
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Alegó en su solicitud que la firma del grupo Indalo se


encontraba inmersa en una delicada situación financiera que le
impedía cumplir con el pago inmediato y de contado de aquellas
obligaciones exteriorizadas en la presentación, que -reitero- ya había
percibido de los distintos operadores de la cadena de valor. Ello, como
consecuencia de la decisión de la firma de incrementar los volúmenes
procesados de petróleo crudo en la refinería situada en la localidad de
San Lorenzo, provincia de Santa Fe; la alteración en las condiciones
de pago sobre alguna de sus obligaciones; y la atribución de prioridad
en la asignación de los recursos que disponía para abastecer a las más
de 340 estaciones de servicio de su red y las fuentes de trabajo para
centenares de empleados.
En concreto, solicitó que se le concediera a la compañía
un plan de 36 cuotas mensuales, iguales y consecutivas.
En aquella oportunidad también aportó las declaraciones
juradas del ICL relativas a los períodos ya mencionados y un cuadro
de flujo de fondos proyectados a los meses por los cuales requirió la
concesión al régimen de asistencia financiera, con los que se haría
frente a las obligaciones; el que luego se adjuntó ya certificado por un
contador público y una licenciada en economía.
De manera complementaria, con fecha 25/7/13, pidió que
se le otorgara a la firma la aplicación de una tasa del 1,35 % sobre el
plazo ofrecido (ver fs. 645/653 y 659/661).
Esta primera presentación, obviamente, fue necesaria
para el perfeccionamiento de la maniobra y la concesión de este plan
de facilidades de pago que culminó el día 9/12/13 con la aprobación
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del ex administrador federal Echegaray, y que, como se verá, presentó


diversas irregularidades que permiten acreditar que desde el seno de la
AFIP se tuvo la intención de favorecer a los empresarios López y De
Sousa, responsables de Oil Combustibles SA y del grupo Indalo.
Recibida entonces la solicitud efectuada, Gustavo Adrián
Esperón, el responsable de la agencia antes indicada, con fecha 1/8/13
remitió el expediente formado a la División Investigaciones de la
Dirección Regional Palermo para la confección de un informe. Ello, a
pesar de que este tipo de divisiones rara vez habría tenido
participación en solicitudes de estas características, tal como se
pronunciaron Mabel Gloria Fadda y Víctor Hugo Cingolani en sus
respectivas declaraciones (ver fs. 1991/2001 y 3168/3178) que, más
allá de que se dieron en el marco de sus defensas no se encuentran
exentas de una apreciación razonable.
Este trámite, cuyo objeto fue indicado de forma verbal al
encargado de dicha división -el nombrado Cingolani- por su superior,
-Eduardo Julio Nappa- responsable de la Dirección Regional
señalada; fue realizado en menos de 24 hs. El supervisor Walter
Daniel Tetes intervino en su control, y en aquel se concluyó que el
flujo de fondos presentado por Oil Combustibles SA evidenciaba
capacidad de pago para afrontar las obligaciones derivadas del plan
requerido (ver fs. 3167).
Cumplida la elaboración de aquel análisis, el expediente
fue devuelto con fecha 2/8/13 por el referido Cingolani a la agencia en
la que la firma petrolera se encontraba inscripta, a través de la nota
nro. 1780/13 (DV PINV) (ver fs. 657/658).
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Esperón, jefe de dicha área operativa, no solamente tenía


que cumplir con el imperativo de la Disposición de la AFIP nro.
128/1998 modificada por la nro. 296/2006, sino que debía, en el
trámite de este tipo de planes, y tal como fue introducido por el testigo
Néstor Sosa, encargado de la Subdirección General de Auditoría
Interna de la AFIP, completar los primeros apartados del Anexo I
generado desde la Subdirección General de Recaudación del órgano
recaudador y oficializado a través del correo electrónico nro. 1/12
(SDG REC). Es decir, se encontraba obligado a consignar los datos
del contribuyente que solicitaba aquel régimen excepcional: sus
principales actividades; la descripción del plan requerido; la deuda a
incorporar; la cantidad de empleados registrados; el historial de sus
juicios, sus procesos de fiscalización; sus datos sobre el impuesto a las
ganancias y ventas; y todos los acogimientos previos a otros planes de
facilidades de pagos (ver fs. 1376/1439 y 1850/1854).
Sin embargo, el responsable de la agencia, en lo que hace
a esta última cuestión, solamente indicó aquellos planes a los que Oil
Combustibles SA ya se había previamente acogido que se encontraban
vigentes y cancelados, pero omitió deliberadamente referirse a los que
se hallaban caducos y rechazados, que a esa altura ya eran 35 (ver fs.
692/693 y 750/802).
Así las cosas, finalizada su intervención, Esperón elevó el
expediente identificado con el nro. 10873-910-2013 -y sus respectivas
actuaciones- por intermedio de la nota nro. 1250/13 (AG M 011) a la
Dirección Regional Palermo, también dependiente de la Subdirección
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General de Operaciones Impositivas Metropolitanas de la DGI de la


AFIP, para que se continuara con el trámite (ver fs. 657).
El responsable de esta dependencia, Nappa, al igual que
su dependiente, tenía que cumplir con lo normado de la Disposición
de la AFIP nro. 128/1998 modificada por la nro. 233/2012, y en el
marco del protocolo de actuación de los planes en los términos del art.
32 de la ley ya mencionada, debía completar la primera parte de su
tercer apartado, relativa a la acreditación de la situación económico-
financiera alegada por el solicitante del plan. Es decir, según el correo
electrónico oficial nro. 1/12 enviado con fecha 21/6/12, se encontraba
obligado a emitir opinión acerca de la imposibilidad que habría tenido
el contribuyente de hacer frente a sus obligaciones como consecuencia
de no haber dispuesto de los recursos necesarios (ver la foja 9 de la
actuación nro. 10072-274-2017 -en respuesta al “Punto XV inciso d y
e”- remitida por la AFIP que se encuentra reservada).
Ello, como bien señaló el testigo Sosa, en función de la
documentación aportada por el propio peticionario y de la que desde
el organismo de recaudación pudiese solicitársele, además de aquella
información obrante en sus propias bases de datos (ver fs. 1376/1439
y 1850/1854).
Sin perjuicio de lo expuesto, el día 6/8/13, el nombrado
consignó, apartándose de las instrucciones dadas a través del correo
electrónico oficial ya señalado, que el único requisito legal se había
comprobado y que el flujo de fondos presentado por Oil Combustibles
SA evidenciaba capacidad de pago para afrontar las obligaciones
derivadas del plan (ver fs. 691 y 659 vta.)
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De seguido, esa misma fecha, y sin hacer observaciones


acerca de las omisiones efectuadas por Esperón, Nappa habría girado
el legajo mediante la anotación nro. 1472/2013 (DI RPAL) a
conocimiento de su superioridad, la Subdirección General de
Operaciones Impositivas Metropolitana de la DGI de la AFIP, que en
aquel entonces se hallaba a cargo de Fabián Osvaldo Di Risio (ver fs.
691 y 659 vta.).
El nombrado, no solo tenía que cumplir con lo dispuesto
por el Decreto PEN nro. 898/2005, sino que en el marco del
otorgamiento de un plan de facilidades de pago como el analizado,
debía dictaminar fundadamente sobre la viabilidad del plan. Es decir,
de conformidad con el correo electrónico enviado por la Subdirección
General de Recaudación de la AFIP -incluso recibido a su casilla
oficial personal- estaba compelido a emitir una opinión en la cual se
reflejara la posibilidad o la imposibilidad financiera que el
contribuyente tuviera para cumplir el pago de las cuotas solicitadas; o
bien, como mencionó el subdirector de la Subdirección de Auditoría
Interna de la AFIP en base al relevamiento efectuado sobre este tipo
de procedimientos en la propia gestión de Echegaray, realizar aquellas
observaciones que correspondieran (ver la foja 9 de la actuación nro.
10072-274-2017 ya mencionada y fs. 1850/1854).
No obstante, en este caso, Di Risio, solo consignó que el
plan solicitado era viable según el informe realizado por la Dirección
Regional Palermo.
Así, el 12/8/13, y sin efectuar ningún tipo de observación
sobre la actuación de sus dependientes, quienes, según cada caso,
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omitieron referirse a los planes de pago a los cuales Oil Combustibles


SA se había previamente acogido y se encontraban caducos y
rechazados, y nunca acreditaron la situación económico-financiera
invocada por la firma; envió la actuación nro. 10873-910-2013 a
conocimiento de la DGI de la AFIP por intermedio de la nota nro.
1675/13 (SDG OP IM) (ver fs. 691 y 663).
La cabeza de esta dirección general, no solo tenía que
cumplir con el imperativo del Decreto PEN 618/1997, sino que en el
marco del trámite del Anexo I, como manifestó Sosa, debía evaluar lo
actuado por las instancias que de él, en definitiva, dependían y recién,
luego de ello, prestar o no su conformidad para la otorgamiento del
plan de pagos, y proponer la cantidad de cuotas y la tasa de interés a
aplicar -en este último caso teniendo en consideración las limitaciones
establecidas por la propia norma- (ver fs. 1376/1439 y 1850/1854).
Sin embargo, el 13/8/13, Toninelli, se limitó a completar
la parte pertinente del protocolo de actuación en cuestión y a dar su
anuencia para la concesión del plan solicitado, sobre el cual indicó
que debía otorgarse por 30 cuotas con un interés del 1.35 % (ver fs.
691).
Así, entonces, convalidó deliberadamente la actuación de
sus dependientes quienes, también adrede, y según el caso, omitieron
referirse a los planes de pago a los cuales Oil Combustibles SA se
había previamente acogido y se hallaban caducos y rechazados; nunca
acreditaron la situación económico-financiera invocada por la firma;
ni tampoco hicieron observaciones sobre esos incumplimientos, ni
acerca de la necesidad de llevar adelante medidas complementarias
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con el objetivo de conseguir aquella documentación correspondiente


que, a fin de cuentas, permitiera comprobar de manera fehaciente las
problemáticas exteriorizadas en la presentación.
Luego, remitió mediante la nota nro. 4113/13 (DGIMPO)
las actuaciones al ámbito de una de sus áreas dependientes, la
Subdirección General de Técnico Legal Impositiva (ver fs. 664), en
donde, en lo relativo a un plan de pago individual, debía producirse un
dictamen técnico acerca del caso (ver fs. 1433).
La primera de las áreas que continuó con el trámite del
legajo y que pertenecía a esa subdirección fue la División Supervisión
Técnica de la Dirección de Asesoría Técnica.
Esta división, cuya máxima autoridad era Daniel Gustavo
Collazo, opinó por intermedio de la nota nro. 578/13 (DI ATEC) que
resultaba de interés lo oportunamente sostenido por la Dirección de
Asesoría Legal Impositiva y de los Recursos de la Seguridad Social
en la actuación nro. 130/12 (DI ALIR).
En lo que aquí interesa, explicó que en ella se interpretó
que la valoración de las dificultades económicas-financieras de un
responsable era discrecional para la autoridad llamada a resolver, y
que las previsiones del art. 32 de la ley facultaban a la administración
a otorgar planes particulares, según cuestiones de oportunidad, mérito
o conveniencia; lo que debía ser analizado por el propio administrador
federal.
Asimismo, hizo saber que en aquel acto de asesoramiento
se manifestó que para la consideración del otorgamiento de ese tipo de
plan de facilidades de pago individuales, cabía merituar lo relativo a
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la cantidad de fuentes de trabajo aportadas por el contribuyente y sus


posibilidades de asumir un compromiso sobre el mantenimiento de su
plantilla laboral, el fin social que pudiese cumplir y la dependencia de
sus ingresos en tarifas, precios o similares fijados por Estado nacional
o con su intervención.
Por último, el jefe de la división señaló, ya en lo que hace
a este plan específico solicitado por Oil Combustibles SA, que el total
de la deuda a regularizar ascendía a la suma de $ 349.903.546,00, que
la empresa tenía declarados 341 empleados al mes de junio de 2013, y
que la Dirección Regional y la Subdirección General de Operaciones
Impositivas competentes, respectivamente, habían entendido que tanto
la situación económico-financiera alegada como la viabilidad del plan
propuesto se encontraban acreditadas (ver fs. 666/667).
Ese mismo día, la Dirección de Asesoría Técnica, a
través de la intervención de su responsable, Simón Pedro Antonio
Zarate, dio el visto bueno a lo dictaminado por Collazo por medio de
la nota nro. 711/13 (DI ATEC) y giró el expediente para continuar con
el trámite correspondiente (ver fs. 667).
Finalmente actuó la máxima autoridad de la Subdirección
General de Técnico Legal Impositiva, Pablo Jorge Aguilera, quien, el
día 22/8/13, y por la nota nro. 1518/13 (SDG TLI), compartió las
conclusiones arribadas en el informe elaborado por sus dependientes y
remitió el legajo a la esfera de la Subdirección General de Asuntos
Jurídicos de la AFIP (ver fs. 667 vta.), en donde, en lo concerniente a
un plan de pago de estas características, debía producirse un dictamen
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jurídico acerca del caso, tal como se detalló en el flujograma aportado


por el testigo Sosa (ver fs. 1433).
Así las cosas, la División Dictámenes de Procedimiento
Fiscal, Seguridad Social y Previsional fue la primera de las áreas de
aquella subdirección que intervino.
En efecto, con fecha 21/8/13, Juan Jorge Vallee emitió un
dictamen -actuación nro. 691/13 (ADI ALIR)- a través del que expuso
que ese servicio asesor ya se había expedido sobre las facultades -y
sus alcances- otorgadas por el art. 32 de la ley 11.683 al administrador
federal en los informes nros. 5/13 y 22/13 (que adjuntó en copia), a
los cuales se remitió a los fines de evitar reiteraciones innecesarias.
Finalmente, dejó constancia que en función de la urgencia del trámite
informada no se había realizado el control formal de la presentación,
el que oportunamente debía llevarse a cabo (ver fs. 682).
Esa misma fecha, su superior, Claudio Daniel Burtin, la
cabeza del Departamento de Asesoría Legal en Procedimiento Fiscal,
Seguridad Social y Provisional y Penal Tributaria, dio el visto bueno a
lo opinado por el nombrado Vallee (ver fs. 682).
Ese día también intervino en el trámite la jefa de ambos,
la directora de la Dirección de Asesoría Legal Impositiva y de los
Recursos de la Seguridad Social, Celeste Ballesteros, quien mediante
la nota nro. 642/13 (DI ALIR) compartió las conclusiones a las que se
arribaron a través del dictamen en cuestión y elevó el legajo a su
superior (ver fs. 683), Pedro Gustavo Roveda, el responsable de la
Subdirección General de Asuntos Jurídicos de la AFIP. El nombrado,
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el día 22/8/13 y por intermedio de la nota nro. 2017/13 (SDG ASJ),


realizó la misma apreciación acerca del informe elaborado.
Cumplida la intervención de la subdirección a su cargo,
remitió el expediente al ámbito de la DGI (ver fs. 684/685).
Allí, su director general -Toninelli- intervino solo para
remitir las actuaciones del plan a la esfera de la Subdirección General
de Recaudación de la AFIP por la nota nro. 4179/13 (DGIMPO) (ver
fs. 685). Ello, a pesar de que esta última no siempre en este tipo de
solicitudes actuaba en esta instancia, como bien se desprende los
casos aportados por la defensa del máximo responsable de aquella
dependencia en el Anexo VI del paquete “O” reservado.
El encargado de esta subdirección, José Antonio Bianchi,
además de cumplir con las obligaciones referidas por la disposición
del Decreto PEN nro. 898/2005, según Néstor Sosa, en el marco del
protocolo de actuación para los planes individuales tenía que analizar
cuestiones como la cantidad máxima de cuotas, la tasa a aplicar, las
propuestas de las pautas generales del plan (método de liquidación,
condiciones de caducidad, entre otras cuestiones) y luego elaborar un
informe circunstanciado al efecto (ver fs. 1376/1439 y 1850/1854).
En este sentido, el día 24/8/13, Bianchi emitió la nota nro.
1180/13 (SDG REC) en la que especificó, entre otras cosas, que las
distintas áreas competentes habían intervenido y que la DGI se había
expedido favorablemente para otorgar el plan en solo 30 cuotas con un
interés mensual del 1.35 %.
En atención a ello, detalló las condiciones que debía
observar; puntualmente, las obligaciones a incluir, la fecha de
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consolidación, la cantidad de cuotas, la metodología para el cálculo de


estas últimas, el vencimiento de aquellas y el interés de financiación,
entre otras.
En consecuencia, y por haberse cumplido a su criterio los
aspectos formales que hacían a la tramitación del expediente, lo giró
esa misma fecha a la Subdirección General de Coordinación Técnico
Institucional de la AFIP, a cargo de Guillermo Michel (ver fs.
686/687).
Este, tenía que analizar los antecedentes, ponderar
razones de mérito, oportunidad y conveniencia, y conformar todas las
condiciones del plan solicitado para elevar el expediente a la máxima
autoridad de la AFIP para su consideración. Así lo expuso la cabeza
de la Subdirección de Auditoría Interna de la AFIP al brindar su
testimonio (ver fs. 1850/1854).
Sin embargo, en esa ocasión el nombrado, el día 24/8/13,
devolvió el expediente a la Subdirección General de Recaudación a fin
de que se aclarara si el ICL era controlado en el Sistema de Cuentas
Tributarias [un sistema macro que registra las obligaciones tributarias
de cada contribuyente y los eventos asociados a dichas obligaciones,
como la presentación de declaraciones juradas, la cancelación de sus
obligaciones por diferentes mecanismos -pagos, compensaciones,
planes de facilidades de pago-, pagos de anticipos, intimaciones y
generación de boletas de deuda para el trámite de la ejecución fiscal,
entre otras cuestiones (ver fs. 5686/5697)]. Esta requisitoria fue
contestada positivamente el 9/9/13 -por intermedio de la nota nro.
1483/13 (DI PYNR)- por Walter David D’Angela, director de una de
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las áreas dependiente de esa subdirección (la Dirección de Programas


y Normas de Recaudación) quien remitió el expediente a su superior
(Bianchi) para que el mismo sea devuelto a la dependencia liderada
por Michel; lo que sucedió mediante la nota nro. 1322/2013 (SDG
REC) con fecha 21/10/13 (ver fs. 688/690).
Por tal motivo, este último se encontraba en condiciones
de emitir su informe para la consideración del administrador federal.
Es importante recordar a esta altura de los hechos que los
diarios de mayor tirada del país como La Nación y Clarín el 9/9/13 ya
habían alertado sobre la circunstancia de que Oil Combustibles SA se
financiaba con los montos percibidos del ICL y otorgaba préstamos a
las demás sociedades del grupo Indalo; todo lo cual, en lo sucesivo,
fue reproducido por los medios de comunicación (ver fs. 1163/1171).
Ahora bien, Michel, al momento de expedirse al respecto el día
9/12/13, dictaminó que consideraba conducente la concesión del plan
al contribuyente Oil Combustibles SA por lo que podían incluir deuda
en los términos y las condiciones establecidas en el régimen de
facilidades estipulado en la RG de la AFIP nro. 3451, con excepción
de la cantidad de cuotas; que, para este caso, iban a ser 30.
Además, el subdirector general consideró que el plan que
se requería debía concederse en la medida en que se cumpliera con las
siguientes dos condiciones bajo apercibimiento de caducidad: a) la
imposibilidad de disponer, sin una autorización previa de AFIP, de los
bienes que integraban su activo no corriente; y b) la limitación de
distribución de dividendos hasta su cancelación total.
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El dictamen consiguió ese mismo día el visto bueno de


Echegaray, y el expediente junto con sus actuaciones fueron remitidas
a la Subdirección General de Recaudación para que implementara el
plan en el sistema y luego fueran devueltas al área pertinente (ver fs.
694/695).
En consecuencia, nuevamente la Dirección de Programas
y Normas de Recaudación, a cargo del nombrado D’Angela, intervino
en el trámite del expediente. Este, no solo tenía que cumplir con lo
dispuesto por la Disposición de la AFIP nro. 74/2012, sino que en el
caso particular que nos ocupa, una vez aprobado el plan, debía
habilitar en el sistema la posibilidad de su ingreso y dictar las normas
y generar las herramientas para posibilitar el control de todas las
condiciones impuestas. Así fue manifestado por el contador Néstor
Sosa y el agente de la División de Auditoría Operativa que, a fin de
cuentas, dependía de aquel, Mario Daniel Maure (ver fs. 1376/1439,
1850/1854 y 5686/5697).
En efecto, el 18/12/13, D’Angela tomó conocimiento a
través de la nota nro. 2215/13 (DI PYNR) de la aprobación del plan en
cuestión y elevó el expediente a su superior, quien, ese mismo día,
firmó la nota nro. 1640/13 (SDG REC) dirigida al ámbito de la DGI
mediante la cual, entre otras cuestiones, solicitó que se notificara a la
contribuyente de lo resuelto por el administrador federal y que se le
hiciera saber que ya podía realizarse la adhesión a aquel régimen en el
sistema informático. Además, requirió que se instruyera a la agencia
nro. 11 para que controlara la correcta inclusión de las obligaciones
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que se habían autorizado y se verificara el cumplimiento efectivo de


las condiciones impuestas (ver fs. 697/699).
Ello, a pesar de que para esa fecha el área a su cargo no le
había brindado a la dependencia operativa señalada los instrumentos
necesarios para hacerlo.
En efecto, recién el 8/7/14 -casi 7 meses después- aquella
subdirección -y en particular, la Dirección de Programas y Normas de
Recaudación-, puso a disposición de las áreas operativas dos
herramientas mediante las cuales el contribuyente, previo a la
concesión de un plan de este tipo, y en carácter de declaración jurada,
debía comprometerse a cumplir con las condiciones citadas, para lo
cual tenía que detallar su activo no corriente, tal como se desprende
del correo electrónico oficial nro. 4/2014 (ver fs. 414/425 de las
fotocopias del sumario administrativo de la AFIP nro. 2718/2016 -en
respuesta al “Punto XV inciso b”- remitido por el fisco nacional y 9 de
la actuación nro. 10072-274-2017 ya mencionada).
Así, entonces, el legajo administrativo siguió su curso por
las distintas dependencias operativas (ver fs. 700/vta., entre otras).
Como adelanté, el acogimiento a este plan se efectuó con fecha
27/12/13 por la suma de $ 980.668.085,44, y por los períodos fiscales
de mayo, junio, septiembre, octubre y noviembre de 2013.
Ahora bien, el segundo régimen especial fue solicitado el
13/3/14 (tras adeudar Oil Combustibles SA tres nuevos ejercicios del
tributo en cuestión -diciembre de 2013, enero y febrero de 2014-), por
Carlos Fabián De Sousa, en representación de Inversora M&S SA y
otras firmas controladas y/o vinculadas a aquella, que conformaban el
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grupo Indalo (Alcalis de la Patagonia SAIC, Argentina Corre SA,


Consulplan SA, CPC SA, CV1 SA, DEISA, DH COM SA,
Establecimiento Santa Elena SA, Esuvial SA, Ganadería Santa Elena
SRL, Gestiones Tallion SA, Ideas del Sur SA, IGD SA, Imagen
Radial SA, Indalo Inversiones de Argentina SA, Inverco del Cono Sur
SA, Inversora M&S SA, La Salamandra SA, M&S Consulting SA, Oil
Combustibles SA, Oil Construcciones SA, Oil M&S SA, Paqariy SA,
Parador Diez SA, Paraná Metal SA, Petrolera Cerro Negro SA,
Promet SA, Radio Productora 2000 SA, Serma SA, South Media
Investments SA, South Mineral SA, Telepiu SA, Urbanizadora Gea
SA y Votionis SA) ante la División Coordinación Técnico
Administrativa de la Dirección Secretaría General de la Subdirección
General de Coordinación Técnico Institucional de la AFIP (ver fs.
824/826).
El pedido dio origen a la actuación nro. 13288-379-2014.
Sin embargo, en esta ocasión, a diferencia de la anterior,
no se individualizó el monto a devengarse por cada firma, ni por qué
tributos, lo cual marca desde su inicio una clara irregularidad. A ella
debe sumársele la circunstancia de que para el comienzo de este
trámite una investigación periodística ya había anunciado el
financiamiento de Oil Combustibles SA con el ICL percibido (ver fs.
1163/1171).
Como excusa de aquel pedido, De Sousa indicó que el
grupo Indalo se hallaba inmerso en una situación financiera que le
impedía abonar inmediatamente y de contado sus obligaciones
exteriorizadas en las declaraciones juradas presentadas.
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Manifestó que la situación crítica por la que atravesaban


esas sociedades tenía diferentes causas en virtud de las diversas áreas
en las que participaron en los últimos años (como la construcción, los
combustibles, la producción de carbonato de sodio, los alimentos, la
industria autopartista y los medios).
Agregó, en términos generales, que el incremento de las
tasas bancarias, las restricciones al crédito externo, el crecimiento de
los costos y el control de precios afectaron considerablemente a las
compañías mencionadas.
En aquel sentido, añadió que el grupo en cuestión tuvo
que realizar fuertes desembolsos para invertir -entre otras- en el rubro
de energía y en la construcción de plantas, lo cual fue afrontado con el
flujo operativo de las sociedades debido a la imposibilidad de acceder
a la financiación.
En aquella oportunidad, acompañó una copia de un poder
general otorgado en su favor únicamente por Inversora M&S SA (ver
fs. 824/829). Es decir, nunca se acreditó la personería invocada por el
presentante del escrito sobre el resto de las firmas que aseguró
personificar.
Así las cosas, el primero en intervenir en el trámite del
legajo fue Eduardo Julio Nappa, responsable de la Dirección Regional
Palermo. Este, el 18/3/14, tal como se desprende de las declaraciones
indagatorias prestadas por los nombrados Fadda, Tetes y Cingolani, al
igual que en el plan de pagos individual anterior, ordenó a la División
Investigación de su área -a cargo del último de los nombrados- la
realización en un plazo de 24 hs. de un análisis sobre la relación de los
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ingresos de la empresa petrolera y la capacidad de pago para afrontar


su deuda. Ello -reitero-, aun a pesar de que este tipo de divisiones rara
vez habría tenido participación en solicitudes de estas características,
como surge de los dichos de Fadda y Cingolani (ver fs. 1991/2011 y
3160/3178).
En consecuencia, el nombrado Cingolani, al día siguiente,
les requirió formalmente a sus dependientes la confección de aquella
estimación mediante la nota nro. 503/2014 (DI RPAL) (ver fs. 726).
El informe en cuestión fue realizado ese mismo 19/3/14
por la inspectora Fadda y la supervisión de Tetes, quienes concluyeron
que Oil Combustibles SA poseía ingresos que les permitían suponer
capacidad de pago para afrontar su voluntad de regularizar deuda en
un plan de estas características (ver fs. 727 y 734/749).
En virtud de ello, el 20/3/14 Cingolani remitió el estudio
a conocimiento e intervención de la Dirección Regional Palermo por
intermedio de la nota nro. 608/2014 (DV PINV) (ver fs. 728).
En paralelo, con fecha 19/3/14 Esperón, jefe de la agencia
nro. 11 antes referida, completó el acápite respectivo del Anexo I pero
nuevamente omitió maliciosamente indicar los planes a los cuales la
contribuyente se había previamente acogido y se encontraban caducos
y rechazados, los que a aquella altura, ya no eran 35, sino 37, y giró
también el expediente a la Dirección Regional Palermo a través de la
nota nro. 478/2014 (AG M 011) (ver fs. 722, 725 y 750/802).
Seguidamente, el día 20/3/14, su jefe, Nappa, completó el
apartado C) del protocolo -en lo que hacía a Oil Combustibles SA- y
consignó que se hallaba acreditada la situación económica financiera y
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que la empresa poseía ingresos que permitían suponer capacidad de


pago para afrontar su voluntad de regularizar su deuda en un plan (ver
fs. 723).
Esa misma fecha y sin hacer ninguna observación acerca
de las omisiones efectuadas por Esperón, remitió las actuaciones a
conocimiento de la Subdirección General de Operaciones Impositivas
Metropolitana de la DGI de la AFIP, que, en aquel entonces, y a
diferencia del plan anterior, se encontraba a cargo de Karina Elisabet
Venier.
Así, esta subdirectora, con fecha 26/4/14, hizo lo propio:
consignó deliberadamente en el formulario que el régimen peticionado
era viable y lo giró a la DGI mediante la nota nro. 778/2014 (SDG
OPIM). Ello, claro está, sin efectuar ningún tipo de reflexión acerca de
la actuación de sus dependientes, quienes según cada caso, omitieron
referirse a los planes de pago a los que Oil Combustibles SA se había
previamente acogido y se hallaban caducos y rechazados, y nunca
comprobaron la situación económico-financiera invocada (ver fs. 723
y 830).
Por su parte, el 13/5/14, Toninelli se limitó a prestar su
conformidad para la concesión del plan en cuestión, consignó en el
Anexo I que aquel debía otorgarse en 60 cuotas con un interés
mensual del 1.90 % y que debía restringirse la distribución de
utilidades y el pago de dividendos con garantía. De esa manera, y
como en el caso anterior, convalidó las irregularidades que acarreaba
el expediente y lo envió por intermedio de la nota nro. 1673/14
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(DGIMPO) a una de sus áreas dependientes, la Subdirección General


de Técnico Legal Impositiva (ver fs. 723 y 831).
La primera de las oficinas que continuó con el trámite del
legajo y que pertenecía a esa subdirección fue la División Supervisión
Técnica de la Dirección de Asesoría Técnica, a cargo Collazo, quien,
el 4/4/14, se expidió en la nota nro. 259/14 (DI ATEC) en el mismo
sentido que en el plan individual anterior e indicó las sumas de todas
las deudas que registraban las solicitantes y sus nóminas de
empleados (ver fs. 833/834).
Sus conclusiones fueron compartidas esa misma fecha y
el día 8/4/14, por sus superiores: Zárate, responsable de la Dirección
de Asesoría Técnica -nota nro. 302/14 (DI ATEC)-, y Aguilera,
cabeza de la Subdirección General de Técnico Legal Impositiva de la
DGI de la AFIP -nota nro. 734/14 (SDG TLI)-, respectivamente. El
mismo día, este último giró el expediente al ámbito de la Subdirección
General de Asuntos Jurídicos del fisco nacional (ver fs. 834 vta.).
Así las cosas, la División Dictámenes de Procedimiento
Fiscal, Seguridad Social y Previsional, cuyo encargado seguía siendo
Vallee, fue la primera de las áreas de esa subdirección que intervino.
En efecto, con fecha 9/4/14, el nombrado promovió el dictamen nro.
278/14 (DI ALIR) mediante el cual se despachó en idéntico sentido
que en el anterior plan, con la salvedad de que en esta ocasión
entendió que los regímenes debían otorgarse por separado a cada
contribuyente involucrado y no uno para la totalidad del grupo
económico (ver fs. 850/851).
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Nuevamente, su actuación tuvo ese mismo día el visto


bueno de su inmediato superior, el jefe del Departamento de Asesoría
Legal en Procedimiento Fiscal, Seguridad Social y Provisional y
Penal Tributaria, que en este caso ya era Marcelo Julio Eglis (ver fs.
850).
En esa fecha también intervino en las actuaciones la jefa
de ambos, la directora de la Dirección de Asesoría Legal Impositiva y
de los Recursos de la Seguridad Social, Ballesteros, quien por medio
de la nota nro. 276/14 (DI ALIR) compartió las conclusiones a las que
se arribaron por el dictamen producido por Vallee y elevó el sumario
nuevamente a Roveda, el Subdirector de la Subdirección General de
Asuntos Jurídicos de la AFIP.
El nombrado hizo la misma apreciación el día 10/4/14 y
giró el expediente al ámbito de la DGI mediante la nota nro. 872/14
(SDG ASJ) (ver fs. 852/853).
Allí, su director general, el referido Toninelli, intervino -
de la misma manera que en el plan individual anterior- únicamente
para girar las actuaciones por la nota nro. 2616/14 (DG IMPO), el día
14/5/14, a la esfera de la Subdirección General de Recaudación de la
AFIP (ver fs. 854), a pesar de que -reitero- esta última no siempre en
este tipo de solicitudes actuaba en esta instancia, tal como se
desprende de los casos aportados por la defensa de Bianchi en el
Anexo VI del paquete “O” reservado.
Así las cosas, con fecha 15/5/14, su responsable, emitió la
nota nro. 824/14 (SDG REC) en la que detalló, entre otras cuestiones,
que las distintas áreas competentes habían intervenido y que la DGI se
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había expedido favorablemente en el sentido de otorgar el plan en solo


60 cuotas con un interés mensual del 1.90 %.
En atención a ello, detalló también en esta oportunidad
las condiciones que debía observar el régimen (obligaciones a incluir,
fecha de consolidación, cantidad de cuotas, metodología para calcular
estas últimas, vencimiento de aquellas, e interés de financiación, entre
otras).
En consecuencia, y por haberse cumplido a su criterio los
aspectos formales que hacían a la tramitación del expediente, lo giró
ese mismo día a la Subdirección General de Coordinación Técnico
Institucional de la AFIP, a cargo de Michel (ver fs. 855/856).
Finalmente, el 16/5/14 el nombrado dictaminó que
consideraba conducente la concesión del plan en cuestión por lo que
podían incluir deuda en los términos y las condiciones establecidas en
el régimen de facilidades estipulado en la RG de la AFIP nro. 3451,
con excepción de la cantidad de cuotas; que, para este caso, iban a ser
60 con un interés de financiación mensual de 1.90 %.
Además, el subdirector general consideró que el plan que
se requería debía concederse en la medida en que se cumpliera con las
siguientes tres condiciones bajo apercibimiento de caducidad: a) la
limitación de distribución de dividendos hasta su cancelación total; b)
la garantía de imposibilidad de disponer, sin una autorización previa
de AFIP, de los bienes que integraban su activo no corriente; y c) el
mantenimiento de los puestos de trabajo.
El dictamen también obtuvo ese mismo día el visto bueno
de Echegaray, motivo por el cual las actuaciones fueron remitidas a la
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Subdirección General de Recaudación para que implementara el plan


en el sistema y oportunamente fueran devueltas al área pertinente (ver
fs. 857/858).
En consecuencia, el 25/6/14 intervino nuevamente en el
trámite del legajo el referido D’Angela, responsable de la Dirección de
Programas y Normas de Recaudación de la Subdirección General de
Recaudación, quien tomó conocimiento mediante la nota nro. 1023/14
(DI PYNR) de la aprobación del plan y envió el legajo a su superior,
Bianchi.
Atento a ello, el día 30/6/14, este suscribió la nota nro.
1200/14 (SDG REC) dirigida al ámbito de la DGI mediante la cual,
entre otras cuestiones, solicitó que se notificara a la contribuyente de
lo resuelto por el administrador federal y que se le hiciera saber que ya
podía realizarse la adhesión a aquel régimen en el sistema informático.
Además, al igual que en el plan anterior, requirió que se
instruyera a la agencia correspondiente para que controlara la correcta
inclusión de las obligaciones que se habían autorizado y verificara el
cumplimiento efectivo de las condiciones impuestas (ver fs. 861).
Nuevamente, como lo expuse en el desarrollo del primer
plan, lo hizo sabiendo que para esa fecha el área a su cargo no había
desarrollado los instrumentos necesarios para que aquella dependencia
operativa efectuara los controles correspondientes.
En efecto, -reitero- recién el 8/7/14 aquella subdirección -
y en particular, la Dirección de Programas y Normas de Recaudación-
puso a disposición de las áreas operativas dos herramientas mediante
las cuales el contribuyente, previo a la concesión de un plan de este
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tipo, y en carácter de declaración jurada, debía comprometerse a


cumplir con las condiciones citadas, para lo cual tenía que detallar su
activo no corriente, tal como se desprende del correo electrónico
oficial nro. 4/2014 (ver fs. 414/425 de las fotocopias del sumario
administrativo de la AFIP nro. 2718/2016 y 9 de la actuación nro.
10072-274-2017, ambos ya mencionados).
Así, entonces, el legajo administrativo siguió su curso por
las distintas dependencias operativas (ver fs. 861 vta./863).
Como quedó demostrado, los trámites de estos beneficios
especiales otorgados a Oil Combustibles SA se encontraron plagados
de irregularidades.
A fin de cuentas, estas versaron sobre las omisiones de la
referencia a otros planes de facilidades de pago a los cuales la firma se
había previamente acogido y se hallaban caducos y rechazados; de la
acreditación de la situación económico-financiera invocada en ambas
solicitudes -el único requisito establecido por ley para su concesión-;
de observaciones sobre todos esos incumplimientos y de la necesidad
de llevar a cabo medidas complementarias con el objeto de conseguir
la documentación que, en definitiva, permitiera comprobar de manera
fehaciente las problemáticas exteriorizadas en las presentaciones; y de
controles sobre el acatamiento de aquellas condiciones impuestas al
momento de otorgarse los beneficios en cuestión, entre otras.
Corrobora lo expuesto lo señalado por la Subdirección de
Auditoría Interna de la AFIP en su informe final.
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Allí, entre otras tantas cosas, se determinó que la empresa


no plasmó en sus presentaciones ningún análisis sobre la situación que
le impidiera pagar sus deudas.
Pero además, se hicieron las siguientes manifestaciones:
“…se evidencian falencias en los controles efectuados por la Agencia
N° 11 en relación a la información expuesta en los Anexos I
pertinentes […] en relación a la cantidad de Planes de Facilidades de
Pago por los que se acogió la contribuyente y omitiéndose la
información de los planes caducos y rechazados.”; tal como se aprecia
en los siguientes cuadros:

Estado Casos y Montos según Anexo I - 1° plan Casos según sistema Diferencia de planes
Vigentes 1 $ 1.657.602.605,00 1 0
Cancelados 97 $ 538.880.338,00 107 10
Caducos y Rechazados 0 $ 0,00 37 37
Anulados 0 $ 0,00 4 4
Total 98 $ 2.196.482.942,00 149 51

Estado Casos y Montos según Anexo I - 2° plan Casos según sistema Diferencia de planes
Vigentes 2 $ 2.638.270.690,00 2 0
Cancelados 107 $ 550.012.725,00 107 0
Caducos y Rechazados 0 $ 0,00 37 37
Anulados 0 $ 0,00 4 4
Total 109 $ 3.188.283.415,00 150 41

“…se pudo observar la falta de controles posteriores al


inicio de la tramitación por parte de toda la línea jerárquica con
jurisdicción en el tema. A modo de ejemplo, merece destacarse que en
el Anexo I, rubro ‘Acreditación de situación económico-financiera’, la
Dirección Regional se expidió sobre la capacidad del solicitante para
cancelar las cuotas y no sobre la situación económica-financiera de
crisis, incumpliendo las pautas brindadas mediante email oficial N°
1/2012 (SDG REC) por la Subdirección General de Recaudación. Lo
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expuesto fue convalidado por toda la línea jerárquica, sin ser


subsanado en ninguna instancia posterior…”.
“…no se ha verificado la existencia de procedimientos de
control practicados en el ámbito de la Dirección General Impositiva
tendientes a monitorear el efectivo cumplimiento de las condiciones
mencionadas. Asimismo, no se evidencia que las áreas definidoras
hayan dictado instrucciones de trabajo tendientes a instrumentar las
acciones de control por parte de las áreas operativas a fin de evaluar el
cumplimiento de dichos requisitos.” (ver las observaciones 5] y 6] del
informe de auditoría -en respuesta al “Punto XV inciso a”- remitido
por la AFIP).
Aquello fue revalidado en declaración testimonial por los
contadores Mario Daniel Maure y Pablo Daniel Ocamica (este último,
Director de Auditoría de Procesos Operativos de la Subdirección de
Auditoría Interna de la AFIP) (ver fs. 5686/5697 y 5699/5707).
A dichas anomalías, asimismo, debe sumársele la falta de
acreditación de la personería invocada en la segunda de las solicitudes
respecto de quien aseguró representar a más de 30 compañías.
En síntesis, las irregularidades advertidas se vinculan con
la laxitud en los controles dirigidos a la sociedad (cuestión sobre la
que volveré más adelante incluso con mayor profundidad).
Todo ello, sin contar la -cuanto menos- discutible forma
en la que habría sido comprobada la posibilidad financiera de que Oil
Combustibles SA pudiese cumplir con los compromisos de los pagos
de las cuotas requeridas. Es decir, sin considerar el método (un simple
cálculo matemático sobre la relación ingresos-deuda) a través del cual
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se determinó la viabilidad de ambos planes solicitados, lo que no hace


más que robustecer la idea sobre la disminución en la intensidad de los
controles sobre esta sociedad.
Tampoco se tuvo en cuenta en dichos procesos que ya a
esa altura era práctica habitual de la contribuyente no pagar en tiempo
y forma las obligaciones vinculadas al ICL.
Y lo cierto es que la excepcionalidad de estos regímenes -
resaltada por gran la mayoría de los imputados- no es un detalle menor
ni debe pasar desapercibida, pues lógicamente, no siendo la regla este
tipo de facilidades, deben extremarse los recaudos para su tratamiento,
análisis y otorgamiento.
Ahora bien, con posterioridad al otorgamiento de aquellos
planes de excepción, desde la propia cúpula del organismo recaudador
y varias dependencias de la DGI se permitió que con fecha 30/6/15 la
empresa petrolera, la cual no había abonado los períodos fiscales de
junio, julio y agosto del año 2014, se acogiera, en esta oportunidad, al
régimen de facilidades de pago establecido por la RG de la AFIP nro.
3756.
Por intermedio de aquel plan, la contribuyente regularizó
las obligaciones del ICL por los meses de septiembre de 2014 a enero
de 2015, por un monto total de $ 1.495.736.276,17.
Por su parte, mientras aquella financiación se encontraba
vigente, Oil Combustibles SA canceló únicamente la cuota relativa al
mes de noviembre de 2015 (condición necesaria para reformular ese
plan) y el día 25/11/15 reestructuró su deuda en otro régimen similar,
en este caso, previsto por la RG de la AFIP nro. 3806; lo que también
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fue permitido por la inacción del director general de la DGI y varios


de sus dependientes.
A través de este, regularizó obligaciones por los períodos
fiscales comprendidos entre los meses febrero y agosto de 2015, más
los intereses resarcitorios por anticipos no ingresados de los ejercicios
citados, por un total de $ 3.910.530.689,37, en 120 cuotas.
Todas estas deudas producidas entre septiembre de 2014
y agosto de 2015 pudieron incorporarse a aquellos planes de pagos, en
primer lugar; debido al erróneo empadronamiento de la sociedad en la
agencia nro. 11, aún a pesar de que se encontraba registrada en la
categoría denominada “segmento 1”.
Corrobora esta circunstancia lo referido por el nombrado
Santos, subdirector general de Operaciones Impositivas de Grandes
Contribuyentes Nacionales de la AFIP, en cuanto a que en el año 2016
inició diferentes acciones con el objetivo de reformular el padrón de
grandes contribuyentes. Con relación a ello, adujo que observó que
Oil Combustibles SA no se encontraba inscripta en la dependencia a
su cargo como debiera; respecto de la cual explicó que suele tener un
índice bajo de incumplimientos y donde existe un seguimiento diario y
mucho más veloz de las acciones que se llevan adelante para librar las
intimaciones e iniciar las ejecuciones fiscales (ver fs. 358/360).
Aún más, a través de la nota nro. 733/2017 (DI OPGC) de
esta misma dependencia se desarrolló que, aunque los controles y las
acciones que allí se realizan en materia de recaudación no difieren de
los que se llevan a cabo en el “segmento 1” de una agencia particular,
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existe en la práctica una importante diferencia: la limitada cantidad de


contribuyentes que integran la primera de aquellas áreas.
Esto, según se hizo saber, permite llevar a cabo procesos
individuales cuando las irregularidades son detectadas, lo cual resulta
poco probable en una dependencia que administra un universo mayor
de inscriptos. Además, la capacidad de respuesta de la estructura de la
subdirección relativa a los grandes contribuyentes nacionales es muy
disímil a la de una simple agencia. Ello así, a raíz de la experiencia
acumulada por sus agentes en base a la complejidad de las distintas
actividades desarrolladas por los contribuyentes y grupos económicos
que se encuentran en su jurisdicción (ver las actuaciones acompañadas
por la AFIP -en respuesta al “Punto XV inciso h”-).
Incluso, el propio Esperón refirió al momento de efectuar
su descargo que, para la época de los hechos, la agencia a su cargo
tenía aproximadamente 1.230 contribuyentes registrados solamente en
ese segmento (ver fs. 2705).
La auditoría realizada se expidió en el mismo sentido: por
la magnitud y la representatividad de la contribuyente, debió tener un
seguimiento más individualizado (ver observación 1] del informe de
auditoría ya aludido).
A todo ello, además, debe sumársele lo dicho por Fabián
Carlos Barroso, jefe de la División Recaudación del Departamento de
Gestión de Cobro de la subdirección antes referida, en cuanto a que
otras empresas petroleras con estructura similar -Shell, Axion e YPF-
sí se encontraban suscriptas en la dependencia comandada por Santos
(ver fs. 916/917).
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En definitiva, fue precisamente dicha falta de seguimiento


la que contribuyó al desarrollo de esta maniobra, pues de encontrarse
Oil Combustibles SA empadronada de manera correcta -como el resto
de las grandes compañías de su rubro- jamás hubiese sido posible que
acumulara semejante cantidad de deuda relacionada con el tributo en
cuestión. Así también lo ha señalado la propia auditoría efectuada (ver
observación 4] del informe de auditoría ya referido).
Y esta decisión de que la empresa petrolera permaneciera
bajo el ámbito de control de una agencia ordinaria, no solo provino del
administrador federal. En efecto, tal como se adelantó en una primera
ocasión en la que la querella solicitó medidas y ser tenido como actor
civil (ver fs. 1748/1758), se explicó en la referida nota nro. 733/2017
(DI OPGC) que al momento de estos sucesos se encontraba vigente la
RG de la DGI nro. 3282/91 que disponía que su correcta
incorporación en la dependencia de los más grandes contribuyentes
debía contar con la conformidad del director de la DGI (ver las
actuaciones acompañadas por la AFIP -en respuesta al “Punto XV
inciso h”- ya mencionadas).
Consecuentemente, fue Toninelli -junto con Echegaray-
quien permitió que Oil Combustibles SA se hallara registrada en la
agencia nro. 11.
Ahora bien, aquella laxitud en los controles dirigidos a la
firma cuestionada fue, incluso, en cuanto a los acogimientos a planes
de pago generales, favorecida por la premeditada inacción por parte de
la propia agencia y otras áreas operativas superiores de la DGI. Estas,
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según los momentos, estuvieron a cargo Esperón, Nappa, Di Risio y


Venier.
De lo contrario, no existe explicación alguna para que una
empresa de semejante magnitud -como ya ha quedado suficientemente
claro- de un total de 55 períodos fiscales (entre los meses de mayo de
2011 a diciembre de 2015) solo haya abonado en tiempo y forma 7 de
ellos, y se haya acogido a diferentes planes de facilidades de pago en
los restantes 48 ejercicios, de conformidad con lo concluido en la nota
nro. 377/2016 por el mencionado Barroso (ver fs. 750/757).
Además, tengo en cuenta lo expuesto en el informe final
de auditoría, donde con claridad se señaló que la sociedad era la
deudora más grande de la agencia nro. 11 -tal como se graficará a
través de cuadros y sus respectivas observaciones más adelante-.
Tan solo ello demuestra a las claras que la firma desplegó
una mecánica de financiamiento (que, incluso, hasta se habría iniciado
aproximadamente dos años antes al período comprendido en la causa)
de sus obligaciones de manera recurrente a través de la utilización de
distintos regímenes, lo que le fue permitido, no solo por el responsable
del fisco nacional, sino también por altas autoridades del organismo y
las cabezas de la agencia particular en donde se hallaba inscripta.
Y para lograr sus cometidos, los imputados se
aprovecharon de aquellas falencias que presentaban los sistemas de la
AFIP, tal como concluyó la auditoría en cuestión. En particular, de la
disociación entre los sistemas Mis Facilidades y Cuentas Tributarias
que impedía que las áreas operativas que debían nutrirse de la última
plataforma pudieran relevar en tiempo adecuado las deudas vencidas,
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exigir su cobro, y así impedir que fueran incorporadas ilegítimamente


en planes de facilidades de pago (ver la observación 7] de informe de
auditoría ya reseñado).
Refuerza lo antedicho lo declarado por Santos en cuanto a
que la cuenta corriente de la empresa tenía más de 120 planes de pago,
(muchos caducos y reformulados, y otros vigentes) y que, en general,
no habían existido desembolsos espontáneos a no ser por las cuotas de
esos regímenes (ver fs. 358/360).
En cuanto a la adhesión de la firma a esas financiaciones,
resulta de interés lo expuesto por el testigo Sosa, quien explicó que
para acogerse a ellas la contribuyente debía ingresar en la página web
de la AFIP y solicitarlo a través del sistema Mis Facilidades, y que era
el propio obligado quien autogeneraba una declaración jurada con la
deuda a regularizar.
Explicó, a su vez, que la agencia en la que se encontraba
inscripta Oil Combustibles SA era la que realizaba el control de todos
los pagos de las deudas generadas por los diferentes impuestos (ver fs.
1376/1439 y 1850/1854).
Aclarado ello, corresponde recordar cómo funciona en la
práctica el proceso de intimación y ejecución de deuda.
En este sentido, el contador Maure desarrolló que, según
el calendario operativo del órgano recaudador, la aludida Subdirección
General de Recaudación de la AFIP intima a los contribuyentes que
no hayan presentado sus declaraciones juradas al vencimiento de una
obligación o que no hayan pagado el saldo de la acompañada. Explicó
que para la época de los acontecimientos indagados las advertencias se
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enviaban a los contribuyentes por medio de un correo postal, y que ya


notificados, se cargaba la fecha de la comunicación con el aviso de
retorno que daba el servicio de mensajería.
Una vez vencido el plazo otorgado por la intimación -que
suele ser de quince días- en caso de no haber cancelación de la deuda,
aproximadamente al mes o a los dos meses siguientes (dependiendo,
según el caso, del calendario operativo y del monto de la obligación o
del tipo de contribuyente) la Dirección de Procesos de Recaudación de
la subdirección señalada en el párrafo anterior corre procesos a fin de
determinar las obligaciones sobre las cuales pueden emitirse boletas
de deuda. Esta acción es el inicio del proceso de ejecución.
Así, aquella dirección comunica por correo electrónico a
las diferentes agencias que se hallan disponibles los listados con las
obligaciones que se encuentran en condiciones de librar boleta de
deuda en el subsistema Boletas de Deuda, que forma parte del Sistema
de Cuentas Tributarias. Luego, cada agencia analiza las obligaciones
incluidas en esos listados y verifica la existencia o no de situaciones
por las cuales no corresponda emitir la boleta de deuda (“emergencia
sanitaria”, “pago total”, “compensación”, etc.). A toda esta mecánica
de depuración se la llama desconfirmar obligaciones, y quienes tienen
el perfil para llevarla a cabo son los jefes: de la agencia, de la sección
recaudación de la agencia, de la oficina de control de las obligaciones
fiscales y de la oficina de cobranza administrativa, que dependen de
aquella última sección y, obviamente, todos sus reemplazos en casos
de licencia.
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De seguido, una vez refinado ese listado, se imprimen las


boletas de deuda -que ya tienen asignado un número- y son firmadas
por el juez administrativo, que es el jefe de la agencia. Posteriormente,
el área de sistemas o de logística que depende de cada dependencia
operativa, envía de forma sistémica las papeletas de deuda al SIRAEF
(el sistema que registra los eventos asociados a una ejecución fiscal y
donde se cargan todos los movimientos procesales). A partir de allí,
pasa a la sección cobranzas judiciales de agencia (ver fs. 5686/5697).
En similares términos se expidieron los testigos Barroso y
Sosa. Este último, además, señaló que en el caso se constató que 150
obligaciones líquidas y exigibles -cuyos vencimientos operaron entre
el 01/07/2011 y el 31/12/2015, por un monto de $ 5.041.680.087,33-
se habían desconfirmado cuando en realidad se podría haber iniciado a
su respecto el pertinente juicio de ejecución fiscal (ver fs. 916/917,
1376/1439 y 1850/1854).
Así las cosas, de dichas explicaciones es posible arribar a
una primera conclusión.
En el presente caso, más allá de las falencias relacionadas
con la migración de los datos del sistema Mis Facilidades a la
plataforma Cuentas Tributarias, la aludida subdirección general de
recaudación (o la misma agencia como manifestó Esperón -ver fs.
2705-) intimó en diferentes ocasiones a la firma petrolera a regularizar
sus obligaciones, y pasado el período respectivo (que, como hipótesis
de máxima, era de dos meses luego del plazo otorgado en la
intimación -que, a su vez, solía ser de quince días-), envió vía correo
electrónico a los jefes de la agencia nro. 11 las boletas de deudas a fin
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de comenzar con el procedimiento de ejecución fiscal. A esta altura,


debo recordar que esa dependencia en un primer momento se encontró
a cargo de Esperón, tal como se desprende de la nómina acompañada
por el fisco nacional (ver el contenido del sobre de fs. 5087).
Ahora bien, a pesar de la remisión periódica de aquellas
planillas con el detalle de las obligaciones adeudadas por el universo
de contribuyentes registrados en la agencia nro. 11, desde esa misma
estructura se depuraron las correspondientes a Oil Combustibles SA
en el entendimiento de que en realidad no debían emitirse las boletas
de deuda pertinentes.
Hasta aquí, parecería ser que el procedimiento llevado a
cabo respecto de las obligaciones que conforman la plataforma fáctica
de autos no cuenta con ninguna anomalía. Sin embargo, a poco que se
analizan los motivos por los que aquellas fueron desconfirmadas surge
que se trató, una vez más, de una burla al sistema informático que
logró, en definitiva, que ilegítimamente no se le exigiera a Oil
Combustibles SA el pago de lo adeudado.
En efecto, tal como se desprende de la nota nro. 566/2016
(AG M011) acompañada por Maure en ocasión de prestar declaración
testimonial, aquellas razones fueron las siguientes: solicitud y
otorgamiento de planes de facilidades de pagos previstos en el art. 32
de la ley 11.683; acogimientos a diferentes regímenes de carácter
general; registraciones que no impactaron en forma correcta en el
Sistema de Cuentas Tributarias, y que generaron errores y/o falta de
información certera; y cuestiones operativas y/o de oportunidad de
mérito y conveniencia relativa con las áreas superiores competentes en
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la definición del libramiento efectivo de las boletas de deudas (ver fs.


5686/5697).
Así surge también de la información acompañada por el
fisco nacional a través de la nota nro. 43/2018 (SDG AUI). Solamente
debo aclarar que en ese caso los dos primeros motivos aludidos en el
párrafo anterior fueron agrupados y denominados como
“Cancelaciones PFP” (Plan de Facilidades de Pago); el tercero, fue
identificado como “Imposibilidad de Proceso en el SCT” (Sistema
Cuentas Tributarias); y el cuarto, fue detallado como “Imposibilidad
Operativa” (ver fs. 5160/5168).
Ahora bien, como adelanté, los motivos en cuestión, sin
perjuicio de la calificación utilizada, fueron erróneos, lo que refuerza
aún más la idea de que desde el propio organismo fiscal no se controló
el pago oportuno del tributo. Los testigos Maure y Ocamica resaltaron
especialmente este escenario (ver fs. 5686/5697 y 5699/5707), aunque
ello ya había sido introducido con anterioridad en el expediente por
intermedio de la auditoría realizada.
Veamos.
Con relación a la justificación relacionada a regímenes de
excepción previstos por el art. 32 de la ley 11.683, ya he desarrollado
extensamente al inicio de este apartado todas las irregularidades en su
tramitación y la intervención de los funcionarios del ente recaudador.
Y si bien entiendo que incumbe remitirse a los argumentos expuestos
en dichos pasajes para evitar reiteraciones, solo considero pertinente
recordar que allí concluí que ambas financiaciones fueron otorgadas
como consecuencia de la infidelidad de parte de esos agentes.
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En definitiva, es cierto que desde el seno de la AFIP se le


concedieron a Oil Combustibles SA dos planes de facilidades de pago
en aquellos términos. Sin embargo, tal como se mostró, en el marco de
ambos procedimientos se advirtieron numerosas anomalías. Y, la gran
mayoría de los funcionarios que violando los deberes inherentes a su
cargo participaron de sus otorgamientos -y, por ende, conocían de esas
incongruencias- fueron, esencialmente, quienes, gracias a su pasividad
premeditada, en esta etapa de la maniobra consintieron que la empresa
incorporase todavía más deuda a las facilidades de índole general; lo
que tornó aún más incierto el eventual cobro del impuesto.
Es decir, quienes debían exigir la percepción del pasivo
de la firma petrolera, lejos de propender a la recaudación, previamente
aprobaron que esta se financiara inagotablemente y de forma indebida.
Por ello, en rigor, de ninguna forma podían considerarse válidos los
argumentos para no emitir las correspondientes boletas de deuda, lo
cual, obviamente -y al igual que en los siguientes casos-, no podía ser
desconocido por los jefes de la agencia nro. 11 ni por los altos
funcionarios de la DGI, tal como se verá más adelante.
A fin de cuentas, se trató de otra burla a las falencias de
los sistemas de la AFIP.
Por otro lado, en lo que respecta a la justificación relativa
al acogimiento previo de la firma en planes de pago de índole general,
de las impresiones de pantalla del sistema Mis Facilidades remitidas
por el nombrado Fabián Carlos Barroso junto con la nota nro. 377/16
surge que durante el período comprendido entre los meses de junio de
2011 y julio de 2013 Oil Combustibles SA se favoreció de la RG de la
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AFIP nro. 2774 en 185 oportunidades -en muchas ocasiones, se trató


de regularizaciones de los mismos planes caducos- y con posterioridad
reestructuró su pasivo en el régimen de la RG de la AFIP nro. 3451
(ver fs. 750/765).
Ahora bien, no soslayo que el tratamiento y análisis de
esos acontecimientos fue llevado a cabo por el titular del juzgado nro.
2 del fuero en el marco del legajo nro. 8665/2013 del registro de aquel
tribunal, ni que allí se arribó a un temperamento remisorio respecto de
Echegaray, López y De Sousa (ver fs. 414/424, 1102 y 1175/1197).
Tampoco que fue precisamente esa la razón por la que el representante
de la vindicta pública, por la aplicación de la garantía constitucional -y
convencional- que veda la doble persecución penal, no incluyó dichos
sucesos en el objeto procesal de la presente causa (ver fs. 1495/1518).
Sin embargo, lo reseñado no implica que aquellos hechos
se encuentren exentos de apreciación.
Antes bien, una visión global de la maniobra y respetuosa
del principio de verdad material, impone concluir que la colocación de
las deudas de la empresa en ambos regímenes formó parte de todo este
mecanismo de financiamiento, cuyas etapas posteriores sí conforman
la plataforma fáctica aquí investigada.
En efecto, el análisis integral de esta operatoria llevada a
cabo y, en particular, las circunstancias que rodearon el acogimiento
por parte de la sociedad en los planes de las RG de la AFIP nros. 2774
y 3451 (que reitero, no fueron tenidos en cuenta en el reproche penal
de esta causa), permite concluir que su invocación para desconfirmar
las obligaciones fue parte del aprovechamiento sobre los sistemas.
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Basta con advertir que en la nota nro. 377/16 mencionada


se determinó con claridad que muchas de las primeras financiaciones
previstas por la RG de la AFIP nro. 2774 (en concreto unos 37 planes)
caducaron por la falta de pago de dos de sus cuotas y aun así fueron
regularizados en otros regímenes en los mismos términos, cuando ello
se encontraba expresamente prohibido por la misma resolución (ver fs.
750/765).
Por su parte, acerca del tercer motivo de desconfirmación,
es decir, el relacionado a registraciones que no impactaron en forma
correcta en el Sistema de Cuentas Tributarias y que generaron errores
y/o falta de información certera, debo recordar que, insólitamente, se
trató de la causal más utilizada para no emitir las pertinentes boletas
de deuda de aquellas 150 obligaciones. Exactamente en 297 ocasiones
se recurrió a esta razón para justificar aquel accionar, prevaleciendo -
holgadamente- por más del doble al segundo fundamento mayormente
utilizado, como surge del siguiente gráfico.

2%
27% Imposibilidad de proceso en el SCT

Imposibilidad Operativa

71% Cancelaciones PFP

Si bien, de por sí, la circunstancia de que la gran mayoría


de los motivos utilizados para desconfirmar las obligaciones
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adeudadas por Oil Combustibles SA hayan estado relacionados con


dificultades en el Sistema Cuentas Tributarias, al menos en el
panorama descripto, resulta completamente inverosímil; es importante
aquí destacar una de las conclusiones del informe auditor.
En aquel se aclaró que la Instrucción General nro. 8/10
(DI PRRE) emitida por la Dirección de Procesos de Recaudación de la
Subdirección General de Recaudación de la AFIP dispone que cuando
la razón que justifica una desconfirmación se relaciona con faltas de
registración en dicha plataforma se deberá reportar el caso en forma
detallada a la mencionada dirección (ver la observación 2] del informe
de auditoría ya mencionado).
A pesar de dicha instrucción -obligatoria para los usuarios
del sistema- ninguno de los incusos al momento de ejercer sus
defensas acompañó reporte alguno por este asunto o hizo alusión a esa
cuestión.
Por ello, dicho escenario, analizado conjuntamente con el
resto de las irregularidades advertidas en relación con el
contribuyente, me lleva a concluir que no habrían existido problemas
en el Sistema Cuentas Tributarias al momento de cargar los motivos
por los que se depuraron las obligaciones debidas por Oil
Combustibles SA y que, en realidad, esa razón fue escogida dentro del
catálogo existente para encubrir el verdadero motivo: favorecer
indebidamente a la empresa petrolera y a sus responsables.
Finalmente, resta expedirme acerca de la cuarta y última
razón utilizada para depurar las obligaciones: las cuestiones operativas
y/o de oportunidad de mérito y conveniencia relacionada con las áreas
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superiores competentes en la definición del libramiento efectivo de las


boletas de deudas.
Como bien refirió el testigo Maure, dichas razones no son
verificables. Es decir, existe una absoluta imposibilidad de comprobar
el acierto de la causal alegada. Pero no solo ello, aquel también señaló
directamente que ni siquiera se centra en los motivos taxativamente
detallados en el Manual del Sistema de Cuentas Tributarias ni en el
Anexo I del Manual de Usuario (ver fs. 5686/5697).
En el mismo sentido se expidió la auditoría final llevada a
cabo. Pero además allí, en refuerzo de esta hipótesis defraudatoria, se
explicó con claridad que la Instrucción General nro. 8/10 (DI PRRE)
mencionada establece que cuando no se halla dentro de aquel listado
de motivos de desconfirmación uno adecuado, se debe emitir otro
reporte a la Dirección de Programas y Normas de Recaudación con la
causal no encontrada para que este área la evalúe para futuras
emisiones. Una vez más, como era de esperar, nada de esto aconteció
en el caso, pues la agencia nro. 11 nunca confeccionó informe alguno
(ver la observación 2] del informe de auditoría ya aludido).
Como conclusión, más allá de que las tres primeras
causales escogidas para desconfirmar las obligaciones eran correctas
en el plano formal, en realidad, tanto aquellas como la última de las
nombradas -que ni siquiera era válida para tenerlas por justificadas- se
utilizaron para beneficiar a Oil Combustibles SA en la medida en que
impidieron el inicio del procedimiento coercitivo de cobro de deudas,
en un claro aprovechamiento a los sistemas del ente recaudador.
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Ahora bien, no dejo de advertir que en virtud de las


falencias en los controles por parte de la Dirección de Programas y
Normas de Recaudación de la Subdirección General de Recaudación
de la AFIP acerca de la implementación de pistas de auditoría no es
posible, con exactitud, determinar quién realizó manualmente dentro
del sistema cada una de esas desconfirmaciones. Así ha quedado
establecido en la auditoría, y en las declaraciones del nombrado Maure
y su superior, Ocamica (ver la observación 3] del informe de auditoría
ya indicado y fs. 5686/5697 y 5699/5707).
Sin embargo, lo cierto es que tal como ha sido explicado,
los jefes de las agencias, entre otras funciones, tienen el perfil para
hacerlo. Aún más, son los que reciben mensualmente de la
subdirección mencionada en el párrafo anterior por correo electrónico
el detalle de las obligaciones adeudadas por el universo de los
contribuyentes registrados y quienes, una vez analizado y depurado
aquel listado, firman en carácter de juez administrativo las boletas de
deuda definitivas para luego enviarlas a la plataforma SIRAEF. Es
decir, son quienes inspeccionan cuáles son los pasivos que ingresan y
cuáles son aquellos respecto de los cuales se inicia el proceso de cobro
compulsivo.
Por aquellas razones, es dable concluir que Esperón -
dependiendo de las obligaciones-, para el caso de que no haya sido él
mismo quien manualmente depuró la papeleta de pasivos, al menos
por inacción, permitió que el procedimiento mencionado no se llevara
a cabo en lo que hace a las deudas de Oil Combustibles SA.
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Y como adelanté, esta situación no podía ser desconocida


por él. No solo porque debía controlar mensualmente el ingreso y el
egreso de las boletas de deuda, sino que, tal como manifestó Santos,
era la propia agencia nro. 11 la que realizaba el control de los pagos de
las deudas generadas por los diferentes impuestos (ver fs. 1850/1854).
Al respecto, bien se aclaró en el informe final de
auditoría, que los montos de las obligaciones no confirmadas
pertenecientes a la firma petrolera representaban más del 82 % del
total de la agencia en cuestión. Es decir, se trataba, por lejos, de su
más grande deudor.
Pero no solo ello. Del mencionado informe se desprende
además que la sociedad representaba más del 75 % del total del monto
de obligaciones no confirmadas (sin identificar el motivo) de todos los
contribuyentes bajo la jurisdicción de la Dirección Regional Palermo.
La situación, inclusive, es aún más llamativa en la medida
en que en ese mismo informe se aclaró que en virtud de un análisis del
indicador de gestión de Boletas de Deuda por falta de pago del Plan
Operativo Anual de Recaudación 2015 se concluyó que la efectividad
de la agencia nro. 11 (en cabeza de Esperón) resultó inferior al
promedio de todas las restantes agencias dependientes de la Dirección
Regional Palermo y, esta última, a su vez, por debajo del coeficiente
de las direcciones regionales pertenecientes a la Subdirección General
de Operaciones Impositivas Metropolitanas de la DGI.
Esta última, a la época de los sucesos relacionados a estos
planes de pago de carácter general, se encontraba en cabeza de Venier
(ver la observación 2] del informe de auditoría ya señalado).
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Casualmente, la nombrada venía de supervisar la Subdirección


General de Grandes Contribuyentes Nacionales de la AFIP (ver fs.
3269/3286), es decir que conocía a la perfección los mecanismos de
seguimiento que debían llevarse a cabo respecto de un contribuyente
de esta magnitud.
Lo expuesto resulta todavía más claro de la lectura de los
siguientes cuadros.

Relación entre el
Monto Total Monto Total
98.90% del Monto Relación entre el Contribuyente y
Desconfirmado. Desconfirmado
PID’s Total Desconfirmado Contribuyente y la la Dirección
Contribuyente Oil Dirección Regional
2015 por agencia nro. 11 agencia nro. 11 Regional
Combustibles SA. Palermo
Palermo.

81224 $ 793.134.672,63 $ 951.797.343,00 $ 1.106.628.816,00 83,33% 71,67%

82860 $ 1.068.965.470,59 $ 1.259.284.050,00 $ 1.350.296.522,00 84,89% 79,17%

86487 $ 1.254.092.415,70 $ 1.450.316.006,00 $ 1.534.767.558,00 86,47% 81,71%

91059 $ 1.502.944.908,69 $ 1.809.027.956,00 $ 1.897.233.625,00 83,08% 79,22%

94259 $ 543.433.645,79 $ 793.901.884,00 $ 875.377.156,00 68,45% 62,08%

99028 $ 846.178.63,87 $ 1.036.951.400,00 $ 1.121.303.114,00 81,60% 75,46%

101785 $ 1.088.169.116,95 $ 1.275.923.962,00 $ 1.366.616.199,00 85,28% 79,63%

105129# $ 1.372.428.276,57 $ 1.659.427.538,00 $ 1.850.603.892,00 82,70% 74,16%

108609# $ 1.686.695.523,03 $ 2.068.780.465,00 $ 2.334.837.954,00 81,53% 72,24%

111479 $ 21.829.564,14 $ 26.191.988,00 $ 125.093.781,00 83,34% 17,45%

Promedio 82,53% 75,04%

Cuadro en donde se visualiza la representatividad de las obligaciones no confirmadas de Oil Combustibles SA respecto al total de las
obligaciones no confirmadas por la agencia nro. 11 (82,53%) y por la Dirección Regional Palermo (75,04%) durante el periodo fiscal 2015.

2015 Gestión de boletas de deuda por falta de pago (% cumplimiento de la meta)


Obligaciones vencidas Subdirección General de
entre el 01/01/2015 y el Dirección Operaciones Impositivas
último día del mes de agencia nro. 11 agencia nro. 51 agencia nro. 6 Regional Palermo Metropolitanas
enero 0,00 % 0,00 % 0,00 %
febrero 18,84 % 16,68 % 66,87 %
marzo 24,60 % 20,46 % 41,66 % 25,17 % 82,00 %
abril 24,54 % 28,16 % 84,59 %
mayo (1) 28,77 % 32,79 % 85,95 %
junio 20,13 % 53,06 % 123,83 % 24,82 % 82,33 %
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julio 16,79 % 20,60 % 76,33 %


agosto 13,42 % 16,36 % 68,90 %
septiembre 10,67 % 19,56 % 37,96 % 12,55 % 68,31 %
octubre 9,19 % 10,83 % 74,79 %
noviembre 20,59 % 18,32 % 70,72 %
diciembre (2) 47,29 % 91,80 % 72,53 % 59,72 % 77,44 %

Cuadro en el cual se expone específicamente el porcentaje de cumplimiento de las metas en la gestión de las boletas de deuda de la agencia
nro. 11 y su correspondiente representatividad dentro de la Dirección Regional Palermo. Asimismo, se compara con la gestión entre
distintas dependencias de la Dirección Regional Palermo y la Subdirección General de Operaciones Impositivas Metropolitanas.
(1) La contribuyente presenta plan de pagos RG de AFIP nro. 3756 (H582562).
(2) La contribuyente presenta plan de pagos RG de AFIP nro. 3806 (1035386).
Nota: En los meses de enero y julio hay feria judicial por lo que la gestión de boletas de deuda es escasa o nula.

En conclusión, como expuse en la anterior resolución de


mérito del día 19/12/17, el análisis de esta maniobra investigada debe
llevarse a cabo de manera global. De lo contrario, podría incurrirse en
el error de considerar individualmente las irregularidades plasmadas a
lo largo de este apartado como simples incumplimientos o falencias
administrativas.
En efecto, un estudio más profundo e integral de esas
inobservancias echa por tierra aquella posibilidad y no deja lugar a
dudas de que tienen relevancia jurídico penal.
Al respecto, no debe perderse de vista que la AFIP cuenta
con un alto grado de informatización y sistematización -cuyo objetivo
se dirige a detectar y reclamar a los contribuyentes sus deudas- y que
los funcionarios imputados se valieron de las escasas falencias que
presentaban los sistemas -que claramente conocían- a fin de intervenir
en la maniobra investigada.
Así las cosas, como ya expliqué, tanto en la concesión de
los regímenes de facilidades de pago de carácter particular como en el
acogimiento en aquellos regulados por RG, se vislumbraron reiteradas
anomalías que fueron posibles, según cada caso, gracias a las acciones
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y/u omisiones de los funcionarios públicos de la AFIP: Toninelli, Di


Risio, Venier, Nappa, Esperón, Bianchi y D’Angela.
Lo llamativo resulta que todas ellas poseían como
denominador común el beneficio sistemático e ilegítimo a la empresa
petrolera -y sus compañías vinculadas-, lo que en definitiva provocó
un perjuicio económico para el erario público.
Todo lo hasta aquí expuesto demuestra entonces que Oil
Combustibles SA financió en el tiempo sus obligaciones fiscales en
forma recurrente mediante la utilización de distintos regímenes, lo que
se pudo lograr gracias a la falta de control en el pago del tributo. Es
decir, existió -al menos en el período investigado- una clara omisión
de contralor -en tiempo y forma- sobre el contribuyente en cuestión.
Para finalizar, por la contundencia de sus dichos,
incumbe citar al nombrado Maure quien se expidió sobre el trabajo
realizado en la auditoría: “…vimos que se trataba de un contribuyente
que había acumulado una enorme cantidad de deuda, la cual no se
encontraba reclamada judicialmente, situación que era inusual por el
importe […] Personalmente, en mi experiencia profesional [desde el
1/10/90] en el organismo, no recuerdo haber visto un contribuyente
con semejante nivel de deuda, especialmente por el tipo de
contribuyente de que se trataba y el tipo de impuesto.” (ver fs.
5686/5697).
Ahora bien, en otro orden de ideas, solo resta recordar
que paralelamente al beneficio sistemático de planes de facilidades de
pago especiales y generales, Oil Combustibles SA realizó diversos
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préstamos a firmas a ella vinculadas, de las que también López y De


Sousa resultaban ser -directa o indirectamente- sus responsables.
Tal aseveración encuentra asidero en los propios balances
presentados ante la AFIP. En efecto, la consultora Deloitte & Co. SA
señaló en los correspondientes informes de auditoría y de la comisión
fiscalizadora que la compañía petrolera formaba parte de un grupo
económico que incluía diversas líneas de negocios. Así, como parte de
su financiación, algunas sociedades prestaban dinero a otras que se
encontraban en etapa inicial o de expansión y que, como consecuencia
de ello, la cancelación a futuro de los activos y pasivos respectivos se
hallaba asociada al cumplimiento o a la materialización de los planes
de negocios de cada sociedad en el corto y mediano plazo.
Este mecanismo fue sostenido durante los años 2013 y
2014. Además, en el informe relativo a aquel último año se sostuvo
que Oil Combustibles SA presentaba pasivos corrientes que superaban
a los activos, lo que originó un capital de trabajo negativo por la suma
de $ 683.402.933 (ver fs. 514/520 y 569/573)
Mientras que en el correspondiente al año 2015 se indicó
que al 30/6/15 los saldos a cobrar a otras sociedades del grupo eran de
$ 4.725.000.000 y que no se habían podido obtener los elementos de
juicio suficientes y adecuados que permitieran concluir respecto de su
recuperabilidad.
Adicionalmente, se señaló que la firma en cuestión había
incurrido en pérdidas netas por $ 639.000.000 durante el ejercicio
finalizado al 30/6/15 -lo que se había repetido en los tres anteriores
períodos-; que los pasivos corrientes excedían a los activos corrientes
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en un monto de $ 646.000.0000; que al cierre de ese período existían


deudas fiscales incluidas en planes de pago por $ 6.010.000.000; y que
se registraban obligaciones fiscales generadas con posterioridad al
cierre del ejercicio económico que se encontraban vencidas e impagas.
Se concluyó que todas aquellas circunstancias indicaban
la existencia de incertidumbre acerca de la calidad de la entidad para
continuar como una empresa en funcionamiento (ver fs. 622/626).
De lo explicado precedentemente puede apreciarse cómo
concomitantemente a que Oil Combustibles SA se beneficiaba de las
distintas facilidades de pago -a raíz de los permisos indebidamente
otorgados por la AFIP-, se descapitalizaba por los mutuos otorgados,
al punto tal que sus propios consultores señalaron una situación de
incertidumbre respecto de las posibilidades de la empresa de continuar
en marcha.
En iguales términos se expidió Jorge R. Schiaffini -el jefe
Departamento de Investigaciones de la Dirección de Fiscalización de
Grandes Contribuyentes Nacionales- por intermedio de un informe de
situación fiscal respecto de la empresa petrolera (ver fs. 627/640).
En aquel sostuvo que a medida que aumentaba la deuda
de la sociedad insignia del conglomerado con el ente de recaudación
también lo hacían los créditos con Inversora M&S SA y Oil M&S SA
y con otras de las firmas del grupo Indalo (South Media Investment
SA, Ganadera Santa Elena SRL, Indalo Inversiones Argentina SA,
Telepiu SA, CPC SA y La Proveedora de la Construcciones SRL).
Indicó que Inversora M&S SA y Oil M&S SA registraban
también un alto endeudamiento fiscal y créditos otorgados a algunas
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otras compañías vinculadas. Puntualmente, la primera realizó aportes


a otras empresas con el dinero proveniente de Oil Combustibles SA,
mientras que la segunda tenía planes de pago por varios impuestos.
Agregó que aquellas otorgaban préstamos sin plazos de
vencimiento y que en un 80 % de los casos no devengaban intereses.
En consonancia con lo expuesto, enfatizó que durante el
año 2013 Oil Combustibles SA adeudaba $ 2.233.478.449 en concepto
de ICL y, a su vez, otorgó préstamos a las firmas antes aludidas por la
suma de $ 2.338.915.192; en el año 2014, debía $ 3.085.563.828 y
facilitó $ 3.303.647.930; y en el 2015, su pasivo -siempre por el ICL-
ascendió a $ 5.953.748.771, no obstante lo cual entregó a compañías
vinculadas un monto de $ 4.580.188.839.
Ello permite tener por cierto que la contribuyente utilizó
el dinero que debía ingresar a las arcas públicas para expandir el grupo
económico al que pertenecía, tornando incierto el cobro de la deuda.
No puedo dejar de recordar, en cuanto a esto, que tanto su
concurso preventivo como el mecanismo de salvataje a su respecto
fracasaron en sede comercial, donde con fecha 11/5/18 se dictó su
estado de quiebra.
Por lo demás, no puede perderse de vista que conforme al
el sustrato fáctico de la causa nro. 213/2016 (sus legajos acumulados,
conexos y desprendimientos), Oil Combustibles SA no solamente no
ingresaría el ICL, sino que, a su vez, se habría apropiado de manera
indebida de los impuestos a las ganancias y al valor agregado, y los
recursos de la seguridad social.
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Así las cosas, desarrollado precedentemente el panorama


fáctico y probatorio, corresponde entonces pronunciarme acerca de la
estimación de los descargos de los imputados. No obstante, aclaro que
no me encuentro obligado a tratar todos y cada uno de sus argumentos
sino solo aquellos que estime pertinente para la resolución del caso.
De la misma manera, tampoco me hallo forzado a llevar a
cabo todas las medidas de prueba solicitadas, pues me incumbe, como
director del proceso, evaluar la pertinencia y la utilidad de cada una de
ellas. Ello, toda vez que lo normado por el art. 304 del CPPN debe ser
interpretado en armonía con el art. 199 de ese mismo cuerpo legal.
Más aún, llegado el caso, todas sus pretensiones encontrarán su marco
adecuado de discusión en el debate oral, en donde el ejercicio del
contradictorio tiene mayor amplitud que en esta etapa preliminar del
proceso.
Sin perjuicio de ello, previo a expedirme con relación a la
situación personal de los diferentes acusados, abordaré dos cuestiones
centrales introducidas por todos ellos, cuyas soluciones servirán como
marco para comprender acabadamente algunas de sus intervenciones,
analizarlas de manera correcta y evitar reiteraciones innecesarias; pues
se encuentran íntimamente relacionadas.
Me refiero, en primer término, a la circunstancia de que la
facultad de otorgamiento de los planes de facilidades de pago en los
términos del art. 32 de la ley 11.683 correspondía discrecionalmente al
administrador federal y, por ende, a que las intervenciones del resto de
las áreas del organismo recaudador fueron absolutamente irrelevantes.
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En este sentido, al comienzo del presente apartado ya he


transcripto parte de dicha normativa, de la que surge la potestad de la
máxima autoridad de la AFIP para conceder los regímenes. En efecto,
así fue ampliamente valorado en el marco del procesamiento dictado
con relación a Echegaray (ver fs. 4366/4425).
Sin embargo, ello no significa de por sí que, al menos
desde el día 21/6/12 (es decir, a partir de la generación por parte de la
Subdirección General de Recaudación del fisco nacional del Anexo I
oficializado mediante el correo electrónico nro. 1/12 -cuya validez
desarrollaré con mayor profundidad más adelante-), la contribución de
todas las áreas centrales y operativas hayan constituido un simple
“pasa mano”. Por el contrario, y como bien manifestó el propio
Echegaray en oportunidad de efectuar sus descargos, cada funcionario
que participó en las actuaciones de ambas facilidades lo hizo en
función de su rol específico, para aconsejar que aquellos se otorgaran,
de conformidad con los elementos con los que cada uno contaba.
Incluso, cualquiera pudo, según su cargo, experiencia y
capacidad, objetar, desaconsejar y hasta no prestar la conformidad
requerida para que todo ello ocurriera y, aún más, hasta detener el
trámite de las actuaciones con la finalidad de requerir información
complementaria (ver fs. 393/413, 1768/1824, 3542/3267 y
4229/4234).
Obviamente, nada de ello iba a ocurrir debido al plan que
desde el seno de la AFIP se pergeñó con el objetivo de favorecer a la
empresa petrolera.
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Por el contrario, en el caso, las actuaciones de la mayoría


de los agentes del organismo que serán procesados fueron necesarias
para que Echegaray justificara el otorgamiento de esos planes en las
supuestas opiniones favorables brindadas previamente.
Tampoco aquellas circunstancias eximen al nombrado de
responsabilidad. Antes bien, reitero, su intervención en este suceso
delictuoso fue desarrollada en un primer pronunciamiento, en base a
elementos de convicción que se consideraron suficientes, y por los
cuales fue enviado a juicio oral.
En definitiva, la tramitación de las actuaciones relativas a
los planes previstos por el art. 32 de la ley de procedimientos fiscales
aquí analizados se trató de una puesta en escena en la cual la mayoría
de los encartados que serán procesados, aprovechándose del protocolo
de actuación, intentaron diluir sus intervenciones y responsabilidades
al mínimo. Ello, a pesar de que, como adelanté en otro pasaje de este
decisorio, estuvo invadido de alteraciones con verdaderas implicancias
jurídico penales que no se trataron, tal como quisieron hacer creer, de
simples incumplimientos o falencias administrativas.
Por otro lado, la segunda de las cuestiones que considero
que debe ser abordada de forma previa se encuentra relacionada con el
supuesto acatamiento forzoso a lo dictaminado por las áreas asesoras
en materia jurídica de la AFIP. En particular, a las opiniones vertidas
por los agentes de la Subdirección General de Asuntos Jurídicos y de
la Subdirección General de Técnico Legal Impositiva de la DGI.
Y si bien ello será expuesto en sub-acápites individuales,
entiendo que incumbe aquí, al menos mínimamente, mencionar ciertas
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precisiones acerca de aquellos dictámenes a los que los encartados que


intervinieron en los planes de facilidades de pago particulares que
cumplían funciones en las áreas operativas de la DGI se remitieron a
los fines de deslindar sus responsabilidades.
Así, de la lectura de los mismos puede advertirse que, en
realidad, en ninguno de ellos se efectuaron consideraciones de fondo,
sino que solamente se acompañaron criterios jurídicos ya existentes
referidos a las facultades del administrador federal para otorgar este
tipo regímenes. Es decir, los que han sido desarrollados en la anterior
idea.
Por ello, bajo ninguna concepción, entonces, pudieron
generar que las intervenciones previas a aquellos dictámenes fueran
irrelevantes; ni tampoco servir de amparo para las actuaciones
posteriores sobre el cumplimiento de las tareas propias de estas áreas
operativas descriptas en cada uno de los apartados del Anexo I y en el
correo electrónico nro. 1/12.
Nótese, precisamente, tal como surge de sus respectivas
declaraciones indagatorias, que los funcionarios que se expidieron en
aquellos dictámenes -a excepción de uno- no son profesionales de las
ciencias económicas.
Por tal motivo solo se limitaron a copiar razonamientos
acerca de las cuestiones de oportunidad, mérito o conveniencia para la
concesión de los planes de pagos, lo que de ninguna forma los tornaba
obligatorios en caso de detectarse irregularidades en su tramitación, ni
tampoco transformaban en intrascendente a las demás actuaciones.
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Ahora sí, corresponde adentrarme respecto de la situación


particular de cada uno de los imputados.
1. Ángel Rubén Toninelli
Más allá de las explicaciones brindadas por Toninelli en
oportunidad de efectuar sus descargos, considero que el estudio global
de las constancias colectadas hasta el momento me permite tener por
acreditada, con las exigencias propias de esta etapa, la materialidad de
la conducta atribuida a su respecto.
Para contextualizar las consideraciones que seguidamente
expondré, debe tenerse en cuenta que a partir del desarrollo general y
de la ponderación de los elementos probatorios colectados efectuados
con anterioridad, es dable observar el rol preponderante que tuvo en el
desarrollo de la maniobra delictiva descripta en el comienzo de este
apartado.
En efecto, como ya manifesté, era él quien por su título
de director general de la DGI se encontraba -al menos en cuanto a la
mayoría de los encartados que serán procesados- a la cabeza de este
esquema funcional perpetrado desde el seno de la AFIP para favorecer
a Oil Combustibles SA. Ello, claro está, sin contar a Echegaray, cuya
intervención en los hechos ya fue elevada a juicio oral y público.
En este sentido, fue el nombrado quien participó de todas
las pequeñas etapas del hecho investigado. Es decir, tuvo injerencia en
el otorgamiento de los regímenes de facilidades de pago individuales
y en el acogimiento por parte de la firma a los generales.
Así, como se merituó, junto a otras personas, por acción
y/u omisión, coadyuvó a que la sociedad sistemáticamente acumulara
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y refinanciara su deuda con el fisco nacional de manera absolutamente


irregular; y utilizara dichos montos capitalizados -sustraídos al Estado
nacional- para ampliar el conglomerado empresarial al que pertenecía
-cuyos responsables eran López y De Sousa-.
Y ya sobre esta primera cuestión, no es posible no
descartar los dichos del acusado en cuanto a la habitualidad y
legalidad de que los contribuyentes se financien a través del órgano
recaudador, y a su resarcimiento con los intereses por mora que se les
cobran.
Ello de ninguna manera es así, o mejor dicho, no resulta
aplicable a la situación particular que aquí se examina. Convalidar ese
mensaje no parece adecuado.
Definitivamente, no es lo mismo ingresar impuestos a las
arcas de un Estado en tiempo y forma que no hacerlo, y menos aún,
en el contexto en el cual se desarrollaron los acontecimientos
imputados, donde sobraron irregularidades y aprovechamientos a las
falencias de los sistemas. Mientras que lo primero es lícito; lo
segundo, a pesar del ropaje de concesiones y acogimientos a planes de
facilidades de pago, es ilícito.
Es decir que no se trató aquí de un simple no ingreso de
tributos de un contribuyente cualquiera que, extraordinariamente, tuvo
que recurrir a una financiación por sus pasivos; sino de una verdadera
maniobra pergeñada por algunos de los máximos responsables de una
repartición conformada por varios miles de agentes junto a los dueños
de un grupo empresarial vinculado a diversos acontecimientos de
corrupción estatal, que condujo, en definitiva, a que aquellos créditos
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exigibles que poseía el Estado nacional -derivados de las obligaciones


tributarias vencidas- fueran reconvertidos en activos no corrientes,
afectando así su liquidez.
Todo ello arrojó un perjuicio a las arcas estatales por la
suma de $ 5.144.538.391,07 en concepto de capital y en consecuencia
implicó que fracasara el proceso de recaudación de tributos que, como
es sabido, se dirige a obtener recursos para solventar las prestaciones
básicas de un Estado que se encuentran consagradas en nuestra Carta
Magna.
Vinculado a esto, entonces, carece de sustento, asimismo,
la afirmación de Toninelli relativa a que, en la realidad, los regímenes
de pago asignados a Oil Combustibles SA fueron beneficiosos para la
AFIP.
En realidad, el único favorecido por toda esta mecánica
fue la compañía petrolera que de esa forma difirió de manera continua
el pago del monto recaudado por el ICL y extendió el plazo para su
devolución al fisco nacional en cuotas mensuales a varios años (por
ejemplo, 120 cuotas, es decir, 10 años) y a una tasa real atractiva para
el mercado financiero local, dadas las expectativas inflacionarias
existentes.
Así, en vez de acudir al sistema bancario como cualquier
otro contribuyente ordinario contra el que se siguen canales normales
de exigibilidad, la sociedad utilizó el dinero del organismo recaudador
para capitalizarse y expandirse.
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Tampoco es cierto que gracias a estas facilidades la AFIP


ahorró esfuerzos y gastos, ni mucho menos que se facilitó el cobro de
la deuda, como también quiso hacer creer el imputado.
Por el contrario, la circunstancia de haberle permitido a la
compañía reestructurar sus pasivos de manera permanente finalmente
generó la situación que, según Toninelli, se intentó evitar a través de
los planes: el estado de insolvencia generalizada de Oil Combustibles
SA en particular y del grupo Indalo en general -que esencialmente se
costeaba con el dinero del ICL-. Confirma lo antes expuesto el fracaso
del concurso preventivo de la compañía petrolera y del mecanismo de
salvataje a su respecto, así como el posterior y conocido dictado de su
estado de quiebra.
Es que, precisamente, López y De Sousa consideraron -
erróneamente- que el capital recaudado debía ser utilizado para otros
rubros que consideraron prioritarios (como se explicó, por ejemplo, al
requerir los salvatajes previstos por el art. 32 de la ley 11.683) cuando
en realidad las sumas obtenidas no constituían fondos sobre los cuales
pudiera disponerse libremente para solventar otras cuestiones. Menos,
cuando no se trató de un remedio circunstancial frente a algún tipo de
excepcionalidad, sino de una política empresaria mantenida a lo largo
del tiempo.
En este sentido, de ninguna manera es posible prosperar a
costas de no pagar tributos. Avalar esta postura generaría una enorme
desigualdad con relación a quienes cumplen con sus obligaciones en
tiempo y forma.
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Cualquier otra gestión de la AFIP, luego de haber tomado


conocimiento del complejo cuadro de situación, hubiese acabado con
este escandaloso mecanismo.
En conclusión, el resultado ineludible de estos aparentes
beneficios fue que Oil Combustibles SA, finalmente, recurriese a un
concurso de acreedores -que culminó con la declaración de quiebra- y
que sus pasivos terminaren siendo, en el mejor de los casos, cobrados
aún en una forma más extendida en el tiempo y con menores intereses.
Ahora bien, en lo que respecta a su concreta intervención
en los planes particulares previstos por el art. 32 de la ley 11.683 ya
he valorado que mediante ella convalidó deliberadamente la actuación
de sus dependientes. Estos, también adrede, y según el caso, omitieron
referirse a las facilidades de pago a las cuales Oil Combustibles SA se
había previamente acogido y se hallaban caducas y rechazadas; nunca
acreditaron la situación económico-financiera invocada por la firma;
ni tampoco hicieron observaciones sobre aquellos incumplimientos, ni
acerca de la necesidad de llevar a cabo medidas complementarias con
el objetivo de conseguir la documentación que permitiera acreditar de
manera fehaciente los problemas exteriorizados en las presentaciones.
En este sentido, en sus descargos, al exponer sobre su rol
en la tramitación de estos regímenes, Toninelli explicó que verificaba
lo actuado por la agencia correspondiente, por la dirección regional
pertinente, y por la subdirección general respectiva. En definitiva,
controlaba que se hubiesen corroborado las condiciones demandadas a
través del correo oficial nro. 1/12 ya mencionado.
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Incluso, que realizaba un relevamiento de la información


obrante en el Anexo I de -entre otras cosas- el otorgamiento de otros
planes de facilidades de pagos.
Como bien desarrollé, nada de ello ocurrió. A pesar de su
condición de funcionario técnico con más de 40 años de trayectoria en
el organismo -como el mismo se definió- no realizó ninguna objeción
al otorgamiento de ambas facilidades.
Sin embargo, en otras de sus presentaciones luego intentó
minimizar su intervención y refirió que, en realidad, su función no era
convalidar o no lo apreciado por la dirección regional en lo que a la
situación económico-financiera se refiere. Por el contrario, manifestó
que al poner el “sí” en el campo “conformidad del plan” solamente
consideró debidamente cumplidas las etapas y los análisis estipulados
en el protocolo en cuestión, en la justificada convicción de que, por lo
tanto, la tramitación administrativa se ajustaba a derecho y podía así
seguir su curso.
Sobre esta cuestión, señaló, inclusive, que el principio de
confianza administrativa era inherente a las actuaciones de todas las
áreas que intervinieron previo a su propuesta de cuotas y tasas.
Una vez más, sus dichos son solo intentos defensivos de
mejorar su complicada situación frente al proceso.
Ya expliqué que definitivamente Toninelli no cumplió su
rol en el trámite de estas actuaciones. El testigo Néstor Sosa fue claro
en cuanto a que debía evaluar lo actuado por las instancias anteriores
y, recién luego de realizar aquel análisis, prestar o no su conformidad
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para el otorgamiento de los planes solicitados, y proponer la cantidad


de cuotas, y la tasa de interés a aplicar (ver fs. 1433 y 1379 vta.).
Pero esa evaluación, a diferencia de lo que expuso el
encartado, no era en un plano formal, sino material. Es decir, sobre el
contenido de lo actuado por sus dependientes. Sino no se explica cuál
es el sentido real de su intervención.
Fue el propio ex director general quien manifestó que el
expediente volvía al ámbito de la DGI para que allí sí se propusieran
tanto las cantidades de cuotas como las tasas de interés, y se agregara
alguna consideración si correspondiera o se creyera conveniente.
A aquella misma conclusión puede arribarse si se analiza
el contenido de sus dichos con relación a la acreditación del contexto
económico-financiero alegado por Oil Combustibles SA.
En este sentido, Toninelli enfatizó en que la Subdirección
General de Operaciones Impositivas Metropolitanas de la DGI no
realizó ningún tipo de observación con relación a la actuación de la
Dirección Regional Palermo.
Por ello, si la subdirección mencionada -como manifestó-
debió efectuar alguna advertencia sobre la intervención de la dirección
en cuestión, es lógico que la propia Dirección General de la DGI haya
tenido que actuar de la misma manera. Ambas dependencias tenían la
función de controlar el accionar de sus agentes inferiores.
En síntesis, no parece lógico que al mismo tiempo en que
intentó reducir su actuación a un plano meramente formal haya
querido atribuirle a su dependiente Di Risio -por aquel entonces, el
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responsable de la Subdirección General de Operaciones Impositivas


Metropolitanas mencionada- una función completamente material.
Por otro lado, en cuanto a sus alegaciones relacionadas
con el principio de confianza administrativa, interesa destacar que este
postula que en las actividades que implican una división del trabajo se
puede confiar en que otro hará correctamente su parte. Sin embargo,
esto no es absoluto, pues si uno nota que ese otro equivocó su rol cesa
el derecho a confiar. Es decir, tal como señala el profesor Roxin, este
postulado no exime del deber de objetar ni de corregir los errores
manifiestos de los otros (Roxin, Claus: Derecho Penal Parte General,
Tomo I, 2ª edición, -reimpresión-, traducido por Diego Manuel Luzón
Peña y otros, Civitas, Madrid, 1999, pág. 1006). Más aún, al decir del
jurista Jakobs, en aquellos casos -como el presente- en el que el deber
del actuante es justamente compensar los fallos que eventualmente el
otro cometa (Jakobs, Günther: La imputación objetiva, especialmente
en el ámbito de las instituciones jurídico-penales del “riesgo
permitido”, la “prohibición de regreso” y el “principio de confianza,
en Estudios de derecho penal, traducido por Manuel Cancio Meliá y
otros, Editorial Civitas, Madrid, 1997, pág. 215).
Pero además, no puedo pasar por alto que Toninelli tomó
intervención directa en más de una ocasión durante la maniobra aquí
investigada y, en particular, en instancias en las que las actuaciones se
encontraban en un estadio avanzado.
En función de ello, entiendo importante dejar delineada
desde ahora la imposibilidad fáctica de alegar esta cuestión.
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Por ello, tampoco podrán prosperar sus críticas en pos de


diluir su propia responsabilidad hacia Esperón, por su competencia en
cuanto a las discrepancias sobre los planes caducos y rechazados que
pudieron haberse volcado en el Anexo I; ni a Nappa, por su carga de
pedir -de ser necesario- información complementaria que permitiera
acreditar de manera fehaciente los problemas exteriorizados por Oil
Combustibles SA.
En lo que hace al primero de los incusos debo, además,
reiterar que el propio Toninelli manifestó que cuando llevaba adelante
el relevamiento de toda la información del Anexo I específicamente lo
hacía con respecto a otros planes concedidos.
Así las cosas, aquellas críticas, en realidad, no hacen más
que robustecer la hipótesis relativa a que el trámite de las solicitudes
de facilidades previstas por el art. 32 de la ley de procedimientos
fiscales estuvo plagada de anomalías.
Tampoco puedo soslayar que el propio encartado refirió
que si de lo tramitado se hubiesen evidenciado hechos que permitieran
inferir la presencia de irregularidades, debía abstenerse de cumplir
con el cometido definido en el Anexo I.
Como indiqué, nada de esto aconteció.
Ello, aun a pesar de que en el desarrollo del inicio de este
apartado quedó suficientemente demostrado que en ambos trámites las
anomalías eran muy evidentes, a diferencia de lo sostenido en su
defensa. Paradójicamente, según el imputado, ni en las solicitudes ni
tampoco en lo actuado por las diferentes áreas del órgano recaudador
surgen, ni remotamente, situaciones anómalas.
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Resta destacar, ya no por su rol conforme al protocolo de


actuación, sino por sus conocimientos técnicos en esta materia -doctor
en ciencias económicas- y su experiencia en la administración -más de
40 años-, que bajo ningún punto de vista manera pudo desconocer que
el escenario económico-financiero no se encontraba acreditado. Más
aún, cuando tanto el Anexo I como el correo electrónico nro. 1/12 no
especificaban cómo hacerlo.
Basta simplemente con examinar los distintos informes
que se confeccionaron desde la División Investigación de la Dirección
Regional Palermo para concluir, sin vacilación alguna, que en ellos -
con la salvedad de la metodología utilizada- se analizó solo la relación
de los ingresos y las deudas de la compañía. Es decir que -a lo sumo-
se determinó la viabilidad de los planes requeridos, pero jamás pudo
haberse comprobado el contexto económico-financiero atravesado por
la empresa petrolera. Y menos aún por un estudio llevado a cabo en
menos de 24 hs. basado solamente en información proveniente de las
bases de datos del organismo.
El propio Nappa en su descargo señaló que el objetivo de
la intervención de la División Investigación mencionada fue elaborar
un informe vinculado con la posibilidad del solicitante de afrontar el
plan de pagos requerido.
Cobran virtualidad, además, los mismos fundamentos que
la propia firma esgrimió en ambas presentaciones -y que claramente
no denotaban un contexto excepcional, sino la utilización del dinero
percibido por el ICL en diferentes rubros-, pues ninguno de ellos fue
siquiera mínimamente corroborado. Más aún, la única documentación
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acompañada por la empresa fue un análisis de su flujo de fondos en el


primero de los planes, que luego fue certificado tanto por un contador
público como por una licenciada en economía. Sin perjuicio de ello,
en ambos casos se explicó con claridad que se suscribía al solo efecto
de su identificación pero que había sido confeccionado por y bajo la
exclusiva responsabilidad de la sociedad (ver fs. 645/653, 659/661 y
824/829).
Es por ello que, aún en la hipótesis esgrimida en una de
sus tantas presentaciones sobre que no le constaba la situación fáctico-
financiera de la empresa -lo que ya fue, y continuará siendo, rebatido-,
resulta claro que los análisis llevados a cabo nunca pudieron acreditar
el único requisito dispuesto por ley y, en consecuencia, debió haber
devuelto las actuaciones sin prestar su conformidad para la concesión
de los regímenes de pago, como -según dijo- lo hizo en centenares de
casos.
Es decir que contrariamente a lo señalado, sí contaba con
las herramientas legales para actuar distinto a como lo hizo.
Ahora bien, por otro lado, en lo que hace a su injerencia
en el acogimiento de Oil Combustibles SA a los planes de facilidades
de pago previstos por las RG de la AFIP nro. 3756 y 3806 debo
aclarar que la valoración realizada en nada modifica la circunstancia
de que haya sido la propia empresa la que se adhirió a ellos.
A diferencia de lo sostenido por Toninelli, quien señaló
que por tal motivo no tenía necesidad de dar explicación alguna y solo
efectuó algunas pocas consideraciones al respecto, lo cierto es que los
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pasivos producidos entre los meses de septiembre de 2014 y agosto de


2015 pudieron incorporarse a dichos beneficios por distintas causas.
La primera de ellas fue el erróneo empadronamiento de la
compañía en la agencia nro. 11, donde tuvo un rol fundamental. Pues
justamente era él quien debía prestar su conformidad para que la firma
se hallara inscripta en la órbita de la Subdirección General de
Operaciones Impositivas de Grandes Contribuyentes Nacionales de la
AFIP según las normas internas vigentes al momento de los hechos,
como se aclaró mediante la nota nro. 733/2017 (DI OPGC) ya aludida
y se explicó en el desarrollo general de la maniobra.
Su intento por delegar su responsabilidad únicamente al
administrador federal carece de sustento a poco que se examinan los
descargos de sus consortes de causa Nappa y Esperon, quienes fueron
contestes en señalar, en concordancia con lo informado por la AFIP,
que era una competencia del director general de la DGI; disipando así
cualquier tipo de duda al respecto (ver fs. 2983 y 2719).
Y esta equivocada registración de Oil Combustibles SA
en una agencia ordinaria tuvo su derivación en la maniobra analizada.
Concretamente, a raíz de ello, la sociedad nunca obtuvo
un seguimiento personalizado del cumplimiento de sus obligaciones
fiscales acorde a su magnitud y representatividad, como fue expuesto
al inicio del acápite.
De ninguna manera, como dijo el acusado, es posible
equiparar las tareas que se llevan a cabo en el “segmento 1” de una
agencia cualquiera con los procedimientos que se realizan en la
subdirección general de los grandes contribuyentes. Como claramente
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se exhibió en la nota mencionada y ya fue merituado, existe en la


práctica una importante diferencia: la limitada cantidad de
contribuyentes que integran la primera de dichas áreas.
Nótese que el mismo Esperón refirió que para la época de
los hechos analizados la agencia a su cargo tenía aproximadamente
1.230 contribuyentes registrados solamente para ese segmento (ver fs.
2705).
Además, ya se explicó que la capacidad de respuesta de
la estructura de la subdirección relativa a los grandes contribuyentes
nacionales es muy disímil a la de una simple agencia, en función de la
experiencia acumulada por sus agentes.
Por ello, de ninguna manera es ilusorio afirmar que por lo
menos en la práctica existe un tratamiento realmente dispar y que los
contribuyentes registrados en las agencias ordinarias reciben controles
más laxos. El propio ex jefe de la agencia nro. 11 en otro pasaje de su
descargo, incluso, afirmó que la cantidad de planes presentados en la
oficina a su cargo no permitía llevar a cabo un seguimiento en línea de
los mismos (ver fs. 2707).
Finalmente, en lo que respecta al resto de las causas que
permitieron que la empresa se beneficiara de los regímenes previstos
en las RG de la AFIP -principalmente, la explotación de las falencias
de los sistemas informáticos- que, en su gran mayoría, no podían ser
desconocidas por el imputado, no solamente en base a la situación de
la empresa frente al organismo recaudador, sino también por el cargo
que detentaba, me remito a lo desarrollado al comienzo de este en este
mismo apartado para evitar reiteraciones innecesarias.
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Recuérdese que fueron muy pocas las aclaraciones que el


imputado realizó sobre esta parte de la maniobra pues, a su entender,
el hecho de que la propia firma se haya adherido a este tipo de planes
lo eximía de cualquier tipo de responsabilidad.
No obstante, sobre la cuestión relativa a la importancia de
su cargo, debo tener en cuenta lo explicado por el ex responsable de la
Dirección Regional Palermo acerca de que las direcciones regionales
son unidades que dependen directamente de subdirecciones generales
de operaciones, que a su vez, obedecen solamente a la DGI, es decir, a
Toninelli (ver fs. 2953 vta.).
Por último, no puedo dejar de señalar que recientemente,
la sala II de la cámara de apelaciones del fuero en el marco de la causa
nro. 3215/2015 confirmó su procesamiento -sin prisión preventiva- en
orden a su posible participación -junto a Echegaray- en la obstrucción
del avance de las fiscalizaciones seguidas a determinadas empresas de
Lázaro Antonio Báez (otro empresario ligado a los ex mandatarios, al
igual que los incusos López y De Sousa); accionar que fue calificado
como encubrimiento agravado en concurso ideal con violación de los
deberes de funcionario público.
En función de lo expuesto, se encuentra constatado con la
provisionalidad que se requiere en esta etapa de juicio la intervención
dolosa de Toninelli en la maniobra bajo análisis y, en consecuencia, la
violación a los intereses confiados por el decreto PEN nro. 618/1997,
en lo que hace a sus obligaciones de secundar al administrador federal
y participar en las actividades relacionadas a la aplicación, percepción
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y fiscalización de los tributos; con el objetivo de promoverle un lucro


indebido a los empresarios López y De Sousa.
En efecto, el acuerdo de voluntades hasta aquí acreditado
-del que indudablemente formó parte- no es, como pretendió concebir,
una mera especulación del representante de la vindicta pública, sino,
antes bien, la consecuencia lógica de las pruebas colectadas.
2. Fabián Osvaldo Di Risio - 3. Karina Elisabet Venier
Sin perjuicio de los descargos ofrecidos por Di Risio y
Venier al prestar declaración indagatoria, considero que un análisis
integral de las pruebas recopiladas hasta el momento me permite tener
por cierta, con el grado de convicción que reclama este momento del
proceso, la materialidad de los sucesos atribuidos a los nombrados. En
consecuencia, también me encuentro en condiciones de desestimar sus
versiones de los acontecimientos, las que, a esta altura, no son más
que argumentos defensivos.
Previamente, debo explicar que su desarrollo en conjunto
en un mismo sub-acápite obedece a que los nombrados, sin perjuicio -
lógicamente- de las particularidades de la intervención de cada uno en
la maniobra investigada en autos, presentan similitudes en cuanto a
los roles que ocuparon en aquella, pues ambos se desempeñaron como
responsables de la Subdirección General de Operaciones Impositivas
Metropolitanas de la DGI. Di Risio lo hizo desde antes del comienzo
de este esquema de corrupción al día 15/8/13, mientras que Venier lo
sucedió en el cargo hasta la finalización del entramado.
Aclarado ello, lo cierto es que como ya ha sido valorado,
el nombrado intervino en el primero de los regímenes individuales en
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los términos del art. 32 de la ley 11.683 otorgados a Oil Combustibles


SA y su colega, en el segundo.
En efecto, el hecho de que la concesión de la primera de
las facilidades finalmente haya sido concretada el 9/12/13, es decir, a
casi 4 meses de que Di Risio abandonara su puesto, no lo dispensa de
responsabilidad alguna. Su conjetura acerca de que esa circunstancia
debiera desvincularlo de cualquier imputación carece de asidero.
En primer término, porque más allá de ello, a través de su
actuación, igualmente -como lo hizo Venier- ratificó intencionalmente
el accionar de sus dependientes. Estos, también adrede, y según cada
caso, omitieron referirse a los planes de facilidades de pago a los que
Oil Combustibles SA se había previamente acogido y se encontraban
caducos y rechazados; y nunca acreditaron la situación económico-
financiera invocada por la firma. En segundo lugar, pero íntimamente
vinculado, pues como ya destaqué, al consignar maliciosamente en el
protocolo que el plan solicitado era viable según el informe realizado
por la Dirección Regional Palermo, al igual que su consorte de causa,
justificó su otorgamiento por parte de Echegaray.
Ya he señalado que en realidad la tramitación de ambos
planes individuales se trató de una puesta en escena.
También preliminarmente debo impugnar otro argumento
interpuesto por Di Risio: el que dogmatizó que la aprobación irregular
de planes de facilidades de pago ya poseía carácter de cosa juzgada
material en virtud de lo resuelto por mi colega, el Dr. Ramos, en el
marco del expediente nro. 8665/2013.
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Esta excepción -introducida solapadamente- se vincula a


la garantía que veda la doble persecución penal, y ya ha sido tratada al
momento de analizar los sucesos investigados en ese sumario párrafos
atrás. Allí, expresamente aclaré -como en otros pronunciamientos-
que los regímenes previstos por la RG de la AFIP nro. 2774 y 3451 no
formaban parte de la plataforma fáctica de esta encuesta.
Incluso, en el anterior pronunciamiento de mérito abordé
esta misma temática y referí que no compartía los argumentos por los
cuales algunos imputados sostuvieron que lo decidido por mi colega
debía proyectar sus efectos a este sumario. En ese sentido, entendí que
si bien en aquel legajo nro. 8665/2013 se decretó que la maniobra allí
denunciada no constituía delito, ello no implicaba necesariamente que
en estos autos no pudiese llegarse a una resolución distinta. En efecto,
expuse que cada proceso resultaba independiente del otro, exhibía sus
propias pruebas y, fundamentalmente, comprendía diferentes períodos
temporales.
Esta decisión fue confirmada por el Dr. Leopoldo Oscar
Bruglia cuando trató los agravios del recurso de apelación interpuesto
contra dicho pronunciamiento (ver fs. 241/242 del incidente nro. 19).
Por lo tanto, nada impide el desarrollo de esta pesquisa ni la
imputación dirigida, en este caso, al encartado.
Ahora bien, la idea primordial de las defensas de ambos
imputados se dirigió a la distorsión de sus roles dentro del protocolo
de actuación.
En ese marco, Di Risio adujo que únicamente se limitó a
controlar que el expediente proviniera del área pertinente y elevar las
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actuaciones al ámbito de la Dirección General de la DGI, o sea, a


proseguir con su trámite. En favor de su postura manifestó que, de
manera clara y precisa, colocó “s/ informe realizado por la Dirección
Regional”. En aquel sentido, indicó que si a través del Anexo I se le
hubiera pedido la confección de un informe de valor o apreciación, no
se le hubiese asignado tan pequeño espacio. Aún más, refirió que la
palabra “sí” del protocolo se vincula con el cumplimiento de las tareas
de la dirección regional correspondiente para poder elevar la
actuación a la dirección general mencionada.
En el mismo sentido, Venier señaló que las solicitudes de
los planes individuales transitan por las líneas jerárquicas de la AFIP
(como la dependencia a su cargo) al solo efecto de asegurar su llegada
a la autoridad definidora, el administrador federal. Es decir que el área
bajo su mando funciona, en estos casos, como un “pasa expedientes”.
Nuevamente, sus dichos al respecto no podrán prosperar.
Ya expuse que cada uno de los funcionarios que participó
en las actuaciones de ambas facilidades lo hizo en razón de su rol
específico, para aconsejar que aquellos se otorgaran, de conformidad
con los elementos con los que cada uno contaba y que, inclusive,
cualquiera pudo, según su cargo, experiencia y capacidad, objetar,
desaconsejar y hasta no prestar la conformidad requerida para que ello
ocurriera. Detener el trámite y solicitar información complementaria
era otra de las posibilidades que tenían.
Es decir, no era necesario llegar al extremo de ordenar la
realización de una inspección, como señaló Venier, sino simplemente
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llevar a cabo alguna de las acciones descriptas en el párrafo anterior -


en especial, la última de ellas-.
En efecto, aun si ambos incusos pudieron no haber
llegado a tener acceso a determinados registros internos del organismo
fiscal que hubieran facilitado las tareas que se encontraban
incompletas -tal como afirmaron-, nada les impedía que mediante una
orden a las áreas dependientes, y que definitivamente sí contaban con
esos elementos, subsanaran aquellos errores.
Obviamente, nada de ello aconteció debido al plan para
favorecer a la empresa petrolera pergeñado.
También expliqué que, según lo manifestado por el jefe
de la Subdirección General de Auditoría Interna del fisco nacional, a
Di Risio y Venier les incumbía opinar acerca de la viabilidad de los
planes requeridos o realizar las observaciones correspondientes (ver
fs. 1433 y 1379). Más aún, mediante el correo electrónico oficial nro.
1/12 enviado por la Subdirección General de Recaudación de la AFIP
se fijó que sus opiniones debían reflejar la posibilidad o imposibilidad
financiera que poseyera el contribuyente para cumplir el compromiso
del pago de las cuotas solicitadas (ver la foja 4 de la actuación nro.
10072-274-2017 ya mencionada).
Inclusive, en franca contradicción a lo señalado párrafos
atrás, ambos imputados reconocieron en otros pasajes de sus defensas
que en realidad ese era su verdadero cometido en este esquema fijado.
Y si bien es cierto que, en principio, y con las salvedades
ya efectuadas, los análisis relativos a aquella aptitud de los planes se
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hallaban cumplidos, ello no fue realizado por la Subdirección General


de Operaciones Impositivas Metropolitanas del órgano recaudador.
Ambos afirmaron -y surge de los mismos Anexos I- que
fue la Dirección Regional Palermo la cual llevó adelante tal estudio.
Sin embargo, en rigor debió haber acreditado los problemas invocados
por la compañía.
El correo electrónico oficial aludido, específicamente, le
demandaba a aquella dirección una opinión acerca de la dificultad del
contribuyente de hacer frente a sus obligaciones como consecuencia
de no haber dispuesto los recursos correspondientes. Así fue, incluso,
reconocido por ambos al presentar sus descargos por escrito.
Debo destacar que tanto Di Risio como Venier recibieron
dicha comunicación en sus casillas oficiales personales (ver la foja 4
de la actuación nro. 10072-274-2017 ya referida).
Queda claro entonces que no pudieron desconocer que la
dirección que dependía jerárquicamente de ellos incumplió la orden y
que, en definitiva, la única exigencia establecida legalmente para la
concesión de este tipo de facilidades ni siquiera se consideró.
De ninguna forma pueden avalarse los dichos de Di Risio
relacionados con que la Dirección Regional Palermo al mismo tiempo
acreditó la situación económico-financiera en la que se encontraba Oil
Combustibles SA, tal como intentó deslizar al momento de contestar
las preguntas realizadas por este tribunal.
Esta hipótesis fue desmentida por el propio Nappa -quien
ordenó la realización de ambos informes- y contradice notoriamente
lo afirmado por el mismo Di Risio en otro pasaje de su defensa. Pero
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además, como señalé en el sub-acápite individual de su co-imputado,


el ex director general de la DGI, ese estudio, realizado en menos de 24
hs. y basado solamente en información proveniente de las bases de
datos del organismo fiscal, jamás pudo haber comprobado el contexto
económico-financiero invocado por la empresa en alguna de sus
presentaciones.
Ello, sin ningún lugar a dudas, no pudo no ser advertido
por un profesional de las ciencias económicas con sus conocimientos
técnicos y con -al menos en ese momento- casi 25 años de trayectoria
en el organismo recaudador, como bien ponderó el imputado.
Por su parte, tampoco parece acertada la aseveración de
Venier relativa a que el hecho de que un contribuyente no pueda hacer
frente al pago de sus obligaciones en tiempo y forma establece que ya
se encuentre en la condición requerida por ley.
Es que, aun cuando esta circunstancia no se halle definida
legalmente -como bien se expuso-, bajo ese juicio no tendría razón de
ser que la propia normativa establezca que los contribuyentes deban
demostrar encontrarse en un contexto que les imposibilite cumplir con
sus obligaciones oportunamente.
Debo recordar, al respecto, que como regla general, no es
posible presuponer la inconsecuencia o la imprevisión del legislador.
Por su parte, la teoría propuesta por Venier en ese sentido
no es más que un razonamiento circular. Es decir, a través de ella se
intentó demostrar algo con una premisa que ya contenía aquello que
quería comprobarse.
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No parece lógico que ante la interrogación de determinar


cuándo un contribuyente se halla inmerso en dificultades para hacer
frente a sus obligaciones por no disponer de los recursos necesarios, la
respuesta sea cuando no pueda cumplir con esas obligaciones.
Como dije, se incluyó la conclusión que se quiso probar
en la propia proposición.
Dicha premisa, además, se contradice, incluso, con lo que
ella misma explicó, en cuanto a lo que podrían ser aspectos a tener en
cuenta para poder corroborar la situación económica-financiera de un
contribuyente. En este sentido, la nombrada no solo hizo hincapié en
la información de las bases de datos del ente fiscal, sino en cualquier
otra que pudiese conseguirse del mercado y hasta en la realización de
investigaciones.
Siguiendo su lógica, no tendría sentido llevar a cabo estas
acciones si, en definitiva, ya la sola circunstancia de no ingresar en
tiempo y forma los tributos dejaría a todos los contribuyentes en
condiciones de acceder a esta excepcionalidad.
Asimismo, la propia mecánica del ICL impide avalar esa
postura.
En efecto, como bien se desarrolló, Oil Combustibles SA
recibía con cada transacción en forma directa de sus clientes el monto
a ingresar a la AFIP por ese concepto. Por ende, contaba con el dinero
para cumplir con el pago de sus obligaciones en tiempo y forma, pero
sus autoridades tomaron la decisión de destinar aquellas sumas a otros
rubros y acogerse sistemáticamente a diversos planes de facilidades de
pago para financiar su crecimiento.
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Corroboran esta situación las explicaciones brindadas en


las presentaciones efectuadas por la propia empresa.
Y como en el sub-apartado individual referido a Toninelli
ya expliqué la imposibilidad de ratificar este mecanismo, para no ser
reiterativo, me remito a los fundamentos allí expuestos.
Por su parte, no puedo dejar de expedirme sobre la tesis
de que la maniobra investigada no debe ser calificada como un fraude
al Estado nacional, introducida tanto por Di Risio como por Venier.
Sobre la cuestión, si bien será profundizada en el acápite F), adelanto
aquí que la -provisional- significación jurídica escogida fue
acompañada por la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal.
Sus miembros justamente revocaron la recalificación de las conductas
-de los imputados que hoy se encuentran siendo juzgados en un debate
oral- en delitos propios del Régimen Penal Tributario, efectuada por la
Sala I de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal.
No debe soslayarse, además, que el tribunal casatorio, en
aquella oportunidad, abrió los recursos interpuestos que habilitaron su
jurisdicción y, aun con las exigencias propias de ese período procesal,
se expidió acerca del fondo del asunto (ver fs. 214/269 y 406/481 del
incidente nro. 19, elevado al Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro.
3).
Por último, resta que me expida con relación al planteo
realizado por Di Risio sobre su supuesto desconocimiento del objeto
de su imputación y, por ende, su imposibilidad de defenderse.
Al respecto, debo recordar que la imputación que le fuera
leída y quedó plasmada en el acto de su indagatoria describe en forma
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amplia y completa las circunstancias de tiempo, modo y lugar de esta


compleja trama delictiva investigada y detalla con claridad y precisión
las aristas que componen el hecho que se le endilga.
En aquel sentido, si bien dentro de la extensa imputación
existen gran cantidad de acciones cometidas por otros funcionarios, lo
cierto es que esto no significa que al nombrado se le atribuyan todos
esos hechos. Es que, en casos de corrupción estatal complejos como el
aquí pesquisado, es necesario describir la maniobra de dicha manera,
contextualizada con todas las contribuciones que hayan realizado los
distintos sujetos y garantizar la descripción de un escenario completo.
De lo contrario, si se analizara en forma aislada cada
accionar, no se podría comprender acabadamente la relevancia y el
encuadre típico de la conducta endilgada a Di Risio; que claramente -
reitero- se vincula a la primera facilidad prevista por el art. 32 de la
ley 11.683.
Finalmente, en lo que respecta a la injerencia de Venier
en la adhesión por parte de Oil Combustibles SA a los planes de pago
previstos por las RG de la AFIP nros. 3756 y 3806 debo indicar que la
nombrada no hizo ninguna consideración al respecto. Sin perjuicio de
ello, entiendo que su participación quedó suficientemente demostrada
por los argumentos desarrollados y los cuadros realizados al inicio de
este apartado, a los cuales me remito.
En conclusión, se encuentra constatado, con la exigencia
requerida para esta etapa, la intervención dolosa de los nombrados en
los hechos bajo análisis y, así, la violación a los intereses confiados
por el decreto PEN nro. 898/2005 en sus obligaciones de secundar al
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Director General de la DGI en todo lo relacionado con la ejecución y


coordinación de las acciones que en materia de aplicación, percepción
y fiscalización de tributos debieran llevarse a cabo; de coordinar y de
supervisar las actividades que en ese sentido correspondiera ejecutar;
y de controlar el accionar de sus áreas dependientes. Todo ello, con el
objetivo de beneficiar indebidamente a Oil Combustibles SA -cuyos
responsables eran los nombrados López y De Sousa- mediante la
obtención de nuevas prórrogas para el ingreso del ICL.
4. Eduardo Julio Nappa
Más allá de los dichos que el aludido vertió en sus
descargos -plagados de contradicciones-, considero que en base a una
íntegra visión de la maniobra aquí investigada y los bastos elementos
probatorios arrimados al proceso, me hallo en condiciones de tener
por acreditada, con la suficiencia que esta etapa demanda, la
materialidad de sus actos, como también desacreditar cada uno de sus
postulados defensivos.
En este sentido, como ya ha sido merituado, el nombrado
intervino en la concesión de los regímenes individuales previstos por
el art. 32 de la ley 11.683 a Oil Combustibles SA.
En ambos casos evitó maliciosamente pronunciarse sobre
el único requisito que la normativa mandaba a acreditar y convalidó la
actuación de su dependiente, quien, engañosamente, omitió referirse a
los planes de facilidades de pagos a los que Oil Combustibles SA se
había previamente acogido y se hallaban caducos y rechazados.
En efecto, como indiqué, el correo electrónico oficial nro.
1/12 enviado el 21/6/12 lo obligaba a emitir una opinión acerca de la
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imposibilidad que habría tenido la empresa petrolera para hacer frente


a sus obligaciones como consecuencia de no haber dispuesto de los
recursos necesarios (ver la foja 4 de la actuación nro. 10072-274-2017
ya mencionada). En aquella línea, el testigo Sosa recalcó que su tarea
debía realizarse en base a la documentación acompañada por el propio
peticionario y a la que desde el ente recaudador pudiese solicitársele,
además de aquella información obrante en las propias bases de datos
del organismo (ver fs. 1378).
De la misma forma se expidieron sus consortes de causa,
Venier y Toninelli.
La primera, no solamente hizo hincapié en la posibilidad
de obtener información de las bases de datos del órgano fiscal, sino en
cualquier otra que pudiese conseguirse del mercado e, inclusive, hasta
en la realización de las investigaciones pertinentes (ver fs. 3284).
El segundo, a su vez, explicó que la tarea de solicitar, de
ser necesario, información suplementaria que permitiera acreditar de
forma fehaciente los problemas exteriorizados por Oil Combustibles
SA le correspondía al director regional (ver fs. 3376). En este sentido,
detalló que existía una amplísima variedad de elementos que podían
utilizarse para confirmarlos (ver fs. 3353).
Ahora bien, no obstante a que, como se analizó, nada de
ello sucedió, es posible apreciar, igualmente, que su actuación en el
marco del procedimiento de estos regímenes no era mecánica,
irrelevante ni formal, tal como quiso hacer creer en sus descargos. Y
si bien ya me he expedido acerca de ello previo a tratar la situación
particular de cada imputado en los distintos sub-acápites, debo aclarar
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que Nappa tenía que llevar a cabo una de las funciones más
significativas en este tipo de facilidades: documentar el único
requisito establecido por ley, según lo detallado en el correo
electrónico antes mencionado.
Por eso tampoco es válida su afirmación en cuanto a que
la normativa no preveía quién era el responsable de dicha cuestión, lo
que incluso fue luego -una vez más- reconocido por el encartado.
Sin perjuicio de ello, el acusado y Esperón cuestionaron
la validez de aquella comunicación.
Al respecto, no es un dato menor que Nappa, el único que
se apartó explícitamente del correo oficial -con la salvedad efectuada
sobre el cumplimiento de la viabilidad de los regímenes- sea también
uno de los pocos que haya criticado tal mecanismo. De hecho, fue
solo él junto al jefe de la agencia nro. 11, de un total de 20 agentes de
la AFIP que prestaron declaración en los términos del art. 294 del
CPPN, quienes lo desconocieron como acto legítimo que generaba
algún tipo de obligación o una pauta de trabajo a la cual hayan tenido
que sujetar sus conductas.
En este sentido, los demás co-imputados hicieron énfasis
en que, justamente, el Anexo I era el procedimiento de actuación para
la gestión de los planes previstos por el art. 32 de la ley 11.683 y que
en el aludido correo se plasmaron las pautas para su integración.
En particular, corresponde remarcar lo desarrollado por el
jefe de Subdirección General de Recaudación de la AFIP en cuanto a
la creación del referido anexo.
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Así, Bianchi explicó que en el mes de marzo de 2012 se


realizaron reuniones con varios de los funcionarios más significativos
de la administración, entre los cuales se encontraba el responsable de
la Subdirección General de Coordinación Técnico Institucional -quien
reconoció dichos encuentros (ver fs. 3209)-, cuyo resultado fue que la
dependencia a su cargo realizaría un formulario tipo que contuviera
información de apoyo para el administrador federal, en el que constara
la intervención de las áreas pertinentes.
Luego de ello, el día 4/5/12 envió un primer formato del
anexo que, luego de ser aceptado por los partícipes de esas reuniones,
fue comunicado a las oficinas operativas -como la Dirección Regional
Palermo, que dependía de Nappa-, las que plantearon sugerencias de
mejoras, observaciones y diferentes inquietudes.
Ante ello, con fecha 21/6/12 se oficializó la remesa de un
nuevo modelo del protocolo a través del correo electrónico oficial nro.
1/12 mencionado. Junto a él se efectuaron dos aclaraciones, una de las
cuales tenía que ver, directamente, con la función que le correspondía
realizar a Nappa, es decir, con el contexto alegado por el solicitante de
un plan relacionado a su situación económico-financiera (ver fs. 3109
y 3110).
Lo rememorado hasta aquí descarta de plano esa argucia
defensiva relacionada con el desconocimiento acerca de la validez de
aquel medio.
Así también lo ratificó el informe auditor cuando señaló
que la Dirección Regional Palermo había quebrantado las pautas allí
brindadas (ver la observación 5] del informe).
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Aún más, paradójicamente, el propio Nappa, en otra parte


del descargo, explicó que la Subdirección General de Recaudación de
la AFIP se encontraba habilitada para dictar instrucciones de trabajo;
disipando así cualquier tipo de duda al respecto.
Queda claro, entonces, que la manera escogida por dicha
subdirección para brindar aclaraciones o instrucciones de trabajo era
completamente legítima e idónea y en consecuencia, de cumplimiento
obligatorio. Más aún, si se tiene en consideración que Nappa, a través
del mismo medio, notificó a Esperón -jefe de la agencia nro. 11- sobre
la confección del referido anexo, como bien manifestó este último en
su descargo (ver fs. 2696).
Por esa misma razón, tampoco es auténtico el intento del
imputado por tratar de darle una interpretación distinta a lo que debía
entenderse por acreditación de la situación económica-financiera.
Es que de la misma forma que Venier, Nappa indicó que
el simple hecho de tener una deuda y que esta no haya sido cancelada,
de por sí, implicaba encontrarse en el escenario descripto legalmente.
En este caso, sin embargo, añadió como otra pauta a tener en cuenta el
acogimiento de la firma en la facilidad prevista por la RG de la AFIP
nro. 3451.
Por supuesto, este nuevo factor en nada modifica lo antes
valorado al respecto en el sub-acápite referido a la imputada, a cuyo
desarrollo en extenso me remito para evitar reiteraciones que atenten
contra una fácil lectura de este pronunciamiento.
Esto debe valorarse, además, junto con lo señalado por el
ex director general de la DGI en cuanto a que las áreas operativas de
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la DGI no consultaron a sus autoridades jerárquicas ni a él en última


instancia frente a algún tipo de duda que pudieron llevar a tener sobre
la Anexo I (ver fs. 3781 vta.)
En definitiva, Nappa se apartó deliberadamente del rol
otorgado mediante el correo electrónico oficial nro. 1/12 -cuya
validez, a esta altura, no es posible discutir- y, como el mismo
reconoció, mandó a la División Investigación de la Dirección
Regional a su cargo a elaborar informes vinculados con la posibilidad
del solicitante de afrontar los planes de pagos solicitados.
Es decir que ni siquiera hace falta en este caso valorar sus
conocimientos técnicos en la materia y su experiencia de casi 25 años
en la administración tributaria para concluir que no pudo desconocer
que la situación económico-financiera no se hallaba acreditada, pues
el propio Nappa dio la razón en cuanto a que esos estudios ordenados
se vinculaban a otra temática.
En función de lo expuesto, se encuentra constatado con la
provisionalidad que se requiere en esta etapa de juicio la intervención
dolosa de Nappa en la maniobra analizada y, por ende, la violación a
los intereses confiados por la Disposición de la AFIP nro. 128/1998 -
modificada por la nro. 233/2012- en sus obligaciones de coordinar y
supervisar las tareas inherentes a la percepción y fiscalización de los
tributos de los contribuyentes bajo su jurisdicción; evaluar el
funcionamiento de las distintas áreas a su cargo, con respecto al
cumplimiento de las normas y procesos vigentes, efectuando el
control y seguimiento de las tareas realizadas; y controlar, evaluar y
ejecutar las tareas necesarias para la verificación del cumplimiento
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dado por los contribuyentes de su jurisdicción a los tributos, entre


otros.
Ello, con el fin de promoverle un lucro indebido a los
empresarios López y De Sousa.
5. Gustavo Adrián Esperón
Las constancias probatorias adunadas al legajo permiten
confirmar, con la convicción que esta etapa demanda, la materialidad
de los sucesos atribuidos al nombrado y desestimar su versión sobre
los hechos.
En efecto, como valoré, en primer término, Esperón tuvo
intervención en el marco de ambos trámites de los planes de pago en
los términos del art. 32 de la ley 11.683.
Así las cosas, de conformidad con lo establecido por el
Anexo I y con lo señalado por el deponente Sosa, debía indicar las
principales actividades de la empresa petrolera, la descripción de los
planes solicitados, las deudas a incorporar en ellos, la cantidad de
empleados registrados, la reseña de sus juicios, sus procesos de
fiscalización, sus datos sobre el impuesto a las ganancias y ventas, y
todos los acogimientos previos a otros planes de facilidades de pagos
(692/693 y 1379).
Sin perjuicio de ello, en ambas ocasiones, el responsable
de la agencia nro. 11, en lo que hace a esta última cuestión, solamente
indicó los planes a los que Oil Combustibles SA se había previamente
acogido que se hallaban vigentes y cancelados, pero deliberadamente
omitió referirse a los cuales se encontraban caducos y rechazados, los
que, al momento de actuar en el primer plan, eran 35.
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Como desarrollé en el sub-acápite anterior, el intento por


parte de Esperón de desacreditar la legitimidad del Anexo I enviado a
través del correo electrónico nro. 1/12 junto con las aclaraciones allí
cursadas no tendrá recepción favorable.
Si bien me remito a lo antes expuesto, debo recordar que
la metodología escogida por la Subdirección General de Recaudación
de la AFIP para brindar aclaraciones o hasta instrucciones de trabajo
era completamente genuina y eficaz y, en consecuencia, obligatoria.
Ahora bien, en lo que respecta al supuesto motivo por el
cual no consignó en los protocolos los planes del contribuyente que ya
se encontraban caducos, Esperón manifestó que las revocaciones a los
últimos dos planes de la RG de la AFIP nro. 2774 a los que la firma se
había acogido -G251245 y G257020- se produjeron el día 19/9/13. Es
decir, con posterioridad a la presentación del pedido del primer plan
previsto por el art. 32 de la ley de procedimientos fiscales, realizada el
24/7/13.
Sin perjuicio de ello, la nota nro. 377/2016 firmada por el
mencionado Barroso con claridad expuso que las caducidades de las
otras 35 facilidades de la RG mencionada en el párrafo anterior, se
promovieron entre las fechas 17/3/12 y 20/4/13 (ver fs. 750/802),
motivo por el que su pretexto carece de asidero. Pues, más allá de que
los planes a los que hizo referencia todavía se encontraban vigentes, el
resto habían expirado. Nótese, incluso, que lo referido a las regímenes
G251245 y G257020 ya mencionados únicamente lo dispensaría de
responsabilidad en lo que respecta a su intervención en el primero de
los planes -y solo con relación a estos-, toda vez que para la época de
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su actuación en el segundo -el 9/3/14- ambos habían dejaron de ser


abonados.
No obstante, en ocasión de contestar las preguntas de este
tribunal, señaló que la razón por la cual no los incluyó se debió a que
todos ellos habían sido reformulados en la facilidad RG de la AFIP
nro. 3451.
Si bien este novedoso motivo -desarrollado verbalmente-
difiere del anterior, lo cierto es que el cuadro que el jefe de la agencia
nro. 11 debía completar, únicamente hacía mención a planes vigentes,
cancelados, y caducos y rechazados. Y sobre estos últimos, en ningún
momento especificaba acerca de la posibilidad de que posteriormente
fueran reformulados en diferentes regímenes de pagos. Antes bien, las
nuevas facilidades, de continuar vigentes en ocasión de la inclusión de
los datos, debieron haber sido consignados en la fila correspondiente.
Debo recordar, asimismo, que la aludida nota nro. 377/16
determinó con claridad que todas aquellas financiaciones previstas por
la RG de la AFIP nro. 2774 caducaron por la falta de pago de dos de
sus cuotas y a pesar de ello, fueron regularizados en otros regímenes
en los mismos términos cuando se encontraba expresamente prohibido
por la misma resolución. Y precisamente, la RG de la AFIP nro. 3451,
a la que el acusado hizo mención, reformuló esos planes anteriores, lo
cual nunca debió haberse permitido (ver fs. 750/802).
Al respecto, no es posible soslayar que Esperón comenzó
a desempeñar su cargo como cabeza de la agencia nro. 11 en marzo de
2007 -como el mismo reconoció-, por lo cual definitivamente no pudo
desconocer el acaecimiento de los sucesos relatados anteriormente.
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En otro orden de ideas, también tuvo injerencia en el


acogimiento por parte de Oil Combustibles SA al plan de pagos de
carácter general previsto por la RG de la AFIP nro. 3756, toda vez que
ciertas obligaciones incluidas en dicho régimen vencieron durante su
gestión al frente de la dependencia en cuestión.
Ya expliqué que una de las causas por las que la empresa
tuvo la posibilidad de adherirse a dicha facilidad fue, precisamente, la
circunstancia de que muchas obligaciones líquidas y exigibles, debido
al aprovechamiento de los sistemas informáticos del organismo fiscal,
fueron desconfirmadas cuando se podría haber iniciado a su respecto
el juicio de ejecución fiscal pertinente.
Concretamente, Esperón, al menos por inacción, permitió
deliberadamente que el procedimiento señalado no se llevara adelante
en lo que hace a las deudas de Oil Combustibles SA.
Debe quedar en claro, igualmente, que lo que se reprocha
aquí no es la posibilidad de desconfirmar obligaciones en sí misma,
sino haber realizado aquella acción de forma intencional cuando no
correspondía, para favorecer a un contribuyente particular.
Aclarado ello, lo cierto es que las explicaciones brindadas
acerca de los motivos de las desconfirmaciones efectuadas durante el
tiempo en que se encontraba a cargo de la agencia nro. 11 no son más
que un intento de mejorar su realidad frente al proceso. Ya he refutado
cada uno de ellos al momento de efectuar la valoración genérica de la
maniobra.
Únicamente señalaré al respecto que en nada modifica lo
ya desarrollado la circunstancia de que, en este caso, el imputado haya
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introducido una nueva idea vinculada a que determinadas obligaciones


fueron desconfirmadas por haber sido susceptibles de incorporarse a
regímenes previstos por el art. 32 de la ley de procedimientos fiscales.
Por el contrario, el hecho de supeditar el inicio del
proceso coercitivo de cobro a un acontecimiento futuro y eventual -
más allá de que, por tratarse de Oil Combustibles SA, el resultado iba
a ser su aprobación- torna aún más improcedente su argumento.
Es decir, aun cuando la verdadera razón por la cual todas
esas obligaciones fueron desconfirmadas se basó en el plan pergeñado
para favorecer a la empresa petrolera, esta novedosa teoría esbozada
no es más que un argumento defensivo que de ninguna forma es
posible convalidar.
De la misma manera, en nada obsta lo hasta aquí señalado
la vigencia de las instrucciones generales del ente de recaudación nro.
3/2008 y 3/2009 relacionadas con los montos mínimos exigibles para
iniciar el proceso de cobro compulsivo, tal como intentó hacer creer el
imputado en su última presentación. Ello así, toda vez que -siguiendo
su propia lógica- dicha circunstancia lo dispensaría de responsabilidad
tan solo con respecto a cuatro de -siempre según su reconocimiento-
sesenta y cuatro desconfirmaciones ocurridas durante el período en el
cual se desempeñó como jefe de la agencia nro. 11, las cuales -reitero-
fueron debidamente descalificadas en otros pasajes del temperamento.
Pero además, sus argumentos con relación a ello carecen
de validez, en la medida en que, tal como ya señalé, el análisis de esta
maniobra debe llevarse a cabo de una manera global y no aislada.
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En definitiva, Esperón, a pesar de sus amplias facultades


en función del cargo que ocupó, las que le brindaban la posibilidad de
acceder sistémicamente a toda la información necesaria, permitió que
la compañía petrolera acumulara deudas por sumas millonarias.
Por último, tampoco podrá prosperar su intento de diluir
su responsabilidad en función de la tardía migración de datos entre los
distintos sistemas del organismo fiscal. En efecto, como señaló el jefe
de la Subdirección General de Recaudación de la AFIP, la demora en
los procesos informáticos no implica ni justifica que las agencias no
efectúen todas las intimaciones de pago, pues desde hace años que
tienen suficientes herramientas -necesarias e indispensables- para ello
(ver fs. 3101).
Y aquí cobra virtualidad lo ya explicado en cuanto a que
era él quien por el cargo ocupado controlaba mensualmente el ingreso
y egreso de las boletas de deuda de la agencia nro. 11, y que la firma
se trataba, por lejos, de su mayor deudor.
En conclusión, se encuentra constatado, con la exigencia
establecida para esta etapa del juicio, su actuación dolosa en el hecho
analizado y, en consecuencia, la violación a los intereses confiados
por la Disposición de la AFIP nro. 128/1998 -modificada por la nro.
296/2006- en sus obligaciones de verificar y controlar las obligaciones
de los contribuyentes inscriptos ante ella; intervenir en la gestión
administrativa y judicial del cobro de los créditos fiscales; controlar
todos los ingresos de los gravámenes a cargo del organismo
realizando su registración y análisis; examinar todos los reportes de
las obligaciones pendientes aplicando las acciones que permitieran
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gestionar el cobro de los incumplimientos; y entender en el


libramiento de las boletas de deuda por obligaciones incumplidas.
Ello así, a los fines de beneficiar a terceros, permitiéndoles posponer
sucesivamente el pago de los períodos vencidos del ICL.
6. José Antonio Bianchi y 7. Walter David D’Angela
Sin perjuicio de los dichos volcados por cada uno de los
nombrados en sus respectivas declaraciones indagatorias y descargos,
considero que en base a una íntegra visión de la maniobra investigada
y los bastos elementos de prueba arrimados al proceso, me encuentro
en condiciones de tener por acreditada, con la suficiencia que requiere
la etapa en la cual nos encontramos, la materialidad de sus actos y, a
su vez, desacreditar cada uno de los postulados defensivos vertidos.
Previamente, debo explicar que su desarrollo en conjunto
en un mismo sub-acápite obedece a que la subdirección en cabeza de
Bianchi tenía a su cargo, entre otras áreas, a la dirección administrada
por D’Angela.
Aclarado ello, lo cierto es que tal como ha sido valorado,
sus intervenciones -penalmente relevantes- en la maniobra pesquisada
se dieron con posterioridad al otorgamiento de los regímenes previstos
por el art. 32 de la ley 11.683 por parte de Echegaray.
En efecto, por medio de la suscripción de las notas nros.
1640/13 y 1200/14 ya mencionadas, dirigidas a la órbita de la DGI, se
solicitó que se instruyera a la agencia en la cual la empresa petrolera
se encontraba inscripta para que se verificara el cumplimiento efectivo
de las condiciones propuestas por Michel en ambas facilidades, para
aquella época desde la Subdirección General de Recaudación de la
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AFIP -y en particular, su Dirección de Programas y Normas de


Recaudación-, no se habían desarrollado los instrumentos necesarios
para que esa dependencia operativa efectuara los controles
correspondientes.
Las extensas presentaciones efectuadas por los imputados
en nada conmueven lo señalado en el párrafo anterior y valorado en el
inicio de este acápite con mayor profundidad.
En efecto, las ilustraciones vinculadas al funcionamiento
interno de los sistemas Cuentas Tributarias y Mis Facilidades en nada
inciden en la cuestión analizada, así como tampoco las mejoras que
los nombrados, por las funciones que tenían, pudieron haber llevado a
cabo desde el punto de vista técnico en aquellos y/o en cualquier otro
programa informático del fisco nacional.
Menos aún las explicaciones relativas a sus actuaciones -
neutrales, según dijeron- en el circuito previo a la concesión por parte
del administrador federal de un régimen de estas características, pues
lo que se les reprocha son sus intervenciones posteriores a ello.
En efecto, el propio Bianchi manifestó que desde el área
a su cargo debían cargarse sistémicamente los parámetros establecidos
al otorgarse la excepcionalidad. En la misma línea, D’Angela sostuvo
que era él quien debía habilitar la facilidad en el sistema para que la
agencia correspondiente pudiese notificarlo y luego controlarlo.
En definitiva, tal como desarrolló el subdirector general -
a lo que adhirió su consorte de causa al explicar la responsabilidad de
la dirección a su cargo- en el ámbito de la dependencia de recaudación
debían establecerse los sistemas, normas y procedimientos de trabajo
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generales para todos los contribuyentes y las áreas dependientes de la


DGI. Ello, para que estas últimas -utilizando aquellas herramientas-
pudiesen avocarse a realizar los controles pertinentes.
Y es, precisamente, la omisión en la puesta a disposición
de la agencia -donde la empresa petrolera se hallaba registrada- de los
instrumentos necesarios para llevar adelante el contralor respectivo lo
que aquí se les cuestiona.
Robustece lo antedicho lo expresado por el testigo Maure
en cuanto a que la Dirección de Programas y Normas de Recaudación
en cuestión -que debía ser supervisada por Bianchi según la normativa
vigente- tenía que generar las herramientas para posibilitar el control
de todas las condiciones impuestas bajo apercibimiento de caducidad
por parte del administrador federal (ver fs. 5697/vta.).
En atención a lo expuesto, tampoco podrán cobrar aquí
virtualidad las defensas esgrimidas relacionadas con que las agencias
contaban con toda la información vinculada a los procedimientos de
ejecución de deudas caducas; y con que no se hallaba dentro de sus
funciones controlar o gestionar los pasivos de cada uno de los
contribuyentes. En efecto, ello se vincula con el reproche dirigido a
otros imputados.
En función de todo el contexto desarrollado es importante
señalar lo siguiente.
A pesar de la orden dada por la Subdirección General de
Recaudación de la AFIP a través de las notas ya referidas para que se
verificara el cumplimiento efectivo de dichos requisitos, recién el día
8/7/14 aquella dependencia comunicó a las áreas operativas que, por
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intermedio de la dirección de programas y normas de recaudación, se


había desarrollado -y ya se encontraba habilitada- una herramienta
para ello.
Mediante esta, los contribuyentes, previo a la confección
de un plan de pagos particular y en carácter de declaración jurada,
debían completar, en primer lugar, una pantalla en el sistema Mis
Facilidades donde se comprometían a cumplir con la garantía (de
imposibilidad de disponer de los bienes del activo no corriente sin
autorización previa del fisco nacional) y la limitación en la
distribución de dividendos; y, en segundo término, un formulario en el
entorno de “Mis Aplicaciones Web” donde, al momento de la
evaluación técnica, tenían que detallar el activo no corriente que
garantizaba el plan requerido. Así surge del aludido correo electrónico
oficial nro. 4/2014 (ver fs. 414/425 de las fotocopias del sumario
administrativo de la AFIP nro. 2718/2016 y 9 de la actuación nro.
10072-274-2017, ya sindicadas).
De todo lo dicho hasta aquí, son varias las apreciaciones
que pueden realizarse.
Como primera cuestión, que al momento de la concesión
de los planes particulares a la petrolera no existían las herramientas
para controlar las condiciones referidas y, por ende, lo requerido por
Bianchi por intermedio de las aludidas notas respecto a que las áreas
operativas debían verificar su cumplimiento de aquellas carecía de
sentido.
Sobre este tema, cobra especial relevancia lo dicho por el
jefe de la agencia nro. 11 -Esperón- en cuanto a que la dependencia
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que encabezaba no contaba con normativas ni instrucciones de trabajo


que permitieran realizar el seguimiento de las condiciones en los
planes otorgados, ni tampoco se habían implementado procedimientos
de contralor para realizar un efectivo examen de aquellas (ver fs.
2710/2711).
Corresponde resaltar, aunque resulte obvio, que Bianchi
y D’Angela no podían desconocer aquel escenario, pues fueron ellos
mismos quienes, meses más tarde, desarrollaron los instrumentos de
contralor comunicados a través del mail de fecha 8/7/14.
Pero asimismo, y como segunda cuestión, tampoco queda
claro si las medidas puestas en conocimiento por intermedio de aquel
conducto aplicaban para el caso concreto de Oil Combustibles SA, ya
que de su lectura surge que ambas estarían destinadas a cumplirse
previo a la solicitud de un plan particular; algo que en el contexto aquí
analizado ya había sucedido.
En definitiva, de acuerdo a lo señalado, considero que las
exigencias requeridas por Bianchi nunca iban a poder materializarse.
Ello así, en virtud de que, al menos en aquel momento, el área a cargo
de D’Angela -a pesar de haberse notificado de lo resuelto en ambas
solicitudes- no había creado las herramientas para que las oficinas
operativas pudiesen llevar a cabo el seguimiento correspondiente.
La circunstancia relativa a que ambos conocían toda esta
situación y que igualmente se instruyera en esa línea no hace más que
acreditar que los encartados actuaron para favorecer a los empresarios
López y De Sousa.
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Además, no puedo soslayar que los incusos presentaron


extensos descargos en los que desarrollaron -y se defendieron sobre-
muchos temas pero ninguno trató este tópico puntual.
Al respecto, debo decir que sin tomar esa ausencia como
una prueba en su contra -de conformidad con las garantías y derechos
constitucionales consagrados-, lo cierto es que ese silencio no deja de
llamar la atención. Máxime, si se tiene en cuenta que, tal como lo
sostuvo el Dr. Gustavo M. Hornos al intervenir como miembro de la
Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal, esta pesquisa entraña
uno de los hechos de corrupción de los más graves de la historia (ver
fs. 446/447 del incidente de apelación nro. 19 formado en autos).
Por último, no puedo dejar de señalar que el argumento
introducido en este caso por D’Angela vinculado a que la potestad del
otorgamiento de los planes de facilidades de pagos particulares aquí
cuestionados correspondía discrecionalmente al administrador federal
ya fue debidamente refutada previo al desarrollo de los sub-apartados
particulares, por lo que corresponde allí remitirse.
Así las cosas, y en sintonía con todo lo expuesto hasta el
momento, es posible afirmar con la convicción que aquí se necesita la
intervención dolosa de Bianchi en los hechos analizados y, por ende,
la violación a los intereses confiados a través del Decreto PEN nro.
898/2005 en su obligación de asistir al administrador federal en lo que
respecta a las tareas de coordinación y de seguimiento de las políticas,
planes, normas y sistemas relativos a la recaudación de los tributos; de
evaluar, definir y proponer todos los planes y sistemas vinculadas con
la recaudación de tributos; de dictar normas de recaudación para la
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aplicación de tributos; de coordinar sus actividades con aquellas que


realizan otras áreas vinculadas a su competencia; y de planificar,
dirigir y controlar el accionar de sus áreas dependientes.
En el mismo sentido, también es dable sostener con los
alcances requeridos, la actuación de D’Angela en esta maniobra y, en
consecuencia, su violación a los intereses confiados por la
Disposición de la AFIP nro. 74/2012 en su obligación de elaborar
programas y definir sistemas, procedimientos y normas para el
desarrollo integrado de las actividades inherentes a la recaudación y
devolución de los tributos impositivos; de participar en la elaboración
de planes; de analizar la información de recaudación producida
propiciando la implementación de un sistema de alertas tempranas de
variaciones o fluctuaciones, que sirviera de soporte al control del
cumplimiento de los planes estratégicos de recaudación; y de
coordinar la relación del área a su cargo con otras del organismo, en lo
que se relacione con información vinculada con los sistemas de
recaudación e inscripción en los registros tributarios.
Ambos, asimismo, actuaron a los efectos de beneficiar a
terceros en detrimento del erario público.
Atento a ello y vistas las constancias reunidas en autos,
puedo tener por acreditado, entonces, la materialidad de los sucesos
traídos a conocimiento y la responsabilidad penal que le cabe a ellos.
F) Sentado cuanto antecede, corresponde considerar en el
presente acápite la significación jurídica de los acontecimientos antes
descriptos, acreditados y valorados.
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Previamente, debo recordar que en la anterior resolución


de mérito aclaré que a raíz de lo resuelto el 22/11/17 por los miembros
de la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal ya había quedado
obturada la posibilidad de aplicar al caso la Ley Penal Tributaria. Ello,
a pesar de que esta etapa del proceso debía limitarse a la recolección
de pruebas con determinado grado de suficiencia que permitiese una
evaluación acerca del envío -o no- del caso denunciado a la etapa de
juicio propiamente dicha, y que, en tal carácter, el encuadre legal de
los hechos objeto de imputación poseía un carácter provisional.
También adelanté en dicha ocasión que esa circunstancia,
por supuesto, tenía sus derivaciones en otras cuestiones relacionadas a
la norma aplicable, como por ejemplo, la cualidad de intervención de
los imputados en los sucesos ventilados.
En esa línea, anticipo que esta investigación me permitió
tener por comprobado, siempre con el alcance que esta fase procesal
requiere, la realización de una compleja maniobra efectuada mediante
el acuerdo de voluntades de distintos intervinientes, quienes ejercieron
diferentes roles funcionales que posibilitaron conseguir su concreción
final: procurar un lucro indebido a los empresarios Cristóbal Manuel
López y Carlos Fabián De Sousa.
Sin embargo, antes de continuar y adentrarme en definir
la calificación normativa de las conductas reseñadas a lo largo de este
pronunciamiento, debo hacer referencia a las obligaciones contraídas
por el Estado nacional en materia de corrupción.
En este sentido, la Convención Interamericana contra la
Corrupción, sancionada en nuestro derecho interno por la ley 24.759,
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establece el compromiso de los Estados partes a combatir en todas sus


formas la corrupción.
En dicho instrumento, más precisamente en su art. II, se
determinaron dos propósitos: “…[p]romover y fortalecer el desarrollo,
por cada uno de los Estados Partes, de los mecanismos necesarios
para prevenir, detectar, sancionar y erradicar la corrupción, y […]
[p]romover, facilitar y regular la cooperación entre los Estados Partes
a fin de asegurar la eficacia de las medidas y acciones para prevenir,
detectar, sancionar y erradicar los actos de corrupción en el ejercicio
de las funciones públicas y los actos de corrupción específicamente
vinculados con tal ejercicio.”
Además, se definieron como actos de corrupción, no solo
el requerimiento o la aceptación y el ofrecimiento o el otorgamiento,
directa o indirectamente, por un funcionario público o una persona
que ejerza funciones públicas, de cualquier objeto de valor pecuniario
u otros beneficios como dádivas, favores, promesas o ventajas para sí
mismo o para otra persona o entidad a cambio de la realización u
omisión de cualquier acto en el ejercicio de sus funciones públicas;
sino, a su vez, la realización por parte de un funcionario público o una
persona que ejerza funciones públicas de cualquier acto u omisión en
el ejercicio de sus funciones, con el objetivo de obtener ilícitamente
beneficios para sí mismo o un tercero; y el aprovechamiento doloso o
la ocultación de bienes provenientes de cualquiera de los actos a los
referidos precedentemente; ya sea como autor, coautor, instigador,
cómplice, encubridor o cualquier otra forma en la comisión, tentativa
de comisión, asociación o confabulación de cualquiera de esos actos.
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Asimismo, la Convención de las Naciones Unidas contra


la Corrupción, aprobada en nuestro país por la ley 26.097, regló en su
art. 5 el compromiso de los Estados de formular y aplicar “…políticas
coordinadas y eficaces contra la corrupción que promuevan la
participación de la sociedad y reflejen los principios del imperio de la
ley, la debida gestión de los asuntos públicos y los bienes públicos, la
integridad, la transparencia y la obligación de rendir cuentas.”.
Con el objeto de combatir la corrupción, el citado pacto,
al mismo tiempo, previó que cada Estado parte, de conformidad con
los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, promoverá,
entre otras cuestiones, la integridad, la honestidad y la responsabilidad
entre sus funcionarios públicos (art. 8). También, señaló la necesidad
de la adopción de medidas legislativas y de otra índole por parte de
todos los Estados parte para tipificar como delitos dolosos el soborno
de funcionarios públicos (art. 15), la malversación o el peculado, la
apropiación indebida y otras formas de desviación de bienes por un
funcionario público -en beneficio propio o de terceros- (art. 17) y el
tráfico de influencias (art. 18).
Todos estos instrumentos permitieron construir un nuevo
paradigma normativo que, primero, desagregó del inventario del
concepto de delincuencia organizada a un fenómeno más heterogéneo
como es el de la corrupción administrativa, y segundo, establecieron
medidas particulares. “El resultado de ello es que hoy, frente a un
episodio de corrupción, el marco normativo desautoriza análisis
aislados que acoten la reacción estatal a una sola acción o la actuación
de sólo uno de sus órganos de incumbencia.” (Colombo, Marcelo, y
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Honisch, Paula; “Delitos en las contrataciones públicas”, 1ª Edición,


Buenos Aires, Ad-Hoc, 2012, pág. 20).
Al respecto, la Cámara Federal de Casación Penal ha
dicho que “la República Argentina ha asumido el compromiso ante la
comunidad internacional de prevenir, detectar, sancionar y erradicar
los actos de corrupción en el ejercicio de las funciones públicas y los
actos de corrupción específicamente vinculados con tal ejercicio”
(destacado en el fallo original) (CFCP, Sala II, causa nro. 12441/2008,
“López, José Francisco s/ recurso de casación”, reg. nro. 957/16, rta.
14/06/16; Sala III, causa nro. 13694, “Pérez Roldán, Carlos Rodolfo s/
recurso de casación”, reg. nro. 1857/11, rta. 7/12/11).
Ahora bien los delitos de corrupción exhiben la dificultad
fenomenológica de dejar víctimas difusas, en los cuales “…la víctima
está corporizada en la figura del Estado mismo, que no participa, en
tiempo y espacio, de la interacción directa del acto corrupto, y por esa
razón no suele percibir el daño de manera espontánea e inmediata.”
(Colombo y Honisch, ob. cit., pág. 47).
Simultáneamente, son evidentes los altos costos sociales
que produce la corrupción administrativa, que “…no constituye sólo
un problema moral de los gobernantes que usan su posición de poder
para delinquir en beneficio propio […] la corrupción administrativa es
una cuestión de interés general, pues expande el desánimo en la
población, desacredita las instituciones, agrava las cargas públicas en
términos de presión tributaria y sustrae recursos que, de lo contrario,
podrían aplicarse a satisfacer necesidades sociales en áreas tan
cruciales como la salud, la educación y la creación de trabajo con
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inversión pública genuina…” (Gelli, María Angélica, Constitución de


la Nación Argentina, La Ley, Buenos Aires, 2008, tomo II, pág. 311).
En este marco previamente reseñado debo manifestar que
los hechos descriptos y acreditados precedentemente hallan encuadre
típico en nuestra legislación en la figura penal de administración infiel
en perjuicio de una administración pública nacional; delito que, por el
momento, será atribuido a todos los imputados, de conformidad con lo
que a continuación desarrollaré.
Dicha figura se encuentra prevista y reprimida por el art.
173, inc. 7, del CP y castiga al “…que, por disposición de la ley, de la
autoridad o por un acto jurídico, tuviera a su cargo el manejo, la
administración o el cuidado de bienes o intereses pecuniarios ajenos, y
con el fin de procurar para sí o para un tercero un lucro indebido o
para causar daño, violando sus deberes perjudicare los intereses
confiados u obligare abusivamente al titular de éstos.”.
Esa norma, integra el Capítulo 4 que agrupa los delitos
contra la propiedad, del Título 6 del Libro Segundo, destinado a la
agrupación de las estafas y otras defraudaciones. Sin perjuicio de ello,
la protección legal que se instituye va más allá del mero derecho a la
propiedad -entendido este como el derecho al dominio de la cosa (art.
1941 del CCyCN)-, toda vez que custodia la confianza en la lealtad
del derecho y el tráfico económico, pues la infidelidad punible abarca
“…no solamente el perjuicio patrimonial producido a través del
quebrantamiento de la confianza sino al mismo tiempo la ruptura de la
confianza mediante la lesión del patrimonio.” (Donna, Derecho Penal,
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Parte Especial, tomo II-B, citando a Hubner, Rubinzal-Culzoni, Santa


Fe, 2003, pág. 406).
Ahora bien, en lo que refiere al tipo objetivo de la figura,
debo recordar que se trata de un delito especial propio, en la medida
en que la norma describe una conducta que solo es punible -a título de
autor- si es realizada por ciertas personas especialmente determinadas
por el legislador.
En razón de ello, el sujeto activo solo puede ser aquel que
tiene a su cargo el manejo, la administración y/o el cuidado de bienes
o intereses pecuniarios ajenos por disposición de ley, autoridad o un
acto jurídico.
En el caso, la relación jurídica de los encartados con el
patrimonio ajeno del Estado se funda en la ley 24.629 que en su art. 7
delegó en el PEN la reorganización del sector público nacional. En el
ejercicio de dichas facultades, y a través del Decreto PEN nro. 618/97,
se creó lo que actualmente se conoce como la AFIP, ente al cual se le
asignó en su art. 3 la misión de aplicar, determinar, percibir, recaudar,
exigir y ejecutar los tributos nacionales.
Dicha norma, se vio reforzada -a los efectos del presente
análisis- con el Decreto PEN nro. 898/2005 y las disposiciones de la
AFIP nro. 128/1998 modificadas, según los casos, por las nro.
296/2006, 233/2012 y 74/2012, como será desarrollado más adelante.
Aclarado ello, y continuando con el análisis de la figura,
lo cierto que el manejo de los bienes o los intereses pecuniarios ajenos
implica el gobierno y dirección de esos bienes o intereses, pero con un
alcance determinado a sólo un segmento de ellos o sujeto al
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desenvolvimiento de una o varias gestiones o negocios (Baigún-


Bergel, El fraude en la administración societaria, Ed. Depalma,
Bs.As., 1991, pág. 124).
Por su parte, la doctrina tiene dicho que la administración
es más amplia que el manejo, ya que se trata de la facultad de regir y
gobernar el patrimonio de otro, ordenando los medios para su mejor
conservación, empleo y realización.
Por último, por cuidado se entiende a la situación jurídica
en la que se encuentra quien tiene a su cargo -ya sea inmediata o bien
mediatamente- de manera predominante, la conservación y protección
de intereses ajenos, o quien actúa por otro en una o más gestiones,
quedando sujeto a proceder con lealtad a fines de evitar situaciones
desfavorables al patrimonio de ese otro. Si bien constituye un deber
de cualquier administrador, aquella es la relación que genera menores
posibilidades de acción, toda vez que quien tiene el cuidado carece de
potestad dispositiva respecto de lo que cuida.
En la misma inteligencia, la sala I de la cámara del fuero
ha manifestado que “[e]stas son actividades que debe llevar adelante
el administrador para preservar los bienes de su mandante, por lo cual,
la diferenciación técnica entre cada una de ellas no hace en definitiva
a la acción disvaliosa […] No obstante esa innecesaria diferenciación,
podría decirse que el cuidado implica el mínimo control que pueda
tenerse sobre la propiedad ajena ya que carece de potestad dispositiva
[…] el manejo implica el gobierno y la dirección de intereses
patrimoniales, pero con alcance determinado a un solo segmento de
los bienes […y…] la administración […] abarca la totalidad del
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patrimonio y se la puede definir como facultad de gobernar y regir los


bienes ajenos, ordenando los medios para su conservación.” (CCCF,
Sala I, causa nro. 38552, “Rodríguez Jorge y otros s/ falta de mérito”,
reg. nro. 1066, rta. 3/10/06).
En esta línea, ya he sostenido en la anterior resolución de
mérito que Ricardo Daniel Echegaray -cuya actuación en estos hechos
será analizada en un juicio oral y público-, como máximo responsable
de la AFIP, tuvo a su cargo la administración del patrimonio estatal,
en la medida en que una de sus amplias funciones en tal carácter era
dirigir su actividad para aplicar, determinar, percibir, recaudar, exigir,
ejecutar y devolver o reintegrar los tributos a dicho organismo (art. 9
del Decreto PEN nro. 618/1997).
De ello se colige, entonces, que Ángel Rubén Toninelli,
Fabián Osvaldo Di Risio, Karina Elisabet Venier, Eduardo Julio
Nappa, Gustavo Adrián Esperón, José Antonio Bianchi y Walter
David D´Angela, cuyos puestos a la época de los hechos ventilados en
autos, obviamente, eran inferiores al de su consorte de causa, tenían a
su cargo el manejo del patrimonio del Estado que, tal como dije,
posee un alcance más segmentado, en razón de que denota la idea de
una facultad o gestión particularizada, reducida sólo a actos
determinados.
En efecto, más allá de que todos ellos ostentaban cargos
de enorme jerarquía dentro de la estructura organizativa de un ente
como la AFIP -conformada por varios miles de agentes y dividida en
una infinidad de sectores- es precisamente su compleja organización
piramidal -propia, muchas veces, de los organismos públicos- lo que
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me lleva a sostener que en este caso únicamente su titular detentaba la


administración del erario público.
Lo dicho hasta aquí de ninguna manera echa por tierra la
hipótesis acerca de la existencia de una compleja maniobra llevada a
cabo mediante el acuerdo de voluntades de todos los nombrados, sino
simplemente determina el criterio a adoptar con relación a cada uno
de los incusos y su vinculación jurídica con los bienes o intereses que
la norma intenta proteger.
Así, entonces, considero que los nombrados Toninelli, Di
Risio, Venier, Nappa, Esperón, Bianchi y D´Angela, desde las
distintas posiciones que ocuparon, tuvieron a su cargo el manejo de
las arcas del Estado nacional, más precisamente, los créditos exigibles
para la AFIP derivados de las obligaciones tributarias vencidas de Oil
Combustibles SA.
En efecto, no quedan dudas que la misión principal de los
encartados que se desempeñaron en las áreas operativas de la DGI era
la recaudación impositiva.
Veamos.
El director general de la DGI -Toninelli-, de conformidad
con lo establecido por el aludido Decreto PEN nro. 618/1997, entre
otras cuestiones, debía secundar al administrador federal y participar
en las actividades relacionadas con la aplicación, la percepción y la
fiscalización de los tributos.
Los subdirectores generales de la Subdirección General
Operaciones Impositivas Metropolitanas de aquella dirección general
-Di Risio y Venier-, atento a lo estipulado por el Decreto PEN nro.
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898/2005, entre otras cosas, debían secundar al director general de la


DGI en lo relativo a la ejecución y coordinación de las acciones que
en materia de aplicación, percepción y fiscalización de tributos
debieran llevarse a cabo; coordinar y supervisar las actividades que en
aquel sentido correspondiera ejecutar; y controlar el accionar de sus
áreas dependientes.
Por su parte, al director de la Dirección Regional Palermo
de la subdirección mencionada -Nappa-, en virtud de lo dispuesto por
la Disposición de la AFIP nro. 128/1998 -modificada por la nro.
233/2012- , le correspondía, entre varias tareas, coordinar y supervisar
las tareas inherentes a la percepción y fiscalización de los tributos de
todos los contribuyentes bajo su jurisdicción; evaluar el
funcionamiento de las distintas áreas a su cargo, relacionadas con el
cumplimiento de las normas y procesos vigentes, efectuando el
control y seguimiento de las tareas realizadas; y controlar, evaluar y
ejecutar las tareas necesarias para la verificación del cumplimiento
dado por los contribuyentes de su jurisdicción a los tributos.
Por último, el titular de la Agencia nro. 11 de la aludida
dirección regional -Esperón-, conforme a la disposición señalada en el
párrafo anterior -variada por la 296/2006-, tenía, entre otras cosas, que
verificar y controlar las obligaciones de los contribuyentes inscriptos
ante ella; intervenir en la gestión administrativa y judicial del cobro de
los créditos fiscales; controlar los ingresos de los gravámenes a cargo
del organismo realizando su registración y análisis; examinar los
reportes de las obligaciones pendientes aplicando las acciones que
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permitieran gestionar el cobro de los incumplimientos; y entender en


el libramiento de las boletas de deuda por obligaciones incumplidas.
En definitiva, como adelanté, es posible advertir a simple
vista que todos ellos cumplían funciones netamente recaudatorias en
los cargos que ocuparon, íntimamente relacionadas con el manejo del
patrimonio estatal.
Similar es la situación tanto del subdirector general de la
Subdirección General de Recaudación de la AFIP -Bianchi- como la
de su dependiente, el director de la Dirección de Programas y Normas
de Recaudación de esa misma área -D’Angela-. El primero de ellos,
en función de lo reglado por el Decreto PEN nro. 898/2005 señalado,
debía asistir al administrador federal en las tareas de coordinación y
seguimiento de las políticas, planes, normas y sistemas relativos a la
recaudación de los tributos; y, entre otras acciones, tenía que evaluar,
definir y proponer los planes y sistemas vinculados con la recaudación
de tributos; dictar las normas de recaudación para la aplicación de
tributos; coordinar sus actividades con las que realizaran otras áreas
vinculadas a su competencia; y controlar el accionar de sus áreas
dependientes. Por su parte, el segundo de los nombrados, atento a lo
normado por la Disposición de la AFIP nro. 74/2012, debía, entre
otras cosas, elaborar programas y definir sistemas, procedimientos y
normas para el desarrollo integrado de las actividades inherentes a la
recaudación y devolución de los tributos impositivos; participar en la
elaboración de planes; analizar la información de recaudación
producida propiciando la implementación de un sistema de alertas
tempranas de variaciones o fluctuaciones, que sirviera de soporte al
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control del cumplimiento de los planes estratégicos de recaudación; y


coordinar la relación del área a su cargo con otras del organismo, en
aquello que se relacione con información vinculada con los sistemas
de recaudación e inscripción en los registros tributarios.
Ambos, entonces, cumplían funciones relacionadas con la
percepción de los tributos a través de la definición y/o elaboración de
las transacciones correspondientes y, por tal motivo, también tenían a
su cargo, en definitiva, el manejo del patrimonio estatal.
Queda claro que aquí, como ha sido adelantado a lo largo
de este temperamento el sujeto pasivo -cuyo patrimonio manejaron los
imputados- es la administración pública nacional, motivo por el cual
la infidelidad defraudatoria será considera cometida en perjuicio del
Estado y, por ello, las conductas serán agravadas de conformidad con
lo normado por el art. 174, inc. 5 del CP.
Este, a través de la AFIP, era el que debía recibir de Oil
Combustibles SA los fondos del ICL que ya habían sido percibidos de
los consumidores en los distintos puntos de venta -y, por lo tanto, eran
créditos exigibles que poseía derivados de las obligaciones tributarias
vencidas- y el que, como se verá más adelante, resultó perjudicado en
sumas millonarias como consecuencia de las maniobras descriptas.
Cabe destacar aquí que la sala II de la cámara del fuero
ha establecido que la figura básica de defraudación por administración
fraudulenta se relaciona con la defraudación a una administración
pública componiendo “…un único tipo penal agravado, a partir de
identificar el elemento ‘defraudar’ de la última figura analizada en
función de los parámetros trazados por la primera, atribuyendo la
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calidad de titular de los bienes e intereses al Estado nacional y


obteniendo, de ese modo, un tipo penal identificable como
administración infiel o fraudulenta en perjuicio de una administración
pública” (CCCF, Sala II, causa nro. 17549, “Lesniewier, Guillermo L.
y otros s/ apelación de auto de procesamiento, reg. nro. 19140, rta.
26/10/01).
Por su parte, el objeto material del delito son los bienes o
intereses pecuniarios ajenos.
Bienes son las cosas, los objetos materiales e inmateriales
y los derechos propiedad del sujeto pasivo (arts. 235 y s. del CCyCN)
y los intereses pecuniarios son toda forma de provecho, traducible en
dinero efectivo, a que el titular tiene derecho, siempre de
conformidad, con el deber de cuidado de su patrimonio, que
jurídicamente corresponde al agente (Carrera, Daniel P.
“Administración fraudulenta”, Ed. Astrea, Ed. 2004, pág. 93).
De manera semejante, se ha entendido que quedan
comprendidos dentro del ámbito de protección de la norma “no sólo el
conjunto de derechos personales y reales [...] sino también […] el
conjunto de intereses cuantificables económicamente que pertenecen a
una sociedad […] y la definición de patrimonio incluye, o así debería
hacerlo, el conjunto de expectativas de contenido económico
susceptibles de ser realizadas” (Spolansky, La estafa y el silencio su
relevancia en el tráfico inmobiliario, Ed. Astrea, pág. 147).
A esta altura, no quedan dudas, conforme a lo descripto y
valorado en los apartados anteriores, que este esquema de corrupción
estatal, en el cual participaron -por acción y/u omisión- varios de los
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más altos funcionarios de AFIP, mediante la violación de los deberes


asignados, permitió que Cristóbal Manuel López y Carlos Fabián De
Sousa -cuyas participaciones en estos hechos serán analizada en un
juicio oral y público-, obtuvieran un millonario beneficio económico
indebido y a través de su empresa insignia, financiaran a otras firmas
del grupo Indalo.
Ahora bien, dos son las conductas típicas del tipo penal
analizado: perjudicar los intereses confiados u obligar abusivamente
al titular de éstos.
Se trata, así, de un tipo penal mixto alternativo, pues la
norma describe dos conductas distintas, pero resulta indiferente que se
realice una u otra, o todas ellas, porque no se añade mayor disvalor al
injusto.
Las dos acciones previstas en la ley se estudian bajo las
denominaciones de infidelidad defraudatoria y abuso defraudatorio.
La primera, se corresponde con la conducta de perjudicar los intereses
confiados; la segunda, con la de obligar abusivamente al titular de
aquellos.
En la presente pesquisa, con relación a los funcionarios
públicos que serán procesados, como señalé, se habría dado un típico
caso de infidelidad defraudatoria en base a la relación que existe entre
el titular de los bienes y/o intereses -el Estado nacional- y quienes los
recibieron para su manejo.
Particularmente, el titular del erario público, como dije,
es la AFIP, que tiene a su cargo, entre otras funciones, la ejecución de
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las políticas tributarias; motivo por el que debe velar por la aplicación,
percepción y fiscalización de los distintos tributos.
En el caso que no ocupa, los imputados eran quienes, en
definitiva, por las funciones que tenían asignadas, debían auxiliar al
máximo responsable del órgano recaudador para guiar la actividad de
este en el cumplimiento de los fines ya expuestos y, en consecuencia,
dentro de sus obligaciones se encontraba la de manejar el patrimonio
del Estado.
Para establecer la existencia de aquellas obligaciones que
sustenten el quebrantamiento de fidelidad debe estarse al ámbito de
competencia acordado al agente, conforme se ha estipulado en la ley,
el acto jurídico o la decisión de la autoridad competente que otorgó
tales prerrogativas.
Como señalan Colombo y Honisch, citando a Spolansky,
la idea central de este tipo radica en “…constituir ya sea por ley, por
acto de autoridad o por un negocio voluntario a alguien en el garante
del cuidado de ciertos bienes o intereses sobre la base de la vigilancia
que ha de realizar sobre ellos, o bien sobre la base de considerar que
tienen a su cargo el control y vigilancia de otros que son los que han
de administrar o dirigir bienes o intereses ajenos…” (Colombo y
Honisch, ob. cit., pág. 173). Así, la acción infiel que quebranta la
relación interna podrá ser tanto jurídica como de hecho y podrá
producirse tanto por acción como por omisión.
La situación típica contiene dos elementos normativos. El
primero de ellos es la circunstancia de modo, que exige que el sujeto
activo perjudique los intereses confiados violando sus deberes. Lo
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hace quien excede arbitraria y dolosamente las facultades que le están


conferidas por la ley, por la autoridad o por un acto jurídico (Fontán
Balestra, Tratado de Derecho Penal, 1969, Tomo VI, pág. 126). El
segundo, que los bienes o intereses pecuniarios confiados al autor
sean ajenos. En el caso, los tributos en cuestión pertenecían al erario
público, puesto que, si bien no fueron ingresados efectivamente en el
patrimonio de aquel, el Estado registraba un derecho de cobro sobre
ellos derivado de las obligaciones vencidas, conforme a lo estipulado
por la reglamentación vigente en la materia.
Este deber reconoce en el autor del delito una importante
cuota de confianza en la administración de los bienes ajenos, de modo
que su quebrantamiento admite una ruptura de aquella entre el autor y
el titular de los bienes. Esta relación surgida entre el sujeto activo y el
sujeto pasivo, que genera una obligación de lealtad para el primero,
convierte al autor en garante de preservación del bien jurídico que se
intenta tutelar, cuya trasgresión implica una infracción a sus deberes
de manejar el patrimonio ajeno.
Esto ya ha sido tratada en profundidad al momento de
valorar los hechos atribuidos los diferentes imputados. No obstante,
en resumidas cuentas, puedo marcar que todos ellos tenían arrogadas
misiones y funciones que, por acción y/u omisión incumplieron, lo
que generó un perjuicio varias veces millonario a las arcas públicas.
Bajo esos parámetros, la acción de ruptura de fidelidad se
define, como se dijo, por el verbo perjudicar.
Existe consenso acerca de que el perjuicio que exige esta
norma para su consumación debe representar un detrimento o un daño
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patrimonial. La acción defraudatoria debe traducirse en eventos que


resulten pecuniariamente desfavorables para el patrimonio confiado al
sujeto activo (Baigun, Bergel, ob. citada pág. 147 y stes.).
Respecto a ese punto no consta discusión, pero sí sobre
cómo debe ser ese perjuicio, es decir, si debe tratarse de un daño real
y efectivo a ese patrimonio ajeno, o si es suficiente que se trate de un
menoscabo económico meramente potencial.
Con relación al primer criterio se han pronunciado, entre
otros, Fontán Balestra, Millán, Damianovich de Cerredo, Nuñez, etc.
(Buompadre, Jorge E.; “Estafas y otras defraudaciones, 1ª Edición,
Buenos Aires, Lexis-Nexis, 2005, pág. 182) y la jurisprudencia ha
entendido que “…la figura exige que se cause un perjuicio real, esto
es, un daño directo a la administración pública, que excluye al
perjuicio potencial. A su vez, el bien objeto de la defraudación debe
pertenecer a la administración pública nacional, provincial o
municipal” (CNCP, Sala I, causa nro. 8658, “Uz María Concepción s/
recurso de casación”, reg. nro. 12036, rta. 28/05/08).
Por su parte, una segunda posición entiende que ese
perjuicio puede ser potencial. Así lo han considerado Carrera, Baigún,
y Bergel, quienes han seguido en este punto a la doctrina alemana
(Buompadre; ob. cit., pág. 182).
En tal inteligencia, Carrera ha dicho “[c]on anterioridad a
la reforma el delito estaba considerado como de daño efectivo. La real
y efectiva lesión de la propiedad es un extremo que atañe a la esencia
de la defraudación […] La actual estructuración del tipo permite, sin
embargo, concluir que, en algunos de sus supuestos, es suficiente el
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daño potencial (pág. 122, ob. citada) y la doctrina alemana también lo


ha admitido.
En ese mismo sentido, nuestra jurisprudencia también ha
entendido que el perjuicio se dio en la posibilidad de tener que
afrontar la entidad el pago de una indemnización y en maniobras que
condujeron a efectivizar una bonificación aparentemente sospechosa
(11/10/56, JA, 1956-IV, 257 y LL 86-600, citado también por Carrera
en la obra citada).
Por su parte, Bacigalupo expone que “[e]l perjuicio
patrimonial es elemento esencial de ambos tipos penales. Por lo tanto,
lo decisivo es una disminución del patrimonio, lo que también será de
apreciar cuando el autor no haya ejercido derechos de la sociedad que
hubieran reportado un aumento patrimonial a la misma.” (Curso de
Derecho penal económico, Marcial Pons Ediciones Jurídicas y
Sociales S.A., pág. 142).
No caben dudas que mediante la tutela de los intereses
pecuniarios se amplió sustancialmente el ámbito de protección de la
norma, al quedar comprendida toda forma de provecho valuable en
dinero a la que el titular tiene derecho (Baigún-Bergel, ob. citada pág.
131).
En ese contexto, se ha razonado que el perjuicio puede
recaer sobre bienes y créditos; sobre derechos reales, personales e
intelectuales; sobre la posesión, la tenencia e incluso sobre las
expectativas (ganancias futuras) (Donna, Derecho Penal, Parte
Especial, Tomo 2-B Rubinzal-Culzoni Editores, pág. 270).
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Así, la sala I de la cámara del fuero ha sostenido que la


exigencia del perjuicio económico para tener por configurado el delito
de defraudación por administración fraudulenta se ve satisfecha con la
violación al “…deber de respetar un mecanismo legal [..] que
correspondía para el caso, mediante el cual se hubiesen podido
obtener precios más ventajosos…” (CCCF, Sala I, causa nro. 39066
“Onofre Lotto, Antonio y otros s/ falta de mérito”, reg. nro. 25, rta.
6/2/07)
En la presente pesquisa el perjuicio se vio materializado
en la suma millonaria -$5.144.538.391,07 en concepto de capital- que
el Estado nacional dejó de recibir por parte de Oil Combustibles SA, a
través de la maniobra relatada a lo largo del presente resolutorio. Esa
suma fue reconvertida en activos no corrientes, afectando su liquidez.
En el caso, Toninelli, Di Risio, Venier, Nappa, Esperón,
Bianchi y D´Angela tenían por disposición legal el manejo de los
bienes estatales, y con el objeto de procurarle un millonario lucro
indebido a López y De Sousa, violando sus deberes, perjudicaron los
intereses confiados.
Por otra parte, también se halla configurada la tipicidad
subjetiva.
La administración fraudulenta es un delito doloso, que
para una gran parte de la doctrina y jurisprudencia solamente requiere
dolo directo, aunque otros entiendan que alcanza con que el sujeto
actúe con dolo eventual (Colombo y Honisch, ob. cit, pág. 196).
No obstante ello, lo cierto es que el autor debe conocer
los elementos típicos de cada una de las modalidades. En el caso de la
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infidelidad se requiere la comprensión de que se viole el deber para


con el patrimonio ajeno y se perjudiquen los intereses confiados.
Además, el tipo exige un elemento subjetivo distinto del
dolo que es que el sujeto activo debe actuar con el fin de procurar para
sí o para un tercero un lucro indebido o para causar daño.
Al respecto el fin de lucro reside en el propósito de lograr
una ventaja o provecho de contenido económico sin que sea necesario
que el logro se concrete. Tampoco lo es el enriquecimiento del autor,
pero, por exigencias típicas, el lucro debe ser indebido, es decir que se
obtenga de manera ilegítima; que no se tenga derecho a él.
Bajo aquel razonamiento, los imputados conocían todos y
cada uno de los elementos del tipo objetivo. Sabían perfectamente el
lugar que cada uno ocupaba, las obligaciones que tenían a su cargo y
que con su accionar se perjudicaría al Estado nacional. Todo ello, con
el fin de procurarle a los nombrados López y De Sousa, mediante Oil
Combustibles SA, un lucro indebido.
En el mismo orden de ideas, y como señalé en la anterior
resolución de mérito, los empresarios en cuestión se beneficiaron de la
maniobra desarrollada por los funcionarios públicos, pues la empresa
de la que indirectamente eran dueños no ingresó en tiempo y forma el
ICL, y con ese dinero se capitalizaron y financiaron otras de las firmas
que componían el grupo Indalo.
También destaqué en aquella ocasión que las estructuras
societarias que los empresarios aportaron, permitieron que los montos
que debían ingresar al fisco nacional se licuaran mediante los mutuos
que efectuaron entre las diversas compañías; todo lo cual en definitiva
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consolidó el perjuicio patrimonial en detrimento de las arcas estatales


e hizo su cobro prácticamente imposible.
Sobre esta cuestión, no puedo soslayar la circunstancia de
que el concurso preventivo de Oil Combustibles SA y su mecanismo
de salvataje fracasaron en sede comercial, donde con fecha 11/5/18 se
dictó su estado de quiebra.
Acreditados los requisitos típicos y antijurídicos exigidos
por la figura penal en trato, corresponde ahora determinar el tipo de
participación que los nombrados tuvieron en la maniobra investigada.
No obstante ello, debo hacer hincapié previamente en la
inherente dificultad de imputación que conllevan todos los delitos de
corrupción. Esto se agudiza, en particular, en este tipo de pesquisas en
las que los sucesos obligan a considerar la responsabilidad de agentes
que forman parte de una estructura jerarquizada como lo es la AFIP.
Ahora bien, la administración infiel en perjuicio de una
administración pública, como delito de infracción de deber, exige que
el autor incurra en la infracción de un deber especial.
Es decir que la atribución de responsabilidad, entonces,
se fundamenta en la inobservancia aquel, fundado en una competencia
institucional, que establece que el obligado que no solo tenga el deber
de abstenerse de dañar el bien tutelado, sino también el de protegerlo
y favorecerlo.
La distinción realizada en la doctrina entre los delitos de
dominio y de infracción de deber (Roxin, Claus, “Autoría y Dominio
del Hecho en Derecho Penal”, Marcial Pons, Barcelona, 2000, pág.
385; y Derecho Penal, Civitas, Madrid, 1997, parágrafo 25, pág. 267 y
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ss.) determina que la infracción del deber especial genera siempre


responsabilidad como autor. Así, “…el funcionario que da la llave de
la caja a un tercero para que se apropie de caudales públicos -esto es,
una acción, en sí, participativa (dar la llave)- responderá de todas
formas como autor del delito de malversación puesto que ha
quebrantado su deber de igual manera que si él mismo se hubiese
hecho con los efectos.” (Sánchez Vera Gómez Trelles, Javier, Delitos
de infracción de deber y participación delictiva, Marcial Pons,
Madrid-Barcelona, 2002, pág. 184).
La noción de autoría que postula la teoría de los delitos
de infracción de deber es plenamente conciliable con otras teorías, sea
la formal objetiva, material objetiva o la subjetiva.
Desde el punto de vista de la primera, que considera que
la noción de autoría se deduce de los tipos de la parte especial o que la
define como realizar el hecho, es indudable que la infracción de un
deber es la realización personal de la acción típica.
Desde la óptica de la segunda teoría, por ejemplo, la que
sostiene que la autoría requiere tomar parte en la ejecución, no ofrece
dudas que, cuando la infracción del deber es un elemento del tipo que
define al autor, el que lo infringe habrá tomado parte en la ejecución.
También desde la visión de la tesis subjetiva resulta claro
que, cuando el tipo penal define la autoría como la infracción de un
deber, sólo puede tener voluntad de autor el que tenga objetivamente
el deber cuya infracción es determinante de la autoría (Silvina
Bacigalupo, “Autoría y participación en delitos de infracción de deber
“. Ed. Marcial Pons, 2007, pág.16).
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Ahora bien, se encuentra demostrado en la encuesta que


Toninelli, Di Risio, Venier, Nappa, Esperón, Bianchi y D´Angela
tenían deberes asignados por ley y/o por autoridad competente y que
según el caso, por acción y/u omisión dolosa, perjudicaron los
intereses confiados, en detrimento del patrimonio del Estado nacional.
Sin embargo, la dificultad que plantea este caso radica en
determinar si los nombrados deberán responder en carácter de autores
o de co-autores. Es que como bien señala Righi, sólo se puede imputar
co-autoría de administración desleal donde determinado ámbito de
asuntos está confiado a varias personas a la vez, es decir, cuando se da
una infracción conjunta de un deber común; cuando los involucrados
hayan sido destinatarios del mismo deber. Por el contrario, cuando el
perjuicio provenga de infracciones de deberes diversos para cada uno
de los protagonistas, existirán autorías individuales concurrentes.
(Righi, Esteban; “Delito de Administración Fraudulenta”, 1ª Edición,
Buenos Aires, Hammurabi, 2017, págs. págs.181/182).
Analizada la cuestión, y si bien, como adelanté al inicio
de este acápite, la elección de la significación jurídica es meramente
provisional, me inclino en el caso por la primera de las hipótesis antes
mencionadas y entiendo que resulta ajustado a derecho que cada uno
de los nombrados deber responder en calidad de co-autor.
Es que más allá de que cada uno, tal como desarrollé,
tenía asignadas funciones específicas en el marco de sus competencias
y obligaciones, la violación de aquellos deberes -los cuales, en los
hechos, se vincularon con los fines recaudatorios- condujo a que se
quebrante otra obligación, que, según entiendo, en última instancia le
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incumbe a todos los agentes de la AFIP, que no es otra que la de “…la


aplicación, percepción y fiscalización de los tributos…”, detallada en
art. 3 del Decreto PEN nro. 618/1997.
G) 1. Expuestos los fundamentos por los que habré de
disponer el procesamiento de los imputados, resta determinar si
corresponde o no dictar sus prisiones preventivas, de conformidad con
lo estipulado por los arts. 312, 316 y 319 del CPPN.
Con relación con este punto, corresponde manifestar que
según la doctrina y la jurisprudencia solo estará legitimada la cautela
personal cuando exista una real intención por parte de los encausados
de eludir el accionar de la justicia y/o buscar el entorpecimiento del
proceso.
En ese sentido, se entiende también que la aplicación de
una medida restrictiva de la libertad ambulatoria se justifica cuando
resulte indispensable para asegurar los fines del proceso, es decir, la
averiguación de la verdad y la actuación de la ley penal (art. 280 del
CPPN).
Al respecto, cabe señalar que la doctrina sentada por el
plenario “Díaz Bessone” estableció que “...no basta en materia de
excarcelación o eximición de prisión para su denegación la
imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que
pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad
superior a ocho años (arts. 316 y 317 del CPPN), sino que deben
valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los
establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de
determinar la existencia de riesgo procesal” (CNCP, acuerdo nro.
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1/08, plenario nro. 13, 30/10/2008, “Díaz Bessone, Ramón Genaro s/


recurso de inaplicabilidad de ley”). De ello se puede concluir que las
condiciones bajo las cuales puede procurarse la restricción cautelar de
la libertad ambulatoria de un imputado, según lo previsto en los arts.
312, 316 y 317 mencionados, no deben operar como presunciones de
derecho de que aquel intentará fugarse o entorpecer la acción de la
justicia.
Así, la sala I de la cámara de apelaciones del fuero
entendió que “...la Constitución Nacional consagra categóricamente el
derecho a la libertad física y ambulatoria e impone el deber de
considerar y tratar a todo individuo como inocente hasta que en un
juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario
mediante una sentencia firme. Este es el motivo para descartar toda
restricción de la libertad del imputado durante el proceso que no
contemple como fundamento la existencia de riesgos procesales
concretos; esto es, peligro de fuga o entorpecimiento de las
investigaciones. Por esos mismos motivos, también resulta
inapropiada esta medida cautelar cuando no guarda proporción con la
pena en expectativa o cuando existen medios menos lesivos para
alcanzar los objetivos...”.
“...De acuerdo a lo que surge de las normas
internacionales y de la Constitución Nacional, el Estado -en virtud del
principio de inocencia y de la libertad ambulatoria- solo en casos
excepcionales puede limitar la libertad de una persona como así
también mantenerlo cautelado durante la tramitación del proceso. La
restricción de la libertad durante la instrucción, debe tener como
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sustento exclusivo la necesidad de la realización del proceso y la


materialización del derecho penal. Como punto de partida y apoyo de
lo afirmado, cabe recordar que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, ha dicho que el derecho de gozar de libertad hasta el
momento en que se dicte la sentencia de condena no constituye una
salvaguardia contra el arresto, detención o prisión preventiva, medidas
cautelares estas, que cuentan con respaldo constitucional (Fallos 305:
1022), pues como lo expresó en fallos 272:188, la idea de justicia
impone que el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea
conjugado con el del individuo sometido a proceso, de manera que
ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro” (Fallos 310:1843...”
(voto del Dr. Vigliani) (cfr. Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal, Sala I, Juzg. 7; Sec. 13, “Riveros,
Omar s/denegatoria de excarcelación”, del 7 de octubre de 2005).
En base a lo antes expuesto, entiendo que si bien la escala
penal del ilícito que en principio se le atribuye a los encartados no
resulta una circunstancia menor, lo cierto es que lo dispuesto en los
artículos mencionados debe considerarse de manera armónica con las
convenciones de derechos humanos con jerarquía constitucional, ya
que aquellas consagran categóricamente el derecho a la libertad física
y ambulatoria y el principio de inocencia, y establecen que la prisión
preventiva de las personas juzgadas no debe ser la regla general (arts.
75, inc. 22 de la CN y 9.3 del PIDCP).
Bajo esta perspectiva, considero que la restricción de la
libertad se condiciona a la comprobación del peligro procesal que se
demuestra con la actitud de los imputados y con un pronóstico de sus
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eventuales conductas; y en ese contexto, no puede presumirse que los


incusos, solo por enfrentar una expectativa de pena, intentarán eludir
el accionar de la justicia o entorpecer el curso de la investigación.
Así, en el presente caso, y a la luz del resguardo de los
principios antes señalados, no es posible dejar de ponderar diversas
circunstancias que vislumbran una sujeción por parte de los imputados
a este proceso, todo lo que se sustenta en sus condiciones personales
acreditadas en autos.
Por otra parte, debe indicarse que también existe certeza
sobre la identidad de cada uno de ellos y sus lugares de residencia, de
lo que se aprecia una actitud positiva frente al desarrollo del proceso.
Además, destaco que en el transcurso de la investigación
todos los nombrados se encontraron a derecho y comparecieron a los
llamados efectuados por parte del tribunal, y que incluso uno de ellos
solicitó que se lo autorizara a realizar dos viajes al exterior del país
cuando ello no era estrictamente necesario, pues no existía al respecto
prohibición alguna.
Todos estos elementos, analizados de manera conjunta,
dan cuenta del arraigo que poseen, lo cual permite presumir que no
intentarán eludir el accionar de la justicia y que no concurren en el
presente caso otras circunstancias indicativas de los riesgos procesales
que completen la presunción de fuga que deriva de la amenaza de
pena por el hecho que se les enrostra.
En el mismo sentido tampoco surgen elementos objetivos
que me lleven a inferir que llegados a esta etapa de la investigación,
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en el caso de continuar en libertad, pudieran entorpecer el trámite de


las actuaciones.
Así las cosas, corresponde destacar que para imponer la
cautela en trato deben observarse circunstancias de excepción reales y
concretas que hagan su aplicación indispensable para la continuidad
del proceso. Ello, toda vez que lo que se evalúa es una presunción
sobre lo que habrá de ocurrir en el futuro -hipótesis de existencia de
riesgo procesal-.
2. En lo que respecta a las medidas cautelares de carácter
patrimonial, debo señalar que su dictado no responde únicamente al
cumplimiento de las disposiciones del código ritual, sino que, además,
ello se encuentra alineado con los parámetros internacionales dictados
para tratar causas de corrupción.
En este sentido, corresponde recordar que el art. 35 de la
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (ratificada
mediante la ley 26.097) establece que los Estados parte deben adoptar
las medidas necesarias para garantizar a los perjudicados por actos de
corrupción su derecho a iniciar una acción legal contra los
responsables de aquellos daños y perjuicios a los fines de obtener una
indemnización.
En ese orden de ideas, también dispone que cada Estado
parte adoptará las medidas necesarias para autorizar el decomiso del
producto de delitos tipificados en esa convención o de bienes cuyo
valor corresponda al de dicho producto y de los bienes, equipo u otros
instrumentos utilizados o destinados emplearse en la comisión de
aquellos, y también establece la posibilidad de proceder al embargo
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preventivo o incautación de los bienes antes referidos (arts. 31, inc. 1°


y 2°).
Incluso, la normativa interna regula más específicamente
la cuestión. En efecto, y como es sabido, a los efectos de determinar el
monto del embargo, el art. 518 del CPPN dispone que debe resultar
suficiente para garantizar la pena pecuniaria, la indemnización civil y
las costas, rubro éste que comprende el pago de la tasa de justicia, los
honorarios devengados por los abogados, procuradores, peritos y los
demás gastos que se hubieran generado a raíz de la tramitación de la
causa (art. 533 del CPPN).
Ahora bien, a los fines de determinar cuál será el monto
que se afectará por cada uno de los imputados en particular, deben
tomarse pautas objetivas que involucran por, el ejemplo, el mayor o
menor grado de compromiso que hubieran tenido en el hecho (Código
Procesal Penal de la Nación, Nicolás F. D´Albora Edit. Abeledo
Perrot pág. 928, Edic. 8va., 17/7/09).
Siguiendo ese parámetro, y por haberse dispuesto a través
de la presente resolución el procesamiento de Ángel Rubén Toninelli,
Fabián Osvaldo Di Risio, Karina Elisabet Venier, Eduardo Julio
Nappa, Gustavo Adrián Esperón, José Antonio Bianchi y Walter
David D´Angela me encuentro en condiciones de evaluar el monto del
embargo que se decretará a su respecto.
Sin embargo, más allá de lo manifestado, corresponde
otorgarle a esta cuestión un análisis más amplio. Ello, en virtud de lo
normado en el art. 23 del CP que establece que “En todos los casos en
que recayese condena por delitos previstos en este Código […] la
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misma decidirá el decomiso de las cosas que han servido para cometer
el hecho y de las cosas o ganancias que son el producto o el provecho
del delito, en favor del Estado nacional de las provincias o de los
municipios, salvo los derechos de restitución o indemnización del
damnificado y de terceros […] Cuando el autor o los partícipes han
actuado como mandatarios de alguien o como órganos, miembros o
administradores de una persona de existencia ideal, y el producto o el
provecho del delito ha beneficiado al mandante o a la persona de
existencia ideal, el comiso se pronunciará contra éstos […] El juez
podrá adoptar desde el inicio de las actuaciones judiciales las medidas
cautelares suficientes para asegurar el decomiso del o de los
inmuebles, fondos de comercio, depósitos, transportes, elementos
informáticos, técnicos y de comunicación, y todo otro bien o derecho
patrimonial sobre los que, por tratarse de instrumentos o efectos
relacionados con el o los delitos que se investigan, el decomiso
presumiblemente puede recaer…”.
El decomiso se presenta como una pena accesoria que no
puede aplicarse de forma autónoma sino que depende de una principal
que recae sobre los instrumentos del delito y los efectos provenientes
de aquel, y que se dirige a impedir que el delincuente o las terceras
personas -ya sea físicas o ideales- conserven el producto mediato o las
ganancias obtenidas de su perpetración (cnf. D´Alessio, Andrés José,
“Código Penal - Comentado y Anotado-, Ed. La Ley, 2013, págs.
221/224).
Así, si bien su aplicación no resulta propia de esta etapa
procesal, la cautela que aquí se dispondrá también tiene por finalidad
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asegurar su eventual imposición y cumplimiento, y de esta manera


impedir que se consolide el provecho del delito en cuestión.
Respecto al monto del embargo, como dije, corresponde
realizar en primer término una valoración del perjuicio causado con la
maniobra pesquisada en autos. Para ello, tengo en cuenta lo informado
con fecha 14/12/17 por la AFIP, en cuanto a que Oil Combustibles SA
mantenía, al momento del primer pronunciamiento, una deuda con el
organismo recaudador que ascendía a la suma de $ 17.042.509.692.
Dicho monto -que fue confirmado oportunamente por la
Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal- comprendía capital
por $8.064.331.109 e intereses -al día 12/12/17- por $8.978.178.583.
Esto abarcaba, por un lado, las obligaciones impagas relativas al
objeto de la presente causa, es decir, al ICL consolidado en los
distintos planes de facilidades de pago aquí cuestionados; y, a su vez,
otros pasivos de la empresa que estarían relacionados con dicho
tributo, por las que la AFIP alegaba un perjuicio económico.
Sobre este punto, debo reflexionar especialmente que el
organismo recaudador se encuentra constituido como parte querellante
y actor civil en este sumario.
En efecto, aunque dicha suma consignada oportunamente
fue producto del cálculo efectuado a pedido del tribunal, el ejercicio
de las facultades que le otorga la ley de procedimientos, le confiere no
solo la posibilidad de intervenir a fin de acreditar la existencia del
hecho delictuoso, y los daños y perjuicios que le haya causado, sino
también de reclamar las medidas cautelares y las restituciones,
reparaciones e indemnizaciones correspondientes (art. 91 del CPPN).
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Esta potestad fue ejercida en el momento correspondiente


en el marco de la elevación parcial a juicio de esta causa respecto de
Ricardo Daniel Echegaray, Cristóbal Manuel López y Carlos Fabián
De Sousa, aunque con la reserva de poder ampliarla ocasionalmente.
En dicha oportunidad, el fisco nacional adjuntó un informe producido
por la Subdirección General de Operaciones Impositivas de Grandes
Contribuyentes Nacionales del cual se desprendía la suma de la deuda
que mantenía la empresa petrolera al 28/3/18. Obviamente en razón
del tiempo transcurrido aquella deuda es mayor a la previamente
informada y mencionada párrafos atrás.
Por su parte, debo recordar que dicha suma fue decretada
para los máximos responsables de esta maniobra: el titular del órgano
a través del cual se otorgaron los planes de pago y las autoridades de
la empresa beneficiada.
Por ello, y al tener en cuenta que cada uno de los aquí
imputados no tendrían el mismo grado de compromiso en los sucesos
investigados, habré de fijar como base para el cálculo la suma de
$4.260.627.423.
Al respecto, siguiendo esta lógica corresponde entonces
no solamente distinguir la intervención jurídico penal de cada incuso
en las distintas fases de todo este esquema defraudatorio (su
participación en el otorgamiento de los planes de facilidades de pago
particulares y generales), sino también los cargos que ostentaban cada
uno de ellos dentro del ente recaudador y la responsabilidad que
tenían.
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Asimismo, la alzada en otros precedentes ha entendido


que era razonable imponer un embargo menos elevado a aquellos
imputados a quienes se les atribuyan conductas de menor relevancia y
cuya duración no abarque todo el período investigado (CCCF, causa
nro. CPF5048/2016/30 CA8, rta. 22/5/18; y causa nro.
11352/2014/64, rta. 8/10/18).
Solo me resta destacar, sobre la cuestión, que los montos
que decretaré de ninguna manera son definitivos. Contrariamente, son
provisionales y pueden ser modificados -o hasta dejados sin efecto- si
cambian las circunstancias que se tuvieron en cuenta al fijarse.
En consecuencia, estimo suficiente para cumplir el fin de
las previsiones legales antes citadas, las sumas de:
- $ 4.260.627.423,00 para Ángel Rubén Toninelli;
- $ 1.065.156.855,75 para Fabián Osvaldo Di Risio;
- $ 3.195.470.567,25 para Karina Elisabet Venier;
- $ 2.130.313.711,50 para Eduardo Julio Nappa;
- $ 3.195.470.567,25 para Gustavo Adrián Esperón;
- $ 2.130.313.711,50 para José Antonio Bianchi; y
- $ 2.130.313.711,50 para Walter David D´Angela;
Por último, en correlato con el carácter de la medida que
aquí se dispone, y toda vez que a la fecha no se conocen los bienes de
los que resulten titulares las personas antes mencionadas, entiendo
que corresponde ordenar, asimismo, la inhibición general de bienes a
su respecto.
A esta altura, aquella medida resulta adecuada y de una
razonabilidad suficiente, pues comprende todos sus bienes y, además,
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evita sus disminuciones, toda vez que impide que ellos sean vendidos
o gravados.
H) Por último, de conformidad con las pruebas hasta aquí
colectadas y las explicaciones brindadas por los imputados Guillermo
Michel, Pedro Gustavo Roveda, Celeste Ballesteros, Claudio Daniel
Burtin, Marcelo Julio Eglis, Juan Jorge Vallee, Pablo Jorge Aguilera,
Simón Pedro Antonio Zárate, Daniel Gustavo Collazo, Víctor Hugo
Cingolani, Walter Daniel Tetes y Mabel Gloria Fadda, considero que
de momento no es posible endilgarles la comisión del hecho que se les
atribuyó, ni tampoco su participación, motivo por el cual decretaré la
falta de mérito para dictar sus procesamientos o sobreseimientos (art.
309 del CPPN).
Es decir, no puede sostenerse que los nombrados hayan
violado los deberes inherentes a los cargos que ostentaban en la AFIP
con el objeto de procurarle un beneficio económico indebido a Oil
Combustibles SA, y defraudar así al Estado nacional, perjudicando los
intereses confiados.
En lo que hace a las probanzas obrantes su contra, habré
de estar a los elementos enumerados y valorados en los acápites C) y
E) de la presente resolución. Esto, sin perjuicio que de seguido, en los
distintos sub-puntos, según el área donde cada uno se desempeñó,
haré hincapié en las constancias vinculadas precisamente con ellos.
1. Guillermo Michel
Específicamente, a Michel se lo intimó por su actuación
en el marco del trámite de los regímenes particulares cuestionados, en
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su carácter de subdirector de la Subdirección General de Coordinación


Técnico Institucional del ente recaudador.
Al ser citado a prestar declaración indagatoria, efectuó su
descargo de manera verbal y por escrito, y posteriormente realizó una
serie de presentaciones mediante las que complementó sus postulados
defensistas (fs. 3199/3266, 5744/5775 y 5833).
Al respecto, cabe destacar que reconoció sus
intervenciones puntuales en cada uno de los planes otorgados
(expedientes nro. 10873-910-2013 y 13288-379-2014), por lo que su
actuación formal no es un punto que se encuentre debatido.
De todas formas, considero que sus explicaciones, por lo
menos de momento, lucen razonables a la luz del cuadro probatorio y
fáctico desarrollado.
En efecto, de la lectura de los referidos legajos surge que
en ambas oportunidades consideró conducente las concesiones de los
planes, por lo cual podían incluirse en ellos las deudas informadas en
los términos y condiciones establecidos por medio del régimen de
facilidades estipulado en la RG de la AFIP nro. 3451, a excepción de
la cantidad de cuotas; que, para el primer caso, entendió que debían
ser 30 y, para el segundo, 60, y con un interés mensual de 1.90 %.
Asimismo, en el primero de aquellos beneficios, entendió
que debía otorgarse solo en la medida en que se cumpliera con dos
condiciones bajo apercibimiento de caducidad: la imposibilidad de
disponer de aquellos bienes que integraban el activo no corriente de la
empresa petrolera sin autorización previa de la AFIP; y la limitación
de distribución de dividendos hasta la cancelación total del régimen.
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A la segunda de las excepciones, le agregó una tercera: el


mantenimiento de los puestos de trabajo.
Con relación a estas intervenciones, Michel sostuvo que
se hallaban justificadas en el apego a la normativa correspondiente.
Más aún, enfatizó en que su actuación en ambos planes
había sido la única conducta funcionalmente correcta de conformidad
con su competencia y rol en el organismo.
En este punto, no debe perderse de vista lo señalado por
el nombrado en cuanto a que en ambos regímenes entendió que debían
concederse solamente en la medida que se cumplieran con las causales
de caducidad detalladas previamente.
Agregó que a través de dichas exigencias había logrado
endurecer las condiciones para poder acceder a ellos, toda vez que en
sus dictámenes señaló expresamente que de no cumplirse con aquellas
debía operar la caducidad automática.
Ahora bien, corresponde señalar que según lo declarado
por el testigo Sosa -que coincide en lo sustancial con el flujograma ya
mencionado-, en este tipo de excepcionalidades, Michel debía analizar
los antecedentes del caso, ponderar las razones de mérito, oportunidad
o conveniencia, conformar las condiciones del plan y luego elaborar
un informe para la aprobación de Echegaray (ver fs. 1380 y 1433).
Por su parte, entre las funciones que le correspondían de
conformidad con el Decreto PEN nro. 898/2005, se encontraba la de
asistir al administrador federal en aquellas tareas relacionadas con el
despacho de los asuntos girados a su consideración y, lógicamente,
intervenir en ellas.
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Llegado este punto, entiendo que de la comparación entre


lo acontecido en los expedientes de los regímenes de pago en cuestión
y la normativa aplicable, los dichos de Michel, resultan, en principio,
atendibles.
En efecto, habría sido el único de todos aquellos agentes
que prestaron declaración indagatoria por su intervención en el marco
de los mencionados regímenes que aportó algún tipo de rigurosidad a
la concesión de los planes de pago. Esta circunstancia, de momento,
no puede ser soslayada en el contexto en el que se dieron los hechos,
pues, como señalé en otros pasajes de la resolución, las irregularidades
advertidas en cada uno de los expedientes se vinculan, precisamente,
con la laxitud en los controles dirigidos a Oil Combustible SA.
En esa línea, ya expliqué que la tramitación de los legajos
se trató de una puesta en escena en la que, en realidad, funcionó como
un simple pasa manos donde cada uno de los funcionarios del órgano
recaudador que serán procesados intentaron diluir sus intervenciones y
responsabilidades al mínimo, aprovechándose del Anexo I.
Vinculado con ello, tampoco puedo dejar de recordar que
Michel, el 24/8/13, en su primera intervención, devolvió el expediente
nro. 10873-910-2013 relativo a la primera solicitud a la Subdirección
General de Recaudación del ente recaudador para corroborar que ICL
fuera controlado en el Sistema de Cuentas Tributarias.
Esta actitud -la de realizar algún tipo de tarea o de medida
complementaria- también la valoro a su favor.
Por otro lado, tampoco surge de las constancias del legajo
que haya tenido a su cargo la función de controlar la implementación
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de herramientas en los sistemas informáticos para fiscalizar el


cumplimiento de las condiciones por él propuestas. Por el contrario,
de la prueba recabada se desprende que, en principio, dicha obligación
correspondía solo al ámbito de la mencionada Subdirección General
de Recaudación, como bien expresé en los sub-acápites de los
imputados Bianchi y D’Angela.
Sin embargo, y más allá de lo señalado por el encartado
en cuanto a que dichas condiciones fueron incluidas luego de tomar
como parámetro a otras normativas, lo cierto es que estas -en concreto
el art. 6 de la ley 26.283 y el art. 14, inc. c) de la RG de la AFIP nro.
2360/2007- fueron dictadas para entidades cuyas actividades difieren
notablemente de las declaradas por Oil Combustibles SA. En efecto,
fueron dirigidas a prestadores médico-asistenciales y obras sociales.
Es por ello que, en este caso en particular, el traslado de
esas cláusulas hacia estas condiciones de caducidad (la imposibilidad
de disponer de los bienes que integraban el activo no corriente de la
compañía petrolera sin autorización previa de la AFIP; y la limitación
de distribución de dividendos hasta la cancelación total del régimen),
podría haber ameritado -reitero, en el contexto concreto- algún tipo de
consulta a otra área del organismo fiscal, como bien podría haber sido
la Subdirección General de Recaudación en cuestión o alguna de sus
oficinas dependientes, para analizar la viabilidad, en la práctica, de la
implementación de aquellas exigencias.
Más aún, teniendo en cuenta la extensión de las funciones
que, de conformidad con el decreto referido, tendría el encartado en su
rol de asistir a Echegaray en las tareas relacionadas con el despacho de
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los asuntos girados a su consideración y, obviamente, intervenir en


ellas.
Es sobre estas cuestiones donde se plantea un cuadro de
incertidumbre que debe ser resuelto en favor del nombrado (art. 3 del
CPPN), que de manera necesaria me obliga a profundizar la pesquisa a
fines de corroborar o descartar su participación en los acontecimientos
imputados.
Es que si bien, como expliqué, parecería ser que Michel
fue el único que realizó algún tipo de tarea complementaria y propuso
algunas condiciones de rigurosidad a la concesión de las facilidades de
pago, no queda claro hasta el momento –ni aún con la convicción que
se necesita en esta etapa preparatoria del proceso- si, en virtud de sus
vastas obligaciones, igualmente debió haber efectuado alguna consulta
para analizar la viabilidad real de la implementación, en la práctica,
del control de las pretensiones antes mencionadas.
Claramente, la amplitud del significado de los términos
“asistir” e “intervenir” me impide determinar, a esta altura, el universo
de las acciones que debía llevar a cabo en un organismo conformado
por miles de agentes y dividida piramidalmente en numerosas
direcciones, subdirecciones, departamentos, divisiones y otras
oficinas.
Por ello, se requerirá a la AFIP que: a) remita al tribunal
un listado -junto con la documentación administrativa que lo respalde-
en donde se hagan saber las intervenciones más comunes de Michel en
función del cargo que ostentó como subdirector general de la
Subdirección General de Coordinación Técnico Institucional del ente
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de recaudación; b) informe si el referido puesto existe en la actualidad;


y, en su caso, c) haga saber su responsabilidad primaria y sus acciones
en base a la normativa vigente a partir del año 2016; y e) acompañe
muestras -con la prueba documental que lo avale- de la manera en que
aquellas obligaciones son llevadas a la práctica en la actualidad.
En definitiva, con los elementos con que se cuenta a esta
altura, se torna necesario igualmente expedirse, no obstante a que de
las resultas de la ampliación de la investigación puedan surgir, o no,
otros elementos de cargo que permitan dictar una resolución sobre el
mérito de su participación en el marco de la imputación inicial.
Entonces, al mediar prueba por producir, por el momento,
resultar acertado declarar la falta de mérito para procesar o sobreseer
al incuso, sin perjuicio de proseguir con la investigación a su respecto.
Estas últimas consideraciones deberán hacerse extensivas
al resto de sus co-imputados cuyas situaciones procesales abordaré en
los siguientes sub-acápites.
2. Pedro Gustavo Roveda - 3. Celeste Ballesteros - 4.
Claudio Daniel Burtin - 5. Marcelo Julio Eglis - 6. Juan Jorge
Vallee.
Concretamente, a Roveda se lo intimó por su labor como
subdirector de la Subdirección General de Asuntos Jurídicos de la
AFIP; a Ballesteros, por su actuación como directora de la Dirección
de Asesoría Legal Impositiva y de los Recursos de la Seguridad
Social de la subdirección antes mencionada, ambos en el marco de las
solicitudes efectuadas en los términos del art. 32 de la ley 11.683; a
Burtin y a Eglis, por sus tareas como responsables del Departamento
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de Asesoría Legal en Procedimiento Fiscal, Seguridad Social y


Provisional y Penal Tributaria de la dirección referida, en el primero y
en el segundo de dichos planes, respectivamente; y a Juan Jorge
Vallee, por su intervención como jefe de la División Dictámenes de
Procedimiento Fiscal, Seguridad Social y Previsional del aludido
departamento, en las facilidades en cuestión. Ello, en el marco de la
maniobra descripta en forma general en el acápite B) y, en particular,
en el apartado E).
Los nombrados, al comparecer ante este tribunal a fin de
cumplir con las convocatorias ordenadas para que presten declaración
en los términos del art. 294 del CPPN efectuaron sus descargos -según
cada caso- verbalmente o por escrito (fs. 3008/3030, 2917/2936,
5783/5801, 2781/2825, 2863/2909 y 3031/3076, respectivamente).
Ahora bien, previamente, debo mencionar que todos
reconocieron haber suscripto tanto las notas como las actuaciones, o
bien confeccionado los dictámenes respectivos al ser indagados, por
lo que sus intervenciones en los expedientes nros. 10873-910-2013 y
13288-379-2014 no se encuentran controvertidas.
Más allá de esto, como bien expuse, entiendo que sus
explicaciones aparecen como plausibles de conformidad con el cuadro
probatorio y fáctico formado hasta aquí.
Ello, en tanto tengo en cuenta que según se desprende de
la causa, la intervención de los imputados se habría limitado
únicamente a la realización -y sus posteriores vistos buenos y/o
conformidades- de dos dictámenes a través de los cuales se manifestó
que la subdirección en cuestión ya se había expedido acerca de las
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facultades y alcances otorgados al administrador federal por el art. 32


de la ley en trato en otros informes -los cuales se adjuntaron en copia
en cada ocasión-; que por cuestiones de urgencia no se había llevado a
cabo el control formal de las presentaciones que originaron ambos
trámites pero que igualmente ello debería cumplimentarse; y en
cuanto a la última de las facilidades, que, en su caso, tendrían que
concederse planes de pago para cada una de las empresas
involucradas en lugar de otorgar uno único para todo el conglomerado
económico.
En este sentido, los nombrados adujeron en sus descargos
que no se apartaron de los procedimientos legales vigentes ni tampoco
del ámbito funcional que les correspondía.
En efecto, explicaron que en los casos de los expedientes
formados como consecuencia de una solicitud para la concesión de un
régimen de estas características sus funciones residían simplemente en
realizar una interpretación técnica de la norma. Es decir, evaluar si el
administrador federal tenía facultades para otorgar este tipo de planes.
Más aún, reforzaron su postura al explicar que no
opinaban acerca del caso concreto, toda vez que los alcances de la
mencionada normativa habían sido determinados en dictámenes
anteriores de hacía muchos años (informes nros. 5/13 y 22/13, entre
otros) y que, por ese motivo, cuando se les requería intervenir en estos
asuntos, adjuntaban simplemente una copia de ellos y se remitían a las
conclusiones allí arribadas.
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Debo decir que lo expuesto hasta aquí se corrobora con lo


que surge de la propia lectura de las actuaciones de cada plan, como
bien desarrollé en el apartado E).
A su vez, esta hipótesis introducida por los encartados se
condice con lo explicado por el flujograma acompañado por el testigo
Néstor Sosa en oportunidad de brindar su testimonio, que -reitero- fue
elaborado en base a un relevamiento efectuado sobre procedimientos
de este tipo, en la gestión de Echegaray como administrador federal
(ver fs. 1433).
Allí, se explicó que en la órbita de la subdirección de
asuntos jurídicos debía llevarse a cabo un dictamen jurídico acerca del
caso. Y si bien los imputados adujeron que en realidad ya no opinaban
sobre el caso concreto, lo cierto es que las que adjuntaban en copia sí
lo hacían, toda vez que definían los alcances de la norma a interpretar
-el art. 32 de la ley 11.683-.
Al respecto, en principio, no resulta incoherente que a fin
de evitar reiteraciones y demoras en el trámite de las actuaciones se
acompañen directamente opiniones anteriores sobre el mismo tema -
claro está-, al menos hasta tanto no se modifique el criterio adoptado.
En efecto, podría tratarse de una práctica común en varios ámbitos y
en las reparticiones estatales en particular.
Por otra parte, es innegable que en ambos expedientes se
plasmó que en base a la urgencia del trámite informada no se realizó
el control formal de la presentación y que se valoró que este debía
llevarse a cabo oportunamente.
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Sobre esta cuestión, Eglis, Burtin y Vallee resaltaron en


sus descargos que la verificación de aquellos requisitos de forma de
cualquier presentación no le correspondía al área jurídica, sino a quien
recibiera la solicitud, previo a darle trámite.
Asimismo, otro aspecto en el cual coincidieron todos los
imputados fue que tampoco les incumbía analizar las condiciones
fácticas de los contribuyentes para el otorgamiento de un plan de pago
como los que se analizan en este caso, y que no poseían las funciones
operativas para conocer y evaluar la situación económica-financiera
de Oil Combustibles SA, ni de cualquier otro peticionante.
Con relación a esto último, señalo que es razonable que
dentro un organismo de la magnitud de la AFIP, que se subdivide en
numerosas direcciones, subdirecciones, departamentos, divisiones y
otras oficinas, cada una de ellas tenga funciones específicas y que se
separen, a grandes rasgos, por asuntos en lo que deban intervenir.
Asimismo, no debe soslayarse que dentro de cada una de
aquellas se desempeñan, generalmente, profesionales para la materia
que se trata. Por este motivo, me parece acertado pensar que en el área
de asuntos jurídicos trabajen abogados -como los imputados- que solo
dirijan sus funciones a aspectos legales, y que las tareas operativas,
económicas y financieras excedan su competencia y, por lo tanto, se
hallen a cargo de profesionales de las ciencias económicas.
En conclusión, el escaso lapso de tiempo para producir
los dictámenes, la ausencia de capacidad funcional para llevar a cabo
tareas operativas, las observaciones plasmadas en los planes (sobre la
necesidad de acreditar la personería invocada previo al otorgamiento
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del plan y, en el caso del segundo, la recomendación de la concesión


de regímenes por separado a cada contribuyente involucrado y no uno
para la totalidad del grupo económico), sumado a la inexistencia de
una norma clara que señalara cómo debían producirse las opiniones en
este tipo de facilidades; plantean un escenario que no permite, por lo
menos con los elementos con los que se cuenta hasta ahora, atribuirles
responsabilidad en el hecho imputado a los encartados.
De modo que ante la insuficiencia probatoria actual, se
vislumbra un cuadro de duda que debe ser resuelto en favor de los
imputados (art. 3 del CPPN), que de manera necesaria me obliga a
profundizar la pesquisa a los efectos de corroborar o descartar sus
participaciones en los hechos imputados.
En efecto, se requerirá a la AFIP que se informe al
tribunal si en los planes de facilidades de pago individuales
concedidos durante la gestión de Ricardo Daniel Echegaray -previo
seleccionar casos al azar que constituyan un 30 % del universo total-
la subdirección de asuntos jurídicos en cuestión y sus áreas
dependientes, al momento de actuar, se remitieron a otras
intervenciones anteriores -adjuntando las copias pertinentes- o si, por
el contrario, se expidió de manera concreta en cada caso.
7. Pablo Jorge Aguilera - 8. Simón Pedro Antonio
Zárate - 9. Daniel Gustavo Collazo.
Puntualmente, al nombrado Aguilera se lo intimó por su
actuación como subdirector general de la Subdirección General de
Técnico Legal Impositiva de la DGI de la AFIP; a Zárate, por su labor
como director de la Dirección de Asesoría Técnica de la Subdirección
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aludida; y a Collazo, por sus tareas como jefe de la División


Supervisión Técnica de aquella dirección. Ello, en el marco de la
tramitación de los dos planes del art. 32 de la ley 11.683 aquí
cuestionados.
Los imputados, luego de que fueran convocados a prestar
declaración indagatoria, efectuaron sus descargos de manera verbal y
también aportaron escritos para complementar sus defensas (ver fs.
3289/3307, 1296/1311, 2851/2861, 4238/4242, 2827/2850 y
4266/4271, respectivamente).
Así las cosas, debo destacar que todos reconocieron
haber rubricado -según cada caso- las notas y dictámenes respectivos,
por lo cual sus intervenciones formales no son un punto puesto en
discusión.
No obstante, como sostuve previamente, considero que
todos sus postulados defensistas lucen razonables a la luz del cuadro
probatorio y fáctico plasmado en autos hasta la fecha.
En efecto, si bien tengo en cuenta que ellos no ocuparon
los mismos cargos -y, por ende, es lógico que no tuvieran igual grado
de responsabilidad- lo cierto es que todos se desempeñaron dentro de
la órbita de actuación de la Subdirección General de Técnico Legal
Impositiva ya señalada y es, precisamente, la función que aquella tuvo
en la tramitación de los planes particulares en cuestión, algo que, a
esta altura de la investigación, no está determinado con certeza, como
se verá más adelante.
Ahora bien, en virtud de lo que surge del sumario, la
intervención de los imputados se habría restringido a la confección de
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dos dictámenes y sus posteriores vistos buenos, tal como desarrollé en


el apartado E).
A través de ellos se explicó que, de conformidad con lo
sostenido en la actuación nro. 130/12 (DI ALIR) por la Dirección de
Asesoría Legal Impositiva y de los Recursos de la Seguridad Social
de la AFIP, la valoración de las dificultades económicas y financieras
de un contribuyente resultaba discrecional para la autoridad llamada a
resolver, y que las previsiones del art. 32 de la ley 11.683 facultaban a
la administración a otorgar planes de pago particulares, basándose en
cuestiones de oportunidad, mérito o conveniencia; lo cual debía ser
analizado por el administrador federal.
Además, en ambas ocasiones se sostuvo que de acuerdo a
las pautas indicadas por la Subdirección General de Asuntos Jurídicos
de la AFIP, para la consideración del otorgamiento de facilidades de
carácter individual, cabía merituar la cantidad de fuentes de trabajo,
las posibilidades de mantenimiento de la plantilla laboral, el fin social
que pudiera cumplir, como así también la dependencia de sus ingresos
de tarifas, precios o similares fijados por el Estado nacional.
Por ello, en dichas oportunidades -e independientemente
de los irregularidades señaladas- se efectuó un resumen de las deudas
a regularizar, se comunicó la nómina de empleados de las compañías
y se resaltó que la Dirección Regional y la Subdirección General de
Operaciones Impositivas respectivas ya habían considerado acreditada
la situación económico-financiera invocada y la viabilidad de los
planes propuestos (ver fs. 666/667 y 833/834).
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Aclarado ello, con relación a esos dictámenes, Aguilera,


Zárate y Collazo sostuvieron en sus descargos que habían actuado
conforme a los procedimientos legales vigentes y dentro del ámbito de
sus competencias.
En este sentido, el último de los nombrados explicó que,
en el caso de los planes particulares del art. 32 de la ley 11.683, la
interpretación fijada en la citada actuación nro. 130/12 (DI ALIR) era
de acatamiento obligatorio para todas las áreas del organismo, por lo
que debía expedirse en esa línea.
Además, refirió que tal como lo estipulaba el mail nro.
1/12, las áreas operativas debían completar los ítems relacionados con
la acreditación de la situación económico-financiera y la viabilidad
del plan, establecidos en el Anexo I del citado correo electrónico, y
que en aquella comunicación no se preveía la intervención de la
dirección de asesoría técnica en cuestión.
Por todo ello, adujo que la actuación de la división a su
cargo había sido limitada a la elaboración de un informe de lo actuado
por las áreas pre-intervinientes y la reseña de la opinión volcada sobre
el tema por parte de la máxima dependencia de asesoramiento jurídico
del organismo.
Vale destacar que en idéntico sentido se pronunciaron sus
superiores Zárate y Aguilera, quienes, como ya expliqué previamente,
dieron el visto bueno a lo dictaminado por aquel y luego giraron los
expedientes para continuar con la línea del ente recaudador.
Así las cosas, debo decir que de lo desarrollado hasta el
momento puede apreciarse que el derrotero que tuvieron las
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actuaciones dentro del ámbito de competencia de la Subdirección


General de Técnico Legal Impositiva de la DGI se condice, tal como
expliqué, con lo relatado por los imputados.
Sumado a esto, tengo especialmente en cuenta a su favor
que todos fueron contestes en manifestar que ese era el modo habitual
de proceder en los regímenes particulares y que dada la urgencia del
caso debían expedirse en el término de dos días.
Sin perjuicio de ello, no puedo soslayar que la hipótesis
planteada por los encartados y que, como dije, se corrobra también
con el trámite de las actuaciones, no encontraría sustento desde un
punto de vista funcional.
En este sentido, cada uno de los imputados poseía
diferentes cargos, pero, a pesar de ello, de la lectura del Decreto PEN
nro. 898/2005 y la Disposición de la AFIP nro. 37/2006 -modificada
por la nro. 32/2010- no caben dudas de que, a grandes rasgos, tenían
que ocuparse, principalmente, de los aspectos técnicos tributarios de
la repartición o los que fueran sometidos a su consideración.
Asimismo, del flujograma incorporado en autos por el
testigo Néstor Sosa en oportunidad de presentarse a declarar -el cual
surgió a raíz de un relevamiento de los procedimientos del art. 32 de
la ley 11.683 otorgados durante la gestión de Echegaray al frente de la
AFIP-, se desprende que el área técnico legal impositiva en cuestión
era la encargada de confeccionar los dictámenes técnicos de cada
solicitud (ver fs. 1433).
Vemos, entonces, que, más allá de que los postulados
defensistas esgrimidos por los encartados resultan atendibles y lucen
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razonables, y que en el caso puntual de los planes de pago en cuestión


no estaba reglamentado cómo debía intervenir dicha subdirección, no
deja de ser cierto que en aquellos no se vislumbra fehacientemente
que se hubieran realizado análisis técnicos de cada caso.
Sin embargo, vale remarcar que el nombrado Sosa -jefe
de la Subdirección General de Auditoría Interna de la AFIP- al brindar
su testimonio y abordar la función de la subdirección referida en el
marco de estos regímenes especiales, tampoco aportó verbalmente
definiciones que den certeza acerca de la cuestión.
Así las cosas, de lo hasta aquí relatado es posible concluir
que dos son los interrogantes que se presentan a esta altura.
El primero, se vincula con la función que le correspondía
a la Subdirección General de Técnico Legal Impositiva de la AFIP en
el marco de este tipo de planes. El segundo, se relaciona con la
manera de actuar de los aquí imputados en el resto de sus
intervenciones para este tipo de trámites respecto de otros
contribuyentes, y más precisamente, con la posibilidad cierta de que
surjan divergencias entre aquellas y las relativas a las solicitudes aquí
analizadas. Ello, con el objeto de determinar, en definitiva, si con su
accionar doloso buscaron beneficiar a Oil Combustibles SA con la
obtención de nuevas prórrogas para el ingreso del ICL.
En conclusión, esta situación genera que en esta instancia
de la instrucción no resulte posible atribuirles responsabilidad en el
hecho imputado a los encartados, al menos con los elementos con los
que se cuenta hasta el momento.
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En efecto, se requerirá a la AFIP se informe al tribunal si


en los planes de facilidades de pago individuales concedidos durante
la gestión de Ricardo Daniel Echegaray -previo seleccionar casos al
azar que constituyan un 30 % del universo total- la subdirección de
técnico legal impositiva en cuestión y sus áreas dependientes, al
momento de actuar, analizaban los distintos aspectos relativos al art.
32 de la ley 11.683 o si, por el contrario, se expedía respecto de las
cuestiones técnicas de los impuestos cuyas facilidades se solicitaban.
10 Víctor Hugo Cingolani - 11. Walter Daniel Tetes -
12. Mabel Gloria Fadda.
En concreto, a Cingolani, se lo intimó por su intervención
como jefe de la División Investigaciones de la Dirección Regional
Palermo de la DGI durante el trámite de ambos planes particulares; a
Tetes, por su actuación como supervisor de la división señalada; y a
Fadda, por su labor como inspectora de esa misma dependencia,
ambos en el último de los regímenes de pago.
Al presentarse en estos estrados a cumplir con las
convocatorias cursadas para prestar declaración indagatoria, según el
caso, efectuaron sus descargos en forma verbal o por escrito (ver fs.
1991/2011 y 3160/3178).
Ahora bien, antes que nada debo resaltar que los aludidos
reconocieron haber suscripto tanto las notas como las consideraciones
finales respectivas en oportunidad de ser intimados, motivo por el cual
sus intervenciones en los referidos trámites no se hallan discutidas.
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Sin embargo, como dije, entiendo que sus dichos resultan


atendibles a la luz del cuadro probatorio y fáctico conformado hasta el
momento.
Ello, en tanto tengo en consideración que de conformidad
con las actuaciones de esta causa, la intervención de los acusados se
habría limitado solamente a la confección o supervisión de un informe
en el marco de la actuación nro. 10873-910-2013 a través del cual se
concluyó que empresa petrolera contaba con ingresos que permitían
suponer la capacidad de pago para afrontar su voluntad de regularizar
sus pasivos en un plan de facilidad de pagos; o bien a la aprobación de
su contenido y de otro similar relacionado al expediente nro. 13288-
379-2014, y la posterior remisión de ambos para continuar su trámite.
Y si bien no soslayo que en el apartado E) cuestioné la
metodología utilizada a través de la cual se determinó que la empresa
contaba con la posibilidad financiera de cumplir con los compromisos
de los pagos de las cuotas requeridas (un simple cálculo matemático
sobre la relación ingresos-deuda de la sociedad), lo cierto es que los
nombrados, en definitiva, habrían llevado a cabo las tareas ordenadas
por su superior, Nappa, y dentro del plazo establecido.
En efecto, la hipótesis introducida por Cingolani, Tetes y
Fadda acerca de que el director de la Dirección Regional Palermo, de
forma verbal, habría ordenado la confección de dichos informes en un
plazo de 24 hs. y definido sus alcances, se condice con lo reconocido
por este último, quien aceptó que el objetivo de aquellos era examinar
la posibilidad del solicitante de afrontar los planes, de la manera más
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rápida posible. Esto así, para no generarle a la contribuyente mayores


intereses (ver fs. 2937/2947, 2950/2985, 3683/3691 y 4183/4186).
Comprueba lo expuesto, además, la circunstancia de que
no existe despacho alguno en las actuaciones de ambos regímenes en
el que se haya plasmado el designio de la intervención otorgada a esta
División Investigación para la realización de los dictámenes.
Por otra parte, corrobora el supuesto plazo conferido, el
correo electrónico acompañado por la inspectora Fadda, del que surge
que el director Nappa, con fecha 18/3/14, requirió que el segundo de
los análisis (el vinculado al expediente nro. 13288-379-2014) debía
encontrarse cumplido para el día siguiente. Esta notificación fue luego
reenviada por Cingolani a sus dependientes a través del mismo medio
(ver fs. 2001).
Así las cosas, el tiempo determinado para producirlos, sin
duda, es también otro elemento a tener en cuenta a la hora de resolver
de la manera en que lo adelanté.
En este sentido, de ninguna forma es posible sostener que
en un lapso tan corto de tiempo pueda llevarse a cabo un estudio serio
sobre la viabilidad de los planes. Menos todavía a través de un simple
cruce de información de los sistemas con los que cuenta el ente fiscal,
aun a pesar del elevado grado de sistematización. Lo que sí es posible
de ejecutar, tal como manifestó el jefe de la división investigación, es
tan solo un análisis preliminar.
Pero además, en virtud de lo que se desprende del Anexo
I, aquella función ni siquiera le correspondía al nombrado Nappa, sino
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a las cabezas de la Subdirección General de Operaciones Impositivas


Metropolitana de la DGI de la AFIP.
Antes bien, la labor que debía llevar a cabo el director de
la Dirección Regional Palermo requería un análisis más complejo que
aquel vinculado a la posibilidad de afrontar las cuotas solicitadas que,
obviamente, tampoco puede cumplirse en el plazo conferido.
Tal vez, por todos aquellos motivos sea que de los dichos
de Néstor Sosa -responsable de la Subdirección General de Auditoría
Interna de la AFIP- no se desprende que en el trámite de este tipo de
facilidades intervengan las divisiones investigaciones de las distintas
direcciones regionales. Tampoco del flujograma aportado por aquel al
brindar su testimonio, el cual fue elaborado en base a un relevamiento
realizado sobre estos procedimientos en la anterior gestión del órgano
de recaudación (ver fs. 1376/1383 y 1433).
Esta circunstancia, que de ninguna forma puedo soslayar,
fue también introducida por Fadda y Cingolani. Ambos fueron
contestes en manifestar que la única División Investigación de la
Subdirección General de Operaciones Impositivas Metropolitanas de
la DGI que intervino en la tramitación de estos pedidos individuales
de pago fue la correspondiente a la Dirección Regional Palermo.
Inclusive, el último de ellos refirió que a partir del alejamiento de su
responsable -Nappa- la actuación del área a su cargo no volvió a ser
requerida en el marco de estos procedimientos.
Así las cosas, de lo plasmado anteriormente se vislumbra
un cuadro de duda acerca de la trascendencia de la intervención de los
imputados en el trámite de una solicitud en los términos del art. 32 de
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la ley 11.683. Pero no se trata aquí de la eficacia de sus actuaciones en


comparación con las facultades discrecionales otorgadas por la norma
al administrador federal. Sobre ello ya me he expedido.
En esta oportunidad, se vincula con la posibilidad de que,
directamente, su participación en ambos procedimientos encuentre su
fuente en decisiones exclusivas y -una vez más- equivocadas por parte
de Nappa, su director regional.
Ahora bien, esta incertidumbre generada debe ser resuelta
en favor de los acusados (art. 3 del CPPN) y necesariamente me lleva
a expedirme de forma expectante y, en consecuencia, a profundizar la
pesquisa a los efectos de corroborar o descartar sus participaciones en
los acontecimientos atribuidos.
En efecto, se requerirá a la AFIP que sobre el total de los
planes de facilidades de pago individuales concedidos durante toda la
gestión de Ricardo Daniel Echegaray: a) se seleccionen casos al azar
(que, obviamente, no incumban a la Dirección Regional Palermo) que
constituyan un 30% del universo total, y se determine si durante su
trámite intervino alguna otra división investigación; y b) se escojan
todos los otorgados a contribuyentes pertenecientes a la jurisdicción
de la dirección regional en cuestión y se examine si a partir del
alejamiento de Eduardo Julio Nappa como el responsable de esta
última dependencia se dejó de dar intervención a la división antes
mencionada.
En virtud de todo expuesto,
RESUELVO:
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1. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de ÁNGEL


RUBÉN TONINELLI, de las demás condiciones personales obrantes
en autos, por considerarlo “prima facie” coautor del delito de
administración fraudulenta agravada por haberse cometido en
perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173, inc. 7, en
función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del CPPN).
2. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
ÁNGEL RUBÉN TONINELLI hasta cubrir la suma de cuatro mil
doscientos sesenta millones seiscientos veintisiete mil cuatrocientos
veintitrés pesos ($ 4.260.627.423,00). A tal fin, confecciónese el
mandamiento de embargo respectivo (art. 518 del CPPN).
3. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de FABIÁN
OSVALDO DI RISIO, de las demás condiciones personales obrantes
en autos, por considerarlo “prima facie” coautor del delito de
administración fraudulenta agravada por haberse cometido en
perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173, inc. 7, en
función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del CPPN).
4. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
FABIÁN OSVALDO DI RISIO hasta cubrir la suma de mil sesenta
y cinco millones ciento cincuenta y seis mil ochocientos cincuenta y
cinco pesos, con setenta y cinco centavos ($ 1.065.156.855,75). A tal
fin, confecciónese el mandamiento de embargo respectivo (art. 518
del CPPN).
5. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de KARINA
ELISABET VENIER, de las demás condiciones personales obrantes
en autos, por considerarla “prima facie” coautora del delito de
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administración fraudulenta agravada por haberse cometido en


perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173, inc. 7, en
función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del CPPN).
6. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
KARINA ELISABET VENIER hasta cubrir la suma de tres mil
ciento noventa y cinco millones cuatrocientos setenta mil quinientos
sesenta y siete pesos, con veinticinco centavos ($ 3.195.470.567,25).
A tal fin, confecciónese el mandamiento de embargo respectivo (art.
518 del CPPN).
7. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de
EDUARDO JULIO NAPPA, de las demás condiciones personales
obrantes en autos, por considerarlo “prima facie” coautor del delito de
administración fraudulenta agravada por haberse cometido en
perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173, inc. 7, en
función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del CPPN).
8. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
EDUARDO JULIO NAPPA hasta cubrir la suma de dos mil ciento
treinta millones trescientos trece mil setecientos once pesos con
cincuenta centavos ($ 2.130.313.711,50). A tal fin, confecciónese el
mandamiento de embargo respectivo (art. 518 del CPPN).
9. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de
GUSTAVO ADRIÁN ESPERÓN, de las demás condiciones
personales obrantes en autos, por considerarlo “prima facie” coautor
del delito de administración fraudulenta agravada por haberse
cometido en perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173,
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inc. 7, en función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del
CPPN).
10. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
GUSTAVO ADRIÁN ESPERÓN hasta cubrir la suma de tres mil
ciento noventa y cinco millones cuatrocientos setenta mil quinientos
sesenta y siete pesos, con veinticinco centavos ($ 3.195.470.567,25).
A tal fin, confecciónese el mandamiento de embargo respectivo (art.
518 del CPPN).
11. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de JOSÉ
ANTONIO BIANCHI, de las demás condiciones personales obrantes
en autos, por considerarlo “prima facie” coautor del delito de
administración fraudulenta agravada por haberse cometido en
perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173, inc. 7, en
función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del CPPN).
12. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de
JOSÉ ANTONIO BIANCHI hasta cubrir la suma de dos mil ciento
treinta millones trescientos trece mil setecientos once pesos con
cincuenta centavos ($ 2.130.313.711,50). A tal fin, confecciónese el
mandamiento de embargo respectivo (art. 518 del CPPN).
13. ORDENAR EL PROCESAMIENTO de
WALTER DAVID D’ANGELA, de las demás condiciones
personales obrantes en autos, por considerarlo “prima facie” coautor
del delito de administración fraudulenta agravada por haberse
cometido en perjuicio de una administración pública (arts. 45, y 173,
inc. 7, en función del art. 174, inc. 5, del CP, y arts. 306 y 310 del
CPPN).
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14. MANDAR TRABAR EMBARGO en los bienes de


WALTER DAVID D’ANGELA hasta cubrir la suma de dos mil
ciento treinta millones trescientos trece mil setecientos once pesos con
cincuenta centavos ($ 2.130.313.711,50). A tal fin, confecciónese el
mandamiento de embargo respectivo (art. 518 del CPPN).
15. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de GUILLERMO MICHEL, de
las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
16. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de PEDRO GUSTAVO
ROVEDA, de las demás condiciones personales obrantes en autos, en
orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de
continuar la investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
17. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de CELESTE BALLESTEROS,
de las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagada, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
18. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de CLAUDIO DANIEL
BURTIN, de las demás condiciones personales obrantes en autos, en
orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de
continuar la investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
19. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
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el procesamiento o sobreseimiento de MARCELO JULIO EGLIS,


de las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
20. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de JUAN JORGE VALLEE, de
las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
21. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de PABLO JORGE
AGUILERA, de las demás condiciones personales obrantes en autos,
en orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de
continuar la investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
22. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de SIMÓN PEDRO ANTONIO
ZARATE, de las demás condiciones personales obrantes en autos, en
orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de
continuar la investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
23. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de DANIEL GUSTAVO
COLLAZO, de las demás condiciones personales obrantes en autos,
en orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de
continuar la investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
24. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de VÍCTOR HUGO
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CINGOLANI, de las demás condiciones personales obrantes en


autos, en orden a los hechos por los cuales fuera indagado, sin
perjuicio de continuar la investigación a su respecto (art. 309 del
CPPN).
25. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de WALTER DANIEL TETES,
de las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagado, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
26. DECLARAR LA FALTA DE MÉRITO para dictar
el procesamiento o sobreseimiento de MABEL GLORIA FADDA,
de las demás condiciones personales obrantes en autos, en orden a los
hechos por los cuales fuera indagada, sin perjuicio de continuar la
investigación a su respecto (art. 309 del CPPN).
27. LIBRAR OFICIO a la AFIP para encomendarle que
remita a este tribunal:
a. i) un listado -junto a la documentación administrativa
que lo respalde- en donde se hagan saber las intervenciones más
comunes de Guillermo Michel en función del cargo que ostentó como
subdirector general de la Subdirección General de Coordinación
Técnico Institucional; ii) información acerca de si el referido puesto
existe en la actualidad; iii) y, en su caso, información acerca de su
responsabilidad primaria y sus acciones en base a la normativa vigente
a partir del año 2016; y iv) muestras -con la prueba documental que lo
avale- de la manera en que aquellas obligaciones son llevadas a la
práctica en la actualidad.
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b. información acerca de si en los planes de facilidades


de pago individuales concedidos durante la gestión de Ricardo Daniel
Echegaray -previo seleccionar casos al azar que constituyan un 30 %
del universo total- la Subdirección de Asuntos Jurídicos (y sus áreas
dependientes), al momento de actuar, se remitió a otras intervenciones
anteriores -adjuntando las copias pertinentes- o si, por el contrario, se
expidió de manera concreta en cada caso.
c. información acerca de si en los planes de facilidades de
pago individuales concedidos durante la gestión de Ricardo Daniel
Echegaray -previo seleccionar casos al azar que constituyan un 30 %
del universo total- la Subdirección de Técnico Legal Impositiva (y sus
áreas dependientes), al momento de actuar, analizaba los distintos
aspectos relativos al art. 32 de la ley 11.683 o si, por el contrario, se
expedía respecto de las cuestiones técnicas de los impuestos cuyas
facilidades se solicitaban.
d. sobre la totalidad de los planes de facilidades de pago
individuales concedidos durante toda la gestión de Ricardo Daniel
Echegaray, i) la selección de casos al azar (que no incumban a la
Dirección Regional Palermo) que constituyan un 30% del universo
total, y la determinación de si durante su trámite intervino alguna otra
División Investigación de cualquier otra Dirección Regional; y ii) de
aquellos regímenes otorgados a los contribuyentes pertenecientes a la
jurisdicción de la Dirección Regional Palermo, el examen acerca de si
a partir del alejamiento de Eduardo Julio Nappa como el responsable
de esa área se dejó de dar intervención a la División Investigación; y
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e. la información acerca de la persona que reemplazó a


Eduardo Julio Nappa en su cargo de director de la Dirección Regional
Palermo.
28. ORDENAR LA INHIBICIÓN GENERAL DE
BIENES de Ángel Rubén Toninelli, Fabián Osvaldo Di Risio, Karina
Elisabet Venier, Eduardo Julio Nappa, Gustavo Adrián Esperón, José
Antonio Bianchi y Walter David D´Angela (art. 518 CPPN).
Póngase en conocimiento de lo ordenado anteriormente,
según cada caso, a los registros públicos de comercio de la República
Argentina, a los registros de la propiedad inmueble de la República
Argentina, a la Dirección Nacional de los Registros de la Propiedad
Automotor y Créditos Prendarios, al Registro Nacional de Buques y
de Aeronaves, al Studd Book de la Asociación Civil Jockey Club, a la
Comisión Nacional de Valores, al Mercado de Valores, y a la Caja de
Valores SA; y hágasele saber a todos aquellos entes que deberán
informar cualquier tipo de acción, operación y/o medida vinculada
con relación a los nombrados.
Por último, aclaro que en base a un criterio organizativo
y de orden, el trámite de las cautelas patrimoniales ordenadas en el día
de la fecha deberá ser materializado en un nuevo incidente de medidas
cautelares que se formará, a tal fin, junto con copias de la presente.
29. LIBRAR OFICIO al Tribunal Oral en lo Criminal
Federal nro. 3 a fin de hacerle saber lo aquí dispuesto.
30. AGREGAR una impresión digitalizada del presente
resolutorio a la causa nro. 15734/2008 del registro de esta secretaría.
31. FORMAR LEGAJOS de identidad personal
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respecto de cada uno de los procesados. A tal fin, líbrense oficios a las
comisarías de la policía de esta ciudad o a las delegaciones de la PFA
que por jurisdicción correspondan sus para que se practique un amplio
informe socioambiental con relación a aquellos y se les extraigan tres
juegos de fichas dactiloscópicas.
32. NOTIFÍQUESE a las partes.

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