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1.- Sent. Nº 00050 del 31/01/01.SPA. Exp. N° 9720

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
CONCEPTOS Y DIFERENCIA
Reiterada y consecuentemente ha sostenido este Supremo Tribunal, al realizar un
análisis de los artículos 59 y 62 del Código de Procedimiento Civil, que la consulta
obligatoria a la Sala Político- Administrativa sólo procede en los casos de falta de
jurisdicción y que en presencia de esta figura procesal debe remitirse el expediente
original de la causa a esta Sala.

Es evidente que el juez ad quem confundió las figuras procesales de regulación de


jurisdicción con la de regulación de competencia. Esta última atañe al Juzgado Superior
en sentido jerárquico de la correspondiente circunscripción. El Tribunal Supremo de
Justicia conoce excepcionalmente de esta figura sólo cuando le incumbe directamente
porque se está discutiendo la competencia de la Sala misma o de la competencia
material y territorial inderogable, siempre que, a los efectos de tal regulación no hubiere
un Tribunal Superior Común a ambos jueces involucrados en la determinación; es decir,
el que dictaminó su incompetencia y el disidente de tal determinación, todo de acuerdo a
lo previsto en el artículo 71 del mencionado Código.

Es oportuno, recalcar en este contexto y con el fin de aclarar los conceptos


jurídicos en referencia que hasta el siglo XIX los conceptos de jurisdicción y competencia
aparecían como sinónimos. Indistintamente se aludía a la falta de jurisdicción como
falta de competencia en sentido material; o en sentido territorial, o aún para referirse a
la función. Pleonásticamente se llegó a hablar de incompetencia de jurisdicción. En el
siglo XX, se superó este equívoco y la competencia fue considerada como una medida de
jurisdicción, es decir, la fracción de la jurisdicción atribuida a un juez. En efecto, la
jurisdicción es la función pública realizada por los órganos competentes del Estado con
las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de juicio, se determina el
derecho de las partes con el objeto de dirimir sus conflictos y controversias de relevancia
jurídica mediante decisiones con autoridad de cosa juzgada.

La jurisdicción es el todo; la competencia es la parte: un fragmento de la


jurisdicción. La competencia es la potestad de jurisdicción para una parte del sector
jurídico: aquel específicamente asignado al conocimiento de determinado órgano
jurisdiccional. Se trata en definitiva de dos figuras procesales distintas.

Del enrevesado escrito presentado en fecha 1° de diciembre de 1992, por el


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abogado de la demandada sociedad mercantil “ARRENDAMIENTOS AUTOMOTORES
NACIONALES, C.A.” (ARRANCA), se pudiera inferir que opuso el recurso de regulación
de competencia y no el de regulación de jurisdicción, es decir, que no se pidió la
determinación de la jurisdicción consecuencia de la falta de jurisdicción del juez y que
llegará a ser conocida por esta Sala según lo previsto en el artículo 59 del Código de
Procedimiento Civil y cuya tramitación está señalada en el artículo 62 eiusdem, de
manera tal que sólo corresponde conocer a esta Sala de asuntos relativos a la falta de
jurisdicción, cuando se discuta sobre los límites de los poderes de los jueces en
contraposición con los órganos de la administración pública o cuando se discute sobre
los límites de los poderes del juez venezolano respecto al juez extranjero.

En el caso subiudice, como se evidencia del estudio de los autos, no existe la falta
de jurisdicción, ya que no se trata de los supuestos señalados supra; estamos frente a
un problema de competencia, que no es más que la medida de la jurisdicción que ejerce
en concreto el juez en razón de la materia, la cuantía y el territorio. Por lo tanto existirá
incompetencia cuando se discute sobre los límites de los poderes de los jueces
venezolanos entre sí, como en el caso de autos. El artículo 67 del Código de
Procedimiento Civil prevé que en el caso que el juez mediante una sentencia
interlocutoria declare su propia competencia, la decisión sólo será impugnada mediante
la regulación de competencia, que funciona como medio para resolver los problemas de
competencia y como sustituto de la apelación ordinaria.
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2.- Sentencia N° 144 del 24/03/00. SALA CONST. Exp. N° 00-0056

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
CONCEPTOS, ACEPCIONES, PRESUPUESTOS, ETC.
JUEZ NATURAL=CONCEPTO

La jurisdicción entendida como la potestad atribuida por la ley a un órgano del


Estado para dirimir conflictos de relevancia jurídica, con un procedimiento
predeterminado, siendo el órgano capaz de producir cosa juzgada susceptible de
ejecución, es ejercida por los Tribunales ordinarios y especiales.
A estos Tribunales la ley, o la interpretación judicial que de ella se haga, les
asigna un ámbito específico que vincula a ellos a las personas que realizan actividades
correspondientes a esas áreas o ámbitos. Se trata de un nexo entre las personas que
cumplen esas actividades, y los Tribunales designados para conocer de ellas. Así,
aunque la jurisdicción es una sola, la ley suele referirse a la jurisdicción militar, laboral,
agraria, etc., para designar las diversas áreas en que se divide la actividad jurisdiccional
por razones de interés público. Esto conduce a que los derechos de las personas
relativos a las diversas actividades que tutela la jurisdicción, para que les sean
declarados en casos de conflicto, tengan que acudir a los órganos jurisdiccionales que
les correspondan, y así los militares, en lo concerniente a los asuntos militares, acuden
a los Tribunales militares; los trabajadores a los laborales, los menores a los Tribunales
de Menores, etc.
Los jueces a quienes la ley ha facultado para juzgar a las personas en los asuntos
correspondientes a las actividades que legalmente pueden conocer, son los jueces
naturales, de quienes se supone conocimientos particulares sobre las materias que
juzgan, siendo esta característica, la de la idoneidad del juez, la que exige el artículo 255
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Dentro de estas parcelas, los distintos órganos jurisdiccionales a que pertenecen
ellas, se distribuyen el conocimiento de los casos según las reglas de la competencia,
bien sea por la cuantía, el territorio o la materia.
Para evitar un caos, y ordenar la administración de justicia, hay reglas de
competencia que se consideran de orden público y son inderogables, mientras que hay
otras que no lo son. La competencia por la materia se encuentra entre las primeras,
mientras que las que determinan el territorio, por ejemplo, están entre las segundas. El
órgano que ejerce la jurisdicción, en cuanto a la competencia por la materia, es por
excelencia el juez natural de las personas que tengan que ventilar litigios relativos a esas
materias.
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Como el ser juzgado por el juez natural es una garantía judicial, y un elemento
para que pueda existir el debido proceso, la abrogada Constitución de 1961 en su
artículo 69, así como la vigente en su artículo 49, consagran el derecho de las personas
naturales o jurídicas de ser juzgadas por dicho juez, quien además debe existir como
órgano jurisdiccional con anterioridad a los hechos litigiosos sin que pueda crearse un
órgano jurisdiccional para conocer únicamente dichos hechos después de ocurridos. El
citado artículo 49 de la vigente Constitución es claro al respecto: En su numeral 4, reza:

“Artículo 49: El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones


judiciales y administrativas y, en consecuencia:
…Omissis…
4. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en
las jurisdicciones ordinarias, o especiales, con las garantías
establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna persona podrá ser
sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá ser
procesada por tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal
efecto”.
La comentada garantía judicial, es reconocida como un derecho humano por el
artículo 8 de la Ley Aprobatoria de la Convención Americana de Derechos Humanos,
Pacto San José de Costa Rica y por el artículo 14 de la Ley Aprobatoria del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Esta garantía judicial es una de las claves de la convivencia social y por ello
confluyen en ella la condición de derecho humano de jerarquía constitucional y de
disposición de orden público, entendido el orden público como un valor destinado a
mantener la armonía necesaria y básica para el desarrollo e integración de la sociedad.
Dada su importancia, no es concebible que sobre ella existan pactos válidos de las
partes, ni que los Tribunales al resolver conflictos atribuyan a jueces diversos al natural,
el conocimiento de una causa. El convenio expreso o tácito de las partes en ese sentido,
al igual que la decisión judicial que trastoque al juez natural, constituyen infracciones
constitucionales de orden público.
Por lo anterior, si un juez civil decidiere un problema agrario, porque en un
conflicto entre jueces, el superior se lo asignó al juez civil, tal determinación
transgredería la garantía del debido proceso a las partes, así la decisión provenga de una
de las Salas de nuestro máximo Tribunal, y así las partes no reclamaran.
De la audiencia oral llevada a cabo en esta causa el 29 de febrero de 2000 y, tal
como se desprende del legajo de copias certificadas de las actuaciones de la causa donde
se dictó el fallo impugnado, promovidas por el Dr. Juan García Vara, Juez Superior
Quinto del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Caracas, se
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desprende que la Sala de Casación Civil ante un conflicto de no conocer planteado por
dicho Juzgado Laboral al Tribunal de la Carrera Administrativa y que fue resuelto por la
Sala, falló que quien debía conocer era el juez laboral y no el de la carrera
administrativa, y con tal decisión el juez laboral se vio obligado a conocer; pero la Sala
de Casación Civil no tomó en cuenta que la actora en el proceso laboral era una
profesora de un instituto universitario, y que por su actividad tenía un régimen especial
diverso al laboral y al de la carrera administrativa, el cual correspondía conocerlo en el
ámbito jurisdiccional, a la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, quien sí era
el juez natural para el personal docente universitario, ya que los litigios derivados de la
relación de derecho público de esa actividad fue asignada a dicho tribunal.
De la documentación producida por la accionante, en especial el Reglamento que
rige a dicha Universidad, publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº
4.603 Extraordinario de fecha 6 de julio de 1993., se desprende que la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador, es un instituto universitario creado según Decreto
Presidencial Nº 401 de fecha 30 de noviembre de 1983, constituido a su vez por
institutos oficiales de formación docente (artículo 4 del citado Reglamento). Uno de estos
Institutos es el Pedagógico de Miranda “José Manuel Siso Martínez”, lo que se desprende
del poder que otorgara Magaly Altuve Zambrano en su carácter de Directora Decano de
dicho Instituto, cuyo nombramiento consta de Resolución Nº 871 de fecha 4 de julio de
1991, emanada del Ministerio de Educación y que fue certificada por el Notario en la
nota que impuso al poder.
No es un hecho controvertido que DEBORA WILKE DE URRIBARRI, quien accionó
ante los tribunales laborales, era docente del Instituto Pedagógico de Miranda José
Manuel Siso Martínez, y tampoco está controvertido que la docente demandó al Instituto
Pedagógico por derechos derivados de una relación laboral. En ello están acordes las
partes.
Ahora bien, el personal docente de las universidades nacionales, está excluido de
las disposiciones de la Ley de Carrera Administrativa y del Tribunal de la Carrera
Administrativa, pero tampoco se rige en sus relaciones con las Universidades por las
disposiciones de la Ley Orgánica del Trabajo, ya que sostienen una relación de derecho
público con sus empleados, regida por la Ley de Universidades (artículo 88); y como
consta de copia certificada emitida por la secretaría del Instituto Pedagógico de Miranda
“José Manuel Siso Martínez”, que cursa al folio 56 del expediente, la relación entre la
docente y el Instituto se regula por la “Normativa que rige la Incorporación de Personal
Académico por Honorarios Profesionales” de fecha 10 de diciembre de 1991.
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Los conflictos que origine esta relación de derecho público, deben ser conocidos
por jueces competentes en esa área, competentes para conocer de la nulidad de los actos
administrativos, ya que fue un acto de esa naturaleza el que desincorporó a la
ciudadana DEBORA WILKE DE URRIBARRI de sus labores académicas, al abrir a
concurso de oposición su cargo. Dado el sistema que impera en la docencia
universitaria, con un sistema especial de ingreso del personal docente, que al
implementarse hace cesar los contratos de docencia existentes, tal sistema obligaba a la
profesora a concursar o a impugnar el acto que abría el concurso y no acudir al
procedimiento de calificación de despido.
Planteado así, su juez natural era la Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo, de acuerdo al numeral 3 del artículo 185 de la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia.
Al obrar, como lo hizo el Juez Superior Quinto del Trabajo de la Circunscripción
Judicial del Area Metropolitana de Caracas, siguiendo el mandato en ese sentido
producto del fallo de la Sala de Casación Civil de la extinta Corte Suprema de Justicia,
de fecha 5 de agosto de 1999, que le ordenaba conocer, se violó el principio del juez
natural, contenido en el artículo 68 de la Constitución de 1961 y en el numeral 4 del
artículo 49 de la vigente Constitución y así se declara.
En la persona del juez natural, además de ser un juez predeterminado por la ley,
como lo señala el autor Vicente Gimeno Sendra (Constitución y Proceso. Editorial
Tecnos. Madrid 1988) y de la exigencia de su constitución legítima, deben confluir varios
requisitos para que pueda considerarse tal. Dichos requisitos, básicamente, surgen de
la garantía judicial que ofrecen los artículos 26 y 49 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, y son los siguientes: 1) Ser independiente, en el sentido de no
recibir órdenes o instrucciones de persona alguna en el ejercicio de su magistratura; 2)
ser imparcial, lo cual se refiere a una imparcialidad consciente y objetiva, separable
como tal de las influencias psicológicas y sociales que puedan gravitar sobre el juez y
que le crean inclinaciones inconscientes. La transparencia en la administración de
justicia, que garantiza el artículo 26 de la vigente Constitución se encuentra ligada a la
imparcialidad del juez. La parcialidad objetiva de éste, no sólo se emana de los tipos que
conforman las causales de recusación e inhibición, sino de otras conductas a favor de
una de las partes; y así una recusación hubiese sido declarada sin lugar, ello no
significa que la parte fue juzgada por un juez imparcial si los motivos de parcialidad
existieron, y en consecuencia la parte así lesionada careció de juez natural; 3) tratarse
de una persona identificada e identificable; 4) preexistir como juez, para ejercer la
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jurisdicción sobre el caso, con anterioridad al acaecimiento de los hechos que se van a
juzgar, es decir, no ser un Tribunal de excepción; 5) ser un juez idóneo, como lo
garantiza el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, de
manera que en la especialidad a que se refiere su competencia, el juez sea apto para
juzgar; en otras palabras, sea un especialista en el área jurisdiccional donde vaya a
obrar. El requisito de la idoneidad es relevante en la solución del presente caso, y es el
resultado de lo dispuesto en el artículo 255 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela que exige concursos de oposición para el ingreso y ascenso en
la carrera judicial, lo que se ve apuntalado por la existencia de Normas de Evaluación y
Concursos de Oposición de Funcionarios del Poder Judicial dictados por la Comisión de
Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, publicadas en la Gaceta Oficial
N° 36.899 de 24 de febrero de 2000. Este requisito no se disminuye por el hecho de que
el conocimiento de varias materias puedan atribuirse a un sólo juez, lo que atiende a
razones de política judicial ligada a la importancia de las circunscripciones judiciales; y
6) que el juez sea competente por la materia. Se considerará competente por la materia
aquel que fuera declarado tal al decidirse un conflicto de competencia, siempre que para
la decisión del conflicto se hayan tomado en cuenta todos los jueces que podrían ser
llamados a conocer, situación que no ocurrió en este caso; o creando en la decisión del
conflicto no se haya incurrido en un error inexcusable en las normas sobre competencia.
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3.-Sentencia N° 00697 del 21/05/02. SPA. Exp. N° 2000-1057

JURISDICCIÓN
CONCEPTO
ESTADO DE JUSTICIA
PODERES DEL JUEZ
ESTADO JUDICIALISTA
JURISDICCIÓN: COMO SERVICIO PÚBLICO
FINALIDAD DE LA JURISDICCIÓN

Ante tal situación, considera necesario esta Sala señalar nuevamente que en los
casos en que se interponga recurso de abstención o carencia, al no existir un
procedimiento especial para la tramitación del mismo, se debe de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 102 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, aplicar
el procedimiento establecido para los juicios de nulidad contra actos de efectos
particulares, el cual exige la notificación del ente autor del acto recurrido. Ahora bien, en
los casos en que se interpongan recursos de abstención o carencia, ciertamente no
existen ningún ente, autor del acto administrativo recurrido, pero si existe un ente al
cual se le atribuye la abstención, y es a éste al que se debe notificar de la acción
interpuesta en su contra.
(…)
Ello así, debe esta Sala reflexionar sobre el nuevo ordenamiento jurídico, surgido
en virtud de la promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, mediante la cual se transformó al Estado venezolano, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 2 eiusdem, en “(...) un Estado democrático y social de Derecho y
de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su
actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y
el pluralismo político”.
Igualmente, de conformidad con lo establecido en el artículo 253 de la Carta
Magna, la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se imparte en nombre de
la República. Asimismo, la Justicia constituye un elemento existencial del Estado, a
tenor de lo dispuesto en el artículo 2 antes citado; y un fin esencial de éste, de acuerdo a
lo previsto en el artículo 3 de la Constitución vigente. En efecto, se establece un Estado
Social y Democrático de Derecho comprometido con el progreso integral que los
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venezolanos aspiran, con el desarrollo humano que permita una calidad de vida digna,
aspectos que configuran el concepto de Estado de Justicia.
En consecuencia, tal como se señaló supra, el Estado se califica como de Derecho
y de Justicia, y establece como valor superior de su ordenamiento jurídico a la Justicia y
la preeminencia de los derechos fundamentales, en el entendimiento, entre otras cosas,
de que el acceso a la Justicia es para que el ciudadano haga valer sus derechos y pueda
obtener una tutela efectiva de ellos de manera expedita, sin dilaciones indebidas y sin
formalismos o reposiciones inútiles (artículo 26 eiusdem), lo cual conforma un Estado
justo, del justiciable como elemento protagónico de la democracia. En efecto, al cambiar el
rol del Estado y de la sociedad, con la entrada en vigencia de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, el Juez y el proceso pasan a ser elementos
esenciales en la conformación de un Estado de Justicia, y así se desprende del contenido
del artículo 257 constitucional, el cual establece:
“Artículo 257.- El proceso constituye un instrumento fundamental
para la realización de la justicia. Las leyes procesales establecerán la
simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adoptarán un
procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará la justicia por la
omisión de formalidades no esenciales”.
Con relación a lo antes expuesto, se pronunció esta Sala Político-Administrativa,
en sentencia de fecha 24 de marzo de 2000, (Caso: Rosario Nouel ), en la cual se señaló
lo siguiente:
“Existe un nuevo paradigma en cuanto a los valores y principios
constitucionales que se vinculan a la justicia como hecho social, político y
democrático. Esta nueva concepción de Estado de Justicia trae consigo no tan
sólo una transformación orgánica del sistema judicial (artículo 253 y 254 de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), sino también un
cambio por la razón íntima que cada ciudadano, y especialmente el Juez (...).
En este sentido el Juez, a quien se le reclama y exige justicia, debe ser
igualmente producto de un hecho democrático que establezca un vínculo de
afinidad entre la sociedad que exige y el poder que interpreta los valores y
principios constitucionales para alcanzar los fines del Estado. Así, es el Juez
quien debe amparar – en nombre de la República y como expresión soberana
del pueblo- a quien pide restablecimiento de la situación jurídica, es él quien
tutela y armoniza los derechos e intereses con los fines del estado (artículos
26 y 27 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), y esta
obligación la identifica la Constitución con el Juez cuando lo obliga a asegurar
la integridad de la Constitución, y por ende, le da la potestad de desaplicar
las normas que colidan con el texto constitucional (Artículo 334 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).
Entonces, el Poder Judicial en una distribución tripartita del Poder Público no
es el tercer poder, así como en una distribución pentapartita el Poder Judicial
no es el quinto poder; el Poder Judicial representa el poder integrado y
estabilizador del Estado, ya que es el único que tiene competencia para
controlar y aún disolver al resto de los Poderes Públicos. Eso nos hace un
Estado Judicialista.” (resaltado de la Sala)
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De conformidad con la sentencia parcialmente transcrita, se desprende que la


administración de justicia se presenta como una actividad cuyo cumplimiento es
indispensable para la realización y el desenvolvimiento de la interdependencia social y
que, dada la importancia para la colectividad, no puede ser interrumpido, de tal modo
que los usuarios pueden en todo momento, con absoluta certeza, contar con dicho
servicio. Debiendo adicionalmente añadirse que su fin por antonomasia es que el
derecho o interés que el justiciable considera vulnerado sean amparado por los órganos
de justicia.
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4.- Sentencia N° 1758 del 01/07/03. Sala Const. Exp. nº 01-2555

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
CONCEPTOS

Para la decisión sobre el conflicto de competencia que se planteó, esta Sala


observa:
El ejercicio de la función jurisdiccional corresponde al Estado, quien la cumple a
través de los Tribunales de la República; órganos que requieren, a su vez, de la persona
física constituida por los jueces que tienen la obligación de la administración de justicia
de conformidad con la Constitución y las leyes.
De manera que la competencia se concentra en el juez como administrador de
justicia, y a éste lo limita una esfera de actividad que define la ley -la competencia- y que
constituye la medida y parte del ejercicio del poder jurisdiccional del Estado.
Los límites de la competencia se establecen para la prevención de invasiones de
autoridad y para que cada juez desarrolle sus funciones dentro de un ámbito limitado
que no permita abusos de poder y usurpación de atribuciones. Se evita así la anarquía
jurisdiccional. Esta competencia puede ser funcional, que se refiere a la competencia por
grados, a la organización jerárquica de los tribunales; objetiva, que se refiere a la
materia, el valor, el territorio y la conexión, y se agrega la del reparto; y la subjetiva, que
se refiere a las condiciones personales de los sujetos que constituyen el órgano
jurisdiccional.
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5.- Sentencia N° 00174 del 03/03/04. SPA. Exp. N° 2003-1342

JURISDICCIÓN
ARBITRAJE
MECANISMOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS
Siendo la oportunidad para pronunciarse sobre la consulta de Ley de la sentencia
dictada el 22 de noviembre de 2002, por el Juzgado Primero de Primera Instancia del
Trabajo y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, mediante la cual
declaró su falta de jurisdicción frente a la Administración Pública, en particular,
respecto de la Inspectoría del Trabajo del Estado Táchira, esta Sala observa:
En el presente caso, se ha interpuesto una acción fundamentada en los artículos
48 de la Ley de Arbitraje Comercial, 12 y 523 del Código de Procedimiento Civil, a los
fines de obtener la ejecución forzosa del Laudo Arbitral dictado por la Junta de Arbitraje
designada por el Ministerio del Trabajo, publicado en la Gaceta Oficial de la República de
Venezuela Nº 36.139 en fecha 3 de febrero de 1997.
Por su parte, el Juzgado Primero de Primera Instancia del Trabajo y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Táchira, declaró su falta de jurisdicción por
considerar que el Laudo Arbitral cuyo cumplimiento se exige tuvo lugar con ocasión a
una controversia surgida por la solicitud de una Reunión Normativa Laboral, por lo que
observó que “el Ministerio del Trabajo a través de las Inspectorías del Trabajo en cada
Estado son los competentes (sic) para aplicar las normativas a que hubiere lugar para
lograr el cumplimiento de lo convenido en esa Reunión Normativa Laboral.” En
consecuencia, declinó su conocimiento en la Inspectoría del Trabajo del Estado Táchira,
ordenando la remisión del expediente.
Posteriormente, la Inspectoría del Trabajo del Estado Táchira admitió la ejecución
del Laudo Arbitral, y el 25 de marzo de 2003 solicitó opinión de la Consultoría Jurídica
del Ministerio del Trabajo, a los fines de obtener el dictamen en referencia a la ejecución
del aludido Laudo Arbitral. Ante tal pedimento, la Consultoría estimó la existencia de
“un conflicto de competencia” (sic), por lo que consideró que era a los órganos
jurisdiccionales a los que le correspondía determinar quien debía conocer de la presente
causa.
Visto lo anterior, la Inspectoría del Trabajo del Estado Táchira dejó sin efecto la
admisión de la ejecución del Laudo Arbitral, y posteriormente, el 1º de julio de 2003,
ordenó la remisión del expediente al Juzgado Primero de Primera Instancia y del Trabajo
del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
En efecto, mediante decisión del 15 de julio de 2003, el referido Juzgado declaró
que el presente caso, desde un principio debió ser remitido a la Sala Político-
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Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia a los fines de la consulta de ley, por lo
que remitió las actuaciones al Juzgado Primero de Primera Instancia del Trabajo y
Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, el cual finalmente, envió el
expediente a esta Sala, de conformidad con los artículos 59 y 62 del Código de
Procedimiento Civil.
Por otra parte, observa la Sala de los hechos expuestos en el libelo, que contra el
Laudo Arbitral cuya ejecución se solicita, fue ejercido el 28 de septiembre de 2000, un
recurso de nulidad por un grupo de patronos ante el Juzgado Primero de Primera
Instancia del Tránsito y del Trabajo del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial
del Estado Bolívar.
Así, en fecha 19 de noviembre de 2001, el precitado Juzgado declaró la perención
de la instancia, de conformidad con lo establecido en el artículo 267 del Código de
Procedimiento Civil, en concordancia con el artículo 269 eiusdem, ordenando la
notificación de las partes.
Realizadas las narraciones que anteceden, corresponde a esta Sala examinar en
específico la materia sustantiva objeto de la presente consulta, y al respecto se observa:
Una de las características del Arbitraje es su carácter vinculante, toda vez que las
partes acuden a la solución de conflictos a través de este medio extraordinario,
sometiéndose a la decisión que adopte el árbitro mediante el Laudo, pues a ello se han
comprometido previamente, lo cual debería implicar la voluntad de aceptación y
cumplimiento de las disposiciones del mismo sin coacción alguna.
En tal sentido, la importancia del Arbitraje como un medio de resolución de
conflictos, ha sido incluso reconocida por la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, cuando en su artículo 258 establece que la Ley promoverá el arbitraje y
cualesquiera otros medios alternativos para la solución de conflictos.
Ahora bien, específicamente en materia laboral, el objeto del arbitraje lo constituye
las controversias que pudieran ocasionarse entre los patronos y trabajadores, y el
procedimiento a seguir en estos casos, es el establecido en los artículos 490 y siguientes
de la Ley Orgánica del Trabajo, que establecen:
“Sección Cuarta
Artículo 490. En el caso de que las partes acepten la recomendación de la
Junta de Conciliación de que el conflicto sea sometido a arbitraje, se
procederá a la constitución de una Junta de Arbitraje, formada por tres (3)
miembros. Uno de ellos será escogido por los patronos de una terna
presentada por los trabajadores en conflicto; otro será escogido por los
trabajadores de una terna presentada por lo patronos; y el tercero será
escogido por los dos (2) anteriores. En caso de que una de las partes objete la
terna presentada por la otra, el Inspector del Trabajo decidirá en forma
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sumaria, y si no pudiere lograr acuerdo para las designaciones en el término
de cinco (5) días continuos, hará el nombramiento.
Los miembros de la Junta de Arbitraje no podrán ser personas directamente
relacionadas con las partes en conflicto, ni vinculadas con ellas por nexos
familiares dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad.
La postulación será acompañada de una declaración de los candidatos de que
aceptarán el cargo en caso de ser elegidos; lo mismo se hará, de no haber
acuerdo en la designación del tercer árbitro.

Artículo 491. La Junta de Arbitraje constituida según el artículo anterior


será presidida por el tercer miembro de la misma y se reunirá a las horas y en
los sitios que éste indique.
Las decisiones de la Junta de Arbitraje serán tomadas por mayoría de votos.
Si no se lograre la mayoría, prevalecerá el voto del presidente.

Artículo 492. La Junta de Arbitraje tendrá la misma facultad de


investigación que un tribunal ordinario y sus audiencias serán públicas.
Los miembros de la Junta de Arbitraje tendrán el carácter de árbitros
arbitradores y sus decisiones serán inapelables.

Queda a salvo el derecho de las partes de acudir a los tribunales para


solicitar que se declare su nulidad, cuando las decisiones de los árbitros se
tomen en contravención a disposiciones legales de orden público.

Artículo 493. El laudo deberá ser dictado dentro de los treinta (30) días
siguientes a la fecha en que se haya constituido la Junta de Arbitraje. Sin
embargo, la Junta podrá prorrogar este lapso hasta por treinta (30) días más.
El laudo será publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela y
será obligatorio para las partes por el término que él fije, que no podrá ser
menor de dos (2) años ni mayor de tres (3)”.

Del análisis de las normas anteriormente transcritas, concretamente del segundo


aparte del artículo 492 eiusdem, se desprende que los miembros de la Junta de
Arbitraje, en los conflictos laborales colectivos tienen carácter de árbitros arbitradores,
por lo que resulta evidente que las controversias de origen laboral que surjan, pueden
ser sometidas al conocimiento y decisión de árbitros de conformidad con las reglas
supra trascritas y las que sobre esa materia disponen las previstas en el Código de
Procedimiento Civil.
En este orden de ideas, es preciso señalar que si bien la facultad de administrar de
justicia está atribuida principalmente a los órganos que forman parte del Poder Judicial,
dicha función jurisdiccional, en aplicación de las normas constitucionales y legales
antes citadas, también puede ser ejercida por órganos y particulares que no integran
esta rama del Poder Público, como lo son, verbigracia, los árbitros, claro está, dentro de
los límites y condiciones establecidas en la legislación vigente.
Tal aseveración es reconocida por el legislador, cuando en el artículo 523 del
Código de Procedimiento Civil, le otorga a las decisiones dictadas por un Tribunal de
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arbitramento, carácter jurisdiccional, señalándose que su “ejecución corresponderá al
Tribunal natural que hubiera conocido del asunto de no haberse efectuado el
arbitramento”.
En este sentido, cabe señalar que el Estado no delega totalmente la tutela de los
derechos, sino que permite que la tutela jurisdiccional, para resolver una controversia,
sea ejercida por los árbitros; mas la tutela coactiva o ejecutiva de esos derechos sigue en
manos del Estado, a través del Poder Judicial.
Así, la jurisdicción tiene dos momentos uno que es el de cognición que equivale a
la tutela jurisdiccional de los derechos y el otro es el de ejecución que es equivalente a la
tutela coactiva de los mismos.
De tal manera que, como lo ha reconocido la doctrina y la jurisprudencia, la tutela
coactiva de los derechos es del monopolio exclusivo del Estado. En virtud de ello el
ejercicio de la función jurisdiccional permitida por el Estado a los árbitros, no es total, ni
está excluida del control por parte de los órganos judiciales, ni tampoco es excluyente de
la cooperación que éstos le puedan prestar. Así, la justicia arbitral debe servirse de la
justicia judicial, a los fines que esta última controle los excesos que pudieran
suscitarse en el arbitraje y, además, para ejecutar forzosamente las obligaciones que del
arbitraje se deriven para las partes.
Ello, en definitiva, está dispuesto como garantía para que sea verdaderamente
efectiva la tutela que se busca por esta especial vía (con el arbitraje) de solución de
conflictos.
Precisado lo anterior, observa la Sala que en el caso de autos el Laudo Arbitral
objeto de ejecución está vigente entre las partes, por cuanto no ha sido declarada su
nulidad, ya que el recurso que en este sentido ejercieran los patronos, fue declarado
perimido por el Juzgado Primero de Primera Instancia del Tránsito y del Trabajo del
Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, mediante sentencia
de fecha 19 de noviembre de 2001, según consta al folio 31 del expediente. Por lo tanto
existe el derecho por parte de los recurrentes de solicitar su ejecución.
Ello así, y atendiendo a las consideraciones precedentemente expuestas con
relación al auxilio que los tribunales de la República pueden prestar para la efectividad
de la justicia arbitral, se impone para esta Sala exaltar que al analizar el Laudo objeto
de autos -cursante del folio 37 al 40 del expediente-, queda indubitablemente exhibida la
solución de la situación a que se contrae esta consulta, en tanto que en su Cláusula 55
se reguló lo relativo al “ÁMBITO Y EFECTOS DE APLICACIÓN”, y seguidamente en el
punto 55.4 se estableció lo siguiente: “...Y finalmente se acuerda, que el incumplimiento
16
de las obligaciones de dar, contenidas en el presente Laudo a elección de parte, podrán
dar lugar a la solicitud de su ejecución por ante los organismos jurisdiccionales
competentes.” (Resaltados de la Sala).
Resulta de tal manera evidente, que el propio Laudo Arbitral cuya ejecución se
solicita estatuyó en su contenido como mecanismo para lograr la materialización de las
obligaciones allí estipuladas, no cumplidas (en concreto, las obligaciones de dar”), que
las partes pueden acudir a los tribunales de la República competentes en esa materia,
que obviamente no son otros que los tribunales del trabajo. En tal orden, esa previsión
del Laudo Arbitral no hace más que recoger los principios y preceptos supra aludidos
con relación al auxilio que los órganos judiciales están llamados a prestar para lograr el
cumplimiento de las obligaciones establecidas en los Laudos Arbitrales.
Por tales motivos, resulta concluyente para esta Sala que en el presente caso el
poder judicial si tienen jurisdicción para conocer y decidir la ejecución objeto de autos.
Así se declara.
Ahora bien, con el objeto de una mayor inteligencia de toda la situación
examinada, considera esta Sala necesario precisar, lo siguiente:
Acudir a los tribunales de la República para la ejecución forzosa de las
obligaciones estipuladas en los Laudos Arbitrales de la naturaleza como el examinado
(donde se dirimió una controversia surgida con motivo de la solicitud de una Reunión
Normativa Laboral), tal como se vio, es un mecanismo al que perfectamente pueden
acudir las partes, y por lo tanto, ha de entenderse como autónomo y no condicionado a
que previamente se haya acudido a la autoridad administrativa para la ejecución del
laudo.
Sin embargo, ese mecanismo a su vez ha de entenderse como opcional o
alternativo, con lo cual no excluye la posibilidad de que se acuda a la propia autoridad
administrativa para su ejecución, en cuyo caso aquél puede eventualmente configurarse
como complementario (pero nunca condicionado) al último de los mencionados, cuando
a través del requerido concurso de la autoridad administrativa no se logre el
cumplimiento de las obligaciones establecidas en el laudo.
Por otra parte, se impone advertir, dada cuenta que la solicitud de ejecución del
laudo fue formulada de conformidad con lo dispuesto en el artículo 48 de la Ley de
Arbitraje Comercial, que no es en ese instrumento jurídico y, de suyo, en dicha norma,
donde ha de soportarse de iure la misma, dada cuenta que, a la vista de su contenido, la
materia que regula es de carácter comercial, no estando en consecuencia vinculada con
la ejecución de laudos arbitrales dictados en la materia que ha sido objeto de análisis en
17
el presente fallo. No obstante lo señalado, resulta evidente que tal equívoco en cuanto a
los fundamentos jurídicos que soportan la solicitud, mal han podido traducirse en una
desestimación de la misma, ya que se imponía, tal como se hizo, atender al aforismo
iura novit curia, según el cual corresponde al juez la aplicación del derecho a los asuntos
sometidos a su conocimiento. Por lo demás, y en descargo de los solicitantes de la
ejecución, ha de reconocerse que los preceptos y principios recogidos en la aludida
norma están en similar orden a los evaluados en el presente fallo.
Precisado todo lo anterior, en definitiva es necesario concluir que el Poder Judicial
sí tiene jurisdicción para conocer la solicitud respecto a la ejecución forzosa del
Laudo Arbitral, la cual debe ser dilucidada ante la jurisdicción laboral ordinaria. En
consecuencia, debe revocarse la decisión referente a la consulta de ley dictada por el
Juzgado Primero de Primera Instancia del Trabajo y Agrario de la Circunscripción
Judicial del Estado Táchira en fecha 15 de julio de 2003. Así se declara.
Finalmente, debe advertir esta Sala que el referido Juzgado en la oportunidad de
dictar la sentencia objeto de la presente consulta, no dio cumplimiento oportuno a lo
establecido en los artículo 59 y 62 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto, al
declarar su falta de jurisdicción, debió inmediatamente remitir los autos a esta Sala y no
a la Inspectoría del Estado Táchira, creando con ello una dilación procesal, en
detrimento de los derechos de los justiciables en el presente caso, razón por la cual, se
advierte al Juzgado Primero de Primera Instancia del Trabajo y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Táchira, se abstenga de incurrir en este tipo de
actuaciones que violan los principios constitucionales a la tutela judicial efectiva y el
derecho a la justicia. Así se declara.
18

6.- Sentencia N° 00716 del 23/05/02. SPA. Expedientes Nros. 0105 y 0115

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
AVOCAMIENTO
(FACULTAD DISCRECIONAL-PODERES DEL JUEZ)
COMPETENCIA SUBJETIVA: INHIBICIÓN
ARBITRAJE
(MEDIOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS)
PRINCIPIO DEL JUEZ NATURAL
Se ha requerido la intervención de este Supremo Tribunal en Sala Político-
Administrativa, a través de la utilización de la institución jurídica excepcional del
avocamiento, competencia atribuida a esta Sala por el ordinal 29 del artículo 42 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia en concordancia con el artículo 43
eiusdem, según los cuales corresponde a esta Sala la facultad de solicitar expedientes
que cursen ante otro Tribunal y avocarse al conocimiento del asunto, cuando lo juzgue
pertinente.

La norma citada ha sido objeto de interpretación en diversas decisiones de esta


Sala, la cual ha dejado sentados criterios de interpretación y aplicación de esta facultad
discrecional que le ha sido concedida expresamente por el legislador.

Al efecto se ha dicho que es ésta una norma atributiva de competencia y por su


naturaleza excepcional y discrecional debe ser y ha sido hasta ahora, administrada con
criterios de extrema prudencia, tomando en consideración y de manera fundamental la
necesidad de evitar flagrantes injusticias o una denegación de justicia o la presencia de
aspectos que rebasen el interés privado involucrado y afecten de manera directa el
interés público. (Ver sentencia de esta Sala Nº 1439 de fecha 22 de junio de 2000).

Así, el avocamiento constituye una institución jurídica, cuya excepcionalidad


radica en que permite sustraer del conocimiento y decisión de un asunto al órgano
judicial que sería el naturalmente competente para resolverlo, quebrantando de esta
forma el orden procesal previamente establecido. (Ver sentencia de esta Sala Nº 1358 del
13 de junio de 2000).

(…)

Igualmente, ha determinado la Sala que en virtud de que el avocamiento


constituye una institución jurídica que altera los mecanismos atributivos de
19
competencia, en las causas que conozca la Sala por esta excepcional vía, las materias
objeto de la solicitud deben, salvo casos especiales, estar relacionadas con la naturaleza
de su propia actividad jurisdiccional. (Ver sentencia Nº 2936 de fecha 11 de diciembre de
2001)

(…)

8.- Que mediante escrito de fecha 28 de enero de 2000, la representación judicial


de la parte actora advirtió que los árbitros nombrados carecían de competencia, en razón
de que la competencia arbitral es improrrogable, es decir, que los árbitros cuentan con
un tiempo para cumplir con su cometido, el cual comprende la sustanciación y el laudo,
y que al establecer el Código de Procedimiento Civil un lapso de 30 días para dictar el
laudo, conforme a lo dispuesto en el artículo 614 de dicho código, si vence el lapso sin
haberse dictado el laudo, dicha competencia de árbitro se pierde.

Que dicha circunstancia, en cuanto a la improrrogabilidad de los árbitros, fue


señalada igualmente por la Procuraduría General de la República, en dos oportunidades.

(…)

Ahora bien, la recusación tiene por objeto alegar y probar la vinculación que existe
entre el juez - en este caso árbitros arbitradores - y las partes, vinculación ésta que la
ley califica como suficiente para objetar la aptitud o competencia subjetiva del
funcionario judicial, la cual además debe ser debidamente fundada por quien la alega.

Cuando se propone la recusación, la misma no debe ser decidida por los mismos
funcionarios contra quienes se intenta.

Entiende la Sala que dicha decisión atenta contra toda garantía de imparcialidad y
del debido proceso; que la decisión dictada por los árbitros fue realizada en franco
desconocimiento de las normas contenidas en el Código de Procedimiento Civil, las
cuales ordenan que la recusación sea conocida por el Juez ante quien se designen los
árbitros, esto es, el juez donde se esté tramitando el arbitraje.

En efecto los artículos 620, 93 y 95, eiusdem disponen lo siguiente:


“Artículo 620.- De la recusación de los árbitros conocerá el mismo Juez
ante quien se designen.” (destacado de la Sala)

“Artículo 93.- Ni la recusación ni la inhibición detendrán el curso de la


causa, cuyo conocimiento pasará inmediatamente mientras se
decide la incidencia, a otro Tribunal de la misma categoría, si lo
hubiere en la localidad, y en defecto de éste, a quien deba suplirlo conforme
a la Ley. Si la recusación o la inhibición fuere declarada con lugar, el
sustituto continuará conociendo del proceso, y en caso contrario, pasará los
20
autos al inhibido o recusado.” (destacado de la Sala)

“Artículo 95.- Conocerá de la incidencia de recusación el funcionario que


indica la Ley Orgánica del Poder Judicial, al cual se remitirá copia de las
actas conducentes que indique el recusante y el funcionario recusado o
inhibido.” (destacado de la Sala).
Así, considera la Sala que lo anteriormente señalado, es decir, la decisión de la
recusación por los mismos funcionarios contra quienes se intenta, constituye una grave
irregularidad procesal, la cual atenta contra los principios de imparcialidad y del debido
proceso, ambos de rango constitucional.

(…)

Ahora bien, al no resultar aplicable al caso de autos, la antes mencionada ley, por
las razones explanadas con anterioridad, sino el Código de Procedimiento Civil, el
competente para pronunciarse sobre la pretensión cautelar era el juez de la causa y no
los árbitros, dado que dicha normativa del Código de Procedimiento Civil, no les otorga
tal facultad.

(…)

13.- Igualmente observa la Sala que en fecha 1º de febrero 2000, el apoderado


judicial de CVG Industria Venezolana de Aluminio, C.A. (CVG VENALUM), Ramón A.
Lafée E., dejó constancia que el Juez de la causa, abogado Edmundo Pérez Arteaga, fue
recusado y que a pesar de esta circunstancia el Juez no se desprendió de la causa ni se
pronunció sobre la recusación, sino que por el contrario siguió conociendo sobre la
misma.

Aprecia la Sala, que a pesar de esta situación, en fecha 2 de febrero de 2000, el


mencionado juez dejó constancia de haber recibido el laudo arbitral y en fecha 3 de
febrero de 2000, declaró la nulidad del mismo, lo cual evidencia las irregularidades
procesales que afectan a dicho procedimiento arbitral.

Vistas las anteriores irregularidades debidamente verificadas por esta Sala, para
decidir se observa:

El procedimiento arbitral es un mecanismo de resolución de conflicto de intereses,


mediante el cual terceras personas ajenas al conflicto, imparciales, denominados
árbitros, se pronuncian mediante un laudo respecto de ello.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, contiene el


favorecimiento de este medio alternativo de justicia, teniéndose como parte integrante
del sistema de justicia.
21
Dicho medio alternativo, está consagrado en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en su artículo 253 cuando expresa:
“Artículo 253.- La potestad de administrar justicia emana de los
ciudadanos o ciudadanas y se imparte en nombre de la República por
autoridad de la ley.
Corresponde a los órganos del Poder Judicial conocer de las causas y
asuntos de su competencia mediante los procedimientos que determinen las
leyes, y ejecutar o hacer ejecutar sus sentencias.
El sistema de justicia está constituido por el Tribunal Supremo de
Justicia, los demás tribunales que determine la ley, el Ministerio Público, la
Defensoría Pública, los órganos de investigación penal, los o las auxiliares
y funcionarios o funcionarias de justicia, el sistema penitenciario, los
medios alternativos de justicia, los ciudadanos que participan en la
administración de justicia conforme a la ley y los abogados autorizados
para el ejercicio. (destacado de la Sala)

“Artículo 258.- La ley organizará la justicia de paz en las comunidades. Los


jueces o juezas de paz serán elegidos o elegidas por votación universal,
directa y secreta, conforme a la ley.
La ley promoverá el arbitraje, la conciliación, la mediación y
cualesquiera otros medios alternativos para la solución de conflictos.
(destacado de la Sala)
En el presente caso, lo árbitros se atribuyeron carácter de árbitros arbitradores,
los cuales conforme al Parágrafo Primero del artículo 618 del Código de Procedimiento
Civil, no deben aplicar u observar, en principio, el procedimiento legal.

En efecto, el artículo antes citado dispone:


“Artículo 618.- Los árbitros son de derecho, o arbitradores. Los primeros
deben observar el procedimiento legal, y en las sentencias, las
disposiciones del Derecho. Los segundos procederán con entera
libertad, según les parezca más conveniente al interés de las partes,
atendiendo principalmente a la equidad.
Parágrafo Primero: Las partes pueden indicar a los árbitros de derecho,
las formas y reglas de procedimiento que deban seguir y someter a los
arbitradores a algunas reglas de procedimiento. A falta de esta
indicación los árbitros de derecho observarán el procedimiento
legal correspondiente. (destacado de la Sala)
(…)

La finalidad del arbitraje es la obtención de una sentencia que resuelva la


controversia, a través de un Tribunal Arbitral válidamente constituido e imparcial, que
brinde a los ciudadanos las imprescindibles garantías para someterse a dicha
institución, sustrayéndose de los órganos judiciales, con el fin de resolver sus conflictos;
condiciones que no se cumplieron en el caso de autos.

En efecto, se aprecian las graves irregularidades cometidas en la constitución del


Tribunal Arbitral, así como durante el procedimiento y en cuanto la parcialidad de los
22
árbitros en la toma de sus decisiones; todo lo cual afecta las garantías constitucionales a
las cuales todo justiciable tiene derecho, es decir, a un debido proceso y al derecho a la
defensa.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su artículo 2,


establece que Venezuela se constituye en un Estado Democrático y Social de Derecho y
de Justicia y propugna, entre otros valores superiores de su ordenamiento jurídico, la
preeminencia de los derechos humanos, reconociéndose en dicho texto fundamental, a
los tratados internacionales como fuente jurídica para la protección de estos elevados
derechos.

Atendiendo al principio de protección de estos derechos, el Estado Venezolano


garantiza a toda persona natural o jurídica, el goce y el ejercicio irrenunciable de los
mismos.

En efecto, bajo la vigencia de la actual Constitución, expresas disposiciones


consagran el principio del juez natural y, con sus excepciones, el de la doble instancia,
instituciones jurídicas de especial importancia que, en lo posible, deben preservarse
para fortalecer el Estado de Derecho y de Justicia.
En el Título III, bajo la denominación de “De los Derechos Humanos y Garantías y
de los Deberes”, el texto fundamental consagra que el respeto y garantía de los derechos
humanos son obligatorios para el Poder Público (artículo 19).

Igualmente, el texto constitucional consagra en su artículo 49 el debido proceso, y


en consecuencia, respecto de uno de sus elementos constitutivos, “... toda persona tiene
derecho a ser juzgada por sus jueces naturales en las jurisdicciones ordinarias, o
especiales, con las garantías establecidas en esta Constitución y en la ley. Ninguna
persona podrá ser sometida a juicio sin conocer la identidad de quien la juzga, ni podrá
ser procesada por tribunales de excepción o por comisiones creadas para tal efecto.”.
(numeral 4)

En este mismo sentido, el numeral 3 del antes mencionado artículo 49, consagra
dentro de la garantía del debido proceso legal, el derecho que tiene todo justiciable de
ser juzgado por un juez imparcial.

En efecto, dicho numeral establece lo siguiente:


“Artículo 49.- El debido proceso se aplicará a todas las actuaciones
judiciales y administrativas y, en consecuencia:
(... omissis)
3.- Toda persona tiene derecho a ser oída en cualquier clase de
23
proceso, con las debidas garantías y dentro del plazo razonable
determinado legalmente, por un tribunal competente, independiente
e imparcial establecido con anterioridad. Quien no hable castellano
o no pueda comunicarse de manera verbal, tiene derecho a un
intérprete. (destacado de la Sala)

Los principios relativos a la defensa del orden constitucional y al debido proceso,


imponen al juzgador la aplicación de los principios procesales de saneamiento, y la
aplicación de la normativa de rango constitucional con preeminencia a cualquier norma
y la desaplicación de todo aquello que atente contra ellas. Así, las normas
constitucionales referidas, obligan a la Sala a sujetar su decisión bajo los valores,
principios y conceptos allí expresados.
24

7.- Sentencia N° 1442 del 24/11/00. Sala Const. Exp. N° 00-0738

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
COMPETENCIA SUBJETIVA (INHIBICIÓN)
JUEZ NATURAL-JUEZ IMPARCIAL

Quiere ser enfática esta Sala, y partiendo de la doctrina sostenida en fallo de la


Sala del 24 de marzo de 2000 (caso: Universidad Pedagógica Experimental Libertador),
que una de las condiciones que debe tener el juez natural es su imparcialidad, y que
cuando ésta no exista, así una recusación fundada en dicha causa hubiere sido
declarada sin lugar, ello no significa que la parte fue juzgada por un juez imparcial, y
por tanto, la víctima careció de juez natural y puede solicitar amparo por dicho motivo.
Pero en el caso de autos, no hay prueba alguna de la parcialidad de los asociados.
Existe una confesión de parcialidad del juez Edgar Figuera Ortiz, a quien el juez que
conoció de la inhibición, a pesar de ella, le ordenó sentenciar la recusación, y que
procedió a declararla sin lugar, fundado en razones que aprecia esta Sala como correctas
por falta de pruebas.
Ahora bien, como se dijo antes en este fallo, la violación constitucional debe
lesionar la situación jurídica del agraviado, y la sentencia sobre la recusación, ajustada
a la ausencia de pruebas, así la dictare un juez que dijo no ser parcial, estaba de
acuerdo a la realidad procesal y por tanto no lesionó al accionante.
La lesión sí podría surgir, si Figuera Ortiz sentenciaba el fondo del juicio, pero ello
no sucedió.
Todas estas razones, aunado a que el accionante tiene viva las posibilidades de
recurrir del fallo en Casación y plantear las infracciones de forma y fondo que considere
necesarias, convencieron a esta Sala que no hubo lesión constitucional alguna, y así se
declara
25

8.- Sentencia N° 02983 del 18/12/01. SPA. Exp. N° 0903

JURISDICCIÓN
ACEPCIONES
COMO SINÓNIMO DE COMPETENCIA
PRINCIPIOS DE INTEGRIDAD, ESPECIALIDAD Y EXCLUSIVIDAD

En el caso de autos la ciudadana MARIA MERCEDES PULIDO FLORES, asistida


de abogado, interpuso solicitud de calificación de despido, reenganche y pago de salarios
caídos contra la ASOCIACIÓN CIVIL HOGARES DE CUIDADO DIARIO, Seccional
Apure, por cuanto dicha Asociación la despidió -en su decir- injustificadamente con
fundamento en los literales “c” y “d” del artículo 102 de la Ley Orgánica del Trabajo.
En este sentido, resulta necesario señalar que corresponde a la jurisdicción
laboral el conocimiento y decisión de todos los asuntos vinculados con dicha materia, en
virtud de los principios de integridad, especialidad y exclusividad que abriga a dicha
jurisdicción, según lo preceptuado en el artículo 5 de la Ley Orgánica del Trabajo, salvo
las excepciones que la misma ley establece, a saber: i) procedimientos de conciliación y
de arbitrajes (artículo 655 eiusdem), que será de la competencia de la Junta de
Conciliación o de Arbitraje, según el caso; y ii) en los casos de recursos ejercidos contra
las decisiones o resoluciones del Ministro del Trabajo relativas a la negativa de éste de
registrar las organizaciones sindicales (artículo 425 eiusdem), las federaciones y
confederaciones sindicales (artículo 465 ibidem), y, finalmente, la negativa a la oposición
que se haga de las convocatorias para negociaciones en convenciones colectivas (artículo
519 ibidem) en cuyos casos, el ejercicio del recurso es ante la Jurisdicción Contencioso
Administrativa.
Ello así, se observa que en el presente caso no estamos frente a un asunto que
configure la competencia especial y excepcional en materia del trabajo a favor de la
jurisdicción contencioso-administrativa, de conformidad con el artículo 42, numeral 10º,
de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, toda vez que la controversia está
referida a una relación de carácter laboral ordinaria, entre un particular y una
asociación civil, cuyo régimen legal aplicable es la Ley Orgánica del Trabajo, por lo que la
competencia para conocer del presente asunto corresponde al Juzgado de Primera
Instancia Laboral de la Circunscripción Judicial del Estado Apure, por tanto, se ordena
26
remitir el presente expediente al Juzgado Distribuidor en la indicada materia. Así se
decide.

9.- Sentencia N° 01028 del 08/07/03. SPA. Exp. N° 2003-0095

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA

“(…) Ahora bien, en el caso concreto se observa que se ha solicitado una medida
cautelar en un proceso de exequátur a los fines de que “se decrete el embargo de bienes,
(...) que posea el ciudadano LUIS ALEJANDRO BLANCO URIBE, (...) por no haber cumplido
en ningún momento, desde que se produjo la sentencia, con la obligación alimentaria para
su menor hija...”
De tal manera que, considera la Sala que no es posible solicitar en un
procedimiento de exequátur, el embargo de bienes para asegurar el cumplimiento de
una obligación alimentaria, toda vez que, la naturaleza de dicha solicitud escapa al
ámbito competencial de esta Sala, que en este caso, se circunscribe a conceder fuerza
ejecutoria en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela a la sentencia de
divorcio dictada por el Tribunal de Distrito de la 11 Circunscripción Judicial del
Condado de Miami-Dade, Florida, Estados Unidos de América, mediante la cual se
declaró disuelto el vínculo matrimonial entre la solicitante y el ciudadano Luis Alejandro
Blanco Uribe.
De allí pues, que la medida cautelar solicitada debe declararse inadmisible, por
no corresponder con la naturaleza y competencia de la causa que se ventila ante esta
Sala. Así se declara.(…)”
27

10.- Sentencia N° 01121 del 19/09/02. SPA. Exp. Nº 2002-0017

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
LITISPENDENCIA INTERNACIONAL

1.- En primer lugar debe la Sala determinar la procedencia de la consulta en el


presente caso, en el cual el tribunal remitente declaró con lugar la cuestión previa de
litispendencia internacional; al respecto, se observa que el artículo 57 de la Ley de
Derecho Internacional Privado señala que la falta de jurisdicción del Juez venezolano
respecto del Juez extranjero se declarará de oficio, o a solicitud de parte, en cualquier
estado o grado del proceso y que en caso de afirmarse la jurisdicción de los tribunales
venezolanos, la causa continuará su curso en el estado en que se encuentre al dictarse
la decisión; pero la decisión que la niegue deberá ser consultada ante esta Sala.
Sin embargo, no señala la Ley de Derecho Internacional Privado qué ocurre
cuando un tribunal declara con lugar la cuestión previa de litispendencia internacional,
es decir, si el pronunciamiento que dicte el tribunal en esos casos es revisable, bien por
el ejercicio del recurso de regulación de jurisdicción o mediante la consulta.
En este sentido, considera la Sala que la decisión que declara con lugar la
cuestión previa de litispendencia internacional puede implicar que un tribunal
extranjero conozca y decida el caso concreto, resultando de ello que se produzca una
falta de jurisdicción para los tribunales venezolanos, por lo que tal situación debe
tramitarse conforme a los términos del artículo 57, antes indicado. En consecuencia,
debe ser consultada toda decisión por la cual se declare que son los tribunales
extranjeros y no los tribunales venezolanos los que deban conocer la causa, por
encontrarse satisfechos los supuestos de procedencia de la litispendencia internacional.
Así previamente se establece.
2.- Determinada la procedencia de la consulta, pasa la Sala a analizar si
corresponde en el presente caso la declaratoria de litispendencia internacional y en tal
sentido observa:
En el presente proceso se pretende alegar la pendencia de un juicio de divorcio
entre la ciudadana Mariana Coromoto Capriles Santander y el ciudadano George Viney
28
Kubala ante un juez extranjero, en este caso la “Corte Superior de California, Condado
de Ventura de los Estados Unidos de Norteamerica”, lo que presumiblemente, excluiría
la jurisdicción de la República Bolivariana de Venezuela para conocer del juicio.
Ahora bien, la litispendencia es una institución cuya finalidad obedece a evitar
que dos procesos, con identidad de sujeto, objeto y causa, puedan llevarse a cabo ante
dos autoridades jurisdiccionales competentes, y por ende que en tales procesos idénticos
se puedan dictar sentencias contradictorias; dicha institución está contemplada en
nuestro Ley de Derecho Internacional Privado, específicamente si analizamos el
contenido de su artículo 58, en el cual se señala que la jurisdicción venezolana exclusiva
no queda excluida por la pendencia ante un Juez extranjero de la misma causa o de otra
conexa con ella, resulta que por argumento a contrario es evidente que en los casos en
que la jurisdicción venezolana no sea exclusiva, podría permitirse que la misma quedase
excluida por la jurisdicción extranjera, claro que para ello, depende en el caso concreto
de la verificación de los siguientes requisitos:
1.- Que la causa pendiente ante tribunales extranjeros sea la misma pendiente
ante tribunales venezolanos.
2.- Que la causa cuya pendencia se alegue esté en efecto, pendiente de decisión.
3.- Que los tribunales venezolanos tengan jurisdicción para conocer del caso,
según las normas venezolanas sobre la jurisdicción contenidas en la Ley de Derecho
Internacional Privado.
4.- Que la jurisdicción de los tribunales venezolanos no sea exclusiva.
5.- Que los tribunales extranjeros ante los cuales se ha propuesto el litigio tengan
jurisdicción, de acuerdo con los principios generales de jurisdicción consagrados en la
Ley de Derecho Internacional Privado.
6.- Que el juez extranjero haya prevenido al juez venezolano, es decir, que haya
practicado la citación del demandado primero.
7.- Que esa citación se haya realizado según las normas aplicables, vigentes en el
lugar donde se lleva a cabo el juicio y en el lugar donde efectivamente se practicó.
A fin de verificar los extremos antes enumerados observa la Sala:
En relación al primer requisito, se aprecia que coinciden los elementos de
personas, objeto y causa, pues en ambos juicios las partes son George Viney Kubala y
Mariana Coromoto Capriles Santander, teniendo las causas el mismo objeto, la
disolución del matrimonio, e invocando las partes la misma causal de divorcio, la
imposibilidad de continuar la vida en común. En efecto, el ciudadano George Viney
Kubala alegó ante el tribunal estadounidense “diferencias irreconciliables” y la
29
ciudadana Mariana Capriles la causal contenida en el ordinal 3° del artículo 185 del
Código Civil, referida a “los excesos, sevicia, e injurias graves que hagan imposible la
vida en común”, siendo evidente que ambas causales tienen implícito el que sea
imposible continuar la vida en común.
Al respecto, se advierte que en cuanto a la demanda de divorcio incoada por la
ciudadana Mariana Coromoto Capriles Santander contra el ciudadano George Viney
Kubala, la Sala mediante decisión N° 1023 de fecha 03 de mayo de 2000, antes
parcialmente transcrita, estableció que los tribunales venezolanos tienen jurisdicción
para conocer la causa, ya que la ley sustantiva para regir el fondo del litigio al momento
de la introducción de la demanda era la ley nacional de las partes, es decir la ley
venezolana; por lo que teniendo dicha decisión carácter de cosa juzgada, no se amerita
un nuevo pronunciamiento en tal sentido.
En cuanto al segundo requisito, relacionado con la pendencia de la causa, se
observa:
La representación de George Viney Kubala, mediante escrito consignado el 18 de
abril de 2001, fundamentó la cuestión previa de litispendencia internacional en que “el
juicio venezolano como el juicio ante los Tribunales del Estado de California están
pendientes simultáneamente entre las mismas partes, es decir los esposos Capriles-
Viney; con el mismo objeto, valga decir la disolución por divorcio del matrimonio celebrado
entre ellos ante el Juzgado Primero de Parroquia del Distrito Federal del Cuarto Circuito
Judicial Nro. 1, el 16 de junio de 1990; y por la misma causa, la imposibilidad de
continuar la vida en común. La pendencia del juicio ante Tribunales del Estado de
California y la identidad de los elementos aquí mencionados han sido reconocidos por la
hoy demandante en el juicio venezolano en su libelo, cuyo mérito probatorio reproducimos
en este acto”. (Negrillas de la Sala).
Luego, la representación de Mariana Coromoto Capriles Santander, en fecha 21
de mayo de 2001, consignó copia certificada de la decisión dictada por el “Tribunal
Supremo de California del Condado de Ventura, Estados Unidos de América”, señalando
que la misma recayó en el juicio cuya litispendencia invocó la parte demandada, y
afirmando que el referido juicio quedó definitivamente resuelto al declarar dicho tribunal
extinguido el vínculo matrimonial existente entre las partes. Finalmente, expresó: “Es
claro que este pronunciamiento del tribunal extranjero, al sentenciar el juicio cuya
pendencia dio pie a la oposición de la cuestión previa en la presente situación, descarta
toda posibilidad de que prospere la excepción propuesta”.
Al respecto, la parte demandada alegó que la sentencia consignada por la
30
representación de la parte actora emanó de la Corte Superior de California, Condado de
Ventura y no del Tribunal Supremo de California, como señaló la intérprete público, por
lo que considera que al ser la traducción correcta “Corte Superior de California, Condado
de Ventura”, se “evidencia que se ventila un juicio de divorcio por ante la referida Corte
Superior, el cual no se encuentra definitivamente firme”.
En tal sentido, la intérprete público que tradujo la sentencia en cuestión consignó
a “petición de parte interesada” aclaratoria cursante al folio 65 de la tercera pieza del
expediente, mediante la cual expuso que la traducción del término “Superior Court of
California, County of Ventura” correspondía a una interpretación correcta basada en el
“Barron’s Law Dictionary”, por lo que no se incurrió en error alguno.
Respecto al carácter de la decisión de disolución matrimonial consignada por la
parte accionante, el a quo en la sentencia consultada indicó:

“(...) En cuanto a la probanza consignada a los folios 47 al 55, consistente en


copia certificada de la sentencia dictada por la Corte del Condado de Ventura,
Estado de California, de los Estado Unidos de Norteamérica, y su traducción por
la intérprete público REINA CAROLINA URDANETA BENITEZ. (...)
Aprecia esta Sala que la aclaratoria transcrita up supra no despeja la duda
acerca de si la sentencia fue dictada por un tribunal de última instancia, no
evidenciándose de dicha traducción ni de las actas que rielan al expediente, que
se trate de una sentencia definitivamente firme. Lo que sí está claro para esta
Sala es que la referida sentencia deja ver que existe un proceso pendiente ante
los Tribunales de los Estados Unidos de Norteamérica cuyas partes, causa y
objeto son idénticos al juicio que se ventila en nuestro país, como consecuencia
de lo anterior se concluye, que en el caso de autos están dados los supuestos
para declarar la litispendencia internacional, y en consecuencia se hace
procedente la declaratoria con lugar de la cuestión previa opuesta por la
representación judicial de la parte demandada. (...)” (Es copia textual).

Conforme a lo anterior, observa la Sala que el tribunal a quo concluyó que la


causa de divorcio seguida por el ciudadano George Viney Kubala contra la ciudadana
Mariana Capriles ante un tribunal estadounidense, no se encuentra definitivamente
firme; llegando a esa conclusión, a pesar de haber afirmado que del expediente no se
aprecia tal circunstancia de forma clara y que tales dudas no fueron despejadas por la
aclaratoria consignada por la intérprete público en cuanto a la denominación del
tribunal extranjero, no resultando posible así comprobar si se trataba de un tribunal de
última instancia.
Ahora bien, resalta la Sala que la parte demandada fundamentó la procedencia de
la litispendencia internacional en que se encuentra pendiente ante los tribunales del
Estado de California, Estados Unidos de América, la misma causa de divorcio que cursa
31
ante el tribunal remitente; en tanto que la parte actora consignó en autos en copia
certificada y traducida por intérprete público, la decisión de fecha 02 de abril de 2001,
dictada por el “Tribunal Supremo de California, Condado de Ventura”, mediante la cual
se disolvió el vinculo matrimonial existente entre el ciudadano George Viney Kubala y
Mariana Coromoto Capriles Santander.
Al respecto, se advierte que la parte accionada, quien opuso la cuestión previa de
litispendencia internacional, no demostró que la sentencia consignada por la actora, de
la cual se desprende que el tribunal estadounidense disolvió el vínculo matrimonial
existente entre las partes, no ha adquirido firmeza, bien porque se hubiese apelado de la
misma o porque los lapsos para hacerlo estuviesen pendientes.
En tal sentido, considera la Sala que la petición de la representación del
ciudadano George Viney Kubala, en cuanto a la cuestión previa de litispendencia
internacional, no resulta procedente ya que no se cumple el segundo requisito antes
enumerado que hace posible que el tribunal venezolano decline su jurisdicción para
conocer la causa en un tribunal estadounidense; por lo que la cuestión previa opuesta
ha debido ser declarada sin lugar por el tribunal a quo; determinado lo anterior resulta
inoficioso analizar los demás requisitos de procedencia. Así se decide.
32

11.- Sentencia N° 00302 del 26/02/03. SPA. Exp. N° 2000-1177

JURISDICCIÓN
LABOR INTERPRETATIVA DEL JUEZ

De tal manera que, por interpretación progresiva, debe entenderse que aún
cuando la anterior Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, nada
especificó respecto al contenido patrimonial o no de las demandas, es evidente que al no
perseguir el tercero impugnante una pretensión de condena contra la Administración,
sino lo que se desea, es un posible restablecimiento de una situación jurídica o, una
mera declaración, en estos casos, no es necesario el agotamiento del antejuicio
administrativo.
33

12.- Sentencia N° 01209 del 02/09/04. SPA. Exp. Nº 2004-0848

JURISDICCIÓN NORMATIVA
PONENCIAS CONJUNTAS

Siendo la oportunidad para pronunciarse sobre la declinatoria de competencia


efectuada por el Juzgado Duodécimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, al respecto se
observa:
En el presente caso, se ha intentado contra VENEZOLANA DE TELEVISIÓN C.A.,
una demanda estimada en la cantidad de treinta y cuatro millones ciento seis mil
doscientos ochenta y cuatro Bolívares (Bs. 34.106.284,00).
Ahora bien, observa la Sala que el numeral 24 del artículo 5 de la nueva Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela,
publicada en la Gaceta Oficial N° 37.942, de fecha 20 de mayo de 2004, establece que es
competencia de esta Sala Político-Administrativa lo siguiente:
“Conocer de las demandas que se propongan contra la República, los
Estados, los Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o
empresa, en la cual la República ejerza un control decisivo y
permanente, en cuanto a su dirección o administración se refiere, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T)”.
Ahora bien, el primer aparte del referido artículo 5 define, que dicha competencia
corresponde a esta Sala Político-Administrativa.

Como puede observarse, la norma arriba transcrita establece un régimen especial de


competencia, a favor de esta Sala Político-Administrativa, en todas aquellas acciones
que cumplan con las dos condiciones contempladas en la misma, como son: 1) Que el
demandado sea la República, los Estados, los Municipios, Institutos Autónomos,
entes públicos o empresas en la cuales la República ejerza un control decisivo o
permanente, en cuanto a su dirección o administración; y 2) Que la acción incoada
tenga una cuantía superior a setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T).
34
Debe la Sala, a los fines de establecer la competencia, analizar si la acción incoada
cumple o no con los requisitos antes mencionados, y en tal sentido señala:
En primer término, la demanda ha sido intentada contra VENEZOLANA DE
TELEVISIÓN C.A., que es una empresa propiedad del Estado, con lo cual se considera
satisfecho el primer requisito, y así se declara.
Ahora bien, en lo que se refiere al segundo requisito, es decir, el relativo a la
cuantía, esta Sala observa:
El numeral 24 del artículo 5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia
de la República Bolivariana de Venezuela, al ser comparado con la disposición contenida
en el ordinal 15 del artículo 42 de la derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de
Justicia, contiene dos importantes novedades: Por una parte, se incorpora como
competencia de esta Sala Político-Administrativa, conocer de las demandas que se
interpongan contra los Estados y los Municipios, así como contra cualquier ente público
en el cual la República ejerza un control decisivo y permanente en su dirección o
administración (competencia ésta, distinta a la que ya tenía esta Sala, conforme a la ley
derogada y que se mantiene en la nueva ley, respecto de las demandas contra la
República, los Institutos Autónomos y las empresas en las cuales el Estado tenga
participación decisiva), y por la otra, en relación a la cuantía, cuyo conocimiento se
efectúa con base a unidades tributarias y concretamente a las demandas cuya cuantía
sean superiores a setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.), lo que equivale
actualmente a un mil setecientos veintinueve millones veinticuatro mil setecientos
bolívares sin céntimos (Bs. 1.729.024.700,oo), ya que la unidad tributaria equivale para
la presente fecha a la cantidad de veinticuatro mil setecientos bolívares sin céntimos (Bs.
24.700,oo), a diferencia de la que establecía la ley derogada, cuya cuantía era por una
cantidad superior a cinco millones de bolívares (Bs. 5.000.000,oo).
Tal particularidad, es decir, la relativa a la cuantía, tiene especial significación en
este caso, en virtud de que la cuantía de la presente demanda es por la cantidad de
treinta y cuatro millones ciento seis mil doscientos ochenta y cuatro Bolívares (Bs.
34.106.284,00), por lo cual esta Sala no es competente para conocer de la misma.
Ahora bien, por cuanto esta Sala es la cúspide y rectora de la jurisdicción
contencioso administrativo, a los fines de delimitar las competencias que tendrán los
tribunales que conforman dicha jurisdicción para conocer de las acciones como la
presente, que se interpongan contra las personas jurídicas que se indican en el numeral
24 del artículo 5 de la Ley que rige a este Máximo Tribunal, y cuya cuantía sea inferior a
35
setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.), pasa a determinar dicha
competencia en la siguiente forma:
1. Los Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo Regionales,
conocerán de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los
Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la
República, los Estados, o los Municipios, ejerzan un control decisivo y permanente, en
cuanto a su dirección o administración se refiere, si su cuantía no excede de diez mil
unidades tributarias (10.000 U.T), que actualmente equivale a la cantidad de doscientos
cuarenta y siete millones de bolívares con cero céntimos (Bs. 247.000.000,00), ya que la
unidad tributaria equivale para la presente fecha a la cantidad de veinticuatro mil
setecientos bolívares sin céntimos (Bs. 24.700,00), si su conocimiento no está atribuido
a otro tribunal.
2. Las Cortes de lo Contencioso Administrativo con sede en Caracas, conocerán
de las demandas que se propongan contra la República, los Estados, los Municipios, o
algún Instituto Autónomo, ente público o empresa, en la cual la República, los Estados,
o los Municipios, ejerzan un control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o
administración se refiere, si su cuantía excede de diez mil unidades tributarias (10.000
U.T), que actualmente equivale a la cantidad de doscientos cuarenta y siete millones de
bolívares con cero céntimos (Bs. 247.000.000,00), hasta setenta mil una unidades
tributarias (70.001 U.T.), la cual equivale a la cantidad de un mil setecientos veintinueve
millones veinticuatro mil setecientos bolívares con cero céntimos (Bs. 1.729.024.700,oo),
por cuanto la unidad tributaria equivale para la presente fecha a la cantidad de
veinticuatro mil setecientos bolívares sin céntimos (Bs. 24.700,00), si su conocimiento
no está atribuido a otro tribunal.
3. La Sala Político-Administrativa, conocerá de las demandas que se propongan
contra la República, los Estados, los Municipios, o algún Instituto Autónomo, ente
público o empresa, en la cual la República, los Estados, o los Municipios, ejerzan un
control decisivo y permanente, en cuanto a su dirección o administración se refiere, si su
cuantía excede de setenta mil una unidades tributarias (70.001 U.T.), lo que equivale
actualmente a un mil setecientos veintinueve millones veinticuatro mil setecientos
bolívares sin céntimos (Bs. 1.729.024.700,oo), ya que la unidad tributaria equivale para
la presente fecha a la cantidad de veinticuatro mil setecientos bolívares sin céntimos (Bs.
24.700,oo), si su conocimiento no está atribuido a otro tribunal.
Por todo lo antes expuesto, esta Sala no acepta la competencia que le fuera
declinada por el Juzgado Duodécimo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
36
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas para conocer
de la demanda interpuesta por el ciudadano HUMBERTO CHACON RODRÍGUEZ,
actuando en su carácter de Director General de la empresa IMPORTADORA CORDI,
C.A., contra VENEZOLANA DE TELEVISIÓN C.A., por corresponder su conocimiento a
los Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo de la Región Capital, por
razón de la cuantía, ya que dicha demanda no excede de las diez mil unidades
tributarias (10.000 U.T.). Así se decide.
Finalmente, esta Sala reproduce en los mismos términos las consideraciones
anteriores, en lo referente a cuales tribunales dentro de la jurisdicción contencioso
administrativo conocerán de las acciones a que alude el numeral 25 del artículo 5 de la
Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de
Venezuela, cuando su cuantía no exceda de las setenta mil una unidades tributarias
(70.001 U.T.). Así se decide.
37

13.- Sentencia N° 1571 del 22/08/01. Sala. Const. Exp. N° 01-1274

JURISDICCIÓN NORMATIVA

Esta Sala Constitucional, desde sus primeros fallos (José Amando Mejía,
Corpoturismo, Servio Tulio León), ha venido sosteniendo que las normas
constitucionales, en particular los Derechos Humanos, los Derechos que desarrollan
directamente el Estado Social, las Garantías y los Deberes, son de aplicación inmediata,
sin que sea necesario esperar que el legislador los regule, por lo que, en ese sentido, no
actúan como normas programáticas. Para lograr tal aplicación inmediata, la Sala se ha
basado en la letra del artículo 335 constitucional, por ser el Tribunal Supremo de
Justicia el máxime garante de la supremacía y efectividad de las normas y principios
constitucionales y, además, por ser las interpretaciones de la Sala Constitucional sobre
el contenido o alcance de las normas y principios constitucionales, vinculantes para las
otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás Tribunales de la República.
En base a dicha norma (artículo 335), en los casos concretos donde surge alguna
infracción constitucional, la Sala ha ejercido la jurisdicción en forma normativa, dándole
vigencia inmediata a la norma constitucional, y señalando sus alcances o formas de
ejercicio, así no existan leyes que la desarrollen directamente.
Se trata de interpretaciones vinculantes que obran como una normativa
restringida, hasta que la Asamblea Nacional legisle sobre la materia.
Por esta vía no sólo se han colmado normas constitucionales que carecían de
cualquier desarrollo legal, como ocurrió en los fallos que tratan sobre los derechos e
intereses difusos o colectivos (Casos: Defensoría del Pueblo del 30-06-00; William Ojeda
del 31-08-00; Veedores de la UCAB del 23-08-00); o el que se refirió a la legitimación en
38
juicio de la sociedad civil (Caso: Gobernadores del 21-11-00); o el que resolvió lo relativo
al habeas data (Caso: Insaca del 14-03-01), sino que en casos donde había que aplicar
leyes que chocaban con la Constitución, se dejaron sin efecto artículos de dichas leyes, y
jurisprudencialmente se sustituyeron las normas inconstitucionales, por
interpretaciones de cómo se debía actuar, a fin que la institución prevista en la
Constitución pudiera aplicarse. Esto último sucedió, por ejemplo, con el procedimiento
de amparo (Caso: José Amando Mejía del 1º-02-00).
Este ejercicio de la jurisdicción con efecto normativo provisorio, ha funcionado
cuando se ha planteado un caso de violación constitucional concreto que ha de ser
resuelto, no siendo ello posible, cuando lo que se pide es una interpretación
constitucional en abstracto, si es la ley aún no dictada quien debe desarrollar la norma
constitucional (sentencia del 5 de octubre de 2000, Exp. 00-1236, Caso: Hermann
Escarrá).
A esta especie de ejercicio de la jurisdicción se le critica que es fuente de
incertidumbre, que no se encuentra prevenida en la ley, y que afecta la seguridad
jurídica por falta de predictibilidad. Sobre la crítica, la Sala considera que el artículo 335
Constitucional permite la jurisdicción normativa, sobre todo con relación a normas
programáticas existentes dentro de la Carta Fundamental, que quedarían en suspenso
indefinidamente hasta que el legislador tuviere a bien desarrollarlas, quedando en
suspenso su efectividad en el tiempo. Por ello, tal inmovilismo constitucional ha sido
rechazado por esta Sala, por aplicación inmediata de los principios constitucionales (ver
sentencia José Amando Mejía).
Resulta una crítica tendenciosa, la supuesta incertidumbre que causa la Sala con
este tipo de interpretación, ya que la interpretación constitucional sólo funciona cuando
no existe ley que desarrolle la norma constitucional, o ella sea contraria a la
Constitución, y siempre la interpretación queda proyectada hacia el futuro, permitiendo
que los ciudadanos (a futuro) se adapten a ella, motivo por el cual las sentencias se
difunden y se publican en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela.
La “jurisdicción normativa” estaba prevista en la Ley de Registro Público de 1940,
para que la ejerciera la Corte Federal (artículo 11 de dicha Ley de Registro Público), y en
los últimos años de la extinta Corte Suprema de Justicia, fue ampliamente ejercida -sin
base legal alguna- tanto por la Sala de Casación Civil, como por la Sala Político-
Administrativa.
La Sala de Casación Civil, perversamente cambiaba a cada momento los
requisitos de la llamada técnica del recurso de casación, los cuales no aparecían en
39
ninguna ley; y así, formalizaciones basadas en la “técnica” aceptada por la Sala en un
fallo eran declaradas inadmisibles, ya que sin previo aviso se cambiaban los requisitos
de la “técnica” con motivo del nuevo fallo donde se desechaba la anterior formalidad. La
Sala Político-Administrativa, a su vez, fue creando una teoría del proceso de amparo que
no estaba en ninguna ley, aceptando el “amparo sobrevenido”, y cambiando contra
legem las competencias señaladas en el artículo 7 de la Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, lo que hubo de ser regularizado por esta Sala
para aplicar la ley (caso: Yoslena Chanchamire).
Ha sido así, que esta Sala, fundada en el artículo 335 constitucional, para que los
principios, derechos, garantías y deberes constitucionales tengan aplicación inmediata,
ha ido creando interpretaciones vinculantes que llenen los vacíos provenientes de la falta
de desarrollo legislativo de las normas constitucionales, o de la existencia de una
situación de desarrollo atrofiado de las mismas, producto de la ley.
Cuando la jurisdicción es ejercida por el juez constitucional con el fin de
mantener la supremacía, eficacia e integridad de la Constitución, las normas clásicas
que rigen el proceso civil sufren una distensión así como los postulados del principio
dispositivo, ya que los principios y normas constitucionales no pueden quedar limitados
procesalmente por planteamientos formales, o por instituciones que impiden o
minimicen la aplicación de la Constitución.
A juicio de esta Sala, hay que distinguir las materias constitucionales reguladas
por la ley, la cual determina el cómo han de invocarse los derechos subjetivos del
accionante, y qué requisitos se exigen para ello (como ocurre con la acción de amparo,
por ejemplo) de aquéllas que aún carecen de desarrollo legal, por no existir leyes
especiales que las rijan, cual es el caso de las acciones fundadas en derechos e intereses
difusos o colectivos.
En estos últimos supuestos, al igual que otros aún no desarrollados por la ley,
como lo son, por ejemplo, instituciones como la revisión o la interpretación
constitucional, la Sala, con el fin que dichas instituciones o acciones se apliquen de
inmediato, ante el silencio legal, no se guía estrictamente por los postulados del
principio dispositivo contenidos en el Código de Procedimiento Civil y otras leyes
procesales como el Código Orgánico Procesal Penal, ya que por encima de ellos se
encuentra la aplicación directa de los derechos constitucionales, ni asume para los
procesos que hayan de tener lugar con relación al ejercicio de esos derechos, el
formalismo establecido en el Código de Procedimiento Civil, ya que es deber de la Sala,
debido al mandato Constitucional, contenido en el artículo 26 del Texto Fundamental,
40
implementar para estos procesos aun no establecidos en la ley, el proceso oral, con las
características que exige el citado artículo 26 constitucional.
Conforme a esta posición, que ya ha sido sostenida por la Sala desde el fallo del
1° de febrero de 2000, la Sala no sólo puede reformar y aplicar procesos ya existentes,
adaptándolos al artículo 26 citado, sino que ante los efectos extensivos de una
declaratoria sobre los alcances de la norma constitucional, que puede perjudicar a
terceros, siendo lo lógico llamarlos a juicio, puede ordenarlo, así el accionante ni
siquiera los haya mencionado, pero siempre que el Juez Constitucional tenga certeza
de que puedan verse afectados en sus derechos e intereses, debido a los efectos erga
omnes del fallo, o considere que deben participar en alguna forma en el proceso por
ser necesariamente co-obligados en la prestación que se demanda.
Así mismo, ante la ausencia de procedimientos señalados en las leyes, y la
necesidad de adaptar el proceso a las previsiones del artículo 26 de la vigente
Constitución, la Sala, a fin de que dicho artículo tenga vigencia, ha implantado a
procesos ya existentes, los requisitos de oralidad, gratuidad, celeridad, ausencia de
dilaciones indebidas y formalismo inútiles (no esenciales), que informan a nivel
constitucional la administración de justicia, como ya lo hizo con el procedimiento de
amparo en sentencia del 1º de febrero de 2000 (Caso: José Amando Mejía).
41

14.- Sentencia N° 1645 del 03/09/01. Sala Const. Exp. N° 2001-1229

JURISDICCIÓN ADMINISTRATIVA
PODERES DEL JUEZ (POTESTAD DISCIPLINARIA)

La Ley Orgánica del Poder Judicial, establece las facultades que tienen los jueces
de dictar sanciones correctivas y disciplinarias, en los siguientes términos:
Artículo 91:

“Los jueces podrán imponer sanciones correctivas y disciplinarias, así:


1) A los particulares que falten al respeto y orden debidos en los actos
judiciales;
2) A las partes, con motivo de las faltas que cometan en agravio de los jueces o
de las otras partes litigantes; y
3) A los funcionarios y empleados judiciales, cuando cometan en el tribunal
faltas en el desempeño de sus cargos, y cuando con su conducta comprometan
el decoro de la judicatura”.

Artículo 93:

“Los jueces sancionarán con multas que no excedan del equivalente en


bolívares a tres unidades tributarias (U.T.), o de ocho días de arresto, a quienes
irrespetaren a los funcionarios o empleados judiciales; o a las partes que ante
ellos actúen; y sancionarán también a quienes perturbaren el orden de la
oficina durante su trabajo”.

Artículo 94:

“Los tribunales podrán sancionar con multa del equivalente en bolívares a


cuatro unidades tributarias (U.T.), o con arresto hasta por ocho días, a los
abogados que intervienen en las causas de que aquellos conocen:
1) Cuando en el ejercicio de la profesión faltaren oralmente, por escrito, o de
obra al respeto debido a los funcionarios judiciales;
42
2) Cuando en la defensa de sus clientes ofendieren de manera grave o injustificada a las
personas que tengan interés o parte en el juicio, o que intervengan en él por llamado de
la justicia o a los otros colegas. Todos estos hechos quedan sometidos a la apreciación
del juez, quien decidirá discrecionalmente si proceden o no las medidas indicadas; pero
los sancionados tendrán el derecho de pedir la reconsideración de la medida si
explicaren sus palabras o su intención, a fin de satisfacer al tribunal. En caso de falta
cometida por escrito, el juez ordenará testar las especies ofensivas, de manera que no
puedan leerse....”.
De los artículos precedentemente citados, se observa la facultad que tienen los
Jueces de sancionar disciplinariamente a las partes, abogados, demás funcionarios
judiciales y a cualquier particular, cuando se faltare el respeto a su investidura, cuando
se alterare el orden de los actos judiciales, cuando se ofendiere a las demás partes y
cuando los funcionarios o empleados judiciales no cumplieren con sus funciones, por lo
que en el presente caso, la Jueza agraviante tenía la potestad para dictar la orden
disciplinaria de arresto contra el accionante, al considerar que le había faltado el respeto
y al orden del acto de la audiencia de presentación del imputado.
Ahora bien, la naturaleza jurídica de la orden disciplinaria de arresto que dicta un
Juez de la República en las circunstancias antes señaladas, corresponde a un acto
administrativo de efectos particulares. En tal sentido, es oportuno señalar que esta Sala,
en sentencia del 10 de mayo de 2001 (caso José Angel Rodríguez), señaló lo siguiente:
“...la doctrina de este Alto Tribunal ha establecido (al igual que lo
estableció la doctrina de la antigua Corte Suprema de Justicia), que la
decisión del juez de ordenar el arresto disciplinario de una persona
determinada, es un acto administrativo de efectos particulares, y en
consecuencia, debe ser impugnado -de ser el caso- a través de la vía
administrativa o contencioso administrativa. (Sentencia No. 245 de la
Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, de 1º de
marzo de 2000. Sentencia No. 577 de la Sala de Casación Civil de la
Corte Suprema de Justicia, de 29 de septiembre de 1999. Sentencia No.
847 de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia,
de 4 de diciembre de 1998)…”
43

15.- Sentencia Nº 05227 del 27/07/05. SPA. Exp. N° 2003-1003

JURISDICCIÓN
FALTA DE JURISDICCIÓN
(FRENTE A LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA)

Determinada la competencia de esta Sala para conocer del caso de autos,


correspondería pronunciarse sobre el desistimiento formulado por la ciudadana Milagros
Linares de Flores, sin embargo como punto previo debe analizar lo relativo a la
jurisdicción del Poder Judicial para conocer de la presente causa, por ser un
presupuesto forzoso de la potestad de juzgamiento de los órganos de la administración
de justicia. Al efecto, observa lo siguiente:

Se desprende de autos que la pretensión de los solicitantes se circunscribe a


solicitar el cumplimiento de unas Providencias Administrativas emanadas de la
Inspectoría del Trabajo del Estado Trujillo.

En tal sentido, la Sala ha señalado en reiterada jurisprudencia que los actos


emanados de las Inspectorías del Trabajo son actos administrativos cuyo control de
legalidad está sometido a la jurisdicción contencioso-administrativa.

Asimismo se ha destacado que los actos administrativos gozan de los principios de


ejecutividad y ejecutoriedad, lo que implica que, la Administración por sí sola, y basado
en la potestad de autotutela ejecutiva, puede realizar todas las actuaciones materiales
tendentes a obligar o constreñir a los particulares a cumplir con su mandamiento.
44
De tal manera, que la Administración cuenta con mecanismos expresamente
previstos en la ley para ejecutar forzosamente sus decisiones, como ocurre en el caso de
autos en el que los demandantes solicitan el reenganche y el pago de los salarios caídos,
los cuales son una consecuencia inmediata de habérsele declarado con lugar, en sede
administrativa, dichas pretensiones; en tal sentido, la propia Ley Orgánica del Trabajo
prevé en su artículo 642, que toda desobediencia a citación u orden emanada del
funcionario competente del trabajo, acarreará al infractor una multa no menor del
equivalente a un octavo (1/8) de un salario mínimo, ni mayor al equivalente a un (1)
salario mínimo.

De igual modo, el artículo 647 eiusdem establece el procedimiento para los casos
en que resulte necesario aplicar una sanción. Así, la mencionada norma señala que el
mismo se inicia con un acta motivada y circunstanciada que levantará el funcionario de
inspección, una vez verificada la infracción. Seguidamente, el presunto infractor contará
con un lapso de ocho (8) días hábiles para formular los alegatos que juzgue pertinentes e
igualmente, dispondrá de otros ocho (8) días hábiles para promover y evacuar las
pruebas que estime convenientes. Finalmente, el funcionario respectivo dictará una
resolución, declarando a los indiciados incursos o no en las infracciones de que se trate,
e impondrá la correspondiente sanción. Contra esta decisión podrá interponerse el
recurso previsto en el artículo 648 de la Ley Orgánica del Trabajo.

Ahora bien, en el presente caso la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo,


en la motiva del fallo dictado el 15 de mayo de 2003, estableció expresamente que la
Administración por sí sola y basada en la potestad de autotutela ejecutiva, puede
realizar las gestiones tendentes a la ejecución de sus propios actos, por lo que, es
evidente que existe falta de jurisdicción del Poder Judicial frente a la Administración, ya
que corresponde a la propia Inspectoría del Trabajo del Estado Trujillo ejecutar sus
propios actos. Así se decide.

En consecuencia, debe confirmarse, en los términos antes expuestos, la decisión


objeto de consulta de fecha 15 de mayo de 2003. Así se decide.

Finalmente, vista la declaratoria anterior, resulta inoficioso pasar a pronunciarse


sobre el desistimiento formulado por la ciudadana Milagros Linares de Flores. Así se
declara.
45

16.- Sentencia N° 01603 del 29/09/04. SPA. Exp. N° 2004-0785

JURISDICCIÓN-ACCIÓN
JUEZ EXTRANJERO
LITISCONSORCIO

Ahora bien, en el ámbito de la competencia procesal internacional directa un


litisconsorcio necesario pasivo condiciona el ejercicio de la jurisdicción de los tribunales
venezolanos, a la presencia necesaria en el proceso de una pluralidad de sujetos
respecto a los cuales el Estado venezolano debe afirmar su competencia procesal
internacional directa. (Vid. HERNÁNDEZ-BRETÓN, Eugenio; Modificación de la
Competencia Procesal Internacional Directa por razón de conexión (especial referencia a
los litisconsorcios pasivos), Revista de la Facultad de Derecho N° 43, UCAB, 1991, p. 239
y ss.)

Señalado lo anterior, advierte esta Sala que los codemandados tienen domicilios
distintos, toda vez que según se desprende de autos las ciudadanas Karina Aurora
Torres Vaamonde y Karen Alejandra Torres Vaamonde (quienes presuntamente se dieron
por citadas en el juicio en fecha 27 de septiembre de 2002) en su condición de herederas
universales del ciudadano Vicente Daniel Torres, (folio 294), se encuentran domiciliadas
en Venezuela, el cual igualmente era el domicilio de su causante antes de su
fallecimiento, y el ciudadano Lester C. Hess Jr. –según se desprende del poder otorgado
a sus apoderados judiciales (folios 326 al 331)- actualmente se encuentra domiciliado en
los Estado Unidos de América, pero para la fecha de interposición de la demanda se
encontraba domiciliado en Venezuela (folio 201), y la codemandada EMPRESAS ARTURO
46
INTERNACIONAL, S.A., está domiciliada en la República de Panamá (folios 212 al 215),
razón por la cual y en virtud del carácter alternativo que revisten los criterios atributivos
de jurisdicción previstos en la Ley que rige la materia, resulta necesario acudir a los
criterios especiales de jurisdicción en controversias originadas por el ejercicio de
acciones patrimoniales, contenidos en el artículo 40 antes citado.
Como puede apreciarse, la norma transcrita contempla criterios especiales de
jurisdicción en materia de acciones patrimoniales, de los cuales se debe hacer referencia
al lugar de citación personal del demandado, por cuanto se evidencia de autos (folios
155 vto. y 156) la notificación practicada por el Alguacil especial del Juzgado Quinto de
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del
Distrito Federal y Estado Miranda en fecha 12 de noviembre de 1991, en la cual dejó
constancia que le entregó personalmente al ciudadano Lester C. Hess Jr. copia
certificada del escrito de demanda interpuesto en su contra y “en la cual se [le] ordena
citar en [su] carácter de Presidente de la Empresa demandada ARTURO INTERNACIONAL
S.A., y en [su] propio nombre y [sus] propios derechos”.
Asimismo, cabe destacar, que tratándose de una persona jurídica, el ciudadano
que fue citado en su representación debe estar facultado para ello, y al respecto se
observa que, efectivamente, consta a los folios 212 al 215 del expediente el acta
constitutiva original de la sociedad mercantil Empresas Arturo Internacional, S.A., de
fecha 12 de abril de 1991, la cual establece en su cláusula décima lo siguiente:

“DÉCIMO: Los primeros dignatarios de la sociedad serán:


NOMBRES CARGOS
LESTER CECIL HESS PRESIDENTE/TESORERO
OCTAVIO SMITH MONTERROSO SECRETARIO
El Presidente será el representante legal de la sociedad.” (Subrayado de la
Sala)

En consecuencia, por cuanto la citación personal del demandado fue practicada


en el territorio de la República Bolivariana de Venezuela, los tribunales de la República
tienen jurisdicción para conocer la controversia planteada, de conformidad con lo
previsto en el numeral 3 del artículo 40 de la Ley de Derecho Internacional Privado. Así
se declara.

No obstante lo anterior, debemos agregar que los criterios atributivos de


jurisdicción directa asignan competencia procesal internacional a los tribunales
venezolanos, sin excluir la jurisdicción que eventualmente podrían tener tribunales
extranjeros, es decir, que la atribución de jurisdicción que hace el legislador venezolano
47
a sus propios tribunales reviste carácter concurrente. Sin embargo, el legislador puede
establecer para ciertos casos la exclusividad de la jurisdicción venezolana, como por
ejemplo en el caso de controversias relativas a derechos reales sobre bienes inmuebles
situados en el territorio de la República.

En orden a lo anterior, cabe destacar que determinada la jurisdicción de los


tribunales de la República para conocer el presente caso, corresponde a esta Sala
pronunciarse sobre el alegato formulado por la parte demandada referido a la derogación
convencional de la jurisdicción venezolana a favor de los tribunales de la República de
Panamá, en virtud de la existencia de una cláusula de elección de jurisdicción
estipulada en el contrato de compra-venta cuya nulidad se pretende, la cual establece:

“CUARTA. LEY GOBERNANTE Y JURISDICCIÓN. 4.1. Los otorgantes


manifiestan que el presente negocio se regula en aspectos de fondo por
voluntad expresa de ambas partes, de acuerdo a las leyes sustantivas de la
República de Panamá, excluyendo las normas de Derecho Internacional Privado
que eventualmente resultaren aplicables. 4.2. Los otorgantes aceptan que
cualquier duda o controversia que pudiere surgir de la ejecución o
interpretación de este negocio, se someta por voluntad expresa de ambas
partes, a los órganos jurisdiccionales competentes de la ciudad de Panamá,
República de Panamá.”
En este sentido, cabe destacar que las cláusulas de elección de foro constituyen
una manifestación de la autonomía de la voluntad de las partes, reconocida por el
legislador como criterio atributivo de jurisdicción, pues a través de ellas las partes en un
contrato vinculado con diversos ordenamientos jurídicos pueden determinar
directamente el Estado a cuya jurisdicción desean someter las controversias que puedan
surgir con ocasión al contrato en cuestión. Dicha cláusula tiene sentido siempre que se
refiera a relaciones existentes entre las partes contratantes, pero se diferencia de tales
relaciones jurídicas, pues la impugnación del contrato principal no afecta la validez del
acuerdo de elección de foro. (Vid. HERNÁNDEZ-BRETÓN, Eugenio; Problemas
Contemporáneos del Derecho Procesal Civil Internacional Venezolano, Sherwood 2004, p.
41 y ss.)

No obstante, el artículo 47 de la Ley de Derecho Internacional Privado contempla


tres supuestos en los cuales la jurisdicción de los Tribunales de la República no podrá
ser derogada convencionalmente, a saber: a) controversias relativas a derechos reales
sobre bienes inmuebles situados en el territorio de la República; b) materias respecto de
las cuales no cabe transacción; y c) materias que afecten los principios esenciales del
orden público venezolano.
48
Esta inderogabilidad no establece únicamente supuestos de jurisdicción exclusiva
(el único supuesto de jurisdicción exclusiva se corresponde con el caso de los bienes
inmuebles situados en la República), sino que fija los casos en los que una vez
establecida la jurisdicción venezolana en virtud de alguno de los criterios atributivos,
ésta no puede ser sustraída por la voluntad de los litigantes mediante la sumisión a
tribunales extranjeros o a árbitros que resuelvan en el extranjero.
En este sentido, se observa que el asunto bajo examen no está referido a
controversias sobre bienes inmuebles situados en el territorio de la República, tampoco
se circunscribe a materias que no admitan transacción, ni afecta el orden público
interno; ello podría llevar a la conclusión lógica de declarar la validez de la derogación de
la jurisdicción venezolana a favor de los Tribunales de Panamá. Sin embargo, estima la
Sala, que el legislador admite la regla de la derogatoria de la jurisdicción por la vía
convencional, esto es, cuando las partes de común y previo acuerdo deciden, luego de
un proceso de discusión y fijación de los términos que regirán la relación contractual.
Al respecto, esta Sala observa que los ciudadanos Vicente Daniel Torres Ayuso y
Lester C. Hess Jr., este último en representación de la sociedad mercantil Empresas
Arturo Internacional, S.A., suscribieron un contrato de compra-venta de diez (10)
acciones comunes del capital social de la sociedad mercantil Corporación Arven. S.A.
Por su parte, la ciudadana María Del Carmen Vaamonde de Torres (quien no fue
parte en el contrato) interpuso ante el Juzgado Quinto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda, demanda por nulidad de la venta antes referida, alegando que ella es
propietaria de las acciones vendidas y que no prestó su consentimiento para dicha
enajenación.
Así, cabe destacar que de acuerdo a los establecido en el artículo 1.166 del Código
Civil “Los contratos no tienen efectos sino entre las partes contratantes; no dañan ni
aprovechan a los terceros, excepto en los casos establecidos por la Ley”. Por lo que, mal
pueden las partes contratantes oponer una cláusula del contrato por ellas estipulado a
un tercero que no participó de forma alguna en la convención.
Más aún, considerando que la consecuencia de una cláusula contractual de
elección y derogación de la jurisdicción, por un lado establece la competencia de los
tribunales de un Estado pero, por otro, impide que los órganos jurisdiccionales de otro
Estado soberano sean activados para la resolución de controversias para las que resulta
también competente, la interpretación de la fórmula legal que lo permite debe hacerse en
el estricto sentido de sus palabras.
49
En consecuencia, resulta forzoso para esta Sala desechar el alegato esgrimido por
los apoderados judiciales de los codemandados, referido a la derogatoria convencional de
la jurisdicción venezolana para conocer el presente asunto. Así se declara.

17.- Sentencia N° 01410 del 23/09/03. SPA. Exp. N° 2003-0980

JURISDICCIÓN
FRENTE AL JUEZ EXTRANJERO
CRITERIOS ATRIBUTIVOS

Corresponde a esta Sala pronunciarse sobre el recurso de regulación de


jurisdicción presentado por los apoderados judiciales de la parte actora en fecha 14 de
julio de 2003 y, a tal efecto, observa:
En anteriores oportunidades esta Sala ha señalado que existe falta de jurisdicción
o defecto de jurisdicción cuando el conocimiento de una controversia no atañe al Poder
Judicial venezolano, bien por corresponder su conocimiento a los órganos de la
Administración Pública o a un juez extranjero; en el presente caso se plantea la falta de
jurisdicción de los Tribunales venezolanos, de acuerdo al último de los supuestos
mencionados, por lo cual se impone analizar el asunto a la luz de la Ley de Derecho
Internacional Privado, publicada en la Gaceta Oficial Nº 36.511, del 06 de agosto de
1998, vigente a partir del 06 de febrero de 1999, a los fines de precisar a quien le
corresponde la jurisdicción para proveer sobre lo demandado. En este sentido, el
artículo 1° de la mencionada Ley establece:
“Artículo 1. Los supuestos de hecho relacionados con los ordenamientos jurídicos
extranjeros se regularán, por las normas de Derecho Internacional Público sobre la
materia, en particular, las establecidas en los tratados internacionales vigentes en
Venezuela; en su defecto, se aplicarán las normas de Derecho Internacional
Privado venezolano; a falta de ellas, se utilizará la analogía y, finalmente, se
50
regirán por los principios de Derecho Internacional Privado generalmente
aceptados.”

Ahora bien, por cuanto no existe tratado internacional suscrito entre la República de
Venezuela y los Estados Unidos de América que regule lo referente a la jurisdicción,
corresponde a esta Sala analizar el caso planteado a la luz de las normas del Derecho
Internacional Privado venezolano, y en tal sentido observa:

El artículo 39 de la Ley de Derecho Internacional Privado, dispone que el primer


criterio atributivo de jurisdicción corresponde al lugar de domicilio del demandado, y en
concordancia con lo anterior señala el artículo 40 del Código de Procedimiento Civil, que
las demandas relativas a derechos personales y las relativas a derechos reales sobre
bienes muebles se propondrán ante la autoridad judicial del lugar donde el demandado
tenga su domicilio, o en defecto de éste su residencia.

Conforme a los artículos indicados anteriormente y del documento poder otorgado


por la demandada a sus representantes judiciales, el cual corre inserto a los folio 137 y
147 del expediente judicial, se desprende que el caso de autos se ajusta al supuesto de
hecho de la referida norma, toda vez que la Institución bancaria demandada se
encuentra domiciliada en el Municipio Chacao del Estado Miranda, es decir, en el
territorio de la República Bolivariana de Venezuela,

En tal sentido, considera esta Sala que los elementos anteriores, constituyen
fundamento suficiente para sostener, en razón del criterio atributivo de jurisdicción
arriba expuesto, que la presente causa se encuentra sometida a la jurisdicción
venezolana. Así se declara.

En razón de lo anterior, resulta forzoso declarar improcedente la solicitud de


regulación de jurisdicción formulada por los apoderados de la parte accionada, con
ocasión a la sentencia dictada el 8 de mayo de 2003, por el Juzgado Séptimo de Primera
Instancia en lo Civil y Mercantil Bancario con Competencia Nacional y sede en la ciudad
de Caracas, la cual se confirma. Así se declara.
51

18.- Sentencia N° 01830 del 08/08/01. SPA. Exp. Nro. 13487

JURISDICCIÓN
FRENTE AL JUEZ EXTRANJERO (LABORAL)

Esta Sala en anteriores oportunidades ha señalado que existe falta de jurisdicción


o defecto de jurisdicción cuando el conocimiento de una controversia no atañe al Poder
Judicial venezolano, bien por corresponder su conocimiento a los órganos de la
Administración Pública o a un juez extranjero; en el presente caso se plantea la falta de
jurisdicción de los Tribunales venezolanos.
Del libelo de demanda se constata que lo planteado ante el tribunal de la causa es
una acción por cobro de prestaciones sociales, generados por el contrato de trabajo
suscrito entre la compañía Bailey Meter Company C.O. y el ciudadano Carlos Serapio
García.
Ahora bien, según se desprende de la propia narrativa del libelo, la parte actora
inició su relación laboral con la empresa Bailey Meter Company C.A., sociedad mercantil
regida por las leyes de los Estados Unidos de América, siendo transferido a distintas
sucursales de la misma empresa en diversos países, tales como España, Portugal y
Alemania, siendo su último traslado efectuado en fecha 15 de enero de 1993 a Venezuela
para ocupar el cargo de Gerente General de la sociedad mercantil Bailey de Venezuela
C.A., empresa domiciliada en Valencia, Estado Carabobo e inscrita en el Registro
Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo en fecha 17 de
52
junio de 1992, bajo el Nº39, tomo 20-A, y siendo en la actualidad su nombre Elsag
Bailey C.A..
Esta Sala ha dejado establecido que la regla para determinar la jurisdicción de
nuestros tribunales respecto de los extranjeros es el domicilio del demandado, por
cuanto este tiene derecho a que no se le demande sino ante los tribunales de su
domicilio, lo cual facilita y hace menos onerosa su defensa, como lo prevé el artículo 39
de la Ley de Derecho Internacional Privado, el cual establece:
“Artículo 39: Además de la jurisdicción que asigna la ley a los tribunales
venezolanos en los juicios intentados contra personas domiciliadas en el
territorio nacional, los tribunales de la República tendrán jurisdicción en juicios
intentados contra personas domiciliadas en el exterior en los casos
contemplados en los artículos 40, 41 y 42 de esta Ley”.

En el caso sub judice, tal como consta en el expediente la parte demandada Bailey
de Venezuela C.A., tiene su domicilio en Venezuela, así mismo se observa según el
propio libelo de demanda, como de los documentos anexos, folios 17, 18 y 19 del mismo,
que las partes acordaron el nombramiento del ciudadano Carlos Serapio García como
Gerente General de la sociedad mercantil Bailey de Venezuela C.A., y que el mismo
prestaría sus servicios en el país, como en efecto sucedió, todo lo cual determina que la
jurisdicción para conocer de la presente demanda corresponde a los tribunales
Venezolanos. Así se declara.
53

19.- N° 1200 del 25/05/00. SPA. Exp. N° 0391

JURISDICCIÓN
CONSULTA OBLIGATORIA

Este Máximo Tribunal ha precisado en anteriores oportunidades, y lo ratifica una


vez más, que la jurisdicción consiste en la función del Estado de administrar justicia, lo
que constituye una de las prerrogativas de su soberanía. La falta de jurisdicción sólo
puede ocurrir, o bien cuando el conocimiento del asunto esté atribuido a la
Administración Pública, o bien respecto del juez extranjero.
Con relación a las decisiones en materia de jurisdicción, la entonces denominada
Corte Suprema de Justicia venía sosteniendo que la consulta operaría siempre ante la
Sala Político-Administrativa (Vid. Sentencia de esta Sala del 14 de diciembre de 1994,
caso: Yolanda Salazar de Regnault).
En efecto, dejó sentado la Sala en esa oportunidad que:

“(...) La consulta es un recurso de tal trascendencia que se deja en las


manos de esta Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de
Justicia, por lo cual, ella se refiere a situaciones en las cuales está
interesada efectivamente la soberanía de la República (frente a la
jurisdicción extranjera) o bien la autonomía del Poder Judicial (frente a la
Administración).
54
En base al anterior argumento, si el juez declara su jurisdicción, no están
afectados por ello los mecanismos fundamentales del Estado como tal, lo
que sí sucede cuando niega su jurisdicción.
Además de la consulta obligatoria del fallo, el Código de Procedimiento
Civil prevé la regulación, por lo cual, siempre es posible obtener la
decisión de la Sala sobre la materia por tal vía, si el juez ha afirmado su
jurisdicción y la parte no está de acuerdo con tal declaratoria.
(...) Por consiguiente, sólo la declaratoria de falta de jurisdicción del juez
respecto de la Administración Pública da lugar a consulta, en tanto que no
procede ésta cuando el Juez afirma su potestad para conocer un
determinado asunto.”

El criterio antes expuesto, reviste ahora mayor relevancia a partir de la entrada en


vigencia de la Ley de Derecho Internacional Privado, que prevé en su normativa, lo
relativo a la falta de jurisdicción del juez en aquellos asuntos que interesan al Derecho
Procesal Civil Internacional. En efecto, la citada Ley, en su artículo 57, prevé:

“La falta de jurisdicción del Juez venezolano respecto del Juez extranjero
se declarará de oficio, o a solicitud de parte, en cualquier estado o grado
del proceso.
La solicitud de regulación de la jurisdicción suspende el procedimiento
hasta que haya sido dictada la decisión correspondiente.
En caso de afirmarse la jurisdicción de los Tribunales venezolanos la
causa continuará su curso en el estado en que se encuentra al dictarse
la decisión, pero la decisión que la niegue deberá ser consultada en la
Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa, a cuyo efecto se
le remitirán inmediatamente los autos y si es confirmada se ordenará el
archivo del expediente, quedando extinguida la causa.”

El dispositivo antes transcrito resulta de aplicación inmediata por


preceptuarlo así el artículo 24 de la también novísima Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, el cual dispone:

“Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto


cuando imponga menor pena. Las leyes de procedimiento se aplicarán
desde el momento mismo de entrar en vigencia aun en los procesos que
se hallaren en curso; pero en los procesos penales, las pruebas ya
evacuadas se estimarán, en cuanto beneficien al reo o rea, conforme a la
ley vigente para la fecha en que se promovieron.
Cuando haya dudas se aplicará la norma que beneficie al reo o rea.”

Por tanto, concluye esta Sala que, en ejercicio del mandato constitucional, ha de
aplicarse de forma inmediata el artículo 57 de la Ley de Derecho Internacional Privado en
los casos que, como el presente, le corresponda resolver acerca de la jurisdicción del juez
55
venezolano frente al juez extranjero. En el caso bajo estudio, esta afirmación significa que
sólo en los casos en que el juez declare la falta de jurisdicción tiene consulta, y no así la
decisión con base en la cual se confirme la atribución que tiene el Poder Judicial para
conocer y decidir un caso en concreto. Por tanto, resulta infundada la decisión del juez a
quo de remitir el presente expediente a esta Sala Político Administrativa y así se declara.

20.- Sentencia N° 01984 del 20/09/01.SPA. Exp. N° 2001-0415

JURISDICCIÓN-PODER JUDICIAL

Esta Sala ha establecido, en reiterada jurisprudencia, el criterio según el cual


corresponde al Poder Judicial, a través de los Tribunales de Justicia, el conocimiento y
decisión de las acciones por resolución o cumplimiento de contrato, independientemente
de su naturaleza, y consecuentemente la entrega del inmueble objeto del contrato, por
cuanto la atribución conferida en materia inquilinaria a la Dirección de Inquilinato,
dependiente del Ministerio de Infraestructura o de las Alcaldías Municipales, actuando
en materia inquilinaria, según sea el caso, está dirigida únicamente a tramitar las
solicitudes de fijación de cánones de arrendamiento de los inmuebles sujetos a
regulación, de conformidad con el artículo 2º de la nueva Ley de Arrendamientos
Inmobiliarios, vigente a partir del 1º de enero del año 2000.
Del análisis del libelo de la demanda, resulta evidente que la acción ejercida es de
resolución de un contrato de arrendamiento, acción ésta de derecho común prevista en
el artículo 1.167 del Código Civil, cuyo conocimiento y decisión única y exclusivamente
corresponde a los órganos jurisdiccionales, según lo dispuesto en el artículo antes
56
mencionado, y en consideración de la precisión contenida en el artículo 1º del Código de
Procedimiento Civil y en el artículo 33 de la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios. Así se
declara.

21.- Sentencia N° 02624 del 05/05/05. SPA. Exp. Nº 2002-0938

JURISDICCIÓN-COMPETENCIA
CRITERIOS TSJ (ACTOS INSPECTORÍAS DEL TRABAJO)

Como quedó descrito supra, esta Sala mediante sentencia N° 704, del 14 de mayo
de 2003, acordó diferir el pronunciamiento respecto a cual es el tribunal competente
para conocer del presente recurso de nulidad ejercido contra un acto emanado de una
Inspectoría del Trabajo, en virtud del conflicto planteado ante la Sala Plena de este
Máximo Tribunal, con relación a los criterios de la Sala Constitucional y de esta Sala
Político-Administrativa, a tenor de lo establecido en el ordinal 7° del artículo 42, en
concordancia con el artículo 43 de la entonces vigente Ley Orgánica que regía las
funciones de este Alto Tribunal, (ver sentencia de esta Sala N° 08 de fecha 09 de enero
de 2003), toda vez que esta Sala consideraba a los Tribunales laborales, actuando como
Tribunales especiales de lo contencioso administrativo en dicha materia, competentes
para conocer de este tipo de casos, ello con fundamento en reiterada jurisprudencia de
esta Sala (sentencia de fecha 9 de abril de 1992, Caso: Corporación Bamundi, C.A.,
entre otras).
57
Ahora bien, el referido conflicto fue resuelto mediante sentencia de la Sala Plena
de este Máximo Tribunal de fecha 5 de abril de 2005, en la cual se dejó sentando que
ante la inexistencia de una norma legal expresa que atribuya a los Tribunales Laborales
la competencia para conocer de las providencias emanadas de las Inspectorías del
Trabajo, dicha competencia corresponde a los órganos de la jurisdicción contencioso
administrativa, conforme a lo dispuesto en el artículo 259 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela.

Concluyó la Sala Plena, que el conocimiento de los recursos contencioso


administrativos que se intenten contra los autos administrativos emanados de las
Inspectorías del Trabajo, atendiendo al derecho de acceso a la justicia de los
particulares, corresponde a los Juzgados Superiores de lo Contencioso Administrativo
Regionales.

Conforme a las consideraciones expuestas en el fallo antes aludido, esta Sala,


atendiendo al caso de autos, observa que se ha ejercido un recurso de nulidad contra el
acto administrativo contenido en la Providencia Administrativa N° 01-156, de fecha 28
de septiembre de 2001, emanado de la Inspectoría del Trabajo en la Zona del Hierro de
Puerto Ordaz-Estado Bolívar, mediante la cual se declaró sin lugar la solicitud de
reenganche y pago de salarios caídos intentada por el ciudadano Juan Alfredo Salazar
Velásquez, contra la sociedad mercantil EMSERVINT, C.A., por lo que resulta aplicable
el criterio expuesto por la Sala Plena de este Máximo Tribunal, siendo procedente
declarar competente para conocer del caso al Juzgado Superior Primero en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, de Protección del Niño y del Adolescente y Contencioso
Administrativo del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar.
Así se declara.
58

22.- SENTENCIA N° 1832 del 8/8/01 SPA

JURISDICCIÓN
EJERCICIO FUNCIÓN JUDICIAL

En este sentido, se observa que, conforme a lo señalado anteriormente, la función


judicial debe ser ejercida con el mayor decoro posible y atendiendo a los principios de
ecuanimidad y buena conducta, por lo que cualquier actuación que pueda comprometer
la dignidad del cargo o constituya una mala imagen al concepto público, debe ser
sancionada, supuesto en el que se vieron subsumidos perfectamente los hechos
acontecidos en fecha 9 de julio de 1996, y que encuadran en la disposición del ordinal
5º del artículo 43 de la entonces Ley de Carrera Judicial, aplicable para el momento en
que ocurrieron las conductas imputadas, motivo por el cual esta Sala considera
ajustada a derecho la sanción aplicada por el entonces Consejo de la Judicatura a la
recurrente, ya que basta con que se produzca una sola de las causales contenidas en el
referido artículo 43 de la derogada Ley de Carrera Judicial, para sancionar a un juez
con la medida de suspensión.
59

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