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TEORICA Y PRACTICA.
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TODA CLASE -

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de preparar

Y DISTRIBUIR L0S JARDINES,


..

CONUNA IDEA

DE LOS LLAMADOS INGLESES,

.
una apéndice para el cultivo de los tiestes de
ventanas, balcones y terrados. - -

ESCRITO

segun los adelantos del dia, y conforme á la práctic de los


mas célebres jardineros. º

sEN UNIBA EDICICIDN,

ºv
y en EEE leae.
-
ESTA OBRA ES PROPIEDAD.

imprenta de M. R. y Fonseca,
Calle de la Gorguera, núm. 7.

, 55.
TRATADO

a»a aaaaaaaaaas
CAPITULO PRIMERO.

DE Lo PERTENECIENTE AL JARDINERo.

El jardinero es entre todos los agri


cultores el que debe reunir mayores co
nocimientos de la ciencia, mas curio
sidad en sus operaciones, y el que ne
cesita tener presente las nociones físi
cas de los vejetales. Debe saber cultivar
hortalizas, flores, plantas curiosas, y co
nocer perfectamente el cultivo y direc-.
cion de los árboles en jeneral; sin em
bargo, en este tratado solo le conside
raremos como florista, cuyos conocimien.
tos se limitan á cultivar y distinguir las
plantas de flores y las olorosas que se
cultivan en los jardines, de las cuales va
mos á tratar únicamente.
El jardinero florista debe mantener
siempre limpio su jardin de cantos, ma
las yerbas, hojas secas, y cualq iera otra
— 6 —
materia que pueda perjudicar á la lin
pieza y buena vista; mantener los cua-,
dros y paseos del jardin siempre iguales,
removidos y hermoseados; distribuir y
ordenar con todo cuidado y simetria las
plantas, segun sus clases, especies y va
ríedades: por último, ha de ser laborioso,
activo y celoso de su buena reputacion,
la que adquirirá indudablemente si reune
estos principios al manejo y cultivo de
las plantas que estan á su cuidado.
Los cuadros del jardin se deben le
vantar anualmente, ó al menos de dos
en dos años para cavarlos, limpiar
los de cantos, yerbas y raices malas, y
embasurarlos ; y tambien para renovar
y multiplicar las plantas perennes que
haya en ellos: esta operacion debe ha
cerse desde octubre hasta principios de
febrero. -

Las labores menores se hacen con


el almocafre, y deben repetirse con fre
cuencia, ya para destruir las malas yer
bas que nacen, ó ya para mantener hueca
y removida la superficie de la tierra, que
se apelmaza y endurece con los riegos:
estos se han de repetir en el estío siem
pre que las plantas lo necesiten, porque
los fuertes calores que esperimentamos
en nuestro clima, los aires solanos, y la
— 7 —
falta de ventilacion que suelen tener la
mayor parte de los jardines, no admiten
dilacion en los riegos. Como el jardinero
florista debe conocer perfectamente to
das las partes de que se componen las
plantas, vamos á manifestar aquí la or
ganizacion de estas.

Organizacion de las plantas.


Las plantas constan de raices, tallo,
hojas y flores.
Las raices pueden dividirse en tres
clases: bulbosas, tuberosas y fibrosas. En
las bulbosas entran todas las conocidas
con el nombre de cebollas; las raices tu-
berosas son unos cuerpos carnosos, sóli
dos, duros, y jeneralmente mas gruesos
que el tallo, como la patata, batata, etc.
Las raices fibrosas, ó son carnosas, ó se
vuelven leñosas: las rapas y nabos tie
nen raices carnosas en figura de un uso,
ó redondas; pero el cuerpo carnoso de
unas y otras echa raices conocidas con
el nombre de fibrosas, porque parecen fi
bras ó hilillos. Las otras raices tambien
son fibrosas en sus principios, pero se
vuelven progresivamente leñosas, como
las de los árboles y arbustos, y las de
algunas plantas viva ces.
- 8 —
Las raices en los vejetales son lo que
en los animales los intestinos, porque
sus funciones consisten en suministrar
á la planta la mayor parte de su alimen
to: cada una de sus fibras aspira la hu
medad de la tierra y las sales que han
de sustentar los tallos, las hojas, las flores
y los frutos; de consiguiente, siempre se
debe conservar cuanto sea posible la es
tremidad de las raices.
El tallo es aquella parte que sale del
cuello de las raices, y produce los ra
mos y las hojas. Se llama tronco en los
árboles; en las plantas gramíneas, como
el trigo, se le dá el nombre de caña; y
en la mayor parte de las liláceas, como
el tulipan y el jacinto, se denomina vara.
Si se daña al tallo hiriéndole ú obligán
dole á seguir una direccion forzada, se
altera toda la planta.
Las hojas son aquellas partes de la
planta que acompañan á los tallos, á las
ramas y á las flores: son delgadas, regu
larmente verdes, sostenidas por un pe
ciolo, y algunas veces adherentes por su
base. Se distingue la hoja en dos partes
principales, que son el peciolo ó rabi
llo, y la hoja propiamente dicha: el pe
ciolo es un cilindro pequeño y leñoso,
que sale de la rama ó del tallo, y abrién
- 9 —
dose hácia la estremidad, nacen de él los
nervios que forman la parte leñosa de la
hoja: esta se compone de los nervios prin
cipales, y de ellos salen otros en mu
chos sentidos, lo cual forma una red;
las dos superficies de esta red se hallan
cubiertas por una corteza y una epi
dermis. -

Las hojas son los órganos destina


dos por la naturaleza á la respiracion
y traspiracion de las plantas: la super
ficie superior de la hoja está llena de
agujeritos imperceptibles, por los cua
les aspiran el aire necesario para vivir;
los poros que tiene en la superficie in
ferior sirven para espeler la superabun
dancia de las materias organizadoras ó
escreciones. Es tan indispensable la res
piracion á los vejetales como á los ani
males; por esta razon debe cuidarse de
las hojas como de cualquiera otra par-
te de la planta: si se examina con aten
cion la rama de un árbol ó de un arbus
to, se observará que cada boton que se
forma tiene su hoja, y que á medida que
este boton se va abriendo para forraar
el brote, se halla siempre terminado por
una hoja, que viene á ser la verdadera
nodriza de la yema ó botoncillo nuevo:
esto puede probarse fácilmente , pues
— 10 —
si se quitan algunas hojas se verá que al
año siguiente no sale ningun brote en
este paraje. Sin las hojas, pues, no solo
no habrá jamás boton de fruto ó de flor,
sino que faltándole todas á una planta,
pereceria de asfixia, como un animal á
quien se privase de la respiracion.
Las flores son los órganos mas esen
ciales de las plantas, porque en ellos se
verifica la fecundacion: en esta parte de
la planta es donde nos estenderemos mas,
como que las flores son el principal ob
jeto del presente tratado.

Partes esenciales de la flor.


La flor está compuesta de muchas,
partes, que todas concurren á su perfec-.
cion, y sirven no solo para hermosear
la, sino, lo que es mas esencial, para des
empeñar las funciones que le ha confia
do la naturaleza. Por lo regular se cuen
tan cinco partes esenciales, que son: el
pedúnculo, el cáliz, la corola ó los pétalos,
el pistilo y los estambres.
El pedúnculo es la prolongacion del
tallo, que sostiene comunmente la flor,
aunque muchas veces no lo hay, y está
pegada al mismo tallo ó sobre los ramos:
en este caso se llaman sesiles, como la
— 11 —
yerba turca: la estremidad del pedúncu
lo, en la cual descansa la flor, se llama
receptáculo.
El cáliz es la parte mas esterior de
la flor, que rodea ó sostiene las demas
partes: jeneralmente es verde, y rara vez
sin division.
La corola es la cubierta mas inme
diata á los estambres y pistilos, por lo
regular muy coloreada, y dividida en
muchas partes que se llaman pétalos: la
corola de una sola pieza puede tambien
llamarse pétalo. -

El estambre comprende dos partes: el


hilillo ó filamento, y la antera: el hi
lillo ó filamento es un apoyo muy del
gado que sostiene la cima del estambre,
que es una especie de bolsita que con
tiene los granillos del polvo fecundante;
esta bolsa ó cajita se llama antera, y es
la parte masculina de la planta.
El pistilo se compone de tres partes,
que son: el ovario, el estilo y el estigma.
El ovario es la base del pistilo, y con
tiene los embriones ó jérmenes: ordi
nariamente está sostenido por el mismo
receptáculo. El estilo es un cañoncito
casi siempre fistuloso, que sube mas
arriba del ovario, ó tiene la insercion
muchas veces á su lado ó en su base, y
— 12 — -

sostiene el estigma ó parte superior del


pistilo. Este estigma, cuya hechura no
es siempre la misma en todas las flores,
es la parte femenina de la planta, y por
ella llega el polvo fecundante hasta el
ovario y los jérmenes.
Estas son las partes esenciales de la
flor completa, ó al menos las que se en
cuentran en ella casi siempre, aunque
Suele acontecer que en ciertas especies
faltan algunas de estas partes; es decir,
en unas el cáliz, en otras la corola, en
estas los filamentos de los estambres,
en aquellas el estilo del pistilo; pero
en ninguna falta la antena ni el estig
ma y el ovario, porque estos órganos
son indispensables para la fecundacion:
no se conoce en la botánica escepcion
alguna de esta ley universal: aunque
una planta puede reproducirse de va
rios modos como por estacas, esque
jes, etc., no hay semilla si no hay fe.-
cundacion, ni puede haber fecundacion
sin jérmen de una parte y polvo fecun
dante de la otra.

Partes accesorias de la flor.


Ademas de las partes que aquí he
mos considerado como esenciales para
— 13 —
la flor, tiene otras que solo son acceso
rias, es decir, que no se encuentran
mas que en ciertas especies, y que no
son precisas para su fecundacion: regu
larmente estan en las inmediaciones de
las flores, y muchas veces les sirven de
defensa y apéndices. Estas son: el zurron,
la espata ó garrancha, la gorguera y la
bractea; y la que puede tenerse por un
simple apéndice que es el nectario. El
zurron sirve de corola y de cáliz en las
gramíneas, y se compone de pajillas ó
de escamas. La espata es una especie de
vaina membranosa que contiene una ó
muchas flores como las del ajo º del
narciso. La gorguera rodea una ó mu
chas flores, pero siempre está á alguna
distancia de ellas, y nunca contigua á su
receptáculo, como en las plantas apara
soladas. La bractea ú hoja floral es una
hojilla diferente de las otras de la plan
ta en hechura y color, y siempre está
situada cerca de las demas hojas. El
nectario es ún pequeño conservatorio,
que en algunas flores forma parte de la
corola, y contiene una materia azucara
da y melosa. -

En la corta descripcion que acabamo


de hacer de las partes esenciales y
accesorias de , la flor, las hemos su
— 14 — v

puesto reunidas, principalmente el pis


tilo y los estambres; pero hay gran nú
mero de plantas en las que las princi
pales partes estan separadas; es decir,
que el pistilo y los estambres no se
contienen en una misma flor, sino que
se hallan separados en diferentes ramas
ó en plantas diferentes; ademas, habien
do advertido que los estambres son la
parte masculina y el pistilo la femeni
na, debe en tenderse que son flores ma.
chos ó masculinas las que contienen es
tambres sin pistilos; flores hembras ó
femeninas, las que solo tienen pistilos
sin estambres; y hermafroditas ó andro
ginas, las que tienen estambres y pis
tilos; es decir, que participan de los
dos sexos.

CAPITULO II.

Division de las flores con relacion á su


corola.

La corola y su flor es la que pri


mero llama la atencion en una planta.
La forma y estructura de la corola,
que parece tan variada en algunas plan
tas, tienen cierta semejanza entre sí,
que sirve para clasificarlas por especies
— 15 - r

y por jéneros. Consideraremos primera


mente las formas de la corola, propia
mente llamada así, y despues el modo
con que estad dispuestas las flores en los
tallos y ramas que las sostienen.
La flor puede componerse de una
corola de una sola pieza, ó de una
corola de muchas: en el primer caso
se llama monopétala, y en el segundo
polipétala. La corola monopétala no
tiene divisiones, ó si las tiene son sim
ples escotaduras que no se prolongan
hasta la base. Como la corola mono
pétala presenta diferentes figuras, tam
bien toma diversos nombres: se llama
campaniforme cuando tiene la formº de
una campana, como en la campanilla de
los campos. Llámase tubulada ó a cañu
tada cuando termina por un cañutillo ó
tubo algo prolongado, como en la jen
ciana. Si tiene la hechura de un embu
do, es decir, ancha por arriba y en dis
minucion hácia abajo hasta terminar en
un tubo, se llama fundibuliforme ó em -
budada, como en la oreja de oso. Cuan
do se ensancha á manera de salvilla
con un tubo, es hipocratiforme ó asalvi
llada, como en la primavera: si no tiene
tubo, se dice en rodajuela como en el
gordolobo. - -
— 16 — -

Cuando las divisiones de la corola


monopétala no son uniformes, sino que
forman un contorno estraño, se llama
irregular. Si su limbo forma dos la
bios, uno superior y otro inferior, se
le dá el nombre de labiada: en la cola
de leon, la corola tiene la forma de un
tubo escotado por arriba en dos labios,
el superior doblado formando un surco
ó cuchara, y mucho mas largo que el
inferior, el cual está ordinariamente di
vidido en tres partes. Cuando imita un
hocico con dos labios, se llama enmas -
carada ó apersonada, como en la yerba
becerra, cuya corola en la parte supe
riorº está dividida en dos porciones, y
la inferior en tres: en esta clase de corola
se halla frecuentemente hácia su base
una prolongacion corniforme ó en forma
de cuerno, que se llama espuela, como en
la linaria comun.
La corola polipétala regular, es aque
lla cuyas divisiones llegan hasta la ba
se, ó mas claro, que se compone de
muchos pétalos diferentes unos de otros,
ordenados con simetría. Se llama cruci
forme cuando estos pétalos, en número
de cuatro, estan dispuestos en forma
de cruz, como en la col, y el jaramago
ú oruga. Cuando se compone de mu
- 17 —
chos pétalos iguales y dispuestos en ro
sa como en la cariofilata, se llama ro
sácea ó en rosa. Si los pétalos dispues
tos en rosa son desiguales, imitan mu
chas veces á las lises de las armas de
Francia, y entonces se llama flordelisada
ó en flor de lis: algunas plantas apara
soladas, como el perifollo, tienen flores
de esta especie.
La corola polipétala es irregular
cuando sus pétalos son de diferentes
hechuras: se distinguen mnchas espe
cies. Son amariposadas ó papilonáceas,
cuando tienen doblados los pétalos, y
dispuestos de manera que imitan la fi
gura de una mariposa, como en las flo
1 es leguminósas: la flor amariposada se
compone de un pétalo ancho doblado
formando lomo, que cubre los otros y
se llama estandarte; de un pétalo infe
rior que imita la proa ó parte delante
ra de un barco, y que contiene casi
siempre los estambres y el pistilo, y se
le da el nombre de quilla; y por último
de dos pétalos laterales que jeneralmen
te tienen en su nacimiento dos apéndi
ces ó aurículas llamados alas.
La segunda especie comprende las flo
res anómalas que tienen todas las partes
irregulares y desemejantes. Estas flores,
2
— 18 — -

asi como a contece muchas veces con


las nubes, presentan á las imajinaciones
vivas varias figuras y objetos. Seria co
sa demasiado larga el describir . . aquí
todas las flores anómalas, pues habria
que hacer tantas descripciones como es
pecies, porque nunca se parecen ente
ramente unas á otras: solo citaremos
tres: 1.° la violeta, que tiene alguna
v.

semejanza con las flores leguminosas;


pero se diferencia de ellas en que se
compone de cinco hojas, de las cuales
dos superiores salen á manera de es
tandarte, dos laterales que son como
unas salas colocadas debajo, y una in
ferior que se termina por una espuela:
2.° el a cónito, cuyo pétalo superior tie
ne la figura de un gorro ó casco pun
tiagudo; los dos laterales representan en
algun modo las aurículas, y el inferior
la barbada: y 3.º la capuchina, que tie
ne su nectario muy prolongado y pega
do al cáliz. - -

De las flores consideradas segun su dis


posicion en los tallos.

Hasta aquí solo hemos considerado


la flor sencilla, es decir, como única
en su receptáculo; pero sucede frecuen
— 19 —
temente que estan reunidas muchas, y
entonces la flor es compuesta. Antes
de describir esta última debemos exa
minar cómo estan colocadas las flores
en los tallos. La flor sencilla se halla
en diferentes partes de la planta, y to
ma otros tantos nombres que son los
siguientes:
Terminal, cuando está colocada al es
tremo del tallo ó rama, como en la ané
In Ol6 •

Lateral, cuando está en los lados del


tallo, como en la jermandrina: advirtien
do que pueden estar colocadas todas en
un mismo lado ó esparcidas sin órden.
Sesiles, cuando no tienen pedúnculos
y estan pegadas al mismo tallo, como en
la yerba turca.
Solitarias ó juntas, segun están solas
ó amontonadas. *e

Derechas, cuando miran al cielo, co


mo la jenciana.
Torcidas, cuando se inclinan un poco
hácia el suelo, como en el tulipan.
Verticales, cuando cuelgan perpen
dicularmente á manera de las del lirio
de los valles.
Aacilares, cuando estan colocadas en
las axilas ó encuentres de las hojas ó de
las ramas, como en el veleño negro.
- 20 —
Radicales, cuando nacen immediatas á
la raiz, como en la villorita ó quitame
riendas.
Verticiladas, cuando están dispuestas
en forma de anillo ó estrella alrededor
del tallo, como en la salvia.
En parasol ó aparasoladas, cuando los
pedúnculos se reunen todos en un punto
comun de donde se estienden imitando las
varillas de un parasol, como en el pe
rejil. -

En corimbo ó maceta, cuando los pe


dúnculos salen gradualmente de diferen
tes puntos de un tallo comun, y llegan
todos á una misma altura, como en la
mil -en rama.
En ramilletes, cuando los pedúncu
los salen gradualmente de diferentes pun
tos de un centro ó eje comun, siempre
dispuestos en situacion recta, y llegando
á diferentes alturas forman una especie
de pirámide, como en la jeringuilla.
Arracimadas, cuando estan dispues
tas en forma de ramilletes, pero mas ele
vadas que estas, é inclinadas hácia el
suelo, como las lilas.
En panojas, cuando estan colocadas
en pedúnculos, cuyas divisiones son muy
numerosas y diversas, como en el mijo. ,
En espiga, cuando son casi sesiles y
— 21 —
están reunidas en un pedúnculo comun
prolongado y muy sencillo, como en
las gramíneas. -

Y finalmente, en cabezuela, cuando


están juntas, dispuestas en una especie
de espigas muy cortas y mas ó menos
redondeadas, como en el trévol.

De la flor compuesta.

La flor compuesta es la que reune


en un mismo receptáculo muchas flo
recillas particulares con corola, pistilo
y estambres. Ordinariamente las rodea
á todas un cáliz comun, y se distin
guen en ellas tres variedades que son: flo
res flosculosas, flores semilosculosas, y flo
res radiadas compuestas de flósculos y se
miflósculos. En jeneral el carácter
principal y distintivo de las flores com
puestas, es tener cinco estambres re
unidos por sus anteras, formando una
especie de vaina, por medio de la cual
pasa y sale el pistilo. -

La flor flosculosa es la que reune en


un receptáculo muchos flósculos. El
flósculo es una florecilla cuya corola es
monopétala, embudada, ensanchada y es
cotada por su limbo, al mismo tiempo
que tiene por el otro estremo la figura
- — 22 —
de tubo, como el cardo comun, el aca
chofero, etc.
La flor semiflosculosa es una peque
ña corola monopétala, compuesta de
un tubo angosto, que se ensancha por
arriba como una lengua, y algunas ve
ces escotada en su estremidad, como en
la escorzonera.
La flor radiada es la que tiene
flósculos en el medio, y cuya circun
ferencia ó la corona, está compuesta
de semiflósculos, como la margarita ó
maya.
En algunas especies de flores com
puestas, sucede que los estambres de
las florecillas que se hallan en un mis
mo receptáculo, no estan reunidos por
sus anteras, como en la escabiosa ó
escobilla, y entonces se llaman falsa
mente compuestas ó sencillamente agre
gadas.
Con respecto á su posicion en los
tallos y ramas, pueden colocarse las
flores dobles del mismo modo que las
flores simples. -

De la florescencia.

La flor, contenida suavemente en


el boton, solo aguarda la vuelta del ca
— 23 —
lor para romper las cubiertas que la tie
nen presa, desarrollarse, y presentar á
nuestros sentidos lo que puede lison
jearlos mas agradablemente, al mis
mo tiempo que adquiere la fuerza y vi
gor necesarios para cumplir con las in
tenciones de la naturaleza en el acto ad
mirable de la fecundacion, de que ha
blaremos despues. El abrirsé las flores
es la primer señal de la venida de la pri
mavera, anunciando la naturaleza con
estas hermosas producciones las continua
das riquezas con que va á colmarnos su-.
cesivamente en el curso del año. Si nos
las proporcionase todas á un tiempo,
el instante de su goce se desvaneceria
muy pronto; pero las flores se abren su
cesivamente, y asi nuestros placeres re
nacen sin cesar. Cada estacion, cada
mes, tiene su flor predilecta, que no es
pera mas que el grado de calor que ne
cesita y el impulso de la sabia, para pre
sentarse á nuestros ojos. No solo se ob
serva esta variedad maravillosa en las
plantas de jénero y especies diferentes,
sino tambien en una misma planta si tie
ne muchas flores. Si la planta arroja las
flores en ramillete ó arracimadas, las
primeras que se abren son siempre las
mas próximas al tallo, porque reciben
=— 24 —
las primeras influencias del calor ter
restre y de los jugos que chupan las rai
ces. Las que terminan el ramillete es
tan aun cerradas cuando las primeras es
tan abiertas, y conforme se van amor
tiguando estas, las otras se abren suce
sivamente. El espino que produce las
rosas parece que se viste y despoja dia
riamente, y en algunas especies casi todos
los meses presenta algunas flores.
Las circunstancias del clima, de la
esposicion, de los abrigos, de la natura
leza del terreno y de la temperatura de
la al mósfera, influyen necesariamente
en el desarrollo de las flores.

Epoca de la florescencia.
Es sabido que una planta florece en
su pais en la estacion en que encuen
tra el grado de calor y la perfeccion de
la sávia que mas le conviene; pero si la
trasplantan á otro clima de diferente
temperatura y suelo, ya se deja conocer
que variará en la época de abrir sus flo
res: por lo tanto solo hablaremos aquí
de las plantas naturales á un clima ó
que estan ya, por decirlo así, con
naturalizadas por un largo cultivo:
mas conviene tener presente que hay
- 25 —
infinitas circunstancias que pueden ade
lantar ó retrasar la época de abrirse las
flores, y por esta razon solo pondremos
los tiempos medios. Este conocimiento
es agradable y útil; porque el saber en
qué tiempo florecen las plantas en un
pais, sirve para conocer el tiempo de
sembrarlas y el mejor modo de culti
varlas. Tambien facilita el hacer que
en un jardin de recreo se sucedan
unas flores á otras desde que princi
pia la primavera hasta que se acaba
el otoño. Este conocimiento es indispen
sable para las personas que se ocupan
en recojer plantas útiles á la medicina.
Es preciso cojerlas en el momento en
que comienzan á florecer, porque es la
época en que tienen mas delicadeza: si
se espera á mas tarde, aunque es cierto
que tienen mas actividad y fuerza, ad
quieren un sabor desagradable, como pue-
de probarse en la melisa.
El tiempo medio de la florescencia es
como sigue: -

En febrero florecen el dafne de lau


reola, el álamo blanco, el leucoyo de
primavera, el eléboro, el boj, el avella
no y el tejo. -

En marzo, la primavera, el ranúnculo


ficaria, el tusílago, la violeta y el almendro.
— 26 —
En marzo y abril, la oreja de mon
je, la cardamine, el cerezo, la consuel
da, el serbal, el alelí amarillo, la yer
ba páris, la hepática, la yedra terres
tre, la sombrerera, la yerba doncella
menor, el diente de leon , el pe
ral, el manzano, el ciruelo y la pul
sátila. -

' . En mayo es el tiempo de la flores


cencia del mayor número de plan
tas, de las cuales pondremos aquí las
mas notables, como son la aliaria, el
acónito, el perifollo, la encina, la con
suelda (de marzo), la manzanilla, la
alcaravea, la aspérula olorosa, la ar
jentina, la aristolaquia, la borraja, la
brionia, la bigula, la oreja de monje
(de marzo), el rosal, el berberos, la
ésula, la fresera, el mijo del sol, el gro
sellero, la yerba páris (de abril), el je
ránio roberciano, el lirio cárdeno, el
falso a coro, la yedra terrestre (de abril),
el castaño de Indias, el meniantes, el
lirio de los valles, el arandano, el or
quis de dos hojas, la oreja de oso, la
ortiga, la a cedera, la yerba doncella me
nor (de abril), la pedicular palustre, el
diente de leon (de abril), la pulmonaria
(de abril), la peonia, la polígala comun,
el endrino, el ciruelo (de abril), los
— 27 —
ranúnculos, el romero, la zarza, la sa
nícula, el sauco y el pipirigallo. -

En junio, el ajo, la vejiguilla de per


ro, el acónito (de mayo), la aspérula olo
rosa (de mayo), la arjentina (de mayo),
la esparraguera, la cariofilata comun,
la bistorta, el trigo sarraceno, la bor
raja (de mayo), la bígula (de mayo), la
alcara vea (de mayo), la zanahoria, la
cicuta, la consuelda (de mayo), la fili
péndula, la fresera (de mayo), el fresni
llo, el trigo, el alelí, la margarita gran
de de campbs, el mijo del sol (de ma
yo), el jeránio roberciano (de mayo), la
imperatoria, los lirios (de mayo), la ye
dra terrestre (de abril), el castaño de In
dias (de abril), la matricaria, el cora
zoncillo, el solano dulci-amargo, la mos
taza silvestre, la ninfea blanca, el puer
ro, el naranjo, a cebada, la ortiga (de
mayo), el orquis (de mayo), el pie ó
pata de leon, el diente de leon (de abril),
la polígala (de mayo), la cinco en rama,
las rosas (de mayo), la salvia de las bo
ticas, la salvia silvestre, el centeno, el
tilo, la valeriana de las boticas, la ver
micular acre y la vid.
En julio, el ajenjo, el acónito ana
pelo, el ajo (de junio), la arjentina (de
mayo), la artemisa, la yerba ala, la bar
— 28 -
dana, el jeránio roberciano (de mayo),
el esfondilio, la betónica, la carlina, la
zanahoria (de junio), el cáñamo, la cicu
ta (de junio), la clemátide, la coclearia
(de junio), la catapucia menor (de ma
yo), la eufrasia, la fresera (de mayo),
la jermandrina, la bardana menor, la
graciola, el mijo del sol, el hombrecillo,
la yerba puntera, la matricaria (de ma
yo), la cinco en rama, la ninfea amarilla,
el orégamo, la ortiga (de mayo), la pim
pinela, la esca biosa, el escordio, la yerba
lombriguera, el tilo, la valeriana (de ju º
nio) y la verbena. -

En agosto, el acónito (de julio), la ar


jentina (de mayo), la yerba ala (de ju
lio), la bardona (de julio), los titimalos
(de mayo), la eufrasia (de julio), la gra
ciola (de julio), el hombrecillo (de ju
lio), la matricaria (de mayo), la mil en
rama (de julio), el sedo anacampseros,
la pimpinela (de julio), la esca biosa (de
julio) y la yerba lombriguera (de ju
lio.)
En setiembre, la graciola (de julio),
el diente de leon (de abril) y la ver
bena. -

En diciembre, el eléboro negro.


Si solo consideramos la florescencia
relativamente á las diferentes estaciones,
— 29 —
vemos florida en la primavera la borraja,
el pan y quesillo, la brionia, la margarita,
la primavera y la pulmonaria.
En verano, la agripalma, la agrimo
nia, la altea, el de tiene buey, la avena,
la beca bunga, el gordolobo, la brunela,
la buglosa, el cuaja leche, el cardo cor
redor, la grama, la dedalera, el titima lo,
la haba, el trigo, la fumaria, el malva
visco, la judia, la yerba gatera, el vele
ño negro, la lenteja, la margarita, el
manrubio, las malvas redondas y silves
tres, la mercurial, el solano dulci-amar
go, la anagálide, la yerba de la moneda,
la clavellina, la cebada, la parietaria, la
pasionaria, la persicaria, la espuela de
caballero, los guisantes, la centinodia, la
salicaria, la jabonera, la salvia, las es
crofularias nudosas y acuáticas, el cen
teno, el estramonio, el tlaspi, la tormen
tila, el matacandiles, la verónica, el ca
mepitio y la arbeja.
En otoño, la mercurial, el solano dul
ci-amargo, el pamporcino y la yerba ar
bórea.
Con respecto á la florescencia diaria,
se ha observado que no todas las flores
se abren á un mismo tiempo, sino que
guardan cierta regularidad; unas se abren
por la mañana, como las flores semiflos
-
— 30 —
culosas; otras antes del mediodia, como
las malvas; otras por la tarde, como el je
ránio; y otras por la noche, como el don
Diego, el cirio rastrero, etc.
CAPITULO III.

Del perfume ú olor de las flores.


El perfume que exhalan las flores, no
es mas que su espíritu réctor, que muy
volátil por naturaleza, pasa por los po
ros de los pétalos y las hojas, y se es
parce por el ambiente: y como pesa ca
si tanto como el volúmen de aire en cu
yo lugar se pone, se mantiene flotando
en la atmósfera, hasta que un lijero
viento lo dirije hácia otra parte. Sin
embargo, el olor propiamente dicho,
solo es la parte mas volátil del espíritu
réctor. Si se huele una flor ó una ho
ja odorífera, y despues se rompe y se
estrega entre los dedos, se notará al ins
tante que el olor se ha exhalado y desen
vuelto mucho mas; pero no será tan
agradable, bien porque el calor de los
dedos haya obrado sobre esta sustancia
tan delicada, bien porque su misma in
tensidad se oponga á su suavidad. Co
munmente está el espíritu réctor tan
— 31 —
adherente al aceite esencial, que se eva
pora con dificultad; y para recibirlo en
tonces, es necesario romper la cubierta
y los vasos que lo contienen, lo que se
hace cuando se estregan las hojas.
Es mas fácil conocer y distinguir los
olores de las diferentes plantas, que
nombrarlos y calificarlos; porque para
esto es necesario tener órganos en es
tremo sensibles y delicados, y ademas
sucede muchas veces que hace á uno
una impresion muy fuerte un olor que
para otro es solo agradable; unas per
sonas gustan de oler ciertas flores, y
otras no: esta diferencia nace de la
variedad del órgano del olfato; por lo
mismo no puede disputarse sobre los
olores, como no se puede disputar de
gusto S. - , - -

Del aire mefítico que eachalan las flores.


Estas flores tan hermosas y tan agra
dables á nuestros sentidos, al mis uno
tiempo que embalsaman el aire con sus
perfumes, lo llenan de principios mal
sanos, y muchas veces mortales. Mil
casos se citan de lo peligrosas que son
las exhalaciones de ciertas plantas: no
hay pais donde no se cuenten algu
— 32 —
nos sucesos desgraciados que han oca
sionado las exhalaciones de las flores; y
efectivamente, no puede respirarse mu
cho tiempo el olor fuerte de algunas
sin esperimentar agudos dolores de ca
beza, grandes ja quecas, y aun síncopes y
pasmos, principalmente cuando el siste
ma nervioso es delicado y débil. Se han
visto fuertes dolores de cabeza en algunas
personas que tenian la costumbre de po
ner en habitaciones pequeñas y poco ven
tiladas grandes ramos de flores, sin ima
jinar que estas pudiesen causarles el mas
leve daño; y tambien se han visto morir
repentinamente algunas señoras que acos
tumbraban tener en su alcoba al lado de
la cama ramilletes de azucenas, de li
las, etc. Y no es el olor propiamente di
cho el que ocasiona estos efectos tan per
judiciales, sino una porcion de aire fijo y
mefítico (gas ácido carbónico) que exhala
la flor desde que se abre. Esto lo puede
ver cualquiera por sí mismo, por medio
de una operacion muy sencilla: tómese
un plato lleno de agua, y colóquese en
medio, sobre cualquier cosa, una rosa,
una azucena, ú otra flor, y cúbrase todo
con una campana de vidrio, que se intro
duzca en el agua para que el aire encer
rado no tenga comunicacion con el de la
º — 33 —
atmósfera. Al cabo de algunas horas
métase con cuidado una luz dentro de
la campana, y se verá que el aire está
tan viciado que apaga la luz, y el animal
que lo respirase pereceria tambien; estos
caractéres manifiestan la presencia del
aire fijo ó mefítico. Por esta razon no
deben encerrarse flores muy olorosas en
habitaciones pequeñas y cerradas, prin
cipalmente en las alcobas.
Las flores no exhalan únicamente aire
fijo; algunas especies como el díctamo
real y la capuchina, producen tambien
aire inflamable. Si en una noche calorosa
del verano se acerca una luz á la atmós
fera del díctamo real, se inflama al ins
tante é imita las llamas lijeras de los fue
gos fátuos ó ambulones. La capuchina no
necesita de luz para inflamarse; solo el
calor de la atmósfera es suficiente; esta
flor suele despedir al principio de la no
che una especie de relámpagos que apa
recen y desaparecen en un momento.
El acto de vejetacion es, al parecer,
el que produce ambas especies de aire,
ó que las separa del atmosférico, casi
como el aire deflojisticado que producen
las hojas al sol. Todas las flores exhalan
aire; pero no es creible que solo el dícta
mo real y la capuchina esº º únicas
que le produzcan inflamable: tal vez la
observacion y la casualidad harán descu
brir este mismo aire en otras flores.

De la fecundacion vejetal.
La fecundacion de las plantas se rea.
liza por medio de los estambres que son,
como ya hemos dicho anteriormente, la
parte masculina, y del pistilo que es la
parte femenina: este fenómeno tiene lu
gar del modo siguiente: cuando la flor
está abierta, obrando el calor mas di
rectamente sobre las anteras, las hace en
treabrirse y despiden el polen ó polvo
fecundante, que va á caer sobre los estig
mas, - los cuales tienen una hendidura ó
agujerito, cuyo orificio está siempre hú
medo, Cada partícula en estremo dimi
nuta del polen, está encerrada en una ve
sícula que tiene la singular propiedad de
romperse cuando encuentra humedad. En
el momento de la fecundacion, se abren
estas vesículas y sale de ellas un licor,
que se introduce por los delicadísimos
conductos del pistilo, cae sobre los em
briones de la semilla contenidos en el
ovario, y los fecunda; es de cir, les com u -
niea la facultad jerminativa.
Esto basta para comprender que si se
— 35 — -

quieren lograr frutos y semillas debe te


nerse sumo cuidado en no dañar los órga
nos de la fecundacion, y sobre todo liber
tar las plantas de las lluvias ú otra cual
quiera humedad durante la época de la
florescencia. Si se riegan por encima de
las flores, se rompen las vesículas del po
len antes que caigan sobre los estigmas, .
y resulta el aborto de las semillas; ade
más las flores se deshojan y secan an
tes de tiempo.
Estas precauciones indispensables no
son aun suficientes para conseguir se-
milla fértil; porque como muchas ve
ces se acostumbra destruir en una plan
ta una porcion de sus flores á fin de que
no produzca mas fruto que el que pue
da nutrir bien, es necesario conocer
perfectamente los sexos de aquellas
para conservar las necesarias á su fe.
cundacion; pues ya hemos dicho an
teriormente que hay flores hermafro
ditas, ó que contienen los órganos de
los dos sexos en la misma cubierta;
las hay que solo son masculinas, y
otras que no son mas que femeninas.
Las plantas que tienen en un mismo
tallo, aunque separadas, la flor mascu
lina y la flor femenina, se llaman mo
aóiras; y las que tienen en un indivi
— 36 —.
duo las flores femeninas y en otro las
masculinas, se llaman dóicas: de con
siguiente para que se efectue la fecun
dacion hay que dejar ó colocar un in
dividuo de cada sexo cerca uno de
OtrO.
Luego que la semilla ó simiente se
halla fecundada, es un verdadero nue
vo vejetal, que puede compararse en casi
todas sus relaciones con el de ciertos
animales, porque encierra el principio
de una planta semejante á la que le
ha propucido.
Fecundacion artificial.
Se puede fecundar artificialmente
una planta, esparciendo sobre su pisti
lo el polvo de sus estambres: tambien
se puede esparcir sobre el pistilo el
polvo de los estambres de otra planta,
ya de su especie, ya de otra diferente,
y por este medio, obligar á la naturaleza
á darnos variedades que no hayan exís
tido, del mismo modo que los hom
bres, cruzando las razas de los anima
les, han conseguido sacar de dos espe
cies diferentes una criatura mista, co
mo el mulo, enjendrado por el asno y
la yegua. Para cruzar las especies en
- - 37 —
las plantas, se hace del modo siguien
te: cuando dos plantas de especies di
ferentes, pero que tengan analojía en
tre sí mismas siendo de un mismo jé
nero; abren la corola, con unas tijeras
finas se cortan las acteras de la una an
tes que hayan soltado el polen, toman
do todas las precauciones convenientes
para no herir el pistilo: en seguida con
la punta bien seca de un pincel de plu
ma, se toma de las anteras de la otra
planta el polvo fecundante, y se colo
ca encima del , estigma de la primera,
repitiendo esta operacion muchas veces
durante el dia. Se recojen las semillas
que resulten, y se siembran en la siguien
te primavera.
Los individuos que produzcan estas
semillas, . . participarán del padre y de la
madre, y serán mas hermosos que ellos,
ó al menos tendrán formas mas raras y
curiosas. Estas plantas se llaman híbridas,
y regularmente no dan semillas fértiles;
por cuya razon deben preferirse para ha
cer esta esperiencia las plantas vivaces
que se pueden multiplicar por acodo, es
tacas, bulbo, etc.
Se encuentran múchos ejemplares
en que la naturaleza ha producido por
sí misma la hibricidad, y segun todas
— 38 -
las apariencias, el albaricoque-pérsico y
el albaricoque -albérchigo, deben su exis
tencia á la mezcla accidental de las par
tes sexuales de los albaricoques con los
pérsicos, con los albérchigos, etc. No
debe causar admiracion el que la casua
lidad haya producido plantas híbridas en
lo interior de los bosques, si se tiene
presente cómo se ejecuta la fecundacion
de las plantas; y tal vez algunas varie
dades no serán en realidad mas que es -
pecies híbridas. Estas presentan siem
pre el tipo de las dos especies de que
proceden, como el mulo lo presenta en
el reino animal de las dos especies á
que debe su orijen: así vemos que tie
ne las orejas largas y la cola desnuda
como el burro, y el cuerpo de yegua.
Se ha observado jeneralmente que el
cuerpo de los individuos mistos del rei
no animal participa mas de la hembra
que del macho , y al contrario , sus
estremidades participan mas del macho
que de la hembra: esto mismo sucede
en el reino vejetal; las plantas híbridas
participan mas de la madre que del pa
dre, aun cuando presentan los caracté
res de ambas.
Para cruzar las especies bastará al
gunas veces acercar en el tiempo de la
— 39 —
fecundacion dos flores una á otra, de mo -
do que se toquen sus estambres.

De los jéneros y de las especies de las


plantas.
Todos los métodos ó sistemas botá
nicos ofrecen divisiones y subdivisio- .
nes, porque como se conocen mas de
cincuenta- mil individuos de plantas,
contando las variedades con las espe
cies, ha sido necesario para poder dis
tinguir uno ó muchos entre esta mul
titud, establecer métodos jenerales pa
ra clasificarlos, y partiendo de las
grandés divisiones, se llega sucesiva
mente al individuo que se desea co
n. OC62",

El jénero tiene caractéres particu.


lares que lo aproximan á una de las
grandes divisiones, y otras relaciones
mas cercanas que circunscriben alre
dedor de él cierto número de especies.
En el reino animal, por ejemplo, los
perros forman un jénero, que depende
de una clase, de un órden, etc., y este
jémero comprende el mastin, el de pre
sa, el de aguas, el dogo, etc., y cada
uno de estos individuos forma una espe
cie. Lo mismo sucede en el reino ve etal;
— 40 —
los rosales forman un jénero; y el rosal
de cien hojas, el de los Alpes, el escara
mujo, etc., son las especies que compren
den este jénero.
Los caractéres de las especies se
fundan en las diferencias secundarías,
es decir, en la forma del fruto, de las
hojas, del tallo , de las raices, etc.;
pero nunca se toma de las partes cons
titutivas de la flor ni del fruto: por
ejemplo, las malvas forman un jénero,
y este se compone de un gran número
de especies. En todo el conjunto se nota
una semejanza, una figura propia y co
mun á todas las especies que constituyen
este jénero; pero cada especie tiene un
carácter que la distingue de todas las
otras: la malva silvestre que se cria en
los campos y á orillas de los caminos,
es muy diferente de la especie cultivada
en los jardines, y sin embargo son ver
daderas malvas.
El cultivo hace variar mucho las es
pecies, y produce lo que se llama varie
dades, como malvas con flores dobles, con
flores rojas, amarillas, blancas y abigar
radas: esto que decimos de las plantas
se aplica igualmente á los árboles y á
los frutos que adquieren mas perfeccion,
mas volúmen, etc.
— 41 —
Debemos de reconocer tres calidades
de especies, que son las naturales, las
jardineras y las híbridas.
. Por especies naturales entendemos to
da planta y todo árbol que sin otro cui
dado que el de la naturaleza, crece, pro
duce sus flores, frutos ó semillas, que
sembradas sin el ausilio del hombre, pro
ducen otros individuos semejantes á los
que les han dado la existencia, y no de
jeneran.
En las especies jardineras se com
prenden las especies de plantas y árbo
les perfeccionadas por la mano del hom
bre ó por un lujo de la naturaleza: por
ejemplo, si se coje en el campo la si
miente de una amapola, de una espue
la de caballero silvestre, etc., y se siem-
bra en una escelente tierra de jardin,
bien abonada y regada segun la nece
sidad lo exija, las plantas adquirirán
en este terreno una magnitud y una
vida doble que la primera. Si se vuel
ven á sembrar estas simientes en una
tierra todavia mejor si es posible, las
plantas saldrán mas vigorosas y mas
grandes la8 flores; de este modo per
feccionándolas de siembra en siembra,
salen estas plantas de la clase de las
especies naturales, pero no constituyen
— 42 —
especies jardineras propiamente dichas,
porque sembradas y vueltas á resembrar
en una tierrá inferior , sin abonos ni
riegos, dejeneran insensiblemente, y lle
gan por último á su estado primitivo de
, queñez y debilidad. -

Asi que, las especies jardineras de


berian dividirse en dos órdenes: el pri
mero que comprendiese las especies per
feccionadas por la naturaleza, y el segun
do las perfeccionadas por la mano del
hombre.
Por ejemplo, suelen hallarse en los
lindes de los montes y campos cerezos
silvestres, cuyo fruto es mas grueso que
el del cerezo comun, y muchas veces
estan ambos puestos uno al lado del otro,
hallándose por consecuencia en circuns
tancias iguales. Estas son las especies
perfeccionadas por la naturaleza, y que
elejidas despues con preferencia por
los hombres, sembraron sus semillas,
de donde provinieron las especies ver
daderamente jardineras, que han ne
cesitado de socorro para mantenerse
tales.
Las del segundo órden son las que,
como hemos dicho al principio de las
especies jardineras, se mejoran nota
s blemente con el cuidado del hombre
— 43 —
trasladándolas á mejor terreno, regán
dolas, etc.; pero que faltándoles estas cir
cunstancias, dejeneran y vuelven á su es
tado primitivo.
Otra singularidad se nota en las es
pecies jardineras de segundo órden, que
es la admirable variedad del producto
de las siembras hechas con esmero, de
lo cual presentan ejemplos bien sensi
bles las flores de los arriates: si los ar
bolistas no se apresurasen á injertar los
árboles jóvenes, y esperasen hasta que
diesen frutos, cada año se notaria la
adquisicion de nuevas especies jardine
ras del segundo órden. Por consiguien -
te, lo que constituye las especies jardi
neras del primer órden es el reprodu
cirse por las siembras en el mismo es
tado de perfeccion; y las especies de se
gundo órden, el dejenerar por ellas; pa
ra conservarlas, pues, en el estado de
bondad y de belleza á que han llegado,
hay que valerse del injerto, del acodo
ó de la estaca, que son los únicos medios
de poderlo conseguir. -

Acerca de las especies híbridas, véase


lo que hemos dicho anteriormente en la
fecundacion artificial.
— 44 —

CAPITULO IV. .

Instrumentos y otros objetos necesarios pa.


ra la jardinería.

Aunque en los instrumentos de jardi


nería deben comprenderse los que perte
necen al arbolista, solo pondremos aquí
los necesarios al jardinero florista, dejan
do los demas para el tratado de árboles,
que publicaremos por separado.
Azadon de pala.
Idem de dientes.
Azadillas.
Almocafre.
Plantador de palastro.
Idem de horquilla.
Desplantador ó paletín.
Pala de rozar.
Rastro de dientes de hiero.
Idem de dientes de madera.
Rodillo de piedra.
Trajilla ó trailla.
Carretilla.
Parihuelas ó angarillas. .
Tijeras grandes de mano.
Tijeras con varal para las alturas.
Media luna ó guadaña jardinera.
Cuerda.
— 45 -
Tientos.
Mazo.
Zaranda ó zarzo.
Cribas de mimbre ó alambre.
Regaderas.
Estos son los instrumentos mas nece
sarios para el jardinero florista; vamos
ahora á hacer su esplicacion y á manifes
tar los usos á que estan destinados.
Azadon. — La descripcion y usos del
azadon, puede verse en el tratado de agri
cultura práctica.
Azadon de dientes. — Este instrumento
solo se diferencia de los demas azadones
en que en lugar de pala tiene tres ó cua
tro dientes como los de un tenedor. Se
usa para cavar y revolver los estiércoles
enterizos, las hojas y demas materias en *
que un azadon de pala no puede pene
tral r. -

Azadilla ó escardillo. — Puede verse


su esplicacion en el tratado de agricultura
práctica. Sirve en la jardinería para mu
chas operaciones, como escardar, plantar,
dar labores, recalzar, etc. -

Almocafre.—Este instrumento, llama


do vulgarmente garabato, es un escardi
llo pequeño en forma de semicírculo, con
su cabo ó mango de madera. En la jardi
mería se usa principalmente para arrancar
— 46 —
las yerbas de entre las plantas, aclararlas,
y remover un poco la tierra; pero siem
pre muy por en cima.
Plantador de palastro. — Consta de un
pedazo de hierro de uno y medio á dos
pies de largo, y de dos á tres dedos de an
cho por arriba, cuya anchura va en dis
minucion hasta terminar en punta por la
parte inferior: es plano por la faz de la
izquierda y convexo por la derecha: en
la parte superior tiene una mangueta para
encajar en ella una manija de palo encor
vada. Con este instrumento se plantan
comunmente las plantas que forman la
bordura de los partarres, las líneas de los
compartimentos de los jardines, etc.
Tambien los hay redondos con horqui
lla abajo, que solo sirven para plantar
plantas fructicosas, largas ó zancudas.
Desplantador ó paletin. — Es una pa
leta de hierro como de cuatro de dos de
ancho y de seis á ocho de largo, con una
mangueta para introducir el mango de
madera, que suele ser de media vara de
largo. Aunque jeneralmente es de figu
ra rectangular, tambien" los hay de fi
gura aovado-oblonga, con mango corto, y
de sacabocado. Sirven para arrancar las
plantas delicadas, con su cepellon de tier
ra unido á las raices, y trasplantarlas
— 47 —
á otro sitio sin que padezcan deterioro.
Pala de rozar. — Se diferencia de la
pala de cavar, llamada la ya, en que esta o
tiene el palo enchufado en la pala misma,
es mas larga y no puede trabajar hori
zontalmente, y la de rozar, por la dispo
sicion de la mangueta en que se coloca la
vara, obra en direccion horizontal. Se
emplea para cortar la yerba de los paseos
y calles de los jardines, huertas, bosque
cillos, etc., sin remover ni profundizar la
tierra.
Rastros de dientes de hierro y de dientes
de madera. — Tienen a rabos una misma
figura y construccion: constan de un man
go y el rastro propiamente dicho: el pri
mero sirve para recojer la broza por ma
yor, desterronar y a llanar los cuadros fa
brados en los jardines, y para recojer la
yerba segada con la guadaña en los pra º
dos: el segundo para acabar de limpiar y
arreglar las calles y cuadros: con ambos
se ahorra mucho tiempo y trabajo, y lim
pian é igualan la superficie mejor que
ningun otro instrumento. -

Rodillo de piedra. — Véase en la agri


cultura práctica. En la jardinería solo
se usa para igualar y comprimir los terre
nos de césped, y las calles grandes de los
bosquetes y demas compartimentos.
— 48 —
Trailla. — Véase en la agricultura
práctica.
Carretilla. — Es un pequeño cajon de
tablas con tres costados y el fondo, pues
to sobre dos varas, y en la estremidad
de estas tiene un eje con su rueda: al
estremo opuesto y parte posterior del ca
jon, lleva tambien dos pies ensamblados
ó clavados, que sirven para sostener la
carretilla cuando está parada. Se usa pa
ra sacar broza, trasportar tierras, plan
tas, etc.
Parihuelas ó angarilla. — Consta de
dos varales con cinco travesaños que for
man escalera, dejando seis huecos: sirve
para trasportar los tiestos ó macetas, que
se colocan en los huecos, y la conducen
dos hombres. Tambien las hay colocadas
sobre un eje con su rueda; pero estas so
lo tienen cuatro huecos, y son conducidas
por un hombre solo.
Podon. — Es una cuchilla corva mas
ó menos grande; unas veces con peto y
otras sin él, y aunque pertenece mas bien
al arbolista, sin embargo el jardinero flo
rista se sirve de algunos podones pequeños
y sin peto para cortar raices, dividir
plantas, etc.
Tijeras grandes de mano.—Estas necesi
tan una fuerza proporcionada á los cuerpos
— 49 —
que tiene que cortar, y de consigniente
deben ser algo pesadas. Se sirven de ellas
los jardineros para recortar las plantas
de los compartimentos y dibujos de los
parterres, y todas cuantas forman la to
piaria de los jardines.
Tijeras con varal. — Son unas tijeras
grandes que en uno de sus brazos tienen
una mangueta adonde se asegura una va
ra larga: esta tijera se mantiene abierta ,
por medio de un muelle: en el brazo
opuesto al de la vara está atada una cuer
da que pasa á la vara por una sortija ca
yendo hasta la mano del operario: es
tas tijeras alcanzan á cortar á bastante
altura. -

Media luna ó guadaña. — Es muy di


ferente de la guadaña de segar la yerba.
La media luna es formada por una cur
al va de dos tercios de círculo, y va uni
do á su respectivo mango, que es una
181 vara de seis á siete pies de largo, y del
y grueso de una muñeca lo mas.
Tambien entra en el número de uten
0 silios de jardinería, la cuerda, que sir
0 ve para de linear, compartir y formar
dir las calles, cuadros, y demas obras de
un jardin, y, para cortar con igualdad y
si rectitud las plantas que forman línea
)0 recta: los tientos ó piquetes de hierro ó
4
º — 50 —
madera, se clavan en el suelo para ase
gurar la cuerda y estirarla lo que sea ne
cesario; y el mazo sirve para clavar y
desclavar los tientos.
Zaranda ó zarzo. - list u mento de
forma cuadrilonga, hecho de varillas de
mimbre entrelazadas: son mejor los de
alambre porque duran mucho amas tiem
po. Se usa en los jardines para pasar y
limpiar la tierra.
Las cribas de alambre ó mimbre sir
ven para lo mismo, y debe haber una
muy fina para que las tierras que pasen
por ella salgan muy menudas, y sirvan
para las cubiertas de semillas delicadas.
De las regaderas ya hemos hablado
en el capítulo VIII del tratado de abo
mos, donde se manifiesta el modo de re
gar á mano.
Ademas de estos instrumentos, em
plean los estranjeros otros muchos ob
jetos, como invernáculos construidos de
diversos modos, campanas de cristal, al
tivanas, etc., con los cuales vencen las
dificultades que les opone el clima, el
terreno, y la esposicion, y á fuerza de
industria, gastos y trabajo consiguen
tener, en sus jardines los productos ve
º casi todos los puntos del glo.
o. Pero en España, cuyo clima es be
— 51 —
nigno en su msyor parte, no son nece
sarios tantos elementos para poder dis
frutar cuantos placeres se deseen de los
productos de la tierra, y gozar de las
plantas mas raras y curiosas que pue
dan adquirirse de las diferentes partes
del mundo. Para esto nos basta tener
en un jardin invernáculos, estufas, ca
mas calientes, portales de jardin, tiestos
ó macetas, y, cajoneras. - *

El invernáculo es un paraje cubier


lo y abrigado, espuesto al mediodia y
destinado para contener ciertas plantas
durante el invierno. Se debe colocar
en un sitio elevado del jardin; la fa
chada que mira al mediodia, es la
principal y por donde se entra, y es
tá cubierta de vidrieras; las otras tres
.son de fábrica; estas paredes han de
ser gruesas y bien embarradas por den
tro y por fuera. Es muy conveniente
que haya dentro de los invernáculos
un estanque que contenga el agua ne
cesaria para cada riego de las plantas
que se conservan en este paraje, pa
ra , que el agua tenga el mismo tem
ple, que las plantas, porque si está muy
fria puede perjudicarlas mucho.
Los invernáculos de calor ó estufas,
se diferencian de los otros en el núme
— 52 —
ro de vidrieras, en su colocacion: y
principalmente en los conductos de ca
lor que se les añaden. El objeto de
las estufas es suplir con un calor ar
tificial la falta de calor natural de la
atmósfera y preservar de sus intempe
ries las plantas de paises mas cálidos;
estas plantas deben introducirse en las
estufas tan luego como no encuentren por
las noches en nuestro clima un grado de
calor ó temperatura igual al que disfru
tan en el suyo en las noches mas frias.
Los portales de jardin, son otros
abrigos que sirven para resguardar
plantas menos delicadas que las que
se en cierran en los invernáculos y es
tufas; estan cubiertos por encima y por
el lado del mediodia y del norte: y
descubiertos por oriente y occidente,
formando un soportal.
Las camas calientes son una porcion
de sustancias reunidas susceptibles de
adquirir y conservar por cierto tiempo
un calor capaz de efectuar el acrecenta
miento de las plantas, cuando la tempera
tura de la atmósfera no tiene el grado
que le conviene: tales son las camas he
chas con estiércol, con corteza molida
ó casca, con las hojas de ciertos árboles, y
con el orujo de la uva.
— 53 —
Las macetas y cajoneras son para
cultivar en ellas aquellas plantas que
por su delicadeza no pueden cultivarse
en el suelo, ó porque hay necesidad
de trasladarlas á los abrigos cuando lo
exije la estacion. -

La cajonera se compone de cuatro


pies derechos, sobre los cuales se su
jetan, con mortajas, clavos ó abraza
deras de hierro las tablas que forman ,
los cuatro lados y el fondo, quedando
descubierta la parte superior: debe ser
proporcionada á la tierra y á la fuerza
de la planta ó árbol que ha de conte
ner, sin lo cual el menor golpe de
viento lo descompondria.
En el jardin debe haber un sitio
espacioso, seco, y cubierto, que pueda
ventilarse cuando lo exija a necesidad,
y alrededor de las paredes se forma
una especie de estante dividido en an
de les, para conservar en cada, division
las cebollas, las raices, simientes, etc.;
la division debe ser de madera, porque
si es de una cosa endeble puede tras
tornarla un aire fuerte y confundir las
semillas y especies. Los andeles del es
tante seria muy conveniente se pinta
ran de diversos colores, para colocar
las cebollas ó raices en los apartados
- 54 —
del mismo cotor; de este modo no se
equivocará el jardinero, y podrá dispo
ner á su gusto la mezcla de colores
que quiera poner en el jardin al tiem
po de plantar. Tambien pueden clasifi
carse en cajillas las cebollas y raices,
segun sus divisiones; pero es preferible
el primer método porque habla mas di
rectamente á los ojos.

cAPITULov.
De los jardines de flores ó de reereo,
Los jardines se dividen en cuatro
especies, que son: 1.º jardines de le
gumbres, ó huertas: 2.º parterres ó
jardines de puro adorno: 3." jardines de
flores; y 4.° jardines á la inglesa. .
De los jardines de la primera espe
cie, ó que entendemos mas bien con el
nombre de huertas, no hablaremos aquí,
porques nos reservamos hacerlo mas es
tensamente en un tratado a parte.
Los jardines de la segunda especie,
además de las plantas olorosas y de flo
res tienen una distribucion simétrica y
un compartimento admirable, y están
adornados de calles, parterres, dibujos,
estátuas, fuentes, escalinatas, estanques,
º
— 55 —
perspectivas, etc.; pero como no pode
mos presentar ejemplos patentes de esta
clase de jardines, porque varían hasta
lo infinito, nos abstenemos de hablar de
ellos. - -

La tercera especie de jardines son


aquellos que estan destinados puramen
te al cultivo de un número de plantas
escojidas, y no admiten mas adornos que
la sencillez, el aseo y la pericia del
jardinero, para determinar lo convenien
te á la conservacion de las plantas
puestas á su cuidado, bien lleven estas
flores vistosas ó raras, ó bien se halfen
mezcladas unas y otras con las de olo
res agradables. De esta clase de jardi
nes es de la que nos proponemos ha
blar ahora, dejando para despues el dar
una lijera idea de los llamados á la
inglesa.
Debemos advertir que aun cuando
por su diversa formacion tengan los jar
dines distintos nombres entre los aficio
nados á la jardinería, no obstante son in
alterables las reglas que dirijen las prin
cipales operaciones del cultivo de las
plantas con que se forman. -
— 56 —

De la situacion del jardin.


Debe elejirse para el jardin un pa
raje elevado, donde corra el aire libre
mente, y esté á cubierto de los vientos
del norte y de las costas, porque de ellas
vienen los vientos impetuosos; pero es
tos abrigos, ya sean del arte ó de ta
naturaleza, han de ser de modo que el
jardin goce de todas las esposiciones,
para que se puedan cultivar en él asi
las plantas que nacen en el mediodia,
como las que prosperan en el norte. Las
flores no se crian bien en los jardines
pequeños, ni en los que se hallan ro
deados de edificios altos, pues en es
tos el sol dura poco, bien porque dá
demasiado tarde, ó bien porque se qui
ta muy temprano; ademas el sol se re
con centra en ellos y ahoga las plantas,
porque su ardor no se templa con el
aire fresco que corre en los que se ha
llan desembarazados y libres: por la mis
ma razon la humedad que se introduce
una vez, tarda mucho en disiparse; el
rocío y el sereno son en ellos mas abun
dantes, y las heladas y escarchas les
ocasionan mayor daño, -

Ha de tener tambien el agua pro


- — 57 —
porcionada á las necesidades del jardin,
y si nace de fuentes con viene que ha
ya un estan que capaz de contener una
cantidad suficiente de agua para regar,
que reciba el calor de la atmósfera,
para que las plantas no se resientan de la
mayor frescura que pueda tener el agua.
Asimismo debe tener el suelo del jar
din una pendiente suave y proporciona
da á su estension, para que no se estan
quen las aguas llovedizas. Si esta pen
diente es muy rápida, el agua arrastrará
consigo la tierra vejetal ó humus, y solo
dejará la tierra matriz. -

Calidad del terreno. e -

Aunque es cierto que un aficionado


á flores dispone como quiere la tierra
donde piensa colocarlas, sacando, si es
arcillosa , una porcion, que sustituye
con otra preparada al intento, y si
es arenosa la mezcla con otra que le
dé cuerpo y aglutine sus moléculas; y
últimamente, que la tierra de un jardin
de flores es hija del arte, y jamás pue
de hallarse preparada por la naturale
za sin ayuda de este, es muy útil que
el jardinero elija un terreno suelto, sus
tancioso y muy vejetal, porque habien
- 58 —
do de servir” de base á los preparativos
del jardinero, este no tendrá que hacer
tantos gastos, ni le costará tanto trabajo
el prepararla. -

Modo de preparar la tierra.


Las raices de las plantas nos indi
can suficientemente la profundidad de
tierra buena que cada una de ellas exi
je. Despues de haberse asegurado de
la profundidad de las raices de cada
planta, hay que considerar la direccion
que toman y cuál es su forma: las plan
tas de cebollas, como los jacintos y los
tulipanes; las de tubérculos, como los
ranúnculos y las anémones, no quieren
abonos º animales, á no ser que esten
muy podridos y reducidos al estado de
mantillo. Si la tierra retiene el agua, ó
el suelo es arcilloso, se pudrirán estas
cebollas, porque se mantienen mas por
las hojas que por las raices; y al con
trario, prosperarán en una tierra lijera,
vejetal, sustanciosa, y mezclada por par
tes iguales con hojas de árboles podri
das, bastándoles una capa de ocho pul
gadas de tierra preparada de esta ma-
0.628 a e
Los claveles no exijen una tierra tan
- 59 —
dulce, porque echarian muchas raices y
pocas flores. Los alelíes y otras plantas
semejantes prosperan en ella, pero pre
fieren una buena tierra mezclada con es
tiércol de animales, con tal que tenga la
profundidad de doce á quince pulgadas el
terreno en que se planten.
Solo hemos citado lus ejemplos an
teriores para manifestar la necesidad que
hay de variar el suelo del jardin se
gun lo exija cada jénero de planta: cuan
do hablemos de estas en particular, di
remos la preparacion de tierra que le
conviene. . - - -

El uso del mantillo bien podrido y


preparado es tan necesario al jardinero,
que sin él no puede lograr buenas flo
res, ni buena nacencia de las semillas
que siembre: la combinacion de esta tier
ra vejetal, alijera, suelta y vivifica las
tierras con que se mezcla, y esta es la
que conviene emplear en los semilleros,
tiestos, etc., en que se cultiven plantas
delicadas. . . . - . *..

En los jardines de flores debe ha


ber un sitio destinado solamente para
preparar las tierras, que se ha de com
poner de algunas divisiones hechas con
tabiques: estas divisiones las bañará el
sol, y estarán cubiertas con tablas ó
— 60 —
paja, ó con techo verdadero para que la
lluvia no lave la tierra que se halla en
ellas, y para que espuesta á los rayos del
sol atraiga la sal aérea, que es la que com
bina sus principios.
Las tierras se preparan luego que se
les cae la hoja á los árboles, y la opera
cion se ejecuta de este modo: se amonto
nan las hojas solas ó mezcladas con tierra
y abonos animales, segun el fin á que se
destine. Si el cobertizo resguarda entera
mente el monton y no pueden mojarle las
lluvias, se le echa agua de modo que la
humedad penetre hasta abajo, y se deja
en este estado durante todo el invierno.
En los primeros dias buenos de la prima
vera en que el sol calienta, se estiende
el monton, se revuelve con la pala, para
mezclarle bien, y se vuelve á amontonar
en el cobertizo: si esta tierra se halla se
ca, se vuelve á mojar, porque sin hume
dad no hay fermentacion. En el mes de
junio ó julio se vuelve á estender y re
mover, y se repite esta operacion en
octubre.
Los floristas intelijentes no emplean
la tierra preparada como acabamos de
decir, sino despues de haber pasado dos
años en este estado, que es el modo
de conseguir la tierra suficiente y pro
- — 64 — -

porcionada á la naturaleza en cada planta


en particular, porque de esta mezcla bien
hecha y apropiada depende no solo la
belleza de las flores, sino tambien la per
feccion de las especies.
Repartimiento del terreno y época de veri
ficar la siembra.
Los repartimientos del terreno, los
dibujos y todos los demas adornos de
un jardin, varian tanto como el jenio
del jardinero ó del que está encargado
de trazarlos; de consiguiente, como esto
depende del capricho ó gusto de cada
uno, solo advertiremos que los compar
timentos han de ser sencillos y despe
jados, porque son los mas útiles para
las plantas y para el cultivo, y ademas
son los que jeneralmente presentan ma
yor elegancia : la mezcla de diversas
plantas, la espesura, y el desórden es
tudiado de los jardines, solo conviene
á los llamados á la inglesa, mas no á
los de flores. Uno de los primeros cui
dados del jardinero florista, ha de ser
el distribuir el terreno de tal modo,
que sin carecer de órden y hermosura
en el compartimento, queden varios cla
ros donde puedan criarse algunas plan
4
d- 62 - -

las, acomodándolas ya en un paraje ya en


otro, segun la situacion y esposicion que
requiera su naturaleza, porque unas a peº
tecen el sol, otras la sombra, etc.
Preparada la tierra y distribuido el
terreno, es necesario conocer cuál es la
época mas á propósito para verificar la
siembra: unos la ejecutan en primave
ra y otoño: otros la hacen en cualquier
tiempo y estacion, y otros esperan á
tal ó cual mes, consultando al mismo
tiempo, la creciente ó menguante de la
luna, y aun las horas del dia en que
deben hacerlo; pero este sistema solo
está fundado en la rutina. La época mas
á propósito para la siembra, es aquella
en que los vejetales sazonan sus semi
llas y se desprenden de ellas ó las re
coje el jardinero; pero siempre deben
plantarse en una esposicion y situacion
que facilite la nacencia y vejetacion de
las nuevas plantas. Mas como no siem
pre en todos los climas ni con todas las
plantas puede ejecutarse, se ha adop
tado por regla jeneral el hacer la siem
bra á principios de la primavera y
otoño.
Cuando hay abrigos naturales ó ar
tificiales, como estufas, camas calientes,
portales de jardin, etc., pueden adelan
tarse las siembras y conservar las plantas;
pero cuando se hayan de verificar al raso,
es preciso seguir una regla que indique
con exactitud la época en que se lha de
sembrar, en la primavera, que debe ser
en cualquier pais cuando los árboles in
díjenos empiezan á echar la hoja: esta
operacion se repite en los meses de agos
to y setiembre, adelantándola mas ó me
nos, segun se anticipen ó atrasen los
frios del invierno, y segun su mayor ó
menor intensidad.
Las plantas que se consigan de ambas
siembras, ya se hagan en cajones, en ties
tos ó en semilleros, deben trasplantarse
á los parajes convenientes, y colocarlas
ya en el lado que mira al mediodia, ya
en el que mira al norte, segun que resis
tan mas ó menos al frio.

CAPITULO V.

Multiplicacion ó propagacion de , las


plantas. -

Las plantas se multiplican por semi


llas, por, bulbos y raices, por estacas,
arodos, esquejes é injertos. -

Por semillas. — Para verificar las siem


bras de las semillas de flores, se prepa
— 64 —
ra antes el semillero (que puede ser un
cuadro, tiesto ó cajon), con una mezcla
de dos partes de mantillo y una de tierra
comun, todo bien mezclado y menudo:
luego se iguala la superficie del terreno,
se hace la siembra, y se cubre al instante
con una lijera capa de mantillo solo, que
no escederá de medio dedo de gruesa:
hecha la siembra, se riega con regadera
de mano, y así ha de regarse hasta que la
planta se fortifique. -

Por bulbos y raices. — El bulbo es un


pequeño cuerpo carnoso, mas ó menos
redondo, que nace en los sobacos de la
hoja, en los de los pedículos de las flores,
en la parte inferior de los tallos, ó en
lugar de las flores, y en algunos vejetales
en las raices, como las patatas. La mul
tiplicacion por bulbos se hace por medio
de las cebolletas que se forman junto á
las grandes; se desprenden cuando las ho
jas de la planta se marchitan, y colocadas
en tierra á propósito producen el mismo
vejetal que las ha formado. Se cuidan los
bulbos y cebolletas como las plantas ma
dres, es decir, se plantan en las mismas
épocas, en las mismas tierras y con igua
les precauciones. -

Por estacas. — Aunque al prinaer as-.


pecto parece fácil este modo de repro
— 65 —
duccion, exije algunas atenciones par
ticulares que á veces son muy necesa
rias, principalmente en los vejetales cu
y a madera es seca, quebradiza y sin meo
llo, que prenden con mucha dificultad.
Para preparar la estaca se arranca en
talon, ó se corta horizontalmente por de
bajo de un nudo con instrumento muy cor
tante, una pequeña rama, ó pedazo de
tallo, cuya lonjitud será segun la natura
leza y volúmen de la planta. Se quitan las
hojas principiando desde abajo hasta las
dos terceras partes de su altura, cortán
dolas con tijeras ó un instrumento bien
afilado, de modo que no se hiera la cor
teza. No debe elejirse una rama que es
té próxima á dar flor; pero si no hu
biese otra se le cortará la estremidad.
Las esta cas se colocan en la tierra mas
conveniente segun la clase de planta,
para cuya operacion se observarán las
siguientes precauciones: los nudos ó ye -
mas, cuyo número no ha de pasar de tres,
ó bien las hojas que se han dejado, han
de quedar fuera de la tierra: se han de
poner las estacas bastante separadas unas
de otras para que luego puedan arran
carse con facilidad y sin estropearlas:
ño se meterán con fuerza en la tierra
porque se arrollará hácia arriba la es
5
— 66 —
tremidad de la corteza que ha de echar
las raices; se hace un hoyo con el plan
tador, se coloca en él la estaca, en se
guida se oprime la tierra por los lados
para que se pegue a la estaca, y se riega.
Las estacas, de plantas delicadas deben
colocarse en un paraje retirado de la
demasiada luz y del contacto del aire
hasta que los brotes indiquen que ya han
prendido. Las estacas que necesitan mu
cha humedad, como la rosa damascena,
se tendrán en agua algunos dias antes de
plantarlas, y despues se mantiene, la tier
ra húmeda. Por el contrario, las esta
cas de plantas crasas, antes de plantar
las hay que dejar que se se que la heri
da del corte, para lo cual se tienen algu
nos dias en un paraje muy seco y ven
tilado, y despues solo se riegan para
que se una á ellas la tierra, porque de
otro modo se pudririan. La época mas
á propósito para poner las estacas varía
segun el clima y lo mas ó menos adelan
tada que se . halle la estacion; pueden
plantarse al fin del otoño ó del invierno
y en la primavera. •,

Por acodo. — El acodo es un tallo vi


goroso que, se elije en la planta, el cual
pueda doblarse cómodamente hasta me .
lerlo de utro de la tierra: á este tallo se
- — 67 —
le hace una cortadura por un nudo, de
modo que penetre desde la corteza has
ta la mitad; desde este corte se le hace
otra hendidura derecha hácia arriba: se
introduce un poco de tierra en el corte
dado, y se dobla con suavidad; se le me
te en la tierra, se le sujeta con una hor
quilla de palo ó caña para que se man
tenga dentro y no se levante; de este
modo echa raices muy brevemente y
se convierte en una nueva planta fuer
te y vigorosa. Este es el método que se
sigue en el acodo del clavel, que es el mas
impertinente; pues para multplicar por
acodo la mayor parte de las plantas, no
es necesaria otra cosa que doblar el ta
llo ó rama, meterlo en tierra, y asegu
rarlo con la horquilla para, que no se
mueva ni levante. En los acodos se ha
de mantener siempre la tierra húmeda;
y antes de separarlos de la planta ma
dre se ha de cortar poco á poco la par
le por donde está unido á ella, á fin de
acostumbrarlos con lentitud á que se
alimenten por sí mismos: para esto se
principia cortando muy poco, y cada dia
se va aumentando la profundidad del cor
te hasta que quede enteramente sepa
rado. Luego que los acodos han arrai
gado bien, se cuidan del mismo mo
v .
— 68 —
do que los individuos nacidos de semilla.
Por esqueje. — El esqueje es un cogo
llo desprendido de la planta, el cual,
plantado echa raices por el estremo de
la parte que se mete en la tierra, que
es el punto mismo por donde estaba
asido a la planta, y llega con el tiempo
á ser otra tan robusta ó mas que la que
le dió el ser. Para estraer los cogollos
de la planta principal no es necesario
destruir esta, basta quitarle los cogo
llos ó hijuelos que por estar muy jun
tos, ó por otra razon cualquiera, les son
inútiles ó menos necesarios: advirtien
do que algunos vejetales temen al hier
ro y deben se pararse los cogollos ras
gándolos sin valerse de instrumento
cortante. Antes de plantar los esque
jes se les limpia de las hojas mas ba
jas qué salen del primer nudo, y en se
guida se introduce en la tierra aquella
parte del cogollo que sea suficiente se.
gun su largo y su fuerza, dejando libre
y desahogado el ojo por donde ha de
brotar y no cubierto con tierra como
hacen algunos creyendo que asi quedan
mas asegurados. La tierra mejor para
el plantío de los esquejes es el mantillo,
que se forma como hemos dicho con las
hojas de los árboles mezcladas con tier
— 69 —
ra comun. La época de plantar los es
quejes es por octubre y noviembre, só
por febrero y marzo: en uno y otro
tiempo se obtienen buenas plantas; aun
que son mejores las de octubre, y mas
seguro su arraigo. -

- Por injerto. — Injertar es la opera


cion de poner un , vejetal sobre otro,
de modo que forme una planta, cuyas
ramas, flores y frutos sean de una ó
muchas especies, enteramente distintas
de las que producirian las raices y los
tallos. El objeto de esta operacion es
conservar ó multiplicar un individuo
precioso, que seria dificil hacerlo , por
acodo ó por estaca, y que sembrado no
produciria su variedad, sino el tipo de
la especie. Si se sembrase, por ejem
plo, la pepita de una pera de buen
cristiano, el árbol que naceria de ella
produciria la fruta pequeña, acre y muy
diferente. Lo mismo sucede en la ma
yor parte de los árboles frutales y de
los arbustos que presentan muchas va.
riedades. Esta razon es suficiente para
manifestar la utilidad del injerto; pero
no solo por este medio se conserva la
variedad con todas sus cualidades, sino
que estas se aumentan considerablemen
te. Esta operacion no, deja tambien de
- 70 —
tener sus inconvenientes, porque si bien
es cierto que el injerto mejora el fru
to, tambien lo es que perjudica al des
arrollo de los vejetales, los cuales des
pues de haber sufrido esta operacion no
crecen tanto ni con tanto vigor, y vi
ven menos tiempo. Cuanto mas tiempo
se tarda en injertar un individuo, tan
ta mayor fuerza y robustez adquieren;
pero necesita mas tiempo para dar fru
to. Lo contrario sucede cuando se an
ticipa la época del injerto, porque
cuanto mas débiles son los individuos,
fructifican mas pronto.
Son varias las maneras que hay de
injertar, que se aplican segun la na
turaleza de los individuos en que ha
de hacerse la operacion: aquí solo espli
caremos los métodos que se emplean
para los arbustos, porque los demas so
lo sirven para los árboles, y cuando
tratemos de estos, entonces los mani
festare mOS. -

Injerto por aproacimacion.— Consiste


en pegar la rama en tera de un vejetal
sobre la de otro que será el patron (1).
Para esto se hacen en las partes que
(1) La parte que se introduce en otro vejetal, se
llama injerto, y el tronco que la recibe se llama
patren.
— 71 —
quieren unirse unas cortaduras ó heri
das limpias y proporcionadas á su grue
so, desde la epidermis hasta la albura:
se re un en estas cortaduras de modo que
dejen entre sí el menor espacio posi
ble; es decir, que se ha de tener cui
dado en colocar las partes interiores
perfectamente á nivel, sin hacer caso
de la parte esterior que puede quedar
mas ó menos hundida: estas partes se
man tienen unidas por ligaduras sólidas
para impedir que el aire ó cualquier
otro ajente las desuna, y se cubre todo
con una capa de arcilla mezclada con
boñiga, y en cima un pedazo de lienzo,
de modo que no pueda penetrar en las
heridas la luz, el aire ni el agua. A
pocas pulgadas de altura por encima
del injerto, se corta la rama que sirve
de patron, para obligar á la sávia á
que pase al injerto. Despues que haya ,
prendido, se va aflojando ln ligadura pa
ra que no se agarrote con el crecimien
to de la rama: se va haciendo poco á
poco, principiando por una muesca lije
ra que se irá aumentando diariamente.
Esta clase de injerto se hace desde que
empieza á subir la sávia hasta que ba
ja, y se emplea en las plantas delica
das cuya corteza tiene poco grueso,
— 72 —
como algunas herbáceas, y entre ellas el
clavel, aunque tambien se ejecuta en los
árboles y arbustos.
Injerto de hendidura. — Se escoje pa
ra patron un individuo sano y robus
to, y del árbol que se quiere multipli
car una rama del año anterior que esté
madura, y sea mas delgada que el pa
tron: se corta la cabeza de este á una
altura determinada, segun su especie,
y se hace en la parte superior una
hendidura á lo largo. El injerto se pre- .
para cortándole horizontalmente por
la estremidad superior á distancia de
una línea mas arriba de una yema, y
afilando despues su parte inferior por
ambos lados á manera de cuchillo, es
decir, que sea muy delgado por la par
te que primero entra en el patron, y
mas grueso por de tras, siendo indispen
sable que esta última parte esté guar
necida de corteza: muchas veces se ha
ce á cada lado del injerto una peque
ña muesca donde principia á formar el
cuchillo, para que despues de coloca
do siente bien sobre el corte de la ca
beza del patron, y tenga mas puntos de
contacto con su corteza: en la parte su
perior del injerto solo deben quedar dos
ó tres yemas. La colocacion de los in
— 73 —
jertos en los patrones, es la que exije
mas cuidado, destreza y celeridad, para
cuya operacion se observará lo siguien
te: para tener abiertas todo lo necesa
rio las hendiduras, se usa la punta de
la podadera, ó una cuña de madera que
se introduce en ellas: los injertos se
meten sin hacer esfuerzos, para no la
cerar los bordes de las cortezas: y úl
timamente, se ajustan los injertos en
las hendiduras procurando que la línea
que separa las capas de la corteza de
las de la albura , corresponda lo mas
exactamente posible con la que divide
las mismas partes en el patron ; esta
precaucion es indispensable para el buen
resultado de la operacion en los veje
tales leñosos. No debe tratarse de que
las cortezas del injerto y del patron es
ten al mismo nivel por fuera, porque
esto seria una prueba de haber injer
tado mal; pues siendo mas gruesa una
corteza que otra en razon de la edad,
si estan á nivel por fuera, no pueden
estarlo por dentro. Para mantener el
injerto bien unido, se liga con cáñamo
ó lana, y encima se embarra con arcilla
mezclada con boñiga ó con el betun que
luego diremos. Por este método puede in
jertarse así en las raices como en los ta
— 74 —
llos, y es bastante seguro en los árboles
frutales y arbustos de recreo, como los
rosales, etc. Se practica en la primavera,
cuando sube la sávia en los patrones, y
con renuevos jóvenes algunos dias mas
a trasados en vejetacion que los patrones.
Injerto de escudete. — Esta manera de
injertar puede llamarse injerto univer
sal, pues se aplica á todo jénero de ár
boles y arbustos desde que tienen el grue
so del dedo miñique, hasta que llegan al
de una pulgada, escepto en la vid, que
solo admite el de pua. Puede hacerse en
la primavera durante la sávia, que se
llama escudete al vivir ó á ojo velando, ó
por el mes de agosto, y entonces se dice
escudete á ojo durmiendo: en la primera ,
época brota al instante, y en la segunda
no brota hasta la primavera siguiente.
Se escoje un patron bien sano, así como
debe serlo igualmente el que suministre
el injerto, porque, las enfermedades se
comunican con mucha facilidad, proven
gan del injerto ó del patron. Si la ope
racion se ejecuta á ojo velando, se em
plean las ramas del año anterior: y si se
hace á ojo durmiendo, las del mismo año.
Para estraer los escudetes, se preparan
quitándolas una porcion de hojas, de mo
do que los pedículos ó pezones no con
- - 75 —
serven mas que una quinta parte de ellas,
y en seguida se levantan los escudetes del
modo siguiente: se coloca el corte de la ,
navaja cuatro ó seis líneas encima de la
yema, segun el grueso de la rama, y se
introduce muy oblícua pente hácia abajo
hasta cortar lijeramente la albura: enton
ces se continúa bajando verticalmente
sin profundizar mas hasta pasar la yema
tres ó cuatro líneas, se alarga mas el es
cudete volviendo el corte del instrumen -
to hácia la corteza, y queda desprendido
de este modo. Si se ha cortado mucha al
bura se quita un poco, teniendo cuidado
de no herir la yema ni sacar el jérmen
que contiene, porque en este caso no bro
taria. El patron se dispone haciendo en
el paraje en que la corteza esté lisa y sin
nudos, una incision horizontal hasta la
albura, un poco mas ancha que el injerto:
en medio de esta incision se hace otra ver
tical del largo del escudete, de forma que
estas dos incisiones presenten esta figu
ra T. Se levanta lijeramente la corteza lo
suficiente para meter debajo el escudete,
del cual se deja fuera solo una línea: se
aplica entonces el filo de la navaja sobre
el escudete, en la misma direccion que
la incision horizontal, de modo que apre
tando un poco se corte la porcion de es
— 76 — -

cudete que no se ha introducido debajo de


la corteza y entre la incision horizontal:
se une á ella el escudete para que la cor
teza de este toque á la del patron por
esta parte; se aprieta un poco el escudete
para que se una pmas inmediatamente á la
albura del patron; y por último, se ata con
lana sin torcer, que debe cubrir todo el
escudete menos la yema, y se dan dos ó
tres vueltas por encima del corte para
impedir que penetre el agua en la hendi
dura. Si se injerta en la primavera, se cor
ta en seguida la cabeza del patron: y si se
hace por agosto, se espera á la primavera
siguiente. Se conoce que ha agarrado
cuando se desprende el pezon pronto y
naturalmente. Conforme va engruesando
el patron se afloja la ligadura, y se quita
luego que el injerto ha prendido bien.
. Cuando el escudete ha brotado algunas
hojas, se cortan todos los vástagos que
salgan en el patron.
Beun para los injertos. — Se echa en
una cazuela una porcion de pez griega
é igual cantidad de cera amarilla, que
se derriten á fuego lento y se mezclan
bien; se añade sebo como una quinta par
te de toda la mezcla, y polvo de ladri
llo la cantidad suficiente para dar soli
dez á la composicion cuando se enfrie,
— 77 —
sin quitar la la fluidez que necesita al tiem
po de emplearse. Este betun se aplica
con un pincel, y se usa bastante caliente
para que se pegue á la corteza, pero no
tanto que la queme.
CAPITULO VII.

Del cultivo de las plantas en jeneral.

Aunque luego trataremos de cada


planta en particular, vamos á dar ahora
una idea je neral de los diversos culti
vos que requieren. Para esto dividire
mos las plantas en tres secciones, com --
prendiendo en la primera las de raices
tuberosas y bulbosas, conocidas con la
denominacion de cebollas de flor; en la
segunda las plantas perennes mas cono
cidas de nuestros floristas, y últimamen
te, en la tercera todas las anuales de uso
la S CONUll ,

SECCION PR1 MERA .

Plantas de raices bulbosas y tuberosas.


Algunos jardineros floristas creen que
los lirios, tulipanes, anémones, etc., no
producen semilla, y contribuye á mante
— 78 — -

nerlos en este error la práctica jeneral


de destruir las plantas de flor sencilla ó
semidoble, y conservar las de flor doble,
que como estan llenas no dan semilla,
porque carecen de los órganos sexuales
que se convierten en pétalos por medio
del cultivo; por esta razon solo cuidan
de multiplicarlas por hijuelos ó bulbi
tos nuevos, ó separando los tubérculos en
que se multiplican las raices de otras que
no son bulbosas, como en la anémone,
el ranúnculo, el lirio, etc.; privándose de
este modo de infinidad de variedades que
pudieran haber conseguido por medio de
las simientes, - -

De consiguiente, para obtener espe


cies y variedades nuevas, debe el jardi-;
nero florista usar de las semillas para
la propagacion de las plantas, y valerse
tambien de la hibricidad, bien sea na
turalmente poniendo una flor junto á
otra de diferente especie, dejándolas que
ellas mismas se fecunden, ó bien arti
ficialmente echando sobre el estigma de
una el polen que contienen las anteras de
otra, como hemos dicho al hablar de la
fecundacion. - -

Para sembrar las semillas de todas


las plantas comprendidas en esta seccion,
se dispondrán los semilleros (sean eras,
— 79 -
cajoneras ó tiestos) de modo que esten
resguarda dos de los ratones, hormigas
y demas insectos, y en paraje donde dé
el sol; pero en las siembras tardías debe
mitigarse su accion por medio de len
zones, cubiertas de puja, etc.: el terre
no se compondrá de una parte de are
na gruesa, otra de mantillo muy con
sumido y dos de tierra de soto muy lije
ra, todo bien mezclado, preparándolo con
alguna anticipacion para que las tierras
se combinen y amalgamen: despues se
allana é igua la la superficie, y se echa
la semilla bien repartida, cubriéndola en
seguida con una capa de la misma mez
cla bien cribada, y que no pase de un
dedo de espesor, y luego se riega con re
gaderas de lluvias finas, cuidando des
pues de darles los riegos necesarios hasta
que nazcan, en cuyo caso se han de res»
guardar las plantas de la fuerte impresion
de los rayos del sol y de todo lo demas
que pueda perjudicarles.
Estos semilleros deben mantenerse
siempre limpios de toda yerba, cantos, in
sectos, etc.; cuando las plantas estan cre
cidas, se receba el tiesto, cajon ó era, es
decir, se le aumenta un dedo de tierra de
ln misma mezcla que hemos dicho ar
riba, y se cuida de preservarlos de los
- — 80 —
frios y heladas del invierno. Si la siem
bra está bien hecha y se cuida como he
mos dicho, las nuevas plantas pueden
permanecer en el semillero por dos ó tres
años, segun su clase: los anémones ó ra
núnculos se forman mas pronto que los
tulipanes, jacintos y demas bulbos, por
lo cual pueden sacarse aquellos del se
millero antes que estos; pero todas las
plantas han de permanecer en el semi
llero hasta que den la primera flor, ó al
menos hasta que formen espesura y pue
da temerse que se perjudiquen unas á
OtraS.
Las nuevas cebollas y raices sacadas
de los semilleros, como las que llevan
muchos años de cultivo, se suelen plan
tar desde últimos de setiembre hasta fi
nes de enero; pero como las verdade
eras cebollas principian su vejetacion en
cuanto sienten las lluvias de otoño, echan
do tallo aunque no esten plantadas, es pre
ciso plantarlas por setiembre y octubre
para que no se inutilicen y pierdan. Las
anémones, ranúnculos y francesillas, se
pueden plantar en casi todos los me
ses, y obtener sus flores la mayor parte
del año si se toman las precauciones con
ve cientes. Estas raices pueden guardar
se de un año para otro sin plantarlas;
— 81 —
pero los bulbos de las cebollas es indis
pensable plantarlos todos los años, por
que en tallecen, como hemos dicho, luego
que sienten la humedad del otoño. Para
obtener las flores tardías, deben plantar
se en sitios frios espuestos al norte, por
que en estos es mas lenta la vejetacion y
florecen mas tarde. -

El terreno en que hayan de plantarse


las plantas de raices bulbosas y tuberosas,
ha de ser lijero, bien labrado, y algo
a bonado con mantillo muy podrido: re
gularmente se ponen en arriates y plata
bandas, y así se puede preparar la tierra
como conviene: si las lluvias estacionales
son abundantes, debe prepararse el terre
no en lomo ó albardilla para que no re
tenga al agua; pero si no llueve con fre
cuencia, se dispone en era llana, que es
mejor para las pl antas. *º

El plantío de los ranúnculos, anémo


nes, jacintos, narcisos y tulipanes, se
hace en líneas paralelas, á distancia
de medio pie una de otra. Los ranúncu
los y anémones se ponen á unos cua
tro dedos de profundidad, y los jacin -
tos, narcisos y tulipanes, de cuatro á seis
dedos. Las azucenas, emerocalis y otras
plantas poco delicadas, se ponen en las
platabandas á golpes repartidos á buenas
s 6
— 82 —
distancias; pero la tuberosa ó vara de Jesé,
debe ponerse sola y con algun cuidado.
Esta hermosa cebolla se planta por abril
y mayo, y se saca de la tierra en noviem
bre. Si se cultiva en tiestos, pueden reti
rarse estos á un paraje seco despues que
hayan dado la flor, y se dejan sin riego
durante el invierno; así se conservan sa
nos los bulbos dentro de la tierra, se nu
tren y perfeccionan mas, y á la primavera
siguiente se hallan en el mejor estado de
vejetacion. En este caso se vacian los
tiestos, se sacan las cebollas, se separan
los bulbos mas gruesos, y se plantan otra
vez en tierra nueva, preparada como he
mos dicho para la siembra, y á seis dedos
de profundidad.
Cuando las plantas, despues de produ
cir la flor y madurar sus semillas, anun
cian el término de su vida, encojiendo
sus hojas, perdiendo su color natural, y
por último, secándose, debe el jardinero
procederá la recoleccion de las cebollas
ó raices, sacándolas con cuidado de la
tierra; en seguida se ponen al sol un par
de dias, y cuando estan secas se limpian
de toda la tierra y demas brocilla, y se
guardan en un sitio fresco y seco para que
se conservsn en el mejor estado posible,
sin omitir la separa cion de las clases.
— 83 — *
Finalmente, lo que constituye en je
neral el cultivo de estas hermosas plantas,
es la limpieza de las malas yerbas, la re
peticion de labores que ahuequen la tier
ra, y los riegos moderados cuando los neº
cesiten, que regularmente no es hasta bien
entrada la primavera.
SECCION SGUNDA.

Plantas perennes.
Las plantas perennes, aunque en mayor
número que las anteriores, son menos de
licadas para el cultivo; sin embargo, hay
entre ellas algunas que exijen cuidados
y atenciones particulares: los jeránios, la
vainilla, la reseda, la oreja de oso, el
jazmin real, la flor del canario, y otras
muchas plantas, no pueden conservarse
al raso en los climas frescos, durante el
invierno, por lo que deben cultivarse -en
tiestos ó macetas para retirarlas á los
invernáculos en aquella estacion, ó bien
taparlas con los preservativos suficientes
para evitar los efectos de las heladas: en
el mediodia de España se crian estas plan -
tas al aire libre, sin ninguna especie de
abrigo ni resguardo.
La misma preparacion del terreno y
e
* — 84 —
mezcla de tierras que hemos indicado pa
ra sembrar las simientes de las cebollas
de flor, debe emplearse para todas las
plantas delicadas, añadiéndole únicamen
te una parte mas de mantillo, para que la
mezcla sea algo mas lijera: los cuidados
de la siembra y los demas hasta el tras
planto, son los mismos en unas que en
otras; pero las comprendidas en esta sec
cion se trasplantan luego que tienen de
tres á cuatro dedos de altura, porque de
lo contrario reciben mucho daño en la
operacion. Para hacer en grande el tras
planto, debe elejirse un dia fresco ó nu
blado, regando la tierra en seguida; y si
se hace en pequeño, se procurará res
guardar la planta del sol por tres ó cuatro
dias hasta que prenda. El cultivo de las
plantas que vejetan en los cuadros, se re
duce á la limpieza de toda yerba estraña,
removiendo á menudo la tierra, separar
todo lo muerto ó dañado de las plantas,
distribuir las con órden en los parajes y á
distancias correspondientes, y darles los
riegos necesarios segun su calidad.
Las de los tiestos necesitan ademas re
cebar las macetas con nuevo mantillo en
otoño y primavera, y cada dos ó tres años
sacarlas, recortar una parte de sus raices
todo alrededor, renovar la tierra compues
-
— 85 - º

ta de una parte de tierra aluminosa y otra


de mantillo bien pasado, y volverlas á co
locar sin deshacer el cepellon que está
unido á las raices. Las plantas compren
didas en esta seccion, se aumentan por
medio de sus semillas, por acodos, esque
jes, hijuelos ó retoños enraizados, que
producen á su rededor las principales.
La mayor ó menor delicadeza de unas
plantás con respecto á otras, exije que el
jardinero las observe constantemente, ya
para colocarlas en paraje mas favorable,
ya para aumentar ó disminuir el riego, y
ya, en fin, para preservarlas de los in
sectos que las acometen y destruyen,
unas veces por la raiz y otras por los
tallos. ,

Por último, á muchas de las plantas


comprendidas, en esta seccion y á otras
de la siguiente, algunas veces es preci
so arrimarles tutores que las sostengan,
para que no rastreen ó se venzan há
cia el suelo. Los claveles grandes, por
ejemplo, necesitan siempre de algunas
varitas ó cañas que los sostengan, por
que de lo contrario cabecean ó se do
blan con el peso de la flor, caen y
perecen.
*.

— 86 —

SECCION TERCERA

Plantas anuales.

Jeneralmente las plantas anuales que


se cultivan en los jardines de flores,
aunque en gran número de individuos,
no exijen de parte del jardinero otros
cuidados que los manifestados en la .
anterior seccion; pero como los veje
tales de que aquí tratamos son los me
nos duraderos, y de consiguiente los que
menos atenciones necesitan, el cultivador
debe poner todo el cuidado en la prepa
racion de la tierra, en elejir la esposi
cion que les conviene, en no confundir
los con la espesura, y por último, en sem
brarlos y trasplantarlos en tiempo y sa
zon, cuidando de la recoleccion de semi
llas, y elijiendo para esto las plantas mas
lozanas y vigorosas. -
— 87 —
CAPITULO VIII.
--4.

DESCR lPCION DE LAS FLORES: CULTIVO PARTICULAR DE


LAS PLANTAS,

PLANTAS PERENNES.

Carraspique.

Se cultivan dos especies de carraspi


que, una perenne y otra anual: la peren
ne tiene las flores blancas y en ramilletes
terminales: se componen de cuatro péta
los iguales, redondeados, prendidos al
fondo del cáliz y dispuestos en forma de
cruz: el cáliz está dividido tambien en
cuatro partes, y cada division está colo
cada entre los pétalos: el pistilo está ro
deado de seis estambres, cuatro largos y
dos mas cortos.
El pistilo se convierte en una salí
cula triangular y aplastada, que se abre
por la cima, parecida á una bolsa, con
dos divisiones llenas de semillas peque
ñas. El tallo y ramas son leñosas. Se
siembra por agosto, y se multiplica tam
bien por esqueje y acodo en todo el
verano. Los frios y heladas le causan
algun daño, por lo que se debe cultivar
en tiestos ó en las platabandas de mejor
esposicion
El carraspique blanco pequeño ó anual,
tiene las flores blancas ó de un bonito.
color violado, en cruz, con los pétalos
ovales, doble mas largos que el cáliz, y
recortados en cuatro follotas ovales y cón
cavas, El pistilo es una salícula casi re
donda, estrecha por abajo, con dos celdi
llas divididas por un tabique, que con
tienen algunas semillas aplastadas. Se
siembra por octubre, noviembre y di
ciembre, de cuya siembra puede trasplan
tarse la planta que acomode; pero es me
jor la siembra de asiento.

Pajarilla ó aguileña.
La flor de esta planta es anómala, de
cinco pétalos lanceolados, ovales, llanos
é iguales, con cinco nectarios, tambien
iguales, colocados alternativamente con
los pétalos, prolongados por abajo en
forma de cuernos encorvados, imitando
las uñas del águila, de donde le viene el
nombre de aguileña; las cojolas son jene.
ralmente purpúreas, y algunas veces blan
eas: tiene de quince á treinta estambres,
y el pistilo colocado en el centro de la flor
y dividido en cinco partes: el fruto se com
— 89 —
pone de cinco cajillas cilíndricas, parale
las, derechas y de una sola celdilla que
contiene muchas simientes. El tallo se
eleva regularmente á la altura de dos pies;
es áspero, ramoso, rojizo y algo velludo:
las flores nacen en su cima, dispuestas en
forma de macetas y vueltas hácia la tier
ra: las hojas alternadas, y la raiz perpen
dicular, ramosa, blanca y fibrosa.
Se conocen algunas variedades de un
bonito color azul, rosa ó encarnado. Esta
planta, que resiste al raso los calores y
frios de nuestro clima, se siembra desde
marzo hasta junio, pero es algo tarda en
nacer: tambien se multiplica por hijuelos
en el otoño. La tierra en que se haya de
sembrar, ha de estar bien preparada, lije
ra, con abundancia de mantillo, y la si
miente se cubre con una pulgada de man
tillo. Se trasplantan por octubre y noviem
bre, para cuya operacion se riega el din
antes el semillero á fin de poderlas arran
car por la mañana sin rom per las raices,
y trasplantarlas sín cortárselas, y de este
modo la planta prende mas fácilmente y
no siente la mudanza de domicilio.

Jeránio.
- Este jénero de plantas es uno de los
que cuentan con mas número de especies;
— 90 —
y como seria demasiado prolijo el descri
birlas todas, daremos una idea jeneral del
carácter del jénero.
Cada flor se compone de un cáliz per
manente, de cinco hojuelas, ó partido en
cinco la cinias: la corola tiene cinco péta
los iguales ó mo, asidos al anillo que sos
tiene los estambres: entre cada uno de los
pétalos hay una glándula cuando las coro
las son regulares; y en las irregulares se
ve un tubo mas ó menos prolongado por
lo interior de los pedúnculos: tiene diez
filamentos unidos en un anillo por su ba
se; cinco ó siete de ellos son fértiles y
tienen las anteras oblongas. El jérmen es
pentágono y estrechado por su base, y el
estilo piramidal y con cineo estigmas. El
fruto se compone de cinco cajitas termi
nadas por una arista, que encierran casi
siempre cada una solo una semilla, oval y
puntiaguda por su base.
Las especies mas estimadas son las que
se conocen con el nombre de malvas de
olor, jeránio de rosa, jeránio de flor, jerá
nio triste, jeránio coronado, jeránio de
hierro, de olor, de almizcle, etc. Hay mu
chas variedades, y todas ellas son deli
cadas, por lo que deben cultivarse e
tiestos.
Esta planta pide una tierra lijera y
— 91 —
franca, una buena esposicion al medio
dia, riegos moderados en el verano , y
muy raros en invierno. Deben resguar
darse de los frios y heladas del invierno,
porque si se dejan al raso perecen. Se mul
tiplican por esqueje, acodo y semilla: es
ta se siembra por abril, mayo y junio, y
se trasplantan despues á los tiestos. Los je
ránios de raices tuberosas se propagan
cortando los tubérculos en tantos peda
zos como yemas tengan, plantándolos y
regándolos poco para que no se pudran.
Margarita,
Su flor es radiada, compuesta de
flósculos hermafroditas en el disco, y
de semiflósculos hembras en la circun
ferencia: el cáliz común á todas estas
flores es casi redondo, y estas están
compuestas de muchas hojillas dispues
tas en dos órdenes iguales y de he
chura de lanza: todas las semillas son
solitarias, ovales, aplastadas, desnudas,
encerradas en el cáliz comun, sobre
, un receptáculo desnudo y cónico. El
tallo es un bohordo desnudo en cuya
cima se halla una sola flor; tiene
de tres á cuatro pulgadas de alto, y
un solo pie produce gran número de
— 92 —
flores: la raiz es fibrosa y rastrera. Flo
rece á principios de la primavera.
Hay muchas variedades de flores
dobles, de un encarnado pálido ó su
bido, blancas, fajadas de blanco y en
carnado.
Se multiplica por la division de sus
cogollos barbados, cuya operacion se
hace por octubre, ó por febrero y mar
zo: su uso comun es para adorno de
los paseos ó calles del jardin, y se plan
tan en líneas rectas que son las divi
sorias entre los cuadros y las calles.

Boca de dragon.
Esta planta es conocida tambien con
los nombres de becerra, cabeza de ter
nera y antirrino. Sus flores son gran
des en forma de hocico, colocadas en
espiga, purpúreas, blancas, anteadas,
y de color de fuego que son las mas
bellas: tienen el paladar de distinto co
lor que el resto de la corola.
Se siembra por los meses de marzo y
abril; tambien se multiplica por division
de sus raices: esta planta puede cultivar
se en los parajes sombrios del jardin, por
que resiste mucho al frio.
— 93 -
-

Piramidal ó flor de la pirámide.


Esta planta tiene los tallos derechós,
- de mas de cinco pies de altura, flores nu
merosísimas, blancas ó azules, campanu.
das, y colocadas alrededor de los tallos en
forma de pirámide. Se siembra por marzo,
abril y mayo, y se trasplanta á tiestos
grandes ó en parajes que esté bien es
puesta al sol y que pueda preservarla de
la impresion del frio y de las lluvias.
Tambien se multiplica por hijuelos ó di-.
vision de raices: se cultiva como la vale
riana.
Caracolillo.

Sus flores son grandes, purpúreas y


olorosas. Se siembra por marzo, abril y
mayo; tambien se multiplica por hijuelos
y acodos. Esta planta se yela facilmente
si se deja al raso, por cuya razon se ha
de cultivar en tiestos, ó en un sitio muy
resguardado donde no pueda helarse en
el invierno, ni podrirse con las frecuentes
lluvias y humedades.
Valeriana. *

La valeriana mayor ó de jardin tiene


las flores blancas, de una sola pieza era -
— 94 — -

budada, dividida en cinco partes redon


deadas: está sostenida por un cáliz poco
aparente, compuesta de licinias delgadas
y vellosas, con tres estambres y un pisti
lo. El fruto es una cápsula cuya cima se
desarrolla poco á poco y se convierte en
una borla sedosa, cuyas sedas son ramo
sas; la semilla encerrada en la cápsula es
aplastada. Los tallos son comunmente de
tres pies de alto, delgados, redondos, li
sos, huecos y ramosos: las flores nacen
en parasol en las cimas de los tallos. La
raiz es gruesa, arrugada, transversal, y
guarnecida por debajo de fibras gruesas.
Valeriana encarnada. Se diferencia de
la precedente en sus flores que son de un
encarnado muy agradable, y están soste
nidas por pedúnculos pequeños, y en sus
hojas lanceoladas y de color verde claro.
Esta planta florece durante casi todo el ve
rano y el otoño. Así esta como la ante
rior resisten los frios del invierno, y los
vivos calores y se quedad del estío. Se
siembran por febrero, marzo y abril, y
vejetan en toda clase de tierra y en cual
quier esposicion. Despues que han nacido
no exijen mas cuidado que escardarlas y
regarlas cuando haya necesidad. Tam
bien se multiplican por renuevos y es
quejes.
— 95 — -

Valeriana griega ó polemonio azul.


Sus flores son olorosus, moradas, blancas
y listadas de estos dos colores, dispues
tas en ramillete espeso. Se multiplica por
hijuelos ó esquejes, separados de sus raices
y sembrando sus semillas en tierra suave,
lijera y compuesta de buen mantillo: cuan
do las plantas se hallan bastante fuertes
se trasplantan de asiento: su esposicion
debe ser entre sol y sembra.
Matricaria.
Su flor está compuesta de un conjunto
de flósculos hermafroditas en el dísco, y de
mauchos semiflósculos en la circunferen
cia. Cada flósculo se compone de un tubo
encorvado en el medio, ensanchado en su
estremidad y dividido en cinco segmentos.
El semiflósculo es un tubo corto, con su
base delgada, terminado por una lengüeta
oval, dividida en tres dientecillos por su
estremidad: las semillas son solitarias,
oblongas y sin milanos: todas las partes de
la flor están reunidas en un receptáculo
hemisférico, que está en el centro de la
cubierta ó cáliz. Los tallos son numerosos,
de dos pies de altura, derechos, acanala
dos, lisos y llenos de médula. Las flores
son blancas y nacen en la cima de los ta
lles, dispuestas en maceta: las hojas colo

—,
— 96 —
cadas alternativamente: la raiz es blanca,
ramosa y fibrosa.
La matricaria de flor doble, á pesar de
su olor desagradable, es muy buena para
adorno de un jardin: la multiplicacion de
esta planta se hace por esqueje ó por la
division de los cogollos barbados que pue
den separarse de la vieja, pues por semi
lla dejeneran y salen sencillas la mayor
porte: el tiempo de sembrarla es desde fe
brero hasta últimos de abril.

Perpétua amarilla.
Lo que constituye la belleza de esta
flor es el cáliz propiamente dicho: se com
pone de muchos órdenes de escamas, de
color de flor de azufre; cada escama está
a huecada á manera de cuchara, dispuesta
sobre la escama de debajo y montando so
bre ella. En el centro de este cáliz se hallan
las verdaderas partes constitutivas de la
flor, que son unos flósculos hermafroditas
en el disco, y hembras en la circunferen -
cia: unos y otros producen semillas igua
les, oblongas, pequeñas y coronadas de un
milano plumoso teñido de encarnado. Los
tallos se elevan á la altura de pie y medio
ó dos pies, y están cargados de hojas opues
tas: las flores nacen en la cima dispuestas
— 97 —
en maceta, y cada una tiene un peciolo
particular. La raiz es leñosa, fibrosa y
negruzca. Se multiplica por esqueje y por
semilla, y se siembra por abril y mayo;
pero como los frios del invierno la hacen
perecer, no se puede cultivar al raso, á no
ser en tiestos para retirarla al reservato.
rio ó sitio bien abrigado, durante la ríjida
estacion.
Todos los años á fines de invierno, de
be sacarse la planta del tiesto para quitar
las raíces fibrosas que le tapizan, y darle
tierra nueva muy sustanciosa.

Don Diego de noche.


Aunque este es el nombre mas com un
con que se conoce esta planta, tambien se
llama arrebolera, don Pedro y don Juan de
noche. Sus flores, que se abren de noche
y permanecen cerradas de dia, son em
budadas, con cinco escotaduras, dobladas
las partes salientes. El tubo es angosto,
largo y ensanchado por arriba: la flor se
compone de cinco estambres y un pistilo:
el cáliz es de una sola pieza y con cinco
lóbulos. La semilla está encerrada en una
especie de mucecilla morena oval y con
cinco esquinas. El tallo, que crece hasta
dos pies ó mas de altura, es herbáceo,
7
— 98 —
duro, nudoso y ramoso: las flores nacen
en lo alto formando un manojo, y las ho
jas estan opuestas. La raiz es gruesa, ne
gruzca por fuera y blanca por dentro, car
nosa como los nabos, quebradiza, y que
profundiza bastante.
Las flores varian mucho de color y
a un en un mismo pie suelen estar re
unidas flores blancas, encarnadas, blancas
disciplinadas de encarnado, de todo jéne
ro de pajizos, y pajizas disciplinadas de
encarnado. Esta planta florece desde ju
nio hasta los yelos: se siembra de asiento
por marzo y abril, y es perenne por sus
raices, que si los y elus no las penetran
retoñan por muchos años seguidos. Re
quiere tierra lijera y algo sustanciosa, y
su cultivo solo exije algunos riegos y
escardas.

Becabunga ó verónica.
Se compone la flor de una sola pieza
en forma de embudo, dividida en cuatro
partes redondeadas ; los estambres son
dos, pegados á las paredes de la corola y
mayores que ella: tiene solo un pistilo, .
terminando por un estigma esférico: to -
das las partes de la fior estan en cerradas
en un cáliz de una sola pieza, cortada en
— 99 —
cuatro partes agudas. El pistilo se con
vierte en una cápsula en forma de cora
- zon, con dos celdillas y cuatro válvulas,
que contienen semillas muy pequeñas,
redondas y negruzcas. Los tallos suben
hasta la altura de un pie, algunas veces
derechos, pero comunmente inclinados;
son cilíndricos, rojizos y ramosos: las flo
res de un bonito azul, blancas ó encarna
das, nacen dispuestas en espigas sobre ra
mas que parten de los encuentros de las
hojas; estas estan opuestas de dos en dos
en los nudos. La raiz es nudosa, blanca,
rastrera y fibrosa. Esta planta resiste al
raso los frios del invierno y los ardores
del estío. Se siembra por la primavera, y
se multiplica por la division de cogollos
que se separan de las plantas viejas, cuyo
trasplanto se puede hacer desde setiembre
hasta febrero.

Crisantemo de la China.

Hermosa planta de flores grandes, que


presentan todos los matices desde el color
blanco hasta el amarillo, y desde el blan
co hasta el de púrpura subido. Su tallo
casi leñoso, derecho, muy ramoso, de dos
ó tres pies de alto, las flores solitarias,
axilares, terminales, dobles y de tres á
-— 100 —
seis dedos de diámetro. La flor principal
de cada tallo es mayor que las laterales.
Se multiplica por esquejes y a codos en
el verano, ó por hijuelos barbados que
salen alrededor de la madre, los cuales
se separan y trasplantan por febrero y
marzo: exije tierra sustanciosa y abun
dantes riegos. Si se desea que las flores
adquieran mayor tamaño, se quitan to
dos los botones laterales, y se deja solo
el principal que termina el tallo, por cu
yo medio se adquieren algunas de ocho
dedos de diámetro.

Mejorana.
Compón ese la flor de un tubo cilíndri
co, abierto en su estremidad, dividido en
dos labios, de los cuales el superior está
cortado en corazon, y el inferior dividido
en tres partes iguales: los estambres, en
número de cuatro, dos de ellos mas lar
gos que los otros, estan prendidos hácia
la base del tubo: el pistilo ocupa el cen
tro. Todas las partes de la flor se hallan
reunidas en el cáliz, y cada flor va a com
pañada en su base de una hoja floral: el
fruto se compone de cuatro semillas en
cerradas en el fondo del cáliz. Los ta .
llos, de doce á dieziocho pulgadas de
— 101 —
alto, son delgados, leñosos, ramosos, y
comunmente velludos: las flores nacen
en la cima en forma de espigas, y las
hojas estan opuestas. La raiz es delgada
y fibrosa. Esta planta florece durante
todo el vera no: se aumenta por semillas,
que se siembran en abril y mayo, y se
trasplantan por octubre, noviembre y
febrero, y tambien por la division de
las plantas viejas.

Don Diego de dia.


Esta planta es semejante al don Die -
go de noche, con la diferencia de que
desenvuelve sus hermosas flores durante
el dia, y permanecen cerradas por la no
che, y aun se mantienen sin abrir en los
dias nublados. Las flores son abundantes
y vistosas, de tres colores, azul, blanco y
amarillo, de figura de campana, con cinco
pliegues y cinco ángulos en su borde: tie
nen cinco estambres, su jérmen globoso,
con el estilo dividido en dos, y una caji
lla con dos celdas que contiene varias se -
millas negras y angulosas. Las flores estan
sostenidas por pedúnculos de dos á tres
dedos de largos, que nacen en los sobacos
de las hojas, y cada pedúnculo sostiene
una flor.
— 102 —
Hay algunas variedades, una de flor
blanca y otra jaspeada, que son poco n pre
ciadas. Se siembra de asiento por marzo y
abril, y prevalece en las orillas de las ca
ceras, en las fajas de flor, y en parajes
frescos. Se cultiva como el don Diego de
noche.
Minutisa.

Las flores son olorosas, y varian de


matiz desde el blanco y rosa hasta el co
lor de fuego: las esca mas esteriores del cá
liz son aovadas en su base, y terminan por
una cerda tan larga como el cáliz. El tallo
es derecho, nudoso, ramoso, algo velludo
hácia su base, y lampiño en la parte supe
rior; crece hasta la altura de pie y medio.
Esta planta es perenne por su raiz: flore
ce por mayo, junio y julio, y sazona sus
semillas por agosto y se tiembre. Hay al
gunas variedades de flores sencillas ó do.
bles, de los colores que hemos dicho, y
tambien disciplinadas. Las dobles se mul
tiplican por esquejes, y las sencillas por
simiente: esta se siembra desde mediados
de marzo hasta fin de mayo; pero las de
marzo son mmejores que las tardías: des
pues de cavar las eras que han de servir
para semillero, se cubren con una capa li
jera de mantillo muy consumido, y sobre
— 103 —
ella se verifica la siembra, esparciendo la
semilla clara y con igualdad, y despues se
cubre con otra capa del mismo mantillo,
cuyo espesor sea del canto de un duro:
despues que hayan nacido se aclaran las
plantas que esten espesas, se les dan fre
cuentes riegos, á los principios con rega -
dera, y despues de pie, y se limpian de yer
bas estrañas. El semillero ha de estar en
paraje ventilado y es puesto al mediodia:
los semiileros tardíos entre sol y sombra.
Cuando las plantas tienen la altura y
fuerza suficiente, se tras plantan: estas re
sisten al raso sin riesgo alguno.

Farolillo ó pucherillo.
Flores grandes, campanudas, blancas,
encarnadas, violadas y jaspeadas, sencillas
ó dobles, sostenidas por pedúnculos bas
tante largos, y dispuestas casi en forma
piramidal: los tallos son rectos, elevados,
vellosos, asurcados y ramosos, y crecen de
dos á tres pies. Esta planta florece todo el
verano. Se multiplica por semilla, que se
siembra por marzo, abril y mayo, del mis
mo modo que la valeriana. Se dejan en los
semilleros hasta el tiempo del plantío, re
gándolas, aclarando los parajes en que es
ten muy espesas, y dando las escardas ne
— 104 —
cesarias. Por octubre ó febrero se tras
plantan con el cepellon, compartiendo de
las madres los hijuelos de mas vigor y
que prometan mas fertilidad. Se plantan
á dos pies de distancia unas de otras, por
que ensane han y se pueblan de muchos
tallos laterales.

Oreja de oso.

Es una planta muy vistosa que ofrece


mas de quinientas variedades. La flor tie
ne la figura de un tubo pentágono, hen -
dido en cinco partes en forma de corazon
y obtusas. Las simientes estan encerradas
en una cápsula cilíndrica de una sola cel
dilla, que se abre por la cima, hendida en
diez partes. La raiz es fibrosa y en forma
de huso. En medio de las hojas se eleva
un tallo de cuatro á ocho pulgadas de al
tura, cilíndrico y derecho, y las flores na
cen en su cima.
Los floristas dividen la oreja de oso en
tres clases: la primera comprende las de
flores puras ó de un solo color; la se
gunda las azotadas, y la tercera las man -
chadas ó que tienen los colores reparti
dos. Para merecer el aprecio de los inte
lijentes, han de tener estas cualidades:
1." el tallo fuerte y derecho: 2.º un ra
— 105 —
millete redondo de ocho flores á lo menos:,
3.° la corola perfectamente redonda:
4." la boca de un amarillo ó blanco puro
en círculo perfecto: 5.º los colores opues
tos, muy vivos y aterciopelados: 6.º las
flores muy anchas y regulares, con los
órganos de la fecundacion que no pasen
del tubo de la corola.
Esta planta es muy delicada y no puede
cultivarse sino en tiestos; requiere tierra
fresca mezclada con arena y mantillo de
hojas muy consumido, y solo se le darán
los riegos precisos en tiempo seco. Se mul
tiplica por hijuelos barbados, que suelen
salir de sus raices, y por esqueje, cuyo
plantío se verifica por marzo y abril: el
escesivo calor del estío, lo mismo que los
frios del invierno, le causan mucho daño:
para que prospere bien ha de estar espues
ta al norte ó en paraje sombrío, y se ha de
resguardar de las lluvias.
Matricaria.

La flor se compone de un conjunto de


flósculos hermafroditas en el disco, y de
muchos semiflósculos en la circunferencia.
Cada uno de los flósculos se compone de
un tubo encorbado en el medio, ensan
chado en su estremidad y dividido en cin
— 106 —
co segmentos. El semiflósculo es un tubo
corto, con su base delgada, terminado por
una lengüeta oval dividida por su estremi
dad en tres dientecillos: todas las partes
de la flor estan reunidas en un receptácu
lo hemisférico, que está en el centro de
la cubierta ó cáliz. Las semillas son soli
tarias, oblongas y sin milanos. Los tallos,
casi de dos pies de altura, son numerosos,
derechos, acanalados, lisos y llenos de
médula: las flores nacen en su cima, dis
puestas en maceta, y las hojas colocadas
alternativamente en los tallos; la raiz es
blanca, ramosa y fibrosa. La matricaria
de flor doble, á pesar de su olor desagra
dable, es buena para adorno de un jardin.
Se multiplica por esqueje ó por la division
de los cogollos barbados, que pueden se
pararse de la planta vieja, pues por se
milla dejeneran: no obstante, el tiempo de
sembrarla es desde principios de febrero
hasta fin de abril.

CAP ITULO IX.

PLANTAS VIV ACES.

Maravilla ó caléndula.

La flor es radiada, compuesta de mu


— 107 —
chos flósculos de color amarillo, herma
frodita en el disco, y hembra en la circun
ferencia. Los flósculos hermafroditas son
de la misma lonjitud que el cáliz, y los
flósculos hembras muy largos y partidos
en tres dientes. El cáliz comun, de mu
chas piezas, está dividido en catorce ó
veinte segmentos lineales, en forma de
lanza y casi iguales: los flósculos herma.
froditas en el centro del disco no tienen
semillas, y los del disco producen algunas
membra nosas, oblongas y con dos cuer
nos. Los flósculos hembras las producen
mayores, encorvadas, triangulares de he
chura de barco y erizadas de puntas: unas
y otras esta n encerradas en una especie de
cápsulas, contenidas en el cáliz aplastado,
sobre un receptáculo desnudo y plano. La
raiz es ahusada, fibrosa y blanquecina: el
tallo herbáceo, delgado, cilíndrico y ra
moso: las flores nacen en su cima, estan
sostenidas por pedúnculos y colocadas al
ternativamente: esta planta florece todo
el año, escepto en el tiempo que duran las
heladas. Puede sembrarse por febrero,
marzo y abril, y se trasplanta cuando lle
ga á la altura conveniente; pero como na
cen muchas plantas nuevas de la semilla
que se cae en el año anterior, algunas ve -
ces ahorra el trabajo de sembrarlas.
— 108 —
Se conocen ocho ó diez especies de
caléndulas, y entre ellas hay una muy no -
table, aunque su flor es poco bella, y es
la caléndula de Etiopia, que puede llamar
se caléndula barométrica. Su flor es blan
ca por dentro, de un violado ferrujinoso
por fuera, y está sostenida por un pedículo
en forma de hilo. Cuando esta flor no es
tá abierta á las seis de la mañana, es se -
ñal de que lloverá aquel dia aunque los
termómetros no anuncien variacion de
tiempo.
Anémone.

Hay un gran número de variedades,


mas para que se aprecien como perfectas
han de ser dobles, las hojas espesas, bien
recortadas y de un verde hermoso, el cue
llo lo mismo, se parado de la flor como la
tercera parte de la lonjitud del tallo, que
debe ser alto, firme y derecho. La flor
combada, formando capullo: los pétalos
de la primera corola espesos, bien redon
dos, de color fino, con el borde y la parte
inferior de distinto matiz. Los estambres
convertidos en pétalos y formando cordon
serán mas cortos, mas anchos y redondos,
y de un color vivo. Los ovarios converti
dos en pétalos, formando círculo junto al
cordon, serán numerosos, pero puntiagu
— 109 —
dos, en armonía con la felpa, rodeándola
bien. Esta felpa está compuesta de los
ovarios abortados en el centro de la coro
la: últimamente las flores han de tener de
tres á cuatro pulgadas de diámetro, y las
mas hermosas son las de azul celeste, azul
subido, nacarado, y todos sus matices pu
ros y vivos. Se multiplica por semillas y
tubérculos, y su cultivo es el que hemos
manifestado en la seccion primera del ca
pítulo VII. Del mismo modo se cultivan
las especies siguientes: 1.º las de flores de
color de fuego ó carmesí: 2.° encarnadas,
matizadas de blanco y morado: 3.° carme
sí listadas: 4.º color de porcelana con listas
encarnadas y blancas: 5.º color de rosa
jaspeadas de blanco: 6.º azules: 7." azul
claro mezcladas de lblanco: 8. º color de
púrpura: 9.º moradas ó color de lila:
10.º blancas cenicientas, etc.

Fritilaria ó corona imperial.

Es una planta muy hermosa: la flor,


en forma de campana está compuesta de
seis pétalos oblongos y paralelas: en la
base inferior de cada pétalo se encuentra
un nectario hemisférico, cóncavo, abierto
en forma de un foso pequeño, lleno de un
licor meloso: el pistilo se compone de un
— l 10 —
solo ovario, y los estambres son seis: el
fruto está dividido en tres celdillas ó cajas
que contienen semillas planas por un lado
y un poco cóncavas por fuera. Su raiz es
bulbosa con cascos ó túnicas dobles que la
envuelven hasta la mitad: de la base de
la cebolla salen unas raices pequeñas: el
tallo se eleva desde uno y medio á dos
pies; en su base está desnudo, pero en me
dio tiene hojas y en la cima una corona
donde nacen las flores del medio del gru -
po de hojas que las esceden y se inclinan
hácia la tierra.
Se conocen algunas especies y varieda
des: las ha y a marillas, encarnadas, azula -
das, violadas, de color de hoja seca, á cua
dros encarnados y blancos ó amarillos etc.:
todas ellas hacen muy buen efecto en los
jardines, y se cultivan como las azucenas.
Pueden multiplicarse por semilla, pero es.
te método es muy dilatado y casual; mejor
es multiplicarla por los cascos de la ce
bolla.

Jacinto.

El carácter distintivo del jacinto es


la flor embudada, de una sola pieza, di
vidida en seis en su estremidad; tiene
seis estambres que no sobresalen de la
— 1 —
parte superior que rodea la especie de tu
bo: á la flor sucede una cápsula con tres
es quinas, tres celdillas y tres válvulas, en
medio de las cuales se halla una especie
de columna que las separa: cada celdilla
contiene jeneralmente dos semillas casi .
redondas. Su raiz es una cebolla com
puesta de diferentes (únicas que se cu .
bren unas á otras, y de su base salen unas
raices que se secan pasada la fructifica -
cion: de lo alto de la cebolla sale un ha -
cecillo de hojas largas, angostas, relu
cientes y a canaladas, y del centro de es
las hojas se eleva un tallo casi redondo,
brillante, hueco y lleno de médula; á lo
largo de este tallo y hácia su estremidad
superior, están dispuestas alternativa
mente las flores sencillas ó dobles. Pocas
personas habrá que no conozcan estas
plantas admirables, de las cuales se culti
van cerca de doscientas variedades, ador
nadas de uno ó dos colores, blanco, azul
rosa, encarnado y amarillo, y de un olor
muy agradable. Lo que constituye la her
mosura del jacinto es que sus flores sean
anchas, numerosas, dobles, que formen
una pirámide, su color puro, y la vara
derecha y fuerte. Para cultívarle se ha de
preparar la tierra del modo sigiente:
una tercera parte de tierra de soto arenis
— 1 12 —
ca ó una buena porcion de arena fina,
otra tercera parte de tierra franca muy
lijera y otra ten cera parte de mantillo de
hojas, todo bien mezclado y acribado.
Antes de plantar se regará con agua sala
da para unir la tierra. En el mes de se
tiembre ó á principios de octubre lo mas
tarde, se meten las cebollas á cuatro pul
gadas de profundidad y á seis de distancia,
inclinándolas un poco de modo que la co
ron a de la raiz se halle vuelta hácia el
mediodia. Se escarda hasta el invierno y
se resguarda de las heladas. Si se quiere
disfrutar por mucho tiempo de la flor, se
abriga por las noches, y de dia se libra de
los rayos del sol. Despues que se han se
cado las hojas se arrancan las cebollas y
se ponen á enjugará la sombra y al aire, y
al cabo de un mes se separan las que se
han de multiplicar, quitándoles lo que
tengan podrido hasta dejar solo la parte
sana. Luego que se han secado las heri
das de las cebollas, se guardan en el para
je que hemos indicado al final del capitu
lo IV, hasta la época de su plantacion.
Tulipan.
De esta hermosa y elegante flor, cuyos
colores son tan vivos, se cuentan mas de
— 1 13 —
seiscientas variedades: está compuesta de
seis pétalos que cuando se abren ofrecen
á la vista la forma de un cáliz, con seis es
tambres y un pistilo triangular en su ci.
ma: las anteras están sostenidas por los fi
lamentos, y dan vuelta sobre él como so
bre un eje: el pistilo se convierte en una
columna cilíndrico. triangular, dividida
en tres celdillas, y cada una contiene tres
órdenes de semillas aplastadas, colocadas
unas sobre otras. La raiz es bulbosa, co
munmente mas gruesa por un lado que
por otro, cubierta de una película more
na y guarnecida de raicillas ó barbas que
salen de la circunferencia de la corona de
la cebolla: Las hojas son mas ó menos
grandes segun la variedad de la planta, y
nacen inmediatamente de la cebolla: del
centro de estas hojas se eleva un tallo
desnudo, redondo y derecho, en cuya ci
ma está la flor. -

Las principales cualidades que esti


man los intelijeníes en los tulipanes son:
1." la vara derecha, larga y firme: 2." la
flor compuesta de seis pétalos bien vesti
dos, que representen un vaso elegante y
bien redondo, cuyos bordes, formados
por las puntas de los pétalos, no sean fes
toneados, puntiagudos, ni replegados por
dentro ó por fuera: 3.° el orificio de este
8
— 1 4 —
vaso ha de tener una tercera parte menos
de abertura que la lonjitud total de la
flor: 4." que los colores de esta sean por
lo menos tres, muy vivos, puros y sin
mezclarse un os con otros.
Las principales divisiones de las espe
cies mas conocidas son tres jeneralmente:
tulipanes tempranos, tardíos y de flor do
ble, las cuales se subdividen en otras sec
ciones que abrazan crecido número de va
riedades. -

Los tulipanes se multiplican por si


miente y por cebolla; para lo primero se
buscan semillas de las variedades mas
hermosas, y se siembran en los meses de
setiembre y octubre en tierra preparada
como para las cebollas del jacinto. Se cul
tivan como hemos dicho en la seccion pri
mera del capítulo VII. Todas las varieda
des piden el mismo cultivo; resisten al ra
so el frio en nuestro clima y solo les per.
judica la escesiva humedad.
Peonía.

La peonía macho tiene la flor en rosa,


compuesta de cinco pétalos casi redondos
y estrechos en su base; su caliz está divi
dido en cinco hojuelas cóncavas desigua
les en tamaño; el pistilo está dividido en
— l 15 —
dos; sus estambres son numerosos. El fruto
se forma de muchas cápsulas ovales, ve
llosas, de una sola celdilla que se abre á lo
largo y hácia dentro con muchas semillas
casi redondas, y negras cuando están ma
duras. Sus tallos son de dos pies de alto,
ramosos y algo rojizos, y en su cima na
cen las flores, muy sencillas y solitarias:
las hojas están colocadas alternativamente
en los tallos: la raiz es tuberosa y en ha
cecillos. -

La peonía hembra difiere de la ante


rior en sus semillas oblongas y mas pe
queñas, en sus hojas dos veces ternadas, y
en sus lóbulos que son mucho mayo
res; pero sus tallos y flores son menos
grandes,
El cultivo ha transformado estas dos
especies de flores en dobles, que son las
que se cultivan en los jardines. Su color
es vinoso, reluciente, y su olor fuerte y
soporífero. Hay algunas variedades de
color de fuego, de rosa, ó blanco.
Aunque se puede multiplicar esta plan
ta por sus simientes, que es como se lo
grarán algunas variedades, es un medio
muy lento, y vale mas propagarla divi
diendo las raices ó tubérculos que están
asidos á la principal, cuya division se hace
por octubre y noviembre; si se quiere sem
e
— 16 -
brar, debe hacerse luego que se recoje la
semilla. -

Esta planta requiere un terreno sustan


cioso; y como es orijinaria de un pais ele
vado, y fresco por consiguiente, gusta de
los parajes sombríos, pero no de tierras
húmedas.

Lirio.

Aunque se cuentan mas de veinte es


pecies de lirios, solo haremos mencion de
las mas útiles para hermosear los jardines.
El lirio cárdeno tiene la flor de un co
lor violado purpúreo, compuesta de seis
pétalos; los tres superiores se reunen en
su cima y los tres inferiores están encor
vados: todos son estrechos en su base, ova
les y anchos en su estremidad: los estam -
bres son tres. El pistilo se convierte en
una cápsula que tiene tres celdillas y tres
válvulas, y en cierra las semillas colocadas
unas sobre otras. Los tallos tienen cerca
de dos pies de alto, , en cuya cima sale la
flor; las hojas están colocadas alternativa
mente: la raiz es carnosa, con pitones, nu
dosa y rastrera.
El lirio de Florencia tiene las flores me
nos voluminosas que el anterior, pero olo
resas, blancas y con venas amarillas en su
- 11" -
base; la raiz es un tubérculo arrugado, car
noso, moreno por fuera y blanco por den
tro, fibroso y de un olor muy semejante
al de la violeta. Aunque no exije cuidado
alguno particular para su cultivo, se ha de
tener presente que le daña la mucha hu
medad.
El lirio de Suiza debe colocarse donde
haya mucha luz, por la forma y color de
su flor: esta es casi doble que la del lirio
cárdeno; su color es blanco, salpicado de
puntos y manchas morenas que tiran á ne
gro ó violado muy oscuro: hácia el medio
y siguiendo la lonjitud de los pétalos está
sembrado de pelos muy largos que dan una
figura singular á la flor, que se eleva en l
cima del tallo. -

Lirio azotado. Sus pétalos son barbudos


y azotados de diferentes colores sobre un
fondo pajizo: difiere, además, de los pre
cedentes en su tallo guarnecido de hojas y
de muchas flores. -

Lirio enano , Cada tallo no echa mas


que una flor, y esta no se eleva tanto co
mo las hojas: ninguna especie ha dado tan
tas variedades como esta en manos del jar
dinero: los hay de flores encarnadas, azu
les, blancas, de un rojo pálido, discí
plinadas, etc. Esta planta debe colocarse
al frente de los dibujos grandes; prospera
— 18 —
mas bien en las provincias del norte que
en las del mediodia, y requiere tierra li
jera.
Lirio espadañal. Las flores son dos en
cada tallo, su color varia entre violado y
azul; los pétalos no tienen barbas, las rai
ces son bulbosas, y las hojas en forma de
lesnas, acanaladas y mas cortas que el ta-
llo. Requiere tierra lijera y sustanciosa, y
le daña, como á toda planta de raiz bulbo
sa, la demasiada humedad.
Lirio de los valles. La flor es campani
forme de una sola pieza, recortada en sus
bordes, con cuatro ó cinco segmentos en
corvados. El tallo es desnudo, se eleva co
mo medio pie y tiene muchas flores dis
puestas en racimos, colocadas en un lado
solo, y de un olor muy penetrante y agra
dable. -

Todas estas especies florecen por la


primavera, y se multiplican por semilla,
ó por la separacion de hijuelos y raices;
la tierra debe ser lijera, mezclada con
mantillo y arena: se dejan las raices en los
semilleros por tres años, despues se re
plantan colocándolas de dos á cuatro dedos
de profundidad, y á ocho ó mas de distan
cia; se les dan riegos moderados, y en el
invierno se procura guardarlas de las hela
das; por último, se cuida de arrancar todas
— 1 19 —
las plantas estrañas, porque impedirian
su vejetacion.
Saacifraga.
Tiene las flores blancas dispuestas en
pirámide muy elegante, y estan compues
tas de cinco pétalos iguales, aovados y en
forma de rosa, prendidos por sus uñuelas
entre el ovario y el cáliz; sus estambres
son diez, y descansan sobre el ovario mas
arriba de la insercion de los pétalos: el pis
tilo está compuesto de dos estilos diverjen
tes: el cáliz es un tubo de una sola pieza,
partido en cinco divisiones iguales; las si
mientes, pequeñas y esféricas, estan encer
radas en una cajilla aovada con dos celdi
llas y dos válvulas. El tallo es velloso y de
un color encarnado y pálido, en cuya cima
nacen las flores, comunmente de dos en
dos: los peciolos son mas largos que las ho
jas, y estas estan colocadas alternativa
mente. La raiz es fibrosa, y la estremidad
de las fibras está guarnecida de tuberculi
tos del tamaño de un guisante, rojizos, y
colocados unos sobre otros. De esta planta
hay varias especies: florece por mayo y
prospera en toda clase de tierras: se re
produce por semillas, raices y tallos.
--- - 120 —

Glodiolo ó yerba estoque.


Esta planta se llama tambien espadilla
Pºrque sus hojas se parecen á la de una
espada. La flor es de color de púrpura, y
está compuesta de seis pétalos, tres supe
riores reunidos y tres inferiores es tendidos
ºrminados por la reunion de las uñue
lºs en un tubo encorvado: tiene tres es -
tºmbres y un pistilo, y el cáliz es á Veces
mas largo que la corola; el fruto es una
cápsula oblonga, con tres ángulos obtusos,
tres zurrones y tres válvulas, que contie
ºº muchas semillas redondeadas y en -
vueltas en una cubierta. El tallo, herbáceo
y sencillo, se eleva á la altura de dos pies:
las flores estan en lo alto de los tallos
dispuestas en forma de espigas, separadas
unas de otras, y algunas veces colocadas
º un solo lado. La raiz es bulbosa y só
lidº. Esta planta hace un efecto muy gra
cioso en las orillas de los bosquecillos y
de las calles pequeñas de árboles. Se mul
tiplica por semillas, por raices y cebollas,
que se quitan en julio y se replantan en
octubre. Hay varias especies, encarnadas,
rºsadas ó blancas, y todas se cultivan del
mismo modo.
— 121 —

Narciso.

Se conoce un considerable número de


especies ó variedades de esta planta, to
das muy hermosas y de una fragancia sua
ve. El carácter jenérico de esta planta li
liácea, es tener su corola ó sus flores en -
vueltas, no en un cáliz, sino en una es
pata ó membrana oblonga, obtusa y aplas.
tada, que se abre por un lado para que
salga la flor. Su corola es campaniforme,
y está dividida en seis partes, que forman
al parecer otros tantos pétalos, pero es
tan reunidas por su base: los estambres,
en número de seis, son mas cortos que el
nectario; y el pistilo filiforme, es mas
largo que los estambres. El fruto es una
cápsula redonda de tres celdillas, que en
cierra simientes redondas y con apéndi
ces. Las especies mas estimadas son las
siguientes. a -

Narciso de los poetas. Sus flores son


blancas, sencillas ó dobles: los pétalos son
anchos; el nectario de color de púrpura,
muy corto y acan a lado, y la espata no
encierra mas que una flor. -

Narciso de jardin ó falso narciso. Sus


flores son amarillas y mas grandes que
las del anterior; º el nectario es campani
— 122 —
forme, recto, erizado, y tan largo como
los pétalos: la espata no contiene mas que
una flor. Sus principales variedades son
el narciso de flor doble y sin cáliz, el de
flor doble con tres tubos, y el de color
dorado.
Narciso de dos colores. Difiere del pre
cedente en sus pétalos blancos y en su
nectario amarillo oscuro, y mayor: su
limbo está abierto, ondulado y acanalado,
y es tan grande como los pétalos.
Narciso pequeño. Se parece mucho al
falso narciso, pero todas sus partes son
tres veces mas pequeñas: la flor es toda
amarilla; sus pétalos estan separados en -
tre sí por la base, lanceolados y rectos: el
borde del nectario está dividido en seis
partes; y en ondulado y rizo.
Narciso almizclado. Está caracteriza
do por un nectario cilíndrico, truncado,
encorvado é igual á los pétalos, sin estar
dentado ni rizo: la flor es enteramente
blanca ó amarilla, y huele un poco á al
mizcle.
Narciso oloroso. La espata encierra
muchas flores de color amarillo, con su
nectario campaniforme, lijeramente di
vidido en seis partes, y la mitad mas cor
to que los pétalos.
Narciso junquillo, ó junquillo. La es
— 123 —
pata contiene muchas flores, y algunas
veces una sola: la corola , se divide en
seis partes injeridas en el tubo del nec
tario, el cual es de una sola pieza y cilín
drico; los estambres son seis, tres largos
y tres mas cortos: sus flores son amarillas.
Hay junquillo de flor sencilla y de flor
doble.
Narciso oriental. La espata encierra
comunmente dos flores: el nectario es
campaniforme, tres veces mas corto que
los pétalos; está dividido en tres y esco
tado: su olor es fuerte: los pétalos son
blancos y la coronilla dorada. Esta espe
cie ha producido un número considerable
de variedades.
Los narcisos exijen una tierra lijera y
sustanciosa, y les daña la humedad, co
mo á casi todas las plantas bulbosas. Se
multiplican por esquejes que se separan
en julio, ó por cebollas, sacándolas cada
dos ó tres años, y replantándolas en se
tiembre y octubre: no se deben enterrar
mucho porque entonces no florecen; les
basta la profundidad de tres pulgadas, y
si la tierra está un poco húmeda, no hay
necesidad de regar la planta: su cultivo es
igual al del jacinto.
y
-
— 124 —

Amaranto.

Esta planta se llama tambien moco de


pavo, manzanilla bastarda y cantueso.
Hay muchas especies que se culti
van para decoracion en los jardines, y
figuran muy bien en los arriates; pero
solo ha remos mencion de dos que son las
principales.
La primera especie es el amaranto
grande, al cual corresponde con propie
dad el nombre de moco de pavo porque
su flor tiene mucha semejanza con este:
susflores son machos ó hembras, separa
das sobre el mismo pie; el cáliz les sirve
de roseta, porque no la tienen. Su color
es encarnado vinoso: está derecho, divi
dido en tres ó cinco partes, lanceoladas y
dispuestas en forma de roseta: los estam
bres, unas veces tres y otras cinco, estan
sostenidos por hilillos rectos de la lonji
tud del cáliz, y las anteras son oblongas.
En la flor hembra el jérmen es oval, y se
descubren en él tres estilos cortos en for
ma de lesna. El fruto es una cajilla redon
deada, colorada como el cáliz, con tres
puntas y una celdilla que se abre horizon
talmente, y contiene una sola semilla, re
donda y muy reluciente. El tallo se eleva
— 125 —
algunas veces hasta la altura de un hom
bre; es ramoso y acanalado. Las flores es
tan puestas á lo largo de un pedúnculo
grande, que algunas veces tiene un pie de
largo, el cual se divide con frecuencia en
otros muchos cargados igualmente de flo
res que estan dispuestas en largas espigas,
y en una misma estan las flores machos y
y las hembras. La raiz es fibrosa y capilar.
La segunda especie es el papagayo ó
amaranto papagayo; sus flores, de tres
estambres, estan amontonadas en espiga
en la cima de los tallos, á los cuales ro
dean: las hojas son lanceoladas, aovadas,
bastante grandes, manchadas de amarillo,
verde y encarnado; pero sus manchas no
son uniformes en todas las hojas: las de
la parte inferior del tallo son solamente
verdes.
El amaranto se siembra por marzo y
abril, y se trasplanta despues á los cuadros
cuando tienen dos ó tres pulgadas de alto
y dos ó tres pares de hojas: necesita riegos
abundantes, porque sus raices capilares
absorven mucha agua; pero se ha de cui
dar de no mojar las hojas al regar, sobre
todo si el sol aun calienta mucho.

Atelí.
Se conocen muchas especies y varie
— 126 —
dades de alelíes, pero solo haremos men
cion de los mas principales.
Alelí amarillo. Su flor está compuesta
de cuatro pétalos amarillos, puestos á ma
nera de cruz, mayores que el cáliz, y las
uñillas tan largas como él: el cáliz está
dividido en cuatro hojuelas iguales; los
estambres son cuatro, dos largos y dos
mas cortos: el pistilo se convierte en una
vaina aplastada, compuesta de dos ven
tallas pegadas por los bordes á un tabique
de separacion que tienen en medio, sobre
el cual estan dispuestas las semillas, asi
das por un cordon umbilical, el cual se
seca luego que maduran: son ovales y
aplastadas. El tallo tiene cerca de dos pies
de alto, derecho y ramoso: las flores na
cen en la cima, juntas como en un boton
aplastado, y se desenvuelven á medida
que los tallos se alargan y se elevan; las
hojas estan colocadas alternativamente en
los tallos, y la raiz es perpendicular, poco
fibrosa y lo lanca.
Alelí encarnado. Su tallo es derecho,
ramoso, de uno ó dos pies de altura; las
flores encarnadas y en espiga. Dura dos ó
tres años la variedad.
Alelí ordinario. Está poblado desde su
base de tallos y ramilletes laterales, con
un ramo central de flores, que no se ma
— 127 —
nifiestan hasta el segundo año: las hay
blancas y encarnadas, abigarradas ó azo
tadas de ambos colores, moradas y jas
peadas de blanco y morado. Esta planta
perece si no se resguarda de los frios del
invierno.
Alelí cuarenteno. Se llama así á causa
de su pronta vejetacion. Todos los tallos
laterales llevan ramillete de flor, y el
central produce solo un cogollo ó corona
de hojas, y rara vez de flores: estas son
moradas, y las hay encarnadas y jaspea
das. Se conserva al raso en el invierno.
Esta planta es anual.
Alelí de un ramo, ó picardo. Su tallo
tiene poco mas de medio pie de altura,
derecho, terminado por un solo ramo ó
espiga muy alta, de figura piramidal, de
flores como rosas pequeñas, de color en -
cendido, ó jaspeado de blanco.
Alelí griego. Las hojas de este alelí
son muy parecidas á las del amarillo: su
tallo es ramoso, y dura dos ó tres años:
tiene ramilletes de flor numerosos que
nacen de la base de la planta, terminan -
do por el ramo central: las flores son
blancas, de color de fuego, y algunas ve -
ees moradas.
Todas estas plantas son olorosas, y las
mas estimadas las que tienen muchos pé
— 128 —
talos muy dobles y de colores mas vivos.
Se siembran al raso desde principio de
febrero hasta últimos de mayo: el terre
no ha de estar media namente abonado, y
la esposicion al sol y en los parajes mas
abrigados, ó en tiestos si las plantas han
de resistir al raso los frios del invierno.
Tambien se multiplican por esquejes y
cogollos arrancados á tiron.

Enredadera campanilla.
Su flor, en hechura de campana, está
formada por un tubo corto ensanchado
en su estremidad superior, con cinco di
visiones, y muy vária en el color, pues
unas veces es purpúreo, otras rosado, y
algunas blanco, etc.: tiene cinco estambres
unidos al pétalo, y un pistilo agarrado al
centro del cáliz, que tiene cinco divisio
nes. El fruto es una cápsula con dos cel
dillas que encierran las simientes, esféri
cas, angulosas y agarradas á la placenta.
Los tallos son delgados, débiles, estendidos
circularmente por el suelo si no encuen
tran arrimo: las flores nacen de los en -
cuentros de las hojas, y su pedúnculo es
casi igual á la lonjitud de esta: la raiz lar
ga, delgada, rastrera y poco fibrosa.
Se siembra de asiento en tierra co
— 129 —
mun, desde enero hasta mayo, y jeneral
mente se destina para vestir cañizos, bó
vedas, etc.

Cruz de Jerusalen ó de Santiago.


Se llama así porque sus flores imitan
la forma de la cruz de Malta; son de un
encarnado vivo, escarlata ó color de fue .
go, blancas, amarillas, sencillas ó dobles,
segun la variedad. Tienen cinco pétalos,
la uñuela del largo del cáliz, que es abul
tado y está dividido en cinco partes. Los
bordes del cáliz sostienen los pétalos, que
se estienden horizontalmente, y en el
centro de la flor hay diez estambres y cin
co pistilos: el fruto es una cápsula oval,
de una sola celdilla, con cinco válvulas,
que contiene muchas semillas rojas y casi
redondas. Los tallos crecen segun el clima
y el cultivo hasta dos ó tres pies, y son
cilíndricos ; las flores nacen en lo alto
agrupadas: la raiz es fibrosa.
Hay muchas variedades de esta flor:
todas se multiplican por su semilla y por
hijuelos. Se siembra por la primavera en
tierra suave, lijera, sustanciosa ó bien
abonada con mantillo; se trasplanta de
asiento en un terremo semejante luego
que el pie tiene bastante fortaleza. Poco
— 130 -
antes del invierno es bueno quitar la tier
ra que hay alrededor del pie y sustituir
otra nueva: de este modo se obtienen las
flores mas hermosas. Aunque teme la con -
tínua humedad del suelo, necesita por el
verano cortos y frecuentes riegos.
Díctamo real ó blanco. -
Su flor es rojiza, y hay una variedad
que la tiene blanca: el cáliz está dividido
en cinco hojas, sostenido por un peciolo
velludo de dos hojuelas y de otra en su
inseccion en el tallo; el pistilo se eleva en
medio del cáliz rodeado de diez estambres.
El fruto está formado por cinco cápsulas,
revestida cada una interiormente de una
membrana que encierra dos ó tres semi
llas negras y lisas. Los tallos son dere
chos, de dos pies de altura y velludos: las
flores nacen en la cima á manera de espi
ga floja. La raiz es larga, fibrosa y cen
tral. Esta planta vivaz, que florece en la
primavera, y pierde sus tallos en invierno,
se multiplica por semillas, hijuelos y es -
quejes. La semilla es preciso sembrarla
luego que está madura, que es cuando se
abren las cápsulas. Esta planta no exije
otros cuida dos que escardarla y cayaria
una ó des veces al año.
— 131 —

Azucena.

Se cultivan muchas especies de azu


cenas, pero solo haremos mencion de las
mas principales.
Azucena blanca comun. Flor blanca,
olorosa y sin caliz, en forma de campana,
estrecha por su base, compuesta de seis
pétalos derechos, abiertos y encorvados
hácia afuera; cada pétalo tiene un necta
rio en su base: los esta m bres son seis, y
un solo pistilo. El fruto es una cápsula
formada por la hinchazon del pistilo, mar
cada con seis surcos; tiene tres celdillas
y tres válvulas que encierran semillas lla
nas y colocadas unas sobre otras. El tallo
se eleva desde dos hasta cuatro pies; es
herbáceo, hojoso y muy sencillo; las flo
res nacen en la cima, y tienen una ó dos
estípulas en la parte inferior de cada pe
dúnculo. La raiz es bulbosa y formada de
escamas colocadas unas sobre otras.
Sus principales variedades son la azu
cena manchada, de flor doble, y la azucena
anaranjada. Esta última tiene el tallo sen
cillo de tres pies de alto, y en su estremi
dad cuatro ó cinco flores grandes como
las de la azucena blanca, de color de na.
ranja muy encendido, cubiertas de puntos
— 132 —
negros en la parte interior, y sin olor.
Las hay de flor doble, de hoja jaspeada,
de flor naranjada, de color de fuego, de
hojas anchas, angostas, de mas ó menos
altura; unas producen en el tallo solo una
flor, y otras cuatro, seis ó mas.
Azucena amarilla. Difiere de la blan
ca en el color amarillo de sus flores, y
en la disposicion de sus pétalos, que estan
derechos y no vueltos hàcia afuera; y so
bre todo en sus tallos. En los encuentros
de las hojas y en los pedúnculos de las flo
res se crian unos pequeños bulbos que se
abren por la parte superior en escamas ó
cascos; su color es negro, y cuando ma
duran se caen y echan raices en tierra. De
esta hay tambien muchas variedades; las
principales son: la de color de púrpura
amarillento, de flores dobles, de flores
mas pequeñas, y de flores blancas.
Azucena de los Pirineos ó pompona. Su
carácter es el tener las hojas esparcidas,
lineares, agudas y de tres esquinas, for
mando una especie de canal; sus flores
revueltas, y los pétalos enroscados y de
color de bermellon. Ha producido dos va
riedades, una olorosa y otra con hojas
cortas y gramíneas. Florece antes que las
de mas azucenas, y hace un efecto muy
lindo en los jardines.
- 133 - -

Azucena de Constantinopla. Su tallo es


de tres ó cuatro pies de altura, verde cla
ro, muy vestido de hojas, y á veces no
lleva mas de una flor. Esta es de color de
grana muy vivo, cabizbaja, con los péta -
los redoblados hácia afuera. Ha produci
do dos variedades, una con muchas flores
en el tallo, y otra en que estas son de
color de sangre.
Martagon comun. Flores moradas, cu
biertas de manchas negruzcas, cabizba
jas, con los pétalos redoblados hácia
afuera: el tallo tiene de tres á cuatro pies
de altura - -

Martagon de Virjinia, Su tallo se ele


va á cinco pies, y está cubierto de hojas -
espesas: las flores son cabizbajas, con los
pétalos redoblados hácia afuera; su fondo
es dorado, los bordes naranjados y salpi
cadas de puntos negruzcos: estan coloca
das en la estremidad de los tallos latera
les en forma de pirámide compuesta al
gunas veces de cincuenta flores.
Las azucenas se siembran para obtener
nuevas variedades, y se multiplican por
cascos ó escamas de las cebollas madres:
todas se cultivan del mismo modo que el
jacinto.
¿º º - -
- 134 -

Ranúnculo.

Esta flor está compuesta de muchas


piezas regulares en rosa, y su pistilo se
convierte en un frnto compuesto de mu
chas semillas recojidas en cabezuela. Esta
hermosa planta es tan conocida y se cul
tiva con tanta predileccion, que es inútil
describirla; ademas seria imposible dar
una idea exacta del considerable número
de variedades que han producido las siem
bras, porque en cada provincia y en cada
pueblo, cada florista tiene sus variedades
particulares.
Los ranúnculos mas estimados son los
que tienen el ramaje cortado con elegan
cia, el tallo fuerte y que sobresalga lo
menos seis pulgadas para echar la flor:
esta ha de ser doble, sin ningun vestijio
de las partes de la fecundacion, de mu
chos colores vivos y puros, ó de uno solo,
pero con muchos matices. Los colores mas
comunes son los morados, negruzcos, mo •
rados muy oscuros, cenicientos, color de
aceituna, fajados de blanco, color de rosa
y de fuego, fajados de morado, blanco y
aceitunado, fajados de amarillo y rosa, en
carnudo y naraojado, fajados de color de
oro, amarillos y pajizos, encarnados, color
— 35 -
de fuego, de porcelana, blancos, y el boton
de oro de flores amarillas, dobles, etc., etc.
Los ranúnculos se multiplican por se
milla de las castas semidobles mas robus
tas y vigorosas, á fines de agosto ó princi
pio de setiembre, para tener nuevas va
riedades; y por la separacion de las ruices
secundarias, para conservar y propagar
las ya conocidas.
El cultivo de estas plantas puede verse
en la seccion primera del capítulo VII.
Capuchina.
Esta planta enredadera, propia para
guarnecer ventanas y balcones, es de un
verde agradable, entre el cual sobresalen
sus flores, grandes, de color de fuego muy
vivo ó amarillas, y algunas veces de am -
bos colores, y se componen de cinco péta
los desiguales, los dos superiores mas gran
des, y los inferiores con barbas cerca de
sus uñillas: el cáliz, de una sola pieza, co.
loreado, está dividido en cinco hendidu
ras, prolongándose hácia atras, y forman.
do un nectario de hechura de lesna, mas
largo que el cáliz. El fruto son tres bayas
sólidas, convexas por un lado, sulcadas y
angulosas por el otro; cada baya contiene
una semilla. Uas hojas son en forma de ro
— 136 -
de la ó a broqueladas, sostenidas por largos
peciolos y colocadas alternativamente. Los
tallos, herbaces y flexibles, suben por los
apoyos que se les presentan, y se agarran
con sus hojas. Las flores son solitarias, y
una de las tres semillas aborta.
Se multiplica por semillas en la prima
vera, y por esquejes y acodo desde abril
hasta junio, que es el único medio para
aumentar la flor doble. En los calores del
verano debe regarse abundantemente: es
muy sensible á los frios, y si no se guare
ce de ellos suele perecer. - -

Clavel. -

-
-

Carácter del jénero. El clavel tiene dos


cálices; el que toca en el tallo está forma
do ordinariamente por cuatro escamas pe
queñas y puntiagudas. En estas entra un
segundo cáliz, cinco ó seis veces mas largo
que el primero, en forma de tubo, algu
nas veces liso y otras acanalado, y termi
nado en” su cima por cuatro ó cinco den
taduras agudas. Los pétalos, en número de
cinco en los elaveles sencillos, estan soste
nidos por uñuelas que entran hasta la par
te inferior del cáliz: estas uñuelas rara vez
estan coloreadas; se van ensanchando desde
su base hasta la cima, y cuando llegan á
— 137 —
la estremidad superior del cáliz grande,
son ya tan anchas que los pétalos se tocan
unos con otros aun despues de abierta la
flor. Entonces se doblan horizontalmente y
dejan ver en la abertura del cáliz diez es
tambres y dos pistilos que suben mas que
los estambres. Los dos pistilos estan unidos
por su base á una prominencia ó pericar
pio colocado en el fondo del cáliz. Este pe.
ricarpio es una cajilla cilíndrica, abierta,
eon una celdilla que se abre en su cima
por las cuatro esquinas, y encierra semi
llas aplastadas, redondas y negras.
De la clavellina silvestre (garofilea),
provienen muchas variedades, y las dos
principales son el clavel y la clavellina.
El clavel adquiere un grueso enorme: su
color es blanco, dorado, encarnado, co
lor de fuego; tambien listado, jaspeado,
ó matizado de diversos colores: los péta
los desgarran el cáliz, y hay que engoli
llarlos para que no se desfigure la flor. La
de la clavellina es mediana, y no rebienta
el cáliz; las hay sencillas, semidobles y do.
bles. De todas estas castas se han forma
do cuatro divisiones principales, que son:
1.º clavellinas; 2.º rebentones; 3.º serre
tas, y 4." claveles. Todas estas se dividen
en nuevas secciones, que se ordenan, se -
gun el color de la flor, en blancas, color de
— 138 —
caña, de sangre, de fuego, etc.; en lista
das, rayadas y disciplinadas, ó moteadas
de dos, tres ó mas colores.
Clavel de pluma. Sus tallos son ramosos,
de medio pie de altura, con una sola flor
encarnada al fin de cada uno. Hay muchas
variedades, pero las principales son las de
color de rosa, de fuego, moradas, blancas,
y con una orla encarnada. El clavel de
pluma es la especie mas delicada de todas.
Clavel de la China. Es una planta pe
queña, cuyos tallos, nudosos y delgados,
tienen unos ocho de dos de altura: las flo
res estan solitarias, y son encarnadas,
moradas, blancas, ó abigas radas de varios
colores.
Todas las especies de elavel requieren
una tierra compuesta de dos partes de es
tiércol de caballeriza mm y consumido, una
de tierra de soto y media de arena. Por
semilla se consiguen muchas variedades,
y se multiplican por esquejes y acodos. La
mejor simiente es la que se coje de las cla
vellinas dobles de color subido, y se siem
bra por marzo, abril y mayo. Cuando apa
recen los botones no se dejan mas que dos
ó tres en cada rama, segun el vigor de la
planta, y luego que han abierto se qui
tan sus flores sencillas, dejando única
mente las dobles: ha de cuidarse de qui
- 139 —
tar las hojas que se pudran, y de poner tu
tores que sostengan los tallos cuando es
tos hayan crecido bastante. La ium presion
del sol en el estío causa mucho daño á los
claveles, por cuya razon es preciso para
conservar estas plantas ponerlas en un si
tio fresco, y que tengan riego abundante
y mucha limpieza.
Tuberosa ó vara de Jesé.

Esta hermosa planta conocida tambien


baje los nombres de jacinto índico y nar.
do oloroso, tiene el carácter del jénero de
los jacintos á que pertenece: su tallo es
de tres á cuatro pies de altura, poblado de
algunas hojas, y sus flores son alternas en
la estremidad del tallo, blancas y muy
olorosas. Su cultivo puede verse en la
seccion primera del capítulo VII.
Caña coro, caña de Indias.

La flor imita á las azucenadas: es de


una sola pieza, dividida en seis partes lan
ceoladas, reunidas en su base: las tres es
teriores son rectas, mas grandes que el cá
liz, y las inferiores mas largas; el cáliz es
tá dividido en tres foliolas: la flor solo tie
ne un estambre y un pístilo, y la corola
— 140 -
es de un rojo dorado, aunque hay una va
riedad con flor amarilla. El fruto es una
cápsula casi redonda, señalada con tres
surcos; tiene tres celdillas con tres válvu
las que encierran muchas semillas del
grueso de un garbanzo, redondas y negras.
El tallo es sólido, de dos á cuatro pies de
altura, poblado de hojas y sencillo: las flo
res nacen en la cima dispuestas como en
espiga: las hojas están colocadas alterna
tivamente en el tallo y lo abrazan por de
bajo. Su raiz, en forma de bulbo, es car
nosa, nudosa y horizontal. Requiere tier
ra lijera y sustanciosa: se multiplica por
semilla y por esqueje, en la primavera.
Esta planta teme mucho al frio, por lo que
debe abrigarse durante el invierno y li
brarla de toda humedad en esta estacion.
Vara de oro.

Flor radiada de un amarillo brillante,


compuesta de flósculos hermafroditas en
el disco, y de semiflósculos hembras en la
circunferencia: los flósculos abiertos están
cortados en cinco dientes, y los semiflós
culos lanceolados y cortados en tres; el cá
liz es oblongo y aconchado; sus escamas
estrechas, puntiagudas, derechas, juntas
y reunidas. Las semillas, colocadas en el
- 141 —
cáliz sobre un receptáculo casi aplastado
y desnudo, son ovales, oblongas, y coro
nadas de un milano capilar, Su tallo, de
tres pies de alto, es tortuoso, redondo, a ca
nalado, anguloso y meduloso; sus ramas
están reunidas, derechas, y terminadas por
panojas de flores: las hojas alternas, y la
raiz larga, oblícua y fibrosa. e
Se multiplica por semilla en la prima
vera, y por renuevos en el otoño: tambien
se propaga por division de la raiz madre:
requiere tierra suelta, sustanciosa y be
neficiada con mantillo, y apetece la llu
medad.
-

- ---

Brunela.
Flores grandes de color de violeta,
manchadas de blanco, de una sola pieza
labiada: el labio superior de hechura de
morrion y lijeramente dentado; el infe
rior, dividido en tres partes, tiene cuatro
estambres pegados sobre el pétalo, dos
mas cortos que los otros. El cáliz es un
tubo aplastado con dos labios como la
flor y con cinco hendiduras que encierra
cuatro semillas ovales. Los tallos son
herbáceos, cuadrangulares, velludos y
ramosos; las flores están colocadas en es
piga en las estremidades de las ramas y
- — 142 —
las hojas opuestas. La raiz es delgada y fl
brosa. Se siembra en el mcs de mayo y
requiere tierra fresca.
-

Dalia.

Sus flores son magníficas, grandes, dos


veces mayores que las de la estraña, y de
todos colcres. Esta planta es de raices tu
berosas, y se conocen en el dia mas de
doscientas variedades de ella.
Se multiplica por semillas y tubércu
los, en tierra lijera y sustancióso. Los tu
bérculos se sacan antes de las heladas y se
conservan en paraje seco para replantar
los en abril ó mayo siguientes.
Flor de lis, encomienda de Santiago.
Su tallo tiene un pie de alto: sus flo
res son grandes, y cuando en un mismo
tallo se hallan muchas, todas están á un
lado, pero este caso es poco frecuente.
Sus hojas son anchas, gruesas, de un ver
de negro, y semejantes á las del narciso
comun. Los pétalos de la flor son desigua
les, anchos, de un encarnado purpúreo
inuy oscuro, que tira á color de punzó,
sembrado de puntitos que brillan al sol
e omo el oro, Los estambres, el pistilo y
- — 143 -
los tres pétalos están inclinados casi per
pendicularmente hácia un mismo lado.
Los nectarios de esta flor, que son casi
tantos como sus filamentos, nacen de la
corola y estan estrechamente unidos á la
base de los filamentos de donde salen. Es
ta planta florece dos ó tres veces al año
cuando el bulbo principal está acompaña
do de cebolletas ó hijuelos del segundo ó
tercer año, y su florescencia se verifica
desde marzo hasta octubre. Se propaga
por cebollas, y se culiva del mismo modo
que las demas plantas de raices bulbosas; -

pero como esta planta teme mucho la hu


medad, debe el jardinero plantarla en
tiestos capaces para su vejeta cion y au
mento, porque en los tiestos se produce
mucho mejor. -

Se conocen otras muchas especies de


este jénero, como la azucena de Méjico, la
bella dama, la azucena listada etc., y to
das se cultivan del mismo modo.

Hipericon ó corazoncillo.
La flor se compone de cinco pétalos
en rosa, terminado, cada uno por una
punta que constantenmente se dirije de de
recha á izquierda ó al contrario, reunién
dose en la base. Los estambres se hallan
— 144 - -

dispuestos alrededor del ovario y repar


tidos en tres ramilletes: las anteras son
tuberculosas; el cáliz se divide en cinco
segmentos, y en el fondo de él está prendi
do el pistilo que se convierte en tres cáp
sulas, las cuales en cierran unas semillas
oblongas, brillantes, de olor y sabor resi
noso. Los tallos, de un codo de altos, son
leñosos, inflexibles, cilíndricos, rojizos, y
ramosos: las flores de un amarillo dorado
nacen en la cima de los ramos: las lhojas
están opuestas dos á dos y parece que tie
nen muchos agujeros. La raiz es leñosa,
fibrosa, amarillenta y dura. Esta planta
florece en junio, julio y agosto; se multi
plica por renuevos en el verano, ó por la
division de sus raices en el otoño: requie
re tierra ligera y algo sustanciosa.
Violeta.

Bonitas flores violadas, fragantes, nu


merosas, sencillas ó dobles, algunas veces
blancas, otras mas ó menos purpúreas.
Están compuestas de cinco pétalos des
iguales, cuya colocacion tiene alguna se
mejanza con las amariposadas: el cáliz es
pequeño y dividido en cinco piezas: el
fruto es una cápsula oval con tres ángu
los, que encierra muchas semillas aovadas.
- - . 145 -

Su raiz es fibrosa, sarmentosa, rastrera, y


ahija mucho. El tallo tiene algunas pul
gadas de elevacion: los pedúnculos de las
flores salen del tallo ó de las raices. -

La violeta sencilla produce simiente


que puede sembrarse por marzo, abril y
mayo. La variedad de flor doble no dá se -
milla; pero así esta como la anterior, se
multiplican por los cogollos barbados que
brotan con abundancia. ,
. Se cultiva comunmente en las márje
nes de las calles del jardin, en cordones
que sirven de adorno al mismo tiempo
que separa a las líneas de los paseos y de
los cuadros: resiste á los temporales, por
Io cual puede destinarse indistintamente
á todos los sitios y temperaturas del jar
din, aun á aquellos en que no presperan
otras plantas. .

-
Adormidera de jardines,

Sus flores estan dispuestas en rosa;


tienen cuatro pétalos redondeados, lisos,
abiertos, grandes, y mas estrechos por su
base. El fruto es una cajilla lisa, hincha
da, redonda, cubierta con una corona for
mada de rádios marcados con un nervio
en el medio y acompañadas de una mem
brana: su número varia mucho, y la co
- 146 º. - -

rona sobresale una ó dos líneas de los iJor


des de la cajilla. Las semillas son muy pe
queñas, negras ó blancas, y numerosísi
mas. El tallo es herbáceo, fuerte, sólido,
nudoso, liso y de tres á cuatro pies de al
to; las flores estan en su cima, y las hojas
nacen alternativamente de los nudos. La
raiz, en forma de huso, es negruzea.
Esta planta es de hermosa figura, y el
color de sus flores varia desde el blanco ó
color de rosa, hasta el encarnado más vivo
y oscuro. La flor dura muy poeo, pues ca
si nace y se marchita en un mismo dia;
pero el desarrollo sucesivo de las otras
que penden del mismo tallo, ocupa el lu
gar de las que se deshojan: estas flores
hermosean mucho un jardin. Se siem
bran desde octubre hasta marzo, y se tras
plantan despues á los cuadros mas som
bríos del jardin, pero con el cepellon de
tierra pegado á sus raices. Si el terreno
está preparado como para los ranúnculos,
se criºn hermosísimas. - º

Primavera.

Estas flores, de un olor suave, se com


ponen de una sola pieza, asalvillada, den
tada, hendida en cinco partes y en figura
de corazºn obtuso; la corola es amarilla,
— 147 —
y algunas veces de un amarillo muy bajo:
el fruto es una cápsula cilíndrica, de una
sola celdilla, abierta por su címa, hendi
da en diez partes y llena de semillas re
dondas. Las raices son fibrosas, escamo
sas y rojizas: el tallo se eleva del centro
de las hojas á la altura de medio pie: se
conoce una variedad sin tallo, cuyas flo
res son mayores. Se multiplica dividiendo
la planta vieja en pequeñas porciones, y
el plantío se hace desde octubre hasta di
ciembre: resiste los frios del invierno sin
alteracion, pero en el estío pierde la hoja,
aunque sobrevive la raiz: requiere tierra
sustanciosa, húmeda, y, parajes sombríos.
Hay gran número de variedades que se
han obtenido por semilla.

Leucoyo de primavera, ó campanillas de


- otoño,
-

«.

Flor azucenada, pequeña, con seis pé


talos, tres esteriores de un blanco muy
puro, y tres interiores mas pequeños, cor
tados en corazon, y con una mancha ver -
de: los estambres, en número de seis, son
ovales y agudos, implantados en la base
esterior del nectario, y mas cortos que
este: tiene un solo pistilo, y es mas largo
que los estambres. A la flor sucede una
r.

— 1 48 - .
cápsula casi redonda, con tres celdillas y
tres válvulas, que contiene unas semillas
redondas, prendidas por un apéndice á la
columna colocada en el centro de la cáp-.
sula. Su raiz es bulbosa. -
Hay muchas variedades de esta planta,
pero la verdadera es la que no tiene mas
que una flor en cada tallo, con el estilo
en forma de clavo, y principia á florecer
en enero si la estacion no es muy ríjida:
la que echa muchas flores en un tallo es
mas tardía, pues no florece hasta febrero,
marzo ó abril, segun el tiempo que ha he
cho. La segunda variedad, aun mas tar
día que las otras, echa tambien muchas
flores, y se distingue de la primera en su
estilo en forma de hilo.
Se suelen plantar al pie de los árboles
y en los arriates; y si no estan en paraje
fresco, el calor del vera no las hace pere
cer. El tiempo de plantar sus cebollas y
se pararlas, es cuando en el verano se han
marchitado y separado sus hojas. Se sacan
cada tres años, y se replantan por octubre.
Como esta planta y sus flores son peque
ñas, con viene dejarla que se forme en
masa, á fin de obtener un grupo de flores
que agradarian muy poco si estuviesen
separadas.
-
— 149 —
º Pensíes, pensamientos, ó trinitarias.
Su raiz es fibrosa, y de ella salen las
hojas, unas redondas, otras aovadas y den
tadas por sus orillas. Las flores son abun
dantes y hermosas, pero no tienen olor;
estan compuestas de cinco pétalos, y sus
colores son azul, púrpura, óblanco y ama
rillo. Las trinitarias que nacen espontá
nea mente en el campo son mas pequeñas,
y sus colores menos brillantes que las que
se cultivan en los jardines. Pueden sem
brarse desde setiembre hasta marzo, y
guardando las primeras siembras de los
frios y heladas, se tienen con flor todo el
invierno; prosperan en parajes sombríos,
y conservan sus colores mas vivos.
Guisantes de olor.

Planta graciosa por el color y olor


agradable de sus flores, que se cultiva
como planta de adorno. Las flores tienen
el estandarte de color de rosa, y los de
mas pétalos blancos, ó bien el estandarte
de color de púrpura oscuro, y las alas y
quillas azules. Los tallos son angulosos,
ramosos, vellosos, y de tres pics de largo:
las estípulas son casi asaetadas: los peº
— 150 —
dúnculos axilares, y cada uno sostiene
dos grandes flores. Las legumbres son
oblongas y vellosas. Esta planta florece
desde mayo hasta agosto: se siembra de
asiento por octubre y noviembre, ó por
febrero y marzo, en las fajas de flor, po
niendo los enrames correspondientes pa
ra que se enreden sus tallos sarmentosos.
Con esta planta se forman guirnaldas, y
tambien se ponen al pie de algunos árbo
les para que vistan hermosamente el tron
co. Es una de las principales que el jardi
nero florista destina para adorno del jar
din. Se siembra por golpes bien espesos.
El color comun dé las flores es el morado;
pero tambien las hay blancas, encarnadas,
y algunas variedades de blanco y encarna
do, y de encarnado y azul.
Flor del canario.

Estas flores son amarillas, y mas pe.


queñas que las capuchinas: el cáliz es de
una sola pieza, amarillento, hueco, parti
do en cinco lacinias cóncavas casi iguales,
y terminado en espolon por la parte pos
terior: la corola se compone de cinco pé
talos pajizos, dentados en sus márjenes,
desiguales, é insertos en las divisiones del
cáliz: los dos pétalos superiores son verti
- — 151 —
cales, mayores que el cáliz, y manchados
en su base con puntos encarnados; los
tres inferiores son mas angostos. Los ta
llos sarmentosos, jugosos, herbáceos y al
go rojizos, crecen de tres á cuatro pies, y
estan tendidos en el suelo cuando no en
cuentran apoyo donde sostenerse. Esta
planta es muy delicada, y florece en pri
mavera y otoño, y aun en el invierno me
tida en los invernáculos.
Se siembra regularmente en tiestos,
en tierra suave, lijera y beneficiada con
mantillo bien consumido: en cada tiesto
se ponen tres ó cuatro granos de semilla,
separados, y á la profundidad de tres de .
dos. Si se quieren tener flores tempranas,
se siembra por agosto; si no, por enero y
febrero: se riega dos veces á la semana, y
cuando la planta está crecida se le arriman
tutores para que puedan enredar sus ta
llos. En el invierno se meten en los inver
náculos ó en los portales de jardin para
librarlas de las heladas. Se han de dejar
para simiente los pies mas robustos y de
mayores medros. Y se recoje, esta diaria
mente conforme vaya madurando, que es
cuando los frutos toman un color a mari
llo; las plantas deben colocarse en parajes
abrigados y asoleados para que se curen y
sazonen debidamente las simientes.
— 152 —
Sándalos.
Esta planta se cria en algunos parajes
de España, y se ha admitido en el jardin
de flores á causa de su olor; pero este
desagrada á algunas personas por lo fuer
te que es. Su raiz, rastrera, produce nu
merosos tallos tendidos, de mas de un pie
de largo, que arraigan con mucha facili
dad, y estan muy poblados de hojas casi
redondas, vellosas, y festoneadas en sus
márjenes: las flores son pequeñas y ver
ticiladas. Se multiplica por simiente en
tierra comun: esta planta prospera en
cualquiera esposicion, y su cultivo no ne
cesita cuidado alguno particular.
CAPITULO X.

P L a N y A s - A N U a Le s.
Coronilla ó aciano.

Esta planta, llamada tambien azulejo y


cardahuso, tiene las flores de un hermoso
color azul: su cáliz es escamoso; las esca -
mas dentadas por sus orillas á manera de
sierra, forman una especie de pera, del
medio de la cual salen dos clases de flores.
— 153.—
Los flósculos que ocupan el medio de la
flor son mas pequeños que los otros; estan
divididos en cinco dientes iguales, y son
hermafroditas; los de la circunferencia son
mucho mayores, divididos en dos labios
recortados, hembras, estériles y en menor
número: las simientes son pequeñas, oblon
gas, guarnecidas de un milano, y ocultas.
en los pelos del receptáculo. La raiz es le
ñosa y con fibras capilares. Los tallos son
de la altura de uno ó dos pies, angulosos,
afelpados, huecos y ramosos, y en su cima
nacen regularmente las flores, que por el
cultivo ú otros accidentes varian su color.
Se siembra por setiembre y octubre:
cuanto mejor sea la tierra y esté mas bien
preparada, tanto mas hermosas serán las
flores; sin embargo, estas figuran mas en
un ramo que en la planta, porque estan
muy separadas unas de otras.
Se conocen algunas variedades de acia
nos medio blancos, medio violados, blan
cos y rojos, y algunas veces de flor doble;
pero si les falta un buen cultivo, se vuel
ven muy pronto á su estado natural.

Anagálide de campos.
Esta planta es conocida con el nombre
de anagálide macho, aunque su flores her
— 5 — -

mafrodita, la cual se halla formada en rue.


da, profundamente hendida en cinco par
tes, lo mismo que el cáliz: tiene cinco es
tambres derechos, vellosos en su base, mas
cortos que la corola, con otras tantas ante.
ras casi acorazonadas: el jérmen es supe
rior, esférico, terminado por un estilo fi
lifot me que acaba por un estigma en ca .
bezuela: las semillas son menudas, angu
losas, arrugadas, morenas, pegadas á la
placenta, y encerradas en una cajilla esfé
rica que se abre horizontalmente. Los ta
llos son herbáceos, ramosos, delgados, de
seis á diez pulgadas de largo: las flores son
encarnadas, nacen de los encuentros, y ca
da una está sostenida por un pedúnculo: las
hojas nacen opuestas una á una sobre los
tallos: su raiz es blanca, sencilla y fibrosa.
Esta planta, que se cria espontánea
mente en los campos y á orillas de los ca
minos, puede sembrarse tambien en los
jardines, porque florece casi todo el vera -
no, y no exije ningun cultivo particular.
La anagálide hembra es una variedad
de la anterior; tampoco merece esta de
nominacion, porque solo se diferencia de
la primera en que tiene las hojas mas pe
queñas, los tallos mas delgados, y las flo
res de un color azul muy hermoso, y al
gunas veces blanco. -
— 155 —

Estraña.

Esta hermosa planta anual, conocida


tambien con los nombres de reina Marga
rita, bella estrella, y coronados, tiene las
flores grandes, de cuatro á cinco de dos de
diámetro, radiadas de todos colores. Si se
quieren sacar muchas flores dobles, se ha
de escojer la semilla que dá la flor colo
cada en la punta del tallo madre; la semi
lla de un año es la mejor. Hay muchas es
pecies que se multiplican por esquejes de
las raices, separados en el otoño cada tres
años. Se siembra desde octubre hasta ma
yo, y debe hacerse de asiento, porque el
trasplanto prueba muy mal en ella. Exije
una tierra medianamente abonada, y es -
posicion entre sol y sombra. º
Albahaca.

Las flores son labiadas, su tubo es cor


to y ancho, el labio superior mayor que el
inferior; este rizado y lijeramente alme
nado, el uno cortado en cuatro y el otro
entero. El fruto son cuatro semillas oblon
gas y negruzcas en un cáliz cerrado y muy
corto: las hojas ovales, lisas, sencillas, en
teras y sostenidas por pezones. El tallo
— 156 — -

principal tiene diez ó doce pulgadas de al


tura, y de él salen pequeñas ramas acha
parradas; las flores son unas espigas verti
ciladas ó en rodajuela, con dos hojas flora
les debajo de los ramilletes, y hojas opues
tas. La raiz es leñosa, fibrosa y morena.
Florece en julio y agosto. -

Esta especie de los botánicos que aca


bamos de describir, ha dado las especies
jardineras siguientes: 1.° la albahaca de
hojas anchas: 2." la albahaca de hojas cres
pas: 3.° de hojas grandes y de un verde
moreno: 4.° de hojas abigarradas como el
amaranto, ó de un rojo vinoso: 5." otra
especie muy verde de hojas pequeñas. Es -
tas son las especies que comunmente se
cultivan en los jardines, pero ademas se
cuentan las siguientes:
Albahaca vivaz. Tallos leñosos, senci
llos, i cuadrados, y que se elevan á la
altura de tres pies próxima mente: las ho
jas son ovales, largas, dentadas á modo de
sierra, y por debajo ásperas al tacto: al
gunos ramos nacen en la cima y son cilín
dricos: las flores blancas, juntas en nú
mero de seis, pero dispuestas alrededor
del ramo:, su olor es muy agradable.
Albahaca pequeñita. Sus hojas son en
terísimas y blanquecinas. . .
Albahaca de flor muy pequeña. Su ta
. — 157 —
llo se eleva á la altura de diez ó doce pul
das; es cilíndrico, bermejizo, ramoso y cu
bierto de pelos: sus ramos son cortos, sus
hojas ovales, oblongas, con dientes redon
dos y sostenidas por largos pezones: las es
pigas terminan los tallos: las hojas florales
opuestas, lisas y á manera de corazon en
corvado; las flores en número de tres, en -
cerradas en cada hoja floral: su roseta es
pequeña y de un color purpúreo: el labio
superior está dividido en cuatro, y el infe
rior es sencillo. Son tan pequeñas las flo
res, que apenas se pueden distinguir.
Los botánicos reconocen otras muchas
especies. La albahaca se siembra por
marzo, abril y mayo: le causan mucho
daño las heladas y escarchas, y si el tiem -
po es muy frío, suele retrasarse en nacer;
por lo cual debe elejirse para sembrarla
un paraje abrigado, bien espuesto al sol
y resguardado de los aires frios, y mejor
en las hoyas ó camas calientes: como esta
planta echa muchas raices pequeñas y
filamentos, chupa inmediatamente la hu
medad de la tierra que la rodea, y por es
to necesita frecuentes y abundantes rie
gos; pero si es en demasía, tambien la per
judican.-
— 158 —

Espuela de caballero.
-

Las flores de esta planta son rosadas,


encarnadas, violadas ó azules; tienen cin
co pétalos desiguales dispuestos en círcu
lo; el superior escotado, por delante mas
obtuso que los otros, y por detras en for
ma de tubo, terminado en un espolon lar
go; los de mas pétalos son ovales, en for
ma de hierro de lanza, casi iguales: el nec
tario es de una sola pieza dividido en dos;
colocado en medio de los pétalos, y pro
longado hácia atrás en el tubo del pétalo
superior; carece de cáliz. El tallo, regu
iarmente de un pie de altura, es herbá
ceo, cilíndrico, y ramoso; las flores nacen
en la cima dispuestas en racimo, con ho
jas florales en la base de cada peciolo; las
hojas están colocadas alternativamente.
La raiz es central, derecha, ramosa, fibro
sa y blanquecina.
Hay muchas variedades. Se siembra
desde principios de octubre hasta fines de
diciembre, y desde enero hasta últimos de
marzo; de las primeras siembras se puede
trasplantar las plantas necesarias; pero
las tardías con viene que sean de asiento:
su esposicion ha de ser al sol y la tierra li
— 159 —
jera, fácil de penetar y bien abonada con
mantillo muy pasado. -

Perpétua m orada.

l)os hojas florales sirven de cáliz á la


fior en jeneral, reunida en cabeza contra
un eje ó columna que sirve de apoyo á ca
da flor en particular. El cáliz es coloreado
y se compone de dos piezas que cubren los
pétalos: estos son cinco, de color verde y
muy angostos: los estambres tambien son
cinco, y el pistilo se divide en dos. El
fruto es una eápsula redonda, hendida al
rededor, que contiene una sola semilla.
Su tallo ramoso se eleva comunmente á la
altura de un pie; la flor jeneral nace en su
cima, casi siempre solitaria, y á veces
apareada; es mucho mayor que las que sa
len en los ramos: los pedúnculos que las
sostienen son un poco velludos, y las ho
jas opuestas. La raiz es muy fibrosa.
Hay otras dos especies que solo difie
ren de la anterior en tener la flor blanca
ó encarnada. Se siembra en abril y mayo;
mas para conseguir una buena nacencia,
así de esta planta como de la perpétua
amarilla, debe verificarse la siembra en
un se inillero cuyo paraje esté muy es
— 160 —
puesto al sol y preparado con buen man.
tillo pasado y repodrido.
-
- -

... - -”. ”, - -
:
Escobilla morisca escabiosa viuda.

Las flores están compuestas de flóscu


los, cada uno con cuatro estambres, que
no están reunidos per la cima, con la cual
se diferencian las plantas de estejénero de
las verdaderas flores los culosas; son irre-.
gulares y en forma de tubo, divididos en
cuatro ó cinco hendiduras mas grandes
por la parte esterior. Se hallan reunidos
en un cáliz comun, y cada flósculo está
contenido en particular en un cáliz doble
que descansa sobre el jérmen. Los recep
táculos de las flores tienen casi la hechu
ra de lesna. Las semillas son solitarias,
oy ales, oblongas, y colocadas sobre el re.
ceptáculo, debajo del cáliz propio, que les
sirve de corona. El tallo tiene de uno á
dos pies de altura: es redondo, velloso y
hueco: las flores son solitarias, de un en .
carnado mas ó menos subido, aterciopela
das, y de olor de almizcle. La raiz es de
recha y larga.
Hay otras especies, como la escabiosa
de los campos y la escabiosa mordida, que
se diferencian de la anterior en el color de
sus flores y en que están dispuestas en ra
— 161 —
milletes redondos: estas dos especies son
viVaces.
La escobilla se siembra desde princi.
pio de febrero hasta fin de mayo, y se
trasplanta despues repartida por los cua
dros y sitios sombríos del jardin. Requie
re tierra lijera y beneficia da con mantillo
muy consumido. - -

Nicaragua. s

Hermosa planta de flores grandes,


a nómalas, compuestas de cinco pétalos
desiguales, el superior en forma de la bio
casi redondo, plano, derecho y agudo en
su cima; los inferiores forman el otro la -
bio, y son grandes, en corvados, largos há
cia afuera é irregulares; los del medio son
iguales y opuestos: en la parte posterior
tiene un nectario en forma de capucha.
El fruto es una cápsula con una sola cel
dilla y cinco válvulas que encierran se -
millas casi redondas, morenas, y asidas
á un receptáculo en forma de columna.
El tallo se eleva á la altura de un pie ó
pie y medio; es ramoso, herbáceo, rojizo
ó blanco, segun el color de la flor que sos
tiene; los pedúnculos de las fiores nacen
de los encuentros de las hojas, y se hallan
á veces muchos reunidos y á veces solita
1
— 162 —
rios; las hojas estan colocadas alternatí
vamente en las ramillas. La raiz es muy
fibrosa.
Se siembra de asiento por los meses
de abril, mayo y junio, pues uun que pue
de tras plantarse, nunca son tan buenas las
plantas como las que quedan en el semi
llero. Requiere tierra lijera y sustancio- .
S8, y riegos frecuentes. Está en flor casi
todo el verano: la semilla debe recojerse
diariamente de las cápsulas ó cajas que
estan y a gruesas y amarillentas, porque
si no, el aire fuerte las hace abrirse y ar
rojan los granos á larga distancia.
Dedalera encarnada.

La flor es de una sola pieza ó pétalo


irregular en forma de dedal, de donde
trae su nombre: regularmente es de color
de púrpura, algunas veces blanca, salpi
cada de manchas, y guarnecida interior
mente de pelos, agujereada en su base y
pegada en el fondo del cáliz, que está di
vidido en cinco porciones irregulares, con «se

un pistilo y cinco estambres, dos mayores


que los otros. El ovario se convierte en
una cápsula con dos celdillas, que se abre
luego que está maduro el fruto, y esparce .
sus semillas. El tallo se eleva comunmen
— 163 —
te á la altura de un codo; es anguloso, ve
lludo, rojizo y hueco: las flores estan co
locadas en un lado del tallo, pendientes y
sostenidas por peciolos cortos. La raiz es
nabosa, con raicillas la terales y fibrosas.
Esta planta es bienal, y florece en junio y
julio. Se multiplica por semillas, ó por
renuevos en octubre: requiere tierra fres
ca y esposicion al norte. Hay varias es
pecies, entre ellas la dedalera amarilla y
la dedalera brujia, que se cultivan del
mismo modo. -

Yerba escarcha, espejo de Venus.


Sus flores son pequeñas y blancas: los
tallos gruesos, carnosos y vestidos con
grandes vesículas trasparentes y llenas
de agua, que las hacen aparecer cubier
tas de escarcha. Se siembra por la prima
vera, en tierra lijera y abonada con man
tillo.

Clavelon.

Flores grandes, sencillas ó dobles,


amarillas, naranjadas ó blancas, compues
tas de un cáliz sencillo, de una sola pie
za, recto, oblongo, de cinco lados ó ca
ras, de cinco dientes y contorneado. Tie
r
— 164 —
ne muchas flores hermafroditas en el dis
co, y en el radio cinco flores hembras:
las hermafroditas verdaderas son mas
largas que el cáliz, con escotaduras linea
res y vellosas; las hembras mas cortas
que las otras. Las semillas son chatas, al
go mas cortas que el cáliz, coronadas de
cinco escamas derechas, agudas y des
iguales. El tallo es herbáceo, cilíndrico y
ramoso: las flores, cuyo olor es fastidio-.
so, nacen en lo alto, solitarias, sobre ca
da pedúnculo. La raiz es muy ramosa. Se
siembra desde octubre hasta abril, y des
pues se trasplanta á los euadros, cuidan -
do de que las plantas esten bien reparti
das y distantes para que con sus ramas no
puedan perjudicar á otras. Se cultiva co
mo la estraña. *

Damasquina.
Esta planta es muy parecida á la ante
rior: su tallo es recto, sencillo y doble,
mas alto que el de la anterior: sus hojas
son semejantes en la hechura, pero de
un verde mas cluro y mas alegre. Sus flo
res son tambien mayores, matizadas de
color naranjado y morado, ó de púrpura
oscuro mezclado con amarillo, pero no
aterciopelado como la otra. Su vejetacion
—165 —
•es fuerte y rápida, y se cultiva lo misma
que el clavelon.
Reseda.
Las flores son pequeñas, verdosas, pe
ro de un olor suave y delicioso: estan
compuestas de muchos pétalos desigua
les, uno de ellos cargado de miel, y al
gunos divididos en tres: el cáliz de una
sola pieza, no es mayor que los pétalos:
el fruto es una cápsula hinchada y angu
losa, con las semillas arriñonadas y ad
herentes á los ángulos de la cápsula. La
raiz es delgada, larga y poco fibrosa: la
mayor parte de los tallos estan tendidos
por el suelo, y solo se elevan en la parte
que llevan la flor: las flores estan arra
cimadas en la cima, y las hojas alternadas
en los tallos. La reseda se siembra a l ra
so por marzo, abril y mayo; y la de los
tiestos para invierno se verifica en se
tiembre y octubre: esta planta perece con
los ye los y escarch as, y tiene la singula
ridad de no dar olor plantada en un ter
reno a renisco y poco a bonado; pero si se
siembra en un terreno suelto y beneficia
do con estiércol y mantillo, exhala enton
ces un aroma muy fuerte.
Arañuela ó ajenuz de jardín.
Hermosas nores terminales, de dos de
dos de diámetro, compuestas de un cáliz
de cinco hojuelas ovales, estendidas, de un
color azul mas ó menos claro: la corola tie
ne ocho pétalos en forma de cornezuelo,
hendido cada uno en dos labios; el supe
rior entero y agudo, y el inferior con dien
tes: los estambres son numerosos; el jér
men tiene cinco estilos y cinco cajillas
membranosas, que encierran semillas olo
rosas y negras: el tallo es ramoso, estra
viado, vestido de muchas hojas alternas, y
crece de uno y medio á dos pies. Esta
planta florece todo el verano, y sus flores
son sencillas ó semidobles, blancas, en
carnadas, ó de un azul de porcelana, que
son las mas sobresalientes y estimadas, Se
multiplica por simiente, y es de las plan
tas que mas sienten el trasplante: requiere
tierra sustanciosa beneficiada con manti
llo muy consumido.
CAPITULo XI.
ARIBUSTC) S.

Coronilla de Valencia, coletuí,


Es un arbusto de cuatro á cinco pies de
— 167 —
alto, de tallos angulares y endebles, y la
corteza arrugada: la flor es amariposada
con las uñillas mas largas que el cáliz; el
estandarte en forma de corazon y poco
mas largo que las alas; estas ovales, obtu -
sas y reunidas por arriba; la quilla aplas
tada, aguda, levantada, y por lo comun mas
corta que las a las; el cáliz corto y recorta
do en cuatro partes desiguales; tiene diez
estambre8, nueve de ellos reunidos por sus
hilillos. El fruto es una legumbre muy
larga, estrecha en forma de lesna, que
contiene semillas cilíndricas. La raiz es
leñosa y ramosa, y está llena de plantas
arraigadas. Las flores estan reunidas en
las estremidades de los tallos nuevos, y
algunas veces solitarias: su color es ama
rillo con manchas encarnadas.
Este arbusto florece en la primavera y
en otoño, por lo cual merece que se le
coloque en los bosquecillos: se multiplica
con facilidad por las semillas, y por re
nuevos, acodos y esquejes: su cultivo no
exije cuidado alguno particular.
Hay ademas otras once especies de co
ronilla, buenas todas para la decoracion
de un jardin por el color de sus hojas y
flores, y por lo mucho que estas duran,
— í68 —

Mundillo.

Este arbusto, conocido tambien con


los nombres de sauquillo, viburno sauqui
llo, flor de Güeldres y bola de nieve, tiene
las flores muy blancas, formando copas
terminales ú horizontales, y de un tama
ño considerable; son de una sola pieza,
dividida en cinco hendiduras obtusas; el
cáliz pequeño con cinco dientes, cinco es
tambres y tres pistilos; algunas flores son
hermafroditas y otras estériles. El fruto
es una ba y a redondeada, de una celdilla,
que encierra una sola semilla huesosa,
aplastada y acorazonada. El tallo es recto,
y la corteza de los tallos nuevos blanca y
lisa; las bayas rojas, y las hojas opuestas y
con glándulas en su peciolo; la raiz leño
sa, y ramosa.
Hay una hermosa variedad de este ar
busto, conocida con el nombre de rosa de
Güeldres, en cuya provincia es muy co
mun, que se diferencia del anterior en sus
flores, de color blanco de leche, y que en
vez de estar dispuestas en parasol, lo estan
en forma de bola, y todas son estériles.
Hay algunas otras variedades.
Se multiplica por ramas tiernas del año
anterior, de media vara de largo, en terrán
— 169 —
dolas y dejando fuera tres ó cuatro dedos
que tengan alguna yema ó nudo al esterior:
tambien se propaga por la division de hi
juelos que proceden de la planta madre, y
de este modo florecen al segundo año. Se
plantan á la sombra en tierra sustanciosa
y fresca, y se riegan con abundancia. Al
gunas veces tienen tanto peso las flores,
que para evitar que se desgajen hay que
sostenerlas con horquillas ó estacas.
- Rosal.

No hay ningun arbusto tan hermoso


como el rosal: sus flores son el emblema
de las gracias, de la frescura, de la loza
nía y de la belleza; la rosa es la reina de
las flores, porque su tamaño, su forma y
su olor suave y de lirioso, le dan la prefe
rencia sobre las demas. Cuéntanse once
especies de rosales con un número consi
derable de variedades: nosotros solo cita-
remos los mas hermosos y en nocidos.
Rosal silvestre ó escaramujo. Su flor
está compuesta de cinco pétalos, escotados
en forma de corazon y adherentes al cáliz,
lo mismo que sus muchos estambres: el
cáliz es de una sola pieza, campaniforme,
casi redondo por su base, y recortado por
la parte superior en cinco hojuelas agudas
— 170 —
y tan largas como los pétalos: la base del
cáliz se convierte en fruto carnoso, colo
reado, blando, oval, estrecho por arriba,
coronado por las escotaduras secas, de una
sola celdilla que en cierra muchas semillas
casi redondas, erizadas de pelos duros y
derramadas en una pulpa de color encar
nado de coral. Este arbusto, tan comun en
los setos, arroja algunas veces tallos de
seis á siete pies de alto, cuando la tierra es
buena, y sobre todo cuando se cuida de
limpiarle de sus tallos viejos: todos ellos
estan cubiertos de puas derechas: la raiz
es leñosa, rastrera y negruzca. Esta espe
cie produce muchas variedades, una de
ellas con flores blancas, otra encarnadas
bastante oscuras, y otra con hojas negras.
Rosal de los Alpes ó sin espinas. Sus flo
res son olorosas y de un encarnado vivo.
Difiere del anterioran su fruto oblongo y
en sus pétalos acorazonados y casi dividi
dos en dos lóbulos; en sus cálices sencillos
y sin recortar, en sus hojas lisas, y sobre
todo en sus tallos sin espinas, lisos y de
color rojizo. Solo se cultivº la variedad
de flor doble,
Rosal de cien hojas. Sus caractéres son
tener los frutos ovales y los pedúnculos
guarnecidos de pelos morenos; el tallo ve
lloso y armado de puas; los arreos de las
— 171 —
hojas sin puas, y los pétalos puestos unos
sobre otros como las hojas del repollo. Es
ta rosa es la mas hermosa de todas por su
forma, colorido y fragancia.
Rosal comun encarnado ó castellano.
Su fruto es oval y velloso, lo mismo que
los pedúnculos: las hojas del cáliz no es
tan divididas: sus flores son grandes, poco
"dobles, de un encarnado oscuro y de un
olor agradable: los tallos son poco espino
sos, y se elevan rectos hasta la altura de
tres á cuatro pies. Esta especie es muy ri
ca en variedades, y entre ellas hay una
muy preciosa de flores rayadas ó azotadas.
Rosal comun blanco. Sus frutos son li
sos, sus pedúnculos vellosos, y los tallos y
los peciolos armados de espinas: la flor es
blanca, olorosa, y no llega jamás á ser per
fectamente doble, Suministra muchas va
riedades muy preciosas, unas simplemen
te dobles, otras de color de carne, algunas
con el centro de color de rosa, y una va
riedad enana.
Rosal mosqueta ó siempre verde. Sus
tallos se elevan hasta diez pies de altura;
su corteza es verde, lisa y armada de es
pinas cortas y fuertes: las flores nacen en
forma de parasol en las estremidades de
las ramas; están reunidas y distribuidas en
ramilletes ó manojos compuestos comun
— 172 —
mente de siete flores blancas, y de un olor
de almizcle que ha determinado el nom
bre de mosqueta que se le da. Suele princi
piar á flor ecer en julio y dura hasta las
heladas; pero conserva sus hojas todo el
año. Hay una variedad de flor doble que
sirve para patron de los injertos, y espe
cialmente para los rosales blancos en .
árbol.
Rosal amarillo. Tiene los tallos del
gados de seis a ocho pies de altura, guar
uecidos de muchas espinas rojizas, cortas
y derechas, y sus flores son de color de
junquillo, aunque hay una variedad que
las produce de color de yema.
Rosal de musgo. Sus flores son de un
color de rosa vivo, mu y dobles y olorosas,
cubierto el cáliz con una especie de mus
go que aumenta su hermosura y elegan
cia. A este rosal se le considera como una
variedad del de cien hojas.
Rosal de Alejandria ó damasceno. Se
eleva hasta la altura de ocho á diez pies:
su tallo es espinoso y cubierto de una cor
teza verdosa: los pedúnculos están arma
dos de pelos erizados, y el caliz es alado y
velloso: las flores de un encarnado pálido
y delicado, son poco dobles; pero su olor
muy agradable, y sus frutos largos y
lisos. -
— 173 —
Rosal de la China. Crece hasta dos pies
de altura y florece todo el año. Aun
que hay muchas variedades, se cultivan
con preferencia las de flores de color de
púrpura oscuro, y la de color de rosa
claro. -

Rosal enano. Crece desde un pie á pie


y medio; es espinoso y se cubre de flores
pequeñas de color algo morado encendido.
Se cultivan muchas variedades de mas ó
menos altura, y de rosas blancas, en car
nadas, carmesíes y listadas. -

Rosal enano de Inglaterra. Sus tallos


son pequeños, muy espinosos y están car
gados de muchas rosas encarnadas.
Los rosales se multiplican por estaca,
por acodo, por barbados y por semilla: es
ta se siembra por abril y mayo, y los tras -
plantes se verificán desde setiembre hasta
febrero: pero el método de la siembra es
largo y comunmente no produce flores
tan hermosas como las que han dado la si
miente. Los escaramujos se injertan de
escudete á ojo velando en mayo, y de
escudete á ojo durmiendo en agosto,
para lo cual se elijen escaramujos de
uno ó dos años, vigorosos y con muchas
raices: se tras plantan en el otoño desde
octubre y se pueden injertar á la prima
vera siguiente. La tierra ha de ser sustan
— 174 —
ciosa, suave, fértil, ni muy seca ni dema
siado húmeda.
En jeneral todas las especies de rosa
les necesitan que los poden, para tenerlos
siempre en cuanto sea posible sobre ma
dera nueva, sin cuya precaucion la parte
inferior de los tallos se vuelve leñosa, la
corteza se deseca y en negrece, y no salen
frutos mas que en la parte superior de los
tallos, quedando la inferior con el aspec
to de un espino de madera seca. Cuanto
mas se podan mas duran estos preciosos
arbustos, escepto el de las rosas amarillas,
que no exije que le corten mas que la
madera seca. - -

Jeringuilla,
Su flor está dispuesta en rosa, y se
compone de cuatro pétalos grandes, blan
cos, abiertos, redondeados y truncados;
el cáliz descansa sobre el jermen: está di
vidido en cuatro partes agudas, y tiene
pegados á el veinte estambres. El pistilo
se convierte en una cápsula oval, aguda
por los dos lados, cubierta por el cáliz,
con cuatro celdillas y cuatro ventallas,
que contienen muchas semillas muy pe
queñas y largas. El tallo de este arbusto
suele llegar á la altura de seis pies: es de.
— 175 —
recho, y los brotes tiernos y encorvados:
la raiz es leñosa, ramosa, y echa muchas
sierpes: las flores son blancas y olorosas,
sostenidas por pedúnculos, dispuestas en
una especie de ma cata en la estremidad
de las ramas, y las hojas opuestas en los ta
llos. Entre sus variedades hay una que
tiene la flor doble. Se multiplica por aco
dos, estacas, y por los brotes que salen de
las raices alrededor de la planta: estos
brotes se arrancan y trasplantan por octn
bre, moviembre y enero. Su cultivo no
exije cuidado alguno particular, y hace un
escelente efecto en los bosquecillos de
primavera y verano.
Aloisa ó Luisa.
Es un arbusto ramoso, muy poblado
de hojas verdes de un olor delicioso, bas
tante parecido al del limon: sus flores son
blancas, en espiga floja ó cabizbaja. Se
multiplica por acodo, estaca, esqueje, y
semilla: el plantío de los esquejes se hace
desde últimos de abril hasta principios de
mayo, y por los mismos meses se verifica la
siembra de la semilla: todas las plantas nue
vas que se obtengan por los cuatro modos
indicados se trasplantan en el mes de mar
zo siguiente. La aloisa se cultiva en tierra
— 176 —
comun, y aunque vejeta al raso en nues
tro clima, en algunos inviernos que no
son de los mas frios, perece; por esta razon
debe plantarse en tiestos y sitios abriga
dos y resguardados de los aires frios.
- Artemisa.

Es un arhusto muy comun que crece


de dos á tres pies de altura, cuyas hojas
tienen el olor de limon: sus flores son pe
queñas, numerosas, y dispuestas en raci
mos. Se multiplica por se milla luego que
está madura, ó por renuevos en la prima-,
vera: requiere tierra lijera.

Pasionaria ó granadilla.
Flor singular y hermosa en la cual se
distinguen los signos de la pasion, como
los clavos, el martillo, la corona, etc. Es
tá provista de un cáliz y de tres hojas flo
rales que cubren el cáliz, los pétalos y las
partes sexuales antes de su desarrollo.
Las hojas florales están ahuecadas en for
ma de cuchara, redondeadas por su base,
la mitad mas cortas que las divisiones del
cáliz y terminadas por una punta peque
ña. El cáliz es verde por debajo y blanco
por encima: se divide en cinco piezas muy
— 179 —
que tienen por base un tubo cilíndrico, y
un cáliz con cinco dientecillos; tiene dos
estambres y un pistilo. El fruto es una
baya blanda, oval, lisa, con dos celdillas
que contienen dos semillas envueltas en
una membrana. Los tallos de este arbus
to son sarmentosos; la corteza de los tron
cos es morena, y la de los ramos verdosa;
las flores blancas y de un olor agradable,
nacen en la estremidad de los tallos, y las
hojas están opuestas. El jazmin se multi
plica por acodo, por estacas, y por renue
vos que salen de la raiz. El trasplanto de
las nuevas plantas se hace por febrero y
marzo: requiere tierra lijera y franca, y
esposicion al sol. Hay algunas variedades,
entre ellas el jazmin real ó de Valencia,
que es el de flor amarilla fina, que no pue
den resistir al rasc los frios del invierno,
y es preciso cultivarlos en tiestos para li
brarlos de su rigor. -
Camedrio ó jermandrina.
Flores grandes, numerosas, aromáti
cas, de color azul violeta, con cuatro es
tañbres, dos mas cortos que los otros: la
corola es un tubo cilíndrico en su base
y encorvado hácia el medio. El pistilo es
tá colocado debajo de los estambres y
— 180 —
prendido al fondo del cáliz, que es de una
sola pieza con cinco cortaduras pequeñas
y agudas: en el fondo del cáliz tiene cuatro
semillas casi redondas. Los tallos son cua
trados, tendidos y vellosos: las flores es
tán dispuestas alrededor de los tallos en
forma de anillo ó rodajuela, ordinaria
mente de cuatro en cuatro, sostenidas por
pedúnculos, y nacen de los encuentros de
las hojas que están puestas de dos en dos.
La raiz es fibrosa y rastrera.
Se multiplica por simiente en la prima
vera, por renuevos ó por separacion de
los pies; requiere tierra lijera y frecuen
tes riegos. Hay otras especies y variedades,
como la jermandrina marítima, la amari
llenta, la de Marsella, etc., cuyas flores
son purpúreas, ó de color de rosa: todas se
cultivan del mismo modo.

s Lila.

Arbusto grande cuya flor es de una so


la pieza, con el tubo cilíndrico y muy lar
go, el limbo abierto y con cuatro segmen
tos: los estambres son dos, y un solo pistilo:
el fruto es una cápsula oblonga, aplastada,
terminada en punta, con dos celdillas que
contienen semillas solitarias, a plastadas,
puntiagudas por ambos lados, y rodeadas
— 177 —
abiertas, largas, terminadas por un gan
chito, y cada division está situada alter
nativamente sobre la del cáliz , de manera
que parece que la flor está compuesta de
diez pétalos. La base del pistilo está ro
deada de tres órdenes de hilillos; el este
rior es de un azul violado oscuro en su
base, blanco en el medio, y azul violado
bajo en la cima. Tiene cinco estambres
sostenidos sobre el pistilo. Sus hilillos re
matan en un boton en el paraje en que se
implantan las anteras, y tienen el borde
por encima de su insercion. El pistilo se
parece á una columna mas gruesa por el
medio, y está terminado por tres estigmas
en forma de clavos. El fruto es carnoso,
de color anaranjado, de hechura de hue
vo, lleno de un mucílago bastante líquido
y de un gusto acídulo agradable; las se -
millas están encerradas en una membra
na. Los tallos son rojizos, numerosos y
sarmentosos. La raiz es casi leñosa, ras
trera y muy fibrosa.
La pasionaria florece desde mayo has
ta que empiezan las heladas. Se multi
plica por semillas luego que estas madu
ran, y por renuevos, esquejes y acodos.
Si se siembra en un buen terreno y se
riega de cuando en cuando, guarnece en
menos de cuatro años el mayor pabellon
12
— 178 —
en emparrado y da una sombra espesa,
muy apreciable en las provincias del me
diodia. Si se planta en un terreno pobre,
brotará con menos fuerza, pero vestirá
bien una pared ó un cenador; ya se deja
entender que hay que dirijir y sostener
sus tallos, enredándoles en algun apoyo.

Vainilla.

Los tallos tienen comunmente dos pies


de altura, son rollizos y ramosos: las flo
res nacen en espigas enroscadas y ladea
das, y su olor es muy agradable. Produce
abundancia de semilla, y aunque se logran
pocas plantas por este medio, no debe el
jardinero dejar de sembrarla: esta opera
cion se hace por abril ó mayo. El medio
mas seguro de multiplicarla es por acodo
y esqueje, ó por hijuelos barbados. Esta
planta requiere tierra lijera, y es muy
sensible á la impresion del frio; por cuya
razon debe cultivarse en tiestos y res
guardarla de las escarchas y yelos del in
Vierno.
- -

Jazmin.

El jazmin blanco tiene las flores de


una sola pieza dividida en cinco hojuelas
— 183 —
tallos antes que las hojas. Solo prevalece
bien en los montes: en las llanuras y pro
vincias donde hace un calor fuerte, vejeta
dos ó tres años y perece despues de lan
guidez. Puede plantarse durante todo el
invierno pero es mejor hacerlo al princi
pio de él: hay una variedad muy linda de
flores blancas que se puede injertar de
hendidura. -

Durillo.

Hermoso arbusto siempre verde, de


siete á ocho pies de alto, muy ramoso:
sus flores están dispuestas en lo alto de los
tallos en forma de racimos; son encarna
das antes de abrirse, y despues blancas:
forman una roseta, con cinco escotaduras
obtusas: el cáliz es pequeño y con cinco
dientes; tiene cinco estambres, tres pisti
los, algunas flores estériles, y las demás
hermafroditas. El fruto son unas bayas
pequeñas, redondas, de un negro azulado,
y brillantes: contienen una sola semilla,
plana y redondeada en forma de corazon.
La raiz es leñosa, ramosa y de muchas fi
bras. -.

Se cuentan muchas variedades; una de


hojas largas, venosas y con flores de co
lor de púrpura; otra de hojas con man
— 184 —
chas blancas ó amarillas: y el durillo ena
no con hojas pequeñas.
Requiere tierra fresca y lijera, pocos
riegos en el verano y muy raros en el in
vierno. Este arbusto florece en invierno
y en verano, y se forman con él vistosas
empalizadas. Se multiplica por renuevos,
y si se cultiva en tiestos sufre la poda co
mo el naranjo.
Camelia.

, Tambien este arbusto está siempre ver


de con muchas y grandes flores que tie
nen de cinco á seis pétalos, y son de un
encarnado vivo. Exije tierra lijera y de
soto mezclada en iguales partes, frecuen
tes riegos en el verano y muy pocos en
invierno: se multiplica por simiente, por
renuevos y acodos, pero necesitan dos años
para arraigar. Pueden injertarse por a
proximacion las variedades siguientes, que
se cultivan del mismo modo: de flores blan
cas: de flores dobles blancas ó encarnadas;
de flores purpúreas, sencillas, semidobles
ó dobles; de flores rosadas; de peonia; de
anémone, y todas las variedades nuevas
que produce anualmente el cultivo por se
millas.
— 181 —
de un ala membranosa. El tallo se eleva
bastante derecho y ramoso; su corteza es
parda verdosa y la madera tierna: las flo
res de color de lila, dispuestas en lo alto
de los tallos en racimos. La raiz es leñosa
y ramosa. Hay muchas variedades de la
lila comun, que es la que acabamos de des
cribir; una de flores blancas, otra de flo
res que tiran á azul, otra de hojas man
chadas de blanco ó amarillo.
La lila de Persia se diferencia de la co
mun, en sus hojas, en sus tallos mas cor
tos; en sus racimos de flores mas peque
ños, y florece despues que aquella: tam
bien hay una variedad de esta especie que
tiene las flores blancas.
La lila prevalece en todos los terrenos,
y se multiplica por semilla, por los renue
vos que brotan en sus raices, por estaca y
por acodo; se siembra por abril y mayo;
y las plantas obtenidas por cualquiera de
los medios espresados, se trasplantan por
octubre.

Laureola.
Dos arbustos hay que llevan este nom
bre, y que se distinguen "en laureola ma
cho y laureola hembra. El primero, siem
pre verde, crece desde dieziocho hasta
-
— 182 —
veinticuatro pulgadas: las flores son pe
queñas, verdosas, fragantes, y nacen ar-
racimadas de los encuentros de las hojas:
se componen de una sola pieza y sin cá
liz, y la corola forma casi un embudo: tie
ne ocho estambres, y el pistilo se halla en
el centro de la corola que está escotada
en cuatro partes ovales y agudas. El fru
to es una baya redondeada, de una sola
celdilla, que no contiene mas que una se
milla oval y carnosa: la raiz es leñosa y
fibrosa.
La laureola hembra tiene las flores en
carnadas, adherentes á los tallos y puestas
de tres en tres; sus caractéres son los mis
mos que los de la aureola macho; pero la
hembra tiene los tallos oscuros, flexibles,
cilíndricos, de dos á tres codos de altos,
cuyas hojas se secan á la entrada del in
vierno.
La laureola macho se planta al princi
pio de la primavera, en una tierra lijera
y fresca, á la sombra de los árboles altos:
y al segundo ó tercer año se trasplanta de
asiento. Si se siembra en macetas prende
con mas seguridad, y las raices no pade
cen en el trasplante.
La laureola hembra es uno de los ar
bustos mas hermosos al principio de la
primavera, porque sus flores cubren los
-

- — 187 —
son derechos, las ramillas estan muchas
veces opuestas, siempre cilíndricas, é imi
tan los tallos del junco: las flores están
dispuestas en la estremidad y á lo largo de
los tallos, y las hojas colocadas alternati
vamente. La raiz es central, leñosa y ra
T10S8.
Este arbusto florece en mayo y junio
y es nmuy estimado para los bosquecillos de
verano: crece naturalmente en los terre
nos incultos, pero en una tierra buena
prospera, brota y se estiende mucho. El
mejor modo de propagar esta planta es por
semillas, sembrándola en cajones, y á fines
del año se trasplantan á la tierra las plan
tas nuevas, cuidando de no romperles la
raiz central. Despues de trasplantada se
corta el tallo á una pulgada del suelo para
que brote ramas pequeñas. Se pueden ha
cer con él orlas y setos poco elevados, pa
ra lo cual basta atusarle todos los años, co
mio se hace con el hoj. Hay una variedad
de flores dobles tan olorosas como las sen
cillas. Tambien hay una especie enana de
este arbusto, de flores sencillas y de flores
dobles. -
— 188 — • .

CAPITULO XII.

- De los jardines ingleses.

Se da el nombre de jardin inglés á una


campiña hermosa por su sitio, rica en su
vejetacion y plantada convenientemente
de árboles, cortada por canales, rios ó
arroyos, con diversas producciones, her
moseada con masas de que se ha sabido sa
car utilidad; en una palabra, es la simple
naturaleza adornada con todas sus gracias,
y ayudada por el arte que no debe dis
tinguirse del todo, sino en algunos deta
lles de buen gusto.
Los chinos y los japoneses han sido los
primeros inventores de estos jardines.
Kaempser, en su historia del Japon, dice
que este pueblo tiene siempre en sus jar
dines, entre otros adornos, una pequeña
roca ó colina artificial, sobre la cual le
vanta algunas veces el modelo de un tem
plo; que frecuentemente se ve un arro
- yuelo que se precipita de lo alto de una
roca con delicioso murmullo, y que uno
de los lados de esta colina está adornado
de un bosquecillo, etc. .
El modelo que tienen los chinos para la
— 185 —

Brusco pinchudo.
Las flores machos y las hembras estan
en pies separados: la flor macho se compone
de un cáliz dividido en seis partes, tres
mayores que las otras: estas foliolas ovales
y convexas, hacen el oficio de corola. Los
estambres son seis y estan reunidos por
sus hilillos. La flor hembra se distingue de
la flor macho en su jérmen largo, oval,
oculto en el nectario; en su estilo cilíndri
co de la lonjitud del nectario, y en su es
tigma obtuso que sobresale del orificio del
nectario. Las flores machos y hembras tie
nen la figura de un cascabel. El pistilo se
convierte en fruto, que es una baya redon
da, dura y lisa. Las ramas salen inmediata
mente de las raices, y se elevan desde diezi
ocho hasta treinta y seis pulgadas: las flo
res son solitarias y estan colocadas en me -
dio de las luojas, que son redondas en su
base, puntiagudas en su cima, y terminan
en una pua. La raiz es gruesa, nudosa, ras
trera y blanca. El fruto es de un color en -
carnado vivo cuando está maduro, y las flo
res casi del color de la hoja. Exije tierra li
jera, sustanciosa y húmeda. Se multiplica
por semillas, ó por las raices nuevas se
paradas de las viejas, sin despojar dema
— 186 —
siado al pie viejo: los meses de octubre y
marzo son los mas á- propósito para esta
operacion, porque conviene preservar las
trasplantaciones del ardor del sol.
Se cuentan otras cuatro especies, que
son: el laurel alejandrino, que se distingue
del brusco pinchudo en que sus hojas son
mas anchas, mas redondas, y sin espinas,
y sus flores estan pegadas debajo de las ho
jas: el brusco con la flor pegada á una pe
queña hoja que nace sobre las grandes: el
brusco de flores hermafroditas y en espiga
terminal: y el brusco de Canarias, cuyas
hojas producen flores en sus orillas.
Retama de olor.

Las flores son grandes, amarillas, olo


rosas, amariposadas y con cinco pétalos;
el estandarte es grande, oval, acorazonado
y enteramente encorvado; las alas ovales,
oblongas, mucho mas cortas que el estan -
darte y adherentes á los hilillos: la quilla
compuesta de dos pétalos, y mas larga que
las alas; el cáliz de una sola pieza en for
ma de tubo, coloreado y un poco encorva
do hácia atrás. El fruto es una legumbre
cifíndrica, larga, vellosa, de una sola cel
dilla, con dos válvulas, que encierra nu
merosas semillas arriñonadas. Los tallos
— - 191 —
ce que indican la existencia y miseria de
sus moradores. -

A estas escenas suceden comunmente


las risueñas, porque los artistas chinos co
nocen muy bien la fuerza con que afectan
nuestra alma los contrastes, y siempre
combinan las transiciones repentinas y las
chocantes oposiciones de figuras, colores
y sombras. Tambien hacen pasar de vistas
muy limitadas á perspectivas de mucha
estension; de objetos tristes á escenas ri
sueñas de lagos, rios, llanuras, colinas y
arboledas; á los colores sombríos oponen
los brillantes; á las formas simples las
complicadas; y distribuyen las diferentes
materias de luz y de sombra de tal modo
que la composicion parece distinta en sus
partes y chocante en su todo.
Cuando el terreno es dilatado y pue
den hacer entrar en él multitud de esce
nas, cada una se apropia ordinariamente
á un solo punto de vista; pero cuando es
limitado el espacio y no permite mucha
variedad, se procura remediar este defec
to disponiendo los objetos de suerte que
produzcan diferentes aspectos, conformes
á los diversos puntos de vista; y con fre
cuencia llega el artificio hasta hacer que
estos aspectos no guarden entre sí seme
janza alguna,
— l92 —
Las márjenes de los rios estan cubier
tas de árboles cuyas ramas se elevan y
juntan, formando en algunos parajes ar
cos, por debajo de los cuales pasan los
barquichuelos, que ordinariamente con
ducen á algun objeto interesante, como
al pie de una montaña cortada en terra
dos, en cuya cima se halla colocado un
soberbio edificio: á una casilla situada en
medio de un lago; á una cascada, á una
gruta dividida en diferentes apartamentos,
á una roca artificial, ó á otra composicion
semejante. Los rios siguen raras veces
una linea recta; serpean y son interrum
pidos por diferentes irregularidades: ya
son estrechos, ruidosos y rápidos, ya len
tos, anchos y profundos. Tienen gran nú
mero de barquichuelos de hechuras y ta
maños diferentes: sus lagos estan pobla
dos de isletas, unas estériles y circunda
das de rocas y escollos, y otras colmadas
de cuanto la naturaleza y el arte pueden
presentarnos mas perfecto.
En los bosquecillos varían siempre los
chinos las formas y colores de los árboles,
reuniendo los que tienen las ramas gran
des y acopadas con los que se elevan en
pirámide, y los verdes oscuros con los
verdes claros, mezclando los árboles
que dan flor, entre los cuales hay mu
— 189 —
construccion de sus jardines es la misma
naturaleza, y su objeto imitarla en to
das sus partes. Examinan primeramente
la conformacion del terreno, si está llano
ó en declive, si hay colinas ó montañas, si
es espacioso ó limitado, seco ó pantan oso,
si tiene arroyos ó fuentes, ó si le falta el
agua; y con arreglo á estas diversas cir
cunstancias, elijen las disposiciones que
mas convienen con la naturaleza del ter
reno, que exijen menos gasto, que ocultan
sus defectos, y que manifiestan cuanto es
posible sus ventajas.
Los chinos gustan poco de pasearse, y
por esta razon se encuentran pocas veces
en sus jardines los paseos y calles espacio
sas de los jardines de Europa: todo el ter
reno está distribuido en variedad de esce
nas: los caminos jiran dando vueltas,
atraviesan por medio de bosquecillos y
guian á diferentes puntos de vista, cada
uno de los cuales está indicado por un
asiento, por un edificio, ó por otro cual-
quier objeto. -

La perfeccion de sus jardines consiste


en la hermosura y diversidad de estas es
cenas, que las dividen en tres especies, y
les dan los nombres de risueñas, horribles
y encantadas.
Para las escenas encantadas hacen pa- s
— 190 —
sar algunas veces por debajo de tierra un
rio ó un terrente rápido, que con su ruido
hiere los oidos, sin que se pueda averiguar
de donde sale; otras veces disponen las
rocas, los edificios y demás objetos que
entran en la composicion, de modo que
pasando el viento por entre los intersti
cios y concavidades que dejan espresa
mente, forma sonidos estraños y singula
res: plantan en estas composiciones las es
pecies mas estrordinarias de flores, plan
tas y árboles; forman en estos sitios ecos
- diferentes y complicados, y tienen ade
* más en ellos especies de aves y animales
m On St Tu0SOS.
Las escenas de horror presentan rocas
que parece se estan desplomando, caver
nas oscuras, torrentes impetuosos cuyas
aguas se precipitan por todos lados de las
cimas de las montañas; los árboles son dis
formes, y parecen tronchados por la vio
lencia de los vientos y tempestades: algu
nos hay caidos, que interceptan el curso
del torrente, y como si hubiesen sido des
truidos por el furor de las aguas: otros
parece que han sido abrasados y hechos
pedazos por un rayo: aparecen algunos
edificios arruinados, otros medio consu
midos por el fuego: algunas cabañas mez
º quinas dispersadas por las montañas, pare
— 193 — -

chos que estan floridos la mayor parte


del año. - -

En lo que emplean mas variedad es en


los medios de escitar la sorpresa: algunas
- veces conducen por entre cavernas y si
tios sombríos, y á su salida se halla el es -
pectador repentinamente afectado con la
vista de una escena deliciosa, enriquecida
con lo mas bello que cria la naturaleza:
otras veces guian por paseos y caminos,
que disminuyéndose poco á poco se van
haciendo escabrosos, hasta quedar ente-.
ramente impedido el paso: los matorrales,
espinos y piedras, le hacen intransitable,
¿ de pronto se presenta á la vista
una graciosa y estensa perspectiva, que
causa tanto mayor placer cuanto menos
se esperaba. -

Tambien se valen de otro artificio,


que es ocultar á la vista una parte de la
composicion, interponiendo árboles y otros
diferentes objetos, escitando de este mo- ,
do la curiosidad del espectador, que que
riendo mirar mas de cerca, al aproximar
se se halla agradablemente sorprendido
por alguna otra escena inesperada, ó por
un aspecto enteramente opuesto al que
buscaba. Ocultan el estremo de los lagos
para dar á la imajinacion campo en que
ejercitarse, y la misma regla ervan.
el
— 194 —
cuanto es posible, en todas las demas com
posiciones chinescas.
Aunque evitan comunmente los chinos .
las líneas rectas, no las desprecian siem
pre, y algunas veces disponen de este mo
do las calles de árboles cuando quieren
presentar algun objeto interesante. Cons
tantemente hacen los caminos en línea
recta, á menos que la desigualdad del ter
reno ó algun otro obstáculo den motivo
para obrar de otro modo, porque cuando
el terreno es enteramente llano, les pare
ce estravagante hacer un camino tortuo
so, pues como el arte ó el paso contínuo
de los transeuntes, son los que lo ºme
ben de haber formado, no es natural pre
sumir que en uno ú otro caso quisieran
elejir una línea curva pudiendo seguir la
recta. - -

Tales son en resúmen los jardines de


los chinos, llamados impropiamente in
gleses, porque estos no han hecho otra co
sa que imitará aquellos. A principios del
siglo XVII los jardines de Inglaterra no
se diferenciaban en nada de los de otros
reinos, cuando Kent, hombre de injenio y
artista de mucho gusto, hácia el año 1720
presentó á, la Inglaterra la naturaleza
º en la composicion de los jardines
de Esher, casa de campo del ministro
Pelham, produciendo con ellos una revoa
lucion completa en esta parte de la jardi
nería.
El gusto de los jardines chinos, ó in
gleses, abraza ya todo el continente; pero
algunos tienen la rareza de amontonar en
un espacio limitado tanto número de ob -
jetos, que se confunden unos con otros:
en semejantes jardines todo es mezquino,
estrecho y pequeño; porque sus compo
sitores, poco ejercitados en contemplar la
naturaleza, no tienen el gusto y tino con
veniente para imitarla en su simplicidad
y en las decoraciones campestres que
presenta. -

Esto mismo sucede dentro de Madrid


donde hay algunos jardinillos dispuestos
á la inglesa, y solo se ve en ellos una aglo
meracion de objetos que todo lo confun
den, y un gusto fastidioso y pesado en su
composicion. Solo podemos citar con sa
tisfaccion un modelo de esta especie de
jardines, que es el que poseia la duquesa
de Benavente en la villa de la Alameda,
llamado el Capricho, y que por muerte de
esta señora pertenece en el dia al duque
de Osuna; en esta hermosa posesion pue
de estudiarse la composicion de tales jar
dines, de los cuales es un modelo perfec .
to; por lo demas el buen gusto en la com
- 196 —
binacion, y una imitacion exacta º de la
belleza natural, son las únicas reglas que
pueden darse para la formacion de estos
jardines; pues los que se hacen solo con
un compartimento irregular, trazados por
líneas curvas, plantados de plantas peque
ñas y adornados con alguna fuente, casca
da, casa ó cenador rústico, etc., no pue
den entrar en la clase de los primeros, los
cuales deben plantarse con árboles ro
bustos, macizados con espesillos, interpo
lados con praderas, riachuelos, lagos, ºcas
cadas, puentes, derrumbaderos y subidas,
terminados por puntos de vista pintores
cos, que contengan salas, gabinetés y
asientos, que formen un contraste gracio
so y variado. - -

Ya se deja conocer, por lo que hemos


manifestado, que todo el mérito de los
jardines ingleses está reducido á imitar la
naturaleza, y por lo mismo el encargado
de disponerlos debe aprovecharse y sacar
partido de las hondonadas y arroyos, de las
elevaciones y llanuras, conservando los
diferentes puntos de vista que contengan,
y acomodando siempre el plan al terreno,
y de ningun modo el terreno al plan.
Los plantíos se forman como sin arte,
y así aparecen las calles abiertas como por
casualidad: unas veces han de estar dis
— 197 —
puestas solo por el hueco ó espacio que
presentan, rodeando ó serpenteando de
uno á otro punto por entre los troncos de
los árboles; otras han de estar cerradas por
sus costados con dos líneas de arbustos, cu
yas ramas, cortadas con la guadaña, re
presenten haber abierto el paso por entre
las malezas. En unas partes se deben en -
contrar como de repente entradas y sali
das que conduzcan á un lugar de descan
so ó de placer; á una pradera, á un parter
re, á una casa, etc.; en otras que asome á
un precipicio, oculto antes por las mismas
plantas: finalmente, el conocimiento y
colocacion de las diversas especies de ár
boles, bien combinados con el todo del
plan, que por su parte ó figura contribu
yan á la decoracion, es lo que constituye
la mayor parte de la ciencia del jardinero
que los plantifica. Su cultivo consiste en
mantener limpio el arbolado de todo lc
seco, cuidar de la estincion de los insec
tos y preservarlo de los demas daños que
suele padecer: las calles y paseos han de
estar igualmente limpios de cantos, hojas
y malas yerbas, y recortadas las plantas
que deban recortarse: los plantíos se re
nuevan siempre que haya necesidad, y se
dan los riegos convenientes. De este mo
do habrá llenado el jardinero sus deberes
— 198 —
en cuanto corresponde á la direccion y
cultivo de estos jardines: en cuanto al mo
do de criar, plantar y conservar los árbo
les, pueden verse en el tratado especial
que destinamos para hablar de ellos.
APENDICE.

Cultivo de las plantas en los tiestos de ven


tanas, balcones y terrados.

Como el recreo de los jardines no pue


den disfrutarlo sino las jentes acomodadas,
cuando la localidad de la casa que habitan
lo permite, otras muchas personas que no
pueden tener jardin y son amantes de las
flores, han tratado de suplir en algun mo
do esta falta cultivando varias plantas en
tiestos y cajones que colocan en balcones,
ventanas ó terrados: el bello sexo es el
mas aficionado á esta diversion sencilla
y agradable, y para él escribimos este
apéndice, en el que procuraremos espre
sarnos con toda la claridad posible, para
que puedan entendernos aun las personas
menos instruidas.

Cajones, tiestos y demas utensilios.


e Aunque las plantas crecen con mas vi
- 199 —
gor y lozanía en los tiestos ó cajones gran
des, porque las raices se estienden con ma.
yor comodidad, para economizar el terre
no y facilitar la traslacion de los tiestos de
un paraje á otro, se deben escojer de un
tamaño mediano, segun lo grande que sea
la planta que haya de contener, y el mú
mero de sus raices, que numca han de es -
tar, oprimidas: los tiestos de seis á ocho
pulgadas de ancho, sirven para la mayor
parte de las plantas pequeñas; y los de
ocho á diez para casi todas: la mejor forma
de los tiestos es la comun, la boca ancha
y el fondo estrecho; así corre el agua con
mas facilidad y prontitud: en el fondo se
han de poner algunos pedacitos de cascote
ó piedrecitas menudas para facilitar la
salida del agua por el agujero situado en
esta parte. Si la planta que ha de colocar
se en el tiesto requiere poca humedad, los
cascotes ó piedrecillas han de subir hasta
dos ó tres pulgadas, y encima se echa la
tierra vejetal que contenga.
Los cajones han de ser de madera fuer.
te, y para que duren mas se pintan por
fuera de algun color al ólio: los de gran
tamaño que se destinan para los terrados
y azoteas, deberian tener los tableros mo
vibles para poder mudar la tierra sin da
ñar á la planta.
— 200 -
Con respecto á los instrumentos de jar
dineria, no se necesita ninguno para el cul
tivo de los tiestos, pues para mullir y re
mover la tierra, para trasplantar las plan
tas con el cepellon, ó para arrancar las
yerbas inútiles ó perjudiciales, se suple la
falta de aquellos con las manos y la hoja
de un cuchillo viejo: para injertar y aco
dar sirve un cortaplumas; y para podar los
arbolillos y arbustos, basta una navaja ú
otro instrumento bien afilado. Lo que sí
se necesita es una regadera de agujeritos
muy pequeños y un barreño, artesa ó cu
beta que contenga el agua necesaria para
el riego de un dia, que se llenará veinti
cuatro horas antes de agua de rio, de llu
via ó de fuente; y se pondrá en paraje
donde disfrute de la misma temperatura
que las plantas, para que cuando estas la
reciban no sientan mayor frio ó calor que
el que reciben de la atmósfera. Del agua
de pozo no debe usarse sino cuando no ha
y a otra, y con la misma precaucion de te -
nerla un dia antes en la cubeta. .

De las tierras y abonos.


La tierra de los tiestos se ha de prepa
rar en ellos mismos ó en cualquier otro
paraje que acomode, y para ello se nece
sitan las tres clases siguientes.
— 201 —
Tierra franca. Esta es la tierra vejeta
que se halla por todas partes, mas ó menos
fuerte, que por lo com un tiene un color
amarillento: á esta se le añade una cuarta
parte de mantillo. * -

Tierra lijera. Es tan comun como la


anterior, arenosa, muy porosa, y con mu
chos despojos vejetales: su color jeneral
mente es moreno negruzco: se mezcla con
una tercera ó cuarta parte de mantillo.
Tierra de soto. Es negra, muy lijera y
compuesta de los despojos de los matorra
les que se secan y se pudren en los bos
ques y sotos. Se emplea pura ó mezclada
con las otras.
El mantillo es el resultado de la com
pleta descomposicion de materias animales
ó vejetales; y aunque hay varias clases,
pueden reducirse á dos: 1.° el mantillo de
estiércol de las caballerías, del ganado va-
cuno ó lanar, que se prefiere para las plan
tas de raices fibrosas, y para los árboles y
arbustos: 2.º el mantillo de hojas de árbol,
muy bueno para las plantas de raices bul
bosas ó de cebolla. Ninguna de las dos cla
ses debe usarse hasta que estén bien con
sumidas, lo que se conoce en que despues
de secas se desmenuzan fácilmente, en que
han perdido enteramente el olor, y su color
es muy oscuro, El mantillo se encuentra
— 202 — -

en todos los jardines, pero si algun parti


cular quiere hacerlo por sí mismo, lo con -
seguirá amontonando en el rincon de un
patio una porcion de hojas ó de estiércol,
dejándolo así hasta que el tiempo y la fer
mentacion le hayan dado las calidades que
debe tener: la descomposicion puede a pre
surarse regando de cuando en cuando el
Im OntOn.
Para hacer la mezcla de las diversas
clases de tierra y de mantillo, reunirlas
bien y quitarles las piedras y otros cuerpos
estraños, las pasan los jardineros por un
zarzo dos ó tres veces, y queda así la mez
cla limpia y mullida; pero esta operacion
se hace con las manos en el mismo tiesto ó
cajon en que se ha de sembrar ó colocar
la planta, sin necesidad de zarzo, sino re
moviendo bien la mezcla y quitando las
piedrecillas y broza que tenga.

Del sitio mas conveniente para las plantas.


Suponiendo que una casa tenga cuatro
fachadas, una al mediodia, otra al norte,
otra al levante y la restante al poniente,
deben ponerse en estas dos últimas la ma
yor parte de las plantas fibrosas; eñ la del
mediodia las bulbosas y de cebolla; en la
del norte se pondrán los arbustos resino
— 203 —
sos, las primaveras y la oreja de oso que
florecen allí muy bien; pero si no se puede
elejir otra esposicion mas que la del me
diodia, tambien se lograrán las plantas con
la precaucion de resguardar de los rayos
del sol durante algunas horas del dia, los
vejetales que no necesiten mucho calor.
Para esto son suficiente las cortinas de los
mismos balcones, ú otra cosa semejante.
Tambien pueden prosperar todas las
plantas espuestas al levante, al poniente, y
aun al norte, con tal que les dé el sol cin
co ó seis horas al dia, aunque hay vejeta
les que se contentan con dos, tres ó cuatro
horas. - -

Si los balcones dan á una plaza, jardin


" ó patio grande, se pueden cultivar las flo
res con tan buen éxito en el piso bajo co
mo en los altos; pero si dan á una calle es
trecha, se criarán con mas lozanía y vi
gor en los pisos altos.
El aposento adonde se hayan de colo
car los tiestos en el invierno, debe tener
en lo posible las cualidades de un inverná
culo ó estufa, que son las siguientes:
1." La temperatura ha de estar siem
pre, dos ó tres grados sobre cero, para lo
cual puede colocarse en el aposento un ter.
mómetro de Reaumur. Cuando baje de este
grado, se caldea la habitacion con un bra
— 204 —
sero de carbon que esté bien pasado, para
evitar que el tufo sofoque las plantas; pero
este método debe economizarse lo posible,
y evitar que la temperatura aumente á
mas de cuatro grados, porque en este caso
se apresuraria la vejetacion, y los tallos y
hojas que naciesen se ahilarian ó este nua
rian la planta, que moriria muy pronto.
2." El aposento ha de estar bien seco,
porque la humedad en el invierno. perju
dica á las plantas mas que el frio mismo.
3." Debe ser bastante capaz para que
las plantas no esten a montonadas, y el aire
pueda circular entre ellas con facilidad.
4." Es indispensable que la luz entre
bien y dé á todas las plantas por las ven
tanas ó balcones, cuyas vidrieras no se
cerrarán de dia sino cuando haga mucho
frio.
Y 5.º que no se habite en este apo
Se In tO. -

Hay otro medio muy sencillo para po


der conocer cuándo se debe caldear con
lumbre el aposento: como ya hermos dicho
que el agua para el riego se ha de tener
veinticuatro horas antes de usarla en un
cubeto ú otra cosa semejante, en el mismo
sitio que esten las plantas, para que ad
quiera su temperatura; mientras la super
ficie de este egua no se yele mas del grue
— 205 —
so de una hoja de cuchillo, no hace falta
la lumbre.

De la siembra.

Todas las operaciones de la siembra y


demas modos de multiplicar las plantas,
ya las hemos esplicado anteriormente en
el cultivo de los jardines; allí pueden leer
las los aficionados y enterarse de la mane
ra que deben hacerlas. Sin embargo, dire
mos aquí que pueden hacer los semilleros
en barreños ó cajones grandes, si les aco
moda, y trasplantar despues las plantas á
los tiestos, ó bien desde luego poner las
semillas en los tiestos. Si hacen los semi
lleros en los barreños, formarán con el
dedo unos surcos en la tierra á lo ancho
del barreño, y de una á dos pulgadas de
profundidad, segun la clase de semilla,
dejando tres pulgadas de distancia de uno
á otro; se echa la semilla en los surcos, y
despues se cubre con la misma tierra. Si
se siembra de asiento, es decir, en el mis
mo tiesto que se haya de criar y cultivar
la planta, basta hacer un hoyo con el de
do á la profundidad que hemos dicho, co
locar en él la simiente y cubrirla con la
tierra hasta dejar igual la superficie.
-

— 206 —

Del trasplante.

Luego que las plantas han adquirido la


faerza suficiente, es decir, que hayan cre
cido dos ó tres pulgadas fuera de la tierra,
se trasplantan del semillero á los tiestos;
para esto se deja secar la tierra del semi
llero, y luego que lo está se mulle bien
con la hoja de un cuchillo viejo, y se pro
cura sacar la planta con el cepellon unido
á las raices sin romper estas ni dañarlas, y
se colocan en el hoyo que se habia hecho
en la tierra del tiesto adonde ha de colo
carse. La época mas conveniente de hacer
el trasplante es por el mes de octubre. Los
árboles verdes se trasplantan en otoño ó
en la primavera, con la precaucion de sa
carlos con el cepellon ó terron, y de no
cortar ni disminuir ninguna de sus ramas.
Cuando las raices se han roto, desgarrado
ó herido de cualquier modo, deben cortar
se las partes dañadas, y achicar el árbol ó
arbusto á proporcion; es decir, que no se
le deben dejar mas ramas que las que pue
dan alimentar las raices que le hayan que
dado.
, Traslacion de un tiesto á otro.
*

Cuando las plantas hayan adquirido


— 207 —
un volúmen grande y el tiesto donde se
hallan no pueda contenerlas cómodamen
te con la amplitud que necesitan sus raie
ces, deben trasladarse á otro tiesto propor
cionado: tambien deben trasladarse para
mudar la tierra que han desustanciado, lo
que se ha de ejecutar con la mayor parte
de las plantas cada dos ó tres años. Las
épocas mas favorables para trasladarlas
son antes de la subida de la sávia en la pri
mavera, y despues que ha cesado esta,
desde agosto hasta fines de setiembre.
º Esta operacion es muy sencilla: se de
ja secar un poco la tierra del tiesto, se
vuelve boca abajo, sosteniendo la planta
con la mano derecha, y con la izquierda
se golpea el tiesto para que se desprenda
de la tierra: luego que se ha sacado la
planta, con un instrumento muy cortante
se quitan las barbillas de las raices alre
dedor del terron; cuidando de hacerlo con
igualdad, pero no en forma de cuña: des
pues se coloca el terron con la planta en
el tiesto ya preparado, y se apreta á él la
tierra suavemente con la mano y por
igual. Hecho esto, se riega suficiente
mente, y se tiene á la sombra por algunos
dias. - 3

Algunas veces se marchitan los vejeta»


les, y aun perecen, sin que se adviertada
— 208 —
causa, porque el mal está en las raices: en
este caso se saca la planta del tiesto con
el cepellon, y se va quitando con cuidado
la tierra de las raices; estas se lavan en
agua fresca, se les cortan escrupulosamen
te las partes enfermas, y se vuelven á
plantar en tierra nueva, cuidándolas co
mo á las plantas por estaca.
-
-

De los riegos.
- -
-

Aun cuando la humedad es uno de los


principales ajentes de la vejetacion, no se
ha de creer por eso que cuanto mas se
riegue una planta, se ha de criar mejor,
pues no todas necesitan la misma hume
dad; así es que á unas les aprovecha el
mucho riego, y á otras las mata: de con
siguiente debe darse á cada una la canti-.
dad de agua que pida, segun su naturale
za, teniendo presente que todos los veje
tales compuestos de una sustancia carno
sa, esponjosa, y mas ó menos acuosa, te
men mucho la humedad; y al contrario,
los de naturaleza fibrosa ó leñosa necesi
tan mas jeneralmente. Por esta razon de
ben economizarse los riegos á las plantas
crasas, y dárselos mas abundantes á las
otras; pero sin escederse demasiado ni en
uno ni en otro caso, porque de esto de
— 209 —
pende el buen éxito del cultivo. Daremos
una regla general bastante aproximada
para saber cuándo necesitan agua las plan
tas : no debe regarse ninguna planta crasa
hasta que la tierra del tiesto se haya se
cado una pulgada de hondo: las otras plan.
tas se han de regar cuando la tierra se
haya secado á la profundidad de tres lí
neas. Esta regla debe observarse rigorosa
mente, porque si las plantas se riegán de
masiado se pudrirán sus raices, ó enfria
da la tierra perderá el grado de fermen
tacion necesario para la vejetacion, y las
plantas se pondrán mústias, amarillentas,
y por último se secarán: si no se riegan lo
suficiente se consumirán lentamente y
tambien se perderán. -

Las plantas acometidas de alguna en


fermedad, particularmente los árboles y
arbustos se regarán con agua preparada
del modo siguiente: en un barreño se echa
mantillo de estiércol de caballo, boñiga
fresca y tierra lijera, iguales partes de ca
da cosa, hasta la mitad del barreño; se
acaba de llenar este con agua de rio y se
remueve bien todo para desleir la mez
cla lo mas que se pueda; se deja asi por
veinticuatro horas, en la misma tempera
tura de las plantas, y despues se riegan
con ella las enfermas.
14
— 210 —
Los riegos tampoco deben darse indís
tintamente á cualquiera hora, porque es
to tambien tiene sus inconveníentes. En
la primavera y el otoño, que es necesario
conservar el calor del dia durante la no
che, se regará por la mañana, para que el
sol tenga tiempo de calentar el tiesto antes
que llegue la frescura de la noche; y en el
verano se regará despues de ponerse el
sol, para que la frescura pueda conservar
se toda la noche en las raices.
En el estío podrán regarse alguna vez
al anochecer las hojas de las plantas, pero
nunca por la mañana ni durante el dia;
porque si las hojas no estan bien enjutas
cuando las dá el sol, cada gota de agua
formará una mancha, y si la planta tiene
muchas perecerá ó padecerá infinito, Las
flores no deben mojarse jamás por ningun
motivo.
Si en el invierno se mojan las hojas
de las planta; que se conservan en aposen
tos, se pudrirán rápidamente y perecerá
el vejetal: en este tiempo solo se ha de
dar el riego preciso para que no se se que
la planta.
1}estruccion de los insectos, , , ,

Los tiestos de balcones y ventanas,


— 211 —
aunque menos espuestos que los jardnes
á, los estragos que causan los insectos, no
están sin embargo libres de las hormigas
y pulgones. Para preservar los tiestos de
las hormigas, se colocan sobre un plato
gan de lleno de agua, pero que no entre
esta por el agujero del tiesto: si las hor
migas anidan en el tiesto, y la planta que
contiene es arbolillo ó arbusto, se impide
que suban á las hojas atando alrededor
del tallo un copo de lana, cuya barrera no
pueden superar, º a

Los pulgones y otros muchos insectos


pequeños, que acuden á los estremos de
las ramas, destruyen los renuevos y las ho- .
jas, y deterioran mucho las plantas, si no
las hacen perecer, se matan lavando las
hojas con un cocimiento de plantas acres,
como de hojas de tabaco, de nogal, de
sauco, etc., ó con agua bien cargada de
potasa, de hollin ó de jabon. Tambien
se puede emplear la siguiente compo
sicion: se toman dos onzas y media de jº
bon negro, igual cantidad de flor de azu
fre, dos onzas de setas, y seis cuartillos de
agua comun: se deslie el jabon y las setas
machacadas en la mitad del agua; y entre
tanto se hace hervir la otra mitad con el
azufre durante veinte minutos; despues se
mezcla todo, se menea bien, y se deja repo
— 212 —
sar hasta qne la composicion despida mal
olor. Con este licor se riegan en seguida
con una jeringuilla las partes de la planta
acometidas por los insectos, y de este mo
do perecen. -

Del tiempo de retirar los tiestos al inverná


culo.

No se puede marcar exactamente el


tiempo en que deben retirarse los tiestos
á los aposentos, porque esto depende de lo
mas ó menos adelantada que se halle la
estacion; solo diremos que en los prime
ros frios se retirarán las plantas mas deli
cadas, y sucesivamente las demas que no
puedan resistir los yelos. Cuando los ties
tos sean pocos, será mejor entrarlos al
anochecer y sacarlos por la mañana; pe
so si son muchos, debe construirse en el
aposento una gradilla donde se colocarán
de modo que todas las plantas reciban la
luz, poniendo delante las mas pequeñas y
detrás las mayores; cuidando de ventilar
las y regarlas cuando no hiele, y de quitar
las hojas secas ó podridas.
*

De la poda.

Por medio de esta operacion se da á los


— 213 —
árboles y arbustos la forma mas útil ó
agradable, bien sacrificando la elegancia º
á los frutos, ó estos á aquella; pero siem
pre ha de procurarse que reuna las dos
circunstancias. Aquí solo daremos algu
nas ideas jenerales de la poda, que bas
tarán para los arbolillos y arbustos que se
cultivan en tiestos.
. La poda debe hacerse siempre con un
iustrumento muy afilado: el corte debe
ser limpio, horizontal, y la herida ha de
estar al lado opuesto al mediodia.
. Se podará siempre por encima de una
yema ó boton, muy inmediato á ella, pa
ra que el tallo que arroje pueda cubrir
con prontitud y facilidad la cicatriz.
Deben quitarse todos los chupones y
ramas vigorosas, que por su crecimiento
rápido y demasiado desarrollo atraen há
cia sí toda la sávia, ocasionando la pérdi
da de las otras.
La poda ha de hacerse en la primave
ra antes de la subida de la sávia, ó en el
otoño despues que los árboles hayan per
dido su verdor.
Por último, cuando se quiera que flo
rezca ó fructifique un árbol ó arbusto que
echa demasiadas ramas, se cortan con las
uñas las puntas de las que se hallen mas
crecidas, y de este modo se obliga á la sá
— 214 —
via á retrocederá los botones de flor, que
con el aumento de este jugo nutritivo no
tardan en florecer. -

Del cultivo de las plantas.


Todas las plantas y arbustos que se
cultivan en los jardines, pueden cultivar
se en los tiestos, escepto algunos arbustos,
tales como las lilas, que por su mucho vo
lúmen, serian demasiado embarazosos pa
ra un sitio reducido: de consiguiente de
ben propagarse y cuidarse del mismo mo
do que hemos indicado en el cultivo par
ticular de las plantas, capítulos VIII y si
guientes; pero como en ellos no hemos
hecho mencion de los frutales, porque lo
hemos dejado para el tratado de árbo
les que publicaremos por separado, pon
dremos aquí algunos frutales pequeños
por si los aficionados quieren cultivarlos
en tiestos. - -

- Arholillos frutales para tiestos ó cajones.


Albérchigo enano de flores dobles. Es
un bonito arbusto cuya flor se parece á
una rosa pequeña: se multiplica por esta
cas y renuevos; requiere tierra lijera y
lustanciosa, y en el invierno se retira á los
— 215 -
nposentos, colocándole cerca de la luz: se
poda despues de la flor. Tambien puede
cultivarse otra especie de flores pálidas y
fruta redonda, muy tardía, pues no ma.
dura hasta últimos de octubre.
Guindo. Todas las especies de guindo,
cuya fruta es comestible, pueden cultivar
se en cajones de uno y medio á dos pies
en cuadro; se multiplica por acodos, es
tacas, y por injertos en los ciruelos: re
quieren tierra franca y sustanciosa, que
anualmente se renueva por encima de las
raices, y cada tres años se renueva toda:
se podan en forma de rueca ó de pirámide.
Cerezo. Su cultivo es igaul al del
guindo. -

Ciruelo mirabolano. La fruta de este


arbolito es de sabor agradable, y muy pa
recida á la guinda en el color y tamaño:
solo se debe multiplicar por renuevos y a
acodos para conservarlos en cajones, por
que este medio de multiplicacion los re
duce á la clase de arbolitos, haciéndoles
perder el vigor del brote. Requiere tierra
fresca y húmeda. Se injerta en los demás
ciruelos, de los cuales se pueden tambien
cultivar algunas especies pequeñas. º
Arandano. Arbusto de dos pies de altu
ra, cuyas flores en forma de cascabel, son
de un blanco rosado, y estan dispuestas en
- 21 o —
ramilletes axilares: sus frutos son comes
tibles y muy parecidos al grano de la uva.
Se multiplica por semillas, renuevos y a
codos, en tierra de soto sustanciosa. Hay
Varias especies, que se cultivan del mis
mo modo.
4lmendro de flores dobles. Las flores
de este arbusto son de color blanco rosado:
Se puede injertar en el almendro comun.
Se multiplica por renuevos en tierra li
jera y sustanciosa. -

4lmendro enano de Persia. Es un pe


queño arbusto, muy bonito, que por mar
zo y abril se cubre de flores, cuyo color
es de curmin antes de abrirse, y de rosa
despues que se abren. Se cultiva como el
anterior.
Manzano de la China. Es un arbusto
de aspecto agradable y flores Semidobles,
que produce manzanas muy pequeñitas,
las cuales se pueden comer si Se dejan ma
durar entre paja. Se multiplica por acodos
y estacas, en tierra lijera y sustanciosa;
gusta mas de las esposiciones templadas ó
algo frias que de las cálidas, por lo que de
be resguardarse de los vientos del medio
diº, sobre todo durante la florascencia. Ca.
da año se quita á las raices la tierra que
las cubre y se remplaza con otro nueva;
pero cada tres años debe mudarse toda la
— 217 —
tierra. La poda se hace en la primavera
antes que brote.
Manzano oloroso. Este arbolillo se cul.
tiva por el olor agradable que despide: sus
flores son grandes y rosadas. Se cuida co
mo el anterior.
Naranjo. No nos detendremos en des
cribir este árbol, porque todos conocen su
hermosura, el olor suave de sus flores y
la bondad de su fruto. Vamos á manifestar
el modo de propagarlo y cultivarlo. En el
invierno se escojen naranjas buenas, que
se dejan podrir, y despues se les sacan las
pepitas: en febrero ó marzo se llenan los
tiestos de tierra compuesta de iguales par
tes de tierra franca, tierra lijera y manti
llo de estiércol muy consumido, todo bien
mezclado y acribado. Se plantan las pepi
tas á poco mas de media pulgada de pro
fundidad, y de tres á cuatro de distancia
unas de otras; se cubre despues con una
capa de estiércol bien desmenuzado, de
dos ó tres líneas de espesor, y se riega con
agua de fuente tibia. Los tiestos se colocan
en aposentos abrigados, cerca de las vidrie
ras, que se abrirán cuando caliente el sol
y el aire sea templado, para que se venti
len: cada vez se tendrán mas tiempo
abiertas, segun vaya adelantando la esta
cion, y no se sacarán al raso hasta el mes
— 218 —
de mayo. Las plantas nuevas se separan en
el mes de setiembre, dejando á cada una
el cepellon de tierra que cubre las raices,
y se trasplantan á otros tiestos, que se re
tirarán del balcon por ocho dias lo menos.
A últimos de octubre ó antes si se sienten
los frios, se entran en los aposentos, y se
colocan próximas á las vidrieras, que se
abrirán siempre que no hiele y el aire sea
seco. Todos los años se hará lo mismo. En
el invierno se regarán muy poco, y solo se
caldeará con lumbre el aposento cuando
el frio llegue á dos ó tres grados bajo cero
del termómetro de Reaumur. Para sacar
los al balcon se aguardará á un dia nublado
ó lluvioso de abril ó mayo; pero antes se
lavarán las ramas y se quitarán cuidadosa
mente todos los insectos pegados á las ho
jas. Cuando príncipie la vejetacion se pue
den injertar de hendidura, y se siguen cui
dando como hemos dicho, hasta el tiempo
de podarlos, cuya operacion se reduce á
quitarles las ramillas delgadas y endebles,
ó muy multiplicadas y largas, y á dar al
árbol la forma que mas acomode. La poda
debe hacerse en la primavera, cuando se
sacan los tiestos del aposento. Si se quiere
que tenga el tronco alto, se esperará á que
llegue á la edad y altura conveniente, y
entonces se injerta de escudete.
— 219 —
Cuando el árbol esté ya formado se de
be sacrificar una parte de las flores si se
desea tener frutos de buen tamaño, y aun
de estos se dejarán pocos para no desme
jorar el árbol. Todos los años por la pri
mavera se descubrirán las raices superio
res sin dañarlas, y se volverán á cubrir
con tierra nueva; pero cada tres años se
ha de mudar toda la tierra, colocando en
tonces la planta en cajones ó tiestos mas
grandes, proporcionados á la anchura de
la copa; pero como el árbol crece siempre,
cuando no se quiera aumentar el tamaño
del tiesto ó cajon, se reduce la copa al
tamaño del tiesto, rebajando las ramas.
Se conoce que el árbol necesita mas an
chura, ó que se le deje mas reducido,
cuando las hojas se ponen pálidas y reco
jidas, y las ramas delgadas y débiles. . .
Algunas especies de naranjos prenden
muy bien por estacas y acodos por estran
gulacion. Estos árboles no requieren mu
cha humedad, por lo que deben dárseles
riegos moderados, y solo cuando los nece
siten; esto se conoce en la hoja que se po
ne blanda y no quebra diza. -

Limonero. Todas las especies de limo


neros se cultivan y cuidan del mismo mo
do que el naranjo.
Toronjil. Arbusto de cuatro pies de al
— 220 — -

to, cuyas hojas huelen á limon: echa mu


chas flores, blancas por fuera y de color
azul purpúreo por dentro. Se multiplica
por acodos é hijuelos, se riega a menudo
en el verano y se poda en la primavera:
requiere tierra franca y lijera.

Modo de cultivar las cebollas de flor sobre


las mesas, rinconeras, etc.

Las cebollas de los jacintos, narci


sos, etc., tienen la propiedad de vejetar
en el agua y producir flores tan hermosas
y fragantes como si estuviesen plantadas
en la tierra.
Para disfrutar del placer de ver veje
tar estas cebollas y obtener flores tempra
nas, se llena de agua por el mes de se
tiembre una ó mas botellas pequeñas, que
se fabrican para este efecto de vidrio, por
celana ó loza, de la figura que mas agrade,
y de boca estrecha: se echan en el agua
algunos granos de sal, y se pone la cebolla
encima de la botella, de modo que solo la
corona entre en el agua, que se irá aña
diendo conforme la absorva la cebolla, y
so coloca la botella sobre una cómoda, me
sa, etc.; en una sala de temperatura mode
rada. De este modo produccn las cebollas
sus flores, que recrean la vista de los afi
s

- — 221 -
cionados; pero se ha de tener presente que
las cebollas empleadas en este cultivo son
enteramente perdidas, porque perecen en
la vejetacion. - -

Modo de formar jarrones y tapíces de ver


dura.

Para adornar una mesa con vasijas cu


biertas de verde, se toma un jarron, re
doma, etc., y se envuelve en un pedazo
de moleton cortado y cosido de modo que
la vasija qnede perfectamente forrada sin
que se alteren sus formas: despues se le
vanta el pelo del moleton con una carda,
se moja bien, y se siembra encima jara
mago ó malpica; en seguida se pone la va
sija sobre un plato lleno de agua para con
servar la humedad del moleton. Las semi
lla jermina brevemente y forma sobre la
lana una cubierta de verdura, que se de
be renovar cuando los tallos sean dema
siado largos y desfiguren la forma que ten
ga la vasija que sirve de molde. -

Igualmente se pueden hacer tapetes


de césped poniendo una capa de algodon
en un plato, fuente, vandeja, etc., echan.
do el agua suficiente para que sin cubrir
el algodon esté siempre húmedo, y se
siembra como hemos dicho antes.
— 222 —
- Para obtener rosas tempranas.
A últimos octubre se planta un ro
sal en un tiesto lleno de tierra muy sus
tanciosu, mezclada con estiércol bien re
podrido, y se riega dos veces cada dia con
un poco de agua caliente: en los dias frios
debe tenerse el tiesto en el aposento de in
vierno; en los dias algo templados puede
sacarse al balcon, pero munca se ha de de
jar al raso durante la noche. Cuando al
llegar la primavera principian las plantas
á vestirse de hojas, se riega el rosal con -
agua un poco mas caliente, y se verá apa
recer las rosas en los primeros dias de la --
estacion florida.

Para tener flores tardías.


Para obtener rosas en el invierno, se
han de arrancar los rosales cuando co
mienzan á brotar, y se trasplantan en
tierra mas inferior: esto atrasa mucho su
vejetacion, porque su primer cuidado es
nutrirse y es tender sus raices; despues
vuelve la sávia á seguir su curso, y da
por el invierno las flores que debieron
nacer por la primavera.
Tambien se pueden conseguir rosas,
— 223 —
claveles y otras flores muy tarde, quitan
do suavemente con los de dos los botones
que van saliendo, ó los cálices que con -
tienen la flor; se riegan mucho las plan -
tas durante los mayores cálores del estío,
y se tienen en paraje fresco, es decir, si
hay proporcion estarán espuestas al nor
te; pero si no hay mas fachada que al me
diodia, deben resguardarse del demasiado
calor del sol; de este modo se retarda la
florescencia, porque la sávia destinada
para nutrir las flores que se han arranca
do retrocede: y luego que vuelve á ca
lentarse sigue su curso, y va á alimentar
los nuevos botones que se forman.
Si á últimos de diciembre se descu.
bren las raices de un rosal y se dejan así
algunos dias, se impide que el jugo nu
tritivo suba de la raíz á la cabeza de la
plantº, y se interrumpe y retarda la ve
jetacion, que vuelve á principiar cuando
se restituye la tierra á las raices; pero las
hojas y flores aparecen mucho mas tarde
de lo que debian. . º " - . . .
Igualmente se consigue atrasar la flo.
rescencia de un rosal plantándole en un
paraje sombrío al pie de un árbol: de este
modo no calentará á la planta el sol, cuyo
calor acelera el movimiento de la sávia;
º e

el árbol atraerá poderosamente hácia sí los


=- 224 —
jugos de la tierra, y dejará poco alimento
al rosal, cuyas dos causas unidas retrasan
considerablemente su vejetacion, y por
consiguiente debe dar mucho mas tarde
las rosas. -

Lo que hemos dicho del rosal, puede


aplicarse á otras plantas.
. Cuanto mas hondas se planten las ce
bollas del lirio, mas tardan en florecer:
así para disfrutar de ellos por mas tiem
po se ponen algunas de estas cebollas á tres
dedos de profundidad, otras á cinco y al
gunas á siete, y de este modo irán flore
ciendo luego unas despues de otras.

Para que las plantas crezcan con rapidez


y den mejores flores. -

Para hacer crecer estraordinariamen


te las plantas, y que den flores mas her
mosas, deben regarse algunas veces con
una lejia echa con las cenizas de otras
plantas de su misma especie quemadas:
con este sencillo proceder, se adelanta
mucho la vejetacion , y la planta se cria
mas lozana.

Modo de guarnecer balcones y ventanas.


Se forma alrededor del balcon ó ven
— 225 —
tana un marco del ancho que se quiera,
hecho con cañas á manera de celosía, pe
ro mucho mas claras; se pone al lado, un .
tiesto qué cóntenga una planta enredade
ra, tal como la capuchina, ó cualquiera
otra que mas acomode, se dirijen las guias
hácia el marco de cañas, y se van enre
dando á ellas sus tallos de modo que no
queden claros, y que las hojas tapen bien
todo el marco. Para cubrir mas pronto un
balcon, puede ponerse una planta á la de
recha y otra á la izquierda, y de este mo
do se ya guarneciendo á ,un tiempo
ambos lados. , , , , , , , , ,
por
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FIN DEL TRATADo
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de las materías contenidas en este volumesr.

CAPITULO PRIMERO. — De lo per


teneciente al jardinero. . . Páj.
Organiacion de las plantas. . . .
Partes esenciales de la flor. . . .
Partes accesorias de la flor. . . .
CAP. II. — Division de las flores con
relacion á su corola. . . . . . .
De las flores consideradas segun su
disposicion en los tallos. . . . .
De la flor compuesta. . . . . . .
De la florescencia. . . . . . . . .
Epoca de la florescencia. . . . . .
CAP. III. — Del perfume ú olor de
las flores. . . . . . . . . . . . .
Del aire mefítico que eachalan las
flores. . . . . . . . . . . . . .
De la fecundacion vejetal. . . . .
Fecundacion artificial. . . . . . .
De los jémeros y de las especies de
las plantas. . . . . . . . . . . .
CAP. IV.—Instrumentos y otros obje
tos necesarios para la jardinería.
Azadon. . . . . . . . . . . . . .
Id. de dientes. . . . . . . . . . .
Azadilla ó escardillo. . . . . . . .
Almocafre. . . . . . . . . . . . e

Plantador de palastro. . . . .
Desplantador ó paletin. . . . . .
Pala de rozar. . . . . . . . . . .
Rastros de dientes de hierro y de
dientes de madera. . . . . . . . . . i
Rodillo de piedra. . . . . . .
Trailla. . . . . . . . . . . . . . .
Carretilla. . . . . . . *... . . . .
Parihuelas ó angarillas. . . . . .
Podon. . . . . . . . . . . . . . .

Tijeras grandes de mano. . . . . .


Id. con varal. . . . . . . » º • •-

Media luna ó guadaña. . . . . . .


Zaranda ó zarzo. . . . . se es e e 6.

Regaderas. . . . . . . . . . . . .
Invernáculo. . . . . . . . . . . .
Estufas. . . . . . . . . . . . . .
Portales de jardin. . . . . . . . .
Camas calientes. . . . . . . . . .
Macetas y cajoneras. . . . . . • •
CAP. V. — De los jardines de flores ó
de recreo. . . . ... . • • • •

De la situacion del jardin. . . . .


Calidad del terreno. . . . . . . .
Modo de preparar la tierra. .
Repartimiento del terreno y époc
de verificar la siembra. . . . . •

CAP. VI. — Multiplicacion ó propa.


gacion de las plantas. . . . . .
Por semillas. . ........ . . .º, º 63
Por bulbos y oraices. . . . . . . . 6í
Por estacas. . . . . . . . . . . ... ", id.
Y. Por acodo... . . . . . . . . . . 66
Por esqueje. . . . . . . . . . . . . . . . 68
Por injerto. . . . . . . . . . .»., 69
Injerto por aproavimacion. . . . . 70
º Id. por hendidura. . . . . . . .». 72
Id. de escudete. .. .. ... . . . . . . 74
- Betun para los injertos. . . . . . . 76
CAP. VII.- Del cultivo de las plan
tas. en jeneral. . . . . . .., ; ..77
º Seccion primera.—Plantas de rai
ces, bulbosas y tuberosas. . . . . id.
Seccionsegunda. -- Plantasperennes, s83
Seccion tercera.—Plantas anuales, 86
CAP. VIII.- Descripcion de lasflores:
. . . cultiuo particular de las plantas. e
Plantas perennes.-- Carraspique. 87
... Pajarilla. ó aguileña. . . . . . . .88
Jeránio. . . . . . . . . . . . . . . .89
Margarita. . . . ... "... . . . . ...91
Boca de dragon. . . .. . . . . . . 92
Piramidal, ó flor de la pirámide. 93
Caracolillo. . . . .. . . . . . .. . . id.
º Valeriana. . . . . . . . . . . . .
Matricaria. . . . . . . . . . . .
Perpétua amarilla. . . . . . . . . 96
Don Diego de noche. . . . . . . .
tº Becabunga ó verónica, ... . . . . ... - 98
Crisantemo de la China. . . . . ...99
*Mejorana. . . . . . . . . . .º. 100
... Don Diego de dia. . . . . . . . 101
Mhutisa. . . . . . . . . . . . 102
Farolillo ó, pucherillo. . . . . .103
¿s Oreja de oso. . . . . . . . . 3 º 104
Matricaria... . . . . . . . . . .105
CAP. IX; -: Plantas vivaces. —Ma- º -

ravilla ó caléndula. . . . . . . 106.


... 108
Fritilaria ó corona imperial. . . .109
Jacinto. .. . . . . . . . . . . . . 110
Tulipan. . . . . . . . . . . . . . . 112
Peonía. . . . . . . . . .. . . . . 114
Lirio... .. . . . . . . .». ". . . . . . 116
Saacifraga. . . . . .. . . . . . . 119
Glodiolo ó. yerba estoque. . . . . 120
Narciso. . . . . . . . . . . . . .121
r, Amaranto. . . . . . . . . . . . . 124
º Alelí. . . . . . . .. . . . . . . . . . 125
Enredadera campanilla. . . . . . 128
Cruz de Jerusalen ó de Santiago. . 129
Dictamo real ó blanco. . . . . . . 130
Azucena. . . . . . . . . . . . . . 131
Ranúnculo, . . . . . . . . . . . . 134
Capuchina. . . . . . . . . . . . . 135
y Ulavel. • • " º " e " a º . 136
- º * - º •

Tuberosa ó vara de Jesé. . . . . . 139


Caña-coro, caña de Indias. . . . . id.
Vara de oro, , , , , , , ,º . . . 140
Brunela. . . . . . . . . . . . . . 141
Dalia. . . . . . . . . . . . . . . 142
Flor de lis, encomienda de Santiago, id.
Hipericon ó corazoncillo. . . . . º 143
Violeta. . . . . . . . . . . . . . . 144
Adormidera de jardines. . . . . . 145
Primavera. . . . . . . . ... . . . . 146
Leucoyo de primavera, ó campani
llas de otoño. . . . . .... . . . . 147
Pensíes, pensamientos, ó trinitarias. 149
Guisantes de olor. . . . . . . . . - id.
Flor del canario. . . . . . . . . . 150
Sándalos. . . . . . . . . . . . . . 152

-
AP. X. — Plantas anuales. — Co
ronilla ó aciano. . . . . . . . id.
Anagálide de campos. . . . . . . 153
-
Estraña. . . . . .. . . . . . . . . 155
Albahaca. . . . . . . . . . . . id.
Espuela de caballero, . . . . . . . . 158
Perpetua morada, . . . . . . . . . . 159
Escobilla morisca, escabiosa viuda. 160
Nicaragua. . . . . . . . . . ... 161
u o r vº encarnada
Dedalera tuvvur º su usur . . . . . . . ... 162
Yerba escarcha, espejo de Venus. . 163
Clavelon. . . . . . . . .. . . . id.
- Damasquina. . . . . . . . . . . 164
Reseda. . . . . . . . . . . -. . . . 165
-

* Arañuela ó ajenuz de jardin. . . . 166


,

CAP. XI. — Arbustos. — Coronilla


-
--
de Valencia, coletuí. . . . . , id.
-
Mundillo. . . . . . . . . . . . 168
Rosal. . . . . . • º « ar a 4 a . 169
Jeringuilla. . . . . . . . . . . . 174
Aloisa ó Luisa. . . . . . . . . . . 175
Artemisa. . . . . . . . . . . -

Pasionaria ó granadilla. . . . . id
Vainilla. . . . . . . . . . . . . 178
Jazmin. . . . . . . . . . . . . . id.
Camedrio ó jermandrina. . . . . 179
Lila. . . . . . . . . . . . . . . . 180
Laureola. . . . . . . . . . . . . 181
Durillo. . . . . . . . . . . . . . 183
Camelia. . . . . . . . . . . . . 184
Brusco pinchudo. . . . . . . . . 185
Retama de olor. . . . . . . . . . 186
CAP. XII, — De los jardines ingleses. 188
. - - -
. . . . . ) º -
A PEND102E, .

Cultivo de las plantas en los tiestos


de ventanas, balcones y terrados. 198
Uajones, tiestos y demas utensilios. id.
De las tierras y abonos. . . . . . 200
Bel sitio mas conveniente para las
plantas. . . . . . . . . . . . . . 202
De la siembra. . . . . . . . . . 205
Del trasplante. . . . . . . . . . . 206
Traslacion de un tiesto á otro, . . id.
De los riegos. . . . . . . . . . . 208
Destruccion de los insectos. . . . . 210

-
l)el tiempo de retirar los tiestos al as
e, invertiáculo. . . . . . . . . . . .212
i De la poda. . . . . . . . . . . . . . id.
Del cultivo de las plantas. . ....o ... , 214
• . . . - - a- , , , , ,

Arliolillos frutales para tiestos ó cajones.


º . . . - - - , , ,
Albérchigo enano de flores dobles. ...- id.
6uindo. . . . . . . . . . . . . .215
Jerezo. . . . . . . . . . . . . . . . . id.
Ciruelo mirabolano. . . . . ... , id.
Arandano. . . . . . . . . . . . ..., id.
Almendro de flores dobles. .. .. . . .246
¿Amendro enano de Persia. . . . . id.
Manzano de la China. . . . . ... , , , , id.
Manzano, oloroso. . . . . . . . . . . . . .217
aranjo. . . . . . . . . . . . . id.
Limonero. . . . . . . . . . . . . . 219
Toronjil. . . . . . . . . . . . . id.
Modo de cultivan las cebollas de flor,
g sobre las mesas, rinconeras, etc. 220
Modo de formar jarrones y. tapices
de verdura. . • , º , º e . .221
Para obtener rosas tempranas. . . . . .222
Para tener flores tardías. . . . . . ... id.
Para que las plantas crezcan con
rapidez y den mejores flores. . . 224
Modo de guarnecer los balcones, y,
ventanas, . . . . . . . . . . . . .. id.
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