Professional Documents
Culture Documents
de la imagen corporal
Evaluación e intervención
en situaciones críticas
Consulte nuestra página web: www.sintesis.com
En ella encontrará elPROYECTO EDITORIAL
catálogo completo y comentado
PSICOLOGÍA. MANUALES PRÁCTICOS
Directores:
Manuel Maceiras Fafián
Juan Manuel Navarro Cordón
Ramón Rodríguez García
Alteraciones
de la imagen corporal
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono 91 593 20 98
http://www.sintesis.com
ISBN: 978-84-9958xx-x-x
Depósito Legal: M. x.xxx-2013
1. Introducción .................................................................................................
1.1. Conceptualización de la imagen corporal ................................................
1.2. Antecedentes ...........................................................................................
1.3. El punto de vista evolutivo ......................................................................
1.4. Componentes de la imagen corporal .......................................................
1.4.1. Perceptivos ..................................................................................
1.4.2. Afectivos .....................................................................................
1.4.3. Cognitivos ..................................................................................
1.4.4. Conductuales ..............................................................................
1.5. La experiencia corporal ...........................................................................
1.6. Apariencia y atractivo físico .....................................................................
1.7. Satisfacción vs. Insatisfacción con la apariencia .......................................
1.8. Preocupación/sobrevaloración de la apariencia ........................................
1.9. Alteraciones de la imagen corporal ..........................................................
Cuadro resumen .............................................................................................
5
Alteraciones de la imagen corporal
2.3.3.
Anorexia, Bulimia, e imagen corporal .........................................
2.3.4.
Trastorno por atracón (TA) .........................................................
2.3.5.
Trastorno del comedor nocturno .................................................
2.3.6.
Unas notas de epidemiología, inicio,
y curso de los principales TCA
2.3.7. Obesidad ....................................................................................
2.4. Trastorno de la identidad sexual ..............................................................
2.5. Esquizofrenia y otras psicosis ...................................................................
Cuadro resumen .............................................................................................
4. Etiología ........................................................................................................
4.1. Variables implicadas ................................................................................
4.1.1. Factores biológicos ......................................................................
4.1.2. Factores perceptivos ....................................................................
4.1.3. Factores cognitivo-conductuales ..................................................
4.1.4. Factores afectivos ........................................................................
4.1.5. Factores ligados a la etapa evolutiva .............................................
4.1.6. Factores ligados al desarrollo físico ..............................................
4.1.7. Factores socio-culturales ..............................................................
4.2. Teorías y modelos explicativos .................................................................
4.2.1. Modelos biológicos .....................................................................
4.2.2. Modelos explicativos psicodinámicos ..........................................
4.2.3. Modelos explicativos de tradición conductista .............................
4.2.4. Modelos explicativos de tradición cognitivista .............................
4.2.5. Modelos socio-culturales .............................................................
6
Índice
5. Evaluación ....................................................................................................
5.1. Aspectos clave .........................................................................................
5.2. Entrevistas ..............................................................................................
5.3. Cuestionarios, Inventarios y Escalas de Evaluación de la Imagen
Corporal .................................................................................................
5.3.1. Métodos de evaluación de Aspectos Perceptivos ..........................
5.3.2. Métodos de evaluación de Aspectos Emocionales ........................
5.3.3. Métodos que evalúan el aspecto cognitivo ...................................
5.3.4. Métodos que evalúan aspectos conductuales ...............................
5.3.5. Métodos multidimensionales que evalúan la Imagen Corporal ....
5.3.6. Métodos para evaluar la presión social hacia un modelo estético
corporal ......................................................................................
5.3.7. Métodos para evaluar la Patología Asociada ................................
5.4. Otras técnicas de evaluación de la Imagen Corporal ................................
5.5. Análisis del caso clínico propuesto para este libro ....................................
Cuadro resumen .............................................................................................
7
Alteraciones de la imagen corporal
Bibliografía ...........................................................................................................
8
1
Introducción
El cuerpo es lo más cercano y lo más externo de nuestro ser. Nos traslada y procesa
información procedente del exterior o exteroceptiva. El cuerpo también es conteni-
do. Reúne información interna o interoceptiva (y propioceptiva). Es nuestro reci-
piente, el continente de nuestro yo. Es, sobre todo, el vehículo de conexión y parti-
cipación con los actores y escenarios en los que nos desenvolvemos. Este espacio
corporal, interno y externo; objetivo, subjetivo, e intersubjetivo, se sustenta en una
consciencia de entidad personal y una experiencia vital (de Preester y Knockaert,
2005; Pera, 2006; Raich, 2001). A su vez, nuestras experiencias vitales están condi-
cionadas por este espacio (corporal) en el que nos ha tocado vivir (Cash, 2004).
Así las cosas, continente y contenido se resumen conceptualmente en nuestro
autoconcepto físico o identidad física y somática: “soy castaño, peso 78 Kg., mis
ojos son de color claro, mi piel…” (por ejemplo, para una descripción de rasgos
corporales externos). Y también del espacio interno: “la emoción de una noticia
me hace notar enseguida el corazón con toda su fuerza”, “a menudo siento acidez
en el estómago”, “me recupero rápido de cualquier enfermedad”, “resisto bien el
esfuerzo físico”.
Tiene, como se ha dicho, un lado externo, un límite reconocible con el exte-
rior, objetivable, la apariencia, sobre la que opino y opinan, es decir, la tarjeta de
visita que nuestro cuerpo presenta de forma habitual y reconocible para los de-
más. Conlleva asimismo una valoración emocional. Este examen de nosotros
mismos, influido por la evaluación de los demás condiciona, al menos en parte,
nuestra estima, nuestro amor propio o, dicho de otro modo, nuestra autoestima, en
este caso dirigida al cuerpo y su aspecto, la autoestima corporal: “me gusta mi
pelo”, “dicen que hago siempre este gesto simpático cuando sonrío”, “tengo arru-
9
Alteraciones de la imagen corporal
Autoestima
10
Introducción
11
Alteraciones de la imagen corporal
12
Introducción
las revistas, carteles, anuncios, etc.). Además, qué duda cabe, que el proceso de
desarrollo de la imagen corporal no finaliza de manera temprana sino que ha de
adaptarse a la carrera de relevos característica de los cambios evolutivos: configu-
ración corporal hacia la adultez (por ejemplo, el ensanchamiento de las caderas),
abandono del aspecto de un niño o niña (cambios en la piel, aparición de caracte-
res sexuales secundarios, por ejemplo), indicadores de desgaste o envejecimiento
del cuerpo y su aspecto (aparición de pelo canoso, arrugas, flacidez).
13
Alteraciones de la imagen corporal
poral comienza por la importancia que adquiere el ideal físico internalizado frente
a la propia valoración del cuerpo o apariencia real, lo que favorece la insatisfac-
ción corporal (disforia por el cuerpo y/o el aspecto corporal).
La segunda dimensión o actitud es de tipo cognitivo y conductual, y se refiere
a la dedicación, carga, o inversión que ponemos en la apariencia personal (figura
1.2). Es la importancia concedida, valencia, saliencia, e implicación por la apa-
riencia. En esta dimensión se analizan los cuidados, atenciones, y conductas, en
relación con el cuerpo (componente funcional). Es adaptativo dedicarse a la apa-
riencia, mostrar nuestro atractivo; dedicar algún tiempo a nuestro cuidado es un
indicador de equilibro psicológico y de organización de la conducta.
También se analizan aquí los autoesquemas de la apariencia (aspecto que puede
resultar disfuncional) y que derivan de los esquemas corporales generales. Estos
autoesquemas a propósito de la apariencia, proceden de la historia personal, de las
experiencias interpersonales o sociales vividas por la persona, por tanto, derivan de
valoraciones y comparaciones cargadas de afecto. Digamos que las vivencias y la
información derivada de esas experiencias se resumen, ordenan, o esquematizan
cognitivamente, pues se trata de información relevante para la persona. Estos auto-
esquemas tienen mucho que ver con las creencias estereotipadas que se tienen sobre
el atractivo de los demás o la apariencia en general, pues la apariencia es un modelo
y fuente de refuerzo social; son el producto cognitivo donde se aprecia la internali-
zación del ideal de belleza. Nuevos sucesos a los que nos enfrentamos activan el
procesamiento esquemático de la autoevaluación, lo cual, en principio, debería
facilitar la adaptación a las situaciones, la regulación de las emociones, y los esfuer-
zos de afrontamiento, pero también pueden ser una fuente de malestar continuo.
Las principales áreas problemáticas de la actitud de la dedicación o importan-
cia tienen que ver con la preocupación-sobrevaloración por el cuerpo (el peso, la
gordura, la flacidez, la escasez de músculos…) que se deben a las discrepancias
halladas en la valoración del cuerpo (actitud evaluativa/comparativa) con respeto
al ideal que la persona tiene de su propio cuerpo o del que es socialmente seguido.
Esto puede dar lugar y fortalecer los autoesquemas negativos o autoevaluativos
de la apariencia, por lo que el ideal de belleza internalizado condiciona o afecta a
la autoestima corporal (ver figura 1.3).
En definitiva, todo depende de la inversión, dedicación, valencia o carga que
pongamos (en los autoesquemas) acerca de la apariencia física. Resulta disfun-
cional, en todo caso, cuando la carga o dedicación de la apariencia es exagerada
(sobrecarga), cuando la apariencia se compara continuamente con la de los otros,
y cuando afecta a nuestra valía o definición de forma integral (Cash, Melnyk, y
Hrabosky, 2004). Digamos entonces que la sobrecarga facilita la sobrevalora-
ción (ideas sobrevaloradas) del ideal de belleza, por lo que los autoesquemas de la
14
Introducción
Evaluativa-comparativa (emocional)
- evaluación-percepción del cuerpo y la apariencia (autoestima corporal)
1.2. Antecedentes
15
Alteraciones de la imagen corporal
común de los planteamientos de la primera mitad del siglo veinte es que las señales
sensoriales (sensibilidad, posiciones, movimientos) dan lugar a una imagen espacial
del cuerpo en el cerebro (aportaciones de Head, Holmes, Penfield, Rasmussen). Por
ello, el concepto de esquema corporal suele considerarse el antecedente claro de la
imagen corporal, tal y como se entiende en la actualidad. Los inputs de los canales
sensoriales daban lugar a un reflejo o equivalente cerebral de cada zona corporal, la
coordinación del movimiento, y los cambios posturales (Pruzinsky y Cash, 2002).
En este sentido, el estudio de la imagen corporal nació a partir de la información
proporcionada por la neuropatología: el miembro fantasma, autotopagnosia, hemi-
somatoagnosia, anosognosia, entre otras (Cash, 2004). Como se observan casos
muy tempranos de miembro fantasma (por falta congénita de miembros o pérdida
temprana de los mismos), se deduce que el esquema corporal son representaciones
neurales del cuerpo y sus funciones en el cerebro, lo que permite la experiencia de
imagen corporal (tesis de Stamenov) (de Preester y Knockaert, 2005).
Paul Schilder (1935/1950), en su obra The Image and Appearance of the Hu-
man Body, analizó los componentes neurológicos, psicológicos, y socioculturales,
que participaban en la apariencia y la imagen corporal, e influyó en la considera-
ción científica de este tópico al considerar intuitivamente que la imagen corporal
es la imagen de nuestro propio cuerpo en nuestra mente, o la manera en la que el
cuerpo se nos aparece. Una imagen espacial que todo el mundo tiene de sí mismo,
caracterizada por su cualidad de gestalt (incluyendo una parte libidinal, emocio-
nal y subconsciente).
Otro antecedente, apenas recordado, es Thomas Szasz (1957), quien contribu-
yó a la consideración de la imagen corporal desde el punto de vista psicopatológi-
co y de una forma amplia o integrada. En definitiva, aunque se centró en las alte-
raciones y distorsiones corporales que podían apreciarse en la esquizofrenia,
interesa mencionarlo en este punto porque no consideró a la imagen corporal de
forma exclusivamente perceptiva, sino aunada con la respuesta y funcionamiento
emocional y del yo.
Es cierto que en la imagen corporal intervienen aspectos perceptivos. Pero la
atención al cuerpo o a una parte del mismo (como input sensorial), tal y como se
acepta actualmente, es una focalización perceptiva que permite consciencia y
experiencia del cuerpo, posibilitando que se tenga noción del cuerpo (imagen
corporal). Complementariamente, se entiende que la manera integrada, natural, o
no consciente en la que funciona el cuerpo, con unas características que definen
un estilo individual e idiosincrásico, es el esquema corporal (el cuerpo como suje-
to, en términos de Marino Pérez, 2012).
Gracias a este proceso de volcado de la conciencia sobre sí mismo, sobre el
propio cuerpo (como objeto) implica el desarrollo de la imagen corporal y del
16
Introducción
sentido más global del sí mismo (Self) desde etapas muy tempranas. Pero no es el
único elemento a tener en cuenta. Probablemente tampoco es el más importante.
En el desarrollo de nuestra imagen corporal y, por tanto, de una parte de nuestro
Self, participa de manera decisiva el papel que desarrollamos como agentes socia-
les. Nuestras emociones primarias (tristeza, miedo, o enfado, por ejemplo, y sus
versiones marcadas, depresión, ansiedad, e ira, respectivamente) se van diversifi-
cando en las llamadas emociones autoconscientes (culpa, vergüenza, orgullo…),
expresamente ligadas a nuestra competencia social, caracterizadas por significa-
dos autorrelevantes (Tangney, 1995), y favorecidas (retroalimentadas) por el con-
texto socio-familiar en el que tiene lugar nuestro desarrollo.
Esta amalgama de procesos cognitivos y emocionales en desarrollo continuo
ha ocasionado que, en muchas ocasiones, se hayan utilizado conceptos próximos
al de imagen corporal como satisfacción con el peso, exactitud en la percepción
de la talla, satisfacción corporal, satisfacción con la apariencia, etc., de forma
sinónima o intercambiable, precisamente dada la riqueza de aspectos que inter-
vienen y se simultanean en la experiencia corporal.
La aportación de Tomas F. Cash a partir de los años 90 resulta capital. Refor-
mula la idea de Fisher de imagen corporal, para indicar que no había una, sino
varias imágenes corporales. Define entonces la multidimensionalidad del concep-
to y extiende las áreas en las que ha de estudiarse su posible alteración para no
limitarla a los trastornos de la conducta alimentaria, como estaba sucediendo des-
de las décadas anteriores a los años 90. De esta manera, además del componente
perceptivo, interviene una variedad de procesos cognitivos y conductas (en la
actitud de dedicación que estableció Cash), más un componente esencialmente
emocional (en la actitud evaluativa o comparativa).
Si se retoma el ejemplo de Pablo, se puede entender la importancia excesiva
concedida a la apariencia, ligándola con la valía personal. La asunción de que es
rechazado por los demás por su gordura y valorado únicamente por este aspecto,
le hace concebir que no sirve, que es una persona inútil. La escasísima dedicación
al cuidado de su cuerpo e interés por el mismo, dado que hay cosas que le gustaría
que fuesen de otro modo, no hace sino incrementar su rechazo personal. Detesta
el deporte, reconoce que come más de lo que debería, y bebe para tranquilizarse,
conjunto que contribuye a estimar que no alcanzará una apariencia atractiva. En
consecuencia, no será suficiente si se interpreta lo que le sucede a Pablo como
algún tipo de alteración perceptiva acerca de si es preciso o no al estimar su so-
brepeso. Se trata de una diversidad de factores que interaccionan y que podemos
tratar de integrar en las actitudes que definen la imagen corporal.
17
Alteraciones de la imagen corporal
18
Introducción
19
Alteraciones de la imagen corporal
20
Introducción
21
Alteraciones de la imagen corporal
22
Introducción
mensión importante del cuerpo (Whitbourne y Skultety, 2002). Entre las mujeres
este proceso tampoco supone, de forma inalterable, consecuencias negativas. Se
observan actitudes favorables por el hecho de no tener que pensar en la posibili-
dad del embarazo (o la contracepción), pero más negativas hacia los cambios de
la apariencia y la feminidad percibida. Las mujeres que se resisten a tratar el
cuerpo como un objeto de cara al exterior (objetivación) tienen actitudes más
favorables hacia la apariencia en la menopausia y sienten menos vergüenza cor-
poral por su cuerpo (McKinley y Lyon, 2008).
1.4.1. Perceptivos
23
Alteraciones de la imagen corporal
1.4.2. Afectivos
24
Introducción
1.4.3. Cognitivos
25
Alteraciones de la imagen corporal
Evaluativa-comparativa (emocional)
- evaluación-percepción del cuerpo y la apariencia (autoestima corporal)
- ideal/real versus ideal social (discrepancias)
26
Introducción
27
Alteraciones de la imagen corporal
28
Introducción
1.4.4. Conductuales
29
Alteraciones de la imagen corporal
30
Introducción
31
Alteraciones de la imagen corporal
sobre la imagen corporal han sido siempre superiores a la propia biología: desde
la reducción del pie, la circuncisión femenina, la deformación del cráneo, alarga-
miento del cuello, discos en los labios y, más contemporáneo, los implantes de
pecho, botox, braces, piercings o las dietas-milagro (Rumsey y Harcourt, 2005;
Thompson, 2004). En otros momentos históricos, donde la escasez alimentaria
era una condición más general, se apreciaban positivamente los cuerpos rollizos y
gruesos. Eran una muestra de estar sano, de disposición de recursos, posibilidad
de vivir más años, y de sacar adelante a la prole.
Cuando se han dado mejores condiciones socioeconómicas, como puede ser el
momento actual (al menos en el mundo Occidental), se busca e idealiza la delga-
dez en la mujer (y más próximo en el tiempo, un ideal musculoso en el hombre o
de cuerpo en V). En relación con esto, las ventajas de las personas atractivas y
bellas está en la literatura, y su opuesto, por ejemplo, en los cuentos, donde la
maldad viene representada por la fealdad, la deformación, e incluso la vejez
(Wilhelm, 2006).
A pesar de que mayoritariamente se acepta este punto de vista, habría que se-
ñalar que la búsqueda de cierta esbeltez, el considerar la importancia del ejercicio
físico más allá de deportistas o soldados, e incluso alguna forma de selección
alimentaria que hoy llamaríamos hacer dieta no es, exclusivamente, un fenómeno
del siglo veinte. Se sabe que desde los siglos XVI y XVII se utilizaban fajas, se
pensaba que el vinagre ayudaba a adelgazar y, un siglo después, se comenzó a
usar la primera báscula para personas y vender diversidad de artilugios para ejer-
citarse físicamente (Vigarello, 2011). Es decir, por un lado, desde la Edad Media,
se han alabado los cuerpos gruesos, por otro, desde la perspectiva de la llamada
generalización del estatus, se observa la importancia que tiene para el ser humano
emular a las clases privilegiadas, que son las que inician este tipo de preferencias
y las convierten en ideales, probablemente, porque representan el éxito social al
que debería aspirarse (Jackson, 2002).
En suma no se trata, como a menudo se señala, únicamente de una ventajosa
disponibilidad de reserva alimentaria, sino de su interacción con la interiorización
o imitación de las preferencias de las clases dominantes, y más reciente en el
tiempo, de la evidencia y convicción de poder controlar el cuerpo (como se puso
de relieve desde la industrialización).
En los momentos más actuales, son observables por doquier mensajes que
conducen a ciertas asociaciones mentales que se reflejan en la internalización de
un patrón o ideal de belleza muy determinado: delgadez (mujer), músculos (hom-
bre); y, más globales: juventud, actividad constante, salud y longevidad, procedi-
mientos físicos, médicos y quirúrgicos para mantener o alcanzar dichas condicio-
nes, etc. Estos mensajes logran hacer creer, a fuerza de repetir, que las
32
Introducción
33
Alteraciones de la imagen corporal
las modelos para corregir cualquier “imperfección”, o utilizar los llamados dobles
de cuerpo en el cine.
Resumidamente puede mostrarse la evolución de lo que se considera atractivo
y la apariencia que se busca. Por ejemplo, los estudios de los concursos de belleza
femeninos refieren un decremento en el Índice de Masa Corporal (IMC) del 15%
hasta los años 90, representado en la actualidad por mujeres modelos de belleza
con IMC por debajo de lo considerado saludable. En el caso del hombre, el IMC
se ha incrementado de 1970 a 1990, aumento del volumen corporal que se con-
centra en la mayor masa muscular.
Se asume, de este modo, que la insatisfacción corporal es la norma de la po-
blación (Tiggemann, 2011), y se repite como un guión preestablecido la necesi-
dad de mantener la figura, hablar sobre el cuerpo o la apariencia, o el temor a las
consecuencias de engordar (en términos norteamericanos, fat talk: describirse
como una persona gruesa y compararse con otras para obtener alguna forma de
refuerzo social o tranquilización, tanto en mujeres delgadas como gruesas) (Bar-
wick, Bazzini, Martz, Rocheleau, y Curtin, 2012).
Si antaño las personas gruesas eran reflejo de un estatus socioeconómico y de
salud privilegiados, hoy se considera que están en una situación que refleja en-
fermedad (genética) o debilidad de carácter. Como señalan Perpiná, Botella, y
Baños (2000), desde los años 60-70 del siglo XX, el interés hacia el cuerpo supera
una dirección exclusivamente estética, para convertirse en un criterio ético.
Es curioso, sin embargo, que este fanatismo antigrasa (fat bigotry) se ha con-
centrado en la pérdida de peso, poniendo en muchos casos en riesgo a la salud,
por ejemplo, en la llamada hipertensión de la dieta. Además, se han ignorado o
marginado otros hallazgos médicos que indican que el sobrepeso normativo pro-
pio de la edad protege, sobre todo entre las mujeres, de problemas cardíacos, la
osteoporosis, y retrasa la menopausia (Grogan, 2008).
La versión extrema de este ideal de cuerpo joven, delgado, sin grasa, propor-
cionado, etc., permite entender la importancia de la presencia de los trastornos de
la conducta alimentaria, o de páginas Webs (pro- anorexia y pro- bulimia, ANA y
MIA) donde se alienta e idealizan patrones de conducta anormales en relación con
la delgadez (thinspiration), se desarrollan aplicaciones informáticas para el se-
guimiento de las calorías consumidas, o se recrean con mensajes idealizados y
expresiones del tipo volar como mariposas, dar con las costillas en el suelo y
cosas por el estilo.
Como un indicador del cambio social y de la influencia en el ideal de la apa-
riencia, se pueden observar la evolución que han experimentado los muñecos con
los que juegan los menores (especialmente en el caso de Barbie), en los que se
traslada este ideal de delgadez, junto con unas proporciones irreales tanto para el
34
Introducción
hombre (músculos, como en los Action man) como la mujer (pecho, piernas muy
largas, cintura minúscula). De forma paralela a estos modelos de la apariencia, se
aprecia la erotización de los muñecos (como las Bratz), aspecto que también se
liga al éxito social y legitima el papel de objeto sexual de la persona, sobre todo
de la mujer (Murnen, 2011). Complementariamente, apareció una rival de Barbie,
llamada “feliz de ser yo” (happy to be me), caracterizada por caderas más anchas,
cuello y piernas más cortas. Sin embargo, no superó los 14 años de existencia
(Wilhelm, 2006), mientras Barbie ya ha cumplido los 53.
Pero, ¿por qué es tan importante la apariencia física?, ¿es meramente la señal
más reconocible y cambiante de las modas?, ¿es un artefacto y creación de los
medios de comunicación? Probablemente no. Se ha considerado que la apariencia
y el atractivo físico tienen que ver con la salud y la selección o acceso a las pare-
jas. Por ejemplo, la simetría podría ser un indicador natural de desarrollo sano y la
asimetría en el rostro, una señal de dificultades en la alimentación o de haber es-
tado expuesto a enfermedades. El dimorfismo facial debido a las hormonas sexua-
les remarcan diferencias entre hombres (mandíbula o mentón, por ejemplo) y
mujeres (ojos y labios grandes, nariz y mentón pequeños), que pueden ser indica-
dores de la calidad como compañero, razón por la cual se busca exagerarlos (sea
por medio de la cosmética, la ropa, o la cirugía). Incluso se ha observado que las
mujeres en la fase folicular (o fértil) prefieren rasgos más masculinos en el hom-
bre que en la fase del desarrollo del cuerpo lúteo (Swami, 2011). Sin embargo,
estos detalles tampoco son determinantes. Los rasgos muy masculinos también
pueden sugerir muchas parejas diferentes, muchos hijos, por lo que hay riesgo de
que los papeles de esposo y padre no se cumplan. Por tanto, el atractivo físico
puede conllevar aparejado otros aspectos que faciliten una mayor satisfacción en
la pareja, como formas de incrementar facetas tan humanas como el interés o la
regulación emocional: el humor, habilidades artísticas y creativas, o la seguridad
emocional.
Con todo, algunos datos recientes han sugerido cambios (y una cierta mejoría)
en el grado de satisfacción entre las mujeres en comparación con los años 90 y
anteriores del siglo XX, a pesar de un incremento general en el peso a escala po-
blacional. Se ha apreciado una mayor proximidad entre mujeres de diferentes
razas, por lo que no se puede afirmar que se trate de la insatisfacción con respecto
al cuerpo de la etnia caucásica. También se han tomado precauciones para la con-
sideración de ciertos pesos y figuras de modelos y deportistas en verdadera situa-
ción de riesgo, o se han promocionado modelos con figuras dentro del IMC con-
siderado normal.
En el caso de los cambios que ha experimentado el hombre en la actualidad
(búsqueda de la musculación), se ha planteado que responde a una sociedad don-
35
Alteraciones de la imagen corporal
36
Introducción
37
Alteraciones de la imagen corporal
Quizá el siguiente paso tiene mayor valor clínico en el continuo. Más impor-
tancia porque se trata del momento en que la insatisfacción con la imagen corpo-
ral se hace estable en el tiempo, se convierte en presente y duradera. También
tiene cierta relevancia porque ocasiona malestar aunque todavía se observa en un
número amplio de personas (se dice hasta el 50%; Cash, 2002). Se acepta una
cierta generalización de este malestar por el cuerpo en la población no clínica, una
forma normativa de imagen corporal negativa probablemente propiciada por el
énfasis de nuestra cultura y medios de comunicación en la belleza, la juventud, y
la importancia concedida al ideal del cuerpo femenino y masculino. Pero que sea
normativo no significa que dicho descontento sea precisamente benigno (Thom-
pson et al., 2004). De hecho, entre las chicas jóvenes, se estima que al menos un
70% están insatisfechas con su imagen, y desean estar delgadas, lo que supera el
porcentaje de personas con sobrepeso (Wertheim y Paxton, 2011).
Aunque probablemente no es tan sencillo como exponerse a la TV y desarro-
llar insatisfacción corporal, sí parece más claro que los medios de comunicación y
la publicidad son formas de socialización muy poderosas con un sentido de factor
inductor de riesgo evidente (Thompson, Heinberg, Altabe, y Tantleff-Dunn,
2004). En este sentido, la repetición de un ideal de belleza como modelo deseable
de éxito y aprobación; pretendido de forma colectiva (presión social o interperso-
nal); y propiciado como mercado o negocio que indica las pautas y formas de
lograrlo, como conjunto, facilita que se convierta en una aspiración necesaria y
compartida. Lo cierto, en cambio, es que este ideal de belleza es en realidad una
excepción, lo que es constatable, por ejemplo, por el hecho de que las modelos y
misses son más delgadas que el 98% de las mujeres (Buote, Wilson, Strahan,
Gazzola, y Papps, 2011). Complementariamente, se sabe de la tendencia al sobre-
peso y la obesidad en el mundo desarrollado, el aumento de actividades de ocio
sedentarias, la omnipresencia de la comida rápida menos saludable y con mayor
tamaño de las porciones de comida, elementos que resultan favorecedores de una
mayor distancia entre el IMC actual y el ideal (Petroff, Martz, Webb, y Galloway,
2011). Evidentemente esto ocasiona niveles de insatisfacción corporal pronuncia-
dos pues el ideal de delgadez (y/o musculoso) es difícil de cumplir.
Por tanto, la exposición continua a un ideal físico acaba convirtiéndose en un
criterio de validez que no se cuestiona, es la internalización del estereotipo sobre
el aspecto corporal o ideal de belleza. Dicho ideal es un modelo a seguir por
inasequible que parezca, lo que se traduce en una evaluación negativa (por ejem-
plo, de la figura y el peso) que disminuye la autoestima e incrementa la afectivi-
dad negativa.
Pero esta insatisfacción con la imagen corporal, por sí sola, ni es sinónimo ni
es suficiente para el diagnóstico de un trastorno (Stice, 2002). Más bien ha de
38
Introducción
39
Alteraciones de la imagen corporal
40
Introducción
bloquear los efectos positivos que el ambiente pueda tener (Colautti, Fuller-
Tyszkiewicz, Skouteris, McCabe, Blackburn, y Wyett, 2011), como los beneficios
del ejercicio, la presencia de otros, y el humor positivo ligado a una situación.
41
Alteraciones de la imagen corporal
42
Introducción
43
Alteraciones de la imagen corporal
44
Introducción
perfeccionismo
sesgos cognitivos
IMC
45
Alteraciones de la imagen corporal
46
Introducción
Cuadro resumen
47
Alteraciones de la imagen corporal
– Cuando las personas ganan en edad es posible que hayan alcanzado sus nece-
sidades de seguridad en la red social (menor necesidad de sintonía social o de
conformidad), por lo que se observa una tendencia menor a sobrevalorar el
ideal de belleza.
– Podemos establecer un continuo que vaya de la satisfacción corporal y las
preocupaciones comunes por el cuerpo a una condición subclínica: la imagen
corporal negativa; y una condición clínica: alteraciones o trastornos de la
imagen corporal.
– La imagen corporal negativa estaría compuesta por la insatisfacción corporal
y/o la preocupación/sobrevaloración de la imagen. Proceden de las disfun-
ciones de las actitudes de la imagen corporal, resumidas en discrepancias y
sobrecarga de la imagen corporal.
48
2
Las alteraciones de la imagen
corporal y los diagnósticos
49
Alteraciones de la imagen corporal
50
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
51
Alteraciones de la imagen corporal
52
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
como los párpados ensombrecidos o los ojos demasiado cerrados. La esencia del
trastorno no radica en una distorsión en el sentido de la percepción alterada, sino
en el malestar, incomodidad, o desagrado, sobre alguna parte del cuerpo. Es decir,
la distorsión de la imagen corporal radica en la sobrevaloración de un detalle, o de
la simetría, o de un ideal acerca del aspecto exageradamente concreto que ocasio-
na el malestar o rechazo (la obsesión por la vergüenza del propio cuerpo, descrito
por Janet en 1903).
Este sentido de lo equivocado, injusto, o erróneo del cuerpo, fortalece un sen-
timiento de desesperación y deseo de cambiar, alterar u ocultar. La focalización
en el defecto, las conductas de escrutinio o comprobación (mirarse en el espejo,
escaparates, retrovisores de los coches, a mirar fotos de otros momentos de su
vida, por ejemplo); de acicalamiento o aseo (peinado reiterativo, maquillaje o
limpieza de la cara, cambios continuos de ropa); de evitación (camuflaje con la
ropa, sombreros o gorras, dejarse la barba, tapar los espejos, dejar de salir, no
acudir a una entrevista de trabajo, etc.), de comparación con otras personas, y la
búsqueda de confirmación (seguridad) por parte de los demás, en el sentido de
que tal vez no es para tanto o de que se le acepta (para disminuir el afecto negati-
vo), no hacen sino ocasionar un círculo vicioso que aumenta el malestar (ansie-
dad). A veces, este bucle emoción-conducta se potencia porque la misma persona
adopta estrategias opuestas de forma intermitente en según qué momento: puede
pasar del escrutinio perpetuo del “defecto” a evitar mirarse o preguntar; de tapar
todos los espejos de casa a mirarse reiteradamente en el reloj o las gafas de sol.
Estas oscilaciones repercuten en el estado de ánimo de forma muy intensa.
Hay personas que tienen alguna parte de su cuerpo con alguna marca, señal, o
peculiaridad, pero no es tomado como algo preocupante, significativo o insistente,
ni que trate de cambiarlo a toda costa. Puede que prefiera tener un pelo más grue-
so, o los dos párpados exactamente iguales, en lugar de uno algo más caído que el
otro. Sin embargo, reconociendo esta descripción de “imperfección” no desagrada
sobremanera ni interfiere su funcionamiento. Se puede decir de forma sencilla que
la persona acepta que es así.
En el trastorno dismórfico corporal, o clásicamente, la dismorfia (descrita por
Morselli en 1886), dismorfobia o dismorfofobia, concepto difundido por Hay
(citado por Rosen, 1996), es al contrario: se rechaza y desagrada intensamente
algún aspecto de la apariencia (o toda ella), hasta el punto que monopoliza los
pensamientos, se comprueba o verifica continuamente cómo se encuentra, si el
defecto es o no visible, cómo taparlo o camuflarlo, cómo quitárselo por ejemplo,
por medio de una intervención quirúrgica. La palabra dismorfia designa la fealdad
o, más exactamente, la deformidad, aunque el trastorno no tiene por qué relacio-
narse con las deformidades corporales ni con la fealdad. En las narraciones clási-
53
Alteraciones de la imagen corporal
cas de Herodoto se refiere a la mujer más fea de Esparta, aunque esto es equívoco
pues alude a la fealdad; o Tersites, el hombre más feo de Troya, quien no parecía
precisamente verse afectado por ser deforme. Esta insistencia en la fealdad con-
tribuyó a que también se haya hablado de la hipocondría de la belleza, hipocon-
dría dermatológica (referida a la piel y el pelo), y el complejo de Quasimodo (una
descripción más precisa, dada la referencia a la alteración de la forma –su propio
nombre-, pero también el sufrimiento de este personaje de Víctor Hugo y aparta-
miento de los demás por su aspecto). En definitiva, la relación de este trastorno
con la fealdad es equívoca, y con la deformidad, relativa. Resulta central, eso sí,
el concepto de defecto o imperfección, a menudo con una enorme carga de subje-
tividad.
Se trata de una versión prototípica de un trastorno de la imagen corporal: insa-
tisfacción (disforia) por la imagen corporal, preocupación (excesiva, sobrevalora-
da) por la apariencia, e interferencia en el funcionamiento. En su base está la po-
sibilidad del rechazo social global o de una pareja, sea real, anticipado, o supuesto
(expectativa ansiosa). La mayoría de estas personas cavilan a propósito de no ser
atractivos, de verse imperfectos, desiguales, con el deseo de pertenecer a otra
raza, o que ha cambiado para peor tras una operación (Veale y Neziroglu, 2010).
Suelen coincidir en su deseo de ser “normales”, aceptados y no rechazados por los
demás. Tal vez por ello presenta un inicio característico a partir de la adolescen-
cia; edad clave: 13 años, con el promedio situado en los 16 años. Para Phillips
(2009) esto tiene que ver con la especialización cerebral que hace sobresalir la
importancia del estatus social, la apariencia, y el rechazo social.
Se observa de manera pareja entre hombres y mujeres (quizá un 0.5% por en-
cima en ellas), y entre razas. En los hombres resulta diferencial las preocupacio-
nes por los genitales y la constitución del cuerpo; en las mujeres es más predomi-
nante la asociación con los TCA y la preocupación por el vello excesivo. Se
estima en este trastorno una incidencia importante (por encima del 1-2.4%; en
estudiantes hasta el 13%). Del total de casos un 3% buscan operarse. Estas cifras
pueden ser moderadas puesto que, en muchas ocasiones, se trata de una perturba-
ción que tiende a mantenerse oculta (hay casos descritos de duración superior a
los 30 años). Destaca su presencia en los servicios dermatológicos (9-14%), en
clínicas de estética dental (9.5%), clínicas generales de estética (7-8%) y, lógica-
mente, en unidades psiquiátricas (13-16%) (Phillips, 2009).
Sobresalen las preocupaciones por la piel (hasta un 73% de los casos), pelo,
nariz, peso y barriga. Se han descrito tres posibles patrones: un 30% se centra en
una parte del cuerpo (o un conjunto); un 40% focaliza su malestar en una parte y
luego se van añadiendo nuevas zonas problemáticas; y un 30% en el que emergen
unas partes defectuosas y luego desaparecen (Phillips, 2009). Raich (2001), con
54
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
55
Alteraciones de la imagen corporal
56
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
CIE-10 [45.2]: (dentro del) Trastorno hipo- DSM-IV-TR: Trastorno dismórfico corpo-
condríaco ral [300.7]
A. Debe estar presente alguno de los si- A. Preocupación por algún defecto imagi-
guientes: nado del aspecto físico. Cuando hay
– Preocupación persistente por una pre- leves anomalías físicas, la preocupa-
sunta deformidad o desfiguración (tras- ción del individuo es excesiva.
torno dismórfico corporal). B. La preocupación provoca malestar
B. La preocupación por ese convencimiento clínicamente significativo o deterioro
y por los síntomas ocasiona un malestar social, laboral o de otras áreas impor-
persistente o una interferencia en el fun- tantes de la actividad del individuo.
cionamiento personal en la vida diaria, y C. La preocupación no se explica mejor
conduce al paciente a buscar tratamien- por la presencia de otro trastorno men-
tos médicos o pruebas diagnósticas (o tal (p. ej., insatisfacción con el tamaño
ayuda equivalente en los curanderos lo- y la silueta corporales en la anorexia
cales). nerviosa).
C. Rechazo continuado de aceptar el rease-
guramiento de los médicos de que no
hay una causa orgánica de los síntomas o
de la deformidad física. (La aceptación a
corto plazo de tales aclaraciones, es de-
cir, por pocas semanas durante o inme-
diatamente después de los chequeos, no
excluye este diagnóstico).
D. Criterio de exclusión usado con más
frecuencia. Los síntomas no se producen
sólo durante algún trastorno esquizofré-
nico o relacionado (F20-F29, en particu-
lar F22), o algún trastorno del humor
(afectivo) (F30-F39).
57
Alteraciones de la imagen corporal
Por otro lado, en la CIE se explicita que la base del TDC es una presunta de-
formidad o desfiguración (digamos un defecto imaginario). En el DSM se alude a
la posibilidad de anomalías físicas leves, pasando a un primer plano el grado o
magnitud de la respuesta emocional por parte del paciente. En el caso de las en-
fermedades deformantes o la desfiguración tras un accidente, por ejemplo, se
relacionan más bien con el Trastorno por Estrés Postraumático.
En la próxima edición del DSM se plantea un especificador para la gradación
en el insight, ya que el TDC puede llegar a ser de naturaleza delirante (se señala
que hasta en un 50% de los casos). Se suele observar entre los que tienden de
forma marcada a la tentativa o consumación de suicidio, aunque probablemente
esto tenga que ver con los que piden ayuda en hospitales o unidades psiquiátricas,
esto es, los casos severos (Castle y Rossell, 2006; Phillips y Hollander, 2008).
Habitualmente, el contenido delirante es de tipo referencial. Este cambio en la
pauta diagnóstica es relevante, y con ello se asemeja a la consideración del insight
hecha para el TOC y la hipocondría. En las clasificaciones vigentes se considera
que cuando el TDC es delirante se añade el diagnóstico de trastorno delirante
subtipo somático al del TDC.
Hay pacientes en los que este malestar podía alcanzar una vivencia de rechazo
de tal magnitud que se incrementa el riesgo de mutilación, además del de suicidio.
En muchos de estos pacientes podemos observar vivencias del cuerpo en un sen-
tido de objeto, una cosificación u objetivación que rompe el sentido de pertenen-
cia, de unidad o de corporalidad. La distorsión de la vivencia queda concentrada
de tal manera en el rechazo que realmente se pierde la noción de parte propia del
cuerpo, para ser vivido incluso como una prisión, una imposición, como si les
hubiesen pegado una parte del cuerpo que deploran; como decía una paciente: “es
como si te cayera ceniza en una pierna, ¿qué haces?: Te la quitas de encima”.
Recientemente se ha venido hablando de una modalidad particular de mani-
festación dismórfica que es la vigorexia o dismorfia muscular. Se trata de una
preocupación excesiva y búsqueda de un cuerpo fibroso y musculoso. La dedica-
ción severa al entrenamiento (incluso de forma potencialmente peligrosa), la evi-
tación de la exposición pública del cuerpo, incluso elusión de la actividad social,
y sentimientos de malestar cuando no es posible el entrenamiento, son fuentes de
interferencia relevantes. Se han señalado repercusiones psicopatológicas de im-
portancia (consumo de sustancias, tentativas de suicidio), consecuencias físicas
negativas (dado el elevado nivel de esfuerzo al que pueden someterse, efectos
secundarios del uso de anabolizantes y esteroides, hasta en un 20%) y peor cali-
dad de vida tanto en hombres como mujeres (no centrados en el mundo de la alta
competición) (Olivardia, Pope, H.G., Borowiecki, y Cohane, 2004; Phillips, 2009;
Pope, G., Pope, H.G., Menard, Fay, Olivardia, y Phillips, 2005). Algunos datos
58
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
59
Alteraciones de la imagen corporal
60
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
serían sus vidas con silla de ruedas, muletas, o aparatos ortopédicos. En este mo-
mento se les llama “pretendientes”. Es interesante observar que en los casos descri-
tos no hay una idea de que sus miembros sean feos o defectuosos, ni tratan de alte-
rarlos cosméticamente (como en el TDC). Se trata pues de la consideración de un
error anatómico, sin actividad delirante (aparente, aunque afecta gravemente al
conducta), de inicio temprano (incluso desde la infancia) y, de antiguo en sus vidas,
piensan que la amputación les haría sentirse mejor. Obsérvese que esta dinámica se
aproxima a lo que se aprecia en el trastorno de la identidad sexual. Hay dudas de si
encajan en esta descripción personas que deliberadamente se inyectan VIH, o
desean ser sordos (se perciben como oyentes en un cuerpo de un sordo), o deseos de
castración (pero no deseo de cambio de sexo) (Veale y Neziroglu, 2010).
61
Alteraciones de la imagen corporal
62
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
63
Alteraciones de la imagen corporal
64
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
65
Alteraciones de la imagen corporal
66
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
Se considera entre las formas no especificadas de los TCA del DSM (y los crite-
rios de investigación) o la hiperfagia en la CIE. Consiste en sucesiones de atraco-
nes (objetivos) relacionados con un estado de ánimo disfórico sin conductas com-
pensatorias de forma habitual. Es destacable la vivencia de pérdida de control. En
los criterios actuales no se aluden preocupaciones acerca del peso y la imagen
corporal, si bien este aspecto es bastante relevante (Grilo, Hrabosky, White, Alli-
son, Stunkard, y Masheb, 2008). Se ha relacionado este trastorno con la obesidad,
por lo que la insatisfacción y preocupaciones sobre el peso y la figura les separa
de otras personas con obesidad (Schwartz y Brownell, 2002).
Más allá del malestar y ánimo depresivo por los atracones, se observan com-
probaciones del cuerpo (por ejemplo pellizcarse para verificar la gordura), evita-
ciones de situaciones por el estado físico o tendencia a camuflar la apariencia (por
ejemplo no llevar ropas que muestren la figura corporal). Se ha resaltado que las
comprobaciones se relacionaron con esfuerzos o conductas de restricción, mien-
tras que las evitaciones se relacionaron con los atracones.
Para la próxima edición del DSM se propone objetivar los episodios (al me-
nos una vez semanal y durante tres meses), dando entrada al grado en que hay
preocupación sobre el peso y/o la figura. Queda claro que la tendencia a la sobre-
evaluación del peso y la figura son dos factores mantenedores de este trastorno.
Es un trastorno con tendencia a la estabilidad y cronicidad, con una mayor reper-
cusión sobre la imagen corporal que en la BN (Hrabosky, 2011).
67
Alteraciones de la imagen corporal
68
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
mer; y también porque se aprecia una tendencia más clara entre los varones hacia
el atracón, la obesidad, y el síndrome del comedor nocturno, con restricción du-
rante el día e ingestión en la noche de más de la mitad de las calorías diurnas y un
recuerdo vago de lo sucedido (Corson y Andersen, 2002).
De forma resumida podrán caracterizarse algunos factores que pueden inter-
venir en el inicio y mantenimiento de los TCA (especialmente para los mejor
estudiados, AN y BN). Algunas variables intervienen claramente, como el perfec-
cionismo, la impulsividad, y la inestabilidad emocional, si bien no se sabe a cien-
cia cierta si son más variables mantenedoras que causales. Otros factores influyen
claramente sobre el agravamiento y mantenimiento de la sintomatología, como la
tendencia a la sobrevaloración del ideal de belleza internalizado, las distorsiones
perceptivas en cuanto al peso o la figura, o las dificultades en manejar las emo-
ciones negativas. Es evidente un influjo cultural favorecido por la globalización,
no tanto por un nivel socioeconómico elevado como la identificación malsana con
unos valores muy exigentes y difícilmente generalizables a todas las personas.
Esta influencia ha de considerarse mediador del proceso patológico final (Fernán-
dez y Senín, 2011a). También son mantenedores la emoción expresada en el ám-
bito familiar y las dificultades en las relaciones interpersonales; incluso el conflic-
to con respecto al papel sexual o de la sexualidad en general (como ya estaba en
la clásica descripción de Lasegue de 1873).
2.3.7. Obesidad
Aunque la obesidad no está recogida entre los TCA, puede acercarse a estos trastor-
nos dado que en muchas de las personas con obesidad se encuentra una relación sig-
nificativa entre la gordura, insatisfacción corporal, distorsiones de la imagen corporal,
conductas alimentarios anómalos (Schwartz y Brownell, 2002), así como una tenden-
cia a los trastornos depresivos y a sufrir estigmatización por el peso y la figura.
Por otro lado, tiene interés por la prevalencia destacada del sobrepeso y la
obesidad, y sus repercusiones sobre la salud, la mortalidad y la calidad de vida. Es
suficientemente conocida la asociación entre la obesidad con diferentes enferme-
dades, como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, enferme-
dades renales, artrosis, apnea obstructiva de sueño y varios tipos de cáncer. En un
estudio realizado en España con una muestra de personas de entre 25 y 60 años,
se ha estimado que la prevalencia de la obesidad se sitúa en un 14.5% (Aranceta,
Pérez, Serra, Ribas, Quiles, Vioque, et al., 2003). La mayor proporción de perso-
nas con obesidad aparece a partir de los 55 años, considerándose un factor de
riesgo ser mujer con más de 45 años y con bajo nivel educativo.
69
Alteraciones de la imagen corporal
Se califica bajo esta etiqueta de diagnóstico a los casos de personas en las que hay
una incongruencia entre su sexo biológico y su identidad de género, junto con el
deseo de pertenecer al sexo contrario, y un malestar clínicamente significativo
(disforia de género). Puede consistir únicamente en el deseo de ser percibido co-
mo del sexo opuesto, o llegar a ser una disforia tan marcada que se desee y bus-
70
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
71
Alteraciones de la imagen corporal
En los trastornos psicóticos en general, puede darse un núcleo delirante acerca del
cuerpo y su funcionamiento: el delirio somático. Abarca diferentes contenidos: El
verdadero delirio hipocondríaco (que no hipocondría) se refiere a enfermedades
típicamente contagiosas, a menudo venéreas o SIDA; dolores de naturaleza o
distribución extraña; o condiciones dentales anormales. Otro se refiere al funcio-
namiento, destrucción de los órganos y desaparición del cuerpo (delirio de Co-
tard). El delirio de infestación, parasitación, parasitosis delirante, dermatozoico, o
síndrome de Ekbom, en el que el paciente se queja de que hay insectos, animales
(que puede ver o no), parásitos, etc., que le producen picor, le deja señales e in-
cluso se adentran en la piel (pero excluye el signo de Magnan). La implicación en
el delirio pueden ser grave pues se observan síntomas dermatológicos por uso de
insecticidas, escoriaciones y, en casos muy graves, amputaciones. Y el último,
relativo a la apariencia del cuerpo, en los llamados delirios dismórficos o dismor-
fofobia delirante, una forma de TDC donde se pierde el insight y se encuadra
72
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
73
Alteraciones de la imagen corporal
74
La alteración de la imagen corporal y los diagnósticos
Cuadro Resumen
75
Alteraciones de la imagen corporal
76
3
Alteraciones corporal
es que inciden
en la imagen corporal
77
Alteraciones de la imagen corporal
78
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
79
Alteraciones de la imagen corporal
Este tipo de anomalías resultan muy heterogéneas. Algunas reciben una interven-
ción temprana (labio leporino, hidrocefalia, espina bífida), por lo que se puede
impedir el impacto sobre la imagen corporal. Otras, como la sindactilia, represen-
tan una anomalía relativamente común y de menor importancia. Su localización
es decisiva. Por ejemplo, la fusión de parte de dos dedos o gran parte de los mis-
mos en los pies hace que algunos de estos ejemplos pasen desapercibidos. Algo
similar sucede con las manchas y lunares (angiomas) de nacimiento, especialmen-
te en la cara, cuya importancia depende de la extensión y el aspecto que tienen.
Son frecuentes las menciones de burlas en edad escolar, y cierto efecto en la per-
sona como el retraimiento social, si bien, no suelen ser decisivos. Otras anomalías
tienen mayores consecuencias sobre la imagen corporal, por ejemplo, la fibrosis
quística. Esta condición hereditaria relacionada con la regulación del sodio y tras-
portador del cloro, afecta a diversos órganos internos (pulmones, intestino, pán-
creas) pero, a la vez, incide sobre la estatura, con peso bajo, esternón saliente,
hombros redondeados, y dedos de manos y pies en forma de porra. Dado el este-
reotipo social y la recomendación hipercalórica para no incurrir en la desnutri-
ción, se favorecen problemas de alimentación y diabetes, sobre todo, en varones
(Tierney, 2012).
Las posibilidades y ejemplos pueden ser muchos y muy diferentes. Interesa,
en todo caso, la manera en la que las personas afrontan estas condiciones físicas y
el grado en que afectan a su identidad y su imagen corporal.
Por ejemplo, una mujer presentaba una agenesia del pulgar derecho (siendo
diestra). Todo su desarrollo personal fue un esfuerzo por hacerse valer; desde
dedicarse desde muy pequeña al ballet, a conducir solicitando que no se le adapta-
se el vehículo. No quiso ocultarlo nunca, al mismo tiempo que su empeño consis-
tió siempre en demostrar que era superior a los demás, sobre todo en el plano
laboral e intelectual. No tiene recuerdos particulares, o los minimiza, acerca de
burlas o comentarios de otros niños en edad escolar. Siendo una mujer atractiva,
era plenamente consciente de que se le acercaban muchos chicos pero se alejaban
de ella al evidenciarse la anomalía. Esto la hacía sufrir particularmente, del mis-
mo modo que la relación con su hermana menor, una mujer muy agraciada físi-
camente que destacaba por el éxito con los chicos. En todo momento sobresalía
como características suyas un nivel de competencia laboral y de afán de supera-
ción extraordinarios. Sin embargo, su ánimo de fondo era distímico, con tenden-
cia a criticar la debilidad de los demás, y la falta de compromiso y afecto por par-
te de muchas personas hacia ella. No verbalizaba sentirse insatisfecha o
preocupada con su imagen corporal, ni siquiera con la peculiaridad de su mano.
80
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
Consulta un varón con hipoplasia general (no acondroplasia), por lo que resul-
taba un cuerpo de muy corta estatura, aunque proporcionado. Acudía regularmen-
te a una asociación de trastornos del crecimiento pero reconocía que no conseguía
normalizar su vida. Se sentía muy insatisfecho, muy agobiado, preocupado per-
manentemente por su estatura, por no tener pareja, ni una vida normal. A través
de redes sociales trataba de conocer a mujeres, pero lo hacía mintiendo sobre su
corta estatura, lo que siempre finalizaba exhibiéndose y sufriendo el rechazo de
las personas con las que contactaba. Mencionaba con frecuencia los comentarios
y burlas que observó cuando estudiaba en el instituto, momento en el que se hizo
muy evidente su diferencia física con respecto a los demás. Estuvo muy protegido
en el ámbito familiar hasta el punto de eludir durante mucho tiempo la búsqueda
de empleo.
Un varón acude a consulta para abordar un problema relacional. En el lado
derecho del rostro tenía una mancha rojiza de nacimiento, un angioma de gran
extensión. Era plenamente consciente de que todo el mundo miraba siempre a este
lado de su cara; incluso un niño le preguntó una vez si le dolía la sangre en la cara
(lo dijo riendo la ocurrencia). Comenta que nunca fue un problema para él: “esta-
ba acostumbrado”. Reconoce que hubiera preferido no tenerla pero no le preocu-
paba especialmente. Señala que alguna vez pensó en consultar algún tipo de in-
tervención para disminuir el grado de coloración en esa zona de la piel pero, con
el tiempo, se olvidó de ello. Cuando se le pide una valoración de su cuerpo, señala
que no estaba muy satisfecho con el abdomen, en primer lugar, y el peso, quedan-
do en tercer lugar la coloración de la piel en el rostro. Sus problemas relacionales
no tenían que ver con la mancha facial.
En este punto se aborda una diversidad de condiciones médicas que alteran o des-
figuran el aspecto corporal. Algunas derivan de situaciones traumáticas con un
efecto muy importante sobre el estado emocional de la persona. Otras suponen
cambios y alteraciones que suceden de forma transitoria. Las posibilidades no
pueden agotarse con las descripciones que se indican.
En el cáncer, por ejemplo, y debido a las consecuencias de los tratamientos,
hay cambios temporales (caída de cabello), progresivos (reconstrucción mama-
ria), y permanentes (amputación de un miembro). Hay cambios sensoriales: en la
voz (cáncer de laringe), en la producción de sonidos corporales (osteosarcoma),
en el ámbito olfativo (estoma tras cáncer de colon), o táctil (reconstrucción de la
mama). Las consecuencias son difíciles de predecir: ajuste a las prótesis, cambios
81
Alteraciones de la imagen corporal
82
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
83
Alteraciones de la imagen corporal
84
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
85
Alteraciones de la imagen corporal
dedica mucha menos atención a la reducción del pecho. El pecho muy grande se
relaciona con elevada autoconciencia, baja autoestima, e insatisfacciones con la
imagen corporal. Estas mujeres se caracterizan por sintomatología ansiosa, depre-
siva, y baja autoestima. La gran mayoría señalan que interfiere en su vida, por
ejemplo en su actividad física, y refieren periodos de absentismo derivados de las
consecuencias físicas de la masa corporal (por ejemplo, dolores de espalda).
En la actualidad, es llamativa la demanda de tratamientos quirúrgicos y no
quirúrgicos (como el botox) por razones fundamentalmente estéticas (y de forma
drástica en hombres). Incluso, algunas de estas intervenciones exigen por parte
del paciente una continuidad en la atención, como sucede con los implantes de
pecho ante el hecho de tener que reimplantarlos cada 10 años. A pesar de incon-
venientes de este tipo, son intervenciones que se buscan de manera frecuente,
cuyo alcance no siempre se mide con precisión en función del nivel de insatisfac-
ción corporal, la magnitud de la preocupación por la imagen, idealización de la
belleza, y sobrevaloración de su importancia. Se vive una verdadera medicaliza-
ción de la apariencia (Pera, 2006), dirigida, sobre todo, al aumento de pecho,
cambios en la nariz, párpados, liposucciones y abdominoplastia. Se señala que de
un 5-15% de los casos que buscan alguna forma de cirugía podrían mostrar un
verdadero TDC (Sarwer, Crerand, y Magee, 2011). Pero uno de los problemas es
que las personas con TDC no suelen beneficiarse de la cirugía (se suele indicar
que el 90% de estos casos no muestran cambio, pero tampoco empeoramiento de
los síntomas, lo que no significa satisfacción tal y como fantasean). En conse-
cuencia, puede que tener al alcance procedimientos para dar forma o cambiar al
cuerpo, haya hecho creer que basta con cambiar algo obvio (para la persona) para
estar bien. El mito de la transformación personal implicaría entender la imagen
corporal en función de la apariencia física o, peor, en un sentido material que
basta cambiar para cumplir un deseo.
En una época en la que ya empieza a hablarse del diseño de los bebés y el
trasplante de rostros, es importante realizar un esfuerzo a gran escala para mini-
mizar la importancia de la idealización social y cultural de la belleza, la figura, y
el cuerpo en general. Deberían realizarse campañas que busquen normalizar las
diferencias como una prioridad sanitaria y educativa. Debería apostarse por una
promoción de la salud en el sentido de un cuerpo más sano (que bello) y donde,
en todo caso, se potencie más una diversidad de valores que una uniformidad
estética.
86
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
87
Alteraciones de la imagen corporal
88
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
89
Alteraciones de la imagen corporal
torno por atracón), aunque no queda clara esta cuestión. En el primer caso ex-
puesto en este punto se observan periodos de restricción alimentaria, aunque muy
ligados o reactivos a las dificultades cotidianas. En el segundo caso, una oscila-
ción entre la restricción alimentaria e incremento de la ingesta sin procedimientos
de compensación. En este segundo caso, cuando tenía corta edad, le caracterizaba
un marcado sobrepeso que ocasionaba las burlas de los compañeros. La insatis-
facción hacia su cuerpo y hacia sí misma era global y acusada.
Es, por tanto, muy probable hallar en estos casos rechazo al cuerpo, insatis-
facción general, sentimientos de culpa, vergüenza, distorsiones hacia el cuerpo,
percibirse como feas o muy poco atractivas. La afectación interpersonal es evi-
dente, experimentan la sensación de no poder expresar sus necesidades, opinio-
nes, sentimientos de no ser respetada, o de no importar a los demás (Smolak,
2011b). Los momentos de intimidad conllevan sentirse utilizadas según los de-
seos de los demás, apareciendo experiencias disociativas que incrementan la difi-
cultad de organizar el Self.
A lo largo de este libro, hablaremos de Carmen, un caso real que nos puede servir
para analizar la imagen corporal desde diferentes áreas de análisis.
Carmen es una mujer de 31 años, docente de profesión, sin antecedentes mé-
dicos ni psicopatológicos de relieve salvo una consulta en otro momento de su
vida tras su separación matrimonial. Describe que siempre ha sido una mujer con
tendencia a la preocupación, muy insistente y repetitiva (en las conversaciones, en
la educación de su hijo, en sus clases, en la relación con su pareja). Reconoce
también que en muchas facetas de su vida es exageradamente perfeccionista (en
su trabajo, en el instrumento musical que toca); lo considera un gran valor aunque
reconoce que eso le desgasta emocionalmente.
Otra faceta de su preocupación es su aspecto, su cuerpo, fundamentalmente
el rostro. Ha sido portada en revistas de belleza y eso le ha llevado a cuidarse,
“pero sin obsesionarme” (dice). Sin embargo, reconoce que desde hace unos 6
meses la preocupación se ha acentuado porque considera que la zona de alrede-
dor de sus ojos se ha “ensombrecido” o “hundido”. Esto le genera un malestar
muy profundo. En numerosas ocasiones le ha llevado a no salir de casa y pedir
una baja laboral. Se siente muy deprimida, muy angustiada, y se han precipitado
continuas conductas de comprobación: mirarse permanentemente en el espejo,
verificar el maquillaje, preguntar a todo el mundo si tiene mala cara, mal aspec-
to, si notan algo diferente en la cuenca de los ojos, si se ha hundido la piel, y un
90
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
91
Alteraciones de la imagen corporal
le preocupa, de hecho, considera que las modelos actuales y más jóvenes son “es-
queléticas”.
Se le ha prescrito paroxetina. Sin embargo, la evolución hasta el momento en
que consulta no es favorable. Reconoce que puede estar exagerando pero, en mu-
chos momentos, no puede liberarse de esas preocupaciones. No hay consumo de
alcohol ni otras drogas.
Cuadro resumen
– Otras condiciones que afectan a la imagen corporal son las anomalías congéni-
tas (requieren una elaboración particular de la imagen corporal por la compa-
ración social), enfermedades, consecuencias de la cirugía u otros tratamientos
médicos (que requieren una reelaboración de la imagen corporal).
– Muchas de estas condiciones pueden considerarse trastornos adaptativos (so-
bre todo ante un diagnóstico que conlleva amenaza a la imagen corporal), o de
estrés postraumático (especialmente si se refiere a desfiguraciones o mutila-
ciones por accidentes).
– Estas condiciones dependen de la localización de la anomalía o desfiguración;
de la extensión y grado de alteración o desfiguración; y del momento evoluti-
vo. Aparentemente con menos impacto en los adultos, al disponer de recursos
cognitivos, y si cuenta con adecuado apoyo social emocional e instrumental.
1. El perfeccionismo es:
o A) Una de las actitudes que integra la imagen corporal.
o B) Una alteración o distorsión de la imagen corporal.
o C) Un mediador que influye sobre la imagen corporal.
o D) Una apariencia o aspecto corporal adecuados.
o E) Sinónimo de la noción de sobrecarga.
92
Alteraciones corporales que inciden en la imagen corporal
93
4
Etiología
En este capítulo se abordarán los diversos factores, así como distintos modelos
teóricos que explican las diferentes alteraciones asociadas a la imagen corporal.
La separación entre epígrafes responde a meros fines didácticos, por lo que la
delimitación de sus contenidos podría, a veces, presentar ciertas dosis de artificia-
lidad para el lector, dada la sincronización bio-afectivo-cognitivo-conductual del
comportamiento humano.
Por otro lado, si bien se pretende presentar un entramado etiológico que on-
micomprensivamente abarque gran parte de los problemas asociados a la imagen
corporal, la literatura científica está claramente sesgada hacia la explicación del
espectro de los trastornos de la conducta alimentaria en población femenina, así
como, circunscrita a la esfera occidental (Cash, 2005).
La representación mental acerca del propio cuerpo, esto es, la imagen corporal, se
desarrolla ontogenéticamente en dos fases. En primer lugar, a nivel intrauterino,
se construye una imagen corporal primitiva a partir de los movimientos espontá-
neos que lleva a cabo el feto con la extremidad superior dominante (habitualmen-
te la derecha). Estos movimientos embrionarios podrían contribuir al desarrollo
de una representación corporal en ambos hemisferios, enviando inputs bilaterales
a la corteza parietal posterior derecha, centro de procesamiento de la imagen inte-
grada del cuerpo. Esta región controla nuestro espacio egocéntrico de forma bila-
95
Alteraciones de la imagen corporal
teral, de manera que una lesión en su zona homóloga izquierda no tendrá repercu-
siones en nuestra representación corporal.
No obstante, tras el nacimiento, la consolidación de nuestra imagen corporal
toma gran parte de la primera década vital. Aprendemos a delimitar la representa-
ción del propio espacio egocéntrico a partir de la información kinestésica y soma-
tosensorial que aferentemente enviamos hacia nuestro cerebro; así como a través
de la observación de los cuerpos de otras personas a partir del sistema de neuro-
nas espejo (Price, 2006).
Esta teoría es necesariamente interaccionista (organismo-ambiente), ya
que pretende explicar el desarrollo de la imagen corporal a partir de aquellas
personas que incluyen en su esquema corporal miembros ausentes desde el
nacimiento. Se trata del fenómeno del miembro fantasma congénito. Su exis-
tencia justificó la explicación del desarrollo de la imagen corporal en términos
de una representación neural diseñada genéticamente. No obstante, este fenó-
meno no tiene lugar desde el nacimiento, sino años después, incluso pudiendo
aparecer en la adultez. Por consiguiente, el papel de la experiencia extra-
uterina es vital. En el caso de estas aplasias, el uso continuado de prótesis para
compensar la ausencia de una extremidad inferior ha contribuido a completar
el esquema corporal de estas personas, hasta el punto que la retirada posterior
de dicha prótesis dará lugar al desarrollo de la experiencia del miembro fan-
tasma (Price, 2006).
96
Etiología
ral. Esto es, el sesgo autosirviente no es empleado por parte de estas personas,
por lo que tienen una representación mental de su cuerpo más realista que las
personas que no padecen problemas asociados a la imagen corporal. Así pues,
cuando dos grupos de personas (aquéllas propensas a Trastornos de la Conduc-
ta Alimentaria –TCA– y un grupo control, ambos grupos en un nivel normope-
so, con igual Índice de Masa Corporal y de similar proporción cintura-cadera,
la cual se situaba en niveles ideales) evalúan sus propios cuerpos (sin conside-
rar el rostro), así como un jurado valora el cuerpo de ambos grupos de partici-
pantes; tanto el grupo TCA como el jurado valoran como menos atractivo el
cuerpo de las personas con psicopatología de la imagen corporal. No obstante,
lo llamativo resulta cuando el grupo control valora como mucho más atractivo
su propio cuerpo de lo que lo hace el jurado en torno al cuerpo de dicho grupo
control (Jansen, Smeets, Martijn, y Nederkoorn, 2006). En esta misma direc-
ción, las personas con Trastorno Dismórfico Corporal valoran más fielmente
las proporciones estéticas de sus propios cuerpos, así como de cuerpos ajenos y
de edificaciones, de lo que lo hace un grupo control de estudiantes cuya espe-
cialización no es afín al campo del arte y del diseño (Neziroglu, Khemlani-
Patel, y Veale, 2008).
97
Alteraciones de la imagen corporal
98
Etiología
Bajo este epígrafe plasmaremos la satisfacción con la imagen corporal que pre-
sentan tantos las mujeres como los hombres a lo largo de sus diferentes estadios
evolutivos (McCabe y Ricciardelli, 2004). No obstante, aunque aquí se enfatiza la
edad como el factor organizador, no estamos ante variables estrictamente indivi-
duales, ya que los niveles de satisfacción oscilarán en función de los cánones de
estética que socialmente son deseables para cada etapa evolutiva.
En primer lugar, entre los preadolescentes, no se pueden aportar resultados
definitivos en vista de algunos problemas metodológicos. En este sentido, si bien
los niños están más satisfechos con su cuerpo que las niñas, hay un porcentaje de
99
Alteraciones de la imagen corporal
ellos que quisieran estar más delgados y una proporción menor que desearía tener
un cuerpo más grande. No obstante, no se evaluó el matiz de si estos últimos que-
rrían un mayor volumen corporal o un cuerpo más musculado y libre de grasa, lo
cual será el ideal a alcanzar por los preadolescentes mayores. En esta etapa evolu-
tiva ya se observa claramente entre las chicas su deseo de alcanzar el ideal de la
delgadez.
Por otro lado, en la adolescencia, las chicas siguen mostrando mayor insatis-
facción con su imagen corporal que los chicos, siendo ellas las que otorgan mayor
importancia a su apariencia física. No obstante, estos estudios no han evaluado el
deseo de los chicos adolescentes de ser más corpulentos y de ganar masa muscu-
lar, lo cual parece ser el canon de belleza masculina adolescente. Tal vez, la in-
clusión de estas otras cuestiones arroje resultados similares en términos de satis-
facción corporal entre ambos géneros.
Por último, en la adultez, los estudios se han centrado fundamentalmente en
hombres jóvenes, no pudiéndose concluir sobre adultos de mediana edad. En esta
etapa, las mujeres parecen continuar valorando, en mayor medida, la apariencia
física con respecto a los hombres. Éstos se mostrarán insatisfechos con sus cuer-
pos si su índice de masa corporal es muy bajo (aspirando a aumentar su tono
muscular) o muy elevado (deseando disminuir su talla). En cambio, entre las mu-
jeres, la relación será lineal, esto es, a mayor índice de masa corporal, mayor insa-
tisfacción con su imagen corporal asociada a deseos de perder peso. La importan-
cia de los contenidos del instrumento de evaluación también se pone de
manifiesto en esta etapa evolutiva; de manera que si se pregunta en torno a la
masa muscular, los adultos de mediana edad mostrarán mayor satisfacción corpo-
ral que los adultos jóvenes; en cambio, si se evalúa acerca de la grasa corporal,
los adultos jóvenes mostrarán satisfacción en torno a la apariencia física y los
adultos de mediana edad desearían perder peso (Lynch y Zellner, 1999).
100
Etiología
El constructo género tiene su razón de ser dado que han existido procesos di-
ferenciales de socialización en función del sexo de nacimiento. Así pues, la socie-
dad tiene diferentes expectativas para chicos y chicas en términos de patrones
comportamentales asumibles por ellos/as. En esta dirección, los diferentes agentes
socializadores (grupos de iguales, padres y madres, así como medios de comuni-
cación) modelan y moldean a estos chicos y chicas en función de las normas so-
ciales por razón de género. Bajo este epígrafe nos centraremos en los agentes de
socialización que comprometen relaciones interpersonales.
Tradicionalmente, las chicas son socializadas en un rol interpersonal, constru-
yendo su identidad en relación a otros frente al rol instrumental masculino, que
comprende una mayor focalización en la consecución de logros personales. Como
corolario, serán ellas las más preocupadas en ser aceptadas y apreciadas por otros,
resultando muy relevantes las heterovaloraciones y estándares sociales en la va-
lencia de su autoestima (Striegel-Moore et al., 1986).
En este sentido, se ha demostrado que las burlas e insultos que reciben los
chicos y chicas sobre su peso y su apariencia física en general, se asocian estre-
chamente a mayores niveles de insatisfacción corporal entre ellos; así como, di-
chas burlas centradas en el peso corporal, se vinculan a conductas de restricción
alimentaria y conductas bulímicas (atracones, purgas). Como ya se apuntó ante-
riormente, hay datos que demuestran la mayor vulnerabilidad de las chicas con
101
Alteraciones de la imagen corporal
respecto a los chicos en este tipo de interacciones; y es que no sólo ellas reciben
más burlas sobre su imagen que ellos, lo cual ejemplifica la presión social cuando
las chicas se desvían del canon estético; sino que también se sienten más molestas
y afectadas por ese tipo de comentarios, apuntando ello al rol interpersonal que
suelen asumir (Menzel et al., 2010).
Delimitado el estado de la cuestión en torno a cómo las interacciones interper-
sonales pueden influir en determinadas variables relacionadas con la imagen cor-
poral, a continuación nos centraremos en los protagonistas concretos de las situa-
ciones anteriores.
Así pues, por un lado, las relaciones con las figuras parentales pueden ser
también fuente de inducción de insatisfacción corporal entre sus hijos/as, de ma-
nera que las madres y otros familiares pueden actuar como propagadores del ideal
de belleza imperante. En este sentido, los modelos parentales en torno a la ali-
mentación e imagen corporal (p.e., dietas llevadas a cabo por las madres, atraco-
nes, preocupaciones y conversaciones sobre el peso, burlas en torno a la talla cor-
poral), así como las presiones que perciben sus hijos/as por parte de sus figuras
parentales, fomentan la realización de conductas disfuncionales (drástica restric-
ción alimentaria, vómitos, uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas), de
esfuerzos por ganar tonicidad muscular (McCabe y Ricciardelli, 2005), así como
inducen sintomatología bulímica (Neumark-Sztainer et al., 2010; Stice et al.,
2002) entre sus hijas e hijos adolescentes.
Por otra parte, la influencia de otro tipo de relaciones interpersonales es tam-
bién muy relevante. En este sentido, determinados comportamientos llevados a
cabo por parte del grupo de amigos/as (realización de dietas, burlas en torno al
peso) predicen mayor insatisfacción corporal en la mediana adolescencia (en chi-
cas) y adolescencia tardía (en chicos) (Paxton, Eisenberg, y Neumark-Sztainer,
2006). Asimismo, la percepción de presión acerca del peso y tono muscular por
parte de las mejores amigas y amigos predice la realización de conductas para
perder peso y ganar tono muscular en chicas y chicos adolescentes (McCabe y
Ricciardelli, 2005).
Por otro lado, la relación entre los problemas asociados con la imagen corpo-
ral y los patrones de socialización diferencial en función del género es manifiesta,
máxime cuando dicha disforia corporal desaparece con el cuestionamiento de
dichas imposiciones culturales. El estudio del colectivo feminista es un ejemplo
de cómo el sentido crítico en torno a los estereotipos basados en el género ejerce
como factor protector de cara al desarrollo de problemas asociados a la apariencia
física, ya que estas mujeres identifican y condenan la sobrevaloración e internali-
zación de los ideales de belleza femenina. No obstante, si bien las personas auto-
definidas como feministas tienen un menor riesgo de desarrollar patrones disfun-
102
Etiología
B) Medios de comunicación
Desde estos modelos se señala que nuestra percepción de la belleza física podría
ser innata y universal, así como que los mecanismos neuronales que procesan
dicha información están moldeados filogenéticamente. En esta dirección, sirva
de ejemplo, que bebés de dos meses de edad prefieren la visualización de ros-
tros que los adultos consideramos como bellos. A su vez, muchas de las caracte-
rísticas que hacen de un rostro bello podrían ser indicadores de salud y fertilidad
(Etcoff, 1994).
Así pues, si hiciéramos una fusión de todas las caras humanas, el promedio
resultante sería el ideal de belleza facial, por lo que toda persona que se parezca a
dicho prototipo será considerado como atractivo por otras personas (Zhang, Zhao,
y Chen, 2011). No obstante, por otro lado, también aquéllas personas que tengan
determinados rasgos distintivos podrían ser concebidas como atractivas (Etcoff,
1994). Por consiguiente, los criterios para la concepción de la belleza podrían
combinarse entre el de promedio y el de distinción.
103
Alteraciones de la imagen corporal
Desde una perspectiva biológica, la belleza es reforzadora, de ahí que sean ac-
tivados algunos centros del circuito neural de reforzamiento -p.e., el núcleo acu-
mbens- ante la visualización de rostros bellos (Aharon et al., 2001). Con este tipo
de evidencias, los modelos biologicistas rechazan la idea de la belleza como cons-
trucción social sin fundamento neural que la explique.
Los modelos psicodinámicos actuales abogan por una génesis de la imagen corpo-
ral en términos interaccionistas, donde la interacción con otros y el medio cultural
que envuelve a la persona es de capital relevancia. Así pues, el análisis del desa-
rrollo de la imagen corporal no se debería limitar a la exploración de los ascen-
dientes inmediatos de la persona, ya que los productos culturales también se pro-
pagan intergeneracionalmente (Olarte, 2010).
En esta dirección, si nos adentramos en un enfoque evolutivo, un estadio críti-
co en el desarrollo de la imagen corporal es la adolescencia, en la cual tiene lugar
la construcción de la identidad, así como se ponen en juego mecanismos de regu-
lación de la autoestima, por parte de estos jóvenes, como son la necesidad de
aprobación por parte del grupo de iguales; la búsqueda y admiración de líderes; y
la necesidad de sentir afinidad entre los miembros del grupo al que se está adscri-
to (Lopez, 2010).
Por otra parte, desde el Psicoanálisis se postula que los problemas relaciona-
dos con la imagen corporal son proyecciones del miedo a la vejez-muerte, así
como se enraízan en apegos inseguros construidos en la infancia. En este sentido,
el sentirse físicamente atractivo serviría a la persona como reclamo de aprobación
y alabanzas de otros tras experiencias infantiles de rechazo, críticas y distancia
emocional por parte de las figuras parentales. Por consiguiente, se propone que la
insatisfacción con la imagen corporal es una máscara que ensombrece conflictos
intrapsíquicos subyacentes (Lijtmaer, 2010), convergiendo con el papel reparador
que Sigmund Freud otorgó a la belleza, con la que trascender desde los sentimien-
tos de pérdida y vulnerabilidad (Hagman, 2002).
104
Etiología
105
Alteraciones de la imagen corporal
zaje vicario). Se trata del modelo de los marcos relacionales, donde acudiendo al
recurso idiosincrásico de la especie humana, el lenguaje, se aborda el desarrollo
de relaciones arbitrarias/no arbitrarias entre estímulos sin la previa comprobación
empírica de dichas reglas. Por ejemplo, un adolescente podría estar pensando en
que la mayoría de personajes famosos que aparecen en los medios de comunica-
ción son personas físicamente atractivas; como consecuencia (marco relacional de
causalidad), posteriormente podría haber interiorizado que ser atractivo es muy
relevante de cara a conseguir importantes logros en la vida; de manera que ha
derivado una creencia sin haberla puesto a prueba experiencialmente ni haber
observado directamente la relación entre estímulos y consecuencias.
106
Etiología
107
Alteraciones de la imagen corporal
108
Etiología
Al final del capítulo 3 se presentó el caso clínico de Carmen. Esta mujer presenta
un patrón comportamental de perfeccionismo extremo o clínico. Según los mode-
los cognitivo-conductuales, dicho rasgo de personalidad lleva aparejado esquemas
de funcionamiento cognitivo muy rígidos e inflexibles, donde la tolerancia al
fracaso es mínima. A su vez, la paciente refiere la importancia que le otorga a ese
estilo de proceder en muchas de las facetas de su vida (en el ámbito laboral, en el
rendimiento en torno al instrumento musical que toca, en la forma en que debe
educar a su hijo). Por consiguiente, esto es indicativo de que sobrevalora la con-
109
Alteraciones de la imagen corporal
110
Etiología
Cuadro resumen
111
Alteraciones de la imagen corporal
112
Etiología
113
5
Evaluación
115
Alteraciones de la imagen corporal
5.2. Entrevistas
116
Evaluación
117
Alteraciones de la imagen corporal
118
Evaluación
119
Alteraciones de la imagen corporal
12. Con qué frecuencia pensaba el sujeto que otras personas escrutaban su
defecto
13. Malestar cuando otras personas prestan atención a su defecto
14. Con qué frecuencia el sujeto recibió comentarios de otras personas sobre
su apariencia
15. Malestar cuando otras personas hacen comentarios sobre su apariencia
16. Con qué frecuencia el sujeto se siente tratado de forma diferente debido a
su apariencia
17. Malestar cuando otras personas le tratan de manera diferente debido a su
apariencia.
18. Grado de importancia de la apariencia física en la autoevaluación
19. Amplitud de la autoevaluación negativa, en un sentido no físico, debido al
defecto en la apariencia.
20. Amplitud de la evaluación negativa por parte de los demás, en un sentido
no físico, debido al defecto en la apariencia.
21. atractivo físico percibido
22. Grado de convicción en el defecto físico
23. Evitación de situaciones públicas debido a la apariencia (por ejemplo,
restaurantes, servicios, calles)
24. Evitación de situaciones sociales debido a la apariencia (por ejemplo,
fiestas, hablar con personas con autoridad)
25. Evitación de contacto físico íntimo debido a la apariencia (por ejemplo,
abrazarse, besarse, bailar pegado, sexo)
26. Evitación de actividades físicas (por ejemplo, ejercicio o actividades de
ocio) debido a la apariencia.
27. Con qué frecuencia el sujeto camufla u oculta su defecto con ropa, maqui-
llaje…
28. Con qué frecuencia el sujeto contorsiona su postura corporal con el fin de
ocultar el defecto (por ejemplo, metiendo las manos en los bolsillos)
29. Inhibición del contacto físico con los demás (cambios en los movimientos
o en la postura del cuerpo durante el contacto a fin de ocultar el defecto,
como, por ejemplo, no dejar que la pareja le toque determinadas partes del
cuerpo)
30. Evita mirar su propio cuerpo
31. Evita que los demás miren su cuerpo desnudo
32. Con qué frecuencia el sujeto compara su apariencia con la de otras perso-
nas
33. Remedios que ha intentado la persona para modificar el defecto de la
apariencia
120
Evaluación
121
Alteraciones de la imagen corporal
122
Evaluación
24. ¿Con qué frecuencia has evitado mirar tu cuerpo, especialmente a esa característica de tu
apariencia, con el fin de controlar los sentimientos en cuanto a tu aspecto?
25. ¿Con qué frecuencia has evitado que otras personas vieran tu cuerpo desnudo al sen-
tirte incómodo/a con esa característica de la apariencia?
26. ¿Cuántas veces has comparado tu apariencia con la apariencia de otras personas de tu alrede-
dor, o en revistas o en televisión?
123
Alteraciones de la imagen corporal
do la idea de que las personas con trastorno alimentario poseen una ima-
gen corporal fija e implacable pero por el contrario se ha observado que es
incierta, inestable y débil y esto podría explicar que cometan un error de
medida en el sentido de la precaución, y sobreestiman su medida corporal.
Además esto sugiere una fuerte implicación a nivel terapéutico, pues pue-
de convertir el trastorno de la imagen corporal en uno de los objetivos
prioritarios de la intervención.
2. Métodos para evaluar aspectos cognitivo-afectivo como emociones, cog-
niciones y actitudes. Se han desarrollado cuestionarios, inventarios y auto-
informes. Una de las ventajas que conlleva la administración de este tipo
de métodos es la obtención de datos más precisos sobre actitudes que
también están presentes en el complejo constructo de la imagen corporal.
A diferencia de los métodos perceptivos, éstos no generan una situación
artificial y poseen la ventaja de poderse administrar de una manera senci-
lla, rápida y económica. No obstante, entre sus principales desventajas es-
tá el requerimiento de un alto grado de honestidad por parte del sujeto,
pues existe cierta facilidad por parte de los pacientes de falsear estos mé-
todos. En concreto, trabajar con una población clínica muy sensible a la
intervención ajena conlleva, en ocasiones, la ocultación y falseamiento de
ítems como mecanismo de defensa de la patología (Sepúlveda, León, y
Botella, 2004)
3. Métodos para evaluar aspectos comportamentales y afines. Su utilidad
radica en la posibilidad de cuantificar las conductas de exhibición o evita-
ción de situaciones que exponen el propio cuerpo a los demás.
4. Métodos multidimensionales. Se incluyen aquí instrumentos de medida
que tienen en cuenta más de un componente.
5. Métodos para evaluar la presión social hacia un modelo estético cor-
poral
6. Métodos para evaluar la patología asociada a la alteración de la Imagen
corporal
7. Otras pruebas de evaluación.
124
Evaluación
125
Alteraciones de la imagen corporal
126
Evaluación
127
Alteraciones de la imagen corporal
128
Evaluación
1: Muy satisfecho/a
2: Bastante satisfecho/a
3: Ni satisfecho/a ni insatisfecho/a
4: Bastante satisfecho/a
5: Muy satisfecho/a
1. Cara (rasgos faciales, complexión)
2. Cabello (color, espesor, textura)
3. Parte del cuerpo inferior a la cintura: nalgas, caderas, muslos, piernas…
4. Cintura, estómago
5. Tórax
6. Pecho
7. Hombros y brazos
8. Tono muscular
9. Peso
10. Altura
11. Apariencia general
12. Algún otro aspecto/forma desagradable de tu cuerpo:
Especifica:
129
Alteraciones de la imagen corporal
1. Nunca
2. Raramente
3. Algunas veces
4. A menudo
5. Muy a menudo
6. Siempre
130
Evaluación
131
Alteraciones de la imagen corporal
Cuadro 5.8. Test de la actitud hacia el cuerpo (BAT. Body Attitude Test de
Probst et al. (1995). Versión española validada de Gila et al. (1999)
Lea detenidamente cada una de las siguientes afirmaciones e indique en qué
medida le ocurre.
0: Nunca; 1: Muy pocas veces; 2: Algunas veces; 3: Bastan-
tes veces; 4: Muchas veces; 5: Siempre
1. Si comparo mi cuerpo con el cuerpo de personas de mi edad, me genera
insatisfacción sobre el mío.
2. Mi cuerpo parece ser una cosa torpe.
3. Mis caderas parecen demasiado grandes para mí.
4. Me siento a gusto dentro de mi cuerpo.
5. Tengo un fuerte deseo de estar más delgado.
6. Creo que mis pechos son demasiado grandes.
7. Tiendo a ocultar mi cuerpo. (Por ejemplo, poniéndome ropas amplias)
8. Cuando me miro en un espejo, me encuentro insatisfecha con mi cuerpo.
9. Me es muy fácil relajarme físicamente.
10. Pienso que soy demasiado gruesa.
11. Siento mi cuerpo como una carga.
12. Mi cuerpo se me representa como si no fuera mío.
13. Algunas partes de mi cuerpo parecen que están hinchadas.
14. Mi cuerpo es una amenaza para mí.
15. La apariencia corporal es muy importante para mí.
16. El aspecto de mi vientre es como si estuviera embarazada.
17. Me siento tensa en mi cuerpo.
18. Envidio a otros por su apariencia física.
19. Hay cosas de mi cuerpo que me asustan.
20. Suelo observar mi apariencia en un espejo.
132
Evaluación
133
Alteraciones de la imagen corporal
cular, piel, altura y peso). En el último ítem el sujeto debe valorar su aspec-
to físico global (AFG) tomados en su conjunto. La valoración de este ítem
también oscila en un rango de 0 a 10. Este instrumento ha demostrado co-
rrelaciones altamente significativas con la subescala EDI-I tanto considera-
da ésta por zonas corporales (r = -.30 r = -.68, p < .001), como considerando
la puntuación del cuerpo tomado en su conjunto (r = -.66, p < .001).
134
Evaluación
135
Alteraciones de la imagen corporal
136
Evaluación
137
Alteraciones de la imagen corporal
138
Evaluación
139
Alteraciones de la imagen corporal
140
Evaluación
A B C D E
Completamente Bastante en Indiferente Bastante de Completamente
en desacuerdo desacuerdo acuerdo de acuerdo
No hay respuestas correctas ni incorrectas. Recuerde que este cuestionario es anónimo, así
que, por favor, sea lo más honesto posible. Asegúrese de contestar a todas las preguntas.
Muchas gracias por colaborar.
141
Alteraciones de la imagen corporal
142
Evaluación
143
Alteraciones de la imagen corporal
Indica el grado de satisfacción con cada una de las siguientes áreas de tu cuerpo según la
escala siguiente:
A B C D E
Muy Bastante Indiferente Bastante Muy
insatisfecho insatisfecho satisfecho satisfecho
144
Evaluación
tiples estudios cuyo objetivo no ha sido solamente el tema clásico del pe-
so, sino, entre otros, la alopecia, el acné, así como la valoración de la efec-
tividad de las terapias centras en la imagen corporal.
Por lo que respecta a la versión española hay varias adaptaciones. Una
de las pioneras corresponde al equipo liderado por Raich, Torras, y Figue-
ras, (1996) con 72 ítems en escalas tipo Likert (de 1 a 5). Tiene tres esca-
las actitudinales (evaluación, atención/importancia, conducta) conservan-
do los tres dominios somáticos (apariencia, destreza física y salud). Cabe
señalar que la escala de destreza física consta de unas escalas específicas
de satisfacción en áreas corporales y actitud hacia el peso. Mantiene res-
pecto a la versión original las áreas de tipo estético, destreza física, estar
en forma y la salud.
Años después aparece la versionada por Botella, Ribas, y Benito
(2009) cuya estructura mantiene los criterios de calidad del original en
cuanto a sus propiedades psicométricas (fiabilidad global –consistencia
interna- = .88; adecuada validez predictiva) respecto a la versión original,
si bien difiere en algunos aspectos formales (Ribas, Botella, y Benito,
2010). Por un lado, en esta versión emergen cuatro factores: 1) importan-
cia subjetiva de la corporalidad, 2) conductas orientadas a mantener la
forma física, 3) atractivo físico autoevaluado y 4) cuidado del aspecto fí-
sico. Por otro, el número de ítems es más reducido, si bien el original se
componía de 69 cuestiones, esta versión presenta 45. Esto hace que dicha
adaptación conste sólo de dos partes diferenciadas entre sí: una referida a
evaluación general de la imagen corporal, y otra a la evaluación del grado
de satisfacción con varias áreas corporales por separado. Las afirmaciones
pueden puntuarse en una escala tipo Likert con cinco opciones (1: total
desacuerdo, 2: Bastante desacuerdo, 3: indiferente, 4: bastante acuerdo, 5:
total acuerdo).
Como comentamos para el cuestionario anterior, aplicamos el
MBSRQ a una población de 700 estudiantes de 14 a 19 años. La con-
sistencia interna para esta de la escala global es de .87. La estructura
factorial obtiene tres contenidos esenciales: aptitud e interés por el de-
porte (Alfa = .91); preocupación por la apariencia (Alfa = .85), y eva-
luación de la apariencia (Alfa = .86). Otros factores, hasta un 48% de
la varianza, son: orientación hacia la salud, preocupación por la salud,
y actitud ante la enfermedad. Sin embargo, no obtuvieron una consis-
tencia interna de suficiente garantía. Puede que, en comparación con lo
obtenido por Raich (2001) para edades de 20 o más años, indique que
la imagen corporal en edades inferiores, sobre todo en el grupo de 14 a
145
Alteraciones de la imagen corporal
146
Evaluación
147
Alteraciones de la imagen corporal
148
Evaluación
firman los tres factores y convergente: con el BSQ y el CIMEC) son sa-
tisfactorios.
– Inventario de Imagen Corporal para Féminas Adolescentes (IICFA, Ca-
laf, León, Hilerio, y Rodríguez, 2005).
En el inventario se miden aspectos conductuales, afectivos y cogni-
tivos de la imagen corporal. El inventario tiene presente tres factores
importantes que explican la percepción de la imagen corporal en tér-
minos de aceptación o satisfacción física, patrones de ingesta alimenta-
ria y de insatisfacción física. El inventario contiene 23 reactivos en es-
cala Likert de 5 puntos (que fluctúa desde “muy rara vez” hasta “con
muchísima frecuencia”). Cada reactivo describe una conducta (i.e.
“Evito comer cuando tengo hambre”), un sentimiento (i.e. “Me atemo-
riza estar sobrepeso.”) o un pensamiento (i.e. “Considero que tengo
mejor cuerpo que la mayoría de las personas de mi edad.”) relacionado
a la imagen corporal. Se le pregunta a la participante con cuánta fre-
cuencia ha actuado, ha pensado, o se ha sentido de esa manera durante
el último mes. Todos los reactivos son sumados para obtener la pun-
tuación total. Las posibles puntuaciones del inventario van desde 23
hasta 115. El sistema de corrección establecido para el inventario indi-
ca que a mayor puntuación obtenida por la adolescente, menos favora-
ble es la imagen corporal de la misma y viceversa. La fiabilidad de la
prueba arroja un coeficiente Alfa de Cronbach de .83 y una consisten-
cia interna de Spearman Brown de .79, lo que indica que el inventario
posee consistencia entre sus reactivos.
149
Alteraciones de la imagen corporal
150
Evaluación
151
Alteraciones de la imagen corporal
152
Evaluación
153
Alteraciones de la imagen corporal
154
Evaluación
0 1 2 3 4
Nunca Raramente Algunas veces A menudo Casi siempre
1. Mi sobrepeso
2. Mis caderas
3. Mis nalgas
4. Mis muslos
5. Mi abdomen
6. Mis piernas
7. Mi cintura
8. Mi tono muscular
9. Mis orejas
10. Mis labios
11. Mis muñecas
12. Mis manos
13. Mi frente
14. Mi barbilla
15. Mis pies
155
Alteraciones de la imagen corporal
Estado
Las frases que va a leer a continuación quieren describir hasta qué punto se siente ansioso,
tenso o nervioso ahora acerca de su cuerpo o de partes específicas de su cuerpo (mientras
se imagina en la situación que se describe). Por favor, lea cada afirmación y escoja la
respuesta que mejor indique cómo se sentiría si usted estuviera en la situación descrita.
Recuerde que no existen respuestas buenas o malas.
0 1 2 3 4
Nunca Raramente Algunas veces A menudo Casi siempre
1. Mi sobrepeso
2. Mis caderas
3. Mis nalgas
4. Mis muslos
5. Mi abdomen
6. Mis piernas
7. Mi cintura
8. Mi tono muscular
9. Mis orejas
10. Mis labios
11. Mis muñecas
12. Mis manos
13. Mi frente
14. Mi barbilla
15. Mis pies
Imagínese: en la playa, llevando un traje de baño pequeño, a punto de entrar en el agua,
solo/a, mientras que la arena está llena de genera observándole.
Tiene una media hora libre entre clases y se pasea por el mercadillo.
Está en casa relajadamente mirando la televisión, en la emiten su programa favorito
156
Evaluación
157
Alteraciones de la imagen corporal
En relación con el caso de Carmen, expuesto al final del capítulo3, tras la entre-
vista inicial, se pidieron datos sociodemográficos, académicos, laborales e inter-
personales, además del motivo de consulta y la descripción del problema. Se
cuestionó acerca del inicio, curso y tratamientos previos del problema.
Se administró la Escala de valoración Psiquiátrica Breve BPRS-24 (Lukoff et
al., 1986) por su utilidad, pertinencia y calidad psicométrica. Para evaluar la pato-
logía asociada se administró la escala de Vulnerabilidad cognitiva DAS de Weis-
man y Beck (1978) y el Inventario de Depresión BDI-II de Beck et al. (1996).
Asimismo, se aplicó el Inventario de Ansiedad BAI de Beck (1988). Además, el
cuestionario PSWQ sirvió para detectar la tendencia a la preocupación junto con
el cuestionario de salud general GHQ de Goldberg (1996) y la escala SAS de
amplificación somatosensorial (Barsky, Wyshak y Klerman, 1990). Complemen-
tan la batería el Inventario Multiaxial de Millon MCMI-III, la escala de pensa-
miento referencial REF de Lenzenweger (1996, 1997) y, para evaluar la altera-
ción de la imagen corporal, se emplearon el Cuestionario de evitación a causa de
la imagen corporal BIAQ de Rosen et al. (1991) y el Cuestionario Multidimen-
sional MBSRQ de Cash y Pruzinsky (1990).
La evaluación clínica observa una puntuación promedio de 2 puntos en la es-
cala psiquiátrica BPRS-24 (48/24), destacando los ítems emocionales (3.5 puntos,
158
Evaluación
puntos %
Factor 1: Interés por el deporte y aptitudes físicas 49 65.33
Factor 2: Preocupación por la imagen corporal 54 98.18
Factor 3: Evaluación de la imagen corporal 26 74.28
Factor 4: Signos hipocondriacos 21 70
Factor 5: Evaluación de la salud 14 56
Factor 6: Interés por la salud 16 80
Preocupación y control de peso 9 45
Autosatisfación respecto al peso 6 60
Satisfacción con partes del cuerpo 48 80
159
Alteraciones de la imagen corporal
cara 4
cabello 4
pecho 4
hombros, brazos 4
cintura, estómago 4
nalgas 4
caderas 4
muslos, piernas 4
tono muscular 4
peso 4
altura 4
apariencia general 4
Cuadro resumen
160
Evaluación
161
Alteraciones de la imagen corporal
162
Evaluación
12. Entre las ventajas más relevantes del IMAGEN está la siguiente:
o A) Puede servir como instrumento de screening
o B) Utiliza dibujos de imágenes para la evaluación del componente
perceptivo
o C) Se puede aplicar a personas que no dominen el idioma caste-
llano
o D) No requiere tiempo límite para su cumplimentación
o E) No utiliza escala tipo Likert para responder sino respuestas dico-
tómicas.
14. ¿Qué instrumento puede emplearse para detectar la influencia del mo-
delo estético corporal?
o A) El Test del dibujo de la figura humana (Machover, 1949)
o B) El CIMEC (Toro et al. 1994) en cualquiera de sus versiones (CI-
MEC-26 o CIMEC-12)
o C) El EDE-12 (Fairburn y Cooper, 1993)
o D) El Calibrador Móvil
o E) La prueba de Imagen Marcada
163
Alteraciones de la imagen corporal
15. De estos instrumentos, indica cuál puede aplicarse para detectar el com-
ponente emocional relacionado con la insatisfacción.
o A) CIC: El cuestionario de Imagen corporal (Jenaro et al., 2011)
o B) La escala gráfica de siluetas de Collins (1991)
o C) La escala de satisfacción de áreas corporales de Cash (1990)
o D) El cuestionario BIAQ de evitación por la imagen corporal (Rosen
et al., 1991)
o E) La prueba de colorear una persona (CAPT).
164
6
Tratamiento:
guía para el terapeuta
165
Alteraciones de la imagen corporal
166
Tratamiento: guía para el terapeuta
167
Alteraciones de la imagen corporal
168
Tratamiento: guía para el terapeuta
KPrograma básico
169
Alteraciones de la imagen corporal
KPrograma modular
170
Tratamiento: guía para el terapeuta
171
Alteraciones de la imagen corporal
172
Tratamiento: guía para el terapeuta
KCash (2008)
173
Alteraciones de la imagen corporal
6.3.1. Introducción
En función de los programas de intervención que cuentan con mayor apoyo empí-
rico y teniendo en cuenta la experiencia propia de los autores, se ha elaborado una
propuesta de tratamiento en formato individual para el abordaje de los trastornos
174
Tratamiento: guía para el terapeuta
175
Alteraciones de la imagen corporal
176
Tratamiento: guía para el terapeuta
6.3.3. Psicoeducación
177
Alteraciones de la imagen corporal
Conviene que el paciente entienda a qué nos referimos con los factores que se
han expuesto en la definición, pues deberá buscar y comprender cómo a lo largo
de su desarrollo se ha formado su imagen corporal y por qué se encuentra insatis-
fecho. Los factores históricos son los hechos pasados, experiencias, atributos que
influyen en la manera en que las personas llegan a pensar, sentir y actuar con
respecto a su propio cuerpo (Cash y Pruzinsky, 2002). Los factores individuales o
personales abarcan las características físicas, autoconcepto físico, tendencia a la
preocupación por la imagen, afecto negativo, autoconciencia pública, apego inse-
guro, sensibilidad, orientación hacia el perfeccionismo, intolerancia a la frustra-
ción, cambio en el desarrollo corporal y ciertas actitudes de género. Los factores
sociales se refieren a las burlas, críticas, presión social sobre la apariencia y el
aspecto físico, la siempre relevante opinión de los iguales, etc. Los factores cultu-
rales engloban a los medios de comunicación, publicidad, moda, en definitiva, a
aquellos medios que marcan las características físicas que son valoradas y cómo
conseguirlas (dietas, uso de productos cosméticos, ejercicio, cirugía, etc.). Por
último, los biológicos son aquellos factores genéticos, temperamentales y/o acci-
dentales.
178
Tratamiento: guía para el terapeuta
Una vez el paciente ha entendido este concepto, se propone con ayuda del te-
rapeuta la elaboración de un diagrama en el que represente los factores que cree
que han influido en el propio desarrollo de su imagen corporal. También se le
puede pedir que describa las experiencias y recuerdos que tiene acerca de las
preocupaciones con su imagen corporal en diferentes etapas evolutivas: primera
infancia, pubertad y primeros años de adolescencia, adolescencia tardía, adultez, o
el momento más actual.
Tras haber realizado el ejercicio, puede explicarse que todos esos factores
comentados, son los responsables del autoesquema que el paciente tiene relacio-
nado con su apariencia y que influirá en la forma en que procesa la información
(Cash y Smolak, 2011; Veale, 2004). Determinados eventos precipitantes como
mirarse al espejo, ponerse una determinada ropa, un pensamiento, etc. activan los
autoesquemas almacenados y comienza un diálogo interno cargado de pensa-
mientos negativos automáticos, interpretaciones y conclusiones a cuenta de la
propia apariencia. En las personas con alteración de la imagen corporal ese diálo-
go interno es devastador, está cargado de errores cognitivos que conducen a la
disforia por la propia imagen corporal. Se puede poner un ejemplo usando un
autorregistro como el que aparece en el cuadro 6.1 con el objetivo de enseñarle a
identificar estos desencadenantes, sus pensamientos, emociones y conductas. Una
vez explicado, se propone al paciente que piense en un desencadenante y realice
el ejercicio, de esta manera se comprueba si sigue el procedimiento y se propone
como tarea para casa. En el apartado de restructuración cognitiva se profundiza
sobre este ejercicio siguiendo el enfoque de la Terapia Racional Emotiva de Al-
bert Ellis.
179
Alteraciones de la imagen corporal
A menudo, las personas con una imagen corporal alterada creen que la forma
de incrementar su autoestima es mejorando su apariencia, pero lo que no saben es
que el malestar está producido por una actitud crítica y negativa hacia el propio
cuerpo. Los síntomas de los trastornos de la imagen corporal son mantenidos por
un círculo vicioso en el que existe una evaluación negativa con respecto a la
apariencia, talla, forma o silueta, peso corporal (componente cognitivo y percep-
tivo), que produce una ansiedad extrema en relación con el aspecto físico (com-
ponente emocional) y que da lugar a conductas poco adecuadas que buscan pa-
liar ese malestar (componente conductual). Es recomendable pedir al paciente que
nos diga una situación que evite, y ponerle un ejemplo de cómo su forma de pro-
ceder supone el mantenimiento del trastorno. A continuación se expone breve-
mente un ejemplo.
180
Tratamiento: guía para el terapeuta
181
Alteraciones de la imagen corporal
prendido en un camino tan difícil como el que le queda por recorrer. Se insistirá
en que en ningún momento hará algo que no desee realizar, pero si se muestra
colaborador y comprometido con la terapia, probablemente experimentará cam-
bios muy importantes que repercutirán en su felicidad. Para ello, a lo largo de
todo el tratamiento se le propondrán ejercicios que deberá realizar en casa para así
poder avanzar y afianzar lo que está aprendiendo.
182
Tratamiento: guía para el terapeuta
Procedimiento
183
Alteraciones de la imagen corporal
184
Tratamiento: guía para el terapeuta
Cash (2008) y Phillips (2009) describen las distorsiones cognitivas más fre-
cuentes observadas en personas con alteración de la imagen corporal. Baile
(2005) ha descrito seis ideas distorsionadas relacionadas con la vigorexia que son
muy parecidas a las expuestas por estos autores: Bella o bestia, ideal imposible
(tener en mente una figura ideal imposible de alcanzar de forma sana), compara-
ción selectiva (compararse sólo con los más musculosos), lupa (atención exclusi-
va en la masa muscular), mente ciega (no valorar aspectos positivos de la propia
imagen) y generalización excesiva. Whilhem (2006) a partir las distorsiones cog-
nitivas propuestas por Judith Beck en su libro “Cognitive Therapy: Basics and
Beyond” realizó una adaptación aplicable a las que aparecen cuando la imagen
corporal se encuentra alterada. La mayoría aparecen descritas en el cuadro 6.3.,
excepto las exigencias autoimpuestas manifestadas como “deberías o tendrías
que”. Es recomendable que cuando enseñemos el “A,B,C” instruyamos al pacien-
te en la etiquetación de sus distorsiones cognitivas tal y como aparece en el ejem-
plo de autorregistro del cuadro 6.2.
185
Alteraciones de la imagen corporal
186
Tratamiento: guía para el terapeuta
187
Alteraciones de la imagen corporal
188
Tratamiento: guía para el terapeuta
189
Alteraciones de la imagen corporal
190
Tratamiento: guía para el terapeuta
191
Alteraciones de la imagen corporal
plo de Luisa que se planteó más arriba, las ideas irracionales que se repe-
tían con más frecuencia en los registros era la de “si se da cuenta de mis
dientes torcidos, saldrá espantado” y “nadie querrá besarme con unos
dientes tan amarillos”. En el Cuadro 6.8 se plantea un pequeño ejemplo
del ejercicio de flechas hacia abajo y cómo por medio del mismo se llega
a la creencia fundamental: “soy indigna de ser amada”.
192
Tratamiento: guía para el terapeuta
ner una conversación, en lugar de poner alguna excusa para irse o ser cor-
tante para no tener que pasar ese mal rato. Un amigo de Luisa le presentó
a un chico y pudo poner a prueba su predicción: “cuando se dé cuenta de
mis dientes, saldrá espantado”. Luisa hizo esfuerzos por sacar temas de
conversación, y para su sorpresa el chico no solo no salió “espantado”
como ella predecía sino que la invitó a que quedaran otro día. Ella estaba
sorprendida porque su creencia hacía que ante una situación en la que te-
nía que conversar con algún desconocido, hacía lo posible para que esa si-
tuación finalizara y a veces, era tan cortante y desagradable que sus pre-
dicciones se cumplían aunque por un motivo distinto del que ella creía.
Otros ejercicios que pueden ayudar a trabajar con las creencias fun-
damentales es tratar de verlas desde fuera, tomar distancia. Es bien sabido
que las personas son mucho más duras consigo mismas que con los de-
más; un ejercicio útil podría ser el de escribir una carta a algún ser querido
imaginando que esa persona está preocupada por su aspecto físico, siendo
la labor del paciente la de proporcionarle asesoramiento. Por otro lado, te-
niendo en cuenta lo que los demás respetan en otras personas, podemos
incitar al paciente a que se fije en alguna persona conocida que padezca
esa imperfección que le preocupa y hacerse preguntas del tipo: ¿Qué pien-
so de él/ella?, ¿le respeto menos por tener…?, ¿las personas de su alre-
dedor le respetan menos por tener…?, ¿cómo tiene que ser una persona
para que yo la respete?, ¿hay otras personas que respeto y tienen….?,
¿parece preocuparles el tener…? Otro ejercicio que puede servir para va-
lorar diferentes aspectos más allá de la propia apariencia, puede ser el de
incitar al paciente a imaginarse que ha vivido una vida prolongada y que
está en su lecho de muerte; se le dice que piense en los recuerdos que le
gustaría tener e imaginarse lo que los demás dirían de él/ ella en su funeral
y por lo que le gustaría que le recordaran. Este ejercicio se recomienda
que se haga por escrito.
Para finalizar con la restructuración cognitiva, se propone un último
ejercicio que puede ser útil para trabajar el área de la autoestima. Se llama
el “pastel de la autoestima” y consiste en dibujar una tarta que se divide
en porciones. Cada porción hace referencia a un rasgo o valor que el pa-
ciente considera que posee y es importante en su vida ya sea positivo o
negativo. Las personas con alteración de la imagen corporal, otorgan un
elevado porcentaje de la tarta a la apariencia, sobre todo a los aspectos
que disgustan, dejando de lado otras características como sus logros o sus
rasgos de personalidad. Se enseña al paciente a verse de manera más am-
plia y holística. Wilhelm (2006) propone una serie de dominios y caracte-
193
Alteraciones de la imagen corporal
Las respuestas a las preguntas conviene anotarlas para que con esa informa-
ción por delante, pueda volver a realizarse el pastel de la autoestima. Se insistirá
en comenzar por los puntos fuertes; de ese modo, las cualidades que valore como
negativas tendrán un menor peso. Finalizado este ejercicio se procurará que el
pastel se coloque en un lugar visible para que el paciente pueda tenerlo presente
en momentos difíciles.
194
Tratamiento: guía para el terapeuta
Esta técnica fue creada por D´Zurilla y Nezu (1982; 1993; 1999) y ha sido
empleada para el tratamiento de numerosos trastornos, pudiéndola aplicar de la
misma forma a los trastornos donde la imagen corporal se encuentra alterada. Con
esta técnica se pretende enseñar al paciente un método sistemático para solucionar
problemas usando una respuesta de afrontamiento adaptativa que permita encon-
trar una solución eficaz. Consiste en cinco habilidades:
195
Alteraciones de la imagen corporal
196
Tratamiento: guía para el terapeuta
Planteado así, este ejercicio parece incompleto para los problemas que presen-
ta la paciente, pues lo que le mueve fundamentalmente a darse atracones es la
restricción alimentaria que acomete cada día. Por tanto, para que la eliminación
de los atracones se mantenga por medio de esta técnica, es necesario que deje su
dieta autoimpuesta y acuda a un médico especialista que le proponga una dieta
saludable, variada, y sin restricciones. Se trata, en este momento, de ejemplificar
una intervención que puede resultar útil e integrable en un esquema más amplio
de acción. En síntesis, se procura dar a la persona estrategias de afrontamiento
para que mejore sus recursos y así poder hacer frente a los problemas que le ro-
dean, de contacto con los demás, de conflictos familiares, acerca del ideal de be-
lleza y su efecto, etc.
197
Alteraciones de la imagen corporal
imagen corporal. A lo largo de este apartado, se expondrán las que cuentan con
mayor apoyo empírico para tratar dichos trastornos. Téngase en cuenta que para
que la exposición sea más eficaz, previamente se ha debido entrenar al paciente
en técnicas cognitivas, como por ejemplo la reestructuración cognitiva, de modo
que las pueda emplear para la identificación y el desafío de los pensamientos ne-
gativos automáticos relacionados con su propio cuerpo.
Procedimiento
198
Tratamiento: guía para el terapeuta
199
Alteraciones de la imagen corporal
200
Cuadro 6.12. Autorregistro posterior a la situación de exposición
Ansiedad ¿Logro
Situación de Ansiedad Ansiedad ¿Predicciones ¿Qué
Fecha durante de
exposición inicial final cumplidas? aprendió?
ejercicio objetivo?
15/09/11 Salir a la 70 80 50 Sí No Que la gente no se fija dema-
calle sin siado en mí.
maquillar
16/09/11 Salir a la 80 70 40 Sí No La gente no me trata peor por
calle sin ir sin maquillar
maquillar
17/09/11 Salir a la 60 50 20 Sí No Los chicos que pasan por mi
calle sin lado no me miran con cara de
maquillar asco, en realidad no me miran
18/09/11 Salir a la 40 30 20 Sí No Que la media hora que dedica-
calle sin ba a maquillarme cada vez que
maquillar salía aunque sólo fuera para ir
comprar el pan, la puedo dedi-
car a otra cosa y además aho-
rraré en maquillaje.
20/09/11 Salir a la 40 20 10 Sí No Que ahora me siento más
calle sin libre y puedo decidir si quie-
maquillar ro salir con maquillaje o sin
él, esto antes era impensable.
Alteraciones de la imagen corporal
Los pacientes con trastornos de la imagen corporal tienen una relación parti-
cular y angustiosa con los espejos; unos evitan mirarse para tratar de no pensar
en los defectos y no sentirse mal (componente fóbico), y otros lo hacen de for-
ma repetitiva e invirtiendo un tiempo excesivo mirando su defecto para com-
probar si se ha conseguido disimular o si ha cambiado (componente compulsi-
202
Tratamiento: guía para el terapeuta
203
Alteraciones de la imagen corporal
204
Tratamiento: guía para el terapeuta
C) Variantes
205
Alteraciones de la imagen corporal
bat-Zinn (1990) define la atención plena como “una habilidad que consis-
te en centrar la atención de modo intencional, en un objeto, en el momento
presente y sin juzgar”. Esta habilidad se adquiere de forma progresiva y
con mucha práctica, tratando de ser conscientes del momento presente (se
puede trabajar por medio de la meditación). Una vez esté entrenado se le
expone ante un espejo de cuerpo entero. Se le enseña a adoptar una visión
de su cuerpo holística en lugar de selectiva, se le alecciona para que se
centre en cada una de las partes del cuerpo, no sólo las que le producen
angustia, y las describan sin juzgarlas, teniendo en cuenta el momento
presente (Wilson, 1999; 2004). El objetivo de esta intervención es ayudar
al paciente a procesar los pensamientos automáticos de forma que no se
detengan en el pasado ni en el futuro. El énfasis está en la aceptación de
uno mismo y la tolerancia de sentimientos negativos que se están experi-
mentando en el momento, no en evitarlos ni modificarlos. Esta técnica se
basa en la atención selectiva, en el hecho de que las imperfecciones reales
y percibidas son las mantenedoras de las preocupaciones acerca de la for-
ma y el peso. La no aceptación de uno mismo genera frustración y afecto
negativo, y la persona queda atrapada en un círculo vicioso donde predo-
mina la angustia (Delinsky y Wilson, 2010).
D) Realidad virtual
206
Tratamiento: guía para el terapeuta
207
Alteraciones de la imagen corporal
E) Desensibilización sistemática
208
Tratamiento: guía para el terapeuta
209
Alteraciones de la imagen corporal
4. Procedimiento.
210
Tratamiento: guía para el terapeuta
211
Alteraciones de la imagen corporal
212
Tratamiento: guía para el terapeuta
213
Alteraciones de la imagen corporal
214
Tratamiento: guía para el terapeuta
215
Alteraciones de la imagen corporal
216
Tratamiento: guía para el terapeuta
217
Alteraciones de la imagen corporal
la terapia sea completa, es posible que haya reapariciones del problema, situacio-
nes que hacen perder la confianza, o complicaciones diversas. El objetivo es que
el paciente sea su propio terapeuta y pueda mantener los logros conseguidos.
Ante las situaciones estresantes y problemáticas son posibles las recaídas. Es
necesario señalar, que si en algún momento el paciente está preocupado por su
apariencia, evita alguna situación o realiza algún ritual, no lo valore como un
fracaso, sino como algo que forma parte del proceso y, por tanto, será altamente
deseable que siga practicando las técnicas que ha aprendido para mejorar. Ha de
recordarse al paciente que ya tiene las herramientas, sólo tiene que volver a po-
nerlas en práctica. En el caso de que tuviera una recaída en toda regla, ha de de-
jarse claro que no significa que todo lo que se ha trabajado se haya tirado por la
borda. Es importante anticipar y alertar del diálogo interno que en estos casos
puede surgir.
Para prevenir las recaídas, se identificarán las situaciones de alto riesgo.
Puede pedirse al paciente que piense en aquellos hechos que podrían ocurrirle y
puedan poner en peligro lo trabajado a lo largo de las sesiones, por ejemplo, una
ruptura sentimental, escuchar un comentario despectivo hacia sí mismo (es muy
útil la visualización de la situación), ganar peso. La práctica de estrategias de
afrontamiento, tiene que ver con lo que se ha aprendido durante el tratamiento,
por ejemplo, si surgen pensamientos disfuncionales, se pondrá en práctica el de-
bate racional propuesto en el apartado de reestructuración cognitiva. Otra forma
de prevenir las recaídas, es la práctica de actividades placenteras, pues la inactivi-
dad, puede favorecer el afecto negativo e incrementar la rumiación, ocasionando
la reaparición de conductas compensatorias problemáticas (evitaciones, compro-
baciones, búsqueda de seguridad).
Terminado el tratamiento se realizarán sesiones de seguimiento cada tres me-
ses, luego cada seis meses y por último, de forma anual, así se revisará el progre-
so del paciente y se atenderán las dificultades que puedan surgir.
218
Tratamiento: guía para el terapeuta
219
Alteraciones de la imagen corporal
220
Tratamiento: guía para el terapeuta
221
Alteraciones de la imagen corporal
B) Antidepresivos
De todos los tratamientos farmacológicos, los que se han mostrado más efecti-
vos han sido incuestionablemente los antidepresivos. Numerosos estudios de doble
ciego avalan esta afirmación: estas sustancias reducen la conducta bulímica por la
activación de los receptores serotoninérgicos postsinápticos a nivel central y peri-
férico. La estimulación central favorece la sensación de saciedad al actuar sobre el
núcleo paraventricular del hipotálamo medial; así se reduce el apetito global y la
apetencia específica sobre los carbohidratos. A nivel periférico, se estimula el sis-
tema de saciedad y aparece una respuesta rápida que limita la ingesta.
Hudson y Pope (1990) ya proponían como explicación la hipótesis de que la
bulimia pertenece a lo que se denomina espectro de los trastornos afectivos, tras-
tornos de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo, déficit de atención con hiperac-
tividad, bulimia nerviosa y trastorno del control de los impulsos. Actualmente
esta hipótesis se recoge bajo el epígrafe de lo que muchos autores han denomina-
do Trastornos del espectro del OC: Ludopatía, Parafilias, Trastorno dismórfico
corporal, Tricotilomanía, Hipocondriasis, Trastorno de somatización, Síndrome
de la Tourette, Autismo, Trastorno de Asperger, Cleptomanía, Trastornos del
control de impulsos, Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, Bulimia
y Anorexia nerviosas (Stahl, 2010). En definitiva, se trata de regular una respues-
ta emocional que hace proclive a la persona a realizar conductas impulsivas, tal
vez como una forma de disminuir la efectividad negativa.
C) Antidepresivos tricíclicos
Se ha observado que a corto plazo todos los antidepresivos tricíclicos son efectivos
en la reducción de atracones y vómitos, pero la tasa de recaídas a largo plazo es alta
aunque se mantenga el mismo fármaco y la misma dosis. Otro problema importante de
222
Tratamiento: guía para el terapeuta
Son los fármacos de nueva generación con los que se han obtenido los mejores
resultados hasta la actualidad. Han demostrado ser eficaces frente a placebo en to-
dos los estudios controlados, con una baja incidencia de efectos secundarios, sin
estar condicionados a un posible aumento ponderal, y acción reductora del apetito.
Se ha demostrado, asimismo, que son efectivos en las conductas y cogniciones rela-
cionadas con la bulimia, incluida la inapetencia por los hidratos de carbono. Su
acción beneficiosa no está relacionada con la presencia o ausencia de depresión.
Dentro de este grupo, el que se utiliza con más frecuencia es la fluoxetina,
aunque diferentes trabajos también hablan de la bondad de la fluvoxamina, pa-
roxetina, sertralina y citalopram. De más reciente aparición: la mirtazapina y la
venlafaxina han puesto de manifiesto su eficacia en el tratamiento de la bulimia
asociada a la depresión.
Demostrada la efectividad de la mayoría de los antidepresivos: tricíclicos,
ISRS y otros, se plantean tres cuestiones: la elección del fármaco, la dosis óptima,
y la duración del tratamiento. Es una opinión generalizada que los ISRS pueden
ser los más indicados, tanto por la ausencia de efectos secundarios como por no
interferir en las dietas (tal y como ocurría con los IMAOs). Se ha constatado tam-
bién, y es de consenso general, que las dosis óptimas en el tratamiento de la buli-
mia son superiores a las utilizadas en la depresión, y similares a las del trastorno
obsesivo-compulsivo. Con respecto a la duración del tratamiento no hay de mo-
mento estudios que recomienden un período de tiempo concreto, aunque el acuer-
do general está en mantener el tratamiento más de seis meses y no plantearse una
reducción de dosis antes del año.
Puede concluirse diciendo que el papel de la farmacoterapia con antidepresi-
vos en el tratamiento de la bulimia nerviosa ocupa un importante lugar, sin em-
bargo no es correcto suponer que la sola utilización de los fármacos pueden resol-
ver el problema: el tratamiento correcto está en la asociación de psicoterapia y
farmacoterapia (Fernández Aranda y Turón, 1998; Turón y Turón, 2012).
En cuanto al tratamiento farmacológico del trastorno por atracón, se ha com-
probado que la desipramina e imipramina reducen la frecuencia y duración de los
atracones, respectivamente, y que la fluoxetina es efectiva en promover la pérdida
223
Alteraciones de la imagen corporal
de peso en obesos con trastorno por atracón. La psicoterapia es eficaz para esta-
blecer un patrón alimentario regular (incluyendo autocontrol, exposición a comi-
das prohibidas, cambio en las creencias erróneas sobre las comidas y entrena-
miento en la prevención de recaídas) (Guisado y Vaz, 2001).
224
Tratamiento: guía para el terapeuta
225
Alteraciones de la imagen corporal
226
Tratamiento: guía para el terapeuta
227
Alteraciones de la imagen corporal
228
Tratamiento: guía para el terapeuta
Cuadro resumen
229
Alteraciones de la imagen corporal
– Durante todo el tratamiento, pero sobre todo en las primeras sesiones es nece-
sario establecer un buen rapport, aumentar la motivación y favorecer la ad-
herencia terapéutica.
– Antes de comenzar propiamente con el tratamiento, se debe explicar el con-
cepto de imagen corporal, los factores que influyen en la misma, el trastorno
que padece, cómo se mantiene o cómo se mantienen determinadas conductas
disfuncionales que lleva a cabo, y en qué consistirá el tratamiento.
– La técnica de reestructuración cognitiva se usa durante todo el tratamiento. Se
trabajarán los pensamientos negativos automáticos surgidos en cada situación
generadora de malestar, creencias intermedias (proposiciones condicionales,
normas y actitudes) y nucleares (creencias globales, duraderas y estables).
– La técnica de resolución de problemas se utiliza para ayudar al paciente a
resolver problemas específicos.
– La técnica de exposición gradual con prevención de respuesta consiste en
animar al paciente a que se exponga poco a poco, de forma prolongada, a las
situaciones generadoras de malestar suprimiendo la respuesta de evitación y
las conductas de seguridad que permiten alejar la respuesta de ansiedad u
otras emociones negativas
– La técnica de exposición ante el espejo consiste en colocar al paciente frente
al espejo y animarle a que describa de forma neutra y objetiva cada parte de
su cuerpo.
– La técnica de exposición ante el espejo por el proceso de disonancia cogniti-
va consiste en exponer al paciente frente al espejo e incitarle a que describa
los aspectos positivos de sus cualidades físicas, emocionales, intelectuales y
sociales.
– La exposición ante el espejo mediante mindfulness radica en colocar al pa-
ciente frente al espejo y pedirle que se centre en cada parte de su cuerpo sin
juzgarla, teniendo en cuenta el momento presente y sin detenerse en exceso en
los aspectos que le disgustan.
– Los tratamientos mediante Realidad Virtual permiten exponer al sujeto a un
entorno virtual tridimensional con el que trabajar de una forma más realista,
segura y ventajosa permitiendo al sujeto la interacción con su entorno.
– La Desensibilización Sistemática consiste en exponer al paciente (en imagi-
nación o en vivo) de forma progresiva a una situación generadora de ansie-
dad. La progresión se establece mediante una jerarquía elaborada entre tera-
peuta y paciente.
– La programación de actividades corporales placenteras pretende movilizar al
paciente y que aprenda a disfrutar de actividades que antes no realizaba, reali-
zaba de forma automática y sin percibir sus beneficios, o realizaba de forma
230
Tratamiento: guía para el terapeuta
231
Alteraciones de la imagen corporal
232
7
Tratamiento:
guía para el paciente
233
Alteraciones de la imagen corporal
situarían las alteraciones de la imagen corporal, que implican, a su vez, una ima-
gen corporal negativa, es decir, una vivencia y representación esencialmente ne-
gativa sobre nuestro aspecto, junto a un malestar significativo y deterioro en al-
gún área del funcionamiento de la persona. En este extremo estarían las
patologías como los trastornos de la conducta alimentaria o el llamado trastorno
dismórfico corporal, por mencionar los más comunes.
Si observamos el continuo, se aprecia que las diferentes categorías de diag-
nóstico clínico no difieren de forma cualitativa. En las alteraciones de la imagen
corporal no se tratan aspectos tan diferentes per se, sino que más bien son dife-
rencias a nivel de intensidad, de su gravedad, de sus repercusiones.
En otras palabras, las alteraciones de la imagen corporal conllevan un deterio-
ro y un malestar significativos, disminuyendo la calidad de vida de la persona y
con una presentación y manifestación prolongada en el tiempo. De esta manera,
preocupaciones y actitudes negativas hacia nuestra apariencia que aparezcan de
forma ocasional y que no interfieran en nuestra vida diaria no se denominarían
alteraciones de la imagen corporal. No se considerarían trastornos, puesto que las
preocupaciones ocasionales son llamativamente usuales y, especialmente, en de-
terminados sucesos vitales como por ejemplo, cuando una mujer en estado se
preocupa por cómo afectará el embarazo y el posterior parto a su cuerpo, o en el
devenir de la pubertad y la adolescencia.
Es importante señalar que las alteraciones de la imagen corporal pueden foca-
lizarse en un aspecto concreto de nuestra apariencia, en determinados aspectos o
funciones corporales o bien, en nuestro cuerpo e imagen de manera global.
De esta manera, si existe una preocupación continua sobre la figura o el peso,
si la mayor parte del tiempo se dedica a actividades encaminadas a buscar o a
reestablecer esa imagen corporal que día y noche invade la mente, si rechaza o se
avergüenza de su imagen, si evita la exposición del cuerpo, o si se está constan-
temente comprobando que todo está como debe de estar y si, a la vez, todo ello va
progresivamente afectando a áreas de su vida como la personal, familiar, social y
académica laboral; entonces ha llegado a la suficiente gravedad para que podamos
hablar de un trastorno o de una alteración de la imagen corporal.
Esto implica cambios importantes en la forma de percibir, pensar, sentir y ac-
tuar en la persona. Estos elementos inciden como un todo, dado que están cons-
tantemente interrelacionados. De esta manera, cuando percibimos que se ha au-
mentado de peso o se observa la cantidad de cabello que se queda en el cepillo
tras peinarse, nos podemos sentir preocupados. Obviamente, dichos aconteci-
mientos contribuyen parcialmente a experimentar malestar, tristeza, o inquietud.
Sin embargo, éstos no son la causa última sobre nuestro estado emocional. Nues-
tros pensamientos, y con ellos, nuestras atribuciones, expectativas, ideas y creen-
234
Tratamiento: guía para el paciente
235
Alteraciones de la imagen corporal
236
Tratamiento: guía para el paciente
delgado, esbelto, con buen pecho, y joven, para la mujer; musculoso, esbelto,
cuerpo en V, y joven, para el hombre. En el caso de las mujeres esclaviza la bús-
queda ansiada y, a la par, inalcanzable, delgadez; y en el caso de los hombres, de
una forma más atenuada pero en progresivo aumento, el logro de un incremento
de su masa muscular. Ejemplos de estos ideales los encontramos en los cuerpos
que aparecen en las revistas, en las películas, en los anuncios publicitarios, y en
los programas televisivos que constantemente irrumpen con la visión de tales
patrones. Patrones idénticos, que se repiten y multiplican. Las diferencias entre
modelos, por ejemplo, cada vez son más difíciles de encontrar, son impercepti-
bles. Si la sociedad apuesta por un único patrón es que, ¿todos los cuerpos pueden
y/o deben de ser iguales?, ¿a qué nos lleva esta pretendida uniformidad?, ¿por qué
abolir lo particular de cada uno, precisamente lo que nos define y distingue a cada
uno de nosotros?
El ideal corporal ha afectado con mayor fuerza al género femenino, y también
durante más tiempo. Sin embargo, las expectativas culturales actuales incluyen
igualmente a los hombres, pero ¿son igual de intensas las exigencias?, ¿se valora
igual el cuerpo masculino que el femenino?, ¿qué implicaciones tiene este cambio
en el ámbito de los hombres?
Las diferencias entre los cuerpos masculinos y femeninos son numerosas, al
igual que son numerosas las diferencias en cuanto a exigencias y trato que se le ha
dado a lo largo de la historia a los cuerpos de los hombres y de las mujeres. Las
mujeres han estado sometidas a un nivel de requerimientos muy superior al de los
hombres: trabajo, capacidad para cuidar (a la prole, a los ancianos, al cónyuge, a
los enfermos), junto con el mantenimiento de su belleza y, al mismo tiempo, se
las marginaba del centro del poder y las decisiones.
Nancy Etcoff (2000) hace referencia a las mayores ventajas evolutivas, y por tan-
to también sociales, de las personas más bellas. Porque generan atracción, se les pres-
ta más atención, y porque parecen simbolizar de algún modo una idea de ser más
perfectos, más sanos y, en consecuencia, mejores para ser seleccionados como pareja
(mejores condiciones de supervivencia para la descendencia). Este planteamiento
supone entonces que la belleza podría ser un componente de la felicidad. De hecho,
parece que las personas consideradas más atractivas presentan menos depresión, pro-
bablemente porque también tienen más ventajas sociales.
De este modo, las mujeres han sido vinculadas estrechamente con sus cuerpos y
el valor de las mujeres dependía de él, dentro de una sociedad sometida a una cultura
dominantemente masculina donde se valora en extremo a las mujeres bellas, y las
mujeres se ven abocadas a dicho propósito. Acerca de esta invención Naomi Wolf
(1991) afirma que “el mito de la belleza se basa en esto: la cualidad llamada belleza
237
Alteraciones de la imagen corporal
238
Tratamiento: guía para el paciente
239
Alteraciones de la imagen corporal
240
Tratamiento: guía para el paciente
trabajar sobre dicho aspecto y, para ello, lo primero que se tiene que hacer es
aplicar nuestros conocimientos a nuestro caso particular, marcándonos los objeti-
vos que queremos alcanzar.
El primer paso es conocer cómo se ha ido formando la imagen corporal a lo
largo de nuestra historia personal. Para ello, podemos coger lápiz y papel para
anotar las variables recogidas en la siguiente lista de factores influyentes que
han influido en nuestro caso particular. No es una lista definitiva, sino de carác-
ter orientativo. Siempre se podrá añadir otras variables aunque no aparezcan
reflejadas.
Una vez confeccionada esta lista se comprenderá cuáles han sido los factores
que han influido en el concepto de imagen corporal y el peso que tiene cada uno
de ellos.
Para abordar las alteraciones de la imagen corporal vamos a intervenir sobre
los pilares fundamentales: aspectos perceptivos, cognitivos, afectivos y conduc-
tuales. De este modo, el siguiente paso es identificar cuáles son las situaciones y
pensamientos desencadenantes del malestar, incluso en una situación concreta,
como ir a la playa, verse en una fotografía, o pensar que aquella persona se está
fijando en aquella parte corporal que más odiamos. Estas situaciones activado-
ras dan lugar a esquemas cognitivos negativos y éstos, a su vez, favorecen una
espiral emocional negativa de sufrimiento. Los esquemas cognitivos negativos
son pensamientos automáticos e involuntarios que aparecen en nuestra mente
sin desearlos, caracterizándose por contener fallos en los procesos de razona-
miento. Son los que vamos a denominar sesgos cognitivos –para más informa-
ción acudir al cuadro 6.3 del apartado Técnicas de reestructuración cognitiva de
Guía para el terapeuta–.
Trabajar los esquemas negativos sobre nuestro autoconcepto, más las exigen-
cias y creencias irracionales que distorsionan la realidad, será uno de los principa-
241
Alteraciones de la imagen corporal
242
Tratamiento: guía para el paciente
La mente es una potente herramienta del ser humano. Sin embargo, en multitud
de ocasiones la solemos utilizar como forma de sufrimiento añadida, pensamos
que necesitamos más de lo que tenemos, que no somos lo suficientemente efica-
ces en nuestro trabajo, o que aquellas personas a las que amamos no están pen-
dientes de nosotros. Extrapolando esto a nuestro tema central, pensamos que de-
beríamos estar más fuertes, que nuestros pechos son demasiados grandes o
pequeños y/o que esa verruga nos estropeará la cita de esta noche. Evidentemente
243
Alteraciones de la imagen corporal
244
Tratamiento: guía para el paciente
No hay una fórmula mágica, de hecho no hay siquiera una única fórmula, lo
importante es que se elaboren aquellas cuestiones que ayuden a replantear los
pensamientos. Al principio resultará difícil e incluso absurdo en apariencia, ya
que se acostumbra a aceptar como real lo que se piensa, sin cuestionarse nada. No
obstante, es importante no perder de vista que el objetivo es modificar unos pen-
samientos negativos que generan malestar emocional y conductual.
El debate es una tarea trabajosa puesto que, el hecho de debatir no significa-
rá que el pensamiento perturbador desaparezca de la faz de la tierra. Incluso
pensamientos sometidos a arduos debates pueden volver a aparecer. Por ello, es
necesario que el cuestionamiento de los pensamientos se convierta en un modo
de proceder. Para facilitar que así sea, se pueden llevar a la práctica técnicas
alternativas, como realizar experimentos conductuales consistentes en crear una
situación con el objetivo de comprobar si se cumplen las predicciones. Por
ejemplo, una mujer recién intervenida de mastectomía piensa que en la cena de
empresa todo el mundo se fijará en sus pechos y notarán la ausencia de uno de
ellos. El experimento, en nuestro ejemplo, consistió en pedirle que fuera a la
cena, comprobar cuántas personas le miran sus pechos, y observar sus reaccio-
nes.
Otro instrumento a utilizar son unas tarjetas que se pueden llevar siempre en-
cima, que ayudan a enfrentarse a los pensamientos negativos y disfuncionales. En
245
Alteraciones de la imagen corporal
246
Tratamiento: guía para el paciente
3. Generación de alternativas
4. Toma de decisiones
5. Verificación.
247
Alteraciones de la imagen corporal
de una manera concreta y operativa. Las opciones que Rubén elaboró son las si-
guientes:
– Ventajas:
– Inconvenientes:
248
Tratamiento: guía para el paciente
según las horas más concurridas del gimnasio, destinando así las asignaturas más
difíciles para las horas más tranquilas, de 4 a 8, y dejando para las dos últimas
horas, de 8 a 10 para aquellas materias donde tiene un mayor dominio.
Es primordial que a medida que se lleve a cabo la opción elegida se valore si
se está resolviendo el problema para el cual fue diseñado este proceso. En el
ejemplo de Rubén, se esperó hasta la resolución de los exámenes.
Si la solución ha sido adecuada, el proceso se ha realizado correctamente. En
caso negativo, tenemos que reevaluar todo el proceso en orden inverso para ver en
qué paso se ha cometido un error.
No obstante, el objetivo general no es resolver un problema concreto, sino la
adquisición de una herramienta para saber afrontar los problemas de una forma
racional y sistemática.
249
Alteraciones de la imagen corporal
rial, así como una disminución de la activación simpática general y del metabo-
lismo basal; también se produce un aumento de leucocitos, mejorando con ello la
inmunidad del organismo, y un aumento de los ritmos cerebrales alfa y theta.
Estos cambios producidos son los opuestos a los que se obtendrían en un estado
de ansiedad.
La mayoría de las personas se encuentran muy pendientes de llevar a cabo ac-
tividades y de la hora que marca el reloj, no parándose a focalizar su atención
sobre el organismo y las reacciones de éste. Las técnicas de relajación ayudarán a
ser conscientes del estado del cuerpo y dónde se produce la tensión o el malestar.
Hay diversas técnicas que ayudan a conseguir el estado de relajación. No obstan-
te, el conocimiento del organismo es el primer paso para eliminar la ansiedad y
otros estados negativos.
Asimismo, antes de realizar una técnica de relajación es conveniente crear
unas condiciones óptimas como: realizarlo en un ambiente tranquilo, con luz te-
nue, y sin demasiados ruidos, llevar ropa cómoda, tener tiempo suficiente para la
realización de la relajación y adoptar una postura que favorezca el desarrollo de la
técnica. También hay personas a las que les ayuda mantener los ojos cerrados. Es
muy importante concentrarse en las sensaciones corporales y no en el modo en
que lo está haciendo.
250
Tratamiento: guía para el paciente
251
Alteraciones de la imagen corporal
– ¿Cómo puedes saber que nunca tendrás pareja? “Todos mis amigos tienen
tuenti y tienen novia. Yo nunca he tenido”
252
Tratamiento: guía para el paciente
– ¿Es necesario tener una red social como tuenti para tener novia? “Todos
tienen tuenti y novia. Así que el tuenti te ayuda a tener novia”
– ¿Qué quieres decir con que te ayuda? “Pues que si les gusta te hablan y te
mandan mensajes privados cuando ven tus fotos. Yo odio las fotos y nun-
ca tendré tuenti”
– ¿Qué pruebas tienes a favor para pensar de esa manera? “A todos mis
amigos les pasa”
– ¿Y en contra?, ¿qué evidencias tendrías? “No sé. Quizás haya algunos de
mis amigos que tampoco tengan fotos y tienen novia como mi amigo Hu-
go”.
– Y ¿por qué sería tan horrible tener esa red social? “Que me vean en las fo-
tos y no me quieran conocer”
– ¿Por qué eso es tan importante? “Porque si no nunca tendré más amigos ni
pareja”
– ¿Qué posibilidades hay de que eso ocurra? “Bueno, una vez probé hacer-
me una cuenta y me agregaron muchas personas en un momento. Luego la
eliminé. Si me vieran más detenidamente no me aceptarían”
– En tu experiencia personal, ¿notas que tus familiares o compañeros de
clase no te aceptan? “No, ellos sí”
– ¿Entonces? “Es verdad, hay personas que pueden aceptarme y otras no”
– ¿Cómo te hace sentir ese pensamiento de que por tu nariz no podrás tener
pareja? “Muy mal”
– Podrías especificar un poco más. “Me hace sentir desgraciado e impoten-
te”
– ¿Te ayuda a alcanzar tus objetivos y metas? “Claro que no. Al contrario,
no puedo hacer como el resto de mis amigos”
– ¿Podrías verlo de otra manera? “A lo mejor si no me aceptan es porque no
vale la pena”
– Ese pensamiento, ¿cómo te hace sentir? “Más aliviado. Si pienso así po-
dría llevar una vida como mis amigos y me daría igual que me vieran en
las fotos”
– ¿Podrías hacer algo para encontrarte mejor? “Sí”.
Otro de los factores claves que modelan el impacto de los mensajes externos
es la autoestima de la persona, la propia valoración emocional que realiza y que,
en muchos casos con alteraciones de la imagen corporal, está magnificado o so-
brevalorado hacia unos de los aspectos: la autoestima corporal. ¿El amor o el
afecto que se tenga hacia uno mismo depende de lo alto o guapo que se sea? En la
persona existen muchos aspectos que quedan relegados a un segundo plano, por
253
Alteraciones de la imagen corporal
Una de las medidas más recurrente cuando una persona se encuentra insatisfecha
con su imagen corporal, es la realización de dietas, y esto sucede debido a que el
componente del peso y volumen corporal son primordiales a la hora de valorar el
atractivo y amor propio, según dicta el ideal corporal.
Alimentarse es una necesidad básica que implica la elección, preparación e
ingestión de alimentos. Es un acto consciente, voluntario y moldeable, y de él
depende que la nutrición que recibe nuestro organismo sea correcta.
La Organización Mundial de Salud recomienda la siguiente distribución de
ingesta energética: hidratos de carbono entre un 55–60%, lípidos entre 30–35% y,
por último, proteínas entre un 10–15% del total de la alimentación. Es habitual
escuchar en multitud de ocasiones la importancia de llevar a cabo una dieta equi-
librada, pero ¿cómo es esta dieta? Pues bien, una dieta equilibrada debe cumplir
varios requisitos: en primer lugar, incluir todos los nutrientes necesarios y en las
cantidades adecuadas y, en segundo lugar, que proporcione un equilibrio entre el
aporte y las necesidades de la persona para alcanzar un estado óptimo de salud
que nos permita funcionar satisfactoriamente en las diversas áreas de la vida. Otra
cuestión relevante es a qué consecuencias se podría llegar a tener de no llevar a
cabo una dieta equilibrada y saludable. La respuesta no es sencilla, puesto que la
alimentación es un factor esencial del estilo de vida de cada persona, y ejerce una
influencia máxima sobre la salud, afectando, con ello, al crecimiento, desarrollo y
funcionalidad del cuerpo, tanto desde un punto de vista físico como intelectual y
mental.
Si la alimentación efectuada es insuficiente, excesiva, o inadecuada, va a pro-
vocar problemas en el organismo. Líneas más arriba se decía que la respuesta no
254
Tratamiento: guía para el paciente
255
Alteraciones de la imagen corporal
Otro de los desarrollos que se han producido en los últimos años es el avance
de la cultura light. Cada vez más alimentos tienen su contrapartida de baja caloría,
son pocos los alimentos que no se han dejado arrastrar por dichas exigencias,
incluso el pan –aparte de la variante integral–, ha ido modificando su forma para
pasar de una forma redondeada a una forma más alargada y esbelta, más acorde
con los nuevos requerimientos.
Este apartado es un recordatorio de nociones muy sencillas que debemos tener
en cuenta para uno de los cuidados de nuestro cuerpo. La alimentación saludable
implica, además de las variables citadas anteriormente, que se conciba como una
acción satisfactoria para la persona. No podemos limitarla al sentido del peso, de
las calorías, del apetito, o de la talla en la ropa, sino que ha de constituir un pla-
cer. Un placer que, si se sabe aprovechar, nos acompañará toda la vida.
Todas las personas nacen con un cuerpo que irá cambiando a lo largo de la vida.
El cuerpo constituirá parte de la individualidad y será un factor clave para la cons-
trucción del autoconcepto. Debemos, por tanto, partir de la noción de que el cuer-
po es permanente cambio, mientras nuestra identidad (y autoconcepto) ha de ha-
cer el equilibrio de mantenerse estable, de integrar esos cambios. Es necesario
tener en cuenta este punto ya que suele ser una de las principales fuentes de preo-
cupaciones en relación con la imagen corporal y la apariencia.
El desarrollo del conocimiento de sí mismo es un proceso de construcción so-
cial donde intervienen diferentes variables, como procesos de maduración cogni-
tiva e interacciones con los demás. En este devenir, la persona juega un papel
activo desde los primeros años de vida. En la multiplicidad de contextos y situa-
ciones sociales, niños y niñas irán elaborando representaciones tanto del mundo
que les rodea como de ellos mismos. Al añadir a su autoconcepto una dimensión
valorativa y enjuiciadora del yo, obtendrán la autoestima. Tanto el autoconcepto
como la autoestima, pueden modificarse a lo largo del ciclo vital. De hecho, du-
rante los años de la adolescencia, habrá una mayor elaboración de tales conceptos.
Es en esta etapa cuando el cuerpo humano sufre uno de los grandes procesos de
cambio, y los cuerpos de niños y niñas, casi indiferenciados hasta ahora, se con-
vertirán en cuerpos adultos, masculinos y femeninos, con grandes diferencias
entre sí. La pubertad se inicia por una serie de mecanismos hormonales que van a
dar lugar a los cambios físicos, tanto en los caracteres sexuales primarios como
secundarios: cambios de voz, crecimiento del vello, ensanchamiento de caderas
en las chicas y de hombros en los chicos, aumento de las mamas, etc. Durante la
256
Tratamiento: guía para el paciente
Otro aspecto que debemos tener presente, como un área especial de la identidad,
se refiere a la identidad sexual. Supone la identificación que realiza un individuo
como perteneciente a uno u otro sexo. Dicho término se encuentra estrechamente
relacionado con el concepto de identidad de género, puesto que se puede conside-
rar éste último como un paso previo para el desarrollo y fortalecimiento de la
identidad sexual.
La imagen corporal está notoriamente influenciada por el género que se po-
see, dado que es uno de los rasgos más identificativos y distintivos de la persona.
Más aún, es la identidad de género y, posteriormente, la identidad sexual que se
construya unos de los ejes principales, que van a desempeñar un papel crucial en
257
Alteraciones de la imagen corporal
258
Tratamiento: guía para el paciente
Al leer este libro se habrá comprendido cómo las alteraciones de la imagen corpo-
ral son el resultado de un proceso largo que, en mayoría de las ocasiones, comien-
zan a una edad muy temprana, producto de múltiples factores que se ha ido enu-
merando y concretando, y sobre los cuales podemos ejercer un control. Dicho
control, se consigue con un tratamiento específico como el que esta guía presenta.
De este modo, si se ha seguido las estrategias que aparecen recogidas en este
manual, se estará cerca o se habrá logrado los objetivos que se marcaron páginas
atrás. Ahora, el objetivo del siguiente paso es aún más ambicioso, se trata de man-
tener los logros adquiridos y prevenir posibles recaídas. Para ello, es imprescindi-
ble que las estrategias aprendidas sigan siendo practicadas.
De ahora en adelante, y gracias al mayor conocimiento que se ha logrado de
uno mismo, se podrá poner en práctica las habilidades en cuanto se detecte algún
pensamiento perturbador o una emoción intensamente negativa. No obstante, se
ha de diferenciar si esos pensamientos o emociones son desagradables o son tan
devastadores, que impiden seguir con la actividad diaria. Dado que el objetivo no
es que dichos pensamientos o sensaciones desaparezcan, sino que se les pueda
hacer frente y no interfieran en las diversas áreas vitales. Si se asume que es
inevitable sentir sensaciones como ansiedad o miedo, al igual que es inevitable no
percibir los constantes retos publicitarios, como tampoco es ineludible observar
los cambios corporales o tener ciertas sensaciones corporales, ¿por qué evitarlos?
No consiste en empeñarse en dejar de sentir y evitar todo aquello que genere un
cierto malestar. Sería imposible conseguirlo, al igual que sería una vía directa
para dar lugar a una recaída.
En relación con la prevención de recaídas, se plantea una serie de ejercicios
que van encaminados a poner a prueba las nuevas estrategias adquiridas. En pri-
mer lugar, se elegirá una situación previamente evitada, siendo importante no
optar por aquella que genere un excesivo malestar, sino por la que produzca un
malestar intermedio. Una vez seleccionada, se expondrá a dicha situación, provo-
cándose los pensamientos y emociones negativas. A continuación, se pondrán en
práctica las habilidades o la combinación de estrategias aprendidas y elegidas
para dicho caso.
Un ejemplo: Sara es una chica de 24 años que mantiene una relación senti-
mental con Guillermo desde hace dos años. Este mes es su aniversario y Guiller-
mo le ha regalado un fin de semana en un hotel con spa. Sara ha sentido un hor-
migueo por todo su cuerpo cuando se ha imaginado paseando por el hotel en
bañador, aún así, decide aceptar la invitación.
259
Alteraciones de la imagen corporal
260
Tratamiento: guía para el paciente
De una en una, fue analizando cómo creía que le afectaría: qué pensamien-
tos acudirían a su mente, qué sensaciones tendría, qué haría o qué dejaría de
hacer. Y seleccionó las técnicas que pondría en funcionamiento para cada situa-
ción, además de cómo lo haría y el orden en que lo realizaría. Por último, deci-
dió que tras el fin de semana, se recompensaría con acudir a aquel concierto que
tanto le gustaba.
Si se presta atención al ejemplo de Sara, se observa cómo ha puesto en prácti-
ca las estrategias de afrontamiento en una situación previamente evitada, por lo
que está fortaleciendo esas habilidades, está realizando un “sobreaprendizaje”.
Del mismo modo, ha llevado a cabo técnicas tanto cognitivas como conductuales
a través de la exposición en imaginación. Y, simultáneamente, ha elaborado una
lista de potenciales dificultades, que con cierto grado de credibilidad, podían su-
ceder, es decir, planifica y prevé posibles recaídas. Por último, y no menos impor-
tante, se ha autorreforzado por el esfuerzo efectuado.
Como en el ejemplo expuesto, es recomendable realizar un listado de posibles
dificultades que, en un futuro próximo, puedan aparecer. A continuación, y en la
misma línea que en el ejemplo, se anotará cómo puede afectar: a nivel de pensa-
mientos, las emociones generadas y las conductas que se llevarían a cabo. Poste-
riormente, se creará un plan de actuación que incluya: qué estrategias se utiliza-
rían, cómo se pondrían en marcha, y en qué orden. Así, aumentará la sensación de
control al observar cómo se puede ejecutar un plan de forma eficaz.
Otra cuestión para fortalecer los logros adquiridos, es confeccionar una espe-
cie de resumen acerca de la experiencia con respecto al trastorno de la imagen
corporal. La elaboración es libre, e incluso, se puede utilizar material técnico, así
como esquemas, dibujos, metáforas, diagramas, etc. El enfoque no debe centrarse
sólo en los aspectos negativos de la experiencia, sino también las habilidades que
se han adquirido, cuáles resultan especialmente útiles y qué se podría hacer para
prevenir una futura recaída. De esta manera, se tendrá con un trabajo personaliza-
do que, quizás, sea de utilidad en un futuro.
Por último, siempre es fundamental buscar el apoyo familiar y social. Y si, a
pesar de todo, esta ayuda no es suficiente, es aconsejable acudir a un psicólogo
especialista para resolver los problemas de la imagen corporal.
261
Clave de respuestas
Capítulo 1:
A) B) C) ● D) E)
Capítulo 2:
A) ● B) C) D) E)
Capítulo 3:
A) B) C) D) ● E)
Capítulo 4:
A) B) ● C) D) E)
Capítulo 5:
A) B) C) D) E) ●
Capítulo 6:
A) B) C) D) ● E)
Capítulo 7:
A) ● B) C) D) E)
Capítulo 8:
A) B) C) D) E) ●
263
Alteraciones de la imagen corporal
Capítulo 9:
A) B) C) ● D) E)
Capítulo 10:
A) B) C) ● D) E)
Capítulo 11:
A) B) ● C) D) E)
Capítulo 12:
A) ● B) C) D) E)
Capítulo 13:
A) B) C) D) ● E)
Capítulo 14:
A) B) ● C) D) E)
Capítulo 15:
A) B) C) ● D) E)
Capítulo 16:
A) B) C) D) E) ●
Capítulo 17:
A) ● B) C) D) E)
Capítulo 18:
A) B) ● C) D) E)
Capítulo 19:
A) B) C) D) ● E)
Capítulo 20:
A) B) C) ● D) E)
264
Bibliografía
Cash, T. F., & Smolak, L. (Eds.). (2011). Body Image: A Handbook of Science, Practice,
and Prevention (2nd edition). New York: Guilford Press.
Grogan, S. (2008). Body image. Understanding body dissatisfaction in men, women and
children. Londres: Routledge.
Pera, C. (2006). Pensar sobre el cuerpo. Ensayo sobre la corporeidad humana. Madrid:
Triacastela.
Phillips, K. (2009). Understanding body dysmorphic disorder an essential guide. Oxford
University Press.
Thompson, J.K. y Cafri, G. (2007). The Muscular Ideal. Psychological, Social, and Med-
ical Perspectives. Washington, DC: American Psychological Association
Thompson, J.K., Heinberg, L.J., Altabe, M.N. y Tantleff-Dunn, S. (2004). Exacting Beau-
ty: Theory, Assessment, and Treatment of Body Image Disturbance. APA.
Veale, D. y Neziroglu, F. (2010). Body Dysmorphic Disorder: a treatment manual. Wiley:
Chichester.
265
Nota bibliográfica
267