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El ruido de las olas

A la gente se le hacía raro verme sin Rita - Se fue de vacaciones. Era mi primera respuesta
cuando alguien preguntaba por ella era mentira en realidad estaba huyendo. No había necesidad
de una excusa y para los que la conocían no era nada extraño, pero odiaba dar explicaciones
más a gente que no le interesaban para los que cualquier respuesta en buena para satisfacer su
curiosidad. Se llevó solo una maleta hecha a la carrera aprovechando el impulso y la
determinación de no tener dudas, se fue con premura para que los remordimientos le llegaran
cuando estuviera lo suficientemente lejos para que valiera más seguir adelante que retroceder.
Lo dejo todo, pero nada por lo que pudiera reparar en su ausencia inmediata, ni los vecinos, ni
el gato, ni las visitas que nunca faltaban, solo yo al que dejaba sentado en una sala de espera
de un laboratorio del centro, con un ramo de flores que había comprado pensando que sería un
buen detalle fuese cual fuese el resultado de los análisis que se hizo un par de días antes.
Dos escenarios. Yo: Sentado revisando mi celular, tentando a hojear una revista Vanidades con
los Horóscopos 2018 en la portada. Rita: Comprando un boleto de camión Clase Europea solo
de ida, más cerca del sol, de las palmeras, cerca de encontrarse consigo misma como siempre
volvía al mar buscando respuestas.
Por todos lados aún quedaban partes suyas en la casa, por eso tarde en advertir que se había
ido, entre a la casa pretendiendo ignorar lo que estaba pasando ante mis ojos, pero no pude
seguir postergando lo que con las evidencias era inútil negar. Mi primer instinto fue llamarla
en voz alta, algo estúpido tomando en cuenta el reducido tamaño de la casa, llegar a esas horas
de la mañana y no encontrarte en tu lugar cerca de la ventana, buscando calor en esa casa
siempre tan helada, haciendo nada con un libro cerrado sobre las piernas, oyendo música debió
ser la primera señal. Fue el imán para refrigerador con el número del taxi sobre la mesa lo que
me hizo ver todo más claro, faltaba parte de tu ropa y más de la mitad de nuestros ahorros en
la lata de galletas que estaba en el baño. No contesto mis llamadas, mucho menos mis mensajes
en todo la mañana y parte de la tarde tenía el celular apagado me mandaba directo a buzón.
Tuve la intención de llamar a sus papas, preguntarle a su hermana, pero nunca me ha gustado
alarmar a las personas, mucho menos dar explicaciones. Ellos no podrían saber más que yo y
hubieran pensando lo peor, seria armado un lio más grande. Fuera de mí, después de poner la
casa de cabeza, buscando cualquier rastro, alguna pista de tu paradero, encontré el celular
apagado dentro del congelador y un papel húmedo con un recado escondido entre las macetas
del jardín con tu letra y un mensaje confuso mi primera reacción lleno de ira fue mandar todo
a la chingada, si tu habías decidido irte, porque habría de quedarme, caminaba por toda la casa
derramando esa verborrea pensando lo peor de ti, maldiciendo a medio mundo pero algo en mi
necesitaba respuestas y sobre todo saber que estabas bien. El sobre con los resultados del
laboratorio me dio el pretexto perfecto para ir por ella. Para cerrar el ciclo, para que no quedara
ningún pendiente entre nosotros si es que había decidido terminar para siempre.
Queriendo dar contigo sin saber por dónde empezar tuve una corazonada, al tiempo había
aprendido que contigo todo era una cuestión de fe. Estuvimos en esa playa la última vez un año
antes con mis papas, fue mala idea huir a ese mismo lugar, a ese mar donde haciendo muertitos
competíamos a ver quién flotaba más tiempo boca arriba, el agua es su elemento yo lo sabía
por eso fue tonto que regresaras ahí si lo que pensabas era que nadie pudiera encontrarte y es
que ambos conocíamos esa playa perfectamente el malecón, el restaurante de mariscos donde
hicimos el pacto de volver cuando las cosas no anduvieran bien entre nosotros, que no
importaba si teníamos que volver a empezar mil veces esa playa era el lugar ideal para hacerlo
; al parecer dentro del trato nunca quedamos en regresar juntos, tu decidiste tomar la iniciativa
o es que quizá para mí las cosas no iban tan mal y claro está que Rita sabía algo que yo no.
Dudé en ir a alcanzarla, era un volado, además no tenía mucho dinero era temporada alta, había
chingo de gente en la terminal además tendría que ausentarme del trabajo y de la escuela y dar
explicaciones a todo mundo no podía con eso. Pensando que seguramente ya habías encontrado
compañía sin poder abandonarla ese instinto de no dejarla a tu suerte, me decidí. Mientras iba
camino a buscar a Rita caí en cuenta de que talvez existía una estrecha relación entre el
contenido del sobre y su desaparición.
Era de noche cuando llegue, el ambiente era de fiesta como me imaginaba, gente por todos
lados, música, los gritos masoquistas de los que se suben a los juegos mecánicos de la feria del
malecón, torpemente intento hallar a Rita entre la multitud, pero sabía que encontrarla no sería
nada fácil, estaba a punto de comenzar el recorrido de carros alegóricos del carnaval del puerto
lo que dificultaba más mi búsqueda, lo que si halle fue un par de caras conocidas amigos en
común de Rita y míos a todos les extrañaba verme sin ella sin embargo nadie la había visto,
anduve sin rumbo un buen rato tentando al azar a reunirnos de nuevo, hasta que reconocí lo
poco sensato de todo, de la falta de estrategia para dar con ella incluso del viaje, mi corazonada
pudo haber fallado y ella nunca volvió a la playa parecía que todo había sido en vano a pesar
de eso no quise desistir Rita tenía que estar ahí algo en la forma en que la brisa me golpeaba
la cara me daba certezas, fue así como llegue al restaurante de mariscos, la dueña me reconoció
en seguida desde chico más de una vez al año mi familia llegábamos a esa playa y comíamos
ahí, para mi fortuna también recordaba a Rita, la vio, estuvo ahí, me dijo que la noto rara,
desencajada como si huyera de algo –de mí, pensé- solo se había tomado un cerveza luego se
fue para la playa dejando olvidada la bolsa con sus cosas.
No tuve que caminar muchos metros en la arena para encontrar a Rita sola, abandonada a su
suerte, frente a un fuego escaso a punto de apagarse, reflejado en las botellas vacías de cerveza
a su alrededor, tenía los pies enterrados en la arena, con una cancioncita en los labios con las
rodillas pegada a la barbilla y el ruido de las olas rompiendo en la playa, chocando contra el
caparazón que habías construido sobre ti para aislarte del mundo.
 Rita – Le hablo, tocando sus manos mientras inclino la cabeza buscando entrar en su
campo de visión, interrumpir esa mirada fija, anclada en algún punto que no estaba en
la playa sino dentro de tus pensamientos, esta empapada, temblando, un hombre mayor
se acerca me toca el hombro y me dice.
 ¿Vienes con ella?
 Si ¿por que?
 Ha estado a punto de ahogarse, es muy peligroso nadar de noche, la hemos sacado pero
se ha puesto violenta.
 Gracias...- No pude decir más incrédulo ante lo que Rita intento hacer.
Pero Rita no respondía, me preocupe demasiado más que antes de ir por ella, le acomode el
cabello detrás de la oreja sin dejar de insistir, ella insiste en no responder y una desesperación
comienza a subirme desde los pies como un andar de innumerables hormigas, le tomo de los
hombros, beso su frente, y suplico que de alguna respuesta, una señal de que sigue dentro de
esta realidad, y lo hace con un movimiento brusco de sus brazos con el que aparta los míos,
esta furiosa, me empuja, caigo sentado en la arena y ahora está sobre mí su mirada y su
respiración agitada.
 ¿A qué viniste? - me dijo con una voz que parecía salir de los más hondo de sus tripas.
- ¿Como chingados supiste que estaba aquí?, ¿Quién te pidió que vengas?.
La voz le iba subiendo por la garganta y después vino el llanto, la frustración. Solo pude
responder mostrándole el sobre del laboratorio.
 Llego hasta aquí, lo trajiste hasta aquí...estoy embarazada ya lo sé, no hacía falta que
vinieras a darme la noticia. -
 Nunca abrí el sobre ¿así que... por eso huiste? ¿Por eso casi te ahogas? Estoy asustada
¿Que voy a hacer? No pienso renunciar a mí, a mi vida, a mi futuro, a lo nuestro.
 ¿Entonces...?
 Ya no voy a ser libre y eso me dio mucho miedo.
Siempre he sido malo con las palabras con situaciones complicadas, en ese momento no supe
como consolar a Rita yo también tenía miedo, pero estábamos juntos otra vez. Conseguimos
un lugar para pasar la noche, talvez a la mañana veríamos todo de otro modo, talvez nada sería
igual.
Rita ha decidido tener el niño, la vida en la casa ha cambiado por completo, sé que volverá a
irse, desaparecer de cuando en cuando irremediablemente, pero ya no me preocupa es parte de
su naturaleza, aunque ahora hay una extensión de ella que le ata a tierra firme. Que la hace no
alejarse demasiado de la orilla.

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