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2) ¿En qué consistía el método Morelliano y qué papel juegan los rasgos en él?
Este método permitía atribuir cuadros a sus verdaderos autores distinguiendo los originales de
las copias, algo difícil sabiendo que no tenían firma o estaban mal conservadas. Para esto,
Morelli (su método) proponía que no hay que basarse en las características más evidentes de
los cuadros y, por lo tanto, más fácilmente imitables, como la sonrisa de la Mona Lisa, por
ejemplo. Sino que se deben examinar los detalles menos trascendentes (rasgos pictóricos) y
menos influidos por la escuela a la que pertenecía el pintor: lóbulos de las orejas, uñas, forma
de los dedos de manos y pies; rasgos que se hallaban presentes en los originales pero no en las
copias, detalles en donde el autor dejaba surgir su “esencia”, aquellas “peculiaridades
aparentemente insignificantes” que el copista no se percata de imitar. Por lo tanto, los rasgos
juegan un papel protagónico en este método, ya que examinarlos le permitió a Morelli realizar
atribuciones sensacionales.
Sin embargo este método fue muy criticado y cayó en descrédito. De hecho todo el saber indicial
fue dejado de lado en pos de las ciencias duras, que se basaron en la experimentación, medición,
cuantificación y reiteración, dejándose de lado la aleatoriedad de lo individual. En este sentido,
las ciencias humanas han caído varias veces en el mismo descrédito, por estar basadas en la
interpretación subjetiva y no en hechos directamente observables y cuantificables.
En el texto se da el ejemplo de una mujer que recibe una oreja cortada, la cual Sherlock examina
y determina que esa oreja pertenece a un pariente de la mujer, ya que coincidían en su
anatomía.
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solemos preparar cuidadosamente. Por eso, en “El Miguel Angel” (1914) Freud escribe que cree
que el método de Morelli se halla estrechamente emparentado con la técnica del psicoanálisis
médico: también es capaz de penetrar cosas secretas y ocultas a base de elementos
inadvertidos.
Por ejemplo, hay que pensar en un virus, como el de la Gripe, éste no puede observarse a simple
vista, sino que sólo pueden vincularse los síntomas del paciente, como estornudos, mucosidad,
fiebre, etc. para diagnosticar que efectivamente se trata de Gripe.
El hombre cazador se dedicó durante milenios a perseguir a sus presas, lo que le permitió
aprender a reconstruir las formas y movimientos de piezas de casa (animales) no visibles, por
medio de huellas en el barro, ramas quebradas, estiércol, mechones de pelo, plumas, olores,
etc. Contaba con un agudo olfato, aprendió a registrar, interpretar y clasificar rastros
infinitesimales, efectuando complejas operaciones mentales con rapidez. Generaciones y
generaciones de cazadores se fueron enriqueciendo a través de la “experiencia” y trasmitiendo
todo ese patrimonio cognoscitivo a través de la “oralidad”.
Hay que entender que cuando los hechos pasan a través de personas, necesariamente se
subjetivan, se tamiza la información de diversas formas y hasta se carga de emociones; y nuestra
tarea desde la prensa y comunicación es utilizar el saber indicial, convirtiéndonos en
“conocedores” de los medios y nuestras cuentas, para saber cómo dirigirnos a ellos, cómo
interpretar sus mensajes, y cómo relacionarnos. En la prensa y comunicación institucional hay
que saber interpretar así como lo hacían los hombres cazadores.
Pero lo indicial es diversificado porque también depende de un contexto que está inserto en una
cultural. Entonces, si bien las clases sociales estaban unidas por un sutil parentesco se trata de
conocimientos cuyas reglas no están formalizadas, por lo que nadie aprende “el oficio” con un
reglamento, sino que dependerá de los sentidos de cada sujeto, los cuales son imponderables.
Y hay que entender que cuando los hechos pasan por una persona necesariamente se
subjetivan, se tamiza la información de diversas formas y hasta se carga de emociones. Si este
saber depende de la vida cotidiana, esta cotidianeidad es distinta en cada cultura, generación y
persona; por lo que esta subjetividad se potencia al analizar índices en lo cultural.
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Por ejemplo, la cultura de la generación de mis abuelos analiza de distintas formas los índices
mediante los cuales concluyen que va a llover: mediante el dolor de sus articulaciones o heridas;
mientras que eso no me sucede a mí o a muchas personas jóvenes. Mientras que en culturas
antiguas analizaban, por ejemplo, el viento para saber si iba a llover. O yo puedo interpretar que
el saludo con un beso es confianza, mientras que para alguien de Singapur podría ser un índice
de irrespetuosidad y algo desubicado. Del mismo modo, personas que acostumbran a estar
rodeadas de caballos pueden percibir cuando estos están defectuosos sea por la forma del
corvejón o por otros índices, mientras que yo no podría interpretarlo porque no tengo la
experiencia de estar con caballos. Todo esto no se aprende mediante tratados de meteorología,
veterinaria, etc. sino que depende de nuestros sentidos, nuestra interpretación y nuestra
subjetividad.