You are on page 1of 16

Los ricos lloran por la descomunal estafa de Madoff

Varios autores | Varios diarios. | 22 diciembre del 2008

Todas las grandes crisis tienen sus héroes/víctimas y sus villanos/verdugos. Por regla
general, los primeros suelen representar el drama del hombre común castigado por las
fuerzas de la recesión. En este momento, la mayor debacle económica del último medio
siglo aún no tiene su novela ni su película pero ya cuenta con un malvado oficial, Mr. Madoff.
La codicia de la mano de la estafa ha generado pérdidas por valor de unos 50.000 millones
de dólares a inversores de muy altos niveles de renta. En mucha gente, este asunto ha
generado una reacción esquizofrénica, la indignación ante el fraude, acompañada de una
oculta satisfacción ante la naturaleza de los estafados, los ricos.

Los judíos, las víctimas favoritas de Madoff


Por Alexander Cockburn
CounterPunch. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Llama a cualquier amigo judío estos días y a menudo no estará a más de uno o dos grados
de separación de alguien devastado en lo financiero por Bernie Madoff. Un acaudalado
amigo judío en Nueva York dice voluntariamente que por una cierta complicada disputa
familiar su dinero no había sido colocado en Investment Securities LLC de Bernard L.
Madoff. Por otra parte, su tío despertó una mañana después del arresto de Madoff para
descubrir que los 40 millones de dólares que había confiado a Bernie habían desaparecido
para siempre, junto con el multimillonario fondo de pensión de sus trabajadores, que también
había confiado a Madoff.
No sólo herederas arruinadas en el Country Club de Palm Beach se ven ahora ante la
perspectiva de dividir el contenido del tarrito de Whiskas en dos porciones iguales para la
dueña y el gato, también académicos en campus de las universidades emblemáticas,
doctores en Santa Monica, ricos de Boston a San Francisco al West Side de Los Ángeles,
ven ahora que sus ahorros para la jubilación o sus fundaciones benéficas se evaporaron de
un día al otro.
En términos de impacto financiero y psicológico, el atraco de 50.000 millones de dólares de
Bernard Maddow ciertamente se destaca como una importante limpieza étnica aquí en
EE.UU., un inmenso evento traumático para judíos estadounidenses. Evidentemente,
Madoff tenía clientes de todos los credos y nacionalidades, pero se especializaba en ir a la
pesca de dinero judío. Pregunté a una señora judía que conozco aquí en California si alguien
en su círculo de conocidos había sufrido pérdidas. Me miró trémula, agitando la cabeza, al
borde de las lágrimas. Aunque nadie estaba al alcance del oído, murmuró: "Me decían todo
el tiempo que colocara mi dinero con Madoff. En aquel entonces el umbral para invertir eran
250.000 dólares. Me fui por la tangente. Algunos de mis amigos no lo hicieron. Lo perdieron
todo. Es la noche de los cristales rotos número dos." Su miedo y su horror apenas habrían
disminuido si hubiera escuchado lo que me dijo un poco antes una persona perfectamente
agradable, a propósito del affaire Madoff: "Ahora los ricos sabrán cómo se siente uno."
"‘Es una bomba atómica en el mundo de la filantropía judía,’ dijo Mark Charendoff, presidente
de la Red de Patrocinadores Judíos, a Anthony Weiss y Gabrielle Birkner del periódico The
Forward. ‘Va a haber consecuencias de esto durante años.’ El colapso de la firma de
inversiones de Bernard Madoff ha abierto un agujero negro en el centro de los círculos de
judíos acaudalados que socializan y hacen negocios entre ellos, y quienes, año tras año,
apoyan causas judías…"
Entre los que al parecer han sido afectados seriamente e incluso de un modo financiero
fatal: Yeshiva University en Nueva York; el senador Frank Lautenberg, el propietario de los
New York Mets, Fred Wilpon, el magnate de los bienes raíces y los medios Mortimer
Zuckerman ("afectado significativamente"), el presidente de GMAC Financial Services, J.
Ezra Merkin, (quien dirigía un hedge fund, Ascot Partners, que reinvirtió numerosos fondos
de obras benéficas con Madoff), la Fundación Elie Wiesel por la Humanidad, la Fundación
Wunderkinder de Steven Spielberg, Jeff Katzenberg, la Robert I. Lappin Charitable
Foundation basada en Boston (que ha cerrado sus puertas), la familia de Eliot Spitzer, la
Chais Family Foundation, la
Carl and Ruth Shapiro Foundation, Hadassah (la Organización Sionista de Mujeres de
EE.UU.), el Fondo Unido de Donación Judío de la Federación Judía de Greater Washington
, el Fondo Común de Inversiones de 238 millones de dólares de la Fundación Comunitaria
Judía de Los Ángeles, el Congreso Judío Estadounidense, el Instituto Technion-Israel de
Tecnología.
Es un salvaje golpe al cuerpo para el mercado comercial inmobiliario en Nueva York.
Christine Haughney cita en el New York Times del viernes a Robert J. Ivanhoe, un abogado
que representa a 10 urbanizadores e inversionistas que perdieron entre 5 millones y 50
millones de dólares cada uno: "El nivel de devastación, tanto financiera como en el ámbito
humano, es sorprendente." Haughney cita a un psicoterapeuta de Manhattan que asesora a
líderes del campo inmobiliario y banqueros: "La mayoría de los pacientes que ha visto esta
semana tienen amigos y parientes cercanos que perdieron dinero con el señor Madoff. Las
víctimas incluyen a ejecutivos en la correduría comercial global CB Richard Ellis, el más
destacado, Stephen Siegel, un importante propietario del Bronx quien es presidente de
operaciones mundiales en la correduría."
Un inmenso problema es que muchos urbanizadores utilizaban sus inversiones con Madoff
como colateral para proyectos y ahora los bancos les dicen: "Queremos ver el dinero." Los
bienes raíces residenciales también serán afectados ya que la gente se retira de las compras
porque ha perdido su dinero, o abandonan cooperativas porque ya no pueden solventar los
gastos anuales y los pagos de las hipotecas.
Pam Martens, colaboradora de CounterPunch y ex agente de bolsa en Wall Street, me
señala que: "Sí, al principio Madoff y su hermano, Peter, se dedicaban a los country clubs
judíos y obtenían referencias de referencias. Pero al meterse en líos con los reembolsos y
necesitar fuentes cada vez más grandes de dinero nuevo, se orientó hacia fondos de fondos
(hedge funds que reúnen dinero y luego lo reparten a varios gestores de dinero de hedge
funds.) Eso significó que Madoff no sabía realmente quienes eran los inversionistas
individuales finales. También significa que muchas de esas personas no saben todavía que
son víctimas porque su fondo de fondos nunca les dijo que su dinero fue a Madoff. (No
permitía que su nombre fuera mencionado por el fondo de fondos; obviamente para que la
SEC no pudiera averiguar cuánto dinero recibía realmente.) De modo que hay que esperar
que en las próximas semanas se anuncien más nombres importantes que han sido víctimas
suyas."
"La gente está horrorizada. Temen ser puestos en evidencia. No saben cómo continuar,"
dijo un psicólogo del área de Boston, citado en una interesante historia por Svea Herbst de
Reuters: "Muchos inversionistas estafados se quedaron con un sentido de haber sido
traicionados de un modo tan brutal que causará severas cicatrices psicológicas, dijo el doctor
James Grubman, psicólogo que asesora a familias acaudaladas en el área de Boston que
enfrentan los problemas emocionales de tener dinero. "Dio a sus inversores un montón de
intangibles. Permitía que la gente sintiera que formaba parte de un club exclusivo, parte de
la "gente iniciada" y que en última instancia pensaba que valía la pena invertir a través de
su persona."
¿Cómo logró Madoff, a pesar de sospechas generalizadas durante muchos años, seguir
atrayendo a tantos inversionistas, gente inteligente como Steven Spielberg, bien equipada
de expertos procesadores de números? Los inocentones más ingenuos de todos son los
que se jactan de ser cómplices privilegiados en una conspiración lucrativa, con escaso
riesgo para ellos mismos. Parte del genio de Madoff como estafador fue que rechazaba a
muchos. Como mi padre, Claud, solía bromear conmigo: "Alexander, la gente habla de que
‘cae en las garras de los prestamistas.’ Yo tuve que obligarlos a dejarme entrar." Madoff
rechazaba candidatos a menos que pudieran depositar millones y eso, claro está, aumentó
tremendamente el afán de los bobos por participar en algo bueno, por sumarse al club
exclusivo.
Desde luego, muchos de ellos pensaban que el famoso modelo de Madoff era dudoso.
Después de todo, ¿cómo podía desafiar las leyes de la gravedad financiera, año tras año,
produciendo un rendimiento interminable (para los afortunados) de 10 a 12 por ciento por
año sobre el capital invertido? Pero la idea venía acompañada por un guiño conocedor, de
que Bernie obtenía esos inmensos rendimientos, porque estaba en la onda, porque estaba
al tanto, porque utilizaba información privilegiada. Como me dijo muchas veces mi padre,
mucha gente tiene un poco de latrocinio en su flujo sanguíneo, y de eso viven los
estafadores, como lo describiera imperecederamente Gogol en "Almas Muertas."
Pam Martens, de CounterPunch, quien escribirá sobre el affaire en esta página en unos
pocos días, se ocupó de Madoff en 1991, como lo describió Sudan Antilla en una columna
en Bloomberg. Martens "se estaba haciendo cargo de la gestión de la cartera de bonos
municipales de un cliente, pero se alarmó cuando supo cómo el sujeto había invertido el
resto de sus posesiones.
"Me dijo que el grueso de su dinero estaba con Bernie Madoff y que Madoff garantiza un
13% de rendimiento por año. Le dije: ‘Ante todo, eso es imposible, y segundo: es ilegal.’"
Martens obtuvo copias de las declaraciones de correduría del hombre y llamó a Madoff.
"Dijo: ‘Estoy estudiando las declaraciones del señor X, y es obvio que usted no está haciendo
nada que haya generado un 13% por año.’ Él dijo: "Es la primera vez que alguien se haya
atrevido a cuestionar lo que hago.’"
En los años siguientes, hubo algunos que lo cuestionaron. Algunos insistieron con sus
sospechas ante organismos como la SEC, declarando enfáticamente su punto de vista de
que Madoff estaba manejando un timo de Ponzi. Madoff se las arregló fácilmente frente a
las acusaciones por una serie de razones. Primero, se presentaba a sí mismo como
regulador y como autoridad protectora de la diligencia debida. Los de la SEC pensaron que
era uno de ellos. Luego, de nuevo, tenía conexiones sociales y financieras muy resistentes
y protección política muy resistente. Es algo que debería ser investigado con mucha más
profundidad. Madoff invirtió dinero en el fondo para la Campaña Senatorial Demócrata
(100.00 dólares entre 2005 y 2008) e hizo grandes contribuciones a demócratas importantes
en los Comités de Finanzas, como el representante Henry Waxman y el senador Charles
Schumer. Waxman y Schumer se han apresurado a anunciar que donarán ese dinero a
obras benéficas. (¿Quién sabe? Tal vez las donaciones han ido al próximo timo Ponzi en la
cadena alimentaria para que vuelva a sus manos como pagos por protección.)
La carnicería continuará durante años. Como señala Dean Rotbart en The Jewish Journal:
"Una falange de abogados de demandantes anda amenazando ahora mismo en nombre de
sus clientes con que es seguro que lancen un ataque legal contra obras benéficas,
universidades y otras sin fines de lucro en un esfuerzo por obligarlas a desembuchar
donaciones pasadas cuyos orígenes puedan ser vinculados con el timo de Madoff.
"Al menos, grandes cantidades de individuos e instituciones que se consideran actualmente
como víctimas del escándalo Madoff deberían prepararse para futuras acciones legales que
afirmarán que su riqueza restante no es en nada de su propiedad – que, más bien, es la
propiedad recuperable de otros demandantes que fueron defraudados por Madoff.
Es casi seguro que para mantener sus bibliotecas, laboratorios, programas de becase,
servicios hospitalarios, programas de comidas y cosas semejantes, universidades y otros
sin fines de lucro que siguen operando después del escándalo Madoff van a tener que
contratar a firmas de abogados para combatir esfuerzos por despojar a esas organizaciones
sin fines de lucro de donaciones pasadas relacionadas con Madoff – sea directamente de
Madoff o indirectamente de inversionistas de Madoff."
Tal vez no sea así: Ya que una buena parte de dinero derivado de Madoff se fue a Israel, es
posible que el Congreso apruebe legislación para limitar la responsabilidad de
organizaciones sin fines de lucro beneficiadas por Madoff, y que el presidente Obama, cuyas
contribuciones a la campaña seguramente también incluyeron dinero de Madoff, se mostrará
perfectamente dispuesto a firmar donde corresponda.
En un cuadro más amplio, ¿cuál es la diferencia exacta entre la operación de Madoff y las
de los bancos recompensados por sus tenebrosas locuras con un rescate de 700 millones
de dólares? Igual que Madoff, los bancos tuvieron que terminar por admitir que todas sus
declaraciones financieras públicas fueron falsas, que los supuestos activos carecían de
valor.
La premisa operativa de un timo Ponzi es que la marea siempre vaya en aumento, que los
antiguos inversionistas puedan ser pagados con las inyecciones de dinero de los nuevos
reclutas. Durante los últimos veinte años toda la economía estadounidense se ha convertido
– para citar el sucinto resumen de su negocio de Bernie para sus hijos – en "un gigantesco
timo Ponzi."
El Tío Sam es el mayor operador Ponzi de todos los tiempos, con los poderes mágicos
agregados denegados a Madoff (a menos que la falsificación se cuente entre sus talentos)
de imprimir todo el dinero que quiera. Nuestro consejo de la semana: Comprad acciones de
fabricantes de carretillas de mano. Compradlas ahora mismo, mientras el precio sea bueno.
Pronto los estadounidenses necesitarán carretillas para llevar su dinero cuando vayan de
compras. Una industria totalmente nueva de carretillas podría formar parte del plan de
recuperación de Obama. Carretillas plegables para que las marujas las pongan en la parte
trasera del Volvo. Carretillas a tracción eléctrica. Carretillas híbridas de GM. Carretillas
chapadas con oro del sector de la defensa.
No fue una operación de un solo hombre, manejada después del trabajo por Madoff con un
libro mayor secreto. Ninguna persona sola puede manejar un negocio de 50.000 millones de
dólares, aunque tenga libros falsificados. Fue un negocio familiar. Cada década tiene sus
estafas emblemáticas que capturan el espíritu de los tiempos, y las recordamos con cariño
– desde el homenaje a Howard Hughes de Clifford Irving, los Diarios de Hitler, Keating.
Madoff llegó ahora al panteón. Por formidables que sean los obstáculos legales, espero que
Spielberg, uno de los estafados por Madoff, llegue a hacer una película sobre su persona.
The Jewish Journal ya ha sugerido un título: "La lista de Swindler" (Swindler = embaucador,
estafador. Juego de palabras con "La lista de Schindler," película de Spielberg. N. del T.]

Este tipo estafó al universo


Por Francisco Peregil, diario El País, España.
Hace diez días el agente del FBI Theodore Cacioppi llamó a un apartamento de Manhattan.
Sabía que la persona que estaba al otro lado de la puerta no sólo era el hombre que
modernizó la Bolsa de Nueva York y consiguió que los intermediarios cambiaran el teléfono
por el ordenador, con lo que las operaciones empezaron a cerrarse en segundos en vez de
minutos y se podía ganar más dinero en menos tiempo.
No sólo había sido el presidente del Nasdaq, el mercado electrónico de acciones de EE UU.
Ahora era el director de una empresa que se dedicaba a la intermediación bursátil y de otra,
Bernard Madoff Investment Securities, que asesoraba a grandes inversores particulares y a
gestoras de fondos. Su empresa ostentaba el récord de haber pagado beneficios superiores
al 8% anual durante 72 meses consecutivos.
Bernard Madoff era, a sus 70 años, un sabio de Wall Street. Pero además, era un buen
donante de las campañas electorales del Partido Demócrata y un generoso filántropo. Junto
a su esposa, Ruth, dirigía la Fundación Madoff, que el año pasado donó 19 millones de
dólares al grupo voluntario Kav Lachayim para que trabajase en escuelas y hospitales de
Israel.
Él agente sabía todo eso y Bernard Madoff sabía a qué venía Cacioppi. Según consta en la
denuncia por fraude masivo presentada por el investigador del FBI, una vez que el magnate
les invitó a pasar a su casa el agente le advirtió:
-Estamos aquí para averiguar si hay una explicación inocente.
Y Madoff le contestó:
-No hay ninguna explicación inocente.
Madoff había empezado a juntar sus primeros ahorros como socorrista en las playas
neoyorquinas de Long Island mientras estudiaba Derecho. A los 30 años, sin haber
terminado la carrera y con 5.000 dólares en el bolsillo, fundó la empresa que llevaría siempre
su nombre. Diez años después incorporó a su hermano Peter al negocio. Y después
llegarían sus dos hijos y una nieta abogada.
El jueves 11 de diciembre, frente al agente Cacioppi, el gran sabio de las finanzas reconoció
que durante 40 años tuvo a todo el mundo engañado. Que montó su empresa con un
esquema fraudulento, que había cometido una estafa por valor de 50.000 millones de
dólares (37.470 millones de euros) y que estaba arruinado y dispuesto a ir a la cárcel.
El agente había hablado dos días antes con dos directivos de su empresa. Ellos le contaron
cómo a primeros de diciembre Madoff los llamó a su despacho para decirles que se veía
obligado a devolver a ciertos inversores unos 7.000 millones de dólares y tenía dificultades
para hacerlo. Los ejecutivos creían hasta ese momento que la empresa de Madoff disponía
de una liquidez de entre 8.000 y 15.000 millones de dólares para responder a cualquier
emergencia.
El martes nueve de diciembre Madoff los llamó de nuevo para comentarles algo
aparentemente contradictorio con esa falta de liquidez: quería adelantar a diciembre la paga
de los bonos que la compañía pagaba a sus trabajadores en febrero. ¿Por qué? Madoff les
advirtió de que no le era posible abordar el asunto en la oficina y los invitó a su apartamento
en Manhattan. Una vez allí, el jefe se quitó la careta. Les dijo que su negocio de asesoría
financiera era "un fraude", que no tenía "absolutamente nada" de dinero y que antes de
entregarse a la policía quería repartir los 200 o 300 millones de dólares que le quedaban
entre empleados y familiares. Todo había sido "una gran mentira" sostenida durante
cuarenta años sobre un "gigantesco esquema de Ponzi".
El inmigrante de origen italiano Carlo Ponzi (1882-1949) logró ingresar en los manuales de
economía cuando en 1919 arruinó a 20.000 personas en Estados Unidos, a las que robó
nueve millones de dólares. Ponzi se hizo millonario devolviéndole a algunos clientes el doble
de lo invertido en sólo 90 días; eso sí, pagaba con el dinero de otros miles de clientes a los
que nunca devolvió nada. En ese sistema, los últimos que llegan son los que están
condenados a perder todos sus ahorros. Y los que llegan primero y saben retirarse a tiempo
ganan un dinero fácil. Pero el sistema es ilegal, está basado en el engaño. A diferencia del
fraude piramidal, en la estafa Ponzi es sólo una persona la que mantiene contacto directo
con los inversores, mientras que en la pirámide la víctima también se convierte en estafador.
"Madoff fue más listo que Ponzi", indica un economista afincado en Estados Unidos, "porque
él no prometía intereses del 30% ni del 40%, y mucho menos del 100% en tres meses, como
Ponzi. Sus fondos de inversión daban unos beneficios de entre el 10% y el 15% al año, lo
cual es algo extraordinariamente bueno, pero no escandalosamente bueno. Y aunque
lloviese o nevase fuera, él aseguraba ganancias cada mes".
"El alza de la Bolsa y de la vivienda ha permitido todos estos años atrás ocultar muchos
errores de gestión", explica el consultor financiero de Washington Isaac Cohen, de 68 años.
"El dinero que ingresaba Madoff lo usaba para pagar a algunos de sus clientes. Y cuando
dejó de entrar dinero se cayó la escalera. Se quedó sin ingresos para cubrir con las
obligaciones".
Tras oír la confesión del jefe, los dos directivos, que en la denuncia del agente Cacioppi
aparecen citados como "empleado senior número uno" y "empleado senior número dos",
delataron a su jefe. En realidad, los empleados de Madoff eran sus hijos Andrew, de 42
años, y Mark, de 44. Ambos aseguran haber invertido varios millones de dólares en la
empresa del padre y desde aquella conversación le retiraron la palabra, según fuentes
citadas por la agencia Bloomberg. La policía no ha emprendido acciones contra ellos, pero
sí contra Ruth, la esposa de Madoff, por supuesta connivencia en los desfalcos.
Madoff confesó al agente Cacioppi que el fraude podría alcanzar los 50.000 millones de
dólares. También le dijo que estaba arruinado. "Pero yo no me puedo creer que 50.000
millones se puedan haber esfumado así como así. Madoff debe haber comprado algo y algún
dinero se recuperará", indica Arturo Porzecanski, de 59 años, profesor de finanzas
internacionales de la American University, en Washington, quien trabajó durante 30 años en
instituciones de Wall Street.
Lo cierto es que no se conoce ni cuánto dinero robó Madoff ni a cuánta gente. La Securities
Investor Protection Corporation (SIPC), el organismo que tratará de recuperar el capital de
los inversores, ha advertido que se puede tardar hasta seis meses en aclarar las cuentas de
Madoff. Hay miles de pensionistas adinerados y docenas de entidades financieras entre los
afectados. El Banco Santander ha sido uno de los más perjudicados. La imagen de sus
sucursales con su logotipo rojo se han mostrado a menudo en los informativos de los
principales canales de televisión en Estados Unidos.
No había transcurrido ni medio año desde que la revista Euromoney otorgara en junio al
Santander el premio al mejor banco del mundo. Su presidente, Emilio Botín, envió a la
ceremonia celebrada en Londres ante los representantes de las principales entidades
financieras británicas un discurso pronunciado en inglés. Sus palabras resultaron
premonitorias en verano y se han vuelto contra él en invierno: "Como ustedes saben, el
Banco Santander es una de las pocas entidades financieras que ha atravesado
exitosamente las turbulencias financieras del año pasado sin que se viera afectado por los
productos tóxicos. Ustedes pueden preguntarse cómo fue eso posible. Bien, déjenme
explicárselo: Si no entiendes completamente un producto, no lo compres; si no comprarías
un producto para ti mismo, no lo vendas; y si no conoces a tus clientes muy bien, no les
prestes dinero. Si haces estas tres cosas serás un mejor banquero, hijo mío".
El banco Santander pareció seguir bien la primera máxima (si no entiendes completamente
un producto, no lo compres), porque apenas invirtió 17 millones de euros en la empresa de
Madoff, pero desatendió el segundo precepto (no vendas lo que no comprarías para ti),
porque invirtió 2.300 millones con el dinero de sus clientes.
Entre los miles de afectados se encuentra Alicia Koplowitz, una de las mujeres más ricas de
España, quien ha podido perder unos 10 millones de euros, y el empresario Juan Abelló.
Entre las firmas españolas que invirtieron en Madoff destacan M&B Capital Advisers, de
Javier Botín (hijo de Emilio) y Guillermo Morenés (marido de Ana Patricia Botín, hija del
presidente del Santander); el BBVA y el propio Santander a través de Optimal, su gestora
de hedge funds.
Otras víctimas son el asesor financiero de los famosos de Hollywood, Gerald Breslauer,
quien a su vez invirtió dinero del director Steven Spielberg, y entidades humanitarias,
además de otros bancos como el británico HSBC, con casi 750 millones de euros, o el BNP,
el mayor banco francés por valor de mercado, con unas potenciales pérdidas de 350
millones de euros.
Hay periodistas judíos que han lamentado el daño que Madoff ha infligido a su pueblo y han
recordado que entre los estafados también hay organizaciones benéficas judías.
Después del descalabro surge la pregunta: ¿Cómo pudo engañar a Bernard L. Madoff
durante casi 40 años a todo el mundo? ¿A sus dos hijos, a su hermano Peter, a PwC, KPMG
y Ernst & Young, tres de las cuatro mayores auditoras del mundo, a medios como The Wall
Street Journal, bancos como el Santander, a la comisión de valores de EE UU (Securities
and Exchange Commission, SEC), en cuya plantilla de 3.000 empleados hay 400 técnicos
cuya misión es precisamente velar para que no se perpetren fraudes cómo éste? Hubo
periodistas especializados en hedge funds, como Michel Ocrant, que en 2001 entrevistó
durante varias horas a Madoff porque tenía ligeras sospechas sobre su negocio. Y lo vio tan
sereno y seguro de sí mismo que salió convencido de que Madoff, sencillamente, había dado
con una gran fórmula de hacer dinero.
Es verdad que Madoff poseía una gran capacidad de convicción. Para meter la mano en los
bolsillos mejor protegidos del mundo tuvo que limarse bien las uñas. Madoff transmitía
riqueza, pero no excesiva ostentación. Seguridad, pero no codicia. Cada vez que visitaba
su barbería predilecta en la avenida Worth de Palm Beach (Florida) se gastaba el
equivalente a 15 euros en manicura, 45 en el corte de pelo y 27 en el afeitado. Vive en un
piso que compró en 1990 a diez manzanas de su oficina por 3,3 millones de dólares; tiene
otra casa frente a las playas de Long Island, donde solía invitar a sus empleados, y es
propietario también de una vivienda valorada en 21 millones de dólares junto a las canchas
de golf del Palm Beach Country Club. Y posee un yate de 16 metros de largo que compró
en 1977 por 462.000 dólares. En definitiva, tres casas, un yate y el abono de socio a unos
selectos clubes de golf, donde solía jugar junto a su esposa.
"Todos los tramposos son simpáticos. Y él lo era hasta el punto de que iba a los funerales
de sus inversores", explica el consultor Isaac Cohen. Es verdad que el aura de triunfador
ayuda a convencer a los demás, pero no basta para explicar por qué cayeron tan
ingenuamente en sus redes tantísimos expertos financieros. ¿Cómo pudo, entonces,
engañar a todos? En la pregunta está la trampa. Se trata de uno de los mayores fraudes
financieros de la historia, si no el mayor. Pero Madoff no engañó a todos.
Hubo alguna entidad, como la francesa Société Générale, que cumplió con su deber de
supervisar el lugar donde pensaba invertir el dinero de sus clientes. Hace cinco años, cuando
todo lo que rodeaba a Madoff olía a prestigio y solvencia, un equipo del banco acudió a la
oficina de Manhattan para efectuar una supervisión rutinaria. Y vieron que los números no
cuadraban. Lo mismo ocurrió con Aksia, una empresa neoyorquina especializada en
asesorar sobre fondos de inversión. La gente de Aksia, tras 18 meses de inspecciones,
averiguaron el año pasado que la contabilidad de la empresa de Madoff la llevaba la
compañía Frieshling & Horowitz. Y detrás esa empresa sólo había tres personas. Una de
ellas tenía 78 años y vive en Florida y la otra era una secretaria.
Además, hubo gente como el financiero Harry Markopolos, de Boston, que trabajaba en una
empresa rival y venía remitiendo cartas a la SEC ¡desde 1999! en las que denunciaba que
Madoff estaba actuando ilegalmente con un sistema Ponzi. "Yo fui el chico que gritó que
viene el lobo", declaró Markopolos esta semana. A Markopolos le espolearon sus jefes para
que consiguiera los mismo resultados que Madoff.
Pero era imposible. No disponía de pruebas corroborables, pero escribió en el año 2000 una
carta que comenzaba diciendo: "Soy un idiota por hacerles perder el tiempo" y en las que
pedía que se investigara a Madoff. La carta llegó a Edward Manion, un empleado de la SEC
en Boston, que le confió por teléfono: "Esto parece serio". Al año siguiente, la investigación
de la SEC en Boston pasó a Nueva York. Pero Manion pidió a Markopolos que siguiera
remitiendo informes a la sede central de la SEC. Y así lo hizo durante ocho años.
Por fin, en junio de 2006, la SEC abrió fin una investigación sobre Madoff. Ese mismo año,
Eric Swanson, un funcionario de la SEC de nivel medio, conoció a Shana Madoff, una nieta
del financiero que trabaja como abogada en la empresa de Madoff. Swanson dejó su puesto
en la SEC y se casó el año pasado con Shana. En noviembre de 2007 la SEC concluyó su
investigación afirmando que no había evidencia de fraude en la empresa de Madoff. Hay
quien se pregunta si en la actitud de la SEC influyó en algo la relación del funcionario Eric
Swanson con la nieta de Madoff. Puede incluso que alguien de la SEC cobrara no ya por
mirar hacia otro lado -cosa que era imposible puesto que la investigación tenía como objetivo
descubrir se había producido un fraude de sistema piramidal-, sino por mentir a sabiendas.
O puede que sólo influyera el hecho de que los inspectores de la SEC creían en la magia de
Madoff. Los intereses que supuestamente repartía iban hacia arriba cuando todo el mundo
se precipitaba hacia el fondo de la crisis. Y Madoff siguió jugando al golf y reclutando
clientes.
En un acto de asunción de responsabilidad sin precedentes, el presidente de la SEC,
Christopher Cox, reconoció que durante casi una década hubo "específicas y creíbles"
denuncias contra la empresa de Madoff a las que la Comisión de Valores no prestó atención.
Cox ha puesto en marcha una investigación interna. Pero antes de empezarla ya se sabe
que la SEC se conformó con estudiar los libros que el propio Madoff le facilitaba, libros que
estaban llenos de datos falsos, según reconoce ahora el propio Cox, sin solicitar una
autorización judicial para inspeccionar todas las cuentas. Esta semana el presidente electo,
Barack Obama, ya nombró a la que será sustituta de Cox en la SEC, Mary Schapiro.
Madoff tampoco logró engañar, probablemente, a algunos inversores que supieron retirarse
a tiempo. "Y esos estarán ahora bien calladitos, pero seguro que ganaron un buen dinero",
indica un economista afincado en Washington que prefiere no revelar su nombre. Esta fuente
del sector considera que el Santander pecó de negligencia. "Se produjo algo parecido a lo
de las hipotecas subprime. Un intermediario deposita su confianza en otro, que a su vez la
deposita en otro... y al final se evapora el dinero de los clientes del Santander. Es cierto que
vivimos hoy en una sociedad en la que todo el mundo se especializa y subcontrata a alguien.
Pero si yo dejo mi dinero en el Santander es porque confío en que vaya a hacer el trabajo
de supervisión en los fondos que yo no puedo hacer".
Hay quien se pregunta también si de verdad engañó Madoff a sus propios hijos. La empresa
de asesoría de Madoff, desde donde se venía cometiendo el fraude, se encontraba en el
piso 17 del edificio Lipstick, y la de corretaje, donde trabajaban el hermano, los hijos y la
nieta, en los pisos 18 y 19. Las empresas usaban sistemas informáticos distintos y Madoff
guardaba los libros de contabilidad bajo llave. Mientras la empresa de arriba ofrecía una
transparencia absoluta, la de abajo era opaca.
¿Por qué confiaron tantos inversores en que de en esa oscuridad del piso 17 su dinero
estaba a buen recaudo? El agente Cacioppi deja entrever una posible respuesta citando un
párrafo que aparecía en el portal de Internet de la empresa de Madoff: "En la época de las
organizaciones sin rostro que pertenecen a otras organizaciones igualmente sin rostro,
Bernard L. Madoff Investment Securities vuelve a una época anterior en el mundo financiero:
El nombre del propietario está en la puerta. Los clientes saben que Bernard Madoff tiene un
interés personal en mantener el intachable historial de retorno sobre las inversiones,
negocios justos y altos estándares éticos que siempre han distinguido a esta empresa".
O lo que es lo mismo: la palabra de un hombre es su contrato. A pesar de ser un adalid de
los avances electrónicos, Madoff no abría el sistema informático del piso 17 para que los
clientes comprobaran la evolución de sus propias inversiones. A cambio, Madoff les vendía
su gran aura de persona con acceso a las informaciones más confidenciales de Wall Street.
Su nombre estaba en la puerta. Parecía tan fiable que le apodaban el judío de las Letras del
Tesoro. Pedirle que desvelara sus métodos, según The Economist, era como pedirle a Coca-
Cola que enseñara su fórmula mágica. Madoff cultivaba con tanta convicción su imagen de
tipo selectivo que se permitía rechazar clientes adinerados.
Madoff ha pagado una fianza de 10 millones de dólares y ha de llevar un brazalete metálico.
Vive ahora bajo un arresto domiciliario que le obliga a permanecer en casa desde las siete
de la tarde a las nueve de la mañana. Uno de los principales humoristas del país recordaba
que no parece un castigo muy duro para una persona de 70 años pasar la noche en casa.
Lo máximo que le puede caer por el fraude cometido son el pago de una multa equivalente
a 3,4 millones de euros y 20 años de cárcel.
Entre las muchas explicaciones que puede ofrecer Madoff para contar lo que hizo, no hay
ninguna inocente.
"Ya nos estábamos mereciendo un fraude"
Arturo Porzencanski, profesor de finanzas internacionales de la American University, en
Washington, se ha pasado 30 de sus 59 años trabajando para empresas de Wall Street.
Porzencanski cree que no debe sorprendernos en exceso esta gran estafa. "Se trata del
primer gran fraude de la gran recesión que sufrimos, pero era lógico que viniera. Cada vez
que ha bajado la marea, empiezan a descubrirse cadáveres. Cuando bajan los beneficios y
llegan las pérdidas quedan al descubierto las malas prácticas. En las recesiones de los años
70, 80 y 90, ocurrió lo mismo. De tantos errores financieros honestos como hemos padecido
en los últimos meses, ya nos veníamos mereciendo un fraude. Por fin llegó, es parte del
drama y hay que asumirlo".
No obstante, Porzencanski cree que el Gobierno de Estados Unidos debería extraer
enseñanzas de este fraude y renovar la comisión de valores, la tan temida y respetada
Securities and Exchange Commission (SEC). "La SEC ha llevado a muchos ejecutivos a la
cárcel desde su creación en los años 30, pero ahora ha demostrado su inoperancia", dice
Porzencanski. "Bajó la marea y se vio que el rey también estaba desnudo. Debe haber una
gran reforma regulatoria, la primera grande en 80 años. Porque es verdad que existen
muchas normas para regular y vigilar el mercado. Cuando empiezas a trabajar en un banco
tienes que leerte libracos enteros con las normativas internas donde casi te dicen hasta a
qué horas has de ir al baño. Pero el problema es que las reglas se han quedado muy por
detrás de los avances tecnológicos".

La mayor pérdida, la reputación


Por Íñigo De Barrón, diario El País. 21/12/2008
Probablemente Emilio Botín, presidente del Santander, se habrá arrepentido de aquel acto
triunfal celebrado en octubre pasado. El aquella cita el banquero dijo que el origen de la
crisis está en los "excesos" cometidos por los propios banqueros y "la pérdida de referentes".
Botín dio recetas para salir del atolladero: vuelta a los orígenes, a los fundamentos de la
banca. "No podemos transmitir el mensaje de que se puede actuar sin responsabilidad sobre
los errores que se cometan", señaló. Posteriormente, en la ceremonia de entrega de "Mejor
banco del mundo 2008", el presidente de la mayor entidad de la zona euro recomendó, ante
un auditorio lleno de grandes competidores internacionales, que "si no entiendes totalmente
un instrumento, no lo compres". Unas palabras que se han comentado mucho en el mercado
tras reconocer que ha hecho perder 2.330 millones a sus clientes por el fondo Optimal de
Madoff. Del total, 320 millones pertenecen a "menos de un millar" de clientes españoles.
Mientras, el banco sólo ha perdido 17 millones y dice que no se hará cargo de las pérdidas
porque es un fraude. Pese a que esta pérdida puede parecer pequeña comparada con el
montante de sus clientes, lo que se juega el Santander, además de su prestigio, es el
patrimonio que se pueden llevar sus clientes como reacción a las pérdidas. Si los 2.330
millones afectados son, aproximadamente, el 10% de lo que tienen en el Santander, podrían
llevarse del banco casi 10 veces más, aunque todavía es pronto para determinarlo. El
Santander insiste en que no es responsable de la situación porque Madoff estaba auditado
y controlado por la comisión de valores (la SEC) y por HSBC como banco custodio. Sobre
la pérdida de reputación, no hace ningún comentario.
En el ámbito del Santander ha habido otro afectado: la sociedad M&B (Morenés-Botín)
Capital Advisers, donde están Javier Botín (hijo de Emilio Botín, y consejero del Santander)
y Guillermo Morenés (marido de Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto y consejera del
Santander). M&B reconoció ayer tener, directa e indirectamente, inversiones de sus clientes
por valor de 152 millones relacionadas con Madoff.
Aunque sea un triste consuelo, en la casa de su rival, el BBVA, Madoff también ha hecho
que se esfume la alegría navideña. Francisco González, presidente de la entidad, ha tenido
que asumir posibles pérdidas netas de 300 millones (el 5% del beneficio del banco) después
de invertir unos 400 millones en préstamos cuya garantía eran activos de Madoff. Además,
el BBVA colocó 30 millones de Madoff a sus clientes internacionales.
El presidente del BBVA, Francisco González, vive la situación con tensión. Este ejecutivo ha
sido un adalid de la transparencia en la gestión y del buen gobierno corporativo, sobre todo
tras el escándalo de la cuentas secretas de Jersey en 2002, que le permitió forzar la salida
de todos los consejeros del antiguo BBV. Además, a raíz de la crisis financiera ha señalado
a los hedge funds (fondos de inversión libre) como la semilla de la tormenta, los mismos a
los que el banco financia. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández
Ordóñez, calificó de "mínimo" el efecto del fraude sobre el sistema financiero español, pero
añadió que "otra cosa son los efectos sobre la reputación".
Fuentes del BBVA apuntaron que "para la reputación del banco no va a tener efectos porque
la unidad de banca privada en España, BBVA Patrimonios, y la banca comercial, no tienen
ningún cliente afectado". Sin embargo, el pesimismo ha cundido en el sector. Los más
afectados son los profesionales de la banca privada y los de la gestión de patrimonios. En
su opinión, "la pérdida de credibilidad entre los clientes es grande. Nos costará recuperar su
confianza", apunta un alto ejecutivo, que pide el anonimato.
La caída de Bear Stearns, la quiebra de Lehman Brothers y ahora la pirámide de Madoff
(que puede ser de 37.000 millones de euros) han conseguido generar miedo y aversión al
riesgo. Además, esta situación ha coincidido con una caída de 90.000 millones de los fondos
de inversión forzada por la banca, que ha comercializado atractivos depósitos. El sector de
los fondos ha perdido el 30% de patrimonio, aunque la crisis se ha centrado en los
internacionales, donde el descenso es del 64% hasta el 30 de noviembre.
"La desconfianza es muy grande. La gestión alternativa (hedge funds) ya estaba tocada y
ahora caerá más. Pero casi es peor el desconcierto que tienen los ahorradores con los
fondos de renta fija. Algunos fondos tienen caídas del 5% al 15%, aunque la media de
rentabilidad del sector es del 0,34%, un dato que choca con el 5% de los depósitos" apunta
Marcelo Casadejús, director de Marketing y Comunicación de Ahorro Corporación.
Mónica Garay, responsable de banca privada de UBS, cree que "hay gran desasosiego entre
los clientes" y que la situación traerá "un replanteamiento de las estrategias. Caerán el
negocio y los márgenes, lo que llevará a la concentración del sector", apunta. "En UBS, que
no estamos afectados por Madoff, hemos aprendido la lección". Según Manuel San
Salvador, consejero delegado de Banco Urquijo, filial del Sabadell, "no va a ser igual de malo
para todos. El mercado reconocerá a los que hemos sido conservadores y rigurosos".
Una gestoras afectadas ha sido la lusa Espírito Santo, con 20 millones afectados por Madoff.
"La primera reacción de los clientes ha sido negativa, pero le estamos explicando que ha
sido un fraude, no mala gestión. De todas formas, sí hay pérdida de confianza". Un gestor
bancario destaca que "esta vez los que han provocado el lío son los dos grandes. Después
de oír que las cajas y los bancos pequeños eramos un peligro, ha resultado en este caso
que cuanto más grande, peor".
Las cifras del fraude en España
- La CNMV ha cifrado la exposición de las Instituciones de Inversión Colectiva (ICC) a los
productos de Bernard Madoff en 106,9 millones de euros, lo que representa un 0,05% de su
patrimonio total. De ellos, 56,5 millones corresponden a fondos y 50,4 millones a sicav. En
cuanto al número de IIC afectadas existían a 30 de octubre pasado 39 fondos de inversión
y 185 sicav. El número de gestoras con exposición a Madoff es de 30. La exposición media
de los fondos equivale al 4,73% de su patrimonio mientras en el caso de las sicav es del
3,24%.
- De acuerdo con los datos facilitados por el vicepresidente económico, Pedro Solbes, hay
nueve fondos de pensiones españoles afectados con una inversión de 36 millones de euros
en Madoff y tres aseguradoras con otros dos millones.
- La entidad más afectada por la estafa es Optimal Investments, gestora del Grupo
Santander especializada en hedge funds. La exposición a productos de Madoff es de 2.330
millones de euros, de los que 2010 millones corresponden a inversores institucionales y
clientes de banca privada internacionales y los restantes 310 millones son parte de carteras
de clientes españoles de banca privada. Además, el Grupo Santander tiene una posición
propia de 17 millones en otro fondo de inversión.
- En su red internacional, la suma de clientes de BBVA en fondos depositados en Madoff es
de 30 millones. Asimismo, la entidad ha actuado como estructurador de productos
referenciados a fondos de terceros que han invertido en Madoff. La pérdida neta máxima
para BBVA derivada de la cobertura de estos productos es de 300 millones.
- La sociedad de valores M&B Capital Advisres, propiedad de Javier Botín y Guillermo
Morenés, hermano y marido respectivamente de Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto,
M&B Capital Adviser ha reconocido tener, directa e indirectamente, inversiones por valor de
152 millones relacionadas con Madoff.
- Entre los afectados por la estafa se encuentran algunas de las principales fortunas del país
como Alicia Koplowitz, Juan Abelló y Ram Bhawnani.

Dos países, un sistema


Por Thomas L. Friedman, The New York Times. Traducción de News Clips.

El extraño, un hombre de negocios occidental, se sentó con disimulo en la silla al lado de la


mía durante una comida de la Sociedad de Asia en Hong Kong y me formuló una pregunta
que, con toda sinceridad, puedo reconocer que jamás me habían hecho antes: "Y bien,
¿hasta qué punto es corrupto Estados Unidos?".
Su pregunta estaba motivada por la detención del gestor de fondos de Wall Street Bernard
Madoff, acusado de dirigir una trama piramidal con la que ha estafado miles de millones de
euros a los inversores, pero eso no es todo. Es todo el puñetero desaguisado en Wall Street,
el centro financiero al que siempre habían dirigido respetuosamente sus miradas los
financieros de Hong Kong. ¿Cómo es posible, se preguntan, que firmas como Bear Stearns,
Lehman Brothers y AIG resultaran no ser lo que aparentaban? ¿Dónde estaba, se
preguntan, nuestra Comisión de Valores y los altos niveles de exigencia que les habíamos
predicado durante todos estos años?
Uno de los banqueros más respetados de Hong Kong, que prefiere permanecer en el
anonimato, me contó que la empresa de inversión estadounidense para la que trabaja ganó
mucho dinero durante la década pasada limpiando bancos asiáticos enfermos. Y lo hicieron
importando las mejores prácticas estadounidenses, en concreto los principios de "conoce a
tus clientes" y los controles de riesgo estrictos. Pero ahora, se preguntaba, ¿a quién
podemos recurrir en busca de un liderazgo ejemplar?
"Antes estaba Estados Unidos", proseguía. "Se suponía que los inversores estadounidenses
sabían más, y ahora es Estados Unidos el que está en apuros. ¿A quién le están vendiendo
sus bancos? Tiene que ser duro para EE UU probar su propia medicina, esa que recetó a
otros con tanto éxito. Pero ya no hay doctor que valga. El doctor ha caído enfermo".
No siento ninguna compasión por Madoff. Pero lo cierto es que su supuesto plan Ponzi era
sólo una pizca más escandaloso que el plan "legal" puesto en marcha por Wall Street,
alimentado por créditos baratos, principios pobres y mucha avaricia. ¿Qué nombre recibe
ofrecerle a un trabajador que sólo gana 10.000 euros anuales una hipoteca sin ninguna señal
y sin tener que pagar nada durante los dos primeros años para que se compre una casa de
525.000 euros, y luego juntar la hipoteca con otras cien en bonos -a los que Moody's o
Standard & Poors dan la calificación más alta- para vendérselos a bancos y fondos de
pensiones de todo el mundo? Eso es lo que nuestro sector financiero estaba haciendo. Si
eso no es la típica pirámide, entonces ya me dirán.
Más que basarse en las mejores prácticas, esta pirámide legal estaba basada en agentes
hipotecarios, inventores de bonos, agencias de calificación, vendedores de bonos y
propietarios de viviendas, todos movidos por el mismo principio de "ya no estaré aquí"
cuando llegue la hora de pagar o de renegociar la hipoteca.
Es al mismo tiempo revelador y deprimente observar nuestra crisis bancaria desde China.
Es revelador porque cuesta evitar llegar a la conclusión de que Estados Unidos y China se
están convirtiendo en dos países con un mismo sistema.
¿Qué cómo es posible? Pues muy fácil: tras nuestro descomunal plan de rescate para los
bancos, uno puede mirar ahora a China y a Estados Unidos y decir: "China cuenta con un
enorme sector bancario perteneciente al Estado y otro que es privado, y EE UU tiene ahora
un enorme sector bancario que es propiedad del Estado y otro que es privado. China tiene
grandes industrias pertenecientes al Estado y otras que son privadas, y tan pronto como
Washington saque a flote a Detroit, EE UU tendrá grandes industrias que pertenecen al
Estado y otras que serán privadas".
Sí, ya sé que es una exageración, pero lo cierto es que empieza a costar trabajo ver las
diferencias. A lo largo de dos décadas hubo un desfile continuo de funcionarios
estadounidenses que viajaban a China para sermonear a Pekín sobre la necesidad de
privatizar sus bancos, señala Qu Hongbin, economista jefe de HSBC para China. "De modo
que lo fuimos haciendo poco a poco, y ahora de repente nos encontramos con que todo el
mundo está nacionalizando sus bancos".
Es deprimente porque hoy día China se siente más estable que Estados Unidos, con una
estrategia más definida para resolver esta crisis. Y aunque los dos países se parecen cada
vez más, sus trayectorias históricas parecen ser muy distintas. China perdió los papeles en
la década de los setenta con su Revolución Cultural, y sólo tras la muerte de Mao y la subida
al poder de Deng Xiaoping fue capaz de encauzar su rumbo, avanzando paulatinamente
hacia una economía de mercado.
Pero mientras que el capitalismo ha salvado a China, el fin del comunismo parece haber
trastocado ligeramente a Estados Unidos. Perdimos a nuestros dos principales
competidores ideológicos, Pekín y Moscú. Y todo el mundo necesita un rival, porque te
impone una disciplina. Pero en cuanto el capitalismo estadounidense dejó de tener que
preocuparse por el comunismo, al parecer se volvió loco.
Los bancos de inversión y los fondos de cobertura estaban endeudándose a niveles
descabellados, pagándose sueldos desorbitados y, sobre todo, inventándose instrumentos
financieros que hicieron que se perdiera por completo la conexión entre los últimos
prestamistas y los prestatarios originales y que no quedara nadie para rendir cuentas. "La
caída del comunismo empujó a China hacia el centro y a EE UU al extremo", señala Ben
Simpfendorfer, economista jefe para China del Royal Bank of Scotland.
El escándalo de Madoff es la guinda de la ruptura nacional con el decoro financiero, las
regulaciones y el sentido común. Y ésa es la razón por la que necesitamos no sólo un rescate
financiero, sino también un rescate ético. Tenemos que restablecer el equilibrio básico entre
nuestros mercados, la ética y las normativas. No quiero acabar con el espíritu animal que
necesariamente impulsa al capitalismo, pero tampoco quiero que me devore.

¿Estamos locos?
Por Stuart E. Lucas, Director Ejecutivo de Private Wealth Management en la Chicago
University Booth School of Business.
Como miembros de familias inversoras y expertos en gestión de la riqueza patrimonial a
veces nos hacemos esta pregunta: "¿Estamos tan locos como para confiar los activos que
tanto nos ha costado ganar a instituciones financieras que, en conjunto, han perdido cientos
de miles de millones de euros y han sacudido los pilares sobre los que descansa nuestro
sistema financiero global?"
Es justo hacerse esta pregunta a la luz de la reciente implosión de Bernard L. Madoff
Investment Securities y que ha seguido a las no menos impactantes caídas de bancos como
Bear Stearns, Lehman Brothers, Northern Rock y los más de 500.000 millones de dólares
en créditos que se reportan como pérdidas en instituciones tan emblemáticas como Citibank,
UBS o Merrill Lynch, entre otros. Incluso si tenemos la fortuna de no ser titulares de valores
situados en el centro de la crisis -préstamos subprime y otros productos estructurados-, no
por ello hemos dejado de sentir la sacudida de un mercado de valores en declive y un
mercado inmobiliario devaluado. La Bolsa española ha perdido este año la mitad de su valor
con respecto a sus máximos históricos. Y los inversores privados españoles han sufrido el
colapso de la sociedad de inversión de Bernard L. Madoff y de Lehman Brothers. Aunque
muchas de estas calamitosas situaciones se originaron en sus propias divisiones de banca
de inversión, y no en la banca privada, ello no constituye precisamente un buen historial que
proporcione confianza a los inversores.
La mayoría de los titulares de grandes riquezas patrimoniales que asisten al Programa de
Formación Ejecutiva Private Weath Management en la Booth School of Business de la
Universidad de Chicago crearon sus fortunas como empresarios, no como inversores. La
experiencia común en todos ellos es que cuando transforman sus activos empresariales en
activos financieros la transición se revela muy estresante. Es mucho lo que está en juego,
su experiencia y conocimientos en este mercado son limitados y la tarea es realmente
complicada. Los mercados producen una impresión muy preocupante y las firmas que
perturban el sistema financiero son las mismas que nos asesoran sobre qué hacer con
nuestro dinero.
La industria de la gestión de patrimonio en España está todavía dominada por las
operaciones de banca privada de los grandes bancos comerciales nacionales, aunque
algunas entidades internacionales e intermediarios financieros han realizado modestas
incursiones. El número de familias inversoras con una riqueza patrimonial relevante ha
crecido mucho en los últimos años gracias al crecimiento económico y la entrada en el
mercado español de capital riesgo. Para la banca nacional ha sido un excelente negocio ya
que han visto crecer exponencialmente los activos bajo su gestión. Pero los titulares
periodísticos, la creciente presión para obtener mayores beneficios y la constante pérdida
de clientes, ¿no parecen sugerir en conjunto que el valor de las marcas de muchos grandes
bancos se va erosionando y que se cierne una severa amenaza sobre sus divisiones de
banca privada?
Existe una buena oportunidad para que la banca privada recobre la confianza de los
inversores. Las turbulencias son un buen catalizador para el cambio. Las instituciones
innovadoras que sepan aprovechar esta oportunidad y creen modelos de negocio
verdaderamente diferenciados del resto para servir a sus clientes privados se verán, con
toda seguridad, recompensadas. Y nosotros debemos fomentar ese cambio. He aquí cuatro
recomendaciones para la mejora de la banca privada.
En primer lugar, hay que entender bien las comisiones. Una estructura habitual de
honorarios en muchas empresas financieras es que el cliente debe pagar bien y por
adelantado por los servicios de asesoría, pero corre con los riesgos asociados a la inversión
si las cosas no salen bien. Muchos de los involucrados en el empaquetamiento, sindicación,
calificación, aseguración y venta de los préstamos subprime, obligaciones de préstamos
colaterales (CLOs) y otros valores que han sido factores centrales en la actual crisis
recibieron sus honorarios sobre esta base. Lo mismo sucede con la mayoría de las firmas
de banca privada que administran o negocian sus activos. No nos parece reconfortante que
individuos que aseguran ser expertos adjudiquen riesgo y recompensa de esta forma.
Si usted no lo sabe todavía, la próxima vez que se reúna con su asesor o intermediario
financiero pregúntele cómo genera su firma ingresos usando sus activos, cómo miden el
valor añadido del cliente, cómo se calculan sus bonos a final de año y si invierten su propio
dinero junto con el de usted (en ocasiones, no pueden o no deben por motivos legales).
Después, pregúntese si los incentivos que reciben esos asesores consiguen alinear los
intereses de ambos.
En segundo lugar, la banca debe retener a los mejores individuos. Prácticamente, todos los
titulares de grandes patrimonios prefieren tener una relación estable con un intermediario o
asesor financiero competente. Y sin embargo, muchos intermediarios saltan de una firma a
otra buscando mayores compensaciones. Presionados para generar ingresos, los asesores
pueden quedar atrapados entre el servicio a sus clientes y las exigencias de las empresas
que los emplean. Esto es moneda de cambio en EE UU y en España, donde la oferta de
talento en la gestión de patrimonio es particularmente escasa.
En la actualidad, España se enfrenta a los retos para cumplir con la regulación MiFid, dirigida
a proteger a los inversores, evitando que puedan caer en manos de los chiringuitos
financieros. Un efecto colateral de esta regulación es el incremento de los costes fijos de
operar en esta industria, lo que puede poner fuera del mercado a muchos consultores
financieros independientes (IFAs, por sus siglas en inglés). Eso crea una oportunidad para
los proveedores de plataformas que ofrezcan aplicaciones para gestionar esos costes de
forma eficaz y cumplan con el MiFid y, sin duda, en España irán aumentando rápidamente.
En tercer lugar, la banca debe evaluar lo que es relevante. En España, los conceptos de
custodia global y evaluación integral del rendimiento todavía no se han examinado y probado
exhaustivamente. El concepto de custodia global es bastante claro. La idea es asegurar
todos los activos financieros de un individuo mediante su custodia por una única y sólida
institución. Esta infraestructura facilita el seguimiento de la asignación de activos y la
ejecución de las transacciones.
En España ha habido, históricamente, una tendencia fundamental a la privacidad, la
seguridad y la compartimentalización. Pero a medida que el país evoluciona económica y
políticamente, la custodia global integrada con Indicadores Clave del Rendimiento (KPIs),
por sus ventajas, experimentará un rápido crecimiento.
Por último, no se deben complicar las cosas sin necesidad. Los inversores están
aprendiendo que los fondos indexados, altamente diversificados y de bajo coste sobrepasan,
casi siempre, el rendimiento obtenido por los gestores de activos. Según un reciente estudio,
en España, algo menos de un 3% de los fondos comunes de inversión de renta variable con
un historial de 10 años han superado en rendimiento su índice de referencia
correspondiente. Y sin embargo, el mercado de fondos indexados español es prácticamente
inexistente.
En la gestión de altos patrimonios, éste es uno de los muchos ejemplos en que la
simplicidad, la transparencia y la liquidez presentan una serie de ventajas distintivas frente
a otras alternativas sofisticadas. La solución sencilla es también una estupenda forma de
comparar el presunto valor añadido de las alternativas complejas.
Retomemos la pregunta inicial. ¿Deberíamos confiar nuestros activos a los grandes bancos
privados? Pues depende. Si esas instituciones utilizan las actuales turbulencias como una
oportunidad para reconsiderar sus modelos de negocio y para servir mejor a los accionistas
y a sus clientes, la respuesta es sí. Pero si no aprovechan esta oportunidad, nuevos agentes
de otros países y un creciente número de IFAs locales capitalizarán la vulnerabilidad de las
grandes instituciones dando respuesta a los cuatro puntos a que nos hemos referido.
Los empresarios españoles han creado un alto nivel de riqueza en los últimos 50 años.
Muchos de sus negocios se han vendido o han generado un exceso de liquidez. Para la
mayoría de estos empresarios, administrar una cantidad tan sustancial de activos es un
verdadero reto. Además, se enfrentan a la sucesión en la dirección del negocio y a la
dinámica familiar del patrimonio multigeneracional. Se esfuerzan cada vez más en formarse
y formar a sus familias en asuntos patrimoniales y formas de gestionar sus fortunas de
manera efectiva y segura. Esa formación es buena para sus familias, y los clientes bien
informados son algo positivo para la industria de la gestión de patrimonio. Hacemos
preguntas difíciles y exigimos respuestas claras. Hace falta que un cliente tenga valor para
que se atreva a decir que no entiende algo. Pero también hace falta tener habilidad y amplios
conocimientos para poder responder de manera apropiada. A la industria le interesa
verdaderamente recobrar la confianza, pero ganársela de nuevo será una tarea que llevará
años o tal vez décadas. Entretanto, las familias inversoras nos debemos una buena
formación, para poder proteger nuestros propios intereses y poder exigir responsabilidades
a nuestros asesores. Sólo entonces la confianza será un producto derivado de los hechos,
y no de las expectativas.

You might also like