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Federico Ribas, el ilustrador mejor pagado del momento, o Rafael de Penagos crearon una nueva manera de vender las
A finales de los años 20, un reportero de una de esas revistas ilustradas que tan influyentes y populares eran en la
España del momento fue a casa de Federico Ribas. Ribas era uno de los ilustradores de moda del momento y el
reportero le preguntó directamente si era el mejor pagado de la España de entonces. Ribas no dijo ni que sí ni que no
pero sí que no podía quejarse de su sueldo. El reportero, sin embargo, ya lo daba por sentado. Su pregunta era en
Federico Ribas, que acaba de protagonizar una pequeña exposición en Santiago de Compostela y los actos en Galicia
del Día de la Ilustración, ganaba mucho dinero y lo hacía porque producía imágenes muy reconocidas y populares
porque era uno de los ilustradores cumbre de la publicidad de principios del siglo XX en España.
En las primeras décadas del siglo XX español, las que van desde los años 10 a los años 30, la publicidad en España
tuvo una especie de primera edad de oro. Las revistas ilustradas servían de escaparate para mensajes publicitarios
atractivos, coloristas y diseñados con toda la modernidad, aunque lo cierto es que la publicidad no era la única
herramienta en las que las marcas estaban ensayando las fórmulas modernas de conectar con los consumidores.
de Federico Ribas
Estos pioneros del marketing y de la publicidad también diseñaban packaging (Ribas, por ejemplo, trabajaba para la
industria de las conservas) o estrategias de posicionamiento. La industria editorial es un buen ejemplo de este último
punto. No solo aparecieron nuevas maneras de vender libros, como ocurrió con La Casa del Libro y su manera de dejar
por primera vez que los consumidores viesen y tocasen los libros libremente, sino también con la estrategia editorial,
Las cubiertas de los libros durante esos años, como demuestra ahora mismo una exposición en la Biblioteca Nacional
en Madrid, eran espacios para llamar la atención de los consumidores, con ilustraciones muy cuidadas y con
presentaciones llamativas que captaban la mirada. Muchas de esas publicaciones tenían que abrirse paso en los
abarrotados quioscos, lo que hacía que su imagen y su presentación fuese más importante que nunca.
Un ejemplo de cubierta de los años 30
En ese contexto, no sorprende por tanto ver cómo aparecen los primeros profesionales estrella y los primeros
trabajadores claramente identificables como miembros de la industria de la publicidad. Federico Ribas era uno de ellos,
pero también el muy popular Rafael Penagos, Emeterio Melendreras o el más conocido ahora por su labor editorial
Salvador Bartolozzi, entre otros. La frontera era muy porosa entre ilustración comercial e ilustración con voluntad más
artística o editorial en un momento que es considerado una de las épocas doradas de la ilustración en España.
A principios del siglo XX, España contaba con una nueva hornada de cartelistas, que eran quienes hacían los mensajes
publicitarios que las compañías distribuían en medios y en los espacios publicitarios. Algunos trabajaban dentro de las
propias empresas en sus departamentos de publicidad (por ejemplo, Gal contaba con un departamento formado por un
director de arte y un redactor de textos) o en agencias especializadas. Las empresas hacían además concursos de
carteles, ya que muchos de estos primeros ilustradores de publicidad tenían carreras paralelas como pintores. Gal hizo
uno por ejemplo, pero también por poner otro la empresa de chocolates Amatller.
La modernidad en la publicidad
Los anuncios que producían estos pioneros encajaban con la estética art deco que entonces dominaba en Europa, pero
también funcionaban como una muestra de cómo estaban cambiando los tiempos. La sociedad que representaban
estaba llena de modernidad y de cambios. Aparecían automóviles, nuevos comportamientos sociales y figuras
de Rafael de Penagos
Uno de los elementos en los que se puede ver cómo estaban cambiando las cosas y cómo la publicidad estaba naciendo
para llegar a unos consumidores modernos en medio de un contexto moderno está en cómo se presentaba a las
mujeres.Las mujeres de los anuncios de Federico Ribas son modernas que conducen sus automóviles y se visten a la
moda charlestón. Las de Penagos acabaron convirtiéndose en "mujeres Penagos", con ese aspecto delgado de moda en
los años 20 y con un look moderno. Un análisis de la obra de Rafael de Penagos publicado en 2015 en la Revista
internacional de Historia de la Comunicaciónseñalaba como aparecían mujeres independientes, elegantes, que iba al
El boom de la publicidad moderna en España está, además, muy asociado al sector de la perfumería y a la guerra de
anuncios entre Gal y Floralia. Según datos que aportan en el estudio sobre Rafael de Penagos que publicaba la Revista
internacional de Historia de la Comunicación, en los años 20 las compañías del sector de la perfumería movían ya
unos presupuestos publicitarios de unos 4 millones de pesetas de la época (para contextualizar: en 1917 las obras para
establecer el metro de Madrid se estimaban en un presupuesto de 8 millones de pesetas). Gal fue la primera empresa en
comprender que necesitaba contar con una estrategia de publicidad solvente (y acabaría siendo la ganadora: en 1930 se
Gal y Floralia intentaban fichar al mejor talento en ilustración posible para que creasen las imágenes que aparecían en
las diferentes revistas ilustradas del momento. Además de la ilustración, también hacían marketing de contenidos
avant-la-lettre. Floralia llegó a acuerdos con revistas para publicar páginas propias sobre moda y perfumería con sus
ilustraciones y temas que escribían ellos mismos (y aquí aparece un nombre femenino: sus textos los escribía una