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Por Luciano Lamberti.

Borges, Cortázar & King

El concepto de ficción
 09-01-2017
 Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Stephen King

"Cualquier escritor lo sabe: la ficción es más perfecta, más amable e intensa que la
realidad. Un lugar donde los hechos tienen significado". Relecturas de verano del autor
de La maestra rural: Borges, Cortázar, King.

1. Verano. Ojotas y lluvia. Releo esos dos libros fundamentales para la literatura argentina
que son Bestiario de Cortázar y Ficciones, de Borges. Como en cada relectura, todavía
me hacen reír, me impresionan, me sacuden, me revuelcan por el polvo, me dejan
pensando. Son dos primeros libros, en cierto sentido, de autores que salen al ruedo con
los tapones de punta y no se apresuraron a publicar. Cortázar tiene 37; Borges cuarenta y
cinco. Antes de Ficciones se había comportado más bien como un crítico, un lector puro,
que había escrito notas para distintos medios, así como un par de libros juveniles de
poemas y esa compilación de vidas ajenas y textos reescritos que es Historia universal de
la infamia. Cortázar tenía publicados dos libros con seudónimo, y es el primero que firma
con su nombre verdadero.
2. Una idea de Lydia Davis sobre la ficción: “No quiero aburrirme con la imaginación de
otra persona. La imaginación de la mayoría de las personas es realmente poco
interesante”.
3. Me doy cuenta de que lo terrorífico de “Casa Tomada” es la naturalidad con la que el
hermano, el narrador, toma esa invasión. En ese punto, propio del realismo mágico más
que del fantástico clásico, se juega la poética cortazariana. Más que en el otro mundo, en
la forma en la que esos personajes “comunes” se adaptan a él.
4. La historia del primer cuento de Borges es famosa. Él mismo se encargó de divulgarla
en muchas entrevistas. Borges había sufrido un accidente tonto, una lastimadura en la
cabeza que se infectó y casi lo mata. Cuando salió de la convalecencia, para probar que
todavía era capaz de hacerlo, escribió “Pierre Menard, autor de El Quijote”. El episodio
(que está narrado en “El sur”, un cuento en gran medida autobiográfico) constituye uno
de esos mitos fundantes de los escritores que los definen para siempre. Borges, que tiene
tantas caras como lecturas hacemos de él a lo largo de nuestras vidas, es ahí el artista
herido, su luz proviene de una experiencia cercana a la muerte y son esas marcas las que
se narran, esa forma de estar enajenado, de leer “mal”. Pierre Menard revoluciona con su
proyecto delirante “el arte rudimentario de la lectura”, de una forma tan simple que
abruma: consiste sencillamente en atribuir un libro a otro autor. Ese cuento paradójico y
sumamente humorístico es el primero que escribió. Un cuento sobre la lectura y sobre el
concepto de ficción.
5. Cortázar cargaba con un gran peso (una pesada herencia, diríamos ahora). El de ser un
escritor contemporáneo de Borges (aunque todos lo somos, en cierta medida) y evitar ser
Borges. Lo resuelve de un modo muy astuto: decide plantear las mismas ideas desde una
perspectiva diferente. Donde Borges es intelectual, Cortázar es (o finge ser) llano. Donde
los personajes de Borges citan La Eneida o despliegan una erudición abrumadora, los de
Cortázar son hijos de barrios porteños, y gran parte del humor y la efectividad surge de
allí. El fantástico de Borges se alimenta de paradojas intelectuales; el de Cortázar de la
irrupción de un detalle anómalo (una nota discordante) en la vida cotidiana, que crece y
crece hasta dejarnos en el umbral de un mundo perturbado y delirante. Cortázar resuelve
la herencia borgeaba oponiéndose a él, en cierto modo.
6. Cortázar le lleva a Borges su primer cuento, para que le diga qué le parece. A la semana,
Borges le avisa que el cuento está en imprenta, que lo publicará en una revista que él
dirige ilustrado por su hermana Norah. Al momento de prologar los cuentos de Cortázar
(que le gustaban) Borges llama la atención sobre el carácter contemporáneo de su prosa.
Dice de los personajes de Cortázar: “Se mueven entre cosas triviales: marcas de cigarrillo,
vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes”.
7. En “El Sur”, el cuento que cierra Ficciones, Borges plantea un cuento que según sus
propias palabras puede ser leído como realista y “también de otra forma”. Su protagonista,
Juan Dahlmann, es un modesto bibliotecario que anhela el mundo de coraje y salvajismo
de la gauchesca. Luego de un accidente doméstico, es hospitalizado y muere, pero antes
de morir en el hospital, como el alfañique intelectual que siempre fue, sueña que viaja al
sur y tiene un duelo en mitad del campo. Lo astuto en Borges es no decirnos que es un
sueño, narrarlo como una sucesión lineal de hechos y unificar, con eso, las dos
posibilidades. Narra ese delirio agonizante como si fuera real, dándonos algunas sutiles
pistas de irrealidad. Antes de morir, Dahlman sueña su otra muerte, lo que es decir:
inventa, crea, ficcionaliza sobre una muerte que no sea tan patética y carente de sentido
como la real. Esa contraposición entre mundo real versus mundo ficcional será el conejo
blanco que perseguirá Cortázar en varios de sus cuentos. En “Continuidad de los
parques”, por ejemplo, donde ambos mundos terminan siendo uno; en “La noche boca
arriba”, donde el protagonista descubre que lo real era su sueño; en “La isla al mediodía”,
donde el protagonista de un accidente aéreo sueña con una vida más pura en una isla
griega. Ambos tienen como norte el cuento de Ambrose Bierce. Ambos parecen
preguntarse qué es la ficción y para qué sirve, y la respuesta es: para vivir, por lo menos
en nuestra imaginación, vidas más plenas que las que vivimos, que siempre nos dejarán
insatisfechos.
8. Ambos libros contienen su propia teoría sobre la ficción. Son libros que teorizan sobre
ellos mismos, que plantean no solo una visión del mundo sino una forma de leer, que
crean a sus propios lectores. La ficción en ellos no es solo un concepto abstracto: es la
forma misma en la que lo fantástico se revela. Ese otro mundo monstruoso, pero a la vez
más auténtico y real que éste, que está detrás de una conspiración en “Tlon, Ucqbar, Orbis
Tertius” o la cosa sin nombre que va ganando territorio en “Casa Tomada”. Ambos libros
celebran esa diferencia, esa transgresión, esa capacidad de ver el otro mundo y sentir que
vivimos en un universo paralelo al real. Las teorías acerca de la ficción insisten en la
capacidad de ciertos libros para ser más reales que lo real, para poner en duda nuestros
esquemas mentales. Emergemos de su lectura con los lentes torcidos para comprobar que
ese detalle ya transfigura la realidad. Ambos libros buscan poner en duda el concepto de
ficción: en las operaciones con las que Borges reseña libros inexistentes o busca (en el
orden que deriva en el caos) la trama oculta de lo real; en la intromisión de lo inaudito de
los argumentos de Cortázar, que pinta mundos reconocibles para hacerlos después saltar
por el aire.
9. Releo, también, Misery, quizás la mejor novela de Stephen King. Un libro sobre la
ficción, sobre el poder de la ficción, sobre el doble juego de una ficción de otra (a la
manera de El Quijote y tantos otros) sobre la capacidad seductora de la ficción sobre los
lectores (si Annie no mata a Paul Sheldon es porque quiere saber, sencillamente, qué pasa
a continuación). Cualquier escritor lo sabe: la ficción es más perfecta, más amable e
intensa que la realidad. Un lugar donde los hechos tienen significado.

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