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Guía y resumen del libro "Jung y el Tarot" de Sallie Nichols

Orígenes del Tarot

Una de las teorías, respecto de estas misteriosas láminas, sostiene que el Tarot fue introducido en Europa por
el pueblo gitano. La palabra Tarot podría tener su origen en el vocablo “Tar”, que significa “mazo de cartas”, el
que a su vez deriva del Sánscrito “Taru”. También podría derivar de la Torá Judía (Torá: ley, enseñanza, guía).
En verdad, poco se sabe del origen del Tarot pero las innumerables hipótesis, visiones y revisiones no hacen
otra cosa que confirmar su inmenso poder para activar la emoción humana. Carl Jung reconoció, como en
muchos otros juegos y artes primordiales de adivinación de lo oculto y del futuro, que el Tarot tenía su origen y
raíz en profundos modelos del inconciente colectivo con acceso a potenciales de conciencia incrementada y
únicamente se adquirían cotejando estos modelos.

El mazo

El Tarot se compone de 22 Arcanos Mayores (también denominados Triunfos) y 56 Arcanos Menores. La


palabra Arcano significa secreto. El contenido arquetípico se halla en los Mayores, mientras que los Menores
amplían o apoyan a los primeros.

Mapa del viaje: los 4 Reinos

En nuestro viaje a través de los Arcanos Mayores, usaremos las cartas como soporte de proyecciones. Para
esto son ideales ya que representan simbólicamente aquellas fuerzas instintivas que operan de forma
autónoma en la profundidad de la psique humana y las que Jung llamó arquetipos. En nuestro mapa, los
Arcanos, desde el número I hasta el XXI, están dispuestos en secuencias de tres filas horizontales de
siete cartas cada una. El Loco, cuyo número es 0, no tiene posición fija. Se pasea por encima mirando
hacia abajo a las otras cartas.

1era. Fila: Reino de los Dioses. Aquí se presentan los personajes más importantes entronizados en la
constelación celeste de los arquetipos.

2da. Fila: Reino de la Realidad Terrestre y de la Conciencia del Ego. Aquí el joven (Héroe) empieza a
buscar su fortuna y a establecer su identidad en el mundo exterior. Liberándose cada vez más de los lazos
que le ataban a la “familia” arquetípica dibujada en la fila superior, intenta hallar su vocación, establecer su
propia familia y asumir su lugar en el orden social.

3era. Fila: Reino de la Iluminación Celestial y la Autorrealización . De ahora en adelante, el ego


personal del joven va a dedicarse a un plano que está más allá de él mismo. Se dará cuenta de que su ego no
es más que un pequeño planeta que gira alrededor de un sol central gigantesco, el sí-mismo.

Reino del Equilibrio. Relación de intermediación de la segunda fila respecto de la superior y la inferior.

1. EL LOCO. Este personaje es un nómada enérgico y puesto que no tiene número fijo, es libre de
viajar a su capricho, perturbando el orden establecido. Conecta dos mundos entre sí: el cotidiano y el
de la imaginación (no verbal). De naturaleza instintiva, nos empuja hacia la vida, donde la mente
pensante es muy prudente. Referencia: Puck (bufón del rey Oberón)

Reino de los Dioses.


1. EL MAGO. Tiene el poder de revelar la realidad fundamental, la intimidad que subyace a todo;
representa el poder de obrar milagros que tenemos todos y que es capaz de revelar la oculta fuente
de vida que hay en nosotros, ofreciéndonosla para un uso creativo. Es el principio Yang o masculino.
Arquetipo de referencia: Moisés.

2. LA SACERDOTISA. Suyo es el reino de la profunda experiencia interior. Acoge la chispa divina en


su vientre, la protege y alimenta y finalmente la hace realidad. Ella es el vehículo de transformación.
Es el principio Yin o femenino. Referencia: Isis.

3. LA EMPERATRIZ. Mundo matriarcal. Conectada con Eros y el sentimiento, se rige más por la
intuición que por las leyes. Su dominio es flexible, ya que su corazón tiene razones que son
inalcanzables para la mente. El poder del amor es para ella más querido que el amor al poder. Es el
nexo de unión entre el Yang de El Mago y el Yin de La Sacerdotisa trayendo un mundo nuevo que
incluye los dos aspectos: 1 + 2 = 3. Referencia: Ceres.

4. EL EMPERADOR. Es el mundo civilizado del hombre conciente. Encarnación del Logos o principio
racional y de la palabra. Ordena nuestros pensamientos y energías conectándolos con la realidad de
una manera práctica. Proporciona permanencia, estabilidad y perspectiva. Cuaternidad. Referencia:
el Padre.

5. EL PAPA. Simboliza la quintaesencia, esa cualidad preciosa e indestructible que sólo conoce el
hombre, ya que trasciende los cuatro elementos de la tierra comunes al hombre y los animales. Es la
encarnación externa de la búsqueda del hombre de una conexión superior. Es andrógino, uniendo en
su persona los elementos masculino y femenino (también padre y madre). Es el portador ideal de
nuestra fe y aspiraciones. Referencia: el Salvador.

6. EL ENAMORADO. Personificación del poderoso y joven ego. Para llegar a ser hombre
(individuación) el Enamorado ha de liberarse a sí mismo de la atracción regresiva de cualquier útero
que busque contenerlo y avanzar hacia la hombría. Es el reto de conectar la vida espiritual con la
emocional. Referencia: el Príncipe.

7. EL CARRO. Vehículo de poder y de conquista. El héroe debe marchar hacia la vida para explorar
sus propias potencialidades y examinar sus propias limitaciones. El poder conductor de la psique.
Representa el impulso hacia una conciencia superior. Referencia: el Héroe.

Reino de la Realidad Terrestre y de la Conciencia del Ego.

8. LA JUSTICIA. Alude a la unión armoniosa de las fuerzas opuestas. Insta a asumir la


responsabilidad de cualquier conocimiento sobre el bien y el mal que hayamos adquirido.
Representa también las leyes compensatorias de la psique. Referencia: Maat.
9. EL ERMITAÑO. Encarna la sabiduría que no se encuentra en los libros. Es la introspección y la luz
interior que disipa el caos espiritual y la oscuridad. Es el arte de la soledad que renueva las energías
para una nueva acción y un aguzado sentido de nuestra identidad. Porta la luz de la sabiduría para
iluminar el camino que se experimenta perdido. Referencia: Anciano Sabio.

10. LA RUEDA DE LA FORTUNA. Ahora nuestro objetivo va de la contemplación íntima de la


iluminación personal hacia los más amplios panoramas de los principios universales, culminando con
la pregunta central del destino frente al libre albedrío. Aquí la vida se nos presenta como un proceso,
como un sistema de constante transformación que incluye a la vez la integración y la desintegración,
la generación y la degeneración. Referencia: la Esfinge del mito de Edipo.

11. LA FUERZA. Las energías que hasta ahora se habían utilizado para adaptarse al mundo exterior,
empezarán a preocuparse más de su crecimiento interno. Los poderes que anteriormente se
dedicaban a la competitividad y la supervivencia, ahora empiezan a moverse más hacia la unificación
y el desarrollo futuro. Mediadora entre el ego y los aspectos primitivos de la psique. Referencia: “La
Bella y la Bestia”.

12. EL COLGADO. El colgado se halla totalmente en las manos del destino. No tiene poder alguno para
dar forma su vida y no puede más que esperar que una fuerza externa a él le arranque de la
atracción regresiva de la Madre tierra. Vemos a nuestro héroe aquí suspendido entre los polos
gemelos de la existencia: nacimiento y muerte. Inicia un largo período de asimilación forzada y de
consolidación de raíces. A través de la su aceptación de crucifixión, el hombre coopera con su
destino y, en ese sentido, lo escoge. Al escoger su destino se libera de él, pues en ese momento lo
trasciende. Referencia: el apóstol Pedro

13. LA MUERTE (También llamado “el Arcano sin nombre”). Todo aspecto de la vida anterior de nuestro
héroe parece haber sido triturado, incluso el principio central que le guiaba. La muerte representa
aquel momento en el que uno se siente “hecho pedazos”, con la vieja personalidad y costumbres tan
mutiladas que casi son irreconocibles. No queremos perder nada de aquello que sentimos que nos
“pertenece”, ni siquiera el cabello o los dientes que se nos cae. Estamos especialmente ligados a
todo lo instintivo de nuestros cuerpos naturales. Jung nos dice: “Aceptar el hecho de que perecemos
en el tiempo, es una especie de victoria sobre el tiempo”. Aceptar la muerte como el nacimiento,
como parte de la vida, es convertirse en realmente vivo.

14. LA TEMPLANZA. Como en cualquier situación conflictiva, un primer paso creativo hacia la
resolución es encontrar un árbitro, alguien cuya sabiduría y comprensión pueda abarcar ambos
aspectos. El Ángel de la Templanza es esta figura. Habita un reino que está más allá del alcance de
los mortales. Nos señala el equilibrado fluir de los opuestos al tiempo que dice: “Paciencia y fe. Hay
potencias que trabajan en el universo y en ti mismo, y que se encuentran más allá de la experiencia
cotidiana. Cree en esas corrientes profundas de la vida y déjate arrastrar con ellas”. Referencia: los
Arcángeles.

Reino de la Iluminación Celestial y la Autorrealización.


15. EL DIABLO. Ya estamos dispuestos a encontrarnos con nuestro lado oculto y satánico. Jung
sostuvo que la clásica reproducción del Diablo mitad hombre y mitad bestia “describe exactamente el
aspecto grotesco y siniestro de nuestro inconciente, con el que nunca hemos llegado a un contacto
real, y que, en consecuencia, permanece en su estado original y salvaje”. Esa bestia que llevamos
dentro y que proyectamos en el Diablo es, después de todo, lucifer, el Portador de la Luz. Él es un
ángel, aunque caído, y tiene un mensaje de Dios. Sin la encrucijada demoníaca entre le bien y el
mal, no tendríamos conciencia del ego, no habría civilización ni existiría la posibilidad de trascender
el ego a través de la autorrealización.

16. LA TORRE DE LA DESTRUCCIÓN. Simbólicamente una torre se concebía como un vehículo


para conectar el espíritu y la materia, pero los dos que construyeron este edificio lo han coronado
rey, indicando de esta manera no reconocer autoridad ninguna por encima de su propia creación.
Muchos de nosotros vivimos “allá en lo alto”, prisioneros en torres ideológicas de nuestra propia
construcción. Si construimos un sistema rígido de cualquier tipo y lo coronamos rey, entonces nos
convertimos en sus prisioneros. Todo cambio físico importante se experimenta como un acto de
violencia. Nos resistimos al cambio. Si mantenemos una actitud rígida, es entonces cuando puede
suceder el cataclismo. La torre no es destruida, solamente queda desposeída de su corona.
Referencia: torre de Babel.

17. LA ESTRELLA. Vemos por primera vez a una persona desnuda. Desposeída de toda identificación
y de cualquier pretensión, su ser esencial se ve expuesto a los elementos. No lleva máscara alguna
ni disfraz social; revela su naturaleza básica. Se mueve más allá del tiempo ligada solamente al ritmo
de la naturaleza y prestando atención a su inconciente. Las emociones que surgieron antes,
irrumpiendo como un relámpago en ráfagas contra el destino, pueden ahora ser conducidas y
trasvasadas hasta formar un bálsamo nutritivo y benéfico. Una porción de esta energía trasmutada
cae de nuevo al río, pertenece a las profundidades del inconciente y nunca será comprendida ni
asimilada totalmente. La otra parte del agua cae en el fértil suelo de la realidad cotidiana.
Referencia: estrella de Belén.

18. LA LUNA. Para el héroe, éste es el momento de la verdad, un tiempo de terror y miedo. Es, según
los místicos, “la negra noche del alma”. Como hace la luna al renacer de la oscuridad para brillar de
nuevo, el héroe va a transformarse a sí mismo para renacer de la noche de terror simbolizando la
victoria sobre los aspectos devoradores del inconciente. La luna representa a la naturaleza misma,
dentro de cuyo aparenta caos existe un orden muy diferente de aquel que impone la pauta masculina
de las categorías concientes. Su iluminación difusa nos revela muchos aspectos de la realidad que
no son visibles a la luz del sol, de la conciencia. La Virgen luna no se da a ningún hombre. Su
esencia es la reflexión. Referencias: Artemisa. Medusa. Can Cerbero.

19. EL SOL. Es el sencillo mundo de la infancia solar, donde la vida no es ya un desafío, sino mas bien
una experiencia para ser disfrutada. Un mundo de juegos inocentes, donde podemos recobrar la
espontaneidad perdida que nos es inherente. Este “clima de encanto” no es de un país distante que
encontraremos en los cielos, sino simplemente una nueva manera de experimentar el mundo
conocido. El niño simboliza el arquetipo del sí-mismo, la fuerza conductora central de la psique
humana con la que todos estamos sintonizados cuando somos niños. El héroe habiendo
abandonado el mundo de las opiniones estériles y de los dogmas formales, da un paso adelante
hacia el mundo soleado de la experiencia directa y el conocimiento puro. Referencias: el Niño
Eterno. Rómulo y Remo.

20. EL JUICIO. Momento de resurrección espiritual. Comienzo de un nuevo orden, una nueva
interacción entre el conciente y el inconciente. La figura que surge de la tumba no es un recién
nacido sino un hombre crecido, ha resucitado, indicando con ello que estuvo vivo anteriormente y
activo en el mundo exterior. La individuación es en el fondo un proceso redentor. Su intención no es
crear algo totalmente nuevo sino que, más bien, es simplemente redimir y liberar los aspectos que
nos pertenecían por derecho, pero que habíamos dejado como prendas en el inconciente. El
aumento del conocimiento proporciona inevitablemente un aumento de responsabilidad. Es hora de
enfrentarse al desafío de una nueva luz. Referencia: el Juicio Final.

21. EL MUNDO. Von Franz describe este momento diciendo: “La experiencia del sí-mismo trae consigo
un sentimiento de estar firmemente fijo dentro de uno mismo, en un trocito de eternidad interior, la
cual no podrá ser tocada ni siquiera por la muerte física”. En El Mundo el sí-mismo se revela
completamente. Jung lo describió de la siguiente manera: “Experimentar el sí-mismo significa que
uno siempre es conciente de su propia identidad. Entonces uno sabe que no podrá ser otra cosa que
lo que es, que nunca se perderá a sí mismo y que nunca será separado del sí-mismo. Y eso porque
uno sabe que el sí-mismo es indestructible, que es siempre uno y el mismo y que no puede ser
disuelto ni cambiado por ninguna otra cosa. El sí-mismo recapacita a uno para permanecer él mismo
en todas las condiciones de su vida”. Referencia: Anima Mundi.

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