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La teoría de la generación espontánea. La creencia de que existían seres tan pequeños que
eran invisibles se remonta a tiempos tan lejanos como antes de la Era Cristiana. Doscientos
años antes de ella, Varro ya proponía la posibilidad del contagio de ciertas enfermedades
debido a criaturas invisibles suspendidas en el aire, y esta idea ya era compartida por los
antiguos médicos latinos y árabes.
Lucrecio fue conocido por su punto de vista peculiar sobre la materia, ya que pensaba que
las cosas surgían de una especie de átomo o semilla. En su obra De Rerum Natura (75 a.
C.) sugiere que las plagas eran causadas por una especie de átomo. Y en el libro VI dice:
"Así como hay semillas benéficas para nuestra vida, seguramente existen otras que causan
enfermedad y muerte," Este punto de vista puede ser considerado como un claro ejemplo
de que se intuía ya que la naturaleza de la infección era microbiana. Sin embargo, estas
semillas no se consideraban como organismos vivientes.
Por otra parte, prevalecía la idea de que las cosas emergían de semillas y que sólo la
combinación de varias de ellas podría dar origen a un organismo completo. Así pues, existía
la duda sobre el origen de la primera semilla. De alguna forma esta primera semilla se había
generado espontáneamente, es decir que podían aparecer organismos vivientes a partir de
materia no viviente. A esta corriente de pensamiento se le conoció como la teoría de la
generación espontánea y persistió por más de 1 500 años.
Las ideas de Lucrecio sobre la naturaleza de la materia fueron resucitadas por Giordano
Bruno, al final del siglo XVI, e influenciaron profundamente a Robert Boyle. Sin embargo, el
simple razonamiento sobre la existencia de los microbios no constituyó la prueba de su
verdadera existencia. Ésta sólo pudo ser demostrada gracias al descubrimiento de una lente
de aumento.
El microscopio abrió las puertas de otro universo. El holandés Antonie van Leeuwenhoek
(1632-1723) fabricó la primera lente lo suficientemente poderosa como para observar a los
organismos unicelulares. Utilizó una lente convexa y colocó al objeto dentro de la distancia
focal (Figura 2). Este arreglo produce una imagen virtual o aparente muy amplificada; con
este rudimentario pero ingenioso microscopio logró observar muchos "pequeños animalillos".
Éstos incluían protozoarios, tanto de vida libre como parásitos de las vísceras de algunos
animales; también logró observar hongos filamentosos y corpúsculos globulares que ahora
conocemos como levaduras. Hizo importantes observaciones sobre la estructura de las
plantas y descubrió los espermatozoides de algunos animales. Fue hasta 1676 que pudo
observar organismos aún más pequeños, como las bacterias.
Figura 2. Diagrama del microscopio utilizado por Leewenhoeck. El objeto "O" se coloca
dentro de la distancia focal "F" y esto da por resultado una imagen virtual "T" muy
amplificada.
Por otra parte, el microscopio compuesto, capaz de ampliar la imagen con mayor eficiencia
y más conveniente para su uso, fue inventado en 1590 por Zacharías Jensen y usado en
1630 por F. Stellerti para estudiar la miel de abeja y los escarabajos. Sin embargo, todos los
modelos producidos hasta antes de 1800 no poseían la resolución y la calidad de los
microscopios de un solo lente.
Las observaciones de Leeuwenhoek llamaron mucho la atención, pero eso fue todo. Nadie
en esta época trató de repetir o extender sus observaciones, ya que la alta calidad de sus
lentes y su gran agudeza visual fueron factores determinantes para desalentar a cualquier
competidor. A esto se debió el gran retraso que sufrió el desarrollo de microscopios más
potentes.
En un principio existían dos escuelas bien definidas de pensamiento: aquélla que tomando
a Lucrecio al pie de la letra apoyaba la idea de que se podrían generar animales a partir de
materia muerta gracias a la existencia de una "fuerza vital" (generación espontánea) y la que
decía que la vida sólo se genera a partir de vida (en latín omne vivum ex vivo).
Los antiguos que creían en la generación espontánea daban recetas para preparar "ratones"
a partir de comida en putrefacción. Opuestas a este punto de vista eran las ideas de Redi,
quien en 1668 mostró que la aparente generación espontánea de larvas en la carne provenía
de la visita de las moscas que ponían huevecillos sobre ella. Sin embargo, Needham, otro
investigador, hirvió extracto de carne en un frasco, lo tapó y encontró que después de
algunos días aparecían criaturas que se movían. Esto, aunado a la idea de que los
organismos vivientes morían al ser hervidos, llevó a pensar que dichos organismos eran
realmente producto de la generación espontánea.
Más tarde, Spallanzani llevó a cabo experimentos más cuidadosos con los que demostró
que los organismos grandes eran destruidos al ser hervidos durante 30 segundos, pero los
microorganismos sobrevivían y se desarrollaban, aunque los frascos estuvieran
herméticamente cerrados. Después de muchos ensayos, encontró que, si hervía los frascos
parcialmente cerrados durante 45 minutos, el contenido se mantenía sin contaminarse casi
indefinidamente, y sólo si se permitía la entrada de aire, el contenido entraba en putrefacción
rápidamente. Estos resultados llevaron a pensar que, al hervir el contenido, el aire del frasco
se hacía inadecuado para la existencia de vida en su interior y esto era interpretado como la
ausencia de la "fuerza vital".
Un cocinero francés, llamado François Appert, a principios del siglo XIX desarrolló el arte de
preservar comida en frascos sellados: lo lograba hirviendo el contenido dentro del frasco y
cerrándolo sin permitir la entrada de aire fresco. Observó que así el contenido se mantenía
libre de microorganismos por tiempo indefinido. Este hallazgo lo llevó no solamente a fundar
una importante industria, la de las conservas, sino a ser inmensamente rico.
Theodor Schwann, en 1837, llevó a cabo un experimento similar, pero la diferencia consistió
en que el aire fresco se hacía pasar por un recipiente que contenía un metal fundido en
ebullición y de esta forma cualquier materia orgánica se mantenía estéril en el interior. Sin
embargo, cuando se dejaba pasar aire fresco sin entrar en contacto con el metal fundido, el
contenido se contaminaba invariablemente, con bacterias para el caso del extracto de carne
y con levaduras para una solución con azúcar. La interpretación que dio Schwann a sus
resultados fue la siguiente: "Los microorganismos que deben estar presentes en el aire son
destruidos al hacer pasar el aire por un líquido incandescente. Por lo tanto, la putrefacción
sin duda se debe al hecho de que estos gérmenes, al nutrirse y desarrollarse a costa de esta
sustancia, la descomponen y sobreviene la putrefacción."
Más tarde, la técnica de estos experimentos fue simplificada y en 1853 Schroeder y Von
Dush descubrieron que, después de hervir el recipiente, bastaba con cerrar el extremo
abierto con un tapón de algodón. De esta manera, el aire que entraba a través del algodón
se filtraba al pasar por los múltiples y tortuosos caminos dentro del mismo. Estos
experimentos abrieron el camino sobre el cual se basaron los métodos para cultivar
bacterias. Dos postulados importantes se derivan de estos resultados: el primero consiste
en hacer un medio de cultivo adecuado que esté libre de microorganismos y esto se logra
hirviéndolo; el segundo consiste en mantener el medio estéril por largo tiempo y esto se logra
evitando la entrada de los microorganismos que están suspendidos en el aire.
Pasteur fue quien desechó la teoría de la generación espontánea. Fue el genio de Louis
Pasteur (1822-1895) quien finalmente persuadió al pensamiento científico sobre lo
verdadero de la generalización tan claramente formulada por Schwann en 1837. Pasteur se
valió de una combinación de habilidad científica, persuasión y un sentido muy particular del
drama. Su experimento consistió básicamente en hervir infusiones en un aparato tal que,
cuando el contenido se enfriaba, el aire que entraba era calentado y luego vuelto a enfriar al
pasar por una camisa enfriada con agua. Bajo estas condiciones la infusión se conservaba
libre de contaminación. La figura 3 ilustra el aparato tal como fue diseñado por Pasteur. Sin
embargo, el experimento más sorprendente fue aquel en el que Pasteur mostró cómo un
medio nutritivo permanecía estéril aun cuando estuviera comunicado con el exterior. Para
esto diseñó unos frascos especiales (Figura 4) en los que, como se puede ver, se permite la
entrada de aire, pero no se contaminan porque en el primer doblez del cuello se retienen los
posibles microbios contaminantes. Estos frascos se encuentran hoy en día tal y como los
dejó este notable hombre de ciencia.
Figura 3. Experimento diseñado por Pasteur para demostrar que si el aire que entra al
recipiente cuyo contenido hirvió es previamente calentado, el contenido no se contamina. El
aire caliente se enfría con un trapo mojado antes de que éste llegue al caldo nutritivo.
Pasteur confirmó también los experimentos de Schroeder y Von Dusch, quienes hirvieron
una infusión de carne y cerraron los frascos con tapones de algodón. Este experimento lo
amplió Pasteur utilizando tapones de nitrato de celulosa en lugar de algodón, para después
disolver el tapón en alcohol, de tal forma que los gérmenes atrapados en el tapón fueran
liberados; después examinó el contenido del tapón bajo el microscopio y observó partículas
globulares que semejaban esporas de hongos y bacterias.
A pesar del éxito de los experimentos de Pasteur no siempre se lograba reproducirlos, y esto
se debía principalmente a la resistencia de ciertas esporas o microbios a las altas
temperaturas. Sin embargo, tal dificultad no pudo opacar el concepto general que Pasteur
logró aclarar.
Figura 4. Botellas de cuello de ganso que Pasteur dejó como prueba de que la putrefacción
proviene del crecimiento de microorganismos y no de la generación espontánea.
En 1869 este físico inglés demostró que al llenarse una cámara con aire que se forzaba a
pasar a través de un algodón, se lograba obtener aire ópticamente vacío. La relación de sus
experimentos con los de Schwann y Pasteur fue obvia para él: las pequeñas partículas no
eran otra cosa que microorganismos. Demostró que el aire ópticamente vacío no iniciaba el
proceso de putrefacción. En 1876 diseñó una cámara (Figura 5) que permitía observar tanto
la presencia de partículas contenidas en el aire como la putrefacción de cualquier sustancia
depositada en el interior de la cámara. Esta cámara tenía además una entrada para depositar
la muestra (B) y una ventilación que servía también para equilibrar las presiones (A) y
consistía en un tubo con varios dobleces. Para determinar la presencia de partículas en el
aire, el rayo de luz (E) se hacía pasar como se muestra en la figura.
La fermentación debe estar asociada a un microbio. A pesar de que Pasteur logró demostrar
que la contaminación de un caldo de cultivo se debe a la presencia de microorganismos,
seguía siendo importante saber cómo ocurrían los procesos de putrefacción de la materia.
Así fue como otra serie casi innumerable de sucesos ocurrieron y permitieron descartar
definitivamente las ideas sobre la generación espontánea. En estudios posteriores sobre la
fermentación butírica y la producción de vinagre, Pasteur encontró que estos procesos se
debían al desarrollo de microorganismos específicos como son el Vibrion butiricum y el
Mycoderma aceti.
Es importante recordar que las bacterias no poseen todas las estructuras que contienen en
su interior las células de los organismos que aquí llamaremos superiores y éstas pueden ser
desde las levaduras hasta las células de cualquier animal. La figura 6 muestra estas
diferencias estructurales.
Las bacterias tienen también envolturas celulares diferentes a las de las células de los
animales superiores. Todas presentan una pared formada de un componente químico
específico llamado peptidoglicano, que es el responsable de dar a la célula una envoltura
resistente. La presencia de la llamada pared celular ha permitido catalogar a las bacterias
en gram positivas y gram negativas. Las bacterias que se tiñen con un colorante violeta son
las positivas para la tinción de Gram y no tienen pared celular. Otras no se tiñen con el
colorante y se les conoce como gram negativas.
Figura 6. Diferencias estructurales entre la célula superior y las bacterias.
Las bacterias pueden tener organelos que les permitan moverse. Los más comunes son los
flagelos, que se proyectan de su superficie en uno de los extremos de la célula.
Las bacterias pueden ser de muchas formas: esféricas, en forma de bastón y hasta
ramificadas. En general, su tamaño es muy inferior al de una célula de un organismo superior
y su multiplicación es por división asexual. Durante su ciclo reproductivo se forma una pared
divisoria después de que su cromosoma, formado de ADN que contiene la información
genética, se ha duplicado. De esta forma las dos porciones de la célula se separan,
conteniendo cada una de las nuevas células su propio cromosoma (Figura 7).
Algunas bacterias tienen estructuras conocidas como endosporas, las cuales pueden resistir
el paso del tiempo y aun agresiones tales como altas temperaturas y productos químicos
tóxicos que acaban normalmente con una bacteria. Estas esporas permanecen en estado
latente y, bajo condiciones adecuadas, pueden dar lugar a una nueva bacteria.
Las bacterias están íntimamente ligadas a la existencia de la vida sobre la Tierra. Son
causantes de muchas enfermedades, pero también en muchos casos son las responsables
de la continuidad de la vida.
Los microbios y las enfermedades. Sin duda una de las cargas que más ha pesado sobre la
humanidad ha sido las enfermedades causadas por los microorganismos. No solamente
eran la causa más frecuente de muerte sino, además, de las enfermedades que atacaban a
los menores de edad. No en pocas ocasiones a causa de la naturaleza epidémica de las
infecciones, ejércitos y naciones enteras fueron exterminados. Una de las grandes hazañas
de las ciencias médicas y biológicas ha sido el descubrimiento de la causa y el control de
estas epidemias devastadoras. Hoy en día es fácil dar por hecho estos logros tan importantes
y preocuparse por los problemas derivados de los avances tecnológicos. Sin embargo,
Pasteur y Koch llegaron a ser considerados héroes por haber rescatado a la humanidad de
una de las más grandes amenazas con la que tuviera que enfrentarse: la contaminación
microbiana. Es indudable que el avance de la microbiología como una ciencia es inseparable
de su función como pilar fundamental de la medicina moderna.
Los microbios del suelo. Al final de la era encabezada por Pasteur, otros investigadores,
como lo fueron Winogradsky en Rusia y Beijerinck en Holanda, comenzaron a explorar la
microbiología del suelo y descubrieron para su sorpresa una gran variedad de
microorganismos en los diferentes tipos de suelo que estudiaron.
Con el desarrollo de la "microbiología del suelo" se hizo aparente que el principal papel que
desempeñan los microbios en la naturaleza es geoquímico. Gracias a la presencia de
bacterias en la tierra, los compuestos orgánicos como el carbono, el nitrógeno y el azufre
pueden ser usados cíclicamente por las plantas y los animales, en vez de que dichos
elementos se encuentren como materia inorgánica muerta.
Por otra parte las algas y, en una menor proporción, las bacterias fotosintéticas llevan a cabo
la otra mitad del ciclo geoquímico, la formación de materia orgánica a partir de bióxido de
carbono (C02) por medio de la fotosíntesis. Es importante enfatizar el papel benéfico de
ciertos microbios, ya que la conexión histórica entre las enfermedades infecciosas y la
microbiología ha dado lugar a la imagen popular de que el mundo de los microbios es
maligno y hostil. Sin embargo, la fracción de microbios nocivos para el hombre es mínima
con respecto al del total de la masa microbiana sobre la Tierra. La mayoría de los microbios
ataca la materia orgánica muerta cuando está bajo tierra y constituye un factor determinante
en la transformación de la materia orgánica.
En síntesis
La microbiología Ambiental es la ciencia encargada del estudio de los seres más diminutos
denominados microorganismos y su comportamiento en el desarrollo de bioprocesos que nos
puedan ayudar en la descontaminación ambiental del suelo, agua o aire,
etimológicamente estos seres vivos y pequeños que en su gran mayoría sólo son visibles al
poder resolutivo del microscopio, vienen de las palabras mikros "pequeño", bios, "vida" y logos,
"estudio", es decir, es el estudio de la vida en su mínima expresión.
La Microbiología Ambiental se dedica a estudiar estos seres vivos que como se dijo sólo son
visibles ante el poder resolutivo del microscopio, en la nueva clasificación de los seres vivos los
podríamos ubicar como procariontes principalmente y eucariontes simples. Dentro de los
procariontes, es decir aquellos unicelulares, formados por células procariontes sin núcleo
definido, tendríamos a las Bacterias y a los eucariontes formados por células con núcleo definido
entre los cuales valdría mencionar las Algas y los Hongos, y aquellos que estarían por debajo
de cualquier clasificación de los seres vivos dentro de los cuales estarían los Virus y los Priones,
que no están conformados por células, sino por pequeños agregados celulares.
Tanto es así que, según las estimaciones más habituales, sólo un 1% de los microbios existentes
en la biosfera han sido estudiados hasta el momento. Por lo tanto, a pesar de que han pasado
más de 300 años desde el descubrimiento de los microorganismos, la ciencia de la microbiología
se halla todavía en su infancia en comparación con otras disciplinas biológicas tales como
la zoología, la botánica o incluso la entomología. Al tratar la microbiología sobre todo los
microorganismos patógenos para el hombre, se relaciona con categorías de la medicina
como patología, inmunología y epidemiología.