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El despojo de la dictadura:

Cómo Pinochet garantizó el


negocio redondo de las
forestales con el territorio
mapuche
En dictadura, el grupo Angelini pagó 200 millones por las
más del 2 mil hectáreas que corresponden al Fundo
Tranaquepe. En 2015, la Conadi le devolvió más de 5 mil
millones de pesos por una parte del mismo terreno a la
Forestal Arauco, para destinarla a las comunidades
indígenas que reclamaban el territorio como suyo. Aquí
parte de la historia del revanchismo, de cómo las
comunidades mapuche empoderadas tras la reforma
agraria de Allende terminaron despojadas y abatidas con
una contrareforma diseñada desde los núcleos
empresariales que siguen controlando hasta hoy la zona
de conflicto.
Por Francisco Parra / 09.09.2018 @frparrag
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Era el año 1974 y la cesantía era un problema para la recién
estrenada Junta Militar. Entonces apareció Fernando Léniz,
empresario forestal y ministro de Economía, quien le propuso
directamente a Pinochet el Programa de Empleo Mínimo
(PEM) y fue uno de los redactores del controversial DL701,
que permitió al Estado subsidiar las faenas forestales durante
años.
“Masas de trabajadores de la provincia de Arauco, ex
mineros, fueron subidos a camiones militares y llevados a la
cordillera de Nahuelbuta a hacer hoyos y plantar pinos para
las empresas forestales. La tierra la compraron a huevo y las
plantaciones no solo les salieron gratis, sino que ganaron con
ellas. Esta forma criolla de ‘acumulación originaria’ condujo a
la existencia de enormes fortunas que hoy se vanaglorian de
exportar a todas partes del mundo”, dice José Bengoa en el
libro Reforma agraria y revuelta campesina.
Léniz murió en 2013 y la prensa lo homenajeó como un
reconocido empresario y ex ministro de Estado. Pero poco se
hablaba en ese entonces cómo él encarnó mejor que nadie el
vínculo que tuvo la dictadura militar con la poderosa industria
forestal. Una ligadura que tuvo como correlato el despojo del
territorio mapuche, que vio en la reforma agraria de Salvador
Allende los indicios de la culminación de su lucha por la
recuperación territorial.
La industria forestal es de las más poderosas del país e hizo
su fortuna, según explica Bengoa, prácticamente gratis:
“Recibieron del Estado la tierra, las plantas, los
trabajadores, en fin, recibieron gratis los actuales
bosques que cubren el sur del país”.
El libro ¡Xipamün Pu Ülka! (“váyanse los codiciosos” en
mapuzungun), lanzado el año pasado, relata la historia de
cómo dos de los grupos empresariales más importantes del
país (Matte y Angelini) se hicieron los dueños legales del
territorio mapuche del Lavkenmapu y la Coordillera de
Nahuelbuta.
En esta historia es clave Julio Ponce Lerou, quien en
democracia se haría de SQM para financiar durante años a
todo el espectro político. En los 70′, el yerno del dictador
estaba a la cabeza de la Conaf y fue clave en el DL2247 de
1978, que permitió transferir las tierras de la reforma agraria a
la Conaf, para que después sean vendidas a las empresas
forestales. En total, fueron 352 mil hectáreas de la reforma
que llegaron a la propiedad de Conaf por tener lo que se
determinó “aptitud forestal”. Fue, según una comisión
investigadora de Cámara de Diputados, el 44% del total de
las tierras expropiadas hasta 1973.
Un funcionario de Mininco, citado en la publicación y que
trabajó para el Ministerio de Agricultura en dictadura, contó
cómo “en algunos casos le cambiaban la aptitud para
pasarlos como forestales y tirárselos a la Conaf, que fue el
pasadizo para entregárselo a los dos grupos económicos”, en
referencia a los Matte (a través de CMPC) y Angelini
(Arauco).
Flor Laviqueo, dirigenta de la comunidad María Colipi, cuenta
en el libro cómo en 1974 un grupo fue hasta el ministerio de
Agricultura y ahí mismo fueron engañados para que la
calificación de sus tierras fuera declarada como forestal. La
comunidad recuperó parte del Fundo Labranza hace unos
años e inmediatamente sembraron. “Hoy día todavía se
siembra, porque esas tierras nunca fueron de uso forestal”.
El Fundo Labranza corresponde a 808 hectáreas ubicadas
en las cercanías de Quidico, comuna de Tirúa. En 1979, la
Conaf de Ponce Lerou se lo vendió a la forestal Crecex -del
Grupo Vial, que en los 80′ sería absorbida por los Matte y su
brazo forestal, Mininco- en $3.686.849. Actualizado al IPC de
la fecha, serían cerca de $155 millones, un promedio de
apenas $190 mil pesos por hectárea. Una cifra irrisoria por
donde se mire.
Y lo mismo pasó con tierras como El Canelo y en localidades
como Paillaco, Lleu Lelu, Antiquina y Huentelolén. Todas a
precios de regalo. El más notorio es el Fundo Choque, de
6.905 hectáreas, vendido a Crecex en $968 millones según el
IPC actual. Apenas $140 mil pesos por hectárea.

Precio por hectárea entre 1978-1


Cura
Choque
Paillaco
Ranquilhue
Tranguilboro
Lanalhue
Licura
Puchacay
Pulebu
Cayucupil
0
100
200
300
400
500
600

20,013
Hectáreas en propiedad de Mininco en la provincia de Arauco

Todas son reivindicadas por comunidades mapuche


*Precio actualizado al IPC de
2017
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Licura
401.722

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No solo los Matte fueron los beneficiarios de esta política. El
grupo Angelini pagó $200 millones de hoy por 2.200
hectáreas del fundo Tranaquepe. En 2015, la Conadi -
organismo estatal creado para la compra de tierras indígenas-
pagó $5.151.134.962 por 1.859 hectáreas destinadas a las
comunidades Juan Lincopan, Kellgo y Kralhue. Más de 2
millones 700 mil pesos por hectárea. Un negocio redondo.
“Hasta 1979 e incluso 1980, las paginas de El Mercurio
llamaban a remates públicos de enormes predios, casi todos
de aptitud forestal. La crisis económica generalizada de esos
años permitía que solamente un puñado de instituciones, por
lo general bancarias, pudiese acceder a esos remates y
comprar a ‘huevo’ esos campos. Al mismo tiempo se vendían
las fábricas de celulosas que había construido el Estado, los
aserradores, en fin, se privatizó el sector forestal de manera
completa. En esos años se realizaron estudios que
demostraban que la compra del predio forestal, las plantas de
pino que donaba la Conaf, los subsidios de mano de obra y el
famoso decreto 701 que subsidiaba las plantaciones, hacía
que esos bosques fueran gratis, totalmente pagados por el
Estado”, dice Bengoa en su libro.
José Cayuhan participó en la elaboración de Xipamün, que
intenta explicar el proceso de las comunidades lavkenche por
la recuperación de sus tierras. Conversaron por
los papay y chachay de sus comunidades y corroboraron la
información con los documentos notariales. Se encontraron,
por ejemplo, que en una sola notaría y en un solo día, más de
100 firmas mapuche traspasaban sus tierras recuperadas en
la reforma a las forestales.
El libro también cuenta cómo parceleros engañaron a muchos
mapuche -que la mayoría no sabía escribir- para después
vender tierras a las forestales en millonarias cifras. Un Román
Cea, que según los antiguos de las comunidades era
guardabosques y “palo blanco” de Arauco, compró una
parcela en 30 mil pesos y la vendió a sus jefes en más de 2
millones.

Fundo Tranaquepe
Fundo El Canelo
0
1000000
2000000
3000000
4000000

Precio por hectárea en dictadura

Precio pagado por Conadi


Precio por hectárea Hacienda Tranaquepe,
1989 y 2015

La Hacienda Tranaquepe (2.110 hectáreas) fue vendida por el


Estado a Forestal Arauco en 1989

El Grupo Angelini la dividió en los fundos Tranaquepe y El Canelo

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Infogram
“Muchos de los conflictos que existen hoy día son el
resultado de esto que hizo la dictadura de volver a
quitarles las tierras. Los gobiernos de la Concertación
sacaron una ley y un organismo que puede comprar tierras,
pero no expropiar. Este problema no se va a solucionar
mientras el gobierno de turno no le ponga coto a las
compañías forestales”, aseguró Jacques Chonchol, ex
ministro de Agricultura de Allende, a The Clinic en 2016.
– Hoy las comunidades están en una ola de recuperación y
los carabineros son guardianes de las forestales, esa es la
gran consecuencia de lo que hizo la dictadura hoy día. Ya no
solo se cubren los gastos, se resguardan los intereses-
comenta José Cayuhan.
Según información de Carabineros del año 2016, se presta
protección permanente a 15 faenas forestales en las regiones
del Bío Bío, Araucanía y Los Ríos, 9 de las cuales
pertenecen a Forestal Mininco. Un ejemplo es el extenso
Fundo Choque, que extiende 10 mil hectáreas de
plantaciones de pino alrededor del lago Lleu Lleu. Una parte
fue “recuperada” por la CAM y las comunidades locales.

Nuke Mapu
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CAM Resiste en Lago LLeu Lleu a Forestal Mininco
S.A para recuperar Cordillera de Nahuelbuta

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Apuntando con el dedo
El historiador Fernando Pairican explica que el movimiento
mapuche de los 70′ logró interpelar al gobierno socialista de
Allende y “mapuchizar” la reforma agraria, transformándola en
una lucha anticolonial por la recuperación de las tierras que
habían sido arrebatadas en la ocupación de un siglo atrás. El
mejor ejemplo es el llamado “Cautinazo”, la gran movilización
de 1971 que llevó a miles de mapuche a ocupar fundos
agrícolas en las cercanías de Temuco. El impacto fue tanto
para el gobierno, que Allende determinó trasladar el ministerio
de Agricultura a la capital de la novena región.
Entonces, el indio, el esclavo, pasó a ser el dueño de la tierra.
Algo que el patrón no perdonaría, pues tocaba la fibra que
más le dolía: sus propiedades. “Con la contra reforma agraria,
los patrones de fundos apuntaban con el dedo a los dirigentes
que habían recuperado sus tierras”, dice Pairican.
El informe “Trabajo de investigación de ejecutados y
desparecidos, 1973-1990, pertenecientes a la Nación
Mapuche” del historiador Hernan Curiñir Lincoqueo, el
sociólogo Pablo Silva Carrasco y el trabajador social Conrado
Zumelzu Zumelzu, establece la cifra de 171 víctimas
mapuche de la dictadura, 36 más que la comisión Rettig. “El
asesinato de muchos de ellos está vinculado a la tenencia de
tierra”, dice en sus conclusiones.
En dicho trabajo se da cuenta también de cómo muchas
víctimas de la dictadura nunca pudieron acreditar que fueron
torturados ante las distintas comisiones de verdad y justicia,
pues no fueron detenidos en cuarteles, sino en los propios
fundos de los patrones, convertidos en verdaderos campos
de concentración para la tortura y desaparición. Los
mapuche, dice el informe, eran torturados frente a sus
familias y comunidades.
Pairican explica que el impacto socio cultural de la dictadura
llegó a ser incluso más profundo para el mapuche que para el
resto del país, porque con la detención o el asesinato del
lonko, se desarma todo el tejido social comunitario, se
desestructuran los cimientos del mundo mapuche.

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