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Jornadas de Intercambio de Experiencias Pedagógicas

2018 “Presente”

“YO SOY MI
CUERPO”
AUTORA:
Romina Daiana Paje

DNI: 31598695

Institución: Escuela Nº 9 “Homero Manzi” DE 13

Cargo: Maestra de Grado

E mail: romipaje@gmail.com

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Resumen
La Organización Mundial de la Salud define a la sexualidad como “una dimensión fundamental del hecho
de ser humano.[…]Se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores,
actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores
biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. […] En resumen, la
sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos”.
Siguiendo esta línea, una educación sexual integral incluye el conocimiento y cuidado del propio cuerpo y
el de los demás; la valoración de las emociones y expresiones; la información básica sobre la
dimensión biológica de la sexualidad, la reflexión sobre las relaciones interpersonales, el fomento de
valores y actitudes relacionadas con el amor, la solidaridad, el respeto por la vida y la integridad de las
personas; y el ejercicio de los derechos relacionados con la sexualidad, la construcción de normas de
convivencia y las relaciones igualitarias entre mujeres y varones.

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Introducción

En todas las culturas se han probado formas más o menos complejas de educar sexualmente a niñas y
niños. En nuestra sociedad pensar si en las escuelas se “debe” hablar de sexualidad es un tema
controvertido y polémico, porque involucra aspectos políticos e ideológicos, sobre la concepción de los
procesos subjetivos que incluye la sexualidad.
La sexualidad constituye un impulso vital que se organiza a partir de los vínculos con las personas que nos
rodean desde el comienzo de la vida: los cuidados, las caricias permiten ir conociendo nuestro cuerpo,
experimentando sensaciones placenteras que varían a medida que se va creciendo. Entre los intereses de
las niñas y los niños que están en la escuela Primaria, ocupa un lugar central el conocimiento de su cuerpo,
así como las diferencias entre chicos y chicas y con las personas adultas. Es importante que respondamos a
estos intereses, cuidando que el vocabulario que utilicemos no lleve implícitas connotaciones peyorativas
hacia determinadas partes del cuerpo (por ejemplo, los genitales). Asimismo, es importante abordar las
características consideradas culturalmente como propias de varones y de mujeres, desarrollando
actividades que contribuyan a disminuir actitudes y comportamientos discriminatorios y favoreciendo así la
asunción positiva de la identidad sexual.
El cuidado del cuerpo y de la salud colabora en el ejercicio de la sexualidad. Se trata de que, al crecer, los
chicos y las chicas aprendan nuevas actividades para cuidarse (por ejemplo: aprender a seleccionar, dentro
de los alimentos de su dieta, aquellos que son más nutritivos; incorporar hábitos de higiene personal;
aceptar y conocer las partes íntimas de su cuerpo) y también para cuidar a otros niños y niñas, evaluando
los riesgos de ciertas situaciones en las que pueden involucrarse. En el ámbito escolar, chicas y chicos
establecen relaciones interpersonales en las que se ponen en juego enseñanzas y aprendizajes sobre el
cuidado del cuerpo y de la salud. Los cuidados hacia el cuerpo son variados: desde la alimentación, el
abrigo, el afecto, la recreación, el juego, el deporte y la higiene corporal, hasta el aprendizaje de las
necesidades de atención de la salud. Se trata también de que las niñas y los niños conozcan la
responsabilidad de los adultos en su cuidado y crianza, tanto de parte de los familiares como de las otras
personas encargadas de cuidarlos. Reflexionar sobre la vida cotidiana permite ampliar el abanico de
prácticas, actitudes e ideas saludables. Para ello, las posibilidades son múltiples: habilitar oportunidades
para conversar y pensar situaciones en las que los vínculos promueven el cuidado de la salud; incorporar
los derechos de niños y niñas que enfatizan su protección integral; enseñar hábitos de cuidado y respeto
del propio cuerpo y del cuerpo del otro.

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Desarrollo

La espontaneidad de los niños y las niñas, su frescura, su curiosidad e inquietud sobre la sexualidad, su
propio cuerpo y el cuerpo de los otros y las otras nos permiten y nos obligan a que los y las docentes
abordemos el trabajo con la Educación Sexual Integral en forma directa y responsable, con propuestas de
enseñanza significativas e interesantes. Enseñar el cuidado del cuerpo y de la salud es un proceso
imprescindible para que las niñas y los niños puedan aprender a valorarlo y respetarlo. También es
importante que puedan nombrar todas las partes del cuerpo humano, ya que esto facilita una visión
integral del mismo. Precisamente, poder identificar los órganos que lo forman —en especial, los
genitales— permite que los traten como a otra parte del cuerpo, aunque al principio pueda generar risas o
vergüenza. Al mismo tiempo, conocer y poder nombrar las partes del cuerpo y saber cuáles son las partes
íntimas y por qué se las llama de ese modo puede facilitar la identificación de situaciones de abuso sexual
infantil. Cuando los niños y las niñas llegan a la escuela, por lo general, nos encontramos con el uso de una
diversidad de nombres para designar a los genitales. Ellos y ellas suelen utilizar las palabras que
habitualmente se manejan en el vocabulario familiar. Excepto en los casos en que sean peyorativas u
ofensivas, lo mejor es que estas palabras sean escuchadas, reconocidas e incorporadas por el o la docente,
ya que se trata de ir ampliando este vocabulario y generar un código compartido entre la escuela y el
hogar, basado en el uso de los términos adecuados para nombrar a los genitales. Esto se podrá lograr con
más facilidad si los adultos de la casa y de la escuela se ponen de acuerdo y colaboran en la tarea de hablar
sobre la sexualidad con la suficiente libertad y seguridad. El rechazo del vocabulario familiar puede generar
en las chicas y los chicos un sentimiento de estar siendo sancionados, cuando lo importante es que sientan
que el vínculo con la maestra permite la confianza suficiente para que puedan expresar sus ideas y
opiniones y formular las preguntas que los y las inquietan. Si, en sus hogares, los niños o las niñas no
reciben respuesta a sus inquietudes o son reprendidos o reprendidas por preguntar, en la escuela pueden
experimentar otra forma de acercarse a la información que tienen derecho a conocer de acuerdo a su
etapa de desarrollo. Como señala Carmen Hernández Sánchez del Río: “Si para hablar de los órganos
genitales no tenemos palabras comunes aceptadas socialmente, quiere decir que la sexualidad en nuestra
cultura no es aceptada con naturalidad”. En la escuela, los chicos y las chicas establecen relaciones
interpersonales en las que se ponen en juego enseñanzas y aprendizajes sobre el cuidado del cuerpo y de
la salud. Los cuidados hacia el cuerpo son variados: desde la alimentación, el abrigo, el afecto, el juego y la
higiene corporal, hasta el aprendizaje de las necesidades de atención y cuidado de la salud cuando se
enferman o se sientan mal. Reflexionar sobre la vida cotidiana permite ampliar el abanico de prácticas,
actitudes e ideas saludables. Para ello, las posibilidades son variadas: habilitar oportunidades para
conversar y pensar situaciones en las que los vínculos promueven el cuidado de la salud; incorporar los
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derechos de niños y niñas que enfatizan su protección integral; enseñar hábitos de cuidado y respeto del
propio cuerpo y del cuerpo de los otros y las otras. Esto se reafirma también en los Núcleos de
Aprendizajes Prioritarios del nivel, en los que se propone trabajar el conocimiento de hábitos relacionados
con el cuidado de la salud, de la seguridad personal y de los otros y las otras.

Conclusión

Algunas cuestiones de salud están más directamente relacionadas con el cuidado del cuerpo. Una visión
integral y positiva de lo que significa nuestro cuerpo incluye su valoración y aceptación, la posibilidad de
expresar a través de él nuestros sentimientos y emociones (gestos, abrazos, caricias) y también las
acciones más tradicionalmente ligadas a su cuidado: la higiene corporal, la visita al médico, la alimentación
adecuada, el descanso y otras acciones saludables. En el marco específico de Educación Sexual Integral,
también integraremos algunos comportamientos de autoprotección, por ejemplo: el decir “no” cuando
alguna interacción física con otra persona nos perturba o sabemos que no es correcta (ver el eje “Ejercer
nuestros derechos”, en este material). El conocimiento del cuerpo y la utilización de un vocabulario
apropiado y no discriminatorio para referirse a sus distintas partes favorecerán la construcción de una
valoración positiva de nosotros mismos y de los demás.
Los Objetivos de las actividades serán:
• Propiciar el conocimiento del cuerpo humano, brindando información básica sobre la dimensión
anatómica y fisiológica de la sexualidad pertinente para cada edad y grupo escolar.
• Promover hábitos de cuidado del cuerpo y promoción de la salud en general y la salud sexual y
reproductiva en particular, de acuerdo a la franja etaria de niños, niñas y adolescentes.
• Presentar oportunidades para el conocimiento y el respeto de sí mismo/a y de su propio cuerpo, con sus
cambios y continuidades tanto en su aspecto físico como en sus necesidades, sus emociones y
sentimientos y sus modos de expresión.

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Bibliográfica:

https://www.buenosaires.gob.ar/educacion/educacionsexual/recursos-para-el-aula
https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/cuadernillo_esi.pdf
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/esi_primaria_2018.pdf
https://es.slideshare.net/diegoarbelaezm/educacin-sexual-en-la-primera-infancia
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/cuaderno-esi-inicial.pdf

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