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LA ESCUELA Y LA EMPRESA
Lima - Perú
2003
EL EFECTO PIGMALIÓN EN
LA ESCUELA Y LA EMPRESA
El grano de maíz. *
Un mediodía soleado, después de haber estado internado durante varios meses en un centro
de salud mental, bastante alejado del bullicio de la zona urbana, Erasmo fue dado de alta.
Fue así que volvió nuevamente a respirar los aires contaminados de la ciudad, pero con
nuevos bríos y renovado. La causa de su internamiento fueron sus delirios, los mismos que
causaron honda preocupación a su familia, compañeros de trabajo y amistades. En efecto,
Erasmo decía cada día, y también cada noche, a todo aquel que quisiera escucharlo, que era
un grano de maíz tierno, sabroso y apetecible. Pero lo peor del caso era que Erasmo también
tenía el temor de toparse en cualquier momento con gallos, gallinas y pollos, porque asumía
que terminaría siendo tragado, digerido y defecado. El destino de Erasmo en su mente no era
nada promisorio, antes bien lucía tragicómico.
Por fortuna para Erasmo, los tratamientos psiquiátricos y psicológicos a los que estuvo
sometido durante su internamiento fueron bastante efectivos. Tan cierto fue esto, que el
equipo clínico que trabajó en su caso durante varios meses decidió darle de alta porque
consideró que el paciente había superado el problema que originó su internamiento. Erasmo
demostró que había recuperado su propia identidad, por lo que su familia se mostró
sumamente complacida de que por fin pudiera reintegrarse a una vida saludable, productiva y
feliz.
Durante los primeros días Erasmo no cabía en su pellejo de lo contento que se sentía al
haberse reincorporado a su propio hogar. Demás está decir que sus compañeros de trabajo y
amigos le recibieron con una calurosa bienvenida y le desearon los mejores éxitos. Erasmo
realmente apreciaba todos los gestos de cariño y demostraciones de amistad de todos los que
le rodeaban, correspondiéndoles con sonrisas y abrazos de amistad.
Sin embargo, a las pocas semanas, Erasmo volvió a preguntarse en su fuero íntimo si los
gallos, gallinas y pollos en verdad sabrían que él no era un grano de maíz. Indudablemente
que yo no soy un grano de maíz -pensaba Erasmo-, por supuesto que sé bien que no soy un
grano de maíz, pero no estoy tan seguro si las gallináceas lo saben tan bien como yo mismo.
No pudiendo soportar por más tiempo esta incertidumbre que le causaba mucha
preocupación y angustia, Erasmo decidió abordar el primer autobús que encontró a la salida
de la ciudad para dirigirse hacia su centro de salud mental. No paro sino hasta la oficina del
mismísimo director, a quien le confesó, agitado y sudoroso, que se sentía muy atemorizado
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por todas las cosas extrañas que pasaban por su mente. El director, sorprendido y extrañado
por el comportamiento de su antiguo paciente, le preguntó:
- Pero Erasmo, usted mismo nos dijo antes de salir de aquí que se sentía muy bien y
que, además, era capaz de reintegrarse a su familia y volver a trabajar con toda
normalidad. ¿Qué es aquello que en verdad le preocupa tanto?
El billete roto. *
Algunos meses atrás Roberto entregó en una bodega un billete de S/ 50.00 para pagar varios
productos envasados. Luego de algunos minutos de espera le devolvieron su billete, diciéndole
que estaba roto en uno de sus ángulos y que, por consiguiente, no se lo podían aceptar.
Roberto sabía bien que su billete se encontraba en buen estado, esto porque el taxista que lo
esperaba lo había revisado previamente, diciéndole que estaba conforme pero que no podía
cambiárselo porque carecía de dinero para darle su respectivo cambio. Así fue que Roberto
decidió comprar en una bodega para tener dinero que le permitiera pagar el servicio de taxi.
Finalmente, pagó el taxi (un amigo le prestó el dinero), perdió dinero al recibir un billete
dañado, no pudo comprar nada en la bodega y, por último, lo calificaron, sin ningún
miramiento, de “tramposo”, esto por reclamar algo que consideraba justo. Roberto sabe bien
que es, entre otras cosas que piensa de sí mismo, una persona honesta; sin embargo, ese
mismo día terminó preguntándose: ¿lo saben acaso los demás?
* Relatos adaptados por RIVT
El fondo serio del asunto, a propósito de estos dos relatos tragicómicos, es que no
sólo somos lo que creemos ser sino que también puede influir intensamente en
nuestras creencias de lo que somos lo que las demás personas creen acerca de
nosotros mismos. No es menos cierto tampoco que lo piensen los demás sobre
nosotros puede contribuir en la formación de nuestra identidad personal. Veamos un
ejemplo recogido de la política peruana. ¿Qué es lo que cree ser Alberto Fujimori
Fujimori? Pues nada menos que un político, con talla de estadista, perseguido por sus
enemigos políticos, ¡que merece gobernar nuevamente el Perú! Pero al fin y al cabo -
me pregunto- no son acaso los propios ciudadanos peruanos quienes más han
contribuido a que este controvertido personaje crea que es el mejor estadista que ha
tenido el Perú en toda su historia republicana. Y hasta podría arriesgarme a apostar
que no habrá dios que le haga creer otra cosa que no sea esa precisamente. Y será en
función de esa creencia, alimentada día a día por los seguidores que todavía tiene en el
país, que Fujimori seguirá avanzando hasta donde pueda en la política peruana. Reviso
los resultados de una encuesta de Datum Internacional, realizada en Lima y Callao,
entre los días 5 al 8 de diciembre del 2003, que informa, respecto de las intenciones de
votos para las elecciones presidenciales del 2006, como el 18% de las personas
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encuestadas consideran a Alberto Fujimori como candidato para la presidencia del
Perú en las próximas elecciones. Desde luego que Fujimori se encuentra impedido
legalmente de participar en las próximas elecciones generales, pero desde los puntos
de vista político y psicosocial todavía se encuentra “vivo” para un sector representativo
de la población peruana.
Las evidencias que se conocen denotan bien a las claras que Vladimiro Montesinos se
convirtió en el pigmalión de Fujimori en la política peruana. Se reconoce que el
pigmalión de alguien es una persona que ha contribuido de manera influyente y decidida
en su evolución personal con sus propias expectativas. Veamos a continuación el
significado psicológico que tiene el efecto Pigmalión en la escuela y la empresa.
El efecto Pigmalión.
Tal vez Pigmalión hubiera vivido hasta el fin de sus días ese amor silencioso, de no ser
por la intervención de Venus, diosa del amor, a quien se rendía culto en la isla de
Chipre, donde vivía el enamorado artista. Fue en una de esas fiestas en homenaje a la
diosa, según refiere Ovidio, que el escultor estuvo presente. Pigmalión ofreció también
sacrificios y elevó al cielo sus ardorosas suplicas: “A vosotros, ¡oh dioses!, a quienes todo
es posible, os suplico que me deis por esposa una doncella que se parezca a mi virgen de
marfil”. La diosa, conmovida por el amor de Pigmalión, accedió a sus ruegos y concedió
la vida a Galatea, la bella estatua de marfil, para que fuera amada por el escultor.
El famoso escritor inglés George Bernard Shaw (1856 -1950), en su celebrada obra
teatral Pigmalión (1912), relata la transformación de una pobre muchacha, nacida y
criada en los bajos fondos de la sociedad, en una dama educada y brillante, capaz de
alternar en los círculos de la rancia sociedad inglesa. Esta obra, adaptada como
comedia musical, con el título de Mi bella dama (1964), fue llevada a la pantalla
cinematográfica por el director George Cukor, desempeñando los roles protagónicos
Audrey Hepburn, en el papel de la florista Eliza Doolittle, y Rex Harrison, en el papel
del Profesor Henry Higgins. Esta obra ganó en dicho año nada menos que ocho
premios Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
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Robert K. Merton (1910 - 2003), influyente sociólogo americano del siglo XX, con
una impresionante trayectoria científica de 70 años, fue el primero en describir lo que
se conoce como profecía autocumplida. Otros intereses de este brillante sociólogo lo
representaron sus estudios sobre la influencia de los medios de comunicación de
masas, racismo, serendipity, historia, literatura, etimología y otros.
El efecto Pigmalión significa que las creencias de que algo es verdadero se cumplen
porque origina un comportamiento que tiende a confirmar esas creencias. Esto se ha
comprobado en muchos campos, desde las investigaciones científicas hasta las
observaciones familiares. En la selección de personal, si el entrevistador tiene
prejuicios y estereotipos en contra de las personas con sobrepeso, pues en las
entrevistas de empleo tratará de confirmar sus expectativas negativas cuando
entreviste a esta clase de personas. En la supervisión de personal, si los ingenieros
jóvenes han aprendido de sus superiores jerárquicos que sólo puede tratarse a gritos a
sus subordinados para que cumplan las órdenes que se les imparten, pues estarán
predispuestos a que está expectativa se cumpla en su trabajo de campo. El científico
social que tiene en mente alcanzar determinados resultados en sus estudios, pues
estará condicionado en forma inconsciente a poder obtenerlos. Ahora bien, el efecto
Pigmalión puede ser positivo o negativo, según sea la creencia que se proyecte sobre
los demás o sobre nosotros mismos.
Hace 35 años apareció el clásico estudió del efecto Pigmalión de Robert Rosenthal y
Lenore Jacobson, publicado en su libro Pigmalión en el salón de clases (1968), llamando
poderosamente la atención de los medios de comunicación en los Estados Unidos
sobre este importante fenómeno psicológico. Esta publicación generó muchas
controversias en la comunidad científica y profesional, a causa de los métodos
estadísticos y experimentales empleados por los autores del estudio. Algunos
investigadores replicaron el experimento sin alcanzar los resultados previstos, pero, sin
embargo, otros sí pudieron hacerlo. Podemos preguntarnos ahora qué fue lo que
comunicaron Rosenthal y Jacobson que ocurría en el salón de clases
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Todo esto nos revela que es muy importante para los profesores no comunicar
expectativas pobres, negativas o impropias a los estudiantes a causa de las implicancias
psicológicas que entran en juego. Los profesores deben decirles con sinceridad a sus
estudiantes que sí creen que pueden aprender y enfrentar los retos académicos con
éxito.
¿De qué manera los profesores pueden comunicar sus expectativas positivas a sus
estudiantes en los centros educativos?
Observe con discreción a los estudiantes en las actividades y tareas que realizan.
Converse con los estudiantes sobre diferentes temas que puedan interesarles.
Mantenga elevadas expectativas sobre sus estudiantes, con todos y cada uno de
éstos, pues lo detectarán en su lenguaje no verbal, así como también en la forma
de relacionarse y comunicarse con ellos.
Proporcione el necesario apoyo a los estudiantes para que puedan expresar sus
potencialidades.
¿De qué manera los supervisores pueden comunicar expectativas positivas a sus
colaboradores en las empresas?
Esta fuera de toda duda que el efecto Pigmalión no constituye ninguna panacea que
pueda resolver todos los ingentes problemas educativos y laborales de las instituciones
educativas y organizaciones empresariales; sin embargo, la experiencia señala que
funciona las raras veces que se le ha aplicado. Debe sí tenerse en cuenta que el efecto
Pigmalión no es en modo alguno automático -jamás podría serlo por la complejidad del
comportamiento humano-, de manera que no siempre funcionará en todas las
circunstancias. Finalmente, debemos considerar que nuestras expectativas crean su
propia verdad, de tal suerte que las atribuciones que conferimos a unos y otros
tenderán a confirmarse en la propia realidad social.
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