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EL EFECTO PIGMALIÓN EN

LA ESCUELA Y LA EMPRESA

Pigmalión besa apasionado a Galatea,


su bella estatua convertida en mujer

Ricardo I. Vargas Trepaud

Lima - Perú

2003
EL EFECTO PIGMALIÓN EN
LA ESCUELA Y LA EMPRESA

Ricardo I. Vargas Trepaud


Lic. Psicología &
Lic. Relaciones Industriales
Correo-e: psicoseg@terra.com.pe

El grano de maíz. *

Un mediodía soleado, después de haber estado internado durante varios meses en un centro
de salud mental, bastante alejado del bullicio de la zona urbana, Erasmo fue dado de alta.
Fue así que volvió nuevamente a respirar los aires contaminados de la ciudad, pero con
nuevos bríos y renovado. La causa de su internamiento fueron sus delirios, los mismos que
causaron honda preocupación a su familia, compañeros de trabajo y amistades. En efecto,
Erasmo decía cada día, y también cada noche, a todo aquel que quisiera escucharlo, que era
un grano de maíz tierno, sabroso y apetecible. Pero lo peor del caso era que Erasmo también
tenía el temor de toparse en cualquier momento con gallos, gallinas y pollos, porque asumía
que terminaría siendo tragado, digerido y defecado. El destino de Erasmo en su mente no era
nada promisorio, antes bien lucía tragicómico.

Por fortuna para Erasmo, los tratamientos psiquiátricos y psicológicos a los que estuvo
sometido durante su internamiento fueron bastante efectivos. Tan cierto fue esto, que el
equipo clínico que trabajó en su caso durante varios meses decidió darle de alta porque
consideró que el paciente había superado el problema que originó su internamiento. Erasmo
demostró que había recuperado su propia identidad, por lo que su familia se mostró
sumamente complacida de que por fin pudiera reintegrarse a una vida saludable, productiva y
feliz.

Durante los primeros días Erasmo no cabía en su pellejo de lo contento que se sentía al
haberse reincorporado a su propio hogar. Demás está decir que sus compañeros de trabajo y
amigos le recibieron con una calurosa bienvenida y le desearon los mejores éxitos. Erasmo
realmente apreciaba todos los gestos de cariño y demostraciones de amistad de todos los que
le rodeaban, correspondiéndoles con sonrisas y abrazos de amistad.

Sin embargo, a las pocas semanas, Erasmo volvió a preguntarse en su fuero íntimo si los
gallos, gallinas y pollos en verdad sabrían que él no era un grano de maíz. Indudablemente
que yo no soy un grano de maíz -pensaba Erasmo-, por supuesto que sé bien que no soy un
grano de maíz, pero no estoy tan seguro si las gallináceas lo saben tan bien como yo mismo.

No pudiendo soportar por más tiempo esta incertidumbre que le causaba mucha
preocupación y angustia, Erasmo decidió abordar el primer autobús que encontró a la salida
de la ciudad para dirigirse hacia su centro de salud mental. No paro sino hasta la oficina del
mismísimo director, a quien le confesó, agitado y sudoroso, que se sentía muy atemorizado

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por todas las cosas extrañas que pasaban por su mente. El director, sorprendido y extrañado
por el comportamiento de su antiguo paciente, le preguntó:
- Pero Erasmo, usted mismo nos dijo antes de salir de aquí que se sentía muy bien y
que, además, era capaz de reintegrarse a su familia y volver a trabajar con toda
normalidad. ¿Qué es aquello que en verdad le preocupa tanto?

Erasmo, después de guardar silencio durante unos segundos, le respondió


- Pues, doctor, comprendo muy bien que yo no soy ningún grano de maíz. ¡Claro que lo
sé muy bien! Pero es que tampoco dejo de preguntarme a cada momento: ¿También
lo saben los gallos, las gallinas y los pollos? ¡Pues esa es precisamente la cuestión,
doctor! . . . Creo que ahora por fin comenzaremos a comprendernos.

El billete roto. *

Algunos meses atrás Roberto entregó en una bodega un billete de S/ 50.00 para pagar varios
productos envasados. Luego de algunos minutos de espera le devolvieron su billete, diciéndole
que estaba roto en uno de sus ángulos y que, por consiguiente, no se lo podían aceptar.
Roberto sabía bien que su billete se encontraba en buen estado, esto porque el taxista que lo
esperaba lo había revisado previamente, diciéndole que estaba conforme pero que no podía
cambiárselo porque carecía de dinero para darle su respectivo cambio. Así fue que Roberto
decidió comprar en una bodega para tener dinero que le permitiera pagar el servicio de taxi.
Finalmente, pagó el taxi (un amigo le prestó el dinero), perdió dinero al recibir un billete
dañado, no pudo comprar nada en la bodega y, por último, lo calificaron, sin ningún
miramiento, de “tramposo”, esto por reclamar algo que consideraba justo. Roberto sabe bien
que es, entre otras cosas que piensa de sí mismo, una persona honesta; sin embargo, ese
mismo día terminó preguntándose: ¿lo saben acaso los demás?
* Relatos adaptados por RIVT

El fondo serio del asunto, a propósito de estos dos relatos tragicómicos, es que no
sólo somos lo que creemos ser sino que también puede influir intensamente en
nuestras creencias de lo que somos lo que las demás personas creen acerca de
nosotros mismos. No es menos cierto tampoco que lo piensen los demás sobre
nosotros puede contribuir en la formación de nuestra identidad personal. Veamos un
ejemplo recogido de la política peruana. ¿Qué es lo que cree ser Alberto Fujimori
Fujimori? Pues nada menos que un político, con talla de estadista, perseguido por sus
enemigos políticos, ¡que merece gobernar nuevamente el Perú! Pero al fin y al cabo -
me pregunto- no son acaso los propios ciudadanos peruanos quienes más han
contribuido a que este controvertido personaje crea que es el mejor estadista que ha
tenido el Perú en toda su historia republicana. Y hasta podría arriesgarme a apostar
que no habrá dios que le haga creer otra cosa que no sea esa precisamente. Y será en
función de esa creencia, alimentada día a día por los seguidores que todavía tiene en el
país, que Fujimori seguirá avanzando hasta donde pueda en la política peruana. Reviso
los resultados de una encuesta de Datum Internacional, realizada en Lima y Callao,
entre los días 5 al 8 de diciembre del 2003, que informa, respecto de las intenciones de
votos para las elecciones presidenciales del 2006, como el 18% de las personas

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encuestadas consideran a Alberto Fujimori como candidato para la presidencia del
Perú en las próximas elecciones. Desde luego que Fujimori se encuentra impedido
legalmente de participar en las próximas elecciones generales, pero desde los puntos
de vista político y psicosocial todavía se encuentra “vivo” para un sector representativo
de la población peruana.

Las evidencias que se conocen denotan bien a las claras que Vladimiro Montesinos se
convirtió en el pigmalión de Fujimori en la política peruana. Se reconoce que el
pigmalión de alguien es una persona que ha contribuido de manera influyente y decidida
en su evolución personal con sus propias expectativas. Veamos a continuación el
significado psicológico que tiene el efecto Pigmalión en la escuela y la empresa.

El efecto Pigmalión.

El efecto Pigmalión es llamado también profecía autocumplida, profecía de


autocumplimiento, profecía de autorrealización, profecía de realización personal y profecía
que se cumple a sí misma. De acuerdo con la Metamorfosis de Ovidio, poeta latino,
Pigmalión fue un escultor de Chipre que terminó enamorándose de una bella estatua
de marfil que esculpió con sus sensibles manos de artista. Pigmalión no gustaba de las
mujeres porque, según pensaba, éstas eran seres imperfectos y susceptibles de recibir
muchas críticas. Y fue tal su sinrazón que decidió no casarse jamás y pasar sus días sin
disfrutar de compañía femenina. Sin embargo, como Pigmalión no era capaz de poder
vivir en completa soledad, esculpió una bella estatua de marfil, de tal perfección como
ninguna mujer de carne y hueso podría serlo nunca. Y fue de tanto admirar su propia
obra, que terminó enamorándose de su propia escultura. No había un día que
Pigmalión no la contemplara y, en ocasiones, besara con ternura y pasión sus fríos e
inertes labios. Pigmalión no era sino el artífice enamorado de su más bella creación.

Tal vez Pigmalión hubiera vivido hasta el fin de sus días ese amor silencioso, de no ser
por la intervención de Venus, diosa del amor, a quien se rendía culto en la isla de
Chipre, donde vivía el enamorado artista. Fue en una de esas fiestas en homenaje a la
diosa, según refiere Ovidio, que el escultor estuvo presente. Pigmalión ofreció también
sacrificios y elevó al cielo sus ardorosas suplicas: “A vosotros, ¡oh dioses!, a quienes todo
es posible, os suplico que me deis por esposa una doncella que se parezca a mi virgen de
marfil”. La diosa, conmovida por el amor de Pigmalión, accedió a sus ruegos y concedió
la vida a Galatea, la bella estatua de marfil, para que fuera amada por el escultor.

El famoso escritor inglés George Bernard Shaw (1856 -1950), en su celebrada obra
teatral Pigmalión (1912), relata la transformación de una pobre muchacha, nacida y
criada en los bajos fondos de la sociedad, en una dama educada y brillante, capaz de
alternar en los círculos de la rancia sociedad inglesa. Esta obra, adaptada como
comedia musical, con el título de Mi bella dama (1964), fue llevada a la pantalla
cinematográfica por el director George Cukor, desempeñando los roles protagónicos
Audrey Hepburn, en el papel de la florista Eliza Doolittle, y Rex Harrison, en el papel
del Profesor Henry Higgins. Esta obra ganó en dicho año nada menos que ocho
premios Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
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Robert K. Merton (1910 - 2003), influyente sociólogo americano del siglo XX, con
una impresionante trayectoria científica de 70 años, fue el primero en describir lo que
se conoce como profecía autocumplida. Otros intereses de este brillante sociólogo lo
representaron sus estudios sobre la influencia de los medios de comunicación de
masas, racismo, serendipity, historia, literatura, etimología y otros.

El efecto Pigmalión significa que las creencias de que algo es verdadero se cumplen
porque origina un comportamiento que tiende a confirmar esas creencias. Esto se ha
comprobado en muchos campos, desde las investigaciones científicas hasta las
observaciones familiares. En la selección de personal, si el entrevistador tiene
prejuicios y estereotipos en contra de las personas con sobrepeso, pues en las
entrevistas de empleo tratará de confirmar sus expectativas negativas cuando
entreviste a esta clase de personas. En la supervisión de personal, si los ingenieros
jóvenes han aprendido de sus superiores jerárquicos que sólo puede tratarse a gritos a
sus subordinados para que cumplan las órdenes que se les imparten, pues estarán
predispuestos a que está expectativa se cumpla en su trabajo de campo. El científico
social que tiene en mente alcanzar determinados resultados en sus estudios, pues
estará condicionado en forma inconsciente a poder obtenerlos. Ahora bien, el efecto
Pigmalión puede ser positivo o negativo, según sea la creencia que se proyecte sobre
los demás o sobre nosotros mismos.

El efecto Pigmalión en la escuela.

Hace 35 años apareció el clásico estudió del efecto Pigmalión de Robert Rosenthal y
Lenore Jacobson, publicado en su libro Pigmalión en el salón de clases (1968), llamando
poderosamente la atención de los medios de comunicación en los Estados Unidos
sobre este importante fenómeno psicológico. Esta publicación generó muchas
controversias en la comunidad científica y profesional, a causa de los métodos
estadísticos y experimentales empleados por los autores del estudio. Algunos
investigadores replicaron el experimento sin alcanzar los resultados previstos, pero, sin
embargo, otros sí pudieron hacerlo. Podemos preguntarnos ahora qué fue lo que
comunicaron Rosenthal y Jacobson que ocurría en el salón de clases

En el señalado experimento psicológico, hoy día considerado clásico, realizado en


“Oak School”, escuela estatal de California, Rosenthal y Jacobson administraron una
prueba psicológica para medir la inteligencia general de los estudiantes; después
proporcionaron a sus profesores los nombres de los estudiantes que, de acuerdo a los
resultados de las pruebas psicológicas, tendrían un desarrollo intelectual destacado
durante el período escolar. En realidad Rosenthal y Jacobson sólo dieron los nombres
del 20 % de los estudiantes seleccionados al azar.

Los investigadores después de ocho meses repitieron la evaluación del cociente


intelectual de todos los estudiantes, y pudieron comprobar que aquellos estudiantes
que habían seleccionado al azar (20%) habían logrado un mejor rendimiento en la
prueba psicológica y, además, eran calificados por sus profesores como personas más
curiosas, felices y adaptadas.
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Así pues, si los profesores tienen la expectativa de lograr resultados académicos
positivos de sus estudiantes, el rendimiento académico podrá aproximarse mucho a su
capacidad intelectual; y, por contra, si lo que esperan son resultados académicos
negativos, el rendimiento de los estudiantes podrá no corresponder con el potencial
intelectual que tienen. De cara a los resultados de este experimento, los
investigadores recomendaron lo siguiente: "Ten altas expectativas de alguien, hazle creer
que le sobra capacidad para satisfacerlas y las verás cumplidas".

Rosenthal y Jacobson llegaron a concluir que en 448 experimentos, el 39%


comprobaba que el efecto Pigmalión ciertamente existía. El efecto Pigmalión, llamado
también efecto de Rosenthal, es, en esencia, una expectativa incorrecta, falsa o sin
fundamento que se hace realidad simplemente porque ha sido esperada. Si un profesor
en un salón de clases considera como brillantes a sus estudiantes, pues éstos podrán
lograr resultados académicos satisfactorios; y, por contra, si este mismo profesor
estima deficientes a otros estudiantes de otro salón, pues éstos también podrán
obtener resultados no satisfactorios. Esto quiere decir que las expectativas, actitudes,
creencias y prejuicios de los profesores influyen sobre los comportamientos de los
estudiantes. Y esto es así porque las expectativas logran crear un clima determinado
que conduce a determinadas interacciones psicológicas y sociales.

El efecto Pigmalión se sustenta en la teoría de la expectativa que se autocumple. En


forma figurada esta expresión refleja que las creencias y expectativas que se tienen con
respecto de otras personas se comunican a ésta -incluso a través del muy influyente
lenguaje no verbal- lo que, en la práctica cotidiana de la docencia significa que el poder
de lo que esperamos del estudiante es tan poderoso que, por sí mismo, puede
condicionar su propio comportamiento. El efecto Pigmalión condiciona en forma
invariable la evaluación; por esta razón, el docente siempre ha de estar atento sobre
sus propias expectativas hacia determinados estudiantes con el propósito de no dejar a
otros fuera de las oportunidades de aprendizaje.

El efecto Pigmalión en el salón de clases


 Las creencias y expectativas de los profesores
respecto de las competencias de los estudiantes
Profecía de
son incorrectas; pero el comportamiento de los
autorrealización
estudiantes comienza a acercarse a la expectativa
inicial inexacta.
 Los profesores realizan estimaciones iniciales
acerca de las competencias de los estudiantes y les
Efecto de responden de acuerdo a tales estimaciones. El
expectativa problema empieza cuando los estudiantes mejoran
sostenida su rendimiento y los profesores no modifican sus
expectativas por sostener los rendimientos de los
estudiantes en los niveles esperados inicialmente.
 Pueden afectar la motivación de logros, las
Expectativas de
aspiraciones, así como también el autoconcepto
los profesores
de los estudiantes.

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Todo esto nos revela que es muy importante para los profesores no comunicar
expectativas pobres, negativas o impropias a los estudiantes a causa de las implicancias
psicológicas que entran en juego. Los profesores deben decirles con sinceridad a sus
estudiantes que sí creen que pueden aprender y enfrentar los retos académicos con
éxito.

¿De qué manera los profesores pueden comunicar sus expectativas positivas a sus
estudiantes en los centros educativos?

 Observe con discreción a los estudiantes en las actividades y tareas que realizan.

 Escúchelos y présteles suma atención en todo momento.

 Converse con los estudiantes sobre diferentes temas que puedan interesarles.

 Hágalos participar en las diferentes actividades de aprendizaje programadas.

 Conozca a los estudiantes en sus fortalezas y debilidades, capacidades y


potencialidades, aspiraciones y temores, sueños y conflictos.

 Mantenga elevadas expectativas sobre sus estudiantes, con todos y cada uno de
éstos, pues lo detectarán en su lenguaje no verbal, así como también en la forma
de relacionarse y comunicarse con ellos.

 Proceda a evaluarlos con sentido de equidad y actúe con suma responsabilidad


en los procesos disciplinarios.

 Proporcione el necesario apoyo a los estudiantes para que puedan expresar sus
potencialidades.

 Bríndeles estímulos positivos sobre su visión de futuro. Puede preguntarles: ¿En


qué quieres llegar a convertirte cuando seas grande como tu padre? ¿Qué cosas
importantes deseas realizar cuando seas mayor de edad? ¿Cuáles serán los
aportes tuyos más importantes para tu familia y la sociedad?

El profesor debe considerar que, desde el punto de vista educativo, el pigmalión de


alguien es una persona que ha contribuido de manera decidida en su proceso de
desarrollo personal con sus propias expectativas.

El efecto Pigmalión en la empresa.

En las empresas también se ha comprobado que las expectativas de los supervisores


sobre los trabajadores logran influir sobre las actitudes y desempeño de éstos, por
cuanto los trabajadores tienden a corresponder a estas expectativas sin importar cual
sea su capacidad real. Así por ejemplo, si un supervisor piensa que un determinado
trabajador tiene amplias posibilidades de destacar, pues lo tratará conforme a esas
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mismas expectativas, y será de esta manera que lo motivará para que proporcione su
máximo esfuerzo. Será también de esta manera que las propias expectativas del
supervisor podrán verse cumplidas. Pero lo contrario también es cierto, si un
supervisor piensa que los trabajadores tendrán un desempeño deficiente, comunicará
estas mismas expectativas, en forma directa o indirecta, generándose un rendimiento
insatisfactorio, con lo cual las expectativas negativas del supervisor también quedarán
comprobadas. Es cierto entonces que muchas veces, después de que un supervisor ha
realizado una profecía sobre un determinado trabajador, tenderá a comportarse,
respecto de ese mismo trabajador, de tal manera que facilitará que esa profecía pueda
cumplirse.

El efecto Pigmalión correlaciona con la teoría X e Y de Douglas McGregor. Así, el efecto


Pigmalión positivo correlacionará en forma positiva con la teoría Y, en tanto que el
efecto Pigmalión negativo correlacionará en forma positiva con la teoría X.

El efecto Pigmalión en la empresa


Efecto Pigmalión negativo - Teoría X Efecto Pigmalión positivo - Teoría Y
 El supervisor mantiene  El supervisor mantiene
expectativas negativas sobre los expectativas positivas sobre los
trabajadores. trabajadores.
 El supervisor exige mucho y da  El supervisor exige lo razonable y
poco o nulo apoyo a sus brinda significativo apoyo a los
subordinados. trabajadores.
 El supervisor no brinda confianza  El supervisor otorga mucha
y es inflexible. confianza y es flexible.
 El supervisor es exigente y duro,  El supervisor está bien entrenado
aplica castigos pero nunca y tiene un buen desempeño
recompensa. laboral.
 El supervisor mantiene una  El supervisor tiene una actitud de
permanente actitud de jefe. jefe, pero además lidera.
 El supervisor favorece la  El supervisor favorece la
expresión de un círculo vicioso: expresión de un círculo virtuoso:
expectativa negativa - desempeño expectativa positiva - desempeño
deficiente - refuerzo negativo - satisfactorio - refuerzo positivo -
expectativa negativa. expectativa positiva.
 Consecuencias: El supervisor  Consecuencias: El supervisor
puede afectar en forma negativa puede afectar en forma positiva
la motivación de logros, el la motivación de logros, el
rendimiento laboral, al mismo rendimiento laboral, así como
tiempo que la autoestima de los también la autoestima de los
trabajadores. trabajadores.

¿De qué manera los supervisores pueden comunicar expectativas positivas a sus
colaboradores en las empresas?

 Llamándolos por sus propios nombres y demostrándoles con su trato respeto y


consideración.
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 Reforzando en forma positiva su comportamiento proactivo.

 Estimulándolos a participar y evaluando sus comentarios y aportes.

 Comunicándose en forma apropiada con sus subordinados y considerándolos


importantes colaboradores en la empresa.

 Brindándoles la oportunidad de aprender cada vez más, destacando sus logros y


sus posibilidades reales en la línea de carrera en la empresa.

 Proporcionándoles en forma oportuna y equilibrada retroalimentación respecto


de su desempeño laboral y potencialidades de desarrollo.

Esta fuera de toda duda que el efecto Pigmalión no constituye ninguna panacea que
pueda resolver todos los ingentes problemas educativos y laborales de las instituciones
educativas y organizaciones empresariales; sin embargo, la experiencia señala que
funciona las raras veces que se le ha aplicado. Debe sí tenerse en cuenta que el efecto
Pigmalión no es en modo alguno automático -jamás podría serlo por la complejidad del
comportamiento humano-, de manera que no siempre funcionará en todas las
circunstancias. Finalmente, debemos considerar que nuestras expectativas crean su
propia verdad, de tal suerte que las atribuciones que conferimos a unos y otros
tenderán a confirmarse en la propia realidad social.

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