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El salmón conversaba con el martín pescador. El Martín pescador además de saber hablar, silbaba muy bien. Se lo
pasaba sobre una patagua a la orilla de un arroyo, silbando que daba gusto oírlo.
Un día, se encontraban conversando el salmón y el martín pescador. El salmón alababa al martín pescador la hermosa
manera de silbar. El Martín Pescador quería aprender a nadar, y el salmón quería aprender a silbar. Entonces, el salmón
le pidió al Martín pescador que dejara sobre una piedra de la orilla, el silbido, para que no se mojara y por lo tanto no
se perdiera. El Martín pescador, de acuerdo con lo convenido, dejó en una piedra su silbido. El salmón dio un salto y
se apoderó del silbido, se hundió en el agua, y al mojarlo, lo echo a perder.
El martín pescador se puso triste y desde entonces se lo pasa agachado, mirando en los arroyos, buscando al salmón
que le quitó el silbido.
El salmón conversaba con el martín pescador. El Martín pescador además de saber hablar, silbaba muy bien. Se lo
pasaba sobre una patagua a la orilla de un arroyo, silbando que daba gusto oírlo.
Un día, se encontraban conversando el salmón y el martín pescador. El salmón alababa al martín pescador la hermosa
manera de silbar. El Martín Pescador quería aprender a nadar, y el salmón quería aprender a silbar. Entonces, el salmón
le pidió al Martín pescador que dejara sobre una piedra de la orilla, el silbido, para que no se mojara y por lo tanto no
se perdiera. El Martín pescador, de acuerdo con lo convenido, dejó en una piedra su silbido. El salmón dio un salto y
se apoderó del silbido, se hundió en el agua, y al mojarlo, lo echo a perder.
El martín pescador se puso triste y desde entonces se lo pasa agachado, mirando en los arroyos, buscando al salmón
que le quitó el silbido.
El salmón conversaba con el martín pescador. El Martín pescador además de saber hablar, silbaba muy bien. Se lo
pasaba sobre una patagua a la orilla de un arroyo, silbando que daba gusto oírlo.
Un día, se encontraban conversando el salmón y el martín pescador. El salmón alababa al martín pescador la hermosa
manera de silbar. El Martín Pescador quería aprender a nadar, y el salmón quería aprender a silbar. Entonces, el salmón
le pidió al Martín pescador que dejara sobre una piedra de la orilla, el silbido, para que no se mojara y por lo tanto no
se perdiera. El Martín pescador, de acuerdo con lo convenido, dejó en una piedra su silbido. El salmón dio un salto y
se apoderó del silbido, se hundió en el agua, y al mojarlo, lo echo a perder.
El martín pescador se puso triste y desde entonces se lo pasa agachado, mirando en los arroyos, buscando al salmón
que le quitó el silbido.
El salmón conversaba con el martín pescador. El Martín pescador además de saber hablar, silbaba muy bien. Se lo
pasaba sobre una patagua a la orilla de un arroyo, silbando que daba gusto oírlo.
Un día, se encontraban conversando el salmón y el martín pescador. El salmón alababa al martín pescador la hermosa
manera de silbar. El Martín Pescador quería aprender a nadar, y el salmón quería aprender a silbar. Entonces, el salmón
le pidió al Martín pescador que dejara sobre una piedra de la orilla, el silbido, para que no se mojara y por lo tanto no
se perdiera. El Martín pescador, de acuerdo con lo convenido, dejó en una piedra su silbido. El salmón dio un salto y
se apoderó del silbido, se hundió en el agua, y al mojarlo, lo echo a perder.
El martín pescador se puso triste y desde entonces se lo pasa agachado, mirando en los arroyos, buscando al salmón
que le quitó el silbido.