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LOS DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD

Este libro consta de un Estudio Preliminar y de dos partes. En las páginas del
estudio introductorio, además de revisar someramente algunos de los principales
nudos problemáticos de la discusión, introduzco una definición elemental, pero creo
que útil, de gobernabilidad, entendida como un estado de equilibrio dinámico entre
el nivel de las demandas sociales." La capacidad del sistema político para
responderlas de manera legítima y eficaz. Tal vez no sea una definición muy
espectacular, pero encierra los componentes analíticos básicos que han estado
presentes desde un inicio en la discusión, a la vez que ofrece la suficiente flexibilidad
como para adaptarla a las preocupaciones de la mayoría (o a la totalidad) de los
autores que son presentados en el libro. Adicionalmente, doy por sentado en esta
caracterización que se trata de un concepto "multidimensional" y "relacional", y no
un predicado "absoluto" de alguno de los polos de la relación de gobierno; y también
sostengo que se trata de una noción que admire "grados" y "niveles" de aplicación,
y que por tanto no puede reducirse a un esquema dicotómico simple (gobernabilidad
vs. ingobernabilidad).

Las paradojas y los dilemas de la democracia liberal

Precisamente cuando la democracia liberal parece haber triunfado como nunca


antes, su futuro se vuelve más bien incierto. Desde 1974, más de cincuenta países
han intentado realizar la transición desde distintas formas de autocracia hasta algo
que se aproxima a la democracia liberal. Son países de la periferia y semiperiferia
mundial que tratan desesperadamente de adquirir las mismas instituciones de las
democracias ya establecidas, mientras que las sociedades capitalistas avanzadas
que han practicado semejante forma de dominación política durante algún tiempo
experimentan una amplia insatisfacción con respecto a sus mismas instituciones.
Cultura política y gobernabilidad democrática

Todo análisis de la cuestión democrática hoy ha de tener en cuenta las grandes


transformaciones en curso. Recordemos en primer lugar el doble proceso de
globalización (económica, tecnológica, de estilos de vida y de los circuitos de
comunicación) y, por otra parte, la creciente segmentación en el interior de cada
sociedad. Un segundo rasgo sobresaliente es el desplazamiento del Estado por el
mercado como motor del desarrollo social, dando lugar a una verdadera sociedad
de mercado en nuestros países. Finalmente, cabe destacar el nuevo clima cultural,
habitualmente resumido bajo la etiqueta de "posmoderno".

De la difícil relación entre Estado y sociedad

Sociológicamente, el dato más relevante de las relaciones entre Estado y sociedad


es que éstas se han vuelto extremadamente difíciles y complejas, tanto práctica
como teóricamente. Esa calidad no se refiere a la obviedad de la "complicación" de
las relaciones, sino a procesos profundos que están vinculados tanto a alteraciones
en las formas de coordinación social Como a modificaciones en los esquemas de
integración. Por ello, resaltar tal complejidad es hoy un punto medular para entender
las vicisitudes del pensamiento sociopolítico contemporáneo.

Una mejor democracia, una mejor economía

Vivimos en una era de desencanto popular con las instituciones políticas y de


hostilidad hacia el papel del gobierno en la economía. Los que critican las
instituciones políticas desde posiciones neoliberales sostienen que los políticos se
han desligado del control popular y actúan en defensa de determinados intereses,
incluido el interés en su propio poder, privilegios y beneficios económicos; guiada
por esta clase de intereses privados. La intervención gubernamental en la economía
genera ineficiencia. A partir de este análisis, extraen lo que es ya una conclusión
política repetida: que necesitamos reformas políticas que limiten la capacidad del
gobierno para intervenir en la economía.
El estado como problema y como solución

Las teorías sobre el desarrollo posteriores a la segunda guerra mundial, que


surgieron en las décadas de los cincuenta y los sesenta, partieron de la premisa de
que el aparato del Estado podría emplearse para fomentar el cambio estructural. Se
suponía que la principal responsabilidad del Estado era acelerar la industrialización,
pero también que cumpliría un papel en la modernización de la agricultura y que
suministraría la infraestructura indispensable para la urbanización.

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