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25 afios sin el Padre Elias El dfa 6 de enero de 1972, a las 10°50 de la mafana, fallecfa en Caudete cl Padre Elias M. Requena. EL P. Elias ha sido una de las perso- nas més significativas de Caudete en la postguerra. Su nombre sonaba en todo el pueblo, en toda la Comarca. Pero era, ala ver, un gran desconocido. Nacido el dia 5 de junio de 1893 en Caudete, el nifio Francisco Requena Muiioz, hijo de Juan y de Teresa, fue el primero de nueve hermanos, ‘Ya desde muy pequefio (hizo la pri mera comunién en la iglesia del Car men el 15 de agosto de 1903 y fue a la escuela de Ta Orden Carmelita de Cau- dete), el nino Francisco estuvo muy uunido a la Comunidad. Con quince afios ingres6 en el marianado de Olot (Gero- nna) y se trasladé a Onda (Castell6n) en 1910, cuando contaba 17 afios. Un aio después, Francisco Requena Mufioz vestia el habito carmelita tomando el nombre de Elias Maria, El 2 de septiembre de 1912 emiti¢ los votos simples, haciendo su profe- sin solemne en Caudete el dia 5 de septiembre de 1915. El mes de septiem- bre, mes de las Fiestas en honor de la Virgen de Gracia fue, al parecer, muy propicio para Elias Maria. Fue también cen el mes de septiembre (el dia 23 del allo 1916) cuando el Obispo de Orihue- la D. Ramén Plaza y Blanco le confirié las Ordenes Menores y, nuevamente, el mes de septicmbre (esta ver. el dia 21 del aiio 1918 - dia de S, Mateo) con- templ6 la ordenacién sacerdotal del Padre Elias M. Requena. Fue en Oritwela. No me atreveria a decir si fue mis Carmelita que sacerdote © al revés. Pienso que el P. Elias no concebfa una cosa sin la otra. Durante 59 afios de Carmelita, hizo de todo dentro de la Orden: fue muchas veces Prior, Defini- dor Provincial, Ecénomo, Prefecto de Coristas, Rector de marianos, Custodio de la Provincia... Pero en esta faceta de Carmelita, no podemos olvidar su acti- Vidad en el convento y en la iglesia de Caudete. Fue, sin duda, su gran obra y su gran ilusién. Ya el recordatorio de su muerte decia: “Fue restaurador del con- vento ¢ iglesia de los Carmelitas de su villa natal” Y, en efecto, si hoy est en pie toda Ia edificacion compuesta por convento e iglesia, no cabe duda alguna que ha sido posible gracias al P. Elias. Fundado el convento de San José en la segunda mitad del siglo XVI y, prac- ticamente destruido junto a la iglesia al comienzo de la guerra civil, ya en el mes de julio de 1939 fue encargado el P. Elias de su restauracién, Parecia obra imposible, dada Ia situacién en que se encontraban los inmuebles y Tos nulos ‘medios que se pusieron en sus manos. Estaban solo él y su voluntad: limosnas, ayudantes voluntarios, papeleo, visitas, al Provincial y, sobre todo, trabajo per- sonal. EI P. Elias hacia de albanil, car- pintero, pintor, fontanero y todas las especialidades que giran alrededor de una obra, Pero Sus esfuerzos tuvieron su recompensa: el 16 de julio de 1943 fue bendecida la nueva iglesia del Carmen y en 1954 se construia en el convento ‘una Comunidad de la que fue su primer Prior. Malos fueron en el aspecto material los afios de la post-guerra. Sacerdotes como el P. Elias no podian tener d canso. ¥ no Io twvo. ELP. Elias tuvo la virtud de unir su amor al Carmelo (que le Hlevé a vaciar se por lograr la resurreccién del con- vento ¢ iglesia de su pueblo) con su amor al Sacerdocio. Su actividad cons- tructora y organizadora se unié a su iad de pastor de almas. Su amor a la Eucaristia (celebrando los jueves eucaristicos y acompaftando a la Adora- cidn Noctuma, abriendo la iglesia a las 5 de la mafiana para dar la comunién a las que iban a “la fabrica” a esa hora, ete.). Su amor al Coraz6n de Jestis, del que era devotisimo, Su amor a San José (a quien esté edicado el convento y ta iglesia) res- taurando la préctica de los Siete Domin: ‘208 (a San José le Hamaba su “secreta- rio”, por los apuros de los que le saab. Y, sobre todo, su amor a la Virgen de Gracia. Las Fiestas de septiembre las preparaba con mimo, tanto en el aspecto extemno-folklsrico como en el aspecto interior y reforma de costumbres. En sus predicaciones y catequesis era Ella, Ja Virgen de Gracia, Ia que con més fluidez y fervor acudta a sus labios Sin embargo, el P. Elias, querido y admirado por muchos, era también objeto de insidia por ottos. Se le acha- caba su temperamento, su intransigen- cia, su extremismo, Pero no podemos olvidar que, precisamente, gracias a su temperamento y su escaso amor a las componendas, consiguié que hoy esién levantados el convento y la iglesia; que ‘gracias a su intransigencia, Iogré que Caudete (jsu querido Caudete!) no se Viera en aquellos afios, invadido por modas amorales; y que gracias a su extremism, logré mantener vivo y per- manente el amor sincero a la Virgen de Gracia Pero el P. Elias, siempre sonriente, campechano, amigo, no se limité a ‘cumplir fielmente con su condicién de Carmelita y Sacerdote, Bs més, él no concebfa que un Carmelita y Sacerdote se quedase snicamente en eso, sino que debia completarse con un darse a los dems. Era el amor de Cristo proyecta do hacia los mas necesitados mediante obras. Quizés ésta fue la faceta mas trascendente ¢ importante del P. Elias y, también, la més desconocida. Como debe ser, ya que el mandato era “que no se entere tu mano derecha de lo que hace tu mano izquierda”. iAh si las cuevas y barrios pobres hablasen! Hablarian de visitas nocturnas He- vando ropas, comida, 1a comunién. Hablarian de compaiifa. Hablarian, en definitiva, de un hombre que, ademas de Carmelita y Sacerdote, también era un amigo. Recuerdo una anéedota que me con- taron hace algtin tiempo en relacién con estas visitas a sus amigos los necesita- dos. Como me la contaron la cuento, EI P. Elias acostumbraba a visitar la zona de las cuevas, habitada en las décadas de los 40 y 50 casi en su total dad, en horas vespertinas (una vez fina lizadas sus mittiples ocupaciones). La frecuencia de estas visitas fue mas interpretada por personas con mente algo retorcida. En ciertaocasién, subiendo una noche el P. Elias por la calle de la Rambla, hacia las cuevas, se cruzé con un hombre ya maduro que, con soma y sonrisa maliciosa le dijo: ~{Qué, Padre Elias, a dar una vuelta por las cuevas? EI P. Elias, que ni era tonto ni se hhabfa eatdo de ningtin tejado, le contes- 6: Pues siLa noche, aungue fia, invi- ta.a ir all. Y ahora que caigo, me ven-

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