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San Martín y lo Musulmán: su sable, nada menos

A PROPOSITO DE ESTE 23 DE ENERO Y LA ENTREGA DEL SABLE LIBERTADOR A JUAN


MANUEL DE ROSAS.

San Martín, admirador de la resistencia árabe, incorporó nada menos que un sable de
estilo árabe y de origen persa

Primero, es necesario una síntesis del contexto histórico:


En 1783 Juan de San Martín decidió ir a vivir con su familia a España. En abril de 1784
llegaron a Cádiz y un año después José de San Martín ingresó en el seminario de Nobles,
en Madrid. Es destinado al norte del Africa. Allí comienza a conocer el mundo árabe, sus
estilo de batallas (las que incorporará como estrategia) y sus armas. Tras la batalla en
Oran, en 1791, entre diciembre de 1793 y mayo de 1794 San Martín cruzo los Pirineos y
combatió en Port Vendrés, San Telmo, Collioure y San Lluc contra los franceses.
En 1798, mientras servia a bordo de la fragata española Santa Dorotea, fue apresado por
los ingleses luego de una derrota naval. Recupero la libertad al ser canjeado a los
españoles por prisioneros ingleses.
Entre 1801 y 1807 participo en la guerra entre España y Portugal. Allí sus actuaciones en
batalla fueron premiadas con varios ascensos. En 1802 obtuvo el grado de capitán.
A comienzos de 1808 se destaco por su valor dirigiendo una compañía de Húsares contra
las fuerzas napoleónicas.
En julio de 1808 las tropas españolas lograron la victoria sobre las fuerzazas de
Napoleón. En esa batalla San Martín tuvo un brillante desempeño con hábiles maniobras
estratégicas. SU intervención ayudo al triunfo de los españoles. Fue ascendido a teniente
coronel y premiado con la medalla de oro a los Héroes de Bailen.
La última batalla en la que intervino en Europa fue la batalla de Albuera, el 16 de mayo
de 1811. San Martín tenía entonces 33 años. Nuevamente tuvo una actuación heroica.
Durante el combate se enfrento cuerpo a cuerpo con oficial de caballería francesa. San
Martín resulto herido con un largo tajo en la mano y el antebrazo derecho, pero con su
sable logro dar muerte al francés. Y esa fue la última batalla en la que intervino en
Europa.
Luego de esa última batalla San Martín decidió volver a América, porque creyó que era
el momento de luchar con su independencia.

BUSCANDO LO ARABE

Antes de embarcarse para América y luego de dejar España para siempre, el entonces
teniente coronel. de caballería José Francisco de San Martín, adquiere en 1811 en
Londres, usado, un sable corvo de origen oriental (los expertos en armas dicen que su
origen es persa) que lo acompañaría toda su campaña en tierra americana.
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es
índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo
del inicio de su nueva gran empresa.
El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad.
Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de
la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los
nobles o altos jefes, en sus espadas.

El largo total es de 0,95 mts y el de la hoja 0,82 mts. El peso de la vaina es de casi 700
grs y el del sable de unos 900 gr. No tiene inscripción alguna excepto un trébol. La
empuñadura es de ébano, a la usanza turca. Se estima que la hoja es unos 100 años más
antigua que la empuñadura. En un estudio efectuado por el gabinete scopométrico de la
Policía Federal se han encontrado, detallado y descripto centenares de rayas y
aplastamientos por golpes que denotan un uso activo por parte del Libertador.

La Comisión Nacional de Energía Atómica ha efectuado el estudio métalográfico del


sable, concluyendo que fue construido con acero damasquinado (procedimiento
empleado por los árabes que partían de un lingote de alta aleación de carbono) siendo
su origen, muy posiblemente, Persia.

Esa opinión es compartida asimismo por un especialista británico en espadas,


apoyándose además en que la curva irregular de la hoja se ve únicamente en sables
proveniente de esa parte del mundo (Medio Oriente, Persia); todos los sable europeos
tienen una curva regular. Esa curva irregular requiere de una vaina ranurada, pues de
otra forma el sable no puede desenvainarse, ello constituyó una moda en Medio Oriente.

LA CESION A ROSAS EN AGRADECIMIENTO

Retirado el héroe en su exilio voluntario en Europa, desde 1824, había quedado el sable
en la querida tierra mendocina bajo la custodia de una familia amiga.

Diez años más tarde, en diciembre de 1835, les escribe a su yerno Mariano Balcarce y a
su hija Merceditas, diciéndoles: "que si les encargo se traigan es mi sable corvo, que me
ha servido en todas mis campañas de América, servirá para algún nietecito, si es que lo
tengo''. El sable lo acompañó desde entonces en Gran Bourg, primero, y en Boulogne-sur-
Mer, después, hasta su muerte, acaecida el 17 de agosto de 1850.

Por carta fechada el 30 de agosto, Mariano Balcarce le escribe a Rosas expresándole, con
referencia a la muerte del General San Martín, y de su testamento, lo siguiente: ''como
albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad, me toca el penoso deber de
comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la
siguiente cláusula de su testamento: "3º. El sable que me ha acompañado en toda la
guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la
República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que
como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República
contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla."

A su vez Rosas, en su testamento, dispone en la cláusula décimo octava: "A mi primer


amigo el Señor D. Juan Nepomuceno Terrero se entregará la espada que me dejó el
Excelentísimo Señor Capitán General D. José de San Martín "y que lo acompañó en toda
la Guerra de la Independencia" por la firmeza que sostuve los derechos de mi Patria''.
Muerto mi dicho amigo, pasará a su esposa la Señora D. Juanita Rábago de Terrero, y por
su muerte a cada uno de sus hijos e hija, por escala de mayor edad''. A la muerte de
Rosas, acaecida en 1877, ya había fallecido Juan Nepomuceno Terrero,
correspondiéndole, conforme a la cláusula testamentaria, la posesión a Máximo Terrero,
hijo mayor, y esposo de Manuelita Rosas.

En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza,
solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del
Libertador.

Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta Manuelita Rosas de Terrero a
Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva, que: ''Al fin mi esposo,
con la entera aprobación mía y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación
Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del
Sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó'' requiriéndole,
posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envío del sable.

Con fecha 20 de diciembre Carranza, conforme al requerimiento efectuado, se dirige por


nota oficial a Máximo Terrero, pidiéndole la donación del Sable Corvo del General San
Martín. Con fecha 1º de febrero de 1897, Terrero contesta la nota oficial al Director del
Museo Histórico, expresándole en su parte resolutiva: "Mi contestación es el envío de la
prenda a Buenos Aires, acompañada de una nota dirigida al Señor Presidente de la
República, suplicando a S. E. se sirva aceptarla en calidad de una donación hecha a la
Nación Argentina, en nombre mío, de mi esposa, de nuestros hijos y al mismo tiempo
manifestando el deseo que sea depositada en el Museo Histórico Nacional".

Fuentes:
http://www.elortiba.org/notapas165.html
http://www.***/lanuevaargentina/aficiones1767767.html
http://www.sanmartiniano.gov.ar/textos/parte2/texto035.php
http://robertolomje.blogspot.com/

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