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San Martín, admirador de la resistencia árabe, incorporó nada menos que un sable de
estilo árabe y de origen persa
BUSCANDO LO ARABE
Antes de embarcarse para América y luego de dejar España para siempre, el entonces
teniente coronel. de caballería José Francisco de San Martín, adquiere en 1811 en
Londres, usado, un sable corvo de origen oriental (los expertos en armas dicen que su
origen es persa) que lo acompañaría toda su campaña en tierra americana.
La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es
índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo
del inicio de su nueva gran empresa.
El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad.
Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de
la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los
nobles o altos jefes, en sus espadas.
El largo total es de 0,95 mts y el de la hoja 0,82 mts. El peso de la vaina es de casi 700
grs y el del sable de unos 900 gr. No tiene inscripción alguna excepto un trébol. La
empuñadura es de ébano, a la usanza turca. Se estima que la hoja es unos 100 años más
antigua que la empuñadura. En un estudio efectuado por el gabinete scopométrico de la
Policía Federal se han encontrado, detallado y descripto centenares de rayas y
aplastamientos por golpes que denotan un uso activo por parte del Libertador.
Retirado el héroe en su exilio voluntario en Europa, desde 1824, había quedado el sable
en la querida tierra mendocina bajo la custodia de una familia amiga.
Diez años más tarde, en diciembre de 1835, les escribe a su yerno Mariano Balcarce y a
su hija Merceditas, diciéndoles: "que si les encargo se traigan es mi sable corvo, que me
ha servido en todas mis campañas de América, servirá para algún nietecito, si es que lo
tengo''. El sable lo acompañó desde entonces en Gran Bourg, primero, y en Boulogne-sur-
Mer, después, hasta su muerte, acaecida el 17 de agosto de 1850.
Por carta fechada el 30 de agosto, Mariano Balcarce le escribe a Rosas expresándole, con
referencia a la muerte del General San Martín, y de su testamento, lo siguiente: ''como
albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad, me toca el penoso deber de
comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la
siguiente cláusula de su testamento: "3º. El sable que me ha acompañado en toda la
guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la
República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que
como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República
contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla."
En 1896, el entonces director del Museo Histórico de la Capital, don Adolfo P. Carranza,
solicitó por carta a Manuelita Rosas la donación al Museo Histórico del Sable del
Libertador.
Con fecha 26 de noviembre de ese mismo año le contesta Manuelita Rosas de Terrero a
Carranza, expresándole, en la parte fundamental de su misiva, que: ''Al fin mi esposo,
con la entera aprobación mía y de nuestros hijos, se ha decidido en donar a la Nación
Argentina este monumento de gloria para ella, reconociendo que el verdadero hogar del
Sable del Libertador, debiera ser en el seno del país que libertó'' requiriéndole,
posteriormente, el pedido oficial respectivo para el envío del sable.
Fuentes:
http://www.elortiba.org/notapas165.html
http://www.***/lanuevaargentina/aficiones1767767.html
http://www.sanmartiniano.gov.ar/textos/parte2/texto035.php
http://robertolomje.blogspot.com/