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Rocinante y el poeta
... Las paradojas de la vida, recién me conoces y ya estoy contándote mis avatares,
pero tengo la sensación que seremos grandes amigos, que nuestros caminos se han juntado
por algún indicio divino , a lo mejor el destino quiso que nos juntásemos aquí en
Mejillones, a orillas Océano Pacífico. Por formación soy muy reservado en mis asuntos , así
que , por favor te pido que me comprendas en mis confidencias.
Y pensar que siempre fui tan orgulloso de mis ancestros, tremendamente valórico de lo
mío , mi familia . En toda conversación así lo hacía ver, en cualquier lugar imponía mi
señorío, mi estirpe me impelía a ser diferente. Una raza especial .
- ¡Eres un discriminante degenerado!-Me gritaron una tarde de verano en un Servicentro de
Los Vilos y todo porque deseaba estar a la sombra , desechando la conversación de los
amigos de entonces que parlaban a pleno sol .
Por eso amo el sol y los trazos que el viento deja en los arenales del desierto.
Quizás te parezca que soy algo poético - pedante, me dice el grosero de Mark , un alemán
muy formal- pero hay una razón muy lógica : mi patrón , don Benavides fue un verdadero
poeta que me transmitió por siempre su exquisita sensibilidad , su especial forma de percibir
el mundo.
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Todo un personaje de las rutas nortinas, casi nadie sabía su nombre de pila ¿Para qué
si todo el mundo sabía que era don Benavides?
Pero, don Benavides no hizo cualquier taller literario con los jóvenes trabajadores de la
mecánica automotriz , el entusiasta poeta de esa dolorida época quiso crear un paralelo a
las famosas brigadas muralistas de esos años como la Ramona Parra y la Elmo Catalán.
Aquellas brigadas de hombres rudos que por la noche pintaban los muros con
encendidos llamados a la revolución .
Chile era , en esos años setenta ,un gigantesco tapiz donde grandes dibujos de trazos
firmes, de fuertes colores llamaban a la revolución , a la formación de la nueva sociedad.
Las paredes eran espejos de una pasión que pronto se vestiría de locura .
El grupo de jóvenes poetas alcanzó a escribir quince textos. El primero de ellos fue
"La poesía es revolucionaria, el pueblo es poeta". Si los muralistas imitaban a Siqueiros y
otros monumentales pintores mejicanos ,don Benavides exponía su clara idea de que siendo
Chile la columna magistral de la poesía , había que llenar las paredes con versos gigantes.
Fijado el marco conceptual de alguna manera en las palabras de sus primeros
escritos, la acción fue un rotundo éxito, alcanzó a ocupar un precioso espacio en el
torbellino de los primeros días de Septiembre de 1973. El país estaba al borde de la
catástrofe , las paredes eran las pizarras de una épica batalla de las posiciones de izquierda
y derecha , entre medio las breves poesías de los mecánicos , verdaderos grafitis
latinoamericanos que el viento de los tiempos se los llevó .
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La noche del 10 del mismo mes el Taller Literario de jóvenes obreros mecánicos alcanzó a
escribir al costado de una panadería:
La noche oscura se abalanzó sobre Chile y don Benavides fue detenido y acusado de
llamar a la subvención .Como tantos .
Fue torturado, lo llevaron al campo de concentración de Pisagua donde repitieron
las atrocidades, e inventaron otras. La creatividad instalada en el infierno mismo.
El año 76 salió libre gracias a la gestión de una iglesia evangélica a la cual pertenecía su
angustiada madre.
Al volver a su querido barrio, la población Punta Brava, se encontró con dos
cambios:
- Ahora la población se llama Los Pinares , dijeron los milicos que Punta Brava era muy
violento , culparon a las palabras ,eran las violentas -le informó su viejita , y agregó:
El hijo pródigo leyó en las palabras de su vieja madre un enigma duro , más cruel
que las crueldades vividas en los últimos años.
- ¿Qué quieres decir?, ¿dónde está la negra?-consultó el hombre cayendo en la cuenta
que habían ausencias que afiebraban los cuerpos humanos.
La negra le había abandonado , su compañera le creyó muerto y buscó un
barco con quien navegar.
Amor de amores , amores malditos, "amor fingido", le gritaba la Palmenia Pizarro en todo
detalle desde la antigua vitrola . La locura de lo insoportable arrastró al poeta a las
borracheras indefinidas.
Fueron cuatro años de agonía ,cuatro años de convivencia con la basura. Quizás él mismo
lo fue. Años en que se dejó arrastrar por la agonía de un suicidio diario en el alcohol .
El poeta don Benavides viviendo su buena vida en un fascinante trabajo que él muchas
veces soñó de niño ,recorriendo el norte de Chile en el mejor vehículo , modestamente yo, el
gran camión, Ford - 1400, Rocinante, como él tan bellamente me bautizara .
Nos encontramos en un momento y un tiempo adecuado .Algo similar acostumbraba a
afirmar el fundador de mi familia , Henry Ford :
- "Todo se ajusta a su tiempo".
El día en que me percaté de mis óxidos y de mis arritmias viajaba con mi tesoro de
niños de “La Esperanza Feliz” hacia Caleta Coloso por un camino malo, pedregoso, lleno de
“calaminas”, término peculiar de los nortinos del norte grande , esos que somos del desierto ,
de la pampa salitrera .
Fue, entonces cuando carraspeé y carraspeé, cada vez más fuerte. La tos me
sofocaba, induje a don Benavides a que pusiera segunda en mi caja de cambios. Tenía que
aliviar la presión , pero seguí ahogándome, la bencina no me llegaba del carburador.
Exploté en un gran ruido, una bocanada de humo salió por mi tubo de escape y allí quedé,
con el motor detenido a tres kilómetros de la playa de Coloso.
Recuerdo que cuando caía el sol en el Océano Pacífico , un japonés Kia – 800 – ¿ o será
coreano ? bueno , da lo mismo - se paró a mi lado.
Venía Don Benavides , había ido a buscar un mecánico y éste hombre no halló nada
mejor que traer al japonés para que me arrastrara hasta algún garage de emergencia.
- “Parece que fundió el motor” - fue el diagnóstico del bigotudo hombre que las oficiaba de
mecánico.
Estaba claro que la fatalidad se apoderó de mi , volvían una y otra vez las palabras de
la mamá de don Benavides que en un ocasión le dijera a su hijo:
: - La vida te dio la espalda........
Estaba oscuro ya en Antofagasta cuando ingresé a sus calles llevado por el pelafustán
del Kia , que para alimentar su pretendida imagen asiática me lanzó una jeringonza a lo
Confucio:
- ”En una tarde caben mil vidas.”
Yo me desquité del mundo, expulsé mi rabia gritándole:
- ¡cállate, japonés neo – liberal, chatarra de plástico!
Fui operado exitosamente.”Está fundido , hay que rectificar el motor” fue la decisión del
salvaje mecánico que me sometió al vejamen de ser remolcado por el japonés.
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Al mes de la operación, estando en rodaje, nos dimos cuenta que el país estaba
viviendo nuevamente críticos tiempos , era el término de la década del ochenta.
Suavemente correteando , don Benavides silbando una canción de Piero , el argentino ,
“viejo, mi querido viejo”, pasamos por la plaza Colón ; un millar de jóvenes aullaban ¡NO, NO
A LA DICTADURA ”.
No alcancé ni a retomar bencina , mi patrón sacando su cabeza por la ventanilla les
agregó:
- “La poesía está viva , nunca morirá”.
Prosiguiendo mi rutina de rodaje subimos la cuesta del Salar del Carmen , Don
Benavides, hombre de mitos y rituales tocó tres veces la bocina al pasar por la animita del
gringo Davinco , que junto a doce mineros murió al cortársele los frenos a su camión ,un
Gran Chevrolet ,de la legendaria horneada del año 68.
Yo , como buen discípulo saludé a las tantas patentes que los camioneros pusieron allí
en memoria de los trece muertos en el volcamiento de aquel recordado Chevrolet V 8
ocurrido en el año 1983.(Uno de los pocos verdaderos amigos de aquellos años).
Al doblar en la rotonda del Salar del Carmen ,en dirección a la Población Corvallis ,
me vino la maldición encima. Unos dolores infames, el aceite que no llegaba a los pistones y
el eje leva que llegaba a tan alta temperatura que me hacía transpirar a raudales.
- Está perdiendo fuerza Rocinante- diagnosticó don Benavides.
- Parece que está atrasado en el punto, no me gusta- sentenció el mecánico de los
grandes bigotes en alusión a mis terribles dolores entre pistones resecos y el calor del eje
de leva. A mi menos me gustaba ,ni él , ni su grotesco Kia , ni esos intensos dolores.
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No pude llegar a casa, de nuevo al garage , en esta oportunidad me llevaron a uno
ubicado en calle Calama.
Estaba agónico, creí que había llegado mi hora cuando escuché las últimas palabras de mi
patrón :
- Haga lo que pueda con Rocinante - Fue la última vez que lo ví .
En efecto ,el equipo de mecánicos removió todo: pistones, bielas, culatas, cigüeñal, caja
de cambios. Uno de los instantes más críticos fue cuando no encontraron repuesto para el
bastón del condensador. Un mecánico muy chileno , típico chileno tuvo la ocurrencia de
adaptarme una pieza de plástico de un camión japonés. Así quedé transplantado con
plástico.
Las paradojas de la vida y pensar que siempre denigré de los japoneses, mi rivalidad es
visceral, a flor de piel, jamás podré aceptar que un Ford , un real miembro de la familia
mundial de las tuercas sea comparado con estos cachivaches asiáticos, pequeños y
desechables, lo único que les falta es que sean reciclables.
Más, lo mejor de los milagros es que suceden , aquí estás tú, una primorosa
camioneta GMC recién salida de fábrica, con tus enormes zapatones me miraste juguetona ,
intensa y con tu voz suave semejante al ronroneo del engranaje de una corona nueva me
acabas de narrar el fin de don Benavides.
Por supuesto que lloro, con la muerte de mi patrón poeta se me cierra el círculo de la vida.
Nacer y morir.
- Dicen que un anciano huraño, airado porque se entrometían en su soledad lanzó orina
con una bacinica por el techo.
Se armó una batahola que nadie pudo controlar... hasta que sonaron unos disparos.
Como por hechizo, la calle quedó vacía ,...casi..., dicen que desde una nube parecida a la
de un radiador hirviendo surgió la imagen de su patrón , don Benavides desangrándose,
asido a una pared en la cual estaba pintando grandes letras de un verso: “La poesía vuelve,
retornan los........
Me pregunto ¿Si te hago un lindo poema, un sentido poema de amor, te fijarás en este viejo
Ford F- 1400, transplantado , mi amada camioneta GMC?