You are on page 1of 9

1

Rocinante y el poeta

AUTOR: Dios es mi copiloto.

... Las paradojas de la vida, recién me conoces y ya estoy contándote mis avatares,
pero tengo la sensación que seremos grandes amigos, que nuestros caminos se han juntado
por algún indicio divino , a lo mejor el destino quiso que nos juntásemos aquí en
Mejillones, a orillas Océano Pacífico. Por formación soy muy reservado en mis asuntos , así
que , por favor te pido que me comprendas en mis confidencias.

Y pensar que siempre fui tan orgulloso de mis ancestros, tremendamente valórico de lo
mío , mi familia . En toda conversación así lo hacía ver, en cualquier lugar imponía mi
señorío, mi estirpe me impelía a ser diferente. Una raza especial .
- ¡Eres un discriminante degenerado!-Me gritaron una tarde de verano en un Servicentro de
Los Vilos y todo porque deseaba estar a la sombra , desechando la conversación de los
amigos de entonces que parlaban a pleno sol .

Mi nombre es Rocinante y mi apellido de toda la vida es Ford , sí , soy un Ford legitimo,


norteamericano, ciento por ciento nacido en Detroit, soy del año 80 y mi código es F- 1400
¿Cómo no voy a estar orgulloso de ser Ford si soy la leyenda misma de la mejor tecnología
mecánica del siglo XX ? Soy made in E.E.U.U.

Llegué a Antofagasta , en el desierto chileno , en el año 81 . Mi primer y único dueño ,un


hombre de vasta prosapia cultural me bautizó con ese magnífico nombre: Rocinante que
suena a corajudo , a vigoroso , como somos los Ford .
Fueron años de gloria , recorrí las extensas carreteras del desierto, la Panamericana
Norte fue aliada de mis neumáticos. Llegaba a Coquimbo, cargaba mariscos y pescado,
volvía a Calama en busca de choclos, iba a Arica a las aceitunas de Azapa , en fin , me
convertí en un experto conocedor de los caminos del norte chileno .

Por eso amo el sol y los trazos que el viento deja en los arenales del desierto.
Quizás te parezca que soy algo poético - pedante, me dice el grosero de Mark , un alemán
muy formal- pero hay una razón muy lógica : mi patrón , don Benavides fue un verdadero
poeta que me transmitió por siempre su exquisita sensibilidad , su especial forma de percibir
el mundo.
2
Todo un personaje de las rutas nortinas, casi nadie sabía su nombre de pila ¿Para qué
si todo el mundo sabía que era don Benavides?

Y él , mi patrón , repetía alegremente a quien quisiera escucharle:


- Buena vida , ese soy yo. Buena vida.
Más , no fue tan simple ni tan buena su vida. El hombre renació de las cenizas. O
más bien dicho, de los dolores revivió . Conoce a tu dueño y conocerás a su camión , es mi
máxima favorita heredada de mi abuelo ,el viejo Ford T, y ¡ Vaya cuánto conocí a este
hombre!

En breves palabras , fue don Benavides un hombre apasionado y de gran amor


por sus semejantes , por la vida . En el año 72, cuando el país hervía en una caldera de
odios y sin razones, él con su alma de poeta formó un Taller Literario de obreros mecánicos
en la población Punta Brava de Antofagasta , la “pobla” más fiera del norte.

Pero, don Benavides no hizo cualquier taller literario con los jóvenes trabajadores de la
mecánica automotriz , el entusiasta poeta de esa dolorida época quiso crear un paralelo a
las famosas brigadas muralistas de esos años como la Ramona Parra y la Elmo Catalán.
Aquellas brigadas de hombres rudos que por la noche pintaban los muros con
encendidos llamados a la revolución .

Chile era , en esos años setenta ,un gigantesco tapiz donde grandes dibujos de trazos
firmes, de fuertes colores llamaban a la revolución , a la formación de la nueva sociedad.
Las paredes eran espejos de una pasión que pronto se vestiría de locura .

El poeta y su grupo se entusiasmaron con la idea de la poesía intensa pero brevísima


; y brocha en mano salieron a las calles de Antofagasta para escribir versos en sus muros.

El grupo de jóvenes poetas alcanzó a escribir quince textos. El primero de ellos fue
"La poesía es revolucionaria, el pueblo es poeta". Si los muralistas imitaban a Siqueiros y
otros monumentales pintores mejicanos ,don Benavides exponía su clara idea de que siendo
Chile la columna magistral de la poesía , había que llenar las paredes con versos gigantes.
Fijado el marco conceptual de alguna manera en las palabras de sus primeros
escritos, la acción fue un rotundo éxito, alcanzó a ocupar un precioso espacio en el
torbellino de los primeros días de Septiembre de 1973. El país estaba al borde de la
catástrofe , las paredes eran las pizarras de una épica batalla de las posiciones de izquierda
y derecha , entre medio las breves poesías de los mecánicos , verdaderos grafitis
latinoamericanos que el viento de los tiempos se los llevó .
3

La noche del 10 del mismo mes el Taller Literario de jóvenes obreros mecánicos alcanzó a
escribir al costado de una panadería:

"La poesía es el pan del espíritu.


Pidamos pan."

La noche oscura se abalanzó sobre Chile y don Benavides fue detenido y acusado de
llamar a la subvención .Como tantos .
Fue torturado, lo llevaron al campo de concentración de Pisagua donde repitieron
las atrocidades, e inventaron otras. La creatividad instalada en el infierno mismo.

El año 76 salió libre gracias a la gestión de una iglesia evangélica a la cual pertenecía su
angustiada madre.
Al volver a su querido barrio, la población Punta Brava, se encontró con dos
cambios:
- Ahora la población se llama Los Pinares , dijeron los milicos que Punta Brava era muy
violento , culparon a las palabras ,eran las violentas -le informó su viejita , y agregó:

- Lo siento, hijo la vida te dio la espalda... pero también da la segunda oportunidad.

El hijo pródigo leyó en las palabras de su vieja madre un enigma duro , más cruel
que las crueldades vividas en los últimos años.
- ¿Qué quieres decir?, ¿dónde está la negra?-consultó el hombre cayendo en la cuenta
que habían ausencias que afiebraban los cuerpos humanos.
La negra le había abandonado , su compañera le creyó muerto y buscó un
barco con quien navegar.
Amor de amores , amores malditos, "amor fingido", le gritaba la Palmenia Pizarro en todo
detalle desde la antigua vitrola . La locura de lo insoportable arrastró al poeta a las
borracheras indefinidas.
Fueron cuatro años de agonía ,cuatro años de convivencia con la basura. Quizás él mismo
lo fue. Años en que se dejó arrastrar por la agonía de un suicidio diario en el alcohol .

Más , lo mejor de los milagros es que suceden .


El 27 de Septiembre de 1981 renació el flagelado poeta de los jóvenes mecánicos,
4
aunque según el testimonio de él mismo, surgió ese día don Benavides , buena vida .
Esperó las doce del día en los acantilados de La Portada . Esas caídas
abruptas de arena y soledad conformadas desde los comienzos del planeta a orillas del mar .

Entonces se desvistió completamente, lanzó al abismo su montón de ropa envuelto en


papel de bolsa de cemento y amarrado con pita. De este modo arrojaba su maldita vida de
alcohol y miseria a las aguas 963.

Desnudo gritó varias veces:


- “ La poesía es de todos ,jamás la asesinarán."

Vendió su casa y con el dinero que obtuvo viajó a Santiago y me compró.


Fue el comienzo de una amistad increíble .Desde ese mismo momento hicimos una
dupla de dinamita. Una dupla de amor, de recíproca confianza y ternura.

El poeta don Benavides viviendo su buena vida en un fascinante trabajo que él muchas
veces soñó de niño ,recorriendo el norte de Chile en el mejor vehículo , modestamente yo, el
gran camión, Ford - 1400, Rocinante, como él tan bellamente me bautizara .
Nos encontramos en un momento y un tiempo adecuado .Algo similar acostumbraba a
afirmar el fundador de mi familia , Henry Ford :
- "Todo se ajusta a su tiempo".

Trabajamos codo a codo, devoramos miles de kilómetros, llevando alimentos de un


pueblo a otro, mariscos al desierto, verduras a los puertos, frutas a las salitreras.
De las jugosas ganancias don Benavides usaba algo para mantenerme en excelente
forma. Fui el camión príncipe de los caminos , parecía reventar en vigor, y no era para
menos si todas las semanas me cambiaba el aceite, revisaba los frenos, me limpiaba las
bujías y sobre todo me repintaba todo rincón, con esos colores de vida y de sol que tanto
gustó el poeta: verde claro, jacinto anaranjado y el amarillo bailarín, que según él
representaba la textura del desierto .
5
Los domingos fueron inolvidables, llenos de amor, que se derramaba por mis
barandas.
Invariablemente aquellos domingos en Antofagasta eran un extraordinario rito, algo así
como sagrado, me bañaba, él se bañaba, me ponía las barandas altas, él se ponía sus
Pecos Bill traídos de Arica y partíamos a “La Esperanza Feliz” un centro abierto ubicado en la
población Prat B, donde la pobreza tenía su cuartel general . Los niños del sector
almorzaban todos los días en la “Esperanza Feliz”,ellos no pueden esperar que se superen
los desastres sociales-solía repetir don Benavides.

En esos domingos el hombre estallaba de alegría , esas sonrisas de niños ocupando


toda mi carrocería nos trasmitían la infinita energía de vida. Don Benavides lucía a destajo
su poética emoción ,fueron los instantes más felices que he visto en un ser humano.
Lo que es yo, para qué te cuento, fui el Ford más dichoso del mundo acarreando en mis
espaldas a treinta o cuarenta sonrisas al viento rumbo a las playas de Antofagasta.

Un día me descubrí en mis debilidades de fierros oxidados.


Fue un domingo por la tarde en que tomé conciencia de que envejecía , ya habían ocurrido
varias ocasiones en que mi cuerpo no respondía, más , me las arreglaba para sobrellevar la
enfermedad , me empeñaba en disimular algún dolor ,especialmente si estaba cumpliendo
alguna de esas hermosas misiones de los domingos por la tarde.

El día en que me percaté de mis óxidos y de mis arritmias viajaba con mi tesoro de
niños de “La Esperanza Feliz” hacia Caleta Coloso por un camino malo, pedregoso, lleno de
“calaminas”, término peculiar de los nortinos del norte grande , esos que somos del desierto ,
de la pampa salitrera .

Fue, entonces cuando carraspeé y carraspeé, cada vez más fuerte. La tos me
sofocaba, induje a don Benavides a que pusiera segunda en mi caja de cambios. Tenía que
aliviar la presión , pero seguí ahogándome, la bencina no me llegaba del carburador.

Exploté en un gran ruido, una bocanada de humo salió por mi tubo de escape y allí quedé,
con el motor detenido a tres kilómetros de la playa de Coloso.

Don Benavides, sacando una infaltable tiza escribió en mi ventana :


- Hasta los fierros envejecen”.
6
Y se fue con la alegría – los niños -trotando por las orillas del mar. Juro que fue el día más
triste de mi vida.
No solamente me asfixiaba, sino que lloré amargamente, de mi radiador salieron
infinidades de gotas que pronto formaron un charco bajo mis ruedas.

Estaba sólo, enfermo, abandonado, y pensé:


- Esta es la vejez.
¿Cómo iba a darme cuenta de la vejez si mi vida fue – hasta ese momento – una serie de
gratos acontecimientos, de bellos momentos, un transitar entre colores, aromas, paisajes y
figuras que me hacían declarar como un Ford F – 1400 satisfecho de la vida ?

Recuerdo que cuando caía el sol en el Océano Pacífico , un japonés Kia – 800 – ¿ o será
coreano ? bueno , da lo mismo - se paró a mi lado.
Venía Don Benavides , había ido a buscar un mecánico y éste hombre no halló nada
mejor que traer al japonés para que me arrastrara hasta algún garage de emergencia.
- “Parece que fundió el motor” - fue el diagnóstico del bigotudo hombre que las oficiaba de
mecánico.
Estaba claro que la fatalidad se apoderó de mi , volvían una y otra vez las palabras de
la mamá de don Benavides que en un ocasión le dijera a su hijo:
: - La vida te dio la espalda........

Pero, cuando viví la certeza de la increíble vergüenza a que sería


sometido , un majestuoso Ford, legítimo de Detroit, remolcado por ese insípido Kia,
mezcla de dibujo animado y envoltorio desechable, sospeché que para mí no existiría la
continuación de la sentencia de mamá :
-........pero también la vida da la segunda oportunidad.

Estaba oscuro ya en Antofagasta cuando ingresé a sus calles llevado por el pelafustán
del Kia , que para alimentar su pretendida imagen asiática me lanzó una jeringonza a lo
Confucio:
- ”En una tarde caben mil vidas.”
Yo me desquité del mundo, expulsé mi rabia gritándole:
- ¡cállate, japonés neo – liberal, chatarra de plástico!

Fui operado exitosamente.”Está fundido , hay que rectificar el motor” fue la decisión del
salvaje mecánico que me sometió al vejamen de ser remolcado por el japonés.
7
Al mes de la operación, estando en rodaje, nos dimos cuenta que el país estaba
viviendo nuevamente críticos tiempos , era el término de la década del ochenta.
Suavemente correteando , don Benavides silbando una canción de Piero , el argentino ,
“viejo, mi querido viejo”, pasamos por la plaza Colón ; un millar de jóvenes aullaban ¡NO, NO
A LA DICTADURA ”.
No alcancé ni a retomar bencina , mi patrón sacando su cabeza por la ventanilla les
agregó:
- “La poesía está viva , nunca morirá”.

Fue ese momento en que presentí la tragedia de don Benavides. Esas


mariposas que revoloteaban por su cabeza y los colores de arreboles en su rostro delataban
al hombre en el brillo intenso de sus ojos , todo me decía que el don Benavides anterior al
27 de Septiembre de 1981 no estaba muerto, estaba envuelto en cada verso, en todo poema
que describe a su amado desierto.

Y como un consumado poeta suspiré un plagio de mi gran maestro don Benavides:


- El dolor no mata , purifica .

Prosiguiendo mi rutina de rodaje subimos la cuesta del Salar del Carmen , Don
Benavides, hombre de mitos y rituales tocó tres veces la bocina al pasar por la animita del
gringo Davinco , que junto a doce mineros murió al cortársele los frenos a su camión ,un
Gran Chevrolet ,de la legendaria horneada del año 68.
Yo , como buen discípulo saludé a las tantas patentes que los camioneros pusieron allí
en memoria de los trece muertos en el volcamiento de aquel recordado Chevrolet V 8
ocurrido en el año 1983.(Uno de los pocos verdaderos amigos de aquellos años).

Al doblar en la rotonda del Salar del Carmen ,en dirección a la Población Corvallis ,
me vino la maldición encima. Unos dolores infames, el aceite que no llegaba a los pistones y
el eje leva que llegaba a tan alta temperatura que me hacía transpirar a raudales.
- Está perdiendo fuerza Rocinante- diagnosticó don Benavides.
- Parece que está atrasado en el punto, no me gusta- sentenció el mecánico de los
grandes bigotes en alusión a mis terribles dolores entre pistones resecos y el calor del eje
de leva. A mi menos me gustaba ,ni él , ni su grotesco Kia , ni esos intensos dolores.
8
No pude llegar a casa, de nuevo al garage , en esta oportunidad me llevaron a uno
ubicado en calle Calama.

Estaba agónico, creí que había llegado mi hora cuando escuché las últimas palabras de mi
patrón :
- Haga lo que pueda con Rocinante - Fue la última vez que lo ví .
En efecto ,el equipo de mecánicos removió todo: pistones, bielas, culatas, cigüeñal, caja
de cambios. Uno de los instantes más críticos fue cuando no encontraron repuesto para el
bastón del condensador. Un mecánico muy chileno , típico chileno tuvo la ocurrencia de
adaptarme una pieza de plástico de un camión japonés. Así quedé transplantado con
plástico.

A la semana estuve bien.


Tan restablecido que pasé raudo la prueba de los gases para la renovación del permiso de
circulación.
Cero gases. Como nuevo...... y con una pieza de plástico.

Las paradojas de la vida y pensar que siempre denigré de los japoneses, mi rivalidad es
visceral, a flor de piel, jamás podré aceptar que un Ford , un real miembro de la familia
mundial de las tuercas sea comparado con estos cachivaches asiáticos, pequeños y
desechables, lo único que les falta es que sean reciclables.

El mecánico del transplante me trajo aquí , a Mejillones.


- Señor Fuentes , le traigo a Rocinante-dijo el chofer ,ufano de su misión cumplida .
Se me desinfló un neumático de la impresión. El medidor del amperaje enloqueció, quise
gritar pero nunca logré aprender esta estrategia de los humanos.

Más, lo mejor de los milagros es que suceden , aquí estás tú, una primorosa
camioneta GMC recién salida de fábrica, con tus enormes zapatones me miraste juguetona ,
intensa y con tu voz suave semejante al ronroneo del engranaje de una corona nueva me
acabas de narrar el fin de don Benavides.
Por supuesto que lloro, con la muerte de mi patrón poeta se me cierra el círculo de la vida.
Nacer y morir.

Te costó muchísimo relatarme los sucesos :


- Su patrón murió en los días en que usted estaba recuperándose , convaleciente en el
garage. Dicen que hubo una protesta en el barrio de Miramar, allá en los cerros de
Antofagasta, los manifestantes pedían a gritos que los milicos dejaran el poder .
9
Me explicaste así tan de improviso la muerte de don Benavides. Quedé respirando fuerte,
pensé que nuevamente vendrían los ahogos y los dolores , pero no fue así ,únicamente
permaneció en mí el dolor en las tuercas , como cuando alguna llave inglesa aprieta
mucho ,claro es el sentir por la pérdida de alguien tan amado, como fue mi patrón.

- Dicen que un anciano huraño, airado porque se entrometían en su soledad lanzó orina
con una bacinica por el techo.
Se armó una batahola que nadie pudo controlar... hasta que sonaron unos disparos.
Como por hechizo, la calle quedó vacía ,...casi..., dicen que desde una nube parecida a la
de un radiador hirviendo surgió la imagen de su patrón , don Benavides desangrándose,
asido a una pared en la cual estaba pintando grandes letras de un verso: “La poesía vuelve,
retornan los........

Don Oscar, es decir el señor Fuentes lo enterró, y se encargó de todo , incluso de


“La Esperanza Feliz”, el hijo colectivo que legara don Benavides, una obra de amor que
debe seguir; según las palabras de compromiso que emitió don Oscar Fuentes.

Las paradojas de la vida.


Tan a destiempo tenía que enamorarme, ahora que dejé de ser un Ford puro, legítimo,
ahora que tengo esa pieza de plástico en el condensador.

Soy un triste y envejecido Ford transplantado.


Y vengo aquí , a Mejillones a encontrarme con esta belleza , un ángel de los caminos.

Tu manera de deslizarte me enloquece, tus coquetos focos neblineros , tus adhesivos


en las ventanas , todo hace palpitar mi restaurado motor.

Me pregunto ¿Si te hago un lindo poema, un sentido poema de amor, te fijarás en este viejo
Ford F- 1400, transplantado , mi amada camioneta GMC?

You might also like