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El Mayor Pecador

de Todos los Tiempos

Una novela de Eric Mellema

Translator English Spanish: Silvana Mellino

ebook gratis en html

2006 Eric Mellema


Todos los derechos reservados
www.nostredame.info

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Agradecimiento a:

Silvana Mellino
Maria-Bonita Kapitany
Jack van Mildert
Liesbeth Gijsbers
Moene Seuntjens
Marleen van Haeren
Ria Adriaensen
Els Pellis
Guus Janssens
Ronald Mengerink
Arthur Hendriks

Un especial agradecimiento a: Trudi Koning

Se usaron las cuartetas de Las Profecías

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Capítulo 1

- Brr, ¡qué frío hace aquí!


- Deja de quejarte, Mercurio; sólo treinta y un días hasta que des la vuelta.
- ¿Quién está allí?
- Soy Hermes, tu yo sublime.
- Hermes tu visita es oportuna puesto que esos giros aburridos alrededor
de mi órbita me están enloqueciendo.
- Bueno, te informaré, Zeus ha decidido que tu tarea está casi terminada.
Sólo debes hacerte carne por un tiempo antes de que vuelvas a brillar.
- ¿Y cómo sabes todo esto?
- Soy el más rápido de la Vía Láctea y me mantengo al tanto de todo, por
así decirlo. Además, mi trabajo es transmitir mensajes.
- ¿Cuánto tiempo más tengo?
- Hasta que te alineas con el Sol y la Tierra, así que no por mucho tiempo
más.
- Um, por lo menos es un cambio de ser un planeta muerto. Mi única
distracción es causar ondas de choque y baños de sol.
- Puede que llegues a extrañar esta simple existencia, mi hermano
material, pero por favor ten paciencia sólo un poco más.

Un mes después, un extraordinario nacimiento tuvo lugar en el planeta


Tierra. Nació una persona con talentos proféticos sin precedentes. El
nacimiento del astrólogo en el pueblo, sucedió a comienzos del
Renacimiento, en el pueblo francés de Saint Rémy de Provenza. Las
contracciones habían comenzado en una mansión solariega detrás de los
puestos del mercado en donde los mercaderes habían estado pregonando
sus mercancías durante algún tiempo. Reynière de Nostredame había
calculado cuidadosamente la fecha de nacimiento, pero el comienzo del
trabajo de parto llegó inesperadamente. Probablemente el pequeño tenía en
mente un nacimiento un poco prematuro con el fin de cumplir con la
posición óptima de los planetas. Era evidente que el gran tapón mucoso,
que cierra el cuello del útero durante el embarazo, se había desprendido.
Era la señal que determinaba que el final del embarazo se estaba
acercando. Reynière perdió algo de sangre y pidió a su padre, Jean de
Saint Rémy que viniera; su padre era el médico de la corte del Buen Rey
René, el anterior conde de Provenza. Yacía en la cama, transpiraba y su
marido Jacques, quien había ascendido a la categoría de escribano público,
entró apresuradamente junto con el padre de ella. Ahora las contracciones
se sucedían con frecuencia y eran más dolorosas, hasta, que en un punto
crítico, de pronto cesaban. Su padre se veía preocupado y auscultaba el

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vientre de su hija con un toque profesional. Aliviado, el doctor estableció
que el bebé aún sin nacer se estaba moviendo y que Reynière estaba
perdiendo líquido amniótico a un ritmo normal. Las contracciones
frecuentes regresaron y la membrana se rompió; el trabajo de parto ahora
estaba comenzando. Sin prisa pero sin pausa, el cuerpo de Reynière logró
una abertura para que el bebé pudiera salir. El cuello del útero, que durante
el embarazo se cierra fuertemente, ahora se estaba abriendo en forma
gradual. La nueva personita en particular luchaba como si su vida
dependiera de eso y la etapa de expulsión fue agotadora. El trabajo de
parto tomaría tanto como diez horas. Finalmente, su pequeña cabecita
asomó, los ojos críticos bien abiertos captaban el mundo. Jean y Jacques
estaban asombrados y se miraron con gran alegría. Luego seguían los
hombros, y después el resto del cuerpecito se deslizaba hacia afuera, sin
problema alguno.
- ¡Michel! –recibió orgullosamente su madre al pequeñito cascabel
húmedo. Jean recogió cuidadosamente al bebé que estaba con un poco de
sangre y aún ligado al cordón umbilical, y lo colocó sobre el vientre de su
madre. El bebé nació con un casco membranoso*. Michel de Nostredame
vino a la vida exactamente el mediodía del 14 de diciembre del año 1503,
con las campanas de la iglesia de Saint Rémy fuertemente repicando de
fondo. Sus padres rebosaban de alegría con su primer hijo, quien tendría
un futuro seguro como católico. Jacques y Reynière eran descendientes de
antiguas familias judías, pero varios años antes, todos los judíos habían
sido forzados, bajo pena de muerte, a convertirse al Catolicismo. Pero aún
se encontraba sobre la mesa un menorah, que simbolizaba la festividad
judía de las luces, Hanukah, que se estaba celebrando ese mes. Para estas
vacaciones especiales, la tradición era honrada secretamente y Jacques
siempre leía del Talmud. Esta vez se dirigía ceremoniosamente a su hijo
recién nacido, rodeado de toda su familia, y le contaba que el Talmud
relata sobre la maravilla del Hanukah. Michel, seguramente envuelto en
pañales de tela, sólo oía algunos sonidos paternales.
Cuando el pequeño, que gateaba y que más tarde caminaba, comenzó a
descubrir el mundo, demostró que era un niño muy curioso. Quería
investigar todo lo que estaba a la vista y examinar cada objeto. Con
entusiasmo se abalanzaba sobre las visitas y a veces jugaba con el cabello
de ellas. Con rapidez expandió sus límites hacia el exterior, en donde
ignoraba a los otros niños de su edad. Pensaba que jugaban dando vueltas
y vueltas sin rumbo. Una vez, apagó el fuego en la chimenea con agua y se
sentó allí a mirar las nubes de vapor con gran fascinación. Durante su
primera visita al mercado, su talento salió a la luz. La familia pasaba por
los puestos que mostraban mercancías. Por su corta estatura, Michel se

* Con las membranas alrededor de la cabeza: niños clarividentes.

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entretenía con lo que sucedía por debajo de las mesas de madera: restos de
pescado, fruta podrida, residuos de sangre, sacos de yute rotos, una rata
ocasional masticando cosas y un sin número de pies que se arrastran. Su
madre lo vigilaba muy de cerca. La familia De Nostredame se detuvo en
un puesto con mercancía de vidrio y quería comprar algo bonito para las
vacaciones. En el siglo anterior, sólo se veían vasos de vidrio para beber
en la elite social, pero hoy en día el vaso de vidrio se está produciendo en
mayor escala, lo cual se hace más accesible económicamente. El entusiasta
mercader rápidamente tomó el tazón más delicado entre sus dientes,
tratando de impresionar a la joven madre.
- Usted sabe, Señora, los platos de cerámica, madera y lata son
funcionales, pero muy feos. Los platos de vidrio son ahora el último grito
de la moda. Reynière lo escuchaba alegremente mientras mantenía a su
hijo cerca.
- Hay varias clases de copas de vidrio disponibles –continuaba el mercader
–. Mire: copas hermosas con pies huecos en forma de embudo y los vasos
bajos tipo cáliz con pies altos y elegantes. Detrás de ellos están las copas
con forma de cilindro, decoradas con lunares.
- ¿Y qué modelo es este? –ella preguntó.
- Aquellos son Berkemeiers, Señora, los vasos de vidrio con la copa en
forma de embudo y un aro en el pie finamente ribeteado.
El mercader sacó todo de la vitrina porque la familia parecía que tenía
dinero para gastar. Jacques pensaba que el ribeteado era bastante lindo.
- Los ribeteados son muy populares –el mercader reiteró inmediatamente –
, además de los tazones bajos para beber, los cálamos de coles y los
Berkemeiers, por supuesto.
- ¿Para qué son esos ribetes? –indagó Reynière.
- Los ribetes aseguran un mejor agarre sobre el vidrio.
- ¿Y cuál de ellos se vende más? –preguntó el marido.
- Los de vidrio se venden particularmente bien. Los aparatos para servir,
como por ejemplo, las botellas, son muy caras.
Era evidente que el especialista era la única persona en la zona que poseía
una gran colección de mercancías de vidrio y con mucho orgullo mostró su
botella más hermosa. La familia estaba completamente embelesada por sus
productos y Jacques le preguntó al hombre si podía ver la botella mucho
más de cerca. El pequeño Michel se había estado comportando de la forma
más ejemplar todo este tiempo y estaba pacíficamente mirando las cajas
medio llenas debajo de la mesa. Por encima, Jacques tomó la joya de
vidrio con torpeza e inmediatamente se le resbaló de las manos. El sonido
que se esperaba, sin embargo, no llegó y todos se asustaron y enfocaron su
atención por debajo. Allí, su hijo sin esfuerzo había atrapado la tan cara
botella. Puso su selló don celestial, luego rápidamente el dueño se la
arrebató de sus pequeñas manos. Después de muchas disculpas, la

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desilusionada familia volvió a casa sin comprar nada. Cuando llegaron allí,
el padre, quién se libró de la situación con sólo un susto, estaba lleno de
orgullo por su hijo.
El padre posó la educación de su hijo al abuelo. Junto al erudito Jean, el
niño estaba en buenas manos. El antiguo astrólogo y medico de la corte,
enseñó a su nieto no sólo matemáticas sino también Griego antiguo latín y
hebreo además de los preámbulos de astrología. A veces Jean se lo llevaba
fuera del pueblo en la noche para poder recostarse sobre el campo y ver las
estrellas. Allí, le dijo que se puede ver el cielo del norte mejor en el
invierno y el cielo del sur en el verano y que las constelaciones del
invierno, como el Can Mayor y el Can Menor, se pueden encontrar
fácilmente usando como guía la estrella Orión.
- Cuando sea grande, quiero ser una estrella también –expresó su nieto.
- Es curioso que lo menciones. Estaba pensando en la historia de alguien
cuyo castigo es ser puesto en el cielo como una estrella. Se trata de Orión,
que estaba persiguiendo a sus siete hermanas, las Pléyades. Las hermanas
se sintieron amenazadas por la persecución y oraron por ayuda, lo cual
provocó que la diosa de la caza acudiera a su auxilio y matara al hermano
con una de las flechas. Luego Orión fue ubicado en el cielo como una
estrella. Pero no sé si es posible para la gente que está hecha de carne y
hueso también, Michel. Aunque acabo de recordar que algo de eso se
menciona en las antiguas escrituras. Así que, ¿quién sabe? A propósito, las
Pléyades son visibles a simple vista. Mira, están justo allí–, y Jean estiró
su brazo hacia el cielo oscuro.
- Esas estrellas parece que se están tocando entre sí –comentó el niño.
- Sí, se ven de esa manera, pero en realidad están muy lejos una de la otra.
Cuando la primavera llegó, el abuelo le mostró a Michel las estrellas
Arcturus, Regulus y la centelleante Spica, las estrellas más brillantes bajo
el cielo de primavera, que juntas forman el Triángulo de Primavera. Aquel
verano, las estrellas no estaban muy claramente visibles y fue en otoño
cuando el abuelo le mostró el caballo alado, Pegasus, el cual es difícil de
encontrar a veces, porque está dado vuelta. A través de estas pequeñas
excursiones, Michel llegó a conocer las constelaciones y sus padres
seguían refunfuñando al ver que su hijo y el abuelo llegaban muy tarde en
la noche.
Una noche clara, cuando Jean había llevado a pasear una vez más a su
nieto, el tiempo cambió de repente y se tornó sombrío. No podía verse
ningún cuerpo celestial y Michel maldijo a las nubes oscuras que se
estaban juntando. Es noche el pequeño granuja daba vueltas en la cama, la
cual largas cortinas la separaban de otros ambientes para dormir, y no
podía dormir. Estaba enojado y decepcionado, cuando de repente, los
postigos se abrieron de golpe y un furioso tornado lo tiró de la cama.
Logró sostenerse de la repisa de la ventana, con su cuerpo que pendía del

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lado de afuera. El instinto maternal despertó a Reynière en ese mismo
momento, despertó de un sacudón a su marido y juntos corrieron hacia el
niño que estaba en peligro de muerte. Juntos los dos jalaron al niño hacia
dentro de la habitación y cerraron la ventana fuertemente. Sin darse cuenta
realmente de lo que había sucedido, volvieron a dormirse y en poco
tiempo después, la ventana se abrió de golpe una vez más. Nuevamente el
remolino dirigió su energía hacia el niño superdotado, con una furia
envolvente, pero sus padres estaban allí a un paso y vencieron a la
catástrofe antes de que lo succionara y se lo llevara. Aseguraron las
persianas con clavos y las cerraron permanentemente. Esta fue una lección
que su hijo jamás olvidaría. Resolvió no maldecir más a nada ni a nadie.
Un día llegó un mensaje de Pierre de Nostredame, el abuelo paterno de
Michel. Pierre y su esposa vivían en Grasse e invitaron a toda la familia a
quedarse con ellos por unas semanas. Pierre había sido también médico de
la corte, al servicio del hijo del Buen Rey René. Después de que
asesinaran a su paciente en Barcelona, Pierre se estableció en la metrópoli
de la fragancia, aún en desarrollo. Jacques y Reynière decidieron aceptar
la invitación. Debían realizarse muchos preparativos para el viaje, porque
Grasse no estaba exactamente a la vuelta de la esquina y habían tenido
cuatro hijos más a lo largo de los años: todos varones. Un ama de casa
muy ocupada. Semanas después, estaban listos y todos subieron al carruaje
alquilado y jalado por un conjunto de caballos. Papá, mamá y los tres
hijos. Jean se quedó en casa con los dos más chicos. Después de unos días,
llegaron a Cannes y desde allí un camino los condujo tierra adentro hacia
Grasse. El paisaje estaba rodeado de todos lados por colinas cubiertas de
árboles exuberantes que los invitaba a tomar un descanso. Habría sido
mejor si no lo hubieran hecho, porque el pequeño Héctor desapareció
inmediatamente y les llevó tres horas encontrarlo en una grieta en las
rocas. ¿Y adivinen quién lo encontró? Por supuesto: ¡Michel! Héctor
recibió un bofetón y continuaron su camino. Detrás de ellas, aún podían
vislumbrar esporádicamente el Mar Mediterráneo. No había muchas flores
floreciendo en la región perfume. El verano estaba llegando a su fin y las
abejas estaban buscando la última miel. Finalmente, vieron Grasse, situado
contra la ladera de la montaña, rodeado de campos que sólo despliegan sus
flores nuevamente en la primavera. Cuando entraron al acaudalado pueblo
comerciante, los niños estaban entusiasmados por toda la vista. Había toda
clase de curtiduría, la cual, su padre les contó, solía esparcir un olor
nauseabundo no hace mucho tiempo. Con el fin de hacer desvanecer el
olor penetrante del cuero, a la gente de Grasse se le ocurrió saturar el
cuero con una mezcla de grasas animales y flores. La necesidad aguza el
ingenio y de esta manera, los bolsos, los guantes y los cinturones
perfumados se convirtieron en un verdadero grito de la moda.

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El carruaje se movía laboriosamente dando tumbos, pasó por muchos
negocios con exposición de mercancías de cuero, pero finalmente llegaron
a Place aux Aires, en donde vivían los abuelos. Bertrand abrió
apasionadamente las puertas del carruaje de un golpe para salir lo más
pronto posible y comenzar a hacer barullo, pero su padre lo detuvo.
- Primero saludarás a los abuelos, jovencito –dijo. Mientras tanto, Pierre
venía caminando, bamboleándose e inmediatamente comenzó a arrastrar
las maletas. A pesar de su avanzada edad era muy vigoroso y aún trabajaba
para la agrupación de médicos. Después de darle un beso al abuelo, los
tres hermanos salieron corriendo hacia la ciudad perfectamente
desconocida pero tan atrayente con gran éxtasis.
- Sólo déjalos jugar por un rato –expresó Reynière, cansada, a su marido–
eso nos dará un momento para desempacar en paz–. Los niños, entretanto,
iban de un lado a otro y pasaron por muchos perfumistas, calderas de
jabón, destiladores y otros mercaderes. Grasse era un pueblo deslumbrante
pero también muy sucio y las cloacas abiertas apenas podían con las
montañas de desperdicios. Sin embargo, el aroma de las calles era
maravilloso. Por todos lados había cajas, bolsos y globos llenos de flores
de agua, aceites, vino, jabón de lavanda, hierbas y cuero aromatizado.
Michel de once años se encontró a sí mismo en un paraíso virtual para los
sentidos y pronto quedó encantado con un aroma específico que lo arrastró
hacia el callejón.
- ¿A dónde vas ahora? –Bertrand y Héctor preguntaron sorprendidos. Pero
Michel no respondió y siguió por el camino angosto hacia una arcada que
conducía a las afueras del pueblo. Por debajo del arco de piedra se detuvo
por un momento, cerró sus ojos y sintió el aroma. Aquí, el aroma era más
fuerte. Profundamente inhaló el olor peculiar, el cual era dulce y oscuro a
la vez. Luego de unos pocos minutos regresó, satisfecho y encontró a sus
hermanos jugando en la plaza.
Los días se pasaron volando en este pueblo fantástico y mañana tendría
una emoción extra: iban a visitar una perfumería muy conocida. El abuelo
Pierre era amigo de Amalfi, el propietario de la fábrica. Ella le había
prometido a él que su familia podía hacer una visita.
Esa mañana, fueron entre los compradores potenciales quienes habían
venido de todas partes y Amalfi personalmente les ofreció una visita
guiada. Toda la gente distinguida vio que Héctor se hurgaba la nariz
ampulosamente y que el padre lo reprendía. Entretanto, Amalfi les contaba
a todos sobre la famosa línea de fragancias.
- Esos frascos azul celestes contienen varios tipos de agua de colonia y
Soliflores para las mujeres–. Luego de la presentación, el grupo se dirigió
hacia la próxima mesa, mientras que el otro hijo comenzaba a causar
problemas. Bertrand trataba de abrir los frascos a escondidas

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- No toques esos, Bertrand, –le advirtió su padre. La señora
afortunadamente no se dio cuenta y continuó.
- Las Soliflores son fragancias hechas de un sólo tipo de flor, planta o
fruta–. Después de una lista de detalles de la colección, los invitados la
siguieron al otro recinto, en donde se encontraban los aparatos ingeniosos.
- Estas son nuestros alambiques de destilación. Los árabes desarrollaron la
destilación–. Mientras escuchaban atentamente, Michel y su abuelo oían
que Héctor se quejaba con su madre por la necesidad de ira a hacer pis.
Distrajo a la propietaria de la fábrica de su historia y tosió agitadamente.
- Está bien, ve afuera rápidamente, pero ¡en silencio! –Reynière le
encomendó a su hijo.
- El jazmín viene originariamente de la India y los marineros españoles
introdujeron la flor en Grasse por el norte de África no hace mucho
tiempo. Maître Gantier logró conseguir un monopolio sobre eso, –continuó
la señora.
- Esta es una buena oportunidad para comprar un perfume, –le susurró
Reynière a su marido. Jacques aceptó sin darse cuenta porque estaba
completamente absorto en el cuidado de los pequeños. Afortunadamente,
estaban dando vueltas alrededor de Pierre y por el momento se estaban
comportando bien. Papá incluso pudo captar la última parte de la historia.
- Cuando lo comparo con el jazmín del extranjero, siempre me doy cuenta
de que el jazmín en Grasse tiene más profundidad y volumen. Ah, podría
contarles mucho más sobre nuestra perfumería, pero llegó el momento de
terminar la visita. ¿Alguna pregunta o comentario?
Inesperadamente, Michel se acercó con gallardía y preguntó si podía decir
unas palabras. El padre comenzaba a tener dolor de cabeza por la conducta
imprevisible de los chicos, en tanto que la señora Amalfi fue muy
encantadora con la solicitud infantil y aceptó. El corazón de Michel
comenzó a latir más rápido. El pequeño profeta cuadró sus hombros y con
gran fuerza pronunció su primera profecía.
- Algún día, esta perfumería será muy famosa. Esto se deberá a un
estudiante concón un olfato excepcionalmente bueno. Su nombre es
Montesquieu y producirá tres fragancias sorprendentes. En la cúspide de
su carrera, creará un perfume bizarro para el mismo con el aroma de los
cadáveres de jovencitas recientemente asesinadas. Después de su muerte,
el éxito decaerá.
Con esto, el preadolescente finalizó su alocución y regresó junto a sus
padres con dignidad. Todos se quedaron mudos de asombro e incluso
Amalfi no sabía cómo responder. Jacques decidió no reprender a su hijo
porque el muchacho había seguido todas las reglas de conducta apropiada.
Nadie volvió a mencionar la oscura profecía otra vez; no lograron
entenderlo. Un poco avergonzado por el comportamiento de su extraño

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nieto, Pierre agradeció a la propietaria por el paseo fascinante y la familia
regresó a casa. Las vacaciones pronto llegaron a su fin.
El abuelo Jean estaba muy feliz con su regreso, en particular por Michel,
con quién había desarrollado un lazo especial. Cuando el carruaje entró en
la calle, la Rue des Remparts, los dos inmediatamente se miraron a los
ojos. Héctor y Bertrand estaban muertos de cansancio por el largo viaje y
se fueron directo a la cama, pero Michel aún estaba emocionado por su
actuación. Impacientemente, habló sobre su singular profecía y sus ganas
de comentarlo con su abuelo. El extraño aroma en Grasse había despertado
algo en él, informó el pre adolescente. Jean lo tomó muy en serio y le
sugirió compartir todos sus conocimientos de astrología con él, pero ahora
debía irse a la cama. Llevó horas antes de que la chispa de su mente
disminuyera y finalmente se durmió.
Unos meses después, el abuelo encontró un momento apropiado para
ampliar la educación de su nieto mayor en astrología. Decidió contarle
todos los pormenores de eso y lo llevó al ático. Este era su dominio
personal y nadie tenía permitido merodear allí si no era invitado. En
particular los chicos, porque tenía miedo de que sus delicados
instrumentos se dañasen o que sus papeles se perdieran. Desde su sillón el
abuelo le contaba a Michel que había logrado recoger una pieza de
equipamiento ingeniosa en parís hace un tiempo atrás. Consistía de dos
lentes lustrados en un caño, a través del cual se podía ver muy lejos.
- Gracias a este invento, un mundo todo nuevo se abrió para mí –
comentaba– y en mi opinión, ahora tienes la edad suficiente para entrar en
este mundo. Preveo un gran futuro para ti. Tienes capacidades mentales
excepcionales y es por eso que ahora yo voy a contarte todo lo que sé
sobre astrología. Hasta ahora jamás he permitido que alguien estuviera en
esta habitación sin supervisión, pero para ti hago una excepción. Por la
presente te concedo permiso para usar todos mis instrumentos y libros en
cualquier momento que desees –. Su abuelo sacó un objeto grande debajo
de una manta polvorienta.
- Usando este catalejo, jovencito, puedes ver los planetas tan cerca que
parece que estuvieras justo allí. Pero primero, te daré algo de teoría antes
de que exploremos los cielos –. Su nieto miraba el aparato fascinante con
ojos como platos.
- La astrología busca la relación entre los acontecimientos en el cosmos,
en la tierra y en los humanos. ¿Pero no hemos hablado de esto antes?
- No –respondió Michel moviendo su cabeza.
- Mi memoria no es lo que solía ser, mi muchacho. A través de esta
investigación podemos usar información sobre un momento para trazar
una serie de sucesos que lo siguen. En otras palabras: podemos predecir el
futuro a partir de esto. Esto es mucho más difícil de lo que parece. Desde
tiempos inmemoriales se ha aceptado que el Sol, la Luna y los planetas

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influyen en nuestras vidas aquí en la Tierra–. El abuelo se levantó
nuevamente, abrió la persiana del ático y ubicó el catalejo sobre una base.
- Ven y párate aquí. El sol se acaba de ocultar y probablemente podremos
ver varios planetas. Permíteme ver si… ¡Allí está! Mira Michel,
aproximadamente una mano por encima de los últimos rayos del sol:
Mercurio, el planeta del intelecto y las capacidades mentales –. Su nieto
miró por el aparato y descubrió un planeta rosa que centelleaba.
Jean continuó –. Como sabes, la Tierra rota alrededor del Sol en un año y
no al revés como reclama la Iglesia. También insisten aún en que la Tierra
es plana y en que te puedes caer de ella. ¡Tonterías! Es que prefieren
mantener a sus seguidores ignorantes.
- ¿Pero el Sol también no hace un círculo cada año?
- Sí, pero no alrededor de la Tierra, sino a lo largo de varios grupos de
estrellas. Esos grupos todos juntos se denominan el Zodíaco. Por ejemplo,
se encuentra Géminis, Aries, Tauro, etcétera.
- Yo soy Sagitario.
- Es innegable, mi muchacho, pero llevará algún tiempo antes de que el
Sol pase por allí, porque actualmente no estamos viviendo en el era de
Sagitario–. El abuelo miró por el catalejo nuevamente y continuó su relato.
- Mercurio siempre está cerca del Sol y por esa razón no siempre se puede
ver claramente, pero esta noche tenemos suerte –, le pasó el aparato al
niño.
- Aquel planeta no es fascinante –comentó Michel, mientras miraba a
través de las lentes.
- Bueno, deberías ver la Luna –. Y Jean serenamente miró hacia el cuerpo
celestial en la bóveda celeste sin una nube. El amor entre el abuelo y su
nieto era genuino. Quizás porque se parecían muchísimo. Los dos tenían
los mismos intereses y los dos eran de complexión delgada. Sólo que el
más jovencito aún tenía una vida entera por delante y era obvio que el
abuelo no.
- Esto es lo que tú quieres ver –dijo Jean y dio un paso al costado.
- ¡Ah! –exclamó Michel y miraba con asombro a la gigantesca Luna, llena
de cráteres, montañas y grietas.
- Alguien está caminando por allí, abuelo.
- Ja, ja, qué gracioso. Aún cuando fuera posible, está demasiado lejos para
poder ver tales detalles.
- En verdad lo veo –insistió el muchacho –. Está poniendo una bandera
con rayas rojas y blancas y estrellas–. Jean hizo un gesto de incredulidad y
tomó el catalejo. Estaba su Luna familiar, demasiado lejos para poder ver a
un a persona.
- No veo lo que tú ves, Michel.
- ¿Quizá sea algo que pasará en el futuro?

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- Todo es posible, mi muchacho, pero yo sólo puedo hablar de temas que
conozco. Aún quería explicarte cómo preparar un horóscopo–. Dejaron en
paz a los cielos y se sentaron en la cama.
- Para calcular un horóscopo, necesitas una cantidad de datos,
concretamente fecha, tiempo y lugar de tu nacimiento, pero lo más
importante es la fecha de tu nacimiento. Permíteme mostrarte tu propio
horóscopo como ejemplo –. El abuelo miró el cajón de su escritorio y sacó
un pedazo de papel cubierto con símbolos extraños.
- ¿Es eso mío?
- Déjame ver, nacido en Saint Remy el 12 de diciembre de 1503. Sí, es
tuyo.
- En realidad es el 14.
- ¿El 14? Debo haberlo escrito mal en la parte de arriba, porque siempre
verifico todas tres veces. Debe ser la vejez –. El abuelo se disculpó.
- En cualquiera de los casos, tienes un horóscopo fuertemente cargado con
tres planetas exteriores: Marte, Júpiter y Saturno. Por esta configuración
feroz, necesitarás disciplina de hierro para controlar tu poder creativo. Si
no tienes éxito en esto, el poder se tronará destructivo.
- ¿Quieres decir, como Sansón, que provocó el colapso de un templo
completo?
- Um, esa no es una buena comparación. En todo caso, tendrás que
aprender a canalizar tu energía. Y siempre recuerda, que en cada persona
existe tanto la bondad como al maldad–. Luego Jean volvió la atención del
niño hacia el horóscopo.
- Esta imagen aquí muestra las doce casas y… Pero su voz de repente se
quebró.
- Estoy cansado –respiró con dificultad–, pero si tú quieres aprender más,
todo está descripto en ese enorme volumen allí –y señaló hacia la
biblioteca. El abuelo no estaba más disponible.
A medida que pasaba el tiempo, Jean y Michel estaban cada vez más
unidos. A menudo pasaban el día entero en un viejo convento* que se
encontraba oculto a unos kilómetros al sur de Saint Rémy. Pasaban horas
leyendo las biblias originales. Michel aprendió, por encima de todo, a orar
al Dios Cristiano y sin esfuerzo siguió las Escrituras Católicas, a pesar de
su ascendencia judía. Después de todo, es el mismo Dios del Viejo
Testamento, pensó. Jean siempre tarareaba mientras oraba, por lo menos
cuando nadie estaba alrededor. Desde el priorato, cuando el tiempo era
lindo, hurgaban en los campos de lavando de alrededor, en donde había
encontrado una estructura misteriosa tipo pirámide medio hundida. Su
instruido abuelo no pudo expresar comentario alguno sobre nada de eso.

* La última institución en donde Vincent van Gogh permaneció en 1890

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- Desde la época de la antigua Grecia –comentaba sobre la estructura
mientras que al mismo tiempo era una excusa para descansar. Michel, por
el contrario, estaba lleno de energía y se fue a explorar la zona cuando
Jean tomaba su acostumbrada siesta. Un día, el niño regresó con mucha
emoción.
- En un caminito por allí, hay todo tipo de agujeros cortados a tajos de los
acantilados, abuelo. ¡Ven a verlo! –. Pero Jean se quedó tranquilamente en
donde estaba y con serenidad le explicó que hace mucho tiempo, los
pastores de cabras habían hecho esos agujeros para sus cabras con el fin de
protegerlas de los predadores. Evidentemente, el los había descubierto
antes. Una vez, apenas pudo levantarse y Michel tuvo que literalmente
arrastrarlo hasta la casa.
Durante la adolescencia, el jovencito comenzó a salir con chicas y esta fue
una buena oportunidad que tuvo su mentor para hablar del matrimonio de
dos almas. Explicó cómo las almas masculinas y femeninas pueden unirse
y cómo el principio masculino/femenino está representado por todas partes
en el universo.
- ¿Quieres decir que también hay planetas masculinos y femeninos? –
inquirió Michel.
- Los planetas son, en principio, todos femeninos. Es por eso que a nuestro
planeta se lo denomina Madre Tierra, –respondió Jean.
- ¿Y tenemos nosotros los hombres algo qué decir, en el cosmos?
- Bueno, las estrellas son masculinas, en contraste con el polvo y la
oscuridad, las cuales son femeninas. Dichas polaridades eternas son
también la esencia de la alquimia.
El muchacho pasó la mayor parte de su infancia al aire libre junto con su
abuelo y su padres no vieron mucho a su hijo que crecía rápidamente. Sólo
se reunían en las comidas. No fue solo culpa de Michel y Jean el que se
vieran poco; Jacques trabajaba todo el día en el estudio contable y
Reynière, además de su trabajo de ama de casa, estaba muy ocupada con
los más pequeños. Antoine de siete años era un caso particularmente
desafiante porque siempre demostraba u un comportamiento recalcitrante.
En cuanto al resto, Michel se llevaba bien con todos sus hermanitos, pero
¿jugar con ellos? No, no hubo mucha oportunidad de eso.
Las estaciones pasaron volando muy placenteramente, hasta a aquel triste
día. Encontraron al querido abuelo en su habitación. Había muerto de
vejez. Michel lo había estado observando deteriorarse por un tiempo y
sabía que el final estaba cerca. Sin embargo, fue un hecho devastador.
Lloviznaba el día del funeral de Jean de Saint Rémy. Se turnaban para
mantener la vigilia junto al cuerpo en la casa, hasta que lo sacaron para los
servicios funerarios. Todos los miembros de la familia estaban allí. El
viejo Pierre y su esposa habían venido hasta aquí desde Grasse, al igual
que las tres hermanas de Jean y lo primos desde Marsella. El servicio de

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oración católico tuvo lugar en la iglesia de Selongey. Las familias
caminaron hasta la iglesia en donde habían ubicado el ataúd. Los abuelos
de Michel fueron caminando tan lentamente que tuvieron mucho tiempo
para cuidadosamente observar las lindas casa con torrecillas en el Place
des Halles. Finalmente llegaron a la iglesia en donde muchos amigos y
conocidos se habían reunido. En la entrada, un hombre grandote con
cabello rojizo accidentalmente chocó con Michel. Sus zapatos estaban
cubiertos de pintura. Evidentemente no era una persona invitada, pero
quería entrar. Michel no le prestó atención alguna y la procesión del
funeral lentamente se movía a través de la puerta con el imponente arco
redondeado. Jacques y Reynière fueron los primeros en pasar por una
hilera de columnas en la iglesia y los siguieron Michel y sus cuatro
hermanos en orden cronológico. La emoción invadió a Reynière y
derramaba una lágrima por su padre de vez en cuando. El público estaba
sentado en bancos de madera en la capilla principal en donde el ataúd fue
ubicado en el centro. La iglesia de Selongey tenía varas capillas, las cuales
estaban todas iluminadas por ventanas con divisiones de color rojo sangre.
Muy en lo alto había una pintura de un apóstol. La última visita había
encontrado un lugar y el Cura Bergé, que tenía puesto algo rojo desteñido
que le cubría los hombros, empezó el sermón. El servicio funerario, como
todos sabían, apuntaba a la purificación y el descanso eterno del alma del
difunto.
- Cuando alguien fallece, esto significa que irrevocablemente ha tomado la
decisión de partir de este mundo. Esta persona estará entonces con Dios.
Este no es un final, sino un nuevo comienzo. Aquellos quienes han vivido
bien su vida irán al cielo y aquellos quienes han pecado en sus vidas irán
al infierno. La transición de la vida a la muerte a veces no es un pasaje
armonioso. Pero el Señor nos protege a todos nosotros porque comprende
las vidas complicadas de los humanos y acepta a todos tal cual son –. El
Cura entonces torpemente hojeó su biblia desde su lugar detrás del atril y
comenzó a leer un párrafo largo en interminable en latín. Michel miró
alrededor y reconoció la fuente de metal con agua bendita, una torre de
iglesia dada vuelta, en la cual uno de sus amigos una vez casi se había
ahogado. Las velas se encendían por todas partes; había tantas que hasta
estaba iluminada la tumba del fundador de la iglesia en la capilla del
frente. Su imagen grabada se veía en la entrada. Hace tiempo que Jean
había logrado interesar a su nieto en arte y cultura y juntos habían visitado
la iglesia de Selongey varias veces. Michel conocía bien el interior y
hubiera preferido examinar los murales antes que tener que escuchar el
zumbido de la voz de Bergé. ¡O la cripta blindada en la sacristía! Por
supuesto, no pudo. Aunque sabía que estaría perfectamente bien para su
abuelo. "La vida antes de la muerte", siempre había dicho. Finalmente, el
sirviente de Dios elogió al difunto por su caridad, en francés común y las

14
visitas se sentaron derechos nuevamente. Michel vio al que toca las
campanas, que tenía dificultad para oír, levantarse. Se moría por llegar a
sus cuarenta y ocho camparas de la iglesia y hacerlas repicar y comenzó a
subir las escaleras en la torrecilla. Entre tanto, el cura rociaba sobre el
difunto agua bendita y lo perfumaba con incienso. Esto era para indicar
que el cuerpo del difunto estaba en un estado de santidad ante Dios. El
acólito pronunció algunas oraciones más pidiendo por el perdón de los
pecados de Jean. Después de los himnos, el cura y sus ayudantes salieron
de la iglesia y los portadores del féretro lo siguieron con el ataúd. Todos se
unieron y caminaron detrás de él. Las campanas de la iglesia repicaban y
todos se acercaban al cementerio en silencio. Familia, amigos y las otras
personas interesadas que se habían unido, se reunieron alrededor de la
tumba que había sido preparada y los portadores del féretro lentamente
bajaron el ataúd allí dentro. Reynière rápidamente puso algunas flores
sobre la tapa del ataúd antes que el cura, quien estaba parado a la cabeza,
silenciosamente bendijo la tumba y rezó un "Padre Nuestro". Después de
que terminara la oración, arrojó una pequeña cantidad de tierra por sobre
el ataúd, con estas palabras: "Tierra a la tierra; cenizas a las cenizas, polvo
al polvo". Luego todos se despidieron del jovial Jean y le agregaban su
propia porción de tierra por sobre el ataúd y Michel observaba desaparecer
lentamente a su difunto amigo. Finalmente, Jacques agradeció a todos los
presentes por sus condolencias y la familia tristemente regresó a casa.
Después del período de luto, Michel y su madre visitaron el lugar sagrado
del abuelo en el ático. Aún con tristeza, Reynière abrió las persianas para
dejara que la luz entre a la habitación y luego tomó un inventario de la
propiedad. Las memorias se amontonaban y su hijo miraba fijo, como si
no estuviera viendo, por la ventana del ático un rato, con depresión.
“El ático está tan sin vida y desolado ahora”, rezongaba, cuando uno de los
hijos llamó inesperadamente a su madre escaleras abajo.
- Regreso enseguida, Michel –, y lo dejó allí, sólo. Desde la ventana del
ático tenía una hermosa vista del pueblo. Vislumbró una nueva casa a
medio kilómetro aproximadamente que había sido construida sin que él lo
notara. Una de sus ventanas se abrió; era de vidrio. Inaudito, pero estaba
demasiado lejos para verlo muy bien.
“Ya sé, puedo usar el catalejo del abuelo”, de repente se dio cuenta y
pronto pudo ver cada rincón de la casa. Luego el joven no pudo resistir a la
tentación de espiar. Vio a un hombre alto con cabello corto y oscuro, que
estaba trabajando apasionadamente en una pintura.
“¿Por qué alguien imitaría a los girasoles?” Michel se preguntaba
sorprendido. La persona desconocida estaba parada en frente de una lona y
repetidamente sumergía el pincel en al pintura. En un punto, tomó otro
pincel que usaba para pintar detalles más finos y nuevamente observo
detenidamente a los girasoles verdaderos, que tenían un arreglo

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descuidado sobre una mesa detrás. De repente, el artista se sintió como si
lo estuviesen observando y se dio vuelta con un sobresalto. El mirón se
asustó muchísimo, se sintió atrapado, aunque pensó que no podía ser visto.
Sin embargo, parecía como si el extraño lo estuviera observando a él,
aunque con una mirada amistosa. Sólo fue en ese momento en que Michel
se dio cuenta de que esto era otra mirada del futuro. El otro mundo se
disolvió casi instantáneamente después de esto. También la casa
desapareció por completo.
“Qué mal; no tengo a nadie con quien compartir mi soñar despierto”,
pensó con tristeza.

16
Capítulo 2

Unos meses después, Michel, quien ya tenía dieciséis, fue a Aviñón para
estudiar astrología. Sus padres le habían dado permiso para emprender esta
elección inusual para sus estudios universitarios a regañadientes. Aviñón
estaba sólo a treinta y dos kilómetros de Saint Rémy, así que fácilmente
podía visitar a sus padres y hermanos. Aviñón era una ciudad muy
importante porque allí se encontraba situado el Palacio Papal. Desde 1304
en adelante, hubo una serie de papas franceses y estos líderes religiosos se
fueron todos a vivir a Aviñón porque su oportunidad de supervivencia en
Roma no era fantástica. La ciudad francesa y sus alrededores habían sido
propiedad papal desde entonces. Jacques se había enterado de un cliente
que la Sra. Plombier, cuyo marido había muerto de la plaga en los seis
meses anteriores, se mudaba a Aviñón con sus hijas para vivir con sus
parientes. Michel podría aprovechar el transporte, siempre y cuando
ayudara a la viuda con el mobiliario. Eso no era problema alguno para él y
establecieron una fecha. La Sra. Plombier había estado limpiando la casa
esa última semana y todas sus posesiones estaban empacadas y esperando
por el joven amigo viajero. Michel golpeó a su puerta el día de la partida y
comenzó a cargar el viejo y destartalado carromato de acuerdo con las
instrucciones. Con la ayuda de los vecinos que inesperadamente también
se arremangaron, el mobiliario completo se cargó rápidamente. La señora
luego tomó su lugar en el asiento del conductor y, con las dos niñas,
partieron hacia Rue des Remparts, para que sus compañero pudiera
despedirse de su familia. Todos estaban esperando ansiosamente, mientras
la viuda, quien no tenía mucha experiencia, detuvo a los caballos. Michel
saltó del carromato y abrazó a su padre y a su madre. Su madre se veía
muy triste.
- Parece como si despedirse se tornara algo habitual.
Reynière lloraba una vez más y sus lágrimas caían por su hermoso rostro.
- Vendré a visitarlos pronto –prometió su hijo.
- Más te vale –expresó su padre, quien le dio un abrazo. Cuando el nuevo
estudiante se había despedido de sus hermanos también, era tiempo de
partir. Todos saludaron hasta que el caballo y el carromato habían
desaparecido de la vista. No muy lejos de Saint Rémy comenzó a llover.
La lluvia estaba cayendo a cántaros y oscureció tan rápidamente que daba
miedo. La conductora femenina, afortunadamente, estaba preparada para
la lluvia y con la ayuda de Michel extendieron una lona por encima de la
carreta. Cuando el rayo cayó, el caballo se puso inquieto y la viuda
mantuvo el control del caballo con gran dificultad. Sus hijas, de cinco y
siete, estaban agachadas bien debajo de la lona. Pronto el camino se tornó

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apenas accesible al paso por la abundante cantidad de lluvia y parecía que
estarían en problemas. A la mitad del viaje pudieron ver fuegos
aterrorizantes en ambos lados del camino. Cuerpos estaban siendo
quemados. La plaga, el mayor desastre en al historia de la humanidad
había hecho pagar su precio una vez más y la horrible enfermedad se
extendió por toda Europa. La Señora ya sabía, como ningún otro, para qué
eran esos fuegos. No hace mucho su marido había sido incinerado para
evitar la propagación de la plaga. Pero ella se mantuvo con valentía y
siguió conduciendo la carreta. De pronto, oyeron gritar en la distancia,
parecía que alguien estaba pidiendo ayuda. Decidieron ignorarlo y seguir
adelante. Seguía lloviendo implacablemente, lo cual es raro, y para colmo
de males, un viento feroz comenzó a bramar. El caballo apenas podía
lograr que la carreta se moviera hacia adelante y continuamente se
resbalaba en el barro. Se estaba cansando y cada metro era una victoria.
Gradualmente, comenzó una tormenta violenta y había ramas y matas
volando por el camino.
- Infierno y maldición –rara vez se la podía oír decirlo a sí misma.
Tuvieron que parar muchas veces y luego Michel quitaba los escombros
del camino. Después de muchas horas de tiempo horroroso, llegaron a la
región papal. Estaban agotados y completamente empapados. Se debía
enfrentar un obstáculo más: cruzar el río Rhône. Con un fuerte viento en
contra, llegaron al famoso puente de Aviñón. Hasta aquí, la Sra. Plombier
y su compañero de viaje se habían turnado para conducir, pero una vez que
llegaron al puente, en donde el viento era peligrosamente poderoso, la
viuda prefirió mantener el control de las riendas ella misma. Estaba a
punto de animar al caballo para cruzar las aguas embravecidas, cuando de
pronto Michel gritó: "¡Deténgase!" Inmediatamente jaló fuerte de las
riendas lo cual provocó que el caballo relinchara y la carreta se detuviera
abruptamente. La niña más jovencita comenzó a llorar y su hermana trató
de consolarla.
- ¿Qué diablos es lo que pasa? –la madre de las niñas preguntó con
estupefacción. De Nostredame no dijo palabra alguna, saltó de la carreta y
aterrizó en el lodo. Luego caminó lenta y pesadamente sin miedo por la
tormenta hacia el puente, con su larga capa que se agitaba con el viento.
Cuando llegó a la piedra conectora, se detuvo por un momento, sus ojos en
el camino. Sintió cómo el río enormemente crecido corría por los pilotes y
regresó otra vez.
- ¿Qué se trae entre manos? –preguntó Plombier.
- Tenemos que descargar todas las cosas de la carreta –respondió, apenas
se oía a través del viento volátil.
- ¿Está loco? –Michel se subió al asiento del conductor y él mismo
explicó.
- ¡El puente está por colapsarse!

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- Idiota, las carretas lo han cruzado durante años –dijo con indignación. El
estudiante salto del la carreta en protesta y se sentó en el lodo con sus
brazos cruzados. Tras una breve deliberación, ella decidió que valía la
pena obedecer.
- Está bien, siempre y cuando este dispuesto a hacer el trabajo –ella le
exigió, e inmediatamente el jovencito comenzó a arrastrar las maletas
hacia el otro lado. Entretanto la madre retiró a sus niños de debajo de la
lona y sujetadas fuertemente siguieron al extraño compañero de viaje. Del
otro lado del río la pequeña familia buscaba refugio al lado de un
acantilado, mientras Michel regresaba al caballo y la carreta. Cuando,
luego de mucho caminar lenta y pesadamente, había traído todas las
pertenencias, ató una larga soga al caballo y caminó hacia el puente con el.
Por encima de ellos, nubes amenazadoras pasaban rápidamente y el
caballo se negaba a seguir. Michel lo estimulaba con jalones firmes.
Vacilante, el caballo asustado dio un paso hacia adelante y la carreta
lentamente comenzó a moverse. Se acercaron al viejo puente, el cual se
veía totalmente sólido y no mostraba ninguna señal de defecto, y el
estudiante logró que el caballo y la carreta cruzaran el puente. Tras el muy
suave cruce, la señora puso cara de pocos amigos y se negó a dirigirle otra
palabra a él. Después de volver a cargar la carreta, el viaje continuó.
Finalmente, se estaban acercando a la gran ciudad. Llegaron antes de la
puesta de sol y no mucho tiempo después estaban sentados calentitos y
seguros frente al chisporroteo del fuego con la familia Plombier. Luego de
una buena comida y un buen sueño, sus caminos se dividirían. El joven
expresó su agradecimiento por la hospitalidad y cargando sus cosas,
comenzó a caminar hacia la universidad. En el centro de la ciudad, el
alcalde estaba anunciando las últimas novedades y el estudiante se unió a
la multitud reunida que se estaba acercando. El orador desenrolló en forma
teatral un pergamino.
Comenzó: "El puente de Aviñón ha colapsado. Siete personas murieron
esta noche. El puente fue una vez destruido, en 1226. Como pueden ver, el
Señor no desea que el puente esté aquí. El constructor de nuestro puente,
Bénézet, de antaño ha sido erróneamente declarado un santo". Ahora
estaba completamente lleno de gente y muchas de ellas bloquearon la
visión de Michel, pero había oído suficiente y se alejó.
Una atmósfera cruda invadió Aviñón, cuya historia comenzó en el
acantilado al lado del río. La ciudad, una vez el centro de una tribu celta,
odiaba a los visitantes. Su abuelo solía hablar de la inclemencia de los
aviñonenses, hace mucho tiempo. –En París discuten, en Aviñón te clavan
un cuchillo –había dicho. Aviñón se encontraba situada en la muy
conocida Via Agrippa, el camino principal entre Cologne, Lyon y Arles.
En el Parc des Papes Michel se sentó en un banco del parque para
tranquilizar a su mente. Se concentró en los viejos robles en frente de la

19
universidad, antes de su iniciación allí dentro. El estudiante de primer año
había estado teniendo muchos sueños últimamente y a veces no podía
diferenciar más los sueños de la vida real. Debería encontrar alguna cética
para crear claridad en esto. Quizá su estudio de astrología le daría la ayuda
que buscaba. Después de su pequeña autocomplacencia y de mucho pensar
en sus problemas, fue a conocer a sus profesores y bajo su asesoramiento
se mudó a una pequeña habitación en la Rue St-Agricol, una callecita no
muy lejana. Desde ese día en adelante, caminaba hacia el edificio de la
universidad todos los días por la zona pobre, caracterizada por problemas
sociales. Desde Rocher des Doms él había podido planear la ciudad
bastante bien. El Rocher des Doms era el acantilado que sobresalía por
encima de todo y desde el cual la ciudad era fácil de explorar. Michel
generalmente prefería pasearse por las grandes avenidas porque allí él
podía cavilar mejor sobre sus estudios. Se llevaba bien con una cantidad
de estudiantes, aunque rápidamente estaban celosos del joven
extremadamente inteligente. En la universidad esotérica acumuló
conocimiento útil durante los primeros meses. Aprendió que el hombre
posee varios cuerpos, un total de siete: el cuerpo físico, el cuerpo vital, el
cuerpo astral y el cuerpo mental y, en un nivel superior, el cuerpo causal,
el cuerpo Búdhico y el cuerpo Atman. Le enseñaron que estos representan
a los siete niveles de conciencia y que los planetas y las estrellas también
están compuestos de ellos. Y todos estos cuerpos están conectados uno al
otro ay están presentes en cada persona, en por lo menos un forma latente.
El cuerpo material visible es el más crudo de todos. El cuerpo vital
sostiene a la materia y provee la energía necesaria. El cuerpo astral está
conectado con las emociones y el mismo se devela principalmente en el
mundo del sueño. El cuerpo mental representa al pensamiento y el cuerpo
causal sólo se desarrolla cuando el pensamiento ha dilucidado
completamente las profundidades de causa y efecto. El cuerpo Búdhico
está implícito en el estado donde una persona verdaderamente se despierta
y el Atman es el aliento de vida, una condición que se logra cuando una
persona se torna Una con el Todo Lo Es y el aspecto individual se
disuelve. Fue una teoría emocionante, pero no hubo ejemplos prácticos
alguno.
Un día el aplicado estudiante de primera año fue al Place de L’Horloge
aproximadamente a las cinco en punto en la mañana para hacer sus
ejercicios. La plaza estaba aún inmaculadamente limpia en ese momento
del día y no había persona alguna allí para molestarlo. Después de finalizar
sus ejercicios, caminaba por las calles muy animadamente y había llegado
fuera del muro de la ciudad, cuando varios carruajes con guardias
sorpresivamente vinieron. Una misteriosa escala tuvo lugar, porque varios
hombres robustos rápidamente comenzaron a intercambiar caballos
agotados por caballos frescos. Además dentro de una de los carruajes

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aparcados estaba sentado un hombre pequeño y gordo decorado con
muchas insignias, quien estaba bien apretujado entre dos guardias de
apariencia robusta.
“Aquel tipo debe de haber cometido algún tipo de crimen”, el estudiante
razonó. Era obvio que el convoy había llegado más temprano para no
atraer ninguna atención no deseada. El cambio de los caballos y el
abastecimiento de provisiones llevaron algún tiempo. Mientras tanto,
Michel miraba fascinado al prisionero. Aquel hombre debía de tener
delirios de grandeza: rezumaba aires de emperador. De pronto, hubo una
gran conmoción. Una multitud de aviñonenses corrieron desde la Porte St.
Lazare hacia los carruajes, en busca de venganza contra "El Pequeño Cabo
de Córcega". La guardia de la ciudad trató de controlar el disturbio, pero
no pudieron detener a los ciudadanos furiosos y rodearon el carruaje en el
centro. Insultaron al prisionero decorado de arriba abajo. Otros insurgentes
le arrojaban piedras o lo amenazaban con sus espadas. Minutos después,
varias personas se abalanzaron en cima del carruaje, se metieron dentro y
comenzaron a arrancarle las medallas de honor. Un oficial que llego
apresurado logró calmar los ánimos candentes, después de eso los últimos
caballos fueron rápidamente enganchados. El rodeado carruaje con "el
pequeño corporal" logró escapar, luego de que un guardia pudo con éxito
quitar a unos fanáticos de las ruedas. El resto de los carruajes había
quedado solo y pudieron seguir el curso ininterrumpidamente. Después, el
estudiante reflexionó sobre el acontecimiento.
- Oye, tonto, ¿estás echando raíces allí?, o ¡qué! –gritó de repente un
trabajador.
- ¿No acabas de ver ese disturbio? –preguntó Michel.
- Sólo veo a un extranjero y no lo queremos aquí –, y continuó su camino,
rodando su barril. Era la vieja mentalidad de Aviñón. Y los raros
disturbios* resultaron ser nada más que alucinaciones.
Después del primer trimestre, los profesores estaban llenos de orgullo por
el joven De Nostredame. Eso era muy lindo, pero el estudiante con talento
no estaba aprendiendo mucho de ellos. Su abuelo ya le había enseñado
tanto sobre astrología que para sus profesores era imposible agregarle más
a eso. El decepcionado Michel sin embargo no esperaba que ellos
ampliaran mucho su conocimiento. Afortunadamente, había una biblioteca
de tres pisos que era la más hermosa que jamás pudo imaginar. Le gustaba
pasar el tiempo allí y examinar los textos antiguos. Los profesores
alentaron al genio para que investigara las aéreas relacionadas. Le
ordenaron al Sr. Grimbert, el bibliotecario quien, debido a una
enfermedad, siempre estaba temblando, que reuniera una lista de libros
para el estudiante. Grimbert preparó la literatura en un apartado sector de

* En 1814 el destronado Emperador Napoleón casi fue apedreado en Aviñón.

21
la biblioteca en donde el joven pudiera ocuparse de sus cosas sin ser
molestado. Michel devoró el montón de documentos en corto tiempo.
Aparte de algunas obras del abuelo, el único libro que había estudiado en
profundidad era la Biblia, y el cambio fue muy bien recibido. Finalmente,
hubo realmente un solo manuscrito que en verdad apeló a sus
sentimientos. Era un ensayo sobre alquimia. Parecía un cliché, pero quién
no ve imágenes de un viejo y barbudo mago realizando experimentos
extraños cuando se oye la palabra alquimia. El libro contradecía sus
nociones preconcebidas y quería entrar más profundamente en la materia.
En el manuscrito en cuestión, se decía que la alquimia fue introducida en
España por los árabes después de las cruzadas, y así que inspeccionó el
departamento español durante días y días. Durante su investigación
encontró un artículo llamativo, escrito por Artephius en el siglo doce,
intitulado: "El arte de incrementar la vida útil del hombre". El artículo
español estaba escrito en latín, el cual le era conocido. Curios, comenzó a
leerlo.
"Yo, Artephius, he aprendido todas las artes en el libro de magia de
Hermes. Durante mi larga vida, he visto personas que querían perfeccionar
la alquimia. Sin embargo, yo no quería escribir nada que hiciera a las leyes
más accesibles para extender la audiencia porque sólo pueden ser
develadas por Dios o un maestro. Por consiguiente es útil leer mi libro
sólo si se posee amplio conocimiento y es una persona a quien no le
preocupa los convencionalismos. Una vez fui como los demás: celoso. He
vivido durante mil años aproximadamente, últimamente sólo por la gracia
de Dios."
“¡Aquel hombre es tan viejo como Matusalén!” pensó Michel, con
emoción. Estaba decidido a leer esos dos libros, pero incansable como lo
era en su investigación, no los encontró. Aquel de Hermes probablemente
ni siquiera existía, pensó, y se consoló a si mismo al leer toda la literatura
de alquimia que pudo encontrar. En una de las obras, leyó que el metal
puede transmutarse en oro, usando un objeto místico, la tan llamada
"Piedra Filosofal". Durante siglos habían buscado la piedra, pero jamás fue
encontrada y en el siglo trece, la mayoría de los alquimistas habían
abandonado la búsquda. En otro manuscrito se relataba que la alquimia
puede tener un efecto médico. Si uno ingiriera las proporciones exactas de
sal, sulfuro y mercurio, podría tener un efecto positivo en la salud de uno.
Los filósofos griegos Tales y Aristóteles creían que la tierra, el agua, el
aire y el fuego eran los elementos básicos de los cuales toda cosa materia
podía ser creada. En otro ensayo se comentaba sobre un quinto elemento
básico: la esencia. Pero por ahora él había leído suficiente y ordenó los
libros.
- Gracias por su ayuda, Sr. Grimbert, hasta mañana –. Otro día se había
pasado volando y el cansado estudiante regresó a su austera habitación en

22
Rue St. Agricol. Después de cocinar y comer algo de pasta caliente,
meditó sobre el libro de Hermes, sin efecto alguno, y luego intentó con "la
piedra filosofal", pero inesperadamente se quedó dormido. Aquella noche
se cumplieron sus deseos. El alma inquisitiva fue tocada por algo
magnífico y poderoso y con un escalofrío se sentó en su cama.
- Michel de Nostredame, yo soy aquel que tú estás buscando, soy Hermes,
el hijo de Zeus y Maia, la hija de Atlas, una de los Titanes –. Ante él
estaba sentado un ser atlético poderoso y radiante que usaba un sombreo
alado y que sostenía un bastón de oro con serpientes enroscadas alrededor.
- Soy –Hermes continuó–, el líder de los tres mundos. Nací en una cueva
en Arcadia. Soy el más rápido de todos los dioses y el dios de los ladrones.
Los egipcios me llaman Tot. Los romanos me llaman Mercurio. Soy
Hermes Trimegisto del Génesis. Soy "El Deseo de las Piedras", "La Piedra
Filosofal" y "La Tabla de Esmeralda". Mi hermano material, tu destino ha
sido determinado. Jugarás un papel en el drama cósmico que se desplegará
sobre la tierra durante el siguiente milenio. Pero por ahora, hasta que la
Luna madure, irás en otra dirección con el fin de permitir que tus
conocimientos en el sueño se despierten por la "Muerte Negra". Hermes
desapareció tan rápido como había aparecido y dejó por detrás un enorme
vacío. Michel no pudo sobrellevar la confrontación sobrenatural y
poderosa y se desmayó. No se despertó hasta la tarde siguiente.
Sintiéndose horrible, se levantó y, tambaleándose, recogió el bolso de la
universidad para poder volver a sus estudios. Pero era demasiado tarde
para ir a la universidad y con una sensación de confusión se sentó devuelta
en su cama.
- Me siento tan mal –se quejó. Con gran dificultad, reconstruyó el mensaje
de Hermes, pero no pudo absorberlo todo. Mientras tanto, su padre,
impulsado por poderes superiores, estaba en Saint Rémy, preocupado por
la educación menos que práctica de su hijo. Aunque la astrología se había
convertido en una ciencia reconocida, no había mucho que se pudiera
hacer con ella. Lo habló con Reynière, quien al principio apoyaba la
elección de Michel. Pero Jacques seguía insistiendo en el hecho de que no
había futuro en eso y finalmente tuvo que admitir que las desventajas
pesaban más que las ventajas. Escribieron una carta a su hijo, en la cual
expresaban su preocupación y sugirieron que considerara un estudio en el
campo de la medicina, después de todo, los dos abuelos habían sido
médicos. Michel recibió su carta al día siguiente y leyó su sugerencia para
cambiar de carrera. Estaba placenteramente sorprendido y pensó en
Hermes, quien había hablado de un cambio de dirección.
“Entonces la medicina es mi destinó”, concluyó. Al día siguiente
cuidadosamente se acercó a sus profesores, porque no quería
desacreditarlos de ninguna manera. Durante la discusión de despedida

23
resultó que comprendieron las razones de sus padres y dejó sus estudios en
Aviñón con buenas relaciones.
Luego de una corta estadio con su familia, partió para la siguiente
universidad en Montpellier.
- Bienvenido, Sr. De Nostredame –el director lo saludó de un modo
encantador cuando entró–. Me encargaré de llevarlo hasta la sala de
conferencias ahora mismo porque eres el último en llegar –, y la mujer
robusta se levantó del taburete con alguna dificultad y le indicó el camino,
Caminaron por el pasillo y doblaron en un rincón al final.
- La conferencia comenzará de un momento a otro y la dará el Dr. Hache –
le notificó a él. La dama lo llevó a la parte de atrás de la sala, en donde le
indicó un lugar en una mesa al lado de un joven con ojos
extraordinariamente alegres. El Profesor Hache, a diferencia del director,
no se molestó en darles la bienvenida a sus estudiantes y comenzó la
conferencia sin demora.
- Hace miles de años, los primeros doctores intentaron curar a sus
pacientes haciéndoles un agujero en las cabezas –comentaba. François, la
persona sentada al lado de Michel, señaló a su frente con condescendencia.
- Precisamente, eso es en donde ese gesto se origina –expresó Hache,
quien lo notó –, pero no fue una idea tan loca en realidad porque de esta
manera querían permitir que los malos espíritus, los que se creían eran la
causa de la enfermedad, se escaparan del cuerpo. A esto también se lo
denominaba trepanar –. Un estudiante de Toulouse levantó la mano.
- Se podrán hacer preguntas al final de la conferencia –el profesor aclaró.
- Más tarde, en la época de la antigua Grecia, una persona enferma solía ir
a un templo y hacían sacrificios de animales a Aesculapius, el dios de la
curación. Después, el paciente bebía agua sanadora además de bañarse en
ella, y luego seguía una dieta estricta –. El mismo estudiante levantó la
mano.
- ¿Qué acabo de decirle? –indagó el maestro.
- Sólo trato de dejar escapar a un espíritu malo de mi brazo –aclaró el
estudiante, tratando de ser gracioso.
- ¡Por favor retírese! –Hache le ordenó con una exigencia inesperada. El
estudiante se levantó, alicaído, y salió de la sala.
- No se toleran bromas estúpidas aquí –y el profesor continuó con su
discurso –. En el cuatrocientos AC, el médico griego Hipócrates echa los
cimientos para nuestra ciencia médica científica. Expresa que la
enfermedad no es causada por hechicería, pero sí por la naturaleza, y sólo
ella puede curarla. Sus alumnos ahora se mantenían unidos y solidarios y
nadie se atrevió a hacer un solo ruido. Alrededor del doscientos DC,
Galeno, también un médico griego, nos enseñó que el cuerpo contiene
cuatro tipos de fluidos o humores: la sangre, la flema, la bilis amarilla y la
bilis negra que deben estar en equilibrio. Eso es todo para la parte

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introductoria de la historia. Ahora es el momento de formular preguntas,
pero brevemente –. Los estudiantes vacilaron por unos momentos.
- ¿Tienen las mujeres la misma cantidad de sangre, flema y bilis que los
hombres? –alguien preguntó.
- No estamos completamente seguro de eso, pero cuando estos humores
están desequilibrados, tanto los hombres como las mujeres se enferman –
respondió.
- Mi madre vomita mucha bilis de todos modos –comentó un compañero
de Basque.
- Debe de estar enferma –supuso Hache.
- En realidad no, rebosa de salud.
- En cualquier caso, no puede dar un diagnóstico desde la distancia.
Afortunadamente, hemos llegado mucho más allá de Galeno y dirigimos
estudios científicos al cortar cuerpos humanos, entre otras cosas. Así que
si su madre se encuentra cerca… La sangre drenó en el rostro de Basque
en cuanto oyó la sugerencia tan seria de su profesor.
- ¿Quiere decir que también cortan y abren a la gente viva? –preguntó.
- Ciertamente, pero eso solo sucede pocas veces. Ante todo estudiamos
cadáveres y realizamos dibujos elaborados de ellos. Debido a estos
estudios hemos llegado a comprender muchísimo más y mucha gente se
puede curar de las enfermedades de hoy en día.
- ¿Qué métodos existen actualmente para curar enfermedades? –ahora
inquirió Michel.
- Por ejemplo, con medicamentos, que son procesados en líquidos, polvos
o tabletas –el conferencista respondió –. Desafortunadamente, hay muchos
curanderos, herboristas y brujos que se hacen llamar farmacéuticos. Otro
método muy efectivo es la flebotomía o la sangría, la cual permite que la
enfermedad drene fuera del cuerpo; ésta es mi especialidad.
El período de las preguntas llegó a su fin y en la tarde hubo un descanso.
Luego de esto, Hache dio la conferencia ininterrumpidamente hasta el
anochecer. En la noche, después de una comida barata en la cafetería,
Michel y sus compañeros salieron del edificio de la universidad para sus
casas.
- ¿Tienes ganas de caminar por la ciudad? –lo llamó alguien quien lo
alcanzó en la iglesia de Notre-Dame-des-Tables. Era François Rabelais, el
estudiante con ojos alegres que estaba sentado al lado de él en clase. A
Michel le gustó la idea y caminaron por la ciudad y rápidamente se
hicieron amigos. François resultó ser un narrador magistral que
demostraba sus sentimientos. A todos los lugares que íbamos nombraba a
cada cosa de una manera tan franca y poco común que muchos se habrían
ruborizado de sólo escucharlo. El rebelde literalmente no tenía escrúpulos
en hablar de nada: hablaba de temas heréticos, de emociones dolorosas o
de pares del cuerpo que en general la gente evitaba mencionar. Y cuando

25
descubrió que Michel respondía demasiado serio a algo, de pronto actuó
como un niño pequeño o se tornaba sorprendentemente obsceno. François,
por su parte, estaba profundamente impresionado por la enorme cantidad
de conocimiento de Michel. El estudiante de Saint Rémy parecía una
enciclopedia andante. En un bar, Michel contó sobre su pasado judío, la
educación que recibió de su abuelo y, finalmente, sobre los estudios
interrumpidos en Aviñón.
- Entonces los dos estamos en el mismo bote –dijo François.
- ¿Qué bote? –le preguntó su compañero, sorprendido.
- Bueno, tanto los judíos como los cátaros eran considerados una amenaza
a la religión Católica. Tú eres judío y yo soy cátaro.
- ¿Cómo puedes ser un cátaro? Los cátaros fueron los últimos gnósticos.
- Por supuesto, Su Señoría lo sabe –sonrió burlonamente –. Nosotros,
como verdaderos cristianos, no practicamos más nuestra religión en
público sino clandestinamente. En Montepellier hay en realidad bastantes
amigos creyentes. Mi padre dirige un restorán por allí, en donde las
reuniones tienen lugar una vez cada tanto, en secreto por supuesto. Te
llevaré allí alguna vez si tú quieres.
- Me parece interesante. Tengo curiosidad por saber qué predican. Los
gnósticos siempre tuvieron una razón muy bien fundada por su estudio
profundo de la Biblia latina, entre otras cosas.
- Correcto y es por eso que los líderes católicos nos odian tanto –agregó el
cátaro –. No, nosotros somos individualistas y nuestros Libros Sagrados
han sido traducidos directamente del Evangelio. La fundación de la
Iglesia, por otro lado, se basa sobre el poder y su mensaje se trata del
pecado original.
- Ah bueno, papas, obispos y curas interpretan la Biblia a su conveniencia,
pero en principio, todos creemos en lo mismo –opinó Michel. Rabelais
puso en duda sus conclusiones.
- Tenemos nuestras propias leyes y no creemos que un único ser haya
creado todo lo bueno y lo malo, como creen los católicos. Además,
estamos a favor de la libertad del individuo, la igualdad de las mujeres y
en contra de cualquier forma de violencia. ¡Ellos no!
- Yo estaba hablando de la Biblia griega original –aclaró Michel –. Allí,
algunos puntos de vista no son rebatidos.
- Mmm, eso tal vez. No soy tan instruido como tú.
Después del curso introductorio en la universidad de medicina, los dos
amigos sin esfuerzo alguno aprobaron y promocionaron al siguiente nivel.
La clase se había reducido a treinta estudiantes para entonces y hoy iban a
tener su primera práctica. El Profesor hache estaba parado en su
plataforma y se retorcía las manos con expectativa.
- Caballeros, siempre comenzamos el segundo año con una demostración
práctica de sangría. Yo personalmente realizaré esto en una persona que se

26
le ha diagnosticado una enfermedad incurable. No se preocupen, la Muerte
Negra no está involucrada en esto.
- ¿Qué es la Muerte Negra? –Michel preguntó lanzándole una clara
indirecta.
- Es un sobrenombre para la plaga mi estimado amigo, pero no siga
interrumpiéndome. Espero que todos ustedes no se desmayen, ya que es un
asunto sangriento. Yo me he acostumbrado a esto –. Sus colegas trajeron a
una mujer con una complexión seriamente amarilla, quien estaba atada a
una silla; estaba demasiado débil para mantenerse sentada. La paciente no
podía mirar más hacia adelante y sus ojos miraban en toda dirección. Para
el resto no había mucho para ella y estaba emitiendo sonidos
incontrolables. Era un caso doloroso y una conmoción comenzó en el
salón.
- Comprendo que sientan compasión por ella y no cabe duda de que
piensan que estoy siendo de algún modo cruel –comentaba el profesor –,
pero este experimento está al servicio de la ciencia y el fin justifica los
medios. Además, les aseguro de que esta dama recibirá una compensación
económica –. El matón se acercó al conejillo de Indias y retomó donde
había dejado.
- Existen dos formas de realizar la sangría. La primera es cortar un vaso
sanguíneo –y señaló un lugar apropiado en el antebrazo de la paciente –.
El segundo método es la colocación de sanguijuelas –. Sacó una cantidad
de potes de vidrio de los bolsillos y mostró varios especímenes.
- Hoy, demostraré sólo el primer método; estas criaturas ya están saciadas
de todos modos. Para el primer método, la paciente necesita presionar una
vara en su puño. Esto produce que las venas se hinchen y acelere el
proceso de la flebotomía. Desafortunadamente, esta dama está demasiado
débil para esto y tendremos que cortar más profundo –y sacó la lanceta de
su maletín.
- ¿Hay algún voluntario que intente esto conmigo? –preguntó. Nadie se
atrevió a decir que sí, así que señaló a alguien.
- Sr. De Nostredame, ¿sería tan amable? El estudiante obedientemente se
levantó y caminó hacia él.
- Haga un corte justo aquí, longitudinalmente –le ordenó su maestro
mientras le entregaba las cuchillas.
- ¿No debería lavar mis manos primero? –preguntó Michel.
- Lavarse las manos. ¿Para qué? Si tiene miedo de hacerlo, yo mismo lo
haré.
- Señor –François interrumpió valientemente –, lo que mi compañero de
estudio quiere decir es que si el monje, del tipo fofo, no trabaja la tierra, el
granjero no la vigilará. Como doctor él no enseña ni predica a la gente,
entonces el guerrero no cura la enfermedad. ¿Comprende?
Hache no entendió una palabra de eso.

27
- Este, bien –mintió y él mismo brutalmente hizo un corte profundo en el
antebrazo. Como era de esperarse, salió poca sangre y muy hábilmente la
juntó en una fuente de vidrio. Michel sólo lo dejó u regresó a su lugar.
Después de contener la herida, la mujer aún servía de perspectiva general
para las arterias, lo cual debía ser siempre evitado. Después de esto, la
sacaron. Cuando la práctica terminó, el profesor miró alrededor con
satisfacción y preguntó si sus estudiantes tenían alguna especulación con
respecto al futuro de la medicina. Michel fue el primero en levantar la
mano.
- Ah, el estudiante curioso pero asustado, adelante –bromeó Hache.
- Pude ver a personas que usaban pares de cuerpos en el futuro –propuso
su estudiante.
- Pensé que era una persona seria.
- Sí, lo soy.
- Es obvio que no –el maestro negó.
- Sí que intento serlo –Michel insistió.
- Nadie está interesado en cuentos absurdos no fundamentados.
- Es obvio que no puedo darle un fundamento científico, señor, pero usted
estaba preguntando por las especulaciones, ¿no es verdad?
- Está bien, eso es suficiente. De aquí en más no mencione esa basura en
clase –expresó el maestro, insultado. Después de de la clase, Michel le
preguntó a François qué quiso decir cuando habló del monje del tipo fofo.
- Ah, en realidad, nada, sólo estaba poniendo a prueba la capacidad
intelectual de aquel ogro –respondió de manera despreocupada.
- Oye, ¡qué miserable puedes ser!
- Claro que sí puedo –Rabelais se rió, sin siquiera sentirse un poquito
avergonzado y en el camino a casa hablaron de la importancia de la
higiene.
Una noche el padre de François los invitó a comer un plato de mejillones
en su restorán. El lugar estaba lleno de creyentes que charlaban con mucho
fervor entre ellos. Más tarde habría oraciones en la parte de atrás de la sala
y habían invitado a acompañarlos al estudiante judío. François mientras
tanto confesaba que ha estado ocupado traduciendo cartas médicas
italianas.
- Eso es ambicioso –dijo Michel.
- Y eso no es todo. También estoy escribiendo mi novela la que será mi
debut: Les Horribles et Espouvoantables Faict et Prouesses du très
renommé Pantagruel.
- Un título impresionante. Aunque quizás un poco largo –opinó su amigo.
- Tal vez sólo le pondré Pantagruel entonces. Pero, cambiando de tema,
¿eres una persona que se satisface a sí mismo?
- ¿Perdón?

28
- ¿Te masturbas? – De Nostredame echó una mirada furtiva alrededor para
ver si alguien estaba escuchando.
- Ahora si estás has ido demasiado lejos, François. Eso no es de tu
incumbencia –le respondió enojado.
- Oye, sólo quería prepararte para la lección mística que estás por oír.
- ¿De qué estás hablando? –preguntó Michel confundido.
- Bueno, no sólo habrá plegarias, sino que también se develará la gnosis o
conocimiento sagrado y ésta vez se trata de la sexualidad –. Fueron
interrumpidos por el ruido de la compañía mezclado que se estaba
moviendo hacia la parte de atrás del salón. Evidentemente era el momento
para la reunión y los dos jóvenes pasaron al salón privado, en donde cada
uno tomaba su lugar sobre alfombras gruesas. Luego de una corta plegaria,
un voluntario se paró para dar la conferencia y sacó un montón de papeles.
- Esta noche hablaré de la Copa de Hermes –anunció.
“¡Rayos y centellas!”, pensó Michel, “el hijo de Zeus y de Maia, el
mensajero de los dioses”. El hombre mostraba una imagen mística del
cuerpo humano para aclarar sobre lo que estaba hablando. En la cabeza
había dos copas desbordantes simbólicas y del sacro un par de serpientes
se arrastraban alrededor de la espina hacia las alas abiertas a la altura del
corazón.
- Como todos saben, las antiguas escrituras nos enseñan a tratar nuestros
poderes sexuales con sumo cuidado. ¿Pero por qué durante años nos han
enseñado a comportarnos de manera casta? La respuesta es diferente de
aquello con lo que la Iglesia nos engaña. Creced y multiplicaos, se predica.
Es fácil obtener nuevos reclutas entre nuestros propios hijos. Ansiosos de
poder, los líderes de la iglesia han oscurecido y retorcido el Evangelio para
mantener oculta la verdadera razón. Las viejas escrituras sólo dicen "No
pierdan semilla alguna". En otras palabras, "jamás permitan que se pierda,
ni siquiera durante el acto de amor". Michel miró a François sorprendido.
Así que eso era a lo que el tipo extraño se había estado refiriendo.
- El objetivo sagrado de la gnosis es la aclaración del individuo –continuó
el místico– y la vuelta a casa del alma hacia la naturaleza divina. Este
dibujo muestra la transmutación sexual del Ens Seminis*. Este delicado
conocimiento sólo se enseña en las escuelas místicas de inauguración,
como la que está en Montpellier. Los faraones del antiguo Egipto fueron
algunas de las personas a las que se les enseñó esto. La técnica requiere
del mayor auto control de los poderes sexuales durante el acto de amor
entre el hombre y la mujer. En especial para el hombre. Al retener el
semen durante la fusión de las dos almas, una chispa divina puede ser
creada, a la cual se la puede comparar con una ignición real. "Ignatius" en
latín, que es de donde la palabra "gnosis" se origina. La chispa es creada

* Entidad del Semen o Esperma Sagrado

29
por la inducción entre los órgano sexuales masculinos y femeninos y
produce un poder sobrenatural, el cual se eleva a lo largo de la espina
dorsal. He aquí las dos serpientes enroscadas. La energía que renace llega
hasta la cima del tan llamado caduceo de Mercurio a través de estos
canales y allí abre las alas del espíritu. La energía, o Kundalini, puede
elevarse más allá, hasta las Copas de Hermes, pero sólo si existe el
verdadero amor. Si este está presente, las copas se llenan en forma
gradual. Cuando están llenas, se desbordan y la energía lentamente fluye
desde el frente hacia el corazón. Después de repetir este proceso siete
veces, el hombre está completamente desarrollado –. El místico guarda el
dibujo.
- Ahora les pido que se levanten –. Todos los creyentes se pararon y
comenzaron a recitar las plegarias. François acompañó el canto con
completa convicción. Finalmente, después de que quince misterios
religiosos habían sido contemplados, el servicio estaba completo y
sirvieron té. Al final de la noche los dos estudiantes evaluaron el material
en el salón ahora vacío.
- Pensé que te habías rebajado a la obscenidad otra vez antes del servicio –
Michel se disculpó–, pero estaba verdaderamente fascinado con lo que
estaban diciendo.
- Sabía que lo encontrarías interesante –respondió François.
- Seguro que lo fue, pero hace que la vida se vea como castigo.
- Bueno, los frutos se pueden recoger durante la vida de una, y si tú aplicas
esta técnica apropiadamente, puedes cultivar poderes especiales. La
naturaleza te escuchará.
- ¿Quieres decir que podría hablarle a un caballo? –el invitado preguntó
frívolo.
- Por ejemplo.
- ¿Lo dices en serio o estás jugando conmigo?
- No, en serio; el Mar Rojo se abrió para Moisés, ¿verdad? –Rabelais
indicó.
- Entonces todos deberían aplicar esa técnica tan pronto como sea posible.
- Sería mejor que no; casi nadie es lo suficientemente puro y tú puedes
armar un lío tremendo con malas intenciones. Esos son los Hermanos de la
Oscuridad. ¡Ojo con ellos! –. Michel dejó que todo se acomodara por un
rato.
- ¿Aún se conciben niños entre los que practican esta técnica? –preguntó
luego.
- Todavía los trae la cigüeña.
- Ah, estupendo, volvieron las bromas estúpidas –, y con cara larga,
Michel se levantó y se fue.

30
- Lo siento, lo siento, responderé a tu pregunta seriamente. Los mortales
comunes tienes suficientes bebés para preservar nuestra población.
Además, los niños muy adelantados son a veces los nacidos de iniciados.
- Supongo que la transcendencia de la lujuria es la base de esto –especuló
el invitado.
- De hecho, había una vez una mujer llamada Eva que comió de la fruta
prohibida y desde entonces el hombre ha sido desterrado del paraíso.
Ahora tenemos que mover montañas para reparar su error.
- ¿La fruta prohibida?
- La fruta prohibida es el símbolo para el esperma masculino –explicó
François, mientras bebía una última taza de té –. Pero, ¿te masturbas o no?
Su amigo negó con la cabeza tristemente y salió del salón. ¡Incorregible,
este Rabelais!
Después de varios años de prepararse intensivamente, Michel obtuvo el
permiso para establecerse como médico. Aún no completó sus estudios,
pero no cabe duda de que quería ir a ayudar a las víctimas de la plaga en el
país. En su memoria siempre sostuvo la idea de la Muerte Negra
despertaría su comprensión aletargada, de acuerdo con el mensaje de
Hermes. El médico de diecinueve años le comentó a François sobre su
intención, quien lo lamentó, pero aceptó la idea de que su amigo estaba
listo para el trabajo de verdad.
- ¿Y cómo te llamarás? –preguntó François.
- Simplemente Doctor De Nostredame.
- Sabes que los científicos adornan sus nombres con un sufijo en latín,
¿cierto?
- Sí, pero… –Michel vaciló, no quería sonar presumido.
- Es importante dar una impresión, lo sabes. ¿Qué te parece Nostradamus?
- ¡Suena genial! –su amigo se rio y cedió ante la idea.
Unos días después, los dos amigos se despidieron y prometieron
mantenerse en contacto. Michel regresó a la casa de sus padres, así desde
Saint Rémy podía ofrecer su conocimiento en los alrededores. Estaban
muy felices con el regreso de su hijo y su padre espontáneamente le
ofreció el ático del abuelo.
- ¿No deberías hablarlo primero con Julien? –Reynière le advirtió a su
marido.
- Julien sólo lo usa para estudiar, pero Michel va a ganar dinero –le
replicó.
- Estás pasando por encima del muchacho –le reprochó.
- De acuerdo, le preguntaré qué opina –. Julien, que estaba estudiando
leyes en el ático, no tuvo ningún problema con hacerle un lugar a su
hermano mayor, al final, regresó a su antigua habitación junto con sus
libros. La presencia de su hermano mayor fue buena para él también;
podía ayudarlo a traducir textos. Bien está lo que bien acaba. Michel

31
estaba feliz de ver a su familia nuevamente; su última visita había sido
hacía un año y observó los sucesos familiares con una actitud tolerante.
Sus pequeños hermanos se habían convertido en muchachos altos, fuertes,
saludables y activos, apunto de dejar el nido para adentrarse al amplio
mundo. Bertrand quería ser carpintero. La mayoría de su trabajo de
madera en la casa fue hecho por él. No cabe duda de que no quería ser
contador como su padre, y le decía que tenía la frente deformada por todo
ese trabajo mental que hacía. Que por cierto, su padre tenía un frente rara:
era plana, alta y sobresalía bastante. Sus manos, por el contrario, tenían
una forma excepcionalmente agradable Además, Jacques era un poco
protocolario; siempre consideraba hasta el más mínimo detalle. Su esposa
estaba más en contacto con la intuición. Michel notó por primera vez lo
atractiva qué era su madre. Tenía una gran figura, ojos cálidos y hermosos
y una larga cabellera brillosa de color castaño, que por lo general se lo
recogía. Lamentablemente confiaba demasiado en los extranjeros; algunas
veces, el dinero había desaparecido delante de ella. Papá, por otro lado,
tenía una dosis saludable de sospecha en ese concepto, así que los dos se
complementaban bastante bien. Los otros hermanos, Héctor y Antoine, no
sabían aún lo que iban a hacer.
- Ya sé: voy a hacer algo de matzo –dijo Reynière alegremente en reacción
a todos los pesados plantes para el futuro –. ¿Me quieres ayudar, Michel?
Y al mismo tiempo me podrías contar lo que has estado haciendo en
Montpellier –, y el joven médico voluntariamente fue con ella. En la
cocina mezclaron agua con harina.
- Está bien, cuéntame –le ordenó, y su hijo comenzó a contarle todo sobre
sus días de estudiante.
- ¡Uy! Todavía tengo que echarle leña al fuego en el jardín de atrás –ella lo
interrumpió–.Tú continúa y comienza a amasar; enseguida regreso.
Unos minutos más tarde, regresó, cubierta de hollín y Michel continuó con
su narrativa, como si no se hubiera dado cuenta de nada. Luego de muchas
historias universitarias el aroma del pan sin levadura invadió toda la casa.
Papá cortó el matzo crujiente en la mesa y de esta manera celebraron el
regreso a casa de su exitoso hijo.
- ¿Irías a visitar a un conocido mío enfermo? –Jacques le pidió después.
- Ese es el trabajo del cirujano de la ciudad, ¿verdad? –preguntó Michel.
- Bueno, no tengo mucha fe en él. La salud del Sr. Delblonde continúa
deteriorándose.
- Está bien, iré a verlo –su hijo prometió.
- A propósito, la municipalidad de Arles esta buscando un médico –
recordó Reynière –. Deberías ir y anotarte allí.
- Lo haré mamá, gracias por el consejo.
Al día siguiente visitó al Sr. Delblonde, que había estado bajo el
tratamiento médico de Villain por algún tiempo. Este cirujano cuidó de las

32
heridas, cortó las ampollas, realizó una flebotomía, arrancó los dientes,
preparó remedios a base de hierbas y cortó el cabello y rasuró la barba. El
paciente a largo plazo tuvo la desgracia de no ser aceptado para obtener
tratamientos gratis. Su enfermedad se había prolongado interminablemente
y él se vio forzado a vender la única reliquia familiar que poseía, un ropero
de madera de raíz, para poder pagar las cuentas. Sólo los indigentes eran
elegidos para los servicios gratis y la municipalidad cubría estos costos.
Las sospechas de Michel se confirmaron cuando entró; Villain era de la
vieja escuela. Delblonde estaba completamente agotado debido a los
laxantes y varias fontanelas. El paciente yacía en la cama en una condición
crítica con una hermana a su lado. Nostradamus se presentó y el anciano
pensó que lo recordaba del pasado. Un poco delirante, comenzó a hablar
de los viejos tiempos, pero su hermana lo detuvo enseguida.
- No perdamos el tiempo, doctor –ella expresó y le contó que su hermano
había empeorado muchísimo después de las incisiones en el piel y que se
habían infectado. Villain intentaba liberar un exceso de fluidos de esta
manera. Michel examinó al paciente y le dio su diagnóstico.
- No creo que la causa sea seria, pero el tratamiento sí lo es. Si quiere que
su hermano siga vivo, esas incisiones deben cerrarse y debe librarse de
esos purgantes –insistió. La hermana descorazonada se dio cuenta de que
era el momento para un cambio y aceptó. Michel inmediatamente quitó los
tubos de hierro de las docenas de fontanelas y limpio las heridas con agua.
- Además, debe darle a su hermano frutas y verduras frescas todos los días
–le aconsejó el doctor mientras salía– tan pronto se ponga un poco más
fuerte, regresaré.
En el municipio se enfurecieron cuando oyeron sobre esta "práctica
ilegal". Ordenaron a la policía que fuera a buscar al charlatán, pero él les
mostró los papeles que probaban que era un médico reconocido y que tenía
todo el derecho a tratar al cualquier paciente en Francia. Los miembros del
municipio aún se estaban hechos una furia y reclamaban que había lugar
par un solo cirujano en Saint Remy, pero Nostradamus se mantuvo firme y
no había nada que pudieran hacer. En una semana, el Sr. Delblonde
comenzó a recobrar su fuerza y el controversial médico le dijo que ahora
debía empezar con caminatas cortas. El paciente hizo lo que se le indicó y
caminó alrededor del pueblo por primera vez en meses. Su salud continuó
mejorando a pasos agigantados y todos en el pueblo fueron testigos de su
sorprendente cura. El cirujano de la ciudad además de los miembros del
municipio parecía tontos y el nombre de Michel como médico fue
establecido. En pocos días, la gente enferma comenzó a golpear la puerta
de De Nostredame y el doctor milagro atendió a todos ellos con buenos
resultados. Después de que Villain, en el transcurso del tiempo, había
cometido algunos grandes errores garrafales, Michel fue nombrado el
nuevo médico oficial de Saint Rémy. La ceremonia de la toma de

33
juramento apenas había tenido lugar cuando hubo un masivo brote
repentino de la plaga en el Camargue. El Minicipio del Distrito informó
que hubo miles de víctimas en la zona y ahora el flamante cirujano se
estaba enfrentando a un enorme desafío. La pestilencia era
extremadamente contagiosa y si usted tuviera un miembro de la familia
con esa enfermedad, el mismo destino, por lo general, lo estaba esperando.
Dentro de los dos a seis días, usted podría estar muerto y enterrado.
Perros, gatos, gallinas e incluso caballos también fueron víctimas de esa
enfermedad. Pero el joven médico era fuerte, con capacidad de
recuperación y pensó que era inmune. Por fortuna, Saint Rémy no había
sido víctima del brote de la plaga hasta ahora. Pero sí lo había sido el
pueblo vecino de Sainte Doffe y la vida de la gente había llegado a un
punto muerto allí. Cadáveres se pudrían en las calles o se los arrojaba en
tumbas cavadas apresuradamente por los familiares amados y destrozados.
El hedor insoportable de la carne pudriéndose flotaba en el aire y la gente
quemaba pedazos de madera aromáticos en un esfuerzo para disiparlo.
Muchos habitantes del pueblo habían echado a patadas de sus casas a
miembros de su familia para intentar salvar sus propias vidas. Otros se
habían escapado a otro lugar. Michel visitó a su primer paciente con plaga
en este pueblo infectado y lo llevaron hacia un niño mortalmente enfermo
en una pequeña choza de arcilla. El pequeño muchacho estaba escupiendo
sangre, tenía grandes manchas negras y protuberancias tan amplias como
los huevos por todo su cuerpo. Su madre estaba rociando el piso con unas
gotas de vinagre para refrescar el aire. El valiente doctor examinó al niño,
pero la verdad es que en realidad no había nada qué él pudiera hacer. Aún
no se ha encontrado remedio alguno para esta enfermedad. En la
universidad le aconsejaron realizar una sangría, pero Michel no quería
tener nada que ver con esas prácticas retrasadas. Sólo para darle algo de
esperanza a la familia colocó un pedazo de estiércol del diablo alrededor
del cuello del niño; una hierva que se usaba en el exorcismo. Escribió los
síntomas del la enfermedad extremadamente contagiosa y salió sin poder
hacer nada substancial. Durante los días que siguieron, el médico visitó a
varias personas que padecían la plaga, quienes al principio buscaron
refugio bajo la paz espiritual con Dios. A donde fuere que él entrara, había
siempre algún cura ansioso que confesaba y prometía al paciente un lugar
en la otra vida. La ayuda médica, desafortunadamente, pasó a segundo
plano. La ignorancia es un pecado cardinal, Michel se dio cuenta de eso
más que nunca. Sin embargo, la abundancia de la superstición, el abuso de
poder y la ignorancia lo estimulaban para intentar descubrir la causa de la
enfermedad usando su sentido común y encontrar una solución para eso.
Diferenció dos tipos de plagas: una era la formación de protuberancias en
el cuerpo y la otra afectaba a los pulmones. Después de examinar los
síntomas de la enfermedad, pudo comprender la importancia de la higiene,

34
la cual, en la religión judía había sido tradicional durante siglos. Un caso
interesante en Milán confirmó sus conclusiones. El arzobispo había
ordenado tapiar las tres primeras casas que habían sido atacadas por la
plaga, con sus residentes dentro. A raíz de esto, Milán fue protegida de un
mayor brote. Esta cruda organización había demostrado que la plaga
pasaba sin ser vista. Nostradamus comenzó a introducir la cuarentena para
los nuevos casos, durante la cual ningún ciudadano saludable tenía
permitido contacto alguno con los pacientes, a quienes todavía se les
estaba proporcionado comida y agua. Este método empezó a producir
algunos buenos resultados. El investigador también tenía la idea de que el
viento podría acarrear la enfermedad y él por consiguiente distribuyó
máscaras entre la población en una aldea vecina que todavía no había sido
contaminada con la plaga. La epidemia perdonó a los residentes y Michel
comenzó a sospechar de la existencia de bacteria. Luego aconsejó a todos
que se bañaran en agua tibia una vez a la semana de ser posible y que se
lavaran las manos con jabón antes de cada comida. También los estimuló a
que se cepillaran los dientes regularmente, por ejemplo con raíz de
caramelo de regaliz mascado, para enjuagarse la boca con agua endulzada
o vinagre de vino, cortarse las uñas de los dedos y cortarse y lavarse el
cabello, el bigote y la barba. Todos también tenían que cambiarse de ropa
y limpiarla profundamente lavándola, preferentemente en agua caliente o
hirviendo. A pesar del trabajo pionero y esencial, continuó siendo una voz
que predica en el desierto, hasta que el Papa Clemente VII oyó sobre el
obstinado luchador contra la plaga y lo invitó a su oficina privada en
Aviñón. El papa le preguntó cómo debería protegerse el mismo contra un
futuro brote de la plaga y Michel le aconsejó que por lo menos se
recluyera en su residencia. Cuando la epidemia llegó al vecindario del
líder religioso un mes después aproximadamente, pasó varias semanas en
soledad. Por el asilamiento él permaneció vivo y Nostradamus ganó algo
de fama. La plaga, entretanto, se expandía furiosamente por todas partes
del país y se cobró muchas vidas en toda Europa. Las zonas sobre
pobladas fueron las más afectadas. Ejércitos de soldados bien entrenados y
fuertes se vinieron a pique después de unos días de la epidemia, y guerras
locales se perdieron antes de ser peleadas. Los curanderos intentaron
aprovecharse de la situación de pánico y amasaron una fortuna rápido.
Después de cuatro años, la plaga al fin había pasado su furia y
Nostradamus regresó a Montpellier para finalmente completar sus
estudios. François se había graduado para ese entonces, y
sorprendentemente, había dejado Francia. El director le contó que las
medidas estrictas habían sido tomadas en contra de los reformistas, los
humanistas y todos lo disidentes. Incluso los científicos con lenguas de
víbora no son más bienvenidos en el país. A pesar de esto, François tuvo la
buena fortuna de ser empleado como médico por el virrey de Piemonte.

35
Michel una vez más se metió de lleno sus estudios, pero se encontró con
un montón de incomprensión entre sus antiguos maestros con respecto a
sus ideas progresistas. Su conocimiento teórico y práctico era tan
impresionante, sin embargo, que sus maestros no pudieron negarle el título
de doctor un año más tarde. El médico no convencional dio conferencias
en esta universidad durante un corto tiempo, pero sus métodos de
tratamientos últimamente causaban demasiada consternación. El director
en jefe tomó medidas; el inculpado fue amonestado e inmediatamente dejó
la universidad. Con probada calidad, Michel regresó a casa en Saint Rémy
y allí decidió reanudar su práctica.

36
Capítulo 3

- No hay lugar alguno como en casa –dijo Jacques, después del enésimo
regreso de su hijo, pero Michel no respondió a ese comentario cursi.
- Has cambiado, muchacho; estás tan callado.
- Me estoy viniendo viejo, padre –respondió lacónicamente. Michel era
por completo más alto que sus padres, pero no quería herir sus
sentimientos y no dijo nada más. Hubo mucho espacio en la casa por un
tiempo, y el médico decidió una vez más mudarse al ático abandonado.
Ahora Julien estaba estudiando leyes en Aix-en-Provence y Bertrand y su
esposa estaban viviendo en una casa que el mismo había construido a
orillas del pueblo. Héctor y Antoine todavía estaban viviendo en casa y
deseando oír nuevas historias de su hermano de mucho mundo, pero
parecía no estar de humor para conversar. Michel había pasado por un
montón y su mente se había tornado demasiada pesada y demasiado
poderosa para perder el tiempo. De hecho, se había tornado tan fuerte y
vigorosa que estaba comenzando a nublarse. El velo místico protegió sus
órganos superiores en el desarrollo y lo hizo inaccesible. Y cuando alguien
le quitaba esta manta, su mirada podía quemarte. Al miembro erudito de la
familia le hacía mucha falta un descanso y él mismo renunció a los
cambios de personalidad en sí mismo. Hoy el intrépido médico fue a
visitar a algunos pacientes cerca de Arles. Después de un pequeño y
placentero paseo por el escenario soleado, el carruaje se detuvo en frente
de una casa amarilla cerca del centre del pueblo. Nostradamus golpeó y
esperó, pero no hubo respuesta alguna. Las persianas estaban abiertas y
echó un vistazo al interior.
- El doctor está aquí –llamó con clara voz, pero aún no había señales de
vida alguna. Decidió darle un golpe más fuerte a la puerta del frente antes
de treparse por la ventana, cuando de repente un hombre esquelético con
cabello rojizo se le acercó por detrás. El hombre cuyos zapatos estaban
cubiertos con pintura, despreocupadamente lo empujó hacia un costado y
entró en la casa.
- ¡Ya!, espere un minuto, estoy visitando a un paciente aquí –dijo el
doctor, que no tenía la oreja izquierda, parecía sordo y mudo y rudamente
cerró la puerta en su cara de un portazo.
“¡Bueno, eso jamás me ha sucedido antes!” pensó Michel, se sentía de
alguna manera humillado. “Aquí me están tratando como basura”. Aún
preocupado por lo sucedido, el médico por lo general bien respetado
caminó por arles, que posiblemente era una de las ciudades más hermosas
de Francia. Nostradamus tenía algo de tiempo extra por lo del extraño
incidente y ordenó una bebida fresca en Place du Forum, lugar lleno de

37
bares. Sentado en una silla de mimbre, observaba lo que estaba sucediendo
en la calle mientras saciaba su sed. El pueblo provinciano era conocido por
sus manifestaciones culturales y era visitado por muchos españoles e
italianos ricos. Los extranjeros se distinguían por su atuendo caro y su
apariencia diferente. Era un espectáculo agradable y llamaba mucho la
atención. Un ratito más tarde, una dama italiana caminaba hacia él desde
una calle comercial y quedó impactado con ella en el acto. Supuso que
tenía veinte años, unos años más joven que él. La mujer italiana tenía una
pequeña y hermosa cabeza, un cuello largo, ojos chispeantes y se movía
muy elegantemente. El médico miró fijamente a la encantadora dama,
quien parecía ser de alta alcurnia y a él le fue imposible apartar su mirada.
Era la mujer más hermosa que había visto jamás y la flecha de Cupido
atravesó su corazón. La mayoría de las personas no hacían alarde de su
belleza, pero sí los italianos; la dama caminaba por alrededor usando un
atuendo muy llamativo. Tenía puesto un vestido de terciopelo color
púrpura con mangas abullonadas y un cuello blanco abierto. El vestido
estilo veneciano se ensanchaba de la cintura hacia el piso, sostenido por
aros. ¡Docenas de ellos! Además, su negra cabellera estaba recogida por
encima de su cabeza como un ornamento, decorado con joyas. Alrededor
de su cuello lucía un collar de perlas que parecía ser caro. Mientras la
dama de una belleza impresionante caminaba hacia Michel, su vestido
majestuosamente se arrastraba por el piso y cuánto más tiempo la miraba,
más fuera de este mundo comenzaba a sentirse. Cuando la mujer italiana
pasó por delante de él, conversando con dos caballeros y una anciana, de
pronto le dio una mirada cándida. Un encantamiento se produjo. Derretido
cono la cera, bajo su mirada inesperada, sintió como si su vida recién
ahora estaba comenzando.
- Santo Cielo –tartamudeó, totalmente nervioso. Y mientras la seguía
mirando fijamente temblaba como una hoja. De pronto se sintió muy
pequeño y más vulnerable de lo que jamás había pensado que fuera
posible. Después de años de sólo visitar pacientes, se había olvidado por
completo del amor y ahora el sol estaba comenzando a brillar en las grietas
de su alma. En el instante en el que sus miradas se cruzaron y su corazón
latió, la flecha del amor también atravesó el corazón de ella y se sonrojó
mientras continuaba su camino con sus compañeros. El corazón de Michel
se encendió y decidió que rotundamente debía cortejar a esa mujer. El
admirador con la flecha de Cupido se levantó de un salto, arrojó algunas
monedas sobre la mesa y corrió detrás de la mujer italiana. Siguió al
pequeño grupo desde una distancia y fervientemente intentó pensar en una
manera de acercarse a ella. La dama lo sintió detrás de ella, pero no se
atrevió a dar vuelta y mirar hasta que finalmente entró en un
establecimiento. El vacilante médico comenzó a sentir pánico.

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“¿Ahora qué?” se preguntó. De casualidad, una empleada estaba dejando
el lugar al mismo tiempo. Lo notó y la llamó: "Srta., ¿podría usted por
favor informarme cuando saldrá aquel último grupo de personas? Por que
tengo algo que hablar con ellos." La empleada miró su prolija apariencia y
le respondió como él había esperado: "¿Es un conocido de los De
Vaudemonts?"
- Más o menos –él tergiversó la verdad. Se tornó muy conversadora y le
contó que la compañía regresaría al Lot en Garonne el próximo sábado.
Obtuvo la información que quería, le agradeció a la empleada y regresó a
Saint Rémy en la gloria. Allí comenzó a hacer planes para conocer a la
mujer de sus sueños. Durante el almuerzo, un cambiado compañero de
piso se sentó a la mesa.
- Estás de buen humor –comentó el padre.
- Jamás te he visto tan apuesto –agregó su madre– estás positivamente
brillante –. Michel sólo sonrió con vergüenza, pero no dijo una palabra de
eso; se lo guardó para sí mismo. Pero a Reynière se le ocurrió algo.
- Creo que sé lo que está pasando –lo dijo con picardía y cuando su hijo
pidió por uno espejo al día siguiente, ella confirmó lo que pensaba. ¡Debe
estar enamorado!
- ¿Es debido a la dama que estás tan pachucho? –le preguntó.
- Este, sí –admitió.
- Bueno, será mejor que te dé algunos consejos entonces. Puedes se
erudito, pero cuando se trata de asuntos de mujeres, es mejor que me
escuches a mí –. La madre había calado su secreto y el médico diligente
miraba a su madre con expectación igual a un niño pequeño.
- A las mujeres les gusta que les hagan cumplidos – ella le contó – ¿Es de
por aquí?
- No, es de Italia.
- Ajá, el país de donde viene la moda. Entonces será mejor que hagamos
algo para mejorar tu imagen –. Y ese mismo día, la madre le compró un
traje y ella personalmente lo vistió. Héctor y Antoine tenían curiosidad y
vinieron a ver lo que estaba sucediendo con su hermano en la sala de estar.
“¿Mamá está vistiendo a Michel?” se rascaban la cabeza. Reynière
desempacó la nueva chaqueta roja sin mangas y se la puso por encima de
la camisa abotonada con volados. Por encima de esto venía una levita
negra.
- ¡Yo también quiero uno de esos! –Héctor gritó muy entusiasmadamente,
cuando vio el caro sobretodo de terciopelo con largas mangas con tajo.
Unos minutos después, papá vino del trabajo a casa.
- Michel, tengo correo para ti –le informó, mirándolo con asombro.
- Tengo las manos ocupadas en este momento, papá.
- Te lo pondré en tu escritorio –Jacques le ofreció. Su esposa, entretanto,
siguió poniéndole las variadas piezas de ropa.

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- Eres delgado y esto te hace ver más amplio –ella dijo y jugueteaba con el
saco.
- Tendré que tomarte la palabra –su hijo le respondió y se mantuvo
inmóvil como una estatua.
Enseguida comenzó a saltar con un pie y luego con el otro porque su
madre estaba tratando de ponerle un par de pantalones con cierre. Luego le
puso medias blancas en los pies y zapatos amplios de cuero de vaca.
- Creo que esos zapatos son hermosos –dijo Antoine.
- Claro que lo son –dijo su hermano querido mirando hacia abajo.
Finalmente, Reynière le puso un sombrero con una pluma en la cabeza y el
resultado fue encantador en verdad. Se veía tanto distinguido como con
estilo, todos estuvimos de acuerdo y el miembro de la familia enamorado
se desfiló por la sala de estar para ellos.
- Dios santo, pareces un rey –opinó su padre, quien entró nuevamente,
sacudiendo la cabeza. Al día siguiente, el médico, quien se había tomado
el día libre, felizmente partió hacia Arles con su nuevo atuendo. Una vez
allí, anduvo merodeando durante una hora aproximadamente por la casa de
huéspedes en donde antes había visto entrar a la hermosa dama. Él
repetidas veces miraba hacia el interior por todas las ventanas del edificio,
con la esperanza de alcanzar a verla, pero no se la veía por ningún lado.
Un jorobado, quien estaba haciendo publicidad de corrida de toros de la
manera más irritante, se acercó y se detuvo justo al lado de él. El amante
se escabulló y se sentó en la misma terraza en donde había estado dos días
antes. Sólo había ordenado un trago para tranquilizarse, cuando de pronto
la hermosa dama apareció de la nada y pasó caminando sola. Su decepción
despareció como la nieve en el sol y con coraje se apresuró y corrió hacia
ella. No se había equivocado: era tan hermosa, tan elegante y tan fina.
¡Irresistible! La mujer italiana se puso nerviosa cuando lo vio trotar hacia
ella y por un momento no supo qué hacer. Además de eso, su rostro se
puso colorado cuando vio su atuendo moderno, el cual era perfecto en
cada detalle.
“Eso debe de ser por mí”, pensó, sintiéndose nerviosa y alagada al mismo
tiempo.
- Madmoiselle De Vaudemont –tartamudeó –como médico debo señalarle
que la cintura de su vestido es demasiado ajustado. Eso es malo para la
circulación. “Qué estúpido soy”, pensó, mi intención era hacerle un
cumplido.
- Lo que quiero decir es que podría dañar su belleza –, pero no hubo
respuesta; la italiana no supo qué decir.
“Sólo debería expresarme libremente”, decidió.
- Para ser honesto, usted me ha causado una profunda impresión y tenía
que verla nuevamente –le dijo. Eso rompió el hielo y ella le sonrió ante su
franqueza.

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- ¿Practica la medicina aquí en Arles? –le preguntó, aún un poco tiesa,
pero en un perfecto francés sin un asomo de acento.
- Este, no, aunque, sí a veces, pero soy de Saint Rémy y también trabajo
aquí –. El turbado médico se presentó y la invitó a sentarse y beber un
trago con él, después de eso, los dos caminaron hacia la terraza en donde
su trago aún lo estaba esperando a él. Era una gran hazaña maniobrar la
falda amplia entre las mesas, pero finalmente se sentaron.
- Se ve verdaderamente hermosa –elogió a Yolande–, pero ¿cómo puede
pasar el día con ese deslumbrante pero pesado vestido puesto?
- Sólo lo uso cuando paseo por la ciudad; tan pronto como llego a casa, me
lo sacan –, y nerviosamente agradeció al mesero por el trago de anís.
Mientras tanto los transeúntes, abiertamente, observaban a la encantadora
pareja. Sin embargo, los dos estaban totalmente ajenos a la atención del
público, y el médico intentaba pensar en temas de conversación.
- ¿No es posible, verdad, manipular tamaño vestido sola?
- La matrona me ayuda con esto –respondió y luego hubo una pausa
elocuente. Michel nuevamente buscaba palabras, pero como no pudo
encontrar palabra alguna, ordenó otro trago en su lugar.
- Me enteré que es una carga pesada estudiar para médico –comentó
Yolande.
- Ah, cinco años de Universidad.
- Bueno, eso es muy inteligente, no hay muchos que puedan lograr eso –
ella lo elogió y sin prisa pero sin pausa, algo hermoso comenzó a fluir
entre ellos.
- ¿Qué la trae a este lugar, Arles? Parece que estuviera viajando hacia otro
lugar –preguntó Michel. Yolande le contó que su familia era dueña de una
castillo en Lot and Garonne, hacia donde estaban viajando, y que ella
provenía de estirpe noble.
- ¿Supongo que el castillo le pertenece a sus padres? –él comentó. Ella
confirmó esto y comenzó a ponerse más animada y habló de su padre, el
Conde Ferry VI De Vaudemont, y de su madre, la Reina de Nápoles. Sus
padres tuvieron nueve hijos, con ella incluida. La frialdad había
abandonado el aire por completo y la química entre ellos comenzó a
manifestarse. La Chispa entre ellos era palpable. Era amor verdadero y el
tiempo jamás se había pasado volando tan rápido. Estaban locos de
contentos cuando con el tiempo se despidieron y dejaron detrás al público
fulgurante. Yolande prometió escribirle tan pronto llegara al Lot. De
regreso a Saint Rémy, la madre inmediatamente indagó cómo le había ido
para él.
- Fue positivo –respondió fríamente.
- ¿Positivo? ¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¡Estás radiante, mi
hombre!

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- Ah, de acuerdo –gritó con voz fuerte –, pero primero tengo que sacarme
este traje de mono –. Y mientras corría hacia el ático, gritó: "¡Ella será mi
esposa!" Una semana después, él recibió la primera carta de su amada, en
la cual ella le expresaba su deseo por él. Después de unas cartas más era
evidente: la llama se mantenía viva y los dos eran el uno para el otro. En la
última carta Yolande le pidió que fuera a visitarla pronto en el Lot.
Jacques y Reynière rebosaban de alegría al ver que su hijo mayor había
encontrado finalmente una mujer, y nada menos que una mujer
proveniente de una familia noble y adinerada.
- Has atrapado a un gran pez, Michel. Espero que nos incluyas en tu
testamento –su padre, el notario, usufructuó.
- Idiota certificado –su hijo respondió alegremente, lo cual es muy raro en
él.
- Creo que vivirás en ese hermoso castillo –su madre supuso.
- Eso es un poco prematuro mamá. Primero veamos cómo resulta esta
visita –. Pero su intuición le confirmó que su hijo estaba a punto de dejar
el pueblo para bien.
No mucho tiempo después, Nostradamus partió para ir a ver a su princesa.
Iba a rescatarla y en su mente vio develarse un hermoso drama. En verdad
el amor sí tuvo un efecto cegador, el diablo con suerte se dio cuenta
mientras hacía el largo viaje en el carruaje, pasando por Toulouse. Y en el
camino se encontró a si mismo posesionado por un profundo y anhelado
deseo por Yolande que ardería, pensó, eternamente. En Ariège, el carruaje
pasó el histórico Monte Montségur, en donde los últimos cátaros fueron
asesinados en masa hace siglos, y el recordó a su viejo amigo de la
universidad, François Rabelais. El paisaje ahora se estaba tronando mucho
más verde y comenzó a ver viñedos por todas partes.
“Recoger uvas”, fantaseaba justo en ese momento, “sólo recoger uvas con
ella sería suficiente”, y miró la extensión de los viñedos florecientes hacia
el horizonte, intoxicado de amor por ella. Cuando el crepúsculo comenzó a
asomarse, la silueta del Castillo Puivert surgió imponente en la distancia:
era el castillo que pertenecía a los De Vaudemont. El castillo se
encontraba hermosamente situado en la cima de la colina y Orión brillaba
por encima de el, al parecer simbólicamente. El cochero había planeado
bien el viaje, porque llegaron a las siete en punto y aparcó su vehículo en
la penumbra. El amante nervioso descendió y buscó una señal de vida.
Súbitamente, la verja levadiza en la enorme entrada fue elevada. Michel
respiró profundo y caminó hacia el portón abierto con su equipaje.
Mientras miraba a su alrededor, vislumbró a su amada detrás de una
ventana abierta. Nerviosamente, caminaba por la verja y cruzaba por un
patio enorme mientras que el portón se cerraba de un portazo detrás de él,
para mantener alejados a los intrusos.

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- Buenas noches, Sr. Nostradamus –el Conde De Vaudemont lo saludó
alisándose su bigote caído. El padre de Yolande mantenía distancia y un
sirviente corrió para llevarle las maletas a la visita.
- Así que usted es el joven médico por el que mi hija ha estado vitoreando
tan entusiasmadamente. ¿Tuvo un buen viaje?
- Por supuesto que sí mi Señor, pero mi cuero está reclamando algo de
movimiento ahora –respondió Michel y efusivamente comenzó a elongar
sus miembros. Yolande llegó, eufórica, pero no pudo intercambiar una
palabra con su amante, porque lo llevaron a sus aposentos inmediatamente
como lo ordenó su padre.
- Esta noche durante la cena, tendrás mucha oportunidad para hablar con él
–le susurró a su hija. Era repugnante para el amo y señor verla seguir al
recién llegado como ciervo que jadea. ¡Esas tonterías! Y el conde
desapareció en una de las habitaciones con una mirada de desaprobación
en su rostro. El invitado fue llevado a una torre de homenaje que estaba a
veinte metros de altura.
- Permanecerá en el piso de arriba –el sirviente dijo entre dientes mientras
llevaba una lámpara de aceite y lentamente subía las escaleras. Unos mil
escalones más arriba, el viajante cansado llegó a una habitación con una
cama cuatro columnas que estaba resguardada por las esculturas de ocho
músicos. Después de una corta siesta, Michel decidió explorar en las
inmediaciones. En la oscuridad, subió por una angosta escalera de madera
hacia la terraza del techo, donde él tenía una gran vista de la zona. La luna
llena brillaba sobre el pueblo de Puivert que estaba situado sobre un lago
tranquilo. Una conmoción en el patio llamo su atención. Varios invitados
bien arreglados estaban allí, esperando para cenar. Michel corrió deprisa
hacia su habitación para cambiarse y luego se unió al grupo el cual estaba
por entrar. Dentro de la amplia y lujosa sala se encontraba una preciosa
mesa para cenar con las sillas en combinación. La clase de mueble que
pertenece a la vanguardia. Un sirviente le indicó al médico un lugar en
frente de Yolande, pero entre Ferry VI y la reina de Nápoles. Pondrían a
prueba a este serio candidato para su hija. Los enamorados se miraban a
los ojos con expectación, pero estaban también inseguros sobre el
veredicto de los padres. Yolande tenía puesto un vestido turquesa brillante
y su cabello estaba recogido con un rodete bajo esta vez. Ella le emitió una
sonrisa moderada a su amigo, quien le respondió sutilmente. La mesa de la
cena fue puesta para la realeza. Había platos de vidrio con revete de oro y
réplicas pintadas a mano del escudo de armas de la familia. La mantelería
y los cubiertos también estaban decorados con eso. Los emblemas estaban
por todas partes. El personal, entretanto, había comenzado a servir el
primer plato. Además del conde y la condesa había cinco hijos, cuatro
hijas tres parientes políticos, varios nietos y un manojo de invitados.

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Durante la exquisita comida, los tórtolos no podían quitarse los ojos de
encima y comenzaron a coquetear.
- No son los únicos que están a la mesa, lo saben, –un yerno dijo irritado.
En todo caso, una cosa sí estaba clara: los dos estaban enamorados.
- Parece que ha construido una buena reputación en la Provincia –comentó
el conde, mientras el bigote caído apenas esquivó la sopa.
- Hago lo mejor que puedo para curar la enfermedad –dijo el médico–,
pero me alegra que la última epidemia de la plaga haya seguido su curso
porque tengo muy poco control sobre ella.
- Somos muy afortunados por no haber experimentado esa terrible
enfermedad aquí, –la reina de Nápoles dijo.
- ¿Pero se graduó en realidad? –de pronto preguntó el conde.
- Ya te hablé de eso papá –, Yolande defendió a su pretendiente.
- Le traeré mi certificado después de la cena, mi Señor –Michel prometió.
- Por favor, hágalo, tengo mucho interés en verlo. Lo estaré esperando en
mi habitación inmediatamente después. Por casualidad tengo un excelente
coñac allí también. Estoy seguro de que comprende que sólo quiero lo
mejor para mi hija –. Ferry VI permaneció con desconfianza y no estaba
en lo más mínimo avergonzado por recorrer la lista de preguntas que
decidirían si el médico estaba calificado como yerno. Las preguntas
trataba sobre temas al azar; Nostradamus pudo dar una impecable
respuesta a cada una y lentamente la desconfianza comenzó a disminuir.
Después del postre el conde tenía una breve consulta privada con su
esposa afuera del refectorio y luego regresó. Al parecer, la pareja había
decidido que el futuro nuevo marido era lo suficientemente bueno para su
hija. Después de eso, Michel no podía cometer error alguno. Después de
que Ferry VI había pasado algún tiempo con él en su habitación, los
enamorados tuvieron finalmente una oportunidad para estar juntos y
tranquilamente fueron a caminar por fuera del portón. Parecían entenderse
tan bien que lo que decían era superfluo. Detrás de un árbol de castañas se
besaron furtivamente y el toque fue como mágico. Después de una semana
en el castillo, Michel pidió la mano de Yolande en matrimonio y ella
aceptó sólo muy felizmente. Su padre calculador le dio el permiso ese
mismo día: después de todo, el candidato reunía todas las condiciones. Un
sueño que se estaba haciendo realidad y Nostradamus se sintió como si
cargara el mundo entero. El médico, quien se había liberado de su
melancolía, informó a sus padres sobre la boda en Puivert, pero ellos
enviaron un mensaje en el que expresaban que no sería posible para ellos
hacer el largo viaje, debido a sus enfermedades geriátricas. Sólo su
hermano Héctor podía asistir. Su hijo mayor pidió que le enviaran sus
pertenencias personales y prometió que iría a Saint Rémy con Yolande tan
pronto como fuera posible.

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El feliz día llegó y un sin número de damas y caballeros destacados se
reunieron para hacer de esto una ocasión espléndida. Y fue una fiesta de
bodas espectacular. Cuando los recién casados se encontraban finalmente
solos, no se cansaban de estar juntos.
- Estar casado contigo es como un cuento de hadas –, Michel se derretía
mientras yacían en su cama de cuatro columnas besándose.
- Es un cuento de hadas –respondió ella suavemente y continuaron
fusionándose hasta el punto culminante, el orgasmo, como el final triunfal.
Las ocho esculturas de los músicos se habían dado vuelta sus rostros
mirando los muros. Después de una noche de bodas celestial, pusieron
manos a la obra inmediatamente, decidieron establecerse en Agen. Allí la
corporación estaba buscando un médico con licencia y ellos habían
aceptado a Nostradamus para el puesto. El pueblo influyente no se
encontraba lejos de Puivert y por lo tanto la joven pareja podía
independizarse además de mantener contacto con la familia. La pareja
completamente feliz fue en busca de una casa y rápidamente encontraron
una residencia apropiada, ubicada en la plaza del pueblo, la cual tenía una
fuente hermosa. Mientras decoraban su nuevo hogar, disfrutaron de su
libertad, los días de verano y por sobre todas las cosas, el uno al otro. Una
noche sofocante, los enamorados corretearon hacia la fuente y danzaron
bajo el rocío tanto cuanto quisieron. Se sentaron en la orilla, mojados y
riéndose de alegría con regocijo.
- Cierra tus ojos –le pidió Yolande y le puso algo en su boca.
- ¡Una cereza! –pronunció.
- Tengo algo más para ti.
- ¿Otra fruta?
- Sí, estoy embarazada –, y continuaron besándose con gran entusiasmo.

Además de su trabajo, Nostradamus instaló una pequeña fábrica de


perfume, en donde se elaboraban aceites concentrados para uso medicinal.
Docenas de empleados destilaban plantas y hiervas en aceites etéreos allí y
el maestro desarrollaba una receta para cada enfermedad. Entretanto la
pareja de casados comenzaba a sentirse cómoda en el hogar en Agen. En
Rue du Soleil, se encontraba una librería especial, y un día, Michel decidió
entrar para husmear.
- ¿Encuentra lo que busca? –el propietario preguntó desde atrás.
- Sólo estoy mirando, no busco nada en particular –la visita respondió. El
vendedor de libros, quien tenía una larga barba, camino hacia él.
- ¿No es usted el nuevo doctor?
- Así es.
- Soy Abigail. Encantado de finalmente conocer a otra persona instruida
por aquí. Ese aspecto es muy escaso en este pueblo pequeño.
- Aún no conozco muy bien a las personas de aquí –Michel se disculpó.

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- Por supuesto, un libro es mucho más caro que una lonja de pan y casi
nadie puede comprar uno –Abigail puntualizó su comentario– pero si
alguna vez busca literatura médica, seguro podré ayudarlo. Tengo buenas
contactos con editores en Londres, que son progresistas en esta zona.
- Posiblemente más adelante, cuando tenga más tiempo –agregó el
ocupado médico –. Temo que ya debo retirarme, adiós. –Y se fue a ver a
su próximo paciente.
Después de que el doctor había acumulado una cantidad decente de trabajo
médico con el tiempo, nació su primer bebé. Fue un varón: Víctor. Y
mientras estaba aún en pañales, su madre quedó nuevamente embazada. Su
padre, entre tanto, se había hecho muy amigo del vendedor de libros, quien
un día le había apartado un paquete misterioso. Cuando Nostradamus vio
la obra le causó una grata sorpresa, la cual tenía la palabra "Cábala" escrito
encima con letras góticas. Por supuesto, él había oído hablar de eso hace
mucho tiempo, pero jamás lo había estudiado. Increíble que ahora lo
recibiera completamente de forma imprevista de Abigail.
- ¿Cuánto cuesta? –le preguntó mientras sacaba su billetera.
- Este libro no le constará nada –Abigail respondió.
- Bueno, muchísimas gracias.
- No es a mí a quien debería agradecer, sino a su admirador secreto –. El
doctor se encogió de hombros sorprendido y aceptó el presente. En casa,
Víctor se quedó dormido en su pequeña cama y su padre tuvo una
oportunidad de recuperar la paz de un largo día de trabajo. Yolande le
sirvió a su marido un poco de té de jazmín y disfrutaron su compañía,
sentados delante del fuego. El exitoso médico miró con satisfacción a su
bella esposa, le dio un beso y posó la mano sobre el vientre crecido; el
bebé que no nacido todavía ya estaba dando pataditas. Cuando terminó de
beber el té, decidió leer su nuevo libro Cábala y lo tomó de la biblioteca.
El subtítulo era "La recepción del conocimiento místico" Mientras se
ponía cómodo, acurrucándose junto a su esposa sobre la alfombra, abrió el
libro y encontró una tarjeta dentro con un nombre y una dirección: Julius
Scaliger, 15 Avenue de Lattre, Agen". Sin duda debe de ser su admirador
secreto.
- Yolande, ¿conoces a alguien con este nombre: Julius Scaliger?
- Scaliger, ese es un sujeto famoso habitante de la ciudad que está
causando revuelo como escritor. Es muy elogiado por todas partes como
humanista –respondió.
- ¿Por qué no sé eso?
- No puedes saberlo todo, querido, pero ¿por qué preguntas?
- Me dio este libro. Mira, aquí está su tarjeta –, y se la entregó.
-¿Por qué haría eso? –Yolande preguntó sorprendida.
- Maldición, si supiera.

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- Espera un minuto, él es médico también –de pronto recordó – médico de
la corte del Arzobispo de Agen. Esa debe de ser la conexión. ¿Tal vez te
conozca de la universidad de medicina en Montpellier?
- No, definitivamente no –contestó –. Veamos qué clase de libro me dio, –
y comenzó a leer. "Además de la tradición escrita de la Biblia, también
está la tradición del Cábala. Este conocimiento místico está basado sobre
el Génesis y es transmitido ante todo de maestro a estudiante. El árbol de
la vida es el modelo prescripto y esta forma es la clave hacia la lectura
mística de la Biblia. Aquí estamos hablando de los cuatro mundos, que
simbolizan los diferentes niveles de conciencia en la historia de la
Creación, y este conocimiento se profundiza con la ayuda de la
meditación. El Cábala era originariamente una tradición mística judía
usada para revelar mensajes secretos de la biblia, pero ahora también es
usado en escolasticismo. El Cábala se practica en escuelas esotéricas y por
magos particulares".
Michel cerró el libro y dolorosamente tuvo que reconocer que en el nivel
espiritual había estado paralizado durante años. Este libro fue un regalo del
cielo. Después de cambiar a Víctor, los tres felices se fueron a la cama.
- Pronto tendré que hacerle una visita al tal Scaliger –dijo Michel, mientras
los ojos de su hijo se cerraban lentamente.
- Tómate tu tiempo, cariño. Scaliger no irá a ninguna parte, él ha estado
viviendo aquí durante años –su esposa le susurró.
Días después, el doctor golpeó la puerta en el número quince de la
Avenida de Lattre. Un sirviente corpulento abrió la puerta y comentó que
su maestro no se encontraba en casa, pero un hombrecito demacrado venía
bajando las escaleras. Era el mismísimo médico de la corte.
- Ah, doctor, me duele la garganta terriblemente –Julius Scaliger bromeó,
pero su humor pasó por encima de Nostradamus.
- Lo examinaré en un minuto, pero primero permítame agradecerle por el
hermoso libro que me obsequió –respondió seriamente.
- No hay problema. A decir la verdad, fue elección de Abigail –. Y los dos
caballeros procedieron hacia la sal, la cual estaba decorada con muchos
retratos de científicos y filósofos.
- Impresionante; ¿los conoce a todos personalmente? –la visita inquirió.
- No a todos ellos, pero el retrato que usted está mirando en este momento
es el de Erasmus, con quien últimamente he estado discutiendo por
correspondencia. Lo llaman el mayor pensador de Europa, pero creo que
existen bastantes huecos en su línea de razonamiento –, y Julius se sentó
en un sillón.
- Oí hablar de él –admitió Michel –. Pero, ¿cuál es exactamente la razón
por la que buscó contactarse conmigo? –, y se sentó en la silla también.
- Su nombre aparece regularmente – su anfitrión explicó –. Un médico a
quien no le interesan las autoridades religiosas es raro. Me atraen los

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científicos obstinados y ya que yo también estudié medicina, me pareció
una buena idea que llegáramos a conocernos.
- Me siento honrado –Michel respondió, mientras miraba el interior.
- Es una verdadera casualidad que de todos los lugares se mudara a Agen –
Julius continuó –especialmente con esa hermosa flor noble, quien hizo que
mi corazón diera un vuelco.
- ¡Ajá, así que es por eso que me envió este presente!
- Quién sabe; todas las cosas interpretan un papel. Eres muy afortunado al
tener una hermosa esposa como ella.
- En verdad lo soy. ¿Y quién es aquel? –Michel pregunto, mientras
señalaba un retrato.
- Ese es Cardano.
- Um, Cardano. Si no me equivoco, él es matemático y astrólogo.
- Pero también un fraude –agregó Scaliger con desdén –. En su libro De
Subtiliate, habla de demonios, pero el párrafo fue copiado palabra por
palabra de mi escrito.
- El plagio es un negocio inmundo –su invitado respondió –. ¿Y qué clase
de obras humanistas ha usted escrito?
- Muchas, pero mi obra más importante es el resumen de toda la literatura
que ha sido publicada por todas partes, y que ha traspasado nuestras
fronteras. Además, se me considera uno de los grandes pensadores de este
siglo, junto con Erasmus –alardeó.
- ¿De todo el siglo, nada menos?
- No tolero la falsa modestia –su anfitrión declaró –, y Michel tuvo que
sonreírle al humanista obstinado. Los científicos eran del mismo nivel y
pasaron un tiempo hablando de los documentos médicos de Aristóteles.
Congeniaron muy bien y decidieron visitarse más a menudo. Durante los
próximos meses, el lazo de amistad creció entre ellos y un día, Julius le
mostró su biblioteca secreta. Era secreta, porque muchos libros fueron
considerados una amenaza por la Iglesia.
- Mira Michel, el documento revolucionario de Copérnico con "El sol
como el centro del universo".
- En realidad, los místicos y astrólogos ven al sol como a una de las
estrellas –su amigo dijo –. Pero ¿supongo que un científico quiere ver
pruebas y qué puede hacer con esa clase de sueños?
- Por el contrario, los sueños pueden ser muy útiles –respondió Julius –.
¿Por qué no los escribes alguna vez? Verás que tu desarrollo personal se
beneficiará de eso.

Isabelle nació. Brillaba como el sol y crecía rápidamente. La niña parecía


ser el centro del universo y Víctor era su compañero constante. La
sirvienta, que no tenía hijos propios, adoraba simular que la hermosa niña
era suya. Mientras la familia crecía y florecía, algo siniestro comenzaba a

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suceder en el mundo exterior. Hasta ahora la plaga le había perdonado la
vida a Agen, pero el destino ahora golpeaba. Después de que se diera a
conocer el primer caso, la vida pública se detuvo inmediatamente.
Aterrorizados de contagiarse la enfermedad, todos evitaban el contacto con
el otro tanto como fuera posible. Y con toda razón, porque pronto hubo
más víctimas. El doctor citadino progresista inmediatamente impuso
cuarentena para varios distritos de la ciudad, en donde cientos de perros y
gatos ya se estaban pudriendo. Nostradamus trabajaba horas extra y corría
de un paciente hacia otro. El médico les dio órdenes estrictas a las
autoridades para que enterraran a los cuerpos tanto de los humanos como
de los animales entre capas de cal para prevenir infección. También
ordenó que todos quemaran la basura para que no quedara nada que
sirviera de alimento a las ratas y las pulgas. Después de esto, hubo un olor
constante a humo y fuego en el aire. Les dijo a las víctimas de la plaga que
aún estaban vivas que se untaran una crema hecha de ajo y aloe sobre sus
cuerpos. El doctor seguía enfatizando la importancia de la higiene y la
buena alimentación, y la mayoría de los habitantes del pueblo apoyó este
método. Algunos no confiaban en él, sin embargo, y buscaron un chivo
expiatorio del desastre. Protestas comenzaron a estallar en la plaza del
pueblo, exactamente en donde vivía la familia de Nostradamus. El agotado
medico oyó el ruido, caminó hacia la ventana y se asombró al ver que se
estaba preparando leña para el fuego junto a la fuente. En un abrir y cerrar
de ojos una enorme multitud se había reunido alrededor del fuego y dos
hombres era llevados hasta allí. La gente de Agen estaba furiosa y gritaba
hasta más no poder. Michel se dio cuenta de que la gente del pueblo estaba
jugando el papel de juez y jurado. La situación estaba fuera de control.
- Dios todo poderoso, tienen a Abigail –, de repente gritó. Uno de esos
pobres condenados era su amigo, el vendedor de libros. Recibía todo tipo
de insultos y el doctor comenzaba a hervir de indignación. Yolande se
paró junto a él, alarmada.
- Te quedarás aquí, ¿verdad? –ella le dijo, asustada, pero su marido no la
escuchó y salió corriendo a la calle furioso. Su sentido común le dijo justo
a tiempo que se mantuviera frío y a travesó la multitud de manera
controlada.
- ¡Estos judíos putrefactos son la causa de todo este mal, quémenlos! –
algunos de ellos gritaban, llenos de odio. Yolande observaba sin poder
hacer nada.
“Por favor”, ella pensaba, dura del miedo, “no discutas con ellos”. Los dos
judíos estaban atados a los postes y alguien intentaba prender la leña.
- ¡Deténganse! –Nostradamus gritó. La orden autoritaria silenció a la
multitud y la gente se desplazó hacia atrás para darle paso al médico,
quien, después de todo estaba casado con una de los Vaudemonts. Con
frialdad ordeno al último de los instigadores que se hiciera a un lado y

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subió a la hoguera. Con gran determinación, arrancó las sogas que
sujetaban a los desafortunados a los postes. El rescatador enfocó su
atención en su viejo amigo Abigail por un momento. Abigail lo miró,
colmado de fe y una luz comenzó a brillar en sus ojos.
“¿Qué me está pasando?” pensó Michel. Y por un minuto la belleza
intensa de aquellos ojos lo desequilibró.
“No, no muestres vulnerabilidad alguna delante de los lobos”, y
previniendo un cambio posible en el humor de la multitud, se dio vuelta
con firmeza y les habló con fuerza a las personas.
- La plaga no es causada por los judíos. Si eso fuera verdadero, primero
debería probarse irrefutablemente. Sus temores y su ira los han arrastrado
a esta locura. Vayan a sus hogares y recobren sus sentidos y no alteren el
orden público nuevamente –. La acalorada multitud se dio la vuelta,
desinflada y la plaza se vació. Finalmente, Yolande se liberó del temor
intenso cuando Michel regresó sin percance alguno.
- ¡Jamás vuelvas a hacer eso! –ella gritó, todavía temblando.
- ¡No iba abandonarlos ante esa muchedumbre!
- ¡Tu familia te necesita vivo!
- Estoy vivo –bromeó, lo cual hizo que Yolande lo atacara burlonamente
con una almohada. La plaga, entretanto, continuaba haciendo estragos y el
doctor trabajaba las veinticuatro horas del día en ese tiempo.
Unas semanas después el destino golpeó la puerta de la familia de
Nostramus. Yolande y Víctor se enfermaron. Michel se encontró con esa
situación cuando llegó a su casa del trabajo tarde en la noche. Blanco
como el papel, les diagnosticó la temida enfermedad.
- Es la plaga maldita –maldijo cuando estaba solo en la cocina y golpeó los
muros con sus puños. Fue una coincidencia horrible: el luchador contra la
plaga vencido en su hogar. Profundamente molesto, le dio la mala noticia a
su esposa.
- Puse toda mi atención en mi pacientes y no en ti –se lamentó.
- Michel, por favor no te culpes a ti mismo y prométeme que seguirás
viviendo con Isabelle.
- ¡No sé si podré vivir sin ti!
- Un poder superior vendrá para ti, querido –trató de confortarlo. Lavaba
sus heridas a medida que iba apareciendo, preparaba el mejor alimento en
el que podía pensar y esperaba por un milagro en el último minuto, pero en
vano. Su flor rápidamente se marchitó y murió en sus brazos. Observó que
el último destello de sus ojos desaparecía y vio que el espíritu dejaba el
cuerpo de ella. Al día siguiente, Víctor también dejó la vida y mientras él
le daba un beso de despedida a su hijo, oyó que su hija lo llamaba. Habían
encerrado a Isabelle en su habitación para mantenerla a salvo. El médico
deshecho dejó a su hija al cuidado del sirviente por un día y llevó los
restos de su familia a Puivert. Su esposa había deseado que la enterraran

50
en el cementerio de la familia. Los De Vaudemonts observaron
horrorizados a medida que la carreta con los ataúdes se acercaba. Por
supuesto, ellos entendían lo que había sucedido, pero por temor dejaron el
portón cerrado.
- Esto nos está matando –el conde gritó desde una ventana –, pero hay
otros aquí a quienes también amamos.
- Comprendo. ¿Puede alguien ayudarme a cavar una fosa a una distancia
segura? –preguntó el yerno.
- No, lo lamento. Buena suerte –el conde cruelmente finalizó la
conversación y cerró las persianas. Lleno de odio y solo, el viudo enterró a
su esposa e hijo en el cementerio de la familia, el cual se encontraba justo
fuera del portón. La familia de su esposa secretamente observaba desde el
castillo. De regreso a Agen, el doctor se hizo cargo de su hija, por quien el
decidió seguir con su vida. La primera mentira sobre él comenzó a correr
por la ciudad: Yolande, entrada por su propio padre. Esa noche, la
mucama golpeó la puerta. Un Nostradamus drásticamente deprimido abrió
la puerta mientras averiguaba cuál era el problema.
- Doctor, vine a advertirle. Los De Vaudemonts han puesto a la gente del
pueblo en su contra. Ellos lo acusan de dejar morir a su esposa
deliberadamente, para que no huya con la dote. También se rumoreaba que
usted es amigo de los judíos. Debía contárselo, señor, porque sé que usted
es una buena persona –, y ella se escapó. Michel puso el cerrojo en la
puerta del frente, caminó por la casa perturbado y luego tomó algunas
medidas precautorias. Arriba en la habitación observaba el pequeño rostro
despreocupado de Isabelle, mientras dormía pacíficamente. Finalmente,
Nostradamus pudo llorar y el viento, que soplaba por la ventana abierta,
barrió sus lágrimas. Luego el silencio se quebró y todo el infierno se
liberó. La gente del pueblo que estaba enfurecida y que llevaba antorchas,
daba gritos de guerra maliciosos se reunió delante de la casa en gran
cantidad.
- Asesino –le gritaban– te mereces la pena de muerte. Michel miró con un
ojo por detrás de las cortinas y vio a la multitud.
- Vamos a atraparlo ahora –oyó a alguien decir. Supo en ese momento que
debía partir. La puerta del frente que estaba cerrada crujía tras el esfuerzo
de los brutos que trataban de romperla para abrirla y luego arrojaron una
antorcha encendida dentro de la casa, que apenas esquivó. En un abrir y
cerrar de ojos, recogió a su hija quien se despertó sobresaltada; la amarró a
su espalda y le ordenó que se mantuviera en silencio. Detrás de la cama de
ella, desquició un cajón de una cómoda, tomó violentamente una bolsa de
provisiones y se la echó por encima de los hombros. Luego corrió por las
escaleras hacia el ático con Isabelle. Las cortinas de la habitación ya
estaban en llamas y minutos después toda la casa estaba envuelta en
llamas. Finalmente los vándalos lograron romper la puerta del frente y

51
comenzaron a buscar al mago diabólico en el primer piso, pero por las
llamas intensas, no se atrevieron a subir más alto. Mientras tanto, el padre
con su niña sujetada a su espalda, trepaba por el techo en la parte de atrás
de la casa y saltó hacia el techo de al lado, fuera de la vista de los
vándalos. De esta manera, él pudo dejar la casa que se incendiaba detrás
por las casas colindantes. Afortunadamente, era una noche oscura y los
insurgentes no pudieron encontrarlo. Pero a mitad de camino allí, esa
misma oscuridad provocó que Michel se resbalara y casi se cayera del
techo. Trabajosamente, llegó a la última casa, en donde bajó a un balcón y
desde allí usaba una parra para descender al suelo.
- ¡Allí está! –un personaje furtivo gritó de repente al descubrir su sombra.
Los rebeldes que aún están gritando y gritando en frente de la casa
también lo vieron y entraron enseguida en la persecución. El médico cojo
saltó al suelo y huyó. Él logró perder a sus perseguidores en el laberinto de
senderos y callejones y huyó de la ciudad tan rápido como el viento; muy
lejos, en las colinas y bosques. Un rato más tarde, le dieron una media que
pertenecía al doctor a una jauría de perros rastreadores para que la
olfatearan y rápidamente encontraran su huella. La persecución se anudó.
- ¿Por qué están tan enojados? –preguntó Isabelle.
- No nos quieren –contestó el padre, quien creyó que se había escapado de
ellos.
- ¿Por qué no? Somos buenos, ¿verdad?
- Sí, pero ellos tienen una opinión diferente –, y luego, para su horror, vio
a un grupo de cazadores en el valle. Aumentó su velocidad, impulsándose
a través de los bosques. En lo alto de una colina, la planicie se terminó y
un abismo enorme les impidió huir más lejos. Mientras se pavoneaba de
un lado al otro al borde del acantilado, desesperadamente buscaba una
solución. El sonido de los ladridos de los perros era cada vez más elevado,
debía pensar en algo rápido.
“Está bien, tendré que descender ese difícil acantilado empinado”, decidió.
Michel colocó sus manos en el borde y balanceó sus piernas. Palpaba con
sus pies alrededor en busca de un lugar en donde apoyarlos, mientras sus
manos amenazaban con resbalarse. Los pies encontraron algo y usando la
mayor concentración, comenzó el descenso imposible. Isabelle estaba
aterrorizada al mirar hacia abajo en el barranco desde la espalda de su
padre. Los perseguidores progresaban rápidamente y pronto llegaron al
mismo abismo. Descubrieron a Nostradamus, quien estaba recorriendo la
última parte del acantilado vertical veinte metros por debajo de ellos y
luego desapareció dentro del refugio de los árboles y arbustos. La luna
desapareció detrás de las nubes y ellos no pudieron seguirlo más con los
ojos. Los conspiradores no se atrevieron a intentar descender por el mismo
camino, en particular porque no podía hacerse con los perros. Algunos de
los perseguidores, quienes conocían la zona como la palma de sus manos,

52
indicaron algunos pasajes vecinos. El grupo se dividió y continuaron con
la persecución. Kilómetros más adelante, Michel tenía que elegir entre dos
caminos: ir hacia arriba o ir hacia abajo. Debido a los árboles altos, no
podía en verdad obtener una clara impresión de cuál de los dos caminos lo
conducían, se arriesgó y eligió el camino hacia abajo. Siguiendo la ruta
elegida, pronto llegó a una grieta transitable la cual separaba dos planicies.
Un grupo de perseguidores, quienes habían tomado otra ruta, ahora habían
encontrado el mismo camino; los perros se podían oír una vez más. La
fuerza de Michel comenzaba a disminuir; había atravesado una enorme
distancia y no podía mantenerse de pie por mucho más tiempo. La luna
regresó e iluminó una apertura en las rocas que estaba a su alcance. Casi
sintiendo el aliento caliente de la gente del pueblo en su cuello, el doctor
decidió ocultarse en la cueva. ¿Quién sabe, con un poco de suerte...? Pero
el marginado fue descubierto nuevamente.
- ¡Allí van! –alguien gritó. Bajo el sótano de roca, Michel buscaba
desesperadamente en su bolso. Tomó una vela y, como un rayo, la
encendió con una piedra refractaria. La luz era indispensable aquí y con
una carga valiosa sobre su espalda, caminó a zancadas por la cueva, la cual
lo condujo a una red de caminos subterráneos.
- Maldición, la llama se está apagando –maldijo caminando demasiado
rápido. Encendió la vela nuevamente y continuó su camino. De pronto,
oyó gritos detrás de él.
“Santo cielo, ya están aquí, es obvio que no tenemos tanta suerte”, se
murmuró. El enemigo entró a la cueva y el ladrido de los perros ahora se
tornó horrorosamente alterado. Esto desorientó a las bestias y lo hizo más
difícil para ellos seguir la huella. Los atacantes, sin embargo, no estaban
desanimados por eso e inmediatamente se dividieron en grupos más
pequeños. Después de todo, había solo un número limitado de pasajes, uno
de ellos lo conocía. Divididos en varios grupos, continuaron su camino.
Nostradamus los oía acercarse cada vez más e intentaba hacer el menor
ruido posible. En un punto, vio un túnel con agua subterránea profunda.
Esta sería su única oportunidad para librarse de los perros. Aquí perderían
el olfato por completo. El padre palpó a su alrededor para asegurarse de
que su hija aún estuviera sujetada firmemente a su espalda y luego
comenzó a caminar por el agua en el túnel. Aunque sólo tenía dos años,
ella comprendía la seriedad de la situación y se quedaba sin decir ni pío. El
agua comenzaba a subir en una proporción alarmante, sin embargo, y el
padre comenzaba a temer lo peor, mientras la gente del pueblo estaba
pisándole los talones. Continuó desesperadamente. El agua ahora llegaba a
su cintura y su hija temblaba de frío.
“Se termina”, él se lamentaba, “solo un poco más y tendré que bajar a
Isabelle de mi espalda”. El agua ya le llegaba a los labios.

53
“Tal vez, debería rendirme”, consideró. “¿Tal vez, permitan que mi
pequeña hija viva? Pero ¿quién la criaría? Nadie querría al niño del mago
cuya familia murió de la plaga. Especialmente después de esas
acusaciones de mi familia política”, y, con desánimo, continuó caminando
por el agua. De pronto, el suelo desapareció debajo de sus pies y se vio
obligado a comenzar a nadar. Michel dijo una oración rápida, mientras la
vela se extinguía y se hundió en el fondo.
“Que el Señor nos acompañe... ¿Jamás se rendirán esos crápulas?” Nadó
hacia un peligroso agujero negro y luego golpeó su cabeza en el techo.
Pero sorprendentemente, los dos aún respiraban y los muros lentamente
comenzaban a hundirse. Había más lugar para moverse y con grandes
golpes continuó nadando en el lago subterráneo.
“Nadie nos está siguiendo”, él notó. Luego sintió el suelo por debajo de
sus pies y con mucha dificultad, resbaló y se deslizó por la cuesta
resbalosa.
- Creo que lo vamos a lograr, Isabelle –le susurró, sintiéndose optimista
otra vez y, completamente mojado, alcanzó el terraplén, en donde escuchó
sonidos por largo tiempo. Parecía que los villanos habían desistido de la
persecución, porque aún no había sonido alguno que oír. Después de
descansar por un pequeño rato, tomó una vela nueva de su bolso y la
mecha húmeda pronto encendió. Una cueva gigantesca con innumerables
agujeros y túneles se iluminó y Michel se apresuró para encontrar su
camino. La capa de piedra caliza aquí debajo había sido erosionada por la
precipitación durante siglos y se convirtió en un laberinto.
“Esta cueva podría tener millones de años”, la contemplaba y de inmediato
descubrió muros con dibujos míticos de animales vivos.
- No somos los primeros aquí, Isabelle –, y miró alrededor maravillado.
Caballos corriendo y ciervos tensos, dibujados en negro, rojo y amarillo,
parecían listos para saltar los muros brillantes. Las imágenes misteriosas
estaban llenas de acción y movimiento. Apenas dando la vuelta alrededor
del sótano, un potrillo de color púrpura con crin negra te miraba directo a
los ojos y una vaca blanca saltaba alegremente por el techo. Un poco más
alejado, en una galería de figuras que saltaban y caían, se veía a una yegua
preñada a quien una flecha la alcanzó. De algún modo le recordó a
Yolande y él rápidamente giró la cabeza.
- ¡Dibujos prehistóricos! –balbuceó. Su fuerza se estaba terminando y
buscó un lugar para pasar la noche.
- ¡Achís! –, Isabelle inesperadamente estornudó y el ruido hizo eco en la
cueva.
“Espero que nadie lo haya oído”, el padre pensó y sintió temor
nuevamente. Bajó a su hija de su espalda y la recostó en un hueco en el
suelo.

54
“Nuestra ropa tendrá que secarse sobre nosotros”, él concluyó, después de
que palpara su chaqueta. Apagó la vela, después de eso los dos agotados
cayeron de sueño. Michel pronto despertó y encontró algunas piedras que
dolorosamente presionaban las costillas. Isabelle aún dormía.
“Muy mal. No era una pesadilla”, él suspiró. Palpó para encontrar la
última vela y la encendió. Vio que goteaba agua de un rostro de piedra y la
juntó en una taza. Su pequeña hija despertó unos minutos después y le dio
un poco de agua para beber. Había un poco de pan y cecina en el bolso y
lo usaron para apaciguar el hambre por el momento. Sus ropas estaban un
poco más secas y ya era tiempo de comenzar a buscar una salida. Amarró
a su hija en su espalada nuevamente y comenzó a buscar la luz. Después
de una hora aún no habían encontrado una apertura la última vela se estaba
consumiendo tremendamente. Continuaron deambulando alrededor,
cuando de repente la llama comenzó a ladearse hacia un costado. Con
expectativa optimista, caminó hacia el aliento del viento y pronto
descubrió un rayo de luz cuyo brillo atravesaba un agujero en el techo.
Podía ver el azul del cielo. Era una vista para ojos irritados después de
aquella prolongada oscuridad.
“Pero no había nada que me impulsara para arriba”, pensó, desalentado
mientras examinaba los muros empinados.
“Espera un minuto…” y sacó un cuchillo de su bolso, pensando que podía
tallar huecos para que las manos y los pies pudieran asirse. La piedra
caliza era bastante frágil y se trabajaba bien. Cuando el trabajo se terminó,
con sumo cuidado se impulsaba hacia arriba en huecos tallados, con
Isabelle sobre la espalda. Después de un esfuerzo sobre humano, alcanzó
la apertura y aferrado al muro, puso su mano afuera durante un minuto. El
sol brillaba sobre ella.
“La estrella que todo lo hace visible”, pensó con humildad. Y después de
agrandar la apertura, se arrastró hacia afuera y se encontró a sí mismo
sobre la llanura cubierta de hierba, en donde él inmediatamente observó la
zona al igual que un águila. No se veía humano alguno y suspiró aliviado.
- Isabelle, lo logramos, ahora todo quedó detrás –, y bajó a su hija de su
espalda. La niña por fin estaba parada sobre sus dos pies nuevamente y
corría alrededor del paisaje, en donde no se veía casa alguna por ningún
lado.
- Debemos asearnos, pequeña –dijo el padre, quien sospechaba que podría
haber un río o arroyo en las colinas más adelante. Puso a su hija sobre sus
hombros y después de un corto camino llegaron a un valle con un arroyo
pequeño que lo atravesaba. El agua del río parecía limpia y bebieron de él.
Luego se quitaron los zapatos y dejaron que sus pies colgaran y se
sumergieran en el agua clara. Después de haberse lavado los rostros,
Michel le dio a su hija un pedazo de pan de su bolso, el cual también

55
contenía una pequeña fortuna. Más de trescientos francos; la dote de De
Vaudemont.
“Eso nos ayudará a vivir los próximos años”, calculó y comenzaba a
pensar en un estrategia para el futuro. Volver a Agen no era una opción.
Primero dejar la zona a pie y luego, con mucha suerte, encontrar un
carruaje que nos lleve a Saint Rémy. Parecía un buen plan. Un poco mas
adelante crecían árboles de ciruelos y las frutas maduras eran fáciles de
recoger. Después de comer hasta saciarse, comenzaron a recuperarse un
poco de la agotadora cacería de brujas. Isabelle ya gritaba de felicidad ante
una mariposa que revoloteaba.
“Verdaderamente, la vida continúa”, el padre observó, con añoranza.
“Quizás ella realmente logre que mi vida valga la pena vivirla…” Ese día
viajaron por colinas y valles y para la puesta de sol descubrieron una
pequeña casa de piedra deteriorada que se encontraba oculta en una zona
de bosque. La casucha resultó que estaba desierta y eligieron un lugar en
su refugio. Aquí ellos pudieron pasar la noche a salvo. Restos de carbón en
el piso daba a entender que allí había encendido el fuego, probablemente
cazadores. Después de comer un poco de cecina y un poco más de
ciruelas, era tiempo de ir a dormir. El padre rodeó a su hija para protegerla
del viento, el cual soplaba libremente por la ruina. En medio de la noche,
el viento se tornó más intenso y bramaba por la pequeña ruina de una casa.
Despertó a Nostradamus y revisó para asegurarse de que su hijita aún
estuviera a su lado, antes de volver a dormir.
Era muy tarde de la mañana siguiente cuando una urraca lo despertó por el
canto fuerte en el techo. Su hija, sin embargo, no había hecho ni pío
todavía.
- Isabelle –susurró y la tocó. “¿Por qué está tan tranquila?” Y se inclinó
sobre ella con una horrible premonición.
- ¡Dios, no! –gritó en cuanto reconoció con gran horror las manchas negras
sobre el rostro de su niña. Su grito despertó a Isabelle y ella abrió sus ojos
e indicó que no se sentía bien. Ese enfrentamiento con la plaga fue
demasiado para él. Algo dentro de él se quebró y aturdido, se sentó y tomó
a su hija en sus brazos y suavemente la mecía. Al día siguiente murió y
junto con ella también desapareció su motivación para seguir vivo. Sólo se
sentó allí mirando fijo en el espacio cuando una escena inquietante
comenzó a jugar en su mente.
- Puedes dejar a esos dos juntos; uno no puede sobrevivir sin el otro –el
oficial francés ordenó. El dúo inseparable, Bruno e Yves, estaban
arrastrando el pesado cañón en su soporte hacia el frente, por el barro, con
gran esfuerzo. La abundante lluvia había cambiado el suelo polvoriento en
mugre marrón y los uniformes azules se estaban cubriendo de esa mugre
mientras trabajaban.
- ¡Empújalo hacia la izquierda, bruto! –Bruno le reprochó a su compañero.

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- Creía que tú te harías cargo del trabajo con los poderes de tu mente –
Yves suspiró. Finalmente, llevaron al cañón al lugar correcto y Bruno
comenzó a prensar la pólvora, al mismo tiempo que Yves ubicaba la bala
del cañón en la parte de arriba del tubo. El truco era lograr que el misil
detonara en el suelo justo en frente del enemigo para que pudiera entonces
penetrar las líneas a la altura del hombre. La artillería entera fue colocada
en posición y el General Ney estaba parado y listo para dar la señal de
ataque.
- ¡Fuego! –ordenó. Los cañones franceses tronaron y la brigada de la
alianza sufrió pérdidas visibles. Los artilleros luego observaban en
progreso de la Batalla de Waterloo*, mientras cuatro de su divisiones
marchaban hacia el Monte Saint Jean. Dos caballerías de las brigadas
enemigas inesperadamente cabalgaron dentro de la marcha de los soldados
franceses, quienes tenía que vencer una retirada a toda prisa. Ahora todos
estaban esperando el turno y los cañones fueron recargados lo más rápido
posible.
- ¡Apresúrate, Yves, mete la bala en el cañón! – La provisión entera de
municiones se agotó rápidamente, pero los ingleses recibieron una paliza
tremenda. Cuando las trompetas anunciaron el ataque, los jinetes franceses
galoparon por la nieve fangosa para dar a la alianza el golpe mortal. Pero
de pronto, completamente inesperado, miles de prusianos dispararon del
bosque para ayudar a los otros y ellos totalmente pisotearon a esos gallos.
Para salvar sus vidas, Bruno e Yves se arrastraron por debajo del cañón y
en medio del caos apuntaron sus armas.
- Ojalá estuviéramos aún en la Provenza –dijo Yves, con ojos soñadores,
mientras algunos de sus oficiales estiraban la pata justo en frente de sus
ojos, con sus sables en las manos. Bruno no tuvo oportunidad de
responder, porque una bala de cañón enemiga lo mató al mismo tiempo.
Sus brazos y piernas volaron por los aires y sólo la cabeza permaneció al
lado de su cuerpo.
Sobresaltado, Nostradamus volvió de un salto a la realidad. Después de
todas esas horribles imágenes, él vio el cuerpo de su hija, que estaba junto
a él, parcialmente descompuesto, rodeado de un enjambre de moscas.
- ¡Fuera! –gritó como un loco y balanceaba sus brazos para dispersarlas.
El padre se había convertido en un salvaje, no sabía por cuánto tiempo
había estado sentado allí. Se levantó y recogió los restos de su niña y los
enterró en campo abierto.
- Que en paz descanses, mi pequeña niña –dijo, calmándose un poco –. A
ti sólo te dieron una corta vida. Ahora debo partir y decirte adiós. La vida
continúa.

* 1815

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Después de haber colocado una cruz hecha de ramas sobre la pequeña
tumba, él recogió su bolso y comenzó a caminar. Luego de haber dado
algunos pasos, se dio vuelta y miró la tumba por última vez. Desde ese
entonces en adelante, el médico perdido caminaba sin rumbo.

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Capítulo 4

Pau, Nay, Loron más fuego que a sangre será,


Nadando en halagos, el grande, de los seguidores huirá:
Los hostigará y su ingreso rechazará,
Pampon y Durance presos los matendrá.

Una noche muy tarde, hubo un inesperado y fuerte golpe en la puerta del
frente de una posada, en algún sitio alto de los Pirineos. De mala gana, el
propietario la abrió y se asustó de la persona con una apariencia de terror
en el umbral. El visitante siniestro usaba una capa negra sucia con una
capucha y tenía una barba desprolija. Tenía una mirada diabólica y su
rostro parecía cuero curtido.
- Lo lamento, está cerrado, –el posadero dijo, asustado.
- Entonces, ¿por qué la puerta está abierta? –objetó el extranjero; luego le
dio un franco y obstinadamente entró.
- Quiero quedarme aquí por unos días, –continuó el viajero. Parecía inútil
discutir con él.
- Creo que sí tenemos una habitación –el dueño balbuceó –, pero ¿podría
preguntarle cuál es su nombre?
- Puede llamarme Sermo, –respondió y el dueño lo llevó a su habitación.
- Me gustaría algo para comer y beber antes de ir a dormir –su invitado le
hizo saber y nuevamente colocó un franco en su mano.
Qué generoso es con su dinero, el anfitrión pensó con avaricia y
rápidamente puso una jarrita de cerveza en frente de él antes de correr
hacia la cocina para preparar una comida. Después de un ratito, le sirvió
un caldo caliente al tipo raro. El posadero incómodo quería ir a la cama,
pero pensó que sería mejor estar alerta por el momento.
- Señor Sermo, ¿vio el cielo hermoso? Aún en estas montañas es raro ver
tantas estrellas en los cielos.
- No, no lo noté –su huésped respondió y estoicamente continuó
comiendo.
- Hasta puede ver el planeta Marte, –el propietario continuó.
- ¿Sin la ayuda de algún instrumento?
- Sí, por supuesto, ¿qué más?
- ¡Un catalejo! –el extranjero declaró quien se limpiaba la boca y luego
bebió su cerveza de un trago.
- Jamás oí hablar de eso –el dueño balbuceó.
- Una vez tuve uno –el huésped clamó, quien había finalizado su plato y
ahora estaba listo para ir a dormir.

59
- Bien, buenas noches entonces, y por favor perdóneme por negarle la
entrada antes –dijo el posadero, finalmente sintiendo que era seguro
dejarlo. El visitante entró en su habitación y colgó su capa en una percha.
Luego caminó hacia la ventana cerrada con un modo de andar pesado,
abrió las persianas y miró al excepcionalmente cielo claro. En verdad,
Marte podía verso sin la ayuda de algún instrumento.
“Las personas van y vienen, pero las estrellas y los planetas siempre
permanecen”, pensó mientras miraba a la destellante Spica. “Fue hace
mucho tiempo, abuelo, cuando solíamos mirar el cielo juntos”. Michel
sacó la billetera de su funda, la puso debajo de la almohada y se recostó en
la cama con olor a humedad.
“Mañana caminaré por las montañas un poco”, pensó. Luego miró por la
ventana fijamente. Un poco más tarde, la Luna creciente se hizo visible y
el médico errante miró al planeta de sentimiento e incertidumbre maternal.
La luna seguía agrandándose cada vez más y parecía querer ser el centro
de atención. Michel lentamente entró en trance. Imperceptiblemente, todo
alrededor de él se había puesto blanco y a donde sea que mirara se
encontraba la luna. De repente se dio cuenta de que ya no se encontraba en
su cama, sino flotando en el espacio. Se dio vuelta y buscó a la conocida
Tierra, pero estaba muy lejos. Comenzó a entrar en pánico por el enorme
espacio vacío a su alrededor, después del cual regresó a su cama con un
golpe. Cubierto de sudor frío se dio cuenta de que había tenido una
experiencia extra corporal. Una muy desagradable.
“Creo que me quedaré en la Tierra por un tiempo después de todo”, pensó.
Cuando a la mañana siguiente, estaba caminando por fuera en el aire
enrarecido, descubrió para su gran sorpresa que la venda se le había caído
de sus ojos. El mundo entero estaba de pronto abierto y descarnado, y el
anteriormente aire delgado de la montaña estaba preñado de un millar de
ideas las cuales formaban el mundo material. Las ideas nacieron de
material estancado y en las dos atmósferas el tiempo se había convertido
en un fenómeno tridimensional. Era una creación extraordinariamente
recíproca. Causas y efectos innumerables también se develaron ante él y
debido a los muchos impulsos se tambaleaba como un borracho en el
sendero de la montaña. Parecía como si su cuerpo causal se hubiera
transformado en funcional.
“Antes de que la Luna finalizara la creciente, su conocimiento adormecido
se despertará, pero primero la Muerte Negra te guiará al arrepentimiento”,
ahora recordó las palabras de Hermes.
“Pero eso significa que mi familia ha sido sacrificada por mí”, se le
ocurrió. “¿Eso es lo que quieren decir con la verdad desnuda: verdad que
no es soportable para un ser humano?” Y se retorció de dolor al darse
cuenta de la espantosa situación.

60
“¿Dios no tiene piedad?” se quejó. “Y si mi familia fue un títere en este
juego, entonces, ¿qué soy yo? Todos somos sólo marionetas en una obra”.
Eran apreciaciones mordaces y por un minuto sintió un resentimiento
enorme hacia el Creador todopoderoso.
“¿Pero quién soy yo para odiarlo a Él?” reconsideró rápidamente. “Soy un
eslabón insignificante en la cadena” y se liberó de su odio.
“Interpretaré mi propio papel y dejaré que el grano se separe de la paja”,
decidió y con determinación el vidente, vuelto a nacer, escaló hacia la
cima de la montaña. El breve torrente de información, el cual
continuamente cambiaba de naturaleza, era aplastante para su sexto
sentido y aún no podía controlarlo. Dejó que siguiera su curso y dio la
vuelta sobre un acantilado sobresaliente para contemplar el paisaje
hermoso, el cual se extendía al norte de la ciudad de Pau, pero nuevamente
él captó una mínima información: Pau, Nay, Loron, más fuego que a
sangre será. Pampon y Durance mantendrán encerrada la grandeza. El
acertijo fue interrumpido desafortunadamente por nuevos símbolos e
imágenes, las cuales lo hicieron tambalear.
“Voy a tener que aprender a caminar nuevamente”, decidió con sorpresa.
Al día siguiente, Nostradamus dejó los Pirineos y viajó hacia la ciudad de
Pau para averiguar sobre los nombres de Pampón y Durance en el
municipio. Un funcionario del gobierno local lo recibió en su oficina y el
barbudo médico le mostró su título de doctor para estar del lado seguro.
- Lo siento, pero no puedo ayudarlo con lo que busca –dijo el funcionario–
. Tal vez el alcalde haya oído esos nombres. Tome asiento por allí un
momento –. Michel se sentó en la recepción, en donde alguien estaba
haciendo una estatua de arcilla. Siguió el proceso creativo desde una
distancia, pero pronto caminó con paso suave hacia el artista para
conversar.
- ¿Qué va a ser? –preguntó.
- La Sagrada Virgen María –el hombre respondió, sin pasión.
- ¿Y de qué será?
- De bronce –. Michel se sentó nuevamente en el banco a esperar y
después de un rato, comenzó a sentirse molesto por la diligente ejecución
de la estatua de la Virgen María. Finalmente se levantó, sin sosiego, y
nuevamente caminó hacia allí.
- A este ritmo, se parecerá más a un diablo que a la Sagrada Virgen María
–lo fastidió. El obrero se sintió muy insultado.
- Tendré que reportar su comentario –le gritó, pero la riña dejó frío a
Michel. El alcalde finalmente apareció e invitó al erudito desconocido a su
oficina.
- Pampon y Durance –dijo pensándolo bien–, el último es el mismo
nombre que el río. Pero tendré que buscar en nuestros archivos. Vuelva la
próxima semana y probablemente tendré más información para usted.

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Esa semana al extranjero de repente lo agarraron del cuello en el
municipio porque las autoridades lo acusaban de blasfemia. Nostradamus
debió presentarse ante la corte. En el tribunal admitió que había hecho un
comentario crítico al obrero, pero se defendió con el hecho de que solo
comentaba sobre la ignorancia del artista, no sobre la misma Virgen
María.
- ¿Tiene testigos? –preguntó el juez.
- ¡Por desgracia, no!
- Entonces su argumento no convincente. Yo lo sentencio a una semana en
la prisión Nay. Y estoy siendo poco severo.
Michel fue llevado con esposas. Al final, la correccional en Nay estaba
bajo renovación y por consiguiente los convictos fueron transferidos a la
cárcel de Loron.
- Nunca antes encerré a un científico aquí –el guardia dijo.
- Será mejo que me dé un poco de agua y pan, antes de que me escape –
Michel respondió con sequedad. El guardia se rió.
- En tres días Pampon estará aquí para relevarme. Extrañaré su humor.
- El humor no es mi lado más fuerte, pero ¿puedo preguntar cuál es su
nombre?
- ¡Durance!
Después de su liberación, el erudito rechazado se encontró a sí mismo
paseándose por un camino del bosque, en algún lugar de Charente, y
pensaba en el simbolismo de todos los mensajes que había estado
recibiendo desde arriba.
“Qué pasa si combino la información con astrología”, pensó. “Entonces
podría predecir con exactitud la fecha de las predicciones dentro de uno o
dos días”. Y estaba a punto de inclinarse para levantarse sus pantalones
anchos, cuando una haya* le dijo que uno de ellos estaba por caerse.
Alerta, él cuidadosamente dio un paso a la vez, cuando un árbol de
castañas se destruyó en el camino, justo en frente de él.
- ¿Tratas de inspirarme? –el excéntrico tontamente preguntó. Después de
pasar por encima del obstáculo, él cavilaba sobre la predicción que se
había hecho realidad, discutió con él mismo su pureza y la comparó con
los casos anteriores.
“Las profecías a corto plazo están mostrando temples de corcel”, él
descubrió, “pero para adentrarse en el simbolismo, necesito saber más
sobre el tema. Qué mal no haber registrado los sueños lúcidos de mi
juventud”. De ahora en adelante él registrará todas las predicciones en un
diario y de vez en cuando hará conexiones.
Después de caminar sin rumbo fijo por algún tiempo, él se enteró por un
vendedor ambulante que el monasterio en el pueblo costero de Fécamp en

* árbol

62
Normandía tenía una linda casa de huéspedes. Los monjes allí eran muy
compasivos; parecía un buen lugar para retirarse por un tiempo. Decidió
seguir esas recomendaciones y se unió al monasterio, el cual estaba
situado al fondo de los acantilados. La orden de los Benedictinos reinaba
aquí y seguían las reglas de su líder espiritual desde el cuarto siglo después
de Cristo. Nostradamus arrojó efusivamente su bolso marinero al suelo y
el hermano Mabillon caminó hacia él y le preguntó en qué podía ayudarlo.
- Me gustaría quedarme aquí por un tiempo –señaló el visitante, mientras
un tropel de monjes con vestiduras negras muy lentamente pasaron por
detrás de él.
- Eso está bien. Nosotros esperamos que nuestros huéspedes sigan las
reglas en forma estricta. En otras palabras: dormir, comer y trabajar con
nosotros.
- Para mí está perfecto, porque necesito desesperadamente un poco de
regularidad –respondió Michel con displicencia.
- No crea que será fácil –comentó el monje –. Se espera que todos trabajen
duro desde las siete de la mañana hasta las siete y treinta de la noche.
Después de eso, todos deben asistir a una conferencia. Y una pequeña
oración se reza en cada hora. Todo esto los siete días de la semana. Ah sí,
el desayuno se sirve a las seis en punto.
- ¡Excelente!
- Hay partes del día en que puede elegir su propia actividad –continuó el
monje. Benoit Mabillon le asignó entonces una habitación a él, después de
lo cual, todos cantaron la misa de las doce en punto. Tarde en la noche
hubo una hora de recreación y Michel pudo ver el otro lado de Mabillon.
Benoit mostró ser un monje divertido con tendencias rebeldes.
- Nuestro líder, Benedictus, rechazó tentaciones y riquezas materiales –él
conversaba –. Nosotros también, por supuesto, pero tú en verdad deberías
saborear mi poción de hierbas. Tiene agregado una buena cantidad de
alcohol.
- Estoy ansioso –… Cuando llegaron a su oficina unos minutos después, el
alegre Benedictino le sirvió un poco de la bebida casera.
- Esto es fantástico –dijo el huésped, después de beberlo de un trago.
- Eso es lo que pienso. Le he incorporado veintisiete hierbas y plantas
raras de todas partes del mundo, –Benoit dijo con orgullo.
- Es una infusión rica; me encantaría aprender de usted. Probablemente
podría usar su conocimiento de hierbas más adelante para combatir
enfermedades.
- Ningún problema. Mañana después de las vísperas puede venir y
observar en mi cocina. Oremos por el mundo entero; no sólo por nosotros
mismos. En la misma forma, nuestro conocimiento debería ser
compartido.

63
Poco a poco, Benoit le enseñó a su amigo a reconocer y procesar hierbas y
Michel lo ayudó a descifrar antiguos estilos de escritura.
- Mira, aquí hay un texto sobre astrología, tu territorio –dijo Benoit,
cuando estaban mirando una colección de libros juntos. La conexión con el
afectuoso monje había llegado en el momento justo. Después de una etapa
miserable en su vida, el médico comenzaba a curarse en cierto modo.
Decidió quedarse y adherirse a las reglas estrictas del monasterio hasta el
final del invierno.
Durante una hora libre, una tarde, Michel estaba sentado en lo alto de los
acantilados y miraba fijo el horizonte del Océano Atlántico. La costa
británica no estaba lejos.
“La fascinante ciudad de Londres debe de estar en algún lugar por allí”, él
lo sabía. Pero no se podía ver nada más que olas que bajaban a un ritmo
constante hacia el Estrecho de Dover. El grito de las gaviotas llamó su
atención. Estaban siguiendo a los botes pesqueros que habían jalado sus
redes. De repente, una predicción le vino al observador, desde Inglaterra.
Un triste suceso que sucedería en la isla. ¿Pero qué? No lo sabía aún. En
un documento que le pidió prestado a Benoit, revisó las tablas
astrológicas.
“La posición actual de las estrellas y los planetas no se repetirán hasta
1666”, él calculó, mientras el viento agitaba las páginas. Con la lapicera en
su mano, nuevamente reflexionó sobre el futuro desastre, el cual aún
estaba poco claro.
“Tendré que comprar las herramientas de medición correctas, porque los
cálculos del tiempo son muy amplios de esta manera”. A continuación,
escribió los conceptos y puso los cálculos al lado de ellos, en clave.
“Si esto cayera en las manos de esos detestables jueces de la religión sin
disfraz alguno, estaré en grandes problemas. Ya he aprendido esa lección”.
Esa noche se fue a la cama contento. Bueno, antes del comienzo de
alabanzas, fue bruscamente despertado de su sueño. Por lo menos, eso es
lo que pensaba.
- ¡Fuego! –alguien gritó y nubes espesas de humo flotaban por su
habitación. Michel estaba tan asustado, se cayó de la cama, salió y bajo
corriendo las escaleras. La planta baja se estaba incendiando y parecía
imposible extinguir el fuego.
- Isabelle, ¿dónde estás? –llamó, confundido, pero luego lentamente cayó
en la cuenta de que su hija ya no estaba viva. En la planta baja, un horno
de piedra quebrado se podía ver a través del humo denso. Estaba al rojo
blanco, candente. Había sacos de harina rotos por todas partes.
“Esto no es un monasterio sino una panadería”, se dio cuenta. “¡Estoy
soñando!” Grandes llamas de pronto se dirigieron hacia él e
interrumpieron su línea de pensamientos. Mientras huía, su
comportamiento automático lo ayudó a mantenerse a flote y se preguntó si

64
el cuerpo en el sueño podía quemarse. Con valentía dio la vuelta y puso su
mano en el fuego.
- ¡Ay! –gritó de dolor y huyó hacia afuera.
“Aunque todavía creo que esto es un sueño”, se mantuvo firme. El enorme
mar de llamas se estaba expandiendo hacia otros edificios y Nostradamus
observaba desde una distancia segura. Tenía curiosidad por averiguar en
qué ciudad él había terminado. Cruzando la panadería había un puente
impresionante, el cual él creyó reconocer a través de las pinturas. Era el
Puente de la Torre de Londres.
- ¡No se quede parado ahí! ¡Venga y ayúdenos! –de pronto le gritó un
inglés.
“No tengo problema para comprenderlo”, pensó Michel, sorprendido.
“Sospecho que en sueños, el idioma del corazón es el que se habla”. Pero
el observador francés no tenía noción alguna de cómo ayudar. Era un
viajero en el tiempo, no un londinense. El fuego se expandía rápidamente
por todas las casas de madera por completo a orillas del río, en donde se
almacenaban cosas ligeramente inflamables. Los bomberos corrieron hacia
la escena por ahora, pero la destrucción anterior de la rueda hidráulica
junto al puente famoso había cortado el suministro de agua. No podían
dominar el fuego. El viento que nunca cesaba empujaba al fuego hacia
dentro de la ciudad y la ribera, junto con las muchas regiones a lo largo, se
lo estaba devorando completamente. El soñador deambulaba por detrás del
mar de llamas, siguiendo hacia el centro de la ciudad en donde los barrios
ricos estaban amenazados. Los bomberos comenzaron a demoler las casas
adyacentes (por la falta de agua), en un intento de contener el fuego.
Finalmente, más de la mitad de la ciudad se había incendiado y la
magnífica catedral de Saint Paul se vino abajo. Luego el viento se calmó y
el incendio más grande en la memoria de la humanidad lentamente se
extinguió. El viejo centro de Londres se había quemado.*

Un año después en Estrasburgo. Estaba lloviendo a cántaros y


Nostradamus, quien aún deambulaba sin rumbo fijo, entró en un
establecimiento donde la gente estaba tocando canciones populares. Los
obreros balanceaban las jarras de cerveza al compás de la música y
cantaban a grito pelado: "Borracho, loco y tonto, me sumergí en mi
cerveza, bebí una jarra con René, bebí un barril con Renaud". El viudo
lúgubre no pudo contener una sonrisa al ver tantos rostros alegres aunque
un poco borrachos. Los músicos estaban tocando varios instrumentos.
Había un órgano portátil, una flauta y un sacabuche. La siguiente canción
de batalla incluía una pandereta.

* 1666. El Gran Incendio de Londres

65
- Amigos, bebamos otra vez –alguien bramó. Michel se sentó en una mesa
con personas que efusivamente se mimaban en la bebida y por solidaridad
él ordenó una jarra enorme. Se anunció una nueva canción: "Los Sonidos
Sedientos". Después de una hora más o menos, el ambiente de la música
cambió. Una viola transportó en forma gradual a la audiencia a un éxtasis
y los sonidos se transformaron en algo sensual. Luego algunas mujeres
ligeras de cascos aparecieron y comenzaron a seducir a los invitados
masculinos. Los hombres les lanzaban miradas lascivas, pero Michel,
aunque estaba sentado con ellos, estaba tan frío, calmado y sereno como
ellos excitados. Eso apenas le interesó. Del otro lado del bar vio a un
caballero distinguido, a quienes pensó que reconocía. El viejo canoso que
usaba una boina estaba teniendo un debate con su compañero, un joven
aristócrata. Desafortunadamente, sus rostros no se podían ver claramente
en la poca luz, y, curioso, decidió mirar más de cerca. Cuando se acercó,
aún no estaba seguro de quién era, hasta que de repente el anciano lo miró.
Entonces lo supo.
- ¿Se le ofrece algo? –el hombre preguntó. Rulos peinados se asomaban
por debajo de su boina.
- ¡Creo que eres Erasmus! –Michel respondió. Fue una grata sorpresa para
el erudito holandés.
- Es lindo ser reconocido. ¿Y quién es usted?
- Soy el Doctor Nostradamus –. Al mismo tiempo pensó: “Qué gracioso, el
gran pensador tiene una vocecita chillona”. Erasmus lo miró
cuidadosamente, pero no reconoció el nombre.
- Este es el Marqués De Florenville –él le presentó a su compañero.
- Tome asiento –dijo el Marqués. Michel le agradeció y se sentó.
- ¡Ajá! Ahora recuerdo –gritó Erasmus –. Creo que supe de usted durante
un de mis viajes a Italia. ¿No eres ese doctor quien salvó la vida del Papa
al aconsejarle que se encerrara en su casa durante una epidemia de la
plaga?
- Sí, ese soy yo. Y tuve la oportunidad de admirar su retrato en la casa de
Julius Scaliger.
- Ah, Scaliger –Erasmus suspiró –, aún tengo que contestar su carta –. La
conversación entre los dos eruditos acababa de comenzar cuando dos
damas del placer se acercaron a su mesa. Ellas notaron al hosco de
Nostradamus y trataron de seducirlo. Las mujeres de vida alegre se
sentaron con descaro sobre su regazo y le acariciaron la barba. La gente
alrededor de él miró boquiabierta el encuentro llamativo. Los compañeros
de mesa de Michel también tenían curiosidad de ver cómo reaccionaría.
- Es evidente que eres atractivo –bromeó De Florenville, pero, con rigidez,
el primer luchador contra la plaga miró fijo hacia adelante. Las mujeres
ahora le estaban besando la frente y provocativamente presionaban los
pechos en su rostro. Solo la viola aún se podía oír y todos estaban sentados

66
al borde de sus sillas. El ascético consumado, sin embargo, no tenía
intención de rendirse ante alguna demanda lujuriosa y le susurró algo a los
oídos. Después de eso huyeron gritando. Todos se quedaron sin palabras y
se instaló un silencio doloroso en el lugar anteriormente festivo. Pero el
propietario supo que hacer. Ordenó a los músicos que dieran rienda suelta
y la atmósfera festiva pronto volvió a animarse.
- ¿Qué diablos le susurró a aquellas damas? –Erasmus y De Florenville
preguntaron con mucha curiosidad.
- Que morirán de una enfermedad profesional en una semana –su
compañero de mesa respondió secamente. Erasmus soltó una carcajada.
- Nada es tan punzante como tratar a las cosas tontas con tanta expresión
seria en su rostro que nadie se da cuenta de que es sólo una broma.
- No fue una broma –explicó Michel. El marqués se sorprendió al oír eso y
consideró al comentario muy subido de tono.
- En verdad usted, como médico, no puede hacer eso. Lo que acaba de
decir no fue un diagnóstico sino una maldición.
- No fue una maldición, sino una predicción que se hará realidad. Sólo
hablo con la verdad –el vidente respondió.
- ¿No me diga? La doctrina Cristiana prohíbe esos tipos de prácticas –De
Florenville dijo con desdén.
- Entonces me gustaría señalarle los siguientes párrafos de la Biblia,
¡Señor el marqués! En Joel se señala que Dios cree que la gente reciba el
don de la profecía y las visiones. En amos se expresa que Dios muestra sus
decisiones a los profetas. En Deuteronomio está escrito que Dios condena
toda forma de práctica oculta, con excepción de la astrología. En la Carta a
los Hebreos se menciona que todo es visible y abierto. ¿Desea que
continúe, Señor el marqués? – El imbécil engreído se calló la boca.
- He tenido muchas visiones desde mi juventud. También estudié
astrología –Michel recalcó. El marqués esperaba alguna crítica por parte
de Erasmus, su amigo erudito, después de tal jactancia, pero no se movió.
- No puedo decir nada acerca de eso –les señaló –. No tengo la habilidad
de predecir el futuro y sólo pude hablar de mis propias experiencias –. De
Florenville miró fijo hacia adelante con una expresión de pocos amigos en
su rostro.
- Finalmente alguien con una mente abierta –el médico dijo entre dientes.
- Las mujeres tienen una debilidad por el oren religioso –dijo Erasmus–
porque pueden hallar un oído receptivo entre la gente civilizada y pueden
desahogarse y expresarse sobre sus maridos.
- Bueno, no voy a tratar de congraciarme con las mujeres –Michel
denunció– ¡todo ese chismerío!
- Las damas lo juzgaron mal. Usted es la excepción a la regla, pero no de
la peor clase. ¿A dónde fueron esas damas de todos modos? –Erasmus

67
preguntó. Las damas que se habían ido regresaron y se estaban divirtiendo,
pero jamás volvieron a acercase a la maldita mesa.
- La ignorancia es felicidad –el humanista continuó–. Un comentario
simple es todo lo que se necesita para hacerlas feliz nuevamente y ellas
comparten su suerte con muchos.
La conversación cambió a otro tópico. El pensador de Rotterdam resultó
que tenía setenta años, una edad insólita. La edad promedio de vida
rondaba por los treinta y cinco años. También le contó al médico que iba
camino a Bazel.
- Entonces, ¿sólo está en Estrasburgo para tomar un descanso? –supuso
Michel.
- En parte. Me van a honrar aquí mañana en el municipio por mi completo
trabajo humanístico. Además, conozco al Señor De Florenville del círculo
de erudito humanístico Jacob Wimpfeling, con quien he tenido el placer de
entrar en muchas discusiones.
- Estrasburgo se ha convertido en un importante centro de artes literarias
por lo de Wimpfeling –le informó De Florenville, quien estaba saliendo de
su julepe.
- Por supuesto, y así fue como nos conocimos –acordó Erasmus–. Nos
hemos mantenido en contacto desde entonces y El señor De Florenville es
mi anfitrión servicial cuando visito esta ciudad –. Los tres compañeros de
Mesa conversaron hasta tarde en la noche. Finalmente, el propietario les
dijo a sus huéspedes que pronto se acercaría la hora de cerrar y los tres
hombres bebieron una última copa de cerveza. Una vez afuera, se
despidieron bajo un cielo seco. El anciano holandés señaló que le gustaría
ver nuevamente alguna vez al médico clarividente.
- Existe una pequeña posibilidad de eso –dijo Michel. Él previó la muerte
de Erasmus ese verano. El viejo humanista captó la indirecta y se vio ante
su mortalidad, después de lo cual se dieron un cálido apretón de manos.
Sorprendentemente, De Florenville invitó a su nuevo amigo a quedarse en
su castillo por un tiempo. Nostradamus no tenía responsabilidades de
ninguna clase y acepto la invitación. Después de todo, estaba en esa tierra
para experimentar la vida.
Una semana después, el vidente, que viajaba en un carruaje distinguido,
estaba camino al Château de De Florenville en Lorraine, una región cerca
de Estrasburgo. Le llevó un buen rato al cochero encontrarlo. El castillo se
encontraba oculto en un bosque oscuro y remoto. En la entrada del vasto
estado había una torre de entrada, en donde anunció su llegada. El
guardián abrió el portón alto sin pregunta alguna y permitió que en
carruaje con el erudito esperado pasara hacia el patio delantero. Unos
minutos después, el castillo se hizo visible a través de los árboles. Estaba
situado sobre una isla que estaba rodada de un foso. El carruaje cruzó por

68
el puente levadizo y se detuvo delante de los escalones que conducían al
castillo. De Florenville salió en ese instante.
- Doctor Nostradamus, qué agradable verlo aquí –fingió. Era obvio que
aún le molestaba al marqués que lo haya humillado delante de Erasmus.
- ¿Damos un paseo por el jardín del castillo primero? –sugirió. Su huésped
estaba listo para estirar las piernas y acertó. De Florenville, entretanto,
simulaba que todo estaba bien y lo llevó a un laberinto que estaba hecho
con hileras de pequeños arbustos.
- Su lugar es magnífico –dijo Michel. Mientras el marqués le agradecía, se
le ocurrió una pequeña idea desagradable y su mente flotaba junto con el
viento.
“Me voy a divertir con esa clarividencia suya”, pensó con astucia. “Lo voy
a exponer ante la presencia de todos mis huéspedes”. El hombre caminó
por el laberinto, en donde una pequeña estatua de Marco Polo se construyó
en el centro y funcionaba como el punto final al mismo tiempo. Después
de eso, prosiguieron por un molinete hacia un huerto, en donde crecían
varios tipos de árboles frutales. De Florenville luego le mostró el jardín de
vegetales con toda clase de plantas exóticas. Había algunos cobertizos, con
cerdos en uno de ellos; uno negro y uno blanco.
- Doctor Nostradamus –de pronto el anfitrión habló engreído–, usted dice
que eres clarividente. ¿Puede predecir cuál de estos dos cerdos se va a
servir en la cena esta noche? Tiene mi palabra de que no diré nada de esto
a mi cocinero.
Se olía a engaño, pero Michel respondió sin vacilación: "Cenaremos el
cerdo negro esta noche porque un lobo devorará al blanco". De vuelta en
el castillo, De Florenville se fue derechito a la cocina e inmediatamente
faltó a su palabra; ordenó al cocinero que carneara al cerdo blanco para la
cena. El cocinero carneó al cerdo elegido y lo puso en un asador. Mientras
estaba ocupado en la cocina, llamó al ayudante de cocina: "Grenouille,
¿me traerías algunas hierbas del jardín?" Y, al no recibir respuesta,
comenzó a buscarlo. Pero a Grenouille no se lo encontraba por ningún
lado y por lo tanto el cocinero salió él mismo a buscar algunas hierbas.
Justo en ese momento, un lobo perspicaz de casualidad pasaba por ahí,
entró a hurtadillas por la puerta abierta de la cocina, agarró el cerdo blanco
y se lo llevo. Cuando el cocinero regresó y vio lo que había sucedido,
estaba muy molesto y decidió no contarle a su amo. Sólo fue y agarró al
cerdo negro, lo carneó y se las arregló para prepararlo justo a tiempo.
Mientras tanto, los destacados huéspedes conversaban en la sala.
- ¿Han leído algunas obras de Wimpfeling? –el aristócrata preguntó.
- No, he estado ocupado fundamentalmente con las disertaciones
científicas –respondió Michel.
- Bueno, se los recomiendo muchísimo…
- Gracias, tomaré en serio su consejo –amablemente contestó.

69
El marqués dio la bienvenida a sus huéspedes y los invitó a pasar a tomar
sus lugares a la mesa. Durante los primeros platos, se debatieron todo tipo
de temas, hasta que el dueño del castillo les pidió a todos su atención, justo
antes del plato principal.
- Con el fin de alcanzar la profundidad necesaria en esta noche hermosa,
me gustaría citar a mi amigo Erasmus: "La verdadera felicidad existe en
las ilusiones que creamos de ella". Aunque estimo profundamente su lema,
me gustaría agregarle a eso un trabajo extra divertido. Esta noche, dejemos
que los tontos sueñen, porque de un momento a otro se servirá un plato
delicioso que nos hará agua en la boca. Se acercará a la felicidad
verdadera. Hablando de sueños, quisiera hacerles notar que tenemos a un
profeta aquí entre nosotros–. Todos los huéspedes se miraron
sorprendidos, se preguntaban de quién estaba hablando. Michel estaba
sentado tranquilo; sabía muy bien lo que De Florenville tramaba: intentaba
ridiculizarlo.
- Es el Señor Nostradamus –develó el anfitrión. Los aristócratas estaban
todos nerviosos, al notar el tono de voz crítico y observaron al médico con
recelo. –Y esta tarde mi huésped hizo una predicción sobre nuestro plato
principal. Yo personalmente no creo en esa flagrancia, pero veremos si
tenía razón. Nuevamente la pregunta clave, Señor Nostradamus: ¿se
servirá un cerdo negro o blanco para la cena de esta noche?
- Será el negro –él mantuvo firme. Luego el marqués le dio la señal al
cocinero para que pusiera el plato cubierto sobre la mesa, y en el momento
crítico, saca la tapa. Para su desgracia, vio que era el cerdo negro.
- ¿Este no es el cerdo blanco quemado? –preguntó el marqués con
desesperación, pero el cocinero honesto confesó su error y le contó que ese
era en verdad el cerdo negro porque al blanco se lo llevó un lobo. Los
invitados de la fiesta luego se rieron efusivamente del marqués quien había
terminado haciéndose una broma él mismo. No miró a su huésped
imponderable, quien recibió elogios por parte de todos durante el resto de
la noche. El médico popular no tenía problema alguno para relajarse en el
estado por varias semanas, disfrutar de la opulencia, hasta que su anfitrión
no lo soportó más y le ordenó que se marchara. Al día siguiente el erudito
abandonó el castillo en el aire sin lamento alguno.
Después de esa lujuria y extravagancia era el momento para la purificación
y Nostradamus decidió visitar las montañas. Fue a los Alpes para percibir
el aire puro de montaña. La naturaleza majestuosa de la Confederación
suiza fue una buena experiencia y encontró que su corazón se expandía
más y más. Su comprensión también aumentaba. El crecimiento era
doloroso y difícil al mismo tiempo el sufrimiento y el placer están unidos.
- ¿Por qué es que la gente debe sufrir antes de poder disfrutar? –Michel
gritó en voz alta, mientras él sólo cruzaba un tranquilo lago en la montaña.

70
Pero el lago permanecía cubierto con un velo de silencio, en tanto él
remaba a un ritmo constante en la barcaza.
“Bien, creo que lo sé. Hemos derrochado nuestros talentos en nuestra
juventud y ahora debemos pelear para reconquistar esa cualidad”, se
convenció él mismo.
- Dioses de montaña, díganme, ¿para qué lograr esa unidad con uno
mismo? ¿Sólo para que después te echen a patadas del paraíso?
Pero las montañas no develarían su secreto y él sólo tenía a su ego para
que le explicase los misterios de la vida. De algún modo se sentía celoso
de las plantas y animales quienes pueden servirle mejor al Creador, siendo
simplemente quienes son. Pero se consoló a sí mismo con el pensamiento
de que la cualidad es sólo una cualidad si se crea a sí misma y él deseaba
ardientemente observar la verdad desnuda a través de la fuerza de su
propio poder algún día. Poco a poco comenzó a disfrutar de la vida
nuevamente y con cada escalada de una montaña, cantaba sus elogios. Su
recompensa sobre la cima de cada montaña era una mente clara y un
panorama hermoso. En un punto cruzó el Rhône en Wallis.
“Ya sé a donde me están conduciendo”, puso su búsqueda espiritual en
perspectiva. “¡A Italia!” Y en agradable soledad, continuó su viaje hacia la
tierra de la Iglesia poderosa. Semanas después, en las inmediaciones de
Perugia, se topó con un grupo de monjes en un paso de montaña. Se dio
cuenta, por su apariencia empobrecida, de que eran franciscanos. Los
monjes, que usaban vestiduras grises, eran seguidores de San Francisco de
Asís, quien predicaba la pobreza como un medio para acercarse a Dios. A
medida que se acercaban, el hombre francés se hacía a un costado para
dejarlos pasar y respetuosamente hacía reverencia con la cabeza. Con el
rabillo del ojo, vislumbró a uno de los franciscanos y espontáneamente
esbozó un grito de admiración. Se arrodilló y bajó su cabeza sobre los pies
del monje sorprendido. Michel se sorprendió de su propia devoción y
comprendió que había conocido a su superior.
- Vamos, no soy nada especial –el joven monje respondió, pero el vidente
pude verlo muy claramente delante de él y dijo: "Sólo puedo someterme
ante su Santidad. Una vez fuiste un porquerizo pobre, ahora eres un monje
simple, pero algún día tu nombre brillará con letras de oro en el lugar más
elevado de la cúpula de San Pedro en Roma. Eres el futuro Papa Sixto V".
El monje sorprendido miró a sus hermanos inquisitivamente, pero ellos
tampoco sabían qué pensar de eso.
- Muchos caminos conducen a Roma, mi estimado amigo. Y que el Señor
nos acompañe a todos nosotros –le dijo y los franciscanos continuaron su
camino. Después de su prolongado auto castigo, el viajante buscó refugio
en la opulenta ciudad de Venecia porque un cambio de ambiente no
causaría daño alguno. La ciudad había pasado su Edad de Oro y
continuaba perdiendo más y más terreno conquistado. Sin embargo, tenía

71
curiosidad por ver el puerto más grande del mundo occidental. Era la
ciudad en donde los renombrados Marco Polo y Colón habían nacido. El
último acababa de descubrir América. Un pequeño bote pesquero trajo a
Michel a un puerto gigante, en donde docenas de barcos amarraban o
anclaban. Algunas de las cargas exóticas de seda, especias y joyas extrañas
habían estado en camino por años. Desembarcó con su equipaje y caminó
pasando por sacos y cajones de embalajes con letras en chino y árabe, las
cuales estaban enormemente apiladas.
“Parece que hay bastante acción por aquí”, se rió entre dientes. Una gruesa
capa de niebla envolvía a Venecia y los numerosos palacios, iglesias y
canales apenas podían verse. Michel pronto encontró un alojamiento
moderado y guardó sus pertenencias allí. Decidió dar una vuelta por la
ciudad y bajó los escalones gastados de la pensión.
- Señor, olvidó su llave –el casero le comunicó.
- No necesito una llave –el erudito respondió en un italiano correcto–
porque confío. Pero, ¿puede decirme cómo conseguir una góndola? – El
italiano sugirió que a su sobrino probablemente le gustaría mostrarle la
ciudad. Un poco más tarde, Michel estaba en una góndola, visitando los
muchos canales conectados por muchos puentes.
- ¿Está de paso? –preguntó el sobrino.
- Sí y no. Creo que me quedaré un tiempo –respondió el francés.
- Entonces debe de tener mucho privilegio. No hay mucha gente que tenga
tiempo, dinero e independencia.
- Tiene razón, pero el hedonismo es un prospecto distante –… Cuando
pasaban por debajo del Puente de los Suspiros, el gondolero comenzó a
quejarse.
- Mis sueños no se hacen realidad todavía. Anoche tuve otra pesadilla –…
Pero su cliente no tenía ganas de escuchar sus quejas y dirigió su atención
hacia la cantidad de tráfico en el agua.
- Este es el canal principal: el Canal Grande –el guía le explicaba,
retomando el camino de su tarea – y por allí se encuentra el Puente Rialto.
Después de un rato, Michel había visto los sitios más hermosos y le pidió
que lo dejara bajar en el Palacio Ducal.
- Pronto habrá un carnaval, quizás le gustaría asistir –el gondolero propuso
a la conclusión.
- No, eso no me interesa –el extranjero hermético respondió mientras le
ponía una moneda en la bolsa y luego desapareció detrás del palacio desde
el cual los Dux gobernaban la ciudad.

Había música en las calles y Nostradamus decidió dejar en paz a sus


libros.
“Creo que me permitiré algo de diversión”, pensó y dejó sus aposentos
para observar el festival de cerca. Multitud de Venecianos avanzaban entre

72
el alboroto afuera y ellos mismos habían decorado festivamente. Sus
rostros estaban cubiertos con caretas, elegantes las cuales representaban a
diferentes personajes, principalmente una parodia del erudito universal, el
mercader elegante, el arlequín y la doncella provocativa.
“Y mañana se quejarán de las pesadillas porque esto seguramente no hace
nada para aclarar la mente”, el francés refunfuñaba. En la Plaza San
Marco, el espectáculo de ensueño estaba muy animado. Estaba lleno de
juerguistas y la música colmaba la gran plaza. Para escaparse del empuje
entre la multitud, Michel caminó arrastrando los pies hacia los muelles y
después de evadir un pilar alto con un león, llegó de algún modo a una
plazoleta más tranquila, en donde vio a una dama fuera de lo común.
Usaba una Estrella de David alrededor del cuello y estaba rodeada de
niños pequeños, quienes estaban jugando alrededor con una mariposa
hecha de vidrios de colores. Era la mariposa Gnóstica. Interesado, caminó
hacia allí.
- ¡Qué hermosa mariposa! –expresó, pero estaba demasiado ruidoso para
hacerse oír. La mujer lo vio acercarse y, sin decir palabra alguna, le
entregó una careta de diablo. El gesto probablemente significaba que debía
encajar con la gente de la fiesta y voluntariamente se puso la careta. Justo
cuando quería preguntarle si pensaba que le quedaba bien, la intrigante
mujer y todos los niños desaparecieron como por arte de magia. Miró en
todas las direcciones, pero los asistentes a la fiesta bloqueaban su visión.
Se sorprendió al descubrirla una vez más al lado de una vieja biblioteca y
ella le hizo señas para que se acercara más. Sin palabras, se hizo camino
entre la multitud, pero cuando llegó a la biblioteca, nuevamente
desapareció y él se sintió avergonzado. La vio otra vez, con los niños.
Estaban bailando en el Portón de Papel y él se abrió pasos a codazos hacia
el edificio central. Pero cuando llegó al patio interno, todo lo que vio
fueron las estatuas de Marte y Neptuno. Apresuradamente miró alrededor
por todas partes. Allí estaba ella, subiendo rápidamente las Escaleras de
los Gigantes; era evidente que ella estaba jugando a un juego con él.
- ¿Es esto alguna clase de ritual de carnaval? –le comentó siguiéndola,
pero el sonido se desvanecía por el ruido alrededor de ellos. Decidió seguir
el misterio, fue atraído hacia callejones y se encontró a sí mismo en un
distrito más tranquilo. La dama misteriosa estaba ahora bailando con sus
niños sobre una escalera de madera y desapareció en una de las viejas
casas, las que se ensombrecían por la puesta del sol. Entró en un patio
lleno de maleza con un pozo de agua, pero no había señal alguna de la
mujer ni de los niños.
- ¿Hay alguien allí? –preguntó, pero no hubo respuesta alguna. Detrás del
patio, él vio una puerta. La abrió y entró en una senda angosta que
conducía al patio principal, el cual tenía varias puertas.

73
“¿A dónde me están conduciendo?” –se preguntó. En la primer entrada, la
palabra Shalom estaba escrita y abrió la puerta. En la habitación había una
mesa con un porta velas armado para siete velas ubicado en el centro.
Recordó muy bien el menorah de su juventud.
- ¿Hola, hay alguien en casa? –llamó, pero no hubo respuesta alguna. La
mujer y los niños se habían desvanecido en el aire enrarecido. De repente
oyó el fuerte sonido de una trompeta de la ciudad y él sin sospecha alguna
salió afuera para ver lo que estaba sucediendo. En la senda por la que él
acababa de venir, no había nada que ver. La estridente trompeta volvió a
sonar. Parecía que venía de la plaza San Marco y decidió regresar allí. En
el camino notó que todas las calles estaban sorprendentemente vacías. La
ciudad parecía desierta, excepto por unos pocos aldeanos disfrazados,
quienes huían por miedo. Detuvo a uno de ellos y le pregunto porqué
estaban todos huyendo.
- El carnaval ha sido prohibido por decreto –el hombre expresó con
parsimonia.
- ¿Por los Dux?
- Ellos no existen más –y el veneciano se largó. El erudito se apresuró y
llegó a la plaza San Marco, en donde quedaban sólo rastros del carnaval.
Alarmado, miro a su alrededor. Incluso el pilar con el león desapareció. En
su lugar se erigía una nueva estatua, un caballo con una figura heroica
sobre el lomo. Su nombre era Napoleón Bonaparte.
- ¡Atrapen a ese hombre con careta! –alguien gritó de repente. Michel se
dio vuelta y vio a un grupo de soldados franceses quienes se dirigían hacia
él. Instintivamente, su compatriota saltó en el aire y logró evadir a la
guardia volando. En poco tiempo, había soldados por todas partes y
señalaron al presunto asistente a la fiesta, quien permanecía por encima de
los techos.
- No podrá permanecer allí por mucho tiempo –dijo un oficial y habían
bloqueado varias calles de la zona. Nostradamus vio el creciente peligro e
intentó huir hacia el mar, pero inesperadamente, la gravedad lo alcanzó y
comenzó a descender. Una compañía de soldados corrió hacia el
embarcadero para agarrar al transgresor de la ley por el cuello. La
situación se tornaba difícil y Michel flotaba hacia abajo apretando los
dientes. Justo a tiempo logró transformar la caída en un deslizamiento y
finalmente cayó en el agua del puerto. Los soldados trataron de atraparlo,
pero él se sumergió en lo profundo del agua y luego se ocultó entre los
botes amarrados.
A la mañana siguiente el viajero reflexionó sobre las situaciones de sueños
confusos en el parque arbolado de Zan Zanipolo. Esta vez había perdido
completamente el contacto con la realidad y ni siquiera sabía desde qué
día. La deslumbrante ciudad lo había confundido.

74
“Napoleón”, recordó. “Pero pasarán varios cientos de años antes de que
este emperador, en realidad, asuma el poder”, calculó y tomó nota en su
diario.
“Es verdaderamente milagroso pensar que todo y todos ya existen
esperando la oportunidad de manifestarse. Y aquella dama intrigante:
¿trataba de ofrecerme algún tipo de comprensión? O ¿Trataba de
protegerme del peligro francés?” En cualquier caso, el peligro había
pasado. Volar fue algo que Nostradamus había hecho bastante en su sueño,
pero nunca antes en el futuro. Qué mal que aún tuviera tanto ego. En los
momentos más cruciales, soplaba y se hundía nuevamente.
- Mañana es el primer día del carnaval, señor –un jardinero mencionó de
repente. El erudito le dio un saludo amigable con la cabeza.
“Sólo imagina si aquellos seguidores de Napoleón hubieran logrado
atraparme”, él cavilaba mientras ramas cortadas caían alrededor de sus
pies. “Me pregunto ¿qué habría sucedido entonces? Si quiero estar seguro
en el futuro, tendré que estar más consciente en mis sueños, porque cuánto
más alto voy, más dura la caída será.” El jardinero, quien estaba arriba del
árbol podando las ramas, le advirtió que se saliera del camino de la caída
de una rama grande.
“¿Cuándo se cambió la realidad en ese sueño?” Michel continuó cavilando
y decidió que desde entonces en adelante saltaría en el aire todos los días
para probar la gravedad. En los mundos más elevados apenas si hay
gravedad, lo sabía. Cuánto más alto el mundo, menor era la gravedad. El
erudito se levantó, se sacó las hojas de su ropa y dejó el parque. Hasta ahí,
la locación había sido lo que provocaba sus profecías, pero pensó que debe
de ser posible, un día, visitar el mundo entero de un lugar.
Después de algunos meses en Venecia, Michel comenzaba a anhelar un
cambio; quería viajar algo más. Se había registrado en una compañía
naviera e iría en el primer barco que dejara el puerto. Tres días después,
empacó sus cosas y se fue al barco de tres mástiles que recién había
llegado y estaba anclado al lado del astillero. El barco mercante holandés,
comandado por el Capitán Pelsaert, se usaba generalmente para el
comercio, pero esta vez había poco cargamento y los pasajeros que
pagaban eran bienvenidos. Michel caminó en zigzag a través de un grupo
de carpinteros hacia la goleta que tenía un marinero de guardia en la
rampa. "La Providencia" se veía esbelta comparada con los barcos
grotescos y desgarbados del siglo anterior. Una fiebre por descubrir el
mundo había brotado entre los portugueses y los españoles, y la industria
naviera había estado progresando rápido.
- Ahoy, pasajero Nostradamus –saludó al marinero de guardia. El marinero
le dio una mirada hosca, revisó una larga lista de nombres y luego
comenzó a hablar en holandés. Michel hizo un gesto como que no
comprendía, a lo cual el tripulante le respondió: "No Nostradamus".

75
Michel le pidió la lista.
- Ve, ese soy yo, –le dijo señalando su nombre y pronunciando cada letra.
El holandés hizo un ruido fuerte con la nariz e hizo un gesto de dinero:
"Blijckende penning, ping ping". El francés pagó los costos del viaje por
adelantado y paso a paso subió la rampa del buque a vela.
- Tesorero sabelotodo –farfullaba con desdén mientras abordaba y
caminaba hacia un puñado de pasajeros quienes estaba aguardando
instrucciones del principal.
- ¿Se dirige a Malta por negocios también? –un tipo prepotente preguntó, a
lo cual negó con la cabeza tristemente. El veneciano comprendió que no
iba a llegar a ningún lado con este tipo y comenzó a parlotear con una
dama solitaria.
- Lindo buque, ¿verdad, Madam? Llevó tres meses construirlo.
- ¿Tanto tiempo? –ella preguntó. Luego el sujeto se puso a dar
explicaciones elaboradas sobre lijar madera, antes de que el Capitán
Pelsaert pidiera a todos que prestaran su atención. Les dio la bienvenida a
los pasajeros en italiano y les dijo que acababan de traer a la costa una
carga de porcelana de Delft y ahora estaban llevando especias a Sicilia. El
buque era de Ámsterdam, la ciudad que se estaba tornando enormemente
popular. Los holandeses comerciaban pimienta, nuez moscada, clavo de
olor, té chino, café, azúcar y, por supuesto, queso. Un miembro de la
tripulación llamó al capitán durante su pequeño discurso y se retiró. "¿De
dónde venía ese olor putrefacto de repente?" Aparentemente, la marea
estaba justo para salir. Soltaron amarras y la goleta fue guiada
cuidadosamente fuera del puerto por algunos botes a remo. Una vez
ubicada en la salida, el foque se abrió como vela principal y el barco se
adentró en mar abierto ayudado por una leve briza. Nostradamus puso sus
pertenencias en su camarote y nuevamente percibió una ráfaga de un olor
nauseabundo. Uno de los miembros de la tripulación le señaló que el barco
había transportado esclavos en los días anteriores. El olor de destrucción
era intolerable bajo la cubierta y Michel volvió rápidamente afuera a la
briza fresca del mar, en donde los pasajeros le daban un adiós sentimental
a una Venecia que se desvanecía de a poco.
“Prefiero enfrentar el futuro”, pensó, satisfecho con él mismo y paseaba
por la cubierta hacia el frente del barco. En la proa, él profundamente
disfrutaba de la gran vista, mientras la proa cortaba el agua del mar
haciéndola espuma.
“Se siente como si fueras un pájaro que está volando así por encima del
mar”, imaginó. Después de relajarse por un rato, regresó al castillo de
popa. Vio a Pelsaert parado en la cubierta adelante, en donde el timonel
acababa de hacerse cargo del timón.
“Un buen momento para conocer al capitán”, pensó Michel, y se dirigió
hacia él.

76
- ¿Viene a asegurarse de que estamos manteniendo el barco en curso? –
Pelsaert preguntó.
- Por supuesto. Pronto pasaremos por una isla de sirenas y tengo
curiosidad de ver si puede resistírseles por completo.
- ¿Ha estado leyendo "La Odisea" de Homero? –supuso el capitán.
- Sí, ¡pero sólo en griego!
- Bueno, bueno, tenemos un erudito abordo. Yo también puedo leer, sabe,
pero no tengo mucho tiempo para eso. Leer mapas, por supuesto, es algo
que hago regularmente. ¿Le gustaría ir a mi camarote y ver mi colección
de mapas? – Michel aceptó la invitación y conversaron mientras
caminaban hacia las habitaciones más amplias a bordo. Pelsaert tenía un
aliento increíblemente hediondo y todo su camarote estaba impregnado de
ese olor. El médico estaba por aconsejarle que se enjuagara la boca con
alcohol, pero se detuvo.
“Tal vez en nuestro próximo encuentro”, pensó. El capitán le expuso un
mapa del Mar Adriático sobre la mesa delante de él.
- Ve, así es como estamos navegando alrededor de la bota de Italia –y
trazó la ruta para él–. Justo aquí tenemos que cuidarnos de los piratas.
- Mapa interesante –su huésped comentó.
- Del cartógrafo flamenco, Gerardus Mercator. Tengo algunos más de él –
y con orgullo sacó de un baúl varios mapas de mar y tierra–. Estos son los
mejores que hay –continuó– y han sido desarrollados con un nuevo
método de proyección. Hay muchos errores en los viejos mapas y dicen
que es por eso que Colón tomó le ruta equivocada cuando trataba de
encontrar un camino alternativo hacia la India.
- Bastantes ingeniosos, esos mapas –Michel acordó –, pero la posición del
barco puede medirse mucho mejor usando las estrellas –. Pelsaert se rió,
seguro de sí mismo.
- Por supuesto, sin el Jacobstaf estaríamos perdido –, y tomó de un cajón
un instrumento extraño que podía medir las estrellas.
- Ve, además del ángulo de inclinación marca los grados de latitud –
explicó.
- El aparato debe de señalar hacia la estrella polar –supuso el huésped.
- Entonces, sabe además algo sobre las estrellas –Pelsaert dijo mientras
guardaba el Jacobstaf.
- Sí, algo, durante años estudié astrología.
- ¿Y qué opina de esto? –preguntó el capitán, cuando ponía una jarra con
el rostro de un hombre barbudo sobre la mesa. Se suponía que el rostro
debía parecerse a él, pero no se asemejaba mucho a él.
- Este… no estoy loco por eso –Michel respondió con toda honestidad.
Pelsaert reaccionó un poco de mal humor y le dejó saber que era tiempo
para él regresar al trabajo, pero no antes de que tratara de impresionar a su
huésped con una colección de centavos de plata. Las piezas de plata eran

77
verdaderamente hermosas. El erudito agradeció por ese encuentro
interesante y luego decidió quedarse un poco más de tiempo afuera en el
viento. Cuando oscureció, todos fueron a sus camarotes, mientras el barco
suavemente se balanceaba arriba y abajo. Durante la noche las olas se
hicieron más grandes y la fuerza del oleaje golpeaba violentamente a la
goleta. Eso impidió que Michel pudiera dormir. Después de un rato se
sintió mareado y el hombre polifacético se culpó a sí mismo. Después de
cuatro días finalmente navegaron por alrededor de la bota de Italia y
Sicilia se encontraba en el horizonte.
“Tal vez debería desembarcar aquí”, consideró Nostradamus. “Jamás me
acostumbraré al movimiento de un barco.” Esa noche se les sirvió a los
pasajeros una papilla bizarra para cenar en la galera del barco; se llamaba
hutspot*.
- Bueno para mantener alejados a los monstruos marinos –dijo el cocinero
y les sirvió a todos una generosa porción.
- ¿Hay monstruos marinos por aquí? –alguien llamado Giuseppe preguntó
atemorizado.
- Por supuesto, hace un mes tuve que huir del Kraken. Un gigantesco
monstruo marino que puede hacer dar una vuelta de campana a un barco
entero.
- ¿Y hutspot nos protege de eso?
- A los monstruos no les gusta el hutspot –aclaró el cocinero y después de
eso Giuseppe inmediatamente devoró el plato.
- Tonterías –un cura católico, camino a predicar en Malta, interrumpió–,
¿vio personalmente a ese monstruo, a quien supuestamente no le gusta el
hutspot?
- Bueno, en realidad no, estaba en la cocina –el cocinero se defendió.
- Todo se basa sobre cuentos, que se exageran por temor e ignorancia –
continuó el cura y el grupo de compañeros de mesa suspiró aliviado.
- El Kraken, ¿no es algún tipo de pulpo gigante con tentáculos
enormemente largos? –Nostradamus luego resumió.
- Sí, exactamente, ve, yo tenía razón, incluso nuestro erudito lo dice –el
cocinero felizmente respondió.
- Creo que tal vez no viaje hacia Malta mañana –Michel rápidamente
anunció y el pequeño grupo de pasajeros nuevamente se puso nervioso.
- Pero ya saben, es mucho mayor la posibilidad de ser atacados por piratas
–el cocinero mencionó.
- Bien, ya basta de cuentos de miedo –el cura lo reprendió–, una dama ante
nosotros está presente –.

* Cocina holandesa: carne cocida con patatas y zanahoria

78
Mucho tiempo después de la cena, en la madrugada, el barco entró en la
bahía de Siracusa y el ancla se cayó. Michel se estaba dormitando en la
cama con mucha fiebre y se preguntó qué le estaba pasando.
“¿Estoy mareado o fue el hutspot?” se preguntaba. La comida holandesa le
cayó como una piedra en el estómago. Un viajero del mismo camarote oyó
sus quejidos y le informó al medico del barco. Entró balanceándose medio
dormido para revisar el caso. El capitán, que no podía dormir, también se
acercó y tiró su aliento hediondo sobre el paciente.
- Enjuáguese la boca con un elixir bucal tres veces al día –Michel de
repente despotricaba delirantemente.
- Está diciendo sandeces –el médico del barco observó tristemente–.
Tendrá que desembarcar lo antes posible. Estará mejor atendido en tierra–.
Temprano en la mañana el paciente fue llevado a tierra y desde allí fue
trasladado a un hospital en Siracusa. La Providencia terminó su viaje hacia
Malta ese mismo día.
Después de días de enfermedad, el doctor siciliano aun no podía resolver
que pasaba con su paciente francés, quien estaba temblando como una
hoja.
“Será mejor que realice una sangría para dejar que fluyan hacia afuera
todos los jugos malignos”, él pensó.
-¡No! –protestó Nostradamus fuertemente cuando agarraron su brazo. El
siciliano se asustó y se abstuve del tratamiento. A pesar de algunos
momentos de lucidez, Michel estaba luchando muy duro tratando de
ordenar sus pensamientos. Le costó mucho esfuerzo y perdió el
conocimiento. La fiebre alta continuaba y el médico del lugar nuevamente
decidió recurrir a la sangría, hasta que de forma inesperada un árabe le dio
un golpecito en el hombro.
- Quiero que este hombre se recupere en mi casa porque hay demasiado
ruido aquí para él. Asumiré toda la responsabilidad.
- ¡Ah, Sr. Al-Ghazali! –el médico exclamó moviéndose rápidamente. El
paciente fue trasladado a una casa espléndida sobre el mar en donde una
mujer de modales suaves lo cuidó con gran devoción. El cuidado, el agua
de mar y la quietud hicieron maravillas por él y la fiebre finalmente
comenzó a disminuir. Unos días después, se puso de pie y el benefactor
misterioso vino a verlo.
- Veo que hay progreso –dijo el hombre de ojos marrones oscuros.
- Sí, absolutamente, pero, ¿quién es el que me ha ayudado tan
generosamente?
- Yo soy Abu Hamid Al-Ghazali*, pero mi esposa, Fátima, es la que hizo
todo el trabajo. Yo sólo ordené que lo trajeran aquí.

* Nombre europeo: Algazel

79
- Bueno, usted salvó mi vida –Michel le agradeció. El rescatador se
mantuvo obsequiosamente silencioso, mientras de fondo el oleaje se oía
placenteramente.
- Ninguno de los dos somos de origen siciliano –Abu comentó después.
- Sí, estoy de acuerdo, soy de Francia, ¿y usted?
- Bagdad, Persia –contestó el árabe, quien estaba vestido de lana de la
cabeza a los pies.
- ¿Cómo terminó en esta isla?
- Mi esposa y yo nos establecimos aquí porque hay una sensación de
espíritu libre aquí. Pero ahora debo dejarlo porque es tiempo de nuestras
oraciones. Nos volveremos a ver pronto. El musulmán salió de la
habitación y el paciente enfocó su atención en el mar y siguió el
movimiento de las olas. Al día siguiente se encontraba lo suficientemente
fuerte para compartir la comida del mediodía con Al-Ghazali y s esposa.
- Lo hermoso de Sicilia es que las culturas árabe y cristiana pueden
encontrarse aquí –Abu dijo, al pasar. Su huésped asintió con la cabeza,
mientras la humilde Fátima ubicaba algunas fuentes sobre la mesa.
- ¿Extraña su pueblo natal en Provenza? –el musulmán continuó.
- No, verdaderamente no, me fui de allí hace muchos años y ahora viajo
por todas partes.
- Creo que usted está siguiendo el camino del corazón…
- Me ha comprendido rápidamente –contestó Michel sorprendido –. ¿Y
qué es lo que lo mantiene ocupado?
- Trato de vivir conforme a las doctrinas del sufismo, un movimiento
místico dentro del islam. También publico obras en mi lengua natal.
- Qué pena que no hable árabe porque me habría encantado estudiarlas.
Pero tal vez usted podría contarme algo sobre sus libros –. Abu lo meditó
por un minuto, mientras su esposa traía un plato caliente.
- El elixir de la felicidad es el título de mi obra más reciente –le dio luego
como ejemplo.
- Ah, creía que el islam se basaba sobre el sometimiento –comentó Michel.
- No, no en absoluto. Muchos musulmanes probablemente lo creen así,
pero el Corán y las reglas estrictas del Shaira son sólo apariencias
exteriores. El verdadero mensaje de Alá es el amor.
- También es el mensaje que me salvó de un destino precario.
- Debe de estar bendecido, mi estimado amigo.
- No me he dado mucha cuenta de eso en los últimos años –su huésped
refunfuñó.
- Bueno, la vida no es siempre lo que parece y siempre nos somete a
pruebas difíciles. Pero quizás pronto entrará en su vida una mujer que de
algún modo le suavizará el camino –. Fátima, entretanto, servía la sopa y
la pareja árabe comenzó a comer en silencio. Debido a su presencia
apacible, no hubo impulso alguno para hablar más y su huésped

80
pacíficamente disfrutó la comida con ellos. Después de una semana, se
sentía fantástico y era tiempo de seguir viaje.
- ¿El águila está a punto de remontar vuelo nuevamente? –Abu preguntó
cuando el médico recuperado quería verlo. El último sonrió dócilmente.
- ¿Cómo puedo agradecerle?
- Vive, eso es suficiente –el musulmán respondió desde su corazón.
Michel lo abrazó y le ofreció dinero, pero Abu se rehusó rotundamente. El
francés también agradeció a su esposa y luego estaba en camino; sólo otra
vez.
La parte sur de Sicilia consistía de llanuras pintorescas, pero cuando la
mirada se dirigía hacia el norte, se podía ver al Etna, el volcán más grande
de Europa, que se eleva amenazantemente en medio del paisaje. En la
ciudad de Siracusa, Nostradamus descubrió que el área alrededor del
volcán había sido golpeada nuevamente por terremotos. Durante el año
pasado, una gran columna de humo ya se había visto por encima de la
cima, la cual estaba cubierta de nieve. Su interés en la montaña se despertó
y se propuso así mismo planear escalarla. Profundamente examinó su
condición física por el compromiso riesgoso.
“Todo parecía estar funcionando apropiadamente”, él decidió con la última
flexión de rodilla y compró un viejo sombreo de oficial como protección
del sol abrasador. Durante la caminata hacia el volcán, él paso sus noches
en granjas hospitalarias. Cuando cruzó muchas llanuras, el nivel de la
tierra comenzaba a elevarse seriamente. El viaje se tornaba más pesado y
el Etna se hacía más grande. El suelo alrededor de la base del volcán se
había tornado muy fértil. Los sicilianos cultivaban allí cítricos, olivos,
uvas, higos, trigo y cebada. Evidentemente el volcán se llevaba vidas pero
también daba vida. Michel visitó una última granja y preguntó por la
situación del Etna.
- Tiene que estar loco para escalar esa montaña por placer –el granjero
frunció el ceño.
- Ansío el peligro.
- Bueno, es su vida –y el granjero le explicaba a él la mejor ruta para
escalar.
Al día siguiente, el excéntrico dejó la civilización detrás. Pronto llegó a
algunos pinos que crecen alrededor del gigante rocoso. Se orientó él
mismo, comió una naranja y continuó su viaje por el bosque, el cual
rápidamente se tornó en una roca desnuda. El suelo ahora
considerablemente se empinaba cada vez más y el aventurero tenía que
detenerse para recuperar el aliento. En la distancia vislumbró la bahía de
Siracusa. Los barcos se veían como pequeños agujeritos.
“Tan pequeño y vulnerable; me recuerda a los humanos”, él filosofaba y
estaba listo para colocar la bolsa sobre su espalda otra vez.

81
“Estoy tan solo”, de pronto se lamentó. “Extraño a mi familia en incluso a
mi propio país”. Y de repente al extrañar terriblemente a su familia y a su
lugar natal, inclinó la cabeza.
“Está bien, no es momento para ponerse sentimental”; mientras colgaba de
una ladera de la montaña empinada. Y, decidido, continuó su camino. A su
izquierda pudo ver un agujero con lava y vapores de agua que emanaban
de el y flotaban en el aire.
“Fuego, tierra, agua y aire. Tal vez es por eso que estoy aquí; para
experimentar los componentes básicos de la vida”. El Etna parecía
bastante seguro. De acuerdo con el último granjero, no se había producido
una nueva erupción en años. Sin embargo, el volcán despedía mucho
humo, el cual se podía ver por todas partes en la zona.
- Te quedarás tranquilo, ¿verdad? –Michel continuó escalando, pero
palideció cuando oyó una fuerte explosión mientras expulsaba una nube de
humo. El polvo del volcán emanaba de una de las paredes laterales, pero
no era una erupción del cono central.
“Todo está bien: ¡falsa alarma!” Después de mucho esfuerzo, llegó a la
parte nevada, dono nada crecía, excepto por espinos raros. El solitario
miró hacia dentro de las profundidades y vio ríos de magma que fluían de
varios costados.
“Parece de terror. ¿Estoy siendo imprudente?” se preguntaba. Pero el
clima era bueno y debe ser posible. Finalmente, alcanzó la cima y el
poderoso cráter emergió. Una vez que había escalado el costado de el, lo
invadió un temor helado incontenible. Perdió el equilibrio y casi se cae en
la grieta. Justo a tiempo, plantó su pie y se sujetó fuertemente del suelo. Su
sombrero de oficial se cayó y revoloteó hacia dentro del abismo.
- ¡Eso estuvo cerca! –él habló entre dientes, aliviado, mientras su
sombrero yacía a cientos de metros debajo de él en el fondo del cráter.
“¿Por qué el miedo se apoderó de mí repentinamente?” se preguntaba.
“Tuve escalofríos por todo el cuerpo. ¿Es el temor a las alturas? O ¿Es el
aire enrarecido o el vapor de azufre?” No tenía idea alguna en realidad.
Recuperado de su horror, con cuidado continuó y logró disfrutar la belleza
extraordinaria de la naturaleza. Después de pasar algún tiempo en la cima,
el escalador comenzó a sentir escalofrío y comenzó su descenso. Una vez
que había llegado al pie del volcán a salvo nuevamente, decidió dirigirse
hacia el norte. Esa elección le costaría cara porque probó ser un sendero
increíblemente difícil, el cual se extendía a lo largo de una cadena de
montañas irregulares. Le llevó semanas hasta que finalmente llegó a la
ciudad portuaria de Palermo, terriblemente agotado y allí dio una vuelta
por un rato.
“Todo este viaje no está animando a mi corazón exactamente”, él pensó,
con desánimo. Y cuando se encontró en la catedral normanda y asistió a la
misa, supo con seguridad que quería regresar a Francia.

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Nostradamus encontró un barco portugués que lo llevaría a Marsella.
Después de tres días de navegación, el imponente acantilado de piedra
caliza se asomaba y los majestuosos fuertes de Saint Jean y Saint Nicolas
que aún se encontraban allí protegiendo a la región. El barco lentamente
entraba a puerto, en donde parte del muelle estaba bajo el agua debido a
una marea alta poco común.
“Eso podría causarle problemas para Rhône”, el científico cavilaba
mientras observaba por encima de de la verja de hierro. Después del
desembarco, él encontró un lugar donde quedarse en Canebière, un distrito
ubicado en el centro de Marsella. Luego decidió celebrar su regreso a su
tierra natal en uno de los muchos restaurantes de mariscos alrededor del
puerto.
“Pronto iré a visitar a mi familia”, pensó con regocijo mientras se sentaba
en una terraza sobre el muelle que había comenzado a secarse. Un mesero
se acercó para tomar su orden.
- Buenas tardes. ¿Qué se va a servir?
- ¿Tiene lenguado en el menú?
- Ningún problema, como usted puede ver, nadan por aquí –el mesero
bromeó.
- Está bien, me gustaría uno salteado en manteca por favor. Muero de
hambre.
- ¿Algo para beber?
- Sí, tomaré una cerveza –decidió el huésped solitario con humor de
celebración.
- Probablemente me equivoque, pero ¿no es usted el famoso médico de
aquellos días? Este…Notre, o Nostre….
- ¡Nostradamus! Sí, soy yo. Que agradable que me conozcan después de
todo este tiempo. He estado de viaje por años y hoy acabo de llegar.
- Entonces, llegó a tiempo –el mesero dijo, de repente serio.
-¿Qué está pasando?
- Bueno, pasa que hemos tenido las mayores inundaciones de nuestra
historia. Se ha inundado todo el delta Rhône debido a semanas de lluvias
en los Alpes y el excedente del agua de río no tenía lugar alguno donde ir
por el nivel del mar extremadamente alto. Para colmo de males, se
identificado un caso de plaga.
“¡Vaya!, eso podría ser una combinación desastrosa”, Michel comprendió
e inmediatamente pensó en su familia en Saint Rémy, por donde pasaba el
río.
- Muchas personas se han ahogado –el mesero explicaba detalladamente–.
A los sobrevivientes les robaron todas sus posesiones y casi todos
quedaron si hogar. Los caminos han sido dañados y el ganado flota muerto
en los ríos.
- ¿Ha llegado a Saint Rémy?

83
- Sin duda. Todo Camargue se ha inundado y la región es apenas
accesible, o totalmente inaccesible.
- Pero eso quiere decir que las personas no tendrán acceso jamás al agua
potable segura –habló entre dientes.
- No sé sobre eso, pero este desastre está ahora en manos del gobierno
provincial y están buscando personas con experiencia médica. Necesitan
desesperadamente un médico de su calibre.
- Bueno, me arremangaré –dijo el médico–. Será mejor que me traiga una
comida simple, en lugar del lenguado, porque ya no estoy de humor para
una celebración –. Un rato después se presentó él mismo ante las
autoridades locales e inmediatamente le habían asignado dos asistentes.
Después de que el nivel del agua había comenzado a descender, los tres
partieron hacia la región del desastre, a caballo, para evaluar la situación y
ofrecer Primeros Auxilios.
- Hombres, sólo para refrescar sus memorias: nuevamente mi plan de
ataque –Nostradamus les dijo–. Lo único que podemos hacer por estas
personas en este momento es convencerlos de que el agua de siempre no
es apropiada para consumir, ni siquiera para higienizarse. El agua segura
es el agua hervida o el agua de lluvia que se ha juntado en toneles limpios.
Cuando regresemos, haremos píldoras de pétalos de rosa y luego las
distribuiremos a tantas víctimas como sea posible –. Los dos hombres
escucharon atentamente. Llegaron a Rhône antes del mediodía y ya
encontraron varios cuerpos que flotaban en el agua y los caballos
comenzaron a ponerse tozudos. Entonces se bajaron y ataron a los
animales a un árbol.
- Vamos a ver qué fue lo que mató a estas pobres almas –dijo Michel y
juntos caminaron hacia la orilla, en donde, con un palo, tocaron un cadáver
que estaba flotando a lo largo de la orilla.
- Trata de darlo vuelta, entonces lograré verlo mejor –solicitó el líder.
Después un poco de intentos torpes, sus ayudantes lograron darlo vuelta al
cadáver y vieron un rostro cubierto de abscesos horribles.
- ¡La Muerte Negra! –se estremecieron.
- Será mejor que continuemos, los caballos se acostumbrarán a esto –dijo
el médico en tono grave. La primera aldea inundada a la que llegaron, con
gran dificultad, resultó haber sido afectada simultáneamente por una
invasión de plaga. Las calles estaba anegadas y los cadáveres de animales
y humanos flotaban en los charcos. Las noticias del desastre comenzaban a
tomar forma y Nostradamus temía que esta era la mayor catástrofe que
jamás había experimentado en su vida. Era doloroso para ellos tener que
mirar a los aldeanos quebrados, pero después de darles la información
sobre el agua no había nada más que ellos pudieran hacer por todos y
continuaron su camino. Entre Grand Rhône y Petit Rhône, había charcos
de muerte y los caballos continuamente se negaban a continuar. En todas

84
las aldeas siguientes, la situación resultó ser la misma. La Parca había
hecho su trabajo y la única elección era morir ahogada o por la plaga. En
la aldea de Ulain, el temor reinaba y algunos de los sobrevivientes se
sujetaban fuertemente de los tres jinetes en la desesperación. Michel tenía
la mayor dificultad para mantener el control sobre su montura y ordenó
que lo soltaran.
- ¿Qué hacen ustedes aquí entonces? –aclamaron en la desesperación.
- ¡Les traemos consejos sobre cómo usar el agua! –contestó el doctor.
- ¿Sólo nos traen palabras?
- Sí, pero si sigue mi consejo, tienen una buena oportunidad de mantenerse
vivos.
- Váyanse al diablo –se burló otro aldeano y de pronto comenzaron arrojar
piedras y palos. El trío montado huyó apresuradamente. Después de haber
pasado rápidamente por docenas de aldeas, llegaron a la bifurcación en
donde Petit Rhône se dividía de su hermano grande. Michel conocía esta
zona como la palma de su mano y pronto estarían cabalgando hacia Saint
Rémy, su lugar de nacimiento. La población resultó ser diezmada.
“Me pregunto si veré vivo a algún miembro de mi familia”, pensó
tristemente, dejó a sus hombres y cabalgó hacia Rue des Remparts, en
donde la casa de sus padres se veía desierta. De todos modos se bajó del
caballo con la esperanza de hallar una señal de vida. Pero no encontró
persona alguna y decidió ir al municipio por información. El único
funcionario allí sabía que uno de sus hermanos mantenía una casa que
estaba a punto de derrumbarse a orillas de la ciudad. Nostradamus
inmediatamente montó de un salto a su caballo y galopo rápidamente hacia
allí. Un momento después, vio a Bertrand parado allí y sosteniendo un
poste de madera en sus brazos.
- Michel, estás vivo –su hermano gritó al reconocer al jinete de inmediato
y arrojó su poste al suelo. Corrieron hasta encontrarse en un gran abrazo y
sus lágrimas brotaron libremente.
- ¿Mamá y Papá? –Michel preguntó apresuradamente.
- Fallecieron hace bastante tiempo –Bertrand respondió con sollozo.
- ¿Y qué hay de mis otros hermanos?
- Héctor se ahogó y no he sabido nada de Julien. Él vive en una zona más
elevada en Aix-en-Provence. Antoine todavía vive y trabaja en la
municipalidad de Arles. Así que en realidad sobrevivimos a la inundación
relativamente bien. Pero, ¿por qué no hemos sabido de ti durante tanto
tiempo?
- Ah, demasiado ha pasado para poder contarte todo ahora mismo. Pero
para abreviar una larga historia: después de la muerte de mi familia,
enloquecí durante medio año –respondió Michel.
- Supimos de la terrible noticia por la municipalidad de Agen en ese
entonces.

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- Aún me siento culpable, Bertrand: la familia del luchador contra la plaga,
murió a causa de la plaga –comentó y brevemente, en silencio, regresó a
aquel otro momento–. Entonces, ¿reparas casas que se derrumban?
- Sí y como puedes ver hay un montó de trabajo que hacer.
- Bueno, será mejor que regresemos al trabajo entonces; yo también tengo
trabajo que hacer. Pero pronto regresaré a visitarte –y cada uno se fue por
su lado.
Cuando lo peor de la inundación y la plaga pasó, Nostradamus se
estableció en el pueblo de Salon de Provence, en donde la población en
general lo recibió con brazos abiertos. Decidió quedarse allí
permanentemente. Luego de un año, había construido un nuevo
consultorio en Place de la Poissonnerie. Además de esto, elaboró aceites
etéreos y remedios caseros nuevamente y publicó algunos folletos sobre
cosmética e higiene. Era el comienzo de una época próspera. Lo único que
faltaba aún era una mujer.

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Capítulo 5

Solo, en una noche absorto en un trabajo secreto


Me hallaba en un sillón de cobre sentado
La llama que del vacio enciende el fuego de un éxito
En donde la frivolidad es pecado

Una manada de caballos blancos corría como el viento y una bandada de


flamencos se elevaba y luego descendía nuevamente un poco más
adelante. El doctor montado sobre la yegua galopaba por el Camargue, el
trecho de parque natural en donde él encontraba la fuerza y la paz en su
tiempo libre. Era tan hermoso poder cabalgar por esta hermosa campiña
llena de lagos y lagunas; un lugar maravilloso para el ave acuática. Dejó
detrás el monte pantanoso y dirigió su caballo en dirección a las dunas. Un
ave negra como una cigüeña voló nerviosamente. En la cima de la duna se
detuvo y contempló detenidamente el horizonte del mar por un rato. El
Camargue era como una isla dividida por el Mar Mediterráneo y los
afluentes de Rhône. El sedimento antiquísimo del agua de río y con su
régimen de mareas le habían otorgado al paisaje un estilo especial.
Cambiaba constantemente y cada vez que venía, algo nuevo descubría. El
único sello humano que se había podido ubicar en la llanura acuosa, era el
de los caminos perfectamente derechos de un distante pasado romano.
Condujo su montura hacia la amplia playa arenosa y dejó que el viento
soplara y se llevara las muchas impresiones que los pacientes le dejaron.
En la distancia, vio que desaparecía el perfil oscuro de un toro por detrás
de la colina. Estaba dando voces de mando a la yegua para que continuara,
con la esperanza de descubrir más toros salvajes, cuando oyó trotar a un
caballo detrás de él. Se dio vuelta y vio a una mujer sobre un semental
negro azabache. La jinete, que usaba un pañuelo de cabeza rojo, pasó por
al lado de él sin un saludo y despareció en las dunas.
“Parece que está siguiendo algo. Quiero investigar esto”, estimuló a su
caballo y lo dirigió hacia la misma dirección. Su curiosidad aumentaba, él
observaba desde la cima de una duna lo que la mujer difícil estaba
haciendo. Parecía que estaba corriendo carreras como un maníaco tras un
grupo de caballos salvajes, y dejaba grandes estelas de nubes de polvo.
Gaviotas, cormoranes, aves de rapiña y otras de esa clase, todas
dispersadas de una vez.
“¡Ella está arriando caballos salvajes!” él concluyó, asombrado. “Será
mejor que le dé una mano”, cabalgó colina abajo y puso a galopar a su

87
caballo. Varios flamencos con plancton en sus picos se asustaron de la
visita inesperada e inmediatamente alimentaron a sus crías.
- Discúlpeme –expresó con tono agradable. Después de que él había
cruzado una parte húmeda, el suelo estaba más seco y pudo lograr que su
yegua galopara a toda velocidad. Entretanto, la mujer varonil les gritaba a
los caballos salvajes y corría a toda velocidad tras ellos como poseída.
Muy por encima de ella, grupos de garzas blancas/amarillas volaban en
formación en el azul cielo, a una distancia segura de la escena ruidosa.
Michel se las arregló para alcanzarla mientras calibraba la dirección de los
caballos agrestes, los cuales eran ferozmente obligados a mantenerse junto
a ella. Una cantidad de animales amenazaba con escaparse hacia la
derecha y él rápidamente los bloqueó. Ella lo notó, pero continuó con sus
actividades sin reconocimiento alguno.
“Jamás he visto a una mujer tan presuntuosa”, se rió entre dientes. Ella
cabalgaba sobre su semental, completamente dueña de sí misma y a pesar
de sus tendencias masculinas tenía un cuerpo bien proporcionado.
“Pero, ¿qué clase de mujer usaría pantalones?” Michel, entretanto, hacia lo
que podía para mantener a los animales juntos, pero no era un jinete muy
experimentado y continuó avanzando. Ella aún lo ignoraba. Algunos de los
caballos ahora trataban de escapar por las zonas de bosques más pequeñas,
pero no pudieron y los dos los trajeron devuelta. Este juego continuo hasta
que él nuevamente trató de controlar a los animales sobre suelo desparejo
pero tuvo que dejarlo. Su yegua se tambaleó y él se cayó y se dio un
golpazo sobre el suelo. Se lastimó bastante y la mata-hari cabalgó hacia él
para ver la seriedad de su caída. La manada de animales se dispersó.
- Lamento haberlo arruinarlo –dijo.
- Usted lo dijo –refunfuñaba mientras apeaba de su caballo. No intentó
ocultar su disgusto.
- ¿No se rompió nada? –preguntó luego un poco más afable.
- Creo que no –y palpó su cuerpo–. Pero, ¿hacia dónde tienen que ir esos
caballos?
- ¡A ninguna parte!
- ¿A ninguna parte? Entonces, ¿para qué estamos haciendo todo este
trabajo?
- ¿Estamos? Jamás pedí su ayuda –. Allí tenía razón y se presentó.
- Mi nombre es Michel de Nostredame y podría preguntarle quién es usted.
- Anne Ponsart Gemelle. Pero permítame ayudarlo –, y ella firmemente
tomó su mano.
- Usted es una mujer fuerte –él la halagó mientras ella lo ayudaba a
levantarse.
- Sí, a veces los hombres me tienen miedo.
- Para decirle la verdad, jamás he conocido a una mujer tan robusta.
¿Arreaba a esos caballos salvajes sólo por diversión?

88
- Sí, me encanta pasar tiempo aquí.
- Excepcional para una dama de prestigio. Soy de Salon de Provence; allí
trabajo como médico. ¿Y usted de dónde es?
- Soy de Istres, cerca del lago Berre, y debo decir que he oído de usted
antes, Dr. Nostradamus.
- Por favor, llámeme Michel. ¿Qué le parece si cabalgamos un poco?
- ¡De acuerdo!–. Y los dos montaron sus caballos. Mientras cabalgaban
por un paisaje verde, Anne comenzó a relajarse un poco y habló sobre los
alrededores.
- A veces hay osos en estos bosques.
- ¿Osos? Jamás he visto uno por aquí –, y él estudiaba la forma de ella a
escondidas. Además de sus amplios hombros, su cuerpo era en realidad
bastante femenino, veía ahora. También tenía un rostro hermoso con
facciones regulares, y su cabello grueso, marrón dorado se dejaba ver por
debajo de su tocado. Cuando estaban cruzando por la llanura salobre,
Anne, ahora relajada, le contó sobre el ave acuática y le señaló varias
especies. Disfrutaban de su compañía y él quería saber más de ella.
- ¿Tiene un amor en su vida? –preguntó directamente. Pero eso fue un
poco demasiado directo para ella.
- Este lugar tiene un gran abastecimiento de sal –respondió evadiendo la
pregunta. Él insistía.
- ¿Una mujer joven y saludable como usted debe de tener marido?
- Soy viuda –explicó con irritabilidad y él no emitió palabra alguna por un
rato. Llegaron a la costa y lentamente caminaron por la playa, devuelta a
Istres.
- ¿Hace mucho tiempo que es viuda? –preguntó con cuidado después de
un rato.
- Casi tres años.
“Tiempo suficiente”, él pensó y cuando habían llegado a la casa de ella, él
decidió invitarla a cenar a su casa. La invitación fue recibida
positivamente y arreglaron encontrarse a una hora.

La mucama de Michel le había dado a la casa una buena limpieza y él


hacía preparaciones en la cocina. Cuando todo estuvo listo para la tarde, se
puso su mejor atuendo y esperó la llegada de su compañía femenina.
Finalmente ella golpeó la puerta y él la abrió nerviosamente.
- Buenas tardes, Sra. Ponsart Gemelle.
- Pensé que nos íbamos a tratar de tú –respondió contrariamente y se
quedó parada torpemente en la entrada de algún modo. La mujer robusta
de Istres tenía puesto lo mismo que antes.
“No muy elegante”, pensó, un poco decepcionado y se sintió algo
incómodo.
- Creo que me arreglé demasiado para la ocasión, pero adelante, por favor.

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Anne entró en la sala de estar y él captó su aroma. Olía bien, por cierto, y
por lo menos su ropa había sido lavada.
- Bueno, Michel, espero que tus habilidades en la cocina sean aceptables.
- Si no confías en ellas, eres bienvenida a ayudarme en la cocina
momentáneamente. Veo de todos modos que aún tienes puesta tu ropa de
trabajo –comentó bruscamente. El comentario del anfitrión quien parecía
saber cómo ponerla en su lugar sorprendió a Anne.
- Me voy a poner algo más cómodo. Adelante y observa lo que he
preparado hasta aquí –continuó y procedió a subir las escaleras. Ella
caminó hacia la cocina y husmeó un poco. Vio una variedad de vegetales
cortados, queso, pescado, huevos y cuadrados de maza sobre la mesada.
Por encima de todo esto, descubrió un especiero con docenas de jarros de
especias. En una alacena encontró recipientes con hongos disecados.
Además de esos, había hileras de frascos de mermelada, cada uno de una
fruta diferente, según las etiquetas. Las planchuelas de hierro por encima
del fuego brillaban del calor y estaban listas para usarse.
“Vaya, realmente sabe lo que hace”, ella observó, “creo que lo he
subestimado”. Michel regresó con un atuendo más casual y tenía una pila
de papeles en su mano.
- Mira, mi libro de cocina La Traite, esencial para aquellos quienes
quieren saber más sobre recetas exquisitas.
- ¿Escribiste un libro de cocina?
- Sí, pero aún no se ha publicado. Pero ahora, remángate. ¿Ves esos
pedazos de masa allí? Puedes pincelarlos con un huevo batido y luego
rociarlo con algunas semillas de sésamo. Untaré el molde para horno con
grasa –. Y mientras trabajaban, hablaban de sus vidas.
- ¿Aún extrañas a tu difunta esposa? –inquirió poco después.
- Sí, a veces. Siempre estará en mi corazón. Revuelve la crema de queso
muy suavemente, Anne, agrega algunas alcaparras cortadas y mézclalo
con eso.
- ¿Estas son las alcaparras?
- No sabes mucho de cuestiones domésticas, ¿verdad?
Mientras tanto, él horneaba la masa de hojaldre hasta que se doraron y le
vertió la salsa de queso derretida con vegetales encima. Su huésped quedó
boquiabierta al observarlo colocar pedacitos de salmón ahumado por
encima de esto y luego cubrir todo con cuadrados de pastelitos de hojaldre
crujientemente horneados.
- Todo hecho. Sentémonos.
- Jamás he visto algo así –dijo y sus ojos se abrieron bien grandes.
- Sobrenatural –él sonreía abiertamente y cargando los platos caminaron
hacia el comedor en donde él sirvió un vaso de vino tinto para cada uno de
ellos.

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- El sabor es absolutamente fabuloso –ella le informó–. Te pido disculpas
por subestimarte.
- Gracias. Eres un buen jinete. Tienes un caballo increíble, por cierto;
debes de ser rica.
- Mi marido tenía una fábrica de sal.
- Oh, es por eso que mencionaste la sal cuando estábamos cabalgando por
el Camargue. Debe de haber sido un negocio de mucho éxito.
- Sí, muchísimo; la sal se exporta a muchos países. El Camargue es la
región de mayor extracción de sal en Europa. Mi marido, Jacques, tuvo un
accidente fatal en su propia fábrica y por lo tanto sentí que tenía que
vender la compañía.
- Qué triste –él expresó.
- ¿Qué clase de taburete es ese? –Anne indagó mientras miraba el objeto
extraño en el rincón de la habitación. Se levantó y recogió el trípode de
cobre.
- Es un instrumento oculto que uso para la meditación.
- Eres un tipo gracioso –ella se reía. De pronto una llama se inició de la
nada, sólo para extinguirse así de rápido, en el mismo rincón.
- ¡Non de jus! –él exclamó sorprendido.
- ¿Qué diablos fue eso? –Anne preguntó asustada.
- No lo sé. Parecía como mágico... Trataron de asimilar eso por un rato y
luego terminaron de comer.
- ¿Vienes conmigo? Preparemos el "Pommes Dauphines" –él dijo después
de los aperitivos y regresaron a la cocina. Media hora después, el primer
plato muy caliente estaba sobre la mesa.
- ¿Cocinabas mucho para tu marido? –preguntó mientras rociaba nuez
moscada sobre el plato principal.
- No, no en realidad. Creo que soy demasiado descuidada para eso. Pero
eso no significa que no pueda aprender.
- Si tú quieres, puedo enseñarte como funciona todo en algún momento –
sugirió. Cuando habían terminado el plato de papas, el chef aún tenía
guardado un delicioso postre: mitades de durazno con crema batida y
almendras ralladas.
- Si estás tratando de impresionarme, lo has logrado –Anne lo elogió
después de haber saboreado el postre. Después de la cena, limpiaron la
mesa y luego afablemente lavaron los platos juntos en la cocina.
- Hermoso, esos frascos de mermelada –ella dijo mientras guardaba los
vasos secos.
- Eso es dulce. La mermelada tiene pedacitos de cáscara; el dulce, no –
explicó.
- Ah, no lo sabía. ¿Cómo la preparas?
- Lavas, secas, cocinas y agregas azúcar.
- ¿Es realmente así de simple? – Michel negó con la cabeza.

91
- Bueno, supongo que tal vez debería desarrollar mi lado femenino –
comentó Anne.
- Estás bien tal como eres –y se fueron dejando la cocina limpia detrás.
- Pasé una tarde maravillosa, pero es hora de que me vaya a casa ahora –
dijo finalmente.
- Eres bienvenida a pasar la noche, si lo deseas. Es un largo camino de
regreso y oscurecerá en una hora. Anne le agradeció; dijo que a su
purasangre le tomaría sólo media hora llevarla a casa. En la puerta, cuando
nadie lo esperaba, lo besó en la boca y se fue antes de que él pudiera
recuperarse. Con una sonrisa, regresó a la sala de estar, echó una mirada al
lugar en donde la llama misteriosa había aparecido y se quedó unos
momentos disfrutando del recuerdo del rato agradable que pasaron juntos.
Luego subió las escaleras balanceándose y felizmente se metió entre las
sábanas.

Se vislumbraba una montaña alta y angosta con un lado empinado y la


cima parecía un cáliz abierto. Un castillo estaba colgado sobre su orilla;
tenía la forma de un barco que se veía como si estuviera listo para zarpar.
Un poco más abajo, alguien estaba escalando un camino rocoso hacia la
fortaleza, la cual parecía una unión entre el cielo y la tierra. Se acercó a
algunos soldados, quienes estaban haciendo guardia en la entrada.
- Nostradamus, ¿es usted finalmente? –lo llamó un joven con una aureola,
quien se estaba uniendo a las guardias. El soñador no supo qué decir y el
hombre interpretó su inquietud.
- Ha llegado al estado de consciencia más elevado. Ha conocido a la mujer
correcta –le aclaró.
- ¿Por qué lo es? –Michel preguntó.
- ¡Ella te ha despertado! – A la visita le tomó un minuto darse cuenta.
- Pero, ¿de dónde me conoce? –entonces preguntó.
- Te hemos estado observando en la tierra por algún tiempo –respondió el
hombre cuyo nombre era Tristán.
- Una vez que tu espíritu haya penetrado en estas regiones más elevadas,
automáticamente te conviertes en uno de los Hermanos de Luz. Hosanna
in Excelsis. Pero no nos demoremos. Venga conmigo. Estamos preparando
la Manisola y le mostraré en qué andamos –. Entraron en el castillo, el cual
tenía muchas habitaciones y corredores y el cual estaba construido de
acuerdo con las posiciones del sol en mente. Pasaron por grupos amplios
de personas transparentes quienes estaban ocupadas preparándose para el
próximo festival.
- Mira, la sala Druida, llena de flores –dijo Tristán mientras escaneaba a la
multitud–. Quiero presentarte a mis amigos, pero ahora no los veo.
- ¿Son estas todas las personas quienes se han despertado completamente
como yo? –Michel preguntó.

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- No, son sirvientes. Hay muy pocos como usted y yo –, y detuvo a
alguien.
- ¿Dónde está Isola?
- No lo sé –el transeúnte respondió.
- Si la ves, transmítele que tenemos un invitado especial. Ah, y ellos
necesitan tu ayuda en el banquete–. Luego los dos prosiguieron hacia la
sala principal en donde los tragos, tentempiés y los arreglos florales
estaban siendo ubicados sobre una mesa redonda y amplia. Los sacerdotes
se aseguraban de que todo estuviera marchando sobre ruedas.
- Esto me recuerda a la última fortaleza de los Cátaros en Montségur –
Michel comentó.
- Lo es –asintió Tristán.
- Pero esto quiere decir que todos aquí pronto serán asesinados por los
ejércitos católicos –concluyó la visita.
- No, no en absoluto, no ha llegado al siglo doce después de Cristo. El
tiempo aquí no existe y nuestros festivales rituales e iniciación siguen
eternamente. En verdad, es seguro aquí. ¡Ah, allí está Isola! – Una mujer
angelical con cabello largo, rubio y con ojos azules apareció en medio de
las actividades. Ella tenía un aura divina y era el cuadro de la pureza.
- Isola, quiero presentarte a Nostradamus.
- Qué maravilloso conocer a otro espíritu puro –ella expresó. Después de
la presentación, le mostró al recién llegado algo más de los alrededores y
visitaron la sala Occitana, la cual tenía un piso de mosaico impresionante.
En el centro se erigía una imagen de María Magdalena con una paloma
sobre una luna cresciente y por debajo, una serpiente enroscada con una
manzana en la boca. Mientras Michel asimilaba todo esto, cerca de ellos
pasaban algunos adoradores que llevaban fuentes con frambuesas, moras,
pasas de Corinto y otra clase de frutas. Luego los dos salieron para esperar
la apertura del festival en las terrazas de los alrededores. Entretanto,
miraban las estribaciones de los Pirineos.
- Acabo de ver a personas de cada continente –comentó Michel–.
¿Pertenecen todos a la comunidad de los Cátaros?
- Es más una sociedad Gnóstica –señaló Tristán–, la cual le da la
bienvenida a los católicos, protestantes, judíos, islámicos y a otros
creyentes. Los ateístas convertidos también son recibidos con brazos
abiertos.
- Parece que no causa problema alguno...
- Aquí, no, pero a nuestro punto de vista libre y espiritual se lo considera
como una amenaza en otras partes y esa fue la razón por la cual los
últimos Gnósticos en darse a conocer fueron asesinados en masa. Pero
sólo dejaron una estructura física detrás.
- ¿Por qué no huyeron? –Michel continuaba con las preguntas.

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- Nuestros predecesores hicieron un voto sagrado, hace mucho tiempo,
para permitir que los ejércitos católicos los asesinaran después de una
conquista de la montaña, sabiendo que sus almas liberadas irían a mundos
más liberados en donde Dios se manifiesta él mismo de la forma más pura.
- Yo elegiría la vida.
- Todos no estamos cortados con la misma tijera. La intención del
sacrificio era crear este lugar eterno. Un lugar en donde podemos
continuar nuestra labor sagrada inédita. Sin ellos, esto no hubiera sido
posible.
- ¿No es el sacrificio demasiado para pedir?
- Fue una libre elección. También he jurado no dejarme dominar por los
asuntos terrenales. Pero ven, veo que el festival está por comenzar.
Caminaron de regreso a la sala principal, en donde cientos de principiantes
y seguidores ya estaban esperando.
- ¿Ves a aquel hombre por allí? –preguntó Tristán–. Aquel es Parsival, un
ser excepcional. Te lo presentaré –. Se dirigieron hacia el hombre con
apariencia heroica.
- ¿Su primera visita en el castillo grial? –inquirió Parsival.
- Sí y es una gran revelación para mí –admitió Michel.
- Solía salir del castillo con la misma ignorancia con la que llegaba, al
principio –advirtió.
- Supongo que ha encontrado el camino desde entonces.
- Por supuesto, pero primero he vivido muchas penurias.
- Usted es de la era de la caballería –continuó el recién llegado–. Durante
esa época, todos siempre buscaban el Santo Grial. ¿Alguna vez lo
encontró?
- Muchos los han hecho. El Grial es en realidad un símbolo para el espacio
en el que Dios ha mezclado los materiales de la creación con la luz del sol.
La búsqueda del alma debe luchar para encontrar el camino por este barril
de paradoja para llegar a la vida eterna.
- Quiero decir: ¿alguna vez existió un Grial en concreto?
- Espere y verá –dijo Parsival sonriendo. Luego uno de los sumos
sacerdotes de la mesa redonda solicitó la atención de todos y se puso de
pie para dirigirse a ellos.
- Hoy celebramos la Manisola, en honor a Jesús Cristo, el hijo de Dios, y
su esposa, María Magdalena, la sacerdotisa de la diosa Isis. Con esta
celebración, estamos conmemorando La última Cena, en donde Jesús
bebió del cáliz del agua bendita de la vida. Después de su crucifixión, José
de Arimathea juntó la sangre sagrada en esa mismísima copa. El sirviente
la entregó a María Magdalena, quien se la llevó con ella en su viaje.
Llevaba en su vientre al hijo de Jesús y para garantizar su seguridad, se
mudó a Francia. Finalmente dio a luz al niño, aquí en Montségur. Nosotros
los Cátaros somos por consiguiente los descendientes de Jesús Cristo.

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Somos los que guardamos la herencia de la cultura de la Essenes, la cual
es la cultura de la que provenían Jesús y María Magdalena. Más tarde, ella
fundó escuelas misteriosas en el Languedoc; a donde sea que ella se
dirigía, manantiales terapéuticos aparecían espontáneamente. Hemos
estado celebrando la Manisola por siglos, pero esta vez es un año especial.
Un alma ha venido a nosotros por su propio poder y por esta alegre
ocasión hemos traído el Santo Grial. Hemos preparado una bebida, la cual
puede darle a él acceso al nivel de Mayor Elevación.
Un sirviente le entregó al sacerdote el Grial, el cual estaba lleno con un
líquido.
- Nostradamus, ¿sería tan amable de pasar hacia adelante, por favor? –le
preguntó entonces. El recién llegado se sorprendió en tanto se dirigía hacia
la mesa redonda.
- Usted es nuestra señal luminosa de la Tierra y le deseamos todo el poder
y la sabiduría para completar su misión –continuó el sacerdote y luego le
ofreció el cáliz. Michel bebió un poco del Santo Grial y una energía
temblorosa se apoderó de él.
- ¡Larga vida a Nostradamus! –vitorearon todos en la sala.
- Y ahora, tengamos un gran festival –el sacerdote culminó su discurso.
Los arpistas comenzaron a tocar música celestial y los juerguistas se
desplegaron en las salas decoradas, en donde disfrutaban de la exposición
de manjares. Algunos prefirieron el silencio y fueron a las terrazas de los
alrededores. El tiempo cooperaba y todos la estaban pasando fantástico.
Era tarde en la noche, cuando de repente los guardias sonaron la alarma. El
castillo por sorpresa estaba bajo estado de sitio y los soldados, que estaban
de guardia, fueron atacados por una lluvia de flechas. Vino el pánico y los
seguidores, debido a la falta de órdenes, corrían en todas direcciones.
Algunos se tropezaban y se caían por encima de sacerdotes de rodillas,
quienes querían dejarse vencer por su destino. Varios sumos sacerdotes,
con una horda de guardias tras ellos, corrían apresuradamente hacia
Parsival y Tristán.
- Queremos que se pasen de religión. ¡Rápido, hay una ruta de escape!
- Pero hemos prometido quedarnos aquí eternamente –se resistieron. Los
sumos sacerdotes les señalaron urgentemente lo importante que era que
preservaran la existencia de su religión. El interés comunal era primero y
principal y gracias a la presión intensa y la situación caótica, Parsival y
Tristán aceptaron de mala gana. Michel había estado observando todo
hasta que lo llamaron a él también.
- Por favor, vaya con ellos. Usted es muy importante. Usted será como un
espejo para la humanidad, para que puedan ver lo que les sucederá, para
que sus ojos estén abiertos y la luz prevalezca. No supo qué otra cosa
hacer más que aceptar. Se le dio instrucciones al jefe de guardia para que
les mostrara el camino y elevara las barricadas tras ellos, de ser necesario.

95
- Adiós y mantenga viva nuestra memoria –los sumos sacerdotes se
despidieron y miraron con ojos caídos.
- Vamos, no hay tiempo que perder – el guardia les pidió y los llevó a una
parte remota. Al mismo tiempo, un fuerte sonido hizo que el castillo
temblara desde sus cimientos. Los ejércitos enemigos habían logrado
entrar al hall y los soldados cátaros tuvieron que sellar la sala central a
toda prisa. Los seguidores, quienes quedaron detrás en la zona
conquistada, fueron todos masacrados hasta el último hombre. Entretanto,
los tres elegidos fueron llevados a un lugar, el cual fue terminado con un
trabajo de madera de cedro extraordinariamente hermoso. El guardia se
detuvo allí y estudió cuidadosamente los paneles de madera, los cuales
consistían de varias formas de diamantes. Comenzó a sentir
meticulosamente con sus dedos las uniones. En cierto lugar, su mano
descansó y luego, cuando empujó el diamante se develó un camino. Un
pasadizo secreto se abrió.
- Entren –ordenó. Tristán, Parsival y Michel entraron a toda prisa en el
espacio oculto. El guardia los siguió y cerró el diamante de madera detrás,
y lo dejó invisible una vez más. Luego encendió una lámpara y se pudo
visualizar un pasillo angosto.
- Apresúrense, no tenemos mucho tiempo –los convocó y el trío se fue de
prisa por el pasillo.
- Al final de este pasillo, giren a la izquierda –susurró minutos después.
EL pasillo siguiente era un callejón sin salida; se pudo ver una bola a la
altura de un hombre, la cual tenía un agujero. Las batallas dentro y
alrededor del castillo se podían oír aquí y Tristán contemplaba permanecer
detrás por un momento.
- Arrástrense por aquí –el guardia demandó severamente al notar su
vacilación. Los tres obedientemente se subieron al aparato de rescate, pero
no tenían idea alguna de lo que estaba a punto de suceder. El artefacto, el
cual estaba hecho de ramitas y pieles de animales, tenía exactamente la
correcta medida para los tres adultos y cada uno de ellos encontró un lugar
para sentarse.
- Hay manivelas y puntos de apoyo para los pies para sujetarse –el guardia
explicó. No habían terminado de ubicarse que él lentamente puso la
cápsula en movimiento. La bola comenzó a rodar bajo su propia fuerza y
el túnel subterráneo rápidamente se convirtió en un camino vertical. El
vehículo terminó en una caída libre y sus ocupantes cayeron cien metros
en pocos segundos, hasta que la bola se sacudió hacia un tipo de suelo y
entonces comenzó a rodar rápidamente. Nostradamus perdió el
conocimiento y no se recuperó. En la dimensión desconocida, el tiempo
pasaba muy rápido y todo estaba allí. ¿O el tiempo se detuvo y no había
nada? Al final del túnel había una luz. Con un número increíble de formas
y muchos colores.

96
- Estoy contigo –oyó que alguien decía. Sin energía, abrió los ojos y para
su gran sorpresa, vio el rostro de Anne, al revés y con su cabello castaño
dorado por encima de su nariz.
- Te estuve sosteniendo durante horas –continuó con preocupación–,
estabas helado y pensé que estabas muerto –. Michel se pellizcó él mismo
para asegurarse. Sí, estaba de regreso en la Tierra.
- ¿Cómo tú..? –pero estaba demasiado débil para terminar la pregunta. Ella
comprendió y se lo explicó.
- En casa, de pronto estaba completamente despierta en medio de la noche
y algo me dijo que me necesitabas desesperadamente. Inmediatamente,
saqué el caballo del establo y cabalgué hasta aquí. Cuando entré en tu
habitación y te vi tirado al costado de la cama sin movimiento, temí que
había llegado demasiado tarde. Pero, por fortuna, aún estabas vivo. Luego
logré ponerte en la cama otra vez y calenté tu cuerpo hasta que la
temperatura volvió a la normalidad.
- Ah, Anne querida –pero ella lo interrumpió posando sus dedos sobre los
labios de él.
- No tienes que agradecerme –y lo besó.
“Es sin duda la mujer correcta”, pensó, profundamente conmovido y
lágrimas de felicidad colmaron sus ojos. Cuando la tocó con ternura su
escudo de acero alrededor de su corazón de pronto comenzó a derretirse.
El dolor de los últimos años desapareció de repente y su alma fue
embelesada.
- ¿Te quieres casar conmigo? –le propuso encantado. Anne tenía una
sonrisa de oreja a oreja y aceptó inmediatamente.
“El amor entre un hombre y una mujer, la más hermosa clase de amor que
existe”, lo conmovió y se quedaron dormidos entre sus brazos.
Michel se despertó tarde en la mañana y se dio cuenta de que estaba solo
en su cama. Se levantó, se puso una sábana alrededor de la cintura y bajó
rápidamente las escaleras.
- ¿Anne, aún estás aquí?
- ¡Sí, estoy aquí dentro!
Entró en la cocina y para su sorpresa, todos los cajones estaban abiertos y
había ollas por todas partes.
- Necesitaba comer algo –ella le explicó con una tazón en la mano –. A
propósito, sácate esa sábana; ya antes he visto a un hombre desnudo –y
ella continuó comiendo. Él estaba mirando hacia adelante.
- Veo que también comiste mi trufa –finalmente dijo.
- ¿Te refieres a esa cosa negra que olía un poco a humedad?
- Sí. Resulta ser que esa cosa negra valía su peso en oro y es muy difícil de
encontrar.
- Ah, lo siento. No lo sabía.

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- No importa. Encontraré otra. Él pensó con desdén: “¿Era ella la mujer
correcta? ¡Una mujer comilona!”
- ¿Dijiste algo?
- No, nada –, y calculó el resto de los daños.

98
Capítulo 6

Un capitán de la formidable Germania


Logró ser rey de reyes
Con el falso apoyo y ayuda de Pannonia
Su revuelta causa ríos de sangre

Después de una fiesta de bodas sencilla, Anne se trasladó de Istres a Salon


de Provence para mudarse con Michel, quien vivía en una casa con goteras
de gloria marchita. Ella decidió encargarse del mantenimiento atrasado y
su semental Salé fue ubicado en los establos de un vecino amistoso.
Después de guardar sus pertenencias, en su primer día juntos, ella se arrojó
con lujuria sobre su marido sin advertencia.
- Oye, cuidado, soy una erudito delicado, no un carnicero –comentó
mientras ella lo tenía presionado entre sus piernas.
- Mi difunto marido jamás tuvo problema alguno con esto –respondió
sorprendida.
- Yo no soy tu difunto marido. Ven aquí…– y se quitaron el resto de la
ropa. Poco a poco se fueron acostumbrando el uno al otro y un día Anne
anunció que estaba embarazada, por primera vez. Sus vidas comenzaron a
desarrollarse en un ritmo agradable, y unos meses después, cuando Anne
intentó vender algunos de los productos cosméticos de su marido, Paul
nació. Su madre robusta comenzó a relacionarse más con su energía
femenina y se veía que era bueno para ella, su comportamiento se suavizó
considerablemente. Después de siete malos años, ahora los buenos había
claramente comenzado y cada año de Venus ellos eran bendecidos con
otro hijo.
Un día, después del nacimiento de su tercer hijo, Nostradamus estaba
sentado en la galería detrás de la casa y disfrutando de la primavera. Había
flores abriéndose por todos partes que expandían sus dulces fragancias y
árboles, llenos de pájaros cantando. Una niña del vecindario caminaba por
los jardines adyacentes los cuales estaban vivos con el zumbido de las
abejas. Por la canasta que llevaba, él se dio cuenta de que se dirigía al
bosque de los alrededores para juntar algo de leña.
- Hola, muchachita –la saludó. La niña lo conocía bien y le devolvió el
saludo cortésmente. Anne, entretanto, se encontraba en el ático con
algunos obreros para transformar ese espacio en un estudio. Al final, ella
había convencido a su marido para que solamente se concentrara él mismo
en asuntos que eran verdaderamente importantes para él. Esto significaba
predecir el futuro combinado con astrología. Su fortuna financiera le

99
permitía hacer esto sin preocupaciones; atender pacientes sólo por dinero
era algo que él había finalmente dejado de hacer, gracias a la insistencia de
ella. Michel se inclinó sobre sus libros de ciencias ocultas, mientras el sol
brillaba agradablemente sobre su espalda. Estaba trabajando sobre algunas
predicciones que sucederían durante el año siguiente. De pronto, lo
golpearon en la frente con una arveja, la cual luego cayó por sobre la
página en frente de él e hizo ¡paf!
- Bien, es suficiente, Paul –le advirtió a su hijo, quien estaba jugando con
una catapulta que él mismo había hecho. De la misma manera que su
matrimonio dio frutos, sus esfuerzos creativos también estaban dando sus
primeros frutos. El municipio del lugar le había pedido recientemente que
hiciera una inscripción en latín para la fuente pública en el Château de
L’Empéri. Y Volant había publicado finalmente su libro de cocina La
traite des fardemens et confitures en Lyon. Esta mañana estaba
concentrado en su primer almanaque con profecías en general en forma de
poesía, las cuales se relacionaban con toda Europa. El trabajo consistiría
de doce cuartetos. Esta tarde, su hermano Antoine, quien había
sobrevivido a las inundaciones desastrosas, hace varios años ya, venía a
visitarlo para charlar. Antoine había estado trabajando últimamente como
recaudador de impuestos en su lugar natal de Saint Rémy, el cual no estaba
muy lejos de Salon.
- Michel –llamó Anne desde la ventana de arriba– ¿podrías venir a mirar,
por favor? Su marido corrió por la casa, pero en la sala tuvo que tener
cuidado de no tropezar con su progenie. César estaba en el piso y su
hermano y hermana lo estaba sosteniendo del cuello y lo estaban
ahogando. Al mismo tiempo lo estaban prácticamente matando de las
cosquillas. El padre negoció el obstáculo y subió al piso de arriba, en
donde observó las bibliotecas hechas a mano en la que las botellas verde,
roja, amarilla y azul habían sido ubicadas para mantenerlas seguras. El
lujurioso escritorio nuevo estaba en frente de la ventana ampliada, para
que el erudito pudiera recibir mucho aire fresco. También se habían
comprado cajones especiales para sus materiales de geometría y el espejo,
que había sido comprado en Marsella, estaba ubicado prolijamente debajo
de las tradicionales persianas del techo.
- Ay, mi primera impresión es que no puedo quejarme. Veo que todas mis
tazas de medición sobrevivieron –Michel respondió con felicidad y
comenzó a inspeccionar el trabajo de carpintería.
- Aunque sí tengo algunos comentarios –dijo a su esposa, un poco más
tarde, y le explicó a los obreros exactamente los cambios que quería. Las
campanas de la iglesia, entretanto, repicaban y daban las doce y oyeron
que Antoine llamaba. Llegó puntual para compartir la comida del
mediodía. Los hermanos se habían estado visitando en forma regular desde
la calamidad de la inundación. Anne bajó las escaleras apresuradamente

100
para preparar la mesa en la galería, antes de la sirvienta viniera con las
fuentes.
- Toma asiento, Antoine –Michel le pidió mientras agarraba otra silla.
Madeleine y César tenía que sentarse al lado de su tío y la madre servía las
salchichas de puerco.
- No son de kosher –Antoine comentó.
- Yo tampoco –dijo su hermano mayor.
- ¡Paul, a comer! –Anne lo llamó por tercera vez. Paul no quería venir y
observó al intruso desde el árbol que había trepado. Vigiló muy bien al
fisco. Durante el tiempo que disfrutaban de las salchichas con vegetales,
los hermanos intercambiaban novedades del lugar.
- ¿Está todo bien con Bertrand? –preguntó Michel.
- Sí, excelente; Bertrand ha iniciado su propia pequeña compañía
constructora.
- Maravilloso. Qué lástima que Anne hiciera restaurar el ático. De lo
contrario, él lo habría hecho. Antoine quería soltar una carcajada, pero se
contuvo.
- ¿Qué clase de mujer se involucra en renovaciones? –le susurró a su
hermano.
- Oí eso –Anne dijo inesperadamente– ¿Quieres que te dé una cachetada
ahora o después?
- Lo siento, Anne, sin ánimo de ofender.
- Nos complementamos perfectamente –confesó Michel–. Ella es el
hombre y yo la mujer.
- Ustedes dos son una pareja excepcional –Antoine murmuró sintiéndose
un poco confundido.
- Mi marido habla por él porque yo me siento mujer ciento por ciento.
Madeleine, basta de arrebatos –gritó de repente. Después de esa
demostración sin gracia hacia su hija, Michel tenía que reírse también.
- Tienes razón, Antoine. Jamás te metas con mi esposa. Tendré que pulirla
un poco.
- Espera un minuto, Sr. Estudiante profesional –protestó ella–, soy yo
quien te está permitiendo causar un revuelo. Así que ¿quién está puliendo
a quién? Y enfurecida se retiró de la mesa.
- No será fácil domar a ese pequeño caballo tuyo –predijo Antoine. Tenía
que irse. Después de despedirse de su hermano en la puerta, Michel volvió
a su silla de trabajo y nuevamente recogió su bloc de notas. Muy en la
tarde, la misma niña de esa mañana caminaba de regreso a su casa y su
canasta estaba llena de ramas.
“Qué curioso”, él pensó, “se ve más madura ahora que esta mañana”.
- Hola, señorita –él la saludó. Ella lo saludó con la mano y se reía
tontamente por la palabra señorita porque justo esta mañana él la llamó
"muchachita". Estaba refrescando y decidió darle otra mirada al estudio

101
restaurado. Cuando entró en la casa, se topó con su esposa. Aún estaba
furiosa por el comentario que él hizo en la tarde. Las disculpas no
ayudaron y ese día las ollas y sartenes volaron por la casa, por parte de
Anne.
Una noche, el científico descubrió un grupo de estrellas fugaces con su
nuevo espejo. En los círculos astrológicos, ya era sabido que por algún
tiempo esos pedazos de piedras o hierro a veces atravesarían la atmósfera
de la Tierra quemándose parcialmente durante la entrada, pero estos
conocimientos no habían sido reconocidos por la sociedad. Michel había
leído una vez que en un pasado mítico distante, los meteoritos con un
diámetro de varios kilómetros habían creado enormes cráteres en el globo
terrestre y que eso había cambiado radicalmente el clima de la Tierra.
Planeaba escribir una carta sobre eso al gobernador de Provenza, quien era
conocido por su actitud abierta e interés en la ciencia.
“No cabe duda de que el gobernador leerá un ensayo de un astrólogo
respetado”, él suponía, “y el conocimiento se debe compartir”. Pero algo
en su mente le decía que la idea que tramaba era que quizás el virrey
podría ayudarlo. No se equivocó. El gobernador le escribió una carta en
respuesta agradeciéndole por su información científica. También le
mencionó que estaba muy agradecido por su almanaque con las
predicciones para el año venidero, 1555, el cual había sido recientemente
publicado en Lyon. Él había estado recomendando las predicciones en los
círculos más elevados y la obra ahora se estaba vendiendo bien por toda
Francia. La puerta al éxito se han abierto y Michel decidió publicar un
almanaque cada año. También pensó en una tarea más íntegra: descubrir
cómo se veía el futuro de la humanidad para el próximo milenio. Esta obra
tendría el título adecuado: Las Profecías. Feliz con esta situación, bajó a la
sala y vio a su esposa con actitud desafiante parada sobre la mesa de
comedor. Sorprendido, miró alrededor para ver lo que estaba pasando.
Madeleine estaba sobre el armario, Paul estaba colgando del techo y César
estaba gateando.
- ¿Es esto una conspiración? –inquirió el padre.
- No, estamos jugando a un juego, ¡ven y únete a nosotros! –Anne lo
invitó con entusiasmo.
- ¿Cuál es el juego?
- No tocar el piso.
- Yo prefiero mantener los pies en el piso.
- Ah, eres siempre tan serio –ella suspiró. Ese comentario hirió los
sentimientos de su marido, se dio la vuelta y regresó al estudio. Siempre
tenía cosas que hacer allí, aún si sólo estuviera organizando sus cosas.
Sintiéndose un poco melancólico, estaba pensando en su abuelo Jean,
quien lo comprendía tan bien, cuando Anne entró en la sala.

102
- Mi amado esposo, te amo, aún cuando tengamos enfrentamientos. Mi
amor por ti jamás cambia realmente. Pero tal vez tú podrías explicarme
que es lo que sucede en esa cabecita –y ella se sentó.
- No sé si vas a creer esto –él comenzaba con ciertas vacilaciones–, pero
yo tengo una misión. Es la obra de mi vida mostrarle a la humanidad los
desastres que caerán sobre ella, si no entra en razón y ve la verdad. Y mi
camino es una gran carga.
- Mmm, supongo que eso explica el espacio entre nosotros, pero, bueno,
así es como es –ella respondió con empatía–. En realidad, no me di cuenta
de que tu obra fuera tan seria; así es que por eso no puedes jugar con los
niños.
- Continuamente recibo imágenes lúgubres –prosiguió.
- Qué terrible es para ti. Pero, ¿es esa misión más importante que tu
familia? Y con eso, ella, por supuesto, golpeó su sensibilidad. La miró
fijamente sintiéndose de algún modo avergonzado.
- Quizás. Después de que mi tarea se haya completado, espero una vez
más estar en unidad con Dios –confesó.
- Creo que todos queremos eso – ella le acarició la mejilla y lo dejó en paz.
Nostradamus pronto terminó la primera parte de Las Profecías a través de
los sueños y visiones que había estado escribiendo durante años en su
diario. Escogió las predicciones más importantes y las volvió a interpretar,
las clasificó y las fechó usando la astrología. Denominó a cada capítulo
una centuria. No es que signifique un siglo real, sino porque cada capítulo
contenía cien cuartetos. Los versos de cuatro líneas eran prácticamente
incomprensibles para cualquiera, debido a su estilo oscuro y porque usaba
una mezcla de francés, provenzal, griego y latín. Debía maquillar sus
mensajes de esta manera porque la inquisición era cada vez más poderosa.
Y bajo ningún concepto quería volver a ser convicto por blasfemia o por
prácticas mágicas mientras tuviera familia.
“Sólo para mayor seguridad, también mezclaré el orden de los cuartetos”,
pensó, y distribuyó las páginas escritas por sobre el escritorio. “Mis
secretos pueden ser solamente revelados por un iniciado o solamente
resuelto después de que la predicción se haya hecho realidad”, y mezcló
todo junto. Una vez que había creado un orden al azar, puso la obra a un
lado. Después de rascarse el ombligo, suspiró y se paso los dedos por su
cabello. Aún pensaba en su iniciación en los mundos más elevados con
Tristan y Parsival y le habría encantado saber si hubieran sobrevivido a la
caída de Montségur. Su visión se había vuelto a desvanecer. No le habían
llegado respuestas algunas desde la fuente y sus sueños tampoco lo
estaban ayudando. Unas semanas después, sin embargo, los planetas
estaban en una posición única y era probable que ofreciera alivio en este
momento. En el ático, el místico inspirado evocó el taburete de cobre con
sus poderes misteriosos. Cuando se lo ubicaba en un ángulo particular, el

103
taburete métricamente diseñado tenía una conexión con los cuerpos
celestiales. Después de determinar la posición correcta, ubicó un
contenedor con agua cerca sobre el piso. Sentado con las piernas cruzadas
sobre el piso, humedeció los pies y el asiento del trípode y poso su cabeza
sobre eso. Cerró sus ojos y se concentró en los ángeles caídos que habían
roto su promesa de no volar. ¡Y quién lo iba a decir!, parecía que estaban
dadas las circunstancias y a trancas y barrancas, dejó su cuerpo.
Estaba flotando en una sala residencial, sobre cuyo techo colgaba un
hermoso candelero, el cual no pudo haber existido en su época; las velas
en el no estaban hechas de cera, pero eran pequeños bulbos de vidrio que
brillaban por sí solas. La sala de techo elevado estaba amueblada con sofás
de felpa color rojo, mesas de café de madera caoba, más lámparas
ingeniosas y un espejo gigantesco con un marco dorado. Oyó los sonidos
de una gran música orquestal acompañada por coros, pero por más curioso
que parezca, no se veía músico alguno por ninguna parte. El sonido
parecía provenir de una caja en la cual un disco negro y redondo estaba
girando por sí solo. En un rincón de la sala se podía admirar una estatua de
tamaño natural de algún héroe. La estatua de mármol estaba hecha con
perfección técnica y representaba a un semidiós musculoso quién
empuñaba con orgullo una espada e irradiaba victoria.
“El artista debe de estar obsesionado con la victoria; esta estatua exuda
dramatismo”, Michel pensó. Un alemán uniformado, su cabello muy corto,
rapado, entró en la sala y se dirigió hacia la caja con la bocina. La pieza de
música bombástica se repetía y mientras el hombre se deleitaba
escuchándola, llamó a alguien.
- Magda, ¿dónde estás? – No obtuvo respuesta, volvió a llamar más fuerte
y luego tuvo una respuesta.
- ¡Aquí estoy! –una voz sonó en la distancia y momentos después su
esposa entró en la sala.
- Esta es la sexta vez que escuchas a Parsival de Wagner –ella se quejó y
su marido rápidamente apagó el disco. Entretanto, el intruso se daba
cuenta de que esta glorificación de la era de la caballería andante esta la
razón de su presencia aquí y que nuevamente no existía barrera del idioma
alguna.
- Helga tiene dolor de estómago –Magda continuó–, pero, ¿por qué me
llamabas?
- Voy a estar terriblemente ocupado las próximas semanas. Es por eso que
no tendré tiempo para los niños; y necesito que me ayudes con mi discurso
para la prensa extranjera – Joseph recogió una carpeta.
- De acuerdo, cariño. A propósito, ¿sabías que hace cuatrocientos años
alguien predijo que en 1939 estaríamos en guerra con Francia e Inglaterra
por Polonia?

104
- Oh, así que leíste el libro de Kritzinger: Mysterien von Sonne und Seele –
él supuso. Ella lo confirmó.
- En fin, algunos miembros del Partido me contaron sobre eso, pero no lo
he leído aún –. Su esposa mágicamente hizo que el libro controversial de
1922 apareciera, lo hojeó hasta encontrar un párrafo específico.
- Mira, este cuarteto parece predecir tanto la causa como la fecha de la
guerra. Puedes verificarlo con el original en francés, que está debajo –ella
dijo.
- ¡¿Francés?! ¡Estamos por atacar Francia! ¿Realmente crees que voy a
meterme en ese idioma? Pero Joseph permitió que ella lo convenciera y
leyera la versión alemana y la pareja se inclinó sobre el libro, mientras el
autor observaba desde arriba.
“Debe de ser mío”, concluyó sorprendido. “Es increíble que me encuentre
con mis versos en el futuro; un futuro cuyo contenido ni siquiera
conozco”, y observaba anonadado.
- Aquí hay un cuarteto llamativo que por supuesto puedes usar en tu
discurso en el Reichstag1 –Magda sugirió y su esposo lo leyó en voz alta:
"En alguna parte lejos de Europa, un niño nacerá de padre pobres y sus
discursos seducirá a grandes multitudes. Causará transformaciones a una
Alemania más grande".
- Al Führer le va a encantar –ella agregó.
- Le pondré algún pensamiento, cariño. Tal vez si presento a Kritzinger
como la fuente. El Führer y los alemanes no van a querer escuchar las
profecías de un francés de la Edad Media.
- Del Renacimiento –ella lo corrigió.
- Oh, no seas tan perfeccionista. Un mensaje no necesariamente tiene que
ser verdadero. Debe ser simple, repetirse en voz alta y bastante a menudo.
La verdad es lo que yo decida que sea verdadero, Magda, pero gracias por
tu interesante contribución. Quien sabe, puede tener algún valor para
propaganda2. Pero, ¿podrías por favor escuchar mi respuesta a "La Noche
de los Cristales Rotos" para la rueda de prensa ahora? –y comenzó, pero
un sonido tintineante lo interrumpió. Joseph levantó una bocina o cuerno
de un aparato, escuchó a alguien durante un minuto y luego colgó.
- Magda, la institutriz quiere que vengas y recojas a Helmut y a Hilde –y
su esposa salió de la sala inmediatamente. Su marido se dirigió hacia el
espejo grande y comenzó a practicar su discurso para los periodistas.
- Todas las historias que han estado oyendo sobre el tan llamado saqueo y
destrucción de las posesiones judías son mentiras sucias; los judíos no han
sido dañados de ninguna manera.

1 Los edificios parlamentarios


2 1940. Los alemanes difundieron profecías de Nostradamus tergiversadas de la
guerra en Francia.

105
Puso énfasis en cada palabra con un gran gesto, hasta que sintió que la
declaración salió de la manera que él la quería. Caminó de un lado al otro
de la sala por un rato y luego regresó al espejo para convencerse él mismo
una vez más.
- La gran y absoluta verdad es que el Partido y el Führer tienen razón.
Siempre tienen razón.
De pronto de dio vuelta y le preguntó a alguien: "¿O usted cuestionaría
eso?" Michel miró alrededor de la sala buscando a la otra persona a quien
el orador se podría estar dirigiendo, pero no veía a nadie.
- Bueno, ¿lo haría? –el alemán repitió con tono severo.
- ¿A quién le estaba hablando?
- No creas que no puedo verte –dijo Joseph, ahora mirando directamente
hacia arriba.
- ¡Ay, caramba, el hombre me ha descubierto! ...por un momento todo
parecía congelarse.
- A menudo veo cosas que otras personas no ven –él continuó– y jamás
hablé de esto con el Partido, sino pensarían que estaba loco. Pero, ¿qué
haces aquí, fantasma? ¿Estás aquí para ayudarme o para hacerme las cosas
difíciles? Michel estaba atónito y no supo qué decir.
“Este hombre debe ser muy talentoso”, pensó, “puede ver fantasmas y no
les teme en lo más mínimo”. Ahora Joseph empezó a practicar su discurso
en frente de una audiencia de un solo hombre.
- Nosotros, nacionalistas socialistas, actuaremos solamente para nuestros
votantes. Entraremos en el Reichstag para aprovechar las armas de la sala
de armas de la democracia, la cual había sido creada por esta forma de
gobierno disponible. No entraremos como amigos ni como neutrales, sino
como enemigos. ¿Bien? ¿Cómo suena? –preguntó convincentemente. Otro
silencio invadió el momento y Michel sintió que había puesto mucho en el
lugar.
- Lo siento, no puedo seguirlo –finalmente agregó.
- Ah, querido, un pequeño espíritu no desarrollado. Permíteme enseñarte
algo. No sé de dónde eres, pero has llegado al Tercer Reich. El imperio
que está dirigido por mi Führer Hitler, mitad plebeyo, mitad dios.
Posiblemente el nuevo Cristo o por lo menos un Juan el Bautista. Tiene
todo lo que se necesita para ser rey, este pronto dictador y tribuno innato
de la plebe. Mi amor por él es grande. Y permítame no ser falsamente
modesto, fantasma, represento uno de los papeles más trascendentales en
el reino más poderoso sobre esta Tierra. Soy el brillante ministro de
propaganda, Herr doctor Joseph Goebbels, doctor en filosofía y alemán.
¿Se da cuenta con qué persona importante se ha encontrado aquí?
- Supongo que entiendo lo que dice –Michel contestó. No pudo hacer caso
omiso de la energía de Goebbels.

106
- Lo que hago –continuó Joseph– es vender una idea a las masas de una
manera tan penetrante y circundante que ellos aceptarán completamente la
variedad de ideas y jamás pueden volver a escaparle. Todo esto lo hago
para complacer a mi Führer. En general soy más hábil con la elección de
palabras, pero tú eres sólo un fantasma. Es obvio que no eres alguien quien
hará que mis discursos se conozcan por todo el mundo, así que esta es mi
oportunidad de liberar mi corazón.
- ¿Hay mucha gente cautivada con este líder de quien habla con tanta
admiración? –Michel inquirió mientras volaba alrededor del candelero.
- Ajá, es evidente que es un fantasma que viaje en el tiempo. Sí, millones
de compatriotas lo adoran. Mi esposa también lo adora. Hasta quiso ser su
esposa, pero como no lo logró se casó conmigo, el hombre que más cerca
está del Führer.
- Ese Hister debe ser una persona impresionante –el huésped supuso.
- ¡Hitler! Sí, por supuesto que lo es. Lo que nuestro líder quiere lograr es
la pureza e idealización de la raza aria. De esta manera, él estimula la
familia modelo alemana ideal: blancos y rubios. Ein Kind für den Führer.
Mis siete hijos, Helga, Hilde, Harald, Helmut, Holde, Hedda y Heide son
todos rubios de ojos azules y son particularmente apropiados para nuestra
propaganda. Vea, este es un retrato del Führer –y sostenía un porta retrato
de un hombre con un bigote pequeño. Michel se estaba hartando de la
actitud de sabelotodo del ministro. El orador profesional siguió tratando de
convencerlo, incluso desde su altura.
- ¿Cómo debería imaginarme la pureza e idealización de la raza aria? –el
vidente preguntó. Se moría por darle una lección.
- Válgame Dios, nuestro fantasma puede pensar. ¡Qué encantador! Bueno,
se lo explicaré: en la vida hay personas de calidad superior y personas de
calidad inferior. Lo que sea que haga que los gitanos sean gitanos, o que
los homosexuales sean homosexuales, y lo que sea que haga que la gente
se enferme mentalmente, está en la sangre o en los genes. ¿Me puede
seguir?
- Sí, por supuesto –le mintió.
- De acuerdo. La diversidad de las personas por consiguiente tiene una
causa biológica. Ahora, hemos notado que las personas de calidad inferior
se multiplican más rápido que las de las clases superiores. Por lo tanto, es
necesario segregar las clases inferiores, esterilizarlas o mejor aún,
eliminarlas todas juntas. De lo contrario, este crecimiento desequilibrado
sin duda conducirá a la destrucción de nuestra cultura.
“La personalidad de este Goebbels es una de los Hermanos de la
Oscuridad”, Michel comprendió por ahora y no tenía intención de recibir
burlas de él.
- ¿Ese "La Noche de los Cristales Rotos" se relaciona con eso también? –
inquirió.

107
- ¡Qué vergüenza!; me estuvo escuchando a escondidas anteriormente,
pero es más inteligente de lo que pensaba –dijo Goebbels–. La Noche de
los Cristales Rotos es un paso hacia la aniquilación de los judíos. Los
miembros de nuestro partido recientemente dejaron en ridículo a esos
mezquinos Untermenschen al destruir todas sus posesiones tales como las
sinagogas, almacenes y negocios.
- Le oí decir que aquellas personas no han sido lastimadas de ninguna
manera.
- ¿Es eso una acusación? Ya le dije: tergiverso la verdad donde sea que
vea que encaje. La habilidad y la oportunidad son muy importantes para
lograr nuestro objetivo y una mentira puede ser apropiada en tales casos.
El Führer y yo queremos dar a los alemanes lo que ansían. Un reino ario
puro y amplio. No hay nada que las masas odien más que considerar un
asunto de ambos lados –. Goebbels se enroscó en eso él mismo como una
serpiente.
- ¿No tiene miedo de que las personas descubran la verdad detrás de sus
artimañas? –indagó Michel. Estaba comenzando a darse cuenta con qué
gran diablo había venido a enfrentarse.
- No, para nada, pero solo como precaución, el Partido ya había hecho
quemar en público 20.000 libros de escritores, filósofos y científicos
sobresalientes. Libros escandalosos que conducen a la decadencia moral.
Libros con poco espíritu alemán. Lo que nosotros estamos buscando será
una bendición para nuestro compatriota y nuestros descendientes.
Finalmente nos libraremos de los homosexuales, los gitanos, las personas
con limitado contacto social, los esquizofrénicos y los locos. Ya hemos
esterilizado entre 350.000 y 450.000 personas. –El ministro continuaba
una y otra vez–. Y con el fin de resolver el inmenso problema judío,
estamos creando campos especiales de destrucción, en donde nuestros
doctores tendrán la oportunidad de llevar a cabo experimentos en estos
clases impuras para el mejoramiento de la raza aria.
“No existe conversación alguna con este tipo”, pensó Michel y comenzaba
a sentirse bastante angustiado. –Usted debería ser esterilizado, de acuerdo
con sus estándares; usted está loco –explotó de repente.
- Veo que usted no concuerda conmigo. Qué pena; entonces este es su lado
verdadero. Pero no todo lo que es verdadero es bueno para el Partido –
continuaba implacable–. Si eso coincide con la verdad real, tanto mejor,
sino, de lo contrario, tendrá que ajustarse.
Para ese momento, Michel se estaba desintegrando, el alemán asqueroso
estaba consumiendo su energía.
- ¿Qué opinaría de un poster con publicidad de un nuevo tipo de jabón? –el
ministro comenzaba nuevamente–. ¿Sería mejor señalar la calidad superior
de una marca competitiva? No, incluso negaría con la cabeza a eso.
Considere mi argumento como el mismo tipo de publicidad política.

108
Su visita estaba ahora buscando una salida. Su energía estaba tan agotada
que debía salir de allí lo más rápidamente posible. No podía seguir
escuchando a ese propagandista un solo minuto más.
- Si la verdad no le es útil, debe adaptarse –repitió Goebbels y luego apagó
todas las luces de la sala con sólo tocar un botón. Michel se sorprendió con
el cambio repentino del día hacia la noche y comenzó a caerse hacia abajo.
Trató de asirse del candelero, pero cayó y dio contra el piso.
“Dios mío, conocí al demonio en persona”, y aturdido intentó levantarse.
- Esto casi siempre funciona para los pequeños fantasmas molestos como
tú –Goebbels se rio entre dientes y luego encendió docenas de luces
nuevamente. Esta vez Nostradamus recibió un enorme shock eléctrico y su
cuerpo mental colapso. Allí yace, al lado del héroe de piedra con la espada
en lo alto y febrilmente buscaba salvación.
- Apégate a nuestro ideal o tendré que destruirte –el alemán expresó sin
piedad.
- Espere, puedo predecir el futuro del Tercer Reich para usted –el vidente
dijo para ganar algo de tiempo.
- Unseres schönes Reich, so weiss so weiss and wunderschön –Goebbels
cantaba completamente fuera de sí y puso otra pieza de Wagner.
- Tristan und Isolde –él informó y nuevamente apagó las luces. Este nuevo
shock causó una parálisis en un costado del cuerpo de Michel y sus
poderes de percepción comenzaron a debilitarse. El teléfono sonó por
segunda vez y esto le dio una tregua. El ministro apagó la música y
levantó la bocina.
- No, no pasa nada, sólo estoy jugando con las luces –él respondió y colgó
la bocina.
- Bien, ¿dónde estábamos? Ah sí, querías predecirme el futuro del Tercer
Reich. No voy a caer por eso por supuesto, pero yo puedo predecir que su
futuro no se ve tan optimista –y nuevamente hizo aparecer un mar de
luces. Debido a estos golpes dures, Michel ya ni podía pensar, su cuerpo
volátil temblaba peligrosamente y estaba al borde de la evaporación. Un
ataque más habría sido fatal. Justo en ese momento, la puerta se abrió y
Magda entró.
- Recogí a los niños y ahora están en la cama. ¿Te comportaste mientras
no estuve? –preguntó ella.
- Por supuesto, querida, estuve practicando mi discurso –fingió. Su esposa
lo miró muy de cerca.
- Quiero que dejes de ver a Irene. Está perjudicando la imagen del Führer
–ella expresó.
- No sucede nada entre ella y yo; sólo es una gran actriz a quien sigo de
cerca.
- Los dos sabemos que es más que eso, Joseph. Quieres ser un modelo de
familia, ¿no es así? Entonces controla tus impulsos sexuales o tendré que

109
informarle al Führer. Se sentó en el sofá con resentimiento y miró pasar a
su esposa.
- Ahora me voy a la cama y deja de jugar con las luces –ella le ordenó y
luego dejó la habitación. Su marido no desperdició un segundo y con
entusiasmo se dio vuelta para terminar su jueguito. Pero nada se veía al
lado de la escultura de tamaño natural; el fantasma había desaparecido. En
el momento justo, había regresado a su cuerpo material, el cual
diligentemente estaba esperando a su amo.
- Me salvé por un pelo –él gruñó y la imagen de Goebbels aún quemaba en
su retina. Se calmó y guardó el trípode. Luego se sentó en el escritorio
para escribir sobre la peligrosa aventura.
“Sólo al proyectar mi luz por sobre la oscuridad el demonio puede ser
dominado”, él reflexionó mientras metía la pluma en el tintero.

Anne estaba embarazada por cuarta vez y sólo quedaba unos meses antes
de que el bebé naciera.
- Será una niña –su esposo predijo mientras trabajaba en su segundo
almanaque.
- ¡No quiero saberlo! –ella gritó y se tapó los oídos.
- No hagas tanto ruido, asustarás al bebé –él le advirtió, pero ella no
escuchaba. Inesperadamente golpearon la puerta y Michel fue a responder.
Regresó a la sala con una mirada abatida en su rostro.
- Llévate a los niños arriba y quédate allí –le ordenó.
- ¿Qué está pasando? –Anne respondió con indignación–. ¿Por qué me
estás tratando como a una bestia de carga?
- No voy a discutir eso contigo en este momento; te explicaré luego –y
cuando ella se había ido arriba con los niños, él regresó a la puerta del
frente e invitó a pasar a la compañía. Era un matrimonio de Senas. La
esposa llevaba a un recién nacido con una apariencia espantosa, dos
cabezas y cuatro brazos. Habían viajado desde Toulon, sin parada alguna
para ver al médico clarividente. Se rascaba detrás de las orejas cuando vio
la monstruosidad mientras que la pareja lo miraba con esperanza.
“¿Qué diablos voy a hacer con esto?” él pensó, pero no tuvo valor para
decirles que se fueran y sólo por formalidad él examinó a los gemelos
fusionados.
- ¿Cómo me encontraron? –indagó mientras miraba la espalda de la
criatura espantosa.
- Las autoridades de Toulon lo recomendaron –respondió el joven padre –.
Nos dijeron que usted posiblemente nos podía ayudar –. El doctor les dio
algo de beber, después del cual él se concentró brevemente en la esencia
del niño, la que no era muy viable.
- Lo lamento, pero su niño no vivirá por mucho tiempo –explicaba con
cuidado, ante lo cual la madre rompió en llantos. Su marido la consoló y se

110
marcharon completamente destruidos. Anne bajó con los niños y preguntó
que había sucedido.
- Sólo quise evitar que vieran algo tan horripilante, lo cual sólo les traería
pesadillas –explicó. Más tarde, luego de que los pequeños se fueran a la
cama, develó algo del misterio para su embarazada esposa, sólo un poco,
el cual le dio escalofríos.
Unos meses después, su cuarto hijo nació, perfectamente normal, por
fortuna. Fue una niña, tal como Michel había predicho y fue bautizada con
el nombre de Pauline. Anne volvió a quedar embarazada en seguida. Su
marido pensó que estaba bien, aunque la casa se veía bastante ocupada y
los llantos y gritos perturbaban la atmósfera tranquila de su estudio. La
solución era simple: se colocó una puerta divisoria en el hueco de la
escalera y el erudito pudo volver a su trabajo pacíficamente. Además de
descubrir los hechos del año venidero y de preparar los horóscopos para
todo tipo de personas, Nostradamus había hecho varios intentos para
descubrir más acerca del siglo veinte, pero el truco con el trípode ya no
funcionaba más. En el local de ciencias ocultas en Marsella encontró un
nuevo instrumento y en cuanto regresó a su casa nuevamente subió las
escaleras apresurado con el paquete misterioso. Con mucho cuidado
desenvolvió la fuente y la ubicó sobre el piso. Luego volvió a bajar las
escaleras corriendo hacia el jardín para sacar agua del tonel de la lluvia.
- Vaya, que estás sediento –dijo Anne mientras extendía la ropa.
- Sí, estoy sediento –su marido rarificó, con el propósito de no entrar en
discusión alguna y apresuradamente regresó a su estudio con un balde
lleno.
“Hoy iba a tener éxito su visita a Hister, el Gran líder alemán que causaría
una guerra mundial”, se convenció. Vertió un poco de agua en la fuente y
le agregó un poco de aceite que tenía propiedades alucinógenas. Luego se
sentó al lado. Después de mirar fijamente la superficie del agua por un
rato, comenzó a relajarse y cuando los vapores etéreos, sin prisa pero sin
pausa, comenzaron a intoxicarlo, él cayó en un trance profundo. De
pronto, lo sujetaron por detrás, alguien se arrojó por sobre su espalda. Ya
era muy tarde para defenderse él mismo y cayó hacia adelante.
- Papá, tenemos algo para ti –César gritó colgado del cuello de su padre.
- ¡Maldita sea! –soltó su furia y asustó de muerte al niño. Jamás había
visto a su padre enojado. Siempre fue la tranquilidad personificada, pero
ahora sus ojos ardían de indignación. Michel vio a su pequeño niño allí
parado con tristeza e inmediatamente se lamentó por arranque de ira.
- Lo siento por perder los estribos, pero viniste en un muy mal momento –
y le extendió su mano. César vaciló por un instante, pero luego, extendió
la suya, con un poco de desconfianza.
- Sí, mi niño, el demonio está en todos, incluso en tu padre y es bueno
aprender a controlar esa fuerza, lo cual me falló. Por fortuna tenemos

111
consciencia –. Los dos se sentían bastante afectados y se tomaron un
minuto para recuperarse.
- Michel, ¿vas a bajar? Te tenemos una sorpresa –su esposa le gritó de
repente desde dos pisos más abajo.
- ¡Y ahora qué! –y de mal humor descendió las escaleras haciendo un
ruido sordo. Llegó a la sala y no pudo encontrar a nadie.
- Feliz cumpleaños –Anne y los niños gritaron y salieron de la cocina –.
¡Tú obsequio se encuentra al lado de la puerta! – El padre, quien acababa
de cumplir cincuenta, comenzó a tener dolor de cabeza y
malhumoradamente se dirigió hacia la entrada del frente. Pero no pudo ver
paquete alguno y regresó a la sala encogiéndose de hombros.
- ¡Detrás de la puerta! –le cantaron. Él regresó allí otra vez y refunfuñando
abrió la puerta.
"Pip- pip - pip" atronó una bocina. Una multitud de aldeanos estaba allí
parada justo en frente de él.
- Doctor Nostradamus –comenzó el Alcalde Lemerre– es nuestro placer
felicitarlo en su quincuagésimo cumpleaños, celebra la mitad de un siglo.
Todo lo que quería realmente Michel era darle un portazo en la cara, pero,
¿cómo iba a hacerle eso a todos sus conciudadanos entusiasmados y a su
familia?, así que tuvo que ser tolerante.
- Usted es un persona muy especial –el alcalde continuó– y muy valiosa
para Salon de Provenza. Por consiguiente, el municipio ha decidido
erigirle una estatua y nosotros humildemente lo invitamos a venir y
develar su propia imagen en la plaza del pueblo –. No había forma alguna
de escaparle a eso y llevaron al erudito con pretensiones sin demora.
Incluso la multitud que festejaba lo cargó sobre sus hombres y lo trajeron
hasta la plaza, en donde se erigía su estatua cubierta.
- Estimado pueblo –el alcalde comenzó cuando llegaron allí–. Nuestro
famoso hombre habitante del pueblo ha cumplido cincuenta años y al
municipio le gustaría aprovechar esta oportunidad para rendirle homenaje
al nombrarlo ciudadano honorario y le ha erigido una estatua–. Lemerre le
pidió a Nostradamus que quitara la tela de la estatua y quedó al
descubierto una figura de bronce, la cual era un buen retrato del astrólogo.
Una orquesta de fanfarria comenzó a sonar y los miembros del municipio
se acercaron al erudito apresuradamente para felicitarlo. Después de este
aluvión de elogios fastuosos, el trastornado erudito vio un claro y se
escapó hacia la parte trasera. El alcalde intercambió unas pocas palabras
con la esposa del vidente mientras que los miembros del municipio
disfrutaban del refrigerio gratis. Después, Anne caminó hacia la casa, se
sentía complacida y dejó que los niños se quedaran en la plaza un poco
más para jugar pelota. Su esposo la estaba esperando con rigidez en la
sala.

112
- Nunca jamás quiero volver a tener otra sorpresa como esta –expresó
violentamente–. Estaba sentado en una profunda concentración cuando tú
enviaste a César a buscarme. Mi corazón casi se para –. Pauline, quien
estaba envuelta en ropas, comenzó a llorar.
- Está bien, cariño –su madre la calmó– nosotros siempre tenemos que
adaptarnos a tu papi extraño. Él piensa que el universo gira a su alrededor.
Profundamente insultado, se alejó de su empecinada esposa y subió las
escaleras maldiciendo y diciendo palabrotas.
- Todo lo que quieres hacer es concentrarte en toda clase de desastres todo
el tiempo –ella le gritó detrás–. Bueno, nosotros no. Nos gusta divertirnos
una vez cada tanto –. Él sabía que se había casado con una mujer no
convencional, pero esta vez se había pasado de la raya y para siempre
cerró la puerta del ático. Se quedó todo el largo día en su estudio e hizo un
mohín, pero por la noche se había calmado y fue a ver a Anne en la
habitación y le dijo que lo sentía.
- Tienes razón, soy demasiado serio y debe ser difícil para ti y para los
niños estar conmigo, pero no puede evitar ser como soy…
- Eso no es nada nuevo. Ven aquí y quítate la ropa –ella le dijo. Se metió
en la cama con ella y se abrazaron con amor.
- Sé que tienes que cumplir tu misión –ella continuó– y te apoyaré hasta el
final, pero al mismo tiempo, quiero tener una vida también –. Su
comprensión lo tranquilizó e hicieron el amor.
- Tengo tanta suerte de tenerte –él le susurró después. A la mañana
siguiente se despertó sintiéndose horrible; sentía como si su cuerpo
estuviera quemándose. Era evidente que ayer había sido demasiado para
él. Anne oyó que su marido se quejaba y notó que estaba gravemente
enfermo.
- ¿Debería buscar a un doctor? –ella le preguntó preocupada.
- Yo soy el doctor y todo lo que necesito es descanso. Y amor –él agregó.
Estuvo enfermo en cama durante días y su esposa lo cuidó, a pesar de su
gran vientre.
“Siempre pasa algo con mi erudito”, ella pensó mientras le quitaba la
cáscara al huevo hervido que preparó para él. “Debo darle más espacio”.

Era navidad, las vacaciones más grandes después de las Pascuas. La


familia Nostradamus, ahora más numerosa, cinco niños, celebró el
nacimiento de Jesús Cristo en la iglesia de Saint Laurent. Era la primera
vez que una escena navideña había sido armada en una iglesia, con
estatuas de tamaño natural, y todos querían verla. Los niños corrieron
apresurados hacia el frente y Paul y César lograron ubicarse justo al lado
del pesebre con el niño Jesús dentro.
- ¡Mamá, André se parece a Jesús! –Paul le comentó al ver el parecido a su
hermano recién nacido.

113
- Creo que André es más apuesto – ella le respondió desde atrás de una fila
de personas. Los transeúntes la miraron con recelo.
- Eso es sacrilegio –uno de ellos la acusó. Anne no le prestó atención
alguna y miró al resto de los muñecos de Navidad con su marido. María,
José y los pastores del rebaño eran considerablemente menos populares y
un poco más allá, los tres reyes desde el Este tenían la menor cantidad de
atención. Ahora se les solicitó a los feligreses que tomaran siento sobre los
bancos de madera, donde Nostradamus rápidamente le contó a sus niños
sobre Francisco de Asís, quien fue el que había comenzado con el uso del
granero. De esta manera, el monje quería llevar el mensaje de Navidad a
los analfabetos. Desafortunadamente, los niños no eran tan filosóficos
como él había esperado; estaban ocupados mirando las miles de luces que
hechizaban la sala. Era el momento de la obra de navidad. El viejo
arzobispo de Arles, movió el atril, ansioso porque comenzara.
- Damas y caballeros, la Navidad es la promesa de la nueva vida que trae
Jesús y este hermoso tema será ahora actuado para ustedes. Disfruten–.
Los actores subieron a escena y la audiencia se inclinó hacia adelante con
entusiasmo. No todos los espectadores, ya que Michel creía que todo el
suceso era un poco dudoso. Antes del auge de los Protestantes, tal hermosa
actuación de Navidad jamás había sido organizada, y el obispo jamás
había sido tan amigable y jamás había hablado tan brevemente. Era obvio
que la Contra Reforma trataba de atraer más almas, pero nada de crítica se
podía esperar del público parroquial. Les estaban lavando el cerebro a sus
inocentes niños. Observó la obra teatral con aversión, pero como la
multitud se emocionaba cada vez más él comenzó a ceder ante la
atmósfera feliz. Para concluir, hubo desfiles con los pastores y los tres
reyes, el cual finalizó en el pesebre. Pese a los motivos impuros de la
iglesia, había sido una noche agradable y la familia regresó a casa después
del entretenimiento. Esa noche, su sexto bebé fue concebido.

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Capítulo 7

La flecha del cielo hace su viaje;


La muerte habla; una gran ejecución
La piedra en el árbol; una raza orgullosa humillada
Monstruo humano; limpieza y castigo.

- Michel –Anne lo llamó del otro lado de la puerta del ático cerrada– voy a
salir esta tarde y no volveré hasta mañana por la mañana. Tomaré el té
contigo antes de irme, si lo deseas –. Eso le pareció una buena idea a su
esposo y abrió la puerta. Ella entró con una charola con el té y galletitas y
la ubicó sobre su escritorio.
- ¿Dónde vas? –él preguntó.
- Voy a cabalgar al Camargue con Jacqueline y luego pasaré la noche en
su casa en Istres. Hace mucho tiempo que no veo a mi hermana.
- No sabía que andaba a caballo.
- Sí, acaba de comenzar. Así que tendrás que arreglártelas sin mí por poco
tiempo. Pero la mucama vigilará a los niños –ella sirvió el té de flores.
- ¿Aún trabaja en el taller de costura? –su marido inquirió en el momento
en que le daba un mordisco a la galletita de pasas.
- Sí, y le pedí que confeccionara una bata larga marrón para ti.
- Maravilloso, gracias –él respondió mientras tanto se quitaba las migas de
la barba. Terminaron el té y luego Anne siguió su camino.
- Dale mis saludos a tu hermana –él le expresó mientras salía y
rápidamente se dieron un beso. Cerró la puerta para que ninguno de los
niños se arrojara sobre su espalda esta vez, y también cerró las ventanas.
Ahora estaba prácticamente oscuro por completo, se sentó en si silla de
oficina y sacó una píldora secreta de un cajón de su escritorio. En esta caja
el guardaba una hierba que se usaba para estimular el tercer ojo. ¡Un
nuevo experimento! Esparció la hierba en polvo por sobre el escritorio y la
aspiró través de sus fosas nasales de una sola inhalación.
“Maldición, tomó un poco demasiado de esa cosa”, él refunfuñó y empezó
a llorarle los ojos de dolor. De pronto la sala comenzó a dar vueltas y
sujetó con fuerza los apoya brazos de su silla, pero perdió el control.
- ¡Anne! –él gritó, y sus ojos comenzaron a rodar en sus órbitas y su
cuerpo lentamente se deslizó de la silla al piso.
Después de un rato, el místico, quien yacía en el piso, recobró la
conciencia.
“Este no es mi estudio”, lo notó y miró alrededor. Se encontró a sí mismo
en una sala enorme y se sentó para observarla mejor. La sala tenía un

115
impresionante piso de mosaico de un sol negro; la imagen estaba hecha de
símbolos de varias religiones. Había muchas reliquias en la sala y tenía
solamente una ventana pequeña. Se dirigió hacia ella inmediatamente y
miró hacia afuera.
“Terminé en un castillo”, él determinó. No había nada de mayor interés en
la sala y lleno de curiosidad, caminó hacia una salida.
“Aquí siento una extraña atmósfera que me recuerda a la magia negra”. Y
con cuidado descendió una escalera de piedra. En el siguiente nivel
debajo, había más salas y todas las puertas estaban abiertas de par en par.
La inscripción de la primera era "Sala Rey Arturo". Allí había una mesa de
madera redonda con doce sillas alrededor.
“Inspirada en los tiempos de Arturo, obviamente”, él pensó. El viajero del
tiempo caminó por alrededor, mirando cada cosa, brevemente tocó las
sillas y luego visitó la sala siguiente llamada "Sala Rey Heinrich I".
“Aquí el mobiliario estaba hecho de materiales de avanzada, posiblemente
del siglo diecinueve o veinte”, él supuso. Había un escritorio, archiveros
metálicos y una caja de seguridad. En la pared colgaba un plano con la
palabra Wewelsburg escritas con letras grandes encima.
“Este debe de ser el plano del piso de este castillo”, él pensó. El proyecto
gigantesco abarcaba una ciudad en un medio círculo de exactamente mil
metros de diámetro y la cosa entera tenía la forma de una flecha, la cual
señalaba hacia el norte. Curioseó en uno de los cajones abiertos del
escritorio y encontró que estaba lleno de aros de calaveras.
“Una colección macabra”, él pensó. En los archiveros todos los archivos
estaban prolijamente ordenados alfabéticamente. Sólo una carpeta con
imágenes muy claras de un monasterio tibetano se encontraba
peligrosamente por encima. De pronto oyó voces y con cuidado miró
alrededor del marco de la puerta. Tres hombres uniformados subían con
dificultad las escaleras de piedra.
- El pueblo de Alemania tendrá un líder especial cada mil años –oyó que
uno de ellos decía.
- Te refieres a mí, por supuesto –respondió el hombre con el pequeño
bigote y una voz aterradora.
“Ese debe de ser Hister”, Michel se dio cuenta al instante.
- Sin duda alguna, mi Führer – contestó su adjunto, Heinrich Himmler.
- Fue exactamente hace mil años que Heinrich I gobernó las tierras
alemanas y bien podría ser su reencarnación.
Los hombres ahora se estaban acercando y se preparaban para entrar al
nivel en donde se encontraba Michel.
- ¿Cómo va la renovación de Wewelsburg? –preguntó Herman Göring.
- El castillo está prácticamente listo. Venga, le mostraré la sala del General
–Himmler respondió y continuaron subiendo las escaleras. Michel no pudo
oír más la conversación de los hombres, pero los pasos sonaban en todo el

116
edificio. Después de un rato, los alemanes bajaron nuevamente y sus voces
se oían nuevamente.
- Bueno, gran maestro del reino teutónico –Göring bromeó–, ¿cuál será
nuestro lugar permanente?
- La Sala Rey Arturo –respondió Himmler–, es el lugar donde nos
encontraremos de ahora en adelante. Michel podía oírlos desde la sala de
al lado, mientras se sentaban alrededor de la mesa redonda. Había una
puerta entre las dos salas y muy silenciosamente apoyó su oído sobre ella.
- Caballeros, les he pedido que viniera aquí por un motivo en particular –
Himmler comenzó–. Me gustaría presentarles mis planes magníficos.
- Espero de ustedes sólo planes magníficos –Hitler hizo un gesto, pero el
adjunto no se dejó distraer.
- Wewelsburg se convertirá en el santuario de Europa –continuó–. El
castillo debe transformarse en un centro para una nueva religión. Una
religión con dioses reconocibles, mitos en incluso su propio Vaticano.
- ¿Basado en el modelo Cristiano? –Göring supuso.
- No, quiero que nuestras viejas raíces Arias se tornen dominantes. Es por
eso que quiero que la Biblia sea reemplazada por Mein Kampf y todas las
cruces, por esvásticas. El clarividente Karl Wiligut ha predicho en el
pasado que este lugar será un baluarte mágico alemán.
- El maldito poder del Vaticano debe desintegrarse sin duda alguna –Hitler
acordó.
- Sin embargo, existe una aspecto de la Cristiandad –agregó el segundo al
mando de la nación–, la cual nos fascinará a todos constantemente y que es
el Santo Grial –. Michel escuchaba todo eso con asombro. Ellos estaban ha
blando de la copa mágica de la cual él había bebido en su iniciación.
- Durante años nuestro Sociedad Thule ha intentado apoderarse de este
grial para nosotros porque se suponía que conduce al último poder. Hace
cuatro años, ordené a Otto Rahn*, el historiador, que buscara el grial en las
cuevas cerca de Montsegur, pero ha buscado en vano. De todos modos, él
ya no puede transmitir más información importante a terceras partes.
- Me enteré de otras víctimas durante su búsqueda –comentó Hitler.
- Alrededor de un millón –Himmler respondió secamente–, pero esto es de
menor importancia comparado con lo que tengo en mente.
- Ya lo llaman el gran inquisidor –Göring bromeó y todos los hombres se
rieron.
- Sí, pero escuchen, ésta es la historia. Yo mismo viajé a Montségur y
busqué durante varios meses. Finalmente un camino me condujo al
monasterio de Montserrat en España, y, caballeros, tuve éxito. He
encontrado el grial –. Nostradamus oyó esto con incredulidad. ¡Ese
personaje de Himmler es aún más peligroso que su jefe!

* El alemán que buscó el grial murió misteriosamente en 1939.

117
- ¿Dónde está la copa? –Adolf gritó con excitación.
- En la caja de seguridad de la sala de al lado. La traeré por un momento –
y orgulloso como un pavo real Himmler se dirigió a la Sala Rey Arturo en
donde el abrumado vidente rápidamente se ocultó igual que un niño
pequeño. Conteniendo la respiración observaba desde atrás del archivero
cómo se abría la caja de seguridad y vislumbró el Santo Grial.
“Ese no es”, pensó aliviado; el cáliz original es más pequeño y tiene una
marca dentro –. Entretanto, Himmler tomó la reliquia y regresó con sus
Hermanos de la Oscuridad.
- Mi Führer, el honor es suyo –y le entregó el supuesto Santo Grial a su
superior. Hitler examinó el cáliz con desconfianza y luego silenciosamente
lo puso sobre la mesa. Luego comenzó a aplaudir con convicción y miró a
su adjunto lleno de orgullo.
- El poder absoluto es ahora nuestro –Himmler sonrió abiertamente–, pero
permítanme ubicar el grial tras puertas cerradas una vez más. Herr
Wiligut* y los oficiales estarán aquí en cualquier momento y quiero que
solo nosotros tres sepamos la ubicación del grial –. Hitler dio su
aprobación y Heinrich dejó la sala para colocar el grial en un lugar seguro
nuevamente, mientras Michel volvió a ocultarse detrás de los archivos.
Ahora muchos guardias podían verse en Wewelsburg y pronto llegó un
grupo de oficiales de la SS. Entraron y saludaron al Führer. Adolf los
ignoró completamente; sólo tenía ojos para su adjunto quien, pensó, podría
tener algo más en la manga.
- ¿No viene Goebbels? –Göring preguntó a su jefe soñador.
- No, Joseph está trabajando en mi discurso, con predicciones de
Kritzinger –respondió con indiferencia.
- Esta sala –Himmler se dirigía al grupo extendido– será accesible sólo
para los doce oficiales de rango superior en el imperio. Después de la
iniciación, se mantendrá la más estricta confidencia sobre todo que tendrá
lugar en este orden. El voto de confidencialidad deberá ser garantizado por
la fuerza, bajo la supervisión del clarividente Herr Wiligut –. El médium
que mandaron llamar se presentó él mismo y Nostradamus olió a gato
encerrado.
- Todos los miembros entrarán en la sala de al lado en una hora fijada –
Himmler continuó– mientras los demás enfocarán sus pensamientos en esa
persona. Debido a la influencia de la fuerza del caballero, ese miembro no
podrá guardarse secreto posible alguno para él mismo. Herr Göring,
propongo que usted vaya primero.
Michel se agachó por tercera vez y en una fracción de segundos más tarde
Göring entró en la sala y se sentó en el escritorio y esperó. El círculo
cerrado de la SS comenzó luego a contactar espíritus de los ancestros

* El Rasputín de Himmler

118
alemanes, quienes, junto con los sonidos de la escala tibetana se suponían
que purificarían la sala. Cuando los sonidos se apagaron, el silencio
perfecto invadió por un rato. Göring pertenecía a los de mayor confianza y
él estaba seguro de que tenía una hoja de servicios limpia. Sin embargo, el
experimento lo estaba haciendo sentir inseguro y nerviosamente se comió
las uñas. Finalmente fue readmitido a la sala con sus colegas.
- Esto no es lo que yo esperaba, Hermann. ¿Qué nos oculta? –Himmler
preguntó inesperadamente.
- No oculto absolutamente nada –Göring respondió con altivez.
- Bueno, de acuerdo con Herr Wiligut usted es…
- Yo soy un hombre de honor y decencia y siempre he sido leal al Führer.
- Entonces tiene que haber alguien más en esa sala –Wiligut supuso.
- Eso es inverosímil –dijo Himmler–, este complejo está custodiado igual
que una fortaleza –. Pero para estar seguro, ordenó a sus guardias que
registrara la sala de al lado.
“Ah no, me atraparán”, el otro clarividente se dio cuenta demasiado tarde.
Los soldados encontraron al intruso y lo arrastraron hacia el grupo de
conspiradores. Su líder se levantó furiosamente y lo miró con odio.
- ¿Cómo entró aquí? –gruñó, pero el espía permaneció en silencio.
- El Führer le hizo una pregunta –Himmler lo enfatizó brutalmente, pero
Michel aún mantenía su boca bien cerrada.
- Esto no volverá a suceder, mi Führer –su adjunto se disculpó.
- Arrójenlo al Walhalla y enciendan el horno abrasador. Tenemos formas
de hacerlo hablar –. Los guardias llevaron al intruso y lo encerraron en el
sótano, en donde Michel recobró el conocimiento.
“Me olvidé por completo que esta es solo una imagen del futuro”, él se dio
cuenta. “Estaba obsesionado con el peligro”, y, sintiéndose un tanto
tranquilo, miró alrededor de la sala. Al lado de ese horno, el cual
comenzaba a mostrar señales de vida, había un contenedor lleno de
escudos que pertenecen a soldados muertos. La insignia se quemaba con
ceremonia aquí.
“El temor es mi mayor enemigo, pero será mejor ir a lo seguro y no correr
riesgos. Uno nunca sabe, también podrían quemarme hasta hacerme
cenizas. El horno ya se está calentando”, y él enfocó su atención en el
estudio de su casa. “Todo se trata de concentración”, y después de que
había enfriado su cabeza, poco a poco se disolvió.
“Ah, qué gusto da verlo”, suspiró cuando vio su ático. Fue directamente a
su escritorio para escribir los sucesos, pero se desconcertó cuando se dio
cuenta de que su cuerpo terrenal, yacía inmóvil en el piso al lado de la
silla. El cuerpo respiraba muy lentamente y sospechaba que aún se estaba
recuperando de la sobredosis de hierbas que había ingerido anteriormente.
El fantasma intentó entrar por la fuerza, pero el cuerpo material no
respondía.

119
“¿Y ahora qué? Esto no es algo que uno puede aprender de un libro”, él se
dijo a sí mismo con seriedad y decidió sólo esperar y ver.
“Los caballeros del siglo doce seguramente causaron un impresión en esos
alemanes”, él pensó. “Me pregunto que habrá sido de esos monstruos”.
Y antes de que siquiera finalizara el pensamiento que pensaba, se encontró
a sí mismo en un búnker, rodeados de nazis, quienes estaban caminando
alrededor presos del pánico.
¡Maldición! Por fortuna, nadie lo vio. Estos personajes oscuros estaban
absortos en asuntos mucho más urgentes.
“A veces lo ven a uno y a veces, no. Parece que depende de su humor”, se
dio cuenta frunciendo el ceño. “Parece igual a la vida real y luego…”
Una explosión repentina causó que el búnker que concreto temblara
peligrosamente y las nubes de polvo cubrieron el lugar. Estaban
bombardeando a los Nazis; era un asunto de vida y muerte. Una secretaria
grande y rubia corría alrededor, confundida por la agitación y rozó a la
visita inadvertida al pasar.
“Ella, cegada por el pánico, no podía asimilar nada más”, Michel observó
nuevamente. Con cuidado, él examinó el complejo, en donde docenas de
oficiales se habían refugiado de la batalle en las varias salas. La mayoría
de ellos estaban recostados en las literas y se veían como se hubieran
llegado sus últimos momentos. Todas las salas se veían de forma triste y
estaba en un estado ruinoso. La cañería colgaba por todas partes del techo,
las paredes estaban agrietadas y había basura por todos lados. Entre las
camas había barriles de plásticos con combustible. En una de las salas, el
viajero en el tiempo descubrió a seis niños rubios con ojos azules.
“Esos deben de ser los niños de Goebbels”, pensó. En la sala de los
oficiales encontró a Hitler y a sus confidentes. Nuevamente el búnker se
sacudió sobre sus cimientos mientras un operador de teléfono trataba, con
gran dificultad, mantener contacto con el ejército. El Führer estaba
tratando de dirigir a lo que quedaba de su Tercer Reich de Berlín. Las
oficinas se encontraban justo debajo del Reichstag y tenía un techo
fortificado, un grosor de varios metros, para proteger al líder de las peores
bombas posibles.
- Los rusos y sus aliados nos están atacando de todas direcciones –Hitler
gritó, pero no estaba en su personalidad rendirse. Nostradamus miró de
cerca al odio personificado. Cada poro parecía estar al servicio de la
destrucción.
“Qué curioso, que pueda poner a su líder bajo una lupa como esta”, él
pensó. Himmler también se encontraba allí. Se quitó los anteojos y se
refregó los ojos con desánimo.
- Quizás no sea demasiado tarde para rendirse a cambio de nuestra libertad
–sugirió.

120
- No jamás negociaremos con el enemigo. ¡Continuaremos hasta la
victoria final! –Hitler bramó en tanto un pastor alemán le lamía los dedos.
Su adjunto estaba mirando al vacío, abandonando toda esperanza. El
búnker se sacudió nuevamente sobre sus cimientos. Las bombas caían
cada vez más cerca.
- Yo también creo que deberíamos rendirnos –el General Berger admitió
de mala gana.
- Escúcheme: ¡Jamás me rendiré vivo! –Hitler le dijo entre dientes en su
cara y Berger salió de la sala frustrado.
- Entonces, me abandona, traidor –su líder se quejó mientras continuaba
dando ordenes al azar. Sus seguidores, sin embargo, estaban aplacados y
se resignaron a la situación, la cual se tornaba más desesperada en cada
minuto. El ofendido Führer se dirigió hacia su secretaria para dictarle su
última voluntad y testamento.
- Escriba –dijo–, que yo Adolf Hitler, juro que gobernaré mi Tercer Reich
incluso desde la tumba.
“Obviamente espero que no se haga realidad”, Michel pensó parado justo
detrás de él. El operador entró con mala noticia.
- Los miembros de la resistencia han asesinado a nuestro aliado Mussolini
y lo han colgado cabeza abajo –les informó. Dejó a Hitler sin sentido por
un momento, pero rápidamente se recuperó.
- No quiero que el enemigo se apropie de mi cuerpo. Quémenlo después
de que muera –él ordenó. Traudl tomó nota de su deseo. Eva, la novia del
Führer, entró con un tazón de agua para el perro, Blondie, quien con
entusiasmo comenzó a beber a lengüetazos enseguida.
- ¿Dónde está Magda? –Eva preguntó. Estaba inclinada contra un montón
de cajas que contenían documentos importantes que se suponía que iban a
quemar en el último minuto.
- Supongo que está con Joseph –Himmler respondió. El oficial de contacto
entró nuevamente con un mensaje desastroso. La SS parecía haber sufrido
una derrota importante a orillas de la ciudad.
- Así que mi ejército definitivamente me está abandonando –Hitler se
mofaba y su rostro se tornaba púrpura. Casi sufre un ataque y debió dejar
la oficina. Se retiró a la sala de estar, donde Magda Goebbels estaba
recostada sobre el sofá como una rata mojada.
- ¿Por qué no te llevas a esos niños tuyos y luchas por un cambio? –le
gruñó a ella. Ella prudentemente mantuvo su boca cerrada y huyó de su
ídolo. El sueño de Adolf de un súper imperio se estaba haciendo pedazos.
- Ya nadie hablará más conmigo, sólo Eva –él se quejó y se dejó caer
sobre el sofá y puso la Convención de Nuremberg por enésima vez. Era lo
más destacado de su vida y el ver la película lo relajó un poco. Su novia lo
había seguido y se sentó a su lado.
- Adolf, quiero casarme contigo. Hoy –ella le propuso.

121
- Sabes que estoy casado con mi misión –él protestó. Pero Eva comenzó a
acariciarlo tratando de persuadirlo.
- De acuerdo, nos casaremos para tu seguridad –finalmente aceptó. Y
mientras ella le agradecía con un beso en la nariz, la pantalla mostraba una
plaza gigantesca, donde ciento de miles de personas tenían un brazo
inclinado hacia arriba para saludar a su líder.
“El rey de reyes, con el apoyo de Pannonia”, Michel interpretó mientras
que observaba. El sirviente personal del Führer entró corriendo.
- ¿Ahora qué pasa? –su jefe preguntó.
- Herr Himmler se fue. Huyó hacia el oeste por el sistema del túnel.
- Envía algunos soldados para que lo eliminen.
- Este, no queda nadie para llevar a cabo esa orden –el sirviente respondió
con mala gana. Hitler detuvo la película y se quedó mirando hacia adelante
con aspecto desalentador. Nostradamus tenía curiosidad por descubrir más
sobre el escape del adjunto y salió de la sala de estar. Después de que
había buscado por el complejo, encontró un túnel hacia el oeste, a través
del cual Himmler supuestamente había huido. Se preguntaba qué hacer,
cuando oyó un sonido aplastante de la sala contigua.
- Vaya, vaya, si no es nuestro fantasma de la casa –de repente oyó el
sonido de una voz familiar. Era el Ministro de Propaganda, quien podía
ver fantasmas y quien anteriormente ya lo había engañado sosteniendo un
debate con él. Goebbels lo miraba fijo desde la entrada con una extraña
expresión en su rostro.
“Esta vez, no debo dejarme llevar por este idiota”, Michel decidió.
- Qué pena que te fuiste tan pronto la última vez –dijo Goebbels–.
¿Supongo que regresaste para ver cómo nos enfrentamos a nuestra
destrucción? Pero aquel que ríe ultimo –… y comenzó a reír. Hitler entró
caminando.
- Joseph, te necesito como testigo. Eva y yo nos casaremos.
- Estaré allí en un minuto. Estoy hablando con alguien.
- No hay nadie aquí, Joseph. Estás viendo fantasmas otra vez.
- ¡Pero está justo allí! –y señaló en dirección a Michel. Hitler sacó su
pistola y disparó varios tiros en el lugar donde se suponía que estaba el
fantasma.
- Ya no más. Vamos y mantén la boca cerrada –. Algunos oficiales
asustados vinieron corriendo con sus ametralladoras y preguntaron que
estaba sucediendo.
- Sólo le disparé a un fantasma –su líder dijo con desdén empujando a
Goebbels junto con él. Michel, mientras tanto, se deslizaba en el piso. Las
balas lo habían atravesado.
- Me muero –gritó. Pero su cuerpo más elevado simplemente se sacudía.
Se oían sonidos de música de boda que venían de la sala de estar. Adolf y
Eva estaban casándose realmente en el último minuto. La ceremonia no

122
transcurrió sin problemas exactamente; fueron interrumpidos por varias
explosiones serias. El enemigo ahora estaba imponiendo el estado de sitio
en la ciudad con gran fuerza. El pastor alemán estaba asustado por los
disparos y se recostó al lado del fantasma colapsado; el único lugar para
encontrar algún consuelo subterráneo. Michel tuvo suerte porque el calor
del animal lo ayudó a recuperarse sorprendentemente bien. En lugar de
huir, decidió que quería ver el final del drama de la guerra. Para mayor
seguridad, se mantuvo alejado del psíquico Goebbels, mientras observaba
de cerca la caída de los Nazis. Después de la fiesta de la boda, el Führer
anunció que iba a suicidarse y quiso que lo dejaran solo. Cuando se quedó
solo con Eva, puso unas gotas de algo en la boca de su leal perro. Blondie
cayó muerto y lo pusieron en un rincón de la sala.
“Debe de haber probado un veneno”, Michel interpretó. Por supuesto, el
"rey de reyes" le dio algo a su recién esposa y luego bebió un poco él
mismo. Los dos durmieron por siempre. Luego el sirviente personal entró
en la sala y le disparó a su empleador en la cabeza por si acaso. Los
últimos seguidores arrastraron los dos cuerpos escaleras arriba hacia el
patio trasero junto con los documentos importantes y quemaron todo.
“Hasta nunca”, el vidente, quien los había acompañado, farfulló antes de
regresar al búnker nuevamente para ser testigo de todo hasta el último
minuto.
“¿Quién más está allí?” se preguntaba mientras caminaba por el edificio.
En el cuarto de los niños encontró más horrores. Los seis niños de
Goebbels estaban sobre la cama, muertos por envenenamiento.
“Apuesto a que el padre y la madre hicieron eso”, sospechó Michel y los
encontró sin vida detrás de la puerta.
“La justicia ha prevalecido. Sin embargo, ese genio diabólico todavía anda
suelto”, y con decisión se dirigió hacia el túnel por el cual Himmler se
había escapado. Con cuidado entró al oscuro pasillo, pero pronto alcanzó
los cimientos.
“Maldición, esto va a llevar más fuerza de la que me queda”, se preocupó.
En la distancia vio una luz. No duró mucho, sin embargo, porque resultó
que provenía de la secretaria de Hitler, quien estaba tratando de salvarse el
pellejo. Vencida, estaba caminando por el camino con una linterna. Pasó
rápidamente por al lado de ella y continuó. Pronto apareció una estación
de tren subterráneo y algunas lámparas defectuosas iluminaban a grandes
grupos de mujeres, niños y ancianos. Se habían estado ocultando allí de las
batallas en la ciudad y estaban esperando el final de la guerra sentados en
la plataforma. Michel pasó volando por los arcos y los rostros abatidos y
dejó detrás la estación U-Bahn. Mientras seguía el camino hacia el oeste,
dolorosamente se volvió a topar con la pared del túnel.
- ¡Ay! –exclamó, pero no fue un dolor terrenal, sino simplemente una
molestia y aumentó la velocidad. Se avecinaba la próxima estación y la

123
lucha intensa aún se sostenía allí. Los fanáticos miembros de la SS estaban
asesinando a soldados desertores quienes se habían estado atrincherando
entre los civiles ocultos.
“No tenía tiempo para detenerse”, el fantasma decidió y pasó navegando
por al lado de los berlineses quienes estaban luchando por sus vidas. El
túnel parecía interminable, hasta que de repente bloquearon el camino. El
túnel bajo tierra se había derrumbado y un poco de luz brillaba sobre el
montón de escombros. Michel miró el techo arruinado y deslizó su cuerpo
flexible hacia afuera a través de la abertura. Salió a Berlín Oeste, la cual
había sido allanada. Enormes fuegos estaban haciendo nubes negras y la
rara hilera de casas aún seguía allí. Los Aliados firmemente se hacían
camino por la última de las calles hacia la ciudad del interior. Había
cadáveres sangrientos por todas partes entre los escombros y los árboles
caídos. Un montón de objetos que zumbaban de pronto volaban de las
nubes.
- ¡Vaya, tuvieron éxito en la construcción de maquinas voladoras! –el
vidente exclamó con euforia, luego se reprendió a sí mismo por su
reacción infantil y se concentró una vez más en encontrar señales de
Himmler. Desde el cielo, él descubrió un puesto de control británico, el
cual obstruía el camino del tráfico saliente, algunos carruajes sin caballos
estaban siendo inspeccionados. Había miles de soldados, pero todos
marchaban hacia el centro de la ciudad. Había perdido el camino y regresó
al túnel colapsado para buscar pistas. ¡Eureka! Detrás de una montaña de
escombros vislumbró el sombrero de una oficial con un saco haciendo
juego, quien sostenía una insignia del rango más alto del país.
“Aquel nazi se libró de su uniforme”, se dio cuenta, y le echó un vistazo a
la zona entera. Había sobrevolado el puesto de control varias veces cuando
notó a Himmler. Estaba saliendo de la barraca y lo acompañaba un
comandante británico. Himmler pretendía ser un simple soldado desertor y
trataba de hacer un trato. El fantasma se posó al lado de él en el pasto y lo
oía mentir. El sinvergüenza estaba inventado un gran cuento y susurraba
algo de una gran recompensa. Al comandante británico parecía gustarle la
idea y miró alrededor para asegurarse de que sus camaradas no lo
atraparan. Pero el caos reinaba y tanto los soldados británicos como los
estadounidenses sólo tenían ojos para los últimos de la resistencia. Este era
el momento justo para tratos ocultos y se fueron tras un árbol para tramar
sus intrigas.
- Trato hecho –el británico finalmente aceptó y cerraron el acuerdo justo
cuando algunas nubes negras por encima se abrieron. El sol pasó por la
abertura y brilló exactamente sobre el oscuro suceso. Himmler fue
iluminado; y también Nostradamus, quien inesperadamente se hizo visible.

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- ¿Eres aquel que pasará el Juicio Final? –preguntó el inescrupuloso
alemán, cuando lo vio. El supuesto juez le dio una mirada silenciosa pero
significativa.
- Te escupo –le respondió Himmler sin una pizca de remordimiento.
Luego una flecha misteriosa voló del cielo, a través de las nubes y perforó
su corazón. Esto indudablemente marcó el fin del Tercer Reich.
“¿Mi presencia influye o no en realidad?” Michel se preguntó.

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Capítulo 8

El mundo debilitado se recupera


Por todas partes la paz duradera
La gente viaja por los aires, cruzando mar y tierra
Después habrá nuevamente una guerra

La puerta del estudio fue forzada para abrirla y Anne entró con las rodillas
temblando, con temor de encontrar a su marido muerto dentro. Después de
que había llegado a casa, la empleada doméstica le había informado que el
erudito había urgentemente solicitado que no se lo molestara bajo ningún
motivo. Estaba conduciendo un experimento importante. Pero ahora
pensaba que ya había llevado mucho tiempo. No había salido de su estudio
por días y al parecer sus preocupaciones fueron justificadas. Encontró a su
marido tirado en el piso.
- ¡Está muerto! –gritó.
- ¿Por qué no golpeaste? –Michel preguntó. Estaba sorprendentemente
lúcido. Por un momento, ella enmudeció, pero luego se enfureció mucho.
- ¡Te encerraste durante tres días enteros! Te llamamos tantas veces,
golpeamos la puerta, gritamos y no abrías la puerta. ¡No aguanté un
minuto más!
- Estoy bien –le aseguró calmadamente.
- Pudiste haber muerto –continuó ella, aún muy agitada –. No tenía
elección más que actuar. Y, por cierto, la reina quiere verte. Pensé que
probablemente querrías saberlo.
- ¡Buena noticia, en verdad! Empacaré enseguida –, y comenzó a
levantarse para prepararse.
- No seas idiota; primero pasarás unos días recuperando tu fuerza. Te ves
horrible –le gritó y su marido le prometió que se calmaría por unos días.

- ¿A dónde fue papá? –preguntó Pauline de tres años al día siguiente.


- Papá está haciendo cargo del más allá –contestó César.
- Pásame el pan, por favor –le pidió el padre. Su hijo se lo pasó.
- Creo que estaba haciendo bromas nuevamente –dijo Paul con osadía.
- Tu padre está perdiendo el cabello, pero no las travesuras –Anne acordó.
Su marido bebió un poco de jugo de fruta y las bromas le causaron mucha
gracia.
- Tu padre irá a visitar a la reina pronto –la madre les informó a todos.
- ¡Paul, suelta a César!– Paul tenía flor de carácter y era inquieto a
menudo.

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- Espero que la reina no sea demasiado hermosa. Porque entonces nunca
más veríamos a papá –comentó Madeleine.
- Yo sólo quiero a tu madre –le aseguró–. Y a fin de cuentas la reina ya
está casada con el rey.
- Bueno, he oído que ese matrimonio es sólo una farsa –Anne mencionó–.
Y hay muchas doncellas en la corte.
- ¿Qué son doncellas, mamá? –preguntó Pauline.
- Son mujeres que no están casadas con un hombre, pero que lo desean de
todos modos –trató de explicar simplemente.
- Pues alrededor de esta mesa hay muchas doncellas –bromeó César. Sus
padres se rieron y luego comenzaron a limpiar la mesa.
- Te quedas con André un minuto –le pidió Anne. Su marido, quien estaba
volviendo a la normalidad, vigilo al bebé mientras ella fue a sacudir el
mantel afuera en el jardín.

La primera parte de Las Profecías había tenido gran éxito en la corte del
rey y la Reina Catalina de Medici solicitó al astrólogo inmensamente
popular que viniera a su palacio para una consulta. Ante semejante honor
recibido, Nostradamus no pudo negarse y le concedió su deseo. Puesto que
París está muy lejos, tendría que estar fuera de su hogar durante un mes
aproximadamente. Se despidió acongojado de su familia.
- Aquí, muchachos, no me olviden–, pero los niños ya estaban afuera
corriendo, pues estaban ocupados en otras cosas. El padre los amaba a
todos, sin importar lo que hiciesen, pero se sentía más conectado a César,
un muchacho inteligente, a quién, algún día, podría pasarle su
conocimiento.
- Ten cuidado. Siempre hay mucho odio y envidia en la corte –Anne le
insistió a su marido.
- Estaré fuera de todo eso –le prometió y después de un gran beso, recogió
su maleta y subió al carruaje que estaba esperando. El huésped de la
familia real tendría la oportunidad de visitar a su editor, Chomarat, en
Lyon también. Llegó dos días más tarde. Su editor decía que no con un
gesto de incredulidad cuando vio al famoso escritor entrar en su oficina,
sin anunciar su llegada.
- Pediré que preparen la habitación de huéspedes –tartamudeó.
- Genial, gracias. Aunque sólo me quedaré un día, porque voy camino a
París.
- Entonces le mostraré la oficina enseguida –y dieron un paseo por la
Maison Thomassin. Los topógrafos también se sorprendieron con su visita
y con movimientos torpes hicieron lugar para su encumbrado huésped. En
la imprenta, su jefe comenzó a hablar nerviosamente.
- Su éxito en parte se debe a este invento –expresó Chomarat, sosteniendo
el aparato revolucionario con ternura, como si fuera su propio hijo. Pidió a

127
uno de los obreros que pusiera tinta sobre la plantilla para la portada de
Las Profecías. Hizo lo que le ordenaron.
- Ahora le mostraré cómo funciona –Chomarat comenzó y ubicó el molde
con tinta por encima de la placa de abajo–. Y luego colocamos un papel
por encima y haga usted su propia impresión… Nostradamus comenzó a
dar vuelta la placa con un torno.
- Ojalá estar bajo presión fuera así de fácil –dijo a modo de broma, pero
antes de que alguien tuviera la oportunidad de comenzar a reír, el editor
gritó de dolor. Su dedo quedó atascado y el invitado retiró la placa
rápidamente.
- Permítame ver eso –le solicitó. Quejándose, Chomarat le mostró su
pulgar herido.
- ¿Tiene vendas?
Con su rostro retorcido de dolor, señaló su oficina. Fueron allí y después
de buscar un poco, encontró un pequeño pedazo de vendaje.
- Por un tiempo, no podrá escribir con la mano –le explicó Michel
mientras le vendaba el pulgar.
- Soy tipógrafo, no soy escritor –refunfuñó Chomarat. Ya se había
recuperado del shock y los hombres volvieron a su lugar de trabajo. Una
vez allí, Nostradamus nuevamente bajó la placa, para que se presionara
firmemente contra el pedazo de papel y luego lo volvió atrás otra vez.
- El trabajo de chapucería ahora debe ser una cosa del pasado –se rió entre
dientes y luego miró la impresión húmeda.
- ¡Maravilloso! Pero ¿qué está haciendo ese pequeño demonio allí en el
último renglón? Chomarat se sorprendió, se acercó y se paró al lado de él
y también vio la irregularidad.
- ¿Qué granuja hizo este cambio? –preguntó muy enojado. Pero parecía
que nadie del personal lo ha hecho. Su jefe se dirigió corriendo a la
provisión de libros de su cliente. Por un minuto tuvo visiones de miles de
demonios reproducidos, pero gracias a Dios, todas las portadas estaban
bien. Corrigieron la platilla de impresión y después de toda la conmoción,
la prueba de fuego se aprobó. El autor estaba muy feliz y miró su propio
trabajo nuevamente, el cual estaba siendo editado aquí en varios idiomas.
Toda Europa recibía sus libros con mucho entusiasmo. Después, él y el
editor fueron a un restorán y conversaron un poco más sobre las mejoras
de la versión actual.
Al día siguiente, el viaje a París se reanudó. Todo salió bien y tres días
después pasó por Fontainebleau. No falta mucho ahora. De repente, un
grupo de jinetes a caballo rodearon el carruaje y lo forzaron a detenerse.
- ¡Bandidos! –el asustado cochero gritó, pero resultó ser que eran oficiales
de policía y se aseguraron de que siguiera sus direcciones. Enseguida un
oficial le explicó al pasajero lo que estaba sucediendo.

128
- Su ruta ha sido cambiada; será escoltado hacia el palacio de Saint
Germain en Laye.
- ¿Por qué el cambio? –Nostradamus quería saber.
- La familia real cambia de residencia de vez en cuando.
- Entonces, aún tenemos una distancia que recorrer.
- Mis disculpas por las molestias –. El oficial Morency se sentó al lado de
él y continuaron.
- Sí que viajan mucho las personas hoy en día –el oficial comenzaba a
insistir con el tema mientras se quitaba las botas de equitación –. El mundo
está floreciendo después de esa era oscura y ahora está haciendo un rápido
progreso.
- ¿Ve a esas aves migratorias allí arriba, volando hacia el norte? –Michel
interrumpió.
- Sí, ¿por qué?
- Pueden hacerlo diez veces más rápido que nosotros.
- ¿Entonces qué trata de decir?
- Que nací en la época equivocada…
- Aún no lo entiendo –insistió Morency.
- Oh, no se preocupe por mí; me siento un poco rezongón. Probablemente
cansado –el erudito se disculpó.
- Lo dejaré solo, Doctor. Supongo que todos lo molestan todo el tiempo.
- Bien, ahora que lo mencionó, debo decir, la impertinencia se está
tornando peor cada día. En mi pueblo, ya ni siquiera puedo salir en
público. Pero, continúan y persisten con la charla, puesto que los
momentos agradables pasan volando –. Morency hablaba sobre su carrera
y su pronto retiro.
- Será arrestado y encarcelado antes de que su carrera termine –el
clarividente dijo de repente. El oficial lo miró, alicaído.
- ¿Qué está diciendo? ¿Justo antes de mi retiro?
- Mantenga su mentón arriba. Un tratado de paz le devolverá la libertad.
- No sé qué entender de todo eso, pero lo tendré en mente. ¡Es asombroso
que pueda ver esas cosas!
- Bueno, los sucesos sólo están como suspendidos en el aire y yo los
observo, de la manera en que un ave presiente la llegada de una tormenta.
A excepción de los humanos, que, a diferencia de los animales,
generalmente causan sus propias miserias.
- Increíble. ¿También ve su propio futuro? –inquirió el oficial,
impresionado.
- Los asuntos personales, por desgracia, nublan mi visión.
- Bueno, agradezco el aviso. ¿Es usted Católico?
- Sí, ¿por qué?
- Aquí hay batalla política entre la Casa de Guisa Católica y la Casa de
Coligny Calvinista. La reina ha optado estar del lado de Guisa. Por lo

129
tanto, usted se encuentra en el lugar correcto. Pero cuídese de las cortes
parisinas, porque son fanáticas y buscan la más mínima excusa para
condenar a cualquiera. Y estoy pensando particularmente en sus
publicaciones –. Una lluvia, que apenas estaba comenzando, comenzó a
dar golpecitos en el techo del carruaje y los hombres conversaron hasta el
final del viaje.
Allí estaba, finalmente: Saint Germain en Laye. El pueblo que los reyes
tanto disfrutaban por su clima agradable y por los enormes bosques a su
alrededor. En el momento en que el carruaje salió del follaje, el tiempo se
aclaró. Luego daban tumbos a lo largo de los interminables jardines de la
realeza aparentemente en construcción.
- Los jardines tendrán terrazas con vista al Sena –Morency comentó.
- Parece que llevará un día entero caminar por el –Michel respondió.
- Sí, así es y luego hay aproximadamente cinco mil hectáreas de bosque.
Enrique II es un ferviente cazador –. El carruaje ahora pasaba por el nuevo
palacio, el cual estaba aún rodeado de andamios. Carretadas de materiales
iban y venían de un lado a otro y grupos de obreros trabajaban en la
construcción. El huésped, sin embargo, fue llevado al viejo castillo,
ubicado justo detrás.
- ¿Me pregunto cuántas habitaciones tiene este lugar? –preguntó cuando
vislumbró el colosal palacio.
- Más de cuatrocientas. El nuevo tendrá aún más –su compañero
respondió. Los oficiales de policía a caballo se salieron del camino y el
carruaje se detuvo en la entrada. Los hombres se bajaron y caminaron
hacia las puertas imponentes de la entrada, las cuales fueron abiertas por
dos valet. Ingresaron al hall de entrada magistral, en donde dos escaleras
de caracol se entrelazaron elegantemente.
- Mi trabajo está hecho. ¡Buena suerte! –el oficial se expresó
sinceramente. El erudito se despidió y se sentó en un sofá dorado y
examinó el interior mientras esperaba. Donde sea que miraba, cada lugar
fue decorado con sumo cuidado. Incluso el techo estaba decorado. Y
pensar que el nuevo castillo se iba a convertir en un verdadero modelo en
su género...
El valet principal le pidió que lo siguiera hacia el salón del trono, lugar
donde, por lo general, se recibían a los invitados. La pareja real estaba
esperándolo en sus tronos de oro. Entre ellos había colgada una magnífica
pintura de una mujer con una sonrisa misteriosa.*
- Nostradamus, estoy tan contenta de tenerlo aquí –Catalina de Medici
habló con firmeza y su invitado hizo una reverencia profunda, tal como lo
exigía la costumbre.

* La Mona Lisa, colección del Rey Francisco I

130
- Enrique, este es aquel famoso astrólogo de Provenza, quien ha estado
causando tanta conmoción –informó a su marido–. Solía trabajar como
médico y salvó de la plaga a mucha de nuestra gente –. El rey miró de
reojo al ilustre compatriota. Su blanco semblante contrastaba nítidamente
con el amplio borde negro de su sombrero con pluma marrón.
- Encantado de conocerlo –saludó, por una cuestión de formalidad. “Otro
de aquellos intelectuales, bien, él es tu visita Catalina, tú misma te
encargas de él” pensó. Michel interpretó sus pretensiones; lo que el rey
realmente quería hacer era ir a cazar.
- Tengo curiosidad por sus talentos –comenzó la reina, quien tenía puesto
una capa de cuero–, y me gustaría que viniera a mis dependencias privadas
mañana por la mañana a las ocho en punto para hablar de eso más en
detalle.
- Por supuesto, Su Majestad –. Michel pensó que ella era mucho más
inteligente que su marido.
- El lunes de la próxima semana, habrá un fiesta –ella continuó–, en honor
al matrimonio del Duque de Joyeux y Lady De Vaudemont, y esta noche
hay un banquete. Queda invitado para las dos ocasiones –. El corazón de
Michel dio un vuelco al oír el apellido de su primera esposa.
“De Vaudemont; increíble. La novia debe ser una hermana o sobrina de
Yolande. Mis antiguos parientes no estarán felices cuando me aparezca
allí”, pensó. Una confrontación inevitable estaba pendiente en el aire. El
rey eliminó los gases y se retorcía con incomodidad en su asiento de oro.
- Muchas gracias por la invitación, Su Majestad. Seguro que asistiré.
- Se espera que nuestros invitados participen del baile de la corte, después
de la representación. ¿Conoce estos bailes? –Catalina preguntó.
- En absoluto, Su Majestad.
- Entonces nuestro maestro de ballet le enseñará los pasos necesarios, en
algún momento dentro de los próximos días. Pero esta noche nos veremos
en el banquete –, y ella ordenó a su valet que acompañara al astrólogo
hacia la puerta del salón del trono. El maestro de baile convocado
prometió comenzar con las lecciones ese mismo día, pero primero el
invitado aprovecharía la oportunidad para tomar un descanso.

Un tanto recuperado del pesado viaje, Nostradamus se dirigió hacia el


estudio de ballet, en donde Baltasar lo estaba esperando.
- ¿Aún agotado del viaje, Señor?
- Un poco, pero algo de movimiento no me hará daño.
- También le enseñaré algunas técnicas distinguidas, ya que están
inextricablemente conectadas a la danza –. Su invitado pensó que estaba
bien y comenzó por quitarse la levita.
- Para el baile de la corte, el atuendo en realidad debe estar impecable –el
joven maestro de ballet se rió tontamente–, pero en cualquier caso, parece

131
que está ansioso por su primera lección de baile –y se puso otra vez la
levita.
- ¿Conoce algo sobre el baile?
- El baile es la caza femenina y la cacería es el baile masculino –respondió
el erudito.
- Bien, colgaré ese proverbio por encima de mi cama –Baltasar volvió a
reírse tontamente. Era fácil de llevarse bien con él.
“Escurridizo como una anguila”, Michel pensó, ante una inspección más
de cerca.
- Bien, será mejor que comencemos porque los De Vaudemont estarán
aquí en dos horas; son mis próximos estudiantes.
- ¿Conoce usted bien a los De Vaudemont?
- No, sólo sé que pertenecen a la nobleza. Nuestra reina aprovecha cada
oportunidad para organizar una fiesta –Baltasar comentó sin inmutarse y
comenzó la lección.
- Un cortesano debe tener educación general, pero, por encima de todo, se
espera que él se mueva con elegancia. Todo lo que se haga en la corte debe
realizarse con gracia y donaire. Los movimientos duros o aquellos en do
de el esfuerzo se deja ver son considerados pecaminosos –. Los caballeros
se mueven hacia la pista de baile.
- En el baile, la danza seguirá patrones establecidos. Por ejemplo, así –y
mientras el maestro de baile marcaba los tiempos, le demostraba algunos
pasos.
- Al mismo tiempo, debe seguir las reglas sociales. Sígame, por favor –y
Michel copió el Pas De Bourré.
- Este es bastante desafiante –dijo cuando sus piernas se enredaron todas.
- Le daré una serie de ejercicios en un papel, el cual lo ayudará a controlar
sus funciones motoras –el instructor sugirió.
- Bien, eso me dará algo para hacer. ¿Supongo que el ballet es la actividad
favorita de Catalina de Medici?
- Tiene razón. La nobleza puede reconocerse a través de la postura de una
persona, de acuerdo con su reina. Desafortunadamente, el marido no está
de acuerdo con ella y fue ella quien trajo los modos refinados la corte
francesa. Trajo una variada compañía de cocineros, artistas y músicos con
ella desde Florencia, después de la boda. Tendrá la oportunidad de
conocerlos –y continuó danzando. Justo cuando Michel pensaba que le
había tomado la mano, todo se le confundió otra vez y el afectuoso
maestro de ballet lo tomó de la mano. Al finalizar, practicaron una danza
geométrica, después de eso, la primera lección finalizó. Mañana
continuarían.
Se terminaba la tarde y Michel caminaba afuera para respirar algo de aire
fresco. Caminó por un parque, en donde varios jardineros estaban
plantando arbustos. Al pasar, miró el desarrollo del nuevo castillo

132
adelante. Detrás de un cantero de flores, había un cortesano, quien de
pronto comenzó a saludarlo como un desaforado.
-Vaya, vaya, si es el marqués De Florenville. Mi pasado me persigue una
vez más.
Era por supuesto el castillo del señor quien había tratado de engañarlo en
el pasado y el marqués con entusiasmo corrió hacia él para saludarlo.
“Creo que se ha reformado ahora que soy famoso”, el astrólogo pensó con
desdén.
- Es un privilegio volverlo a ver – el sangre azul lo saludó.
- Sí, ha pasado mucho tiempo.
- Sí, por supuesto que sí, y no nos hemos puesto más jóvenes, ¿verdad?
- ¿Aún va hacia Estrasburgo? –Michel preguntó.
- Últimamente me he quedado en la corte ante todo, por asuntos políticos –
De Florenville contestó, mientras el sol desaparecía detrás del horizonte.
Estaba haciendo más frío ahora y el erudito indicó que quería regresar
dentro.
- ¿De qué clase de asuntos políticos se ocupa? –indagó cuando entraban
juntos al palacio.
- Bueno, es una larga historia…
- Tenemos una hora antes de que comience el banquete –dijo Michel y el
marqués comenzó a hablar.
- Mi amigo Erasmus, a quien estoy seguro de que usted recuerda, sentía
que ciertas partes de la Biblia no estaban traducidas correctamente del
latín –le narraba, mientras caminaban por los corredores –. Entonces
tradujo el Nuevo Testamento griego y lo hizo publicar. El reformador
alemán Luther explicó con más detalle esto y su movimiento protestante
escandalizó a Francia. Algunos Hugonotes de Estrasburgo me pidieron
que representara a este movimiento en París y no pude negarme. Por
consiguiente aquí estoy. ¿Ha oído alguna vez de los Coligny?
- Sí, supe de ellos recientemente. ¿Pero eso no lo convierte en el enemigo
político de la familia real?
- Desde un punto de vista formal, sí –De Florenville acordó–, pero el rey
no se ocupa de la política y Catalina piensa que los guisa son también
poderosos. En realidad trata de acercarse a nosotros. Esa bruja malvada,
perdón por mi expresión, puso en contra a los Guisa y a los Coligny.
- No sabía que existiera tanta inclinación hacia el protestantismo –agregó
Michel.
- Bueno, está creciendo día a día, en especial al norte de Francia. Incluso
hay algunos fanáticos entre la familia real. Pero dígame algo más; ¿qué
hace aquí? –y el marqués lo miró con expectación.
- La reina me ha pedido una consulta –el vidente develó.
- Oh, y cuáles fueron sus conclusiones –el político preguntó, a la pesca de
detalles picantes.

133
- No hablaré con Su Majestad sino hasta mañana, y no tengo autorización
para hablar del contenido de la consulta con nadie. Confidencialidad del
profesional. Lo que puedo decirle es que al rey no le interesa la astrología.
- Bueno, ¡todo el mundo lo sabe! –el marqués dijo adiós a su comentario–.
Resulta ser que Enrique II no está interesado en nada absolutamente. Pero
se ha corrido el rumor de que ha tomado posesión de todos los tesoros de
la iglesia par construir el chateau extremadamente caro. Ve, ese es el
problema con los católicos, son tan hipócritas. Excepto por unos pocos
buenos, por supuesto. Robar a la Iglesia no es problema para mí; creo que
es demasiado poderoso de todos modos –… El erudito se estaba
informando bastante bien sobre el nido de víboras político a través del
todo este chisme y sintió que había oído suficiente.
-Aún tengo que cambiarme. Lo veo en el banquete –cortó la conversación
y luego subió la escalera de caracol central hacia su habitación en el tercer
piso.

Un ratito después, el vidente acicalado entró al comedor, en donde el gran


banquete ya había comenzado. Se armaron dos mesas largas y
exorbitantes, con aproximadamente quinientos invitados sentados
alrededor de ellas. Un acomodador escoltó a la celebridad hacia la mesa de
la pareja real. Los dos estaban sentados a la cabecera de la mesa, para que
hubiera bastante distancia entre ellos. La otra mesa era para los miembros
de la nobleza más baja, que era en donde el marqués también había
tomado su lugar. El astrólogo estaba sentado de frente a los De
Vaudemont, sorprendentemente, y cuando vieron a su antiguo integrante
de la familia, se pusieron tensos. Se codeaban el uno al otro asombrados
para alertarse de la llegada del profeta del desastre. Eran los hermanos y
hermanas de Yolande. Aunque había envejecido y estaban canosos, eran
fácilmente reconocibles. Sus padres habían muerto probablemente. La
novia resultó ser Elise, la hija de Désiree y a su lado estaba el Duque de
Joyeux. Todavía odiaban a Michel y su presencia arruinó su fiesta. Se
sirvieron toda clase de manjares, entretanto, y el astrólogo convocado
logró disfrutarlas a pesar de los rostros avinagrados frente a él. La reina
ahora propuso un brindis por el futuro de la novia y el novio y elevaron
sus copas unánimemente. El único que no lo hizo fue el rey porque estaba
demasiado ocupado entreteniéndose con algunas damas de honor. Michel
pudo percibir de las conversaciones a su alrededor que Catalina era
descendiente de una rica familia de banqueros y que la familia real
francesa se fortalecería por eso. Enrique II era más inteligente de que
parecía. Después de que los invitados habían comido hasta saciarse,
comenzó el aburrimiento y la conversación se tornó mordaz y reprimida.
El tema se dirigió hacia la política y con muchos de los Guisa y de los
Coligny en la sala, la tensión comenzó a aumentar. Durante la feroz

134
polémica, le solicitaron a Nostradamus que predijera el futuro religioso de
la casa real. Había demasiado interés; todos querían conocer lo que el
explorador de los cielos diría sobre eso.
- En ochenta años –hablaba con elocuencia–, veo nacer a un Rey Sol en
este palacio.
- ¿Pero será protestante? –presionó Coligny, el líder del grupo con el
mismo nombre.
- De todos modos, será cristiano –el vidente respondió cautelosamente. No
obstante, las cosas se descontrolaron después de eso y una discusión
desvergonzada tuvo lugar a continuación. Michel decidió que ya estaba
harto, después del postre, mientras la reina miraba con desánimo.

A la mañana siguiente, visitó a Catalina de Medici en su dependencia


privada. Era evidente que ella había decorado la sala de acuerdo con su
gusto personal, porque estaba lleno de pinturas de ricos ancestros que
posaban delante de sus residencias en Florencia.
- Venga y siéntese a mi lado –ordenó la reina y Michel se sentó en el sofá.
- ¿Desea un dulce? –preguntó mientras sostenía un tazón de caramelos
frutales delante de él.
- Gracias, Su majestad –y tomó uno de los exquisitos caramelos.
- ¿Está disfrutando su estancia aquí, hasta ahora, aparte de la discusión de
anoche?
- Bueno, por supuesto estoy impresionado con toda la grandeza y la
magnificencia.
- Esa es la idea. Mucho dinero gastado en asuntos aparentemente inútiles,
tales como fiestas, triunfos y palacios, pero así es cómo intentamos
impresionar a embajadores extranjeros para lograr mejores negociaciones.
Y con el dinero ganado, podemos fortalecer nuestro ejército.
“Es una mujer astuta”, se dio cuenta. “Estoy seguro de que dirige al país
entre bastidores”.
- Le he solicitado que viniera aquí –comenzó–, porque me gustaría que me
redacte un horóscopo para mí. Todos hablan de usted y tengo mucha
curiosidad por averiguar lo que las estrellas tienen que decir sobre mi vida.
¿Puede hacer eso para mí?
- Por supuesto que sí, pero necesitaré la fecha exacta de su nacimiento.
Catalina inmediatamente ordenó al valet que fuera a buscar los
documentos de nacimiento de ella.
- ¿Cuántas horas le llevará? –preguntó.
- Desafortunadamente, esto lleva varias semanas; no tengo el equipo
necesario conmigo y puedo sólo trabajar apropiadamente en casa.
- Bueno, este es un malentendido de mi parte entonces, pero está bien,
tendré que ser paciente. ¿Hay algo que pueda decirme en este momento?
- Primero tendré que concentrarme, Su Majestad.

135
- Adelante –y Nostradamus cerró sus ojos. Pronto entró en otros mundos y
comenzó a mover la cabeza.
- Veo…, veo que el ballet de la corte experimentará un enorme desarrollo
debido a sus esfuerzos. Se fundarán academias especiales de danzas.
- Esa es una buena noticia. Adoro el ballet. ¿Ve que algo suceda durante
mi vida también?
- Algo sobre Roma está por llegar…
- Eso es bastante posible. El difunto Papa Leo X, quien estaba establecido
en Roma, era mi primo segundo, Giovanni di Lorenzo de Medici –. La
reina ahora estaba sentada al borde de su silla.
- Este, gobernar está en su sangre –farfulló.
- ¿Quiere decir que gobernaré al país?
- Sí, eso está por venir.
- Pero, ¿eso significa que mi marido ya no vivirá? –preguntó asustada.
Michel asintió con la cabeza con compasión.
- Enrique y yo tenemos un matrimonio de conveniencia, pero sinceramente
espero que eso no se haga realidad.
- Nada está escrito, Su Majestad; todo está sujeto a cambio. Pero las ideas
divinas se develan ante mí y cada una de ellas es verdadera. Es sólo una
cuestión de cómo y cuándo. Si la semilla de un árbol recibe poca agua o
luz, posiblemente jamás aparecerá, pero jamás será un roble.
- ¿Podría decirme lo que sucederá con mi marido? Tal vez podamos hacer
algo para prevenirlo.
- No está claro en mi mente y también no quiero desprestigiar
innecesariamente a su marido. Pero si su marido desea que yo se lo devele,
podría investigarlo más profundamente.
- No mucha oportunidad de eso –dijo y luego, de pronto, cambió de tema;
Catalina se paró repentinamente y dejó caer su vestido a sus pies.
Completamente desnuda, lo miró de manera seductora.
- ¿Y usted cree que soy atractiva?
- Bueno… comenzó con evasivas, cautelosamente.
- Sí, ya no soy más una doncella esbelta.
- Para el jefe verdadero de Francia, usted se ve muy bien –y se inclinó ante
ella.
- Um, usted huele agradable –expresó mientras presionaba su nariz sobre
la cintura de ella.
- Ventilo mi cuerpo todos los días –explicó.
- Ojalá todos fueran tan sabios. Alternar baños calientes y fríos es muy
bueno, también –y acarició su trasero. Catalina coquetamente disfrutó su
toque.
- Bueno, su salud es excelente –dijo entonces el doctor–. Puede vestirse.
- Caramba, es casi tan astuto como yo –y, divertida, se puso su vestido. El
valet regresó con los documentos de nacimiento.

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- Nuestro deseo es una Francia fuerte y estable y el mantenimiento del
poder de la casa real de Valois –comenzó la reina, con una mirada seria en
su rostro–. ¿Puede aconsejarnos cómo mi marido y yo deberíamos manejar
las diferencias políticamente religiosas con el fin de lograr esto?
- Primero prepararé un horóscopo para usted, Su Majestad. Después de
eso, llegará a conocer sus puntos fuertes y débiles, luego, usted misma
tendrá que poner en práctica el conocimiento. Vea, no se me permite
conducir la vida de otro, sin importar cuánto yo desee satisfacer sus
deseos.
- Bon, valoro su integridad. Entonces lo dejaremos solo por ahora. Nos
veremos el próximo lunes en el baile –y ella finalizó la conversación.

Eran las once en punto de la mañana, hora en que iba a comenzar el


espectáculo teatral en honor de la boda del Duque de Joyeux y Elise de
Vaudemont. Usando sus pantalones bombachos simples, Michel se dirigió
al salón de baile gigantesco y desfiló entre los invitados extremadamente
emperifollados, algunos de los cuales él ya había conocido en los palacios.
Todas las damas parecían obras de arte: vestidos muy amplios con tocados
extravagantes. Los caballeros, también, tenían puesto fabulosos sombreros
o pelucas caras, y los dos sexos andaban por la sala con movimientos
formales exagerados. Alguien puso en la mano de Michel un programa.
- Veamos qué dice –farfulló y lo abrió. Ya habían visto al famoso
astrólogo, por supuesto, y tres entusiastas damas de honor corrieron hacia
él.
- Señor Nostradamus, qué agradable es tenerlo aquí –llamaron–, ¿le gusta
el ballet?
- Bueno, en realidad no puedo decir que soy un aficionado, pero, desde
luego, tengo curiosidad de ver la actuación de mi instructor de baile en la
obra Ballet Comique de la Reine –admitió.
- Pero el Ballet Comique de la Reine es el nombre de la compañía –
Angelique , la dama del sombrero azul lo corrigió.
- ¿Qué representarán entonces?
- Circe de Homero.
- Oh, una de las piezas mejores conocidas de la Odisea –el erudito lo
conocía.
- De Beaujoyeux también hizo la coreografía –Collete, la dama del
sombrero rosa interrumpió.
- No tengo conocimiento de ese –agregó Michel.
- Está en el programa –continuó.
- No he tenido la oportunidad de verlo todavía, damas –y nuevamente
intentaba mirar el papel cuando se impuso la tercera dama.

137
- Habrá cantantes, bailarines, músicos, animales artistas de circo y más –le
informó. La sala, entretanto, se había llenado al máximo con miles de
cortesanos e invitados de todo el país.
- ¿Imagino que es la primera vez que asiste a una fiesta De Medici? –
preguntó Collette.
- Sí, en realidad, es la primera vez –admitió.
- Será mejor que se prepare entonces –advirtió Angelique –. Sólo el ballet
lleva cuatro horas.
- ¿Cuatro horas?
- No se preocupe; durante todas las actuaciones puede entrar y salir
libremente –le aseguro Collette.
- Probablemente debería ayudarlo a familiarizarse con la corte –ofreció
Angelique.
- Yo conozco el lugar mucho mejor que ella –agregó Collette, no
permitiendo que su amiga se mofe de ella.
- Creo que su señoría preferiría practicar discriminación –la tercera dama
de honor superó la competencia. De pronto las damas ya no se toleraban
más.
- Estoy felizmente casado y tengo hermosos niños –el astrólogo reafirmó –
. ¡Buen día, damas! – Levantó su sombrero y siguió su camino. La
audiencia se encontraba en tres lados de la zona de la actuación. Parte en
las galerías, en donde el rey y la reina y la pareja de casados estaban
ubicados y parte debajo, donde Michel se unió a la multitud. La actuación
comenzó un escenario impresionante se trasladaba mecánicamente al
lugar. Un coro de baile recitó un poema de amor para los recién casados y
representó algo alegórico de amor conyugal. Después del modesto
homenaje, la atmósfera se tornó exuberante y actores con trajes coloridos
se desplazaban de un lado al otro. Después de un rato, un grito de placer se
adentró en la sala a medida que un elefante de verdad salía de los
bastidores. Se hizo uso de todos los recursos posibles. Varios animales
exóticos pasaban trotando, seguidos de una multitud de soldados que
marchaban, emulando una batalla. La audiencia observaba el espectáculo
lleno de admiración y al ver sus fuerzas armadas le levantó el ánimo del
rey. Enrique II incluso se levantó de su silla por un minuto cuando el
capitán de su guardia personal se batía a duelo con un escocés.
- Mira antes de dar un salto –Montgomery gritó a su enemigo con
afectación. Los dos hombres de la milicia se pararon y se enfrentaron en el
escenario con arsenal completo. El escocés comenzó el ataque y empuñó
su espada al capitán, pero habilidosamente él la desvió con su escudo. Fue
una representación electrizante y el capitán se preparó para un
contraataque. En todo el entusiasmo, el rey olvidó que solo era una obra y
alentó a Montgomery desde el balcón.

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- Atrápalo, Capitán –gritó a través de la sala. La audiencia decidió elegirlo
a él como su favorito y fuertemente lo alentó.
“Maldición, ahora sé lo que matará al rey: una práctica de duelo”, Michel
se dio cuenta de pronto. La audiencia desenfrenada distrajo a
Montgomery; el escocés inteligentemente se aprovechó de la confusión.
Trató de atravesar brutalmente con su espada al capitán, pero rebotó en el
casco.
- ¡Le fallaste! –los espectadores gritaron con alegría.
- Creo que voy a tener que conducir a mi propia guardia –el rey refunfuñó
a su esposa. Pero Montgomery ahora llevaba la delantera y después de una
colisión entre dos guerreros, el escocés cayó al suelo, después de eso, el
capitán empuñó su espada por encima de la cabeza de su víctima en señal
de victoria. Un telón rojo cayó delante del escenario y el posible golpe de
muerte quedó a la imaginación de la audiencia. Mientras rápidamente
cambiaban el escenario, todos tenían la oportunidad de comer y beber
algo. Los juegos políticos aún continuaban. De Coligny, quien estaba
parado en frente de Nostradamus, le dio una señal obvia con su mano, la
cual provocó que varios miembros del partido salieran silenciosamente de
la sala, algunos de los Guisa se dieron cuenta de eso.
“Qué montón de idiotas”, pensó el erudito y no prestó más atención a
ellos. El escenario entero volvió a abrirse espectacularmente y la
escenografía del Ballet Comique de la Reine apareció. La audiencia volvió
a ubicarse en sus lugares y vio al maestro del ballet aparecer primero en
escena. Balthazar representaba el papel de la hechicera. Los bailarines
actuaban la historia, en pantomima. El ballet llevaba mucho tiempo por
cierto y los cortesanos entraban y salían de la sala regularmente. A mitad
de la representación Mercurio descendió; el mensajero de los dioses fue
traído con un cabrestante.
“Casi parecía como si Hermes me estuviera siguiendo” el astrólogo
contemplaba. Entre tanto ruido, los bailarines interrumpieron su reflexión
acerca de las señales desde arriba y luego Balthazar mostró un ballet de
proeza.
“Ah, querido, pronto tendré que esmerarme para causar la mejor
impresión”, y Michel mentalmente repasó los pasos de baile debería poner
en práctica después de la representación. Cuando Circe de Homero se
terminó, todos los bailarines saltaron del escenario y pedían a todos que se
unieran a ellos. Los nobles entraban a la pista de baile, mientras el resto de
la audiencia observaba con interés. Michel también se unió a la danza
Bassa el cual incorporaba muchas reverencias y giros. Sin embargo, por
los patrones geométricos y la ropa ajustada, los participantes se parecían
más a marionetas que a personas bailando. El rey y la reina habían bajado
del balcón y entraron con aire ceremonioso a la pista de baile con la
familia De Vaudemont siguiéndolos detrás. El vestido cónico de Catalina

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era tan amplio que cinco atuendos masculinos podían caber debajo. Su
marido tenía puestos largos zapatos, cuyas puntas eran tan largas que
mantenían a todos a una distancia. Después de la danza Bassa, la reina se
puso de pie para hablar.
- Estimados amigos, por favor córranse a un lado por un momento; me
gustaría pedirle a la novia y al novio que pasen a la pista de baile para
comenzar la danza geométrica.
Elise de Vaudemont y el Duque de Joyeux se presentaron y la pareja
comenzó a moverse elegantemente al compás de la distinguida música.
Una pareja se sumó y los bailarines formaron largas hileras, que luego
formaba círculos o triángulos. Michel siguió la danza desde los lados. El
baile era un placer especialmente estético para los espectadores. La
atención de los De Vaudemont estaba ahora completamente absorta en la
pareja de recién casados que bailaba y perdieron el rastro de su enemigo
acérrimo.
“Me pregunto ¿en qué momento de la noche sucederá?” el vidente pensó,
ya que podía darse cuenta de la tensión oculta.
- Danse-haute, por favor –Catalina de repente ordenó a los músicos, como
si ella hubiera oído sus pensamientos. Era el baile en donde todos debían
continuamente cambiar parejas tras un pequeño salto.
“Ajá, esta será la confrontación: un dueto con una de las mujeres De
Vaudemont”, Michel sonrió mientras se adentraba a la pista de baile. A
pesar de su enorme vestido, la reina también estaba participando y después
de cambiar varias pareja unas pocas veces, ella llegó a Nostradamus,
delante de él.
- Siento como si nos conociéramos de años, Doctor –le dijo
seductoramente. Su invitado favorito la miró con un pequeño brillo y con
gracia la dio vuelta.
- ¡Felicitaciones! –exclamó luego–. Realmente le ha tomado la mano –, y
saltó hacia otro bailarín. Mientras el erudito recibía a una nueva dama, vio
que Elise sería la próxima pareja de baile. La novia había llegado a la
misma dolorosa conclusión y estaba desesperadamente tratando con la
mirada de hacer contacto con los miembros de su familia.
“Una muchacha chiflada, igual que el resto de su familia”, Michel evaluó.
“No me va a manipular. Me pregunto si se retirará del todo”. La dama
atractiva del día buscaba furiosamente la manera de salirse del baile, pero
finalmente, no pudo hacer nada más que dar el pequeño salto
acostumbrado y terminó delante del vidente.
- ¿Me permite esta pieza? –le preguntó con una mirada penetrante en sus
ojos y Elise fingió un desmayo. La gente alrededor de ellos reaccionó
emocionalmente cuando vieron que la novia caía al suelo y los músicos
dejaron de tocar. El Duque de Joyeux, para su desgracia, vio a su esposa

140
que yacía en la pista de baile y corrió hacia ella. Su familia política de
pronto estaba absorta en el lugar.
- Que alguien traiga al médico de la corte –gritó dejándose llevar por el
pánico. La reina decidió lo contrario y resueltamente se dirigió al lugar del
incidente.
- Sr. De Joyeux, ya hay un médico presente –expresó calmadamente.
- Dr. Nostradamus –continuó–, como médico seguramente puede decirnos
¿qué pasa con la novia?
- Es obvio que no veo cambio objetivo alguno, Su Majestad.
- Por favor, observe a la dama más de cerca –le solicitó y se inclinó sobre
Elise y revisó el latido de su corazón, solo para mostrar.
- Me las arreglaré por ti, muchacha –le susurró y después de realizar
algunos pequeños exámenes más se dirigió al novio: "Su esposa sufre de
un Síncope Vasovagal".
- Ah, ¿y qué significa eso? –el duque tartamudeó.
- Significa que se desmayó y el pronto volverá en sí. Probablemente se
sentía un poco abrumada –. Ahora el rey también estaba interesado en el
incidente y se acercó para observar más de cerca a la novia desplomada en
el suelo.
- Bueno, eso no es raro por aquí –comentó. En ese momento Elise
comenzó a fingir una tos y empezó a hacer gestos intentando levantarse.
- ¿Puede alguien por favor ayudar? –su marido pidió con ansiedad. Los
miembros de la familia corrieron hacia adelante y ayudaron a la afectada
celebrante a levantarse de la pista de baile, en donde fue asistida en una
silla. Catalina ordenó que todos continuaran la fiesta y la atmósfera festiva
se restauró. Durante las suites populares, el rey inesperadamente entró en
el ambiente y bailó una pieza con su esposa.
- Estás de buen humor hoy, Enrique –le expresó.
- Las chicas perdidas son buenas para mí –bromeó y giraban al ritmo de la
música.
- No son perdices –contestó, cuando lo enfrentó otra vez.
- Tienes razón, mi querida esposa. Disparar a las perdices es mucho más
excitante –. Las suites llegaron a su fin y los De Vaudemont se fueron de
la sala lanzándole una última mirada asesina al malvado mago. Después de
las festividades, hubo un banquete de cierre, pero Michel también decidió
que ya había sido suficiente y se retiró para poder dormir algo. Había sido
un día lleno de acontecimientos.

A la mañana siguiente, el erudito se despidió de la reina antes de volver a


su hogar. Un valet lo acompañó hasta la habitación de la reina.
- ¿Todo está como usted lo desea, Doctor? – preguntó Catalina, quien
estaba en reunión con sus concejales.
- Sí, Su Majestad, pero estoy aquí para despedirme; partiré dentro de poco.

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- Oh, lamento oír eso. Por otro lado, estará preparando mi horóscopo –y
ordenó a los concejales que se retiraran de la habitación por un momento.
- Quería elogiarlo por su actuación anoche –continuó cuando se quedaron
solos.
- ¿Se refiere al incidente con Elise de Vaudemont?
- Sí, por supuesto. Resolvió ese problema muy discretamente. La
actuación no es su punto más fuerte. ¿Pero por qué el resentimiento?
Parecía como si los De Vaudemont estuvieran listos para beber su sangre.
- Es una vieja historia, Su Majestad. Una vez estuve casado con una De
Vaudemont –. Lo comentó de manera tal que dejó entrever que no tenía
intención de proporcionar más detalles.
- Ah, bueno, de acuerdo, le deseo un viaje de regreso placentero, Doctor.
Y estoy segura de que nos volveremos a ver –y ella le entregó un pago
generoso por el trabajo que aún debía terminar. Se despidió de él con un
guiño seductor. Ni bien Michel se había sentado en el carruaje que de
pronto sintió dolor por todo su cuerpo. Sentía como si todas sus
articulaciones estuvieran en llama.
“Debe de ser la gota”, se diagnosticó el mismo con preocupación.
“Tendrás a un pequeño pájaro enfermo en casa, mi querida Anne”.
Durante el largo viaje de regreso, las inflamaciones seguían empeorando y
con gran dificultad y mucho dolor, llegó a Salon de Provenza. Sintiéndose
descompuesto, descendió del carruaje y caminó hacia la puerta del frente
dando pequeños pasos laboriosos.
- Oh, no, no otra vez –su esposa pensó cuando lo observaba por la ventana
y vio que luchaba.
- Quiero que salgan por la puerta de atrás y vayan a jugar afuera por un
rato –le dio instrucciones a los niños. Desaparecieron sin discusión.
- Me temo que no puedo darte la bienvenida con alegría –se quejaba en la
entrada–. Espero que no te hayan envenenado –y agarró a su marido
cuando comenzaba a caer.
- No esto es mucho peor; se está haciendo crónico –le dijo. Anne apenas
pudo llevarlo arriba y acostarlo.
- Por favor quédate y recuéstate conmigo por un rato, te extrañé tanto
mientras estuve fuera – le pidió y ella se deslizó bajo las cobijas con él.
Michel se alivió cuando sintió la piel de ella contra la suya.
- Ah, esto ya está haciendo maravillas –y se quedó profundamente
dormido.
Pasaron semanas antes de que se sintiera él mismo otra vez y luego se
puso a trabajar inmediatamente. En su estudio, con cuidado comenzó a
preparar la carta astrológica de la reina.
“Veamos. Nació el 23 de abril de 1519. Es de Tauro con ascendencia en
Escorpio”, dedujo de las tablas. “Qué mujer”, farfulló, un rato después,
cuando estaba completando las doce casas con los signos astrológicos.

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“Tranquila, fuerte, astuta, socialmente experta y con Júpiter en la cuarta
casa, no va a perder sus posesiones. No es fácil enloquecerla, aunque, ¿con
el Sol en séptima casa y la Luna en la décima casa? Eso será reprimido. De
vez en cuando ella debe de ponerse muy celosa y cuando lo hace, no es
capaz de ser indulgente. ¡Cuidad! Parece que la Casa de Valois tendrá
problemas después de su muerte”. Luego de haber completado la
descripción de la personalidad de la reina, inmediatamente le envió el
horóscopo.

El aroma a comida cociéndose se elevó por las escaleras hasta el ático.


¡Anne estaba ocupada en la cocina!
“Tendré que ir y observar más de cerca eso”, pensó Michel. Guardó la
pluma y descendió las escaleras con aire despreocupado.
- La nuez moscada se acabó toda –le dijo cuando entró.
- Te compraré un poco mañana en el mercado –le prometió mientras se
sentaba en un banco a la mesa de la cocina.
- ¡Oye, tomates! –exclamó mientras que olisqueaba a su alrededor.
- Ajá, mi señor adivina aromas también –bromeó–. Tendrás spaghetti a la
boloñesa en tu plato en un minuto. Probablemente una comida más simple
que aquella que comiste en el palacio de la reina, pero tendrá que ser así.
Madeleine entró.
- ¿Ya está la comida, mamá? –preguntó.
- Casi. Bien podrías ir a buscar a Paul y a César ahora –y su hija salió
corriendo.
- Antoine vendrá a comer con nosotros también –le informó a su marido.
- Qué agradable. Prepararé la mesa para la ocasión –expresó y se dirigió a
la sala con la mantelería. Los niños entraron dando saltos un momento
después, llenos de energía vigorosa y corrieron a poner la mesa.
- ¡Oigan, cálmense, niños! –el padre les advirtió y acercó más la silla alta
de André. A Diane, la más pequeña, todavía la empleada doméstica le
estaba dando de comer.
- ¿Qué es ese sonido extraño que estoy oyendo? –Michel se preguntó en
voz alta.
- Ese es André con un sonajero –contestó César–. Mamá se lo compró ayer
–. El padre se dirigió a la sala de estar y vio al niño pequeño que jugaba
con el juguete de lata. Lo llevó al comedor y lo ubicó en la silla alta.
Golpearon fuerte la puerta del frente. Ese debe de ser Antoine.
- ¡La puerta está abierta! Michel gritó y su hermano entró.
- Hola, Antoine, es maravilloso que esté aquí.
- Bien, avanzando, ¿alguna novedad del frente real?
- No, acabo de enviar el horóscopo –. La señora de la casa, entretanto,
ponía la fuente con spaghetti sobre la mesa y le pidió a su marido que
fuera a buscar una jarra de vino del sótano.

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- ¿Has estado cobrando impuestos últimamente, Antoine? –Anne acusó.
- Me promovieron a inspector –su cuñado expresó de repente con una
sonrisa.
- Bueno, vaya, todos tenemos suerte, ¿no es así? Felicitaciones. ¿Y ahora
estás a cargo de nuestro distrito? Porque en ese caso, tendremos una
reunión privada contigo.
- En realidad no puedo favorecer a nadie –respondió seriamente.
- Estaba bromeando –explicó Anne.
“No tienen exactamente el mayor sentido del humor, los Nostredame”,
pensó, y ubicó las copas sobre la mesa. Su marido regresó con el vino.
- Niños, ustedes beberán limonada hoy –dijo y comenzaron a aplaudir.
- Tu hermano ha sido promovido a inspector –su esposa le informó.
- Esa es una buena noticia. ¿Estamos en tu distrito ahora? –preguntó
Michel, pero Antoine no lo miró a los ojos.
- Pensé que no podías cocinar –el inspector le dijo a Anne un rato más
tarde.
- Aprendí de memoria el libro de cocina de mi marido –confesó–. Su libro
La Traite incluso se está publicando en Antwerp.
- ¡Preferiría "retraite"! –el invitado bostezó. Mientras tanto, los niños
bebían la limonada haciendo ruido y el padre servía la pasta.
- ¿Qué es eso? –Paul preguntó al ver los extraños filamentos pastosos con
desconfianza.
- Es un plato italiano, hijo. Bon appétit –deseó a todos. Pauline comenzó a
separar cuidadosamente los filamentos y sus hermanos siguieron su
ejemplo.
- ¡Está delicioso! –Michel elogió a su princesa de la cocina. No les llevó a
los niños mucho tiempo para descubrir las posibilidades de la tonta comida
e hicieron un concurso para ver quién era el más veloz en succionar un
fideo.
- No jueguen con la comida –el padre los reprendió y rápidamente los
comieron.
- Es obvio que escuchan bien –Antoine comentó mientras bebía un trago
de agua de manantial–. A propósito, ¿sabías que Bertrand está trabajando
en un proyecto prestigioso?
- No, no lo sabía. ¿Y tú, Anne? –. Pero su esposa tampoco sabía nada al
respecto.
- Bertrand va a estar cavando el canal del ingeniero Craponne –le contó
Antoine.
- ¿En serio? –Anne expresó sorprendida.
- Sí, nuestro hermano se ha convertido en un gran contratista. Es un
proyecto gigantesco que le proporcionará mucho dinero.
- Aún de pequeño, ya estaba renovando la casa –Michel recordó.

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- Se supone que el canal hará que La Crau sea fértil –su hermano continuó
–. Ya han empezado a cavar en el Durance y quieren que el canal llegue
con el tiempo hasta Salon, pero eso llevará años.
La empleada doméstica entró con Diana que lloraba en sus brazos.
- Madam, no puedo encontrar la tenaza por ningún lado –dijo con nervios.
- Está en el cajón de arriba de la cómoda al lado de la chimenea –Anne
respondió y la empleada desapareció.
- Michel, ¿qué opinas de ir a visitar a tu hermano? –su esposa preguntó.
- Creo que es una excelente idea.
- Por casualidad ya tengo una reunión arreglada con Bertrand en Saint
Rémy mañana –recalcó Antoine–. Le diré que vendrán.
- Creo que será interesante verlo trabajar en su proyecto –Michel insinuó–.
¿Qué opinas, Anne?
- Fascinante, pero son más que veinte kilómetros de distancia y parte es
terreno muy escabroso.
- Podemos hacerlo –dijo su marido–. Pregúntale a Bertrand si no es
molestia.
- Bien, lo haré –prometió Antoine. La fuente de spaghetti estaba vacía
ahora y los niños salieron a jugar al patio trasero.
- Bien, será mejor que me marche ahora –y Antoine saludó a todos.
El padre se sentó en la terraza para hacer la digestión y observaba a sus
niños de una distancia mientras jugaban con un balón.
- Maldición –Anne gritó de repente desde la cocina y salió corriendo al
patio.
- ¿Quién arrojó los spaghetti al techo? –preguntó furiosa.
- Paul –todos los niños contestaron, asustados, pero el inculpado había
huido de la escena.
- Va a tener problema para cuando regrese –la madre dijo a gritos.

Unos días después, Michel y Anne fueron a La Roque, a caballo. Bertrand


estaba cavando allí con sus empleados. Los niños permanecieron en casa
con la empleada doméstica. Luego de un viaje difícil por el norte
montañoso de La Crau, de donde fluía el rio Durance, ellos encontraron
que en el lugar de la excavación se estaba trabajando con toda energía.
Amarraron los caballos y entraron al vagón de construcción que estaba
aparcado a unos pocos metros de las actividades. Un hombre mayor estaba
dentro, sentado a un escritorio y escribiendo diligentemente que no se dio
cuenta de que ellos entraron hasta que Michel tosió cortésmente.
- ¡Mi famoso hermano y su esposa! –Bertrand gritó con entusiasmo.
- Veo que también te va bien en lo tuyo –Michel agregó y se dieron un
abrazo.
- Siéntense –Bertrand los invitó y los trajo un banco de madera.

145
- ¿Cómo te está yendo con tu trabajo? –preguntó después de que se
sentaran.
- Las Profecías están progresando bien –su hermano respondió, siempre
reservado cuando se trata de su trabajo.
- Incomprensible. ¿De dónde sacas todo eso…
- ¿Y cuántos kilómetros estás cavando aquí? –Michel preguntó.
- Veintiséis kilómetros y ciento cincuenta metros, para ser exacto –el
maestro de obras calculó para ellos. Se parecía mucho a su hermano: ojos
penetrantes, mejillas rojas, pelado, barba gruesa, nariz derecha. Sus
personalidades, sin embargo, eran como el día y la noche.
- Deben de estar sedientos –y sin esperar respuesta alguna, Bertrand sirvió
tres jarras de cerveza.
- Ves, el canal va a estar justo aquí –hurgó en su bolsillo y sacó un mapa
del proyecto planeado. Y mientras su instruido hermano se encontraba
seriamente absorto en el mapa, Bertrand y Anne brindaron alegremente.
- Un brindis por el canal –ella dijo con extravagancia. Uno de los obreros
entró momentos más tarde.
- Encontramos algo interesante –informó.
- Nuestro arqueólogo –Bertrand susurró y lo siguieron hacia afuera hasta
una pila de escombros desenterrados.
- Miren, varios pedazos de un antiguo mosaico –el obrero explicó y les
mostró un mosaico roto que tenía parte de una serpiente con una manzana
en la boca.
- Debe de provenir de los tiempos romanos –Bertrand sospechó–, los
Cristianos no usan este símbolo.
- Pero los Cátaros sí –Michel agregó y se acercó más a la excavación.
Mientras los demás estaban admirando los fragmentos, él buscaba pistas.
Encontró algo.
- En el fondo del canal, hay un rastro de un muro circular –comentó y
todos se acercaron para ver.
- Probablemente solía ser un aljibe adornado con baldosas decorativas –
continuó–. ¿Sería mucha molestia si me llevara este fragmento con la
serpiente a casa? –preguntó su hermano–. Me fascina.
- Por supuesto –Bertrand se encogió de hombros. Regresaron dentro.
- ¿De dónde conoces a Adam de Craponne? Vive cerca de nosotros en la
ciudad, en ningún lado cerca de ti –Anne preguntó después de que se había
llenado los vasos de cerveza otra vez.
- El ingeniero trabaja con todas los municipios que me han recomendado –
Bertrand explicó–. En realidad, está en busca de más financiación. ¿Te
interesaría?
- No sé. ¿Qué opinas? –Anne preguntó mirando a su marido, quien parecía
que no comprendía nada.

146
- Estoy seguro de que sería una buena inversión –Bertrand agregó
persuasivamente–. Además del hecho de que serías copropietario, habrá un
ingreso de la venta del terreno alrededor que será fertilizado por irrigación.
Y las ganancias serán divididas entre los propietarios.
- Suena realmente interesante –Michel respondió con cautela–. Lo
consideraremos –. Cuando la cerveza se terminó, el constructor debía
regresar al trabajo y prometió visitarlos pronto en Salon de Provence con
su esposa.

Al regresar a casa, ellos hablaron sobre la atractiva inversión.


- Tal vez sea algo para tener en cuenta para nuestra vejez –Anne sugirió–,
momento en que no podemos hacer nada –. Su marido también pensó que
parecía una buena idea, y después de sopesar los pros y los contras
decidieron invertir la suma considerable de doscientas coronas en el
proyecto.
- Todavía tengo mucho trabajo que hacer, querida –Michel dijo después de
esa gran decisión y se recluyó en su estudio, en donde agregó la baldosa
rota a su colección de reliquias. Luego de eso, clasificó su material de
escritura y revisó el correo. Había dos mensajes importantes. El primero
era de su editor, Chomarat, en Lyon. Escribió que el rey había ordenado no
menos que trescientas copias de la tercera parte de Las Profecías. Enrique
II además pidió una carta de acompañamiento por eso.
“Mi libro como un presente de una relación”, Michel rezongó al principio.
“El rey que dé un buen ejemplo no ha nacido aún”. Pero en su interior se
sentía honrado.
“Bueno, después de todo, elevarse por encima de la rueda de Samsara no
es hazaña pequeña”, volvió en sí. El otro sobre era el que había estado
esperando: la respuesta de la reina. Después de romper el sello, con mucha
tensión leyó lo que ella había escrito. Parecía que Catalina estaba muy
entusiasmada con el horóscopo que él le había enviado con boceto
detallado de personalidad y ella le pidió que escribiera la carta astral para
sus siete niños de la misma manera. Si no tenía noticias de él enviaría a
alguien a recogerlos el próximo jueves.
“Ni siquiera hay tiempo para una respuesta”, decidió irritado. Después de
escribir un carta de acompañamiento para la parte tres, se inclinó hacia
atrás en su silla para pensar.
“Un fácil trabajo, pero con un difícil viaje”, suspiró. Algunos minutos más
tarde, le contó a su esposa la buena noticia y su decisión: se iba a encontrar
con los descendientes de la Casa de Valois en París.

A la semana siguiente lo fueron a buscar y se despidió de su familia


nuevamente. Todos lo saludaron desde la puerta del frente.

147
- Creo que la reina está enamorado de papá –sugirió Madeleine cuando el
carruaje se había ido.
- Pero papá no lo está de ella –agregó César.
- Esperemos que no –dijo la madre y todos volvieron a entrar en la casa.
Los siete pequeños príncipes estaban en el Louvre, un antiguo fuerte
medieval que había sido construido en el siglo doce para proteger a la
ciudad de los ataques exteriores, pero que había sido usado como una
residencia real en los últimos años. Nostradamus permanecería en el Hotel
des Tournelles, hasta el cual se puede ir a pie del Louvre. Ni bien llegó se
dirigió hacia el colosal fuerte para conocer al hijo de la realeza, a quien se
le estaba enseñando allí diariamente toda clase de temas. El pasaría, según
el acuerdo, un día con cada uno de ellos y que significaba que partiría
después de una semana. Una secretaria le dio la bienvenida al esperado
astrólogo e inmediatamente se dirigió a los cuartos de los niños.
- ¿La reina no se encuentra aquí? –Michel preguntó.
- No, Señor, la pareja real muy rara vez se encuentra en París. ¿A cuál de
los niños le gustaría ver primero? ¿Alguna preferencia?
- Preferiría comenzar con el mayor –dijo y entraron en la habitación de
Francis II. Las barras en el frente de las ventanas indicaban que esta parte
del fuerte había servido como prisión en el pasado. La habitación cerrada
estaba, sin embargo, equipada con todos los servicios principescos.
Francis de siete años estaba sentado en su cama esperando tranquilamente.
“No es un ambiente estimulante para un niño”, pensaba el erudito mientras
se dirigía hacia el muchacho.
- Salude al doctor, Su Alteza –le ordenó la secretaria severamente. Francis
saludó a la visita con un apretón de manos.
“Eso se parece más a un pez muerto que a una mano humana”, pensó
Michel.
- ¿Podría caminar libremente por el Louvre con el príncipe?
- Este… sí, eso estaría bien –la secretaria aceptó de mala gana.
- Vámonos, Francis, vamos a caminar –Michel le ordenó al muchacho y
un sirviente de la corte inmediatamente comenzó a seguirlos.
- Preferiría que pudiéramos caminar solos –el erudito le dijo. El niñero con
pretensiones lo dudó por un momento y se preguntaba si debería
abandonar su obligación, pero luego se fue.
- Pondré sobre aviso a los guardias –le informó.
- No cabe duda de que vives en una jaula dorada aquí –dijo Michel cuando
estuvieron solos. Durante las horas siguientes, los dos deambularon por
innumerables habitaciones con tesoros apasionantes y archivos de los
reyes franceses de antaño. Francis se veía saludable y todo estaba allí, pero
mentalmente, era débil y no tenía mucha energía. Después de la visita
minuciosa, el vidente regresó a su hotel, en donde comenzó a trabajar
inmediatamente en el horóscopo de Francis. A la mañana siguiente visitó

148
al segundo hijo, Charles IX, de seis años, a pesar del ambiente aislado, era
mucho más alegre. Nostradamus pidió permiso para caminar por los
jardines de la corte con él, en donde estaban enjaulados pájaros tropicales
y animales salvajes. Mientras pasaban por las jaulas, él estudiaba el
comportamiento del niño. El muchachito arrojaba piedras a los animales y
luego ponía la mano a través de los barrotes para tocarlos. Su acompañante
debió retirarlo repetidamente.
“Este no es muy inteligente”, pensó. No, Charles tampoco sería un buen
rey. Cuando llegaron a la jaula del chimpancé, una visita inesperada de la
reina los sorprendió.
- Doctor, tenía que verlo –Catalina lo aduló y sugirió que los tres tuvieran
una ceremonia del té.
- Me habían informado de que usted apenas viene por aquí –Michel dijo
mientras entraban.
- Tonterías, hay banquetes de estado, torneos y otros acontecimientos aquí
regularmente. ¿Pero cómo va con el análisis?
- Es muy pronto para darle un informe, Su Majestad –. Luego de un breve
receso, la reina los dejó para ir a apoyar a su marido con la visita de estado
del Príncipe Rudolph de Habsburg. En el cuarto día, el erudito estaba
dando un paseo temprano por el Louvre y mirando la estructura
deshilvanada del edificio, en el cual a los arquitectos, constructores y
decoradores se les había permitido acometer durante siglos.
“Tal vez lleve al siguiente niño afuera de los portones”, pensó, “así podrá
ver un poco del mundo exterior finalmente.” Y se dirigió a la secretaria
para proponer su plan.
- ¡Por supuesto que no! –la secretaria expresó con firmeza–. La seguridad
de los niños es primordial.
- Pero aquí están consumiendo –explicó el médico–. Por lo menos permita
que un niño le eche una mirada a la vida real. Sería muy bueno para su
desarrollo.
La secretaria se comprometió y envió un mensaje a la pareja real, quienes
se encontraban en alguna parte de París, y una hora más tarde, el permiso
fue concedido. Michel se paseaba por las calles de París con Enrique III
ese mismo día y mientras caminaban, hurgaban en los negocios
proletarios. Se veía que le hacía bien al niño. Payasearon hasta que
llegaron a Ile de la Cité y luego regresaron vía Pont Neuf.
“Qué mal, pero este chico tampoco es una luz”, concluyó. “Mis
conclusiones no serán del agrado de la reina”. Después de que el pequeño
príncipe había llegado a casa sano y salvo, Michel se dirigió a su
alojamiento bajo el crepúsculo. Hasta allí, todo había salido bien, pero
cuando se acercaba al Hotel des Tournelles, se dio cuenta de que alguien
lo estaba siguiendo. Decidió confrontar al hombre y con determinación se

149
dio media vuelta. Asustado, el hombre, quien usaba un saco largo con
cuello alto, desapareció rápidamente por el oscuro sendero.
“Es más peligroso de lo que pensaba aquí”, Michel se dio cuenta. De ahora
en adelante, nada de pequeños príncipes afuera del portón. A la mañana
siguiente, tenía una visita con el segundo niño más pequeño, quien sólo
tenía dos años. Demostró tener las mismas características que sus
hermanos, y no sucedió nada de particular en todo el día.
“Mañana le toca al más pequeño de todos y entonces mi trabajo está
hecho”, el astrólogo pensó felizmente. Partía del Louvre tarde esa noche
porque había tenido permiso para fisgonear en los archivos. Dejó detrás la
pobre iluminación del edificio y cruzó la plaza para ir a casa. Estaba
oscuro y las calles de París parecían desiertas. De repente, notó tres
siluetas detrás de él.
“Maldición, se siente siniestro”, pensó. “Qué estupidez de mi parte
caminar por las calles solo tan tarde en la noche”, y caminaba un poco más
rápido. Al pasar por el nuevo Pavillon du Roi, el cual estaba aún rodeado
de andamios, entró como una flecha en un sendero para verificar si lo
estaban siguiendo realmente. Las figuras misteriosas inmediatamente
dieron el mismo giro. El erudito ligero de pies se vio obligado a acelerar.
Como era de esperarse, los hombres detrás de él comenzaron a correr tras
su presa. Él trató de librarse de ellos en la confusión de los caminos del
oscuro callejón. Con su adrenalina al máximo, Michel examinaba los
muros de piedra, los rincones y los cercos de las casas parisinas. Pero no
puedo encontrar una ruta de escape y esperaba una inspiración, pero su
clarividencia lo había abandonado.
“Va más allá de mi control”, decidió y miró detrás de él. Un instante
después, lo atraparon. Gritó por ayuda, pero todas las ventanas y puertas
permanecían cerradas. Los bandidos le cubrieron la boca y lo arrastraron
hacia un callejón sin salida. Cuando sacaron los cuchillos, oyeron el
sonido del taconeo de caballos y se dieron vuelta, asustados. Justo a
tiempo, algunos oficiales de la policía cabalgaban por el sendero a caballo
y atacaron a los bribones, quienes ahora estaban atrapados como ratas.
Con sus sables empuñados atacaron y atravesaron a dos de ellos
inmediatamente. El tercero logró escapar a la espada, pero lo atraparon
pronto y lo esposaron. Mientras Michel daba un suspiro de alivio y estaba
a punto de agradecer a sus rescatadores, un carruaje llegó y un dignatario
descendió.
- ¿Se encuentra herido? – Era Morency, el jefe de policía que lo había
escoltado anteriormente.
- Su llegada fue más que oportuna. Estoy bien –respondió el vidente.
Morency lo llevó hasta el carruaje.
- Se ha ganado muchos enemigos en la corte en muy poco tiempo –le
contó–, por eso la reina me ha ordenado que no lo perdiera de vista.

150
- ¿Quién quiere asesinarme? –preguntó Michel.
- No puedo decirle. Muchos intereses de la corte están entrelazados entre
sí. Lo que puedo decirle es que las autoridades de París han comenzado
una investigación de sus prácticas mágicas y a raíz de eso le aconsejo que
se vaya de la ciudad lo más pronto posible.
- Pero todavía tengo que conocer a un niño más.
- Creo que será mejor que posponga el acuerdo con la reina porque, en
realidad, usted no está seguro aquí –Morency le pidió con insistencia. El
astrólogo decidió terminar su trabajo, sin embargo, y bajó en el hotel. Al
día siguiente, conoció al niño real más pequeño, después de lo cual partió
a París lo más rápidamente que pudo.

La visita de la realeza una vez más llegó a casa sano y salvo, y sin otro
ataque de gota. Y allí demostró otro lado de él. No el profeta con un
corazón duro, sino un padre alegre, quien puso sobre la mesa para su
familia una maleta misteriosa y repleta de cosas. Su esposa y los niños la
miraron con expectación.
- ¿Qué es lo que trama el mago? –preguntó Anne.
- Les traje algo a todos –sonrió–. Abracadabra, ¿qué es lo que se esconde
en mi bolsa? –y sacó una carpeta con siete hojas de papel con las manos
impresas pintados de los pequeños príncipes de De Valois.
- ¡Recuerdos! –Anne exclamó con entusiasmo y su marido le dio los
cuadros a todos.
- Tengan cuidado con ellos –les ordenó–, porque no puedo pedirle a los
príncipes que lo hagan otra vez –. Sus niños amados estaban todos muy
complacidos y, curiosos, comenzaron a comparar las manitos de la realeza
con las de los demás.
- Y tengo otra sorpresa para ti –le dijo Michel a su esposa y le entregó un
pequeño cuadro de un dibujo a tinta del Louvre.
- ¡Ah, es hermoso! Lo colgaré por encima de la chimenea ahora mismo –
respondió líricamente.
- Yo no haría eso si fuera tú –le aconsejó.
Durante las siguientes semanas el completó los horóscopos de los siete
príncipes y escribió una carta a la reina, explicándole que sus hijos serían
todos reyes. No le especificó que sus hijos eran todos demasiados débiles
para gobernar el país y que el título de rey solamente sería una formalidad.
Era lo suficiente mente inteligente para poder deducir eso al leer los
bocetos de personalidad ella misma.

151
Capítulo 9

El gran hombre caerá antes del conflicto


Un asesinato significativo; muerte muy pronto y lamento
Nacido imperfecto, debe nadar a menudo
La tierra cerca del río cubierta de sangre

El estudio necesitaba desesperadamente una limpieza profunda y la nueva


empleada doméstica abrió la ventana del ático para dejar que entre un poco
de aire fresco. Nostradamus observaba nerviosamente sus instrumentos y
papeles. No le agradaba esto; otra nueva empleada. Preferiría mucho más
limpiarlo todo él mismo, pero estaba envejeciendo y su gota comenzaba a
fastidiar. Con su mirada en el amo, la empleada limpiaba la sala.
- ¿Está siendo cuidadosa con mis tubos de ensayo? –preguntó
lacónicamente.
- Si quiere pude esperar abajo hasta que termine, Doctor –respondió
irritada. De mala gana decidió hacerlo, aunque no se sentía muy confiado.
Comenzó a caminar de un lado a otro de la sala de estar y su hijo César,
quien ahora tenía once años, fue el más castigado.
- Vuelve a poner esa caja de pólvora donde estaba –le gritó con ira–. O tu
madre no podrá encender el fuego –, y el niño lo colocó a toda prisa en su
lugar al lado de la chimenea. Cuesta un poco acostumbrarse y dejar el
control.
- ¡Ah, la cama! –acabó de recordar y volvió a subir las escaleras
precipitadamente.
- Antes de que se retire, necesito que me ayude a trae la cama del
invernadero –dijo mientras observaba sus cosas alrededor con
desconfianza.
- De acuerdo –la empleada chilló. Después de limpiar completamente y de
arrastrar escaleras arriba el mueble, ella se retiró y el erudito pudo
finalmente regresar a trabajar en paz. Quería usar la cama para
cómodamente entrar en trance y empujarlo hasta donde quería.
“Una sábana será suficiente”, pensó. Se recostó y pensó en su obra
maestra. Durante los últimos meses había logrado completar dos Centurias
sucesivas; juntas conformaban tres centurias propiamente dichas.
“La historia de la humanidad es verdaderamente una gran repetición”,
filosofaba mientras se ponía de pie. “De un Nerón a otro. Después de cada
guerra hay paz y entonces es otro intento de agarrar el poder. El ser
humano siempre persigue ilusiones”.

152
Se estaba haciendo de noche y Michel aspiró un poco de polvo que
guardaba en uno de los cajones de su escritorio. Con su mente expandida,
abrió la ventana para observar las estrellas a través de su espejo. El cielo
estaba excepcionalmente claro y pronto descubrió un grupo de estrellas en
espiral. En este tipo de agrupación, las estrellas muestran una fuerte
concentración hacia el centro, contrario a la agrupación de estrellas
abiertas. Los niños golpeaban sin cesar los muros debajo.
- ¡Oigan, niños, sean un poco más silenciosos! –gritó. Se tranquilizó la
situación, excepto por un poco de queja, pero eso se podía tolerar. El padre
nuevamente volvió a mirar a través el instrumento y observó la nebulosa,
la cual él calculó que debía constar de decenas de miles de estrellas.
- Las estrellas parecen como si estuviera todas muy juntas –una voz de
pronto se oyó de la nada–. Pero si viaja a la velocidad de la luz necesita
por lo menos un mes para ir de una estrella a otra –. Michel empujó el
instrumento a un lado de su ojo sorprendido y miró alrededor. Un hombre
de cabello canoso estaba parado al lado de él. ¡Una aparición!
- ¿Quién es usted? –preguntó Michel.
- Soy físico –el anciano respondió y le pidió si podía mirar por el
instrumento.
- Las nebulosas en espiral son algunos de los objetos más antiguos
conocidos para nosotros –el físico continuaba mientras miraba hacia el
cielo.
- Ah, no sabía eso.
- Son lo suficientemente compactas para permanecer estable.
- Sé que esta agrupación de estrellas se llama Omega Centauro –Michel
comentó.
- Omega Centauro –el anciano repitió distraídamente–, lo que es engañoso,
en realidad, es que muchas de estas estrellas no están donde creemos que
están.
- Lo siento, pero no entiendo…
- Bueno, la luz de las estrellas se curva de alguna manera cuando está
cerca de otras estrellas, lo cual causa una curvatura en el espacio tiempo –
explicó el físico, pero el otro erudito aún no comprendía.
- ¿Una curvatura en espacio tiempo?
- El tiempo es un fenómeno relativo, sabe. Cuan usted está sentado junto a
una mujer atractiva, dos horas parecen dos minutos, pero cuando está
sentado sobre una cama con carbón ardiendo, dos minutos parecen dos
horas.
Michel asintió con la cabeza; comprendió eso.
- ¿De dónde es usted, por cierto?
- Esa es una buena pregunta y tengo varias respuestas para eso –respondió
el extranjero–, pero no lo molestaré con mis opiniones. Nací en Alemania
y tiempo después me mudé a Estados Unidos de América con mi esposa.

153
En 1955, fallecí de fallo cardíaco y desde entonces he tenido la libertad de
dedicarme de lleno a la ciencia del universo.
- América, tierra de indígenas.
- Desde siempre han sido aniquilados – el anciano respondió.
- ¿Supongo que se mudó a raíz del régimen nazi?
- Exactamente. Los judíos fueron perseguidos en ese tiempo. El odio y el
temor reinaban otra vez. Existen dos cosas que son eternas: el universo y
la estupidez humana. Pero no estoy completamente seguro sobre el
universo.
- Falta de visión de futuro es normal y corriente también en mi época, pero
en el esquema de cosas en mayor escala, somos todos humanos con
defectos.
- Es obvio que dio en el clavo allí –el anciano dijo–. Ojalá todos obrara
desde ese punto de vista. Pero ¿podría saber cuál es su nombre?
- Michel Nostradamus, astrólogo y médico. ¿Y el suyo?
- Albert Einstein, pero puede llamarme Albert. Entonces, usted es también
un científico famoso, por eso llegamos a conocernos. Su telescopio es
bastante arcaico.
- ¿Se refiere a este instrumento para ver las estrellas? Sí, bueno, tengo que
usar lo que sea que haya –y Michel observó el instrumento sin demasiado
entusiasmo.
- He tenido la gran fortuna de que en mi época la tecnología era más
avanzada –Albert continuó– y en parte por eso, he podido desarrollar mis
teorías.
- ¿Cuáles son sus teorías?
- Bueno, cualquiera puede tener las teorías más absurdas, por supuesto.
Siempre digo: si los hechos no concuerda con la teoría, cambia los hechos.
Pero para responder a su pregunta: Una de las cosas con las que me he
estado ocupando es cómo la gravedad actúa a grandes distancias.
- ¿Esas complicadas teorías sirven de algo al mundo? –Michel preguntó.
Albert estuvo callado por un momento.
- Acaba de poner el dedo en la llaga –dijo, de pronto con el ánimo por los
suelos–. Bueno, sí, hay desarrollos que benefician a la sociedad, pero
también hay desventajas. Probablemente debí haber ocultado mejor mi
creatividad –. Era evidente que se sentía culpable por algo.
- Por su expresión me doy cuenta de que causó que algo horrible
sucediera.
- Bueno –suspiró Albert–, cometí un enorme error de cálculo que
posiblemente tuvo consecuencias fatales para la humanidad. Le temía a la
creciente agresividad de los alemanes y pensé que el ejército
estadounidense necesitaba fortalecerse. Así que posibilité que otros
científicos crearan una bomba atómica.
- ¿Puede explicarme que es eso?

154
- Se la haré simple. Si divide la parte más pequeña de un elemento
químico, se libera una enorme cantidad de energía. Una fisión atómica de
átomos específicos incluso da lugar a una reacción en cadena la cual es
absolutamente devastadora.
- ¿La caja de Pandora?
- Sí, algo así –acordó Albert.
- ¿Y supongo que algunas personas malintencionadas se escaparon con sus
conocimientos?
- Tal vez también yo sea malintencionado. Sufro de intolerancia. Dividir
prejuicios es aún más difícil que dividir átomos.
- Bueno, por lo menos trata de ser honrado.
- Sí, bueno, por desgracia, las bombas han sido usadas varias veces con
resultados desastrosos, y eso fue después de pedirle al presidente de los
Estados Unidos que no permitiera que las explotaran.
- ¿Qué son los Estados Unidos?
- Eso es una parte de América del Norte.
- Entonces, ¿no supo, en realidad, qué tipo de daños era capaz de causar
esa investigación?
- Si hubiera sabido lo que podía ocasionar, no habría habido investigación
– Einstein respondió mordazmente–. Pero después de la Segunda Guerra
Mundial, se crearon nuevas posiciones de poder entre naciones.
- ¿Estados Unidos y Rusia?
- Precisamente. Rusia también obtuvo el acceso a la tecnología atómica y a
continuación tuvo lugar una carrera armamentista entre los dos súper
poderes. Hasta ahora, las dos partes tienen un arsenal bastante amplio de
armas nucleares para destruir el mundo diez veces. Además de eso, cada
uno de los líderes tiene a su alcance el tan llamado botón rojo. Con sólo
presionar dicho botón liberaría instantáneamente todas las armas
nucleares.
- Cuánta más influencia se tiene en la vida, mayor es la responsabilidad –
Michel reflexionó.
- Ande, dígamelo en la cara; como si ya no me sintiera lo suficientemente
culpable por eso. Pero una vez que había logrado una reputación, impulsé
una campaña mundial de desarme e igualdad de derechos para todos.
Tristemente, fue en vano porque inmediatamente después de mi muerte,
los Estados Unidos y la Unión Soviética se adentraron en un gran disputa
por Cuba y ahora están a punto de destruirse –y el científico nuclear
nerviosamente se giró el bigote.
- Los caminos de Dios son incomprensibles, aún cuando se es clarividente
–Michel trataba de consolarlo–. ¿Pero quiénes son los líderes de los súper
poderes?
- Sería el presidente Roosevelt para los Estados Unidos y Stalin para la
Unión Soviética, y…

155
- No, quiero decir durante aquel conflicto, después de su muerte.
- Ah, después de mi muerte. Serían John F. Kennedy y Nikita Chroesjtjov.
Son los que determinarán si habrá una Tercera Guerra Mundial o no, y si
eso sucede, la Cuarta Guerra Mundial será peleada con palos y piedras.
- ¿Conoció personalmente a esos dos líderes?
- Bueno, llegué a conocer a Kennedy una vez en la Casa Blanca, pero eso
fue antes de convertirse en presidente. En aquel momento, tenía libre
acceso a la Casa Blanca. Pero no llegué a conocerlo bien. Y jamás conocía
al comandante ruso.
- ¿Qué es la Casa Blanca?
- Es la sede del gobierno estadounidense. La contraparte rusa es el
Kremlin. Si lo desea, puedo llevarlo hasta la Casa Blanca –. Ese
ofrecimiento poco común sin duda sorprendió a Nostradamus y debió
detenerse y pensar en las posibles consecuencias por un momento.
- De acuerdo, si sabe el camino –dijo finalmente.
- Mis recuerdos son verídicos, vamos, vámonos –dijo Albert alegre
nuevamente y jaló a su nuevo amigo hacia las escaleras. Los niños estaban
profundamente dormidos en el medio del piso y no se dieron cuenta de
nada mientras los dos científicos descendían.
-¿No tiene algún tipo de máquina voladora o algo? –Michel murmuró
porque no quería despertar a los niños.
- No necesitaremos eso –respondió Albert silenciosamente. Llegaron a la
planta baja donde Anne hojeaba una pila de papeles a la luz de una vela.
- ¿Eres tú? –preguntó con cautela.
- Sí, querida, sólo daré un paseo; volveré enseguida.
- Qué linda esposa tiene.
- Gracias, Albert.
- ¿Con quién estás hablando, por el amor de Dios? –preguntó Anne, quien
no podía ver al físico.
- Un colega –respondió su marido. Dejó solo al tarambana de su marido;
sabía que era común para él ver fantasmas. Einstein continuó caminando
con confianza y el otro científico tenía bastante curiosidad de saber hacia
donde lo estaba conduciendo.
- Vamos a descender un juego más de escaleras –Albert le informó y
bajaron a un sótano oscuro, donde debieron moverse por tacto.
- Aquí hay solo vino –el dueño de la casa protestó.
- Sólo confíe en mí…–y un paso a la vez, los dos fueron hacia adelante.
- No puedo ver nada, debí haber traído una luz –Michel farfulló, pero
luego el sótano de repente se tornó en un corredor iluminado con blancos
muros y alguien salía de uno de los pasillos de los costados.
- Un miembro del personal –dijo el científico nuclear, actuaba como si se
sintiera en casa.

156
- Hola, señor Einstein –el oficial saludó cuando se cruzaron. Albert lo
detuvo.
- ¿Sabes dónde puedo encontrar al presidente? –preguntó.
- Creo que se está ejercitando en la piscina. Siga derecho y doble a la
izquierda por allí y…
- Sí, gracias, sé donde está –interrumpió Einstein y los dos eruditos
continuaron su camino.
- No pueden verlo. Son bastante estúpidos –agregó mientras doblaban en
la esquina. Pronto llegaron a la piscina cubierta en donde un empleado
estaba limpiándola.
- ¿No se encuentra el presidente aquí? –preguntó Einstein.
- No acaba de irse a la Oficina Oval –y el dúo inmediatamente se dio la
vuelta.
- Tomemos el ascensor; tenemos que llegar al segundo piso –explicó
Albert. Una caja mecánica llevó a los dos científicos al piso de arriba, en
donde se bajaron del ascensor. El científico nuclear golpeó una de las
puertas cerradas y esperó por un momento.
- Adelante, pase –alguien dijo. Einstein abrió la puerta, la cual daba
entrada a una oficina con forma de óvalo.
- Hola, Albert, ¿estás aquí por otra visita? –un hombre en silla de ruedas
preguntó.
- Sí, Theodore, pensé que era momento para otra mirada.
- Pensé que me llevaba a ver al presidente Kennedy –comentó Michel.
- Tenga un poco de paciencia –su colega lo calmó y miraron alrededor de
la hermosa oficina mientras Theodore permanecía en silencio. Era como si
estuviera desconectado.
- ¿Por qué la oficina es oval, de todas maneras? –Michel preguntó.
- Porque así se puede mirar a todos a los ojos durante una conferencia –
contestó Albert.
- Usted es gracioso.
- No, en serio. Mire allí está Kennedy. El hombre en la silla de ruedas
había volado hacia otros reinos y en su lugar ahora se encontraba un
hombre apuesto de mediana edad. Michel saludó con su mano justo frente
al rostro del nuevo presidente, pero no hubo reacción.
- Tampoco puede verme a mí –le indicó Albert. Kennedy se veía pálido y
tenía círculos negros bajo sus ojos.
- En general tiene un carisma enorme –el científico nuclear continuó y
aludía a la seriedad de la situación.
- Max, eres justo a quien necesito ver –el Presidente dijo de pronto a
Nostradamus tomándolo por sorpresa.
- Max es su médico personal –explicó Albert–, ese papel es para usted.
- ¿Para mí?

157
- Sólo siga el juego. ¡Y buena suerte! –Y Einstein desapareció en el aire
enrarecido. “¿Ahora qué, tengo que hacer su trabajo sucio?” Michel se
quejó. Pero le dio un apretón de manos al Presidente.
- Max, tienes que ayudarme a mantenerme de pie. Mi espalda me está
molestando mucho –su Excelencia continuó. Su voz se oía cansada y se
sentó con tristeza en un sofá en el centro de la oficina. Michel se sentó a su
lado y le prestó atención.
- Necesito más de esas píldoras, Max. Todos me exigen lo máximo de mí.
Rusia está ubicando más y más misiles nucleares en Cuba. La situación se
está descontrolando.
- No tengo ninguna píldora –el hombre medieval decía con la voz
entrecortada.
- Una inyección también está bien. Hombre, ese maldito corsé ortopédico
está torcido otra vez –. Nostradamus sin darse cuenta lo estaba llevando
hacia afuera y el presidente le dio un poco más de aire a su corazón.
- Chroesjtsjov me está pisoteando. Ese ruso me ve como a un líder débil.
Probablemente también sea verdad. No he estado asumiendo una posición
lo suficientemente fuerte en una cantidad de temas importantes. Sus
aliados comunistas también piensan que soy un debilucho –y dejó caer su
cabeza hacia su pecho en un gesto de derrota.
- Dame algo, Max, tengo que seguir andando –le volvió a suplicar–. No
podemos aceptar que los misiles nucleares estén apuntados hacia Los
Estados Unidos de tan cerca. He enviado a todos los diplomáticos para que
convencieran de esto al comandante ruso, pero fue en vano –. Kennedy
miró fijo hacia adelante con una expresión ausente y de pronto se
desplomó. Cayó sobre el sofá grande y descansaba serenamente. Cerca del
escritorio, se oía un sonido de un pitido y Michel se dirigió hacia eso para
investigar.
- Señor Presidente –una voz anunció de un parlante–, Chroesjtsjov en la
línea para usted –. Escuchó atentamente.
- Hola, Señor Kennedy. ¿Usted está preocupado por nuestras armas de
defensa a más de ciento cuarenta y cinco kilómetros de la costa de Estados
Unidos? Entonces me gustaría señalarle que sus armas ofensivas han sido
instaladas en Turquía, y apuntan a nuestro territorio –. El vidente dejó salir
un gran suspiro.
- ¿O es su opinión –el ruso continuaba– que está en su exclusivo derecho
exigir la seguridad para su país?
- No soy quien usted cree –Michel dijo, pero sus palabras fueron
ignoradas.
- Por lo tanto propongo lo siguiente –Chroesjtsjov hablaba, fuera de
alcance–. Estamos preparados para retirar nuestros misiles de Cuba y
hacer una promesa a las Naciones Unidas. Luego usted debe retirar sus
armas de Turquía y hacer una promesa similar. ¿Está de acuerdo?

158
De pronto, alguien golpeó la puerta de la Oficina Oval y asustado, el
erudito ocasionó un problema magnético en el panel de control y la
comunicación con el ruso se cortó. El vicepresidente Johnson y otros altos
funcionarios entraron en la oficina. Era evidente su horror cuando vieron a
su líder sin vida en el sofá y corrieron a su lado.
- Está vivo –dijo Johnson con alivio mientras revisaba el latido de su
corazón.
- Se ha desmayado unas pocas veces en las últimas semanas –comentó con
tristeza uno de los ministros.
- Llamaré a Max Jacobson –el general se ofreció.
- ¿Está seguro de que es una buena idea? –preguntó Johnson–. Sabe como
le dicen en el Parlamento: Doctor Sensación de Bienestar.
- Sí, pero el presidente no quiere a nadie más –agregó el general y decidió
que sería mejor poner en alerta a Jacobson, quien se encontraba en el ala
oeste. El médico personal de Kennedy vino corriendo enseguida y
examinó a su jefe.
- Se ha desmayado debido a la falta de las sustancias requeridas –
diagnosticó rápidamente. Remangó la camisa del presidente y le dio una
inyección. Efectivamente, Nostradamus vio, con sorpresa, que apenas se le
había administrado la sustancia, John F. Kennedy, sin prisa pero sin pausa,
volvió en sí.
- Gracias, Max. Está claro que sabes cómo apoyarme tanto en las buenas
como en las malas –su jefe decía entre dientes mientras se reincorporaba
con alguna dificultad.
- Señor Presidente, no queremos molestarlo innecesariamente –el general
dijo nervioso–, pero tenemos novedades extremadamente importantes.
- De acuerdo, adelante –John respondió, aún sintiéndose un poco flojo.
- Se ve claramente en las nuevas fotos que los misiles rusos aún están
siendo ubicados en Cuba. Los altos jefes de todo el ejército opinan que
deberíamos darles a los rusos una lección y proceder con un ataque –. Un
miembro del personal apareció en la puerta.
- Señor Presidente –llamó el empleado–, el señor Sukarno está aquí. ¿Lo
hago pasar? – Kennedy aceptó y rápidamente habló con sus colegas.
- Queda otro mediador quien creo que puede lograrlo y ese es el presidente
de la República de Indonesia. Está en contacto directo con el comandante
ruso –. Sukarno entró y los estadounidenses le dieron la bienvenida.
- Por favor, siéntese –Kennedy le solicitó, pero Sukarno se negó y
comenzó a hablar agitadamente.
- Después del incidente con su aeroplano, el B-25, sospecho que el
gobierno estadounidense quiere causar mi caída y porque sospecho
totalmente que este lugar está lleno de micrófonos ocultos, solicito al
presidente que permita que nuestra discusión tenga lugar en su habitación
–. El general llevó a su jefe a un costado.

159
- Nuestro servicio de inteligencia nos está previniendo de un posible
asesinato en contra suyo –susurró.
- ¿En mi habitación? ¿Y al lado de él? No… Y de todos modos, no quiero
perder mi libertad –decidió Kennedy y salió de la oficina con Sukarno.
Michel siguió a los dos presidentes, quienes subieron al ascensor y fueron
hasta el piso más alto. Al llegar allí, los dos líderes continuaron
caminando, pero el que los perseguía olvidó salir de la caja a tiempo. Las
puertas del ascensor se cerraron demasiado rápido y el ascensor lo llevó
hasta el sótano, en donde las puertas se abrieron automáticamente. Sin
saber cómo operar este aparato de transportación, salió y llegó al mismo
corredor con la alfombra roja.
“Creo que es mejor que vaya a casa”, pensó Michel, “he visto suficiente”.
Tomó la misma ruta devuelta y pronto se volvió a oscurecer. Después de
un rato, vio una luz en la distancia, la cual resultó ser de las escaleras de su
propio sótano. A tropezones subió las escaleras, sintiéndose bastante
deprimido.
- ¿Eres tú? –preguntó Anne, aún sosteniendo los papeles en sus manos.
Silenciosamente, caminó hacia su esposa y se sentó con ella a la mesa.
- ¿Dónde está tu colega? –bromeó mientras miraba los cuadros de hierbas.
Ensimismado, colocó sus codos sobre la mesa y suspiró.
- ¿Estás bien? –continuó.
- Anne, a veces creo que me estoy volviendo loco –dijo finalmente.
- ¿Qué pasó?
- El mundo en el futuro está por explotar. Todo se está haciendo
demasiado para mí.
- Ven aquí –le pidió ella y él se arrodilló a su lado y posó su cabeza sobre
el regazo de ella. Anne acariciaba con ternura los últimos hilos de cabello
que le quedaban.
- Me siento tan responsable por el destino de la raza humana –se quejaba–.
El sendero de mi vida va derecho al infierno.
- Eres especial –dijo tratando de animarlo.
- Anne, de ahora en adelante, no abras la puerta a todas aquellas almas
desdichadas que están constantemente pidiendo ayuda, ¿de acuerdo? Es
que todo es demasiado para mí estos días.
- De acuerdo, no lo haré. Pero vayamos a dormir ahora. Mañana será un
nuevo día –y se fueron a la cama.
La depresión de Michel fue el comienzo de un nuevo ataque de gota. Fue
bastante severo y debió permanecer en cama por un mes. Su esposa
respondía todo el correo por él; pedidos de lectura de horóscopos o
consejos sobre enfermedades, de personas de todas partes. De vez en
cuando había un desafío argumentativo de un científico sobre un tema
controversial y ella ignoraba esos. En general, fue suficiente enviar un

160
mensaje estándar en francés que decía que el doctor no podía responder
personalmente la carta debido a circunstancias especiales.
- Pronto encontraré un empleado para que se haga cargo de mi
correspondencia –su marido le prometió mientras yacía en la cama con
mucho dolor.
- Sí, por supuesto que necesitamos uno –aceptó Anne. Estaba exhausta
también. André y Diane entraron y comenzaron a saltar sobre la cama.
- Niños, dejen a su padre enfermo solo –la madre ordenó con irritación y
cerró las cortinas para separar el área del resto de la habitación.
- Lamento que tengas que pasar este momento tan difícil por mí –su
marido se disculpó.
- No te preocupes, todo saldrá bien –contesto Anne mientras se sentaba al
lado de su cama–. Pero algo raro está pasando. ¡Esa bolsa de nuez
moscada ya se terminó otra vez! – Él no respondió a eso y se dio vuelta
fingiendo dolor.
- Oye, no aprecio eso. Quiero saber lo que haces con eso –sinceramente
afirmó, pero él no respondía.
- ¿Cuál es ese gran misterio?
- Lo uso para ciertos experimentos –respondió indefinidamente. Pero ella
quería saber exactamente que hacía con eso. Él no quería contarle.
Finalmente cedió.
- De acuerdo, lo inhalo –confesó.
- ¿Por qué diablos harías eso?
- Lo inhalo porque estimula mi sentido de la imaginación –. Anne se
quedó helada.
- Me niego a trabajar para un adicto –dijo con firmeza.
- ¿Un adicto? –Michel reaccionó como un cachorrito lastimado y se dio
vuelta para encararla.
- Eso es poco comparado con lo demás –continuó.
- Querida, ¿de qué hablas? –e intentó incorporarse mientras se quejaba.
- ¡Todos andamos con cuidado en esta casa para que no te enojes!
- ¿Pensé que dijiste que todo estaba bien?
- Sí, eso era lo que tú pensabas. Pero no es cierto. Ves y sientes todo,
excepto a tu propia familia. Todo se trata de ti y ahora esto –. Dejó que
diera rienda suelta a su indignación.
- Y ese control infernal que tienes –lo acusó–, jamás te liberas. Sería mejor
si me golpearas de vez en cuando –y ella con sorna lo metió en la cama de
un empujón.
- Modérate un poco, por favor, asustarás a los niños.
- Siempre están asustados –gritó solo para asegurarse de que pudieran
oírlo. Como se dio cuenta de que no podía decir nada correcto, entonces
no dijo nada.

161
- Jamás tenemos sexo normal –parloteaba sin parar –. Pensaba que los
judíos eran buenos en la cama, pero te pareces más a la estatua de un
santo. ¡Ojalá tuvieras un orgasmo normal de vez en cuando, como hombre
normal! –y salió furiosa. Michel salió de la cama arrastrándose y
rengueaba tras ella.
- Ah, así que su santidad puede caminar de repente. Me maté trabajando
para un simulador. No quiero volver a verte jamás –y furiosa bajó las
escaleras y dio un portazo tan fuerte que la casa entera tembló.
“Tiene razón; soy adicto”, pensó. “Quiero ver imágenes del futuro
demasiado y por eso, tal vez, me he convertido en un insensible. Me
mantendré alejado de eso de ahora en adelante”, y arrastrándose volvió a
meterse bajo las cobijas de lana.

La encarnizada pelea continuó y Nostradamus se vio forzado a responder


él mismo sus cartas; su esposa, por lo general alegre, se negó a hacer algo
más por él. De hecho, se negó en lo absoluto. Por suerte, los niños estaban
lo suficientemente grandecitos para arreglárselas solo. Aún tambaleante
debido a su ataque de gota, escribió una carta a Jean Dorat, uno de sus
admiradores en París. Quizás el renombrado maestro académico tenía un
buen estudiante quien pudiera atenderlo. Su esposa, entretanto, se había
retirado al jardín de invierno y los esposos se evitaron durante semanas.
Hasta que una noche alguien golpeó la puerta del frente.
“Otro de esos desesperados”, pensó el erudito sanador, arrastrando los pies
hacia la entrada.
- ¡Déjenme en paz! –gritó, pero el barullo continuaba y con rabia abrió la
puerta.
- ¿Algo anda mal con sus oídos? ¿O qué? –y miró fijamente a la supuesta
persona necesitada que estaba parada en la puerta.
“¡Santo cielo, no puede ser verdad!”
El fantasma de François Rabelais, su compañero de estudio de aquellos
días, había aparecido ante él.
- Por Júpiter, el diablo me está gastando una broma –juró Michel.
- Cálmate, hombre, cálmate. Soy yo de verdad –dijo François con
suavidad–. Pensé que habías presentido que estaba llegando, pero es
evidente que no fue así. ¿Vine en un mal momento?
- No, por supuesto que no, o mejor dicho, sí. Estoy en medio de una crisis
matrimonial, pero pasa, adelante –y se dieron un abrazo.
- Quizás estoy aquí para ayudarte –sugirió François mientras se dirigían a
la sala de estar. Se sentaron cerca de la chimenea.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó Michel–. Pensé que eras el médico de la
corte del virrey de Piemonte.
- Sí, lo fui, pero ahora trabajo para el papa en Aviñón. ¿Dónde está tu
esposa?

162
- Está en el jardín de invierno –respondió con desánimo.
- ¿Tienes niños?
- Sí, tengo seis. Están todos durmiendo.
- Tengo mucha sed. ¿Tienes algo para beber? –preguntó François. Y su
viejo compañero de estudio fue a la cocina. Cuando regresó con cerveza,
Rabelais había desaparecido de repente.
“¿Me he vuelto tan loco después de todo?” se preguntó con toda seriedad.
Pero luego oyó un ruido no familiar en el jardín y se dio cuenta de que no
había estado alucinando. François estaba tratando de convencer a su
esposa para que saliera del jardín de invierno.
- Entonces, mi marido me ha enviado un mediador –Anne dijo con desdén,
cuando un extraño entró en su espacio.
- No, no, está equivocada. Tuve la corazonada de que mi amigo estaba en
problemas y espontáneamente decidí visitarlo.
- Ajá, otro clarividente –dijo con desdén.
- ¡Usted está hablando con el embajador del papa, sabe!
- No me importa si usted es el mismísimo papa, zopenco arrogante –y lo
empujó hacia afuera del jardín de invierno.
- ¿Dónde encontraste semejante esposa? –preguntó François, sus oídos
ardían, cuando regresó a la sala de estar.
- La encontré entre una manada de caballos salvajes –Michel dijo entre
dientes.
- ¿Es esta una de esas oscuras líneas de tus versos? – Pero el astrólogo
negó con la cabeza.
- Bueno, eso explica un montón, pero déjame verte. No nos hemos visto en
años –y se observaron.
- Todavía tienes una cabeza llena de cabello –comentó Michel.
- Sí, aún sigue creciendo todos los días. Y tú te ves fantástico para tu edad.
- Gracias, tus ojos y tu lengua son tan agudas como siempre. Aquí tienes
tu cerveza –y se sentaron al lado del fuego otra vez.
- Difícil de imaginar, tú, de todas las personas, un Cátaro libre pensador,
trabajando para el papa –Michel continuó.
- ¿Y por qué no? Tu amigo es tu enemigo, aunque apoyo completamente al
Papa Pio IV. Es un líder espiritual con mucha integridad y lo malo solo
sucede en niveles más bajos.
- ¿Qué clase de posición espiritual tienes?
- El papa me tiene inspeccionando en secreto a los inquisidores y a los
obispos para ver si aplican las enseñanzas de una manera pura.
- Por Dios, justo en la guarida del león…
- Sí, la vida debe ser vivida al máximo –respondió François.
- Estoy de acuerdo contigo en eso. Entonces, ¿estás viviendo una vida de
celibato también?

163
- Por supuesto. Si hubiera elegido tener una familia, habría elegido una
profesión diferente. Pero estoy seguro de que también tienes tus enemigos.
Anne entró inesperadamente y los hombres la miraron con curiosidad,
tratando de evaluar su humor.
- Siento haber sido tan grosera con usted –se disculpó.
- No importa, no se preocupe por eso. ¿Por qué no se sienta con nosotros?
–el huésped que vino sin invitación se lo solicitó y ella tomó una silla.
- François es un viejo amigo mío de la universidad. Debido a mis años de
andanzas, perdimos contacto –Michel explicó con timidez. Pero Anne no
le dio ni la hora a su marido, solo miraba a la visita espiritual.
- Entonces esta es la esposa que debe ofrecer resistencia al gran maestro –
Rabelais la provocaba.
- ¿Gran maestro? –repitió con indignación–. La semana su barba quedó
estancada en la puerta del frente, mientras la cerraba. Todo aquel
transeúnte que pasaba por ahí tenía sobradas oportunidades para darle unas
palmadas –. François debió reír con tanta exaltación ante esto que era casi
de temer.
- Su marido es un genio cuando se trata de la vida interior de los seres
humanos, pero, caramba, que a veces puede ser un torpe igual que
cualquier otra persona –comentó al mismo tiempo que se recuperaba de la
risotada.
Anne, sin embargo, no estaba convencida.
- Sé que es famoso en todas partes debido a sus publicaciones –ella
reconoció–, pero no estoy tan segura de su grandeza. Hace un año, se
confundió al alcalde con un fantasma y se chocó directamente con él –.
François largó la risotada nuevamente.
- ¿Cómo puedo explicarlo? Ayúdame, Michel.
- Sólo trato de dejar en paz a las cosas tanto como pueda –respondió
vagamente.
- Siempre está envuelto en un velo de misterio y jamás me cuenta nada de
su mundo interior. Es como una ostra –agregó.
- Sí, su marido es verdaderamente reticente y mi lengua es muy floja en
comparación, pero ya sabe, hablar es de plata, pero el silencio es de oro.
Pero Anne no estaba impresionada.
- El bien y el mal están unidos en cada persona –François continuaba su
argumento– y no hay nadie que sepa esto mejor que su marido.
- Bueno, lo sé. Yo muestro mi furia a menudo. Él jamás lo hace.
- Si su marido mostrara su furia, podría destruir el mundo. Por eso debe
ser extremadamente cuidadoso tanto en palabras como en acciones. Es una
cuestión de conciencia y a su marido se le ha otorgado una cantidad
poderosa y sin precedentes de ella.
- Quiere decir que si Michel se fuera a enojar conmigo, ¿podría hacerme
mucho daño?

164
- La persona promedio podría caer muerta en una pelea con él o
enfermarse de gravedad, pero usted es una mujer fuerte que puede
aguantar mucho. Usted es Platón.
- ¿Platón? ¿Me está comparando con el filósofo griego?
- Además de ser el nombre de un filósofo, es también la palabra en griego
de hombros anchos –Michel interrumpió.
- Ah, lo entiendo. Soy lo suficientemente fuerte para poder cargar a mi
marido –y finalmente hubo una chispa de contacto entre los esposos
nuevamente.
- Sí, por supuesto, pero es especialmente porque él sabe cómo controlar
sus sentidos con la mayor autodisciplina. Porque, cuánto más grande es la
mente, más grande es la bestia –Rabelais explicó con sabiduría.
- Es evidente que usted puso a mi marido por las nubes –dijo, aún con
desconfianza–, pero si no me equivoco, ¿usted está diciendo que él debe
tener especial cuidado de jamás perder el control?
- Exactamente, no puede afrontarlo realmente. Hasta un descuido en el
hilo de las ideas puede tener resultados desastrosos. Como ve, los
pensamientos son poderes.
- ¿Puede explicar eso?
- Bien, por ejemplo la silla sobre la que está sentada. No comenzó a existir
así como así. Primero debe de haber una idea o imagen mental de una silla,
y la materia lo sigue después. En el caso de la silla, esta es la madera en
las manos del carpintero.
- Eso suena como a una predicción que se hace realidad –comparó.
- Observa, Michel, tu esposa tiene conocimiento oculto.
- Si enseguida hubiera compartido su conocimiento conmigo, no
habríamos tenido esta crisis.
- Sí, podría ser una buena idea comunicarte más con tu esposa –François le
dijo a su amigo.
- Comienzo a ver la verdad de eso –Michel admitió. La crisis matrimonial
estaba llegando a su fin y celebraron con una cerveza.
- Es hora de que me vaya, mis amigos –François anunció finalmente.
- Puede quedarse aquí si lo desea –ofreció Anne.
- Gracias, agradezco su hospitalidad, pero ya he hecho arreglos para
quedarme en El Cisne.
- Antes de que te vayas, hay algo que me gustaría mostrarte –dijo Michel.
- Bien, pero primero visitaré los servicios –François agregó y el vidente se
fue a su sala de trabajo. Cuando Anne le mostraba donde quedaba el baño,
él le susurró algo en el oído: "Anne, su marido es casi un iluminado. Trate
de liberarlo en su corazón. Sólo las almas individuales pueden trascender;
y Dios lo ama". Y sin esperar respuesta siguió camino. Las importantes
palabras lentamente penetraron y finalmente comprendió que tenía una

165
importante tarea que cumplir. En el ático, Michel esperaba a su amigo para
mostrarle el mosaico roto con la serpiente.
- Puede que sepas lo que es esto –le dijo apenas entró allí.
- Por Dios, parte del mosaico de Magdalena de Montségur –François
exclamó con sorpresa y con cuidado recogió el mosaico antiguo.
- Sin embargo no es de allí de donde vino. Vino de La Roque cerca de
Durance.
- Bueno, en cualquier caso, cuídalo bien. Pero me tengo que ir ahora –y
volvió el mosaico a su lugar. Los dos se abrazaron como hermanos.
- Cuídate. Que no te asesinen –Michel le advirtió mientras descendían las
escaleras.
- Y tú cuida de no caerte de la Escalera de Jacobo –su amigo le respondió
con alegría. Cuando llegaron al final de las escales, él se despidió de Anne.
En la puerta del frente, los hombres intercambiaron algunas palabras más.
- Gracias por todo, François, y mantengámonos en contacto.
- Sí, eso también prometiste hace cuarenta años –su ángel guardián
respondió a medida que emprendía la retirada.
“Incorregible, ese Rabelais”, Michel sonrió con un hilo de tristeza cuando
lo veía irse.

Al día siguiente, un Christophe de Chavigny llegó al pueblo de Salon de


Provenza. Allí preguntó por la casa del profeta. Su pedido le fue concedido
inmediatamente; había muchos que querían acompañar al joven de París,
con el deseo de vislumbrar al mítico hombre del pueblo. El estudiante con
honores de Jean Dorat tenía muchos deseos de perfeccionarse bajo la
tutela del gran maestro y fue el carnicero quien, con su carreta, lo trajo y lo
dejó en la puerta del frente. Con una bolsa de chuletas de cordero en su
mano, el estudiante de nariz respingona se presentó.
- Ajá, mi salvador de París –Nostradamus le dio la bienvenida y porque al
parecer la casa era demasiado pequeña, envió a su ayudante, menos a las
chuletas de cordero, a una posada para que pasara la noche.
“Primero verificaré qué clase de muchacho es con el que estoy tratando
aquí”, Michel pensó mientras miraba la bolsa de carne.
Christophe resultó ser un verdadero discípulo. No necesitaba ni una
palabra extra de instrucción; era rápido como un rayo para comprender lo
que su maestro quería de él. Llevaba a cabo sus tareas con tal increíble
dedicación que a veces incomodaba a su jefe. El joven parisino estaba
además familiarizado con las más recientes tendencias filosóficas, incluso
el pensamiento racional y dominaba las lenguas clásicas. Anne, entre
tanto, había hecho arreglos de un nuevo escritorio para el empleado, y a su
marido lo había mudado a la sala de estar. Después de un mes, el erudito
tuvo que reconocer que la presencia de De Chavigny fue una bendición
para él.

166
“Mi correspondencia jamás ha estado tan al día”, observó felizmente.
Comenzaba a envejecer ahora y se había preocupado de no lograr
completar Las Profecías. Pero ahora tenía suficiente tiempo para poder
ocuparse de eso. Ya el mismo se había entrenado en el pasado para sólo
necesitar dormir cuatro o cinco horas por las noches, pero eso era en
principal porque un estado para mantenerse despierto era la mejor manera
de viajar al otro lado. Esa noche, el tinterillo, por fortuna, se había ido a su
propio lugar, a unas calles, y los niños estaban todos dormidos. Sólo por
las dudas, el maestro cerró la puerta de su habitación.
“Creo que cambiaré por una técnica diferente”, se dijo a sí mismo y fue a
buscar el taburete de cobre. El taburete con las patas que estaban en el
mismo ángulo que la inclinación de los lados de las pirámides de Egipto.
“De ahora en adelante me alejaré de la nuez moscada y los aceites
alucinógenos”, decidió. “No puedo permitirme volverme loco”. Y
comenzó a tararear, al lado del taburete.
“No, eso no funciona”, farfulló y decidió intentar la meditación en cama.

167
Capítulo 10

Dos grandes líderes se hacen amigos


Su enorme poder crecerá
El nuevo país alcanza su punto máximo
Se recuenta la cantidad de Rojos

En medio de la noche, el explorador de los cielos se encontró


sobrevolando una ciudad moderna, en donde carros sin caballos con luces
por delante y por detrás, iban y venían. Descendió para observar más de
cerca esta maravilla y comenzó a deambular por las calles y plazas, las
cuales estaban iluminadas magníficamente. Después de un ratito, visualizó
un imponente edificio por delante, el cual creyó que lo reconoció.
“Este debe de ser el edificio parlamentario, bajo el cual Hister se suicidó”,
sospechaba. Confirmó su sospecha por un monumento en frente de él.
Berlín se había recuperado admirablemente de la enormemente de la
violencia de la guerra destructiva que había dejado detrás grandes
montañas de escombres entonces. Un río atravesaba diagonalmente la
ciudad iluminada y decidió seguir la corriente del agua, la cual lo llevó a
un camposanto, en donde alguien estaba marchando penosamente por la
orilla del agua. Un hombre con apariencia descuidada y sucia empujaba un
carro cargado con basura.
“Callejón sin salida”, Michel pensó y que así sea. Se elevó nuevamente,
giró en una esquina muy curva y voló devuelta hacia el Potsdamer Platz.
“Volar como un pájaro es una alegría de verdad”, decidió y al igual que un
joven dios, extendió sus alas. En la plaza grande se erigía un majestuoso
arco de entrada con un carro griego de guerra por encima y con audacia
voló a través de eso. Cuando había pasado la entrada, se chocó con algún
tipo de campo eléctrico y el impacto provocó que se tambaleara y cayera
al suelo.
“Más dura será la caída”, se reprendió por su frívolo comportamiento y
sintiéndose un poco aturdido, trató de averiguar que le había pasado.
Examinó cuidadosamente el espacio, pero no vio nada. El fantasma caído
se levantó y comprobó sus habilidades de vuelo.
“Bien, eso todavía sigue intacto”, pensó aliviado. “¿Pero con qué
choqué?” Curioso, se dirigió hacia el lugar donde había sucedido y miró
todo la zona que rodeaba eso.
“Tiene que haber algo”, farfulló e inesperadamente su mano tocó un
campo de voltaje e hizo que apareciera una superficie azul.

168
“Santo Dios, el futuro está lleno de sorpresas”, y con cuidado caminó por
el campo magnético, el cual continuaba haciendo cortocircuitos cada vez
que lo tocaba. Parecía que era un muro invisible el cual dividía a la ciudad
en dos secciones. Era un misterio para él saber para qué propósito servía,
pero realmente quería saber. Las personas que vivían aquí deben de saber
más sobre esto y con nuevo impulso comenzó a detener y preguntar a un
transeúnte al azar. Desde lo más alto de la ciudad, él vio al mismo linyera
con su carro. Y como era la única señal de vida alrededor, voló hacia él.
- ¡Oye, tú! –llamó, pero el berlinés con su sombrero torcido no lo escuchó
y siguió con su marcha. El fantasma ahora dejó su vuelo detrás para
posarse justo en frente de él, pero, despreocupado, el hombre siguió
caminando.
“No puede verme ni oírme”, Michel comprendió y deliberó la manera de
atraer su atención. Tenía que encontrar el punto exacto.
- Oye, Napoleón –intentó. Eso dio en el blanco inmediatamente porque el
vagabundo se detuvo abruptamente.
- ¿Amigo o enemigo? –quería saber.
- ¡Amigo!
- Vaya, por fin un compatriota. ¿Cuál es su rango? –el pobre diablo
pregunto. Le debe de faltar algunos tornillos.
- Mariscal de campo –Michel siguió el juego.
- ¿No le ordené que atacara Rusia?
- Sí, pero Moscú ha sido capturada entretanto.
- Excelente. Eso me da libertad para tratar montones de cosas aquí –y
siguió caminando.
- ¿Por casualidad sabe por qué aquel muro eléctrico atraviesa Berlín? –el
mariscal intervino.
- ¿Está loco o qué? Solía haber un muro. Estaba hecho de piedra, pero mis
hombres valientes la tiraron abajo no hace mucho tiempo. Aún tengo una
imagen de eso –y sacó un artículo de diario del bolsillo interno de su saco.
El vidente vio la foto del muro divisor el cual estaba siendo demolido y
leyó el texto debajo. "La Caída del Muro de Berlín*. Han sido exactamente
dos años desde que la Cortina de Hierro, la división entre este y oeste,
cayó. Una Alemania unida conmemorará la caída en masa hoy, con
conciertos y debates, entre otras cosas. El objetivo del Muro era detener el
flujo de fugitivos quienes migraban hacia la libertad en el Oeste".
“Entonces por eso hay un campo magnético que atraviesa la ciudad”,
comprendió. “Años de frustración deben de haber dado al Muro una carga
psíquica”.
- ¿Dónde están sus hombres? –preguntó luego.

* 1989

169
- No sé donde está; me han desterrado, pero puedo mostrarle donde suelen
estar.
- De acuerdo, muéstreme el lugar –Michel le solicitó. Quería saber cómo
se había resuelto el conflicto. Con el vagabundo empujando el carro
nuevamente, los dos iniciaron el camino hacia la parte este de la ciudad.
Después de que había cruzado Alexanderplatz, el hombre se detuvo en
frente de un edificio amplio y desgarbado.
- Esta es, la vieja Comisaría, en donde solía estar a cargo. Puede entrar y
hacer preguntas.
- Sí, lo haré –respondió el vidente. Le dio un franco y luego caminó hacia
la entrada.
- Nay, Pau, León, más fuego que sangre –el vagabundo recitó tras él.
Michel se dio vuelta sorprendido cuando oyó la línea de su propio verso,
en el orden equivocado. Pero el hombre estaba mirando hacia el otro lado
y un poquito más adelante, malhumoradamente pateó una farola, la cual se
apagó inmediatamente.
“Vaya, asombroso, mis versos serán populares en el futuro,” y, sintiéndose
complacido, el vidente entró en el edificio dilapidado. Más allá de la
entrada había una habitación de apariencia lúgubre sin nadie dentro y
decidió subir la escalera de mármol.
“¿Dónde está esos tipos valientes de los que hablaba?” Arriba había
alguna esperanza porque vio unos hombres quienes estaban ocupados
haciendo algo. Resultaron ser sólo funcionarios sin embargo. Regresó a la
escalera y bajó y cuando estaba por salir del vestíbulo oyó un sonido
fuerte, el cual implicaba que había actividad y que provenía de la sala
grande.
“¿Qué diablos sucede aquí dentro?” y curioso, entró en la sala, la cual de
pronto había una gran multitud.
“Debo de haberme trasladado a varios años atrás en el tiempo”,
especulaba. Se mezcló con la multitud y mantuvo sus oídos bien abiertos.
Era una rueda de prensa y cientos de periodistas se habían reunido para ver
a los más altos líderes del partido del estado comunista.
- ¿Qué está pasando? –preguntó a un reportero, quien pensó que era un
colega del extranjero.
- Jamás se nos ha permitido hacer preguntas directamente –el alemán del
este respondió mientras toqueteaba el flash de su cámara–, pero parece que
esta vez Schabowski se está resignando a la presión de la gente para hacer
una excepción. El partido desea volver a ganar el apoyo del pueblo a
través de más transparencia.
- ¿Qué pasa si no lo logran?
- Si no lo logran, nuestro país simplemente se vaciará, sin importar los
miles de muros y cercas –y se disculpó para forcejear y abrirse camino
hacia el frente. Mientras tanto, sus colegas hacían toda clase de preguntas,

170
pero como siempre, sólo obtenían una respuesta estándar, hasta que un
periodista francés se abocó hacia el tema central de Alemania quebrada.
- ¿Cuándo sus compatriotas tendrán la libertad de viajar hacia el Oeste? –
simplemente preguntó. Los reporteros apenas tomaron en serio su
pregunta porque esperaban completamente que Schabowski encontrara
alguna manera elaborada de dar vueltas alrededor de eso sin responderla
en realidad de todos modos. Pero ante el rostro de la multitud
internacional, el líder del partido de repente sintió como si estuviera en un
juicio y se puso muy poco comunicativo.
“¿Cómo puedo seguir diciendo todas esas mentiras?” se preocupó y
comenzando a sudar frío, inesperadamente empezó a abrirse.
- Hoy, que yo sepa, una decisión ha sido tomada. Y, este, hemos
decidido…, que finalmente, todos los ciudadanos podrán cruzar la frontera
–. La multitud se quedó estupefacta.
- ¿Cuándo entrará en vigencia esta nueva norma? –un periodista preguntó
inmediatamente. Schabowski revolvió sus papeles un poco y entonces
miró a los miembros de su personal, quienes tampoco tenían idea alguna
de qué hacer.
- Este… que yo sepa, entrará en vigencia…, a partir de este momento.
Como la rueda de prensa parecía tan lenta, todos dudaron de que eso fuera
en realidad verdadera, hasta que alguien salió corriendo hacia afuera y
gritó fuertemente: "¡La frontera está abierta!" La noticia se extendió por
toda la ciudad como un reguero de pólvora y pronto los berlineses del Este
corrieron hacia el Muro en masa para verificar y ver si podían realmente
entrar en Alemania del Oeste. Nostradamus volaba detrás de ellos.
“Es asombroso lo que una pequeña y tonta pregunta por mi parte puede
provocar”, pensó. “De ahora en adelante, debo dejar que el destino siga su
curso”.
El Muro resultó estar cerrado todavía y miles de personas rodearon a los
guardias de la frontera de una manera pacífica. De repente estaban
rodeados de una horda de periodistas.
- ¿Debo entender que el Muro tiente que abrirse hoy? –el jefe de los
guardias balbuceó.
- Sí, una orden de Schabowski –todos gritaron. El oficial esperó un rato
para ver si recibía instrucciones formales, pero luego sucumbió a la
enorme presión y abrió el cruce de la frontera. Por fortuna, el Ejército
Rojo no intervino. Abrumados, los berlineses del Este caminaron hacia el
otro lado de la frontera, en donde fueron recibidos por los berlineses del
Oeste, que acudieron hacia ellos en masa y le dieron la bienvenida con un
fuerte aplauso. El vidente felizmente observó cómo personas totalmente
desconocidas se abrazaban bajo el Brandenburger Tor y rompían en llanto
de felicidad sin poder creer lo que estaban viviendo. El monumento de
Berlín con el carro griego de guerra tirado por caballos había estado en

171
tierra de nadie por muchos años y algunos se conmovieron al tocar sus
frías columnas. Una de las personas que vive en la ciudad se paseaba
debajo del portón de la entrada como una señora y llena de emoción gritó
(a viva voz): "¡Ich bin ein Berliner!"
“¿Ese no es el hombre de la Casa Blanca?”, pensó Michel, pero estaba
equivocado: era el linyera que creía que era Napoleón. El hombre, quien
para este momento aún no se había abandonado, de pronto comenzó a
besar a todos y el vidente también recibió un gran besote. La frontera
ahora estaba indudablemente abierta y varios hombres fuertes ya habían
empezado a demoler el Muro.
- ¡Se venden suvenires! –uno de ellos bromeó con un trozo de muro en su
mano. El espectador francés luego dejó la fiesta nacional y alegremente
regresó al Renacimiento.
“Por fin, un final feliz”, pensó cuando volvió a su cuerpo. “Me gustaría
que eso sucediera más a menudo,” y de un salto se bajó de la cama. Era la
madrugada y bajó las escaleras en puntas de pie hacia la habitación.
- Anne –susurró–, ¿estás dormida?
- Sí, estoy durmiendo, pero ven y métete en la cama –y con cuidado se
recostó a su lado y se durmió.

Un nuevo día se asomó y el viento soplaba aire fresco por las ventanas
abiertas. Bien descansado, el erudito bajó y encontró a su esposa
planchando en la sala de estar.
- Te levantaste tarde –dijo Anne mientras una nube de vapor se elevaba de
la mesa de planchar.
- No hay invitados hoy. ¿No es ese el trabajo de la empleada?
- No vino durante dos días porque estuvo enferma.
- Ah, no lo noté –su marido farfulló apoyándose contra el canasto de
costura.
- Tengo mucho papeleo que debo hacer con Christophe hoy, pero me
gustaría ir a caminar todo el día contigo mañana –propuso.
- Sólo puedo ir pasado mañana porque mañana mi hermana viene de visita.
- Está bien, es una cita –dijo jugando con el dedal.
- ¿Quieres que Jacqueline te cosa otra bata para ti? –preguntó.
- Sí, eso sería fabuloso. Pero no una negra; marrón estaría bien.
- ¿Por qué no se lo dices tú mismo?, a ella le encantará.
- De acuerdo, lo haré. Por cierto, anoche tuve una experiencia asombrosa –
comentaba Michel tratando de involucrarla un poco más en el mundo de
sus experiencias–. Era como Jericó, excepto que fue en Alemania.
- Ah, las paredes que se derrumban por la religión –Anne sabía y ubicó la
plancha sobre una base.
- Sí, pero no por creer en Dios, sino por creer en la libertad.

172
- Eso me parece bien a mí – y comenzó a planchar la siguiente ropa
mientras él sujetaba fuerte las costuras por ella.
- Me gusta cuando me cuentas sobre tu otra vida –dijo, de pronto con
timidez y por primera vez la vio sonrojarse. Christophe descendió del
ático.
- Maestro, el Conde Ercole de Florencia aún no ha recibido sus
recomendaciones; me temo que las traducciones se han perdido en el
correo. ¿Quiere que prepare unas nuevas?
- No, sólo escríbele que debe buscar más cuidadosamente en su oficina.
Ese personaje furtivo está tratando de evadir mi pago –y los dos hombres
comenzaron a subir las escaleras mientras hablaban.
Después de la visita de Jacqueline, Anne y Michel se levantaron de la
cama muy temprano al día siguiente y llevaron una canasta de picnic llena
de dulces a los bosques y campos cercanos. Después de pasar un día
agradable, juntos, la pareja felizmente regresaba a casa con su canasta
llena de hierbas y flores. Cuando estaban llegando a su casa, el sacerdote
se acercó apresuradamente hacia ellos.
- Doctor, ¿ya se ha enterado de la mala noticia?
- No, pero tengo alguna idea de lo que podría ser. Por favor.
- El rey está muerto –dijo con mirada triste el sacerdote–. Tuvo un
accidente con uno de sus capitanes.
“Pero el orgullo fue su principio rector”, pensó Michel.
- Usted tiene un lazo especial con la casa real, Doctor –el sacerdote
continuó–, y por eso quiero ofrecerle mis condolencias.
- Muchas gracias, reverendo. Este es un día triste para toda Francia –y
continuaron su camino a casa. Una multitud se había reunido en frente de
su casa y cuando el místico y su esposa llegaron, todos expresaron su
pésame. Al día siguiente, la muerte de Enrique II fue legalmente
anunciada y esa tarde un carruaje escoltado se detuvo delante del hogar de
De Nostredame. Mientras el gobernador de Provenza descendía, la gente
del pueblo se congregó para verlo. Christophe abrió la puerta del frente y
rápido como un látigo informó a su maestro. Nostradamus salió de su
escritorio e invitó a su amigo, el gobernador, a tomar asiento en la galería.
- Sabe de la muerte del rey por supuesto –Claude de Tende supuso cuando
se sentaba a la mesa de afuera. El erudito negó con la cabeza.
- Una lanza atravesó su casco de oro y fue directo a su ojo y su garganta;
dos heridas en una, durante una práctica de duelo –el gobernador le
informó–. Pero aparte de ese horror y del hecho de que todos lo
extrañaremos, la unidad de Francia está ahora en peligro.
- Oh, no creo que tengamos que preocuparnos por eso –su anfitrión opinó
mientras una gota de lluvia se posó sobre su rostro.
- Esperemos que no. Usted había redicho la muerte del rey en su último
calendario. Catalina de Medici personalmente me contó sobre eso. Durante

173
años sólo consideré a su trabajo un lindo entretenimiento, pero ahora sus
predicciones se están confirmando de manera extraña e inquietante. ¿Tiene
idea la clase de poder que podría tener?
- Estoy muy consciente de eso y me siento muy responsable.
- Entonces, ¿por qué no le advirtió a Enrique II?
- El rey no quería tener nada que ver con la astrología –Michel explicaba
en calma. El gobernador suspiró profundamente y era evidente que se
sentía afectado por la muerte, la cual pudo aún tener consecuencias para su
propia posición.
- Marguerite de Valois, la hermana del rey, estaría interesada en venir a
verlo para una consulta. Pronto se comunicará con usted –concluyó.
- Será muy bienvenida; estaré feliz de poder servirle –el erudito prometió.
Claude miró fijo hacia adelante con una mirada melancólica.
- ¿Quién va a dirigir a Francia ahora? –preguntó–. Los príncipes son
demasiado jóvenes y sin mucha experiencia.
- La reina gobernará el país. Ella ya se ha estado interiorizando en los
sucesos de actualidad del estado –el erudito respondió con seguridad
mientras acariciaba su barba. El gobernador lo observó con respeto
reverencial y se dio cuenta de que este compatriota era alguien de muy alto
calibre. La empleada salió a la galería y sirvió el té y los hombres hablaron
un poco más.
Unos días después, Christophe entró con la esperada carta de la realeza.
- Novedades fantásticas, Maestro –le reveló y Michel rápidamente le echó
un vistazo. La hermana del rey escribió que estaba planeando ir a verlo
inmediatamente después del funeral y esperaba que no fuero un momento
inoportuno para él.
“La muerte de un hombre es la ganancia de otro”, pensó mientras
tristemente sacudía su cabeza.
- Christophe, cuando llegue el momento, ponte algo elegante –y le dio a su
estudiante un ducado de oro.
Ese viernes, un carruaje real llegó al angosto Place de la Poissonnerie y
algunos guardias contuvieron a algunos plebeyos curiosos. Marguerite de
Valois entró majestuosamente en la casa del vidente, vestida con atuendo
de luto con velo negro incluido. Sus niños con el mejor de los
comportamientos esperaban en el hall de entrada. Sólo faltaba Paul, quien
estaba ocupado persiguiendo chicas. Todos saludaron con la cabeza
educadamente y endulzaron su vista ante el atuendo de gran opulencia.
Michel y Anne acompañaron a su alteza a la sala de estar, la cual había
sido acicalada y arreglada para la visita de la realeza. Christophe hizo una
breve aparición al asomar su cabeza por un minuto. Anne ofreció sus
condolencias a la hermana del rey y luego salió de la sala para darle a ella
y a su marido algo de privacidad. Después de una breve conversación,
Marguerite le agradeció por su consejo de permanecer fuera de la política

174
de ahora en adelante y de ir a pasar algún tiempo a la playa para recobrar
su fuerza. La procesión de la realeza continuó su camino y la paz y la
tranquilidad regresaron a la plaza.

Una noche de verano, Diane no podía dormir y Anne le contó a la más


pequeña un cuento de hadas. Su marido por casualidad estaba bajando del
ático y oyó cómo manejaba su oculta lección de vida.
- Erase una vez un hechicero malvado, quien echó una maldición –
comenzó.
-¿Eso se trata de mí? –preguntó desde las escaleras.
- Si el zapato te calza, póntelo –respondió.
“Me pregunto qué bicho le picó hoy a esta”, se preguntó y continuó su
camino hacia la sala de estar, en donde tuvo una conversación con la
empleada. Después de haber regado las plantas en el jardín, decidió ir a la
cama temprano.
Al día siguiente finalizó la sexta parte de Las Profecías e inmediatamente
llevó el manuscrito a la oficina postal para enviarlo a su editor en Lyon.
Christophe generalmente se encargaba de esta clase de cosas, pero Michel
tenía ganas de hacer un poco de ejercicio. La calle parecía tranquila,
entonces pensó que nadie lo molestaría. Después de dejar su paquete,
pasaba por su estatua en la plaza de la ciudad cuando vio a un grupo de
jóvenes que arrojaban piedras a su imagen.
“Jamás comprendí tan mal comportamiento”, pensó, contrariado. “Pero,
espera un minuto, ¿ese no es mi propio hijo, Paul?” E incluso parecía ser
el instigador del grupo y sintió que debía reprenderlo, pero cambió de
opinión.
“Ah bueno, no importa. Lo guardaré para algo importante; sólo es una
tonta estatua. Larga vida a lo efímero”. Un guardia de la ciudad había dado
vuelta la esquina también y vio a los granujas que estaban profanando la
figura decorativa de la ciudad.
- ¡Oigan ustedes! ¡Vengan aquí! –les ordenó con vigor, pero los niños
emprendieron la retirada rápidamente. Cuando vio a Nostradamus, se
disculpó.
- Atraparé a esa gentuza, señor. No se escaparán tan fácilmente.
- Oh, no se preocupe por eso; no me molesta en realidad –el honrado
ciudadano suavizó el incidente. Preferiría no exponer a su propio hijo bajo
esta mala situación y continuó su camino. Después de unos minutos, un
sentimiento agobiante se apoderó de él y descansó por un momento.
“Eso no se sintió natural”, pensó un poco molesto. Pero cesó, así que
continuó su camino. Pero después de un rato, ese horrible sentimiento
regresó y tuvo que detenerse para recuperarse nuevamente. Ahora, cada
vez que se movía una fuerza incontrolable lo atacaba.

175
“Debería haber sabido”, pensó. “La rastra del averno se está manifestando,
en pleno día!” Y decidió ir a casa, en donde se encontraba en una mejor
posición para protegerse de la maldad sobre natural. En el camino de
regreso lo asediaban constantemente desde el otro mundo y la batalla se
apropiaba de toda su fortaleza física. Debió detenerse reiteradamente y los
transeúntes observaban a su debilitado conciudadano, quien por lo general
estaba tan lleno de vida pese a su avanzada edad. Siguió su camino
tambaleándose y oyó que alguien preguntó: "¿Puedo ayudarlo?" varias
veces, pero la fuerza del silencio era tan intensa y oscura que le era
imposible responder y de pronto sus rodillas se doblaron y cayó. Varias
personas corrieron hacia el médium para ayudarlo, lo cargaron y lo
llevaron a su casa. Anne y Christophe, alarmados, lo llevaron desde allí y
lo arrastraron hacia arriba hasta su cama. Una ve allí, Michel comenzó a
tener ataques mientras que Anne se encontraba sentada a su lado con
mucho miedo. Parecía que su marido esta perdiendo la cordura. Se
defendía él mismo de fantasmas y seguía gritando: "Enjuague bucal, tres
veces al día". Por un momento se calmó y ella rápidamente intentó hacer
contacto.
- ¿Qué te está sucediendo? –preguntó con pánico.
- Alguien quiere matarme –respondió lánguidamente. Estaba tan blanco
como un fantasma, sus mejillas sonrojadas de siempre habían más que
desaparecido y cuando le siguió otro ataque fuerte, perdió la conciencia.
Su espíritu fue a dar en una de las terrazas del purgatorio y cayó en manos
del demonio.

En un oscuro laboratorio se encontraban una mesa llena de tubos de


ensayo, fuentes de vidrio, jarras graduadas y botellas, y Nostradamus
estaba terminando un oscuro experimento. Varias pociones estaban
hirviendo por encima de un fuego y los vapores ascendentes ocultaban su
rostro.
“Abracadabra, en cualquier momento ahora, habrá oro y todos estarán a mi
merced”, reía a carcajadas. Entusiasmado, dejó caer el último hilito de
sustancia de alquimia dentro del frasco generosamente llenado y agregó un
poco más de alcohol sólo por las dudas. Luego dejó que el líquido con el
plomo desmenuzado rompiera en hervor, luego de lo cual destiló la mezcla
en componentes sólidos y volátiles.
“Ahora un poco de pólvora”, se reía mientras buscaba dentro de un
armario. Regresó a los líquidos burbujeantes, con un cilindro de vidrio en
su mano.
“El poder no se me escapará esta vez.” De pronto la puerta del galpón que
se abrió de golpe, lo asustó y dejó caer el cilindro de vidrio, el cual se hizo
añicos. Miró directamente en el cañón de algún arma terrible.

176
- ¡Maten al hechicero! –emitió una voz mecánica que salía de ninguna
parte. El alquimista instintivamente se echó hacia el costado y una bala
gigantesca destruyó completamente la mesa y todos los instrumentos de
vidrio.
- Mi laboratorio súper caro, completamente destruido, tú idiota, quien
quiera que seas –pero se tragó sus palabras porque el cañón del arma
estaba apuntado hacia él nuevamente. Justo en el último segundo, algunos
guardias musculosos vinieron al rescate desde afuera.
- ¡Hombres, destruyan al intruso! –ordenó, pero los guardias fueron
asesinados uno por uno y tuvo que salir de la habitación para salvar su
vida.
“Montón de idiotas”, el erudito dijo con desdén mientras volaba por el
corredor iluminado por antorchas ardientes. ¡Pum! Una bala voló por los
muros. El extranjero estaba justo pisándole los talones y disparó
nuevamente. Justo a tiempo, Nostradamus puedo atravesar la habitación
como una exhalación en donde los monjes con atuendos grises se
encontraban meditando.
“Déjenlos que sufran lo peor”, pensó sin corazón mientras circulaba entre
ellos. Un momento después, su atacante había destruido a todos los
sirvientes de Dios que obstaculizaban su camino. El erudito, entretanto,
deambulaba por el complejo bajo tierra y terminó en una gran biblioteca,
la cual estaba iluminada por innumerables fuegos. Rápidamente cerró tras
él la pesada puerta de madera de la entrada.
“Jamás entrará aquí”, pensó con convicción y se relajó a medida que se
dirigía hacia los estantes llenos de libros antiquísimos. Los manuscritos de
valor no servían, ahora que él tenía la fórmula de oro. Justo entonces, la
puerta de la entrada se hizo pedazos de un tiro y él pasó volando por las
hileras de estantes de biblioteca para ocultarse. Su perseguidor, sin
embargo, era imparable y destruyó todo a tiros. Un fuego se inició y en
medio del caos Nostradamus logró escapar por un escotillón. Fue a parar a
un túnel tipo cueva y rápidamente caminó por ahí. Un poco más adelante
se detuvo para escuchar si el asqueroso aún lo estaba siguiendo. Por
fortuna, no oyó nada.
“Ese problema está resuelto”, pensó, “estoy seguro”. Y después de algún
tiempo, llegó a un lago subterráneo. Pero de pronto, el arma horrible
volvió a aparecer y estaba apuntada directamente a él. Sorprendentemente,
algunos murciélagos intentaron protegerlo esta vez, con maniobras de
distracción, pero todos murieron a tiros. El alquimista se encogió de
hombros, se sumergió en el lago y se fue nadando rápidamente.
Permaneció bajo el agua el mayor tiempo posible porque cada vez que
emergía para tomar aire, las balas volaban por todas partes. Con más
suerte que astucia, logró llegar al otro lado del amplio lago, en donde

177
triunfantemente se impulsó hacia arriba sobre las rocas. Luego, de repente,
le dispararon y se desplomó.
- ¿Quieres jugar a otro juego? –preguntó la voz mecánica.
- Sí, pero primero necesito un minuto para recuperarme –alguien
respondió–. ¿Cuántos puntos tengo?
- 1.566 puntos.
En el oscuro laboratorio se encontraba una mesa llena de tubos de ensayo
y jarras graduadas. Nostradamus estaba detrás de ella; al aborde de la
invención de algo grande. Varias pociones estaba hirviendo por encima de
un fuego mientras vapores ascendentes oscurecían su rostro.
“La reina estará feliz”, se alegró mucho y con cuidado dejó caer un hilito
de vitriolo en el frasco y agregó un poco de alcohol. Cuando el líquido con
el plomeo desmenuzado había llegado al punto de ebullición, tomó la
destilación y la colocó en algunas botellas de cuello largo.
“Um, aún no se ve bastante bien”, decía tonterías y hurgaba en un armario
detrás de él buscando algunos aditivos. De pronto, la puerta del galpón se
abrió de un golpe y, asustado, dejó caer la jarra de vidrio al piso, en donde
se hizo añicos. Miró directo en el cañón de un arma terrible.
- ¡Maten al hechicero! –sonó una voz mecánica. Por reflejo, Michel saltó
hacia un lado y la mesa junto con el equipo de vidrio quedó destruida de
un tiro.
“Mi última hora ha llegado”, pensó, pero algunos guardias
inesperadamente entraron corriendo para intentar protegerlo. Todos
quedaron destruidos en cuestión de minutos, sin embargo, justo delante de
sus ojos. Y con gran dolor, reconoció a una de las víctimas.
“El abuelo está hecho polvo”, se quejó mientras se arrastraba hacia él. Jean
yacía en el piso, totalmente muerto, después de que intentara salvar a su
nieto. No tenía mucho tiempo para pensar en eso porque el arma lo estaba
apuntando una vez más. Como un alma que lleva el diablo huyó del
laboratorio y corrió por el interminable corredor. El fantasma bramaba tras
él tan y mientras le disparaba todo el tiempo. Vivo aún, el alquimista logró
entrar en otra habitación en donde algunos miembros de su familia
conversaban, sin la menor sospecha alguna.
- ¡Yolande, Víctor, salgan de aquí! –gritó, pero fueron destruidos
instantáneamente por el nuevo fantasma, en un abrir y cerrar de ojos.
Tembloroso, Nostradamus siguió corriendo y terminó en una antigua
biblioteca, en donde rápidamente cerró la puerta de entrada tras él.
Jadeando, intentó recobrar el aliento.
- Tengo un gran libro para usted –alguien dijo de repente.
- ¡Abigail! ¡No tenemos mucho tiempo! –respondió, preso del pánico.
- No merece la pena apresurarse –el vendedor de libros dijo con voz suave
y lo impulsó hacia los tesoros del conocimiento.

178
- Abigail, escúchame. De veras debemos salir de aquí inmediatamente –…
pero sus palabras fueron groseramente interrumpidas; dispararon a la
cerradura de la puerta y se deshizo en millones de pedazos. El fantasma
entró y pensó que tenía a su presa en la trampa. Inmediatamente barrió con
Abigail, sin embargo. Michel salió volando y se ocultó detrás de las
estanterías. Luego toda la biblioteca quedó hecha añicos de un tiro y los
únicos manuscritos desaparecieron en un mar de fuego. Gracias al caos, el
erudito logró escapar por un escotillón y fue a parar a un corredor bajo
tierra en donde la iluminación era indispensable.
- Qué bueno que traje una vela –murmuró mientras hurgaba en su bolso–.
Isabelle, espera sólo un poco más. Llegaremos allí–. Con una luz en su
mano y su hija sobre su espalda, caminó por el túnel dando grandes
zancadas. Detrás de él se oyó un sonido repentino.
“Por Dios, ¿tiene que salir todo mal hoy?” se lamentaba y continuó de
prisa. El fantasma, mientras tanto, entró en la estructura de la cueva con
sus perros sanguinarios y los ladridos se oían feroces. La pareja nerviosa
pronto llegó al lago subterráneo, en donde Michel vaciló. ¡No había lugar
a donde ir! El demonio los había alcanzado para entonces y nuevamente
apuntó su arma a ellos.
- Isabelle, respira profundo –ordenó el padre, pero antes de que tuviera una
oportunidad de sumergirse en el agua, un golpe directo puso fin a su
intento de escapar.
- ¿Quieres jugar otra vez? –la voz mecánica volvió a preguntar.
- ¡Sí, pero vamos al próximo nivel!
En el laboratorio oscuro Nostradamus se encontraba parado ante una mesa
cubierta de tubos de ensayo. Estaba trabajando en un experimento único.
“Producir oro es como la purificación de cuerpo y espíritu”, se decía a él
mismo. Luego vertió un poco de salitre dentro del brebaje en ebullición, el
cual tuvo una reacción inesperadamente intensa. Una amplia lengua de
fuego quemó su barba y lo sacó de su concentración.
“Abracadabra: estoy creando al hablar. Pero mira esta mezcolanza aquí
sobre la mesa”, de pronto pensó con perfecta claridad. “Alguien está
jugando un juego conmigo” y miró alrededor de la habitación.
“Este no es mi lugar de trabajo”, concluyó rápidamente. De pronto, la
puerta del galpón se abrió de un golpe y miraba en el cañón de un arma
terrible.
- Un habitante del averno –balbuceó absolutamente perplejo.
- ¡Maten al hechicero! –una voz de la nada ordenó. El alquimista despierto
se echó a un lado y salió de laboratorio mientras los instrumentos de vidrio
se hacían añicos.
“¿Cómo salgo de este reino?” se preguntaba en agonía. Pero no se le
ocurría ninguna brillante idea, así que se echó a correr. Después de que
había corrido por varios corredores, el habitante del averno lo alcanzó.

179
Michel logró ocultarse en una antigua biblioteca, justo a tiempo, y con
firmeza empujó la cerradura a través del portón detrás de él.
“Un momento de alivio”, suspiró y al mismo tiempo que recuperaba el
aliento exploró los alrededores. La habitación gigantesca parecía albergar
a una cantidad abrumadora de libros.
“¡El libro de la vida!; ¡la biblioteca de todos los tiempos! La solución debe
de estar justo aquí”, y, con prisa, ojeó los documentos. Tomó el primer
libro de la biblioteca, el cual tenía las palabras El elixir de la felicidad de
Al-Ghazali escrito en el frente con letras iluminadas.
“El musulmán de la isla de Sicilia”, inmediatamente recordó y
apresuradamente comenzó a hojear el libro místico. El primer párrafo
hacía referencia a los siete valles del alma. Y mientras buscaba la pista
correcta, continuamente vigilaba el portón de entrada.
“Juicio, trueno, abismo, himno y celebración religiosa. Eso no es de
mucha ayuda”, se quejaba. “¡Tengo que encontrarlo, rápido!” Se oyó un
sonido de taconeo; el habitante del averno estaba toqueteando la puerta.
“Penitencia, obstrucciones, maldiciones… Eso es lo que busco”. Luego,
una enorme fuerza de fuego rompió la puerta de madera se en miles de
pedacitos y dejó caer el libro de sus manos.
- Por Júpiter, no se mueva o disparo –imploró el erudito cuando apuntaba
al peligro con los dedos índice y medio de la derecha. El residente del
infierno se congeló visiblemente y Michel se dirigió hacia él, tieso por la
tensión. Cuando se acercó a él, miró por el cañón del arma para ver quien
lo estaba sosteniendo.
“¡Por Dios, un pequeño niño negro teniendo el gatillo!” insultó y sus ojos
ardían de ira. Esto asustó al niño criollo y huyó corriendo más rápido de lo
que sus piernas le daban. El hechizo se rompió; la terraza infernal
desapareció como la nieve en el sol y una carga pesada se cayó de los
hombres de Michel. Luego se develó la habitación en donde Anne aún
estaba sosteniendo su mano.
- Qué nido de víboras –su marido se quejó mientras recobraba la
conciencia. Luego, recuperado, se levantó de la cama y dejó a su esposa
sentada allí y ella quedó boquiabierta.
- Perdón, querida –se disculpó y regresó para darle un beso–. Sólo una
pregunta: ¿qué le contabas a Diane anoche?
- Sólo un cuento de hadas con final feliz –balbuceó–. ¿Por qué?
- Creo que fantaseó sobre mí. ¿Te importaría cantarle una canción de cuna
la próxima vez?
- Pero ya está grande para eso ahora –respondió Anne mientras que se
levantaba de la cama.
- ¡Está bien, otra cosa entonces! Siempre y cuando no le recuerde a mí –y
se dirigió a encontrarse con su empleado, quien se encontraba en el ático.

180
- Hoy tengo que hablar con Paul –tenía que desahogarse contándolo
cuando llegó arriba –de lo contrario el muchacho terminará tras las rejas.
- ¿Se siente mejor, Maestro? –su ayudante preguntó con una pluma
temblorosa en su mano.
- Soy un tipo muy fuerte, Christophe, aunque mi maldito reuma me está
molestando un poco –y escribió algunas notas sobre el mundo virtual, el
cual, anteriormente, lo había tenido en sus garras.
“Tierra de oscuridad artificial conmigo como protagonista”, garabateó en
su cuaderno de bocetos.
- ¿Me buscarías todos los cuentos de hadas que contengan armas mágicas,
por favor? –pidió. Su secretario prometió hacerlo lo antes posible.
- Algún día, los niños se harán cargo del mundo –su maestro explicó.
- Espero que no –Christophe agregó una vez que volvió a tener su lapicera
bajo control.
- No tengas niños. Ya es demasiado tarde para mí –y el erudito continuó
con la agenda del día.
“Esta noche tendré que ver si está escrito en las estrellas”, pensó. Lidió
con una pila de horóscopos durante el resto de esa tarde.

181
Capítulo 11

De cinco a cuarenta grados el cielo arde


El fuego se acerca a la nueva ciudad
Tras la magnitud de las explosiones
Así los norteños se doblegan

Un pesado gong sonó por toda la casa y todos se taparon los oídos. El
quinqué de plata, un presente del Conde Ercole como compensación, casi
se cae de la mesa y la empleada doméstica se asustó tanto que salió
corriendo a la calle.
- ¿Tienes otro nuevo juguete? –Anne se quejó cuando su marido descendió
las escaleras embelesado.
- Estoy probando mi nuevo gong –respondió un poco a la defensiva–, me
lo trajeron ayer de Marsella.
- No irás a usarlo para tocar música, ¿verdad? –preguntó con toda
seriedad–. Porque entonces todos en todo el vecindario desaparecerían, eso
incluye a tu propia familia.
- No, no, por supuesto que no; no tienes que preocuparte por eso –le
aseguró. Luego se sentó en el lugar de siempre al lado de la chimenea para
disfrutar de la energía liberada. Anne estaba por peinar a Madeleine. La
hija de ellos ya estaba esperando en la gran mesa delante de la ventana, la
cual tenía una linda vista al jardín. Mientras una escasa porción de rayo de
sol iluminaba a la madre y a la hija, el padre observaba el espectáculo
entretenido sentado en su silla perezosa. Se sirvió un vaso de vino. Una
hora después, la última trenza estaba siendo terminada y la madre juntó
todas las trenzas y las ató formando una corona.
- Sólo un minuto más –le dijo a su hija, que estaba cansada de estar
sentada y quieta.
- Bien, terminado –y le dio el espejo. Feliz con el peinado, el cual fue
hecho de acuerdo con el último estilo veneciano, Madeleine le agradeció a
su madre.
- Mis amigas estarán asombradas –dijo e inmediatamente salió para
mostrarse. Los otros niños entraron y otro día se fue volando. Para las siete
de la tarde, Christophe se había retirado de la casa y el maestro estaba
tomando un descanso y disfrutando la compañía de su esposa en la galería.
- Tendrás que arreglártelas sin mí esta noche. Los planetas están alineados
favorablemente justo ahora y hay trabajo que terminar –le informó.
- De acuerdo, querido, está bien. Reúnete conmigo cuando tú quieras,
siempre y cuando dejes en paz a ese gong –ella agregó y él subió al ático

182
inmediatamente. El instintivo vidente se metió bajo una sábana y se
sorprendió al darse cuenta que el golpe del gong aún resonaba en su
cuerpo.
“Esa cosa es obviamente efectiva”, farfulló y pronto se durmió hacia otros
reinos.
Lentamente, una ventana de almacén comenzaba a materializarse delante
de su tercer ojo. Tenía vidrio transparente desde el piso hasta el techo.
Nostradamus poco a poco posaba todo su cuerpo en una calle comercial y
rápidamente miró alrededor; su presencia no había atraído atención alguna
aparentemente. Estaba en un verdadero paraíso de compras. Gente de
todas las profesiones y condiciones sociales estaban caminando con
carteras elegantes y entraban y salían de los negocios. Además de las
personas que van en busca de gangas, estaba lleno de mercadería
recomendada, avisos publicitarios con brillo y edificios infinitamente
altos, los cuales tocaban las nubes. El piso delante del cual había
aterrizado, contenía productos extremadamente avanzados. Vio cajas de
espectáculos eléctricas en todas medidas y formas que mostraban
imágenes de un anunciador, actores, eventos deportivos y, especialmente,
muchos juegos muy imaginativos. Estos últimos eran los tan llamados
juegos de computadora y las pantallas mostraban una colorida colección
de secuencias de acción a las cuales les disparaban constantemente.
“Esos juegos me recuerdan a aquel país en donde había tenido el
cuestionable privilegio de ser el protagonista”, él contemplaba. Un río de
sonidos selváticos fluía del negocio, el cual tenía sus puertas abiertas de
par en par y se sumergió hacia ese sonido. En el negocio, con los ritmos
ensordecedores de música y animales gritando, los clientes buscaban
productos extraños, y aparentemente el ruido no les molestaba. Había una
larga fila de personas que esperaban para pagar por la mercadería
inimitable. Las descripciones lo ayudaron un poquito. Distinguió los
sectores de audio, televisión y computadoras y cada uno tenía una pared
colmada de equipamiento. Eso le provocó mareos. Luego descubrió un
enorme oferta de juegos, en estantes bajos, todos ellos con títulos de
guerra.
“Mayormente los niños son los que están encantados con estos juegos
dudosos”, se dio cuenta mientras miraba por alrededor. Ese pequeñín
africano criminal con su arma infernal no es, por desgracia, el único de su
clase. Y miró más de cerca la exposición. Blockbuster, Space Invaders,
Battlefront, leía.
“Ah, por Dios, si veo un título con mi propio nombre en un minuto, mi
futuro no se verá bien.” Y comenzó a sentir nauseas al pensar en los
asquerosos, que descargan sus frustraciones en la imagen de Nostradamus.
Notó que había información sobre el diseñador en imprenta pequeña detrás
de las cajas en donde se guardaban los juegos.

183
“Tendré que recordar este lugar”, pensó. “Nunca se sabe.” Por suerte, no
vio ningún juego con su nombre. De pronto, un hombre asiático detrás del
mostrador, el cual tenía forma del árbol de la vida, se acercó a él.
- ¿En qué puedo ayudarlo? –preguntó. El cabalista estaba a punto de
responderle, pero la pregunta no fue dirigida a él, sino a un pequeño niño
delante de él.
“¡Increíble! ¡Es el pequeño monstruo negro que casi me destruyó!”
- Estoy buscando el juego más reciente: Engañen al mago –el muchachito
respondió.
- Eso no está en los estantes todavía –el vendedor respondió–, pero no te
preocupes, te traeré uno del depósito –. Unos minutos después, el
muchachito estaba pagando en la caja registradora el más reciente.
“Eso significa que mi imagen será utilizada incorrectamente en masa”,
Michel se estremeció mientras el bellaco salía del negocio.
- Oye, amiguito, ¿a dónde vas? –le preguntó en tono grave, pero el
muchachito no lo oyó y cruzó la calle, donde sólo habían coches amarillos
yendo y viniendo. El erudito corrió apresuradamente tras él, pero el tráfico
lo hizo retroceder y el muchachito desapareció de entre la multitud en la
acera de enfrente.
“¿Cómo es que un niño puede entretenerse con tales ideas?” se preguntaba
en el momento en que estaba cruzando la calle con dificultad. Después de
un rato encontró nuevamente al granuja a medida que caminaba hacia la
parada del autobús en la acera. Uno se detuvo y el muchachito subió, junto
con algunas otras personas.
“Los roles se habían invertido”, rezongó y subió al autobús en un segundo.
- ¿Puedo ver su boleto, por favor? –el conductor pidió. Michel agarró su
atuendo marrón sin bolsillos y se disculpó. Otra vez resultó que la
pregunta no fue dirigida a él porque una anciana obedientemente mostró
su boleto. A los fantasmas de otros tiempos los pasaron por alto
reiteradamente. Todos aquí estaban completamente absortos en la
seducción de la vida de ciudad. Los pasajeros no miraban a nadie, sólo se
prestaban atención a ellos mismos. También el muchachito negro. Se sentó
en la hilera de atrás al lado de una persona japonesa y comenzó a jugar con
el juego de computadora de bolsillo. Su acechador se sentó en un asiento
vacío cerca.
“Si pudiera echarle una mirada a ese juego, podría descubrir quien lo
creó”, pensó y el autobús se partió. Bodegas, bares, museos y boutiques
con lo último de la moda pasaban delante de él volando. Todas las calles
de la ciudad estaban numeradas, así que parecía bastante fácil encontrar el
camino por aquí. El autobús llegó a un parque de la ciudad gigantesco con
médanos cultivados, bosques y lagunas.
“Este debe de ser el Nuevo Mundo: la tierra de los norteños”, supuso el
soñador, mientras tomaba nota mentalmente de cada nueva visión. Seguía

184
observando al muchachito, quien aún se encontraba pacíficamente sentado
en la parte de atrás.
“Aquel niñito de cabello enrulado no se me debe escapar”, pensó con el
juego en mente. “En realidad no se ve tan mal. Las apariencias engañan o
yo lo he juzgado con demasiada premura”. El muchachito se levantó de un
salto y se bajó del autobús, el cual se había detenido. Su acechador se
apresuró tras él, esta vez antes de que las puertas se cerraran de un golpe;
él ahora tenía algo de experiencia con esto. El muchachito entró en el
parque central y caminó por un sendero entre arbustos florecidos hacia un
parque de patineta, en donde se encontró con algunos de sus amigos. Ellos
se acercaron a él andando sobre sus patinetas con ruedas.
- Hola, Joe –uno de ellos lo llamó–. ¿Dónde está tu patineta?
- Ah, algo pasó. Compré este juego realmente genial –y Joe sacó el juego
de su mochila. El fantasma francés daba vueltas en círculo alrededor y
trató de ver la parte de atrás de la caja, pero Joe ya la estaba guardando.
Los niños entonces se treparon a un árbol viejo y pronto saltaron hacia
abajo otra vez. Comenzaron a caminar y cruzaron un puente peatonal de
hierro. El vidente se orientó él mismo y vio la impresionante hilera de
rascacielos que bordeaban el parque.
“Esto es muy diferente de París”, pensó. En el zoológico, los muchachitos
decidieron ir cada uno por su lado y Joe salió del parque por otra salida.
Subió a otro autobús y el fantasma lo siguió nuevamente. Este autobús va
por un boulevard que tiene toda clase de teatros, hoteles y clubs nocturnos.
La calle está llena de carteles que llamaban la atención y el más grande
decía: "Coca Cola".
“Lo suficiente para enloquecer a cualquiera”, pensó Michel, “me está
dando dolor de cabeza”. El muchacho, entretanto, jugaba con su
computadora de bolsillo otra vez, con su mochila sujetada entre sus
piernas. Después del viaje excitante por el distrito de la vida nocturna con
sus luces de neón, el autobús se alejaba de la isla atestada de gente al
cruzar y conducir por un enorme puente. El vidente se dio vuelta para dar
un vistazo a la magnífica vista. La silueta de las montañas vacías creaba un
contraste agudo contra del cielo azul.
“La ciudad que desborda abundancia”, Michel filosofaba sin perder el
rastro de Joe. Pero el muchachito aún estaba jugando con su computadora.
Después del puente, el autobús firmó a la derecha y condujo por un
sendero. En la parada siguiente, el muchachito descendió y, cansado,
caminó hacia una zona residencial cercana. A unas pocas calles de
distancia, él tocó el timbre en una casa con una apariencia prolija y una
mujer abrió la puerta.
- Puedes jugar afuera por un rato, si quieres Joe –su madre dijo–, la cena
estará lista en media hora –. Su hijo caminó de regreso hacia el lado del río
y se sentó en un banco. Se sacó la mochila y observaba a un guardia de

185
piedra en la distancia, quien sostenía una antorcha. Luego abrió su
mochila, sacó el juego y miraba con fascinación a la imagen sobre la caja.
- ¡Da vuelta esa cosa! –Nostradamus gritó, pero sus palabras no habían
causado efecto alguno.
“Tengo que hacer algo para impedir la distribución de este juego”, e
intentó quitárselo de las manos al muchachito, pero no pudo agarrarlo. No
tenía poder en este reino y, desanimado, se sentó al lado de su ex
oponente.
“Supongo que sólo tendré que aceptar lo inevitable”, estaba reflexionando
cuando, de pronto, Joe comenzó a hablar con él.
- ¡Vaya, eres tú! –y mantuvo hacia arriba la imagen de la cubierta de la
caja para mostrar al hechicero, quien reconoció su rostro. Era un poquito
demasiado angular y lo hacía ver muy lúgubre, pero el parecido era
sorprendente. Alguien debe haber hecho este retrato de él sin su
conocimiento. Probablemente durante su visita a Catalina de Medici.
- Sí, ese soy yo, pero ¿no me tienes miedo?
- No, ¿por qué? –preguntó Joe.
- No importa –respondió malhumoradamente. El miedo a los fantasmas, al
parecer, pasó de moda.
- En la imagen estás usando un sombrero de pirata –Joe continuó.
- Un sombrero de oficial –corrigió Michel mientras tocaba su cabecita
pelada–, pero lo perdí.
- No eres de Nueva York, ¿verdad?
- No, soy de otro mundo. Pero dime, ¿están tan deseoso de matarme
pronto? – Esta pregunta sorprendió a Joe y tubo que pensarla durante unos
minutos.
- Es sólo un juego –finalmente dijo entre dientes.
- ¡Eso es lo que piensas, pero los pensamientos son poderosos, sabes!
- Todos juegan a estos jueguitos –el muchachito respondió con convicción.
“Bueno, es un niño muy dulce realmente”, pensó Michel, “principalmente
sólo carece de una educación apropiada”.
- ¿Has oído alguna vez del Karma?
- No, ¿quién es?
- No es una persona, sino una ley cósmica. Todos tus actos, y un
pensamiento es también un acto, tendrán una reacción. Un ser inteligente,
por consiguiente, jamás realizará acciones que vayan en contra la creación.
- ¿Qué tiene que ver eso con este juego? –Joe preguntó, sin entender lo
suficiente.
- Permíteme formularlo de otra manera: si miles de niños comienzan a
matarme, mi corazón endurecerá tanto que tendré que arder en el infierno
por la eternidad.
- No quiero que eso suceda –contestó Joe.
- Yo tampoco –admitió Michel.

186
- Aún podría cambiar este juego…
- Un lindo pensamiento, gracias, pero, en realidad, no cambiaría mucho
porque todavía hay muchas copias más.
- ¡Oh, no! –el muchachito gritó de repente–, llegaré tarde para la cena – y
salió corriendo. El hechicero se quedó detrás, atónito. Rápidamente
recobró la compostura y se fue tras Joe para alcanzarlo.
- Oye, ¿es así como la gente se despide por aquí?
- Oh, lo siento, pero debo llegar a tiempo. Puedo preguntar si puedes
quedarte a cenar –y llegaron a la casa, donde volvió a tocar el timbre. Su
madre abrió la puerta, rezongando.
- Acabamos de terminar de cenar, hijo, llegas tarde. Y tienes un reloj tan
lindo para tu cumpleaños.
- Lo siento, mamá.
- Bueno, está bien, te calentaré la cena –suspiró.
- ¿Estaría bien si mi amigo se quedara a cenar? –preguntó con cuidado
porque en realidad no era el mejor momento para pedir un favor.
- ¿Qué amigo? No veo a nadie.
- Ah, estaba justo aquí –Joe dijo mientras miraba alrededor sorprendido y
siguió a su mamá confundido. Unos minutos después subió las escaleras
hacia su habitación, con su cena caliente y allí encontró al mago
esperándolo de la nada.
- ¡Ah, allí estás! ¿Dónde estabas? –el muchachito preguntó.
- Estaba allí, pero ya no pudiste verme –. Joe miró de algún modo
sorprendido y le ofreció un pedazo de pollo.
- No gracias, acabo de comer. Pero en realidad, podrías hacerme un favor
y mostrarme tu nuevo juego.
- ¿Quieres jugar?
- No, no en realidad; no me entusiasma precisamente dispararme a mí
mismo, pero me gustaría saber quien creó ese horrible juego sobre mí.
- Ah, podrías fácilmente averiguarlo en internet –Joe sugirió cuando
terminaba su cena.
- ¿Internet? ¿Qué es eso?
- Es la Web Mundial. Puedes buscar lo que sea en ella.
- Ah, ¿te refieres al Libro de la Vida?
- No sé nada de eso, pero te mostraré en la computadora –y encendió el
aparato.
- Quiero ser científico de informático cuando crezca –declaró Joe mientras
él esperaba.
- Eso es excelente. Pero espero que no inventes ninguno de esos juegos
asesinos –. Pero el muchachito no lo oyó porque estaba absorto en la
ruidosa computadora.
- Pensé que estabas trastornado antes, pero en realidad estás bien –dijo
Michel cuando Joe dejó el teclado por un minuto.

187
- Gracias.
- A propósito, tienes un hermoso barco allí en la repisa de la ventana.
- Es un modelo en escala de Providence –dijo le muchachito con orgullo–.
Fue usado para transportar esclavos en el siglo diecisiete.
- Sí, los humanos no son siempre amables, ¿verdad? Homo homini lupus.
- Ves, esta es una máquina para investigar. Sólo escribes las palabras clave
para buscar cosas, Joe le mostró cuando apareció la pantalla e
inmediatamente él comenzó a escribir algunas palabras.
- No puedo encontrar nada aún –dijo después de varios intentos.
- ¿Por qué no intentas "diseñador, juego, mago y tonto" todo junto? –
Michel sugirió, pero eso tampoco daba resultado alguno.
- Máquinas buscadoras no pueden encontrar nada –dijo con desdén–. Sólo
dame la caja y permíteme ver la parte de atrás. Debe tener información allí
–. Joe se levantó, tomó su mochila, la cual estaba en un rincón de la
habitación.
- Qué cagada, el juego no está aquí dentro. Debo haberlo olvidado al lado
del río.
- Vámonos enseguida –dijo el mago y salieron corriendo de la casa hacia
el puente.
- Llegamos demasiado tarde; el juego desapareció –Joe veía mientras se
acercaba al banco. Comenzó a buscar por la zona y de pronto notó algo.
- ¡Ese tipo por allí! Tiene la bolsa plástica con mi juego dentro.
- Bien, vamos a conseguirlo –dio Michel, pero el rostro de su amigo se
había puesto blanco.
- ¿Qué pasa?
- Pertenece a los Crips –Joe respondió asustado–, son muy peligrosos.
- Bueno, Crip o Chip, no me importa; no tengo elección alguna –sacó al
niño de su camino y con determinación comenzó a ir tras el otro tipo.
- Oye, ¿ni siquiera te vas a despedir? –Joe gritó, pero el hombre extraño ya
estaba lejos y no podía oírlo y decidido volaba tras el joven.
“Hoy no es mi día”, Michel se quejaba al mismo tiempo que alcanzaba al
miembro de la pandilla. Este se metió en el subterráneo e introdujo una
moneda en una puerta de acero. En cuanto se destrabó la cruzó, mientras el
mago simplemente atravesaba las barras. Llegaron a una plataforma, en
donde el Crip debía esperar. Tenía una expresión aburrida en su rostro.
Brevemente observó su botín, lo que había saqueado, e insatisfecho, lo
volvió a poner en el bolsillo de su chaqueta y descaradamente dejó caer la
bolsa plástica al suelo. Unos minutos después, un tren se detuvo y subió
junto con el fantasma. El tren comenzó a moverse nuevamente. Después
de un viaje de una hora con muchas paradas, en donde los pasajeros subían
y descendían, aún no había sacado el juego.
“Al menos el tiempo me sobra y no me tiene ahorcado”, Michel pensó
sentado tras él con increíble paciencia. Finalmente, el pequeño

188
sinvergüenza descendió y mientras subía las sucias escaleras se topó con
sus amigos, quienes tenían una mirada particularmente desagradable en
sus ojos.
“Si las miradas pudieran matar…” el vidente pensó.
- ¡Oye, Mike! Era hora de que llegaras. Te estuvimos esperando mucho
tiempo –dijo Enrique, un muchacho cubierto de tatuajes.
- Estaba persiguiendo a unos tontos en Brooklyn y no puedo llegar aquí
más temprano –Mike mintió.
- ¿Qué estabas haciendo? –preguntó Bob, quien tenía puesto un gorro de
baseball hacia atrás–. Se está poniendo aburrido por aquí. Nadie ha sido
linchado en 9 días.
- Pero los Bloods no se han visto desde entonces –dijo Mike con
serenidad.
- Muchachos, el hedor del pis por aquí me está dando nauseas –se quejaba
Enrique– ya vámonos –y todos terminaron de subir las escaleras.
- Larga vida al Bronx –Bob gritó entusiasmadamente cuando salieron y las
barras bravas se pavonearon por el vecindario el cual estaba lleno de
edificios de apartamentos lúgubre.
“Será mejor que tenga cuidado en este bajo mundo”, Michel pensó.
“Algún espíritu diabólico podría atacarme fácilmente por detrás porque lo
similar se atrae”. Estaba comenzando a anochecer y los tres sospechosos
entraron en un almacén para comprar algunas bebidas. La caja registradora
estaba ubicada a una altura de dos metros y estaba siendo custodiada como
una fortaleza. De pronto, un auto de la policía se acercó haciendo un
aullido con la sirena a toda potencia a la vuelta de la esquina y se detuvo
en seco con un chirrido. Los oficiales se bajaron, agarraron a un transeúnte
al azar y violentamente lo arrojaron sobre el capó del auto. Los tres Crips
observaron fascinados mientras engullían de sus latas con tranquilidad.
- Parece que atraparon a alguien otra vez –Enrique se rió. Se acercaron al
incidente, en donde un residente de la zona estaba siendo cacheado por un
delito o algo así.
“Bien muchachos; saquen ese juego ahora”, pensó Michel, su paciencia
ahora se estaba acabando. Mike, quien aún tenía el juego en su bolsillo,
tenía, sin embargo, otras ideas. Después de detenerse en un bar, en donde
el fantasma esperaba con tristeza, los amigos finalmente decidieron ir a
casa. Una calle más adelante, entraron en un complejo de apartamentos de
apariencia raída, en donde subieron a un elevador destartalado. Arriba, los
Crips ingresaron a un apartamento desordenado en donde se tiraron en un
sofá muy gastado. Mike se sacó la chaqueta y extrajo el juego.
Nostradamus se acercó de prisa, pero todo lo que pudo ver fueron los
dedos largos del muchacho.
- ¿Qué tienes allí? –Bob preguntó arrastrando las palabras.

189
- Oh, un juego de computadora que encontré en la calle: Engañen al Mago
–respondió Mike.
- Sólo engañamos a los Bloods –bramó Enrique quitándole la caja y
arrojándola por la ventana.
- Oye, imbécil, yo decidiré sobre eso –Mike juró mientras caminaba hacia
la ventana para ver en donde había caído la cosa.
“Esta es mi oportunidad”, Michel pensó. Se lanzó por la ventana y voló
abajo hacia el juego, el cual había caído al lado de un bote de basura. Pero
una vez que llegó allí se dio cuenta de que había oscurecido demasiado y
no podía leer el texto.
“Algunos sueños son así”, se lamentó: “todo sale mal”. Y se sentó al lado
del bote de basura con desánimo.
“Sólo tendré que esperar hasta que venga la luz”.
La noche pasó y temprano en la mañana un camión de la basura venía por
la calle. Uno de los basureros recogió toda la basura suelta de la calle y
arrojó la caja del juego en el molinillo, antes de que el soñador ni siquiera
notara lo que estaba haciendo. De pronto completamente despierto,
valientemente se lanzó tras el juego y terminó con la basura aplastada.
Llevó horas antes de que la basura mal oliente fuera arrojada a la gran
montaña de basura. Luego la caja por fin cayó, prácticamente sin daño y
del lado correcto.
- ¡Eureka! –Nostradamus gritó con felicidad y encontró una dirección.
“Um, en algún lugar de Manhattan”, comprendió. “La numeración de la
calle es fácil de todas maneras.” Voló hacia arriba como un cohete y se
dirigió a toda velocidad hacia la isla llena de gente. Después de haber
cruzado el río, voló por la ciudad a toda velocidad hacia el centro, en
donde descendió cerca de una cafetería.
“Creo que es esto”, y ingresó a pie por la entrada, en donde muchas
personas estaban esperando a los elevadores. Junto con los otros, entró en
la caja, la cual los llevó al piso 99 en menos de un minuto.
“No tan rápido como yo, pero está bien”, descendió y comenzó a buscar la
maldita oficina de la cual había salido el juego.
“Número 214, 216, 218, aquí es”, Michel murmuró mientras deambulaba
por la puerta de la oficina de diseño como un fantasma.
- El predador es bastante limitado –oyó que alguien llamado Max le decía
a su diseñador–. Será mejor cambiar los personajes con biomods, pero
tendrá que escogerlos con mucho cuidado.
-¿Podrá ver a sus enemigos a través de los muros? –preguntó John.
- Si es necesario –. Los dos hombres estaban sentados a la computadora y
estaban estudiando un cuadro de un juego que estaban desarrollando.
“Entonces es aquí en donde se siembra la maldad”, el vidente contemplaba
sin perderse un detalle.

190
- He reunido información sobre la actualización de Wealth Leech –John
continuó–. Iré por el archivo –. Se dirigió a su lugar de trabajo y regresó
con una carpeta.
- Ah, maravilloso, gracias –dijo Max mientras tomaba la carpeta–. ¿Qué
sucede con la descarga extra del mago, por cierto? – Michel aguzó sus
oídos.
- Terminé de hacer algunos ajustes durante una semana en casa –respondió
su colega–. Lo hice más ingenioso a Nostradamus. Ahora puede usar
materiales orgánicos de cadáveres para recuperarse.
- Las primeras reacciones no han sido espectaculares –rezongaba Max–.
Tal vez será mejor con estas nuevas adiciones. A decir verdad, en realidad,
no me resulta lo suficientemente fascinante para disparar. ¿Puedes hacerlo
verse más peligroso, pero de manera tal que siga pareciéndose a un mago?
- Veré lo que puedo hacer.
- Sí, bueno, ya sabes, los niños quieren violencia y no, sutileza.
- Por supuesto. Ya quité la biblioteca y ahora hay rayos laser que emanan
de sus ojos. Pero cambiaré su apariencia también.
- Bien, me pondré a trabajar entonces –dijo Max y su colega lo dejó y se
dirigió a su lugar de trabajo en el hall. Después de conseguirse una taza de
café, John se sentó en una de las computadoras al lado de la ventana. Una
imagen del famoso vidente apareció inmediatamente y comenzó a
deformarlo experimentalmente.
- Oye, esos son mi cabeza y mi cuerpo –Michel gritó mientras miraba por
encima del hombre de John. Tranquilo, John quitó el sombrero de pirata y
en su lugar pegó un peinado salvaje. Luego le quitó la barba, pero después
algún rezagado la puso devuelta y la hizo más larga, para que llegara al
suelo. Brevemente reflexionó sobre su nuevo enfoque, en el momento en
que el protagonista del juego miraba los dibujos de sí mismo echado sin
hacer nada al lado de la computadora.
“Este juego no debe ser un éxito rotundamente”, pensó obstinadamente y
comenzó a idear un plan de ataque. John, entre tanto, le había quitado las
extremidades para reconstruir el torso. Estiró el cuerpo cortado en todas
direcciones y dejó que sufriera toda clase de enfermedades. Finalmente,
terminó con un combatiente inflado quien solo se parecía vagamente a un
mago. Entretanto, el desesperado fantasma estaba dirigiendo todos sus
poderes a la computadora, la cual rápidamente se tildó.
- ¡Oh no, no otra vez! –se quejó John. Un segundo después, su café se
derramó sobre los dibujos cuestionados en el escritorio.
- ¡Esto se está tornando escalofriante! –balbuceó. Llamó a su jefe y le
contó lo que estaba sucediendo.
- No creo en fantasmas –Max respondió mordazmente–. Estoy seguro que
tú mismo derramaste el café y las computadoras se tildan a veces.

191
- ¡Ni siquiera toqué mi café! –protestó John–. ¿Quizás este juego es
sacrilegio?
- ¡Fue tu idea! Tú eres el que quería que Nostradamus fuera una figura de
acción.
- Sí, porque cuando hice nuestra investigación de mercado, él era muy
popular –John se defendió mientras secaba el café derramado con un trapo
limpio–. Ah, bueno, al menos hice copias y copias de seguridad –.
Mientras los dos hombres peleaban sobre la existencia de Dios, comenzó a
remorderle la conciencia a Michel. Se dio cuenta de que se estaba
metiendo con el destino y empezó a dudar de la justicia de su intromisión.
“Debería saberlo realmente”, se dio cuenta. “Me dejé influenciar por el
temor. Me falta fe en el Todopoderoso.” Su intuición también le advirtió
que podría haber algunas consecuencias.
- Si el techo se derrumba también –Max expresó de repente en voz fuerte–,
te creeré.
Parecía que el diablo estaba jugando porque en ese preciso momento, un
avión grande voló directamente hacia ellos. Michel vio al monstruo que
venía y se quedó completamente atónito.
“Por Dios, ¿yo causé eso?” se preguntaba sintiéndose culpable; pero no,
tenía que ser coincidencia. El avión perforó la torre justo debajo de ellos y
el edificio entero comenzó a tambalearse peligrosamente a raíz del intenso
impacto. Inmediatamente, todas las luces y las computadoras se apagaron.
John y Max, boquiabiertos, se quedaron mirando fijo a lo que no podían
creer que estaba sucediendo y luego se abrazaron fuertemente presos del
pánico. El vidente fue corriendo hacia la ventana donde nubes gigantescas
de humo se elevaban. Por debajo de él, volaban escombros, mezclados con
cuerpos, en todas direcciones. Los dos diseñadores estaban ahora
caminando en círculos aturdidos y de pronto comenzaron a llorar. Cuando
el personal de oficina de los pisos de arriba comenzó a bajar en tropel por
las escaleras, reaccionaron y siguieron a los demás. Corrieron hacia los
elevadores como si estuvieran poseídos, pero estos no funcionaban.
Arañaban histéricamente las puertas del elevador. Le siguieron una serie
de explosiones y luego un montón de humo sofocante, mezclado con el
olor de la sangre y la ropa quemada, llenó la habitación. La gente gritaba
y, desesperados, comenzaron a saltar por las ventanas. Un minuto después,
un segundo avión voló hacia el otro rascacielos cerca y la enorme
explosión provocó que el edificio se tambaleara nuevamente. Aquello era
el caos más absoluto; un enorme mar de fuego irrumpió el descenso por
las escaleras y pronto los dos edificios colapsaron. La protección
automática de su cuerpo terrenal retiró a Nostradamus y abrió sus ojos en
su habitación en un estado de shock. El ataque sin precedentes quedó
grabado en su memoria por siempre jamás.

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Capítulo 12

El anticristo pronto destruye los tres


Su guerra se prolongará por veintisiete años
Los no creyentes: capturados, muertos o prohibidos
Cadáveres y granizo rojo desparramados por la tierra

De Chavigny estaba listo con su pluma. Su maestro estaba a punto de


dictarle algo; estaba sufriendo de gota.
- Bien, Christophe, escribe: "Del cielo vendrá un rey del terror". Y
diligentemente sumergió su pluma en la tinta y escribió las palabras que le
dictaron.
- Oh, espera un minuto, cambia esa última parte de "rey del horror". El
empleado tachó la frase mientras su jefe miraba por la ventana del ático el
cielo otoñal. Christophe esperó en el escritorio por la nueva línea del
verso.
- "El gran líder mongol resucitará de entre los muertos." –continuó el
erudito y nuevamente se podía oír el golpecito contra el tintero–. No eso es
demasiado claro. Cámbialo por "El rey de Angolmois resucitará de entre
los muertos." –y nuevamente corrigió el texto.
- Concluyendo: "1999, el séptimo mes. Después y antes, Marte regirá con
felicidad".
- Eso será en 436 años, Maestro, si mis cálculos son correctos.
- No, no lo estoy haciendo así de simple. La fecha de ejecución de esta
cuarteta será el 2012 –Nostradamus inventó.
- Oh, ¿no hasta esa fecha? –el empleado dijo entre dientes sintiéndose
perdido.
- Vamos a sentarnos a la galería, Christophe. Es uno de los días de otoño
más hermoso del año –y los dos hombres bajaron las escaleras.
- ¿Todo terminado con su trabajo? –preguntó Anne. Estaba seleccionando
cosas viejas con la empleada doméstica.
- No, vamos a trabajar afuera –su marido respondió mientras sacaba
algunas cartas de su escritorio privado antes de salir de la sala.
- Vaya, una nueva mecedora –el empleado notó cuando llegaron a la
galería.
- Sí, es para detener mis pensamientos –su jefe le explicó sentado en una
silla de mimbre.
- Christophe, me gustaría que respondieras hoy a esta carta del Obispo
Méandre. Ese hombre exige que tenga su autorización antes de la
publicación de mi próximo almanaque.

193
- Méandre es un hombre de mentalidad cerrada.
- Sí, estoy de acuerdo y según parece, estoy invadiendo su territorio. Pero
escríbele una carta formal y explícale que, por desgracia, no puedo
cumplir con sus exigencias por las siguientes razones: El contenido de mi
almanaque no es blasfemo y no perjudica a la Iglesia en forma alguna.
Además, yo no puedo llevar a cabo mi trabajo con restricciones impuestas.
Christophe prometió hacerse cargo de eso. Justo en ese instante, Anne
entró e interrumpió la charla de negocios.
- Pauline está enferma; ¿podrías ir a verla? –preguntó. Su marido se
levantó para ir a examinar a su hija. Pauline se retorció y se dobló
formando un pequeño capullo en el rincón de la sala.
- Deja que papá te vea, cariño – él le cantó suavemente y ella salió de su
capullo. Estaba pálida.
- Me parece que sólo pescaste un resfriado. ¡El verano se termina, lo
sabes! Será mejor que comiences a usar un saco –y él la alzó y lo posó
sobre la mesa.
- Te prepararé algo caliente y después de que lo hayas bebido, te irás a la
cama hasta que te sientes bien. ¿Estamos de acuerdo? – La niña asintió con
la cabeza tímidamente. Él fue a la cocina y unos minutos más tarde regresó
con una mezcla de hierbas.
- ¡Hasta la última gota!
- ¡Puaj! –Pauline se quejó después del primer sorbo y alejó la bebida.
- Vamos, si quieres sentirte mejor, debes hacer un pequeño sacrificio –y
cuando había terminado la medicina, él llevó al paciente a la cama. De
regreso con su secretario, continuó su trabajo. Hablaron exhaustivamente
sobre el nuevo almanaque, el cual debía terminarse esta semana.
- Nariz de chanchito, nariz de chanchito –uno de los niños de pronto
bromeaba.
- ¡André, será mejor que dejes en paz al Sr. De Chavigny! Puede escribir
en inglés mejor que nosotros dos juntos. El muchachito salió detrás del
arbusto e intentó imaginar qué hacer después.
“Me pregunto si tal vez no lo presto demasiada atención a mis hijos”, el
padre cavilaba y tuvo una idea.
- ¡André, ven aquí por favor! – Su hijo salió del jardín.
- Ve y pregúntale a tus hermanos y hermanas si tienen ganas de hacer una
fogata al lado del río –. El muchachito salió corriendo con alegría.
Después del almuerzo, Christophe subió y desapareció y el erudito estaba
listo para salir con sus niños en la sala.
- ¿Quién viene al Touloubre? –quería saber.
- André, César y yo –Paul respondió, audazmente sentado en la silla de su
padre.
- ¿Nadie más? – Pero al parecer no hay más candidatos.

194
- Bueno, seremos solos nosotros los hombres, entonces –el padre decidió y
recogió la caja de la yesca del manto.
- ¿Por qué no se llevan las cañas de pescar? –agregó Anne–, así
comeremos pescado mañana –. Su marido recogió el aparejo de pesca del
galpón y los hombres partieron.
- Olvidaron llevar un balde –Anne les gritó detrás, pero no la oyeron y
salieron del pueblo por un sendero secreto para evitar así a los admiradores
del padre.
- Oh, por Dios, nos olvidamos traer un balde –lo descubrió cuando ya
estaban a medio camino del Sendero del Sicomoro.
- Vuelvo a buscar uno –se ofreció César y un poco más tarde él se reunió
con ellos con el balde. Llegaron al río, el cual fluía al sur de Salon y se
peleaban por cuál sería el mejor lugar para pescar.
- El mejor lugar es sin duda del otro lado cerca de los Cipreses –Paul
aseguró. Decidieron seguir su consejo y cruzaron el puente Roman.
- La próxima semana tendré ocho –anunció André cuando llegaron a la
otra playa.
- No te preocupes, no nos olvidaremos, hijo, pero ¿qué vamos a hacer
primero, pescar o encender la fogata? – Paul ya había decidido el lugar de
pesca y nuevamente siguieron su iniciativa.
- ¿Me pondrías una carnada en mi anzuelo por favor, César? –pidió el
padre cuyos dedos le estaban lastimando un poco y el muchacho le
enganchó un pedazo de masa en el anzuelo por él. Los cuatro se sentaron
amigablemente a orillas del río y Paul fue el primero en atrapar un pez.
- ¿Por qué él es siempre el primero? –André gritó con envidia.
- Yo hago esto bastante a menudo –informo su hermano.
- La práctica hace al maestro –el padre acordó y todos comenzaron a mirar
fijo un poco más a los flotadores.
- Las asociaciones están levantando una escuela –comentó César– me
gustaría ir a esa.
- ¡Excelente! Me agrada ver que mis hijos usen sus cerebros. ¿Y qué
opinas de la escuela, Paul? –preguntó el padre.
- Bueno, está bien, pero me gusta mucho más la música. ¡Atrapé uno! –y
sacó una lubina–. Por cierto, voy a tocar música con Lisette el sábado en el
Tambourine –dijo mientras colocaba el pescado en la cubeta.
- ¿Esa no es la hija de De Craponne? –preguntó el padre.
- Así es. Lisette toca la viola. Está aprendiendo una partitura para la
inauguración del canal, el cual se extenderá hacia Salon el próximo año.
César y André también habían atrapado un pescado por ahora.
- No estoy pescando ni uno…
- Se requiere cierto truco, papá –opinó Paul–, lo tienes o no lo tienes –. De
pronto, el flotador de Michel desapareció muy debajo de la superficie y
tuvo que jalar de la caña con toda su fuerza. Un calamar gigante voló por

195
el aire y con furia extendió sus tentáculos hacia Michel. Confundido, el
vidente fue atrapado por el cuello y se defendía con miedo mortal. Justo
cuando comenzaba a sofocarse, el monstruo de pronto desapareció.
“Por Dios, ¿qué clase de augurio podría ser eso?” pensó mientras
recuperaba su aliento y se reponía del espejismo.
- Es suficiente pescado para nosotros, devuelvan al próximo al agua –dijo
bajo control a sus hijos, quienes no habían notado nada.
- Hagamos una fogata entonces –André sugirió y todos guardaron sus
cañas. Unos minutos después juntaron alguna madera y ramas muertas y
tuvieron una fogata rugiente.
- ¿Podemos poner un pescado sobre el fuego?, tengo hambre –propuso
Paul.
- Acabamos de comer –dijo César.
- Vamos a llevar todo el pescado a mamá –decidió el padre–. Los fritará
mañana –. Cuando el fuego se había consumido y comenzó a hacer un
poco de frío, decidieron regresar a casa.
- ¿Qué haces cargando esa roca pesada, André? –Paul preguntó cuando
cruzaban el puente. Su hermano entonces dejó caer la roca al río. En el
instante en que el agua del río lo salpicaba, el padre miraba nerviosamente
para asegurarse de que ningún tentáculo furioso se elevaría de las aguas.

El rey invierno tenía al país en sus garras. La temperatura había


descendido drásticamente en sólo unos días y hacía más frío que nunca.
Un furgón policial, acompañado de gendarmes, llegó a la plaza angosta en
el corazón de Salon y se detuvo en el número dos. Mientras algunos de los
vecinos se asomaban a sus ventanas con curiosidad, los oficiales bajaron
de los caballos y el comandante golpeó la puerta con una mirada severa en
su rostro. Nostradamus, evitando la luz, apareció en la ventana y
finalmente comprendió el presagio de un mes anterior.
- Michel de Nostredame, en nombre de la ley, usted está bajo arresto –
proclamó el oficial principal cuando el erudito abrió la puerta. Se le
concedió un minuto para recoger algo de ropa y despedirse de su familia.
Anne llegó demasiado tarde y observó con ojos tristes a medida que su
marido se desaparecía dentro del furgón con un bolso talego.
- ¡Michel! –gritó por las calles. El pueblo entero estaba furioso. Al
científico más elogiado lo llevaron con cadenas por el pueblo y los
rumores más extraños inmediatamente comenzaron a circular. El detenido
viejo fue trasladado al castillo de Marignane en las afueras de Marseille y
allí fue encerrado igual que a un criminal común. Más tarde eses día,
recibió una visita de Claude de Tende, el gobernador de Provence.
- Lo lamente terriblemente, Michel –su amigo comenzó y se lo veía más
blanco que un fantasma–. El obispo Méandre me obligó a hacerte arrestar
por tus publicaciones que se apartan de las normas. Amenazó con llevarme

196
a la corte también si no cooperaba. Hay algunos temas delicados de mi
pasado, que podría usar en mi contra.
- Oh, fue culpa mía; yo soy el que ha estado tan ansioso para que se
publicaran. Sólo espero volver a ver a mi familia…
- Hay más novedades, malas –Claude dijo con melancolía–. Hubo un
ataque al papa. Sobrevivió, pero tu amigo Rabelais no lo logró. Lo
asesinaron –. Ese fue otro gran golpe de sufrimiento para Nostradamus.
“Solía poder predecir esta clase de cosas”, pensó. “Todavía era puro
entonces, pero mi éxito se me había subido a la cabeza últimamente; pensé
que era invulnerable.”
- Soy un vidente inútil, Claude –expresó.
- No, eso no es verdad. Es sólo que el obispo tiene más poder que
cualquiera de nosotros pudo haber imaginado.
- Sí, y ahora tendré que defenderme contra el jefe superior de la Iglesia y
el resultado está predeterminado. El mejor de los panoramas será un
conflicto prolongado por años, el cual me arruinará.
- Bueno, esperemos por un resultado positivo y le vuelvo a asegurar que
mis manos están atadas –. El gobernador se despidió de su amigo.
Mientras estaba en la prisión, el erudito hizo algunos ejercicios diarios con
el fin de permanecer saludable, pero después de una semana de frío,
comenzó a debilitarse peligrosamente. Su avanzada edad y el reumatismo
se apoderado de él y finalmente sucumbió y se recostó en el banco. Sólo
observaba el exterior a través de las barras de la ventana. Estaba nevando;
un evento raro en el sur de Francia. Algunos copos de nieve revoloteaban
y entraban por la ventana y caían en sus manos congeladas.
“Parece que pereceré antes de que siquiera haya puesto un pie en la corte”,
se quejaba. “Bueno, será mejor que no pierda mi tiempo inquietándome
por eso”, y se envolvió en su manta.
“Fe, eso es todo lo que puedo hacer; mantener la fe”, y debido al
agotamiento, su espíritu huyó.

Una caravana estaba viajando por el desierto, hacia las cimas de las
montañas cubiertas de nieve. El viento de polvo que soplaba del sudoeste
hizo el viaje más difícil para el grupo, las mujeres y los niños que cerraban
la marcha.
- ¡Muévanse! –gritaban en forma reiterada los que dirigían a la mula.
Finalmente, los fugitivos dejaron la planicie árida con sus bestias de carga
colmadas para encontrar refugio en las estribaciones.
- Acamparemos aquí –el líder con el turbante azul ordenó cuando entraron
a un valle rocoso. La caravana se detuvo y la tribu fastidiosa tuvo
oportunidad para descansar. Algunos tenían botellas de agua en las bolsas
sobre las bestias de carga y las repartieron.

197
- Beban con moderación –el líder advirtió–, esto debe durarnos algunos
días más –. Desde lo alto de un acantilado rojo, una persona de la montaña
estaba observando al grupo.
- Beshir, dirígete a ese hombre y pregúntale quién es –su jefe ordenó–,
parece ser un Pashtun –. Beshir escaló la masa rocosa y después de un rato
alcanzó al hombre, quien se encontraba tranquilamente parado allí usando
un atuendo largo y marrón.
- ¿Me permite preguntarle quién es usted? –el explorador indagó mientras
recuperaba el aliento tras escalar la última de las rocas.
- Puede llamarme Sermo –el extraño respondió. Su gruesa barba flameaba
en el viento al mismo tiempo que él estaba inmóvil en el sol.
- Mi nombre es Beshir y somos de Pathanes del norte. Buscamos un
refugio seguro en las montañas.
- Pues les aconsejo dejar este valle inmediatamente porque una lluvia de
mil demonios destruirá este valle en veinte minutos –. El explorador lo
miró con asombro.
- Le agradecería muchísimo si usted pudiera contarle esto a mi líder –
finalmente expresó –. Juntos descendieron las rocas y pronto llegaron al
campamento en donde Beshir presentó a su jefe al personaje extranjero.
- ¿No nos conocimos antes? –el jefe preguntó.
- No que yo recuerde – el hombre de la montaña respondió.
- ¿Entonces este valle está al borde de ser destruido? ¿De dónde obtuvo
esa información?
- Estoy en contacto con el Todo –la persona de la montaña clamó–. Por
allí, a la derecha, debajo de esa grieta, encontrarán una cueva donde todos
ustedes pueden ocultarse.
- ¿Es verdad eso de la cueva? –el líder preguntó. Beshir asintió con la
cabeza. Su jefe pensó por un momento y luego hizo una señal a uno de sus
hombres.
- Alalaam, lleva inmediatamente a todas las mujeres, los niños y a la mitad
de nuestros hombres hacia la cueva que Beshir te mostrará. Los demás
continuarán levantando el campamento –. Alalaam rápidamente dividió los
Pathanes y con Beshir a la cabeza, cientos de los miembros de la tribu
descendieron hacia la grieta.
- No puedo dejarte libre –el líder le dijo a Sermo–. Deberá entrar en la
cueva con nosotros porque siempre debemos estar preparados para los
traidores –y sus hombres lo mantuvieron dentro del campo de tiro–. Pero
si tiene razón, estaremos muy agradecidos y recibirá una generosa
recompensa –y el supuesto profeta fue obligado a aceptar.
- No queda mucho tiempo –el extraño expresó seriamente mientras
descendían.

198
- Ya veremos –el líder respondió y momentos después entraron en la
cueva en donde el grupo que había salido anteriormente ya se había puesto
a cubierto.
- Es un túnel que atraviesa todo el camino, jefe –gritó Beshir, quien estaba
regresando–. Se dirige hacia el próximo valle y –… De pronto una
gigantesca explosión hizo temblar a la montaña desde sus cimientos y los
guardias en la entrada fueron arrojados hacia dentro de la cueva. Grandes
trozos de rocas caían peligrosamente del techo y la mayoría de las
personas cayeron. Se calmó nuevamente y los Pathanes se levantaron y se
sintieron temblorosos.
- Esa fue una enorme explosión –el líder dijo entre dientes mientras se
sacudía el polvo de su ropa. El daño resultó ser mínimo: sólo hubo unos
pocos levemente heridos. El líder corrió hacia afuera con sus confidentes
para ver cómo se encontraban sus otros hombres. Una enorme bomba sin
precedentes había destruido completamente el valle dejándolo en ruinas.
No quedó nada del campamento o cualquiera de sus compañeros
luchadores. El pequeño grupo regresó a la cueva y el jefe fue en busca de
su invitado.
- No me he presentado aún; yo soy Osama Bin Laden. Ahora tiene la
libertad para irse. Sin embargo, espero que se quede con nosotros y nos
ayude con sus dones especiales.
- Ayudo a toda la humanidad y me quedaré con ustedes hasta que el
peligro se haya mitigado –expresó el profeta.
- Eso será para mí completamente satisfactorio. ¿Está bien Mohammad
todavía? –Bin Laden preguntó a Alalaam.
- Sí jefe, está volviendo a cargar su mula.
- Dile que nosotros descansaremos aquí y que de ahora en adelante
viajaremos por la noche –y su ayudante despareció por el corredor angosto
el cual estaba lleno de fugitivos agotados.
- ¡El enemigo no nos atrapará! –Bin Laden alentó a todos–. Alá nos ha
enviado a su hijo –y toda su gente vitoreó–. Ahora descansen, porque esta
noche seguiremos con el viaje. Yasser, dale mantas y comida a nuestro
valiente salvador –. El asistente llevó a Sermo hacia el túnel y pasaron
algunos soldados, quienes estaban poniendo a punto sus armas. El recién
llegado recibió los artículos necesarios de una dama con el rostro cubierto
con un velo.
- Relativamente pocas mujeres y niños –comentó mientras se preguntaba
por qué.
- Todas las mujeres y los niños son de Osama –aclaró Yasser. Después de
haber comido y bebido, los Pathanes descansaron, excepto por unos pocos
guardias en la entrada. Después de que el sol había descendido, Bin Laden
invitó a su huésped misterioso a asistir a la Jirga. Aceptó. Los dos se
dirigían hacia la junta, cuando a Osama le vino la inspiración.

199
- Ahora recuerdo de donde te conozco –dijo–. Hace años tuve un sueño
inspirador, en el cual un hombre viejo y sabio me hizo señas desde un
rascacielos. ¡Ese eras tú! – Instantáneamente, Nostradamus recuperó su
aplomo y tuvo una visión de toda la peculiar situación.
“Pues, seré… Yo personalmente serví a ese jefe. Igual que el genio
convocado de la lámpara de Aladino. Ese musulmán tiene poderes
especiales”, pensó. Y sintiéndose aún un poco en la nebulosa, trató de
recuperarse. Un grupo de sabios ya estaba sentado en el cónclave y Osama
y su huésped se unieron a ellos.
- Nuestros luchadores continuarán dedicándose a la guerra santa –habló
alguien llamado Mullah cuyo rostro estaba oculto tras una tela.
- ¿Pero cómo? Apenas estamos sobreviviendo y la preponderancia de los
no creyentes es grande –dijo otro miembro de la junta. El militante Ahmed
ahora se movió.
- Primero debemos ubicarnos apropiadamente en las montañas y luego
atacaremos con la fuerza de destrucción –propuso.
- Sí, eso es bueno. Todos queremos continuar la lucha contra los cristianos
–Mullah resumió–, por consiguiente, abogo por la última batalla decisiva y
Alá nos conducirá a la victoria.
- No, si queremos ganar la batalla en contra de los estadounidenses,
debemos escapar –comentó Osama en forma crítica–. Además, en
términos militares ni siquiera existimos.
- ¿Qué tienes en mente? ¿Ocultarnos en Jalalabad o cruzar la frontera? –
inquirió Mullah.
- Sí, estaba pensando en Pakistán en donde podremos planificar nuevos
ataques contra el Oeste por todos los frentes –. Una cantidad de sabios
estuvieron de acuerdo con él.
- ¿Qué opina de esto Sermo? –preguntó Osama.
- Bueno, yo no soy estratega –dijo, al darse cuenta ahora de que no se
encontraba en la compañía de un grupo de amantes de la paz.
- ¿No presagia ciertos peligros?
- No, nada me llega en este momento –respondió con cautela. La junta
finalmente decidió cruzar la frontera a Pakistán por el camino del Paso
Khyber. El viaje a través de las caprichosas montañas fue muy riesgoso,
pero cuando llegaran al país vecino, estarían a salvo entre tribus
amigables. Beshir, entre tanto, estaba despertando a todos porque era el
momento de seguir camino. Mientras la caravana comenzaba a moverse
lentamente, el clarividente se unió a Bin Laden.
- ¿Eres un sunita? –preguntó este último.
- No, no lo soy.
- ¿Chiita? – Pero Sermo indicó que tampoco pertenecía a ellos.
- Pero eres un hermano musulmán, ¿verdad?

200
- Me comporto de acuerdo con las reglas del Ser Supremo. Se llama Dios
o Alá.
- Bueno, no permitas que ninguno de los demás te oiga decir eso. De
cualquier modo, estás en contra de los estadounidenses –. El convoy se
detuvo por un rato porque el túnel era demasiado angosto para atravesarlo
fácilmente.
- ¿Por qué se dedican a la guerra? –indagó Sermo.
- Los estadounidenses están permanentemente en Arabia Saudita y están
profanando la tierra santa con su presencia.
- ¿Los estadounidenses? Esos son los habitantes del Nuevo Mundo, ¿no es
cierto?
- ¿Estás varado en el tiempo o algo así? Los paladines son de muy lejos, sí,
¿pero del Nuevo Mundo?
Te refieres al mundo arruinado –y un lado de la boca de Osama hizo una
mueca con una cruel expresión desdeñosa.
- ¿Por qué los estadounidenses los bombardean?
- Nosotros los atacamos para destruir su poder.
- ¿Te refieres a aquel ataque en ese rascacielos?
- Sí, y tú me diste la idea, pero estás haciendo muchas preguntas –dijo
Osama irritado y terminó la conversación.
“Santo cielo, es el anticristo que se menciona en la Biblia”, de pronto
comprendió Nostradamus. “Me he estado dejando engañar por el futuro
hijo de la destrucción. Es verdaderamente extraña la manera de ser
examinado.”
Con el tiempo, los luchadores llegaron al mundo exterior y la costa se veía
despejada. El convoy entonces continuó su viaje bajo el cielo abierto por
una superficie rocosa que estaba lindada con cadenas montañosas a ambos
lados. La procesión no viajaba muy rápido y Bin Laden estaba
preocupándose.
- ¡Un helicóptero! ¡Ocúltense todos! –de pronto gritó. En la distancia hubo
un ruido espantoso que rápidamente se acercó y los fugitivos muy de prisa
se ocultaron en agujeros y grietas y se quedaron completamente calmos.
Un reflector brillaba por sobre el paisaje inhóspito y pronto volvió a
desaparecer, luego de lo cual el líder ordenó a todos continuar con la
marcha. Las condiciones climáticas cambiaron a su favor: las nubes
ascendentes mantuvieron a la caravana fuera de la visión. Después de un
largo viaje, Beshir señaló una cueva en donde su gente se ocultaría durante
el día. Luego comenzó a llover y las últimas mulas fueron empujadas
hacia el lugar oculto. Los árabes bajo excesivas presiones tuvieron una
oportunidad para recuperar el aliento.
- Tengo malas noticias –dijo Bin Laden a sus cómplices –. Los paladines
están haciendo un movimiento de tenazas y están rastreando todas las
cuevas.

201
- ¡Entonces estamos perdidos! –gritó Alalaam.
- No, es obvio que estas montañas no se pueden cerrar –respondió su jefe.
- Estoy seguro de que los estadounidenses sobornarán a algunas tribus
locales y ellos nos entregarán –opinó Ahmed.
- Las personas de montaña son todos leales a mí –reaseguró el
generalmente silencioso Mullah.
- Tal vez nuestro amigo Sermo reciba más señales desde arriba –expresó
Osama. Pero Sermo permaneció distante y ya no planeaba seguir el juego.
Unas pocas horas después, dispararon inesperadamente a los guardias de la
entrada; algún grupo estadounidense los había encontrado.
- ¡Levántense y sigan caminando! –el líder ordenó inmediatamente. Los
discípulos militantes pronto continuaron y se adentraron en lo más
profundo de la montaña. Luego algunos de los seguidores leales explotó la
entrada hacia la cueva; el camino hacia el interior fue bloqueado
permanentemente para el enemigo y por el momento, estaban a salvo.
Beshir condujo al grupo a través de varios corredores a gran velocidad y
un poco más tarde ellos estaban afuera. Esta vez se encontraron a sí
mismos sobre una tempestuosa cadena montañosa en donde una violenta
tormenta de nieve embravecía. Fueron cegados casi por completo sobre las
pendientes resbaladizas, pero eso no hacía disuadir a los duros pathanes.
Sin prisa pero sin pausa, viajaron por las escarpadas cadenas montañosas.
Pasaron por al lado de las ruinas de un avión que se había estrellado algún
momento en el pasado. Un compañero pashtun de pronto salió de la nieve
y luego de un corto debate con la persona de la montaña, se decidió tomar
un camino diferente.
- ¿Qué sucede? –preguntó Sermo, quien comenzaba a ponerse azul del
frío.
- La entrada habitual está siendo patrullada por enemigos afganos y el
ejército pakistaní está en la frontera –respondió Yasser. Con gran
determinación, la tropa caminó trabajosamente por barrancos y picos de
granito, jamás hacia el este. Pese al severo clima, lograron llegar al otro
paso hacia Pakistán e inmediatamente después cruzaron la frontera,
tomaron un breve descanso. Después de esto, el líder juntó a un grupo
selecto, el cual incluía a los miembros de su familia y ordenó que cien de
los guerreros restantes marcharan hacia el pueblo de Peshawar. Su jefe
estaba planeando ocultarse en otro lugar, pero prudentemente mantuvo la
locación en secreto.
- Hombres, nuestros caminos deben ahora dividirse por un rato –anunció
Bin Laden–. Si no sobrevivo, nos veremos en el paraíso.
- Larga vida a Osama –cantaron.
“Son muchachos valientes, pero los eliminarán en un santiamén”, pensó
Nostradamus. “Su rol se terminó”.

202
- Sermo, me gustaría que vinieras con nosotros –solicitó Osama–, porque
puedes ayudarnos con tus dones divinos.
- Los acompañaré hasta donde se supone que deba hacerlo –respondió. El
grupo seleccionado comenzó a caminar hacia el norte con dos mulas
mientras la mayoría de los hombres siguieron la marcha hacia el sur.
- ¿No habría sido más prudente para nosotros seguir también la marcha
hacia el sur, en donde viven nuestros simpatizantes? –Alalaam preguntó en
el camino.
- No, es allí en donde los estadounidenses nos estarán buscando –
respondió su jefe. Después de algún tiempo, salieron de las montañas y
llegaron a una estepa en donde dos autos estaban esperando al costado de
un arroyo. Para mayor seguridad, el grupo se ocultó tras algunas rocas,
después de lo cual, Beshir dio uno silbido como señal.
- Zindibad Osama –fue la respuesta en la laguna.
- Todo bien –Beshir aseguró a todos y continuaron. En el arroyo, subieron
a vehículos de la región y partieron a toda velocidad. Luego de andar
durante horas sobre caminos sucios y lleno de baches, llegaron a un
edificio ruinoso. Estaba ubicado sobre una planicie vacía y desértica
rodeada de montañas blancas.
- Bienvenidos a Bar Chamarkand –bromeó Osama. Exhaustos, todos
bajaron y entraron en la casa la cual tenía aproximadamente una docena de
habitaciones erosionadas. El viento reinaba libremente en el lugar porque
ninguna de las ventanas tenía persianas.
“Brr, una casita deprimente”, pensó Michel. A las mujeres se les asignó su
propia habitación y los hombres tomaron posesión del espacio principal en
donde dejaron sus armas. Dejaron que los niños jugaran afuera por un rato;
sólo confundirían al enemigo, más que atraerlos.
- Aquí tienes una bebida para ti, Sermo –gritó Mullah. El clarividente
atrapó sorprendentemente la lata de Mecca cola que le arrojaron.
“Parece que el poder de mi espíritu ha crecido”, observó con felicidad. Los
guerreros exhaustos se recostaron sobre algunos colchones y Sermo se
apoyó contra la ventana. Afuera, una de las hijas de Osama se estaba
entreteniendo con una mariposa hecha de vidrios de colores. Nostradamus
quería darle algo de atención a la niña, cuando de repente, desapareció.
Segundos más tarde, inesperadamente, asomó su cabeza por la ventana.
- ¡Cucú! –gritó y sus ojos brillaban con alegría.
- Hola, pequeñita –dijo y se movió. Aunque la alegre reunión se
interrumpió.
- Sermo, ven para aquí y observa esto –el padre de la niña llamó. Se había
cambiado de ropa y se había puesto una limpia y ahora estaba dando
vueltas con su atuendo militar. Una televisión portátil mostraba al avión
que con alevosía se había estrellado en el rascacielos en el cual

203
Nostradamus había estado en ese momento. Todos los hombres estaban
mirando las imágenes con excitación.
- Osama Bin Laden, el autor intelectual del ataque contra las Torres
Gemelas, ha logrado escapar de las Montañas Tora Bora junto con otros
cabecillas –informaba el periodista –. El fundamentalista musulmán
saudita, quien hizo una fortuna con las drogas, tiene casi míticas
proporciones…
- ¡Eso es mentira! –alguien gritó en la habitación.
- El terrorista más buscado del mundo es muy popular entre la población
afgana y pakistaní porque proporciona armas, entrenamiento, alimento y
medicina. La propina en oro que conlleva al arresto de Bin Laden vale
aproximadamente veinticinco millones de dollars.
- He visto suficiente –dijo Osama y mientras caminaba hacia afuera, sus
hombres vieron fotos de él en la pantalla. Beshir, entretanto, cargaba
algunas cajas mientras Sermo lo observaba y bebía a sorbos su soda.
“Esta gente no es particularmente constructiva” pensó cuando oyó un
ruido en una de las habitaciones. Curioso, dejó atrás a los guerreros,
pegados al televisor, y fue a verificar las habitaciones.
“¿Qué le sucedió a todas las mujeres?” se preguntó. Vio que algunas cajas
fueron a parar a una oficina improvisada. Una caja que estaba decorada
con palmeras se había roto y algunos documentos se esparcieron por el
piso. Se inclinó para ver los papeles y enfocó sus ojos.
“Oh vaya por Dios, Einstein no estará feliz por esto…”. La información se
trataba de cómo construir una bomba nuclear.
- Entonces eres un espía estadounidense, después de todo –expresó
repentinamente Bin Laden detrás de él–, debería haberlo sabido –y llamó a
sus cómplices.
- ¡Alalaam, encierren a este traidor!
- ¡Pero salvó nuestras vidas!
- Está tratando de infiltrarse –el líder dijo implacablemente y el falso
profeta fue encerrado en un trastero, en donde, una vez más pudo volver a
pensar con claridad.
“Ahora debería poder regresar automáticamente a mi celda en Marignane”,
pensó Michel; pero nada sucedió.
“Dios mío, mi próximo patrón de pensamiento debe estar roto”.
Luego oyó el tintineo de llaves y la puerta se abrió. En la puerta abierta se
encontraba la hija de Osama con una pequeña corona de papel en su
cabeza. Ella sonrió.
- ¡Michel, eres un hombre libre otra vez! –el gobernador de Provenza le
comunicó. Y su voz lo trajo al presente.
- Muchas gracias, jovencita –respondió el erudito y se levantó del banco
con alguna dificultad.
- Estás delirando, amigo mío; espero que no estés perdiendo la cordura.

204
- Está bien, la marea ha vuelto, gracias a Dios –y rengueó hacia él.
- Los cargos en tu contra fueron retirados –explicó Claude mientras
Nostradamus posaba su nariz fuera de los barrotes.
- ¡Larga vida a la reina! –gritó con voz quebrada. Claude no dijo nada,
pero su expresión en el rostro decía mucho.

En Salon, se cantaron canciones por el regreso del héroe, quien débilmente


saludaba a sus admiradores desde el balcón. Todo el municipio se
encontraba en medio de la multitud que acudía hacia él.
- No te quedes allí afuera por mucho tiempo, Michel. Estás por caerte –
dijo Anne con preocupación. Prometió que lo haría breve.
- Querida familia, amigos y conciudadanos, soy un hombre libre, una vez
más –él empezó y la multitud vitoreaba. Luego se calmaron para poder
oírlo hablar.
- Los pensamientos, sin embargo, jamás se pueden encerrar y en mi celda
tuve muchas visiones, las cuales escribiré y publicaré, como antes.
Después de todo, fuera de la oscuridad, la luz siempre volverá a brillar.
Muy a mi pesar, es todo lo que puedo decir ahora mismo porque mi cuerpo
necesita descansar.
El debilitado erudito cerró entonces las puertas del balcón y se fue derecho
a la cama.

205
Capítulo 13

Al Danubio y al Rhine a beber vendrán


El Gran Camello sin remordimiento
Cerca de Rhône y Loire la violencia estallará
Cerca de los Alpes, el Gallo lo arruinará

Esta noche sería una buena oportunidad para que César dé un recorrido
por las constelaciones y Nostradamus fue a buscar a su hijo.
- ¿Han visto a César en alguna parte? –le preguntó a Anne cuando bajó las
escaleras. Ella estaba lavando sus pies en una tina con agua cálida.
- Pues, a última hora esta tarde estaba haciendo algunas tareas en los
archivos municipales. Pero no sé en dónde se encuentra ahora. ¿Por qué?
- Las estrellas brillarán esta noche y quiero iniciarlo –explicó. Al
muchacho no se lo encontraba por ningún lado, sin embargo, y el padre
decidió terminar algún trabajo en el ático. No había usado esta habitación
para la meditación por algún tiempo; Christophe pasaba allí la mayor parte
de su tiempo. En realidad ya no necesitaba más aislamiento. Sus dones
sobrenaturales se habían mimetizado con la ocupada casa en los últimos
años y la quietud que él necesitaba estaba anclada en su corazón. Justo
cuando le estaba dando los toques finales a su horóscopo para un cliente,
entró su hijo.
- Bueno, si no es mi César –expresó alegremente.
- ¿Iremos a observar los cuerpos celestes, papá? –el adolescente preguntó
mientras espiaba los embriones en la vitrina.
- Tu puntualidad no puede ser mejor, hijo mío –y su padre cerró el libro.
Se puso de pie, abrió el tragaluz y quitó la tapa del catalejo alto como un
hombre, el cual estaba ubicado debajo.
- Eres ya casi tan alto como el aparato –dijo entre dientes mientras que
miraba a su hijo.
- Bien, pues, veamos… ¡Allí está! Mira César, justo por encima de los
últimos rayos del sol: Mercurio, el planeta de la inteligencia y capacidad
mental; justo sobre veintiocho grados zodíacos del Sol.
- Todo lo que veo es un punto pequeño y rosa –César comentó en el
momento en que observaba a través del aparato.
- Pequeño pero elocuente, pero admito que es a lo que se le va tomando el
gusto con el tiempo. Los muchachos prefieren algo más espectacular –y el
padre apuntó el aparato hacia la luna.
- Ahora observa.
- Vaya, eso es hermoso –agregó César.

206
- El asombro es el comienzo de la sabiduría –el padre citó. Y un poco más
tarde, cuando estaba oscuro, le mostró a su hijo todos los rincones remotos
del cielo, igual que su abuelo lo había hecho con él, hace mucho tiempo.

En junio, hubo un festival en el pueblo. Bertrand y sus amigos habían por


fin terminado de cavar el Canal de Craponne hacia Salon y el canal de
irrigación fue inaugurado y abierto con bombos y platillos. Una vez que el
ingeniero del proyecto había abierto personalmente la compuerta y el agua
fluía libremente, después de un fuerte aplauso, una banda tocó una pieza
de música que habían ensayado para la ocasión. Anne quería extender las
festividades hacia su hogar ya que su marido no había podido asistir
debido a su reumatismo. Sus hermanos, Antoine y Julien, con sus familias
fueron invitados y por supuesto, Bertrand fue también parte de la fiesta. En
el patio trasero, se habían preparado largas mesas porque la familia se
había expandido bastante durante el curso de los últimos años. La cantidad
de niños era abrumadora. Los críos residentes corrían en zigzag a través de
la multitud de adultos; era una escena abigarrada. Michel había ordenado
un tonel de champaña desde Reims para la ocasión y los cuatro hermanos
hicieron un brindis en honor al proyecto completado. En la parte de atrás
del jardín, las mujeres freían pollo.
- Oigan, dejen algo para nosotras, honorables caballeros –dijo Anne
mientras giraba el espiedo.
- Sin nosotras están totalmente perdidos –ella susurró a las damas, quienes
por ahora se había acostumbrado a su actitud liberal. Bertrand contaba
cuentos chinos haciendo ademanes y los niños no podían despegarse de él,
pero una vez que el pollo estuvo listo, debió admitir la derrota. Las
mujeres trajeron la comida a la mesa y la sirvieron a los huéspedes
hambrientos.
- No, gracias –Michel fue el único que se rehusó.
- ¿Qué? ¿Pasarás por alto esa carne deliciosa? –Julien preguntó–. Solía ser
tu comida favorita.
- Sí, solía serlo, pero ahora prefiero los aromas de la naturaleza.
- Vamos, sólo por hoy, Michel, hoy es un día especial –Bertrand le
solicitó.
- ¡No, tengo que cuidar mi salud!
- ¿Sólo un pedacito para ser social? –Antoine le imploró, pero el erudito
hermano perseveró.
- Entonces te serviré un poco más de champaña ¿o es eso también malo
para tu salud? –preguntó Bertrand.
- De acuerdo, sólo medio vaso entonces –Michel agregó con rigidez. Y
luego todos comenzaron a devorar el pollo.

207
- Está absolutamente delicioso, damas; de seguro nada para desdeñarse –
los hombres las elogiaron. Un poco más tarde el tema de conversación fue
de finanzas.
- Fue un buen consejo el que nos diste, Bertrand, invertir en el canal –
Anne comentó–. Buen interés y el valor de las acciones ha subido. Nos
gustaría invertir otras cien coronas.
- Es grandioso oír eso; lo arreglaremos –el contratista respondió entre
mordidas.
- Se tardaron nueve años antes de que el canal llegara aquí –Michel dijo,
gravemente–. Eso significa dos kilómetros por año. Un caracol lo haría
hecho más rápido.
- Adelante, búrlate de mí, hermano, las ganancias están claramente
detalladas en los libros para que todos vean, de todos modos –Bertrand
respondió mientras se servía él mismo algunas arvejas.
- Si ustedes, muchachos, alguna vez entran en una polémica, yo puedo
darles un consejo legal. Mantendremos todo en la familia, por supuesto –
Julien bromeaba mientras que representaba el papel de abogado y se servía
generosamente champaña.
- ¿No te enloquece por completo toda esa gente siempre parada en frete de
tu casa? –preguntó la esposa de Julien, Sabine.
- Sí, esa es la desventaja de ser famoso –respondió Michel, en el instante
en que uno de los pequeños se dirigía a la cerca del jardín.
- Cualquiera puede saltar la cerca –comentó Bertrand–. Me sorprende que
no tengas intrusos.
- Tienes razón, debemos proteger mejora la casa y ya es hora de que
hagamos arreglar y también re decorar este lugar –su hermano admitió.
- Entonces tengo una idea brillante –dijo Bertrand–. En Aviñón hay una
casa vacía, la cual puedes alquilar por unos meses. Tiempo durante el cual
te renovaré la casa a un precio justo y te liberarás de esos peregrinos por
un rato. Matamos dos pájaros de un tiro. ¿Qué opinas?
- ¿No estás muy ocupado? –preguntó Michel.
- Ah, bien, siempre hay proyectos para hacer. Pero el más grande, el canal,
ya está hecho y para mi hermano, el niño prodigio, puedo hacerme tiempo.
Sé a dónde ir para conseguir los mejores y más hermoso materiales. Sólo
un consejo: mantén el frente simple, así los impuestos no se irán por las
nubes.
- Estoy absolutamente harto de esas bromas por mi trabajo –Antoine
contestó a eso, como una fiera cuando nadie lo esperaba.
- Lo siento, hermano, estoy exagerando. Los impuestos no están tan mal –
Bertrand apaciguó–. En las grandes ciudades incluso compiten para ver
quién tiene el edificio más hermoso.
- Creo que es una propuesta verosímil –dijo Michel finalmente–. ¿Qué
opinas, Anne? ¿Nos vamos a vivir a Aviñón por un tiempo?

208
- Ya está escrito en las estrellas –respondió un poco alegre.
- Idearé un buen plano –continuó Bertrand–, no deben tomar decisiones
hasta que lo hayan visto.
- Michel, cuéntanos el futuro de la humanidad –inquirió Elise, quien
estaba sentada allí sintiéndose un poco perdida. Pero no tuvo oportunidad
porque André tiró una copa de vino delante de él.
- Todo es parte de una buena fiesta –se rió Bertrand.
- Hablando de fiestas –Julien retomó el hilo de la conversación–, el
próximo mes es Shavuoth. ¿Alguno de ustedes lo celebra?
- Yo, no –contestó Michel mientras limpiaba el vino desparramado–.
¿Alguno de ustedes, muchachos?
Pero parecía que solamente el abogado de la familia aún conservaba las
tradiciones judías, en secreto, desde luego.
- Ante de irme –dijo Bertrand hacia el final–, quisiera hacer un brindis por
nuestro padre y nuestra madre. Nos dieron mucho para estar agradecidos –
y los hermanos elevaron sus copas unánimemente.

Una vez aprobados los planos de la casa, Bertrand comenzó la renovación


con sus hombres. Entre tanto, los De Nostredame viajaron a Aviñón en
carruaje y antes del mediodía, estaban cruzando el puente de Aviñón. Se
dirigieron a la ciudad poco acogedora, en donde el Padre había estudiado
astrología en sus días de juventud. Todas las calles aún le eran muy
familiar. Y como si el Destino estuviera jugando con él, la casa hacia
donde se mudaban estaba situada en el Parc des Papes, cerca de su antigua
universidad, la cual ahora estaba siendo usad para un propósito diferente.
Descendieron del carruaje y cargaron sus pertenencias hacia adentro de la
casa. La lujosa casa estaba completamente amueblada y no les llevó
tiempo a ellos sentirse absolutamente cómodos. Michel había traído sólo
un poco de trabajo y mucho tiempo para disfrutar con Anne y los niños. Al
día siguiente, él le mostró a su familia la ciudad desde Rocher de Doms, el
acantilado que se elevaba por encima de todo. Después de eso, los ocho
caminaron por Aviñón y visitaron viarios lugares, tales como Rue St.
Agricol, en donde el Padre una vez había vivido en una pequeña
habitación empobrecida. Ahora en esa locación había un almacén que
vendía baratijas y juguetes. La familia disfrutaba sus momentos en la
sofisticada ciudad, pero el Padre pronto sintió dolor en las articulaciones,
situación que lo obligó a permanecer cerca de casa.
“Mi cuerpo parece estar disminuyendo la capacidad de recuperación cada
año”, farfullaba, mientras se sentaba en un banco del parque, el cual había
sobrevivido al paso del tiempo. Él miraba a los viejos robles que él había
conocido. Tampoco parecían disminuidos en su fuerza.
- Michel, nosotros vamos a la juguetería; regresamos en seguida –le
informó Anne.

209
- De acuerdo, estaré bien. ¿La juguetería?
En el rato que la familia se había ido, el viento acariciaba sus nudillos
dolorosos y los recuerdos de su juventud comenzaban a flotar en la
superficie.
“El tiempo en verdad se me ha deslizado de mis dedos igual que la arena”,
reflexionaba. Un rato más tarde, Anne y los niños regresaban con sus
bolsas llenas.
“Dios mío, se ven como igual que los cazadores de gangas del Nuevo
Mundo”, pensó mientras se sentía contento una vez más y comenzaron a
desenvolver los juguetes en medio del campo. Tenía curiosidad y se paró,
pero tuvo que sentarse nuevamente para atar su zapato.
“Esa maldita gota; ya ni siquiera puedo atarme los zapatos.”
- ¡Michel, ven a ver lo que compramos! –su esposa llamó.
- Ya voy, ya voy –decía tonterías mientras que se levantaba. Entre tanto,
André saltaba a través del hula-hoop bamboleante y César trataba de
imitar el sofisticado truco.
- Eres muy grande para el hula-hula –gritó Madeleine, al levantar la vista
por un minuto, antes de continuar hurgando las bolsas. El erudito había
alcanzado a los miembros de su familia y se unió a ellos en la observación
de los tesoros recientemente adquiridos. Había cuerdas para saltar, un
balón, muñecas, canicas, un cometa, pegamento, era demasiado para
asimilar todo de una vez. Diane caminaba con una muñeca regordeta
china.
“Me pregunto cuánto tiempo esto los mantendrá ocupado” Michel pensó,
sentado sobre el pasto junto con su esposa.
- ¿Juegas con nosotros, papá? –preguntó Paul–. Vamos a jugar al corre que
te pillo.
- Jueguen ustedes niños; su madre y yo observaremos.
- Oye, yo no soy una vieja pesada y aburrida –protestó Anne, se levantó de
un salto y juguetonamente persiguió a Paul al mismo tiempo que salía
volando. Y así pasaron los días y todos disfrutaron su libertad. Luego de
algún tiempo, los hijos comenzaron a alborotarse y los vecinos
comenzaron a ponerse de malhumor. El padre sólo los dejaba libres, pero
cuando un día estaban jugando al carnicero y Paul quería cortar y abrir el
vientre de Diana con una navaja, él tuvo que intervenir.
- Bien, ya basta. ¡Dame ese cuchillo y vete a tu habitación! –dijo muy
enojado y los niños rápidamente volvieron al comportamiento
moderadamente bueno. Un día, el vidente fue reconocido por algunos
amigos en la calle y con todo descaro acosado. Pronto, estaban en frente
de su casa y decidió quedarse dentro el resto de su estancia allí. La familia
disfrutó una y otra vez el juego de mesa Carcasonne hasta que se hartaron
de eso. Los niños jamás se habían divertido tanto, sin embargo. Una
noche, Michel tuvo algunas visiones del Oeste súper rico, el cual sin prisa

210
pero sin pausa se deteriora. Justo entonces, Pauline entró en la habitación
sin hacer ruido y tenía puesto un sombrero de punta que ella se había
pegado y una cinta negra en su espalda.
- ¿No podemos salir de vacaciones más seguido, papá? –preguntó.
- Cuando todos crezcan, podrán viajar tanto como quieran –respondió–,
los futuros europeos no hacen más que eso –. Pasaron dos meses antes de
que Anne finalmente se cansara de la ilimitada libertad.
- Estoy agotada –dijo, un día–. Anhelo regresar a nuestra propia casa;
incluso extraño a Christophe.
- Estoy esperando un mensaje de Bertrand en estos días –su esposo le
informó. Cuando los niños estaban jugando pelota en el ático al día
siguiente, el mensaje liberador llegó para sus padres. La casa estaba lista.
De regreso a Salon, los adoradores de Nostradamus se habían cansado de
esperar para alcanzar a verlo y habían desaparecido. No había nadie
espiando en la casa, la cual ahora tenía un nuevo rostro. Sólo una persona
se encontraba allí: Bertrand, quien los estaba esperando y señaló la nueva
fachada.
- ¡Es una obra maestra! –dijo con orgullo, cuando descendieron del
carruaje.
- Pero nuestra casa no es tan acogedora –se quejaban los niños
inmediatamente. El balcón completo había sido quitado para evitar robos
fáciles y las ventanas de abajo ahora tenían todas barras en el frente. La
nueva puerta de la entrada sólida y resistente tenía grandes bisagras y una
mirilla. La casa se parecía un poco a una prisión. Las ventanas, sin
embargo, eran bastante llamativas ya que habían sido creadas de vidrio
genuino. Eran un encanto para la vista y eran las primeras en el pueblo.
Con el fin de proteger el costoso cristal de colores, las persianas no se
habían tocado.
- Permítanme mostrarles –Bertrand sugirió y todos entraron. La sala de
estar se había vuelto a hacer con paneles de madera rojo oscuro y los
muros habían sido pintados de un lindo beige. El piso ahora tenía
mosaicos de una pieza de color gris negro y del techo colgaba una araña
impresionante. La mayor parte del viejo mobiliario había sido
reemplazado por nuevos muebles. Había un sofá rojo, por ejemplo, y
André inmediatamente se subió.
- Será mejor que te bajes de allí en este instante –su padre le advirtió–,
¡eso no es para chicos!
- La mayor parte del trabajo fue hecho en la casa de huéspedes –agregó
Bertrand, mientras iban por el jardín para llegar a ella. La galería ahora
estaba completamente cubierta por la nueva oficina, a la cual se podía
llegar por una escalera externa.
- Vaya, creo que has hecho un trabajo excelente –comentó Anne, luego de
haberlo visto todo. Su marido estaba también completamente seguro.

211
- Belleza oculta –resumió.

Nostradamus se introdujo es su obra maestra otra vez, la cual había


alcanzado una etapa superior, y de ahora en adelante recibiría a sus visitas
en el sofá. La casa se había tornado silenciosa, ahora que los tres niños
mayores estaban en Arles recibiendo educación. Michel se dirigió a la
galería arrastrando los pies con una taza de leche caliente y se sentó en un
rincón oscuro.
“Una agradable bebida y luego veremos que sucede”, habló entre dientes.
Cuando había terminado la leche, cerró sus ojos y se concentró. La
información desde arriba inmediatamente invadió su cuerpo.
“Puede que mi cuerpo se esté deteriorando, pero al nivel espiritual, aún
sigue funcionando”, notó rápidamente y poco a poco se transformó en uno
con el futuro. Los fantasmas, quienes estaban tramando los planes más
atroces, pasaban revoloteando por su cabeza. Notó que una de las ideas
tenía el potencial para hacerse realidad y decidió seguir el proceso. La
catástrofe tendría lugar cerca del pueblo de Erasmus.
Una noche tarde, una camioneta, ocupada por dos individuos malévolos,
se detuvo en un pueblo cerca de Rotterdam, hacia el norte del Rhine.
Registraron el área hasta asegurarse de que nadie los estaba observando.
Luego, con el vehículo, se salieron del camino, entre algunos invernaderos
de cristal. Al final del paseo, aparcaron el vehículo en un sitio oculto y
volvieron a registrar el área en caso de que hubiera espectadores. Estaba
totalmente tranquilo y al parecer todos los aldeanos estaban durmiendo.
Con mucho cuidado abrieron la puerta trasera del vehículo y sacaron un
objeto cubierto.
- ¡Jan, ten cuidado! –murmuró Mohammed. Los hombres cargaron un
largo objeto por una vía férrea y lo arrastraron hacia el río. Cuando
llegaron al dique, nerviosamente miraron hacia el otro lado, en donde se
estaban instalando algunos gigantescos tanques de petróleo y ardían llamas
perpetuas.
- No hay mejor lugar que este –dijo Mohammed–, desde aquí, se pueden
ver casi todos los depósitos.
- Tienes razón, pero continuemos. Son pasadas las cinco y estamos
atrasados con el plan –respondió Jan mientras ocultaba el objeto en los
arbustos. Rápidamente volvieron a la camioneta cerrada y sacaron un
pesado baúl, el cual arrastraron también hacia la orilla del río.
- El momento de la verdad ha llegado –Jan expresó con altivez y quitó la
cubierta del largo objeto–. ¡Un obsequio del príncipe Saudita! –y
admiraban el lanzamisiles fabricado en Estados Unidos.
- Oye, Jan, estamos haciendo lo correcto, ¿verdad?
- Estamos haciendo esto por la religión verdadera, para hacerla florecer
por encima de las ruinas del Oeste decadente. Por este río correrá la sangre

212
de los no creyentes –explicó. Convencido, Mohammed ubicó el
lanzamisiles sobre el hombro de su amigo y sacó la primera granada de la
caja. Al mismo tiempo, un gran tanque se encontraba navegando desde el
mar hacia el río y los suministros de petróleo desparecieron rápidamente
de la vista.
- ¡Agáchense; no queremos que la tripulación nos vea! –ordenó Jan y
nerviosamente se ocultaron detrás de los arbustos. El barco se movía hacia
un puerto interior más a adelante y un momento después, el
almacenamiento de tanques volvió a ser visible.
- Espero que hayan practicado lo suficiente –Mohammed dijo entre
dientes.
- Ten un poco de fe. Dispararé esas cosas hasta hacerlo saltar en pedazos.
¡Será la noticia mundial! –y Jan revisó las posiciones de las armas pesadas
mientras su compañero estaba de guardia. Finalmente, el musulmán danés
le dio a su creyente compatriota árabe la señal para tomar la primera
granada.
- De acuerdo, hermano, ya es hora –dijo Jan. Mientras estaba de rodillas,
apuntó el arma hacia el proveedor de combustible más grande de Europa.
- Casi olvidé indicar la temperatura de los tanques…
- Tenemos diez granadas y el diez por ciento puede fallar –reaccionó
Mohammed–. Y con un poco de suerte, el fuego se propagará –. Luego su
compañero enfocó el visor y vio algunos caños oxidados en un patio
delantero. Apuntó un poco por encima de ellos y pudo ver el blanco
perfecto.
- Michel, ¿dónde estás? –llamaba Anne, pero no había respuesta–. Ah, allí
estás; te estuve buscando por todas partes –. Esa interrupción abrupta no
pareció molestarle al vidente. Esos días quedaron en el pasado.
- ¿Qué pasa, amor? –preguntó, aún con sus ojos cerrados.
- André, tenía un pequeño trabajo en el huerto de manzanas en Gougnaud
y su ayudante se rompió un dedo y al parecer nuestro hijo es responsable
de esto. Ahora ya no puede recoger manzanas. ¿Qué deberíamos hacer?
- Lo pensaré –respondió en tono soñador.
- Y otra cosa, voy a pasar por La Papelera. ¿Quieres que te compre algo de
papel?
- Sí, adelante, tráeme un paquete de bloc de papel –. Anne desapareció
nuevamente y su esposo volvió a concentrarse en el ataque.
- ¡Alá es maravilloso! –Jan gritó y presionó el gatillo. El misil se disparó
desde su hombro. Hipnotizados y boquiabiertos, los guerreros siguieron el
trayecto del proyectil y observaron cómo dio de lleno en el primer tanque.
Gritaron entusiasmadamente de júbilo y la gigantesca explosión que
continuó, quebró el silencio de la noche. El imponente lugar de
almacenamiento se abrió de golpe y el petróleo estalló en llamas.

213
- Ahora debemos mantener la calma –seriamente expresó Jan y su amigo
cargó un nuevo misil. El danés enfocó y nuevamente disparó. Otra vez le
dio en el blanco. El segundo tanque también estalló en llamas y volvieron
a cautivarse con eso. Entretanto, una alarma sonaba y los guardias corrían
por sus vidas.
- El que sigue –dictaminó Jan y su compañero colocó la tercera granada.
Le dieron a un tanque nuevamente.
- Nos están ayudando desde arriba –expresó Mohammed.
- Sin duda –su compañero agregó. Los dos creyentes llevaron a cabo su
misión perfectamente y el próximo tanque de almacenamiento estaba
explotando. El mar de fuego iluminaba toda el área, donde los escasos
árboles se estaban quemando como palillos. El pánico se había apoderado
de la propiedad industrial y cualquier cosa que tuviera ruedas salía a toda
velocidad. El calor era insoportable.
- ¡Sí, el fuego se expande hacia los otros almacenes! –Jan se rió. De
pronto, un tren venía de su lado amenazando con estorbar sus actividades.
- ¿Qué sucede? ¿Por qué hay un tren a esta hora? –Mohammed dijo con la
voz entrecortada.
- Vamos a terminar el trabajo. Sólo quedan cuatro granadas; no importa si
nos ven.
- ¡Pero pueden detenerse y atraparnos!
- ¡¿No me digas que nunca antes pensaste en esto?!
Pero cuando el tren se acercaba cada vez más, el miedo abrumó a
Mohammed y salió corriendo.
- ¡Cobarde! ¡Alfeñique! Terminaré esta guerra santa yo sólo –Jan se
enfureció y agarró otra granada. El tren pronto alcanzó al decidido
terrorista y el maquinista, ya impresionado por las grandes explosiones,
vio cómo cargaba su arma a un lado del rio. El maquinista decidió seguir
acelerando e intentar poner a salvo a los pasajeros y a él mismo.
Enfurecido, Jan se dio vuelta y apuntó su arma de modo amenazador hacia
el tren que pasaba.
- ¡Cerdos materialistas! –dijo entre dientes. Los pasajeros estaban
paralizados del miedo cuando lo vieron allí parado, excepto por un
hombre, vestido con un atuendo largo y marrón, quien parecía mirar
directo a través de él.
“En el nombre del Profeta, ¿quién es ese escalofriante personaje?” Jan
pensó y rápidamente se apartó. Poco a poco el tren desapareció en la
noche. El guerrero regresó a su trabajo y disparó al enésimo tanque de
petróleo hasta hacerlo pedazos. Seis tanques de almacenamiento habían
sido destruidos por ahora y el petróleo encendido estaba deslizándose en el
río.
Michel abrió sus ojos y de manera pensativa se rascó su nariz.

214
“Eso se llama poner más petróleo al fuego” y anotó en su cuaderno. Luego
se levantó con alguna dificultad y caminó hacia la cocina en donde se
calentó un poco más de leche.
“La religión sin la ciencia es ceguera”, planteó mientras se llenaba la taza,
y se sentó en su escritorio. Christophe entró corriendo de repente.
- ¡Tengo dos noticias de último momento para usted, señor!
- Bien, escuchémoslas –el erudito suspiró a medida que se deslizaba más
profundo en su silla.
- ¿Cuál desea primero, la buena o la mala?
- Elige tú, Christophe.
- Entonces comenzaré con la mala noticia. Barbe Regnault de París ha
emulado su primera parte de Las Profecías y la publicó. Al hacer esto está
cometiendo plagio y le aconsejo que lo mande a la corte de París.
- Estoy seguro de que nadie toma en serio a Regnault. ¿Y cuál es la buena
noticia?
- La reina está haciendo un viaje por el sur de Francia y quiere venir a
visitarlo.
- Esa sí que es una buena noticia en realidad –su maestro sonrió.
- Con el permiso suyo, Su Majestad lo visitará en día dieciocho del
próximo mes. ¿Puedo enviarle una confirmación?
- Absolutamente, eso será la culminación de mi trabajo.

Acompañada de fuertes sonidos de trompetas, la impresionante procesión


real se dirigía colina arriba hacia donde estaba situada Salon de Provence.
Cientos de guardias montados cabalgaban delante de los carruajes y una
cantidad similar, detrás de ellos. Los guardias citadinos habían bloqueado
los caminos con cercas y miles de personas se habían conglomerado detrás
de dichas cercas. El desfile se movía lentamente por los muros de la
ciudad y finalmente, entre tantos empujones, se detuvo en el angosto Place
de la Poissonnerie.
- Michel, tienes compañía –Anne bromeó mientras los niños esperaban
alineados en el hall de entrada. Christophe y la empleada doméstica
limpiaron sus ropas rápidamente.
“Dios mío, no sabía que vendría con tan enorme séquito”, pensó Michel
mientras miraba por la ventana y, con su esposa, se dirigió hacia la puerta
del frente. Catalina de Medici estaba descendiendo del carruaje de oro y la
seguía una multitud de modistos detrás.
- Hola Doctor. Si usted no viene a verme, yo vendré a verlo –la reina lo
saludó.
- Su Majestad, me siento tan honrado con su visita –se rio y le besó la
mano extendida.
- Esta debe ser su esposa –supuso Catalina. Anne asintió con la cabeza e
hizo una reverencia.

215
- ¿Puede entrar mi gente?
- Pero por supuesto, Su Majestad –él respondió, a los cual la reina y toda
la aristocracia detrás entraron en la casa.
- ¡Chist!, Michel, esto será un problema –Anne susurró–, no todos ellos
van a entrar en la casa de huéspedes –. Pero su marido no estaba
preocupado por eso en lo absoluto y se sentó en uno de los sillones en
frente de la chimenea, junto con Su Alteza. Su séquito se reunió alrededor
de ellos.
- Francis, por favor, ven y siéntate con nosotros –Catalina le solicito. El
joven rey, quien había pasado completamente inadvertido hasta ese
momento, obedeció el deseo de su madre y un valet le trajo una silla más
cerca.
- Ya sabe, desde luego, que mi hijo es oficialmente el rey, pero como solo
tiene quince años, tendré que gobernar por un tiempo todavía –. Todos
miraron al rey para ver cuál sería su reacción, pero no hubo ninguna. En
cambio, algunos de los modistos halagaron su atuendo. Francis con su
delicada apariencia estaba sin duda vestido magníficamente. Tenía puesto
una boina alta decorada con borlas de oro y una pluma azul, una levita
negra y roja y un gran cuello blanco.
- Tuve el honor de conocer a Su Majestad hace mucho tiempo en el
Louvre –Nostradamus rompió el impasse.
- Este, sí, lo recuerdo –el adolescente balbuceó.
- Pasamos un día entero caminando por todas las habitaciones –el anfitrión
explicó. Francis II no era absolutamente el apropiado para gobernar el país
y todos los presentes estaban conscientes de esto, aunque nadie jamás lo
mencionaría. Su madre, sin embargo, era una líder extraordinaria. Todas
las damas de honor debían usar corsé ajustado con el fin de irradiar más
elegancia, pero ella misma tenía puesto un vestido perceptiblemente
holgado.
- Nos gustaría invitarlo a cenar al Chateau de l’Empéri, en donde nos
pasaremos las próximas noches –anunció Catalina.
“¡Uf!, ese es un problema logístico menos”, pensó Anne, liberada de su
preocupación.
- Con mucho gusto aceptamos su invitación, Su Majestad –Michel
respondió.
- Mi padre hablaba muy bien de usted –el rey soltó de repente.
- Es agradable oír eso –el anfitrión contestó causándole una grata sorpresa.
Y quien sabía, podría incluso ser la verdad.
- Y no solamente su padre –la reina agregó–, su consejo fue bastante
significativo. En parte debido a eso, yo he podido preservar la unidad en
nuestro país. La batalla entre los Guisa y los Coligny recrudeció con gran
intensidad después de la muerte de mi marido. Le estamos sumamente
agradecidos y nos gustaría demostrar nuestro agradecimiento a través de

216
una asignación y varios privilegios. Además, le otorgamos dos títulos
honorarios y yo, a continuación, lo designo a usted médico y asesor real –.
Ella le entregó los documentos.
- Agradezco muchísimo esto, Su Majestad –y demostró su gratitud con
una profunda reverencia. Después de este tributo, la reina y todos los
modistos partieron hacia el fuerte cerca de allí con las dos torres altas. La
legendaria procesión desapareció y se perdió de vista y la tranquilidad
retornó.
- Estar casada contigo es como un cuento de hadas –Anne le dijo cuando
se encontró sola con su marido nuevamente y nada podría arruinar su día
después de eso.
La última noche de la visita real ya había llegado. Michel y Anne se
dirigieron hacia el Chateau de l’Empéri para ofrecerle una alegre
despedida a Catalina de Medici. Luego de una resplandeciente comida con
acompañamiento musical, el laureado astrólogo dio un corto paseo con la
reina por el patio.
- Ya estoy esperando con ansias nuestro próximo encuentro, Doctor –le
reveló Catalina.
- Eso no sucederá, Su Majestad. Esta es la última vez que me verá vivo.
- Eso me pone muy triste –respondió sintiéndose un poco indignada. Y,
muy conmovida, se despidió de su especial confidente. Así finalizó la
histórica visita* de la reina a Salon de Provence y la vida volvió a la
normalidad una vez más.

Comenzó el primer día de escuela en el pueblo. Paul, César y Madeleine


eran estudiantes allí y aprendieron técnicas que les resultarán muy útiles
en el futuro, tales como teneduría de libros, leyes y gramática. A veces se
les leían textos en latín y griego antiguo, pero para el promedio de
estudiantes esto era muy soso y aburrido y el único que tenía interés en
ellos era César. Era un estudiante aplicado y además era el único que
amaba la poesía y la recitación. Un día le preguntó a su padre si podía
ayudarlo con su discurso en inglés.
- No sé mucho de inglés –le respondió–, pero lo principal es que tú debes
realmente creer en lo que estás diciendo, de lo contrario no tendrás
potencia alguna. Tal vez Cristophe pueda ayudare –. El joven subió al
ático inmediatamente, en donde el empleado se estaba haciendo cargo de
la correspondencia internacional. Temprano esa noche, Nostradamus
estaba sentado en el sofá absorto en su pensamiento, cuando su esposa
volvió a casa después de haber hecho algunas compras.
- ¡Ya volví!
- Estoy ocupado, mi solcito –dijo mientras flotaba en esos otros reinos.

* 1564

217
- De acuerdo, no haré ruido –y acomodó algunas cosas nuevas en el
armario. Luego a escondidas, ella ubicó un caramelo sobre la mesa de
salón para él.
- Pondré tu licor de anís en la cocina –no pudo evitar decírselo.
- ¡Maravilloso! –él le agradeció entre la continua información que estaba
recibiendo: "Monomaníacos ocultos honran la muerte y muestran sus
poderes en los juegos. Jerusalén nuevamente provoca desacuerdo".
“¡Um!, sectas paganas y la tierra prometida, pero aún no veo un acuerdo.”
Su esposa, entre tanto, estaba haciendo ruidos molestos. Estaba cambiando
algunos muebles de lugar.
- Anne, ¿Ya se fue Cristophe a su casa?
- Sí, ya se fue. Puedes ir y usar su habitación si lo deseas –. Michel se puso
de pie lentamente, vio el caramelo sobre la mesa y se lo puso en la boca.
- ¿Qué estás haciendo con esos sillones? –preguntó mientras se relamía.
- Los estoy poniendo al lado de la vitrina.
- ¿Pero por qué?
- Es que necesito un cambio; no me gustan las cosas siempre de la misma
manera.
- Creo que sólo quieres librarte de mí –expresó sin rodeos.
- ¡Para nada! Incluso dejé un dulce allí para ti.
- Sí, razón de más, tienes demasiada energía. Quizás deberías comenzar a
cabalgar nuevamente.
- ¡Por supuesto que no! Puede que sea veinte años más joven que tú, pero
también estoy envejeciendo. Y además, aún debo recibir tratamientos
desde la última vez que me caí; aquella vez con Angelique –. Él sabía que
cuando Anne hablaba de esa manera, no había nada que la hiciera cambiar
de opinión. El gran maestro comenzó a subir las escaleras, con el rabo
entre las piernas. Mientras subía, debió detenerse varias veces para
recuperar el aliento. Las imágenes seguían fluyendo a través de su sexto
sentido: "Su sed por la destrucción aumentará y sus seguidores se
propagarán por todo el continente como pulgas saltarinas", le vino a la
mente en este momento. El dolor en su cuerpo había empeorado
últimamente. Sentía que sus articulaciones eran como si estuvieran en
llamas, ahora, en forma continua y cuando llegó a su taller debió
recostarse inmediatamente y descansar sobre la cama de meditación.
“Mi vehículo material ya no puede más cargar mi espíritu”, observó
sombríamente y luego, pum, fue expulsado de su cuerpo. El dolor
desapareció momentáneamente y estaba en el séptimo cielo, pero los
mundos superiores lo trasladaron hacia otro destino.

El ministro de Relaciones Exteriores quería estirar las piernas y acomodó


su silla en posición para sentarse. En el corredor el aroma a huevos fritos
persistía y decidió caminar hacia el castillo de proa. En la cúpula

218
transparente, justo debajo de la cabina de mando, su traductor estaba
disfrutando de la vista del Océano Atlántico, el cual pasaba deslizándose
sin cesar por debajo del avión.
- Durmió mucho tiempo –dijo Jim cuando vio a su jefe.
- Sí, bueno, lo necesitaba –Donald bostezaba mientras estiraba los brazos–.
Quiero comenzar las negociaciones en buena forma.
- Probablemente llegará a un consenso…
- Sí, probablemente con los europeos y los rusos, pero tendré que esperar y
pensar sobre los árabes. ¿Me puede servir un poco más de jugo por favor?
–le pidió a una asistente de vuelo que pasaba. Jim tomó otro café y volvió
a disfrutar del placer de la vista.
- Se siente como si fueras un ave que vuelo por sobre el mar –dijo, pero
los pensamientos de Donald se encontraban en otra parte y no lo oyó.
- Creo que puedo ver Francia por allí –comentó el traductor unos minutos
después.
- Francia, ah sí, el pequeño hermano siempre conflictivo de los Estados
Unidos –el ministro se quejó. El avión se estaba acercando a la costa y
comenzó a descender por encima del nivel del mar.
- ¿Por qué estamos volando tan bajo? –preguntó Jim.
- Pronto estaremos por encima de territorio enemigo y de esta manera ellos
no tendrán tiempo para dispararnos –explicó su jefe.
- ¿Se refiere a los musulmanes?
- Sí, por aquí. Pero en este país, todos hacen lo que sea que tengan ganas
de hacer. Desde el levantamiento de aquel Chyren Selin, la democracia ha
sido erosionada y ya no siguen más las leyes europeas.
- Espero de veras que no comiencen a dispararnos –Jim expresó
sintiéndose con miedo.
- No te preocupes. Este Boeing tiene partes que se regeneran y que están
llenas de sensores. La microelectrónica asegura prácticamente el cierre de
cada agujero de bala en minutos. Estaremos en problemas solamente si hay
un impacto de un misil.
- ¿Impacto de un misil?
- Sí, a veces disparan misiles desde los Alpes. Es allí en donde se
encuentran los fanáticos nacionalistas.
- Pero eso no sucederá por encima de Bretagne, ¿verdad?
- No, pero nunca se sabe…
El avión ahora estaba volando por encima de Ile de France y la antigua
ciudad de la luz se hizo visible.
- Oiga, esa es la torre Eiffel, ¿no es cierto?
- Sí, tienes razón. Ese montón de herrumbre aún sigue allí de pie pese a
todos los bombardeos –. El avión redujo la velocidad y las metálicas alas
flexibles, que se batían como pájaros, garantizaron un aterrizaje vertical.
Con una hora de demora, el jet aterrizó en la zona segura de París, la cual

219
había sido completamente acordonada y separada de los barrios
sublevados por varios años. Luego de que las alas se habían replegado
hacia el cuerpo del avión, este rodó por la pista de despegue hacia un
hangar. En la pasarela móvil, los pasajeros se ubicaron en asientos
colgantes para que los trasladaran a la salida correcta del edificio a través
de un complejo de tubería. Un escaneo de identificación garantizaba que
se entregara automáticamente el equipaje al propietario legítimo, después
de eso, todos fueron revisados por un oficial verdadero. El presidente de
Francia fue a recoger al ministro estadounidense y a sus colegas.
- Qué bueno volver a verte, Donald –lo saludó.
- Lo mismo digo, Louis. ¿Han llegado los otros delegados?
- Ya están sentados a la mesa.
- ¿Alguna novedad?
- No, no comenzaremos hasta que te sumes a la reunión –. Los
funcionarios superiores se subieron a un vehículo blindado y se dirigieron
al centro de París con escolta policial.
- ¿Ese no es el Louvre? –preguntó Donald en el trayecto.
- Sí, así es –confirmó Louis–. Pese al hecho de que perdió su lugar como
museo, aún se encuentra bien cuidado. En el siglo doce, fue un fuerte que
se suponía que protegía París de ataques externos. Parece que la historia se
está repitiendo –. Después de la llegada al edificio gubernamental
extremadamente protegido, el grupo fue trasladado a una oficina
subterránea en donde panoramas que describían saltos de agua alegraban
los muros. Los negociadores de la Unión Europea, Rusia y la
Confederación árabe estaban sentados en la mesa de las negociaciones
mientras esperaban a los que llegaban tarde. El presidente de Francia
inmediatamente abrió las negociaciones de la cumbre.
- Nos hemos reunido aquí con el fin de prevenir la creciente
intensificación de la brecha entre los grupos de la población islámica y no
islámica.”
- Entonces usted tendrá primero que reconocer a Chyren Selin como a uno
de nuestros líderes –lo interrumpió al instante, el diplomático árabe, Al-
Atwa.
- ¿Usted se refiere la musulmán francés con sus tres esposas pendencieras?
–comentó con desdén, Ivanov, el vocero para Rusia. La reunión apenas
había comenzado y los delegados ya estaban como perro y gato. Holstein,
el presidente de la Unión Europea ofreció ayuda.
- No nos molesta reconocer a Chyren Selin, pero él deberá ordenar a sus
seguidores respetar nuestras leyes primero, como por ejemplo, igualdad de
derechos para los homosexuales y para las mujeres.
- Nuestro líder está preparado para hacer concesiones siempre y cuando se
quite la flota rusa europea de nuestra sagrada ciudad de La Meca –
respondió a esto Al-Atwa.

220
- Esa flota está allí estrictamente por una disputa con el gobierno de
Arabia Saudita –explicó Holstein por enésima vez.
- Caballeros, por favor, mantengan la calma. Todos nos beneficiaremos de
eso –el ministro estadounidense trató de tranquilizar a las dos partes.
- En lo que a los estadounidenses respecta, lo único que les importa es el
interés económico –Holstein condenó–, pero eso no nos sacará de este lío.
Europa ha sido partida en dos y la anarquía reina en partes extensas de
ella.
- Europa jamás ha sido capaz de cuidarse a sí misma –expresó con gemido.
- ¿Y Estados Unidos ha podido? Son los que impetuosamente invadieron
Afganistán e Irak hace mucho tiempo. Desde ese momento no ha habido
un paso hacia la paz mundial –comentó Al-Atwa.
- Eso fue hace veinte años; aprendimos nuestra lección desde entonces.
- ¿Cómo por ejemplo?
- Bueno, nosotros aún apoyamos el ataque a Afganistán porque fue hecho
meramente por la preservación de la vida. Pero en lo que respecta a Irak,
admito que los Estados Unidos cometieron un error de juicio. En
retrospectiva, la población iraquí no estaba feliz con nuestra presencia allí
–. El presidente volvió a hacer el intento para lograr llegar a un acuerdo y
evitar una pelea y volvió a dirigirse a la delegación árabe.
- Chyren Selin, es capaz detener a todos los insurrectos islámicos de toda
Europa con solo dar un discurso por televisión. Debería dar ese paso.
- El no hará nada mientras esa flota permanezca en el Mar Rojo –reiteró
Al-Atwa.
- Esa flota está allí solamente para ejercer presión con el fin de que
entreguen a Bin Laden –el presidente recalcó–. No queremos guerra con
toda la Confederación árabe bajo ninguna circunstancia.
- Un ataque a uno de nosotros es un ataque a todos nosotros. Pero, ¿por
qué todo eses esfuerzo? Bin Laden es un anciano sin influencia alguna –
comentó Al-Atwa.
- No trate de engañarnos –Ivanov interrumpió– existen fuertes indicios de
que él es su comandante informal.
- ¡Por qué no nos da algún evidencia de eso entonces!
- ¡Por favor cálmense, caballeros! –ahora Holstein apaciguó–. Si Chyren
es capaz de lograr que su gente respete nuestras leyes, creo que la Unión
Europea está preparada para retirar sus barcos, pero no hay nada que
podamos hacer con respecto a los barcos rusos.
- Rusia no se retirará mientras Arabia Saudita no cumpla con sus
obligaciones. Y nosotros no queremos tener nada que ver con ese idiota
francés con sus tres esposas –respondió Ivanov con tesón.
- Chyren no es un idiota –expresó con furia Al-Atwa–. Él es el guardián
pacifista del Islam. Los cristianos y los no creyentes, ellos son los idiotas;
incluso más que eso, son todos criminales. Las heridas ocasionadas por las

221
cruzadas, la colonización y el imperialismo no se han curado ni mucho
menos.
- Esto no está yendo a ninguna parte –dijo el ruso entre dientes.
- Entonces sería mejor que demos por terminada esta reunión –amenazó
Al-Atwa y sus colegas ya se pusieron de pie para retirarse. De pronto,
todas las luces se apagaron y los panoramas desaparecieron.
- ¿Es este un intento para poner presión sobre nosotros? –indagaron los
árabes en la oscuridad.
- Desde luego que no. Debe de ser un corte de luz –se disculpó el
presidente y presionó el botón del intercomunicador para informar del
problema.
“Qué extraño, eso tampoco funciona”, pensó Louis sorprendido.
- Un momento, por favor caballeros, estoy seguro de que este
inconveniente se arreglará momentáneamente –y, a tientas, se dirigió al
pasillo para pedir por ayuda. Por si fuera poco, la entrada de la puerta no
se abría debido a la seguridad electrónica y con cuidado y arrastrando los
pies volvió a su lugar en la mesa.
- ¿Podría alguien prestarme su teléfono celular?
- No están funcionando –respondió Donald; él ya había intentado hacer
una llamada.
“¿Qué diablos está sucediendo aquí?” se preguntó Louis, sintiéndose
totalmente avergonzado. La delegación árabe ahora se estaba inquietando.
- Es evidente que alguien está jugando a costa nuestra –concluyó Al-Atwa.
- Por supuesto que no –negó con vehemencia el presidente.
- Probablemente los estadounidenses –supuso un colega árabe.
- Los estadounidenses son confederados, nada más. En este país ellos no
tienen poder –el presidente garantizó luego de haber encontrado su camino
de regreso a su sitio en la mesa.
- Lo que nosotros queremos es evitar un Tercera Guerra Mundial –expresó
Donald.
- Lo que el hombre desea, no es siempre lo que sucede –respondió a eso
Al-Atwa–. Las decisiones de Dios son incomprensibles; cita de Al-Ghazali
del año mil cien.
- Al contrario; Dios nos dio cerebros para que resolvamos nuestros propios
problemas –dijo Holstein con desdén.
- ¡Lo sabía, tres contra uno! –el egipcio interrumpió. Luego la luz volvió y
los panoramas se hicieron visibles otra vez. Pero ni una gota más de agua
fluía de las laderas de la montaña.
“¿Qué clase de bromista ha estado jugando con ese film?” Louis pensó,
irritado. Un supervisor de mantenimiento entró y de prisa se dirigió a él
para hablarle.

222
- Ha habido un corte de luz, pero no sabemos aún que lo causó –le
comentó a su jefe en privado. Los negociadores, entretanto, observaban las
cataratas secas, un tanto sorprendidos.
- Bien, caballeros, el inconveniente fue temporario, al parecer –declaró el
presidente–, pero por favor permanezcan en sus asientos porque todavía
tenemos que hablar más sobre un tratado de no ataque con respecto a las
armas nucleares.
- La Unión Europea seguro que apoyará eso –Holstein agregó
inmediatamente. Los estadounidenses y los rusos también están de
acuerdo, pero los árabes acorralados aún no estaban listos para resolver
ese problema.
- Y nosotros, ¿qué ganamos con eso? –preguntó Al-Atwa con tenacidad.
- Y ustedes, ¿qué ganan con eso? –reiteró Ivanov, irritado–. Nada de
bombas nucleares en La Meca; sólo las comunes.
- Eso ya es el colmo –el árabe dijo, ofendido y su delegación había
comenzado a retirase de la mesa nuevamente cuando las luces se apagaron
una vez más. Nadie podía dejar la habitación
- Tal vez una intervención desde arriba, ¿para que nos unamos? –sugirió el
presidente–. Una guerra nuclear implicaría el fin de la civilización humana
en su totalidad.
- Bueno, esperemos lo mejor entonces y que la inteligencia superior
prevalezca –agregó Al-Atwa un poco más relajado. Y después de que se
reparara el corte de luz por segunda vez y que el agua volviera a fluir una
vez más de los acantilados, se firmó una declaración de intención en la
cual se acordaba no usar ningún arma nuclear.

223
Capítulo 14

Los dioses mostrarán


que ellos determinan la guerra
Después del silencio, el cielo lleno de armas y misiles
El peor de los daños se encuentra a la izquierda

Paul, César y Madeleine llegaron tarde a casa de la escuela y se dejaron


caer en varios lugares de la sala de estar, justo cuando su padre estaba
pasando por allí.
- ¿Por qué caminas con esa dificultad, papá? –preguntaron. Vaciló por un
momento pensando qué decir.
- Su padre está viejo y enfermo –tuvo que decirles finalmente. No podían
creer lo que estaban oyendo.
- ¡Pero tú eres inquebrantable! –César protestó. Pero los niños, quienes
estaban creciendo, lo observaron más de cerca y pudieron notar que, en
realidad, un hombre viejo y frágil estaba parado en frente de ellos.
- ¡La cena está lista! –Anne de pronto llamó. Todos se dirigieron a la
cocina en donde una olla humeante de sopa de cebolla con pan y manteca
los estaba esperando. Christophe también se unió a ellos.
- ¿Comida caliente esta noche? –preguntó sorprendido.
- Sí, para variar, he decidido darle un nuevo rumbo a las cosas –respondió
Anne. Su marido fue el primero en tomar un trozo de pan del canasto y
con mucho trabajo lo untaba con manteca. Los niños se quedaron
mirándolo fijo, observando la dureza en sus movimientos.
- ¿Qué pasa? –inquirió Anne mientras buscaba cubiertos en el cajón.
- Papá está actuando como un enfermo –contestó César.
- Su padre tiene sesenta y tres años. Es el hombre más anciano del pueblo
–explicó.
- ¿Cómo puede estar enfermo un doctor? Puede curar a cualquiera, ¿no es
cierto? –preguntó André.
- Los científicos no tienen una solución para todo, hijo –respondió el
padre–. Sin embargo, el hombre encontrará una técnica en el futuro para
prolongar la vida bastante radicalmente.
- Diane, saca esos juguetes de la mesa –la madre interrumpió.
- ¿Cuánto tiempo logrará vivir la gente entonces, papá? –preguntó
Madeleine.
- Tal vez más viejo que Matusalén.
- Vaya, odiaría tener que escuchar al viejo maestro por cien años –Paul
rezongó.

224
- O estar casada con el mismo ser insoportable por cuatrocientos años –
agregó Pauline.
- Vaya, veo que puedo aprender algo de ustedes niños. Pero no se
preocupen; no estaremos por aquí para ver que esas cosas sucedan.
Christophe no participó del debate de la mesa, como siempre, y
tranquilamente tomaba su sopa.
- Me gustaría ser un caballo y correr por el bosque muy rápido –fantaseó
Pauline.
- O volar como un pájaro –César se sumó.
- Todo eso sucederá, niños, porque algún día, el hombre podrá viajar por
el aire, por tierra y agua a gran velocidad.
- ¿Por el aire? ¿Cómo? ¿Se pegarán plumas por sobre los brazos o algo
así? –preguntó Paul.
- Creo que ustedes niños han leído el mito de Ícaro en la escuela, ¿no es
cierto? Pero, de todos modos, no es así cómo sucederá. Piense en un
carruaje con alas de hierro, en el cual el caballo se oculta.
- Pero, ¿las alas estarán pegadas al caballo? –preguntó César.
- Preguntas difíciles están haciendo. No, será una máquina que se elevará
en el aire, pero no estoy exactamente seguro de cómo. De cualquier modo,
el hombre hará la vida más y más complicada, pero en mis sueños yo
puedo volar sin alas.
- Sí, pero en el sueño en el mundo no hay gravedad –expuso Paul.
- En realidad, hay gravedad. Cuánto más puro eres, más liviano te haces. Y
si tú eres muy puro, puedes observar por todas partes a tu alrededor. La
distancia, el tiempo, el nivel superior o el nivel inferior no representan
papel alguno entonces.
- Oh, es por eso que los tipos malos siempre están en el averno –
comprendió César de una vez por todas–, ellos descienden a pique.
- Exactamente. A veces todo el camino hacia el centro de la tierra. En el
sueño de ellos, todos terminan en su propio círculo y durante el día, ellos
nuevamente sienten la necesidad de buscar a sus iguales. Un círculo
vicioso, a menos que el hombre conquiste su propio ego. Debes encontrar
una manera de quitar tus anclas del infierno. Esto se logra al convertirse en
una buena persona. Convertirse en una mala persona es muy fácil y puede
suceder bastante rápidamente. Todos ustedes conocen la historia del
arcángel caído, ¿verdad? ¿Lucifer? Descendió muy profundamente en un
segundo.
- Bien, aún creo que una de esas máquinas que vuelan suena como a
mucha diversión –agregó Paul. A Michel le agradaba ese poquito de
impertinencia en la personalidad de su hijo.
- En algún momento, haré una investigación sobre eso, Paul –luego le
prometió. El humor lúgubre se había elevado y la comida terminó con una
nota positiva.

225
- Voy a subir para trabajar por una hora más o menos –el empleado de voz
suave informó a su jefe, quien se encontraba sentado en una silla al lado de
la chimenea. Los niños había ido a jugar afuera, excepto por Diane, quien
estaba mirando un libro ilustrado al lado de la ventana. Anne le estaba
dando instrucciones a la empleada doméstica en la cocina y cuando
terminó se sentó al lado de su marido.
- Diane, ¿te importaría dejarnos solos por un rato? –le solicitó y la niña
obedientemente salió al jardín.
- Los niños estaban tan preocupados por ti. ¿Algo anda mal?
Michel no emitió palabra alguna; sólo miró profundamente a su esposa.
- No viviré para ver la próxima primavera –respondió finalmente. Anne se
dio cuenta de que lo dijo totalmente en serio y una lágrima grande rodó
por su mejilla.
- Todavía nos queda algún tiempo antes de eso.
- No sé si puedo vivir sin ti – sollozaba.
- Cuando el momento llegue, podrás soportarlo –trató de consolarla y se
abrazaron por un rato. Después de este conmovedor momento, decidió
regresar al trabajo y subió al ático.
- Y, Cristophe, ¿qué asuntos urgentes te mantienen ocupado aquí arriba? –
preguntó mientras recuperaba el aliento tras subir las escaleras.
- Su editor en Londres me ha pedido que traduzca al inglés su más reciente
almanaque. Su propio traductor está haciendo un desastre –. De pronto,
Nostradamus comenzó a temblar incontrolablemente.
- ¿Qué pasa, maestro?
- No, no es nada, no te preocupes por mí. La Tercera Guerra Mundial está
por comenzar –y con tristeza y mucho esfuerzo se dirigió hacia la ventana.
- Estás haciendo un trabajo excepcionalmente bueno, Christophe –dijo en
el momento en que miraba el crepúsculo de la noche–, pero, ¿cuánto
tiempo te llevará?
- Ya casi termino –el secretario respondió en tanto aplicaba los últimos
trazos.
“No veo que pase nada en el cielo todavía”, el clarividente pensó.
- ¿Ordeno esas botellas de cuello largo? –preguntó Christophe al paso que
salía.
- Lo siento, no te oí. Estaba absorto en mis pensamientos.
- Sólo le preguntaba si quería que guardara esas botellas. No las ha tocado
en años.
- Ah, sí, está bien –respondió Nostradamus mientras miraba fijamente por
la ventana.
- Que tenga una noche agradable, lo veré mañana, Maestro –y con algunas
botellas bajo el brazo, el empleado se fue.
Luego el cielo estaba de repente plagado de invenciones monstruosas y el
aire se tornó negro. Una guerra horrorosa se estaba llevando a cabo justo

226
ante los ojos de Michel. La violencia era sin precedentes. Llovía leche,
acero, fuego y pestilencia y muchas naciones encontraron su muerte. La
cantidad exorbitante de violencia incluso provocó terremotos y los ríos
extendieron su curso. El comercio mundial colapsó por completo y la
gente estaba sufriendo de hambruna y de sed. El anticristo no era una
persona, sino más bien, un mundo frío y automatizado, el cual ahora había
llegado a su fin. El vidente pudo ver todos los siglos en un vistazo y todo
se veía terriblemente vacío. Para donde fuere que enfocara su visión, todo
le era develado. Llevaría muchos miles de años antes de que la vida sobre
la tierra sea reparada lo suficiente para crear un nuevo orden mundial.
Acuario comenzaría un milenio de paz, en el cual el hombre prestaría
tención al cielo y al espacio exterior. Debido a nuevas investigaciones en
la relación entre nuestro planeta y el universo, las antiguas escrituras
serían reinterpretadas. La religión y la ciencia finalmente se fusionarían.
Luego un gobierno de coordinación sería instalado para gobernar el mundo
entero y desde ese momento en adelante, todas las personas cooperarán
entre ellas. Sin embargo, se le hizo mucho daño a la tierra y se puso en
marcha un proceso irreversible. El planeta estaría plagado de inundaciones
durante siglos y, después de eso, de extremas sequías, por el mismo
tiempo que duren las inundaciones.
Michel encendió una vela y se sentó al escritorio. El sol ya se había
escondido. Abrió su libro de manuscritos y anotó todo aquello que se le
había develado ante él. De repente la llama de la vela comenzó a ondearse
de un lado a otro y sabía que algo o alguien debieron haber entrado en la
habitación. Se dio vuelta y vio a su esposa parada en la entrada.
- ¿Querrías hacer el amor conmigo? –inquirió con ternura. La divina
solicitud ablandó por completo su corazón nuevamente. Sin respuesta
alguna, sopló la vela y juntos bajaron las escaleras hacia su habitación.
Después del encantamiento en la cama, la próxima visión se le presentó
inmediatamente.

Sonó el timbre de la puerta y Ping rápidamente terminó de ponerse el


maquillaje y salió corriendo.
- Buenos días, Srta. Lee, por favor suba –le solicitó el instructor, quien
tenía puesto un par de amplias gafas amarillas. Ella caminó alrededor de
un auto que volaba, el cual silenciosamente se mantenía inmóvil en el aire
por encima del suelo y se acercó peligrosamente a las alas, las cuales se
batían cómo un pájaro, más rápido de lo que el ojo podía ver.
- ¡Cuidado! ¡Pudiste realmente lastimarte con esas! –el maestro le advirtió,
sentado del otro lado.
- Excitante –dijo al mismo tiempo que se ponía el cinturón de seguridad.
- Volar es, de hecho, muy simple; casi todos saben cómo hacerlo. ¿Es esta
tu primera lección?

227
- Sí, Sr. Norton, y no sé nada de esto en absoluto –mientras examinaba el
interior.
- Puedes llamarme Unix –dijo tan y mientras garabateaba algunas notas–.
Tienes suerte, Ping. Tomas tu primera lección en el flamante auto que
vuela y es el modelo más liviano. Sin contar el tanque de agua, sólo pesa
cuatrocientos trece kilos.
- Pero es lo suficientemente fuerte, ¿verdad? –inquirió ella.
- Por supuesto. Cumple con todas las normas –y cuando dio un suave
golpe a una manivela el techo transparente de cerró automáticamente–.
Primero tendremos que volar fuera de New Water porque a los
principiantes ya no se les permite practicar en la ciudad –y mediante el uso
de un mecanismo de dirección extra, llevó el vehículo muy alto por
encima de la zona del centro urbano de bajos recursos y dentro de cielo
sofocante.
- Iremos a Bering Plateau; allí puedes cometer todos los errores que
quieras.
- No soy tan tonta –ella respondió con descaro.
- Broma estándar –se disculpó y volaron hacia la zona de práctica de gran
extensión. Una vez que llegaron allí, detuvo el auto volador muy por
encima del altiplano de sal.
- Ahora te paso a ti los controles, Ping. ¿Prefieres instrucciones orales o
por telepatía?
- Orales, por favor.
- De acuerdo. Lo más importante es la palanca de control. Puedes moverla
arriba y abajo, adentro y afuera y de izquierda a derecha.
- Sí, lo sé.
- Sólo comienzo por el principio. Al lado de la palanca de control se
encuentran los pedales. El pedal derecho es para la aceleración y el
izquierdo es para un descenso derecho. Si no haces nada, la máquina se
mantendrá en el aire y se quedará en el mismo lugar. Bien, ahora toma el
volante, mientras yo me encargo de los pedales.
Ping movió la palanca de control hacia adelante y la máquina
inmediatamente inclinó la nariz hacia abajo.
- ¿Comprendes? –expresó–, nos quedamos en al mismo lugar porque no
estoy pisando el pedal del gas. Pero ahora lo haré, solo un poco –y el auto
volador comenzó a descender lentamente–. Ahora tira la palanca hacia
atrás o tendremos un accidente –. Ella hizo como él le pidió y la máquina
pujó la nariz hacia arriba y ganó altura nuevamente.
- Ahora gira a la izquierda y luego a la derecha –ordenó. Ella lo intentó y
dio algunas vueltas cerradas.
- Ahora vas a pisar sobre el gas al mismo tiempo –y su estudiante logró
volar la máquina por encima de la plataforma a trompicones.

228
- Mira, alguien está caminando por allí –dijo de repente y dio un toque a la
ventana para señalarlo.
- ¿Quién estaría caminando por aquí? –se preguntó Unix sorprendido–.
Debe de estar perdido. Sería mejor que vayas hasta allí –y preparó el auto
volador para dirigirse a la dirección correcta, aunque un poco torpemente.
- Estás aprendiendo bastante rápido. Al final de la lección de hoy, podrás
volar –la elogió. Entre tanto, se estaban acercando al mortal con el atuendo
largo y marrón, quien se abría paso por la superficie reseca completamente
solo.
- A juzgar por la forma en que está caminando, él es un Longevo –sugirió
Ping.
- Podrías tener razón porque un ser inteligente no estaría caminando por
estos alrededores. Deja que me haga cargo de los controles por un minuto
–y logró maniobrar la máquina silenciosa hacia la derecha al lado del
excéntrico lento y empeñoso. Luego el techo se abrió deslizándose para
que pudiera llamarlo.
- ¿Necesita ayuda? – Y el solitario casi se muere del susto, estaba tan
asustado que inútilmente comenzó a huir.
- ¡Ese tiene que ser un Longevo, por la forma en que actúa! –Unix se rió.
- Probablemente provenga de la fábrica de derretimiento en el Polo Sur –
sugirió Ping.
- Eso es casi imposible; habría tenido que viajar miles de kilómetros. Es
triste que sus ancestros tengan los genes desarreglados. Antiguamente,
ellos querían tanto vivir por siempre que se olvidaron considerar los
aspectos negativos de eso. Sólo se hizo evidente después de que tuvieron
hijos. Hoy en día, para lo único que son buenos es para derretir hielo.
- Y aún así, se meten en el camino –Ping bromeó–, excepto este…
- Alertaré a las autoridades del Puerto Danés –dijo y luego de contactarse
con ellos, continuó con la lección. Después de algunos ejercicios, su
estudiante realmente estaba tomándole la mano y ya era momento para un
desafío más grande.
- Ahora iremos a buscar corrientes de aire. Dejaremos las rutas de vuelo
transitables solo para algunas lecciones más –y le ordenó que diera la
vuelta.
- Salimos hacia el Océano Pacífico o lo que quedó de eso –él bromeó y
volaron hacia el sur a una velocidad de quinientos kilómetros por hora. Un
ratito más tarde, la costa se asomó.
- Hay una zona libre con muchas corrientes de aire alrededor del
archipiélago Emperor –él le informó.
- ¿Por ahí debería volar?
- Si puedes. Pero mira a tu alrededor todo el tiempo, Ping, no te confíes
demasiado en el radar.
- Todavía no vi ningún radar –ella respondió y debió tragar saliva.

229
- Verifica también todos los metros –luego le pidió con insistencia.
- Se prendió una luz roja –agregó enseguida.
- Viejo, esta cosa se queda sin combustible tan rápido –dijo entre dientes–.
Esa luz significa que tenemos poco combustible. Continúa y desciende un
metro por encima del nivel del mar.
- Entonces, primero debería soltar el pedal de gas, ¿cierto?
- Correcto –confirmó. Ping quitó el pie del pedal y presionó el otro pedal
para descender. El auto volador bajaba inmediatamente. Cuando se
acercaron al mar, abruptamente ella soltó el pedal y quedaron paralizados
de una sacudida.
- No te preocupes, tiene un indicador de velocidad automático –le aseguró
–. Y después de todo, la máquina es a prueba de agua –. Unix luego
piloteó él mismo el auto directamente hacia el nivel del agua.
- Ahora presiona el botón púrpura y el vacío hará el resto. Por casualidad,
¿sabías que al comenzar en enero sólo se te permite poner cien litros de
agua de mar en el tanque?
- No, no tenía noción de eso –respondió–. Sí que me siento culpable ahora
que voy a estar contribuyendo con la evaporación de los océanos.
- Ajá, todos quieren tener su propio auto y el derretimiento del hielo en los
polos no es suficiente para mantener el nivel del mar alto. Entonces vamos
a tener que ser más mesurados. Después de todo, ¿qué podemos esperar?
Con algo así como mil millones de aviones en el aire, todos quemando
agua durante años. Y la sequía continúa. La lluvia es considerada como un
regalo del cielo hoy en día.
- Ni siquiera he visto llover –comentó Ping mientras los instrumentos
daban una señal de que el tanque estaba lleno nuevamente–. Vaya, solo
una gota…
- Qué mal por ti. Es una hermosa vista. Bien, ahora ve directamente hacia
esas islas – y el auto volador tomó velocidad otra vez.
- Estamos vaciando el planeta –Unix insistió en eso–. La gente pensaba
que la combustión del agua por el petróleo era la solución para el
problema del combustible, pero ahora literal y metafóricamente nos
estamos secando.
- Hay un plan para condensar humedad del aire en una gran escala –
comentó ella.
- ¡Eso jamás funcionará! Antes de que lleguemos a esa pequeña isla por
allí, quiero que te eleves a seiscientos nueve metros en rumbo 315. El
viento sopla a veinte nudos desde el noreste y siempre debes tener en
cuenta al viento –. Ping tradujo la terminología técnica, tiro la palanca de
control hacia atrás y piso el pedal de gas. Parecía ser lo correcto y él le dio
algo más de tarea para realizar alrededor del grupo de islas.
- Estoy satisfecho con lo que has llevado a cabo –expresó finalmente–.
Volemos hacia el norte nuevamente y aumenta a 1800 las revoluciones por

230
minuto –. Y regresaron hacia la plataforma Bering. El tiempo se había
pasado volando y el sol estaba desapareciendo en la atmósfera viciada.
- ¿Supiste que el barco del sol Mabus parte para M’charek la próxima
semana? –preguntó cuando regresaron a tierra.
- Sí, por supuesto, lo he estado siguiendo a cada minuto. Cientos de
hombres y mujeres van a ir y les llevará treinta años llegar allí –Ping dijo
mientras vigilaba los indicadores.
- El planeta habitable ya es vulgarmente denominado “El Pequeño
Príncipe”, ya que su circunferencia es sólo la mitad de lo que es la Tierra –
continuó.
- Menos de la mitad.
- Sí, un poco más pequeño. Supongo que la colonización de M’charek es
la solución para nuestro problema de sequia. Nuestro globo terrestre está
bastante en decadencia. Algunos pesimistas predicen que sólo podremos
estar aquí por otro medio siglo antes de que la humanidad muera a causa
del calor infernal. Dicen también…
- Me estoy distrayendo, Unix, ya no estoy empujando más –ella lo
interrumpió y él se hizo cargo de los controles.
- ¿Qué te parece si le hacemos una visita a la cima de Komandorski? –
sugirió–. El barco del sol está amarrado por encima y pasaremos justo por
ahí de todos modos.
- Qué idea genial –Ping respondió; al menos ella pudo relajarse ahora.
Aumentó la velocidad y un rato más tarde llegaron a la cima de la famosa
montaña en la planicie Ochotsk, en donde se había construido un ascensor
súper alto entre la tierra y el espacio. El cable se mantenía parado derecho
debido a la fuerza centrífuga. Volaron alrededor por un rato.
- Desde aquí entrarán al espacio el próximo mes –dijo él–. Me encantaría
viajar en ese barco del sol con esas grandes velas.
- ¡Preferiría quedarme aquí en la tierra!
- No sabes lo que estás diciendo. El mundo entero se está tornando lúgubre
día a día, ya casi nada más crece aquí.
- Aún amo a la Tierra.
“Las mujeres son tan sentimentales”, pensó. Volaron alrededor del
elevador, el cual llegaba afuera de la atmósfera terrestre y luego regresaron
hacia New Water.
- Veo que Longevo aún sigue deambulando por aquí debajo –Ping
descubrió cuando cruzaron el punto sureño de la planicie salada.
- Lo denunciaré una vez más –dijo y volaron arriba por ronda de
circunvalación.
- Vaya, es más difícil de lo que pensé que sería –ella admitió cuando la
alcanzó hasta su casa.
- Lo estás haciendo muy bien –Unix la volvió a elogiar–. Pero la parte más
difícil es aún pasar los exámenes teóricos.

231
- Eso lo resolveré cuando llegue el momento, supongo. ¡Hasta la próxima
semana! –y de un portazo cerró la puerta del frente.

Era temprano en la mañana y la espalda desnuda de Anne con picardía se


encontraba al descubierto sin las mantas. De su lado de la cama, Michel
observaba fijamente los fuertes hombros de ella, cubiertos con sus rizos
desordenados, los cuales eran aún marrón oro. Todavía estaba dormida y a
pesar de ser una visión tentadora, él ya no tenía ganas de estar en la cama.
Cubrió la espalda de Ana y se levantó. El clima estaba frío y sombrío y a
medida que descendía las escaleras sus articulaciones crujían igual que un
viejo carruaje. Abajo en la sala de estar, él prendió el fuego
inmediatamente para echar fuera la humedad de la casa. Mientras
refregaba sus ojos con los dedos torcidos, oyó un golpe amortiguado. El
sonido vino desde el lado del jardín y el viejo científico decidió ir a ver
qué lo había causado. Se dirigió hacia el patio, cruzó la galería, detrás de
la sala de estar y vio a un gorrión sobre el suelo, aturdido.
“Pobre diablo, pensaste que podías volar a través de la ventana, ¿cierto?,
pero ahora la ventana tiene vidrio. Los seres humanos están creando
confusión por todas partes.” Miró al gorrión por un rato. Parecía que no
podía recobrar la compostura. Entonces entró y en la cocina vertió un poco
de agua en un pequeño bol y sumergió un poco de salvia en el. De regreso
al patio con cuidado recogió al pajarito. Le abrió el pico y le puso en la
boca unas pocas gotas del elixir. El pájaro vino en sí y asustado de ver
esas grandes manos humanas, comenzó a retorcerse.
- Basta ya, soy el doctor –susurró y ubicó al gorrión en un rincón en donde
pudiera relajarse. Cuando se inclinó, de pronto tuvo un ataque de gota y
enormes ondas de dolor se dispararon a través de todas sus articulaciones.
Era insoportable y se arrastró hacia dentro de la casa sobre sus manos y
sus rodillas. Anne se había levantado, mientras tanto, y justo estaba
bajando las escaleras, desprevenida, cuando vio a su marido sentado y
acurrucado en el sofá.
- ¿En dónde está el dolor? –preguntó preocupada.
- Por todas parte –se quejó–, pero especialmente en mi rodilla izquierda –.
Con cuidado, ella le quitó la pantufla y la media, pero hasta el más mínimo
roce en la pierna afectada lo hacía temblar.
- No le hace nada bien con sólo mirarla –se quejaba.
- Debo verla por un minuto –y ella enrolló la pata del pantalón. Alrededor
de la articulación de la rodilla deformada vio la piel hinchada y púrpura.
“Eso no se ve bien”, ella pensó y sintió su pulso. El latido de su corazón
estaba muy acelerado. Corrió hacia la cocina y mezclo algunas hierbas
analgésicas con una buena cantidad de alcohol.
- ¡Bebe esto! –le ordenó cuando regresó. Michel bebió todo hasta el fondo
y esa bebida le hizo bien. El ataque disminuyó.

232
- Voy a salir a recoger lavanda con los niños en un minuto y luego te lo
voy a frotar todo sobre tu cuerpo –le informó. Ahora también los niños
estaban arriba y César y Madeleine iban a ayudar a su madre. Salieron a
los campos con una canasta para recoger la hierba que tenía un efecto
curativo sobre el reumatismo. Tuvieron que buscar por un rato porque la
hierba, con sus hojas verdes grisáceas, sólo crecía en las colinas
empinadas durante esta estación. Una vez que el canasto estaba lleno,
regresaron a casa rápidamente. Christophe había llegado, mientras tanto, y
juntos llevaron al erudito a rastras escaleras arriba por tercera vez. Anne
quería desvestir a su marido en la cama, pero el leal sirviente aún estaba
allí.
-Ahora vete, Christophe –ella le ordenó y él con desgano salió de la
habitación. El viejo científico ahora yacía desnudo sobre su estómago y su
esposo se sentó del otro lado. Luego ella comenzó a frotarle la hierba
calmante en el cuerpo, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. A
medida que ella deslizaba sus manos suavemente hacia la parte de abajo
del cuerpo de Michel, se topó con protuberancias de gota bajo la piel, lo
cual no había mencionado antes. Los crecimientos mórbidos se sentían
horribles. Después del masaje, ella lo cubrió con cuidado.
- Puede que comiences a sentir sueño –dijo. Le agradeció, pero no pudo
comprender sus palabras entre dientes y salió de la habitación. Durante los
próximos días, ella repitió el tratamiento dos veces al día y la casa entera
olía a lavanda. Su salud estaba mejorando. Semanas después del golpe
aterrador, él pudo movilizarse dentro de la casa, muy lentamente e
intercambió unas pocas palabras con sus niños. Todo estuvo bien por un
mes aproximadamente. Cuando el invierno comenzó, sin embargo, él se
colapsó y solo pasó los días con el mayor esfuerzo. Rápidamente llamó a
un escribano público y en secreto escribió su testamento.
“El mismo comportamiento que mi padre”, pensó con tristeza, cuando el
funcionario público se fue con los deseos de Michel en un papel.
Nostradamus ahora se había retirado permanentemente al ático y trabajaba
sobre su obra principal Las Profecías hasta que ya no pudo más.
“Sólo un verso más y eso será todo”, pensó. Cuando había terminado la
décima Centuria, de repente no se sentía bien, perdió el equilibrio y se
dejó caer hacia atrás. Allí estaba, sobre el piso, y tranquilamente, pero con
una mente clara, miraba fijamente el techo. Su vida en la tierra había
llegado a su fin y tirado al lado de su telescopio, exhaló su último aliento.

233
Capítulo 15

Mabus perecerá pronto y luego vendrá


Una terrible destrucción de humanos y animales
De repente la venganza aparecerá
Cien manos hambrientas apenas caiga el cometa

Un plano desolado con un cielo sofocante se extendió ante él.


“¿Es este el cielo, en donde mi alma debe encontrar paz?” Nostradamus se
preguntaba seriamente. Pero esto en verdad no se parecía al paraíso
prometido y trató de averiguar qué era. Una cosa era segura: su espíritu no
lo había abandonado porque aún tenía aspiraciones. Hacía un calor
infernal aquí. El sol brillaba brillantemente y más grande que antes. En la
distancia él pudo ver el mar y los caparazones innumerables en la arena le
develaban que el agua de mar solía fluir aquí en el pasado. El mar se había
secado por kilómetros hacia el sur.
“Esto parece Camargue en el futuro”, supuso. Justo por encima de la línea
del horizonte, él detectó una señal de vida. Parecía estar creciendo.
Lentamente cayó en la cuenta de que era una máquina que lo estaba
enfocando y, unos momentos después, un auto volador se detuvo justo
delante de él. El techo corredizo transparente se abrió deslizándose y se
asomaron un hombre que tenía puesto gafas amarillas y una niña china.
- ¿Puedo ayudarlo? –dijo el hombre amigablemente. Pero el vidente no
tuvo oportunidad de responder a la pregunta porque justo en ese momento
un gran cometa pasó la atmósfera de la tierra. Los tres mortales volcaron
toda su atención hacia el coloso encendido, el cual se acercaba a la tierra a
una velocidad sorprendente. El agotado planeta tierra había de algún modo
atraído al cometa y parecía como si su congénere venía a ayudar justo a
tiempo. Todos sabían que algo terrible estaba por pasar y se miraron unos
a otros con expresiones de desconcierto. Michel calculó que ese pedazo de
roca golpearía aproximadamente mil kilómetros desde donde estaban.
Cuando eso sucedió, el impacto fue aplastante y el planeta crujía en todos
sus empalmes. Se sintió como una violenta agresión hacia nuestro propio
cuerpo.
“La Inundación se acerca”, todos se dieron cuenta. El ataque catastrófico a
la Madre Tierra los hizo comprender a quién debían agradecer por su
existencia. Pero era demasiado tarde para la humildad o el
arrepentimiento. Los dioses habían decidido apartar el grano de la paja y
segar todo hasta no dejar casi nada. Los dos compañeros de infortunios, en
el auto volador, miraban fijamente hacia adelante sin comprender y

234
esperaron por lo que iba a venir. La tierra giratoria, la cual se había estado
moviendo alrededor automáticamente hasta entonces, redujo el giro y
todos contuvieron la respiración.
“Dios mío, la desaparición del hielo de los polos puede conducir al
desequilibrio”, dijo Michel entre dientes. Sus palabras habladas se hicieron
realidad inmediatamente y el eje de la tierra comenzó a caerse. El planeta
empezó a dar vueltas descontroladamente. Por el cambio de interacción de
fuerzas sobre el cuerpo celestial, no tardaron en surgir terremotos y
volcanes en erupción por todas partes.
El auto volador aún estaba enfocando fijamente por encima del suelo, pero
la gente dentro miraba alrededor con desesperación. Ahora comenzaba a
vibrar peligrosamente bajo los pies de Nostradamus y de pronto el mar
rugió. Un maremoto venía hacia ellos como alma que lleva el diablo. Los
dos aviadores salieron a toda velocidad en su máquina. El vidente logró
evadir el muro de agua en su propio poder, al lanzarse muy alto en el aire.
El cielo, mientras tanto, se estaba poniendo oscuro: el sol, la luna y las
estrellas desaparecieron detrás de las nubes de polvo, agua y fuego. Era el
momento de huir hacia un refugio más seguro.
“Pronto me quedaré sin energía y me precipitaré en el océano”, Michel se
preocupó. “Mi alma es todo lo que me ha quedado. Qué estoy diciendo,
me estoy olvidando de mis memorias.” Y mientras daba gracias por lo que
tenía, voló hacia las montañas del norte a alta velocidad para refugiarse
entre ellas. En el camino se dio cuenta del desastre terrible que estaba
sucediendo en la tierra. Tormentas anormales tronaban estruendosamente
por tierra y por mar y los aviones caían igual que las hojas en otoño. Las
ciudades y los pueblos se convirtieron en montañas de escombro y los
barcos eran devorados por las olas que llegaban hasta las nubes. Un temor
desesperado se apoderó de todas las personas sobre la tierra y muchos
murieron del miedo. Nada ni nadie podían defenderse contra esta fuerza de
la naturaleza y sólo seguía empeorando. No hubo lugar alguno que se
salvara. Trozos de la Tierra reventaban en pedazos o se chocaban entre sí
con fuerza intensa y capas espesas de piedra fundida formaban nuevas
montañas y abismos aquí y allá. Las fuerzas de los cielos seguían
moviéndose y una abundante lluvia, la cual había sido retenida durante
años, comenzaba a caer. Enseguida, los países que se habían secado
completamente, el agua de lluvia los inundó. Un puñado de naves
espaciales trataban de salir fuera de la atmósfera terrestre con la ayuda de
un rayo láser.
- Dios, ¿por qué eres tan despiadado? –preguntó Michel mientras
observaba todo desde una gran altura y luego, un rayo lo golpeó. Él cayó
muchos kilómetros, en estado de shock, pero aterrizó, vivo, en un valle
que parecía estar aún intacto.

235
“Dudé de Él”, se dio cuenta, tembloroso, y, como una serpiente que debía
arrastrarse sobre su estómago como castigo, huyó hacia las montañas. El
agua de mar seguía elevándose y el valle se llenó completamente. Para
mantener su cabeza fuera del agua, debió refugiarse en una montaña.
Parecía que estaba seguro allí por un rato, pero de repente el valle se abrió
de golpe y magma rojo salía a borbotones de los agujeros y grietas. La
confrontación entre la lava y el agua produjo un sonido sibilante y
ensordecedor. Gases venenosos y vapor caliente y encendido se elevaban y
amenazaban al fantasma apresurado, quien debía subir cada vez más alto.
“Esto se está tornando desesperante”, pensó y con la fuerza de la
desesperación, subió los muros de pura roca gateando. Las explosiones se
sucedieron nuevamente, las cuales esta vez causaron un enorme turbión y
debió sostenerse en el muro con todas sus fuerzas. Con una chispa de
esperanza continuó escalando. Un ratito después, una poderosa explosión
colapsó las laderas de las montañas, pero milagro de milagros, su sendero
quedó intacto. Sin embargo, no pudo ver futuro alguno para él y se
preguntó dónde terminaría todo. Abatido, llegó a la cima, donde observó el
fin de los tiempos sobre el horizonte. La Inundación ahora llegó a la cima
y ya no existía clara distinción alguna entre el cielo y la tierra. Las cadenas
montañosas desparecieron en barrancos y los mares enfurecidos se alzaron
en el aire. Estelas de nubes fueron succionadas por los agujeros, sólo para
volver a soltarlas de inmediato.
“¿Por qué es esta montaña la única que queda en esta masa de remolino?”
se preguntó. Y por un momento pensó que era igual a Dios.
“¡Uy!, perturbación mental, eso es todo lo que me falta ahora”,
comprendió luego de una introspección. La ilusión apenas había sido
combatida cuando algo asqueroso se acercó arrastrándose hacia él por
detrás. Penetró en todas sus fibras y mil escalofríos se descargaron por la
espalda.
- Bien, ¿estás disfrutando de la vista? –una voz aterciopelada con un
corazón de hierro habló de repente. La cima de la montaña se petrificó y el
aire se tornó sombrío. Con rodillas temblorosas, Michel se dio la vuelta y
vio que alguien estaba parado allí: era Lucifer, el arcángel caído.
- Tú has sido mi mejor estudiante, hasta ahora –continuó–. Muchas
personas sabias en la tierra creen que pueden entenderme, pero esa
frivolidad es extraña para ti –. El jefe diablo irradiaba una intensa energía
negra y esta succionó lo último de energía del debilitado profeta. Había
tres cuernos sobre la cabeza de Satán, pero de repente otro se asomó y los
demás le hicieron lugar. Podía pulverizar a sus víctimas sin esfuerzo con
sus grandes garras de bronce y sus dientes de hierro. Cualquier cosa que
quedara sería pisoteada con sus pies. Sus fuertes alas además demostraban
que escapar sería imposible.

236
- Me has hecho algunos favores muy especiales –fingió nuevamente–. Eres
el mayor pecador de todos los tiempos –. Y una enorme oleada de orgullo
brillaba desde sus ojos mientras dos cuervos volaban para posarse sobre
sus hombros. Sus palabras no lograron hacerle entender al mortal ya que
acababa de darse cuenta de que su propio corazón se sentía como un terrón
de hielo.
- Has proferido maldiciones desastrosas con tus predicciones –explicó
Lucifer mientras un pedazo de una planta de lúpulo crecía por su boca.
- ¿Qué? ¿Yo? –dijo Michel tartamudeando y completamente atónito.
- Sí, tú, incluso esta Inundación fue iniciada por ti. He tenido grandes
planes para ti desde el comienzo; tu talento no puede ser rechazado. De
acuerdo, tuve que darte un pequeño empujón de vez en cuando – mordió la
planta que crecía y la masticó.
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando?
- Y como recompensa, logras finalmente conocer a tu maestro –expresó
Lucifer ignorando la pregunta y señalándose a él mismo–. Ahora, tengo
una proposición: tú me adoras y a cambio te daré todo mi mundo.
- Eso me pondrá en el sendero equivocado…
- ¿Qué? ¿Piensas que mi propuesta no es lo suficientemente buena para ti?
–Lucifer dio un alarido y su voz reverberó alrededor de ellos–. De acuerdo
–y dio unos pasos hacia adelante. Su estudiante, entretanto, miraba
alrededor preso del pánico y pensando la manera de salir volando.
- Eso no será nada bueno para ti –dijo Lucifer entre dientes al leer los
pensamientos de Michel sin esfuerzo alguno–. Siempre derroto a mis
enemigos. Su poder es mi combustible –y el desesperado fantasma echó
atrás su plan.
- Soy sumamente poderoso. Me burlé de ti en la cima del Etna y de pronto
aparecía en la tapa de tu libro o hice aparecer una linda llama pequeña en
tu sala de estar. Siempre estuve contigo en todas partes y sé más que tú lo
que sucede en tu interior. Quieres salvar almas. Pero sé realista. Nadie te
ayudará y tú apenas tienes la capacidad de salir volando. Y mira a tu
alrededor… ¡No tienes alternativa!
Michel consideró por un momento si podía ocultarse en su cuerpo terrenal.
- Ja, ja, olvídalo; tu cuerpo ya está descompuesto. Nada queda para
arrastrase dentro –dijo Lucifer inmediatamente. Cada pensamiento era
atrapado instantáneamente y en silencio, el mortal le rezaba a Dios.
- Oh, Dios. Dios está de acuerdo con todo, sin importar si estás vivo o
muerto. Yo, por otro lado, traigo luz. Tu reputación y tu clarividencia son
gracias a mí. Si no hubiera logrado que tu familia anterior muriera a causa
de la plaga, habrías sido nada más que un doctorcito de barrio.
Michel no podía creer lo que estaba oyendo y seriamente consideró dejarse
llevar hacia la tabla de carnicero.

237
- Lo único que quiero de ti es cooperación –el portador de luz ahora
reveló–. Cada pedacito ayuda y juntos somos fuertes. No seas tan
sentimental, la vida continúa, lo sabes. Tu esposa ya le echó el ojo a
Claude de Tende, ya sabes, ese gobernador. Y tus hijos, están todos felices
de finalmente no estar dominados por ti.
- ¡En el nombre de Jesús! –Michel gritó de repente.
- ¿Quieres meterlo en esto a él también? Es obvio que no aprendes rápido.
Jesús no te ayudará. Está caminando en círculos en algún lugar tratando de
atrapar su propia cola.
Nostradamus se cayó sobre sus rodillas en sufrimiento y evocó sus
predicciones.
“¿Yo realmente provoqué todos estos desastres?”
- Sí, pero está bien. Puedo volverlo atrás, si tengo ganas. Pero sólo bajo
una condición, y esa es que tú te entregues a mí.
- ¡Te detesto!
- De acuerdo, haré la oferta más atractiva. ¿Qué opinas de esto?: además
de obtener toda mi clarividencia, tú puedes también regresar a tu esposa
con un cuerpo más saludable.
Michel estaba siendo provocado hasta decir basta y la tentación era tan
fuerte que casi sucumbe ante ella, pero por fortuna recordó la cosa más
importante.
- Oh, tú y tu alma infernal. No seas tan cerrado y piensa a lo grande por un
cambio –Lucifer se quejó mientras se acercaba dando pasos.
Su víctima se estaba levantando y vio el rostro del diablo cada vez más
cerca. Era tan horrenda, que involuntariamente retrocedió ante eso.
- ¿Te he juzgado mal después de todo? –Lucifer expresó con ira–. ¿Es esta
la gratitud que recibiré de ti? Y hasta envié a Hermes para que limpiara los
establos internos de Augeas. ¿Eres realmente un alma simple, para
permanecer atascado en esa forma insignificante de pensar? ¡Pude haber
dejado eso a cualquiera de mis simples ayudantes!
- Tú sólo tienes poder sobre la Tierra. La humanidad te sobrepasará –de
repente su estudiante protestó.
- ¿Te refieres a ese puñado de idiotas que tratan de volar hacia el espacio
exterior? Un defecto menor; nadie es perfecto. Ellos, sin embargo, están
condenados a morir o a deambular sin rumbo fijo en el espacio por la
eternidad. Verás, una nueva era de hielo está comenzando aquí. Y me
estoy aburriendo de ti, Nos–. El soberano de la oscuridad estaba parado
muy cerca ahora y lo miraba a él con desdén. Luego el fuego santo se
encendió en el corazón de Michel. Sus temores desaparecieron y alzó su
cabeza y dijo: “Si alguna vez hubo alguien que siempre encontró al diablo
de frente, probablemente fui yo, pero yo no soy, no tengo maldad. Jamás te
venderé mi alma a ti”.

238
Los dos cuervos de pronto se dieron a la fuga de los hombros de Lucifer,
echó a correr hacia el descreído y lo empujó al abismo.
- ¡Entonces arde en el averno por siempre! –Satán dijo luego de que él y
Michel cayeran en los arroyos de lava roja candente.

Francia se encontraba en un duelo profundo después de la muerte de su


ilustre compatriota y todos izaron su bandera a media asta. Una avalancha
de funcionarios prestigiosos llegó a Salon de Provence de todas partes,
para presentar sus últimos respetos al vidente. Bajo los auspicios de la
familia, los restos físicos fueron enterrados en la iglesia Cordeliers.
Mientras un cura daba el sermón, el ataúd estaba ubicado en el
monumento conmemorativo con el público observando. Anne estaba
parada en el frente con los niños, nerviosa por los procedimientos. Sus
cuñados ancianos estaban parados detrás de ella. La lápida conmemorativa
había sido ubicada directamente arriba dentro del muro, a solicitud de
Nostradamus, para que sus enemigos no pudieran pisotearle la garganta.
Después de que el fallecimiento había sido bendecido, el sepulcro fue
cerrado y Anne melancólicamente tocó la tapa de piedra sobre la cual el
retrato de su marido fue tallado a la altura de la vista. La imagen lo
mostraba a la edad de cuarenta y nueve. Su escudo de armas también
estaba allí. Luego ella tristemente se arrodilló delante de la tumba y leyó el
texto sobre la piedra de mármol conmemorativa, la cual ella misma había
escrito y la cual ella había arreglado que sea ubicada debajo. Las palabras
fueron grabadas en latín: “Michaelis Nostradami Ummortaliu”. Después
de eso, todos se sentaron en los bancos de la iglesia y el gobernador de
Provence dijo unas palabras finales.
“Querida familia y amigos”, expresaba Claude con un nudo en su
garganta. “El mundo ha perdido a una persona muy especial en estos
últimos días. Una persona quien, al comienzo de su carrera como médico
logró salvar miles de ciudadanos de la plaga y quien más tarde nos
permitió una mirada al futuro a través de sus profecías sin precedentes.
Pese a su impertinencia, Michel de Nostredame fue un hombre muy
piadoso. Jamás fue intimidado por nada ni por nadie. Por el contrario,
caminó el sendero de Dios con confianza y desafió muchos peligros. Pero
además de su inimitable talento y tenacidad, también fue un padre
cariñoso”, y todas las miradas se dirigieron a los seis niños, quienes habían
estado muy silenciosos todo este tiempo. Claude continuó: “Yo una vez
tuve que, en contra de mi propia voluntad, encarcelar a mi amigo por
órdenes superiores. Pero cuando fue liberado nuevamente, jamás me
guardó rencor. Esto me causó una gran impresión. Lo admiré
enormemente, y quien no lo hizo.” El gobernador luego se dirigió a su
amigo enterrado: “Michel, si hay alguien quien ha predicado el buen
ejemplo de lo que el Señor espera de nosotros, ese eres tú. Que tu alma

239
encuentre la paz.” La viuda estalló en llanto después de esas últimas
palabras y Claude se acercó para consolarla. Luego él ofreció sus
condolencias a los seis niños y a los cuñados y todos siguieron su ejemplo.
Cuando los dignatarios, amigos y otros huéspedes importantes habían
todos expresado sus pésames, dejaron la iglesia. Claude y Anne
intercambiaron unos pensamientos.
- He sido tan grosera con él –Anne gimoteaba–, se merecía una mejor
esposa.
- Está siendo muy dura con usted. Usted era realmente su orgullo y
felicidad –Claude la tranquilizaba y posó su brazo por sobre el hombro de
ella como para protegerla. El resto de los parientes ahora estaban saliendo
de la iglesia y los niños estaban todos parados allí, al parecer un poco
perdidos.
- Bueno, será mejor que me vaya –expresó Anne–, esos seis niños me
necesitan. O mejor dicho, yo los necesito a ellos.
- Si necesita a alguien con quién hablar, no dude en venir a verme –se
ofreció Claude.
- Es muy tierno de su parte, pero estoy segura de que estaré bien –y todos
se fueron de la iglesia Cordeliers, la cual estaría cerrada por un período de
tiempo indefinido.

Al día siguiente, Anne recibió cientos de cartas de pésames de todas partes


del país, incluso una de la reina. Con la ayuda de Christophe, ella escribió
una nota de agradecimiento a cada uno. El escribano público, mientras
tanto, contactó a la viuda y le informó que su difunto esposo había
recientemente preparado un testamento. Ante la presencia de los niños, él
se lo leyó. Resultó que Michel le había dejado a su esposa la enorme suma
de más de 3444 coronas más una cantidad individual para cada niño. En el
patrimonio había además una carta que estaba especialmente dirigida a su
hijo César. El jovencito, quién ahora tenía dieciséis, se sintió honrado de
aceptar la carta y se sentó con ella en la galería. Sentado en la mecedora de
su padre, leyó la carta emocionalmente cargada.
“A mi hijo César. Qué la vida y la fortuna te acompañen. Tu llegada tarde
me costó mucho de mi tiempo nocturno, para escribir aquello que quiero
dejarte después de mi partida hacia el otro mundo. Estas son mis
percepciones sobre el propósito y progresión generales de la humanidad,
las cuales me fueron otorgadas por las autoridades superiores. Esas
visiones han sido incorporadas en Las Profecías. Siento que debo escribir
esta carta aunque tu mente delicada, debido a tu tierna edad, no
comprenderá aún su contenido. Todas mis predicciones se sucederán de
acuerdo con las estrellas, pero las aventuras del género humano serán
inciertas en su equilibrio porque todo en última instancia está controlado
por Dios mismo. La astrología no puede determinar el destino humano con

240
certeza alguna. Sólo aquellos con divina inspiración pueden develar algo
real. Tuve el privilegio de experimentar esta divina inspiración y muchas
de mis predicciones se han hecho realidad en muchas partes del país. Mis
mensajes, sin embargo, podrían caer en las manos equivocadas de futuros
líderes, quienes podrían usar incorrectamente las profecías o descartarlas,
lo cual haría hincapié en lo opuesto. Esto debilitaría el desarrollo de la
humanidad y por esta razón he ocultado las profecías tras cuartetas
inimitables. Como dice el viejo dicho: no echarles margaritas a los cerdos.
Por consiguiente he usado aforismos oscuros y desordenados con el fin de
no perjudicar la cerrada inteligencia en el presente o en el futuro. A veces
desearía poder estar en silencio. Sin embargo, no puedo hacer nada más
que pasarte mis entendimientos. Sería una señal de falta de atención de mi
parte, ya que los mensajes ocultos servirán al curso de la humanidad al
mostrarles su lugar. Sólo los iniciados podrán comprender los versos. No
es para que la persona común sepa los tiempos y momentos dados. Con el
fin de conducir y proteger a la gente común, el Creador develará
reiteradamente los secretos del futuro y del pasado para los más puros. Las
Revelaciones de las obras divinas son perfectas. La capacidad para el
clarividente se recibe del alma del fuego sensible, la cual puede tocarse
durante el descanso nocturno. Las visiones que manan de allí no deben
confundirse con el conocimiento natural de los seres vivientes. Las
visiones sobrenaturales se originan con la fuente etérea y se mantienen
ocultas bajo el arco del cielo. Hijo mío, rezo para que tú jamás cedas tu
inteligencia a los sueños y trivialidades que pueden agotar tus cuerpos
superiores y jamás permitas que el alma se pierda en última instancia. Dejé
mi taller de trabajo vacío. He sacrificado mis libros llenos de sabiduría
secreta debido a Vulcanus, con el fin de alejar su peligroso poder del
público. Cuando quemé los libros, el cielo se tornó inusitadamente claro y
eso me demostró que había tomado una buena decisión. Dios me ha
favorecido y espero poder pasar mi inspiración a tu espíritu. Tu padre
parece estar muy lejos ahora. Pero no me sacan más lejos del cielo con mis
sentidos que de la tierra con mis pies. Y no me elogies en el cielo; soy un
pecador, más grande que cualquier otro. Per considerando tu mente
sensible, no me adentraré más en ese tema. Lo que te dejo son Las
Profecías. Las predicciones en este libro están relacionadas con el arco a
lo largo del cual la luna se mueve. He descubierto que antes de que la
tierra se queme, habrá tales inundaciones que cada centímetro del suelo se
encontrará bajo agua. La humanidad como la conocemos dejará de existir
a la larga. Pero no te atemorices por estas circunstancias catastróficas.
Llevará siglos para que eso suceda y antes de ese momento, espero tener
una oportunidad para explicarte los versos en persona. Que Dios te
otorgue prosperidad.”

241
Salon de Provence se tornó en un lugar popular de peregrinación. Miles de
personas anualmente visitaban la tumba del legendario vidente y todos los
días un zumbido en la iglesia Cordeliers se podía oír. Sólo en la noche
regresó la paz y el silencio la invadió, hasta que 225 años más tarde, dos
soldados supersticiosos seriamente irrumpieron este ritual. Una noche,
durante la revolución francesa, Bruno e Yves, quienes estaban acampados
cerca, estaban dando vueltas alrededor de la gran fuente. El dúo
inseparable necesitaba algo de entretenimiento y estaban conversando y
bebiendo.
- ¿Sabes lo que sueño? –Yves bramó–, ¡uno de esos cañones de hierro
fundido montado!
- Fuerza bruta –fue la opinión de Bruno–, creo que la hechicería es mucho
más emocionante que eso.
- Y cuánto más grande el caño, más hermoso es –su amigo seguía
parloteando.
- ¡No necesitas un estúpido cañón, viejo, si sabes algunos trucos de magia!
- Qué, ¿tienes talento sobrenatural? –preguntó Yves mientras le pasaba la
botella de vino a su amigo.
- No, ¿pero tienes un cañón? –respondió Bruno creyéndose inteligente. Su
amigo se encogió de hombros y bebió otro trago.
- ¿Sabías –Bruno continuó en voz alta–, que en París la Bastilla con sus
ocho torres y con muros de un espesor de metro y medio ha sido tirada
abajo y que no participó ni siquiera un cañón?
- Caray, no sabía eso –su compañero contestó alegremente y mientras
seguían con su conversación, una ventana se abrió en un de las casas
vecinas.
- ¡Oye, cállense, muchachos! –gritó un ciudadano de Salon, quien trataba
de dormir.
- Cuidado o te convertiré en una rana –Bruno hizo caso omiso y el vecino
se quejó de algo mientras cerraba la persiana.
- ¿Has estado en París alguna vez? –Yves preguntó en voz muy alta.
- No, ¿pero he estado alguna vez en cualquier parte si no es contigo?
Entonces llegaremos a París.
Los soldados estaban aburridísimos y estaban de humor para algo de
acción.
- Yves, ya sabes, la tumba de Nostradamus está cerca; ¿quieres ir a ver?
Yves aceptó y juntos con tranquilidad se dirigieron hacia la iglesia
Cordeliers.
- ¿Qué quieres hacer allí; es la madrugada? –Yves preguntó en el camino.
- Beberé vino de la calavera del profeta.
- ¿Pero por qué?
- La historia cuenta que puedes quizás obtener poderes mágicos si haces
eso.

242
- ¡Ah, vaya! Pero primero tienes que lograr ingresar, ¿no es así? –Yves
esbozó una sonrisita de complicidad.
- Compañero, sólo déjamelo a mí –y caminaron por la iglesia hacia la
puerta trasera.
- Regresaré enseguida –Bruno susurró con confabulación. Yves esperó al
lado de la puerta hasta que su amigo regresó con una barra de hierro. Al
usar esto, la puerta se abrió fácilmente rompiéndola y entraron a
hurtadillas en la iglesia. En el frente, los dos soldados encontraron la
tumba erguida del vidente y Bruno se fijó cómo abrir la cosa. Pronto
habían logrado quitar la tapa de piedra y entre las viejas tablas, vieron el
esqueleto de Nostradamus. Violentamente arrancaron la calavera y un
amuleto de oro cayó hacia el fondo del ataúd, inadvertido. Mientras Bruno
bebía vino de la calavera, su amigo comenzó a hacer malabarismos con los
huesos. De repente el cerebro detrás del macabro plan sintió que unas
manos invisibles lo estaban agarrando de la garganta y con toda su fuerza,
intentó quitárselas. Por un minuto Yves pensó que su amigo sólo estaba
bromeando, pero al ver que seguía pidiendo ayuda y que comenzaba a
ponerse morado, Yves huyó muerto de miedo. Al pasar por la sacristía,
una estatua de un santo de pronto cayó justo delante de él, tropezó con la
estatua y cayó al piso. El alcalde había oído la conmoción en la iglesia y
ordeno a los guardias de la ciudad que atraparan a los dos ladrones. Los
atraparon con las manos en la masa, y no ofrecieron resistencia alguna a su
arresto. Bruno casi se había asfixiado hasta la muerte y aún estaba tratando
de recuperar el aliento. Yves se encontraba inconsciente en el piso.
- ¡Encierren a esos dos soldados! –ordenó el alcalde, furioso–. Los
usaremos más tarde, en el frente*; puede que reciban las balas de los
enemigos por nosotros.
Luego se dirigió hacia la tumba dañada y descubrió el medallón de oro
entre los restos de huesos en la tumba. Cuando vio la inscripción en el
viejo medallón de oro, quedó boquiabierto de la sorpresa: Tenía grabado el
número de ese mismo año 1791. Rápidamente colocó el tesoro devuelta en
el ataúd, el cual se volvió a cerrar, con todos los huesos dentro, unos
minutos después. El alcalde desconcertado entonces ordenó
inmediatamente a sus hombres que transfirieran la tumba a la iglesia de
Saint Laurent, donde podría estar mejor cuidado. Jamás habló otra palabra
de esto a nadie, nunca más.

* La Batalla de Waterloo, ver el final del capítulo 3

243
Capítulo 16

Henrik Larson caminaba felizmente por su viñedo bajo un cielo sin nubes.
Racimos de uvas colgaban de las parras llenas de gracia y arrancó un
racimo. Mordió la fruta azul por la mitad y con cuidado la saboreó.
“Sí, está madura”, concluyó. El jugo amargo dulzón estaba a punto para la
preparación de la bebida rojo profundo y la cosecha estaba lista para
usarse.
“Mañana reuniré algunos recolectores”, se prometió y con un sentimiento
de satisfacción observó las parras en el valle río abajo. El agua del río que
fluía centelleaba brillantemente bajo el sol vespertino y él disfrutaba de
esa hermosa vista. Por encima del horizonte hacia el sur se encontraban las
siluetas de los Pirineos. Se palpaba aquí su poderosa presencia y la energía
relucía en el viñedo.
“Será mejor que vaya a casa”, pensó mientras miraba su reloj y comenzó
la dificultosa caminata cuesta arriba de la colina, detrás de la cual se
encontraba Cave Lagneaux. A pesar de su pasado sueco, él se había
convertido en un hombre popular en este pueblo en sólo unos años. Su
expresión de buena persona era una invitación a cualquiera. El filosófico
Larson había llegado a Limoux cuando, en un viaje de purificación, no se
había encontrado a sí mismo, pero sí a una francesa. Se había casado y se
establecieron en el distrito bañado por el sol de Aude, con sus pintorescos
pueblos y caminos angostos. Encontraron una vieja granja que aún tenía
una vieja prensa de uvas y la renovó en su estado moderno. La casa había
sido amueblada con todo el confort por años. Dentro del jardín cercado
con muros, Henrik, había construido recientemente una piscina para los
niños. Se dirigió hacia Cave Lagneaux e inhaló el último aroma de
naturaleza.
“La vida puede ser tan hermosa”, pensó a medida que entraba.
- Brigitte, mañana quiero comenzar a cosechar –comentó y buscaba a su
esposa en la planta principal. No la veía en ninguna parte y estaba a punto
de subir las escaleras y buscarla arriba cuando una mujer rubia descendía
las escaleras. A mitad de camino, se encontraron.
- Hola ángel, eres tan hermosa –la saludó. Parecía que no se hubieran visto
en años y con amor se tocaron.
“Cada día una nueva mujer”, corrió por su mente. – Brigitte, quiero
contratar personal para la cosecha de mañana.
- De acuerdo, haré algunas llamadas telefónicas esta noche –agregó–.
¿Cuántos recolectores crees que necesitarás?
- Creo que cinco o seis serán suficientes –y fueron hacia la sala de estar
para examinar el negocio del día.

244
- Tu padre llamó y volverá a llamar esta noche –le informó Brigitte
mientras recogía una libreta de direcciones.
- Lo llamaré ahora –contestó.
- ¡Hola, papá! –gritó David mientras salía corriendo del lavadero con un
gato en sus brazos.
- ¿Mau se volvió a esconder allí dentro? –preguntó el papá. El niño negó
con la cabeza y subió a su habitación sin el gato. El reloj automático del
horno sonó y la pareja se apresuró hacia la cocina, donde Brigitte estaba
intentando una nueva receta.
- No has tocado tu caballete en meses –ella dijo a medida que sacaba el
plato caliente del horno–, ¿quieres que lo guarde? o ¿harás algo hermoso
muy pronto?
- Sólo guárdalo. Ya no tengo más ganas de pintar. En una pintura, todo
está tan encerrado y atrapado; ya no tiene vida. ¡No, prefiero mirar a la
naturaleza o mirarte a ti!
Ella sonrió ante el enésimo cumplido.
- Aún creo que la pintura con los girasoles es brillante –ella confesó
mientras pinchaba el quiche de verduras para ver si estaba cocido.
- Ah, es un lindo cuadro. Ah, bien, iba a llamar a mi padre. ¿Dónde está el
celular?
- En el armario con el espejo, querido –ella respondió y el entró en la sala
de estar.
- Y tú llamarás a algunos trabajadores, ¿cierto? –enseguida le dijo a ella.
Encontró el teléfono y rápidamente se comunicó con su padre en
Estocolmo.
- Hola, papá. Me enteré que llamaste.
- Sí, así es. Tu madre tuvo ese repentino sentimiento de inquietud sobre
ustedes y me pidió que los llamara. La violencia en Europa está sin duda
en aumento.
- Es bastante seguro en la campiña en donde nos encontramos –su hijo le
aseguró.
- Esperemos que así sea. De cualquiera modo, nos alegra que finalmente
les vaya bien. Por un tiempo parecías ser el eterno mártir. ¿Todo bien con
Brigitte y los niños?
- Sí, todo está perfecto. Fred gatea por todas partes. Ya casi puede
caminar. Y mañana comenzaremos con la cosecha.
- Trabajo hermoso y agradecido, hijo. Por desgracia, Suecia no es un país
de vinos y nosotros estamos muy viejos para hacerles una visita. Pero el
próximo año, si Dios quiere, estamos planeando una. Pero será mejor que
la hagamos corta, ¿no?
Los dos se despidieron y Henrik apagó el celular, el único aparato de
comunicación en la casa. Él había acordado con su esposa que los niños
deberían estar expuestos a la menor cantidad de tentaciones y miserias

245
posibles hasta la edad de siete años. Por esa razón, no había computadora
ni tampoco televisión en la casa.
- ¡La cena está lista! –advirtió Brigitte mientras ponía a Fred devuelta en el
corralito. David y Lisa bajaron las escaleras. La niña saltaba con un solo
pie hacia el rincón para comer con un paquete de marcadores y
rápidamente hizo otro dibujo, mientras su hermano seguía sus acciones.
- Eso no se parece a nada –él bromeó y con el propósito de provocación le
arrancó el papel de las manos de ella.
- ¡Imbécil! –Lisa gritó.
- Oigan, nada de insultos por aquí –su padre advirtió. No vio lo que estaba
pasando porque justo traía los vasos de la cocina.
- Sí, pero David se está burlando y siempre es desagradable conmigo –su
hija se quejó.
- Y tú se lo devuelves de la misma manera. Así es como se quedan
atascados en un círculo vicioso. Si te comportas apropiadamente, el dejará
de burlarse porque ya no será más divertido para él.
Lisa había escuchado el sermón, pero aún seguía enojada con su pequeño
hermano.
- Algún día lo atropellará un auto –dijo silenciosamente, pero su padre la
oyó.
- Esos son pensamientos peligrosos, Lisa. No hagas predicciones como
esa. De hecho, no hagas predicciones; ¡es como pronunciar una maldición!
Los niños sólo actúan así y con el tiempo dejan atrás ese tipo de
comportamiento. Pero te vigilaré de cerca David –y le dio una profunda
mirada a su hijo. De vez en cuando esos niños eran un fastidio, pero la
mayor parte del tiempo eran buenos niños. Después de que se hubieran
devorado el quiche de verdura y de que los niños se hubieran ido a la
cama, Henrik hojeaba un libro grueso y tomaba algunos apuntes.
- ¿Qué estás haciendo? –Brigitte preguntó después de que hubiera lavado
los platos.
- Voy a dar una conferencia sobre Swedenborg en el Centro Cultural la
próxima semana – respondió mientras se quitaba los lentes para leer.
- ¿Algún tema en particular?
- Amor conyugal.
- Espero no se torne demasiado sensiblero, con todas nuestros conocidos
allí. ¿Supongo que no hablarás de nuestra vida amorosa?
- ¡Tú me conoces muy bien! –él se lo aseguró. Ella recogió una revista y
se sentó en el sofá al lado de su marido. Unos minutos después, ella hace
un movimiento triste con la cabeza.
- Hubo un ataque en el Municipio del Pau –le dijo.
- ¿Hubo víctimas?
- Tres muertos, incluso el alcalde.

246
El clima en el país se había tornado más violento durante los últimos años
y se dieron cuenta de lo vulnerable que era su propia existencia. Pero
aparte de estar atentos, tenían fe en providencia. Después de que Brigitte
hiciera algunas llamadas telefónicas, decidieron ir a dormir. La mamá
tomó a Fred del corralito y juntos subieron las escaleras. El pequeño aún
dormía con sus padres.

Al amanecer, el día siguiente, el grupo de recolectores de uvas se dirigió


hacia el viñedo que da al sur. Por encima de los valles de las regiones de
los cátaros pendía una neblina mística aquella mañana. Una vez dentro del
viñedo, Henrik le dio a cada uno un balde y un cuchillo para cortar los
racimos de uvas. El grupo estaba compuesto de tres hombres de Limoux,
alguien perdido de Basque y dos muchachas que viajaban desde
Dinamarca. La carreta de madera en donde debían vaciar los baldes llenos
ya estaba en su lugar.
- Bien, todos, a trabajar –ordenó el empleador y todos rápidamente se
dirigieron a sus hileras.
- Ah, y hay bebidas para ustedes al lado de la carreta –dijo después. Un
rato después, se vaciaron los primeros baldes y se bebió un poco de agua.
Alrededor de las nueve, la esposa del jefe trajo algo de comida y repartió
baguettes y un surtido de queso. Aunque era temprano aún, los franceses
bebieron un vaso de vino con el pan y el queso. Las muchachas danesas
prefirieron agua simplemente. Luego de un breve paréntesis, la cosecha
continuó. El sol se tornó más brillante y la neblina desapareció. Los
cálidos rayos sobre la piel de cada uno hizo el trabajo placentero y ellos
cantaban y hablaban.
- Probablemente tengan un dolor de espaldas durante los primeros dos días
–Henrik le advirtió a las dos damas, quienes nunca antes habían hecho este
tipo de trabajo. Pero ellas no lo tomaron en serio. Para las once y media el
sol estaba tan caliente que todos estaban empapados de sudor. Por suerte,
se acercaba la hora del almuerzo y todos regresaron a Cave Lagneaux, en
donde una comida de mucho trabajo los estaba esperando. Los
recolectores dejaron sus zapatos sucios al lado de la puerta y se sentaron
en el lugar para comer.
- ¿Cuál de ustedes podrá ayudarnos por todo el mes? –Henrik preguntó
cuando se sentó a la mesa–. Hay mucho trabajo que hacer. La fruta aún
debe ser clasificada, limpiada y prensada.
Los cuatro hombres dijeron que podía quedarse y continuar, pero las
muchachas danesas querían seguir su viaje. El grupo comenzó a comer y
tuvieron una agradable conversación a la mesa.
- Su esposo subió un poco de peso debido a su talento culinario. Recuerdo
que solía ser un pequeño mequetrefe –dijo Jules, uno de los pueblerinos.

247
- Sí, claro que lo fue. Finalmente se está dando cuenta de lo que tiene.
Supongo que tal vez es la cocina francesa –Brigitte acordó.
- No, me reencarné –su marido bromeó.
- ¿Quién quiere más para beber? –preguntó Brigitte mientras se levantaba
para ir a buscar un bol extra de berenjenas al horno.
- ¿Tiene jugo de uva? –las damas del norte preguntaron.
- Sí, lo preparamos nosotros –y fue hacia la cocina.
- Larson prepara el vino más puro de toda la región –Jules informó al
grupo–. No hay nada artificial en su vino.
- Gracias por el cumplido, Jules. Es verdad; nuestro vino es puro y natura
–Henrik admitió. Brigitte regresó a la mesa con el jugo y les sirvió un
poco a las muchachas.
- Cuidado, no beban demasiado –Henrik advirtió–. Me di cuenta de que
ustedes muchachas ya han estado comiendo bastantes uvas. Tiene un
efecto laxante, ya saben.
De pronto, Fred comenzó a gritar. Estaba completamente solo en el
corralito y nadie le estaba prestando atención.
- ¿Qué variedad de uvas usa? –uno de los hombres preguntó. Henrik
acababa de poner un bocado de alimento en su boca y comenzó a
ahogarse.
- Pinot Noir y Chardonnay –contestó tosiendo, y Jules, quien esta sentado
al lado de él, le dio una palmada sobre la espalda. Un ratito más tarde, la
maduración del vino se convirtió en el tema central de la conversación y
Henrik les contó a ellos sobre la bodega añeja, la cual se encontraba
debajo de toda la casa y a la cual se podía llegar desde la sala de estar.
- Después del almuerzo, se los mostraré. Algunos de los toneles originales
aún están allí abajo –expresó apasionadamente.
Pero tras el almuerzo todos querían ir directo al jardín para relajarse un
rato, así que dejaron pasar su invitación. Todos se sentaron en la sombra
de un gran manzano y comieron algo de chocolate. Después de que todos
hubieran descansado lo suficiente, regresaron al trabajo. Luego de estar
muchas horas bajo el sol y de vaciar los baldes, el día terminó y los
trabajadores tomaron una ducha refrescante en la granja. Tras recibir el
pago, todos se fueron a sus hogares felices.

Esa noche, Brigitte había abierto todas las ventanas. No había un poco de
viento en ninguna parte.
- Está tan calmo y pesado –dijo su marido–. Parece la calma antes de la
tormenta, como dice el proverbio.
Cansado pero feliz, se sentó al lado de su esposa en la sala. Los niños
estaban jugando con Lego.
“Son pequeños tesoros tan maravillosos”, pensó el padre mientras los
observaba cariñosamente. Los amo muchísimo y por un momento los

248
mantuvo en su corazón. Sintió que la felicidad se apoderaba de él. Al
mismo tiempo, el escudo de armas del siglo dieciséis al lado de la puerta
del frente comenzó a moverse de un lado al otro y el chirrido siniestro lo
sacó del ensueño en que se encontraba. Brotó en él una profunda
percepción oculta y se le pusieron los pelos de punta.
“Dios mío, he pronunciado algo terrible”, se dio cuenta de repente, “estaba
adorando a mis hijos como si fueran dioses”.
De pronto un viento extraño soplaba por la casa. Era el aliento del
demonio.
- ¡Cierra todas las persianas! –recalcó Henrik.
- Este viento da miedo –expresó Brigitte, asustada y rápidamente se dirigió
hacia las ventanas. En un minuto, el viento se transformó en una tormenta
hecha y derecha. Mientras su esposa serraba las ventanas en el piso de
abajo, Henrik fue corriendo hacia las ventanas abiertas del segundo piso.
El viento bramaba a través de las habitaciones y las cortinas se hamacaban
en el aire. Con rapidez cerró las persianas. Al volver a la planta baja,
ayudó a su esposa con las puertas corredizas del espacio de para guardar
cosas detrás de la casa. Un verdadero huracán estaba viajando por toda la
región y afuera la atmósfera parecía embrujada.
- ¡La puerta del ático todavía está abierta! –Brigitte de repente recordó y
su marido corrió a toda velocidad devuelta hacia el piso de arriba. Luego
se refugiaron juntos en la sala de estar al mismo tiempo en que todas las
ventanas vibraban y se sacudían con fuerza.
- Algo o alguien quiere matar a nuestros hijos –expresó Henrik de repente.
- ¿Qué? ¿Qué quieres decir? –su esposa tartamudeó.
David oyó hablar a su padre y lo miró profundamente con sus ojos azules
brillantes.
- Sólo se pondrá peor –Henrik predijo–. Lleva a los niños al sótano y clava
todas las puertas y las ventanas. No hay mucho tiempo; debo ir ahora.
- ¡Por favor, dime lo que e está sucediendo! – Brigitte preguntó con
urgencia.
- No me preguntes por qué –le respondió–, no puedo explicarlo… estoy
siendo arrastrado por algo superior.
Se apresuró hacia la puerta del frente y miró a su esposa y a los niños una
vez más.
“Es probable que jamás volvamos a vernos”, pensó, desconsolado. Luego
cerró la puerta detrás de él. En la oscuridad, Larson se abría camino con
mucha fuerza a través de la tormenta hacia las colinas y repetidas veces
debía sujetarse fuertemente de los arbustos y de los árboles. Sus racimos
de uvas estaban siendo arrancados del suelo y pasaban volando delante de
él. Cuando llegó a la cima de la colina vio cómo el río se había tornado en
una masa de agua virulenta y se estaba extendiendo de manera extraña e
inquietante por toda la tierra. Por un momento dudó, pero luego decidió

249
huir de casa lo más lejos posible. Tal vez para atraer al diablo y alejarlo de
su familia. A medida que corría por las colinas, las oscuras nubes parecían
estar siguiéndolo. Después de unas pocas millas, él se detuvo para
recuperar el aliento detrás de un árbol sólido y resistente y comenzó a
preocuparse por su esposa e hijos. Exactamente en ese mismo momento,
un remolino maligno arrancó el techo de su granja y los contenidos de toda
la casa volaron por el aire. Ollas y sartenes, trastes, ropa, libros, mesas,
una tabla de planchar, camas, todas las cosas volaban como si fueran
ingrávidas. Incluso las persianas que habían sido cerradas y clavadas no
recibieron clemencia y en la sala las sillas bailaban por el piso. El antiguo
armario espejado explotó y miles de astillas de vidrios regaron el interior.
A una corta distancia, Henrik se quedó quieto mientras se preguntaba qué
hacer sin darse cuenta del desastre.
“No puedo permitir que el miedo me controle”, se reprendió a sí mismo y
se obligó a correr nuevamente. Un viento violento pronto lo tiró al suelo y
se lastimó con las ramas y las rocas. Logró levantarse, pero enseguida lo
volvieron a arrojar al piso. Ante el rostro de la muerte, debió pensar en
aquello que significaba mucho para él.
“Me pregunto si ¿mi familia está viva todavía?” pensaba cuando de pronto
un cruce de percepciones ardía sobre la frente.
- El diablo destruye todo aquello en que piensas –una voz interior le dijo.
Henrik estaba aterrorizado por esas conclusiones y rápidamente intentó
cambiar sus pensamientos.
“No pienses, no pienses”, se decía a sí mismo. El dios del demoníaco
clima se dio cuenta de su resistencia e inmediatamente montó en cólera.
Henrik fue elevado y salvajemente aplastado contra el tronco de un árbol.
Su caja torácica crujió peligrosamente y él gritó desesperado de dolor. Con
la mayor dificultad, controló las imágenes de sus pensamientos, los cuales
no eran más que un escape de la realidad.
“Deberé encarar una confrontación con ese diablo. No queda nada más que
hacer”.
Fue la gota que rebalsó el vaso, su arma era la verdad y la sinceridad, y la
usó para quebrar esos pensamientos sobre alguien o algo. En respuesta,
todo el infierno estalló profundamente. Henrik intentó sujetarse con fuerza
de otra rama, pero voló igual que una pequeña pluma. Finalmente, dejó
que lo llevaran como a una víctima que no ofrece resistencia, pero
mantuvo su fe intacta. Incluso amablemente dejó que lo azotaran, lo cual
solo logró empeorar la catástrofe demoníaca. Su entrega a Todo Lo Que
Es, lentamente causó un giro y, aplacado, él notó una figura. La forma
poco clara apareció muy alta por encima de él e hizo un ruido tremendo.
Luego las nubes en el cielo comenzaron a moverse en círculos alrededor
de esa figura y atenuaron al demonio delirante, quien sin prisa pero sin
pausa comenzó a desvanecerse. Después de una última convulsión, el

250
diablo abandonó y se disolvió en el aire. El tornado luego se enfocó en el
abatido granjero del vino, quien no pude hacer otra cosa más que
entregarse. El remolino resultó ser benevolente y su poder lo llenó de pies
a cabeza. Cuando su cuerpo había absorbido hasta la última gota, la
tormenta amainó y la naturaleza se tranquilizó. Henrik se sentó,
estupefacto y sin habla, y mojó con saliva sus heridas. Luego el vio a un
fantasma que agonizaba. El fantasma tenía puesto una bata que le colgaba
hasta sus pies y alrededor de su pecho usaba una banda de oro. Su larga
barba era tan blanca como la nieve y sus ojos ardían como el fuego. En su
mano izquierda sostenía bastón con siete estrellas y su rostro brillaba
como el sol del mediodía. Asombrado, Henrik se levantó y observó la
maravilla. El fantasma le extendió su mano en señal de amistad y dijo:
“Soy Michaelis Nostradamus y durante siglos tuve que esperar en el
purgatorio a una persona inmaculada y pura que pudiera liberarme. El
séptimo valle ha sido completado y mi alma finalmente puede ahora
descansar. Tú eras la última llave y como muestra de mi agradecimiento
mi luz siempre continuará brillando en ti”. Su voz sonaba como una
imponente catarata.
“Mis profecías están destruidas a partir de este momento”, continuó. “El
genio regresa a su botella. Además sólo representé mi papel. Estuve
muerto, pero ahora viviré por siempre, por la eternidad.” La aparición
comenzaba a desvanecerse.
“Tu familia aún vive. Están bien, pero ahora debo irme para despedirme de
mi corazón humano.” Muy conmovido, Henrik elevó sus brazos y los
abrió ampliamente, respondió: “La Tierra siempre te recordará, Michel”.
Nostradamus asintió con la cabeza, tomó un último aliento en el aire
tranquilo y en el momento final dijo: “El tiempo no es nada, el anhelo del
amor lo es todo”, y lentamente, su alma desaparecía entre las nubes. El
cielo se aclaró y el granjero del vino observaba. En los cielos, una nueva
estrella se podía ver.

251
Se usaron las cuartetas de Las Profecías

C.8.1
Pau, Nay, Loron más fuego que a sangre será,
Nadar en halagos, el grande, de los seguidores huirá:
Los hostigará y su ingreso rechazará,
Pampon y Durance presos los mantendrá.

C.1.1
Solo, en una noche absorto en un trabajo secreto
Me hallaba en un sillón de cobre sentado
La llama que del vacío enciende el fuego de un éxito
En donde la frivolidad es pecado

C.9.90
Un capitán de la formidable Germania
Logró ser rey de reyes
Con el falso apoyo y ayuda de Pannonia
Su revuelta causa ríos de sangre

C.2.70
La flecha del cielo hace su viaje;
La muerte habla; una gran ejecución
La piedra en el árbol; una raza orgullosa humillada
Monstruo humano; limpieza y castigo

C.1.63
El mundo debilitado se recupera
Por todas partes reina La paz duradera
La gente viaja por los aires, cruzando mar y tierra
Después habrá nuevamente una guerra

C.2.57
El gran hombre caerá antes del conflicto
Un asesinato significativo; muerte muy pronto y lamento
Nacido imperfecto, debe nadar a menudo
La tierra cerca del río cubierta de sangre

C.2.89
Dos grandes líderes se hacen amigos
Su enorme poder crecerá
El nuevo país alcanza su punto máximo
Se recuenta la cantidad de Rojos

252
C.1.35
El joven león derrotará al más viejo
En campo bélico por singular duelo
En la jaula de oro sus ojos atravesará
Dos heridas en una, una muerte cruel.

C.6. 97
De cinco a cuarenta grados el cielo arde
El fuego se acerca a la nueva ciudad
Tras la magnitud de grandes explosiones
Así los norteños se doblegan

C.8.77
El anticristo pronto destruye los tres
Su guerra se prolongará por veintisiete años
Los no creyentes: capturados, muertos o prohibidos
Cadáveres y granizo rojo desparramados por la tierra

C.10.72
En el año 1999, siete meses
Un rey del terror desde el cielo vendrá
a resucitar al gran rey de Anglomois
Antes y después, Marte reinará con dicha.

C.5.68
Al Danubio y al Rhine a beber vendrán
El Gran Camello sin remordimiento
Cerca de Rhône y Loire la violencia estallará
Cerca de los Alpes, el Gallo lo arruinará

C.1.91
Los dioses mostrarán
que ellos determinan la guerra
Después del silencio, el cielo lleno de armas y misiles
El peor de los daños se encuentra a la izquierda

C.2.62
Mabus perecerá pronto y luego vendrá
Una terrible destrucción de humanos y animales
De repente la venganza aparecerá
Cien manos hambrientas apenas caiga el cometa

253
C.9.7
Aquel que abriera la tumba encontrada
y no la cerrase inmediatamente
se apoderará de aquel, el diablo misterioso
Será mejor que seas el rey de Britania o Normandía

Todos los versos originales se encuentran en www.nostredame.info

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