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DEL AMOR A LA DESESPERANZA

Ferreyra, Laura, Liliana


IES 9-023

Santa María Conill1 expresa en su novela, La ciudad de barro, el retrato de la sociedad


mendocina de las primeras décadas del siglo xx. Sus barrios, particularmente la cuarta
sección, en torno a la Iglesia de la Merced, sus costumbres y sus vicios políticos. Este
retrato lleva implícita una denuncia de las actitudes fraudulentas de las conductas sociales
y políticas, que el autor intenta mostrar como en un espejo que revela el verdadero rostro
de la sociedad mendocina de comienzos del siglo xx. La novela da cuenta de la actividad
política de Mendoza durante esa época teniendo como eje motivador el relato del amor
entre Marta Duprat y Julio Esquivel.
En cuanto al narrador de la novela es omnisciente. Conoce íntimamente a los
personajes, realiza reflexiones, opiniones y críticas a la sociedad y a la política de
Mendoza. Desde un lugar alejado observa la situación de “la ciudad de barro”. Trata a
los candidatos como “secuaces” y no como hombres respetables que merecían el apoyo
del pueblo. La victoria de un partido era comparada con ganar la lotería, una abundante
ganancia o la codiciada impunidad.
La opinión del narrador se representa, en ocasiones, entre paréntesis como en este caso:
“(¡Abolida la miseria, que impera sobre el mundo desde que Natura tiene la humorada de
forjar a unos hombres más inteligentes, más fuertes o más miserables que a otros…!)”
(98). La frase alude a que la miseria o las desigualdades siempre han existido porque la
misma naturaleza nos hizo diferentes. Ningún candidato sería capaz de terminar con ella
nada más que con promesas mágicas.
El mundo de la novela muestra un amor leal, paciente y desinteresado, que se ve
defraudado por otros deseos desmedidos. Marta Duprat, enamorada incondicional, es
abandonada por su novio, a punto de comprometerse en matrimonio. Luego de un tiempo,
este reflexiona y quiere retomar la relación con su bella novia. Julio Esquivel, un abogado,
hasta ese momento, sin ninguna preocupación más que la de sí mismo, luego de haber
pedido perdón, se propuso hacer cualquier cosa para recuperar el amor de Marta.
En esa época la ciudad de barro en la que viven Marta Duprat y Julio Esquivel
albergaba un montón de apariencias, así lo explica el narrador cuando dice que “se vivía

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Nació en Mendoza, Capital, el 28 de marzo de 1896 y falleció en la misma ciudad el 1 de diciembre de
1956. Escritor, periodista e incansable propulsor de la educación primaria.

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generalmente para el afuera” (33). En los suburbios el adobe permanecía pelado sin
coberturas, mostrando la pobreza y la precariedad. En la ciudad era ocultado o
reemplazado por cemento, con finos arreglos que mostraban la alcurnia de las familias,
últimamente enriquecidas. Como si el barro, del que todos fuimos hechos, según dice la
Biblia, significara una marca de desprestigio y bajeza. Era necesario cubrirlo con bellas
fachadas para mostrar la superioridad de los ricos y ocultar su mezquindad humana. En
esencia desde los cimientos, toda la ciudad era de barro, como metáfora de la igualdad no
reconocida de sus habitantes.
Marta, una señorita como muchas de la ciudad, es presentada por el narrador como
aquellas mujeres que no han perdido su inocencia y que creían que el amor obraba
milagros. Concurría a los oficios religiosos, paseaba por la ciudad por las tardes y así
transcurría su vida. Una vida caracterizada por el narrador como “La asfixiante vida
provinciana…” (11). La vida de la mujer mendocina de buena familia es expresada en la
siguiente cita: “En provincias, la mujer sensata (…) no tiene más refugio que su casa”
(107). Marta era hija del bodeguero José Arturo Duprat que se enriqueció a causa del
alza del precio de los vinos y de doña Rosa Pinares de Duprat de familia de alcurnia
venida a menos.
El enriquecimiento de los bodegueros fue a causa de los arreglos políticos. Para ilustrar
tal abuso sobre el provinciano y el viñatero en general, se utiliza la siguiente
comparación: “le acontece lo que a la hormiga, que siempre ve cercana la miguilla, pero
jamás el pie que la aplasta” (19). A costa de los viñateros las bodegas se habían
enriquecido.
Este cambio en la economía de los Duprat produjo la mudanza de la familia a la ciudad
y es allí donde conoce a Julio. En ese momento a Esquivel le agradaban todas las mujeres
y no estaba dispuesto a perder su libertad. Hasta que, convencido de querer formar una
familia, pide disculpas a Marta, ya que antes había escapado de sus obligaciones de
prometido, y de esa forma renueva las ilusiones de casamiento de su novia.
Si para Julio las mujeres eran su debilidad, para su amigo, Pancho Marino, las mujeres
mendocinas, tenían olor a productos de mar y gobernaban a sus maridos políticos
haciéndoles liberar a presos o hasta acordar subsidios a instituciones inútiles. Eran bellas,
pero tenían los pies enormes. Para él, el hombre mendocino estaba regido por “el sexo
delirante” (39): las mujeres.
Julio había abandonado a Marta en dos oportunidades: en una, argumentando la mala
posición económica de su familia y el no poder brindarle nada. Asimismo, él era un

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abogado ocioso, dedicado a vegetar, sin apremio por el dinero y sin urgencia por su
prestigio.
Por su parte, el corazón de Marta se había henchido de felicidad luego de que su novio
arrepentido de su abandono, deseaba retomar la relación. Decía muy convencido de sus
palabras que su vida entera era y sería siempre de Marta.
La familia de la muchacha pensaba que Julio iba a cambiar y obtener un gran puesto
político, como se dice popularmente sentaría cabeza, pero en tanto pasaba el tiempo Julio
no mejoraba, por el contrario se corrompía. La política era una manera de superarse
rápidamente sin mucho esfuerzo ya que él entraría por la ventana, expresión que se refería
a formas irregulares de entrar en la vida pública. Se vería en poco tiempo en condiciones
para casarse con Marta y hacerla feliz.
En cuanto a los personajes, uno que aparentemente frío, es el más centrado en sus
ideas es el ya mencionado Pancho Marino. No tenía suerte con las mujeres por sus
prejuicios. Siempre atento a la amistad que lo unía a Julio y siempre manteniéndose fuera
de la política que consideraba un “fumadero de opio del que no se salía sino por la puerta
de la tragedia” (167). Estas palabras de Marino que se reiteran a lo largo de la novela
preanuncian el desenlace de su amigo Julio.
Los demás personajes giran alrededor de la pareja, las mujeres chismosas de la
sociedad, que observan la relación con ánimo cizañero y también las “queridas”
refiriéndose a las mujeres fáciles que rondaban a los hombres de poder , los pobres que
pedían en su lenguaje de gente sin escuela2, y los correligionarios, algunos de los cuales
eran matones y asesinos.
El doctor Ceballos, un personaje invulnerable, era un viejo político conocedor de los
entreveros de la vida pública. Se limitaba a dar órdenes y arengas a los hombres para
combatir al partido opositor y así ganar votos.
La prensa jugaba un papel importante. Uno de los periódicos era El Intransigente en
donde trabajaba su amigo hebreo Kirtzoff quien defendía con sus publicaciones a Julio,
ante cualquier supuesta calumnia. De forma que resulta significativa el contraste entre
este personaje y Marino. Mientras que Kirtzoff agranda la importancia aparente de Julio,
Marino, su verdadero amigo intenta alejarlo de los vicios de la política.

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El lenguaje de gente humilde y de algunos matones se ve plasmado en frases como las siguientes:
“-¡Lla’stuvo, maula…!¡pasa la tetera , cabezón!”
“-¡Hij’ue porra…! ¡Lindo va el sonso si no si apaga…!”

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La política era el futuro prometedor que Esquivel tenía como meta. Hijo de don Celso
Esquivel, oficial de fortín, había heredado ciertos métodos violentos para obtener lo que
quería. Por ello, pasó de ser un joven veleidoso, adorable que olía a violetas y que era
capaz de “bajar al fondo de la tierra o ir donde las antípodas” (55) o de pronunciar un
soneto de Dante y hasta parecer cursi por su amada, a ser un hombre magro, inquieto,
desesperado, pervertido por el comité y depravado por excesos de todo orden.
Su comienzo en la vida política consistió en acudir a velar el cadáver de un
correligionario, hecho que pasó a ser un macabro presagio de su destino. Como una nube
negra encima de su actividad partidaria.
El sufrimiento de Marta, solo había tenido consuelo cuando creyó, alentada por sus
promesas, que recuperaría a Julio. A pesar de las noticias que le llegaban acerca de los
abusos que cometía, ella seguía esperándolo aunque las dudas la invadieran.
Durante toda la novela los protagonistas viven en mundos distintos. Marta metida en
su casa, siempre a la espera de las cartas de Julio o de alguna noticia, en compañía de su
prima Alicia. Sus horas de encierro las dedicaba a sus labores favoritas: “en el costurero
a solas con la magnífica Singer, bordó, plisó, festoneó” (107). El mundo de Julio giraba
alrededor de los comités, las reuniones, las mujeres fáciles, el trato con los pobres, a los
que solo regalaba falsas esperanzas y las represalias sangrientas contra los opositores.
En la obra, tanto la vida y el amor como la política, se ven como un juego de azar,
cambia todo, ya sea con un golpe de dados, de naipes o un duelo de sables. El mencionado
duelo se refiere a una afrenta que Julio había tenido con un opositor que lo acusaba de
“infidencia grave”. Para su desagravio Esquivel quiso batirse, aún sin tener conocimiento
de esgrima. Afortunadamente el oponente no quiso dañarlo nada más que en sus labios,
por lo cual tuvo que dejarse crecer el bigote como su padre, al que en una reyerta similar
le había ocurrido lo mismo. Los naipes de la política habían desplazado su vida con
Marta. El señor Duprat pudo comprobarlo cuando lo encontró jugando a las cartas, con
un cigarrillo tieso entre los labios, muy delgado, los ojos hundidos en su cara huesuda. El
otro jugador era un hombre bien vestido cuyo rostro estaba cruzado de cicatrices,
muestras de su ocupación de matón a sueldo.
Por largos periodos de tiempo él iba poblando los momentos robados a su novia con
tiroteos, palizas y asaltos a los comités opositores. Los naipes de la política corrupta lo
habían seducido más. Julio era heredero de viejas artimañas, desde don Juan Manuel de

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Rosas3. No obstante era usado por los nuevos candidatos astutos, como Ceballos, que sin
ensuciarse las manos, se lo describe como “imperturbable de maneras e impenetrables de
intenciones” (157).
Sin embargo, Marta mantenía la esperanza de que el juego de la política no hubiera
cambiado a su novio. Pero las mismas trampas seguían vigentes y Julio copiaba antiguas
mañas4. Como un ludópata, no podía abandonar y malograr su prestigio y alejarse de sus
tareas con el partido. Competición o juego que no debía perder por ninguna razón y
utilizando cualquier medio para ganar. El comité y la corrupción lo separaron de su amor
y como un muro de piedra se alzaron entre él y sus urgencias sentimentales.
Así como quien da vuelta una carta de naipes, así cambió Julio Esquivel e hizo padecer
su desamor a Marta Duprat en aquella ciudad de barro que iba cediendo al hormigón y
al esnobismo de Norteamérica.
Finalmente víctima de su propio accionar, es asesinado de un certero balazo en el cuello.
Jamás quiso escuchar a su amigo Pancho Marino que quería apartarlo, según sus palabras,
del “pudridero del odio estéril, minúsculo, provinciano, que nada creaba ni nada
construía” (167).
Era el segundo abandono en donde el amor de la pareja se ve invadido por las
actividades políticas que Julio termina priorizando y dejando de lado la relación
sentimental. Posteriormente la muerte terminó de separarlos, habían matado a Julio
Esquivel. El amor de una mujer bella como Marta, no pudo contra las ambiciones de su
novio.
Con el correr del tiempo la pobre Marta Duprat había tenido que resignarse a la pérdida
de su amor, pero esta vez para siempre. La primera vez, para olvidar su abandono, su
padre la lleva a San Rafael. Pero en esta última oportunidad, debido a su muerte, la familia
entera viajó a Buenos Aires, quizás para siempre.
Su amigo Pancho Marino intentó explicarle que el poder era para crear, construir, y
edificar buenas obras para el pueblo. Esa debía ser la función de la política5. Pero Julio

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Resulta llamativa la relación con el poema “El truco” en donde Jorge Luis Borges compara la figura de
Juan Manuel De Rosas con el as de espadas, significado de omnipotencia y poder absoluto. El narrador
de La ciudad de barro lo considera como: “Un señor metido entre plebeyos. ¿Qué creó…? ¡La tiranía…!
(187). On line http://www.escribirte.com.ar/destacados/3/borges/textos/9/el-truco.htm
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Al menos desde Machiavelo y Hobbes, el amor ha sido expulsado sistemáticamente de la política. Desde
entonces se ha impuesto que el amor ha sido suprimido; como algo ajeno a la política e ineficaz para el
logro de sus objetivos. ( Luis Ferreiro, Director de Acontecimiento)
5
La política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para
alcanzar ciertos objetivos. También puede definirse como una manera de ejercer el poder con la intención
de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una

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Esquivel, prometía, mentía y mataba para sus logros personales. Por eso el narrador
compara a los candidatos políticos con donjuanes prometedores y regaladores, que no
tienen afán de patricios animosos abrazados por el amor a sus hermanos sino amor al
poder y al dinero.
La política de la Mendoza de esa época malogró un amor puro y romántico6. Julio se
había convertido en un perverso, a tal punto de querer violar a su novia en una de las
pocas visitas que últimamente realizaba a su casa.
Como conclusión vemos que la novela nos muestra que el amor a veces no todo lo
puede. Marta vivió con la esperanza de rehacer su vida con Julio. Él la amó, pero
mezquinamente antepuso su ambición de poder y libertinaje a una vida honesta y
tranquila. Julio, en un primer momento tuvo la intención de formar una familia, luego se
vio atrapado en el juego de la política del que como su amigo, Pancho Marino le había
advertido, solo salió entregando su vida.
La pareja de Julio y Marta fue víctima de la política fraudulenta de la época que se
valía hasta del asesinato para obtener el triunfo en las urnas y que los separó para siempre.
Él se dejó llevar por los trucos de la política, por sus ambiciones de poder y
reconocimiento y olvidó el amor verdadero que le brindaba Marta. Un amor leal que lo
esperó siempre, pero que siempre fue abandonado.

Bibliografía/web grafía
Fuente:
“La ciudad de barro”, Alejandro Santa María Conill, 1990, Ediciones culturales de
Mendoza
El amor en el corazón de la política, L. Ferreiro -
www.ignaciodarnaude.com/.../Amor,corazon%20de%20la%20politica.p...de
(consultada el 01/12/14 21:00HS)
http://elpais.com/diario/2008/08/14/opinion/1218664804_850215.html (consultada el
01/12/14 22:01HS)

sociedad. La utilización del término ganó popularidad en el siglo V A.C., cuando Aristóteles desarrolló su
obra titulada justamente “Política”. http://definicion.de/politica/#ixzz3LRCe4R9I
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Amor y política tienden a la obsesión monotemática, a excluir todo lo demás para imponerse, es decir -
en los casos más graves e incurables-, al romanticismo. Fernando Savater Catedrático de Filosofía de la
Universidad Complutense de Madrid.

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