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DESDE LA PROCACIDAD DEL ALMA

Antes de empezar a esbozar estas palabras, tenía dos opciones. Pero, en mis
circunstancias –una simple trabajadora del poder judicial-, la mera alusión me
parecía desconsiderada. Y, sin embargo, temía incurrir en una incuestionable
imprudencia si iba en pos de una inmediatez desconsiderada. Venció la
honestidad. He dispuesto el territorio donde mis palabras han de aniquilarse.
Ahora, cuando quisiera -cuando debiera- empezar a hablar del equipo de trabajo
con que he trabajado, prefiero la humana conveniencia de pronunciar lo que me
dicta el corazón apoyado en la razón a fin de no guardar silencio.

No hay duda que las grandes obras se gestan desde las raíces del corazón.

Las palabras que he de pronunciar surgen de la imperiosa necesidad de expresar


gratitud y reconocimiento a todo el equipo que hemos logrado formar en esta
coordinación de servicios judiciales, a ustedes expreso mi eterna gratitud por
haber contribuido a iluminar y enriquecer distintos espacios marginados en
nuestra sociedad, gracias por dibujar sonrisas en los rostros de niños y ancianos
olvidados.

Gracias por dejar el alma en cada jornada, ya sea de recaudación, asistencia


social, pericias contables, psicología, medicina o notificaciones, cualquiera haya
sido el área en que nos tocó desempeñarnos, demostramos de qué estamos
hechos, siento verdadera emoción cuando a ustedes me refiero en mi
cotidianeidad, la alegría se dibuja en mí, porque a pesar de tener puntos de vista
disímiles, hemos confluido en potenciar el enfoque de entrega y sacrificio.

Creo que esta valoración no llega solamente a la obra extraordinaria de este


equipo de trabajo, sino que hace visible la trayectoria de una serie de esfuerzos
que convergen en el Poder Judicial al que dignamente pertenecemos.

Al reconocimiento, es preciso sumar la reflexión sobre el inmenso trabajo de


nuestros aliados acaso con menor reconocimiento, pero no menor
responsabilidad en lo que actualmente reconocemos como una labor de mucha
trascendencia que nos ha tocado realizar. Es con esta visión que la oficina de
servicios judiciales acoge y promueve la iniciativa de cada trabajador, porque de
ahí surge la erradicación del no ser tomado en cuenta, y muy por el contrario
influyen en amalgamar el pensamiento crítico y autocrítico que debe prevalecer
en todo grupo de trabajo.

Hacía algún tiempo que no sentía la proximidad de una verdadera alegría, y este
grupo humano con quienes he trabajado me ha permitido sentirla, no sólo eso,
sino también la asombrosa impresión de que, felizmente, siguen existiendo
expresiones de sensibilidad humana en este enmarañado mundo del trabajo
esforzado; un equipo de trabajo no llega a ser innovador sin una motivación que
subyugue, y aquí lo hemos conseguido.

Sin estridencias, sin mucha publicidad, el trabajo desplegado se va consolidando


como una de las más vitales de las que se exhiben en el recuento de lo realizado
en el poder judicial, se obtuvo una certificación internacional gracias al esfuerzo
de todos y eso también es digno de reconocer y felicitar.

No hay duda que vivimos en un mundo vertiginoso. Las exigencias laborales y


personales nos han empujado a correr de aquí para allá, tratando de coordinar
horarios, satisfacer agendas recargadas y cumplir con compromisos familiares.
En medio de todo este caos que nos toca vivir de uno u otro modo, el equipo de
trabajo que conformamos se ha dado maña para robarle tiempo al tiempo y así
cumplir con lo encomendado.

Después de lo ya dicho, en afecto a la justicia social, la oficina de servicios


judiciales expresa gratitud sostenida, sin embargo, no hacemos un mea culpa
por otros, tampoco asumimos como un reto los que le corresponden a todos los
trabajadores, desde nuestra esquina, protestamos por un futuro ataviado de
gloria y lo declaramos, con tal descaro que esperamos llegue como una bofetada
cargada de compromiso social, a fin de extraer culpas que estuvieron disfrazadas
de mutismo.

MUCHAS GRACIAS.

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