Professional Documents
Culture Documents
14/02/2018
Juan Pacheco nace en Belmonte (Cuenca) en 1419, siendo su nombre completo Juan
Fernández Pacheco y Téllez Girón. Era hijo de Alonso Téllez Girón y de María Pacheco. Muere a
los 55 años de edad en Extremadura, en un pueblo cercano a Trujillo. La familia de Pacheco fue
de origen portugués.
El príncipe Pedro, hijo de Alfonso IV, se enamoró de Inés cuando ella acompañaba a la princesa
Constanza Manuel, que era quien iba a casarse con el príncipe. Al morir Alfonso IV de Portugal
y sucederle su hijo Pedro, Diego Pacheco huye a Castilla temiendo las represalias del nuevo rey
por el crimen de Inés. Pedro de Portugal llega a un acuerdo con el entonces rey de Castilla,
Pedro I el Cruel, para la entrega de los refugiados portugueses en Castilla, pero Diego huye de
nuevo a Aragón para evitar su extradición. En Aragón se reúne con el nuevo rey de Castilla,
Enrique II (el de las Mercedes), y entra a formar parte de las tropas del fundador de la dinastía
Trastámara en Castilla.
Juan Pacheco, el peor Valido del siglo XV
Juan Pacheco siempre quiso aprender de su señor, Álvaro de Luna, pero no respetando su
posición, sino quitándosela poco a poco sin escrúpulo. El carácter de Pacheco no era el mismo
que el de Álvaro de Luna. Su única meta era la de ganar poder y riqueza para convertirse en
grande del reino sin preocuparse de lo demás. Así comienza su andadura siendo privado del
príncipe y tan solo en dos años consigue entrar en el Consejo Real, además de tener las llaves
de Segovia, donde residía el príncipe. La cadena de donaciones no para hasta que recibe el
marquesado de Villena después de la primera batalla de Olmedo (1445). Los nobles empiezan
a sospechar que Pacheco se está convirtiendo en el Álvaro de Luna de Enrique IV.
Se casó tres veces y tuvo doce hijos legítimos y cinco o seis hijos bastardos. Casi todos ellos
llegaron a casarse, por interés político y económico de Pacheco, con noblezas rivales o
enemigos como medio de aumentar y asegurar su posición, dentro de su estrategia para
alcanzar su única meta: aumentar su poder y su patrimonio. En realidad, no se consumó el
primer matrimonio impuesto por Álvaro de Luna con la prima del condestable y solo con el
segundo matrimonio con la hija de Portocarrero, sobrina carnal de la primera esposa del
condestable, María Portocarrero (VII señora de Moguer), tuvo todos esos hijos.
Entre 1445 y 1454, después de la primera batalla de Olmedo (1445) con el triunfo sobre los
infantes, los hermanos Juan Pacheco y Pedro Girón fortalecen su posición en el reino como
nuevos ricoshombres. Las posesiones de Juan de Navarra (futuro Juan II de Aragón) pasan al
dominio de Pacheco, por lo que el resto de su vida temerá que cuando vuelva Juan de Navarra
le reclame sus posesiones, razón por la cual Juan Pacheco siempre se opondrá al matrimonio
de Isabel con Fernando, ya que este era hijo de Juan de Navarra.
Los dos hermanos actuaban de tal forma que Pacheco era el cerebro y Girón el brazo militar.
Van obteniendo posesiones cada vez que ocurría algún conflicto y por los servicios prestados
recibían donaciones del rey. Así, en la zona de Extremadura entraban en sus dominios
Medellín y Trujillo, y en Murcia, Jumilla, a pesar de la resistencia por parte de la familia
Fajardo. Entre las villas que recibieron en concepto de donación real se encuentran las
siguientes: Almansa, Lerma, Logroño, Barco de Ávila, Chinchilla, Castillo de Garcimuñoz, Moya,
Cea, Castrojeriz, Hellín, Albacete, Tobarra, etc. El marquesado de Villena iba creciendo de
forma espectacular ya que Pacheco estaba haciendo trueque para quedarse con las villas y
localidades cercanas y vendía las posesiones que ubicadas lejos de su territorio. Cada vez que
tenía la intención de hacerse con alguna villa utilizaba al rey para presionar a los señores de las
villas ya que algunos nobles poderosos se resistían a ceder sus posesiones a Pacheco. Casi
nunca fallaba la operación. Una vez que decidía quedarse con alguna localidad, hacía todo lo
que estaba a su alcance para conseguirlo: bien fuera por negociación, por presión o incluso por
orden del rey. Al cabo de unos años, el marquesado se convierte en uno de los más grandes y
poderosos dominios del reino. A pesar de ello, Pacheco seguirá queriendo aumentar cada vez
más sus dominios y su poder, como una obsesión, hasta su muerte.
Los años de 1454 a 1464 corresponden a su mejor época ya que su jefe, Enrique, sube al trono
con el nombre de Enrique IV después de la muerte de Juan II y de Álvaro de Luna. Por lo tanto,
el control total de la gobernación del reino recae sobre Pacheco. Pacheco, en atención a
proteger el patrimonio que antes había pertenecido a Juan de Navarra, se movía de forma muy
interesada y viajó hasta Nápoles para pergeñar la paz con Alfonso V. El marqués de Villena,
intranquilo por el patrimonio que había obtenido de Juan de Navarra, utiliza a la corte en el
sentido de que los representantes redacten un escrito de solicitud al monarca para que las
posesiones de Pacheco y de su hermano Girón sean reconocidas de su propiedad por el propio
rey.
Ese excesivo miedo por la vuelta de Juan de Navarra se debía a que los infantes de Aragón
mantenían la amistad con muchos nobles castellanos que les apoyaban en contra de Enrique
IV y de su privado Pacheco. Por fin recibe la cédula de confirmación del rey sobre su
patrimonio y además es nombrado mayordomo mayor del reino. En diez años, desde que
comenzó como privado del príncipe Enrique, Pacheco se convierte en el personaje más
poderoso y rico del reino, superando a muchos aristócratas de mayor antigüedad y prestigio. El
rey entrega el gobierno a Pacheco y este gobierna junto con el monarca y Alfonso (o Alonso)
de Fonseca. El arzobispo Carrillo entra también en el Consejo Real en 1455. En la primera
etapa del reinado de Enrique IV, Pacheco formó el equipo de gobierno con Alfonso Fonseca,
Carrillo y su hermano Girón.
En el periodo de 1457 a 1463 aparece la figura de Beltrán de la Cueva, aunque hasta 1463 no
desplaza a Pacheco como privado del rey. Mientras tanto, Pacheco seguirá cosechando villas y
territorios utilizando su táctica de siempre, perjudicando al patrimonio real que el monarca iba
cediendo con tal de tener contento a Pacheco, quien gestionaba el gobierno, según él, para
bien del reino.
Ante tan espectacular aumento del poder y de la riqueza de Pacheco en tan corto espacio de
tiempo, los nobles se alarman y forman una liga contra él. Los promotores de la liga fueron
Diego Hurtado de Mendoza, Alonso Carrillo y el conde de Alba. Pacheco utiliza al rey para
neutralizar los planes de la liga e interviene en la reconciliación del monarca con Hurtado de
Mendoza, quien ahora recupera Guadalajara, ciudad que hacía poco había perdido.
El rey llega a estar cansado y molesto por tantas concesiones a su privado y empieza a
desconfiar de Pacheco hacia 1461-1462, motivo por el cual buscará a personas jóvenes de bajo
rango pero de plena confianza: Miguel Lucas de Iranzo y Beltrán de la Cueva son personajes
que comienzan a estar cerca del monarca.
En 1459 vuelven los conflictos entre Castilla y Aragón y como siempre los dos hermanos
aprovechan la ocasión para obtener beneficios en forma de donaciones reales por los servicios
prestados. Aumenta de nuevo la indignación de poderosos sectores de la nobleza. Esta vez la
liga contra Pacheco la formarán el almirante Fadrique, los Manrique, los Mendoza, el conde de
Haro, los duques de Alba, de Benavente, de Plasencia y Alba de Liste, junto con el rey de
Aragón (1460). Curiosamente, el hermano de Pacheco, Pedro Girón, entra en la liga y causa la
indignación del rey, a la vez que le hace sospechar que Pacheco está detrás de la operación de
la formación de la liga. Sin embargo, Pacheco, que estaba jugando a dos bandas, dio
explicaciones al monarca de que para controlar la liga hacía falta introducir a su hermano
dentro de ella con el fin de obtener información y de esta forma conocer de antemano las
posibles acciones contra la corona. En 1462 el rey nombra a Beltrán de la Cueva su
mayordomo y le concede el título de conde de Ledesma. Beltrán se casa con la hermana del
marqués de Santillana, Mencía de Mendoza, por la negociación del rey con Pedro González de
Mendoza, obispo de Calahorra y futuro gran cardenal de España. El monarca también
introduce a Beltrán en el Consejo Real. Asimismo le lleva de viaje con él a Fuenterrabía, donde
se entrevista con Luis XI de Francia. A continuación se van a Gibraltar para otra entrevista con
Alfonso V de Portugal. Todo esto inquieta e irrita a Juan Pacheco y empieza a reaccionar
tomando medidas para no ser desplazado del poder.
En 1464 comienza la guerra civil entre el bando que apoyaba a la corona y el del nuevo rey
Alfonso XII, propuesto por Pacheco en la farsa de Ávila, donde se reunieron los grandes y
nobles descontentos que apoyaban a Alfonso en clara y manifiesta desobediencia a Enrique IV
de Castilla.
El rey, ante la carta de protesta de la nobleza rebelde, cede y negocia con ellos para llegar a un
acuerdo con los amotinados, encabezados por Pacheco, Girón y Carrillo. Beltrán, Mendoza y
Lope de Barrientos aconsejaron al monarca que no aceptara la negociación. Pacheco de nuevo
aprovecha la ocasión para ganar la confianza real con una entrevista donde Enrique IV de
Castilla se ve obligado a capitular ante su privado (25 de octubre de 1464). Obtiene del rey el
reconocimiento de su hermanastro Alfonso como heredero en condición de casarse con su hija
Juana la Beltraneja. También obtiene la promesa de la renuncia de Beltrán sobre el maestrazgo
de Santiago. El 5 de junio de 1465 estalla la guerra civil en Ávila, y es proclamado rey el infante
Alfonso. Enrique IV, desde Toro, procede a desautorizar el Acta de Ávila y declara traidores a
sus protagonistas (15 de julio de 1465). Alfonso XII será el rey de la nobleza desde ese año.
Mientras tanto, Pacheco vuelve a engañar al monarca ofreciendo una solución mediante la
cual los rebeldes y el propio Pacheco volverían a su obediencia, una tregua entre el rey y
Pacheco. Doble juego de Pacheco, que estaba entre los dos reyes. Algunos nobles empiezan a
sospechar la intención de Pacheco, pero este controla la situación a su manera y sale ganando
la confianza de Enrique IV con el cese de hostilidades y la tregua de cinco meses entre ambos
bandos.
Se celebra una reunión en el castillo de Coca, la residencia de Fonseca, entre Enrique IV y los
representantes del otro rey, Alfonso. Fonseca había concebido el plan de dividir Castilla en dos
partes. Pedro Girón propone al rey que volvería a su obediencia si aceptaba su matrimonio con
Isabel de Castilla (futura Isabel la Católica) y Pacheco convence al monarca del enlace de su
hermano con Isabel.
El 2 de mayo de 1466 muere Girón en el viaje de camino a Castilla para celebrar el matrimonio.
Parece ser que la muerte de Girón estaba anunciada siete días antes de producirse. Mendoza
no estaba de acuerdo con ese matrimonio.
Pacheco, aunque no participó en la batalla, por fin recibe el maestrazgo de Santiago después
de obtener el consentimiento de las personalidades que decidieron la concesión tras intensas
negociaciones (29 de julio de 1467). Con estas concesiones Pacheco alcanza el máximo lugar
dentro del reino, puesto que antes ocupó Álvaro de Luna. El año 1467 fue el peor para la
monarquía medieval castellana, en contraste con el mejor para Pacheco. Los conflictos entre
los dos reyes hermanastros no se resuelven tampoco con la segunda batalla de Olmedo y no se
solucionarán hasta la muerte de Alfonso el 5 de julio de 1468. La causa de la muerte fue
envenenamiento según unos y peste según otros. Después de la muerte de Alfonso, Pacheco
vuelve a la obediencia de Enrique IV y organiza la entrevista del monarca con su hermanastra
Isabel en Toros de Guisando el 18 de septiembre de 1468. Acudieron prácticamente todos los
grandes, excepto Mendoza que tenía a las dos Juanas (madre e hija) como rehenes en
Buitrago.
Con la fuga de Isabel y su posterior boda con Fernando, el proyecto matrimonial de Isabel con
Alfonso V de Portugal, diseñado por Pacheco, fracasa, a pesar de haber firmado ya la
capitulación matrimonial hacia finales de abril de 1469.
Pacheco intenta impedir el matrimonio de Isabel con Fernando utilizando la influencia del
legado papal Véneris, con quien llega a un acuerdo (el 2 de mayo de 1469) para asegurar que
el legado también estará bajo su control, ofreciéndole el obispado de Cuenca a cambio de una
renta para su hijo y de que le nombrara embajador de Enrique IV en Roma. Como siempre, con
su habilidad y su persistencia en la negociación, sale adelante con sus pretensiones: la bula
para el matrimonio de Isabel con Alfonso V de Portugal y el compromiso de que el papa no
concediera la bula a Juan II de Aragón, quien la estaba solicitando para la boda de su hijo
Fernando con Isabel.
Pacheco estableció alianzas con varios nobles. Una importante fue con el conde de Foix,
Gastón, que había contraído matrimonio con Leonor, heredera del reino de Navarra e hija de
Juan II de Aragón y de Blanca. El conde estaba enemistado con Juan II de Aragón y necesitaba
la alianza con Castilla.
En 1471 el reino de Castilla estaba sumido en un caos total por falta de autoridad real y
reinaba la anarquía, propiciada por los dos bandos, el de Pacheco, al frente del grupo que
apoyaba a Enrique IV, y el que aglutinaba al resto de la nobleza rebelde. Los nobles se
dedicaban a defender sus propios intereses perjudicando a los demás.
Un ejemplo fue en Andalucía la lucha entre los Guzmanes (familia de Enrique de Guzmán,
duque de Medinasidonia) y los Ponces (familia de Rodrigo Ponce de León). Pacheco apoyó a
Ponce de León concediéndole el título de marqués de Cádiz (antes era conde de Arco) y la
ciudad de Cádiz a costa del reino y, por supuesto, obteniendo algún que otro beneficio
sustancial a cambio. Enrique IV seguía perdiendo villas y lugares del reino mientras Pacheco
aumentaba su patrimonio personal. Tras esta operación, la hija de Pacheco, Beatriz, se casa
con el marqués de Cádiz, lo que prolonga aún más los conflictos en Andalucía.
Tras este enlace, Pacheco intentó ocupar Sevilla y el marqués atacó la ciudad pero el duque de
Medinasidonia Enrique de Guzmán rechazó el ataque de forma contundente, por lo que
Pacheco no vio complacido su deseo, aunque pudo ocupar Jerez. Ante la situación creada, el
duque de Medinasidonia decide apoyar a Isabel y a Fernando y se prepara el conflicto entre los
dos bandos que no cesará durante mucho tiempo. Pacheco fue el instigador principal de este
conflicto.
Aparecen ciertos síntomas de debilidad en el bando del rey y de Pacheco: cuando visitan
Sepúlveda, la ciudad no abre la puerta y no dejan entrar a Enrique IV porque sospechan que su
intención es la de entregar la villa a Pacheco. El rey quedó sorprendido y humillado ya que
estuvo esperando en la puerta durante días para que le dejasen entrar, pero tuvo que
marcharse sin conseguirlo. No podía creer que una villa de su reino se comportase de esa
manera y le dejase en ridículo ante sus súbditos, pero no quiso usar las armas e intentó llegar a
un acuerdo con los moradores de la ciudad. A pesar de su gestión, los vecinos se Sepúlveda no
obedecieron al monarca de ninguna manera y pidieron auxilio al bando de Fernando e Isabel.
Enrique IV, al no poder conceder Sepúlveda a Pacheco, le ofrece el título de duque de Escalona
en diciembre de 1472.
El papa Sixto IV, que trataba con Pacheco en lugar de hacerlo con el rey porque reconocía que
el valido era en realidad la persona que gobernaba el reino de Castilla, le comunica la llegada
del nuevo legado a España el 13 de abril de 1472. El legado se llama Rodrigo de Borja, súbdito
de la Corona de Aragón. A partir de esa fecha la situación irá cambiando a favor de los
príncipes Isabel y Fernando. Los conflictos de división siguen sucediendo, pero los príncipes
van ganando posiciones paulatinamente.
Otro de los casos de decadencia del bando realista fue el protagonizado por Andrés Cabrera,
quien, siendo su súbdito, tampoco obedeció a Pacheco y no le entregó la ciudad de Segovia a
pesar del consentimiento del rey. Cabrera, mayordomo, consejero y tesorero del monarca,
está en el bando de Enrique IV, pero entiende que el comportamiento de Pacheco está
dañando a la corona e intenta convencer al monarca para que no siga una política equivocada.
Llega a convencerle para que se entreviste con su hermana Isabel en Segovia. Enrique IV
accede sin darlo a conocer a Pacheco.
Pacheco, hombre inteligente, sabía muy bien que Isabel era la legítima heredera del trono,
pero también sabía que ni Isabel ni Fernando le necesitaban para gobernar. Por esa razón
seguía con Enrique IV, porque con él podía manejar todo en su propio beneficio.
El privado seguía teniendo miedo de que si Fernando llegaba a ser rey de Castilla, el
patrimonio que había conseguido correría el riesgo de ser confiscado porque la gran mayoría
de sus territorios pertenecían al padre y a los tíos de Fernando. Por tal motivo tenía que evitar
a toda costa el matrimonio de Isabel con Fernando.
El arzobispo Carrillo, hombre que se mueve exclusivamente por su interés personal al igual que
Pacheco, cambia ahora de bando y entra en el realista, sin objeción alguna por parte de
Enrique IV. La causa de tal cambio de actitud era que Mendoza y los príncipes se habían
reconciliado y estos le concedieron a Mendoza el título cardenalicio que tanto deseaba
Carrillo. Pacheco vuelve a tener a Carrillo como aliado, junto con Estúñiga y Benavente,
aunque Carrillo abandonará pronto el bando.
Tras arduas y largas negociaciones, una vez convencido el alcaide de Trujillo y habiendo
recibido el permiso real, cuando ya estaba a punto de obtener la ciudad, no pudo ver
terminado su ambicioso proyecto ya que le sobrevino la muerte el 4 de octubre de 1474.
El gran patrimonio y el poder que legó a sus descendientes, sobre todo a su hijo primogénito
Diego Pacheco, desaparecerá pronto durante el reinado de los Reyes Católicos.
Si Pacheco hubiera vivido en nuestra época, habría sido un gran empresario, pero no un buen
político, ya que su trayectoria demostró su habilidad para los negocios, no para el gobierno.
Todo le salió bien debido a la incapacidad y a la debilidad del monarca, por lo que pudo
aprovechar la coyuntura en su propio beneficio.
De los cuatro privados de la época, Álvaro de Luna y el conde-duque de Olivares fueron los
mejores como políticos y gobernantes, ya que tuvieron en cuenta los intereses de la corona,
mientras que a Pacheco y al duque de Lerma solo les interesó el negocio personal y
perjudicaron gravemente al reino. Todos se aprovecharon de su posición para ganar y
aumentar sus posesiones, pero los dos primeros se preocuparon además de los asuntos del
reino, en tanto que los segundos se desentendieron totalmente.
Pacheco no habría sido nadie sin la figura de Enrique IV, quien fue el creador y colaborador
imprescindible de este personaje. Juan Pacheco, muy hábil y astuto, supo moverse como pez
en el agua dentro del reino de Castilla en esta época ruinosa de la segunda mitad del siglo XV
peninsular.
Biografía
Diego era el primogénito de Juan Pacheco, uno de los políticos más influyentes de la época, y
de su segunda esposa, María de Portocarrero Enríquez.[3]
Etapa de Enrique IV
En 1468 heredó de su padre el título de marqués de Villena, poco después casó con Juana de
Luna, que entonces contaba con solo 12 años y era nieta de Álvaro de Luna. Estas nupcias
formaban parte de un plan familiar para heredar parte de las posesiones de Álvaro de Luna.
Juana Pimentel, abuela de Juana de Luna, intentó evitar el matrimonio sin éxito debido a la
intervención del rey Enrique IV de Castilla.
Mientras el jovencísimo Diego era elegido Maestre por buena parte de la Orden de Santiago,
otra parte de ella elegía a Rodrigo Manrique, padre del poeta Jorge Manrique. Diego López
Pacheco fue apresado en el Castillo de Fuentidueña por el conde de Osorno, quien a través de
esta maniobra veía que podría manejar la decisión del rey sobre el titular del maestrazgo. El
propio Rey junto con un nutrido grupo de nobles acudió a negociar la liberación del marqués
de Villena, lo que les ocupó un espacio de 20 días. Finalmente, su liberación se produjo
mediante un intercambio de presos, puesto que el bando real había apresado a la condesa y a
su hijo.
Apenas dos meses después de la muerte de Juan Pacheco, y unos quince días después de estos
eventos, en la madrugada del 11 al 12 de diciembre de 1474, moría Enrique IV de Castilla en el
alcazar de Madrid. Entre los nobles que le acompañaban estaba el nuevo marqués de Villena,
Diego López Pacheco, a quién el rey había distinguido con la misma preferencia que a su padre
y a cuya tutela estaba encomendada Juana, la «hija de la reina».[4]
Isabel I de Castilla ordena la destrucción de los castillos del marqués en Lezuza y Munera
(Provincia de Albacete). Asimismo, el maestre Rodrigo Manrique logra apoderarse de Uclés y
su fortaleza, a pesar de la defensa de su alcaide Pedro de Plazuela, partidario de López
Pacheco. En Valencia, la localidad de Utiel inicia una serie de sublevaciones contra su
dependencia del marquesado de Villena.
Por su parte las tropas aragonesas comandadas por el infante-duque Enrique de Aragón y
Pimentel —por mandato de su primo el rey Fernando II de Aragón— y su mayordomo mayor
Andrés Mateo de Guardiola y Aragón habían sido enviados por el dicho soberano para tomar el
castillo de Jumilla, que estaba a cargo de Rodrigo Pacheco, alcaide del mismo desde 1468,
medio hermano de Diego e hijo natural de Juan Pacheco. Una vez conquistado, los Reyes
Católicos nombraron al dicho Andrés de Guardiola como alcaide de Jumilla desde el 15 de
marzo de 1475 (hasta 1516) y también como capitán general de las Fronteras de Jumilla y del
Marquesado de Villena desde el mismo año (hasta 1492), que seguirían formando parte del
adelantamiento mayor del Reino de Murcia.[6]
En 1476 (ante la promesa de pasar a ser villas de realengo) muchas de las villas y ciudades del
marquesado de Villena se alzaron también contra Diego, que perdió el control de la mayoría
de ellas, incluidas algunas tan importantes como Villena, Chinchilla de Monte-Aragón y
Villarrobledo, junto con Utiel y Requena; estas pasaron a formar parte del patrimonio real de
los Reyes Católicos, tras la firma de la segunda concordia de López Pacheco con los Reyes
Católicos, el 1 de marzo de 1480,[10]
Fue en las cercanías de este último castillo, luchando contra las tropas del marqués allí
asentadas, donde perdió la vida el poeta Jorge Manrique. Enterado de que el poeta había sido
seriamente herido por una lanza, Diego López Pacheco le envió sus propios cirujanos, pero no
pudieron evitar su muerte, que se produjo poco después (Santa María del Campo Rus, 23 de
abril de 1479). El marqués de Villena conservó este castillo intacto tras la firma de la segunda
concordia (Belmonte 1 de marzo de 1480), sus torres no fueron desmochadas por orden de los
Reyes Católicos, como mantienen algunos historiadores, pues en las Relaciones de pueblos del
obispado de Cuenca, hechas en tiempos de Felipe II, los vecinos aseguran que las almenas que
las coronan se mantienen en perfecto estado.[11] En la práctica el territorio del marquesado
había quedado reducido a las villas conquenses de Alarcón, Belmonte y Castillo de Garcimuñoz
y algunos señoríos concentrados en la zona de Jorquera y Jumilla y a algunas villas aisladas
como Zafra de Záncara.
Su primera esposa, Juana de Luna, murió en 1480, heredando los títulos de esta el hijo único
de ambos, Juan Pacheco y Luna.
En 1482 mueren dos de sus parientes más destacados: su primo, el Maestre de Calatrava
Rodrigo Téllez Girón, luchando en la Guerra de Granada, quien muere con solo 26 años de
edad, y su tío, el prelado Alfonso Carrillo de Acuña, semipreso en su Palacio arzobispal de
Alcalá de Henares por su oposición a la Reina Isabel.
El rey Fernando toma en 1483 la fortaleza de Tájara (Reino de Granada). Participa de esta
acción de forma destacada el Marqués de Villena.
En 1484 Diego casó en segundas nupcias con Juana Enríquez y Velasco, hermana de Fadrique
Enríquez de Velasco, Almirante de Castilla. Con ella tuvo un importante número de hijos. Ese
mismo año participa en la conquista de Álora y Setenil.
En 1501, a la muerte de su hijo Juan Pacheco y Luna, se convierte en el Conde de San Esteban
de Gormaz, título que trasladará a sus sucesores. Gracias a esto incorpora a sus dominios
plazas como Alcocer, Ayllón, Maderuelo, Osma, Riaza y San Esteban de Gormaz.
A finales de 1504 pasa a ser reina Juana I de Castilla, habiendo fallecido Isabel la Católica. Al
año siguiente, en 1505, recibe el señorío de Overa a cambio de Xiquena y Tirieza. Junto con
buena parte de la nobleza de Castilla apoya al esposo de Juana, el archiduque de Borgoña
Felipe, frente a las aspiraciones de Fernando de Aragón. Diego aspiraba a recomponer su
antiguo señorío de Villena, razón por la que escogió el partido del nuevo rey, quien antes de
morir tuvo en su mesa el documento por el que se lo restituía, pero que no llegó a firmar.
Asimismo, en 1509, recibe de Juana I de Castilla los señoríos de Serón y Tíjola, mercedes
recibidas en el reino de Granada (Almería) por su aportación en la guerra -que consideró
demasiado escasas- y de Tolox y Monda en Málaga, como compensación por los de Chinchilla,
Almansa y Villena, ciudad a la que los Reyes Católicos prometieron no volver a ceder a noble
alguno.
Etapa del Emperador Carlos I: Caballero del Toisón de Oro y Grande de
Castilla
Coro de la Catedral de Barcelona, escudos de armas de los caballeros del Toisón de Oro;
a la derecha, el de Diego López Pacheco.
En 1519 fue nombrado caballero de la Orden del Toisón de Oro, por iniciativa del joven
Emperador Carlos, jefe de la Orden en aquel momento, siendo admitido junto con otros 10
notables de los territorios hispánicos en el Capítulo de Barcelona.[14] En el orden de
nombramientos le correspondió el segundo lugar, tras el Duque de Alba, Fadrique Álvarez de
Toledo y Enríquez, antecediendo al duque del Infantado.
Prestó millones de maravedíes al emperador Carlos para financiar su primera guerra contra
Francia, gracias a la que se apoderó del Milanesado.