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Las 83 Mejores Frases de

Julio Cortázar
Por
Alberto Rubín Martín

Te dejo las mejores frases de Julio Cortázar (1914-1984), escritor e


intelectual argentino, autor de numerosos relatos cortos, prosas poéticas
y novelas de gran influencia en la literatura hispana.

Se le asocia al realismo mágico por moverse en los límites de lo real y lo


fantástico, de lo extraño e irreal. Sus obras más reconocidas
son: Rayuela, Historia de cronopios y de famas, Bestiario, Final del juego,
entre otras.

Te pueden interesar también estas citas de escritores o estas de libros


famosos.

-Parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.

-El absurdo es que salgas por la mañana a la puerta y encuentres la


botella de leche en el umbral y te quedes tan tranquilo porque ayer te
pasó lo mismo y mañana te volverá a pasar.

-Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.


-Hay ausencias que representan un verdadero triunfo.

-Pobre amor el que de pensamiento se alimenta.


-Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo.

-Total parcial: te quiero. Total general: te amo.


-¡Música! Melancólico alimento para los que vivimos de amor.

-Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede
estar tranquilo.

-Nunca renuncio a nada. Sólo hago lo que esté en mi alcance para que
las cosas renuncien a mí.

-No es que tengamos la obligación de vivir, ya que la vida nos fue dada.
La vida se vive a sí misma, lo queramos o no.

-¿Cómo iba a saber que lo que parecía mentira era verdadero?

-Las costumbres son formas concretas del ritmo, son la cuota de ritmo
que nos ayuda a vivir.

-En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente
cree poder hacer a cada momento.

-Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está


perdido y hay que empezar de nuevo.

-Nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y


defensa, de pelota y pared.

-¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que


uno de los juegos de la ilusión?

-Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, si no somos capaces de


aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.

-Me atormenta tu amor, que no me sirve de puente porque un puente no


se sostiene de un solo lado…

-Si te caes te levanto y si no me acuesto contigo.

-Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a


soportar.

-Déjame entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos.

-Como no sabías disimular me di cuenta enseguida de que para verte


como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos.
-Probablemente, de todos los sentimientos humanos el único que no es
nuestro de verdad es la esperanza. La esperanza es de la vida. La
esperanza es la forma en la que la vida se defiende.

-Si la personalidad humana no adquiere toda su fuerza, toda su


potencia, entre las cuales lo lúdico y lo erótico son pulsiones
fundamentales, ninguna revolución va a cumplir su camino.

-La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en
un sofá, una película, a veces una cama, o porque le toca hacer el
mismo trabajo en la oficina.

-Detrás de este triste espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la


esperanza de que me leas, de que no haya muerto del todo en tu
memoria…

-Mi maligna manera de entender el mundo me ayudaba a reírme por lo


bajo.

-La isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de
pensar o de elegir.

-La verdad que no me importa si no entiendo a las mujeres, lo único que


vale la pena es que lo quieran a uno.

-Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para


encontrarnos.

-Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene
andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo.

-Hay ausencias que representan un verdadero triunfo.

-Buscás eso que llamas la armonía, pero la buscás justo ahí donde
acabás de decir que no está, entre los amigos, la familia, en la ciudad…

-Regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un


papel escrito a las apuradas, pueden ser valorados más que una joya.

-No te voy a cansar con más poemas. Digamos que te dije nubes,
tijeras, barriletes, lápices, y acaso alguna vez sonreíste.

-Mi interés se tornó bien pronto analítico. Cansado de maravillarme


quise saber; he ahí el invariable y funesto fin de toda aventura.

-Pasa que los cronopios no quieren tener hijos, porque lo primero que
hace un cronopio recién nacido es insultar groseramente a su padre, en
quien oscuramente ve la acumulación de desdichas que un día serán las
suyas.

-Los que valemos algo aquí no estamos ya seguros de nada. Hay que ser
un animal para tener convicciones.
-La realidad está ahí y nosotras en ella, entendiéndola a nuestra
manera, pero en ella.

-El psicoanálisis muestra cómo la contemplación del cuerpo crea


complejos tempranos.

-Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te


parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

-Muchas personas piensan que amar es elegir a una mujer y luego


casarse con ella. La eligen, he visto cómo lo hacen. Como si fuera
posible elegir el amor.

-Quizás piensen que eligen a una mujer porque la aman, pero yo creo
que es al revés. No puedes escoger a Beatriz. No puedes escoger a
Julieta.

-No puedes escoger la lluvia que te va a mojar y hacer que tengas frío
cuando salgas de un concierto.

-Al citar a los demás, nos citamos a nosotros mismos.

-Las personas que planean citas son las mismas que necesitan papel
rayado para poder escribir o que siempre sacan la pasta de dientes
desde el fondo.

-A veces, deseaba que hubiese alguien que, como yo, no se ajustara


perfectamente a su era, pero esa persona era difícil de encontrar. Luego
encontré a los gatos, en los que veía un comportamiento parecido al
mío, y los libros.

-Creo que no te quiero. Creo que sólo quiero la imposibilidad tan obvia
que es quererte. Es como el guante izquierdo que está enamorado de la
mano derecha.
-La memoria es un espejo que miente de forma escandalosa.

-Debo decir que confío plenamente en la casualidad que hizo que nos
conociéramos. Nunca te olvidaré y si lo intento, estoy seguro de que no
lo lograría.

-Me encanta verte y hacerte mío sólo con verte aunque sea de lejos. Me
encantan cada uno de tus lunares y tu pecho es como el paraíso.

-No eres el amor de mi vida, ni el amor de mis días, ni de mi momento.


Sin embargo, yo te quise y te sigo queriendo, a pesar de que no
estemos destinados a estar juntos.

-Me miras, me miras de cerca, cada vez más cerca y luego nos volvemos
cíclopes. Nos vemos más cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan.

-Apenas nos conocíamos y ya la vida estaba planeando separarnos.

-Todas las distracciones abren ciertas puertas. Tienes que permitirte


distraerte cuando no seas capaz de concentrarte.

-Me di cuenta de que buscar era mi símbolo, el emblema de aquellas


personas que salen de noche con la mente en blanco.

-Siempre has sido mi espejo. Para poder verme, primero tenía que
mirarte.

-Pero qué es la memoria si no es el lenguaje del sentimiento, un


diccionario de caras y días y olores que se repiten como verbos y
adjetivos en un discurso.

-Cuando se sale de la infancia, se olvida que para llegar al Cielo, sólo


necesitas una piedrita y la punta de tu zapato.
-Voy a decir las palabras que se dicen, voy a comer las cosas que se
comen y voy a soñar las cosas que se sueñan y sé perfectamente que no
vas a estar ahí. No vas a estar, no serás ni un recuerdo.

-Cuando piense en ti, sólo será un pensamiento oscuro que trata de


acordarse de ti.

-Amor mío, no te quiero por ti o por mí, no te quiero por los dos juntos.
No te quiero porque la sangre me obligue a quererte. Te quiero porque
no eres mía, porque estás en otra parte y me invitas a saltar pero no
puedo hacerlo.

-Hay horas en las que me atormenta el hecho de que me ames (con lo


mucho que te gusta utilizar ese verbo, lo dejas caer sobre platos,
sábanas y autobuses), me perturba tu amor porque no sirve de puente.

-Toco tu boca. Con uno de mis dedos toco el borde de tu boca. La toco
como si la estuviera dibujando con mi mano, como si fuera la primera
vez que tu boca se entreabriera.

-Basta con que cierre mis ojos para deshacer todo y luego volver a
empezar.

-Si nos mordemos, el dolor es dulce. Si nos ahogamos mientras nos


absorbemos el aliento mutuamente, la muerte es instantánea y bella.

-Te siento temblar contra mi cuerpo como una luna tiembla en el agua.

-Siempre era tarde, siempre. Aunque hiciésemos el amor miles de


veces, la felicidad debía ser algo más. Algo más triste que esta paz que
teníamos y que este placer.

-No creemos ya porque es absurdo. Es absurdo porque debemos creer.

-Cuando llovía, el agua me entraba hasta el alma.


-Sentía una especie de ternura rencorosa. Era tan contradictorio que
tenía que ser verdad.

-Lo que creíamos que era amor era quizás que yo estaba delante de ti
con una flor amarilla en la mano, tú tenías dos velas verdes en la mano
mientras que el tiempo soplaba en nuestras caras una lluvia que
significaba renuncias.

-No estábamos enamorados. Sólo hacíamos el amor de forma crítica y


desapegada. Pero después llegaba el silencio terrible y la espuma en los
vasos de cerveza se transformaba en estopa, se entibiaba mientras nos
mirábamos.

-En algún lugar, debe haber un basurero en el que estén todas las
explicaciones. Sólo queda una cosa inquietante: que algún día a alguien
se le ocurra explicar el basurero también.

-Antes de ir a dormir, imaginé un universo plástico, cambiante, lleno de


oportunidades maravillosas, un cielo elástico, un sol que de repente
desaparece o se queda fijo o cambia de forma.

-Eres como un testigo. Eres como quien va a un museo y ve las pinturas.


Las pinturas están ahí y tú también lo estás, cerca y lejos al mismo
tiempo. Yo soy una pintura.

-Tú crees que estás en el cuarto pero no lo estás. Tú estás viendo el


cuarto. No estás en el cuarto.

-Has visto, verdaderamente has visto, la nieve, los astros, los pasos
afelpados de la brisa. Has tocado, de verdad has tocado, el plato, el pan,
la cara de esa mujer que tanto amas. Has vivido, como un golpe en la
frente, el instante, el jadeo, la caída, la fuga. Has sabido, con cada poro
de la piel sabido, que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos, había que llorarlos, había que inventarlos otra vez.
-A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la
palabra «madre» era la palabra «madre» y ahí se acaba todo. Al
contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un
itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces
me estrellaba.

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