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Materiales para una teoría de las identidades sociales

Gilberto Giménez

Reporte de lectura por Frida Belén Quintas Arista

El ensayo de Gilberto Giménez recupera las nociones relativamente recientes (fue publicado en 1997)
acerca de la identidad. El trabajo reconstruye los lineamientos centrales de la teoría de la identidad, a
partir de los desarrollos parciales en la sociología, la antropología y la psicología social.

Como bien menciona al inicio del texto, la noción de identidad no fue formulada explícitamente sino
hasta después de la década de los 60 y los retos que enfrentaban las ciencias sociales en relación con la
globalización:

Las nuevas problemáticas últimamente introducidas por la dialéctica entre globalización y


neolocalismos, por la transnacionalización de las franjas fronterizas y, sobre todo, por los grandes flujos
migratorios que han terminado por transplantar el “mundo subdesarrollado” en el corazón de las “naciones
desarrolladas”, lejos de haber cancelado o desplazado el paradigma de la identidad, parecen haber
contribuido más bien a reforzar su pertinencia y operacionalidad como instrumento de análisis teórico y
empírico.

La primera propuesta de Giménez es situar a la identidad dentro de la teoría de la cultura y de una teoría
de los actores sociales (retomando el concepto gramsciano de agencia); “la identidad no sería más que el
lado subjetivo de la cultura considerada bajo el ángulo de su función distintiva”. Reconoce que en la
identidad es necesaria la distinguibilidad, la posibilidad de distinguirse de los demás pero que esta
diferencia sea reconocida por los otros, ya que toda identidad (tanto individual como colectiva) requiere
la sanción del reconocimiento social para que exista social y públicamente. Esto se relaciona con la
propuesta hecha por Melucci que retoma Giménez. Para Melucci existen cuatro posibles configuraciones
identitarias: identidades segregadas, identidades heterodirigidas, identidades etiquetadas e identidades
desviantes.

Otra idea que rescata es que la conformación de la identidad depende de los sentidos de pertenencia a una
serie de colectivos, pues esta pluralidad de pertenencias, lejos de eclipsar la identidad personal, es
precisamente la que la define y constituye, sirven como marcos de percepción y de interpretación de la
realidad, como guías de los comportamientos y prácticas de los agentes sociales. En otro sentido, las
representaciones sociales también definen la identidad y la especificidad de los grupos.
Para Giménez existen atributos identificadores que inciden en la identidad; mismos que están
relacionados con el carácter (temperamental, amable…) y con atributos biológicos (la piel por ejemplo.
Por otro lado en la conformación individual de la identidad las narrativas biográficas son parte importante
de esta configuración; se trata de la forma personal de presentarse en el mundo, una memoria histórica del
ser.

La diferencia innovadora que propone Giménez es aquella entre identidad individual (una red de
pertenencias sociales, atributos y una narrativa personal) frente a la identidad colectiva (capacidad de
distinguirse y ser distinguido de otros grupos, de definir los propios límites, de generar símbolos y
representaciones sociales específicos y distintivos, de configurar y reconfigurar el pasado del grupo como
una memoria colectiva compartida por sus miembros (paralela a la memoria biográfica constitutiva de las
identidades individuales) e incluso de reconocer ciertos atributos como propios y característicos):

La formación de las identidades colectivas no implica en absoluto que éstas se hallen


vinculadas a la existencia de un grupo organizado. 3) Existe una “distinción inadecuada” entre
agentes colectivos e identidades colectivas, en la medida en que éstas sólo constituyen la
dimensión subjetiva de los primeros, y no su expresión exhaustiva […] 4) No todos los actores de
una acción colectiva comparten unívocamente y en el mismo grado las representaciones sociales
que definen subjetivamente la identidad colectiva de su grupo de pertenencia. 5) Frecuentemente
las identidades colectivas constituyen uno de los prerrequisitos de la acción colectiva.

Ambas identidades requieren una condición temporal: la identidad como persistencia en el tiempo, esto
quiere decir que la identidad implica la percepción de ser idéntico a sí mismo a través del tiempo, del
espacio y de la diversidad de las situaciones, “si anteriormente la identidad se nos aparecía como
distinguibilidad y diferencia, ahora se nos presenta (tautológicamente) como igualdad o coincidencia
consigo mismo.”. El valor es también elemento constitutivo de la identidad ya que aun
“inconscientemente, la identidad es el valor central en torno al cual cada individuo organiza su relación
con el mundo y con los demás sujetos (en este sentido, el “sí mismo” es necesariamente “egocéntrico”)”.

La nueva configuración mundial ha reformulado los conceptos apenas esclarecidos de identidad, por lo
que según menciona Giménez, la aportación de Alfonso Pérez Agote en la útil distinción entre conflictos
de identidad e identidades en conflicto, se volverá clave para las paradojas siguientes que presentará la
identidad.

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