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18 Oct 2016 - 1:29 AM

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Arauca, el poder de la radio comunitaria


Esta es la historia de cuatro emisoras de este departamento donde el periodismo
comunitario ha sido silenciado por los actores armados. Hoy, las voces se alzan de
valor, ignoran los fusiles y transmiten las denuncias de los pobladores desde los barrios
de Arauca, Arauquita, Saravena y Tame.

Edinson Arley Bolaños / @eabolanos

El silencio de Radio Did y el nacimiento de Capital Stereo

A Daniel Coronell Mejía, tío del reconocido columnista Daniel Coronell, le tocó dejar
de retransmitir el noticiero de la emisora de Arauca para que el coronel Medina, del
Batallón Reveiz Pizarro, no le cerrara la emisora Sarar Stereo, del municipio de
Saravena.

Fue a mediados del 2003 cuando el periodista Ángel María León abrió los micrófonos
del noticiero para recibir las llamadas de los pobladores de Saravena que habían sido
retenidos por el Ejército, acusados de rebelión. Fue la escena más escabrosa que los
araucanos hayan visto. Más de 1.500 personas metidas en el coliseo del pueblo,
señaladas por un desmovilizado de la guerrilla como auxiliadores del Eln y de las Farc.

Era la época de las zonas de consolidación que empezaba a implementar el gobierno de


Álvaro Uribe. “Los censaban, los maltrataban y la gente llamaba a quejarse. A veces era
gente inocente que nada tenía que ver en el conflicto. Señalaban al comerciante que
porque le vendía víveres a la insurgencia”. Y a los periodistas les prohibieron leer los
comunicados de las organizaciones sociales.

Luego de censurar el noticiero y de la redada en Saravena, a León, a Coronell y a otros


14 periodistas les llegaron panfletos de los paramilitares, el Eln y las Farc. Varios
salieron para Bogotá. Coronell se exilió en Venezuela, pero, al cabo de ocho meses, el
primer contingente de comunicadores amenazados en Colombia con esquema de
seguridad regresó a Arauca porque en la capital no encontraron oportunidad ni siquiera
para sobrevivir.

De nuevo en la región, a 16 periodistas les tocaba ingeniárselas para andar en dos


camionetas blindadas. “Teníamos que hacer agenda común y que a cada uno nos dejaran
en nuestros lugares de trabajo. Era como un bus escolar”, recuerda León. Meses más
tarde, él y el resto de periodistas renunciaron a los esquemas de protección, pues la
condición del Gobierno para mantenerlo vigente era que las amenazas debían persistir.

Durante la primer década del siglo XXI, los noticieros en Arauca se volvieron light,
como califica León el hecho de trasmitir sólo comunicados de la Gobernación, la
Alcaldía y el Ejército, que exigió leer los boletines textualmente con los adjetivos
narcobandoleros, narcoguerrilleros y narcoterroristas, “y si no lo hacíamos decían que
uno era aliado de la guerrilla, entonces lo llamaban a la sabana y los paramilitares lo
amenazaban con la motosierra. Así mataron a mucha gente”.

Hace seis años, Ángel León regresó a Capital Stereo, como se llama ahora la emisora de
la capital de Arauca, luego de pasar a manos de la comunidad. Tras sentir un ambiente
menos hostil contra los periodistas, empezó a dirigir el noticiero de la mañana y del
mediodía, con más periodismo de campo en los municipios. “Por ejemplo, en Arauquita
y Tame, que eran manejados por las Farc, hoy en día uno va tranquilamente. Y toca
tener cuidado para ir a Saravena y Fortul, que es donde está fuerte el ELN. Pero lo que
uno hace cuando va a un municipio es encomendarse a Dios y ponerse un chaleco que
dice: „Yo soy periodista y no hago parte del conflicto‟”.

Arauquita Stereo alza la voz para resistir

El 13 de septiembre pasado, en pleno paro armado decretado por el Frente de Guerra


Oriental del Eln en Arauca, el joven ganadero Mauricio Zuluaga y el chef araucano
Mauricio Díaz fueron capturados por la Policía de Arauquita tras ser acusados de la
autoría del hostigamiento de ese martes en la población. Dijeron que les habían
encontrado explosivos en sus mochilas, “pero todo fue un montaje”, comenta Eliécer
Cáceres Santos, director de la emisora comunitaria Arauquita Stereo.

Cuando se los llevaron del centro del pueblo, Cáceres abrió los micrófonos y empezó a
llamar a través de la radio a toda la comunidad para que fueran al rescate de los jóvenes.
“Los querían empapelar porque les metieron en una bolsa de huevos una granada y al
otro una pistola en su bolso”.

Luego de varios minutos, más de 300 personas se reunieron en la estación de Policía de


Arauquita para exigir la libertad de los tocayos. El alcalde y el gobernador también
protestaron por la injusticia y a las 2 de la mañana los sacaron de los calabozos.

Así, con el papel movilizador de masas, la emisora de este municipio llanero volvió a
tener noticiero hace tres años, cuando Cáceres, junto con la organización de mujeres, los
campesinos, los jóvenes, una fundación de derechos humanos y la corporación de
periodistas Luchando Sin Fronteras, se unieron para crear el matutino Comunidad al
Día.

A través de ese espacio, la comunidad denuncia cuando hay atropellos de la Fuerza


Pública, cuando las EPS se roban la plata o cuando hay corrupción con los dineros de la
alimentación escolar. Todo eso lo han logrado frenar un poco con la presión
comunitaria. “Padres de familia, estudiantes y docentes han denunciado a través de
Arauquita Stereo”, dice Eliécer Cáceres. Como dice don Ángel María: “Ahora sí
podemos hablar con más libertad”.

Arauquita lleva 15 años con emisora comunitaria, pero realmente tiene licencia desde
hace ocho. Los otros siete años funcionó pirata. Durante ese tiempo la iglesia cristiana
hizo todo a su modo: música y programación de esa iglesia, que tenía un convenio con
Radio Trans Mundial. El año que viene, cuenta Cáceres, la emisora llegará con el
programa Tertulia a todas las veredas del municipio para explicar los acuerdos de paz y
escuchar la voz resistente de esta comunidad.
Sarar Stereo, testigo directo de persecución

“A mí me tocaron los gloriosos”, dice Dora Gimena Blanco Mendoza, locutora de la


emisora Sarar Stereo, cuando recuerda los años en que los directores de la emisora de
Saravena fueron exiliados, encarcelados y secuestrados. En esa lista están Daniel
Coronell Mejía, Élida Parra, Imer Bejarano y Emiro Goyeneche.

El caso de Goyeneche es el más paradójico y su historia se cruza con la de Ángel María,


el único testigo que podía sacar de la cárcel de Cómbita al periodista acusado de
rebelión porque supuestamente fue el presentador del evento en el que el Eln activó en
zona rural de Saravena el primer y único batallón de más de 500 hombres que tiene y
que abarca los departamento de Arauca, Boyacá y Casanare.

El episodio sucedió en agosto de 2000. Ángel María estaba en Saravena en labores de


reportería cuando un hombre lo buscó en el hotel Santander del centro del pueblo para
invitarlo a un “evento importante que iba a suceder al otro día en Arauca”.

A la madrugada siguiente lo condujeron a la zona rural entre Saravena y Tame, y tras


varias horas de trocha los hombres con camuflados y brazaletes rojo con negro que se
paseaban por la carretera le anunciaron que estaba en territorio del Eln. “Llegué con el
fotógrafo y empezamos a ver mucho civil y mucho guerrillero. Había parlamentarios,
secretarios del gobierno departamental, diputados, concejales, mucha gente”, recuerda.

Preguntó por Pablito, el comandante del Frente Domingo Laín, que hoy hace parte del
Comando Central del Eln. “Ya me conocía con él porque había asistido a la liberación
de algunos funcionarios secuestrados en Arauca. Me dijo que no me preocupara por
contarle a la gente que habían 600 guerrilleros y 500 civiles. Que me había mandado a
invitar porque sabía que yo era una persona responsable. „Dedícate a trabajar y por
cerveza no te preocupes. Ahí hay vino, aguardiente, lo que quieras. Y por comida
tampoco, ahí hay 30 novillas para toda esta gente‟, fue su saludo de bienvenida para
mí”, relata el curtido periodista.

El hecho es que Goyeneche nunca fue al evento, y aunque las autoridades supieron que
Ángel María era el que había ido, porque lo acusaron de estar haciendo apología al
delito, él era el testigo para sacar de la cárcel a su colega. No obstante, por su situación
de amenazas no podía ir a Saravena a declarar y pidió que trasladaran el expediente a
Arauca, donde declararía, con tan mala suerte que los documentos se perdieron en el
camino y Goyeneche terminó pagando dos años de prisión cuando habría podido
demostrar su inocencia.

El pasado 23 de abril Sarar Stereo cumplió 21 años y el noticiero siete de haber


regresado al aire. “Algo que uno se da cuenta por el periodismo de campo es que al
principio la gente no hablaba. Actualmente, desde el presidente de la junta más humilde
del barrio o vereda le gusta y va a la emisora a contar todas las problemáticas”, señala
Dora Gimena Blanco.

A pesar de todo, Saravena tiene un ejemplo de empresas comunitarias, principalmente la


de acueducto, alcantarillado y aseo, que es de las juntas de acción comunal del pueblo.
“Durante cuatro años consecutivos ha ganado el primer puesto en calidad de agua a
nivel nacional. Incluso, el actual presidente de la empresa comunitaria, que es mi
vecino, estuvo preso cuatro años porque también lo cogieron esa misma noche de la
redada en que fueron maltratados 1.500 saravenenses”, termina la periodista
comunitaria.

Tame Stereo, periodismo contra la corrupción

Hace cinco años, emitir el noticiero de la emisora de Tame desde los barrios era algo
impensable. Reinaldo Rojas Rodríguez, un joven llanero de 25 años, lo hace así desde el
2015, después de haber superado la autocensura y el miedo a las guerrillas y al Ejército
mismo, donde algún día prestó el servicio militar. “Antes era sólo música y noticias
nacionales para evitarse inconvenientes con los grupos armados legales e ilegales”,
comenta.

Hoy, invitado por los presidentes de las juntas de acción comunal, transmite desde las
calles polvorientas de Tame y su periodismo se ha trasladado al cáncer que aún devora
al municipio: la corrupción. La de las empresas petroleras, la de las instituciones del
Estado, y el abuso de autoridad que pretende seguir señalando a la comunidad de aliada
de la guerrilla del Eln.

“Ahora, la gente se pronuncia, habla de lo que le hace falta en su sector: alcantarillado,


agua, energía eléctrica, vías, salud, educación. Esas son las historias de la gente en los
barrios periféricos del municipio. En todo caso, la comunidad acude más a la emisora
comunitaria porque está segura de que las autoridades locales escuchan la radio y van a
dar una solución inmediata, o al menos algún pronunciamiento”. Ahora la consigna es:
“Ignorar los fusiles, prender los micrófonos y caminar la palabra”.

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