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Yuliana Aranda Barreto

Universidad El Bosque
Derecho Constitucional Colombiano II

LA DESCENTRALIZACIÓN EN COLOMBIA

Colombia es “un Estado social de derecho, organizado en forma de República


unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista...”. Así lo define la Constitución Política. De igual manera,
el artículo 2 de la Carta Política precisa que “son fines esenciales del Estado: servir
a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”. Tal caracterización
implica una estructura especial de Estado, en la cual la gestión pública de la Nación,
del departamento y del municipio está orientadas a obtener resultados. El esquema
descentralista colombiano otorga a cada nivel de gobierno un papel básico y unas
competencias.

El nivel nacional, por ejemplo, se encarga de definir los objetivos, planes, políticas
y estrategias de desarrollo económico y social para todo el territorio; el
departamento, como nivel intermedio, se encarga del control y supervisión de la
aplicación de esa política en su jurisdicción, y el municipio, como entidad
fundamental de la división político-administrativa, es el prestador de los servicios
públicos que determine la ley, y el encargado de construir las obras demandadas
por el progreso local, ordenar el desarrollo de su territorio, promover la participación
comunitaria, el mejoramiento social y cultural de sus habitantes y cumplir las demás
funciones que le asignen la Constitución y las leyes (CP, Artículo. 311) . Por lo tanto,
no sólo es el ejecutor básico del gasto público y primer intérprete de la comunidad,
sino que es el escenario propicio para el cumplimiento de los fines y deberes
esenciales del Estado y es en donde se puede medir la eficiencia, efectividad y
equidad de las políticas públicas.
Por otra parte, los ejercicios prospectivos territoriales son aportes valiosos para
desarrollar el territorio colombiano, para actuar apropiadamente frente a la
globalización, a la descentralización, a las potencias mundiales, a los impactos
territoriales, tanto, en la economía, en lo social, en lo cultural, en lo tecnológico, en
lo ambiental, en lo político. Así mismo, estos ejercicios enseñan la manera más
adecuada de interactuar en un mundo cada vez más abierto al intercambio. La
prospectiva territorial, instrumento potente para concertar y promover el desarrollo
de los territorios. La prospectiva territorial a nivel mundial ha avanzado
significativamente, porque actualmente en el mundo, la rapidez y la cantidad de
cambios sigue en aumento, generando cada vez mayor incertidumbre. Ante este
hecho, la prospectiva territorial permite establecer los posibles escenarios y a la vez
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adoptar estrategias para prever el desarrollo de un territorio en un mundo
cambiante.

La participación activa y deliberativa de la sociedad, sus instituciones y demás


formas de organización son fundamentales en la elaboración de la visión o
referentes de futuro de los territorios y de la nación; sin la participación y el
compromiso de los actores sociales en la construcción del futuro y su posterior
materialización a través de acciones en el presente, la actividad no pasa de ser un
simple ejercicio técnico o académico que sumará un nuevo ejemplar de libros de
buenas intenciones. El futuro no está determinado, sino que lo construyen los
hombres, y en este sentido, se puede interpretar como un proceso de construcción
social de la realidad. El éxito de un ejercicio de prospectiva está en la capacidad de
convocar y captar las expectativas y el interés de los grupos sociales, públicos,
privados, universidades y la sociedad civil.
Un Estado debe comprender la estructura de su entorno, actuar en concordancia
con los procesos territoriales nacionales y mundiales, y construir su propio futuro,
incorporando la territorialidad nacional en su división político-administrativa y sus
políticas y evitando que su configuración obedezca sólo a efectos de la lógica
política o económica. La división política administrativa no es una simple partición
del territorio nacional, sino una estructura de relaciones complejas en la cual las
partes interaccionan entre, sí y con el todo, que es la nación y sus entidades
territoriales.

La nueva organización territorial prevista en la Constitución Política de 1991


representa un cambio cualitativo y cuantitativo respecto a la situación actual.
Colombia podría pasar de manera gradual y flexible, de acuerdo con sus
posibilidades económicas, fiscales, institucionales y políticas, de tres niveles
territoriales como instancias de gobierno, nación, departamento y municipios o
distritos, a cinco, nación, región, departamento, provincia, municipio o distrito y
Entidades Territoriales Indígenas.

El país, trascendió históricamente de un régimen centralista y presidencialista a uno


descentralizado con autonomía en sus entidades territoriales y gobiernos locales de
elección popular en los departamentos y municipios. Así mismo, se crearon nuevos
espacios y mecanismos de participación ciudadana para mejorar la gestión de las
administraciones y la transparencia de las mismas. La descentralización, ha
fortalecido las instancias locales y regionales, sin embargo, requiere acompasarla,
potenciarla y acompañarla con una definición clara de competencias y recursos,
entre las entidades territoriales y la nación. De igual forma, es necesario articular
los niveles territoriales para profundizar el proceso y consolidar la autonomía y la
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unidad nacional, sin poner en peligro la estabilidad política y macroeconómica del
país.

En conclusión, la construcción social de procesos con visión de futuro es un


poderoso medio para la comprensión de la realidad y su transformación, para lo cual
presenta entre otras las siguientes características: requiere aprehender el mundo
con un enfoque holístico o integral; emplea variables cualitativas y cuantitativas,
conocidas y ocultas; el análisis de las relaciones son dinámicas con estructuras
evolutivas; concibe que el futuro explica el pasado y que es múltiple e incierto; el
método es intencional y emplea modelos cuantitativos y estocásticos; se requiere
de una actitud abierta, proactiva y creadora y una metodología basada en la
participación sin exclusión, con libertad de pensamiento; es un ejercicio en primera
instancia de divergencia de expresiones donde todos los ciudadanos, organizados
o no, opinan sobre cómo se imaginan el futuro a partir de sus experiencias
(conocimiento acumulado) y luego viene un proceso de convergencia hasta llegar a
una visión compartida y un pacto para su construcción

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